10
Construcción tradicional de muros de tapia en México y Ecuador Luis Fernando Guerrero Baca México y Ecuador, como toda Hispanoamérica, com- parten –entre muchos aspectos culturales– el uso an- cestral de la tierra como material constructivo. Las técnicas predominantes de edificación con tierra de origen prehispánico fueron el bajareque, el barro mo- delado y el adobe, las cuales, en mayor o menor me- dida siguieron vigentes por varios siglos, principal- mente en áreas rurales. Las condiciones climatológicas y sísmicas de gran parte de la geografía de México y Ecuador, incidie- ron en el predominio de la construcción precolombi- na de viviendas con muros de bajareque, los cuales, dada su flexibilidad y comportamiento higrotérmico, permitían desarrollar viviendas cómodas y seguras. Sin embargo, los templos, palacios, almacenes y otros edificios destacados destinados a las élites go- bernantes de las ciudades precolombinas, por cues- tiones de estatus y durabilidad se solían edificar con tierra modelada, adobes y materiales pétreos, empla- zándose además sobre plataformas elevadas hechas de tierra compactada, sola o en combinación con pie- dras (figura 1). Sin embargo, los procesos de compactación de la tierra para estos componentes estructurales se reali- zaba sin utilizar moldes que confinaran la materia prima, por lo que no es posible considerar esta técni- ca como la tapia pisada desarrollada en otras latitu- des, con la que se construyen muros de carga, y de los cuales a la fecha no se han encontrado restos de origen prehispánico, por lo que parece evidente que llegó a este continente a partir de la conquista. Durante el siglo XVI continuó prevaleciendo el empleo de las técnicas de bajareque y adobe, perfec- cionadas gracias a la fusión de las culturas construc- tivas europeas y los diversos conocimientos locales de las civilizaciones originarias. Existen innumera- bles ejemplos de edificios de la época virreinal reali- zados con una o ambas técnicas y que se conservan en asombroso estado de integridad. En cambio, la técnica de tierra modelada fue perdiendo vigencia hasta desaparecer prácticamente de toda Hispa- noamérica como procedimiento tradicional de cons- trucción. La arquitectura de tapia, por su parte, presenta di- versas interrogantes, sobre todo en lo que se refiere a su nivel de desarrollo tecnológico y difusión territo- rial. Los españoles y portugueses introdujeron este sistema constructivo a América desde principios de la conquista, debido a que era una técnica que domi- naban los cuerpos militares, puesto que desde varios siglos atrás, se realizaban fortificaciones amuralla- das, almacenes y torres de vigía con tierra apisonada dentro de tapiales, como parte de las estrategias de ocupación. Pero por razones no aclaradas hasta ahora, la evo- lución de esta técnica y sus procesos de expansión en México y Ecuador estuvieron focalizados geográfi- camente. Mientras que existen poblados y viviendas rurales con múltiples edificios de tapia, hay extensas áreas vecinas a éstas en las que no hay evidencias de su empleo, predominando la arquitectura de adobe y bajareque. LIbro 2 Congreso.indb 771 LIbro 2 Congreso.indb 771 28/09/15 13:20 28/09/15 13:20

Construcción tradicional de muros de tapia en México y Ecuador

  • Upload
    others

  • View
    3

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Construcción tradicional de muros de tapia en México y Ecuador

Construcción tradicional de muros de tapia en México y Ecuador

Luis Fernando Guerrero Baca

México y Ecuador, como toda Hispanoamérica, com-parten –entre muchos aspectos culturales– el uso an-cestral de la tierra como material constructivo. Las técnicas predominantes de edificación con tierra de origen prehispánico fueron el bajareque, el barro mo-delado y el adobe, las cuales, en mayor o menor me-dida siguieron vigentes por varios siglos, principal-mente en áreas rurales.

Las condiciones climatológicas y sísmicas de gran parte de la geografía de México y Ecuador, incidie-ron en el predominio de la construcción precolombi-na de viviendas con muros de bajareque, los cuales, dada su flexibilidad y comportamiento higrotérmico, permitían desarrollar viviendas cómodas y seguras.

