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CONSTITUCION DEL 93 NEOLIBERAL Constitucionalista Francisco Eguiguren señala que artículos 60, 62 y 63 del Capítulo Económico de la Carta Magna no permiten contar con instrumentos para alcanzar objetivos sociales. Afirma que hay excepciones que pueden cambiar los contratos. PRERROGATIVAS • Constitucionalista Francisco Eguiguren señala que artículos 60, 62 y 63 del Capítulo Económico de la Carta Magna no permiten contar con instrumentos para alcanzar objetivos sociales • Afirma que hay excepciones que pueden cambiar los contratos. Cambios en los artículos económicos de la Constitución permitirían lograr metas sociales a favor de los más pobres. Por Lilia Guerra. Foto: Arturo Pérez. Los artículos 60, 62 y 63 son los puntos más críticos del Capítulo Económico de la Carta Magna elaborada por el fujimorismo. "Con ellos la Constitución de 1993 peca de neoliberal y excesiva", afirmó el constitucionalista Francisco Eguiguren. "Si no fuera por el artículo 62, hubiera sido más fácil aplicar las regalías. El Estado tendría mayores instrumentos para adecuar la economía y los contratos a nuevas situaciones del país", manifestó. Los hechos le dan la razón: un total de 18 proyectos mineros que no pagan regalías –contraprestación al Estado– lo harían como lo hace el resto de las mineras si no fuera porque el artículo 62 de la Constitución da carácter de intocable a los convenios de estabilidad tributaria que el Estado firmó con las compañías que los ejecutan. El artículo 62 dice: “Mediante contratos-ley, el Estado puede establecer garantías y otorgar seguridades. No pueden ser modificados legislativamente, sin perjuicio de la protección a que se refiere el párrafo precedente”. Eguiguren considera que la voluntad contractual de las partes no puede estar por encima de criterios de justicia o equidad. "Está bien tener contratos de estabilidad en

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CONSTITUCION DEL 93 NEOLIBERALConstitucionalista Francisco Eguiguren señala que artículos 60, 62 y 63 del Capítulo Económico de la Carta Magna no permiten contar con instrumentos para alcanzar objetivos sociales. Afirma que hay excepciones que pueden cambiar los contratos.PRERROGATIVAS • Constitucionalista Francisco Eguiguren señala que artículos 60, 62 y 63 del Capítulo Económico de la Carta Magna no permiten contar con instrumentos para alcanzar objetivos sociales • Afirma que hay excepciones que pueden cambiar los contratos.

Cambios en los artículos económicos de la Constitución permitirían lograr metas sociales a favor de los más pobres.Por Lilia Guerra.   Foto: Arturo Pérez.  

Los artículos 60, 62 y 63 son los puntos más críticos del Capítulo Económico de la Carta Magna elaborada por el fujimorismo. "Con ellos la Constitución de 1993 peca de neoliberal y excesiva", afirmó el constitucionalista Francisco Eguiguren. 

"Si no fuera por el artículo 62, hubiera sido más fácil aplicar las regalías. El Estado tendría mayores instrumentos para adecuar la economía y los contratos a nuevas situaciones del país", manifestó.Los hechos le dan la razón: un total de 18 proyectos mineros que no pagan regalías –contraprestación al Estado– lo harían como lo hace el resto de las mineras si no fuera porque el artículo 62 de la Constitución da carácter de intocable a los convenios de estabilidad tributaria que el Estado firmó con las compañías que los ejecutan.El artículo 62 dice: “Mediante contratos-ley, el Estado puede establecer garantías y otorgar seguridades. No pueden ser modificados legislativamente, sin perjuicio de la protección a que se refiere el párrafo precedente”. Eguiguren considera que la voluntad contractual de las partes no puede estar por encima de criterios de justicia o equidad. "Está bien tener contratos de estabilidad en ciertas materias, pero de ahí a que sean establecidos en la Constitución es otra cosa", comentó.

Excepciones Eguiguren afirma que si bien se tiene que ofrecer garantías a los inversionistas, hay razones excepcionales y de fuerza mayor que obligan a modificar los contratos. "Por razones de justicia, equidad, de emergencia económica se puede encontrarse excepciones", comentó. Precisamente el actual contexto es una excepción, pues mientras las compañías mineras incrementan sus utilidades en más de 300%, la pobreza alcanza en promedio al 70% de los departamentos mineros (Pasco, Cusco, Huancavelica, Áncash, Cajamarca). El constitucionalista opina que es exagerado afirmar que se requieren los convenios de estabilidad para atraer la inversión y mantenerla. "La inversión busca reglas claras pero no necesariamente ese tipo de reglas", anotó.

