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CONSULTORIA PARA LOS DERECHOS HUMANOS Y EL DESPLAZAMIENTO CODHES Bogotá, Abril de 2008 LOS LÍMITES DE LA GUERRA Conflicto, derechos humanos y desplazamiento forzado en el sur oriente colombiano

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Documentos CODHES No. 10

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CONSULTORIA PARA LOS DERECHOS HUMANOS Y EL DESPLAZAMIENTO

CODHES

Bogotá, Abril de 2008

LOS LÍMITES DE LA GUERRA

Conflicto, derechos humanos y desplazamiento forzado en el sur oriente colombiano

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Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad exclusiva de CODHES y no comprometen a la agencia cooperante.

Caratula:Alejandro Rojas [email protected]

Diagramación e Impresión:Ediciones Ántropos Ltda. PBX: 433 7701 • Fax: 433 3590www.edicionesantropos.com

Impreso en Colombia

ISBN: 978-958-44-2481-6

LOS LÍMITES DE LA GUERRAConflicto, derechos humanos y desplazamiento forzado en el sur oriente colombiano

Marco Romero SilvaPresidente Jorge Rojas RodríguezDirector Karina Ríos CanoInvestigadora Regional Sistema de Información SISDHESBibiana Ortiz MéndezDiana Rivera MurilloJhon Rativa Martín

Consultoría para los Derechos Humanos y el DesplazamientoCODHES

Carrera 6 Nº 34 – 62 of. 302PBX. (57) – 1 – 2325666www.codhes.org

Abril de 2008

“CODHES agradece de forma especial a las siguientes entidades y organizaciones sociales, que facilitaron y acompañaron el trabajo en terreno en los departamentos de Vichada, Guainía, Vaupés y Amazonas: Secretariado Regional Pastoral Social Sur Oriente, delegaciones seccionalaes de la Defensoría del Pueblo, organizaciones de la población desplazaday autoridades indígenas”

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Este estudio fue realizado por KARINA RÍOS CANO, Politóloga egresada de la Universidad Nacional de Colombia. Investigadora Regional de CODHES. La investigación se realizó con el apoyo de ACNUR en el marco del proyecto: Análisis regional de conflicto, desplazamiento forzado y refugio en la frontera orinoquense y amazónica. Las opiniones y afirmaciones son responsabilidad de CODHES y no comprometen a la agencia donante.

Fotografía: Karina Ríos Cano

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Presentación ........................................................................................... 7 Introducción .............................................................................................. 9Estructura del documento ....................................................................... 11El Sur Oriente en el proceso de construcción territorial nacional: referentes conceptuales e históricos ................................................. 12 El Sur Oriente como frontera interna ............................................... 12 El Sur Oriente como frontera internacional ..................................... 18 El Sur Oriente como escenario de guerra ......................................... 192. Guerra y derechos humanos en la frontera sur oriental: una crisis invisible ............................................................................ 21 Anotación sobre régimen político administrativo ............................. 26

VICHADA 1. Características generales del departamento ...................................... 29 1.1. Territorio ..................................................................................... 29 1.2. Economía y recursos ................................................................... 30 1.3. Dinámicas de poblamiento .......................................................... 35 1.4. Institucionalidad pública ............................................................. 382. Dinámicas del conflicto armado ......................................................... 40 2.1. Presencia de actores armados ..................................................... 40 2.2. Escenario de crisis humanitaria .................................................. 433. Crisis humanitaria y desplazamiento forzado .................................... 47 3.1. Comportamiento histórico del desplazamiento forzado en del Departamento de Vichada ..............................................................47 3.2. Caracterización de la población desplazada ............................... 49 3.3. Dinámicas de movilidad en la frontera ...................................... 514. Política pública de atención al desplazamiento forzado ................... 52 4.1. Prevención y protección ............................................................ 52 4.2. Atención humanitaria ................................................................. 55 4.3. Acceso a salud y educación ....................................................... 56 4.4. Soluciones duraderas ................................................................. 57

GUAINIA 1. Características generales del departamento ....................................... 59 1.1. Territorio ..................................................................................... 59 1.2. Economía y recursos ................................................................... 61 1.3. Dinámicas de poblamiento ........................................................... 64 1.4. Institucionalidad pública ............................................................. 642. Dinámica del conflicto armado .......................................................... 673. Crisis humanitaria y desplazamiento forzado .................................... 70 3.1. Desplazamiento forzado: cifras y tendencias ............................. 70

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3.2. Dinámicas de movilidad en la frontera ....................................... 734. Política pública de atención al desplazamiento forzado .................... 75 4.1. Prevención y protección ............................................................. 76 4.2. Atención humanitaria .................................................................. 78 4.3. Acceso a salud y educación ......................................................... 79 4.4. Soluciones duraderas .................................................................. 80

VAUPES 1. Características generales del departamento ....................................... 85 1.1. Territorio ......................................................................................85 1.2. Economía y recursos ................................................................... 87 1.3. Dinámicas de poblamiento .......................................................... 89 1.4. Institucionalidad pública ............................................................. 912. Dinámica del conflicto armado .......................................................... 93 2.1. Presencia de actores armados ..................................................... 93 2.2. Escenario de crisis humanitaria .................................................. 953. Crisis humanitaria y desplazamiento forzado .................................. 100 3.1. Dinámica del desplazamiento forzado ...................................... 100 3.2. Confinamiento ........................................................................... 103 3.3. Dinámicas de movilidad en la frontera ..................................... 1044. Política pública de atención al desplazamiento forzado .................. 105 4.1. Enfoque de la política pública .................................................. 106 4.2. Prevención y protección ............................................................ 107 4.3. Atención humanitaria ................................................................ 108 4.4. Acceso a salud y educación ...................................................... 109 4.5. Soluciones duraderas ................................................................ 110 4.6. Respuestas sociales .................................................................... 111

AMAZONAS 1. Características generales del departamento ...................................... 113 1.1. Territorio ................................................................................... 113 1.2. Economía y recursos ..................................................................114 1.3. Dinámicas de poblamiento .........................................................117 1.4. Institucionalidad pública ............................................................1192. Dinámica del conflicto armado .........................................................1203. Crisis humanitaria y desplazamiento forzado .................................. 123 3.1. Dinámicas de movilidad en la frontera ..................................... 1244. Política pública de atención al desplazamiento forzado ...................126 4.1. Prevención y protección ............................................................ 127 4.2. Atención humanitaria ................................................................ 127 4.3. Acceso a salud y educación .......................................................128 4.4. Soluciones duraderas .................................................................128

Algunas reflexiones y recomendaciones ............................................... 131

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Los límites de la guerra se refiere a las zonas geográficas hacia las cuales se amplía el conflicto armado en Colombia pero también es una alerta sobre la difícil situación que enfrenta la población civil en medio de una confrontación armada que no atiende las normas

de Derecho Internacional Humanitario (DIH) según las cuales también la guerra tiene límites.

Sobre el mapa de Colombia podría entenderse la intencionalidad de la guerrilla de las Farc de consolidar una nueva zona de retaguardia estratégica en zonas montañosas y selváticas del sur oriente del país (departamentos de Vichada, Guainía, Vaupés y Amazonas), por sus características topográficas y su ubica-ción geoestratégica como zonas de frontera con Brasil, Venezuela y Perú, pero sobre todo, por la ofensiva militar sostenida que mantiene la Fuerza Pública en las zonas aledañas, es decir, Guaviare, Meta, Caquetá y Putumayo.

La presión la ejercen, por lo menos, cuatro frentes del bloque oriental de esa organización armada (1, 16, 39 y 44) y tres frentes del bloque sur (15, 49 y 32), además de columnas móviles y fuerzas especiales que usan estos terri-torios selváticos como “reserva natural” y espacio para reintegrar el mando y el control de sus fuerzas, tal y como ocurría en la zona del Caguán.

Esta expansión territorial de las FARC sugiere procesos de colonización armada, siembras de cultivos de coca, reclutamiento masivo de jóvenes, minado de territorio y formas de control de la población civil, planeadas con muchos años de anticipación, según la práctica y la experiencia adquirida de crear zonas de evacuación y reorganización luego de grandes operaciones militares en su contra, que han caracterizado la historia de esta agrupación armada (Marquetalia, El Pato, Rio Chiquito y Guayabero en 1964-65, Uribe en 1990, El Caguán en 2002 y, desde entonces, la zona en la que se concentra principalmente el Plan Patriota, es decir, los departamentos del Caquetá, Putumayo, Tolima y Huila).

Si bien la visión oficial es que las Farc enfrentan una situación crítica caracterizada por la baja moral, la desarticulación de sus estructuras, la fractura de sus comunicaciones y las limitaciones en el acceso a recursos logísticos y financieros, una consolidación de zonas de influencia y control en el sur oriente abre la posibilidad de un nuevo escenario de confrontación que prolongaría en el tiempo el conflicto armado y podría en duda la idea de un aniquilamiento total de esa guerrilla.

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Es decir, la inutilidad de la guerra del Estado como forma de resolver el conflicto por la vía militar y la incapacidad de la guerrilla de superar las causas de ese conflicto mediante la lucha armada.

Entre tanto, se hace evidente la segunda premisa que motiva el título de este informe (la guerra tiene límites), toda vez que esta expansión, un tanto silenciosa de la contienda armada hacia el sur oriente del país, se caracteriza por las infracciones a las normas que regulan los conflictos armados, lo que se traduce en agresiones masivas, continuas y sistemáticas a la población civil, que compromete a todas las partes involucradas en las hostilidades.

Si bien estos departamentos registran la menor densidad de población, también son los que se concentran el mayor número de pueblos indígenas que existen en el país, además de ser epicentro de procesos de colonización que siguen vigentes.

En medio de una guerra irregular, de la cual se conoce poco, como se co-noce poco acerca de casi todo lo que ocurre en esta región, se observa una reiterada inobservancia de las más mínimas normas del DIH por parte de todos los actores armados. Restricciones alimentarías, desplazamientos forzados, ataques a la misión médica, reclutamiento de menores, violación al territorio indígena, violación de bienes culturales y civiles, son sólo al-gunas de las prácticas que desarrollan los grupos combatientes en contra de la población civil.

Tal vez el hecho más característico de los cuatro departamentos del sur oriente de Colombia que son objeto de esta investigación es la ausencia de información o la poca importancia que tienen estos territorios para el conjunto del estado y la sociedad colombiana. Los datos sobre violencia de fuentes oficiales son precarios y, todo parece indicar, no corresponden a la realidad local.

Este informe de investigación busca llamar la atención sobre el significado que tiene la expansión y prolongación del conflicto armado en el sur orien-te, aún en medio del entusiasmo belicista que anuncia el fin del fin o del discurso guerrerista que insiste en la resistencia sin fin. Pero, sobre todo, busca habilitar e implementar mecanismos y acciones para proteger a la población civil, en especial a los pueblos indígenas- que habitan y sobre viven en estas zonas del país.

En ese orden de ideas, el proceso de investigación incluye una identificación de las respuestas institucionales y sociales a situaciones de desplazamiento forzado y otras violaciones a los derechos humanos y las capacidades lo-cales para hacer frente a circunstancias críticas que no se pueden descartar hacia el futuro.

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El presente documento hace parte de los resultados del proyec-to: “Análisis regional de conflicto, desplazamiento forzado y refugio en la frontera orinoquense y amazónica” ejecutado por CODHES en el año 2007, con el apoyo de la oficina de ACNUR

en Colombia.

Además de la investigación desarrollada en los departamentos del Sur Orien-te, dirigida a dar cuenta de las características, dinámicas y tendencias del conflicto armado en la región, así como las infracciones al DIH y violaciones a los derechos humanos, el estudio explora las respuestas institucionales y sociales al desplazamiento forzado y las posibilidades de construir políticas públicas en los incipientes escenarios de la gobernabilidad local.

En lo referente al seguimiento a la política pública de atención al desplazamien-to forzado a nivel local, CODHES desarrolló entrevistas con los funcionarios departamentales y municipales, y con los representantes de los organismos de control con presencia en cada uno de los departamentos, para conocer de primera mano los avances y limitaciones de la citada política. Como fuente de contrastación se solicitó información detallada a las gobernaciones y alcaldías de los municipios capitales, a través de derechos de petición1.

La información obtenida tanto en las entrevistas, como en las respuestas a los derechos de petición, constituye la base sobre la que se elaboró el análisis de política pública para cada uno de los departamentos, integrado en el cuerpo de este documento.

La posibilidad de acompañar sesiones de los comités municipales y departa-mentales de atención integral a la población desplazada se vio limitada en la medida en que el proyecto se desarrolló en momentos en que las administra-ciones estaban finalizando y en las regiones la atención se concentraba prio-ritariamente en el desarrollo del proceso electoral de autoridades locales.

Con base en el acercamiento a las entidades públicas y organismos de control de cada uno de los departamentos, se observó una marcada debilidad institu-cional, que se refleja en la ausencia de un referente de derechos humanos que

1- De los derechos de petición interpuestos se obtuvo respuesta de: Gobernación de Vichada, Alcaldía de Puer to Carreño, Gobernación de Guainía, Gobernación de Vaupés, Alcaldía de Mitú, Alcaldía de Leticia. En los casos de la alcaldía municipal de Inírida y la gobernación del Amazo-nas no se obtuvo respuesta, a pesar de que las solicitudes de información fueron reiteradas.

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oriente las acciones de las autoridades públicas, y la construcción de planes y programas que avancen en la garantía de los derechos de los ciudadanos. Por consiguiente, se observa un escaso avance en la implementación de la política de atención al desplazamiento forzado, que tome como referente los desarrollos normativos y jurisprudenciales recientes.

Un tercer componente de este proyecto, se dirigió al fortalecimiento de capacidades sociales de las organizaciones de población desplazada en los departamentos de intervención. En este sentido, se desarrollaron jornadas de capacitación en “Derechos Humanos y Política de Atención al Despla-zamiento Forzado” en los municipios de Puerto Carreño (Vichada), Inírida (Guainía) y Leticia (Amazonas).

Para estas jornadas fueron convocados líderes de población desplazada, que contaran con la capacidad de ser replicadores del conocimiento al interior de sus organizaciones y comunidades. En los departamentos de Vichada y Amazonas, la convocatoria se efectúo con el apoyo de las oficinas de Pastoral Social. Adicionalmente, en todos los municipios y corregimientos visitados se llevaron a cabo reuniones con las organizaciones de población desplazada, en las cuales se identificaron problemáticas centrales de la política de atención a nivel local y se atendieron algunas denuncias pun-tuales. Las percepciones y casos presentados por la población nutrieron el análisis que se presenta en este documento, y constituyen el referente para la continuidad del trabajo de CODHES en la región.

En este nivel, se constató la debilidad de las organizaciones sociales, y en particular de las organizaciones de población desplazada, lo que se asocia con su reciente creación y con las escasas posibilidades que han tenido de participar en espacios de formación que les permitan tener un mayor cono-cimiento sobre sus derechos, y con ello constituirse en actores con mayor capacidad de incidencia en los espacios de toma de decisiones.

Se hace necesario por ende, consolidar estrategias de acompañamiento y asesoría que apunten en el fortalecimiento de las organizaciones de población desplazada en la región, y con ello en el ejercicio de sus derechos.

***

La constatación principal del estudio que se presenta a continuación sobre la dinámica del conflicto armado y crisis humanitaria en los departamentos de Vichada, Guainía, Vaupés y Amazonas, permite afirmar que la tendencia de expansión del conflicto armado hacia el sur oriente del país se consolidó durante 2007 y las consecuencias de ello para la población civil son cada vez más evidentes.

Se constituye en esta parte del país un escenario de guerra que, como ha ocurrido en otras regiones, puede derivar en una crisis humanitaria y de

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derechos humanos si no se fortalece la sociedad y la institucionalidad local para proteger a la población civil. El monitoreo realizado por CODHES da cuenta de un deterioro de la situación de derechos humanos y la no obser-vancia del DIH, evidenciado en la ocurrencia de casos de desplazamiento forzado, reclutamiento de menores, violación a la autonomía y al territorio indígena, entre otras formas de vulneración de las garantías para la pobla-ción civil.

Con el objeto de visibilizar esta situación, CODHES visitó cada uno de estos departamentos2, consultó fuentes secundarias, y solicitó información formalmente a las autoridades departamentales y municipales, así como a los organismos de control, con el fin de contar con los insumos necesarios para señalar las principales tendencias del conflicto armado y situación humanitaria en esta región, a partir de las cuales formular recomendaciones a las autoridades de orden local y nacional, a los organismos de control y, a las organizaciones humanitarias de carácter nacional e internacional para que se activen mecanismos tendientes a proteger a las comunidades.

Estructura del documento

El documento que se presenta a continuación esta organizado de la siguiente manera:

En primer término, se ubican los elementos de referencia conceptual e histórica que permiten comprender el lugar que ha ocupado el sur oriente en el discurso y en la producción de sentido de la nación colombiana. Esta discusión resulta relevante en aras de identificar los principales factores que han determinado la situación de marginalidad o exclusión con que suelen concebirse estas regiones, sobre las cuales la investigación social no ha ahondado mucho, y en lugar de ello se observa la abundancia de visiones estereotipadas que en el fondo reproducen una mirada negativa, según la cual se las presenta como zonas inhóspitas, salvajes, inaccesibles; todo lo cual se traduce en la práctica en el desconocimiento de derechos de sus habitantes, tanto por parte del Estado, que hace presencia allí solo con fines militares y económicos, como por parte de la sociedad que en diferentes niveles reproduce tales discursos.

Un segundo apartado se dedica a presentar las tendencias de carácter general que en materia de conflicto y crisis humanitaria ha constatado CODHES en esta zona del país, con base principalmente en el trabajo de terreno desarro-llado durante el segundo semestre del año 2007. En esta parte, aún cuando se realizan afirmaciones de carácter general, se trata de una aproximación parcial a una realidad que es mucho más compleja, y que para su compren-sión requiere de un trabajo en terreno más prolongado. Vale señalar, que a pesar de que en un primer momento se buscó visitar dos localidades en

2- En el marco del proyecto se desarrollaron las siguientes visitas a terreno durante 2007: Vichada: municipios de Puerto Carreño y Cumaribo Guainía: municipio de Inírida Vaupés: municipio de Mitú Amazonas: municipio de Leticia y corregimiento La Chorrera.Este informe incorpora adicionalmente algunos elementos derivados de la visita a terreno llevada a cabo al corregimiento Pacoa y el municipio de Carurú, en el mes de febrero de 2008, en el marco de una misión conjunta de CODHES, el Sistema de Alertas Tempranas SAT y la Defensoría del Pueblo seccional Vaupés.

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cada departamento, tal intención se vio limitada en los departamentos de Guainía y Vaupés debido a las difíciles condiciones de orden público en la zona y a los altos costos del transporte.

La tercera sección esta integrada por cuatro ensayos que dan cuenta de la situación específica de cada uno de los departamentos, para lo cual se abor-dan los siguientes tópicos: contexto de conflicto armado, crisis humanitaria y de derechos humanos, dinámica del desplazamiento forzado y respuesta institucional.

Con base en lo anterior, se presentan al final algunas reflexiones y reco-mendaciones de carácter regional, y algunas más específicamente referidas a cada uno de los departamentos. Estas recomendaciones pretenden llamar la atención de las autoridades nacionales y locales para que en el marco de sus competencias y responsabilidades desarrollen acciones encaminadas a garantizar los derechos individuales y colectivos de los habitantes de esta región.

Adicionalmente, se dirigen a los organismos humanitarios con presencia en el país para que desarrollen acompañamiento a las comunidades en riesgo, así como acciones de atención humanitaria a la población víctima del con-flicto y la crisis humanitaria que allí tiene lugar.

1. El Sur Oriente en el proceso de construcción territorial nacional: referentes conceptuales e históricos

Tres dimensiones de análisis resultan centrales para acercarse a una com-prensión de carácter histórico sobre la región objeto de este estudio. En primer lugar, la forma en que este territorio ha sido interpretado e integrado a las dinámicas del Estado Nacional, para lo cual se acude en este ensayo al concepto de frontera interna. En segundo término, las implicaciones que para la región tiene su carácter de frontera internacional, y un tercer ámbito se relaciona con la centralidad que tiene el territorio en la dinámica reciente del conflicto armado.

El sur oriente como frontera interna

Diferentes estudios han destacado las características del patrón de ocupación del territorio colombiano desde el período colonial, coincidiendo en enfatizar la tendencia hasta hoy prevaleciente de grandes asentamientos en las zonas altas de la región andina y las sabanas de la costa atlántica, en tanto que vastas regiones correspondientes a las “tierras calientes”3 del Pacífico, la Península de la Guajira, la Amazonía y la Orinoquía permanecen escasa-mente pobladas. Como principal factor explicativo se suele argumentar una línea de continuidad con respecto al patrón de asentamiento prehispánico4;

3- Categoría que tiene una connotación especial en la historia colombiana, donde se establece claramente una asociación entre la benignidad de las tierras altas y la corruptibilidad asociada al insano clima de las tierras calientes; de donde se deriva además una separación tajante entre las temperadas personalidades de los habitantes de la primeras y la proclividad a las pasiones y desmanes de los incivilizados pobladores de tierra caliente. Margarita Serje presenta una in-teresante discusión sobre este tema en el capítulo 3 de su libro El Revés de la Nación, 2005. Ver: SERJE, Margarita. El revés de la Nación. Territo-rios salvajes, fronteras y tierras de nadie. Bogotá, Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Antropología, Centro de Estudios Socioculturales e Internacionales. Ediciones Uniandes. 2005 4- Este argumento es desarrollado ampliamente por Samuel Jaramillo y Luis Mauricio Cuervo en su trabajo: La configuración del espacio regional en Colombia. Tres ensayos. Centro de Estudios sobre desarrollo económico Facultad de Economía Universidad de los Andes. Bogotá, 1987

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donde los grupos indígenas más organizados y numerosos se encontraban ubicados sobre el pilar formado por las tres cordilleras, alrededor del eje “natural” que forma el Río Magdalena, dada la benignidad de estas tierras para la vida y la producción agrícola, frente a las insalubres tierras bajas de la Península de La Guajira, las llanuras orientales y las inhóspitas selvas pacífica y amazónica.

De acuerdo con esta perspectiva, tras la conquista los españoles se ubicaron en estas mismas zonas, y lo hicieron sobretodo por la disponibilidad de mano de obra indígena, por la existencia de recursos naturales relevantes – sobre todo el oro- y por las facilidades de comunicación que brindaba desde entonces el Río Magdalena, que se constituyó en el eje de comercio con la metrópoli.

El “abandono” en que quedaron desde entonces las “tierras bajas” se aso-cia entonces, en primer lugar, con sus características geográficas; según lo cual sus tierras no son aptas para el desarrollo de sistemas avanzados de producción agropecuaria, quedando por lo tanto constreñidas a constituir la denominada “frontera agrícola”. En segundo lugar, se las presenta como “territorios salvajes”, poblados por tribus caníbales, nómadas; “tribus de cazadores – recolectores”, concepto que en el marco de comprensión lineal de la historia quiere decir nada menos que la primera fase de la “evolución” humana, es decir, aquellos que no han adquirido los métodos modernos de explotación de los recursos naturales propios del tránsito de la agricultura a la industria. De manera simultánea, estas regiones se han presentado en diferentes momentos como “tierras de promisión”, el futuro de la patria, los espacios a ser conquistados por la civilización.

Vale anotar, siguiendo las sugestivas reflexiones de Margarita Serje la com-plementariedad entre estas visiones; al ser éstas tierras inhóspitas, tierras de nadie, o como se les denominó en la legislación colombiana “Baldíos de la Nación”, y sus habitantes seres primitivos, se empieza por desconocer la historia de las comunidades allí asentadas por siglos y se abre el cami-no para que desde el país de letrados se emprendan sendas campañas de civilización y conquista de sus recursos. Son los frentes sobre los que se expande la acción de misioneros y conquistadores españoles desde el siglo XVII, pasando luego a constituir los frentes de la colonización de colonos blancos que de manera espontánea5 o en proyectos dirigidos por el Estado, huyendo de la pobreza o la violencia se aventuraron a “civilizar” estas tie-rras, más recientemente son los territorios de la guerra y los santuarios de biodiversidad sobre los que se tejen las miradas de intereses foráneos.

Todas estas empresas tienen algo en común, buscan a nombre de la Razón y la Civilización llevar el progreso y el desarrollo a estas regiones, ó lo que es lo mismo, vincularlas al sistema de acumulación capitalista en sus diferentes fa-ses6. Esta lógica es presentada de forma diáfana en los siguientes términos:

5- Se entiende que colonización espontánea, es “la forma de colonización más frecuente en el país. Se presenta como consecuencia de un proceso que refleja los desequilibrios socio económicos, políticos y culturales existentes dentro de la frontera económica; la población del interior se ve obligada a emigrar, alimentando los diversos frentes de colonización mediante un flujo casi constante de migrantes, incorporando tierras baldías, que pasan a ser propiedad me-diante posterior legalización de dicha ocupación” (IGAC, 1986:21) 6- Sobre la complementariedad de las perspec-tivas excluyente y mítica que se han construido en torno de estos territorios son muy dicientes los discursos del Plan Nacional de Rehabilitación en el primer caso, y del Proyecto Marandúa en el segundo; estandartes de las administraciones Virgilio Barco y Belisario Betancur en la década de los ochenta.

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“En la medida en que la periferia del Orden moderno se piensa como desorden y como violencia continua, la intervención del centro, ya sea del centro a escala local o del centro a escala “global”, se ve legitimada. Lo que guía esta designio de infinito progreso es un ímpetu devorador de gentes y paisajes para saciar el apetito voraz de su economía, basada en el modo de producción moderno que requiere de periferias, márgenes y fronteras, de patios traseros y de bajos fondos donde precisamente, al poner un límite a la universalidad de su orden, crea zonas de tolerancia donde se puede propasar subordinando gentes y arrasando recursos. Allí se configura el escenario perfecto donde el fin justifica los medios, nece-sario para la producción devastadora de riqueza: las tierras de nadie, las “zonas bajas” y las “fronteras internas”. Por ello, los márgenes de la civilización se pueden describir, más que como realidades externas a ella, como su condición de posibilidad7”

Para ahondar en el concepto de “frontera interna”, nos basamos en la re-flexión presentada por Margarita Serje en el capítulo cuarto del libro ya citado, titulado “La Imaginación Geopolítica”. Allí se expone una concep-ción que permite ampliar la mirada tradicional que sobre este concepto se ha desarrollado en los estudios regionales en Colombia.

La noción de frontera tiene su origen en el proceso de recontextualización que impone la lógica colonial al apropiar un espacio y explotarlo a partir de su constitución en términos de proyecto territorial nacional; orientado fundamentalmente a brindar un espacio para la expansión de la economía de mercado. En dicho proceso, los territorios que escapan al proyecto de integración nacional han sido presentados como fronteras; lógica que expone Catherine Le Grand en los siguientes términos:

“En 1850, buena parte de América Latina estaba inexplorada pues nunca había penetrado en ella la economía colonial. Estas regiones de frontera incluían los desiertos del norte de México, las costas insalubres de América Central, Venezuela, Colombia y Ecuador [sic.]; la cuenca amazónica, las vastas mesetas del interior del Brasil, la rica pampa Argentina y los bosques del sur de Chile. Las zonas de frontera estaban casi deshabitadas y por lo general no pertenecían a la propiedad privada. Eran tierras baldías o públicas pertenecientes al gobierno nacional o local. Con el aumento en la demanda por productos de zonas templadas o tropicales en el mercado mundial después de 1850, y con la extensión de las redes de transporte, muchas regiones de frontera de América Latina comenzaron a adquirir valor económico8”

La noción espacial de frontera puede leerse en esta perspectiva, desde tres claves significativas que permiten comprender la “transmutación de los territorios no apropiados por la lógica colonial – moderna en “fronteras internas”.” (Serje, 2005. p. 115)

En primer lugar, los proyectos de colonización y conquista dividen el terri-torio a través de líneas imaginarias que representan espacios de dominación

7- SERJE, Op. Cit. p. 108- LEGRAND, Catherine. Colonización y protesta campesina en Colombia (1850-1950). Bogotá: Ediciones Universidad Nacional de Colombia. 1988, p. 14

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jerarquizados de acuerdo con su lógica explotadora de recursos naturales; esta distribución del mapa en segmentos diferenciados pasa por encima en la mayor parte de los casos, de las tradiciones de los pueblos habitantes originarios de tales espacios. Dicho establecimiento de líneas divisorias no se da exclusivamente como definición de límites internacionales, sino que también se proyecta a nivel interno, con el establecimiento de divi-siones político administrativas para regir territorios, hecho que en el caso colombiano corresponde más a un reparto de élites que al reconocimiento de diferencias socio culturales.

Un segundo elemento a considerar en relación con el concepto de frontera es que éstas se fijaron “de acuerdo con las nociones tradicionales europeas de comprensión de la historia y de la espacialidad, es decir siguiendo la lógica de la oposición entre la naturaleza y la cultura” (Serje, 2005. p. 116). Según este esquema interpretativo el bosque, el desierto, el mar y la montaña son espacios que marca la línea divisora entre el mundo conocido, la terra cognita y el confín. Es una división ante todo simbólica, al representar estos territorios el desorden frente al orden de la racionalidad desde el cual son categorizados9.

Este punto de vista es replicado en los relatos de los primeros expediciona-rios que surcaron las tierras de la Nueva Granada, entre los que se destacan Humbolt y Agustín Codazzi, éste último ya en tiempo de la República. Presentan ellos un enfoque de estos espacios como territorios salvajes, inhumanos y repulsivos, de donde se desprende que:

“durante la ocupación colonial, una de las denominaciones frecuentes con las que se hace referencia a las regiones y paisajes que escapan de esta manera al control imperial fue la de “confines”: estas regiones constituían los “confines del Virreinato”.10”

El tercer y más fuerte sentido del término frontera es el que se refiere a conflicto, herencia lingüística del dominio imperial romano, donde confron-tación y frontera tienen el mismo origen en latín: el término frons – frontis, que significa frente militar de combate.

De esta manera, en el período colonial se utilizaba este concepto para hacer referencia al espacio en que la resistencia indígena se oponía al proyecto colonizador. Es pues este sentido, el que condensa la mirada moderna so-bre los territorios calificados como salvajes, marginales, los márgenes de la civilización y el progreso, sobre los cuales se proyectan las miradas y ambiciones de las más diversas empresas civilizatorias.

“Así, el conjunto de nociones asociadas al concepto occidental de frontera se vio condensado finalmente en la demarcación espacial de las zonas civilizadas, apropiadas por la administración colonial y las

9- “Los bosques, en la tradición europea, fueron siempre la morada de los proscritos: los locos, los amantes, los bandidos, los ermitas, los santos, los leprosos, los confabulados, los fugitivos, los inadaptados, los perseguidos y los salvajes, y al mismo tiempo fueron los últimos bastiones de los cultos paganos poblados por brujas, demonios, hadas y demás espíritus antiguos. Lugares al margen de la ley, refugio de héroes y bandidos o de bandidos héroes como Robin Hood de los bosques. Todo ello en este ámbito por fuera del alcance de la ley, del orden cívico, de la ciudad, de la civilización” (SERJE, 2005. p. 130) 10- SERJE. Op. Cit. p. 116

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salvajes, tras las que se expresa la separación de un mundo amenazante sobre el que se proyectan por igual sueños y pesadillas. Muchas de estas quedaron inmortalizadas como divisiones político administrativas, como la separación del piedemonte llanero de los altiplanos cordilleranos, di-vidiendo en “departamentos” y en “unidades biogeográficas” una región que evidencia una interacción continua desde épocas pre-coloniales. Muchas otras perduraron como fronteras virtuales en el interior del territorio nacional.

Ellas constituyen el vehículo a través del cual se traslada a la orbita nacional la noción de la Frontera Imperial, es decir el área potencial de expansión de la economía moderna metropolitana, la que se vincu-lará a la órbita de sus mercados en tanto que, y exclusivamente como periferia.11”

Desde esta visión compleja se asume en este documento el concepto de frontera, como un espacio en constante mutación simbólica y material, sobre el cual se desarrolla una permanente disputa por parte de actores que buscan apropiarlo, civilizarlo a partir del despliegue de estrategias diversas. Para la comprensión del proceso de configuración territorial de Colombia es un concepto nodal y por supuesto, es desde allí que se lee la historia de la constitución del espacio en los departamentos del sur oriente, donde el fenómeno que introduce el cambio mas contundente es la colonización –en el sentido de ampliación de frontera agrícola-, que en Colombia se ha desarrollado como alternativa frente a la cerrada e inequitativa estructura de la propiedad agraria.

Pero dicha colonización no se hace sobre espacios vacíos como se señala con frecuencia, sino sobre territorios habitados por comunidades ancestra-les, que se han visto compelidas al desarraigo o la desaparición física en la competencia por espacio, en la medida en que dicho proceso reproduce los rasgos esencialmente violentos la lógica de apropiación privada de los recursos, la tierra y el territorio.

Un elemento adicional, presentado por Fernando Medellín12 como caracte-rístico de la configuración del territorio en la selva oriental en las últimas décadas, es el auge de la explotación de recursos naturales no renovables; así, el hallazgo de yacimientos auríferos en Guainía y Vaupés, el petróleo en los Llanos Orientales, y más recientemente el “aprovechamiento” de la biodiversidad que encierran estas regiones, marcan el nuevo ciclo por medio del cual éstas se integran a la economía de las áreas centrales.

Cabe destacar en este punto, el renovado interés en la Orinoquía y Amazonía colombianas, en el marco de los planes de infraestructura de la Iniciativa para la Integración de la Región Suramericana IIRSA; entre los que se destaca la hidrovía Orinoco – Meta, en el Eje Andino, y el corredor Tumaco – Belém do Pará, en el Eje Amazónico, como sistemas de transporte multimodal.

11- Ibídem, p. 11812- MEDELLIN LOZANO, Fernando. “Patrones de asentamiento poblacional en la selva oriental colombiana”. En: PINEDA, Roberto y ALZATE, Beatriz (comp.) Pasado y presente del Amazonas: Su historia económica y social. Memorias del VI Congreso de Antropología de Colombia. La construcción de las Américas. Bogotá, Departa-mento de Antropología, Universidad de los Andes. 1993. p. 91-118

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Sobre estos proyectos se han pronunciado diversos sectores sociales, po-niendo de presente las graves consecuencias que para la pervivencia de las comunidades y el ecosistema tendrían los mismos;

“La IIRSA es percibida como una amenaza al ambiente amazónico y a los derechos económicos, sociales y culturales de su población, en la medida en que su ejecución no ha venido precedida de procesos am-plios de información, consulta y obtención del consentimiento de las poblaciones afectadas. Los megaproyectos contemplados en la iniciativa provocarán, sin duda, grandes impactos ambientales y sociales. Sin em-bargo, no se han dado a conocer estudios de impacto ambiental y planes de mitigación de la iniciativa en su conjunto que puedan ser debatidos a nivel social en la región. La orientación del IIRSA en la amazonía es incorporar grandes extensiones a las dinámicas del libre comercio, sin considerar efectivamente la necesidad de precautelar el ambiente y los derechos de los pobladores de la región13”

En síntesis, el elemento característico de los procesos que se han desarro-llado en la región, y que se encuentra en la base de los conflictos sociales que allí han tenido lugar, es el hecho de que la explotación y ocupación de este territorio se ha llevado a cabo a costa de la población indígena asenta-da allí por siglos. El “encuentro de culturas”, ha terminado no pocas veces con la vida de comunidades que para sobrevivir tienen que internarse cada vez más en la selva, haciendo con ello mayor la presión sobre los recursos naturales de un ecosistema tan frágil como el amazónico. Esta situación ha sido atendida parcialmente a través de la constitución de resguardos y zonas de reserva bajo el control de las diferentes etnias, pero lo cierto es que en un escenario dominado por actores armados ilegales, son éstas comunidades las que se ubican en situación de máxima vulnerabilidad.

El sur oriente colombiano, constituye entonces, una franja muy amplia del territorio nacional, con una muy baja densidad poblacional, habitada en su mayoría por comunidades indígenas que han sobrevivido a diversas formas de violencia que a lo largo de la historia se han desarrollado en contra de ellas por la apropiación de sus territorios y los recursos en él existentes.

La marginalidad con que comúnmente se conciben estas regiones es el resultado de una historia de exclusión asociada con los ritmos del proceso de acumulación y desarrollo económico nacional, en los cuales hasta hace poco no encajaban las sabanas y selvas del oriente del país. Pero además de ello, esta visión se explica por la construcción de una mirada estereotipada que partiendo de la dicotomía occidental naturaleza – cultura, ha visto a sus habitantes como seres salvajes, inferiores y atrasados; justificando con ello el ímpetu de la empresa civilizatoria que desde tiempos de la colonia ha avanzado sobre territorios arrasando comunidades y culturas.

13- OBSERVATORIO DESC AMAZONIA. Informe re-gional. La situación de los derechos económicos, sociales y culturales en la región Amazónica de los países andino - amazónicos. Quito, diciembre de 2006. p. 106

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En la actualidad, retoma fuerza el discurso según el cual estos territorios constituyen el futuro de la nación: las sabanas del Vichada son aptas para el desarrollo de grandes proyectos agroindustriales, las selvas son el esce-nario a conservar dada la producción de oxigeno que representan, los ríos se proyectan como las vías del futuro y se habla de reservas de petróleo, titanio y oro en algunas zonas. De manera simultánea, son estos los territo-rios de la guerra, la retaguardia de la guerrilla más antigua del continente, el escenario de la ofensiva por recuperar el territorio y afianzar la soberanía nacional por parte del actual gobierno.

Lo anterior, permite observar la continuidad entre las visiones típicas que históricamente han imperado en torno de estos territorios, que tienen en común pasar por encima de comunidades y culturas que han estado allí por años pidiendo solamente respeto para desarrollar sus proyectos de vida en condiciones de dignidad.

El sur oriente como frontera internacional

Una segunda dimensión a considerar al abordar el estudio de los depar-tamentos que hacen parte de este documento, es su situación de frontera internacional. Así, el departamento de Vichada hace parte de la amplia frontera colombo – venezolana; el Guainía posee límites con Venezuela y con Brasil; Vaupés colinda con Brasil, en tanto que el departamento de Amazonas comparte extensas áreas fronterizas con Brasil y Perú.

Por muchos años, la amplitud y riqueza natural de estas fronteras no se ha correspondido con el nivel atención que dichas regiones han recibido por parte del Estado colombiano. De hecho, la definición de límites en estas zonas sólo se llevó a cabo cuando las reiteradas incursiones extranjeras pusieron de presente la inminente posibilidad de pérdida territorial para Colombia.

Esta suerte de abandono propició entro otros, el oscuro capítulo de la explotación cauchera en la Amazonía Colombiana, que dejó como consecuencia la práctica eliminación de grupos indígenas que fueron asesinados por los empresarios del caucho, como estrategia de sometimiento a su empresa extractivista.

