Contenido Temático: Símbolo de lo Femenino expo-sep-2009

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    Artis Auriferae, Basilea 1610.

    El alma del mundo o irradiacin femenina universal

    LAS UTOPIAS RENACENTISTAS,ESOTERISMO Y SIMBOLO

    LA MUJER Y LAS UTOPIAS DEL RENACIMIENTO (1)FEDERICO GONZALEZ

    No sabis vos que Platn, el cual, a la verdad, no era muy amigo de las mujeres,quiere que ellas tengan cargo del regimiento de las ciudades, y que los hombres noentiendan sino solamente en las cosas de la guerra? No creis vos que se hallaranmuchas tan sabias en el gobierno de las ciudades y de los exrcitos como loshombres? Mas yo no he querido dalles este cargo, porque mi intencin es formar unaDama, y no una reina. Conozco agora bien que vos querades tornar a mover aquelloque falsamente dixo ayer contra ellas el seor Otavin, cuando no tuvo empacho dedecir que las mujeres son animales imperfetsimos y no dispuestas a hacer ningunaobra virtuosa, y de muy poco valor, y de menos autoridad en comparacin de loshombres; pero verdaderamente vos y l recibirades muy gran engao si eso

    penssedes.Baltasar Castiglione. ElCortesano. Libro III, Cap. III.

    Un estudio completo sobre el Renacimiento no puede dejar de lado el tema de la

    mujer y as lo ha entendido Eugenio Garin en su libroEl Hombre del Renacimiento,1

    que incluye un texto sobre la hembra renacentista debido a la mano de Margaret L.

    King, el cual trata a su vez un amplio temario, muy actual, ya que la mujer

    contempornea es la recipiendaria directa de esos modelos donde comienza a

    apuntar la seora moderna, sus modos, usos y costumbres y sobre todo cierta

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    actividad intelectual-espiritual que, con innumerables dificultades lo cual es una

    constante vlida an hoy da se abre campo en el camino del Conocimiento. As, se

    dan en el Renacimiento a la par que la va conventual que inclua la meditacin, la

    soledad y el silencio en el claustro, siguiendo la tradicin medieval, igualmente el

    camino del hogar como imagen de la unidad familiar, y el mantenimiento del fuego

    perenne de la vida, y una actividad profesional independiente aparte de las labores

    de tejido y aguja europeas, que an hoy subsisten, igualmente presentes en casi todas

    las culturas arcaicas. Estas ltimas tareas que se efectan con base matemtica y

    simblica han sido particularmente fomentadas en las sociedades tradicionales, entre

    otras razones, por la concentracin y la paciencia (arma del alquimista) necesarias

    para realizarlas, amn de lo principal: el simbolismo que implican, y que los

    artesanos ritualizan.2

    Al margen de estas actividades tradicionales la aguja, el convento y el hogar

    surgen contemporneamente otras formas de acercamiento al espacio de lo sacro por

    parte de la mujer ya sea de modo culto, cortesano, o artstico-filosfico, relacionados

    con la tergia Ficiniana, e incluso con la magia popular cuerpo de creencias y ritos

    inmemoriales que vuelven a tomar forma, con una particular virulencia, en el

    periodo de la Contrarreforma, lo que da lugar a las conocidas "cazas de brujas" y a la

    sangrienta represin inquisitorial. No ms all va la mujer de esa poca que tendr

    que esperar hasta el siglo XX para llevar a cabo otras posibilidades y afianzarse en

    ellas.

    Todo esto sin duda es tema en la Utopa, de Toms Moro (1516), que segn se

    piensa es, tal vez, la obra que inaugura el perodo renacentista en este asunto y que

    da lugar junto a las obras de Juan Luis Vives, Instruccin de la mujer cristiana(1523)3, Baltasar Castiglione, El Cortesano ( Il libro del cortigiano, 1528)4 y

    Cornelio Agrippa, De la nobleza y preeminencia del sexo femenino (1529)5 a las

    primeras manifestaciones literarias en pro de la libertad femenina; otros autores

    sealan a Bocaccio ( Las Ninfas de Fisole, 1342-46)6 como un antecesor de los

    nombrados, en especial de la literatura amorosa dedicada a las damas donde Venus

    derrota a la restrictiva y casta Diana. En efecto, es importante buscar en Utopa, que

    tantas cosas nuevas aporta al pensamiento de la poca, como la comunidad debienes, el divorcio, y la posibilidad del sacerdocio femenino, el papel asignado a la

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    mujer en una sociedad ideal, o mejor arquetpica, que proyecta de modo reflejo los

    valores de la ciudad celeste en el medio social e histrico en que le ha tocado vivir al

    ser humano, con las particularidades que le caracterizan.