Sin embargo, los templos, palacios, almacenes y otros edificios destacados destinados a las élites go-bernantes de las ciudades precolombinas, por cues-tiones de estatus y durabilidad se solían edificar con tierra modelada, adobes y materiales pétreos, empla-zándose además sobre plataformas elevadas hechas de tierra compactada, sola o en combinación con pie-dras (figura 1).

Sin embargo, los procesos de compactación de la tierra para estos componentes estructurales se reali-zaba sin utilizar moldes que confinaran la materia prima, por lo que no es posible considerar esta técni-ca como la tapia pisada desarrollada en otras latitu-des, con la que se construyen muros de carga, y de los cuales a la fecha no se han encontrado restos de origen prehispánico, por lo que parece evidente que llegó a este continente a partir de la conquista.

Durante el siglo XVI continuó prevaleciendo el empleo de las técnicas de bajareque y adobe, perfec-cionadas gracias a la fusión de las culturas construc-tivas europeas y los diversos conocimientos locales de las civilizaciones originarias. Existen innumera-bles ejemplos de edificios de la época virreinal reali-zados con una o ambas técnicas y que se conservan en asombroso estado de integridad. En cambio, la técnica de tierra modelada fue perdiendo vigencia hasta desaparecer prácticamente de toda Hispa-noamérica como procedimiento tradicional de cons-trucción.

La arquitectura de tapia, por su parte, presenta di-versas interrogantes, sobre todo en lo que se refiere a su nivel de desarrollo tecnológico y difusión territo-rial. Los españoles y portugueses introdujeron este sistema constructivo a América desde principios de la conquista, debido a que era una técnica que domi-naban los cuerpos militares, puesto que desde varios siglos atrás, se realizaban fortificaciones amuralla-das, almacenes y torres de vigía con tierra apisonada dentro de tapiales, como parte de las estrategias de ocupación.

Pero por razones no aclaradas hasta ahora, la evo-lución de esta técnica y sus procesos de expansión en México y Ecuador estuvieron focalizados geográfi-camente. Mientras que existen poblados y viviendas rurales con múltiples edificios de tapia, hay extensas áreas vecinas a éstas en las que no hay evidencias de su empleo, predominando la arquitectura de adobe y bajareque.

LIbro 2 Congreso.indb 771LIbro 2 Congreso.indb 771 28/09/15 13:2028/09/15 13:20

Page 2: Construcción tradicional de muros de tapia en México y Ecuador

772 L. F. Guerrero

En México, Hernán Cortés edificó en 1519 la anti-gua Villa Rica de la Veracruz con muros de tapia pero lamentablemente sus huellas se han perdido casi por completo (Medellín 1951). Solamente se conser-va arquitectura con esta técnica en una franja territo-rial que va desde de la Sierra Nevada, hasta el Pico de Orizaba, en el centro del país, en poblados vincu-lados al Camino Real que unía al puerto de Veracruz con la Ciudad de México (Guerrero 2014).

Para el caso de Ecuador, en los centros urbanos más destacados de la época colonial como Quito, Guayaquil y Cuenca la mayor parte de la edificación se realizaba con piedra, lodo, cañas y adobes, acla-rándose que «no hay tapias porque la tierra no es buena para eso, porque no hay limo o ladrillos» (Pa-blos [1582] en Jamieson 2003, 94). No obstante, una parte importante de la construcción con esta técnica se desarrolló en la provincia de Loja, en la frontera sur del país colindante con el Perú. Esta región tuvo un gran auge durante la época colonial por la explo-tación de minas de oro. Además, se encuentra en un punto neurálgico de la cordillera de los Andes, donde se cruza una ruta transversal que lleva a la selva ama-zónica desde el Océano Pacífico, con el Camino Real que longitudinalmente unía a Lima con Quito.

En ambas regiones de México y Ecuador se edifi-caron con tapiales algunas capillas, edificios públi-cos, haciendas y bardas de cementerios, pero su uso intensivo no se dio en los conventos, colegios, pala-

cios u otros edificios urbanos de gran envergadura, que casi siempre se hicieron con piedra o adobe. Esta técnica proliferó y pervive hasta nuestros días a par-tir de su implementación en viviendas de pequeños poblados o en contextos francamente rurales. Casas de uno y dos niveles con muros de tapia subsisten, a pesar de las condiciones sísmicas y climatológicas imperantes. Sin embargo, aunque se supone que mu-chas de ellas corresponden a la época virreinal, no se cuenta con información suficiente para su adecuado fechamiento.