Aún cuando este hecho suscitó un ascenso del nacionalismo colombiano, y llevó incluso a una disputa militar con Perú en el año 1932, tras lo cual se fundaron las hoy capitales Puerto Carreño, Inírida, Mitú y Leticia, como puntos de afirmación de la soberanía colombiana en el territorio, la presencia del Estado como garante de derechos para los pobladores de estas zonas es un tema sobre el cual aún hoy persisten carencias enormes14.

Sobre la débil presencia del Estado Colombiano en las zonas de frontera, incluso en términos militares, señala un estudio realizado por investigadores del Centro de Estudios y Observatorio de Drogas y Delito de la Universidad del Rosario:

14- De acuerdo con el citado estudio del Obser-vatorio DESC Amazonía, la cobertura en salud en estos departamentos “está por debajo del 40%, de los cuales un 80% pertenecen al régimen subsidiado”; mientras que en educación “tan sólo llega al 52,87%, quedando sin este derecho el 47,13% de la población en edad escolar”. Op, Cit. p. 50,53

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“en las fronteras de la Orinoquía y la Amazonia la presencia de las fuerzas armadas venezolanas y brasileñas ha sido mucho más fuerte que la de las colombianas. Esos países han tenido una política de fron-teras definida, mientras que Colombia no la ha tenido. En efecto, la política exterior colombiana se ha caracterizado mucho más por hacer grandes esfuerzos para hacer respetar tratados internacionales que por ejercer físicamente la soberanía en las fronteras. En otras palabras, se ha apelado mucho más a acuerdos y fortalezas jurídicas para proteger la integridad física del país, que a ejercer de facto la soberanía en las zonas fronterizas15”

Adicionalmente, estas fronteras se caracterizan por ser espacios muy diversos, con una alta complejidad geográfica, y unos flujos comerciales y migratorios escasos. Los puntos que podrían considerarse más articulados son Puerto Carreño (Vichada) – Puerto Ayacucho (Venezuela), y Leticia (Amazonas) – Tabatinga (Brasil). Aún cuando la dimensión del comercio que allí tiene lugar no es de ninguna manera comparable con otros ámbitos fronterizos, como el que conforman Norte de Santander y Táchira (Venezuela).

Además de los puntos señalados, la mayor parte de estas fronteras son espa-cios selváticos, poblados por comunidades indígenas, donde la comunicación es principalmente fluvial, y en los cuales el bajo nivel de desarrollo de las economías locales no da lugar a excedentes comercializables.

Asociado con la condición de marginalidad que han ocupado estas zonas para la construcción nacional en Colombia, “han ido quedando relegadas como periferias rurales y se ven continuamente sometidas al vaivén de las bonanzas económicas no reguladas, que atraen masas empobrecidas o expulsadas del interior del país por la violencia. De esta forma algunos ámbitos fronterizos se han ido convirtiendo, en buena medida, en refugio de tres grandes ejes del conflicto contemporáneo: el fenómeno guerrillero, el empuje paramilitar y la extensión de cultivos ilícitos16” Y es justamente, la expansión del conflicto hacia estos territorios, y la con-secuente incidencia que ello tiene en las relaciones con los países vecinos, una de las razones que ha puesto a estas fronteras en el centro del debate nacional, otorgándoles un lugar de importancia en el desarrollo de la política de seguridad y defensa, y en la lucha contra el narcotráfico que implementa en la actualidad el gobierno colombiano en colaboración con los Estados Unidos; para lo cual incluso se han instalado bases de operación conjunta, y se conoce de la presencia de norteamericanos en el territorio.

El sur oriente como escenario de guerra

La tendencia de expansión del conflicto armado hacia la frontera sur orien-tal colombiana, ha sido advertida desde diferentes ámbitos en los últimos

15- REYES POSADA, Alejandro; THOUMI, Francis-co; DUICA AMAYA, Liliana. El narcotráfico en las relaciones fronterizas de Colombia. Ministerio del Interior y de Justicia – Dirección Nacional de Estupefacientes, Universidad del Rosario. Bogotá, mayo de 2006. p. 916- RAMIREZ, Socorro. “Colombia – Brasil: dis-tante vecindad se fortalece en la seguridad y el comercio”. En: Análisis Político. No. 58. Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internaciona-les – Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, septiembre – diciembre de 2006. p. 3- 34

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años. CODHES planteó tal hipótesis en el documento El conflicto de cara al oriente selvático17.

Varios factores confluyen para afirmar que esta expansión es cada vez más acentuada, y las consecuencias de ello para la población civil más delicadas. En primer término, es necesario comprender que estos son territorios en los que por décadas ha consolidado su dominio la guerrilla de las FARC, que hace presencia en esta zona a través de varios frentes, pertenecientes a sus dos estructuras de mando más fuertes: el Bloque Oriental y el Bloque Sur. Además de esta presencia histórica, las FARC han ido replegando su accionar cada vez más hacia el oriente del país, como consecuencia del mayor despliegue de la Fuerza Pública en los vecinos departamentos de Meta, Caquetá y Guaviare.

Actualmente, el sur oriente del país es escenario de una de las operaciones militares de mayor envergadura que ha desarrollado el Ejército Colombiano, con el respaldo del gobierno norteamericano: el Plan Patriota.

“El Plan Patriota es la estrategia a la que el presidente Uribe le apostó todo para derrotar a la guerrilla. Para el gobierno, el “Plan Patriota” es la batalla final contra las FARC. Se trata de una estrategia militar que por primera vez vincula sin tapujos a Estados Unidos en la lucha contrainsurgente colombiana. Desde que nació, este Plan estuvo rodeado de hermetismo. Los militares argumentaban “discreción para buenos resultados y evitar falsas expectativas”. Según analistas, el Plan Patriota puede costar anualmente 300 millones de dólares18”

Aun cuando es poco lo que se conoce sobre el desarrollo de las operaciones militares que hacen parte de esta estrategia, preocupa justamente que el nivel de aislamiento e incomunicación en que se encuentran las comunidades que habitan en este territorio, no permite hacer seguimiento y monitoreo continuo de la situación de derechos humanos en la zona.

La información a la que ha tenido acceso CODHES en terreno, permite observar un profundo deterioro en materia de garantías para la población civil. Estos hechos evidencian en primer lugar la inobservancia de principio de distinción por parte de todos los actores armados, y la ausencia de una política de prevención y protección de los derechos humanos, que acompa-ñe la acción legítima de la Fuerza Pública. Sobre las particularidades de la crisis humanitaria en el territorio se da cuenta en los documentos referidos a cada departamento.

Un elemento que está en el centro del conflicto en esta parte del país es que estas zonas han sido por décadas espacios donde se ha concentrado un alto porcentaje de las actividades de cultivo, procesamiento y tráfico de estupefacientes que nutren la cadena del tráfico internacional de cocaína.

17- CONSULTORIA PARA LOS DERECHOS HU-MANOS Y EL DESPLAZAMIENTO. En el borde del conflicto: guerra y desplazamiento en las fronteras. Bogotá, enero de 2007. 18- OBSERVATORIO DESC AMAZONIA. Op. Cit. p. 16

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Así, a la expansión de las áreas dedicadas al cultivo de coca, se suman la existencia de centros de acopio y procesamiento, y la utilización de los ríos como ruta para el tráfico de insumos y armas por parte de los grupos irregulares que controlan el negocio.

Sobre la base de los anteriores elementos, y a partir de lo observado en terreno, se presentan a continuación las principales tendencias de la crisis humanitaria que tiene lugar en el oriente selvático.

2. Guerra y derechos humanos en la frontera sur oriental: una crisis invisible

En el marco de las acciones de recuperación del control territorial inscritas en la Política de Seguridad Democrática, la Fuerza Publica mantiene una fuerte y sostenida ofensiva en el sur del país, especialmente en los depar-tamentos de Meta, Caquetá, Putumayo, Guaviare, que se extiende al sur del Tolima y al departamento del Huila.

En los últimos diez años, las Fuerzas Militares han incrementado notoria-mente su presencia en la región, argumentando razones de orden público asociadas al conflicto armado interno y a operaciones del narcotráfico en la región del sur oriente del país.

En 1995 se creó el Comando Unificado de Oriente que integra Ejército, Ar-mada y Fuerza Aérea y que tiene como sede el municipio de Puerto Carreño, capital del departamento del Vichada y jurisdicción en los departamentos de Vichada, Guainía y Vaupés. En la justificación de la creación de esta Unidad de Mando y Control sobre las tropas en esta región del país se indica que

“El Gobierno Nacional consciente de la responsabilidad que tiene de hacer presencia en todo el territorio nacional, y en desarrollo del plan para acercar política y administrativamente las zonas fronterizas con el centro del poder, objetivo que se puede lograr ubicando unidades de las Fuerzas Militares y la Policía Nacional de manera que permitan garantizar el orden interno; la soberanía nacional y además se proteja la población civil y sus recursos; garantizar la libre navegación en los ríos fronterizos; coadyuvar al desarrollo regional y mantener el orden público en la jurisdicción; fortaleciendo el proceso de integración regio-nal con países vecinos, mediante la neutralización de la amenaza común existente en las áreas fronterizas, determinó la necesidad de establecer una unidad conjunta en el área fronteriza”19.

La VII Brigada, creada desde mediados del siglo XX ha tenido una respon-sabilidad del orden público en las zonas más extensas de la región del sur oriente, según admite los oficiales que comandan esta unidad militar:

19- Mediante comunicado Oficial de la Reunión de Seguridad llevada a cabo el 9 de Marzo de 1995, entre los Ministerios de Defensa, Altos Mandos y Personalidades Civiles de los países de Colombia y Venezuela, ordenó la creación de una Unidad Militar en la Frontera con Venezuela, es por esto que a partir de Abril de 1995, mediante la directiva ministerial No. 011 de 1995 se ordena la creación del Comando Unificado del Oriente. Mediante disposición N° 01 del 02 de Julio de 1996, la Cuarta División modifica la jurisdicción del Comando Especifico del Oriente asignándole responsabilidades en los Depar tamentos del Vichada, Guainía y el municipio de Carimágua para un total de 178.OOO KM2, ver http://www.ejercito.mil.co/?idcategoria=9016520-

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“Inicialmente fueron los Departamentos de Arauca, Casanare, Vichada, Meta, Guaviare, Vaupes y Guainia. Actualmente por la intensificación del conflicto, el aumento de población, los nuevos asentamientos hu-manos, el crecimiento de la delincuencia común y del narcotrafico esta enfocada en los departamentos del Meta, Guaviare y Vaupes. Area de por sí suficientemente extensa para su control”20.

Las Farc, por su parte, parecen no tener mucho interés en visibilizar su presencia y operaciones en estos territorios. En un informe actualizado en 2007 con motivo del debate sobre la beligerancia que este grupo reclama, presentan un mapa de su presencia territorial que ignora, en forma deliberada, las estructuras que mantienen en los departamentos de Vichada, Guainía, Vaupés y Amazonas21.

Ignorar, desconocer o minimizar lo que ocurre en la zona más oriental del sur del país parece más una estrategia para ocultar intereses de todo orden que no contribuye a una comprensión de la realidad local y puede ser con-traproducente en el momento de enfrentar situaciones críticas.

En el marco de las operaciones militares, las tropas han avanzado hacia te-rritorios de los departamentos de la frontera sur oriental: Vichada, Guainía, Vaupés y Amazonas, territorios que históricamente estuvieron por fuera del control de las autoridades estatales y en los cuales la guerrilla de las Farc ha ejercido una influencia importante en las últimas décadas22.

El despliegue militar en el territorio ha generado un escalamiento de la con-frontación armada, con graves consecuencias para la población civil que, según autoridades y representantes de organizaciones civiles y de la Iglesia, no son suficientemente registradas en los medios de comunicación.

Los informes del Ministerio de Defensa y de organismos de sociedad civil como la Fundación Seguridad y Democracia dan cuenta de algunos hechos asociados al conflicto armado que resultarían incompletos. No obstante la citada Fundación reconoce en su informe de 2007, correspondiente a com-bates entre la Fuerza Pública y la guerrilla de las Farc que “la confrontación armada se intensificó en Vichada al pasar de 5 a 25 (combates) reflejando un incremento del 400% con respecto al año anterior”23

Los partes oficiales del Ministerio de Defensa y el Ejército de Colombia se refieren a algunos hechos relacionados con combates en el departamento de Guainía, incautación de armas, caletas y municiones en los el departamentos de Vichada y Amazonas24.

Debe señalarse en primer término, que el avance de la Fuerza Publica no ha estado acompañado de una mayor presencia de instituciones civiles que ga-ranticen la protección de los derechos básicos de las comunidades así como su

20- En http://www.ejercito.mil.co/idcatego-ria=90163-21- Ver, http://www.abpnoticias.com/boletin_tem-poral/contenido/libros/Beligerancia_FARC-EP.pdf22- En los departamentos del sur oriente del país tienen jurisdicción la Sexta División del Ejército que cuenta con las Brigadas XII y XXVI, esta última con jurisdicción el la ciudad de Leticia, capital del departamento de Amazonas. Así mismo, tiene jurisdicción en esta parte del territorio nacional la Cuarta División del Ejército, a la cual están adscritas las Brigadas VII con sede en Villavicencio y área de operaciones en Meta, Guaviare y Vaupés y la XXVIII Brigada, con sede en Puerto Carreño, capital del depar-tamento de Vichada y con jurisdicción en los departamentos del Vichada, Guainía y Vaupés.. Información disponible en http://www.ejercito.mil.co/?idcategoria=90163 y http://www.ejercito.mil.co/?idcategoria=9016523-23- El informe corresponde a acciones armadas (combates, hostigamientos) ocurridos durante el año 2007 y el mismo sólo registra el caso del depar tamento del Vichada y no ofrece ninguna información sobre los departamentos de Amazonas, Vaupes y Guainía. Ver www.funda-cionseguridadydemocracia.org24- La IV División del Ejército informó el 29 de junio de 2007 que una ofensiva desplegada por sus tropas dejó como resultado “siete terroristas muertos en combates en los departamentos del Meta, Casanare y Guanía, en desarrollo de operaciones militares en el Oriente del país” y precisa que “Los primeros combates se pre-sentaron entre tropas del Batallón de Infantería No 45 “Prospero Pinzón” con terroristas de las cuadrillas 16 de las Farc en el sector de Morichal del municipio de Barranco Minas, Guanía, donde se obtuvo la muerte en combate de dos terro-ristas a quienes se les incautó un fusil Fall, una pistola calibre 9 mm, 9 proveedores y material de intendencia”, en incautaron “70.270 cartuchos de diferentes calibres fueron decomisados en el área general de río Tomo en Puerto Carreño, Vichada, por tropas de la Infantería Marina después de sostener contacto armado contra 35 terroristas del frente 16 de las Farc”. En el mismo comunicado se indica que “en otras ope-raciones realizadas en este mismo departamento (del Vichada), se incautaron 10.525 galones de combustible a las células del narcotráfico y a la delincuencia común y se capturaron 8 delincuen-tes en flagrancia”, ver http://www.mindefensa.gov.co/index.php?page=181&id=6590. Por último, el Ministerio de Defensa informó que “en el corregimiento de Pedreros, cerca de Leticia, detectives de la seccional Amazonas, encontra-ron en la cabecera de una pista de aterrizaje de esta población, un total de 426 cartuchos 5.56 de fabricación rusa que de acuerdo con información de inteligencia están ingresando a través de la frontera Peruano Brasilera y que tenían como destino el frente amazónico de las Farc”, ver http://www.mindefensa.gov.co/index.php?page=181&id=491

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acceso a los bienes y servicios públicos necesarios para su supervivencia en condiciones dignas. Al contrario, se mantiene en estas amplias porciones de territorio nacional altos índices de pobreza y marginalidad, a lo cual se suma, en el nuevo contexto, la presión propia del escalamiento del conflicto.

Se evidencian entonces, diferentes formas de presión ejercidas por los actores armados en contra de la población civil, que es en su mayoría po-blación indígena.

En primer lugar, la Fuerza Publica hace presencia en las capitales departa-mentales y principales cascos urbanos, en tanto que la guerrilla mantiene amplio dominio en las zonas rurales y en buena parte de los ríos y canales fluviales, que constituyen las principales vías de comunicación.

En este contexto, las comunidades indígenas se han visto obligadas a modificar cada vez más y sus patrones de subsistencia y movilidad en el territorio. El transporte por los ríos es cada vez mas restringido, así como la posibilidad de desarrollar las labores habituales de caza y pesca; además de lo cual, la fuerza publica ejerce un estricto control sobre los alimentos e insumos que se transportan por vía fluvial, bajo el argumento de controlar el ingreso de alimentos y abastecimiento de suministros para la guerrilla. Esta situación es particularmente aguda en el Departamento de Vaupés, donde las mismas autoridades locales reconocen la grave problemática alimentaria que afrontan las comunidades indígenas como consecuencia de este tipo de prácticas.

Por su parte, la guerrilla ejerce cada vez más presión sobre la población civil y su territorio, forzando eventos de desplazamiento que no son registrados por cuanto las características geográficas de estos departamentos hacen que pocas veces las personas lleguen a las capitales donde se encuentran las instituciones encargadas de brindar atención.

La precariedad de la institucionalidad pública se constituye por ende, en un factor determinante de la invisibilidad del desplazamiento forzado y otras violaciones a los derechos humanos.

Una de las principales violaciones que se presenta en estos departamentos es el reclutamiento forzado de menores de edad, que de nuevo afecta principal-mente a las comunidades indígenas. Al respecto se han presentado denuncias en el departamento de Vaupés, y la amenaza de su ocurrencia ha sido causa de desplazamientos en el Vichada; también se tiene conocimiento de este tipo de violaciones en los departamentos de Guainía y Amazonas.

Adicionalmente, la guerrilla de las FARC en su intento de neutralizar el avance de la Fuerza Pública desarrolla acciones bélicas indiscriminadas como siembra de minas antipersonales en cercanía de poblados y chagras.

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Esta situación es particularmente grave en el departamento de Vaupés, donde la Defensoría del Pueblo recomendó al Observatorio de Minas del programa presidencial de derechos humanos y derecho internacional huma-nitario, “coordinar con la Fuerza Pública, las acciones y medidas efectivas para la remoción de minas.25” Tales acciones de desminado humanitario no se han llevado a cabo hasta ahora, y al contrario, se siguen presentando denuncias por parte de campesinos e indígenas sobre el hallazgo de este tipo de artefactos en cercanías a sus chagras. Es necesario en este sentido, exigir de todas las partes del conflicto respeto a las normas del derecho internacional humanitario, y abstenerse de desarrollar prácticas que ponen en riesgo a la población civil.

Los grupos paramilitares, que hacen presencia principalmente en la zona sur occidental del Vichada, en límites con Meta, Guaviare y Guainía, se constituyen también en protagonistas de graves violaciones a los derechos de la población civil, entre los que se ubican: desplazamiento forzado, destrucción de bienes civiles, violación a la integridad territorial indígena, entre otras formas de presión y dominio sobre las comunidades, todo lo cual pone en grave riesgo su vida, libertad e integridad personal, así como la pervivencia cultural en el caso de los pueblos indígenas.

En el primer semestre del año 2007 tuvo lugar un escalamiento de la con-frontación entre las bandas que se han constituido en esta parte del país luego del proceso de desmovilización de las AUC: los grupos paramilitares conocidos comúnmente como “Cuchillos” y “Macacos”, en alusión a sus cabecillas.

Estos grupos protagonizaron un nuevo capitulo de la disputa entre para-militares en la zona oriental del departamento del Meta y el municipio de Cumaribo – Vichada, territorio de importancia estratégica para el cultivo, procesamiento y trafico de drogas, así como el desarrollo de grandes pro-yectos agroindustriales y de explotación de recursos naturales.

Como consecuencia de los enfrentamientos entre estos grupos, en la primera semana de agosto se produjo un caso de desplazamiento masivo de comu-nidades indígenas de la etnia Sikuani en jurisdicción de San Luis del Tomo. Este episodio fue registrado debido a que las autoridades indígenas se dieron a la tarea de ponerlo en evidencia y gestionar las ayudas correspondientes, pero la carencia absoluta de medios de comunicación en estas zonas del país hace pensar que otros episodios similares debieron producirse sin que haya sido posible tener conocimiento de ellos.

Además de ser forzadas a desplazarse, estas comunidades sufrieron afec-tación en sus viviendas, cultivos y animales, como consecuencia de los combates que tuvieron lugar en el propio territorio del resguardo, en una clara violación a los derechos de los pueblos indígenas.

25- Ver: Defensoría delegada para la evaluación del riesgo de la población civil como consecuen-cia del conflicto armado. Sistema de Aler tas Tempranas. Informe de Riesgo No. 050-06 AI. Diciembre 27 de 2006.

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Actualmente, la situación de zozobra y tensión permanece en esta zona del país, sin que hasta el momento las autoridades vinculadas al deber de protección hayan tomado las medidas pertinentes para garantizar la vida y la integridad de estas comunidades.

En la zona nororiental del municipio de Cumaribo –vereda Palmarito-, CODHES tuvo conocimiento de la ocurrencia de combates entre grupos paramilitares y las FARC, hecho que generó el desplazamiento de un número indeterminado de familias en los últimos meses del 2007. Algunas de estas familias se desplazaron hacia Puerto Carreño, en tanto que otras cruzaron la frontera hacia Puerto Ayacucho – Venezuela.

Un factor adicional de vulneración de los derechos de la población civil en esta parte del país, es el relacionado con las consecuencias que traen las operaciones de fumigación de cultivos de uso ilícito, específicamente en el municipio de Cumaribo – Vichada. Según las denuncias efectuadas por indígenas y campesinos de diferentes veredas, la aspersión aérea desarro-llada en el segundo semestre de 2007 ocasionó daños sobre cultivos lícitos, animales y fuentes de agua; situación que ha dejado a las comunidades en un nivel de vulnerabilidad tal que, en ocasiones no han tenido otra opción que abandonar sus territorios.

CODHES tuvo conocimiento del caso de desplazamiento de tres familias de la vereda Puerto Príncipe jurisdicción de Cumaribo – Vichada, que arribaron en el mes de noviembre a Inírida – Guainía, donde denunciaron su caso ante la Personería Municipal, y pidieron apoyo para movilizarse hacia Puerto Carreño.

De nuevo, este caso es emblemático de una situación escasamente conocida que afecta a comunidades indígenas y campesinas en diferentes zonas del municipio de Cumaribo, quienes han abandonado sus territorios presiona-dos por la violencia y la falta de oportunidades de vida en condiciones de dignidad.

En síntesis, en el suroriente colombiano confluyen diferentes factores que constituyen un escenario de vulnerabilidad para la población civil, el cual ha sido advertido por la Defensoría del Pueblo en lo que hace referencia a los departamentos de Vaupés y Vichada, sin que hasta ahora se hayan tomado medidas efectivas para proteger a las comunidades. Así, a la presión de los actores armados se suma la falta de oportunidades económicas, la incomuni-cación y la falta de acceso a servicios básicos en la mayor parte del territorio, y la prácticamente nula presencia de autoridades civiles; en fin, se trata de un escenario en el que el Estado ejerce presencia de carácter fundamentalmente militar, y no se constituye en garante de los derechos de las comunidades, en tanto que los actores armados al margen de la ley infringen constantemente todas las reglas del derecho internacional humanitario.

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Anotación sobre régimen político administrativo

Es importante hacer una anotación adicional sobre la debilidad de las ins-tituciones civiles en la región, en la medida en que este es un elemento que atraviesa toda la discusión que en materia de política pública se planteará en los ensayos relativos a cada uno de los departamentos.

Hasta comienzos de la década de los noventa, los departamentos de Vi-chada, Guainía, Vaupés y Amazonas hacían parte de un régimen territorial especial, el régimen de los territorios nacionales, que en términos generales implicaba un sistema de administración dependiente casi por completo del gobierno central, donde los habitantes no tenían la posibilidad de elegir sus mandatarios locales ni sus representantes en el parlamento.

A través de la Constitución Política de 1991 se modificó este sistema ad-ministrativo, y se elevaron tales territorios a la categoría de departamentos –artículo 309-, en tanto que algunas localidades - en observancia de una serie de criterios- quedaron constituidas como municipios.

En uso de las facultades extraordinarias otorgadas por el Constituyente, el Presidente de la República mediante el decreto 2274 de 1991, decidió que para facilitar esta transición, aquellas zonas que no cumplían con los crite-rios en cuanto a número de habitantes, generación de recursos, entre otros, para ser municipios, se mantuvieran como corregimientos, en espera de la adopción de la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial que habría de definir más claramente la organización política y administrativa del territorio nacional, a la luz de los planteamientos de la Carta Política.

Además de la baja densidad poblacional, y de poseer condiciones geográficas particulares, los corregimientos corresponden en su mayoría a territorios habitados por comunidades indígenas, y en consecuencia, se traslapan con las áreas de resguardo y reserva forestal reconocidas por la Ley.

La diferencia central entre un municipio y un corregimiento radica en que el segundo es un ente territorial que depende directamente del departamento ó de un municipio, no esta facultado para elegir sus propias autoridades: alcaldes, concejales; y además no administra recursos autónomamente.

Así, se configura un escenario de alta dependencia en términos político administrativos, y una marcada debilidad institucional, por cuanto la auto-ridad en el territorio recae sobre la figura del corregidor, que es un agente del gobernador o alcalde según sea el caso, y una Junta Administradora.

La figura del corregimiento fue demandada en el año 2000, argumentando que resultaba inconstitucional mantener indefinidamente un esquema que fue previsto como instrumento de transición que permitiera la adaptación

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26- VER: Corte Constitucional. Sentencia C 141 de 2001. Bogotá, 7 de febrero de 2001

de las antiguas intendencias y comisarías al nuevo régimen territorial de la Constitución de 1991, según el cual la estructura básica es el municipio (artículo 311). Adicionalmente, señalaba el demandante la discriminación que para los ciudadanos allí residentes implica esta figura, por cuanto se les niega la participación en condiciones de igualdad en los recursos de la Nación, y en términos políticos, se les limita el derecho a participar en la elección de sus gobernantes.

En su pronunciamiento sobre esta demanda, la Corte Constitucional con-cluyó inexequible la figura de los corregimientos departamentales, por cuanto se ha tornado permanente, contrariando con ello el espíritu con el cual fue concebida en la Carta Política. Sin embargo, ante la difícil situación que en términos fácticos generaría tal declaratoria de inconstitucionalidad para el régimen político administrativo de amplias porciones del territorio nacional, la alta corporación optó por una declaratoria condicionada, de-jando sus efectos diferidos “por un término máximo de dos legislaturas, a fin de que el Congreso, dentro de la libertad de configuración que le es propia, expida el régimen que permita la progresiva transformación de los corregimientos departamentales en municipios, o su incorporación en municipios existentes26”

Aun cuando el plazo otorgado por la Corte ha sido sobrepasado, actualmente se mantiene esta figura en los departamentos de Guainía, Vaupés y Amazonas. En Guainía, el único municipio es la capital Inírida; en Vaupés, existen tres municipios: Mitú, Carurú y Taraira; mientras que en Amazonas sólo están constituidos como municipios Leticia y Puerto Nariño, ambos ubicados en la franja correspondiente al trapecio amazónico, mientras que la mayor parte del territorio se conserva la condición de corregimientos departamentales.

Más allá de la discusión pendiente sobre régimen territorial en Colombia, que pasa por la no expedición, después de 17 años de vigencia de la Constitución Política de la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial; donde el tema de los corregimientos es sólo un componente, esta figura presenta limitaciones fácticas que deben ser consideradas de cara a una discusión sobre derechos humanos en los amplios territorios del sur oriente del país.

En primer término, los corregidores son agentes del gobierno departamen-tal con muy escasa posibilidad de acción, que cuentan con muy limitados recursos para administrar áreas geográficas amplias y complejas. En se-gundo lugar, al no contarse con una clarificación de competencias entre los corregidores y las autoridades tradicionales indígenas, la coordinación y cooperación entre éstas es muy escasa, y en ocasiones se observa más bien contradictoria.

Pero tal vez, una de las consecuencias que más directamente se observa al tener un acercamiento a estas regiones, es que tal como están reglamentados

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los corregimientos departamentales no incorporan la presencia de agentes del ministerio público en el territorio, lo cual en un contexto de conflicto armado como el que se vive en esta parte del país, constituye una limitación real en la protección de los derechos y garantías fundamentales para sus pobladores. El hecho de que no haya personeros en amplias porciones de departamentos tan grandes como Guainía y Amazonas, hace que la acción del Ministerio Público se vea muy limitada en la medida en que los recursos –de personal, comunicaciones, financieros, entre otros-, con que cuentan los funcionarios asentados en las capitales no son suficientes para cubrir zonas con situaciones tan complejas como las que han sido esbozadas.

A partir de los anteriores referentes, se presentan a continuación cuatro do-cumentos, uno por cada departamento, en los cuales se esboza la situación en materia de conflicto, derechos humanos y respuestas institucionales. Las afirmaciones aquí formuladas se sustentan principalmente en el trabajo de terreno desarrollado por CODHES, y se apoyan además en el monitoreo de prensa y la revisión de fuentes secundarias.

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Vic

hada

1. Características generales del departamento

1.1. Territorio

El departamento de Vichada es el segundo más grande del país con un área total de 98.970 km2, y uno de los menos poblados con una densidad de población de 1,79 habitantes por kilómetro cuadrado. Geográficamente hace parte de la Orinoquía Colombiana, con paisajes predominantemente de sabana y un área de transición selvática en la zona sur del municipio de Cumaribo. En términos político administrativos el departamento esta dividido en cua-tro municipios: Santa Rosalía, La Primavera, Cumaribo y Puerto Carreño, siendo este último la capital y sede de las autoridades departamentales. Adicionalmente, Puerto Carreño es un importante paso de la amplia fron-tera colombo – venezolana; desde allí se transita hacia Puerto Páez – Ve-nezuela con solo cruzar el Río Orinoco, y un poco hacia el sur, desde el corregimiento de Casuarito se pasa a Puerto Ayacucho, capital del Estado Amazonas Venezolano; un importante centro de comercio e intercambio de mercancías entre los dos países. En el Vichada, las principales vías de comunicación son los ríos que corren en sentido occidente – oriente, para desembocar en el Orinoco que cons-tituye el extremo oriental del departamento y la frontera con la República Bolivariana de Venezuela. El límite norte del departamento esta dado por el Río Meta, que separa al Vichada con respecto a Casanare, Arauca y a Venezuela. En la zona central del departamento, los ríos más importantes son el Tomo y el Vichada, que reciben a su vez numerosos afluentes a lo largo de su curso, en tanto que el sur del departamento es bordeado por el Río Guaviare. Esta importante red hídrica, además de establecer fronteras departamentales e internacionales, tiene una importancia significativa en la comprensión de las dinámicas de ocupación del territorio, y los conflictos que en él tienen lugar.

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Como se observará más adelante, la calidad de los suelos ribereños, y las ventajas que en cuanto a transporte representa estar cerca de las arterias fluviales, han sido factores históricamente significativos para el estableci-miento de los principales centros poblados del departamento tanto en lo que respecta a las comunidades indígenas en un primer momento, como para los colonos. Estas condiciones también tendrán implicaciones para los actores armados, quienes buscan controlar las rutas fluviales como factor estraté-gico para garantizar su movilidad, y el transporte de armas, municiones, pertrechos, avituallamientos y sobre todo, para el tráfico de insumos para el cultivo y procesamiento de coca.

MAPA 1. Departamento de Vichada

Fuente: Instituto Geográfico Agustín Codazzi IGAC

1.2. Economía y recursos

La economía del Departamento de Vichada presenta características variadas, dependiendo de la zona a la que se haga referencia. La zona norte, basa su

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economía principalmente en la agricultura y la ganadería; siendo el cultivo de algodón el de mayor desarrollo, ocupando por consiguiente un renglón significativo de la débil economía local. La zona sur del departamento es zona de predominio de cultivos de coca, y agricultura de subsistencia.

La economía del municipio de Puerto Carreño se sustenta fundamental-mente en los recursos del presupuesto público. Como núcleo administrativo del departamento, allí se concentra la institucionalidad de nivel municipal y departamental, y la contratación pública se constituye en una consi-derable fuente de empleo y generación de ingresos para la población. Adicionalmente, la vecindad con Venezuela representa una posibilidad de empleo para los habitantes de Puerto Carreño que en buena parte la-boran en las vecinas ciudades de Puerto Páez y Puerto Ayacucho, para lo cual sólo requieren cruzar el Río Orinoco en un trayecto de máximo una hora, lo cual facilita el flujo constante de colombianos en desarrollo de sus labores cotidianas.

La agricultura que se desarrolla en esta parte del departamento es incipiente, siendo las carencias en infraestructura de comunicaciones la principal barrera para el desarrollo de una industria agrícola que se constituya en soporte de la economía regional. Como consecuencia de ello, la mayor parte de los productos básicos son traídos desde Villavicencio y Bogotá, y en el caso de Puerto Carreño, desde Venezuela.

El municipio de Cumaribo presenta una situación muy delicada en este sentido, por cuanto depende casi por completo de los productos que llegan por vía aérea o terrestre en periodos de verano27 desde Villavicencio, lo cual incrementa significativamente los precios y con ello el costo de vida en ge-neral. Como ya se ha dicho, la principal fuente de ingresos de la población en este municipio se asocia con el cultivo de coca.

Cumaribo, al igual que otros municipios colombianos refleja la realidad de falta de oportunidades para la población rural, que tiene en los cultivos de uso ilícito la única posibilidad de obtención de ingresos28. Ante la ausencia de una industria local que genere empleo, y la precariedad de la agricultura, que se explica fundamentalmente por la imposibilidad de sacar al mercado los productos, la vinculación a la cadena de cultivo y procesamiento de la coca constituye una de las pocas alternativas para la población.

Tal como lo muestra el informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito – UNODC-, esta zona del país presenta una alta densidad de cultivos de coca. En el año 2006 Cumaribo aparece como el segundo municipio productor de este alcaloide. Adicionalmente, se deriva del seguimiento de prensa efectuado, que son frecuentes en esta zona del Vichada las incautaciones de insumos para el procesamiento de cocaína, así como la destrucción de laboratorios.

27- En esta parte del país existe la posibilidad de comunicación terrestre desde Villavicencio hasta Cumaribo, pero se trata de trochas y caminos de sabana que solamente son transitables en época de verano (aproximadamente entre noviembre y abril), en tanto el resto del año la única posibi-lidad de acceso esta dada por las aerolíneas de carga que cubren este trayecto con tres vuelos semanales. 28- Según el Depar tamento Administrativo Nacional de Estadística –DANE-, el 82,4% de la población de Cumaribo tiene necesidades básicas insatisfechas, porcentaje muy superior al departamental que es de por sí dramático: 66,7%. Ver: www.dane.gov.co

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Fuente: Naciones Unidas. Oficina contra la droga y el delito. Colombia: monitoreo de cultivos de coca. Junio de 2006

A continuación se presenta la relación de hectáreas cultivadas con coca en el municipio de Cumaribo, según el censo que realiza la UNODC.

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TABLA 1. EVOLUCION DEL AREA SEMBRADA CON CULTIVOS DE COCAEN EL MUNICIPIO DE CUMARIBO

Fuente: NACIONES UNIDAS. Oficina contra la droga y el delito. Cultivos de coca, estadísticas municipales a diciembre de 2006. Bogotá, julio de 2007. En: www.unodc.org/colombia

Como se observa en el cuadro anterior, el área sembrada con cultivos de coca en el municipio de Cumaribo presentó un descenso en el período 2001-2003, seguido de un aumento entre los años 2004 y 2005, y una nueva caída en el año 2006. A pesar de esta reducción del área cultivada, el municipio pasó de ocupar el sexto lugar respecto al total nacional en el año 2001, a ser el municipio con mayor cantidad de hectáreas sembradas en el año 2005 y el segundo en el año 2006, después de Tumaco – Nariño.

Esta situación genera unas dinámicas sociales particulares, agravadas re-cientemente con el desarrollo de operaciones de fumigación por parte de la fuerza pública. Durante los meses de septiembre y octubre del año 2007 se desarrollaron intensas operaciones de fumigación en Cumaribo, en el marco de las cuales se afectaron cultivos lícitos, tal como lo denunciaron los campesinos en la reunión de juntas de acción comunal que tuvo lugar en este municipio a mediados de septiembre, y como lo reconoció en su momento la propia administración municipal29. Igualmente, se constataron afectaciones en la pesca, y se prevén deterioros medioambientales como consecuencia de la fumigación en la zona del Parque Nacional Natural El Tuparro.

Pero sin duda, las consecuencias más graves de este proceso están por venir, y han sido advertidas por los campesinos de la región, a quienes no se les han ofrecido alternativas sostenibles para la sustitución de los cultivos de uso ilícito. Como ha sido señalado para otras regiones del país, las alternativas a los cultivos de uso ilícito pasan por un replanteamiento de la estructura productiva en el campo colombiano, que incorpore posibilidades reales de acceso a la tierra, al crédito, insumos y, a la comercialización de los productos para los campesinos, colonos e indígenas habitantes de estas regiones.

Entre tanto, la titulación de tierras para los campesinos está detenida, y en su lugar se adelanta un amplio proceso de concesiones de tierras para el desarrollo de proyectos agroindustriales, como cultivos de palma africana,

29- Entrevista con Alcalde municipal Cumaribo. CODHES, septiembre 13 de 2007

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30- “En 1992, durante la Conferencia de las Na-ciones Unidas sobre el Medio Ambiente realizada en Río de Janeiro, el Gobierno de Japón hizo ma-nifiesto de manera formal su firme interés por el secuestro de dióxido de carbono. Dos años más tarde, por intermedio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), decidió cofinanciar con un aporte de 2 millones de dólares un innovador y pionero proyecto conocido con el nombre de Las Gaviotas. Dicha iniciativa consistió en la puesta en marcha de un efecto de demostración sobre la viabilidad para restablecer, a través de la reforestación, en las sabanas altas de la Orinoquía de Colombia, en los departamentos del Vichada y el Meta, el bosque tropical hú-medo que hace millones de años predominó en esos lugares. A la postre, Gaviotas tuvo éxito al comprobar la posibilidad de absorber de la atmósfera el dióxido de carbono y, por tanto, de poder contribuir así a la estabilización del clima global” Tomado de: PRESIDENCIA DE LA REPUBLICA. Servicio de Noticias del Estado SNE. “Minagricultura presenta en Tokio megaproyecto de recuperación de Orinoquía”. Bogotá, 12 de diciembre de 2006. 31- Ver: Embajada de Colombia en Tokio – Japón. Informe de gestión de la embajada julio 20/2004 –junio 30 de 2005. p. 76 32- Ver: “¿Será el Vichada la tierra prometida?”. En: Revista Semana. 4 de mayo de 2007 33- PRESIDENCIA DE LA REPUBLICA. Servicio de Noticias del Estado SNE. Septiembre 7 de 2004. En: www.presidencia.gov.co

caucho, marañon, pino caribe, arroz, entre otros productos; inscritos en el Megaproyecto “Renacimiento de la Orinoquía Alta de Colombia”, que de acuerdo con documentos oficiales, tiene como objetivo principal extender la experiencia de Gaviotas30 “en 6.3 millones de hectáreas de la Sabana del Vichada31”, proyecto en el cual se ha empeñado el actual gobierno, y que cuenta con la participación de importantes inversionistas extranjeros32.