    En ese sentido es interesante destacar que en la lectura de esta obra, parece, desde el

    comienzo, que Toms Moro asigna a la hembra paridad junto al varn englobados

    ambos en el ser humano, al que simplemente a veces se denomina hombre7, aunque

    por cierto se establecen diferencias entre los sexos, o mejor, se destacan rasgos

    distintivos o funciones correspondientes a ellos, como iremos viendo.

    Para comenzar a efectuar un somero anlisis del aspecto que actualmente nos ocupa

    de dicho libro, destacaremos que, a diferencia de laRepblica de Platn, en que en

    gran parte se inspira, se apoya en la unidad familiar formada por la pareja hombre

    mujer-hijos como ncleo de todo el aparato sociopoltico; en contrario de la obra de

    Platn donde tanto los bienes como las mujeres son comunes e intercambiables al

    igual que el colectivo de nios.8

    Verdad es, empero, que el propio Platn en Leyes VI 771-772 y ss. habla de

    casamientos "para compartir y procrear hijos" e incluso establece penas econmicas

    para aquellos que no se uniesen pasados los treinta y cinco aos, es decir que

    modifica y atempera la radicalidad del dilogo anteriormente mencionado, basando

    la institucin matrimonial en la procreacin y educacin de los hijos, pensando en el

    bien del Estado.9 Y precisamente este planteo parece ser el que adopta Moro a lo

    largo de su obra.

    Es as que:

    en Utopa hombres y mujeres, sin excepcin, han de aprender uno de los oficios ya

    mencionados,(agricultura, sastrera, herrera, albailera, manipulacin del hilo y la lana)

    las mujeres, sin embargo, por su constitucin ms dbil, se dedican a trabajos menos

    duros, ya que trabajan casi exclusivamente la lana y el hilo (pg. 122-23).10

    No obstante la mayor parte consagra el tiempo libre al estudio y asisten a clases los

    que han sido elegidos entre ellos, que son un gran nmero:

    tanto de hombres como de mujeres de todas condiciones

    aunque os trabajos de cocina ms sucios y molestos se encomiendan a los criados.En cambio, a cargo de las mujeres est la coccin y aderezo de las comidas, y en una

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    palabra, toda la preparacin de la mesa donde en paridad: en el centro de la mesa

    principal se sitan el sifogrante con su mujer. Pero: la mujer no se casa antes de los

    dieciocho aos. El varn no antes de los veintids. Tanto el hombre como la mujer

    convictos de haberse entregado antes del matrimonio a amores furtivos, son

    severamente amonestados y castigados. Y a ambos se les prohbe formalmente el

    matrimonio, a menos que el prncipe les perdone la falta. Incurren en gran infamia el

    padre y la madre de familia en cuya casa se comete el delito, por haber descuidado

    su obligacin de velar por sus hijos. Castigan tan severamente este desliz previendo

    lo que sucedera si se tolera impunemente un concubinato efmero y pasajero. Nadie

    estara dispuesto a dejarse prender por los lazos del amor conyugal, en el que hay

    que compartir la vida entera con una sola persona, soportando adems los

    inconvenientes que esto trae consigo. Por lo dems, los utopianos toman en serio la

    eleccin del cnyuge, si bien, su rito es ridculo y absurdo. Una dama honorable y

    honesta muestra al pretendiente a su prometida completamente desnuda, sea virgen o

    viuda. A su vez, un varn probo, exhibe ante la novia al joven desnudo.

    Aunque se establece que: Entre ellos, el vnculo conyugal apenas se rompe ms que

    por la muerte, salvo en casos de adulterio o de costumbres absolutamente

    insoportables. En estos dos casos, el senado da permiso a la parte ofendida para

    volverse a casar.