Pero, a pesar de los evidentes valores históricos de estas estructuras, muchas han sido abandonadas o destruidas –sobre todo las implantadas en estructuras urbanas– para ser substituidas por edificios realiza-dos con materiales industrializados, los cuales gozan de mayor prestigio y aceptación social (figura 2). Las comunidades locales consideran que los inmuebles construidos con tierra cruda son un símbolo de po-breza y atraso, por lo que se están perdiendo a gran velocidad (Guerrero, 2011).

Por esta razón resulta impostergable el estudio y documentación de la cultura constructiva con tapia, a fin de identificar sus características formales, funcio-nales y materiales, así como su vulnerabilidad, con el objeto de poder plantear soluciones para su salva-guardia y restauración.

Además, la recuperación de los conocimientos de la edificación con esta técnica y su implementación en la arquitectura contemporánea podría resolver de manera sostenible la creciente demanda de vivienda

Figura 1El área de edificios para la élite de la ciudad prehispánica de Cacaxtla, Tlaxcala, famosa por sus pinturas murales, se edificó con adobe y piedra sobre basamentos de materiales compactados (Foto L. Guerrero)

Figura 2Vivienda urbana de tapia en la ciudad de Loja, capital de la provincia del mismo nombre en Ecuador (Foto L. Guerrero)

LIbro 2 Congreso.indb 772LIbro 2 Congreso.indb 772 28/09/15 13:2028/09/15 13:20

Page 3: Construcción tradicional de muros de tapia en México y Ecuador

Construcción tradicional de muros de tapia en México y Ecuador 773

que prevalece en estos territorios, al igual que en mu-chas otras zonas rurales de Hispanoamérica.

VIVIENDAS TRADICIONALES Y ENTORNO NATURAL

A pesar de la enorme distancia que separa al estado de Tlaxcala en el centro de México, de la Provincia de Loja en Ecuador, ambas poseen condiciones so-ciales, culturales y geográficas notablemente seme-jantes, por lo que no es extraño que los habitantes tradicionales hayan desarrollado respuestas arquitec-tónicas con marcadas coincidencias.

Los territorios están rodeados por altas montañas de origen volcánico y las poblaciones y emplaza-mientos rurales más densamente poblados se estable-cieron entre las cotas de los 2000 y 3000 metros so-bre el nivel del mar. Los contextos topográficos y geológicos generan una latente vulnerabilidad sísmi-ca, aunque los efectos telúricos nunca han sido tan devastadores como aquellos que caracterizan otras zonas más cercanas a las falla de San Andrés, que como se sabe, bordea gran parte del continente en la costa del Pacífico.

Empero, de manera esporádica se presentan sis-mos de mediana intensidad, además de tremores in-termitentes derivados de la actividad volcánica del entorno. En la provincia de Loja la topografía es mu-cho más accidentada que la de Tlaxcala, en donde los diferenciales de alturas entre montañas y ríos se ven atenuados por planicies en las que se han establecido las comunidades desde épocas muy remotas.

En esta región el clima es templado subhúmedo con lluvias en verano y una temperatura media anual de entre 12 y 18°C, aunque en enero y febrero ésta puede bajar hasta los 3°C. En el centro y sur del esta-do se presentan las lluvias más abundantes que van de los 600 a los 1200 mm, mientras que en el oriente y noreste las precipitaciones son menores, teniéndose promedios de 500 mm (figura 3). La época de lluvias transcurre de mayo a octubre (Guerrero 2013).

Por su parte, en la provincia de Loja el clima es temperado-ecuatorial subhúmedo, con una tempera-tura media de 16°C. Por su ubicación cercana a la lí-nea del ecuador la oscilación anual de la temperatura es de solamente 1.5°C y las lluvias se presentan en junio y julio. Los meses de menor temperatura fluc-túan entre junio y septiembre, siendo julio el mes más frío. De septiembre a diciembre se eleva la tem-

peratura media, y en noviembre se registra el 30% de las más altas temperaturas del año.