Pro privatistas 

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Los artículos 60 y 63 no se quedan atrás. El artículo 60 dice: “Solo autorizado por ley expresa, el Estado subsidiariamente puede realizar actividad empresarial directa o indirecta, por razón de alto interés público o de manifiesta conveniencia nacional”. Es decir, solo puede haber empresas públicas en aquellas actividades donde no le interese participar al sector privado. Eso explica por qué el mayor gremio empresarial, la Confiep, reclama la privatización de Petroperú, Sedapal y Enapu, actividades que les interesa.Pero aún hay más. El artículo 63 dice: “La inversión nacional y la extranjera se sujetan a las mismas condiciones”. Este artículo no figura en ninguna Constitución de los países vecinos porque no existe ningún código internacional para el tratamiento de la inversión extranjera.Al respecto, Eguiguren afirma que la diferencia entre la Constitución del 79 y la del 93 es que la primera tiene mejor enfoque social, es un modelo más equilibrado pues permite contar con instrumentos cuando sean necesarios o para satisfacer objetivos sociales.

Reacciones

Mario Huamán. CGTP: 

La Carta Magna del 93 deja de lado el rol rector del Estado en la economía y deja todo al mercado". José Morales. Confiep,“La inversión se retraerá con la Constitución del 79 y la renegociación de contratos de estabilidad".

El debate constitucional

La modificación del capítulo económico fue planteado por Unión por el Perú (UPP) durante la campaña electoral. UPP plantea el regreso a la Constitución de 1979 para declarar nulos los contratos de estabilidad. El Apra propone modificar algunos aspectos de la Carta Magna de 1979 como derechos humanos, economía y estructura del Estado. Sin embargo, Enrique Cornejo, jefe del plan de gobierno del Apra, adelantó en mayo que su partido no tiene ningún plan para cambiar el capítulo económico.

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CONSTITUCION DEL 93 NEOLIBERALLa Constitución de 1993 El régimen de facto pronto sintió la presión política internacional que suspendió y cortó la ayuda económica y financiera necesaria para la implementación de su programa económico, motivo por el cual, tuvo que someter a la voluntad popular un proyecto de retorno a la democracia, mediante la convocatoria a elecciones generales para un Congreso Constituyente y elecciones para renovar a los gobiernos locales, más no para nuevas elecciones presidenciales, sino hasta 1995. En este accidentado proceso de retorno a la democracia, el gobierno de facto no se replanteó reconstruir el consenso quebrado con la medida inconstitucional, sino insistir en el proyecto político y económico, con la autosuficencia del apoyo de los poderes fácticos y privados, en particular de las fuerzas Armadas, los medios de comunicación, los grupos empresariales y el apoyo popular obtenido en elecciones para el CCD no siempre de transparentes resultados, quienes anteponiendo sus intereses a los de la Constitución, configuraron un retorno constitucional mediocre.12 Sin embargo, el gobierno obtuvo notoria legitimidad social debido a la captura del líder máximo de Sendero Luminoso entre otros y al control de la hiperinflación. A base de estos logros en lo político y económico, la sociedad obtuvo una expectativa de paz civil, en virtud de la cual el gobierno hizo escarmiento de las instituciones democrático-representativas, en particular de los partidos políticos y del Poder Judicial, como, por otro lado, utilizó a este último como un instrumento de control y desviación de las demandas ciudadanas en defensa de sus derechos fundamentales y del Estado de Derecho. Siguiendo las huellas del inestable derrotero constitucional peruano, el Congreso Constituyente Democrático aprobó un nuevo texto constitucional que entró en vigencia el 30 de Diciembre de 1993, el mismo que significó, por un lado, una respuesta política al Estado social de la Constitución de 1979, al cual el gobierno atribuyó un rol obstruccionista a las medidas de modernización en función de la economía libre de mercado, otorgando asidero a un pretendido pensamiento neoliberal, que cerró con la etapa del constitucionalismo social más nominal que real, y; por otro lado, constituyó una salida política frente a la presión política interna y sobretodo económica internacional producida a raíz del autogolpe de Estado de Fujimori de 1992. En tal sentido, el esquema constitucional de 1993 expresa jurídicamente el programa político y sobre todo el programa económico del gobierno, de servir de carta de garantía para los inversionistas a través de la consagración de una constitución económica de mercado y de la eliminación de la planificación democrática o concertada, libre de los atavismos empresariales estatales y del control de precios, defensora de la propiedad privada sin posibilidad de la expropiación por interés social y la exclusión del tratamiento preferencial de ciertos sectores sociales y económicos marginados. En ese sentido. “Constitución puede ser calificada como de un liberalismo social moderno, que intenta insertarse en una economía internacional de mercado (...)”.13 Se puede afirmar que la Constitución refuerza el régimen presidencialista, a través de la figura de la reelección presidencial inmediata y el debilitamiento del Congreso convertido en unicameral y con algunas competencias reducidas14. También extiende el poder militar para juzgar los delitos de terrorismo y condenarlos a la pena de muerte y, reduce los ingresos y las competencias de los gobiernos descentralizados. Asimismo, el texto constitucional redimensiona nominalmente el sistema judicial existente, ampliando las competencias del Tribunal