    Y poco ms adelante aclara: la misma experiencia demuestra hasta qu punto

    ninguna belleza de la mujer le recomienda tanto al marido como su entrega y

    limpieza de costumbres. Son muchos los que se dejan seducir por su hermosura,

    pero no hay nadie a quien no rinda su virtud y dedicacin.

    Para finalizar se indica la separacin por grupos de hombres y mujeres en el Templo

    y se afirma: las mujeres de los sacerdotes son las mujeres ms selectas del pueblo.

    Hay tambin sacerdotes mujeres, si bien no son muchas y slo viudas o de edadavanzada (pgs. 162 a 191).

    En todo lo cual se sigue a Platn en Repblica V 455d donde se consigna que: por

    consiguiente, querido mo no hay ninguna ocupacin entre las concernientes al

    gobierno del Estado que sea de la mujer por ser mujer ni del hombre en tanto

    hombre, sino que las dotes naturales estn similarmente distribuidas entre ambos

    seres vivos, por lo cual la mujer participa, por naturaleza, de todas las ocupaciones,

    lo mismo que el hombre; slo que en todas la mujer es ms dbil que el hombre.11

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    No obstante en el estudio de Margaret L. King antes mencionado la autora se

    resiente del papel femenino en el Renacimiento, considerando tal vez el rol de la

    mujer actual, sin sealar suficientemente que las races de esta "liberacin"

    contempornea se encuentran para bien o para mal en el periodo histrico al que

    estamos aludiendo, en su restitucin de los valores clsicos, especialmente los

    griegos, en donde se otorga a lo femenino un papel preponderante como bien puede

    advertirse en su mitologa, tema al que volveremos ms adelante.12

    Sin embargo la autora despus de pasar revista a las funciones de la hembra en esa

    poca (siglos XIV a XVII), particularmente a la de procreadora los contratos

    matrimoniales se hacan bajo esta luz, pero tenan fundamentalmente en cuenta los

    intereses polticos y econmicos de las bodas, y no estaban fundamentados en el

    amor pasa a sealar otras posibilidades de las fminas en distintas actividades que

    excedan a la de las vrgenes y madres.

    Respecto a estas ltimas no slo en el Renacimiento heredero de la Edad Media13

    se les ha atribuido a las mujeres este papel esencial, derivado de la propia naturaleza

    de las cosas, y las labores que les son inherentes, o sea las de la crianza de los hijos y

    el orden del hogar, sino que no hay tradicin que no las haya sacralizado en su

    panten, as como que todas han apuntado siempre hacia los trabajos de hilado,

    tejido y costura, por medio de cuyo simbolismo las hembras cumplan sus ritos

    sapienciales, aunque hoy, frente a la mentalidad moderna estas funciones se

    encuentran ms o menos desprestigiadas.

    En cuanto a las vrgenes baste citar a las vestales romanas, o a las servidoras de los

    santuarios incas, entre otros muchsimos casos, para determinar la validez de este

    acceso femenino a lo sagrado, por lo que tampoco difieren tanto con las monjas

    cristianas y sus conventos renacentistas.

    Respecto a las amazonas14, la tercera de las categoras femeninas, con la que

    concluye, y a las que equipara a viudas y viejas por su emancipacin de esposo e

    hijos respectivamente, hemos de advertir que no se corresponden con una nfima

    parte de la poblacin como hara pensar esta ltima categorizacin de King, sino que

    las dichas amazonas, como mujeres liberadas de las labores domsticas o la sujecin

    a otros, eran muchas y su funcin estaba ms extendida de lo que estaesquematizacin podra hacer suponer,15 ya que su poder e importancia se manifiesta

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    en ese tiempo de un modo contundente en diversas clases econmico-sociales, en

    diferentes oficios y a distintas edades, aunque ellas no estuviesen munidas de ttulos

    universitarios, ni disfrutaran la competencia y la supremaca con los hombres en las

    actividades ms profanas e insignificantes, como hoy.16 Y si su nmero no es

    cuantioso, tampoco lo es hoy en da, ni en la antigedad, el de las mujeres o el de

    los varones dedicados al Conocimiento.