Esta información es importante al relacionarla con los rasgos materiales y formales de las vivien-das tradicionales de ambas regiones. El espesor de los muros, la ocupación de terrenos, la escasez de ventanas y las pendientes de las cubiertas, entre otros rasgos tipológicos, obedecen a la necesidad de protección climática. Aunque gran parte del año las condiciones ambientales se encuentran dentro de rangos de confort higrotérmico, en horas y días de-terminados las temperaturas resultan extremosas y la humedad ambiental puede tener importantes osci-laciones.

Pero, gracias al uso de la tierra como material constructivo de muros y pisos, la masividad y el re-tardo térmico, asociados al intercambio cotidiano de vapor de agua que realizan las arcillas con el medio ambiente, la temperatura y humedad de los espacios interiores se mantiene estable.

Los techos de una o dos vertientes están recubier-tos con tejas y aleros que protegen los muros del im-pacto directo de la lluvia que, aunque no es abundan-te a lo largo del año, cuando se presenta, adquiere condiciones torrenciales y en ocasiones es acompa-ñada de granizo (figura 4).

Antes de que se generalizara el uso de tejas en los techos, estos se realizaban con material vegetal. Tra-dicionalmente se empleaban haces de gramíneas que se entretejían sobre los largueros y vigas, para con-

Figura 3Casa de tapia en Atlzayanca, Tlaxcala, en la que se observa la escasa pendiente de su techo por estar localizada al orien-te del estado (Foto L. Guerrero)

LIbro 2 Congreso.indb 773LIbro 2 Congreso.indb 773 28/09/15 13:2028/09/15 13:20

Page 4: Construcción tradicional de muros de tapia en México y Ecuador

774 L. F. Guerrero

formar cubiertas pajizas muy estables. En el caso de México, además de existir ese recurso, en algunas zonas se emplearon tablas rústicas muy delgadas a las que se les conoce con el nombre de «tejamanil».

Pero ambos tipos de techos de origen vegetal im-plicaban la necesidad de contar con mayores pen-dientes, a fin de propiciar el rápido desalojo de la llu-via y, de este modo, evitar que la paja o la madera se mantuvieran húmedas y se pudrieran. Con la evolu-ción hacia los tejados, las pendientes de las vertientes se tuvieron que disminuir para evitar que las tejas se resbalaran y cayeran (figura 5).

Casi ninguna vivienda vernácula cuenta con recu-brimientos en todos sus muros. A veces se encalaba

la fachada principal, si es que ésta tenía frente hacia la calle. En cambio, los espacios interiores, regular-mente están revocados y pintados a la cal con colores claros. Las casonas de cierta importancia, así como las capillas o edificios públicos sí se recubrían y to-davía conservan restos de revoques de cal y arena.

PROCESOS CONSTRUCTIVOS DE MUROS TAPIA

La singularidad de la edificación de muros de tapia con relación a otros procesos de tierra compactada, radica en el empleo de un molde que no solamente permite dar forma a los componentes constructivos sino que propicia una elevada densificación del ma-terial, al presionarse dentro de un espacio confinado que impide su desplazamiento.

Como menciona Marcos y Bausá (1879, 172) «la tierra bien picada y desmenuzada», se vierte en el molde o tapial mediante baldes o canastas «en tonga-das de unos 14 centímetros (6 pulgadas), que se api-sonan con fuerza con un pisón de hierro en forma de cuña, dando los golpes cruzados y con los pies de los peones que dentro trabajan, continuando así por ton-gadas hasta enrasar los cantos superiores de los table-ros».

A diferencia de otros sistemas constructivos de tie-rra, para la elaboración de muros de tapia se requiere de poca cantidad de agua, por lo que para lograr la adecuada cohesión de las arcillas el proceso se fun-damenta en la compresión mecánica del material. La tierra se extrae de zonas cercanas a la obra y se utili-za en su estado de humedad natural sin ningún proce-so de estabilización.

Si la materia prima contiene excesiva humedad no puede ser compactada adecuadamente, se adhiere al pisón y se generan deformaciones o fisuras al secar. Pero, si la tierra está demasiado seca nunca alcanzará a consolidarse por más que se compacte. Se necesita una humedad aproximada del 10 % para propiciar la acción aglutinante de las arcillas y permitir el correc-to desplazamiento de los limos, arenas y gravas en el interior (Doat 1996).