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Constitucional, creando la Defensoría del Pueblo, otorgándole al Jurado Nacional de Elecciones carácter de máximo organismo en materia jurisdiccional electoral, despolitizando la elección de los vocales de la Corte Suprema de Justicia, mediante su nombramiento por un organismo técnico como el Consejo Nacional de la Magistratura. Así se convierte la Constitución en un simple instrumento para la consagración de los cambiantes objetivos políticos y económicos de los poderes fácticos y privados. Por ello, será otro el escenario gubernamental privilegiado; el de la comunicación pública del Presidente Fujimori y el pueblo, en virtud de lo cual el poder de los medios de comunicación privados adquiere un valor político concreto para el régimen hasta el punto de llegar a una dependencia absoluta de los medios de comunicación. Un caso paradigmático del despego gubernamental al constitucionalismo se produjo al cumplirse el primer año de gobierno del reelecto Presidente Fujimori, cuando la mayoría parlamentaria oficialista, aprobó el 23 de agosto del 1996, la Ley Nº 26657, que la denominó Ley de Interpretación Auténtica del Art. 112º de la Constitución. Esta ley-medida, llamada de interpretación auténtica del 112º de la Constitución, habilitaba al entonces Presidente Fujimori para que pueda ser reelecto en las elecciones políticas generales del año 2000. Esta ley fue declarada inconstitucional por el Tribunal Constitucional, dando lugar a la acusación constitucional que formuló la mayoría parlamentaria oficialista contra los magistrados constitucionales que firmaron la resolución que declaró inaplicables la ley de la reelección presidencial. Proceso político que sin respetar las garantías del debido proceso parlamentario concluyó arbitrariamente en mayo de 1997 con la destitución de tres magistrados constitucionales. En adelante la Constitución y las instituciones propias de la democracia representativa como el Congreso, el Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, la Contraloría General, los gobiernos locales, entre otros organismos constitucionales, quedaron a merced plenamente del gobierno, y su proyecto re - e leccionista. Eso se puso de manifiesto con las elecciones presidenciales y parlamentarias del año 2000. En efecto, en dicho proceso electoral no se cumplieron los estándares mínimos de una elección democrática. La fraudulenta victoria de Fujimori sobre el candidato Alejandro Toledo en la segunda vuelta electoral desencadenó una ola de protestas ciudadanas de la oposición política y social, así como también, dio lugar al cuestionamiento internacional a la legitimidad del tercer mandato.

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HISTORIA DEL A ORATORIA

Numerosos tratados sobre oratoria y/o retórica que datan de los tiempos alboréales de los griegos cobran actual vigencia en nuestra globalizada sociedad; lógicamente, a ellos se suman las contribuciones de los romanos –continuadores del esplendor cultural de los helenos- de aquellos tiempos nos han llegado importantes tratados sobre oratoria: los de Aristóteles; “Arte retórica”, los de Cicerón; “De la invención”, “Del Orador” y “De la Perfección Oratoria”, y el de Quintiliano; “Instituciones oratorias”.