Esta iniciativa es presentada por el servicio de noticias del Estado como la posibilidad de devolverle a esta región su característica de bosque húmero tropical, para lo cual “se están realizando estudios sobre cómo aprovechar de la mejor manera el total de las hectáreas comprometidas para el desarrollo de la agricultura y la ganadería, con los cultivos de palma africana, caucho y pino caribe tropical. El Renacimiento de la Orinoquía Alta de Colombia es un propósito del presidente Álvaro Uribe; que obedece a una visión de largo plazo pensando en ésta zona por ser un sitio geoestratégico para el comercio y la cercanía a los puertos del Atlántico a través del Orinoco y próximamente a través de la hidrovía con los ríos del sur33”

En su discurso ante el Congreso de la República, el 20 de julio de 2004 el presidente Uribe presentó oficialmente esta iniciativa y señaló que allí se espera obtener: biodiesel, trementina –resina utilizada como disolvente-, aceite de palma y agua natural. Como ya se ha indicado, a esta iniciativa se han vinculado inversionistas extranjeros que organizados bajo la denomi-nación “amigos de Gaviotas II”, habían hecho aportes hasta junio del 2005 de cerca de U$ 100.000 millones de dólares, con lo cual se dio inicio a la siembra de 80.000 hectáreas en Gaviotas y 25.000 en Marandúa.

En desarrollo de esta iniciativa, ha tenido lugar en los últimos años un am-plio proceso de titulación de tierras, sobre el que se han hecho cuestiona-mientos públicos, como el de la adjudicación de aproximadamente 16.330 hectáreas al senador Habib Merheg y a un grupo de allegados suyos, sobre el cual la Revista Semana llamó la atención en su edición de abril 21 de 2007, señalando:

“Que él [refiriéndose al senador] y sus amigos adquieran tierras y lleven inversión no tiene ninguna objeción. El problema surge cuando es el gobierno el que se las adjudica de un plumazo. Los baldíos son tierras que pertenecen a la Nación y por ley sólo se pueden entregar a colonos que demuestren que llevan más de cinco años ocupando y explotando por los menos el 80 por cuento del área. Lo máximo que se entrega por persona es lo que se llama la Unidad Agrícola Familiar (UAF), que corresponde a una porción de tierra que garantiza la subsistencia de una familia. Esa extensión varía de acuerdo con la productividad de la tierra y para Vichada, la UAF equivale a máximo 1.294 hectáreas. (…) Mientras aclaran lo sucedido con las tierras de los amigos del senador, el gobierno tendrá que dar una detallada revisión a lo que ha sucedido con la titulación de baldíos en esta zona del país. Pues no deja de ser

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llamativo que mientras en el año 2004 se titularon en Vichada 43 predios, y en 2005 fueron 15, en 2006 se entregaran títulos a 277 baldíos.34”

Resulta al menos sugerente que la zona donde se proyectan las grandes in-versiones del proyecto “Renacimiento de la Orinoquía Alta de Colombia”, haya sido el escenario de la avanzada paramilitar desde los años 80, y que hoy sea el espacio de una cerrada disputa por el dominio territorial que ha expulsado y continúa expulsando poblaciones cuyos derechos no forman parte de las perspectivas de desarrollo de la región. De esta manera se tiende a reproducir un modelo que ya se ha visto en otras zonas del país, según el cual ante la aparición de recursos y territorios potencialmente explotables, la avanzada comercial y militar va dejando a la zaga poblaciones que se ven compelidas a abandonar su territorio.

1.3. Dinámicas de poblamiento

Según el censo de población realizado en el año 2005, el Vichada tiene una población total de 55.87235 personas, cifra muy inferior a la proyección de población con que se contaba hasta ese mismo año, según la cual este departamento estaría habitado por aproximadamente 96.138 personas. En Cumaribo específicamente se han manifestado grandes preocu-paciones frente a los resultados de este empadronamiento, dado que este municipio aparece con 28.718 habitantes, en tanto que la base de población vinculada al régimen subsidiado en salud es de aproximadamente 32.000, según la información suministrada por la personería. Este tipo de inconsis-tencias son explicadas por la restricción de movilidad que tuvieron los fun-cionarios del DANE, quienes por diferentes razones concentraron su labor casi exclusivamente en los principales centros poblados de un municipio que representa más del 50% del área total del departamento –ver mapa 2-, poblado por comunidades indígenas dispersas en un inmenso territorio con muy deficientes vías de comunicación. MAPA 2. MUNICIPIO DE CUMARIBO

Fuente: DANE. En: www.dane.gov.co

34- Ver: “El tierrero del senador” En: Revista Semana. Abril 21 de 2007 35- Departamento Administrativo Nacional de Es-tadística DANE. Censo general 2005. Resultados población conciliada (a junio 30 de 2005)

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La población indígena en el Vichada, asciende a 17.641 personas, lo cual representa cerca del 44% del total de pobladores del departamento36. Estas comunidades pertenecen en su mayoría a las etnias sikuani, piapoco, piaroa, cubeo, cuiva, curripaco y saliva, y habitan en 41 resguardos ubi-cados en su mayoría en los municipios de Cumaribo y Puerto Carreño37. Entre tanto, las cabeceras municipales son habitadas principalmente por colonos y campesinos procedentes de diferentes regiones del país. El proceso de poblamiento de este territorio está asociado con las dinámicas y los ritmos de la colonización del sur de Colombia que tiene en la violencia y la presión por la tierra en la zonas cordilleranas y los valles interandinos sus principales factores explicativos. Carlos Munar38 caracteriza tres tipos de colonización en el Vichada que tienen lugar a partir de la década del cincuenta; una de carácter comercial sobre el Río Orinoco, una ganadera o veguera sobre las sabanas del norte, y una dispersa o campesina en el sur. Lo anterior coincide con otras caracterizaciones que presentan esta misma diferenciación de espacios en el departamento39.

La colonización comercial corresponde al proceso de poblamiento que tuvo lugar en la margen colombiana del Río Orinoco, impulsada por la dinámica extractiva en la frontera con Venezuela desde mediados del Siglo XX. Dicha actividad comercial persiste, ya no estimulada por la economía extractiva, sino más bien por el intercambio de productos como combus-tibles, pescado, víveres y mercancía en general; tiene como epicentro el municipio de Puerto Carreño, donde confluyen estas actividades por ser el principal puerto sobre el Orinoco y encontrarse en la confluencia de este último con el Río Meta; principal vía de transporte en dirección oriente - occidente.

El segundo tipo de colonización ha sido la que ha tomado la parte norte del departamento, siguiendo el curso del Río Meta. Es una colonización fundamentalmente ganadera, que ha dado lugar al establecimiento de am-plios hatos en manos de grandes hacendados y pequeños fundos en manos de colonos. Esta zona era antes de la llegada de los ganaderos hábitat de comunidades indígenas, que se han ido moviendo paulatinamente hacia el sur del departamento en busca de nuevas vegas; espacios que se forman en las márgenes de los ríos y que por el intercambio de material orgánico en los períodos de creciente resultan muy propicios para los cultivos, además de la facilidad de comunicación que implica el acceso fluvial en esta región. Este tipo de colonización dio lugar a los principales poblados existentes en la actualidad sobre el Río Meta: Santa Rosalía (1962), Gua-cacías (1968), La Primavera (1958) y Santa Bárbara (1971).

Jaime de Greiff presenta en los siguientes términos los conflictos que ge-neró la introducción de la ganadería en la parte norte del departamento:

36- La cifra sobre población indígena es tomada de: DANE. Dirección de censos y demografía. Colombia: una nación multicultural. Su diversidad étnica. Bogotá, octubre de 2006. Es necesario advertir sin embargo, que la referencia acerca de la participación porcentual de los pueblos indígenas en el total de la población es presen-tada por el DANE con respecto a la población censada, y no con respecto a los resultados de población conciliada. Este tipo de inconsistencias dificulta el análisis y de allí se deriva un carácter eminentemente ilustrativo de estas estadísticas, que es absolutamente inconveniente en términos de planeación y ejecución de políticas públicas. 37- Sobre datos de la Fundación Hemera en: www.etniasdecolombia.org38- MUNAR, Carlos. “Marandúa: Realidad e impacto regional”. En: Los Llanos: una historia sin fronteras. Bogotá, Academia de Historia del Meta. 1988. p. 484-509 39- Específicamente con la presentada en: GOBERNACIÓN DEL VICHADA. DEPARTAMENTO NACIONAL DE PLANEACIÓN. Plan de desarrollo regional. Caracterización del desarrollo del de-partamento del Vichada. Corpes de la Orinoquía. Puerto Carreño, 1993

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“Mientras la forma de vida de los grupos de cazadores recolectores – como los Sikuani - (...) ha sido un mecanismo encaminado a garantizar un equilibrio ecológico del medio, los colonos ganaderos representan una tradición basada en la distribución y alienación permanente de los recursos naturales por medio de la propiedad privada de la tierra, lo cual es un determinante del progresivo deterioro ecológico del medio que ocasiona esta actividad. Tienen conciencia clara del valor econó-mico y jurídico de las posesiones y de la propiedad, que contrasta con la concepción de los grupos indígenas sobre el territorio y sus recursos. Esta forma de relación del hombre con su medio físico está íntimamente ligada a la economía de mercado con una orientación monetaria.

La introducción del ganado al territorio tradicional de los grupos nativos ocasionó la dispersión de la fauna silvestre, que era la principal fuente de proteína animal de que disponían los cazadores recolectores. En consecuencia, y ante la imposibilidad de seguir manteniendo el patrón de movilidad dada la ocupación del territorio por parte de los colonos, los grupos crearon respuestas como la de aprovechar las reses como recurso proteínico potencial, convirtiéndolas en objetivo de cacería. Este hecho explica que el encuentro entre colonos ganaderos y grupos indí-genas de cazadores recolectores se haya traducido en una lucha por el territorio, a partir del uso de dos sistemas adaptativos antagónicos, cuya coexistencia no es posible por las diferencias estructurales existentes en el uso y aprovechamiento del territorio y sus recursos40”

Episodios como el de la masacre de Planas41 en el año 1970, dan cuenta de la manera en que han sido desplazadas las comunidades indígenas por efecto de la colonización ganadera. De manera que, etnias como las Sikuani42 y Piapoco se han visto compelidas a avanzar cada vez mas hacia el sur y oriente del departamento para huir de la avanzada ganadera y “establecerse en un territorio cada vez mas restringido y transformar sus patrones sociales y económicos por otros relacionados con la horticultura y el sedentarismo, o simplemente condenándolos a su progresiva desaparición. La existencia en el lenguaje regional de los verbos “Cuibiar” y “Guahibiar” no es mas que el resultado de una práctica que se hizo común allí y que sólo puede explicarse dentro de las dimensiones históricas de una competencia terri-torial en la cual el indígena no fue pasivo, sino, por el contrario, generó respuestas y produjo estrategias nuevas para su reproducción, aunque en el largo plazo se confirma la tendencia a su desestructuración como grupo y, con ello, la desaparición de sus sistemas de reproducción, resultado de un largo proceso adaptativo43”

La sedentarización forzada de estos grupos ha reducido su espacio vital de forma considerable, hecho que quedó institucionalizado con la formación de resguardos en las décadas de los setenta y ochenta. Allí, se han tratado de reproducir las técnicas de manejo del suelo, pero dada la limitación de espacio, el costo ambiental es muy alto, a lo cual hay que añadir la presión

40- LOBOGUERRERO, Miguel; HERRERA, Xochitl; DE GREIFF, Jaime y LUQUE, Andrés. Matavén: selva corazón de la salud. Conservación y desarrollo en una región multicultural del bosque de transición entre la Amazonía y la Orinoquía colombianas. Bogotá, Fundación Etnollano – Programa COAMA. 2000, p. 5541- Región ubicada al sur oriente del municipio de Puerto Gaitán (Meta), entre los ríos Planas y Guarrojo, afluentes del Vichada. Para una descripción amplia de este episodio ver: KAMUES FIGUEROA, Ludgerio. El Vichada: proceso social y planificación regional. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia. 1997, p. 70-7342- Tras la rebelión y la masacre de Planas en el departamento del Meta, cerca de los límites con el Vichada, tuvieron lugar importantes migraciones de indígenas Sikuani al bajo Río Guaviare y al medio y alto Vichada. 43- GOMEZ, Augusto. Indios, colonos y conflictos. Una historia regional de los Llanos Orientales 1870-1970. Bogotá, Siglo XXI Editores – Ponti-ficia Universidad Javeriana –Instituto Colombiano de Antropología. 1991, p. 261

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que sobre los territorios de resguardo ejercen los grupos armados ilegales, al estar éstos ubicados en zonas cercanas a los ríos, que constituyen como ya se ha señalado la vía de comunicación más empleada en estas regiones.

El tercer tipo de colonización en el Vichada es de carácter disperso y cam-pesino, ha tenido lugar en la parte sur del departamento, sobre todo en las cuencas de los ríos Vichada y Guaviare; esta colonización en particular es la que se ha dado en la periferia de la Selva de Matavén44. A diferencia de la del norte, desarrolló primero una actividad extractiva y comercial; sólo en los últimos veinte años se ha venido ocupando en la agricultura y la ganadería, aunque en menor escala que la colonización del Meta. Se dio con mayor vigor en las primeras décadas de este siglo y posteriormente en los años 40 y 50, épocas de las bonanzas del caucho y otros recursos naturales como pendare, chicle, mazarandú, fibra chiquichiqui, pieles de animales, entre otros.

1.4. Institucionalidad pública

Uno de los principales problemas que se presentan en el Departamento del Vichada es la debilidad de la institucionalidad pública, especialmente aquella que tiene a su cargo la política social. La transición de la figura de intendencias y comisarías a departamentos, derivada de la estructura terri-torial fijada en la Constitución de 1991, ha implicado ajustes institucionales que no han contado con el suficiente acompañamiento y asesoría por parte de las entidades de orden nacional, lo que ha redundado en deficiencia en la administración pública local y regional.

El caso más dramático a este respecto lo representa Cumaribo, que con ape-nas 11 años de constitución como municipio, ha tenido 60 alcaldes; hecho que se traduce en la falta de continuidad en los programas de gobierno. La mayor parte de los alcaldes de Cumaribo han sido destituidos por tener en contra investigaciones disciplinarias relacionadas con malos manejos del presupuesto municipal.

Según la información del Departamento Nacional de Planeación, el muni-cipio de Cumaribo recibió en el año 2005 $10.616 millones de pesos por Sistema General de Participaciones; la quinta parte de las cuales: $2.135 millones ingresaron por concepto de transferencia a resguardos indígenas. A pesar de este volumen de recursos, la inversión pública es muy precaria; el municipio no cuenta con servicios básicos para la población ni siquiera en el casco urbano, y en las comunidades son frecuentes los casos de muerte de menores de edad por falta de atención médica, y las deficiencias en materia educativa son muchas.

Esta situación llama la atención sobre la necesidad de replantear esquemas de ordenamiento territorial y administrativo, de manera que este municipio de mas de 70.000 km2 tenga una administración eficiente, y con ello se

44- Ubicada en la región sur oriental del depar-tamento del Vichada, es una zona de aproxima-damente 2.150.000 hectáreas, comprendidas entre los ríos Vichada por el norte, Orinoco por el oriente, Guaviare por el sur y el caño Chupave por el Occidente. “Su biodiversidad está asociada con el hecho de ser una zona de rápida transición ambiental entre la selva amazónica y las sabanas de la Orinoquía, donde se presenta además una gran heterogeneidad espacial” (LOBOGUERRE-RO, et al. 2000, p. 33)

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garantice el acceso de los ciudadanos a los bienes y servicios públicos a que tienen derecho. Lo anterior, por supuesto, debe partir de considerar que una porción considerable del territorio corresponde a resguardos indígenas, y parques naturales, figuras que tienen un sistema de administración parti-cular, y que en lo referente sobre todo a los primeros, se halla en espera de la reglamentación que debe desarrollar la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial.

Un elemento adicional de carácter institucional que debe considerarse al analizar la implementación de cualquier política pública en el departamento, es el hecho de que la totalidad de sus municipios son de sexta categoría, lo cual se traduce en una asignación de recursos muy limitada para entidades como las personerías municipales, que por ejemplo en Cumaribo, trabajan en condiciones precarias y cuentan con muy pocas posibilidades de movi-lizarse por el territorio.

En este nivel, es necesario retomar la discusión sobre la corresponsabilidad en lo referente por ejemplo, a la política de atención a la población desplaza-da. Sin duda, la implementación de tales marcos programáticos en contextos como el descrito debe tomar en consideración las limitaciones existentes, y de allí debe derivarse un acompañamiento, asesoría y compromiso presu-puestal más decidido por parte de las entidades de orden nacional; así como un papel más activo por parte de los organismos de control.

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2. Dinámicas del conflicto armado En el Departamento de Vichada confluyen diferentes grupos armados que disputan por el control de territorios y recursos estratégicos, quienes en desarrollo de sus acciones infringen reiteradamente las normas del derecho internacional humanitario y vulneran los derechos de la población. Como resultado de lo anterior, se presentan diferentes tipos de afectación a las comunidades y se configura una situación de alta vulnerabilidad que debe ser reconocida y atendida.

Este escenario se agudiza si se tiene en cuenta la debilidad de las instituciones a nivel local y regional, la escasa capacidad de respuesta de las mismas, las dificultades de comunicación y acceso a amplias zonas del departamento, donde la población se encuentra en muchas ocasiones sometida a los grupos armados ilegales y cuenta con escasas redes de apoyo social e institucional que permitan hacer frente a situaciones de crisis.

2.1. Presencia de actores armados

Durante los años ochenta tuvo lugar un amplio proceso de compra de tierras en los departamentos de Casanare, Meta y Vichada, como estrategia para lavar activos por parte de narcotraficantes y esmeralderos provenientes del interior del país. En el departamento de Vichada, este proceso se dio parti-cularmente en la zona norte: municipios de Santa Rosalía, La Primavera, y zona alta de Cumaribo45; donde pronto se conformaron ejércitos privados para defender vastas extensiones de tierra adquiridas entre otros, por el zar de las esmeraldas Víctor Carranza.

De este proceso surgieron los primeros grupos paramilitares que se deno-minaron popularmente como “Los Carranceros”46; y que posteriormente se conocerían como “Autodefensas Campesinas de Meta y Vichada –ACMV”, al mando de alias “Guillermo Torres”, hoy acogido al proceso de justicia y paz.

A mediados de la década del noventa, incursionaron en la región los para-militares pertenecientes a las Autodefensas Unidas de Colombia AUC, de-

45- Se trata de una amplia zona del departa-mento delimitada por los Ríos Meta por el norte, Orinoco por el oriente y Vichada por el sur; aproximadamente el 60% de los 100.242 km2 que abarca esta entidad territorial.46- Sobre el accionar de este grupo en amplias zonas del territorio dieron cuenta en su momento los medios de comunicación locales, ver: “En “el Porvenir”, inspección departamental del Meta, se registraron dolorosos acontecimientos” NUEVO CASANARE, Noviembre a febrero de 1988.

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sarrollando operaciones contra la población civil en el sur del departamento de Meta en límites con Guaviare. La acción que marcó el posicionamiento de este grupo, que empezó a ser conocido como “los urabeños”, fue la ma-sacre perpetrada en Mapiripán –Meta en julio del año 1997.

Posteriormente se constituyó el Bloque Centauros, al mando de Miguel Arroyave, haciendo presencia en el departamento de Casanare y norte del Meta. En esta primera zona se arraigó también el grupo conocido como au-todefensas campesinas de Casanare ACC, comandadas por Héctor Buitrago; otrora conocido miembro de los ejércitos de Carranza.

El Bloque Central Bolívar de las AUC, irrumpió en la región a través del denominado Bloque Vichada al mando de alias Macaco, haciendo presencia en el norte del municipio de Cumaribo; zona estratégica para el cultivo y tráfico de narcóticos.

Fuente: GARZON, Juan Carlos. Desmovilización de las autodefensas del Meta y Vichada. Fundación Seguridad y Democracia.

Estos grupos han tenido diferentes episodios de confrontación, vinculada con el control territorial y el manejo de recursos asociados al narcotráfico. Uno de los momentos de mayor disputa se dio en el año 2004, cuando los paramilitares vinculados a las AUC –conocidos como “urabeños”, comba-tieron por varios meses contra las autodefensas campesinas de Casanare, al mando de alias Martín Llanos, en un proceso que afectó fuertemente a la población civil, que fue victima de múltiples violaciones a sus derechos; en particular se evidenció el incremento de desplazamiento forzado en mu-nicipios como Puerto Gaitán – Meta, y las violaciones al territorio indígena en varios resguardos de esta misma localidad.

Tras la división del Bloque Centauros que tuvo en el asesinato de Miguel Arroyave su punto máximo de expresión, se ha dado un reagrupamiento

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de facciones paramilitares en torno de alias “Cuchillo” cabecilla del frente “Héroes del Guaviare”, quien protagonizó fuertes enfrentamientos en el 2007 con el grupo que actúa al mando de alias “Macaco”, del cual se dice hacen parte ex integrantes de las ACMV que no se desmovilizaron.

El grupo que actuaba al mando de alias “Guillermo Torres”, entró al proceso de negociación con el gobierno nacional, y entregó sus armas en agosto de 2005 en el municipio de Puerto Gaitán. Sin embargo, buena parte de sus integrantes entraron a engrosar las filas del grupo que actúa al mando de alias “Macaco”.

Los combates entre facciones paramilitares en esta parte del país se asocian con la disputa por el control de un territorio estratégico para el cultivo y tráfico de estupefacientes, y por la presencia de recursos naturales poten-cialmente explotables, como petróleo y mercurio, así como la disponibilidad de tierras para el desarrollo de proyectos agroindustriales como siembra de palma, caucho y arroz.

En la zona sur del municipio de Cumaribo, en la franja ubicada entre los ríos Vichada y Guaviare, hacen presencia las FARC, a través de los frentes 16, 39 y 44 del Bloque Oriental. La presencia de este grupo armado data de la década de los ochenta, y se enmarca en la estrategia de expansión territorial definida en la Séptima Conferencia de esta organización armada ilegal, donde se fijó como objetivo avanzar y copar territorios hacia el oriente del país.

El frente 16 de las FARC ha sido reconocido como uno de los más fuertes de esta organización, por el alto potencial financiero que le representa su vinculación con la producción y tráfico de estupefacientes en esta zona del país. Sobre este grupo se ha dicho que posee vínculos con redes interna-cionales de trafico de drogas y armas, a partir de episodios como la captura de Fernandinho en el marco de la operación “Gato Negro” en febrero de 2001, y la descarga de una gran cantidad de armas en las selvas del Vichada a mediados de 1999, en una operación a la que aparece vinculado el ex asesor presidencial peruano Vladimiro Montesinos.

Recientemente, la Fuerza Pública ha desarrollado operaciones en contra de esta estructura de las FARC, como resultado de lo cual a principios del mes de septiembre de 2007 se informó sobre el bombardeo a un campamento guerrillero en la zona limítrofe entre los departamentos de Guaviare, Vichada y Guainía, donde cayó su comandante, alias el “Negro Acacio”. Como con-secuencia de este hecho, en los últimos meses se ha tenido conocimiento de acciones de retaliación de este grupo en contra de la población civil, a quien acusan de suministrar la información a la Fuerza Pública para el desarrollo de la mencionada acción47.

47- Ver: EL TIEMPO. “FARC adelantan campaña de terror en Meta y Guaviare en retaliación por muerte del “Negro Acacio”. Sección conflicto armado, noviembre 28 de 2007

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2.2. Escenario de crisis humanitaria

El grave escenario de riesgo en que se encuentra la población civil en el de-partamento del Vichada fue advertido por la Defensoría del Pueblo, a través del informe de riesgo 020-07 A.I., emitido en julio de 200748. Los hechos ocurridos con posterioridad a ello, ponen en evidencia que las autoridades competentes no han tomado medidas para minimizar tal situación.

En dicho informe, el Sistema de Alertas Tempranas identificó que aproxi-madamente 15.000 personas habitantes de las comunidades rurales del municipio de Cumaribo se encuentran en situación de riesgo alto, asociado con dos dinámicas de conflicto que se dan en esta parte del país: en primer término, la presencia de nuevas organizaciones armadas ilegales vinculadas al paramilitarismo que combaten entre sí, y en segundo lugar, la posible reacción de los frentes 16, 39 y 44 de las FARC que han hecho presencia en este territorio y que ejercen presión sobre la población civil vulnerando sus derechos. Es de anotar sin embargo, que para la Defensoría del Pueblo el mayor riesgo para la población civil esta asociado con la disputa entre los grupos paramilitares.

Como se ha señalado, estos actores se enfrentan por el control de cultivos y rutas para el tráfico de drogas, así como el control y movilidad por un vasto territorio escasamente poblado, y con una casi nula presencia de las institucio-nes estatales. En este escenario, la población civil se encuentra en condiciones de alta vulnerabilidad y por ende, es factible la comisión de violaciones a los derechos humanos e infracciones al derecho internacional humanitario, aten-tados contra los derechos fundamentales a la vida, a la integridad personal, a no ser desaparecido, a la libertad personal, a no ser desplazado, a la libertad de residencia, al libre desarrollo de la personalidad, a la libre circulación, a poder reunirse y manifestarse publica y pacíficamente, a la libre asociación, a participar en la conformación, ejercicio y control del poder político y a no ser constreñido a ejecutar un trabajo forzado u obligatorio.

Con base en el análisis efectuado, la Defensoría del Pueblo instó a las autoridades de orden nacional y departamental a avanzar en las acciones necesarias para proteger la vida e integridad de la población civil, en aras de garantizar la plena vigencia de los derechos humanos de las comunidades indígenas y campesinas allí asentadas.

A pesar de tales recomendaciones, se han materializado las infracciones al derecho internacional humanitario y a los derechos humanos de la pobla-ción civil, lo cual pone de presente que varios meses después de efectuada la advertencia, las autoridades vinculadas al deber de protección no han tomado las medidas pertinentes, dirigidas a salvaguardar los derechos de la población civil, y los actores armados persisten en conductas violatorias del derecho internacional humanitario.

48- Ver: DEFENSORIA DEL PUEBLO. Defensoría delegada para la evaluación de riesgos de la población civil como consecuencia del conflicto armado. Sistema de Alertas Tempranas. Informe de Riesgo No. 020-07 A.I. 27 de Julio de 2007

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La labor de monitoreo del conflicto y la situación de derechos humanos en esta parte del país presenta grandes dificultades dada la dimensión del territorio, la dispersión de la población, la escasez de medios de comunica-ción y la casi nula presencia de autoridades civiles en las diferentes zonas. A pesar de estas limitaciones, CODHES tuvo conocimiento de tres hechos ocurridos durante el segundo semestre del año 2007, que ponen en evidencia la ausencia de una política de prevención y protección para las comunidades indígenas y campesinas que habitan en amplias zonas del departamento de Vichada; hechos que se resumen a continuación.

Desplazamiento masivo de comunidades indígenas en San Luis del Tomo

El día 10 de agosto de 2007 18 familias -112 personas- pertenecientes a la etnia Sikuani se vieron forzadas a desplazarse del resguardo Punta Bandera al resguardo La Esmeralda en jurisdicción de San Luís del Tomo, municipio de Cumaribo – Vi-chada. Este desplazamiento fue provocado por el enfrentamiento que sostuvieron los grupos paramilitares conocidos como “Cuchillos” y “Macacos”, en territorio del citado resguardo.

Ante la presión ejercida por la policía nacional, la comunidad retornó a su territorio tres días después, sin contar con las garantías de seguridad necesarias, encontrando sus cultivos y casa destruidos, y enfrentándose al temor de salir a sus conucos dado que en las zonas adyacentes se hallaron municiones sin explotar.

El día 2 de septiembre de 2007, una comisión integrada por Acción Social terri-torial Vichada, Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Alcaldía municipal de Cumaribo, secretaria de educación y cultura departamental, y Personería municipal visitó la zona y constató la situación de miedo y zozobra generalizada en la comunidad ante la constante presencia y accionar de los grupos armados al margen de la ley, y además de ello, evidenció la situación de abandono en que se encuentra la población, que hace más de tres años no recibe atención médica, y presenta graves deficiencias en infraestructura para la prestación de servicios de educación.

Adicionalmente, la comisión verificadora visitó la comunidad de Barranco Colo-rado, en el mismo resguardo Punta Bandera, la cual permanecía confinada como consecuencia de la presencia y accionar de los grupos paramilitares en su territorio, quienes impiden el desarrollo de las actividades de caza y pesca, necesarias para la supervivencia física y cultural de las comunidades.

Más de cinco meses después de ocurridos los hechos, y luego de cuatro meses de realizada la visita por parte de la comisión interinstitucional de verificación, CO-DHES tuvo conocimiento de la continuidad de situación de riesgo en esta parte del país. Aun cuando uno de los grupos paramilitares ha sido recientemente golpeado en importantes operaciones de la Fuerza Pública, se ha consolidado el control de la zona en cabeza del grupo que comanda alias “Cuchillo”, constituyendo un clima de amenaza permanente para las comunidades indígenas, en la medida en que éstas no se plegan al sistema de reglas que impone el actor armado dominante.

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Desplazamiento forzado en el corregimiento Palmarito – muni-cipio Cumaribo

CODHES tuvo conocimiento en el mes de noviembre de 2007 sobre la ocurrencia de casos de desplazamiento forzado de familias que han huido de la vereda Pal-marito, municipio de Cumaribo, como consecuencia de los enfrentamientos que hace varios meses se presentan entre grupos paramilitares y las FARC.

Estas familias se desplazaron hacia Puerto Carreño, otras hacia Villavicencio y algunas hacia Puerto Ayacucho – Venezuela; sin que hasta el momento se haya identificado la magnitud de los hechos y las necesidades de atención de estas familias.

Desplazamiento de comunidades indígenas y campesinas como consecuencia de operaciones de fumigación de cultivos de uso ilícito

Tres familias integradas por 7 adultos y 8 menores arribaron a Puerto Inírida, departamento de Guainía el miércoles 21 de noviembre de 2007, luego de una travesía de aproximadamente un mes por los ríos Uva, Guaviare e Inírida. Estas familias se desplazaron de la comunidad Caño Amargo, jurisdicción de Puerto Príncipe, zona rural del municipio de Cumaribo en Vichada.

Tal como pudo constatar CODHES, durante el mes de septiembre de 2007 se llevaron a cabo fuertes operativos de fumigación de cultivos de coca en esta par-te del país, dejando como consecuencia deterioro de cultivos lícitos (pancoger) y fuentes de agua; poniendo en riesgo la seguridad alimentaria de cientos de familias campesinas e indígenas que habitan esta región del país, marcada por el abandono del Estado y donde el cultivo de coca ha sido por mucho tiempo la única alternativa económica ante la falta de vías de comunicación que permitan el comercio de otro tipo de productos.

De acuerdo con declaraciones de estas familias, en la comunidad Caño Amargo habitaban hasta hace algunos meses 29 familias, la mayor parte de las cuales ha huido hacia Villavicencio (capital del departamento del Meta) ó hacia el casco urbano de Cumaribo, buscando nuevas alternativas de vida luego de que sus cul-tivos fueran arrasados y sus animales afectados por la aspersión aérea que tuvo lugar en una vasta zona de este municipio.

Ellos optaron por escapar hacia Puerto Carreño, y para ello se desplazaron por vía fluvial, pasando primero por Inírida, donde tuvieron que pasar la noche en el puerto ante la falta de un albergue temporal para atender este tipo de emergencias.

La atención brindada por la administración municipal se limitó al suministro de algunos mercados y de la gasolina necesaria para continuar su recorrido, esta vez por el Río Orinoco para llegar hasta

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la capital de Vichada. Al ser examinado en el hospital departamental uno de los menores presentó signos de anemia, agudizada por las precarias condiciones en que se desarrollaron los desplazamientos por ríos y selvas.

En jurisprudencia reciente, la Corte Constitucional ha señalado que en el desarrollo de operaciones de fumigación de cultivos de uso ilícito por parte de la Fuerza Pública, se ha evidenciado la ausencia de un enfoque de prevención del desplazamiento forzado, y por ende ha llamado la atención sobre la necesidad de incorporarlo, así como dar celeridad a la atención de las personas que se ven obligadas a desplazarse como consecuencia de tales operaciones.

La ocurrencia de estos hechos es apenas una muestra de una grave situación de crisis humanitaria en esta parte del país, a partir de la cual se hace nece-sario retomar las recomendaciones de la Defensoría del Pueblo, en dirección a que las autoridades de orden regional y nacional adopten los mecanismos pertinentes para resguardar la vida e integridad de la población.

La información oficial sobre lo que ocurre en el departamento del Vichada se limita a dar cuenta de casos de homicidios y desplazamiento. Según el Observatorio de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República, en 2007 ocurrieron 6 homicidios, mientras que durante el primer trimestre de 2008 ocurrieron 18. En 2007 fueron expulsadas del departamento 495 personas y registradas 207 como desplazadas, en tanto que para el primer trimestre de 2008 las cifras son de 352 y 135 respectivamente. El informe de la Vicepresidencia indica que no hubo masacres ni asesinatos de alcaldes, exalcaldes, concejales, periodistas ni maestros y que no se registró ningún caso de secuestro en este departamento49

49- Ver: http://www.derechoshumanos.gov.co/modules.php?name=informacion&file=article&sid=825

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3. Crisis humanitaria y desplazamiento forzado

3.1. Comportamiento histórico del desplazamiento forzado en el Departamento de Vichada

De acuerdo con la información consolidada a diciembre 31 de 2007 por el Sistema de Información de Población Desplazada SIPOD50, entre los años 1998 y 2007 6.122 personas han sido desplazadas de los diferentes municipios del Vichada, en tanto que 2.914 han llegado al mismo. De estas cifras se concluye en primer lugar que este departamento es principalmente expulsor de población, siendo el municipio de Cumaribo el lugar de pro-cedencia de la mayor cantidad de familias que han migrado forzadamente: de 6.122 personas a nivel departamental, 4.279 han huido del mencionado municipio; es decir el 70%. Como se aprecia en la grafica 1, la dinámica de salida forzada de población de Cumaribo presenta una tendencia ascendente desde el año 2004, que se corresponde con la agudización del conflicto en esta parte del país.

Fuente: SIPOD – Acción Social. Información con corte a diciembre 31 de 2007, publicada en www.accionsocial. gov.co

Comparar las cifras de expulsión de cada municipio con respecto al total de población de los mismos –Tabla 2- nos permite dimensionar el impacto que en términos demográficos ha tenido el desplazamiento forzado en esta región, y con ello reconocer la forma como el conflicto ha afectado a la población civil, de cara al diseño de estrategias de prevención y protección

50- Consultado en www.accionsocial.gov.co

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de las comunidades que en la actualidad permanecen en situación de riesgo ante la persistencia del accionar de grupos armados en el territorio, y la disputa por zonas estratégicas para el desarrollo de proyectos económicos lícitos e ilícitos.

TABLA 2. Tasa de expulsión por municipios

Fuentes: SIPOD, DANE. Elaboración propia

Como se observa en la tabla anterior, el impacto del desplazamiento en los municipios del Vichada ha sido significativo en los últimos nueve años. En comparación con su población, el municipio de Cumaribo ha expulsado cerca del 15% de sus habitantes, en tanto que Santa Rosalía, que en cifras totales muestra un nivel de expulsión bajo (336 personas), al comparar con el total de su población (3.250 personas), aparece con un nivel de expul-sión de 10%. De conjunto, el departamento de Vichada ha expulsado en el período 1998 – 2007 cerca del 11% de su población.

En lo que se refiere a recepción de población en el departamento, el SIPOD da cuenta de 2.914 personas que entre los años 1998 y 2007 han arribado a alguno de los municipios del Vichada en calidad de desplazados. El prin-cipal centro receptor de población es Puerto Carreño con un total de 1.587 personas, seguido de Cumaribo y La Primavera. La situación de Cumari-bo, que aparece simultáneamente como sitio de expulsión y recepción se explica por la dimensión territorial de este municipio, en el cual es posible

Fuente: SIPOD – Acción Social. Información con corte a diciembre 31 de 2007, publicada en www.accionsocial.gov.co

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que muchas personas se vean forzadas a abandonar sus territorios en los diferentes corregimientos y resguardos y se dirijan hacia la cabecera mu-nicipal en busca de protección. El gráfico 2 muestra el comportamiento de recepción de población desplazada por municipios y años.

Aun cuando la información que presenta el SIPOD para el año 2007 no puede considerarse definitiva, en la medida en las personas tienen por ley un año de plazo para presentar su declaración, las cifras existentes permiten observar una tendencia creciente de llegada de población a Puerto Carreño y a La Primavera.

Sólo en los primeros cinco meses del año 2007 117 familias – aproximada-mente 585 personas-, presentaron declaración en la Procuraduría Regional, dato que resulta muy preocupante si se tiene en cuenta que en todo el año 2006, 213 personas arribaron a este municipio huyendo de la violencia. Sin duda, este hecho debe llamar la atención de las autoridades en cuanto a la necesidad cada vez más evidente de diseñar planes y destinar los recursos respectivos para dar respuesta a esta delicada situación.

Al comparar los niveles de recepción con la población total de cada muni-cipio es claro el impacto que el desplazamiento ha tenido en el municipio de Puerto Carreño, el cual ha recibido en un lapso de ocho años cerca del 12% de su población, en tanto que a nivel departamental la tasa de recepción de población desplazada equivale a señalar que entre los años 1998 y 2007 el departamento de Vichada, recibió una proporción equivalente al 5% del total de su población, tal como se observa en la tabla 3.

TABLA 3. Tasa de recepción por municipios

3. 2. Caracterización de la población desplazada

Con el objeto de tener una aproximación de carácter cualitativo a la situación de la población desplazada en el Departamento de Vichada, se presentan a continuación algunos elementos de caracterización de estas familias, con base en la información consolidada por el Vicariato Apostólico de Puerto Carreño – Pastoral Social Vichada51, que aplicó la encuesta RUT a un uni-verso de 1.223 personas.

51- Secretariado Nacional de Pastoral Social, sección movilidad humana. Sistema de informa-ción sobre población desplazada por la violencia en módulo de emergencia. Departamento de Vichada. Fecha de emisión del repor te: Julio de 2007

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Del total de población encuestada, 199 personas han llegado al municipio de Cumaribo, 1.019 a Puerto Carreño y 5 a Santa Rosalía; lo cual reitera la ubicación de Puerto Carreño como principal centro receptor de este departamento. Sin embargo, debe tomarse en consideración la deficiencia en vías de comunicación, lo que impone distancias enormes entre algunos sectores de Cumaribo y Santa Rosalía con respecto a Puerto Carreño, como consecuencia de lo cual es posible que las personas que se desplazan de estos municipios arriben más fácilmente a ciudades como Villavicencio, donde además las posibilidades de restablecimiento económico son en primera instancia más altas.