    Esta postura se debe a desvalorizar la cultura popular, subterrnea, marginal, que

    an actualmente subsiste en nuestras ciudades y campos y que conforma el grueso,

    el tronco, diramos, de nuestro acervo heredado y que desgraciadamente hoy no

    ocupa lugar en la Historia de las Ideas. El peso de las culturas arcaicas en Occidente

    ha sido disminuido por la hegemona cristiana, y sin embargo constituye la parte

    sustancial de nuestro legado. Y nos referimos aqu tanto a Europa como a la

    exportacin de sus conceptos, religin cristiana, usos y costumbres, a Amrica,

    donde se funde mediante el mestizaje, de sangre o educacin, con el trasfondo

    indgena.

    Ese torrente cultural que ambulaba por los campos o permaneca toda la vida sin

    moverse de su terruo estaba conformado tanto en la Edad Media como en el

    Renacimiento por una masa annima, en la que participaban muchas mujeres, que

    cumplan su labor cotidiana bajo la tutela de diosas femeninas, las del parto por

    ejemplo donde interpretaban unas funciones asignadas a su sexo, amparndose en

    aquellas deidades antiguas, como las aludidas en los Misterios de Isis17 narrados por

    Apuleyo en el Asno de Oro18 o las iniciaciones eleusinas. U otras diosas locales

    segn dnde que fueron finalmente absorbidas por la mitologa griega y romana y

    adoptadas por el cristianismo modificndose levemente en el correr de los aos las

    formas en que el panten se manifestaba.

    Este es el caso por ejemplo de las antiguas mujeres inspiradas, las encargadas de la

    profeca, las que aseguraban el destino de los seres humanos, y slo mencionaremos

    las Pitonisas de Delfos y las Sibilas Cumas como ejemplo. Para ello, debemos

    recordar que esas funciones conformaron la espina dorsal donde se articul la

    verdadera historia de Occidente. Basta nombrar a Alejandro Magno, que lig

    Oriente y Occidente, labor cuyo origen debe buscarse en los mandatos de mujeresplenas del entusiasmo proftico entregadas a una misin que form, in stricto sensu,

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    la historia actual, es decir la del mundo occidental, y transmiti las ideas

    fecundadoras de ese mundo. Ya que todos somos hijos de una madre determinada,

    que a su vez es hija de otra y as indefinidamente en una cadena que no puede dejar

    de tener un Arquetipo, una matriz csmica que todo lo generaba y sigue

    hacindolo como modelo de la energa annima del sexo femenino.

    La fuerza de la mujer en el Renacimiento es de hecho una traduccin al tiempo,

    lugar y forma, de lo que se ha dado en llamar en el mejor de los sentidos el eterno

    femenino, que supera en mbito y vigor a lo que fuera la situacin socioeconmica

    de la mujer visualizada de modo actual y siempre en comparacin con su paredro

    masculino. La Sra. King, acaba su artculo, dicindonos que la poca del

    Renacimiento slo fue vlida para los hombres y que an las mujeres aguardan la

    esplendorosa poca del renacimiento femenino. Abonando este criterio podemos leer

    enEl Prncipe de Nicols Maquiavelo, otra obra prototpica de dicho perodo, lo que

    sigue:

    Y estoy convencido de lo siguiente: es mejor ser impetuoso que prudente, porque

    puesto que la suerte es como una mujer, para someterla hay que pegarle y

    maltratarla. Y se puede ver que se deja vencer ms fcilmente, y por eso, como

    mujer que es, siempre es amiga de los jvenes, porque son menos cautelosos, ms

    fieros y la gobiernan con ms audacia.19

    No les toc a las damas del Renacimiento ni ser condottieras (aunque alguna hubo)

    ni banqueras ni negociantes, tampoco artistas20, pero s muchas de ellas recluidas

    tras rejas conventuales entregaron su vida al Conocimiento y la Sabidura, las ms de

    las veces en base a la intuicin intelectual.21 Tambin en el hogar como Cristina dePizn que mientras mantena a su familia, a causa de la viudez, se dej llevar por el

    pensamiento y la inspiracin y descubri las claves de la Ciencia Sagrada. 22 Y

    muchas de esas desgraciadas y penosas profesiones antes citadas slo las han

    adquirido con el proceso histrico, perfectamente anlogo al descenso cclico en el

    que hoy estamos casi tocando fondo.

