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FMC. 2007;14(7):389-91 389 Recopilación de datos Miguel es un paciente de 77 años de edad, casado con María de 70 años. Tienen 3 hijas casadas, y viven con una de ellas. Miguel es hipertenso y obeso y acude a las consultas de en- fermería de forma periódica. Dejó de fumar hace más de 20 años, pero cumple criterios clínicos de bronquitis cróni- ca. Tuvo “algo de pleura” en la infancia, no recuerda haber seguido un tratamiento especial por este motivo. Desde hace unos meses Miguel refiere que ha perdido peso y apetito, y así se constata en los registros de enfer- mería. Se atribuye a su esfuerzo por seguir la dieta que le impone su mujer (también obesa), aunque él siempre ha sido buen comedor. También está algo más cansado y tris- te, y ha tenido 2 o 3 procesos respiratorios que le han de- jado “algo débil”. La hija opina que ya se recuperará, que su padre últimamente “es peor que un niño y tiene mucho cuento para que le mimen como a los nietos”. La mujer cree que quizá unas vitaminas le ayudarían a recuperarse. Para Irene, su médica de familia, se trata de reagudizacio- nes de su proceso crónico respiratorio, y no ve la necesi- dad de administrarle vitaminas. Tras unas cuantas visitas por motivos banales, Miguel acude por un cuadro de fie- bre, disnea y expectoración hemoptoica. En la ausculta- ción presenta una disminución del murmullo vesicular en la base derecha y crepitantes en la izquierda. Es derivado al hospital de referencia donde queda ingresado para estu- dio. Durante el ingreso María acude ocasionalmente a la consulta y va comunicando que “parece que lo que Mi- guel tiene no es muy bueno, pero que los médicos no les dicen nada claro”. Cuando es dado de alta, acuden a la consulta Miguel, su mujer y su hija aportando un informe en el que no consta el diagnóstico. Miguel afirma que “le han dicho que aquello que tuvo de pequeño se le ha aviva- do y que por eso se siente tan flojo, pero que si sigue el tratamiento que le han mandado todo irá bien”. La hija les manda a los dos a la consulta de enfermería y explica que tiene un cáncer de pulmón muy avanzado y que no les han dado ninguna esperanza. La mujer y la familia están de acuerdo en no hacer más pruebas invasivas; aceptan el tratamiento paliativo y sobre todo que Miguel no se entere de nada (“ahora está tan débil, qué necesidad hay de ha- cerle sufrir…”). Miguel se deteriora rápidamente. Irene, su médica, acude a su domicilio en varias ocasiones; él siempre pregunta por su pleura, no ve que las cosas vayan mejor aunque hace todo lo que le dicen. La mujer y la hija, siempre presentes, quitan importancia a sus palabras y quejas y le animan diciéndole que “todo se va a arreglar, ¿verdad doctora?”. Irene asiente, pero se siente muy incómoda con la situación. En la consulta Irene plantea a la hija y a la mujer que Mi- guel se está muriendo, y que debería saberlo; ellas se niegan en rotundo: “ni se le ocurra decirle nada, no hay ninguna necesidad, además usted no le conoce bien del todo, sería capaz de cualquier cosa…”. Se pospone el asunto para otra entrevista. La médica vuelve a ver a Miguel y su mujer en otras 5 o 6 ocasiones, pero siempre tiene mucha demanda y bastante prisa, así que piensa en retomar el tema en otra ocasión. Un lunes al llegar al centro de salud Irene se encuentra un aviso del sábado; a Miguel se lo han llevado a urgencias por un cuadro de disnea grave. Al llamar a la familia para saber lo qué ha pasado, le informan que Miguel murió el domingo por la noche en la sala de urgencias con una gran disnea y angustia. Identificación de problemas morales El caso que presentamos es un ejemplo de conspiración de silencio en el que la familia y los profesionales que atienden al paciente le niegan el derecho a la información necesaria para poder tomar sus propias decisiones. Pero alrededor de esta situación, en parte derivados de ella, encontramos otros problemas éticos: Conspiración de silencio Beatriz Ogando Díaz a y César García Pérez b a Médica de Familia. Magíster en Bioética (UCM). Centro de Salud Casa de Campo. Área VI. Atención Primaria Salud. Madrid. b Enfermero. Profesor Asociado Escuela Universitaria Enfermería, Fisioterapia y Podología. UCM. Miembro del Comité Técnico de la Estrategia en Cuidados Paliativos del SNS. Miembro de la Comisión Científico-Técnica de Cuidados Paliativos de la Comunidad de Madrid. ESAD. Área VIII. Atención Primaria Salud. Madrid. España.