A nivel de expulsión, Cumaribo aparece como el principal lugar de salida de población por motivos de violencia, lo cual se corresponde con la dinámica que la confrontación armada ha tenido en este municipio, tal como se ha señalado en el apartado correspondiente a este tema.

Sobre el total de esta muestra, se observa que de la población que se des-plaza en el departamento de Vichada el 2% corresponde a población afro descendiente, el 18.3% a miembros de comunidades indígenas, en tanto el restante 79,7% corresponde a población campesina y colona. El porcenta-je de población indígena es más representativo en el caso de la población que se desplaza del municipio de Cumaribo, donde los grupos aborígenes representan el 55% del total; hecho que pone de presente la vulneración de que han sido víctimas estas comunidades en esta parte del país. Una muestra de ello, es el alto número de indígenas Sikuani que han salido del resguardo Mucu Guarrojo en jurisdicción de Cumaribo, casos a los que tuvo acceso CODHES en Puerto Carreño; en los cuales se evidencia además de la vulneración de derechos asociada con el desplazamiento, la falta de una política de atención diferencial a estos pueblos por parte de las administra-ciones municipal y departamental52.

De la población encuestada, 455 era propietaria de tierra, 82 arrendataria, 46 colona, 111 se hallaban en calidad de poseedores y 133 abandonaron te-rritorios de propiedad colectiva. Entre los diferentes modalidades de tenencia se calcula que aproximadamente 52.769 hectáreas fueron abandonadas.

Como principales causas del desplazamiento, las personas señalan amenaza y extorsión, miedo, violencia, bombardeos y combates, amenaza de recluta-miento; factores todos que dan cuenta de que las familias proceden de zonas de alta intensidad de la confrontación armada. Un tópico que es señalado de manera recurrente por las comunidades indígenas y que constituye una grave vulneración a sus derechos es el reclutamiento forzado, como conse-cuencia del cual varias familias han tenido que huir de diferentes zonas del municipio de Cumaribo y de Puerto Carreño, como única alternativa para que sus hijos no sean vinculados a las filas de los grupos armados.

52- Casos documentados por CODHES en el municipio de Puerto Carreño. Julio de 2007.

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Por tipo de actores causantes del desplazamiento, aparecen en primer lugar los grupos guerrilleros, que en conjunto son responsables de cerca de 61% de los casos de desplazamiento en el departamento de Vichada, seguidos por los grupos paramilitares que han provocado el 35% de los casos de destierro en esta parte del país.

3.3. Dinámicas de movilidad en la frontera

Aun cuando no se conocen estadísticas que den cuenta del volumen de po-blación colombiana que como consecuencia del conflicto armado ha huido hacia Venezuela por esta zona de la frontera, si existen indicios que llaman la atención sobre este fenómeno. Sobre éstos es necesario ahondar en una segunda fase de esta investigación.

De forma preliminar pueden indicarse algunos referentes de carácter general. En primer lugar, debe considerarse que esta porción de la frontera colom-bo venezolana tiene varios puntos de circulación que no son plenamente controlados por las autoridades locales, de donde se deriva que los casos de registro de transito en frontera no dan cuenta de la dimensión real de la movilidad que allí tiene lugar.

En segundo lugar, es importante considerar en este nivel el componente étnico de la mayor parte de la población que habita en la franja limítrofe del departamento de Vichada, para quienes la frontera no existe como límite internacional y quienes cuentan además con posibilidad de libre circulación. El tránsito de las comunidades indígenas que habitan en el Vichada hacia el Estado Amazonas de Venezuela es frecuente, y se explica fundamentalmente por los vínculos familiares y comunitarios existentes entre los pobladores de uno y otro lado de la frontera.

Actualmente, la oficina del ACNUR en Venezuela desarrolla un estudio sobre la situación de los colombianos que han llegado a Venezuela huyendo del conflicto interno, y sus condiciones de vida en los diferentes estados fronterizos. Sin duda, ese será un documento de referencia para compren-der la dimensión de esta realidad, que por ahora sólo sabemos que afecta a muchos colombianos, quienes en la mayor parte de las ocasiones prefieren pasar desapercibidos, o gestionar su nacionalización, antes que solicitar el estatus de refugiado.

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4. Política pública de atenciónal desplazamiento forzado

4.1. Prevención y protección

Uno de los principales rezagos de la política pública de atención a la po-blación desplazada se encuentra en la fase de prevención y protección de la población víctima de este flagelo53.

Tal como se ha señalado en el apartado correspondiente a dinámica del conflicto armado, en el departamento de Vichada es clara la tendencia hacia la agudización de la confrontación armada, como resultado de la expansión en su accionar de los grupos paramilitares, la correspondiente respuesta de la guerrilla de las FARC, y el afianzamiento de la presencia de la Fuerza Pública en el territorio. Puede afirmarse que en la actualidad esta zona del país es un escenario de guerra, y ello hace urgente que se adopten todas las medidas necesarias para proteger a la población civil; principalmente se requiere que todos los actores armados respeten la normativa humanitaria internacional, y que se comprometan en la no vinculación de la población en la confrontación armada. De parte del Estado, es necesario demandar la implementación efectiva de una política de prevención y protección de las comunidades, dirigida a salvaguardar sus derechos.

Además de la presencia y accionar de los grupos armados al margen de la ley en el territorio, aspecto que ya ha sido abordado en este documento, la entrada de la Fuerza Pública a las principales cabeceras municipales y corregimentales, se ha convertido en un factor adicional de riesgo en la me-dida en que esta presencia no esta acompañada de un fortalecimiento de la institucionalidad civil, y en el desarrollo de las acciones de la Fuerza Pública no se ha implementado una estrategia de prevención del desplazamiento forzado. Adicionalmente, llaman la atención las denuncias efectuadas por la población acerca de la facilidad con que se movilizan los grupos para-militares en zonas de reconocido control de la Fuerza Pública.

Por parte de las autoridades civiles en el departamento, se observa una visión limitada en la caracterización de la problemática humanitaria y, por ende en

53- A esta conclusión llegó la Corte Constitucional en el proceso de seguimiento a la Sentencia T 025 de 2004. Ver: Auto 218 de 2006.

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la formulación de la política de prevención del desplazamiento forzado. Se parte de considerar que el único, o por lo menos el principal componente de las acciones de prevención es el militar; el afianzamiento de la política de seguridad democrática aparece como el desarrollo central de la política de prevención, lo cual contradice ampliamente los postulados que en esta materia desarrolla el Decreto 250 de 2005, en la medida en que éstas no se acompañan claramente con acciones de protección de la población civil.

Ilustrativa de esta situación es la respuesta remitida por la Secretaria de Gobierno de la Gobernación de Vichada, al derecho de petición formulado por CODHES en agosto de 2007, donde se señala que:

“La administración mantiene información permanente de la población vichadense a través de las fuerzas del orden legítimamente constituidas, con quienes se realizan Consejos de Seguridad todos los viernes con-vocados por el señor Coronel comandante de la Brigada de Selva No. 28, se recibe información de cada uno de los municipios y se evalúa el orden público, con el propósito de prevenir hechos que descompongan el tejido social del Departamento54”

El énfasis puesto en la recuperación del control del territorio por parte de la Fuerza Pública, deja de lado las demás estrategias de prevención contempla-das en el Plan Nacional de Atención; específicamente los componentes de protección, asistencia humanitaria, fortalecimiento institucional, gobernabi-lidad y fortalecimiento de las relaciones con la comunidad, fortalecimiento de la mesa nacional de prevención y, seguridad alimentaria.

Uno de los instrumentos de carácter preventivo que incorporó en el Plan Nacional de Atención es el Sistema de Alertas Tempranas –SAT- de la Defensoría del Pueblo, el cual constituye sin duda una herramienta de gran potencial en lo que se hace a la obligación del Estado de prevenir la ocurrencia de violaciones a los derechos humanos e infracciones al derecho internacional humanitario.

En este sentido, vale retomar las recomendaciones que el SAT hizo en el Informe de Riesgo No. 020-07 A.I. de julio de 2007, referido a los municipios de Puerto Gaitán – Meta y Cumaribo – Vichada. En la medida en que éstas surgen del análisis efectuado por el organismo público encargado de velar por la promoción y defensa de los derechos humanos, y deben constituir un referente para las acciones que en materia de prevención del desplazamiento forzado desarrollan las autoridades de nivel nacional y regional.

Sobre la base del análisis de la situación a nivel local, la Defensoría del Pueblo instó en su momento a:

- Orientar a las autoridades departamentales, municipales y a la Agen-cia Presidencial para la Acción Social para que diseñen una estrategia

54- Gobernación de Vichada. Secretaría de go-bierno y administración. Respuesta a derecho de petición de fecha 29 de agosto de 2007.

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de prevención para el desplazamiento forzado y estén atentos desde los Comités de atención integral para la población desplazada por la violencia en los municipios de Puerto Gaitán y Cumaribo para atender los posibles desplazamientos que se presenten y el acompañamiento de las comunidades en riesgo.

- A las autoridades civiles (Gobernaciones del Meta y Vichada y las Alcaldías y Personerías de Puerto Gaitán y Cumaribo), la Vicepresi-dencia de la República y la Agencia Presidencial para la Acción Social, para que promuevan acciones de coordinación interinstitucional con las comunidades en el sentido de elaborar un plan de prevención integral concertado con las comunidades y convoquen a los organismos inter-nacionales y nacionales de derechos humanos presentes en la zona.

A pesar de la advertencia y las recomendaciones formuladas en su momento por el Ministerio Público, la situación actual en amplias zonas del departa-mento de Vichada muestra la continuidad del riesgo para la población civil, que en algunos casos se ha desplazado de su territorio, y en otros permanece en el mismo, en medio de la zozobra y el temor que genera la presencia y accionar constante de los grupos armados.

En el departamento de Vichada no se han formulado planes ni programas de prevención del desplazamiento forzado, aún más, el Comité Departa-mental de Atención Integral a la Población Desplazada no se reúne con la periodicidad requerida, y cuando se reúne no cuenta con la presencia de los alcaldes de todos los municipios, quienes argumentan los altos costos de transporte como razón para no asistir a dichas sesiones55.

Adicionalmente, CODHES observa con preocupación el hecho de que la delegación regional de la entidad estatal que tiene a su cargo la difusión y promoción de los derechos humanos sólo hace presencia en la capital del Departamento y posee un escaso conocimiento de la dinámica del conflicto y la situación de derechos humanos en los demás municipios. Como con-secuencia de lo anterior, se observa que en municipios como Cumaribo el único agente del Ministerio Público es la Personería, que cuenta con muy escasos recursos para desarrollar sus funciones en un territorio extenso y de características tan complejas como éste. Vale decir además que una política de prevención y protección de las comu-nidades en el Vichada pasa por la generación de opciones de vida dignas para las comunidades en su territorio. El Estado debe hacer presencia en estas regiones como garante de los derechos y proveedor de bienes y servicios para las comunidades; para lo cual resulta indispensable el fortalecimiento de la institucionalidad civil, la implantación de programas que garanticen el acceso a la salud y educación para toda la población, así como la gene-ración de alternativas económicas lícitas que constituyan una real fuente de ingresos y por ende, de desarrollo para la región.

55- Entrevistas con alcaldes y funcionarios de carácter departamental. CODHES, julio y sep-tiembre de 2007

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Sin embargo, estas medidas resultan insuficientes si los actores armados continúan irrespetando las reglas del Derecho Internacional Humanitario. Mientras continúe el conflicto se hace necesario que todos los actores involucrados en el mismo se comprometan con el principio de distinción y por ende, con el pleno respeto de la población civil, y de los bienes ma-teriales e inmateriales que garantizan la pervivencia de ésta. Este es uno de los debates que se puede promover desde la activación de un espacio humanitario en esta región.

4.2. Atención Humanitaria

La Alcaldía de Puerto Carreño destina algunos recursos para brindar atención inmediata a la población, una vez ésta presenta la respectiva declaración; atención que consiste básicamente en la provisión de alimentos. A nivel de alojamiento temporal, el municipio no cuenta con un espacio que sirva de albergue para las familias que allí llegan; lo cual deja ver la ausencia de un plan de contingencia para atención de emergencias de carácter humanitario que allí se puedan presentar.

El Vicariato Apostólico de Puerto Carreño ha jugado un papel importante en materia de atención de emergencia a las familias desplazadas, como parte de su trabajo pastoral. Por supuesto, estas acciones se encuentran por fuera de la órbita de la responsabilidad del Estado y se ubican en el terreno de las respuestas sociales que con carácter eminentemente humanitario desarrollan entidades como la Iglesia, las cuales contribuyen en alto grado a disminuir las condiciones de vulnerabilidad en que arriban las familias a esta zona del país.

En lo referente a Atención Humanitaria de Emergencia, el principal pro-blema que se observa en el Departamento de Vichada se relaciona con la oportunidad de la misma.

En este departamento no se cuenta con Unidad de Atención y Orientación UAO, y la provisión de los elementos que componen la atención huma-nitaria de emergencia depende del nivel nacional de Acción Social, y son remitidos desde Bogotá de acuerdo con las solicitudes que a tal efecto haga la Unidad Territorial Vichada. En tanto ésta última debe esperar a que se reúna un número de solicitudes significativo, la entrega puede tardar entre cuatro y cinco meses en promedio después de la inclusión en el registro de cada familia.

Un factor de retraso adicional lo constituye el hecho de que el operador con-tratado por Acción Social para el suministro de los paquetes de asistencia a esta región solo cubre transporte terrestre, y como ya se ha señalado en otros apartes de este informe, las vías de comunicación en este departamento son muy precarias y prácticamente intransitables en época de invierno.

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Se hace necesario en este aspecto, una revisión de los mecanismos con que se maneja esta fase de la política de atención que en principio, como su nombre lo indica, esta pensada para dar respuesta a la situación de necesidad inminente que tienen las familias al desplazarse como consecuencia de la violencia. La demora en la provisión de los kits de emergencia causa a su vez represamiento en la entrega de los mismos, de manera que a una familia se le proporciona a la vez los insumos que deberían entregarse de forma escalonada, lo cual resulta particularmente delicado en lo que se refiere a los alimentos, por cuanto algunos de éstos se deterioran fácilmente en las condiciones climáticas de esta región.

4.3. Acceso a salud y educación

La cobertura en términos de salud y educación esta garantizada por la admi-nistración departamental y municipal, con cargo a los recursos del Sistema General de Participaciones y del FOSYGA.

En materia de acceso a la educación no se presentan mayores dificulta-des, y en general este tema no constituye un problema para las familias desplazadas. Las barreras están dadas por los costos complementarios que difícilmente puede cubrir una persona en situación de desplazamiento; éstos son: alimentación, útiles y uniformes.

Se observan casos de deserción escolar en el municipio de Puerto Carreño por falta de recursos de las familias para dotar a sus hijos de los uniformes e implementos necesarios, ó para cubrir las cuotas que cobran los colegios por concepto de refrigerios. Las autoridades municipales y departamenta-les no han destinado recursos para estos fines, en dirección a garantizar la permanencia de los menores en el sistema educativo.

En lo referente a salud, las familias desplazadas ubicadas en Puerto Carreño manifiestan tener acceso, algunas por vía del régimen subsidiado, y otras por medio de contratos directos con las instituciones prestadoras de servicio. Las falencias en este nivel, son comunes a las que se observan al analizar la situación general del sistema de salud en el país; esto es, incumplimiento en el despacho de fórmulas, retrasos en remisiones y traslados para recibir atención especializada, entre otros.

Pero sin duda alguna, el déficit más alto en materia de salud y educación se presenta en las áreas rurales. En amplias porciones de la geografía del Vichada confluyen factores que se constituyen en limitaciones estructurales para el disfrute del derecho a la salud de la población, especialmente la po-blación indígena que en su mayoría habita estas zonas. En primer término, el departamento cuenta con una deficiente red de servicios de salud, que se concentra en las cabeceras municipales, en tanto que en las veredas sólo

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se cuenta con puestos de salud escasamente dotados, y con promotores de salud, que en ocasiones no poseen la formación y los instrumentos suficien-tes para dar respuesta a las necesidades de la población. Como resultado de esta situación, son habituales los casos de muerte de menores por falta de atención en veredas y corregimientos donde se presentan con frecuencia casos de tuberculosis y malaria, entre otras enfermedades.

Otro elemento que contribuye gravemente en los niveles de vulneración del derecho a la salud de la población son las restricciones impuestas por los actores armados a la movilidad del personal médico, en una conducta clara-mente atentatoria de los principios del Derecho Internacional Humanitario. Se han presentado casos de retención de personal, sustracción de material sanitario y de vehículos, e incluso en cercanías al municipio de Cumaribo en el año 2006 se presentó un ataque de la guerrilla de las FARC a un vehí-culo del ICBF, resultando muertos sus ocupantes. Este tipo de acciones han llevado a que el hospital departamental restringa al máximo sus misiones a ciertas zonas y, a que el ICBF suspenda su programa de unidades móviles; hechos todos que afectan de manera grave a la población civil.

4.4. Soluciones duraderas

En materia de soluciones duraderas, son muy escasos los avances que se ob-servan, y en su mayoría éstos se concentran en la capital departamental.

Según la información suministrada por las autoridades locales, en Puerto Carreño se han otorgado soluciones de vivienda a 82 familias desplazadas en las urbanizaciones El Triangulo y Villa Orinoco56. Sobre la primera sin embargo, se han manifestado inconformidades por parte de los habitantes por cuanto la construcción se realizó en un terreno pantanoso, y tal como pudo constatar CODHES en visita de campo, algunas de las viviendas presentan averías relacionadas con la estabilidad del suelo. Entre tanto, en Cumaribo no se ha podido desarrollar un programa de soluciones de vivienda para la población desplazada, a pesar de que los lotes ya han sido asignados, porque el municipio no cuenta con esquema de ordenamiento territorial.

En materia de generación de ingresos, el único proyecto que se ha desarro-llado en el departamento es la experiencia piloto de granja auto sostenible en el municipio de La Primavera, para el cual la gobernación destinó 20 millones de pesos en el año 2006.

Tanto en Cumaribo como en Puerto Carreño, la población desplazada tiene limitado acceso a opciones productivas, y para sobrevivir debe vincularse a los circuitos económicos de la informalidad, en actividades como ventas ambulantes, contrabando de gasolina, entre otras que no representan un ingreso constante y no constituyen garantía laboral alguna.

56- Entrevistas con alcalde y secretario de go-bierno departamental. CODHES, julio de 2007

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Al indagar sobre este aspecto, tanto las alcaldías como la gobernación ar-gumentan la débil capacidad financiera de las entidades territoriales para explicar la ausencia de inversiones en este nivel. Si bien este argumento puede tener algún asidero en la realidad en la medida en que son municipios de sexta categoría que no cuentan con generación de recursos propios, tam-bién se observan altos niveles de corrupción en el municipio de Cumaribo, como resultado de lo cual la mayor parte de sus alcaldes han sido destitui-dos. Adicionalmente, la falta de compromiso presupuestal para atención a la población desplazada ha llevado a que la Procuraduría abra procesos disciplinarios en contra de funcionarios de nivel departamental y municipal, así como los miembros de los concejos municipales y la asamblea57.

En contravía de lo dispuesto por la Corte Constitucional, se observa que la destinación presupuestal para atención a la población desplazada se dirige principalmente a la fase de atención de emergencia y cobertura en salud y educación, dejando de lado programas de prevención y protección y solu-ciones duraderas. Se hace necesario en este nivel, una mayor coordinación de acción y articulación de esfuerzos presupuestales entre las entidades de orden regional y nacional, de manera que se materialicen los derechos de la población desplazada, independientemente de las capacidades financieras de la entidad territorial en que ella se encuentre ubicada.

De otra parte, es necesario revisar y adaptar programas de orden nacional que se han implementado hasta ahora sin tener en consideración las condi-ciones específicas de la región, como es el caso del programa Familias en Acción en el municipio de Cumaribo. En dicha localidad se identificaron 1.820 familias como potenciales beneficiarios del programa, pero dado que algunas de éstas habitan en veredas que se hallan alejadas del casco urbano, donde los costos del transporte son en ocasiones mas elevados que el mismo subsidio que podrían recibir, solo 450 familias se inscribieron efectivamente en el programa, la mayoría de ellas habitantes de la cabecera municipal58. En conclusión, la población desplazada en el Departamento de Vichada se encuentra en condiciones de alta vulnerabilidad social, asociada con la es-casa cobertura en servicios básicos, y la dificultad para acceder a soluciones duraderas que garanticen el restablecimiento pleno de sus derechos. Esta situación aparece estrechamente vinculada con la debilidad institucional a la que se hizo referencia en la primera sección de este documento, sumada al frágil compromiso de las autoridades locales, que no han asumido la di-mensión e implicaciones que tiene el desplazamiento forzado en esta región, y que manifestaron reiteradamente en las entrevistas sostenidas no tener claridad sobre sus competencias y responsabilidades en esta materia.

57- Entrevista con funcionario de la procuraduría regional. CODHES, julio de 200758- Entrevista con enlace municipal de Familias en Acción. Cumaribo, septiembre de 2007

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1. Características generales del departamento

1.1. Territorio

El departamento de Guainía se ubica en la zona nor oriental de la Amazonía Colombiana, en un territorio privilegiado por las condiciones de un entorno selvático, enmarcado por ríos de gran caudal que luego de atravesar sabanas y selvas se unen allí para desembocar en el Orinoco. A nivel político admi-nistrativo, el departamento cuenta con un solo municipio, Inírida que hace las veces de capital e importante paso de frontera con Venezuela; el resto del territorio esta organizado en ocho corregimientos: Barrancominas, Ma-piripana, Morichal Nuevo, Pana- Pana (Campo Alegre), Puerto Colombia, Cacahual, San Felipe y La Guadalupe, y 26 resguardos indígenas, habitados por miembros de las etnias curripaco, puinave, piapoco, sikuani, tucano, desano, yeral y cubeo.

Gua

inía

Fuente: Instituto geográfico Agustín Codazzi IGAC

MAPA 1. Departamento de Guainía

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Según el censo nacional de población efectuado en el año 2005, en el Guai-nía habitan 35.230 personas, la mayor parte de ellos, -17.866- concentrado en el municipio de Inírida59. La densidad poblacional del departamento es de apenas 2,38 habitantes por kilómetro cuadrado; sin embargo, ésta proporción debe comprenderse a la luz de las características ecosistémicas propias de la región, dado que la mayor parte del departamento es área de reserva forestal60, lo cual restringe las posibilidades de ocupación estable y explotación económica de amplias porciones del territorio.

La red fluvial del departamento esta integrada por los ríos Guaviare, que establece el límite con el Vichada, el río Inírida que atraviesa el departa-mento y delimita la zona norte y sur del mismo, y el río Guainía que fija la frontera con Venezuela, donde toma el nombre de Río Negro. A lo largo de su curso, estos importantes caudales reciben las aguas de caños, lagunas y riachuelos, dando lugar a un intricado sistema hidrográfico que constituye un enorme potencial en términos medio ambientales.

Los ríos en esta región no son solamente fuentes de agua, sino que son los espacios en torno de las cuales se han constituido los principales asentamien-tos poblacionales, por las posibilidades que brindan en cuanto a desarrollo agrícola, explotación comercial y vías de comunicación; y asociado a todo lo anterior, los ríos son los escenarios del conflicto armado.

En este sentido, es necesario en primer lugar entender la importancia que para el proceso de configuración del territorio y poblamiento del Guainía ha tenido y tiene el Río Guaviare. Este imponente río, que establece la frontera entre la Orinoquía y la Amazonía nace en la cordillera oriental, y toma su nombre de la conjunción de sus dos principales afluentes: el Guayabero y el Ariari. De ahí en adelante, el Guaviare es una inmensa arteria fluvial de aproximadamente 1.350 kilómetros de extensión, a través de los cuales es posible transitar desde San José del Guaviare hasta Inírida, donde se forma la estrella fluvial del sur, al darse la confluencia de aguas entre el Guaviare, el Inírida y el Río Atabapo.

A lo largo del inmenso curso del Guaviare, tuvo lugar un importante pro-ceso de colonización campesina, dadas las bondades de sus tierras para el desarrollo de la agricultura y el tipo de colono que a ellas llegó a finales de la década de los cincuenta y los sesenta: campesinos provenientes del interior del país que huían de la violencia61.

Así, en la segunda mitad del siglo pasado se conformó una importante red de poblados ribereños, entre los que se encuentran Mapiripán, Barranco Colorado, Puerto Alvira (Caño Jabón), Mocuare, Barranco Minas, además de los ya señalados San José del Guaviare e Inírida como puntos extremos. La importancia estratégica de este río como vía de comunicación y tránsito entre el interior del país y Venezuela, lo ha convertido en escenario de disputa

59- Departamento Administrativo Nacional de Es-tadística DANE. Censo general 2005. Resultados población conciliada (a junio 30 de 2005)60- “El Departamento es declarado como Re-serva forestal según la ley 2/59. Así mismo, me-diante resolución No. 123 del 21 de septiembre de 1993, el INDERENA creó la Reserva Nacional Natural Puinawai, a 1.092.500 has. que hacen parte del Sistema Nacional de Parques Naturales y destinadas a investigación y protección de la fisiografía y biodiversidad representativa de la selva en transición sabana selva amazónica”. Tomado de: Plan de Desarrollo Departamento de Guainía. Entre todos sí podemos. 2004- 2007. p. 2261- MOLANO, Alfredo. Selva adentro. Una historia oral de la colonización del Guaviare. El Ancora Editores. Bogotá, 2006.

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de los actores armados en las últimas décadas, como resultado de lo cual las poblaciones mencionadas han sido conocidas a nivel nacional e internacional por deplorables hechos de violencia que allí han tenido lugar.

Así, tenemos una primera zona del departamento del Guainía, que es la zona de influencia del Río Guaviare, caracterizada por ser la más poblada y de mayor desarrollo de actividades agropecuarias. Una segunda porción del territorio corresponde al área de influencia del Río Inírida, en torno de la cual se encuentran diferentes asentamientos indígenas, en tanto que la micro cuenca del Río Guainía representa la tercera sección en que puede dividirse el departamento, que es la más aislada y con menor cantidad de habitantes.

1.2. Economía y recursos Como ya se ha señalado, una amplia porción del territorio del Guainía es zona de reserva forestal, presenta unas condiciones ecosistémicas muy frági-les, lo cual impiden el desarrollo de proyectos de agricultura y ganadería.

Como ya se ha señalado, la ribera del Río Guaviare es la zona de mayor desarrollo de actividades agropecuarias, en tanto que la principal actividad económica en la zona de influencia del Inírida es la explotación de oro de aluvión, y en la zona sur del departamento se explota oro tanto en aguas del Guainía, como en la Serranía de Naquén, que al parecer constituye una impor-tante reserva aurífera recientemente concesionada a compañías extranjeras.

Desde principios de la década de los ochenta, el descubrimiento de las mi-nas de oro en Naquén desató una segunda oleada de colonización rapaz62, fenómeno que ya había conocido esta región años antes con la explotación del caucho, cuando miles de indígenas fueron sometidos por los caucheros en un proceso que tal como ha sido caracterizado por Alfredo Molano, sólo dejó tras de sí desolación y pobreza para la región y sus habitantes.

La “colonización rapaz” siguiendo a Molano, se distingue de la colonización campesina porque no da lugar a asentamientos poblacionales estables, ya que al tener como motivación y principal afán el lucro que genera el espejismo de las bonanzas, da lugar a un sistema de explotación y derroche en el que la pobreza se reproduce y la violencia se incuba.

Más de veinte años han transcurrido después de que se creyó encontrar El Dorado en el Guainía63, y aún la explotación de oro sigue siendo una im-portante fuente de ingresos para el departamento64; a través de los recursos que genera para la economía local y al ser una fuente para la asignación de regalías desde el gobierno central.

Pero según la información suministrada por los pobladores, la mayor explotación aurífera se concentra actualmente en la zona de frontera con Venezuela, en cercanías a San Fernando de Atabapo, donde colombianos y

62- Alfredo Molano presenta una serie de narra-ciones a partir de las cuales se puede tener un acercamiento a las dimensiones que este proceso tuvo para el Guainía en: MOLANO, Alfredo. Aguas arriba: entre la coca y el oro. El Ancora Editores. Bogotá, julio de 2005.63- A finales de los años ochenta, ECOPETROL contrató con el CIDER de la Universidad de los Andes un estudio para identificar el potencial minero del Guainía, de allí surgió la publicación Proyecto Minero del Guainía, “un proyecto minero a gran escala, llega incluso a proponer una “ciudadela” para la Serranía del Naquén.(...) Los fines declarados por este proyecto consistían en la afirmación de la soberanía colombiana en la frontera oriental, la generación de divisas y el desarrollo socioeconómico de la periferia, todo dentro del marco de la sostenibilidad ambiental” Tomado de: “Los métodos de Ernesto Guhl (1915-2000), ó en el fondo del mar cartogra-fiado. Consultado en: http://www.diss.fu-berlin.de/2007/95/kapitel4.pdf64- “La explotación minera en el Departamento del Guainía esta ubicada en los lechos de los ríos Inírida y Guainía; en este último los sectores de explotación son el piedemonte de la Serranía de Naquén y caño Colorado, siendo focos de exploración hacia mediados de los ochenta por Ingeominas y Mineralco; donde se cree que existen las mayores reservas de oro filoniano en la formación Roraima y en menor concentración el oro aluvial en los ríos, producto de los procesos de erosión y posterior depositación. En el lecho del Río Inírida, actualmente la explotación se con-centra en las comunidades de Remanso, Venado, Piedra Alta, Sedalito, Zamuro y Chorrobocón, comunidades que cuentan con licencia especial de exploración y explotación minera pero que lamentablemente algunas ya caducaron” Tomado de: Plan de Desarrollo Departamento de Guainía. Op. Cit. p. 24

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brasileros se emplean en la búsqueda del metal precioso, poniendo en riesgo su vida e integridad física, dado que esta actividad ha sido declarada ilegal por el gobierno del vecino país, y son frecuentes los casos de captura de mineros colombianos que terminan encarcelados en Puerto Ayacucho como consecuencia de su involucramiento en esta actividad.

Por lo demás, la economía del departamento de Guainía es una economía frágil, donde la administración y las obras públicas son las principales fuen-tes de empleo y generación de ingresos para la población. La agricultura se desarrolla en pequeña escala, con predominancia de cultivos de cacao, plátano, maíz y yuca; sin embargo, en los últimos años se ha presentado una tendencia decreciente del área cultivada en la ribera del Guaviare, acom-pañada de un incremento de la misma en Inírida, lo que es explicado en el Plan de Desarrollo departamental en los siguientes términos:

“uno de los aspectos más notorios es la disminución de área en cultivos en la zona media y alta del río Guaviare, y el aumento de estas en el municipio de Inírida, por diferentes factores tales como inundaciones del Río Guaviare durante dos años seguidos y situaciones de orden pú-blico que ha ocasionado el desplazamiento de la población rural hacia el casco urbano y fincas aledañas de Inírida65”

Como consecuencia de la incipiente producción local, la mayor parte de los productos de consumo básico son llevados por vía aérea o fluvial desde el interior del país, lo cual eleva de manera considerable el costo de vida. Por su ubicación en zona de frontera, en el municipio de Inírida insumos como el cemento y los combustibles son comercializados desde Venezuela, donde éstos tienen un costo inferior.

Dicha situación, unida a los altos niveles de desempleo de la población en Inírida, ha favorecido la incidencia del fenómeno del contrabando, espe-cialmente de gasolina, que resulta ser una opción económica atractiva para muchas personas, a quienes se conoce popularmente como “pimpineros”.

Los pimpineros constituyen actualmente un grupo poblacional que evidencia la problemática socio económica del departamento, dado que en su contra se desarrolla una fuerte persecución por parte de las autoridades de policía, quienes aluden las restricciones al comercio de combustibles como razón para atacar a quienes intentan cruzar la frontera con pimpinas de gasolina. Tales restricciones se insertan en el desarrollo de acciones policiales dirigidas a cerrar el ingreso de insumos y precursores para el procesamiento de la hoja de coca, pero algunos pimpineros denuncian los sistemáticos ataques de que son victimas por parte de las autoridades militares, en tanto que los grandes cargamentos de gasolina y ACPM circulan sin mayores dificultades66.

Según el censo de cultivos de coca a diciembre de 2006, realizado por la Ofici-na de las Naciones Unidas contra la droga y el delito UNDOC67, en el Guainía

65- Ibídem. p. 1866- “Hace tres años, el periódico Tal Cual, de Caracas, publicó un informe basado en cifras de PDVSA, la empresa estatal petrolera venezolana, según el cual de los 5 millones de litros que le distribuyen al estado de Amazonas (colindante con Guainía y Vichada), 1.2 millones se consumían internamente, otro tanto se vendía a los habitantes de Colombia en la frontera, y el resto, 2.6 millones, se iba a la industria del nar-cotráfico. Y situaba a San Fernando de Atabapo como el punto de donde salía la mayoría de ese combustible”. Citado en: VICEPRESIDENCIA DE LA REPUBLICA. Programa presidencial de derechos humanos y derecho internacional humanitario. “Los Derechos Humanos en el Departamento de Guainía”. Bogotá, 2004 67- NACIONES UNIDAS. Oficina contra la droga y el delito. Cultivos de coca, estadísticas municipa-les a diciembre de 2006. Bogotá, julio de 2007. En: www.unodc.org/colombia

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se constató la existencia de 753 hectáreas cultivas con coca, concentradas principalmente en el municipio de Inírida y en los corregimientos Barranco Minas –límite con Vichada- y Morichal Nuevo –limítrofe con Guaviare-.

Al parecer, la escasa presencia de cultivos de coca en este departamento, se asocia con la importancia que tiene este territorio como espacio de entrada de insumos y comercialización de cocaína cristalizada, proveniente princi-palmente del Guaviare. La principal vía de transporte es el Río Guaviare, que por muchos años ha sido controlado por las FARC, y que en los últimos años se ha convertido en escenario de combates entre este grupo armado y grupos paramilitares, justamente por el interés de controlar el ingreso de armas e insumos químicos, así como el tráfico de estupefacientes. Al respecto, señala un informe sobre las zonas de frontera realizado por Inter-nacional Crisis Group:

“Otras regiones descuidadas de las fronteras que se sabe son lugares de ingreso de armas y puntos de exportación de drogas son las selvas orientales en los departamentos de Guainía, Vichada y Vaupés, al otro lado de la provincia amazónica de Venezuela. Allí los guerrilleros de las FARC han permanecido tranquilos durante muchos años, cultivando coca y transportándola por el río Guaviare o por avión hasta Venezuela y Brasil(…) El verdadero corazón de las FARC se encuentra río arriba, en el departamento de Guainía y más cerca de Meta y Guaviare, en donde se cultiva una buena parte de la coca colombiana.68”

Así, el Departamento de Guainía resulta estratégico para el trafico de precur-sores y la comercialización de coca, a través de los ríos Guaviare e Inírida principalmente; coca que en gran medida proviene del vecino departamento del Guaviare, aun cuando debe señalarse que el incremento de operaciones de aspersión aérea que allí han tenido lugar en los últimos años hacen posible un escenario de traslado de cultivos hacia el Guainía, territorio que ofrece condiciones favorables para el cultivo y transporte final de estupefacientes, gracias a sus características climáticas y a su ubicación fronteriza.

En síntesis, la economía del departamento del Guainía es una economía que se ha sustentado históricamente en los ciclos de bonanzas extractivas, siendo las más recientes las del oro y la coca; procesos que por las características bajo las cuales se desarrollan no dan lugar a una economía local capaz de autoabastecerse. Aún cuando el departamento cuenta con zonas aptas para la agricultura, esta actividad no se ha desarrollado de forma significativa, y en cambio se observa en los últimos años un decrecimiento del área cultivada en la zona más fértil, lo cual se asocia en buena parte con la dinámica de conflicto armado en la ribera del Guaviare.

Se hace necesario en este contexto, que la presencia institucional del Esta-do se fortalezca en lo que hace a la generación de alternativas económicas lícitas para los habitantes del departamento, las cuales deben considerar las

68- INTERNATIONAL CRISIS GROUP. Las fronteras en Colombia: el eslabón débil de la política de seguridad de Uribe. Informe sobre América Latina No. 9. Quito - Bruselas, Septiembre de 2004.

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condiciones específicas del ecosistema amazónico, sobre el cual las acciones han de orientarse más hacia la protección y conservación, en concertación con las comunidades indígenas.

1.3. Dinámicas de poblamiento

El departamento de Guainía es el segundo con mayor participación de pobla-ción indígena, después de Vaupés; el 64.81%69 de sus habitantes pertenece a las etnias currripaco, puinave, piapoco, sikuani, tucano, desano, yeral y cubeo; quienes habitan en 26 resguardos.

Las comunidades indígenas del Guainía sufrieron un grave proceso de aculturación en la segunda mitad del Siglo XX, como resultado de la “colo-nización evangelizadora” encabezada por la norteamericana Sophia Muller, de quien se dice tradujo la Biblia a la diferentes lenguas aborígenes de la región, e introdujo a estos grupos en una cosmovisión nueva: la religión protestante, que aún hoy es el principal referente para congregarse, más que algún proceso organizativo de reivindicación étnica.

La incidencia de este proceso en la transformación de los referentes cultu-rales de los pueblos aborígenes asentados en esta parte del país, explica en buena medida la debilidad organizativa de los mismos, y la desarticulación que presentan en la actualidad con respecto a las dinámicas asociativas indígenas de carácter regional y nacional.

Por su parte, la población colona se ha asentado principalmente en el casco urbano de Inírida y en las cabeceras corregimentales; y son personas que han llegado a la región huyendo de la violencia en diferentes momentos, y atraídos por las diferentes bonanzas que ha vivido el Guainía.

Las rutas de la colonización en el Guainía han sido los ríos, y como tal es en sus riberas donde se ubican los principales centros poblados. Dadas las bondades de su territorio, la zona de colonización donde se constituyeron asentamientos más grandes fue el Río Guaviare. Desde los campesinos que huyeron de la violencia desatada en el interior del país en los años cincuenta y sesenta del siglo anterior, hasta los desplazados del actual ciclo del vio-lencia procedentes de Mapiripán, Caño Jabón y Barrancominas, continúan tomando la ruta del Guaviare70 para buscar refugio en Inírida.