    La igualdad hombre-mujer no se da en base a planteamientos personales y deprofesin sino que se produce por ser ambos hijos del Dios y la Diosa primigenios

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    (Urano y Gea por ejemplo, entre los griegos), y poseer ambos un reflejo, aunque

    fuere invertido, pero suficiente, de la chispa divina, para pasar ellas a ser candidatas

    al Conocimiento, es decir herederas de la Sabidura para lo cual toda valoracin

    profana e historicista es slo un aspecto secundario del asunto.23

    Mientras hombres y mujeres no encontremos la unin en el Conocimiento que

    prodigan dioses y diosas y no podamos mantener la imagen de la unidad del

    Cosmos, cada vez sern ms irreconciliables los sexos, opuestos pero sin

    conjuncin, enfrentados el uno con el otro, pese a las necesidades de todo tipo que

    no podrn solucionar conjuntamente. Lo cual significa la mayor fragmentacin

    csmica, donde ninguna armona ser ya posible.24

    No hay primaca del hombre sobre la mujer desde el punto de vista de la Tradicin

    Hermtica en cuanto al Conocimiento se refiere. Las diferencias son culturales y por

    lo tanto en otros ciclos histricos la situacin no ha sido "favorable" al hombre sino

    a la mujer, lo cual no quita ni pone nada desde el punto de vista esencial; son pues

    cuestiones secundarias que no tienen por qu afectar a las damas que se entregan a la

    Ciencia Sagrada; las que haran bien en tomar a sus dificultades y a las pruebas que

    les tocan en el camino del Conocimiento como distintas a las de los varones en lugar

    de dejarse desanimar por situaciones que nada tienen que ver con lo principal.

    Adems era una mujer, la diosa griega Tiqu la Fortuna la que amparaba la ciudad

    terrestre, reflejo cosmognico de la utpica ciudad del cielo, o academia numnica.

    Por nuestra parte en el estudio sobre "Los Libros Hermticos", hemos mencionado

    algunas alquimistas y hermetistas femeninas del Renacimiento; reproducimos aqusus nombres: Isabelle von HL. Geist, Brbara de Gilli, Sabina Stuart de Chevalier,

    Marie le Jars de Gournay, Cristina de Suecia, lo mismo Catalina de Mdicis luego

    esposa de Enrique II de Francia, que en parte coinciden con la enumeracin de

    Cornelio Agrippa en Sobre la Nobleza y preeminencia del sexo femenino. Con

    respecto a nuestras antepasadas hispanas citaremos a dos escritoras, a Teresa de

    vila (1515-1582) que llama a la ciudad celeste castillo interior y a la mexicana Sor

    Juana Ins de la Cruz (1651-1695), discpula de Athanasius Kircher, ya en plenaIlustracin, secuelas intelectuales del Renacimiento.

    http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#n23#n23http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#n24#n24http://www.geocities.com/daimon.geo/miscelan.htmhttp://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#n24#n24http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#n23#n23http://www.geocities.com/daimon.geo/miscelan.htm
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    Sin embargo, no son slo este conjunto de damas conocidas y de un nivel cultural

    determinado muchas de las cuales ejercieron directamente el poder las que

    queremos destacar aqu, sino volver a esa inmensa masa de mujeres a las que ya nos

    referimos y cuyas vidas y actividades no han sido registradas por la historiografa,

    las que, por ejemplo, aparte de ejercer la obstetricia eran tambin sanadoras; para

    estos ltimos menesteres tenan a su disposicin toda la botica de su tierra: botnica,

    mineralgica y zoolgica; igualmente las adivinas, intrpretes del destino, las sibilas

    y pitonisas ya nombradas, profetas de pueblos y guardianas de lugares sagrados,

    amn de las fabricantes de ungentos y productos de belleza; y las peluqueras,

    manicuras y pedicuras, modistas y costureras, damas de compaa, incluso

    prostitutas y criadas, personal que circundaba las cortes y por lo tanto tena acceso

    igualmente a la informacin y el poder.

    Ese conjunto sapiencial vinculado con la tergia era combinado con el conocimiento

    de los periodos agrcolas, las lunas, las fases de siembra y recoleccin, el ciclo anual,

    el mensual y diario, o sea la idea de ciclo y de reiteracin, heredados de costumbres

    y ritos precristianos y que eran profesados por mujeres a las que la Inquisicin

    llamaba brujas, y que se han hoy olvidado, a la par que por otro lado

    lamentablemente ellas perdan cualquier vinculacin con su origen y las mancias y la

    curacin eran explotadas por simples charlatanas.