Conspiracion silencio

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Beatriz Ogando Díaz a y César García Pérez b El caso que presentamos es un ejemplo de conspiración de silencio en el que la familia y los profesionales que atienden al paciente le niegan el derecho a la información necesaria para poder tomar sus propias decisiones. Pero alrededor de esta situación, en parte derivados de ella, encontramos otros problemas éticos: FMC. 2007;14(7):389-91 389

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FMC. 2007;14(7):389-91 389

Recopilación de datos

Miguel es un paciente de 77 años de edad, casado con Maríade 70 años. Tienen 3 hijas casadas, y viven con una de ellas.Miguel es hipertenso y obeso y acude a las consultas de en-fermería de forma periódica. Dejó de fumar hace más de 20 años, pero cumple criterios clínicos de bronquitis cróni-ca. Tuvo “algo de pleura” en la infancia, no recuerda haberseguido un tratamiento especial por este motivo.

Desde hace unos meses Miguel refiere que ha perdidopeso y apetito, y así se constata en los registros de enfer-mería. Se atribuye a su esfuerzo por seguir la dieta que leimpone su mujer (también obesa), aunque él siempre hasido buen comedor. También está algo más cansado y tris-te, y ha tenido 2 o 3 procesos respiratorios que le han de-jado “algo débil”. La hija opina que ya se recuperará, quesu padre últimamente “es peor que un niño y tiene muchocuento para que le mimen como a los nietos”. La mujercree que quizá unas vitaminas le ayudarían a recuperarse.Para Irene, su médica de familia, se trata de reagudizacio-nes de su proceso crónico respiratorio, y no ve la necesi-dad de administrarle vitaminas. Tras unas cuantas visitaspor motivos banales, Miguel acude por un cuadro de fie-bre, disnea y expectoración hemoptoica. En la ausculta-ción presenta una disminución del murmullo vesicular enla base derecha y crepitantes en la izquierda. Es derivadoal hospital de referencia donde queda ingresado para estu-dio. Durante el ingreso María acude ocasionalmente a laconsulta y va comunicando que “parece que lo que Mi-guel tiene no es muy bueno, pero que los médicos no lesdicen nada claro”. Cuando es dado de alta, acuden a laconsulta Miguel, su mujer y su hija aportando un informeen el que no consta el diagnóstico. Miguel afirma que “lehan dicho que aquello que tuvo de pequeño se le ha aviva-do y que por eso se siente tan flojo, pero que si sigue eltratamiento que le han mandado todo irá bien”. La hija lesmanda a los dos a la consulta de enfermería y explica quetiene un cáncer de pulmón muy avanzado y que no les han

dado ninguna esperanza. La mujer y la familia están deacuerdo en no hacer más pruebas invasivas; aceptan eltratamiento paliativo y sobre todo que Miguel no se enterede nada (“ahora está tan débil, qué necesidad hay de ha-cerle sufrir…”).

Miguel se deteriora rápidamente. Irene, su médica, acudea su domicilio en varias ocasiones; él siempre pregunta porsu pleura, no ve que las cosas vayan mejor aunque hace todolo que le dicen. La mujer y la hija, siempre presentes, quitanimportancia a sus palabras y quejas y le animan diciéndoleque “todo se va a arreglar, ¿verdad doctora?”. Irene asiente,pero se siente muy incómoda con la situación.

En la consulta Irene plantea a la hija y a la mujer que Mi-guel se está muriendo, y que debería saberlo; ellas se nieganen rotundo: “ni se le ocurra decirle nada, no hay ningunanecesidad, además usted no le conoce bien del todo, seríacapaz de cualquier cosa…”. Se pospone el asunto para otraentrevista. La médica vuelve a ver a Miguel y su mujer enotras 5 o 6 ocasiones, pero siempre tiene mucha demanda ybastante prisa, así que piensa en retomar el tema en otraocasión.

Un lunes al llegar al centro de salud Irene se encuentraun aviso del sábado; a Miguel se lo han llevado a urgenciaspor un cuadro de disnea grave. Al llamar a la familia parasaber lo qué ha pasado, le informan que Miguel murió eldomingo por la noche en la sala de urgencias con una grandisnea y angustia.

Identificación de problemasmorales

El caso que presentamos es un ejemplo de conspiración desilencio en el que la familia y los profesionales que atiendenal paciente le niegan el derecho a la información necesariapara poder tomar sus propias decisiones.

Pero alrededor de esta situación, en parte derivados deella, encontramos otros problemas éticos:

Conspiración de silencioBeatriz Ogando Díaza y César García Pérezb

aMédica de Familia. Magíster en Bioética (UCM). Centro de Salud Casa de Campo. Área VI. Atención Primaria Salud. Madrid.bEnfermero. Profesor Asociado Escuela Universitaria Enfermería, Fisioterapia y Podología. UCM. Miembro del Comité Técnico de la Estrategia en Cuidados Paliativos del SNS. Miembro de la Comisión Científico-Técnica de Cuidados Paliativos de la Comunidad de Madrid. ESAD. Área VIII.Atención Primaria Salud. Madrid. España.

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Ogando Díaz B et al. Conspiración de silencio

– La pérdida de oportunidad de un diagnóstico precoz alatribuir los síntomas (anorexia, pérdida de peso, astenia, de-presión) a la dieta y otros factores psicosociales no bien eva-luados.