1.4. Institucionalidad pública

La institucionalidad pública en el departamento del Guainía es débil, y se concentra en su mayor parte en la capital, en tanto que en los corregimientos

69- La cifra sobre población indígena es tomada de: DANE. Dirección de censos y demografía. Colombia: una nación multicultural. Su diversidad étnica. Bogotá, octubre de 2006. Es necesario advertir sin embargo, que la referencia acerca de la participación porcentual de los pueblos indígenas en el total de la población es presen-tada por el DANE con respecto a la población censada, y no con respecto a los resultados de población conciliada. Este tipo de inconsistencias dificulta el análisis y de allí se deriva un carácter eminentemente ilustrativo de estas estadísticas, que es absolutamente inconveniente en términos de planeación y ejecución de políticas públicas. 70- Una buena ilustración de lo que ha sido el conflicto en el Río Guaviare se encuentra en: ARDILA CALDERON, Gerardo. “El Río Guaviare: espejo de Colombia” En: Revista Inversa, Vol. 1, No. 1 (2005) p.39-48

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la autoridad civil es delegada directamente por la Gobernación en los corre-gidores, quienes deben coordinar su acción con las autoridades indígenas. Las dificultares que presenta este modelo de organización del territorio y administración han sido planteadas en el apartado correspondiente del capítulo de análisis regional de este estudio.

Vale decir, para el caso del Departamento de Guainía, que las dimensiones del territorio y de sus problemáticas, asociadas al déficit histórico en la prestación de servicios públicos, aunados por la escasa presencia de las autoridades civiles en los corregimientos, generan por lo menos dos con-secuencias de orden sociopolítico que deben ser consideradas.

En primer lugar, en el marco de un escenario de conflicto armado como el que tiene lugar en el departamento de Guainía, la ausencia de institucionalidad civil en el territorio se traduce en una vulneración adicional a los derechos de las poblaciones, para quienes el Estado no aparece como el garante de sus derechos. Esta situación se hace más compleja cuando el componente institucional que entra al territorio es la Fuerza Pública; en la medida en que la población percibe que además de la vulneración sistemática a que ha sido sometida en razón de ser habitante de una región marginal, se añade la acción de fuerza con que se asocia la presencia militar.

Instituciones civiles como la Defensoría del Pueblo laboran en condiciones muy precarias, a pesar del compromiso que tienen con la defensa de los de-rechos de la población. La escasez de recursos hace que la acción defensorial se circunscriba casi por completo al municipio capital, pues no se cuenta con el personal suficiente, ni con la capacidad financiera para movilizarse por el resto del departamento.

Vale recordar en este aspecto, que en los corregimientos departamentales no existen las personerías, y por ende no hay ningún representante del Minis-terio Público, que pueda servir de enlace con la delegación seccional de la Defensoría. Adicionalmente, los pocos medios de comunicación existentes en los corregimientos (p. ej: fax, teléfono) se encuentran en las instalacio-nes militares, lo cual restringe el tipo y calidad de la información que en un momento dado quisiera transmitir un habitante ó el mismo corregidor a alguna institución con sede en la capital departamental.

En síntesis, el Departamento de Guainía presenta una situación muy delicada en lo que hace a presencia de la institucionalidad pública, ya que ésta se ubica y gobierna casi exclusivamente para la capital, dejando a la mayor parte del departamento, que es habitado por comunidades indígenas, en condiciones de marginalidad que han sido capitalizadas por décadas por los grupos al margen de la ley, quienes han entrado a ocupar el lugar que no ocupa el Estado. Dicha situación tiene graves consecuencias en la actualidad, en la medida en que en desarrollo de la estrategia de recuperación del control

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territorial del gobierno nacional, se ha incrementado la presencia de la fuerza pública en las cabeceras corregimentales, y en medio de la confrontación con los grupos armados que dicha situación desata, la población civil queda en condiciones de indefensión; frecuentemente es acusada de ser colaboradora de uno u otro actor y se ve compelida a plegarse al sistema de reglas del actor armado dominante o, abandonar su territorio.

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2. Dinámica del conflicto armado El departamento de Guainía ha sido escenario de presencia predominan-te de la guerrilla de las FARC desde finales de la década de los ochenta, cuando esta organización armada avanzó hacia este territorio con el objeto de aprovechar las posibilidades que el mismo ofrece en términos de apro-visionamiento logístico, transporte y control de tráfico de estupefacientes. Esta acción fue posible dadas las condiciones de nula presencia de la ins-titucionalidad pública.

Las FARC hacen presencia en el Guainía a través del Frente 16; que opera en la mayor parte del departamento, controlando principalmente el trans-porte por los ríos Guaviare e Inírida. De acuerdo con la Fundación Ideas para la Paz:

“El departamento de Guainía se ha convertido en un territorio clave para las FARC. El frente 16 ha construido una importante red de carreteras, laboratorios, pistas y campamentos. Puerto Inírida y Barrancominas, las mayores poblaciones de la zona, son puntos estratégicos para la comer-cialización de la coca que se produce en departamentos como Caquetá y Meta, así como para el ingreso de armas y explosivos desde territorio venezolano. El río Guaviare, que atraviesa el suroriente del país, hace de autopista fluvial que conecta los grandes frentes del Bloque Oriental (27,43, 44, 7, 1) con el frente 16, que a su vez hace de bisagra entre el Bloque y los traficantes que llegan de Venezuela y el Brasil.71”

En los últimos años esta estructura armada ha sido fuertemente golpeada por el Ejército colombiano, que se ha concentrado en disminuir la capacidad opera-tiva de este grupo, específicamente en lo referido al tráfico de estupefacientes, que es su principal fuente de ingresos. En esta dirección, se desarrollaron operaciones como la denominada Operación Gato Negro en el año 2001, en inmediaciones de Vichada y Guainía, donde fue capturado “Fernandinho”, capo brasilero vinculado al tráfico internacional de drogas y armas.

Pero sin duda, el golpe más fuerte propinado por la Fuerza Pública a la guerrilla de las FARC fue la baja del comandante del frente 16, alias el

71- Fundación Ideas para la paz. Siguiendo el conflicto: hechos y análisis de la semana. Número 5. Marzo 18 de 2005

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72- Ver: EL TIEMPO. “FARC adelantan campaña de terror en Meta y Guaviare en retaliación por muerte del “Negro Acacio”. Sección conflicto armado, noviembre 28 de 200773- Ver: AFP. “Militar dice que guerrilleros de las FARC se refugian en Brasil”. Río de Janeiro, 13 de diciembre de 2007. En: www.univision.com

“Negro Acacio”, ocurrida a principios de septiembre del año 2007, en un punto no identificado en cercanías a Barrancominas.

Dadas las dificultades en el acceso a información sobre estos territorios, no se cuenta con registros que den cuenta de la situación actual de la confronta-ción armada en el Guainía. Sin embargo, el desarrollo de operaciones como la anteriormente señalada, hacen prever una agudización del conflicto, con graves consecuencias para la población civil, que no cuenta con redes de protección y apoyo que garanticen sus derechos en tal escenario.

En su labor de monitoreo regional, CODHES ha tenido conocimiento de la agudización de la situación en materia de violación a los derechos humanos, específicamente en la zona de influencia del Río Guaviare, en el corredor que va desde Barrancominas (Guainía), hasta Mapiripán (Meta), donde el ejército intenta avanzar, a partir de la base militar que se instaló en el 2004 en Barrancominas, lo cual ha desatado enfrentamientos con la guerrilla de las FARC, que ha controlado por décadas este corredor de movilidad. Como resultado de estas acciones, la población civil se ha visto obligada a abandonar sus territorios, y refugiarse en el casco urbano de Barrancominas, en tanto que otros han tratado de llegar hasta Inírida.

Una evidencia del deterioro de la situación en términos de garantías para las comunidades, lo constituyen los reportes de medios de comunicación, según los cuales la guerrilla de las FARC lleva a cabo operaciones de retaliación en contra de la población civil, buscando eliminar las bases de apoyo de la Fuerza Pública, que según ellos, serían quienes habrían brindado la infor-mación para el operativo en el que cayó el comandante del Frente 1672.

De otra parte, en el corregimiento de San Felipe se desarrollan actualmente operaciones de avanzada de la Fuerza Pública. Con su arribo a este sector del departamento, el Ejército busca consolidar un punto estratégico para el control del Río Guainía, y con ello de una importante zona de frontera con Venezuela y Brasil. Al parecer, este hecho ha generado un repliegue del grupo insurgente hacia territorio brasilero73, lo cual agrega un elemento de complejidad al escenario regional, y plantea una situación que debe ser monitoreada, de cara a garantizar los derechos de los habitantes de este extremo del territorio nacional.

Se observa entonces que, como consecuencia del incremento de operaciones de la Fuerza Pública en territorios que históricamente han sido controlados por las FARC, uno de los más importantes frentes de esta organización ha sido duramente golpeado, y se prevé que en respuesta, este grupo esté lle-vando adelante un proceso de recomposición dirigido a mantener el control de rutas estratégicas para el desarrollo de sus actividades ilegales. Esta situación, en un contexto caracterizado por una mayor presencia y presión de la fuerza pública, puede derivar en una extensión de las infracciones al

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derecho internacional humanitario y las violaciones a los derechos huma-nos, dado que persiste por parte de los actores armados la inobservancia del principio de distinción, al señalar a la población civil como auxiliadora del grupo contrario, y atentar en su contra.

La información sobre conflicto armado y violencia que registra el Observa-torio de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República, indica que falta mucha información para tener un marco de comprensión de lo que ocurre en esta región del país. Según esta fuente, durante 2007 se produjo un homicidio en Guainía y uno más en el primer trimestre de 2008. Precisa la información que 78 personas fueron expulsadas de ese territorio en 2007 y 19 en el primer trimestre de 2008 y que un total de 64 personas declararon su condición de desplazadas el año pasado74.

En estas circunstancias es urgente la presencia y fortalecimiento de institu-ciones civiles y organizaciones humanitarias con capacidad de verificar las condiciones actuales de las comunidades en esta zona del país y, diseñar a mecanismos de protección de las mismas. En todo caso, debe prevalecer una exigencia civil a todas las partes involucradas en el conflicto para que respeten las normas del derecho internacional humanitario y al Estado para que haga realidad su responsabilidad en materia de derechos humanos.

74- Ver: http://www.derechoshumanos.gov.co/modules.php?name=informacion&file=ar ticle&sid=825

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3. Crisis humanitaria y desplazamiento forzado

3.1 Desplazamiento forzado: cifras y tendencias

Según la información consolidada a diciembre 31 de 2007, por el Sistema de Información de Población Desplazada SIPOD, entre los años 2001 y 2007 1.743 habitantes del departamento del Guainía han sido registrados como desplazados. Esta cifra, debe ser leída apenas como una aproximación al total de población que se ha visto obligada a desplazarse como consecuencia del conflicto armado, porque en la captura de este tipo de estadísticas incide de forma negativa la debilidad institucional propia del departamento, sobre la cual ya se ha ahondado en este documento.

Lo anterior se traduce específicamente, en el hecho de que la mayor parte de la población que aparece en el registro de Acción Social es aquella que logra llegar al municipio de Inírida, donde existe la capacidad institucional para recepcionar la declaración, lo cual no ocurre en los corregimientos.

Con base en este registro, y aún con las precariedades que han sido seña-ladas, es claro que el principal lugar de expulsión es el corregimiento de Barrancominas, lo cual se explica por el nivel de confrontación armada que se presenta en esta zona del departamento, asociada con la importancia que para los actores armados tiene controlar el Río Guaviare. Así, del total de población que ha sido desplazada en el departamento, 995 han salido de Barrancominas, lo cual representa el 57% del total de víctimas de este flagelo. Esta tendencia queda ilustrada en el siguiente gráfico.

Fuente: SIPOD – Acción Social. Información con corte a diciembre 31 de 2007, publicada en www.accionsocial.gov.co

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Adicionalmente, llama la atención el incremento de población expulsada del municipio de Inírida a partir del año 2005, lo cual estaría señalando también la relevancia que adquiere el área de influencia del río del mismo nombre en el actual contexto de conflicto de la región.

En lo referido a recepción, el SIPOD solo presenta registro de llegada de población a Inírida y en una muy pequeña proporción a Barrancominas, lo cual se explica en parte por la necesidad que tienen las personas desplazadas de buscar refugio en zonas que garanticen condiciones mínimas de seguri-dad y subsistencia, lo que en el Guainía sólo es medianamente posible en el municipio capital. Pero adicionalmente, esta información pone de presente el nivel de subregistro que existe con respecto al desplazamiento que ocurre en los corregimientos, lo que podría denominarse “desplazamiento intrasel-vático”; donde las comunidades indígenas al verse amenazadas, abandonan su territorio y buscan refugio en otros resguardos, en otras comunidades, ó huyen hacia los países vecinos, en una dinámica migratoria que no es percibida ni registrada.

De acuerdo con el Sistema de información de Acción Social, entre los años 2001 y 2007, arribaron al Guainía en calidad de desplazados 2.064 personas y el 99% de ellas (2.049) llegaron al municipio de Inírida, como lo muestra la gráfica 2.

Fuente: SIPOD – Acción Social. Información con corte a diciembre 31 de 2007, publicada en www.accionsocial.gov.co

Se concluye a partir de estas cifras, que el Departamento del Guainía es principalmente receptor de población desplazada, que como se constató en el trabajo de campo proviene en su mayor proporción de la zona de influencia del Río Guaviare, tanto de los corregimientos Barrancominas, Mapiripana, como de municipios de los vecinos departamentos de Vichada, Meta y Guaviare.

A Inírida han llegado cientos de familias desplazadas de esta parte del país, procedentes de desplazamientos masivos como el que tuvo lugar en la inspección de policía Puerto Alvira (Caño Jabón), municipio de Mapiripán – Meta, de donde salieron cerca de 400 familias luego de la masacre que grupos paramilitares cometieron contra esta comunidad en el año 199875 -ver recuadro anexo 1-.

75- La responsabilidad por este crimen ha sido reconocida por el jefe paramilitar Salvatore Mancuso, en las audiencias de versión libre que se adelantan en el marco del proceso de Justicia y Paz.

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76- En: VICEPRESIDENCIA DE LA REPUBLICA. Programa presidencial de derechos humanos y derecho internacional humanitario. Op. Cit.

Además del accionar de los grupos paramilitares en la zona de influencia del Río Guaviare, específicamente en aquella que corresponde a los departa-mentos de Meta y Guaviare, las principales causas de desplazamiento en el Guainía están asociadas con la presión ejercida por la guerrilla de las FARC sobre la población civil. Entre las comunidades indígenas son frecuentes los casos de desplazamiento provocados por amenazas de reclutamiento forzado y otras formas de vulneración de sus derechos colectivos, así como el temor generalizado que perciben las comunidades tras el ingreso de la fuerza pública a las cabeceras corregimentales. Ya en el año 2004, el Observatorio de Derechos Humanos de la Vicepresi-dencia de la República, señalaba que:

“En el departamento de Guainía se evidencia un ascenso significativo del número de personas y hogares en situación de desplazamiento, el cual se produce principalmente de las zonas rurales hacia las cabeceras departamentales como consecuencia de hostigamientos por parte de la guerrilla, temor por los combates entre las FARC y el Ejército, y debido al rechazo de las comunidades indígenas del reclutamiento forzado adelantado por la insurgencia76”

La magnitud de la dinámica de expulsión y recepción de población por mo-tivos de violencia aparece más clara si se comparan las cifras presentadas con el número de habitantes de los corregimientos y municipios, como se ilustra a continuación.

TABLA 1. Tasa de expulsión por municipio y corregimientos

Fuentes: SIPOD, DANE. Elaboración propia.

Con base en esta comparación, se constata el alto impacto del desplaza-miento forzado en un corregimiento como Barrancominas, que cuenta con una población total de 4.384 habitantes, y del cual fueron expulsadas por motivos de violencia cerca de 995 personas; cerca del 23% del total de la población. A nivel departamental el índice de expulsión aparece pequeño: 4.947 personas expulsadas por cada 100.000 habitantes, y tal como se había indicado, el principal impacto del desplazamiento en esta región ha

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sido a nivel de recepción, concentrado en el municipio de Inírida, como se observa en la tabla 2.

TABLA 2. Tasa de recepción de población por municipio y corregimientos

Fuentes: SIPOD, DANE. Elaboración propia.

Inírida ha recibido en una década una población equivalente al 12% del total de sus habitantes. Esta situación, resulta preocupante al observar la débil capacidad institucional con que cuenta este municipio para manejar situaciones de crisis humanitaria, como las que se presentan en los casos de desplazamiento forzado. Adicionalmente, la tendencia a la agudización del conflicto armado que se observa en el territorio hace prever el incremento en los niveles de migración forzada en el departamento, escenario en el cual, por las condiciones de seguridad y posibilidades de acceso a la oferta institucional, la mayor parte de las víctimas buscarían llegar a la capital. Esta realidad, debe llamar la atención de las autoridades de orden regional y nacional, para avanzar en el diseño de mecanismos expeditos, así como la apropiación de recursos que permitan responder a una situación que tiende a complicarse, y que de acuerdo con lo observado por CODHES en el terreno, no ha sido asumida cabalmente por los mandatarios locales.

3.2 Dinámicas de movilidad en la frontera

La dinámica de movilidad en esta zona de frontera debe comprenderse a la luz de las características mismas del territorio, que hacen de ésta una frontera con unos niveles de intercambio muy escasos.

El principal punto de tránsito y comercio fronterizo del lado colombiano es Amanavén (Vichada), poblado ubicado a una hora por río desde Inírida, desde donde se cruza hacia San Fernando de Atabapo – Venezuela. Por lo demás, la frontera, tanto con Venezuela como con Brasil es territorio de ríos y selva, con muchas rutas y pasos informales, escasamente controlados por las autoridades colombianas. Por estos caminos, circulan con frecuencia las comunidades indígenas que cuentan con tránsito libre en la zona limítrofe y, dada la ausencia de controles es muy difícil contar con un registro con-fiable sobre los casos de desplazamiento motivado por razones asociadas al conflicto en esta región.

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Según la información suministrada por el consulado colombiano en San Fernando de Atabapo, es alta la presencia de colombianos en esta parte del Estado Amazonas Venezolano. Sin embargo, la mayor parte de ellos, aun cuando hayan salido de Colombia por motivos de violencia, no acuden a solicitar el status de refugiado, ya que resulta más expedito tramitar la cé-dula de identificación venezolana, para lo cual las partidas de nacimiento se pueden obtener mediante el pago de una pequeña suma de dinero.

En el año 2007, se llevó a cabo una brigada de salud en la zona de Amanavén – Vichada, promovida por el Consulado colombiano, en la cual se atendieron 300 colombianos, 522 habitantes de la zona de frontera, la mayor parte de ellos indígenas que cuentan con doble nacionalidad y 286 nacionales que afirmaron residir en San Fernando de Atabapo – Venezuela77. Esta afluencia de personal puso de presente la alta migración que existe en el área limítrofe, y los bajos niveles de legalización de los colombianos que residen en esta franja del territorio venezolano.

En desarrollo de esta brigada de salud se hicieron evidentes además, las dificultades en este paso fronterizo, cuando la secretaría de salud del Vichada no pudo hacerse presente con vacunas y medicamentos porque no consiguió la autorización de tránsito por el vecino país, necesaria para sobrepasar las limitaciones de navegabilidad que presenta el Río Orinoco.

En otro ámbito de la relación fronteriza, de particular sensibilidad para los habitantes de la zona, el comercio es fuertemente restringido por la Guardia Venezolana que impide a los colombianos comprar productos de consumo básico cuyo costo en San Fernando es menor con respecto a Inírida.

Específicamente se aplican restricciones para el comercio de los productos del programa Mercal,78 que desde mediados del 2007 han sido etiquetados para consumo exclusivo en Venezuela. De igual manera, son habituales las reseñas y excesos en el registro para los colombianos que circulan a esta localidad por parte de la Guardia Nacional, ante lo cual el Consulado ha tenido que intervenir en varias ocasiones.

77- Datos suministrados por el consulado colom-biano en San Fernando de Atabapo – Venezuela. Entrevista CODHES, septiembre 21 de 200778- El programa Mercal es una de las banderas del gobierno de Hugo Chávez, consistente en vender productos de la canasta básica a precios muy módicos. Con frecuencia, para los habitantes de Inírida se trasladaban hasta San Fernando para hacer mercado, dada la favorabilidad de precios, acrecentada por la devaluación del bolívar frente al peso.

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4. Política pública de atención aldesplazamiento forzado

Tal como ha sido planteado en este informe, los nuevos departamentos, constituidos a partir de la Carta Política de 1991, presentan unos serios déficit institucionales, como resultado de lo cual el desarrollo de una polí-tica pública que asuma como referente y principio orientador los derechos humanos, es un tema en el que los avances son muy precarios.

Vale decir sin embargo, que a raíz del impacto que ha tenido el desplaza-miento forzado en el Departamento de Guainía, y como resultado de las órdenes que en materia de política pública ha impartido desde el año 2004 la Corte Constitucional Colombiana, se observan algunos desarrollos que por lo menos de forma inicial, pueden contribuir en dirección a garantizar los mecanismos para brindar una respuesta oportuna, coherente y con respeto de los derechos de las víctimas de este flagelo en esta parte del país.

En primer término, y a la luz de los mandatos de la Ley 387 de 1997, la administración departamental reglamentó en 1999 la creación y funciona-miento del Comité departamental para la atención integral a la población desplazada por la violencia. Este espacio tuvo un escaso dinamismo, y sólo en el año 2007 se ha retomado su funcionamiento, con participación activa del Ministerio Público, la asociación de familias desplazadas y el Vicariato Apostólico de Inírida.

Un segundo avance que debe ser destacado, es la formulación de un plan de contingencia para la atención integral a la población desplazada del De-partamento del Guainía; documento que establece criterios de acción para afrontar una situación de emergencia humanitaria derivada del conflicto armado, que llegase a generar desplazamientos masivos. De este documento, es importante destacar que por lo menos deja enunciados criterios de aten-ción diferencial a mujeres viudas y cabezas de hogar, así como a los niños y “a las comunidades indígenas, colonos y negros, sometidas al desplaza-miento en correspondencia con sus usos y costumbres79”. Adicionalmente, se establecen los mecanismos y recursos humanos, físicos y materiales que cada una de las entidades que hacen parte del Comité departamental podría disponer para afrontar una situación de emergencia.

Aún con estos elementos, que como se ha dicho pueden ser la base para la formulación de una respuesta institucional al desplazamiento forzado,

79- REPÚBLICA DE COLOMBIA. Departamento del Guainía. Comité departamental para la atención integral a la población desplazada por la violencia. Plan de contingencia para la atención integral a la población desplazada del Departamento del Guainía. s.f.

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80- Ver: DEPARTAMENTO DEL GUAINIA. Secretaría de gobierno y administración. Comité de atención a la población desplazada. Actas: 001 (29 de marzo de 2007); 004 (6 de agosto de 2007); 005 (10 de agosto de 2007)81- Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Balance de la política pública para la atención integral al desplazamiento forzado en Colombia. Enero 2004- abril 2007. Bogotá, agosto de 2007. Específicamente: Capítulo 4 “Prevención del desplazamiento forzado y protección a la población desplazada”

los resultados que se observan en terreno son muy precarios. Fundamen-talmente, persisten graves falencias en lo que se refiere a la prevención y protección de las comunidades en un contexto de agudización del conflicto armado, y además se observa un compromiso muy limitado por parte de las autoridades locales en lo que hace a destinación y gestión de los recursos necesarios para avanzar en soluciones duraderas para las familias que se encuentran actualmente asentadas en Inírida, la mayor parte de las cuales son indígenas; con lo cual el debate sobre la política de atención diferencial toma aquí una relevancia concreta.

Sobre el funcionamiento del comité departamental de atención integral a la población desplazada, se deriva del examen de las actas de las reuniones efectuadas en el año 2007, el débil compromiso de la alcaldía municipal frente a este tema, reflejado en su ausencia en dicho espacio, lo cual limita el ámbito de discusión referido a soluciones en aspectos como provisión de vivienda, donde la participación de la primera autoridad del municipio es imprescindible. Adicionalmente, se observa con preocupación la reite-rada renuencia de distintos funcionarios a participar en este comité, como resultado de lo cual en varias ocasiones no se ha contado con el quórum necesario para llevar a cabo la reunión80.

Lo anterior se traduce en los escasos avances en la formulación del Plan Integral Único, documento que por definición debe establecer la ruta a seguir en materia de política pública de atención a la población desplazada en el departamento. En este nivel se espera un mayor compromiso por parte de los nuevos mandatarios locales, para lo cual el acompañamiento y asesoría de las autoridades de orden nacional, así como la vigilancia que ejerzan los organismos de control, será definitiva.

4.1 Prevención y protección

Como ya se ha señalado, el nivel de prevención y protección de las comuni-dades es uno de los que aparecen más rezagados cuando se analiza la política de atención al desplazamiento forzado en el departamento de Guainía.

En el contexto de agudización del conflicto armado que tiene lugar en esta parte del país, como resultado de la llegada de la Fuerza Pública a zonas que antes eran controladas predominantemente por la guerrilla de las FARC, es necesario discutir las estrategias de prevención del desplazamiento forzado, y en general la política de protección de las comunidades que habitan en el territorio.

Tal como lo plantea el Balance de política pública de atención al desplaza-miento forzado81, presentado a mediados del 2007 por ACNUR, es necesario abordar la discusión sobre los “riesgos previsibles en el marco del desarrollo de operaciones militares”, en dirección a garantizar la plena vigencia de los derechos de la población civil, así como reconocer los casos de desplaza-

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miento forzado que se presentan como consecuencia del temor que genera en las comunidades la intensificación en la presencia y accionar de actores armados en el territorio.

En el Guainía, se observa la ausencia de un enfoque integral de prevención; en la medida en que la estrategia de recuperación militar del territorio no se acompaña de acciones de fortalecimiento de la institucionalidad civil, y de generación de alternativas productivas lícitas para las comunidades.

En algún momento estas personas pueden haberse visto forzadas a hacer parte de la cadena de producción de coca, ante la imposibilidad de desa-rrollar otros cultivos con viabilidad económica, y en no pocos casos, como resultado de la presión ejercida por los actores armados ilegales.

Una vez más es urgente para la población civil que el Estado y los grupos armados irregulares acaten el principio de distinción, base del derecho internacional humanitario. De lo anterior, se deriva que el accionar de la Fuerza Pública en el territorio no puede pasar por señalamientos hacia la población civil, a quien se acusa de ser cooperante de la guerrilla, cuando por muchos años esa fue la única autoridad que imperó en amplias porcio-nes del territorio. Asimismo, los actores armados al margen de la ley no pueden seguir tomando acciones de retaliación contra la población civil, amparándose en hechos de supuesta cooperación con el Ejército, como se ha reportado recientemente por los medios de comunicación.

Un segundo aspecto que merece ser analizado es el impacto que la llegada de la Fuerza Pública ha tenido en los territorios indígenas, que en el Depar-tamento del Guainía representan más del 90% del área total.

Los ritmos de vida de las comunidades se han visto afectados, dado que les han sido impuestas restricciones en sus actividades cotidianas como la pesca; la cual se desarrolla tradicionalmente en horas de la noche, horario en el cual el Ejército afirma no garantizar la seguridad de las personas, y por lo tanto ha impuesto una suerte de toque de queda a partir de las 6:00 p.m., con lo cual se afecta la obtención de proteína animal y se pone en riesgo en el mediano plazo la seguridad alimentaria de las comunidades.

Adicionalmente, son frecuentes las denuncias por casos de abuso sexual en me-nores indígenas, en las poblaciones donde se han instalado bases militares82.

Este tipo de hechos, llaman la atención sobre la necesidad de que haya un dialogo y concertación real con las autoridades tradicionales indígenas an-tes de implementar bases militares ó desarrollar operaciones en territorios de resguardo, en aras de garantizar la permanencia cultural y física de las etnias que habitan en el Departamento del Guainía, las cuales han sido víc-timas de diferentes formas de violencia a lo largo de la historia, y que en la

82- Testimonios recogidos en entrevistas con comunidades y líderes indígenas. CODHES, septiembre de 2007

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actualidad ven sus derechos nuevamente vulnerados, como consecuencia de la presencia de la Fuerza Pública en el territorio.

Por lo anterior, es urgente en estas regiones del país, el diseño e implemen-tación de una política de prevención integral del desplazamiento forzado, basado en los criterios que en tal sentido se formularon en el Plan Nacional de Atención –Decreto 250 de 2005-, de manera que los derechos de las comunidades sean garantizados y el Estado llegue al territorio como pro-veedor de bienes y servicios básicos y, como garante pleno de los derechos humanos. Por sus características, el diseño de esta estrategia sobrepasa en sumo grado la competencia de las autoridades locales, lo cual fija límites a lo que en este nivel puedan avanzar los comités municipal y departamental de atención integral al desplazamiento forzado.

Adicionalmente, el diseño de una política de prevención del desplazamiento en este Departamento, pasa por la urgencia de considerar el arraigo parti-cular que las comunidades indígenas tienen en relación con su territorio, y las consecuencias que en términos culturales tiene el abandono del mismo; lo cual se percibe con claridad al visitar los asentamientos de población indígena desplazada que actualmente vive en Inírida, a quienes el desplaza-miento forzado les ha arrojado a la miseria urbana ante la imposibilidad de desarrollar sus actividades tradicionales y llevar a cabo su proyecto de vida comunitario en un espacio completamente ajeno a sus usos y costumbres.

4.2 Atención Humanitaria

En materia de atención de urgencia, en los últimos años se han visto algunos avances por parte de la administración departamental que ha destinado recursos específicos para cubrir esta fase de la política. Sin embargo, resulta preocu-pante la escasa importancia que a este tema, y en general a la problemática del desplazamiento forzado, le otorga la administración municipal de Inírida. Dicha carencia ha sido suplida en buena parte con las donaciones que realiza el Vicariato Apostólico, en el marco de sus acciones de pastoral social.

La falta de preparación de las autoridades locales para atender casos de desplazamiento forzado, en la fase de emergencia, se observó en el mes de noviembre de 2007, cuando arribó al municipio de Inírida un grupo de familias provenientes de Puerto Príncipe – Vichada.

Luego de una travesía de casi un mes por los ríos Uva, Guaviare e Inírida, este grupo llegó a esta localidad, donde rindieron su declaración ante la personería, y tuvieron que pasar varias noches en una edificación destruida a orillas del puerto, ante la ausencia de un albergue temporal donde pudieran permanecer en condiciones dignas, por lo menos mientras se verificaban las condiciones de salud de los menores que hacían parte del grupo, ante la decisión de continuar su trayecto hacia Puerto Carreño.

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En lo referente a atención humanitaria de emergencia, la delegación seccio-nal de Acción Social, ha venido haciendo las entregas de forma oportuna, y las familias en general manifiestan satisfacción con la misma.

A mediados del año 2007, se presentaron retrasos como resultado del cambio en el esquema de provisión que se estaba definiendo en ese entonces a nivel de la dirección nacional de la agencia presidencial, lo cual generó molestias en las familias desplazadas, a quienes hasta ese momento le eran entrega-das los paquetes de asistencia, luego de ser adquiridos directamente en el mercado local. Estos retrasos generaron la intervención de la procuraduría regional, con lo cual se presionó una pronta solución.

Las dificultades en este nivel radican en el cumplimiento de la Sentencia C-278 de 2007, referida a la continuidad de la atención humanitaria de emergencia hasta tanto se constate el restablecimiento de las condiciones de las familias. Se observa a este respecto, la profunda brecha que persiste en el tránsito entre la fase de atención humanitaria y la de estabilización socio económica, tal como está concebido en la Ley 387 de 1997.

Sobre este aspecto, se ahondará en el apartado correspondiente a soluciones duraderas, pero cabe señalar que el Departamento de Guainía es una muestra contundente del modelo de política de atención centrado en la fase de emer-gencia; como resultado de lo cual la mayor parte de las familias desplazadas en esta parte del país, manifiestan haber recibido las ayudas que entrega Acción Social, en tanto que tienen dificultades en el acceso a salud y educación, y carecen de alternativas económicas que les permitan restablecer sus condi-ciones de vida, además de presentar altos déficits en materia habitacional.

4.3 Acceso a salud y educación

Los niveles de acceso a salud y educación en todos los departamentos que hacen parte de este estudio son muy limitados, en razón de la escasa pre-sencia social del Estado en la mayor parte del territorio y al mal manejo de los recursos públicos, a lo que se suman las restricciones que impone el conflicto armado para la prestación de servicios en algunas zonas.

En el Guainía, la prestación de servicios de salud y educación está en manos de la administración departamental, que garantiza las coberturas con los recursos del sistema general de participaciones.

Dada la mayor concentración de población desplazada en el municipio de Inírida, en este apartado los planteamientos se circunscriben fundamental-mente al acceso a salud y educación en esta capital.

En materia educativa, la administración departamental ha garantizado la disponibilidad de cupos en cualquier época del año. Las dificultades en este

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nivel están dadas por los costos complementarios que imponen los colegios, contraviniendo incluso los llamados que en tal sentido ha hecho la Defensoría del Pueblo. Son frecuentes las quejas de la población porque sus hijos son recriminados en las instituciones educativas cuando no se encuentran al día en los pagos que deben hacer por conceptos tales como refrigerios83.

Una problemática particular enfrentan las familias indígenas que llegan en situación de desplazamiento al municipio de Inírida; las instituciones educa-tivas no están preparadas para recibir y brindar condiciones de permanencia a niños provenientes de las diferentes etnias que habitan en departamento, quienes en ocasiones no manejan el idioma castellano. Esta situación se agrava si se tiene en cuenta que pueden presentarse simultáneamente casos de dos ó más niños procedentes de etnias diferentes, y por ende, con lenguas diferentes, en una misma escuela.

En lo referente a salud, las dificultades que afrontan las familias desplazadas han sido denunciadas en el seno del Comité departamental de atención, tal como consta en las actas de reuniones del año 2007, donde la asociación de desplazados, y los representantes del ministerio público han puesto en conocimiento la negligencia del personal médico y la exigencia de diferentes documentos a la población desplazada para brindarle atención, incluso en casos de urgencia.

Esta situación fue constatada por CODHES en el caso de las familias pro-venientes de Puerto Príncipe, que llegaron a Inírida en noviembre de 2007, para quienes se solicitó atención en salud dadas las condiciones que eviden-ciaban los niños luego de un viaje de casi un mes por ríos y selva. A pesar de encontrarse en compañía de la Personera Municipal, el equipo médico puso trabas para proceder a la valoración de los menores, y fue necesario acudir a las instancias de dirección del hospital para que se brindara la atención.

Cuando los pacientes deben ser tratados por especialistas son remitidos por la Secretaría de Salud departamental a Bogotá o Villavicencio. En este nivel, se presentan con frecuencia denuncias asociadas con demoras en remisiones, y en ocasiones, la gobernación no garantiza el transporte, y las condiciones para la permanencia de los acompañantes en el sitio de traslado.

4.4 Soluciones duraderas

Este es el ámbito de la política donde los resultados son más escasos en el Departamento de Guainía. Si bien, inciden factores como la débil capacidad económica de las entidades territoriales, y los problemas de gobernabilidad que han sido tratados en este documento, también es claro que de parte de las autoridades locales no se evidencian acciones concretas dirigidas a al-canzar el restablecimiento y la garantía plena de derechos para la población desplazada.

83- Entrevistas con población desplazada. COD-HES, septiembre y noviembre de 2007.

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La Alcaldía municipal de Inírida destinó en el año 2007 $30.000.000 para programas de atención a la población desplazada. La mayor parte de estos recursos terminó invirtiéndose, al igual que en años anteriores en compra de tejas de zinc que son entregadas a las comunidades para que “adecuen sus ranchos”. Ranchos que han levantado con su propio esfuerzo en la periferia del municipio, en los cuales no existe dotación de servicios públicos, y las condiciones de vida de las comunidades – en su mayoría indígenas- son muy precarias.

Más allá de entregar tejas, no hay programas de provisión de vivienda y mejoramiento de condiciones de habitabilidad por parte de la administración municipal, la cual se excusa en que el territorio que habitan estas familias es territorio de resguardo y por ende, la administración no puede desarrollar inversiones allí84.

Como ya se ha dicho, al llegar a Inírida los indígenas se ubican en los te-rritorios de resguardo existentes en el casco urbano de este municipio, en condiciones absolutamente indignas –ver cuadro anexo 2-; en tanto que los colonos que han sido desplazados no tienen ninguna posibilidad al llegar a esta localidad, y en su mayoría deben buscar vivienda por su propia cuenta, y pagar arriendo, para lo cual se emplean en oficios informales.

No hay en este municipio proyectos para construcción de soluciones de vivienda que permitan brindar condiciones de vida dignas para las comuni-dades, a lo cual se suma la escasa oferta de empleo, con lo cual las personas terminan vinculándose a los circuitos de la informalidad para obtener un ingreso que garantice su sobrevivencia.

Como estrategia de seguridad alimentaria y generación de opciones pro-ductivas, actualmente la Corporación para el Desarrollo de la Amazonía CDA, implementa desde fines del año 2007 el programa RESA indígena, que se constituye en una experiencia piloto en los departamentos de Guainía y Vaupés, con el objeto de promover prácticas agrícolas sostenibles entre las familias que se encuentran en situación de desplazamiento en Inírida y Mitú85. Los resultados de este proyecto pueden constituir un referente para el diseño de alternativas productivas para las comunidades étnicas que han sido desplazadas por motivos de violencia, y que habitan actualmente en municipios como Inírida en condiciones muy adversas.

En conclusión, se observa que el impacto del desplazamiento forzado en el Departamento de Guainía no se corresponde con la escasa importancia que tiene el tema en la agenda pública de la región. Hasta el momento, no se han diseñado mecanismos de respuesta efectiva para las cientos de familias que continúan llegando a Inírida huyendo de la violencia. Si bien se ha avanzado en la formulación de un plan de contingencia, y en la operativización del comité departamental de atención, la respuesta sigue concentrándose en la

84- En tal sentido se dirigieron las explicaciones dadas por el Secretario de Planeación municipal en entrevista sostenida el 20 de Septiembre de 2007. CODHES solicitó por escrito la información relativa a la implementación de la política de atención a la población desplazada en el muni-cipio de Inírida, a través de derecho de petición presentado el 5 de Octubre ante la Alcaldía, y del que nunca se obtuvo respuesta a pesar de ser reiterado en dos oportunidades. 85- Entrevistas con director de la CDA. CODHES, Inírida Septiembre 20 de 2007

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fase de atención de emergencia, en tanto que el acceso a salud y educación, así como los programas de estabilización están lejos de materializarse.

Un aspecto que debe considerarse particularmente es el referido a la pre-vención del desplazamiento y protección de las comunidades, en el actual escenario de agudización de conflicto que vive la región. Dada la comple-jidad de este tema, el diseño de una estrategia en este nivel pasa por una discusión en la que participen autoridades locales, regionales y nacionales; y un actor central en este proceso deben ser las autoridades tradicionales indígenas, ya que cualquier acción que se tome en esta materia debe pasar por el reconocimiento y respeto pleno de la autonomía territorial de las comunidades étnicas.