    Todo este personal no slo fue reprimido sino exterminado por el fuego en toda

    Europa y pese a que hay poca informacin, s la suficiente para podernos dar una

    idea sobre la muerte, el castigo y la tortura que sufrieron esas damas. Igualmente

    merecen nuestro recuerdo las religiosas ms o menos annimas vctimas de laContrarreforma y la Inquisicin; es decir del fanatismo y la ignorancia que, en este

    caso, tuvo como vctimas a la par de los hombres a muchsimas mujeres.

    NOTAS1 Eugenio Garin y otros. Alianza Editorial, Madrid 1993.2 Ver M Angeles Daz, "La Masonera y el Arte del Bordado".3 Fundacin Universitaria Espaola, Madrid 1995. Obra en la que abog por lasmujeres y la enseanza considerando que se las privaba de la mayor felicidad, queera el aprender (las fminas en su mayora no saban escribir, ni leer, apenas firmar

    http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#1#1http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#1#1http://www.geocities.com/glolyam/s4madiaz.htmhttp://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#2#2http://www.geocities.com/glolyam/s4madiaz.htmhttp://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#3#3http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#3#3http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#2#2http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#1#1http://www.geocities.com/glolyam/s4madiaz.htm
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    en ciertos casos; tampoco hacer cuentas complicadas). Margaret L. King (Women ofthe Renaissance, The University of Chicago Press, 1991) nos dice:"Por tanto, este audaz humanista, quien durante su carrera desafiara tambin elmonopolio escolstico de la educacin universitaria y sostendra la responsabilidaddel estado laico en cuanto al socorro de los desplazados, abri la puerta a la

    educacin seria de las mujeres".La obra en cuestin alcanz en pocos aos cuarenta ediciones en Europa y seconvirti en un modelo moral y un programa de instruccin femenino cuyosvestigios son comunes a muchos pases actualmente.4 Revista de Occidente, Madrid 1942.5 Ediciones Indigo, Barcelona 1999. Extraordinario alegato a favor del sexofemenino, como su nombre lo indica.6 Editorial Gredos, Madrid 1997.7 Tal como sucede en el Gnesis bblico, (1,27):"y cre Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo cre, y los cre macho yhembra, y los bendijo Dios."8 "Que todas estas mujeres deben ser comunes a todos estos hombres, ningunacohabitar en privado con ningn hombre; los hijos, a su vez, sern comunes y ni elpadre conocer a su hijo ni el hijo al padre." Repblica V 457d. Editorial Gredos,Madrid 1988.9 "La procreacin y la vigilancia de las parejas duren diez aos, no ms tiempocuando haya fertilidad. Los que en este tiempo no tengan hijos, deben separarse ydeliberar en comn con los parientes y las mujeres magistradas lo que conviene aambos."Ibid. VI; 784 b.10 Toms Moro, Utopa. Alianza Ed., Madrid 1990.11 Ed. Gredos, Madrid 1988. Ya hemos dicho que en determinadas ocasiones seadmita en Utopa el divorcio aunque"por lo dems no est permitido bajo ningn concepto repudiar contra su voluntad auna mujer honesta solo porque se ha ajado su belleza. Es a su juicio una crueldadmonstruosa abandonar a la mujer cuando ms lo necesita. Y es tambin quitar a lavejez toda esperanza y toda la confianza en la fe jurada".12 En tal sentido, y tomando al arte como ejemplo ilustrativo puede verse que pesea las innumerables madonnas (vrgenes-madres) de la poca, la mayora de lospintores y escultores represent a la mitologa en sus obras, de lo que dan testimoniosin abundar ms, los nombres de Tiziano, Botticelli, Rubens, etc.13 Pese a que el Renacimiento encabez el mundo moderno en todo sentido y es elque ha terminado finalmente en la confusin y falta de valores contempornea, sin

    embargo este ltimo es heredero igualmente de las estructuras culturales y cristianasde la Edad Media donde tambin hubo varios renacimientos como ya lo hemossealado en otras oportunidades, las que fueron herederas a su vez del ImperioRomano que se superpuso a las creencias aborgenes de toda Europa. Este por suparte incorpor del mundo griego nada menos que todo su panten, con otrasinfluencias, por cierto, pero s todos sus modelos culturales, los que sin duda adapt,mejor, y conserv, especialmente en el Imperio Romano de Oriente, lo queposteriormente fue Bizancio y su influencia cristiana oriental, as como los valoresde la civilizacin griega, junto con elementos persas, etc. Es decir, recibiendo yasimilando de un confn a otro de los territorios de esos pueblos, segn puede verseen la arqueologa europea y en los distintos historiadores y autores que han dado

    cuenta de ello.

