Contar Historias y Escribir La Historia

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  • 8/10/2019 Contar Historias y Escribir La Historia

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    Contar historias y escribir la historia

    La Biblia se presenta, tradicionalmente, como un libro de historia o de historias conun comienzo, un largo desarrollo y un final. El comienzo de la historia coincide conla creacin del mundo y el fin con la predicacin del Evangelio en el Imperio romanodurante el siglo I despus de Cristo. Se podra decir incluso que, en los primeroscaptulos del Apocalipsis, la Biblia describe, de una manera anticipada, el final ltimode toda la historia: el fin del mundo. Dicho con palabras claras y sencillas, la Bibliacontiene la historia del mundo desde el comienzo hasta el final. La historia es parcialy fragmentaria, no pretende en modo alguno ser exhaustiva; intenta ms bien decirlo esencial sobre nuestro mundo: afirma saber cmo se ha constituido, por qu

    existe y cul es la vocacin de la humanidad en el universo y cmo acabar esteuniverso que conocemos. La historia contada en la Biblia es la historia de nuestromundo, y es nuestra historia. En particular, la Biblia nos cuenta cmo la humanidadha buscado largamente la salvacin, una salvacin que se le ha ofrecido, finalmente,en Jesucristo.

    Durante siglos, estas afirmaciones no han supuesto dificultad alguna,especialmente en el mundo cristiano. Hoy, por el contrario, desde la aparicin del

    espritu crtico, las cosas son muy diferentes y se ha vuelto necesario que nospreguntemos cul es el vnculo entre la historia contada por la Biblia y la historiareal. Se trata, pues, de establecer con mayor precisin si la historia contada porla Biblia es fiable o no.

    I. La historia antigua y el mundo de la televisin

    Adoptar el punto de vista crtico significa tambin poner en tela de juicio una denuestras actitudes ms comunes e inconscientes frente a la realidad y frente anuestras representaciones de la realidad. En efecto, nuestro mundo est dominadopor los medios de comunicacin, en particular por la televisin. Estos medios creanla ilusin pues se trata de una verdadera ilusin de que es posible suministrarimgenes fieles de la realidad. Lo que vemos en la televisin sera segn laopinin general una fotografa del mundo real. Esta fotografa puede ser parcial,

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    puede haber sido elegida con cuidado, y ciertos detalles pueden haber sidoocultados. Probablemente olvidamos, con excesiva frecuencia o con demasiadarapidez, que las imgenes estn filtradas, que el ngulo de mira y el encuadre estnestudiados con conocimiento de causa, que ni la secuencia de las imgenes ni elmomento en que son presentadas son fruto de un puro azar, sino de estrategiasmuy elaboradas. A pesar de todo esto, no es menos verdad que, para nosotros, unapelcula de actualidad es siempre un trozo de la realidad, pues pensamos que noexiste ninguna distancia entre la fotografa y la realidad fotografiada.

    II. La historia antigua y la Piet de Miguel ngel

    No pretendo discutir esta creencia, aunque sera oportuno hacerlo. Ante todo,

    pretendo poner en duda la legitimidad de semejante actitud en lo que se refiere a laBiblia. La historia que nos presenta la Biblia no es una pelcula televisada. Noasistimos nunca a los acontecimientos contados como si estuviramos frente a lapequea pantalla. En realidad, existe una distancia, a menudo considerable, entrelos acontecimientos y su descripcin en las Escrituras. Del mismo modo que Miguel

    ngel no pudo tener como modelos a Mara y a Jess para esculpir su Piet dadoque Mara y Jess vivieron quince siglos antes que l, as tambin los escritoresbblicos, especialmente los del Antiguo Testamento, escribieron a menudo muchodespus de los acontecimientos que describen. Ahora bien, la Piet de Miguel ngelexpresa, con una intensidad digna de ser destacada, algo de la participacin de unamadre en la pasin y en la muerte de su hijo. Una simple recensin periodstica nohubiera captado esta experiencia de la misma manera ni con la misma intensidad.

    Adems, Miguel ngel forma parte de una larga cadena de artistas que hanrepresentado esta escena u otras semejantes, cada uno de ellos segn lasensibilidad de su poca.

    De hecho, los relatos bblicos se encuentran a menudo ms cerca de las obras dearte, como la Pieta de Miguel ngel, que de las rbricas de prensa o de lostelediarios. No persiguen sobre todo la exactitud de la crnica fiel y detallada;buscan ms bien y en primer lugar transmitir un mensaje existencial a propsitode los acontecimientos que describen. Dicho de modo claro, pretenden formar

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    ms que informar. La significacin del acontecimiento relatado es ms importanteque el hecho en estado bruto, si es que existen en nuestro mundo humanohechos en estado bruto. La relacin de los hechos bblicos con la realidadhistrica es, por tanto, compleja; a buen seguro, ms compleja que la relacin entreun reportaje televisado y un hecho de la actualidad.