Así, ante la complejidad del escenario actual del Departamento del Guai-nía, caracterizado por la expansión del conflicto armado, con un impacto acentuado sobre las comunidades indígenas, y una mínima capacidad de respuesta de la institucionalidad local, se hace necesario un trabajo de ase-soría, acompañamiento y seguimiento que permita, mediante la aplicación de los principios constitucionales de concurrencia y subsidiaridad, el diseño e implementación de una política pública de atención al desplazamiento forzado que garantice el pleno disfrute y vigencia de los derechos humanos de la población víctima de este flagelo.

4 de Mayo de 1998.

En Mapiripán, Meta, 200 paramilitares bajo la etiqueta de “Auto-defensas Campesinas de Córdoba y Urabá, ACCU”, incursionaron hacia la 1:15 p.m. en el casco urbano de la inspección de policía Puerto Alvira (Caño Jabón), ubicada a orillas del río Guaviare y perpetraron una masacre contra campesinos y pobladores de la re-gión. Los paramilitares se movilizaban en tres vehículos camiones, en una volqueta de color azul y blanca y en una camioneta Chevrolet de color verde, vestían camuflados verdes, ropa de civil y pañoletas verde y negro y portaban armas de largo alcance como fusiles AK-47 y un lanzagranadas. Varios testigos coincidieron en afirmar que en el momento de la incursión paramilitar y durante su accionar en el municipio, la zona fue sobrevolada por un avión, conocido como “La Marrana” o avión fantasma de la Fuerza Aérea Colombiana, FAC. Los paramilitares obligaron a reunirse a los pobladores en el parque deportivo y en la pista del aeropuerto, mientras otros grupos de pa-ramilitares sacaban a los pobladores de sus viviendas por la fuerza, sometiéndolos a malos tratos físicos y verbales para conducirlos a los sitios mencionados. En el parque central, los dividieron en dos grupos: a un lado los hombre y al otro lado las mujeres y los niños,

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separándolos en pequeños grupos de 12 a 15 personas. Después de esto, con lista en mano, comenzaron a indagar por los dirigentes co-munales y a llamar a varios habitantes d la población, entre ellos

a dos conocidos como “El Diablo” y “Botalón”, a quienes obligaron a salir del grupo para llevarlos a la estación de gasolina, en donde los ejecutaron. En desarrollo de estos hechos 17 personas fueron ejecutadas por los paramilitares y tres más fueron heridas. A su vez, fueron saqueados los establecimientos comerciales y las viviendas de la inspección de policita y obligaron a los dueños de varios vehículos a entregar las llaves para apoderarse de estos; así mismo procedieron a prender fuego a varios establecimientos comerciales y viviendas particulares. Estos hechos motivaron el desplazamiento forzado de centenares de personas”. Tomado de: CINEP. Noche y Niebla. “Pa-ramilitarismo de Estado en Colombia. 1998-2003”

Muchas de las familias que tuvieron que abandonarlo todo en Caño Jabón abordaron diversas embarcaciones para surcar las aguas del Guaviare y llegar hasta Inírida. Allí las encontramos hoy, tratando de rehacer sus vidas en condiciones muy adversas, hablando de las tie-rras, casas, animales y negocios que abandonaron en el año 1998.

Han transcurrido desde entonces casi 10 años, y ellos solo esperan ser reparados por las pérdidas de que fueron víctimas; más aún cuando recientemente el jefe paramilitar Salvatore Mancuso ad-mitió la responsabilidad de las AUC en los hechos que motivaron este desplazamiento. Las posibilidades de retorno son escasas, y al contrario, lo que se escucha en las calles de Inírida es que la gente sigue bajando de Caño Jabón, donde la violencia no cesa. Casi podría hablarse de una colonia de Puerto Alvira en Inírida, cada quien con su historia y sus esperanzas, pero todos con algo en común: huyeron de la violencia.

GRUPOS INDIGENAS SON LAS PRINCIPALES VICTIMAS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN EL GUIANIA

Un grupo de indígenas Sikuani que habitaba la comunidad Cumaral, del resguardo Yuri en el Departamento de Vichada, fue víctima del desplazamiento forzado. Ellos tuvieron que abandonar sus territorios para huir de las constantes presiones a que eran sometidos por parte de la guerrilla, quien entre otras, les obligaba a entregar a sus hijos para ir a la guerra.

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Entre los años 2005 y 2006 fueron saliendo poco a poco de su res-guardo, bajando por ríos y caños para instalarse en Inírida, hasta donde llegaron las últimas familias a mediados de diciembre de 2006, hace ya más de un año. Después de hacer los trámites para ser registrados como desplazados, pidieron a la Alcaldía municipal ayuda para instalarse en esta capital, y ésta los remitió con el capitán del Resguardo El Paujil – ubicado en el casco urbano de Inírida-, quien les autorizó para instalarse en una zona de dicho territorio.

Allí montaron sus ranchos, entre plásticos y telas. Fundaron la comunidad Cimarrón, una serie de ranchos en los que aún viven, en condiciones de miseria total; sin acceso a servicios públicos, y sometidos a los rigores del clima y de una ciudad en la que no hay espacio para ellos.

Los niños tienen dificultades para ir a la escuela, porque tienen que pagar una cuota mensual de $8.000 por concepto de refrigerios. A pesar de que la Defensoría del Pueblo ha indicado a los directivos de los establecimientos educativos que este tipo de costos no pueden ser obligatorios para las familias desplazadas, los padres de familia señalan que los rectores vuelven a exigir los pagos, y recriminan a los niños que no están al día en los mismos.

El Estado sólo ha llegado para entregarles unos cuantos mercados, pero no hay una política para restablecer sus derechos, ni para garan-tizar su permanencia como grupo étnico con derechos especiales. Su territorio está abandonado, y por supuesto, la solidaridad en Inírida la han tenido sobre todo de parte de sus hermanos indígenas.

Esta situación se repite en otros asentamientos de este municipio, todos ubicados en el Resguardo El Paujil: Cucurital, Platanillal, entre otros; donde al decir de un indígena cubeo, que huyó junto con otras familias luego de la toma de Mitú en 1998, “indio vive como lapa”

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Vaup

és

1. Características generales del departamento

1.1 Territorio

El departamento de Vaupés se ubica en el centro oriente de la amazonia colombiana, colindando con la vecina República de Brasil por el sector oriental; al norte limita con los departamentos de Guainía y Guaviare, con este último también comparte su frontera occidental, en tanto que por el sur lo separa del Caquetá y el Amazonas el Río Apaporis.

A nivel político administrativo está organizado en tres municipios: Mitú, Carurú y Taraira, dos corregimientos municipales: Villa Fátima y Acaricuara, que dependen de la capital Mitú, y tres corregimientos departamentales: Pacoa (Buenos Aires), Papunahua y Yavaraté. Es habitado en su mayoría por comunidades indígenas pertenecientes a 23 etnias: cubeo, yurutí, wa-nano, tariano, tukano, siriano, carapana, desano, piratapuyo, tuyuca, makú, bará, curripaco, makuna, cabiyarí, taibano, tatuyo, jupda, barasano, lituana, pisamira, itanas86.

La mayor parte de los 54.135 km2 que comprende este departamento, es área de resguardos indígenas y reservas naturales. El Gran Resguardo del Vaupés representa más de la mitad del territorio con un total de 3.375.125 hectáreas, y aun cuando se sobrepone con el municipio de Mitú, la super-ficie del resguardo excluye la zona urbana, así como un área de “un kiló-metro a lado y lado de la carretera Mitú – Monfort87”. En segundo lugar se encuentra en Resguardo de Yaigojé – Río Apaporis que comprende el municipio de Taraira y tiene continuidad en el Departamento de Amazonas, en un área aproximada de 1.020.320 hectáreas. El tercer territorio indígena del Vaupés es el Resguardo Bacatí-Arara-Lagos de Jamaicurú, compartido con el municipio de Miraflores - Guaviare, de aproximadamente 264.800 hectáreas. Entre tanto, las franjas nor occidental –límite con Guaviare-, y sur occidental –limítrofe con Guaviare y Caquetá- corresponden a zonas de reserva natural amazónica.

En el Vaupés, las particularidades de orden cultural y medio ambiental son muy importantes para la caracterización del departamento, y de cara a la

86- Una buena presentación acerca de las carac-terísticas y tradiciones de los diferentes grupos étnicos del Vaupés se encuentra en: BORRERO WANANA, Milciades y PEREZ CORREA, Marleny. “Mari jiti kiti. Vaupés: Mito y Realidad”. Ediciones Desde Abajo. Marzo de 2004. 87- Ibídem. p. 314

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formulación de proyectos de desarrollo; sin duda, el tema de la autonomía territorial indígena y la preservación del ecosistema amazónico son factores que deben ser prioritarios ante cualquier iniciativa que se pretenda llevar a cabo en esta región. En el último siglo, la implantación de modelos econó-micos basados en la visión liberal de progreso ha generado devastadores efectos sobre el territorio y la cultura ancestral en el Vaupés. De manera que, al hacer referencia a la organización del territorio y a la ejecución de las políticas públicas es necesario partir del reconocimiento de estas realida-des, lo cual conlleva a la formulación de alternativas adecuadas al entorno y respetuosas de los derechos de las comunidades ancestrales.

El Departamento cuenta con una importante red hidrográfica, compuesta por ríos, caños, lagunas y otros afluentes. Los tres ríos principales atraviesan el

Fuente: Instituto Geográfico Agustín Codazzi IGAC

MAPA 1. Departamento de Vaupés

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departamento de occidente a oriente, y constituyen puntos de comunicación estratégica entre los departamentos de Guaviare y Caquetá y la frontera con Brasil. El río Papunahua por el norte sirve de frontera con Guainía y Guaviare; el río Vaupés atraviesa el centro del departamento, y comunica desde Miraflores hacia Brasil, y el río Apaporis por el sur, establece el límite con los departamentos de Caquetá y Amazonas. Este sistema hidrográfico forma una valiosa, aunque limitada red de comunicación regional, que resulta crucial ante la ausencia de vías carreteables, y los altos costos del transporte aéreo.

Es necesario indicar en este aspecto, que a diferencia de los departamentos de Vichada, Guainía y Amazonas, la navegación fluvial en el Vaupés es muy restringida ya que los ríos presentan grandes raudales (cachiveras), “a causa de las fracturas presentadas por los afloramientos rocosos sobre los cuales discurre la red fluvial de la región”. De manera que, como lo señalan los conocedores de la zona:

“Por esta condición los ríos y caños vaupenses son de difícil navega-ción, con consecuencias positivas o negativas dependiendo de lo que queramos. Positivas, porque el difícil acceso ha permitido conservar en gran medida los recursos naturales y humanos de la zona; además porque las cachiveras son verdaderos espectáculos de belleza natural. Y negativas porque han dificultado el comercio y otras actividades con las demás regiones88”

Esta circunstancia obstruye de manera notable la comunicación intra e interregional, y hace que el acceso a la mayor parte del departamento solo sea posible por vía aérea, ó después de grandes travesías por ríos y selva. Adicionalmente, a las limitaciones impuestas por la naturaleza se suma el control que ejercen los grupos armados en los canales fluviales, lo cual hace aún más complejo el transporte.

1.2. Economía y recursos

La economía del departamento de Vaupés, especialmente en lo que respecta los cascos urbanos, se sustenta en los recursos provenientes del empleo, las obras y la contratación pública, y no del impulso de una actividad económica local. Existe además un incipiente comercio dirigido a satisfacer la demanda de alimentos y productos básicos que no se producen en la región, los cuales son llevados desde el centro del país – Bogotá y Villavicencio- por vía aérea, y en menor medida desde San José del Guaviare por vía fluvial.

Dadas las condiciones propias del suelo y del ecosistema amazónico, no se desarrollan cultivos agrícolas permanentes que generen excedentes para la comercialización, y ello conduce a una fuerte dependencia del comercio, que es un importante sector de la economía en el municipio de Mitú. 88- Ibídem. p. 333

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Las comunidades indígenas mantienen sus esquemas de producción de auto subsistencia, basadas en la caza y la pesca, aun cuando se han visto fuertemente afectados por el modelo de mercado y de consumo de los mestizos, lo cual genera en ellos nuevas necesidades, monetiza su economía, llevando a una alta dependencia de productos que deben adquirir en los centros urbanos, y que tienen un alto costo debido a las dificultades del transporte ya señaladas.

A lo largo del siglo XX, el departamento de Vaupés fue escenario de tres ciclos de bonanza extractiva que dejaron consecuencias para la configura-ción del territorio y el poblamiento de esta parte del país; las bonanzas del caucho, las pieles y la coca. Dadas las características de la región y el tipo de productos explotados, estos procesos no dieron lugar a asentamientos poblacionales estables, sino que en lo fundamental reprodujeron el modelo de “colonización rapaz”, caracterizado en los trabajo de Alfredo Molano89, como aquel en el cual se usufructúan los recursos naturales por parte de colonos y empresarios, quienes pasan por encima del patrimonio cultural, de los derechos de las comunidades y de las necesidades de conservación ambiental del ecosistema amazónico.

En las primeras décadas del siglo pasado tuvo lugar la explotación del cau-cho en las selvas colombianas, en un proceso de fuertes implicaciones para los habitantes y el territorio amazónico, tal como ha sido descrito en obras como La Vorágine. Después de la segunda guerra mundial, esta empresa descendió de forma considerable, y las compañías extranjeras vinculadas al negocio abandonaron el país. En los años siguientes, y de nuevo asociado a la demanda del mercado internacional se desarrolló en la región la explotación de pieles y plumas exóticas destinadas al consumo suntuario. Este proceso que dejó en peligro de extinción a cientos de especies, se llevó a cabo con base en los mismos esquemas de la extracción de caucho. A comienzos de los ochenta se dio inicio al tercer ciclo de bonanza, la producción comercial de la coca, tras la cual tuvo lugar un proceso social de múltiples dimensiones y consecuencias que aún hoy afectan a la región.

En torno de la cadena de explotación comercial de la coca, se generó un circuito de producción y comercialización en que los habitantes de la región se involucran como sembradores y raspachines. El municipio de Carurú ha sido el más afectado por la presencia de cultivos de uso ilícito y afirman los conocedores de la región que hasta el año 2004 fue un importante centro de acopio y comercialización de coca.

Como consecuencia del debilitamiento de la economía de la coca en dicho municipio, muchos de sus habitantes, en su mayoría colonos, han aban-donado esta localidad, y actualmente la población allí asentada ha visto mermados sus ingresos, luego del boom que conocieron en la época de la coca, en la cual se señala incluso que el medio de pago predominante era la pasta base.

89- Ver: MOLANO, Alfredo. Selva adentro: una historia oral de la colonización del Guaviare. El Ancora Editores, Bogota, septiembre de 2006. Específicamente Capítulo I. “La colonización rapaz: el Guaviare y el Vaupés (1920-1950)”

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De acuerdo con el censo de cultivos de coca del año 2006, realizado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito90, en el departamento hay aproximadamente 460 hectáreas sembradas con hoja de coca, la mayor parte de ellas ubicadas en los municipios de Mitú y Carurú. Mientras que en el primero se ha mantenido estable el área sembrada entre los años 2005 y 2006, en Carurú se ha presentado una considerable disminución de la misma; lo cual puede explicarse por las operaciones de fumigación que ha desarrollado la Fuerza Pública en esta parte del país durante los últimos años.

1.3. Dinámicas de poblamiento

Según el censo nacional de población del año 2005, en el Vaupés habitan 39.27991 personas, la mayor parte de ellas concentradas en la capital de-partamental: 28.382, en tanto que los demás municipios y corregimientos presentan unos bajos niveles de población; Pacoa con 4.459 personas y Carurú con 3.242, ocupan el segundo y tercer lugar respectivamente.

Vaupés es el departamento que tiene el mayor porcentaje de población in-dígena con respecto al total de sus habitantes, con un 66,63%92, y concentra una amplia diversidad pues en este territorio se ubican 23 comunidades étnicas, que manejan diversas lenguas, la mayoría de ellas pertenecen a la familia lingüística tucano oriental, y para comunicarse entre sí acuden al tucano, al yeral93 y al castellano.

Estos grupos explican su llegada al Vaupés a partir de la leyenda del Güio Dios, según la cual el gran güio les trajo desde un lugar más abajo de Ma-naos, subiendo por el Río Negro, y desde lo que hoy es Yavaraté los fue descargando por grupos en diferentes zonas ribereñas, en las cuales habitan desde entonces. Este componente mítico le da un valor central al territorio para cada comunidad indígena, y como veremos más adelante, las restric-ciones que el conflicto armado les impone en la actualidad se constituye en una amenaza directa contra la permanencia cultural de estos pueblos. Al respecto, señalan los conocedores de la zona:

“Esas tierras que cada tribu escogió o donde se quedó son sus territo-rios ancestrales, las defienden, así tengan que llegar a la guerra con los demás… 94”

Vale decir que las diferentes presiones a que han sido sometidos a lo largo de su historia, han implicado una fuerte reducción en términos demográfi-cos para algunas de las etnias que habitan el Vaupés; de manera que sobre ellas se ha advertido incluso el peligro de extinción en que se encuentran95. Ya en el año 2004, el Departamento Nacional de Planeación presentó es-tadísticas según las cuales al menos 12 de los 23 grupos indígenas que se conocen en esta zona del país tenían una población inferior a mil personas,

90- NACIONES UNIDAS. Oficina contra la droga y el delito. Cultivos de coca, estadísticas municipales a diciembre de 2006. Bogotá, julio de 2007. En: www.unodc.org/colombia91- Departamento Administrativo Nacional de Es-tadística DANE. Censo general 2005. Resultados población conciliada (a junio 30 de 2005)92- La cifra sobre población indígena es tomada de: DANE. Dirección de censos y demografía. Colombia: una nación multicultural. Su diversidad étnica. Bogotá, octubre de 2006. Es necesario advertir sin embargo, que la referencia acerca de la participación porcentual de los pueblos indígenas en el total de la población es presen-tada por el DANE con respecto a la población censada, y no con respecto a los resultados de población conciliada. Este tipo de inconsistencias dificulta el análisis y de allí se deriva un carácter eminentemente ilustrativo de estas estadísticas, que es absolutamente inconveniente en términos de planeación y ejecución de políticas públicas. 93- Variación lingüística del Tupí-guaraní introdu-cido por los portugueses en el siglo XVII. 94- BORRERO WANANA y PEREZ CORREA. Op. Cit. p. 4095- A este respecto se pronunció el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos y libertades fundamen-tales de los indígenas señor Rodolfo Stavenhagen, en su informe ante la Comisión de Derechos Humanos. 10 de noviembre de 2004

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así: Yurutí (687), Tariano (445), Siriano (749), Carapana (464), Piratapuyo (630), Tuyuca (642), Bara (109), Cabiyarí (311), Taibano (22), Tatuyo (331), Letuama (705), Pisamira (61)96.

El desarrollo reciente del conflicto armado en esta parte del país, y el abandono a que siguen sometidas estas comunidades por parte del Estado Colombiano, incrementa la preocupación por la suerte de estos grupos, que fueron reconocidos en la Constitución de 1991 por su aporte a la riqueza cultural de la nación, pero a quienes aún hoy no se les garantizan plena-mente sus derechos.

El siguiente mapa presenta la ubicación actual de los diferentes grupos étnicos en el departamento.

Fuente: BORRERO WANANA, Milciades y PEREZ CORREA, Marleny. “Mari jiti kiti. Vaupés: Mito y Realidad”. Ediciones Desde Abajo. Marzo de 2004. p. 26

96- Cifras tomadas de: DEPARTAMENTO NACIO-NAL DE PLANEACION. Los pueblos indígenas de Colombia. Bogotá, 2004.

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De otra parte, el poblamiento colono en el Vaupés está asociado con dos dinámicas centrales. En primer término, están los campesinos que han lle-gado a este territorio huyendo de la violencia en el centro del país, algunos de ellos atraídos por los diferentes ciclos de bonanzas, particularmente la bonanza de la coca, tras la cual muchos bajaron desde el Guaviare hasta Carurú, y también por la explotación del oro en el municipio de Taraira. El segundo grupo, corresponde a aquellos que han llegado en calidad de comerciantes y funcionarios públicos sobre todo a Mitú, donde se observa la mayor presencia de colonos en el departamento.

1.4. Institucionalidad pública

A partir de la Constitución de 1991 la Comisaría de Vaupés pasó a consti-tuirse en Departamento, con la consecuente posibilidad de administrar sus propios recursos y elegir sus autoridades y representantes en el Parlamento. Sin embargo, la falta de acompañamiento que ha tenido la transición admi-nistrativa en los antiguos territorios nacionales, hace que los resultados no sean los más favorables, y por el contrario se observa la reproducción de las prácticas tradicionales de clientelismo y corrupción.

Como consecuencia de lo anterior, la inversión en servicios básicos es defi-ciente; a manera de ejemplo basta decir que el municipio de Mitú no cuenta con servicios de agua potable, alcantarillado y energía. Sobre este último, se encuentra en construcción desde 1997 una microcentral hidroeléctrica en la zona de la cachivera Santa Cruz, por el Río Vaupés, pero el avance de las obras no parece corresponder con la dimensión de la obra ni con los recursos allí invertidos.

Las comunidades indígenas del Vaupés han constituido catorce organiza-ciones zonales, trece de las cuales se agrupan en el Consejo Regional Indí-gena del Vaupés CRIVA, creado en 1973. El CRIVA pasó por dificultades internas que lo llevaron a la práctica disolución, y sólo recientemente se está impulsando nuevamente el fortalecimiento y consolidación de las aso-ciaciones zonales, bajo la modalidad de AATIS –asociación de autoridades tradicionales indígenas-.

Se observa con preocupación, que a pesar del reconocimiento que en la carta política se hace de las autoridades tradicionales indígenas, en el Departa-mento del Vaupés no se ha avanzado en la afirmación de dicho carácter, y particularmente, en la articulación entre la acción de las autoridades de orden municipal y departamental y los dirigentes indígenas.

Tal como se ha señalado para los demás departamentos que hacen parte de este estudio, la institucionalidad civil en estos territorios es muy limitada, y su presencia se circunscribe casi exclusivamente a la capital departamental.

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La dinámica del conflicto armado, particularmente la presencia de actores armados en amplias porciones del territorio, es aducida como explicación por parte de los funcionarios públicos para restringir el ámbito de sus acti-vidades a los cascos urbanos, donde hace presencia la Fuerza Pública desde hace aproximadamente cuatro años.

Este hecho se constituye en una vulneración fáctica de los derechos de las comunidades, principalmente indígenas, que habitan en las zonas rurales; por cuanto el Estado no aparece allí como garante de sus derechos, y provee-dor de bienes y servicios. Estas comunidades, están sometidas a los rigores del conflicto armado, además del abandono que históricamente han vivido respecto al acceso a servicios básicos como salud y educación.

En este contexto, vale destacar el papel que juegan instituciones como la Defensoría del Pueblo Seccional y el ICBF, que han logrado llevar sus la-bores de acompañamiento a las comunidades más allá del casco urbano de Mitú, que es el espacio al que circunscriben su acción casi todas las demás instituciones. Cabe señalar que, en el caso de la Defensoría, las condiciones bajo las cuales opera, aparecen absolutamente insuficientes ante la dimensión de la crisis humanitaria que afronta el departamento. Se hace urgente en este escenario, fortalecer la capacidad de esta institución a todo nivel, de cara a que su presencia en la totalidad del territorio sea más constante.

Sin duda, el fortalecimiento de la institucionalidad civil es un componente central de la presencia del Estado en el territorio, y no puede seguir ocu-pando un lugar marginal en la agenda pública, como ocurre en el actual gobierno, que ha concentrado predominantemente su acción en esta región en términos de despliegue militar. Adicionalmente, como ya se ha indicado, dada la alta proporción de población indígena en el departamento, y el hecho de que la mayor parte de éste sea territorio de resguardo, la acción de las instituciones civiles debe darse de forma concertada y coordinada con las autoridades tradicionales indígenas.

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2. Dinámica del conflicto armado

2.1 Presencia de actores armados

Desde mediados de la década de los ochenta, la guerrilla de las FARC ha hecho presencia y ejercido control en amplias zonas del Vaupés, a través del frente 1 “Armando Rios”, y en la zona norte del departamento -corre-gimiento de Papunahua-, a través del frente 16.

En los años ochenta y principios de los noventa, esta era una zona de re-taguardia para la guerrilla, que concentraba entonces su accionar en los departamentos de Meta, Caquetá y Guaviare. El sector más estratégico del departamento de Vaupés era Carurú, que según los conocedores de la región, llegó a constituirse en un centro de procesamiento, acopio y distribución de coca de gran importancia, dada su cercanía con Miraflores - Guaviare.

A finales de los años noventa, las FARC avanzaron en una recomposición estratégica dirigida a consolidar la denominada “guerra de movimientos”, golpeando objetivos importantes a través de acciones de fuerte despliegue militar. En este sentido, se desarrollaron los ataques a bases militares y cuarteles de policía en poblaciones como Patascoy, Miraflores y El Billar, entre otros, como resultado de los cuales cientos de integrantes de la Fuer-za Pública murieron y otros tantos fueron secuestrados. La última de estas acciones fue la toma al cuartel de la Policía de Mitú en noviembre de 1998 cuando cerca de 1.500 hombres incursionaron en este casco urbano, propi-ciando un fuerte revés a la policía nacional, que por entonces era la única fuerza de seguridad del Estado que hacia presencia en el municipio. Como resultado de esta acción 16 policías murieron, 38 resultaron heridos97 y 68 fueron secuestrados98. En la operación de respuesta del Ejercito Nacional, fueron dados de baja cerca de 400 guerrilleros, constituyéndose en uno de los golpes más fuertes propiciados por el Ejército a las FARC.

A partir de este episodio se desplegaron contingentes de Fuerza Publica en el casco urbano de Mitú, donde actualmente hace presencia el Ejército y la Policía Nacional.

97- Estas cifras fueron presentadas oficialmente por las Fuerzas Armadas, sin embargo la Cruz Roja habló en su momento de más de 200 vic-timas entre soldados, guerrilleros y civiles –Ver artículo “El síndrome de Jacobo” en Semana.com. Por otra parte, el Equipo Nizkor se refiere a 110 bajas entre Ejército y Policía. Ver: “Informe Derechos Humanos, conflicto armado y paz en Colombia”. Boletín # 2. octubre – diciembre de 1998.98- VICEPRESIDENCIA DE LA REPUBLICA. Progra-ma presidencial de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario. Los Derechos Huma-nos en el Departamento de Vaupés. s.f. p. 19

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El municipio de Carurú, segundo centro poblado del departamento estuvo hasta hace unos años bajo el control de las FARC, para quienes este terri-torio resultaba estratégico por las posibilidades que brinda el desarrollo de actividades asociadas con el narcotráfico. En febrero de 2004, en el marco de la estrategia de recuperación del territorio del actual gobierno, la Fuerza Publica ingresó al casco urbano y tomo control del mismo, con lo cual se replegó el accionar de las FARC hacia las zonas rurales del departamento, y desde entonces, se habla de un decrecimiento paulatino de los cultivos de coca, e incluso de traslado de éstos hacia el sur del departamento.

Actualmente la Fuerza Publica controla los cascos urbanos de Mitú y Carurú99, en tanto que las áreas rurales, específicamente los corredores fluviales que garantizan buena parte del transporte y comunicación intra e inter departamental permanecen bajo el dominio de las FARC.

Sobre el accionar de este grupo, es preciso señalar que como resultado de la implementación del Plan Patriota – a partir del año 2004- en los vecinos departamentos de Guaviare y Caquetá, es cada vez más claro su repliegue hacia departamentos del oriente selvático como Vaupés100, donde incluso se ha llegado a afirmar que se encuentra el grupo de secuestrados que harían parte de un posible canje por guerrilleros presos.

Además del predominio de las FARC, el Observatorio de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República da cuenta en un reciente informe sobre la región, de la circulación de versiones según las cuales grupos paramili-tares estarían haciendo presencia en sectores del Vaupés, específicamente en los límites con Guaviare, donde es conocido el control que ejerce en la actualidad el grupo que actúa al mando de alias “Cuchillo”. Más aún, se indica la posible influencia que estos grupos pudiesen haber tenido en las recientes elecciones de autoridades locales.

“la presencia de autodefensas en el Vaupés, en particular de estructuras pertenecientes al frente Guaviare del bloque Centauros, al mando de alias Cuchillo, muy activos en el departamento del Guaviare, no pudo ser comprobada, a pesar de la circulación de unos panfletos anunciando su llegada a la ciudad de Mitú en 2006. La ausencia de estas estructu-ras parece creíble dado el dominio histórico de las FARC en la zona, la orografía y las escasas posibilidades de extorsión. Sin embargo, factores como extensos sembrados de coca, en particular en el municipio de Carurú, e indicios de que las campañas electorales de algunos candi-datos estarían financiadas por fondos provenientes de estas estructuras criminales podrían indicar lo contrario101”

En síntesis, sobre este territorio dominado por décadas por la guerrilla de las FARC, ha tenido lugar en los últimos años una importante avanzada de la Fuerza Pública, dirigida a controlar principalmente los cascos urbanos, además de lo cual se observan indicios sobre presencia de grupos de auto-

99- Además de estos dos puntos, la presencia del Ejercito Nacional se ha desplegado en el sector de Santa Cruz – Tacuararé (a dos horas en carro desde Mitú), donde se construye la central hidroeléctrica con la cual se espera abastecer de energía a este municipio de forma permanente.100- VER: Vicepresidencia de la Republica. Observatorio de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario. Diagnóstico departa-mental Vaupés. Bogotá, 2007. p. 2101- Ibídem. p. 4

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defensas en algunos sectores del departamento. Esta situación ha implicado un incremento en las hostilidades, una mayor presión sobre la población civil, acompañada de constantes infracciones al derecho humanitario y violaciones de los derechos humanos102.

De manera que, el escenario actual en el Departamento del Vaupés nos muestra una Fuerza Pública que hace presencia en las cabeceras de Mitú y Carurú, y una guerrilla que mantiene una alta movilidad en pequeños grupos que controlan el transporte fluvial, operando a partir de diferentes mecanismos dirigidos a hacer frente a la nueva situación que impone el desarrollo de la política de seguridad democrática; en términos generales, este grupo armado ha retornado a los métodos tradicionales de la guerra de guerrillas.

2.2. Escenario de crisis humanitaria

Como se ha dicho, el contexto de conflicto armado que se presenta en el departamento de Vaupés ha implicado una intensificación de las hostilidades por parte de todos los actores armados, en medio de las cuales se encuentra la población civil, en condiciones de indefensión, con escasas redes de apoyo social, e incluso en muchos casos incomunicada. A lo anterior se suma la débil capacidad de respuesta de la institucionalidad civil en el departamento.

La sistematicidad y concurrencia de diferentes formas de vulneración de los derechos de las comunidades ha sido planteado por diferentes organis-mos, principalmente por la Defensoría del Pueblo103, que en los años 2004 y 2006 emitió informes de riesgo a partir del análisis de la grave situación humanitaria que tiene lugar en esta región.

A pesar de las advertencias efectuadas en su momento por el Ministerio Pú-blico, el monitoreo y el trabajo de campo desarrollado por CODHES arroja como conclusión que tales situaciones persisten, sin que hasta el momento se hayan tomado las medidas correspondientes dirigidas a salvaguardar a las comunidades, particularmente, a las comunidades indígenas que son las más afectadas en este escenario.

A continuación se presenta una síntesis de las principales amenazas que se observan en el Departamento del Vaupés, y sobre las cuales se debe actuar en aras de garantizar la vida y el disfrute de derechos por parte de la población civil.

Restricciones alimentarias

Con el argumento de cortar el ingreso de alimentos y suministros para la guerrilla, la Policía Nacional desarrolla un estricto control a todos los pro-

102- No obstante, el Observatorio de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República sostiene que en 2007 sólo se registró un ho-micidio en el departamento del Vaupés y no se presentaron casos de masacres, ni muerte de funcionarios públicos, maestros o indígenas, así como ningún caso de secuestro, ver http://www.derechoshumanos.gov.co/modules.php?name=informacion&file=article&sid=825 103- Ver: DEFENSORIA DEL PUEBLO. Defensoría delegada para la evaluación del riesgo de la población civil como consecuencia del conflicto armado. Sistema de alertas tempranas. Infor-mes de riesgo: 070AI / 04 (octubre de 2004) y 050-06AI (27 de diciembre de 2006)

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ductos que salen de Mitú por vía fluvial; para lo cual calcula la cantidad de alimentos y combustibles que puede sacar cada capitán indígena de acuerdo con el número de habitantes de su comunidad.

A este hecho, se agrega el temor que los indígenas tienen por cultivar sus chagras debido a que los caminos y zonas aledañas a éstas se encuentran sembrados con minas antipersonales, lo cual ya ha generado episodios de accidentes e incidentes entre la población. De manera que, se presentan diferentes tipos de presión sobre las comunidades que ven afectadas sus posibilidades de sobre vivencia material en este contexto.

Esta situación agrava las condiciones de vulnerabilidad de las comunidades, que han carecido históricamente de la prestación de servicios por parte del Estado, y que se ven sometidas a la presión de los actores armados. Como consecuencia de ello, las mismas autoridades departamentales reconocen la ocurrencia de casos de muerte por desnutrición en menores de edad, y buscan alternativas a ello104.

Ataques indiscriminados contra poblaciones

En su intención de demostrar los límites del control de la Fuerza Pública en el territorio, las FARC acuden con frecuencia a actos de hostigamiento contra los cascos urbanos donde se encuentran los principales contingentes del Ejército y la Policía. Estas acciones son desarrolladas por lo general utilizando armas no convencionales, de objetivo indeterminado, lo cual constituye una amenaza directa contra la población civil.

Ante este tipo de prácticas, en el municipio de Carurú, los habitantes han tenido que acudir a la construcción de trincheras para protegerse cuando se desarrollan los ataques en contra de esta localidad, desde la franja contraria del Río Vaupés105, en la que se ubican los subversivos.

Este tipo de ataques han afectado bienes civiles protegidos por el Derecho Internacional Humanitario como centros de salud, según lo reportado por la Defensoria del Pueblo Seccional, el 6 de febrero de 2006, se presentó “hostigamiento por parte de las FARC al Municipio de Carurú con ráfa-gas de fusil, cilindros y morteros hechizos los cuales hicieron impacto en diferentes lugares de la cabecera municipal, entre las que se encuentran la casa de habitación del señor alcalde municipal y el centro de salud del municipio”

Reclutamiento forzado de menores

Particular preocupación causa en la actualidad el tema del reclutamiento forzado de menores por parte de la guerrilla, que ha incursionado en los internados indígenas para sacar de allí a los jóvenes e incorporarlos a las

104- Entrevista con Secretaría de Gobierno De-partamental. CODHES, Mitú. Agosto de 2007105- NACIONES UNIDAS - Oficina para la Coordi-nación de asuntos humanitarios OCHA. Informe de misión. Municipio de Carurú, departamento de Vaupés. Septiembre 19 – 22 de 2005

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filas de este grupo armado. A principios de septiembre de 2007, la Defen-soria del Pueblo denunció un caso de reclutamiento forzado en el sector de Tapurucuara, en el cual cuatro jóvenes, entre ellos dos menores de edad, fueron sacados del centro educativo por parte de las FARC, e informaciones recientes dan cuenta de la ocurrencia de episodios similares en diferentes zonas del departamento, en los cuales las principales víctimas continúan siendo jóvenes indígenas.

Ataques a la misión médica y afectación de bienes indispensables para la subsistencia

Los reiterados ataques a la misión médica en el Departamento de Vaupés han llevado a que comunidades como las ubicadas en las zonas del alto y medio Vaupés –sectores comprendidos entre el límite occidental con Gua-viare hasta las cercanías Mitú– no tengan acceso a servicios de salud desde hace cerca de tres años.

Al respecto señala el informe del Observatorio de Derecho Humanos de la Vicepresidencia de la República, que:

“el 18 de agosto de 2005, las FARC confiscaron el medio de transporte, el material de fumigación y de detección de la malaria a un equipo del Departamento de Salud del Vaupés en la vereda de Arara, contigua al departamento del Guaviare. Amenazaron además con secuestrar al equipo. Adicionalmente, durante el mes de julio, el mismo grupo ilegal habían robado varios equipos de comunicación de los puestos de salud (promotores), equipos que sirven para facilitar las evacuaciones médicas y asegurar un buen diagnóstico de las enfermedades y la aplicación de la respectiva medicación. Esta situación se ha seguido presentando en varias oportunidades durantes el año 2006.106”

Según los reportes de la Defensoría del Pueblo seccional, el día 27 de octubre de 2006, “en la Comunidad de Puerto Colombia (río Vaupés-medio) fue decomisada por las FARC la deslizadora con el respectivo motor y el full de combustible lleno, al grupo de Salud Pública que se desplazaba por la zona, en cumplimiento de la comisión de ETV. DASALUD. Oficio de fecha 18 de octubre de 2006 ETV – DASALUD”

Homicidios selectivos

Líderes indígenas han sido asesinados por la guerrilla de las FARC, con lo cual se amenaza directamente el proceso organizativo autónomo de los pueblos indígenas de esta parte del país. El 5 de febrero de 2006 reportó la defensoría del pueblo que “el líder indígena y secretario de ASATAV, señor REINALDO VELEZ, fue ultimado por miembros de las FARC en la Comunidad de Bocas de Arara Jurisdicción del Municipio de Carurú” 106- Vicepresidencia de la República. Op. Cit. p. 4

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También en este municipio se han presentado casos de asesinato de mujeres por parte de las FARC, con base en la acusación de haberse involucrado sentimentalmente con miembros de la Fuerza Pública107.

Siembra de minas antipersonales

Son frecuentes las denuncias efectuadas por los habitantes de los municipios de Mitú y Carurú sobre hallazgos de minas antipersonales y municiones sin ex-plotar en los caminos, especialmente aquellos que conducen a las chagras.

Esta ha sido una estrategia empleada por la guerrilla para cerrar la movilidad de la fuerza pública por las zonas rurales de los citados municipios. Corre-dores de movilidad estratégicos como el que va de Carurú a Miraflores en el Guaviare, es escenario de frecuentes hallazgos de este tipo de artefactos, que ponen en peligro a los pobladores que por allí transitan en desarrollo de sus actividades cotidianas.

En síntesis, las 23 etnias que habitan el departamento del Vaupés viven en la actualidad en condiciones precarias, ocasionadas por el histórico abandono del Estado, y agudizadas por la presión de los actores armados que con-trolan las zonas rurales del Departamento, donde se asientan las diferentes comunidades en territorios de resguardo.

La situación de tensión derivada de la agudización del conflicto armado, se vio incrementada en el año 2007, con ocasión del episodio en el cual el subintendente Jhon Frank Pinchao, escapó del secuestro de las FARC en el sector de Pacoa –sur del departamento–. La información suministrada por este oficial a diferentes medios de comunicación, indicaba que las FARC se movilizaban con los secuestrados llamados “canjeables” en esta zona del departamento de Vaupés, siguiendo el curso del Río Apaporis. Como consecuencia de ello tuvo lugar un incremento de acciones militares en esta parte del país, a raíz de las cuales se han propiciado casos de desplazamiento de familias indígenas.