– La información durante el ingreso y el informe de altahospitalaria en el que se omite deliberadamente el diagnósti-co y el pronóstico.

– La gestión del tiempo en la consulta de la médica de fa-milia, que pospone cuestiones vitales por la alta presiónasistencial.

– No ya sólo la falta de información, sino el hecho de queal paciente se le engañe activamente haciéndole creer que sisigue el tratamiento indicado se recuperará, lo que crea en elpaciente frustración y culpa al no mejorar.

– La coacción por parte de la familia hacia la doctora paraque mantenga su silencio.

– El lugar y las condiciones del fallecimiento, no se sabesi elegido por el paciente, con un deficiente control de sínto-mas y sin su participación.

Examen de los cursos de accióny toma de decisiones

En estas situaciones resulta difícil enfrentarse a la familia afavor del paciente, y hacerles ver la importancia de darle laoportunidad de decidir hasta dónde quiere saber y participaren la toma de decisiones que al final de la vida no son sólosanitarias, sino también emocionales (despedirse, arreglartemas personales no resueltos) y legales (reparto debienes)1-3.

Algunos posibles cursos de acción ante la situación plan-teada son los siguientes:

1. En el curso de acción que hemos presentado se vulne-ran los derechos del paciente y se le niega la autonomía sinque haya una valoración de la capacidad negativa, por loque no resulta una opción adecuada. Si a juicio de su médi-ca éste no tuviera capacidad suficiente, sí estaría justifica-do derivar la toma de decisiones a la familia.

2. Otra alternativa sería plantearse seriamente la posibi-lidad (legal y moral) de aplicar la figura de la “necesidadterapéutica”, recogida en la ley de autonomía4. En ella ten-dríamos que valorar en profundidad la posibilidad queapunta la familia (“sería capaz de cualquier cosa”). En casode que se acreditara que la información sería realmenteperjudicial para su proceso, y tras dejar constancia en lahistoria clínica, limitaríamos el derecho del paciente a reci-bir información y tomar decisiones en virtud de ella, esta-bleciendo el plan de cuidados con la familia.

3. Otro curso de acción posible sería citar a solas al pa-ciente y decirle todo lo que sabemos sobre su diagnósticoy pronóstico sin informar de ello a la familia5,6. Esta alter-

nativa respetaría el derecho del paciente como titular de lainformación, pero no le daría oportunidad de ir elaborandola información de forma paulatina y progresiva en funciónde sus necesidades, además de enfrentarnos a la familia,que con carácter general es un pilar fundamental en laatención a los enfermos que viven su última enfermedad.Por ambas cosas se podría considerar una opción malefi-cente.

4. Otra posibilidad es convencer a la familia de que esadecuado ofrecer al paciente la información de forma gra-dual y adaptada a sus preguntas, acompañando sus miedos yreconociendo su buena voluntad de querer proteger al pa-ciente del sufrimiento que supone afrontar la muerte. En ca-so de que siguieran negándose, y en virtud de nuestro deberde no abandonar al paciente, se plantearía una sesión explo-ratoria a solas con él para determinar su grado de conoci-miento de la situación y su demanda de información, sinabandonar el trabajo con la familia para que acepten su par-ticipación en el proceso.

Ejecución y evaluaciónposterior

La última alternativa es la que respeta en mayor grado losvalores en juego: la autonomía del paciente y su derecho atomar sus propias decisiones al no estar incapacitado paraello. Es, sin duda, la más difícil de llevar a cabo, por laimplicación emocional y por el posible enfrentamientocon la familia, que ha expresado su deseo firme de que elpaciente no sepa nada. Por ello, y además de no olvidarnuestro compromiso con el paciente, es trascendental aco-ger a la familia y ayudarla a elaborar sus propios miedos ytemores, potenciar su papel protector y como cuidadores,y acompañarles en el proceso de asumir la muerte de sufamiliar.

Ésta es la mejor opción para garantizar un adecuadoplan de cuidados paliativos y en la agonía, en la que se pre-vean situaciones como el lugar de la muerte y sus posiblessíntomas, para evitar una muerte como la acaecida, congran ansiedad y disnea7,8. Anticipar los síntomas y sus po-sibilidades terapéuticas aclarando los términos que puedanresultar confusos, como la sedación terminal, favorece laexpresión de los deseos del paciente y ayuda a la familiaen la posterior elaboración del duelo9.

En esta opción la garantía de soporte de que se estarácon el paciente y la familia hasta el final, pase lo que pa-se o decida lo que decida, tiene una fuerte implicaciónemocional, a la vez que un enorme poder tanto en cuantoa la sensación de control, que se valora como muy impor-tante por parte de los pacientes, como de contención de lasensación de abandono que en ocasiones t iene lafamilia10.

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9. González Barón M, Gómez Raposo C, Vilches Aguirre Y. Última etapade la enfermedad neoplásica progresiva: cuidados en la agonía, sínto-mas refractarios y sedación. Med Clin (Barc). 2006;127:421-8.

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