El tipo de tierra que se utiliza varía de región en región y está directamente vinculado tanto con la re-sistencia final de las estructuras como con la veloci-dad en que se realiza el proceso constructivo. En Loja la tierra que se emplea contiene un elevado por-centaje de arcillas de alta plasticidad lo cual resulta

Figura 4Vivienda de Chuquiribamba, Loja (Foto L. Guerrero)

Figura 5Casa en Atlangatepec, Tlaxcala que conserva su techo de «tejamanil» (Foto L. Guerrero)

LIbro 2 Congreso.indb 774LIbro 2 Congreso.indb 774 28/09/15 13:2028/09/15 13:20

Page 5: Construcción tradicional de muros de tapia en México y Ecuador

Construcción tradicional de muros de tapia en México y Ecuador 775

positivo porque se obtienen tapias densas y resisten-tes, pero presenta el inconveniente de que al secarse por completo los componentes constructivos desarro-llan retracciones que se manifiestan como fisuras. Además, durante el proceso de apisonado los opera-rios tienen que interrumpir continuamente su labor de compactación con el fin de limpiar la base sus pi-sones, a la que quedan adheridas capas del material arcilloso.

En Tlaxcala tradicionalmente se ha optado por uti-lizar suelos de tipo arenoso con lo que, aunque se ob-tienen resistencias a la compresión y abrasión com-parativamente menores, el trabajo de compactación es más eficiente. Además, la porosidad de las tapias permite que su secado después de ser elaboradas sea mucho más rápido y homogéneo, de manera que no se suelen presentar agrietamientos en las piezas ter-minadas.

Es conveniente que los muros se levanten sobre una cimentación de piedra asentada con morteros de barro o de cal y arena. Esta estructura ha de sobresa-lir un mínimo de 30 cm el nivel de piso natural, a fin de proteger las partes bajas de los muros de las salpi-caduras de la lluvia, así como de posibles corrientes superficiales de agua. Además, este zócalo propicia la evaporación de la humedad freática con lo que se evita la ascensión capilar que podría debilitar a la tie-rra de las tapias.

En la región de Loja, la incorporación de estos componentes constructivos se realiza durante el mo-mento mismo de la realización de la primera hilada de tapias. En lugar de construir una fundación, espe-rar a que endurezcan los morteros y posteriormente construir sobre ella, las comunidades locales simple-mente colocan dentro del tapial piedras perfectamen-te trabadas, que se asientan con un mortero de barro en estado plástico. Una vez que se alcanza la altura deseada, se empieza a llenar el cajón con tierra más seca, procediéndose a su compactación (figura 6).

En cambio, la mayor parte de las viviendas de Tlaxcala presentan fallas en sus bases justamente porque la primera hilada de los muros se desplanta directamente dentro de una zanja o a ras del suelo natural, sin fundación ni zócalo alguno. Cuando se cuenta con la suerte de que el nivel freático no es de-masiado elevado, las viviendas resisten sin proble-mas, pero la realidad es que casi todos los muros es-tán socavados en sus bases a consecuencia de la absorción capilar (figura 5).

La diversidad constructiva de las tapias depende mucho del tipo de cimbra que se utilice y de las he-rramientas de apisonado. Sin embargo, los moldes que se emplean con mayor frecuencia en el orbe, co-rresponden con la siguiente descripción, que es simi-lar a la de otros manuales del siglo XVII y XIX, la cual se representa esquemáticamente en la figura 7.

Para construir las tapias hay que valerse de un molde compuesto de dos tableros de madera, llamados tapiales, de unos 34 milímetros (dos pulgadas) de grueso, y del largo y alto que hayan de tener los cajones de tierra, [que se] sujetan a los gruesos que se quieran, por medio de dos aros compuestos cada uno de cuatro piezas; dos de madera serrada ó media alfargía, llamadas costales, colo-cados verticalmente a lo alto de los tableros, y que sobre-salen de éstos por la parte superior, y dos varillas de hie-rro ó agujas, que atraviesan los costales por arriba y por abajo en sentido del espesor de la tapia. (…) [Al concluir el apisonado] se desarma el molde soltando primero los garrotes, quitando las agujas superiores, los costales, los cabeceros y tapiales y por último, las agujas inferiores, para después volverlo a armar a continuación, e ir for-mando del mismo modo todos los cajones de esta hilada y luego los de la inmediata superior (Marcos y Bausá 1879, 171-172).