    http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#4#4http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#4#4http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#5#5http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#6#6http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#6#6http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#7#7http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#8#8http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#9#9http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#10#10http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#10#10http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#11#11http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#12#12http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#13#13http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#13#13http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#13#13http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#12#12http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#11#11http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#10#10http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#9#9http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#8#8http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#7#7http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#6#6http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#5#5http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#4#4
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    14 Guerreras y cazadoras, funciones que suelen cumplir los hombres en unasociedad tradicional.15 Madres solteras, viudas jvenes con hijos, muchachas alegres, enfermas, monjasfuera de su orden monstica, damas con problemas conyugales, amantes, hijasilegtimas, prostitutas, violadas, repudiadas, solteronas, yermas, apodadas tambin

    "machorras", lamias, etc. Y cualquiera otra particularidad que las marginase otuvieran ellas mismas que hacerlo por motivos familiares o sociales.16 No se trata de competir en oficios tan horribles como la poltica, ni la gerenciabancaria o el deporte de fuerza, ni tampoco adherirse al machismo femenino tancomn entre las feministas, lesbianas y an violadoras sexuales.17 "Isis es, pues, la naturaleza considerada como mujer y apta para recibir todageneracin. Este es el sentido en que Platn la llama 'Nodriza' y 'Aquella que todo locontiene'. La mayor parte la llaman 'Diosa de infinitos nombres', porque la divinaRazn la conduce a recibir toda especie de formas y apariencias." Plutarco: Isis yOsiris, 53. Ed. Glosa, Barcelona 1976.18 Apuleyo, El Asno de Oro. Gredos, Madrid 1987. Esta obra es igualmente

    llamadaLas Metamorfosis.19 Cap. XXV: "Cul es el poder de la fortuna en las cosas humanas y cmo hacerlefrente". Ed. Espasa, Madrid 2002.20 Recordemos que los roles teatrales femeninos eran asignados a los varones, anen los epgonos del Renacimiento.21 Sealar el hecho de que Tauler y Suso hayan predicado casi exclusivamente como el maestro Eckhart en conventos de monjas, es decir para mujeres.22 Ver Mireia Valls: "El Camino del Largo Estudio, Cristina de Pizn".23 Pero para ver esta verdadera dimensin csmica de lo femenino hay que sacarsela venda de los prejuicios y falsas valoraciones acerca de lo que siempre es relativofrente a la ciudad celeste, modelo invisible de la ciudad y del alma humana, esdecir, el orden de los hombres, anecdtico e historicista.24 "Dios, toda bondad y toda grandeza, Padre y Creador de todos los bienes, nicoSer que posee la fecundidad de ambos sexos, cre al hombre a su imagen ysemejanza, y lo cre macho y hembra, distincin que no consiste ms que en ladiferente situacin de las partes destinadas a la procreacin. Pero por lo dems, lesconcedi al hombre y a la mujer un alma idntica y una forma del todo similar,forma que en modo alguno manifiesta la diversidad de sexos. En cuanto a la mujer,recibi la misma inteligencia que el hombre, la misma razn y la misma lengua, ytanto ella como l tienen como fin la beatitud, finalidad que no excluye a ningnsexo". Cornelio Agrippa, obra citada.

    http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#14#14http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#15#15http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#15#15http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#16#16http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#16#16http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#17#17http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#17#17http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#18#18http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#18#18http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#19#19http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#19#19http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#20#20http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#20#20http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#21#21http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#22#22http://www.geocities.com/symbolos/s28mvalls1.htmhttp://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#22#22http://www.geocities.com/symbolos/s28mvalls1.htmhttp://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#23#23http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#24#24http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#24#24http://www.geocities.com/daimon.geo/index.htm#utopiashttp://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#24#24http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#23#23http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#22#22http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#21#21http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#20#20http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#19#19http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#18#18http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#17#17http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#16#16http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#15#15http://www.geocities.com/daimon.geo/mujer_ut1.htm#14#14http://www.geocities.com/daimon.geo/index.htmhttp://www.geocities.com/symbolos/s28mvalls1.htm
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    Smbolos de lo femenino

    Una copa, la noche, las conchas y caracolas, la matriz, el agua y la tierra son smbolosque vehiculan la energa femenina.