Un elemento adicional de alteración del orden público durante el segun-do semestre, estuvo relacionado con la realización de elecciones locales. Tradicionalmente las zonas controladas por la guerrilla de las FARC han presentado limitaciones para el desarrollo de los comicios electorales, y aun cuando en esta ocasión no se tuvo información sobre acciones de paro armado o amenazas directas a candidatos, sí se conoció de llamados de este grupo armado a no votar por los partidos políticos pertenecientes a la coalición de gobierno, en reuniones realizadas en diferentes comunidades rurales.

Sobre este aspecto, las comunidades indígenas de la región manifiestan preocupación por la presencia que desarrolla el ejército en algunos centros 107- NACIONES UNIDAS – OCHA. Op. Cit. p. 5

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poblados con el objeto de garantizar la realización de los comicios electo-rales, al cabo de los cuales el control vuelve a manos de los grupos insur-gentes, que pueden ejecutar acciones de retaliación contra la población civil acusándolos de colaborar de alguna manera con la fuerza pública durante su estadía en la población.

En el municipio de Carurú se observa el temor de la población ante las re-presalias que pueda tomar la guerrilla de las FARC como consecuencia del triunfo electoral que en este municipio y a nivel departamental, obtuvo un partido político contra el que este grupo había advertido a los pobladores en su momento.

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3. Crisis humanitaria y desplazamiento forzado

3.1. Dinámica del desplazamiento forzado

Las cifras que se conocen sobre desplazamiento forzado en el Departamento de Vaupés son apenas una muestra de la dimensión real de este fenómeno, en la medida en que las personas que aparecen allí registradas son sólo aquellas que buscan protección en los cascos urbanos, principalmente en Mitú y Carurú.

La compleja situación humanitaria que tiene lugar en esta parte del país, hace previsible que se estén dando casos de desplazamiento intraselvático, sobre los cuales no existe registro porque en amplias zonas del departamento no hay presencia de autoridades civiles que recepcionen tales denuncias.

Aún así, el Observatorio de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República reconoce que el desplazamiento forzado presento un “aumento de más de 300% entre 2003 y 2004 y de casi 200% entre 2003 y 2005108”

Los principales lugares de expulsión son los municipios de Mitú y Carurú, lo cual se corresponde con la dinámica del conflicto armado en dichas zonas del departamento. Entre 1998 y diciembre de 2007, de estos dos munici-pios se han desplazado por motivos de violencia 2.110 personas, lo cual representa el 96% del total de personas que denunciaron ser víctimas de este delito en todo en departamento en el mismo período, un total de 2.197. Esta tendencia queda ilustrada en el siguiente gráfico.

Fuente: SIPOD – Acción Social. Información con corte a diciembre 31 de 2007, publicada en www.accionsocial.gov.co108- Vicepresidencia de la República. Op. Cit. p.3

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Llama la atención el incremento de casos de desplazamiento que se han denunciado en el corregimiento de Pacoa en el año 2007, pasando de 9 personas desplazadas en 2005 y 1 en 2006, a 26 personas registradas hasta diciembre de 2007. Este hecho puede estar evidenciando el incremento de las hostilidades, y por ende mayor presión sobre las comunidades, en el área sobre la cual informó el subintendente Pinchao se hallaban los secuestrados, al momento de su fuga.

En cuanto a recepción, el principal centro de llegada es el municipio de Mitú, al cual han arribado en calidad de desplazados 1.209 personas en el período que va de 2002 hasta diciembre de 2007, de un total de 1.303 a nivel departamental. Los años en los que se presentaron los picos más altos de desplazamiento fueron 2004 y 2005, lo que corresponde con el momento de ingreso de la Fuerza Pública al municipio de Carurú, con lo cual muchas familias huyeron ante el temor que genera la intensificación de la confron-tación armada. Dicha tendencia queda plasmada en el siguiente gráfico.

Fuente: SIPOD – Acción Social. Información con corte a noviembre 30 de 2007, publicada en www.accionsocial.gov.co

Estas cifras, observadas en términos absolutos pueden aparecen pequeñas, pero si se las compara con la densidad poblacional del departamento y del municipio de Mitú –principal centro receptor de población desplazada–, dan cuenta de una magnitud muy preocupante de este fenómeno, y se constituyen por ende en un indicador de la crisis humanitaria que afecta a esta región del país.

A partir de la contrastación entre población expulsada y total de habitantes de los municipios y corregimiento del Vaupés, se observa el alto impacto que el desplazamiento forzado ha tenido en Carurú, localidad de la cual ha sida desplazada en los últimos nueve años una proporción equivalente a cerca del 20% de su población, tal como se observa en la tabla 1. La principal causa que esgrimen las personas que se desplazan es la ame-naza de reclutamiento forzado de sus hijos, principalmente por parte de

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la guerrilla de las FARC109. Tema que como se ha indicado antes, aparece como una constante en el comportamiento de este grupo armado, en abierta contravención a la normativa humanitaria. En segundo lugar, las víctimas de desplazamiento forzado señalan el temor generalizado por el incremento en las hostilidades.

Sobre la complejidad de las consecuencias que tiene el reclutamiento for-zado para los menores y para la estructura social en el departamento, así como su incidencia en el desplazamiento forzado, plantea la Gobernación del Vaupés:

“la construcción social de los niños y jóvenes está marcada e influida por el conflicto. Su relación con el otro, con su familia, con sus vecinos, pares y con los valores que son socialmente construidos por las costumbre y la cultura, todos estos aspectos y muchos más son trastocados y tergiversado por el conflicto y esto también es una causa (coyuntural) del involucra-miento de los menores a las filas de grupos armados. La gran mayoría de estas familias han sido tocadas por este fenómeno y han perdido a uno de sus hijos y para no perder otro más decide abandonar su vivienda110”

El desplazamiento afecta gravemente a los grupos indígenas

Las principales víctimas del desplazamiento forzado en el Departamento son las comunidades indígenas. De un total de 638 personas que presentaron su declaración como desplazadas en la Defensoría del Pueblo seccional, entre el año 2003 y junio de 2007111, 559 son indígenas; lo cual equivale al 88% del total de afectados por este delito. Lo anterior pone de presente el alto grado de vulneración de derechos que viven estas comunidades en esta parte del país, y merece especial atención de cara al diseño de una política de atención que de respuesta a sus necesidades con enfoque diferencial.

Según el reporte de la Defensoría, la afectación por grupos étnicos en el período señalado, es la siguiente: Barasanos con 17 personas, Cabiyarí (3), Carapana (64), Cubeo (98), Curripaco (6), Desanos (48), Guahibo (9), Pi-ratapuyos (8), Sirianos (28), Tariano (17), Tatuyo (3), Tucano (43), Tuyuca (27), Wananos (86), Yurutí (25)

Fuentes: SIPOD, DANE. Elaboración propia.

109- Según repor tes de la Defensoría del Pueblo, corroborado en entrevistas realizadas en terreno.110- DEPARTAMENTO DE VAUPES. Gobernación del Vaupés. Comité Departamental para la aten-ción integral a la población desplazada por la violencia. Plan Integral Único 2007. Septiembre de 2007. 111- Defensoría del Pueblo. Seccional Vaupés. Bitácora Desplazamiento – Declaraciones DP Vaupés a Junio 2007

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Lo anterior evidencia que de los 23 grupos étnicos que habitan el Vaupés, más de la mitad, esto es 15, han sido afectados por el desplazamiento forzado. Vale decir que esta aseveración se hace a partir de la información suminis-trada por la Defensoría del Pueblo, de manera que la situación puede ser más grave aún si se tomaran también los datos de las personas que declaran en las otras instituciones habilitadas para tal efecto: Personería municipal y Procuraduría. Adicionalmente, un porcentaje de las personas desplazadas que denunciaron tal situación en la Defensoría, no identificaron plenamente su pertenencia étnica, con lo cual resulta altamente probable afirmar que existen familias de la casi totalidad de comunidades indígenas del Vaupés que han tenido que abandonar su territorio por motivos asociados con el conflicto armado.

Esta situación resulta aún más dramática si se considera que de los grupos señalados, ocho se encuentran también en la relación anteriormente presenta-da de grupos que en el año 2004 contaban con una población total de menos de 1.000 personas. De manera que, salta a todas luces la forma realmente desproporcionada en que el conflicto está afectando a comunidades étnicas en el Departamento del Vaupés, y ello debe sin duda concitar los esfuerzos de todas las autoridades de orden regional y nacional, de cara a garantizar los derechos de estos grupos que por siglos han resistido la embestida de diferentes formas de conflicto que se han cernido sobre su territorio.

De nuevo, vale destacar que estas cifras, presentan apenas una aproximación a la realidad; esta problemática es sin lugar a dudas mas grave si se tiene en cuenta que el desplazamiento que se registra en el departamento de Vaupés es fundamentalmente el de aquellas personas que arriban a los municipios de Mitú y Carurú, en tanto que las migraciones que se producen en las zo-nas rurales, particularmente entre resguardos y comunidades indígenas son prácticamente desconocidas. Así, ante la presión de los actores armados, una familia indígena puede desplazarse hacia otra comunidad o cruzar la frontera hacia Brasil, y no denunciar ante ninguna autoridad, con lo cual no queda registro de los hechos.

Migrar hacia Mitú resulta ser una de las últimas opciones que toma un indígena, por cuanto asentarse en este municipio implica unos costos que difícilmente puede sufragar, y la movilidad al interior de la selva que conoce y donde puede encontrar parientes es una mejor opción.

3.2. Confinamiento

Una problemática adicional que se presenta en el Vaupés es el confina-miento, causado principalmente por la existencia de minas antipersonales y municiones sin explotar en las áreas rurales. Ante la presión de los acto-res armados, y la utilización indiscriminada de este tipo de artefactos, las comunidades han optado en ocasiones por no volver a las chagras y limitar sus movimientos a sectores muy definidos.

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Esta situación ha generado situaciones de crisis alimentaria en las comuni-dades, que han sido atendidas por el gobierno, ante la constatación fáctica de su situación de riesgo. La unidad territorial de la Agencia Presidencial para la Acción Social diseñó un programa especial de atención para 450 familias en Mitú, y 75 en Carurú que se identificaron en situación de con-finamiento en el año 2005.

En la visita a terreno desarrollada por CODHES se observó que esta situación no se ha modificado de manera sustancial, y por el contrario la presión del conflicto se mantiene en amplios sectores del municipio de Carurú, con lo cual se hace necesario diseñar estrategias de intervención de largo plazo que garan-ticen la vida de las comunidades sometidas a restricciones de movilidad. 3.3. Dinámicas de movilidad en la frontera

La dinámica de movilidad hacia la frontera con Brasil pasa por elementos de índole cultural asociados con la continuidad del territorio selvático para las comunidades indígenas. Para los habitantes originarios de este territorio el límite internacional resulta artificial, y es común para ellos pasar hacia el vecino país con el objeto de visitar parientes y compartir festejos culturales. De acuerdo con la información obtenida en terreno, los indígenas cuentan con libertad de transito en la zona fronteriza.

En este sentido, monitorear los casos de desplazamiento por motivos de violencia en esta frontera es una tarea altamente compleja, y sólo en los casos en que las personas solicitan refugio es probable tener una aproxi-mación a este fenómeno.

Diferentes fuentes coinciden en señalar el año 2004 como el momento en que se dio un mayor flujo de población hacia Sao Gabriel112, capital del Estado Amazonas en Brasil. En su mayoría se trataba de población mestiza que salio del municipio de Carurú, tras la llegada de la fuerza publica y el consecuente impacto que ello tuvo sobre las labores asociadas al cultivo y procesamiento de coca.

En el informe de riesgo 070AI/04 de Junio 21 de 2005, el Sistema de Alertas Tempranas de la Defensoría del Pueblo llamó la atención de la agencia presidencial para la acción social y la cooperación internacional y del ministerio de relaciones exteriores, para que adelantaran las labores de censo y caracterización de las familias que se desplazaron hacia Sao Gabriel, con el objeto de conocer su situación legal y adelantar las acciones necesarias para un eventual retorno. Hasta la fecha, el gobierno colombiano no ha adelantado las mencionadas acciones, y se desconoce la magnitud y condiciones de esta migración.

112- A Sao Gabriel se accede por vía área en vuelos privados, recorrido que tarda aproxima-damente 2 horas desde Mitú. Por río se habla de un recorrido de 2 días que es muy peligroso por la cantidad de raudales que presenta este trayecto; sin embargo, esta es la vía utilizada por los indígenas, quienes manejan las condiciones del terreno.

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4. Política pública de atención aldesplazamiento forzado

En materia de atención pública a la problemática del desplazamiento forzado en el departamento de Vaupés persisten fallas estructurales asociadas al es-caso desarrollo de acciones gubernamentales enmarcadas en la normatividad y jurisprudencia reciente, específicamente lo relacionado con la Sentencia T 025 de 2004 y sus autos de seguimiento. Es importante reconocer sin embargo, que en los últimos años se han dado avances importantes a nivel institucional, dirigidos a reconocer la dimensión del desplazamiento forzado en el departamento, y a diseñar dispositivos de respuesta institucional efectivos. A este respecto, tanto la Gobernación del Vaupés como la Alcaldía de Mitú han avanzado en la formulación de Planes Integrales Únicos para la atención integral a la población desplazada, docu-mentos en los cuales se observa un adelanto en lo que hace a caracterización del fenómeno y de la población afectada, así como al reconocimiento de las normas nacionales e internacionales que garantizan sus derechos. Sin duda, el reconocimiento de la problemática es una necesidad de primer orden para el diseño de mecanismos de respuesta institucional, basados en la afirmación de los derechos de las víctimas. Preocupa en este nivel, posturas como las adoptadas por el alcalde del municipio de Carurú, quien ha expre-sado en foros públicos reparos sobre las cifras que maneja el mismo gobierno sobre población desplazada proveniente de esta zona del departamento113. Esto a pesar de que el mandatario reconoce la existencia de una situación de conflicto que impide por ejemplo la movilización de los funcionarios, e incluso del personal sanitario por el Río Vaupés. Con respecto a los planes diseñados por la anterior administración depar-tamental y del municipio de Mitú, se observa que no han avanzado más allá de la caracterización, y a este respecto, es necesario que las nuevas administraciones se comprometan en la formulación de estrategias de acción concretas para afrontar la problemática situación humanitaria que representa el desplazamiento forzado. En este proceso, es importante el acompaña-miento que deben dar las autoridades de orden nacional, los organismos

113- Esta perspectiva fue reiterada por el Alcalde Municipal en entrevista sostenida el 22 de febrero de 2008, en desarrollo de la misión conjunta de CODHES y la Defensoría del Pueblo al municipio de Carurú.

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de control, y organizaciones de derechos humanos que pueden contribuir en dirección a construir los referentes de una política basada en el criterio de goce efectivo de derechos que ha desarrollado la Corte Constitucional Colombiana.

Los planteamientos que CODHES presenta a continuación esperan aportar en esta dirección. 4.1. Enfoque de la política pública Es necesario decir en primer término que dada la afectación particular del desplazamiento forzado en el Vaupés sobre las comunidades indígenas, la formulación de una política pública que busque dar respuesta a este fenómeno desde una perspectiva de derechos debe partir de un análisis concreto de las consecuencias del desplazamiento en los grupos étnicos, y desde allí debe incorporar un enfoque diferencial que se corresponda con tal realidad. El desplazamiento forzado para las comunidades indígenas en esta región, implica una ruptura cultural profunda con el referente territorial que para ellos es sagrado, tal como lo ha planteado recientemente la Corte Cons-titucional, al afirmar que “la relación de los grupos étnicos indígenas y afrocolombianos con su territorio y los recursos presentes en él transforma el desplazamiento forzado en una amenaza directa para la supervivencia de sus culturas114” La desestructuración cultural que están viviendo las familias indígenas que han sido forzadas a desplazarse hacia Mitú, ha llevado a un profundo deterioro de las condiciones de vida particularmente de los niños, niñas y adolescentes, que se enfrentan a un entorno desconocido y agresivo, donde prima la visión según la cual el dinero se convierte en un fin en sí mismo. Como consecuencia de ello se observa un preocupante incremento de casos de prostitución infantil, drogadicción, robos, entre otros fenómenos que ponen de presente los profundos impactos que para los más jóvenes implica abandonar su comunidad. En este sentido debe ser entendido el impacto que el desplazamiento tiene en este Departamento, y a partir de allí deben direccionarse las acciones enfocadas a proteger la integridad cultural de estas comunidades, y resta-blecerlas en sus derechos cuando se ven forzadas a abandonar sus territorios como consecuencia del conflicto. Infortunadamente, no es esta la visión que impera en los funcionarios pú-blicos encargados de diseñar esta política en el Departamento del Vaupés, los cuales evidencian una visión muy negativa acerca de los indígenas, a quienes se les cataloga como derrochadores, borrachos, vagos y desorde-114- CORTE CONSTITUCIONAL. Auto 218 de

2006, aparte III, numeral 6.2

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nados, entre otros calificativos desobligantes115. En consecuencia con este punto de vista, no hay reconocimiento de las autoridades tradicionales indígenas en espacios como el comité departamental de atención integral a la población desplazada. 4.2. Prevención y protección La política de prevención del desplazamiento en un contexto como el des-crito pasa necesariamente por una discusión de fondo sobre la necesidad de exigir a todos los actores armados el respecto y observancia plena de todas las normas del derecho internacional humanitario. De manera que, aun en medio del escenario de conflicto que se vive en el departamento, la población civil esté protegida. El ingreso de la Fuerza Pública al Departamento se asocia con el aumento en los índices de expulsión de población en algunas zonas, como conse-cuencia del temor generalizado y el incremento en las hostilidades que allí tienen lugar. Es preciso en este nivel, traer a colación lo que ha señalado la Corte Constitucional en recientes pronunciamientos en torno a la necesaria incorporación de un enfoque de prevención en el desarrollo de la acción legítima de la Fuerza Pública116. A manera de ejemplo, una afectación concreta que se observa en el Vaupés es la imposición de restricciones alimentarias a las comunidades, hecho que puede constituir riesgo de desplazamiento de población, y que de hecho ya está evidenciando problemas alimentarios entre algunos grupos indígenas. Al respecto señala el balance de política pública presentado por ACNUR en el segundo semestre del 2007, al referirse a los riesgos previsibles en el marco del desarrollo de operaciones militares:

“f. Aumenta el riesgo para la población por los controles alimentarios por parte de la Fuerza Pública. La necesidad de cortar líneas de abas-tecimiento del contrario no puede satisfacerse mediante el bloqueo o la restricción del paso de alimentos para la población en zonas de alta concentración de actividad militar117”

Así, las carencias en esta fase de la política se explican principalmente por el énfasis netamente militar con el que representantes de algunas de las instituciones públicas asocian la acción preventiva del Estado. Desde esta perspectiva se dejan de lado los demás componentes que en esta materia fueron incorporados por el Decreto 250 de 2005, específicamente en lo referido a fortalecimiento de la administración civil, presencia en zonas de riesgo, acción de la Defensoría del Pueblo, comunicación local, apro-visionamiento básico, gobernabilidad y fortalecimiento de las relaciones con la comunidades, fortalecimiento de espacios locales de prevención y programas de seguridad alimentaria.

115- Este tipo de comentarios fueron expresa-dos por funcionarios públicos en las diferentes reuniones y entrevistas efectuadas por CODHES en terreno. 116- VER: Corte Constitucional. Op. Cit, aparte III, numeral 10117- ALTO COMISIONADO DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LOS REFUGIADOS –ACNUR-. Balance de la política pública para la atención integral al desplazamiento forzado en Colombia. Enero 2004- abril 2007. p. 112

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Como ya se ha expresado, a pesar de las alertas formuladas por la Defensoría del Pueblo respecto de la situación de riesgo en que se encuentran amplios sectores de la población del departamento de Vaupés, no se evidencia has-ta el momento que las autoridades involucradas en el deber de protección hayan tomado las medidas respectivas. Una de las recomendaciones formuladas por la Defensoría en el Informe de Riesgo 050-06 AI de diciembre de 2006, señalaba:

“Al Observatorio de minas antipersona del programa presidencial de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, coordinar con la Fuerza Pública, las acciones y medidas efectivas para la remoción de minas. En sentido amplio, esta actividad incluye la realización de estudios, el trazado de mapas, la señalización de los campos minados, el desminado humanitario y la remoción de explosivos sin detonar. La remoción de minas es esencial para que las comunidades puedan volver a utilizar plenamente sus tierras”

Más de un año después de la emisión del citado informe, se siguen presentando casos en los cuales los pobladores encuentran minas y otros artefactos en lugares muy cercanos a sus viviendas y chagras, tal como se denunció ante la defensoría seccional en el mes de noviembre del año 2007. Con ello se evidencia, que aún en cercanías del municipio capital no se ha desarrollado el recomendado desminado humanitario, y que adicionalmente no hay personas capacitadas para manejar dicha situación entre las autoridades departamentales. En conclusión, se hace urgente en el Vaupés la activación de un espacio hu-manitario, en el cual la totalidad de las autoridades de carácter local, regional y nacional, con el acompañamiento de organizaciones nacionales e interna-cionales de derechos humanos asuman compromisos y responsabilidades de cara a garantizar la plena vigencia de los derechos de las comunidades. Para ello se cuenta como punto de partida con las recomendaciones efectuadas en su momento por la Defensoría del Pueblo. 4.3. Atención humanitaria La delegación territorial de Acción Social afirma que todas las personas que han denunciado ser víctimas de desplazamiento han sido registradas, y han recibido la atención de emergencia de forma oportuna118. Ante la dificultad que implica esperar a que los paquetes de emergencia sean provistos desde Bogotá, esta entidad ha implementado un modelo de contratación con un almacén municipal que entrega los suministros a las familias, con base en los topes presupuestales definidos por Acción Social. En este aspecto persiste la dificultad asociada con el alto costo de los ali-mentos y víveres en el municipio de Mitú, en comparación con los precios

118- Entrevista con delegación seccional de Acción Social Vaupés. CODHES, Mitú. Agosto de 2007

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de los mismos en otra ciudad del país. En este sentido, los funcionarios de Acción Social llaman la atención sobre la necesidad de considerar estas diferencias al momento de diseñar la política de atención desde el nivel nacional. A pesar de lo indicado, la Defensoría del Pueblo Seccional ha informado sobre las quejas que ante esta oficina han presentado las familias despla-zadas, por el retraso con el que son entregados los paquetes de emergencia por parte de Acción Social119, cuyo suministro depende en ocasiones de las posibilidades de transporte aéreo que provea la Fuerza Pública. 4.4. Acceso a salud y educación La prestación de servicios de salud en los cascos urbanos esta garantizada por el Hospital Departamental, y el acceso de la población a los mismos se administra desde régimen subsidiado para población desplazada e indí-gena. Las dificultades en este nivel, se presentan en las zonas rurales del departamento, donde los servicios están a cargo de las unidades móviles del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, y de las comisiones enviadas por el hospital departamental, y éstas se ven restringidas en algunas zonas por las condiciones de orden público. Estas limitaciones a la movilidad del personal sanitario afectan las condiciones de salud y bienestar de las comunidades indígenas, poniendo en serio riesgo su propia supervivencia y condiciones de reproducción física y cultural. Según la información suministrada por la Secretaria de Gobierno y Admi-nistración de la Gobernación del Vaupés en respuesta al derecho de petición interpuesto por CODHES en septiembre de 2007, se han desarrollado accio-nes en materia de atención en salud y atención psicosocial para la población en situación de desplazamiento120. En el primer aspecto, la Gobernación ha suscrito convenios ínter administra-tivos con la Empresa Social del Estado Hospital San Antonio de Mitú para la prestación de servicios a la población desplazada, que incluyen atención básica y traslados a centros especializados en caso de ser requerido. En materia de atención psicosocial, se ha desarrollado el proyecto “Asesoría y apoyo psicosocial a las familias desplazadas y en situación de confina-miento en los municipios de Mitú y Carurú”, implementado por la Vicaria de Pastoral Social. A nivel educativo, también se presentan diferencias en el acceso a servicios entre las personas que habitan en los cascos urbanos y quienes se ubican en los sectores rurales –áreas de resguardo– del departamento. En el primer caso se observa un aceptable nivel de cobertura en los niveles de educa-ción básica y media, en los establecimientos operados por la Secretaría de Educación departamental.

119- DEFENSORIA DEL PUEBLO Seccional Vaupés. Informe de desplazamiento en el Departamento del Vaupés y avance en el cumplimiento de la Sentencia T 025 de 2004. Mitú, junio de 2006120- VER: DEPARTAMENTO DE VAUPES. Secretaría Gobierno y Administración, Observatorio Social. Oficio OS – 077. septiembre 21 de 2007

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En las áreas de resguardo, la educación es operada mediante el modelo de los internados indígenas, heredado del trabajo de los misioneros católicos y que luego fue regulado por el Estado bajo la modalidad de educación contratada. Hasta el año 2006, el Vicariato Apostólico manejó la tercera parte de los internados, pero ante las dificultades financieras y las presiones políticas decidieron entregarlos a la administración departamental. El obispo de Vaupés121 señala que era imposible para la Iglesia sufragar los costos que tiene este modelo institucional, en la medida en que allí se proporcionan los alimentos a los estudiantes, y se deben garantizar todas las condiciones para su habitación permanente, y la Secretaría de Educación no cumplía con los pagos de forma oportuna. Como corolario, los internados se han convertido en los últimos años en blanco de acción de los actores armados, quienes aprovechando la concentra-ción de jóvenes en estas instituciones han ingresado a ellos para desarrollar acciones de reclutamiento forzado. En este sentido, se configura un círculo perverso que aleja a los jóvenes del sistema educativo. En primer lugar, los menores son separados de su comunidad para ir a los internados y ello genera una ruptura frente a sus patrones culturales que redunda en ocasiones, en la pérdida de identidad étnica. Adicionalmente, la escasa articulación entre la educación media y superior en estas zonas del país conduce a que una vez terminado el ciclo básico, los jóvenes no tengan oportunidades de aplicación de sus cono-cimientos en el entorno inmediato, y por ende consideren como tiempo perdido el que han estado en la escuela. Si a esto se suma la presión de los actores armados, la educación resulta una posibilidad muy poco atractiva para los jóvenes en esta región, y se hace necesario pensar en la adaptación de los esquemas pedagógicos a las condiciones propias de la zona y de las comunidades que allí habitan. Una situación que alarmó a las comunidades indígenas y a las autoridades civiles del departamento durante el año 2007, fue la ocurrencia sistemática de casos de ahorcamiento de jóvenes indígenas122. Aun cuando una comisión psiquiátrica del hospital se dedicó a investigar las causas de estos hechos, la población señala que no es necesario indagar mucho para concluir que la falta de oportunidades fue la razón que llevó a los jóvenes a quitarse la vida. 4.5. Soluciones duraderas En este aspecto se presentan las mayores carencias, asociadas con la po-breza histórica y la falta de oportunidades laborales en un departamento como el Vaupés; a lo cual se suma necesariamente la condición étnica de la población que obliga a repensar conceptos como generación de ingresos, restablecimiento, entre otros.

121- Entrevista con Monseñor José Gustavo Ángel, vicario apostólico de Mitú. CODHES, Agosto de 2007122- Los líderes indígenas señalaron que solo en el primer semestre del 2007, 8 jóvenes murieron por ahorcamiento. Entrevista realizada por CODHES el 15 de agosto de 2007.

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En el segundo semestre del año 2007, la gobernación de Vaupés impulsó un programa de solución de vivienda para familias desplazadas asentadas en el casco urbano de Mitú, el cual constituye la primera experiencia de este orden en el departamento. Este proyecto, denominado “Proyecto de vivienda de interés social La Granja”, implica la construcción de 20 solu-ciones de vivienda de 22,40 metros cuadrados cada uno, con un costo total de $144.566.666123. La Asociación de Desplazados del Vaupés, ha presentado cuestionamientos a este proyecto, por la ubicación de los predios con respecto al municipio y, la modalidad bajo la cual se adjudicarían las soluciones de vivienda. Adicionalmente, vale señalar que la falta de cobertura continúa siendo un punto crítico de este tipo de programas. En materia de adjudicación de tierras, el INCODER ha señalado como principal restricción para avanzar en tal sentido, la condición de reserva forestal y área resguardo que cobija la mayor parte del departamento. En este sentido se pronunció el gerente territorial de dicho Instituto:

“(...) en la actualidad en el Departamento del Vaupés no se ejecutan programas de entrega de tierras a la población desplazada, debido a que no existen predios de compra directa, permuta de tierras y extinción de dominio, por lo que existe la limitación de que todo el territorio de-partamental pertenece a la Reserva Forestal de la Amazonia (Ley 2º de 1959) y el 80% de ella hace parte de territorios colectivos de resguardos indígenas. Donde no se pueden entregar título de propiedad124”

4.6. Respuestas sociales

El Secretariado Regional de Pastoral Social adelanta diferentes programas para atender a la población desplazada en el departamento, que van desde el suministro de alimentos, víveres y ropa en la fase de emergencia, pasando por programas de atención psicosocial, y proyectos de desarrollo integral dirigidos a apoyar pequeñas iniciativas productivas que permitan avanzar en procesos de restablecimiento para las familias que han llegado al casco urbano de Mitú.

Si bien este tipo de programas han mostrado impactos positivos para algunas familias, no constituyen una solución plena en la medida en que se hallan sujetos a las lógicas propias de la financiación internacional, y no a una intervención publica sostenida, que es sin duda el modelo mediante el cual se debe buscar el restablecimiento de derechos para la población victima del desplazamiento.

En conclusión, en el Departamento de Vaupés se observa una situación humanitaria compleja, que afecta de manera desproporcionada a las comu-

123- Sobre información suministrada por Gober-nación del Vaupés en respuesta al derecho de petición ya citado. 124- Citado en: DEFENSORIA DEL PUEBLO. Sec-cional Vaupés. Op. Cit. apartado 1.8.7

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nidades indígenas, quienes a lo largo de su historia han resistido los embates de diferentes formas de violencia que se han cernido sobre sus territorios, y que en la actualidad se encuentran en situación de alta vulnerabilidad y riesgo como consecuencia de la expansión del conflicto armado a esta parte del país.

Se hace necesario en este contexto, avanzar en la definición e implemen-tación de una política de protección de las comunidades, y de prevención del desplazamiento forzado que en los últimos años se ha incrementado, afectando principalmente a los municipios de Mitú y Carurú.

En la definición de esta política, así como en la concreción de acciones para dar respuesta efectiva al desplazamiento forzado, deben vincularse activamente las autoridades de orden local y nacional, las autoridades tradicionales, organizaciones de derechos humanos y organismos humani-tarios con presencia en el país, en aras de avanzar en la protección plena de los derechos de las comunidades indígenas y dar respuestas efectiva a sus problemáticas.

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1. Características generales del departamento

1.1 Territorio

El departamento de Amazonas es el más extenso de Colombia, con un área total de 109.664 km2. Se ubica en el extremo sur del país, compartiendo fronteras con Brasil por el costado oriental, y con Perú por el sur. En la zona nor occidental limita con el departamento de Putumayo, y al norte, los ríos Caquetá y Apaporis establecen límites con los departamentos de Caquetá y Vaupés respectivamente.

El territorio se divide para fines político administrativos en dos municipios: Leticia –capital– y Puerto Nariño, y nueve corregimientos departamentales: El Encanto, La Chorrera, La Pedrera, La Victoria, Mirití Paraná, Puerto Alegría, Puerto Arica, Puerto Santander y Tarapacá.

Fuente: Instituto Geográfico Agustín Codazzi - IGAC

MAPA 1. Departamento de Amazonas

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La mayor parte del territorio amazonense corresponde a resguardos indíge-nas y áreas de reserva forestal, zonas que se superponen con las divisiones político administrativas antes señaladas. Existen 20 resguardos indígenas, uno de ellos, el Predio Putumayo, es el más grande del país, con un área total de 5.869.447 hectáreas compartidas entre los departamentos de Putu-mayo y Amazonas.

En dichos territorios habitan comunidades indígenas de las etnias tikuna, yucuna, miraña, tanimuka, matapí, cubeo, cocama, huitoto, letuama, nonu-ya, muinane, andoque, yagua, murui, bora, okaina, carijona, cabiyari, inga, siona, macuna, barasano y yuhup125, distribuidos en pequeños asentamientos a orillas de ríos y caños.

Las principales vías de comunicación en este territorio que es totalmente selvático, son los ríos. En dirección occidente – oriente corren los cauda-losos Caquetá, Apaporis y Putumayo; todos tributarios del Amazonas, en territorio brasilero. En sentido norte sur son navegables ríos como el Igará Paraná, Mirití Paraná y Cará Paraná, con lo cual se articula una red fluvial privilegiada. A pesar de lo anterior, el transporte por este medio ha sido poco desarrollado, y en su lugar, los principales ríos son utilizados como vías para llevar a cabo actividades ilegales, como se verá más adelante.

La capital departamental, Leticia, puede considerarse territorio conurba-do con Tabatinga – Brasil, dado que allí hay se presenta una continuidad geográfica, lo cual hace que los flujos de personas y mercancías en este ámbito fronterizo sean muy amplios. Aun cuando menor, dicha articulación también se da con respecto a Santa Rosa – Perú; constituyéndose ésta en una frontera dinámica y en permanente integración a través de la circula-ción constante de colombianos, peruanos y brasileros, en desarrollo de sus actividades cotidianas.

1.2 Economía y recursos

La principal actividad económica del departamento es la industria turística. El turismo ecológico y de aventura es uno de los renglones más promocio-nados actualmente para presentar el Amazonas como destino de viajeros nacionales e internacionales, dadas las inmensas posibilidades que en este ámbito ofrece el territorio selvático.

Las principales inversiones en este aspecto se han desarrollado por agentes privados, y en algunos sectores genera preocupación la escasa participación de las comunidades indígenas –habitantes originarios del territorio– en la toma de decisiones con respecto a estos proyectos, y su vinculación marginal a dicha cadena productiva. 125- Sobre información publicada por la Funda-

ción GAIA en: www.gaiaamazonas.org

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En términos de inversión pública, son evidentes los hechos de corrupción que se han dado en el departamento, tal como la proyectada inversión en el muelle turístico de Leticia, por la cual cursa una investigación discipli-naria en contra del actual gobernador, por malos manejos del presupuesto destinado para tal efecto en su anterior administración.

El circuito turístico se desarrolla principalmente en la zona correspondiente al Trapecio Amazónico, extremo sur del departamento. En el resto del territorio, habitado en su mayoría por comunidades indígenas, las principales activida-des económicas son la caza y la pesca, dirigidas en su mayoría a la satisfacción de las necesidades de la propia población, en tanto que los excedentes desti-nados a la comercialización son escasos, y no resulta pertinente producirlos, dadas las limitaciones que impone la escasez de vías para el transporte, y la dispersión de los grupos en el territorio. Algunas comunidades, desarrollan actividades artesanales, de donde derivan algunos ingresos.

Una segunda dimensión de la economía en el departamento, es aquella que se vincula con el circuito ilegal del cultivo y tráfico de drogas; tema que genera particular preocupación por el auge que ha tomado en las últimas décadas.

En primer lugar, debe entenderse que las comunidades indígenas han cul-tivado ancestralmente la hoja de coca como parte de su tradición, e incluso señalan que es el mantenimiento de esta práctica lo que les ha permitido subsistir a pesar de las múltiples adversidades a que se han visto sometidos. Así, por ejemplo, los pueblos habitantes del corregimiento La Chorrera, piden ser reconocidos como los “hijos del tabaco, de la coca y de la yuca dulce”, y desarrollar su proyecto de vida autónomamente, después de haber sido víctimas del exterminio protagonizado en la década de los treinta por los caucheros peruanos, en uno de los episodios más oscuros de la historia nacional.

Sobre la base de la calidad del suelo amazónico para el desarrollo del cultivo de coca, ha tenido lugar una expansión del área cultivada en las últimas décadas en el sur del país, pero esta vez se trata de cultivos destinados al tráfico internacional de cocaína.

Además de las actividades de cultivo, conocedores de este tema, señalan que el territorio amazonense ha sido empleado preferentemente por los narcotraficantes como ruta para el ingreso de insumos y el tráfico final de cocaína cristalizada. La red fluvial que enmarca el departamento resulta estratégica en términos de comunicación con los vecinos países de Perú y Brasil, a través de los ríos Caquetá y Apaporis por el norte, y Putumayo por el sur.

Al respecto señala un reciente informe sobre el narcotráfico en las zonas de frontera:

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“La frontera con Brasil corresponde a los departamentos de Vaupés y Amazonas. En los dos hay cultivos en expansión y laboratorios de cristalización de cocaína, y desde ambos se usan los ríos para navegar hacia el Amazonas, donde se acopia y despacha al exterior. Las accio-nes de erradicación de los cocales del Guaviare, Caquetá y Putumayo impulsaron una nueva corriente de colonización coquera que desciende por los ríos Guayabero, Vaupés y Putumayo126”

A las favorables condiciones geográficas, se ha sumado sin duda, la débil presencia que el Estado Colombiano ha ejercido históricamente en esta zona fronteriza. De manera que, desde los años ochenta Leticia se convirtió en epicentro del narcotráfico, en ese momento manejado por el Cartel de Mede-llín, que compraba allí la base de coca proveniente de Perú y la cristalizaba en laboratorios propios127. Durante estos años, fue conocida a nivel nacional la influencia y el poder que llegó a ejercer Evaristo Porras en el Amazonas, actuando como correa de transmisión de Pablo Escobar.

La importancia que tiene el territorio amazónico para el tráfico internacional de drogas es presentada en el estudio ya citado en los siguientes términos:

“La importancia de Amazonas para el narcotráfico es el uso de las vías fluviales que desembocan al río Amazonas en Brasil y de allí van al resto del mundo. Esta es la ruta de salida alterna al Pacífico para la producción de los cultivos y laboratorios de toda la cuenca del río Putumayo, tanto en Colombia como Ecuador y Perú. Un prefecto peruano calculaba que en su frontera con Colombia se cultivaba entre 4.000 y 5.000 hectáreas de coca. En el río hay pistas clandestinas y también laboratorios en embarcaciones que se pueden desplazar de un lado a otro. De Brasil provienen insumos para Colombia, pero también hay laboratorios de cristalización y comercialización por rutas aéreas y fluviales128”

Según el informe de las Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito, en el año 2006 se identificaron 692 hectáreas sembradas con coca, concentradas principalmente en los corregimientos de El Encanto, La Chorrera y Puerto Alegría129.