    III. La verdad de los relatos bblicos

    Nuestra tarea es, por consiguiente, doble. Por una parte, es necesario corregirnuestra representacin de la historia bblica; por otra, ser necesario definir mejorel tipo de verdad que encontramos en las Escrituras. Para alcanzar este dobleobjetivo y convencernos de que la Biblia no est escrita por corresponsales de

    prensa que siguieran personalmente a los personajes y los acontecimientos concuadernos de notas, grabadoras, mquinas de fotos y cmaras de televisin, esnecesario comparar la historia bblica con los documentos que los investigadores,historiadores y arquelogos nos pueden suministrar sobre los acontecimientos quenos cuenta la Biblia. Ser muy instructivo volver a tomar toda la historia bblica, apartir de la creacin, y preguntarnos si las descripciones ofrecidas por la Biblia estnconfirmadas o no por los documentos contemporneos.

    IV. Historia e historiasEl modo de relatar de la Biblia, como acabamos de ver, no es exactamente el de untelediario^ ni tampoco el de los historiadores modernos. Tambin aqu es precisocorregir, sin duda, una manera demasiado difundida de abordar los relatos bblicos,a fin de adoptar una perspectiva ms justa. Voy a poner un primer ejemplo parahacerme comprender mejor.

    1. El bautismo de Jess

    En el relato del bautismo, presente en los tres evangelios sinpticos (Mateo, Marcosy Lucas), se abre el cielo y baja el Espritu Santo en forma de paloma sobre Jess,que acaba de ser bautizado. Pero quin ve esta paloma? Segn los tresevangelios, es Jess el nico que tuvo esta experiencia. Sin embargo, si fue as,surge otra cuestin de inmediato: cmo pueden contar los evangelistas este

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    acontecimiento? La respuesta que se nos ocurre de inmediato es que el mismoJess se lo cont a sus discpulos. Con todo, subsiste un problema. Se trata de unasimple cuestin de estilo. El relato est en tercera persona y no en primera. Elevangelista no escribe: Jess me dijo que en aquel momento vio al Espritu Santoque bajaba sobre l en forma de paloma, ni tampoco: Jess me dijo: "En esemomento, vi al Espritu Santo que bajaba sobre m...". El autor del relato no esJess, sino alguien que habla como si hubiera sido testigo ocular delacontecimiento. Sin embargo, es preciso reconocer que el relato mismo excluye quecualquier otra persona que no sea el mismo Jess hubiera podido ver el fenmeno.

    Adems, es probable que los discpulos no estuvieran presentes, pues Jess losllam despus de su bautismo. A esto debemos aadir que Marcos y Lucas se

    hicieron discpulos todava ms tarde, despus de la resurreccin. Enconsecuencia, el relato pone a su lector ante una imposibilidad: si Jess es el nicopersonaje presente que pudo ver al Espritu Santo, entonces al menos enprincipio nadie puede decir: Jess vio al Espritu Santo.

    Otro modo de abordar las cosas sera decir que estamos ante una manera de hablary de escribir corriente y aceptada en aquella poca. Esa manera de escribir estodava muy comn en nuestros das, no en el mundo del periodismo o en el de la

    historiografa, sino en el mundo de la novela. En efecto, los novelistas no tienenproblemas para decirle al lector lo que piensa un personaje que est solo en unahabitacin. Pueden hacer asistir a escenas y revelar el contenido de pensamientoso de monlogos que no pueden tener testigos. Nadie se rebela diciendo: Este autor"inventa" lo que dice, puesto que la escena se desarrolla sin testigos. En este caso,todo el mundo es consciente de que el novelista no pretende contar hechosexperimentados. Estamos en el mundo de la ficcin, que no es exactamente elmundo real. Es un mundo creado y modelado por el autor de la novela. Sin embargo,se trata de un mundo verosmil, esto es, semejante al mundo real. Se trata de unmundo que podra ser o que podra haber sido, del mismo modo que los personajespodran asistir o podran haber asistido.

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    Estas observaciones tan sencillas crean, sin duda, un gran malestar entre loscreyentes, porque, para ellos, la Biblia y los evangelios no pueden parecerse a unanovela, es decir, a un relato salido directamente de la imaginacin de sus autores.La historia bblica es verdadera, no es ni inventada ni legendaria. La Biblia cuentaacontecimientos que han sucedido de verdad, acontecimientos en los que puedeapoyarse nuestra fe con toda seguridad. En consecuencia, hemos de elegir: o bienla historia de la salvacin es historia verdadera, o bien nuestra fe pierde sufundamento. Henos, pues, ante un dilema del que verdaderamente es muy difcilsalir.

    2. Escribir una novela o escribir como en las novelas?

    Llegados a este punto de nuestra investigacin, se hace necesario introducir unadistincin importante, en primer lugar, para tranquilizar a quien pudiera inquietarsepor el giro que van tomando las cosas y, en segundo lugar, para dar un paso haciaadelante en nuestra comprensin de la Biblia. Decir que la Biblia utilizadeterminados recursos literarios que encontramos en la novela moderna noequivale en modo alguno a decir que la Biblia es una novela. Slo supone afirmarque la manera de escribir de los autores bblicos est ms cerca de la de losnovelistas modernos que de la de los cronistas, periodistas u otros corresponsalesde la televisin. En trminos muy sencillos, esta constatacin se refiere nicamentea la forma de los relatos bblicos y no implica ningn juicio sobre su contenido.