El diseño de los moldes en la región de Loja, coin-cide plenamente con estas características y, como se puede observar en la figura 8, muchas de las propias piezas que los componen, han sido heredadas durante generaciones por lo que constituyen bienes culturales de alto valor.

Figura 6Colocación de las piedras del cimiento y zócalo en la pri-mera hilada de tapias (Foto L. Guerrero)

LIbro 2 Congreso.indb 775LIbro 2 Congreso.indb 775 28/09/15 13:2028/09/15 13:20

Page 6: Construcción tradicional de muros de tapia en México y Ecuador

776 L. F. Guerrero

El empleo de este tipo de moldes estructurados con «agujas» en Ecuador define el proceso cons-tructivo que se realiza a partir de desarrollos longi-tudinales de las hiladas, los cuales se conforman a partir del desplazamiento horizontal de los bloques, una vez que los anteriores han sido concluidos.

Además, las huellas que dejan las «agujas» en los muros, permanecen como un elemento visible desde el exterior, aunque se suelen tapar con barro para evitar que penetre fauna nociva a habitarlos. Estos mechinales son evidentes sobre todo en las

caras de los muros laterales de las viviendas (figu-ra 9).

Los operarios entran en la cimbra y reciben reci-pientes con tierra, la cual extienden con los pies para proceder a compactarla por capas con ayuda de un pisón. Es importante que la compactación comience en los bordes del muro, al paño de la cimbra y conti-núe hacia su centro, procurando golpear en todos sentidos para lograr una presión homogénea (Ger y Lobez 1898).

Después de repetir esta operación capa sobre capa hasta llenar la cimbra, ésta se desarma para colocarla a continuación del bloque recién concluido, a fin de conseguir una adecuada unión entre las piezas. Se verifica nuevamente el plomo y nivel y se repite la operación de llenado y compactación, hasta cerrar el perímetro de la primera hilada de la construcción.

En ese momento el secado del material será sufi-ciente como para que soporte el peso de los obreros,

Figura 7Los tapiales que se usaban más frecuentemente en España incluían agujas como travesaños que ayudaban a soportar las tablas y controlaban el ancho de muros (Villanueva 1827, 25)

Figura 8Trabajo de compactación dentro de antiguos moldes que se siguen utilizando en el poblado histórico de Chuquiribam-ba, Loja (Foto L. Guerrero)

LIbro 2 Congreso.indb 776LIbro 2 Congreso.indb 776 28/09/15 13:2028/09/15 13:20

Page 7: Construcción tradicional de muros de tapia en México y Ecuador

Construcción tradicional de muros de tapia en México y Ecuador 777

la cimbra y la siguiente hilada que se elabora repi-tiendo el procedimiento, con una nueva serie encima de la anterior, hasta completar la altura final del muro.

Llama la atención el hecho de que tanto en Ecuador como en México los pisones que se emplean son total-mente diferentes a los que se recomienda en la mayo-ría de los tratados y manuales de albañilería. En lugar de tener delgada la base que golpea a la tierra a fin de concentrar la carga en una superficie menor y con ello dar una mayor compresión, los pisones tienen una base cuadrada de 12 cm a 15 cm por lado. Suelen ser sumamente pesados por estar tallados de una sola pie-za en maderas muy duras y densas (figura 10).

Los tapiales se hacían con varios tablones que en ocasiones eran reforzados con tiras de madera, clava-das transversalmente a lo alto de los tableros. Las compuertas laterales eran de tablones sencillos. Los espesores de muros son bastante regulares en México y Ecuador y oscilan entre los 50 y 60 cm.

No obstante, en la zona de estudio en Tlaxcala el manejo de los encofrados cambia radicalmente con respecto a la descripción de la mayoría de los manua-les y al caso ecuatoriano. En lugar de utilizar «cajo-nes» modulares que se van desplazando horizontal-mente conforme avanzan las hiladas, se emplean pies derechos que confinan a tablones unitarios, soporta-dos mediante puntales desde el piso (figura 11).

Así, a diferencia de la tradición constructiva en ta-pial de la mayor parte del mundo, caracterizada por el empleo de agujas de madera o de metal que man-

tienen unidos los tableros laterales, en Tlaxcala, al igual que sucede en otras zonas de México, el control de la presión del apisonado de la tierra se soportaba desde su cara exterior mediante tablas sobrepuestas.