Por su parte, el estudio realizado por investigadores del Centro de Estudios y Observatorio de Drogas y Delito de la Universidad del Rosario, señala que:

“En los últimos cinco años ha comenzado a crecer el área cultivada con coca en el Amazonas. La policía departamental menciona la existencia de unas 800 hectáreas de pequeños cultivos en Mirití Paraná, Río Apa-poris, limítrofe con Vaupés, Minas de Oro, Taraira, Puerto Santander, Puerto Limón, Marandúa, Buruburí, Puerto Nariño y Puerto Arica. El comandante militar sospecha que se está preparando un nuevo auge de cultivos de coca en pequeña escala. Hay cultivos dispersos que se

126- REYES POSADA, Alejandro; THOUMI, Fran-cisco; DUICA AMAYA, Liliana. El narcotráfico en las relaciones fronterizas de Colombia. Ministerio del Interior y de Justicia – Dirección Nacional de Estupefacientes, Universidad del Rosario. Bogotá, mayo de 2006. p.41127- Ibídem. p. 44127- Ibídem. p. 46129- NACIONES UNIDAS. Oficina contra la droga y el delito. Cultivos de coca, estadísticas municipa-les a diciembre de 2006. Bogotá, julio de 2007. En: www.unodc.org/colombia

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encadenan a mayores distancias del río con los que aparecen cerca de las riberas, de manera que se comunican por trochas pero se ocultan a la inspección terrestre o fluvial130”

De constatarse esta tendencia, según la cual el departamento de Amazonas entra a ocupar un lugar relevante en la extensión del área dedicada al culti-vo de coca, además de la importancia que ha tenido por años como ruta de transito y comercialización del alcaloide, podrían tener lugar acciones de erradicación, sobre las cuales las comunidades indígenas han manifestado grandes temores.

La preocupación central de los habitantes de diferentes corregimientos del Amazonas, donde actualmente se han iniciado operaciones de erradicación manual, además de la posibilidad de que se llegue a la aspersión aérea, radica en que tales acciones no distinguen entre los cultivos tradicionales de las comunidades indígenas y aquellos destinados al tráfico de estupe-facientes.

En tal sentido, se manifestaron líderes indígenas de La Chorrera131, para quienes la hoja de coca es un elemento ancestral y necesario para su per-manencia como cultura, y quienes además, se han dirigido a instancias del gobierno solicitando que se lleven a su territorio programas que permitan a las comunidades obtener ingresos a través del desarrollo de actividades lícitas y rentables, en un territorio donde las vías de comunicación son escasas, y donde los únicos compradores de los pocos productos agrícolas que se producen en la zona son los centros educativos.

1.3 Dinámicas de poblamiento

Según el censo nacional de población, el departamento de Amazonas es habitado por 67.726 personas132, el 42.84% del cual corresponde a comu-nidades indígenas133, quienes son los ocupantes ancestrales del territorio. Allí se asientan más de veinte etnias, algunas de las cuales se han declarado en peligro de extinción, como consecuencia de las diferentes formas de violencia que se han efectuado en su contra.

A finales del siglo XIX y comienzos del XX, tuvo lugar uno de los procesos que ha marcado de forma más negativa la historia de las comunidades indíge-nas y del proceso de poblamiento del territorio en el Amazonas colombiano: el etnocidio protagonizado por los explotadores del caucho.

La extracción de caucho en esta región implicó un verdadero aniquilamiento para las comunidades ancestrales allí asentadas; que pasaron, según sus propios cálculos de ser cerca de 100.000 personas a principios del siglo pasado a sólo 2.500 en la actualidad, en el territorio de La Chorrera, por nombrar un solo ejemplo.

130- REYES POSADA, Et. Al. Op. Cit. p. 45131- Entrevistas con líderes y comunidades indígenas, corregimiento La Chorrera. CODHES, octubre de 2007132- Departamento Administrativo Nacional de Estadística DANE. Censo general 2005. Resulta-dos población conciliada (a junio 30 de 2005)133- La cifra sobre población indígena es tomada de: DANE. Dirección de censos y demografía. Colombia: una nación multicultural. Su diversidad étnica. Bogotá, octubre de 2006. Es necesario advertir sin embargo, que la referencia acerca de la participación porcentual de los pueblos indígenas en el total de la población es presen-tada por el DANE con respecto a la población censada, y no con respecto a los resultados de población conciliada. Este tipo de inconsistencias dificulta el análisis y de allí se deriva un carácter eminentemente ilustrativo de estas estadísticas, que es absolutamente inconveniente en términos de planeación y ejecución de políticas públicas

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La soberanía sobre la franja territorial enmarcada entre los ríos Caquetá y Putumayo, era por entonces disputada entre Colombia y Perú, y con ocasión de los desmanes de los empresarios peruanos –organizados en torno de la Casa Arana–, que concentraron la empresa extractiva de caucho negro en esta zona, se propició el conflicto entre los dos países.

Fue tal la magnitud del etnocidio que tuvo lugar como consecuencia de la explotación cauchera, que estudiosos de la historia, han hablado de un práctico despoblamiento de esta zona en la década de los años veinte.

“La Casa Arana subsistió hasta finales de la década del treinta, a pesar de las denuncias de José Eustasio Rivera, quien escribiera La Vorágine precisamente para denunciar el régimen de opresión que continuaba afectando seriamente la vida de los indios y de muchos caucheros rasos. Pocos años antes del conflicto colombo – peruano (1932), la compañía cauchera peruana desplazó compulsivamente la población indígena sobreviviente de la hecatombe cauchera hacia el Perú, dejando prácti-camente vacío el gran territorio localizado en el actual departamento del Amazonas134”

Luego de este período, las comunidades indígenas buscaron restablecer sus patrones de ocupación y uso del suelo, y las riberas de los ríos empezaron a poblarse nuevamente. Sin embargo, en años recientes han sufrido las conse-cuencias del conflicto armado, lo que sumado al abandono del Estado con respecto de los derechos de estas comunidades, hace que sus condiciones actuales sean muy precarias, y a pesar del fortalecimiento organizativo y los esfuerzos que han desarrollado las propias comunidades para rescatar su cultura, diferentes amenazas se ciernen hoy sobre ellas, y hacen que el riesgo de desaparecer físicamente sea latente.

A este respecto se pronunció el Relator Especial de las Naciones Unidas para los derechos de los pueblos indígenas, quien en el año 2004, manifestó la situación de vulnerabilidad extrema en que se encuentran varias comu-nidades indígenas de la Amazonia Colombiana. En tal sentido, recomendó en su informe:

“(...) con especial urgencia, deberá movilizarse la ayuda internacional para la elaboración de un programa de emergencia de atención a co-munidades indígenas en peligro de extinción, sobre todo en la región de la Amazonia. En este contexto, se recomienda que se recurra a la asesoría de la nueva instancia creada en las Naciones Unidas para la prevención del genocidio135”

Un caso que evidencia la magnitud de esta problemática es el de la etnia Okaina, cuyo último grupo de menos de 100 personas habita en la zona Chorrera del resguardo Predio Putumayo, sobre la ribera sur del Río Igará Paraná, presentando una fuerte desestructuración a nivel cultural que se

134- PINEDA CAMACHO, Roberto. La Casa Arana en el Putumayo. El caucho y el proceso esclavista. Publicado en: Biblioteca Virtual del Banco de la República. Mayo de 2005.135- NACIONES UNIDAS. Consejo Económico y Social. Comisión de derechos humanos. 61° período de sesiones. Informe del relator especial sobre la situación de los derechos humanos y las libertades fundamentales de los pueblos indígenas Sr. Rodolfo Stavenhagen. Misión a Colombia. E/CN.4/2005/88/Add.2. 10 de no-viembre de 2004

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manifiesta por ejemplo, en la pérdida de su lengua que sólo es hablada actualmente por tres personas.

La población colona en el Amazonas se ubica principalmente en el municipio de Leticia. Al igual que en la mayor parte del sur oriente colombiana, la dinámica de colonización en esta región se ha dado fundamentalmente en torno a la extracción de productos del bosque como maderas, y en alguna medida asociada al negocio de tráfico de drogas.

1.4 Institucionalidad pública

La institucionalidad pública en el departamento de Amazonas es débil y, al igual que en otros departamentos del sur del país, se concentra de manera casi exclusiva en la capital.

En los corregimientos la autoridad es ejercida por los cabildos y autorida-des tradicionales, con quienes debe coordinar su acción el corregidor, que hace las veces de representante de la gobernación en el territorio, con las limitaciones y dificultades que sobre esta figura administrativa ya han sido planteadas.

Las autoridades tradicionales indígenas, bajo la orientación de organiza-ciones no gubernamentales que hacen presencia en varios corregimientos del Amazonas, han planteado la necesidad de constituirse como entidades territoriales indígenas, entendidas como estructura de gobierno y adminis-tración del territorio propias. Esta figura deberá hacer parte de la reglamen-tación que en esta materia desarrolle la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial.

Como espacio de coordinación entre las autoridades departamentales y las autoridades tradicionales indígenas, se constituyó la mesa de coordinación ínter administrativa; sin embargo, el escaso dinamismo de este espacio, y las diferentes perspectivas de trabajo que tienen las asociaciones indígenas, han llevado a que algunas de ellas, se retiren de la mesa, por considerarla inoperante y direccionada por las entidades financiadoras.

Particular preocupación genera en las comunidades indígenas asentadas en los corregimientos, la débil presencia de la Defensoría del Pueblo en el terri-torio, de manera que apenas hasta el año 2007 en zonas como La Chorrera, se tuvo el primer acercamiento de esta institución con las comunidades que habitan por fuera de la cabecera.

En este nivel, se requiere un mayor compromiso por parte de la delegación seccional, de manera que la tarea de difusión, defensa y protección de los derechos humanos que tiene a cargo la Defensoría por mandato constitu-cional, sea una realidad en el departamento de Amazonas.

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2. Dinámica del conflicto armado

La dinámica del conflicto armado en el Amazonas es baja en comparación con los demás departamentos que hacen parte de este estudio. A manera de hipótesis podría decirse que esta es una zona de retaguardia para los grupos armados al margen de la ley, que hacen presencia esporádica en el territorio, y que lo emplean más como corredor para el tráfico de armas y drogas, como se ha señalado anteriormente.

A principios de la presente década se conoció de la presencia de la guerrilla de las FARC en el departamento, a través del Frente Amazónico, integrado al Bloque Sur. Esta expansión se explica por la dinámica de copamiento de territorios hacia el sur oriente del país que tuvo lugar luego de finalizada la zona de distensión del Caguán, asociada además con el traslado de los cultivos de uso ilícito hacia esta región, y el interés de controlar las rutas del narcotráfico.

La presencia de las FARC se dio principalmente en la zona norte del de-partamento, límites con Putumayo, Caquetá y Vaupés. En el corregimiento La Chorrera, tuvieron lugar en estos años casos de reclutamiento forzado y desplazamientos como consecuencia de la presión ejercida por este grupo sobre las comunidades, a quienes obligaban incluso a trabajar en cultivos de uso ilícito.

En el año 2005, se instaló la base de operación del Ejército en esta zona, y desde entonces, se señala que la presencia de la guerrilla es intermitente; el territorio es usado más como espacio de movilización y transito, y no como zona de confrontación directa. En este sentido, las acciones que desarrollan las FARC en el departamento son esporádicas y se concentran en algunas zonas; específicamente es necesario monitorear las áreas limítrofes con Caquetá y Vaupés, en las cuales se prevé un incremento de la presencia de este grupo armado, como consecuencia de la dinámica de expansión del conflicto hacia el sur oriente.

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En la segunda mitad del año 2007 se presentó un caso de retención de una avioneta que sobrevolaba con medicamentos para el corregimiento La Victoria sobre el Río Apaporis, límite con Vaupés.

Esta es justamente una de las zonas que concentra la atención en términos de expansión del conflicto e incremento de la presencia armada, por la cercanía con el departamento del Vaupés, y el control que allí ejerce la guerrilla de las FARC.

Por su parte, la Fuerza Pública, ha concentrado en el territorio un fuerte dispositivo militar, dirigido a contrarrestar las actividades asociadas con el tráfico de drogas, y garantizar el control de las áreas de frontera. En tal dirección se han establecido bases de operación en Araracuara y Leticia, y se han instalado batallones en la mayor parte de las cabeceras corregi-mentales.

La implantación de bases operativas de la Fuerza Pública en territorio indí-gena ha tenido fuertes consecuencias para las comunidades allí asentadas, quienes denuncian excesos en el desarrollo de operaciones de erradicación de cultivos de coca, presencia constante de militares en puestos de salud y centros educativos, involucramiento de la Fuerza Pública en operaciones de policía, como el manejo de temas de orden público, donde se evidencia la falta de reconocimiento y respeto hacia las autoridades indígenas.

A manera de ejemplo, en el mes de octubre de 2007, un cabo del Ejército en La Chorrera, agredió a un indígena que se encontraba en estado de em-briaguez, lanzando disparos al aire para asustarlo. Este tipo de incidentes, que son de resorte exclusivo de las autoridades indígenas y de la autoridad civil del corregimiento, han sido asumidos por el Ejército vulnerando de esta forma los derechos de la población, lo cual contribuye además a la formación de un clima de hostilidad entre las comunidades.

De otra parte, las comunidades sienten vulnerado el acceso a servicios bá-sicos como la salud, con medidas como la que se ha implementado en La Chorrera, de acuerdo con la cual el médico rural atiende de manera exclusiva a los miembros de la fuerza pública un día de la semana.

En otro nivel, las comunidades manifiestan un gran temor por el desarrollo de operaciones de erradicación de cultivos de uso ilícito. Además de los impactos que ello representa para su cultura, señalan que han recibido información según la cual algunos indígenas han sido victimas de minas antipersonales que son sembradas por grupos armados para impedir el de-sarrollo de tales acciones en corregimientos como El Encanto136.

136- Entrevistas con comunidades y líderes in-dígenas del corregimiento La Chorrera. CODHES, octubre de 2007

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El 12 de junio de 2007, un menor de edad del Cabildo Milán – etnia huitoto, corregimiento La Chorrera resultó herido al encontrar un cartucho que dejó abandonado un soldado luego de desarrollar ac-ciones de erradicación de cultivos de uso ilícito en el territorio. El niño, al no reconocer el objeto que encontró en su recorrido, lo echó a la hoguera que hacía para incinerar la basura, y el cartucho explotó causándole heridas en el abdomen bajo. Este hecho fue denunciado por la comunidad ante la Defensoría del Pueblo seccional, en octubre de 2007, y se esperan las gestiones de esta entidad al respecto.

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3. Crisis humanitaria ydesplazamiento forzado

En correspondencia con la reducida intensidad del conflicto armado en el Amazonas, la dinámica del desplazamiento forzado en esta región ha sido baja en lo que se refiere a expulsión de población. La principal incidencia de este fenómeno se presenta a nivel de recepción, sobre todo en el municipio de Leticia, donde han llegado familias desplazadas de diferentes zonas del país, para quienes esta ciudad resulta atractiva, por su lejanía con respecto a los lugares de mayor conflicto de donde proceden, y en no pocos casos, por la posibilidad de transitar desde allí hacia Brasil.

En el período comprendido entre 2001 y 2007, un total de 560 personas han sido expulsadas por motivos de violencia del departamento de Amazonas; en comparación con la población de cada municipio y corregimiento, los lugares que han sido más impactados por este fenómeno son Puerto Ale-gría, Puerto Santander, Puerto Arica y La Victoria. Esta tendencia queda presentada en la siguiente gráfica:

Fuente: SIPOD – Acción Social. Información con corte a diciembre 31 de 2007, publicada en www.accionsocial.gov.co

Según el SIPOD, durante el mismo período han llegado al Amazonas, 650 personas desplazadas, la mayor parte de las cuales: 615, han arribado a Leticia, lo cual equivale a decir que el 95% de la población desplazada en este departamento se concentra en la capital, tal como lo muestra la siguiente gráfica.

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Fuente: SIPOD – Acción Social. Información con corte a diciembre 31 de 2007, publicada en www.accionsocial.gov.co

En el año 2004 se presentó la más alta recepción de población desplazada en la ciudad de Leticia, con un total de 158 personas. Aun cuando la tendencia que se observa es decreciente, la información recabada en terreno, indica que este descenso puede explicarse por el alto nivel de rechazo que la delegación territorial de Acción Social hace de las declaraciones de desplazamiento, argumentando en la mayor parte de los casos extemporaneidad.

Sobre este aspecto, CODHES tuvo conocimiento de casos en los cuales las familias han llegado a Leticia después de largas travesías por ríos y selva, provenientes de departamentos como Nariño y Putumayo, habien-do cruzando incluso fronteras internacionales, y en el momento en que arriban a la capital de Amazonas, y tienen conocimiento de sus derechos como víctimas de desplazamiento, no son incluidos en el registro porque ha pasado más de un año de acontecidos los hechos que motivaron el desplazamiento137.

En este orden de ideas, las cifras que se presentan sobre desplazamiento deben considerarse apenas como una aproximación a un fenómeno que es difícil de monitorear en las condiciones geográficas del departamento, a lo cual se agrega las barreras institucionales existentes en el municipio capital con respecto al registro, en contravención de los planteamientos que a este respecto ha hecho la Corte Constitucional138.

3.1 Dinámicas de movilidad en la frontera

En primer lugar es necesario señalar que con respecto a los ámbitos fron-terizos amazónicos, éste es el más poblado y dinámico, tal como lo ilustra Socorro Ramírez:

“allí las personas de ambos países traspasan a diario la línea limítrofe por su recorrido de la vivienda al trabajo, en busca de bienes y servi-cios según las disponibilidades locales o lo que resulte más conveniente adquirir en uno u otro lado, más aún cuando al menos el 40% de la

137- Denuncias efectuadas en el Taller con población desplazada, realizado conjuntamente por CODHES y el Secretariado Vicarial de Pastoral Social. Leticia, noviembre 17 y 18 de 2007. 138- “la Corte ha sostenido que en algunos eventos exigir que la declaración haya sido rendida dentro del término de un año definido en las normas vigentes puede resultar irrazonable o desproporcionado, en atención a las razones que condujeron a la tardanza y a la situación que dio lugar el desplazamiento y en la cual se encuentra la persona afectada” Corte Constitu-cional. Sentencia T 630 de 2007. Bogotá, 15 de agosto de 2007

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población de Leticia, Tabatinga y Santa Rosa tienen triple nacionalidad: colombiana, brasileña y peruana139”

Esta condición hace que éste sea el punto de la frontera colombo - brasilera en el cual puede observarse un mayor flujo migratorio hacia el vecino país. Sin embargo, este fenómeno aparece muy inferior si se compara con el que se da hacia Ecuador o Venezuela.

Lo anterior es explicado por los expertos por factores como la distancia de Leticia con respecto a otros departamentos, la barrera que impone el idioma, y la baja intensidad del conflicto armado en esta zona limítrofe140.

Desde el año 1998, ochenta personas han pasado por la frontera colombo brasilera en Leticia, como solicitantes de refugio. Esta cifra corresponde a las personas que han expresado tal intención y se han apoyado para ello en el Secretariado Vicarial de Pastoral Social, que es la institución que ge-nera mayor confianza para las personas que huyen de la violencia en esta región.

Ante la necesidad de abordar conjuntamente esta problemática, se ha cons-tituido un equipo de Movilidad Humana transfronteriza, que es coordinado por los obispos de las tres zonas de frontera. Esta experiencia ha permitido articular de mejor manera la respuesta desde la Iglesia Católica al constante flujo, principalmente de colombianos que migran hacia Brasil y en menor medida, hacia Perú.

Con el apoyo de la oficina de las Naciones Unidas para los Refugiados ACNUR, se desarrolla un programa de atención humanitaria para soli-citantes de refugio en Tabatinga, el cual es operado por Pastoral Social. Adicionalmente, se tiene prevista la construcción de la Casa del Migrante, proyecto al que se ha vinculado la Organización Internacional para las migraciones OIM.

Según la información suministrada por Pastoral Social Leticia141, la mayor parte de los solicitantes de refugio que pasan por esta frontera proceden de otros departamentos, como Cauca, Valle, Nariño, Putumayo, quienes en algunos casos llegan hasta Leticia por vía aérea, apoyados por organismos humanitarios, con la perspectiva de salir hacia Brasil.

139- RAMIREZ, Socorro. “Colombia – Brasil: distante vecindad se fortalece en la seguridad y el comercio”. En: Análisis Político. No. 58. Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internaciona-les – Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, septiembre – diciembre de 2006. p. 13140- Ibídem, p. 14141- Entrevista con equipo Pastoral Social Leticia. CODHES, octubre de 2007

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4. Política pública de atenciónal desplazamiento forzado

A pesar de la escasa magnitud del desplazamiento forzado en el depar-tamento de Amazonas, es necesario que desde las autoridades locales y departamentales se formule una política de atención a la población víctima de este delito, en correspondencia con los criterios que en esta materia ha desarrollado recientemente la jurisprudencia de la Corte Constitucional.

En tal sentido, debe considerarse en primer término el carácter dinámico del conflicto armado en Colombia, según el cual podría presentarse una mayor presencia de los actores armados en el territorio, máxime si se tiene en cuenta la importancia que tiene el departamento para el desarrollo de actividades asociadas al narcotráfico, y el incremento de las hostilidades en los vecinos departamentos de Caquetá y Vaupés, principalmente.

En este escenario es muy importante el desarrollo de una estrategia de pre-vención del desplazamiento forzado, que permita mitigar el impacto que una extensión del conflicto tendría en esta región, habitada en su mayor parte por comunidades indígenas que han sido afectadas en otros momentos de la his-toria por hechos que las han dejado casi al borde de la desaparición física.

De forma paralela, es necesario generar respuestas sostenibles para las familias desplazadas que se encuentran en el casco urbano de Leticia, la mayor parte de las cuales han tenido que involucrarse en los circuitos de la informalidad para derivar un mínimo sustento, y viven actualmente en condiciones precarias.

A nivel programático se presentan escasos avances en lo que hace a la formulación de esta política, lo cual se deriva del poco dinamismo que ha tenido el espacio de los comités municipal y departamental de atención integral a la población desplazada. Durante todo el año 2007, no se llevó a cabo ninguna reunión de estos comités, ya que la Gobernación no hizo la convocatoria respectiva.

La población desplazada se ha organizado en dos asociaciones en la ciudad de Leticia, las cuales participan activamente en los espacios de discusión que se convocan a nivel local, y mantienen una interlocución constante

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con las autoridades públicas. CODHES observó una alta demanda de ase-soramiento jurídico y formación política por parte de estas organizaciones, lo cual evidencia la necesidad de fortalecer el acompañamiento a estos procesos organizativos.

Las observaciones que se presentan a continuación, se derivan de la ob-servación desarrollada en terreno. Aun cuando se solicitó información por escrito a la Gobernación y a la Alcaldía de Leticia sobre las acciones adelantadas en materia de atención a la población desplazada, en el primer caso no se obtuvo respuesta, y en el segundo sólo se suministró información de carácter financiero.

4.1 Prevención y protección

La política de prevención y protección debe basarse en una visión integral de la acción del Estado en el territorio. En tal sentido, la garantía de los de-rechos de las comunidades no se alcanza con la sola presencia de la Fuerza Pública, sino que debe acompañarse del fortalecimiento de la instituciona-lidad civil, el acceso a bienes y servicios básicos para las comunidades y, la generación de opciones productivas sostenibles.

Uno de los aspectos que genera mayor preocupación al constatar la situación en la que viven las comunidades indígenas del Amazonas es la práctica inco-municación en que se encuentran. Todas las comunidades del corregimiento La Chorrera, ribera del Igará Paraná visitadas por CODHES y la Defensoría del Pueblo en octubre de 2007, carecen de radios de comunicación. En algunos casos, esto se debe a que tales aparatos dejaron de funcionar desde hace varios años, en tanto que en algunos sectores se comenta que fueron retirados por la guerrilla de las FARC en los años en que este grupo ejerció presencia predominante en el territorio.

La comunicación fluvial es muy restringida, en la medida en que las co-munidades no cuentan con embarcaciones apropiadas, y los trayectos que deben realizar pueden tardar varias horas e incluso días, de acuerdo con la disponibilidad de algún tipo de embarcación con motor.

Estas condiciones incrementan la vulnerabilidad de los pueblos indígenas, en la medida en que no cuentan con mínimas posibilidades de establecer contacto entre sí, y con las autoridades departamentales, lo cual limita la capacidad de respuesta en casos de emergencia.

4.2 Atención Humanitaria

Según la información suministrada por la Alcaldía municipal de Leticia, en respuesta a derecho de petición presentado por CODHES, esta enti-dad destinó el 10% del rubro total de atención a población desplazada

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($48.915.000)142, para atención inmediata durante el año 2007.

La atención humanitaria de emergencia es provista por la agencia presiden-cial para la acción social, bajo la modalidad de cheques que se entregan directamente a las familias luego de ser incluidas en el registro. Este meca-nismo se ha implementado desde mediados del año 2007, y los resultados están por valorar.

4.3 Acceso a salud y educación

El tema de salud en las comunidades indígenas está a cargo de los promotores voluntarios; quienes en ocasiones no cuentan con la suficiente capacitación para asumir ciertas situaciones, a lo que se suma la falta de medios de trans-porte para llegar a las cabeceras corregimentales, donde además los centros de salud no cuentan con la dotación suficiente en términos de personal, equipos y medicamentos para brindar atención a la población.

En aquellos casos en los que la situación de salud de las personas amerita atención especializada, las comunidades indígenas han planteado quejas en lo referente a provisión de recursos para poder trasladar a los pacientes oportunamente a Leticia ó Bogotá. Adicionalmente, la gobernación no destina recursos para que un miembro de la familia pueda acompañar al paciente en estos casos; lo cual ha llevado a casos como el de un indígena que no ha podido regresar de Leticia, luego de ser atendido en el hospital, por falta de recursos para el pago de transporte143.

En materia de acceso a salud y educación para la población desplazada ubicada en Leticia, se observan las mismas limitaciones que a este respecto se dan a nivel nacional. Específicamente, las comunidades presentan quejas por el suministro de medicamentos y atención especializada, en tanto que en educación los problemas se relacionan con los costos complementarios que no pueden ser sufragados por las familias desplazadas; esto es, uniformes, útiles, refrigerios y transportes.

4.4 Soluciones duraderas

Una de las principales limitaciones que señalan los funcionarios públicos a nivel local para el desarrollo de programas de vivienda, esta dada por la condición de resguardo y reserva forestal que tiene la mayor parte del territorio amazonense.

La Alcaldía de Leticia destinó el 60% del presupuesto de atención a po-blación desplazada en el año 2007 para la compra de lotes con destino a la construcción de soluciones de vivienda. En respuesta al derecho de petición formulado por CODHES, señala la administración que dichos lotes han sido legalizados y “proyectados para acceder a los servicios públicos y de esta

142- Alcaldía municipal de Leticia. Oficio 0570, 16 de noviembre de 2007.143- Quejas presentadas por las comunidades indígenas del corregimiento La Chorrera. COD-HES, octubre de 2007

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manera gestionar el beneficio del subsidio de vivienda144” Sin embargo, algunos sectores han planteado reservas sobre este programa por tratarse de terrenos que se encuentran en proceso de extinción de dominio, por lo cual no hay una definición sobre la titularidad de los mismos.

Según la información recogida en terreno por CODHES con las familias desplazadas, en Leticia se han entregado a titulo de proyectos productivos recursos por valor de $1.500.000 en promedio por familia. Estos recursos en la mayor parte de los casos son destinados para la compra de moto taxis, lanchas ó cualquier otro elemento que permita a las personas vincularse a los circuitos de la economía informal. La administración no realiza acompa-ñamiento a proyectos productivos, que permita hablar de procesos efectivos de restablecimiento económico. Según la información suministrada por la delegación territorial de Acción Social145, en el año 2007 se entregaron auxilios de este tipo para diez familias desplazadas.

En conclusión, se observa que en el departamento de Amazonas, específica-mente en Leticia, donde se concentra el mayor porcentaje de población en situación de desplazamiento, los avances en materia de restablecimiento de derechos para estas familias son muy escasos, y la acción gubernamental se circunscribe principalmente a la atención en la fase de emergencia. La falta de opciones productivas y soluciones duraderas ha llevado a que algunas de las personas soliciten retornar a sus lugares de origen, aún sin contar con las garantías plenas para ello –ver recuadro anexo-.

Esta situación llama la atención sobre la urgencia de diseñar mecanismos institucionales de respuesta efectiva a la población desplazada que continúa llegando a la capital del Amazonas, para lo cual se requiere un compromiso claro de las autoridades locales y regionales, así como un acompañamiento efectivo de las entidades de orden nacional y de organizaciones de derechos humanos con experiencia en esta materia.

144- Alcaldía municipal de Leticia. Oficio 0570, 16 de noviembre de 2007145- Entrevista con delegación territorial Ama-zonas de la Agencia Presidencial para la Acción Social y la Cooperación Internacional. CODHES, octubre de 2007.

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RETORNO NO ES EVACUACION

“Las autoridades competentes tienen la obligación y responsabi-lidad primarias de restablecer las condiciones y proporcionar los medios que permitan el regreso voluntario, seguro y digno de los desplazados internos a su hogar o su lugar de residencia habitual, o su reasentamiento voluntario en otra parte del país”

Principios rectores de los desplazamientos internos. Principio 28.1

A comienzos del año 2007 un grupo de familias desplazadas se tomó la sede de la coordinación territorial de Acción Social en Leticia, protestando por los reiterados incumplimientos de esta institución en materia de atención a las victimas del desplazamiento forzado.

Específicamente, las familias reclamaban que se resolviera su si-tuación, pues llevaban varios meses esperando que se brindaran los medios para materializar la solicitud de retorno que habían presentado. La oficina de Acción Social en Amazonas ha optado por solicitar cupos en el avión de apoyo de la Fuerza Aérea, para “evacuar” a las personas que solicitan retorno, en la mayor parte de los casos presionados por la falta de oportunidades laborales en Leticia.

Al no tener certeza acerca de las fechas en que se desarrollarían estos vuelos, estas familias estuvieron durante varios meses a la expectativa de poder salir, y ante la falta de respuesta concreta por parte de las autoridades, optaron por la protesta para exigir soluciones reales.

Luego de una discusión entre las diversas instituciones de orden local y nacional que acudieron a resolver este caso, y de que algunas de ellas manifestaran la inconveniencia que en materia de seguridad implica transportar civiles, víctimas del conflicto, en aviones mili-tares, se optó por sacar a estas familias en vuelos comerciales, cuyo costo fue asumido solidariamente por el secretariado vicarial de pastoral social, ante la negativa de las instituciones departamentales y municipales de disponer recursos para este fin.

Estas familias viajaron a la ciudad de Bogotá, y se desconoce su situación actual, y el acompañamiento que en materia de proyectos productivos se ha hecho para lograr que más allá de una evacuación, se trate de un retorno.

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Algunas reflexiones y recomendaciones

El país debe debatir sobre las consecuencias de una expansión de la guerra irregular en el sur oriente y sus consecuencias humanitarias y de derechos humanos. Así mismo, es necesario tener en cuenta los efectos que tiene una profundización del conflicto en las fronteras con Brasil y Perú, además de la extensa frontera amazónica con Venezuela.

CODHES espera propiciar un debate sobre las problemáticas aquí seña-ladas, en dirección a avanzar en la garantía de derechos de los habitantes de los departamentos de Vichada, Guainía, Vaupés y Amazonas. Para ello pone a consideración de las autoridades de orden local y nacional, y de los organismos humanitarios, las siguientes recomendaciones:

• Prevenir esta situación no es sólo un problema de orden militar y de copamiento territorial de las Fuerza Pública. Es necesario reconocer y fortalecer la institucionalidad local, los organismos de control del estado y, sobre todo, garantizar la presencia de las instancias responsables de programas sociales.

• La acción de la Fuerza Pública, tal y cómo lo contemplan sus propios protocolos, debe ceñirse al respeto y acatamiento de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario, para lo cual debe reconocerse la legítima labor de las organizaciones y entidades de sociedad civil e Iglesias en este campo.

• La sociedad local y la sociedad colombiana en general, tienen la res-ponsabilidad de exigir a los grupos armados irregulares, guerrillas y paramilitares, que tienen presencia en estos departamentos, respeto por la población civil no combatientes, restricción del uso de armas de efectos indiscriminados, prohibición del desplazamiento y el re-clutamiento forzado y toda forma de agresión, según el DIH.

• Se requieren acciones de generación y fortalecimiento de capacidades sociales locales, como una forma de empoderamiento de la ciudadanía en el ejercicio de sus derechos.

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• Es un imperativo preservar los pueblos indígenas en Amazonas, Guai-nía, Vaupés y Vichada amenazados por los efectos nocivos y nefastos del conflicto armado y del narcotráfico, pero también por la exclusión y marginalidad que los hace más vulnerables frente a la realización efectiva de sus derechos. Los planes oficiales deben tener en cuenta la diversidad étnica de la población y sus necesidades, históricamente aplazadas.

• Dadas las dificultades en el acceso a la información sobre lo que ocurre en el sur oriente colombiano, es necesario mantener mecanismos de monitoreo por parte de organizaciones de derechos humanos, destina-dos a promover acciones específicas para proteger a las comunidades. Para tal efecto, es necesario fortalecer la presencia en terreno. Las autoridades civiles y militares deben garantizar la labor de las orga-nizaciones de derechos humanos.

• Se hace necesario dinamizar espacios de carácter humanitario para abordar la grave situación de derechos humanos en el sur oriente colombiano, con participación de las autoridades municipales, de-partamentales, autoridades indígenas, organismos de control, organi-zaciones de derechos humanos y Naciones Unidas, con el objeto de diseñar mecanismos de protección para las comunidades identificadas en riesgo, y con ello prevenir violaciones a sus derechos.

• El fortalecimiento de la institucionalidad civil local debe empezar por robustecer la presencia de la Defensoría del Pueblo, para lo cual se requiere un papel más activo de las delegaciones seccionales en los casos de Vichada y Amazonas, y un mayor respaldo al trabajo desarrollado por las seccionales de Guainía y Vaupés. Para todos los departamentos es válido plantear la ampliación del personal vinculado a esta institución, para lo cual resulta pertinente la implementación de programas como defensores comunitarios y asesores de frontera. También debe valorarse y fortalecerse el rol de las Personerías Mu-nicipales.

• En el departamento del Vaupés, es urgente que se brinden las condi-ciones para que la misión médica pueda hacer presencia en el Alto Río Vaupés, área donde ejerce un amplio control la guerrilla de las FARC. El desarrollo de esta misión médica debería enmarcarse en una comisión de verificación humanitaria que conozca más am-pliamente la situación actual de las comunidades asentadas en la mencionada área.

• En el departamento de Guainía, es urgente verificar la situación hu-manitaria en la zona de influencia del Río Guaviare, específicamente en la franja que va desde Mapiripán – Meta a Barrancominas – Guai-

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nía, donde se han desarrollado en los últimos meses enfrentamientos armados, y acciones de retaliación contra la población civil, cuyas consecuencias no se conocen. Al igual que en Vaupés, un mecanismo conveniente para llegar a la región sería una comisión de verificación humanitaria, con presencia de diferentes instituciones, organizaciones de derechos humanos y organismos internacionales.

• En el departamento de Vichada, es necesaria la implementación de estrategias de desarrollo alternativo, concertadas con las comunida-des, que permitan que la población permanezca en el territorio en condiciones dignas y económicamente viables en sustitución de los cultivos de uso ilícito. Igualmente, es necesario mantener el monitoreo de la situación humanitaria que se deriva de la confluencia de actores armados y el desarrollo de operaciones de erradicación de cultivos de uso ilícito, específicamente en el municipio de Cumaribo.

• En el departamento de Amazonas, es necesario monitorear la situación de derechos humanos, específicamente en la zona limítrofe con el de-partamento de Vaupés, corregimientos La Victoria, Mirití - Paraná y La Pedrera, así como la zona alta del Río Putumayo, las cuales han sido identificadas como escenarios de fuerte presencia de actores armados, y posible afectación a las comunidades. Adicionalmente, es necesario mantener vigilancia sobre el desarrollo de estrategias de erradicación de cultivos de uso ilícito por parte de la Fuerza Pública, tema sobre el cual manifiestan gran preocupación los pueblos indígenas.

Sobre la política de atención al desplazamiento forzado:

En el actual contexto de conflicto es imperativo la implementación de una política de prevención de causas del desplazamiento forzado, basada en los criterios del Plan Nacional de Atención, que incorpore el fortalecimiento de la institucionalidad civil, gestión social, prestación de servicios públicos y fortalecimiento de las redes sociales locales.

La provisión de atención humanitaria de emergencia debe considerar las con-diciones del territorio, y sus mecanismos deben ajustarse de manera que se dé respuesta a la necesidad de la población en los tiempos establecidos. En este sentido, el transporte de suministros no puede estar supeditado a la provisión que de ellos se haga desde Bogotá, sino que se deben facilitar mecanismos para que la respuesta se de desde el nivel local con mayor celeridad.

La tarea de coordinación entre entidades territoriales en cabeza del Minis-terio del Interior y de Justicia debe fortalecerse en estos departamentos, de manera que las autoridades conozcan sus competencias y responsabilidades, y se articulen los esfuerzos y acciones conducentes a garantizar los derechos de la población desplazada.

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De cara al cumplimiento de la Sentencia T 025 de 2004, es necesario que los nuevos alcaldes, gobernadores y miembros de los Concejos municipales y Asambleas Departamentales, asuman una responsabilidad clara en materia de atención a la población desplazada en sus respectivas entidades territo-riales, a través de la incorporación de criterios específicos en sus planes de desarrollo, y la provisión de recursos correspondientes para tal efecto.

Es necesario activar los comités municipales y departamentales de atención a la población desplazada, como espacios de decisión política, en los cua-les se fijen las líneas de acción estratégicas y se coordinen esfuerzos entre las diferentes entidades, para ello es necesario que se formulen los Planes Integrales Únicos como herramienta orientadora de largo plazo basada en una lectura profunda del contexto local y regional.

Sobre el acompañamiento a procesos sociales:

Teniendo en cuenta la especial situación de vulnerabilidad de la población indígena en el actual contexto de conflicto en la región, se ha necesario desarrollar estrategias de acompañamiento a las asociaciones y organiza-ciones indígenas, de cara a su fortalecimiento como estructuras de gobierno autónomo en el territorio.

Dada la reciente creación de organizaciones de población desplazada en los departamentos objeto de este estudio, es necesario acompañar sus procesos, en dirección a que se constituyan en actores con capacidad de incidencia en los espacios de toma de decisiones; para ello es pertinente profundizar en estrategias de formación y capacitación, de acuerdo con las necesidades específicas de cada una de ellas.

En toda la región se observó un alto requerimiento de asesoría jurídica por parte de las personas en situación de desplazamiento. Esto puede explicar-se por el escaso desarrollo de acciones de difusión de derechos humanos en el territorio, y la ausencia de organizaciones sociales que promuevan su defensa. En tal sentido, se hace necesario asumir un rol activo en esta materia, y acompañar procesos judiciales para hacer exigibles los derechos de la población desplazada, los cuales son vulnerados con frecuencia por algunos funcionarios a nivel local.

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