    3. La historiografa moderna

    Cul es, entonces, la verdadera diferencia entre la historia tal como nosotros lacomprendemos hoy y los relatos bblicos? Vamos a partir de una definicin bastantesimple: la historia, o la ciencia histrica llamada historiografa, est basada en

    documentos y testigos.Los documentos pueden ser escritos o no escritos. Un palacio, una casa, unatumba, una punta de flecha, un graffi- escrito en una piedra, las cenizas dejadasen un hogar, son otros tantos documentos que permiten descubrir la existencia depersonas. A partir de estos documentos, se vuelve posible tomando las

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    Quin asiste a la escena? Nadie. Quin puede contarla? Se puede responderque Moiss. Sin embargo, el relato no est en primera, sino en tercera persona.Tambin aqu el narrador da la impresin de ser testigo, es decir, que se meteen la piel de un testigo ocular para poder contar lo que pasa.

    5. El paso del mar

    Otro ejemplo procede del relato del paso del mar (Ex 14). Cuando los egipciosdesaparecen porque las aguas refluyen sobre ellos, dicen, segn el texto bblico:Huyamos ante Israel, porque el Seor pelea por ellos contra Egipto (Ex 14,25).La historicidad de este relato plantea numerosas cuestiones. Un primer problema,menor, procede de la lengua.

    Los egipcios hablaban, evidentemente, la lengua egipcia. Sin embargo, en Ex 14,25las palabras del ejrcito egipcio estn en hebreo, como si los egipcios hablaran estalengua. A buen seguro, se trata de una convencin, puesto que este mismofenmeno se encuentra un poco por todas partes en la Biblia. Hay un segundoproblema ms difcil de resolver: quin oy el discurso pronunciado por el ejrcitodel faran en su huida? Todos los egipcios murieron inmediatamente despus y,por consiguiente, no pudieron contar nada (Ex 14,28). Por otra parte, una nube

    separaba al ejrcito egipcio de los israelitas, soplaba un fuerte viento del este(14,21) y era de noche (14,19-20). Nada de todo esto facilitaba las cosas. A lamaana siguiente, los israelitas descubrieron los cuerpos de los egipcios sobre laorilla (14,30b). Pero qu es lo que pudieron ver y or durante la noche? Sinembargo, el narrador hace asistir al lector a la escena como si l mismo fuera unespectador directo. Si bien no es algo absolutamente imposible, est bastante claro,no obstante, que esta parte del relato es ms una reconstruccin que el informede un testigo ocular de los acontecimientos.

    6. La agona de Jess

    Tenemos un ltimo ejemplo, muy claro, procedente del Nuevo Testamento. Jess,durante su agona, ora en el huerto de los olivos. Los lectores de los evangeliosde Marcos y de Mateo pueden saber tambin lo que dijo Jess en esta

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    circunstancia. Ahora bien, quin estaba presente y oy lo que dijo Jess en estacircunstancia? Nadie. En efecto, los tres discpulos que acompaaban a Jess,siempre segn Marcos y Mateo, dorman en ese momento. Esta vez, difcilmentepudo comunicarse Jess con sus discpulos, porque fue detenido, condenado ycrucificado. Por su lado, los discpulos haban huido justo despus del arresto de sumaestro. De momento, importa poco saber cmo consiguieron escribir esta pginalos evangelistas. Es esencial ver que no fue escrita por un cronista que segua aJess y escriba lo que deca en su agona. Es sencillamente imposible. Enconsecuencia, la verdad de la escena de Getseman pues tiene una verdadque le es propia no puede ser la de un hecho comidilla de la crnica, como losque encontramos cada da en los peridicos. Para encontrar esta verdad del

    relato evanglico, hemos de buscar en otra parte e interrogarnos sobre el estilo ylas tcnicas literarias propias de los evangelistas.

    En conclusin, debemos admitir que hay diferentes maneras de escribir la historia.

    Los cnones modernos son, qu duda cabe, ms estrictos y ms severos que losque presidieron la redaccin de los relatos que encontramos en la Biblia; deberemosrecordarlo y no esperar de los escritores bblicos que respondan a las exigenciasdel mundo contemporneo en materia histrica.

    Este libro, a fin de hacer ms cmoda la lectura, no tiene notas. Los que estnfamiliarizados con la materia no tendrn ninguna dificultad para encontrar losautores o las obras a los que hacemos referencia a lo largo de toda la exposicin.

    Aquellos, en cambio, que no lo estn no se vern distrados con nombres y ttulosdesconocidos, a menudo en lenguas extranjeras. Por lo dems, hemos aadido alfinal una breve bibliografa de consulta que permitir, a los que lo deseen, completarla lectura o encontrar ms informacin sobre ciertos puntos de mayor inters.

    Tomado del libro: Los enigmas del pasado, Jean Louis Ska SJ, Captulo primero.