Los pies derechos son clavados en el suelo y pre-sionados con cuñas de madera para mantener su ver-ticalidad. La parte alta de estos postes se ata con cuerdas para evitar su separación (figuras 11 y 12). Esta técnica es muy similar a la que se conoce en Francia como el Método Bugey (Doat 1996, 32) y tiene la ventaja de agilizar el proceso constructivo al irse elevando las tablas conforme avanza la compac-tación. Además, es más fácil mantener la verticalidad de los muros de modo que no se requiere la revisión continua de plomos y niveles

Como resultado de este complejo procedimiento, las paredes no presentan mechinales y sus caras se

Figura 9Casa abandonada en Taquil, Loja, en la que se aprecian los mechinales dejados por las agujas (Foto L. Guerrero)

Figura 10Los pisones tradicionales pueden llegar a pesar diez o quin-ce kilogramos, Calpan, México (Foto L. Guerrero).

LIbro 2 Congreso.indb 777LIbro 2 Congreso.indb 777 28/09/15 13:2028/09/15 13:20

Page 8: Construcción tradicional de muros de tapia en México y Ecuador

778 L. F. Guerrero

ven totalmente lisas con lo que asemejan una estruc-tura de grandes bloques de piedra.

Adicionalmente a esta diferencia en la imagen en-tre las tapias de Loja y Tlaxcala, se evidencia un di-mensionamiento y acomodo distinto de los bloques. En el primer caso, la modulación precisa de las ta-pias y su desplazamiento por hiladas, le dan un as-pecto similar al de cualquier otra mampostería. La geometría de cada bloque cuya longitud suele corres-ponder al doble de su altura, le confiere gran estabili-dad a los muros por tener una extensa superficie de contacto horizontal. Conjuntamente, se desarrolla un apropiado sistema de traslape o trabado, en el que las uniones entre las piezas superiores nunca coinciden con las inferiores.

En cambio el sistema de pies derechos y tablones que se desplazan verticalmente, da como resultado tapias con proporciones casi cuadradas o incluso a veces hasta más altas que largas (figura 11). Por otra

parte, la condición fija de los postes no permite el adecuado desvío entre las juntas verticales de los bloques superiores e inferiores, los cuales suelen quedar casi coincidentes. Estos dos factores inciden en una potencial vulnerabilidad de los muros que tienden a presentar fallas por cortantes verticales, así como tendencias al volteo.

Sin embargo, es importante aclarar que pese a es-tas «fallas de origen», muros de tapia de 8 o 12 m de altura con al menos un siglo de existencia, se mantie-nen sin fallas estructurales derivadas de los múltiples sismos que se han presentado en este lapso de tiempo (figura 13).

CONCLUSIONES

La conservación del patrimonio construido con tierra en Hispanoamérica se encuentra en un punto crucial. Por una parte se hacen esfuerzos por preservar desta-cados sitios históricos en los que se manifiesta la sa-

Figura 11La principal diferencia entre las tapias mexicanas y ecuato-rianas se deriva de la dirección del desplazamiento de los tapiales (Foto F. Gómez)

Figura 12Diagrama esquemático en corte del sistema de apisona-miento adentro de una cimbra soportada en pies derechos (Doat et al. 1996, 33)

LIbro 2 Congreso.indb 778LIbro 2 Congreso.indb 778 28/09/15 13:2028/09/15 13:20

Page 9: Construcción tradicional de muros de tapia en México y Ecuador

Construcción tradicional de muros de tapia en México y Ecuador 779

biduría de las sociedades nativas. Pero por otro lado, muchas comunidades herederas de esta cultura cons-tructiva tratan de olvidarse de ella al no conferirle va-lores patrimoniales.

México y Ecuador comparten esta disyuntiva, aso-ciada en gran medida con la migración de los pobla-dores rurales tanto a zonas urbanas como a otros paí-ses en busca de trabajo. Esta fractura de la estructura social, modifica los modos de vida tradicionales y la organización comunitaria. Así, la influencia de valo-res e imaginarios culturales ajenos, incide en la bús-queda de esquemas constructivos de una modernidad idealizada que lamentablemente se funda en la pérdi-da de lo propio.