QUINTILIANO (c. 35-c. 95) “Institutio Oratoria” constituyen su obra más famosa. En ellos trata sobre los métodos, fundamentos y técnicas de la enseñanza y de la oratoria. Encarta ® 2005Pero, al margen de la grandeza oratoria de estas dos civilizaciones clásicas –griega y latina- podemos decir también, que nuestro país tiene un rico pasado en lo que a la práctica oratoria se refiere. Desde épocas preincaicas, según cronistas e historiadores, se hizo uso activo de la expresión oral en el territorio de nuestro actual país. No sólo para transmitir ideas o pensamientos, sino para preservar la propia “historia” de los pueblos del Tahuantinsuyo; en algunos casos, a través de los amautas y en otros, por medio de los quipucamayocs.La expresión oral en una sociedad ágrafa –sin escritura- se convertía más que un arte en una imperiosa necesidad para preservar el pasado, la cultura, los conocimientos y la tecnología. A través de la transmisión oral, de generación en generación, se comunicaban infaliblemente mitos, leyendas y tradiciones para su perpetuación y difusión. Sino, no nos explicamos como un pueblo sin escritura pudo conquistar gran parte del territorio americano y enseñorearse culturalmente sobre él. Indudablemente la oratoria de aquellos tiempos era completamente diferente a la usada hoy.En la época de la “Conquista” la retórica hispánica se orientó principalmente a insuflar valor a las huestes invasoras para que pudieran enfrentar con valor al más colosal de los ejércitos americanos. Las palabras de Pizarro, exhortando a sus hombres en la Isla del Gallo -para que no lo abandonaran- constituyen quizás, uno de los discursos más antiguos pronunciados por estas latitudes. Asimismo, los discursos de los funcionarios de la Corona exhortando a los antiguos peruanos –quechuahablantes- a someterse al Rey de España, constituían discursos formales que prologaban, muchas veces, cruentas incursiones genocidas.En la época de la Colonia, luego de la “Conquista”, surge lo que bien podríamos llamar “primeros oradores profesionales”. Su labor más característica era la de componer extravagantes y rimbombantes discursos para saludar la llegada de un nuevo virrey. El pueblo entero, con los oradores a la cabeza, partía hacía el Callao para escuchar la disertación que, por turnos, hacían estos señores. Eran piezas de retórica apologística, plagadas de elogios que hacían a un personaje que ni siquiera conocíanDurante la gesta emancipadora, los “peruanos”, es decir de aquellos que se identificaban con la tierra donde habían nacido -y ya no con la metrópoli española- iniciaron jornadas independentistas para liberarse del yugo español. Estos precursores e ideólogos de la independencia se valieron tanto de sus

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escritos como de sus encendidos discursos, para inflamar la vena política y crear ese sentimiento de rebeldía y nacionalismo que permitió, años después, la independencia nacional.Durante las luchas por la independencia, los caudillos militares supieron inflamar de valor a sus huestes con bizarros discursos militares, inculcando a través de sus palabras el amor a la patria americana y el valor y coraje para desligarse de la metrópoli española. Aun hoy se escuchan en nuestros oídos, las palabras vibrantes del Generalísimo Don José de San Martín al exclamar, en el más famoso de todos sus discursos: “¡El Perú es libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y de la causa que Dios defiende...!” ¡Viva la patria! ¡Viva el Perú!Con el advenimiento de la República, la oratoria se convierte en instrumento aglutinador y forjador de la identidad nacional. Como medio de trasmitir ideas, pensamientos y doctrinas, comienza a ser utilizado por los primeros presidentes del Perú; Manuel Pardo, Nicolás de Pierola y Augusto Leguía y por supuesto por los políticos más destacados; con su verbo radical y sus nuevas doctrinas filosóficas, pretenden crear conciencia para la creación de un nuevo Perú. Entre ellos tenemos a González Prada y a Haya de la Torre.En épocas contemporáneas resaltan las figuras del arquitecto Fernando Belaunde Ferry -un orador inspirado que a decir de muchos, “leía” sin texto- sus palabras utilizadas con propiedad, eran un llamado constante a la defensa de los valores democráticos. Destaca también la figura de Alan García Pérez -aprista que recordaba los viejos tiempos de don Víctor Raúl Haya de la Torre- dueño de una oratoria torrencial y apasionada que muchas veces caía con facilidad, en la demagogia y el dramatismo oratorio.De Alberto Fujimori Fujimori –penúltimo presidente- se puede decir que fué una persona carente de dotes oratorios, pero que este detalle parecía no importarle porque “otros” eran sus métodos para “convencer” a sus oyentes. En la actualidad tenemos a un Alejandro Toledo Manrique, que a decir de muchos es un destructor de las normas del buen hablar; sus alocuciones son una mezcolanza de español e inglés mal hablados y fuera de cualquier contexto lingüístico, a decir de sus críticos prima en él una predilección irrefrenable hacia la mitomanía.