Estos procesos afectan de manera irreversible tan-to a los bienes inmuebles como al patrimonio intan-gible constituido por una cultura constructiva ances-tral que está a punto de perderse.

La arquitectura de tapia en Hispanoamérica es una herencia cultural que encierra la experiencia de sabe-res constructivos que fueron adaptados de manera plenamente sostenible a condiciones geográficas muy distintas a las de su lugar de origen.

Por estos motivos adquiere relevancia el desarrollo de investigaciones que permitan ampliar la perspecti-va de los fenómenos, a fin de verlos como parte de situaciones de amplio espectro, con lo que se podrán aquilatar mejor sus valores. Al poner en evidencia las cualidades económicas y ecológicas de un legado edilicio como las obras de tapia, no como una pecu-

liaridad local sino como una cultura constructiva de escala continental, será posible defenderla con mejo-res argumentos.

Además, se podrán identificar ventajas comparati-vas que permitan corregir deficiencias o alteraciones en los procesos constructivos, tratando de mantener el equilibrio de las adecuaciones realizadas con los contextos naturales y culturales locales.

Si los habitantes reconocen los valores patrimonia-les de su cultura constructiva, y se benefician de su aprovechamiento, paulatinamente irán dando su me-jor esfuerzo por conservarlo y estarán en posibilidad de generar obras nuevas que recuperen sistemas edi-licios que han probado su eficacia durante milenios (ver figura 14).

Pero estos procesos necesariamente parten de la valoración de las tradiciones, las cuales son deposita-rias del correcto funcionamiento del sistema en cada localidad. Como sucede con todo procedimiento de origen vernáculo, su trascendencia formaba parte de la vida cotidiana de las sociedades, las cuales cono-cían la materia prima, las fechas propicias para su transformación, la fabricación de las herramientas y los medios de organización del trabajo.

La puesta en valor de las culturas constructivas an-cestrales como la tapia permitirá generar soluciones de conservación y restauración patrimonial, así como propuestas arquitectónicas que eleven la calidad de vida de la sociedad, bajo la óptica del desarrollo sos-tenible.

Figura 13La antigua hacienda de Ixtafiayuca, Tlaxcala, sigue en uso desde el siglo XIX (Foto L. Guerrero)

Figura 14Viviendas tradicionales en Taquil, provincia de Loja (Foto L. Guerrero)

LIbro 2 Congreso.indb 779LIbro 2 Congreso.indb 779 28/09/15 13:2028/09/15 13:20

Page 10: Construcción tradicional de muros de tapia en México y Ecuador

780 L. F. Guerrero

LISTA DE REFERENCIAS

Doat, P.; A. Hays; H. Houben; S. Matuk y F. Vitoux. 1996. Construir con tierra, Tomo I. Bogotá: CRAterre-Fondo Rotatorio Editorial.

Ger y Lobez, F. 1898. Tratado de construcción civil. Bada-joz: La Minerva Extremeña.

Guerrero, L. 2007. «Arquitectura de tierra. Hacia la recupe-ración de una cultura constructiva». Revista Apuntes, (20) 2: 182-201.

Guerrero, L. 2011. «Pasado y porvenir de la arquitectura de tapia». Bitácora Arquitectura, 22: 6-13.

Guerrero, L. 2013. Vivienda vernácula en Tlaxcala, México. En Arquitectura vernácula iberoamericana, editado por G. Viñuales, 16-31. Sevilla: Universidad Pablo de Olavide.

Guerrero, L. 2014. «Tradición constructiva con tapial en las faldas orientales del Iztaccíhuatl». Palapa, II (1) 15: 68-81.

Jamieson, R. W. 2003, De Tomebamba a Cuenca. Quito: Abya-Yala.

Marcos y Bausá, R. 1879. Manual del albañil. Madrid: Bi-blioteca Enciclopédica Popular Ilustrada.

Medellín, A. 1951. Exploración de la Villa Rica de la Vera-cruz. Informe del Proyecto de Investigación de Quiahuiztlan. Archivos Técnicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Villanueva, J. 1827. Arte de albañilería. Madrid: Impresor Don Francisco Martínez Dávila.

LIbro 2 Congreso.indb 780LIbro 2 Congreso.indb 780 28/09/15 13:2028/09/15 13:20