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HISTORIA DEL A ORATORIA

La oratoria en la edad contemporánea: grandes oradores contemporáneos. Si la edad moderna comprende desde la toma de Constantinopla hasta la Revolución Francesa (Fines del siglo XVIII), entonces diremos que la edad contemporánea corresponde a lo subsiguiente de la anterior hasta nuestros días. Dijimos en anteriores oportunidades que la oratoria es el arte de hablar con elocuencia; de deleitar y persuadir por medio de la palabra. Para aclarar lo dicho en pocas palabras, diremos que por elocuencia debemos entender aquella facultad de hablar bien y de modo convincente, gracias a la fuerza expresiva poseída por el orador, en todos sus aspectos tanto internos como externos; ahora bien debemos saber que, deleitar es causar placer o agrado en el ánimo o los sentidos de los oyentes y que persuadir significa convencer con razones a otra persona, es decir es el hecho de inducir a uno a creer o hacer algo. En cuanto a estos aspectos diremos que la oratoria, como arte y la elocuencia como fuerza expresiva, van juntas, ya que no se posee el arte si no se tiene la fuerza vital de esta. Referente al deleite y a la persuasión ambos son consecuencias de las primeras, y es en estas donde estriba el éxito de los oradores. La causa es la facultad del orador y el efecto es la atención, entendimiento, comprensión, convencimiento y los ánimos conseguidos en los oyentes por parte del orador. La oratoria se encuentra reflejada en el discurso, y el discurso en su conjunto ofrece una trilogía, la cual en el presente periodo, han sido tomados con más énfasis, ya que con ellos se pueden alcanzar los objetivos trazados y los efectos deseados. El discurso es el razonamiento extenso dirigido por una persona a otra u otras, es la exposición oral de alguna extensión hecha generalmente con el fin de persuadir, y que ella como dijimos se encuentra conformada por tres aspectos que son: Tema o contenido del discurso, Orador y Auditorio. En primer lugar, tenemos el contenido del discurso, el cual debe ser tejido en el telar de las experiencias, debe estar copado de detalles, ilustraciones, personificaciones, dramatismo y ejemplos en algunos casos; y todos estos expresados con términos familiares y concisos los cuales den la comprensión y el entendimiento adecuado; en donde lo que se quiere decir sea entendidos por todos. Luego está el orador, el cual debe reunir los atributos adecuados (mentales, físicos y vocales), que contribuyen a vigorizar el discurso. Para tal cometido debe elegir temas por los cuales se siente convencido. Su atributo mental se refleja en copar toda la extensión de su disertación y saber limitarlo en los aspectos más importantes y sobresalientes. En cuanto al factor físico, corresponde el hecho de dar mayor relevancia en la acentuación mediante los gestos correctos, todos ellos diremos nacidos del corazón, los cuales deben ser realmente sinceros y no fingidos como algunos lo tienen por costumbre, para alcanzar sus apetitos propios, egoístas y vanidosos. La vocalización es otro atributo, debiendo ser este claro, seguro, vivaz, determinante y conciso. Aquí se puede agregar un atributo más, el cual sería que todo orador debe estar preparado tanto psíquica, moral y espiritualmente. No debe poseer en su interior el deseo del engaño, ni beneficio enteramente propio, sino que debe ser un interés colectivo, debe sentir el agrado de dar a sus oyentes, en forma espontánea y verdadera las investigaciones realizadas.

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Por último nos encontraremos con el auditorio, el objetivo al que se dirige el discurso y el árbitro decisivo del éxito o el fracaso del orador. El fin del orador es que sea entendido en sus anchas todo lo que desea otorgar al auditorio, para tal cometido los términos usados deben ser de interés de todos los reunidos en dicha oportunidad, debe imperar un ambiente participativo y leal. Al margen de esto, es necesario que el orador conozca a quienes tiene en frente, por tal motivo, a razón de ejemplo, debe interrogarse ¿cómo es mi auditorio?, ¿el tema que deseo serles partícipes, llegará a ellos y cómo lograr esto?, dichas interrogantes deben ser respondidas por él mismo realizando una investigación cuidadosa al respecto, pero no debiendo caer en una preocupación desmedida al respecto.

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