    Desde la orilla conocida y de la mano de smbolos naturales y revelados diseadosespecialmente para promover el Conocimiento, nos remontaremos a esferas o parajesolvidados, recuperando la Memoria de un cosmos sexuado que se regenera a travs del

    ser humano que lo encarna.

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    Principio femenino en las cartas del Tarot

    Cartas del Tarot de Marsella

    Primero eran pginas en blanco. Matrices que al ser fecundadas gestaron el modelo

    csmico completo. El Supremo Artesano pens, proyect y numer, luego reparti en

    tres grupos (22, 40, y 16) y nombr: Arcanos Mayores, Menores y de la Corte;

    crecieron en el tero y una vez formada la criatura, se alumbraron los vstagos

    constituyendo cada uno un todo y paradjicamente entre todos, el mismo todo.

    Ver al mazo del Tarot como reproduciendo el acto cosmognico puede resultar un tanto

    sorprendente, o sea, verlo como el fruto o hijo de la polarizacin primigenia, donde cada

    lmina en blanco es un smbolo del principio femenino, de la substancia universal

    indiferenciada que recibe el flujo espermtico del Pensamiento, y de cuya cpula se

    engendra una posibilidad que primero es arquetipo, luego idea que va tomando forma

    hasta coagular en una figura, en un smbolo visual, en una concrecin material, un

    arcano con nombre propio: El Loco, El Mago, La Emperatriz, La Templanza... El As de

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    Bastos, El Cuatro de Espadas, La Reina de Copas, el Paje de Oros, y as hasta completar

    el Libro.

    Es mucho lo que puede decirse del valor simblico de este juego sagrado, de sus

    connotaciones cosmogrficas, numricas, astrolgicas, alqumicas, mticas, iniciadoras

    en los misterios del cosmos, etc., pero en esta oportunidad queremos destacar la

    permanente presencia de lo femenino y la mujer en todo el mazo.

    La Rueda de la Fortuna, La Papisa, La Emperatriz, las dos mujeres de la carta del

    Enamorado, La Justicia, La Fuerza, La Muerte, La Templanza, la hembra de la carta deEl Diablo y La Estrella La Luna, la dama joven del arcano del Juicio y la que figura en

    el centro de la mandorla del Mundo, todas ellas pertenecientes a los Arcanos Mayores...

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    ...son expresiones de la rica y amplia significacin de lo femenino dentro del orden

    csmico. Una corriente sin la cual nada sera, como tampoco sera el universo si aqulla

    no se conjugara con un aspecto masculino, activo y viril, pues de la constante

    interpenetracin de los aparentes opuestos se generan los innumerables seres, mundos,

    espacios y posibilidades. Cada uno de los arcanos anteriores pone de relieve una u otra

    faceta de la feminidad presente de distintos modos en los simultneos planos del ser

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    universal: la vacuidad, la receptividad, la fertilidad, la generacin, la atraccin, la gracia

    y el encanto, la economa y la administracin. La fluidez, la plasticidad, la virginidad, la

    eleccin y la decisin; asimismo la audicin y la pasin, la fuerza de lo sutil, lo interior

    y oculto y los misterios de la vida y de la muerte que se expresan de forma cclica, son

    cuestiones directamente vinculadas con la faceta yin de la manifestacin, sin olvidar la

    intuicin intelectual, la contemplacin y la imprescindible destruccin de todo lo creado

    cuando retorna a su origen indiferenciado, donde ya cualquier dualidad es trascendida.

    Conciencia es nombre femenino, como tambin lo es el de Alma, puente entre el mundo

    material o corporal y la realidad del Espritu. El Alma es mediadora y se la simboliza

    por las aguas y su constante fluir; se sutilizan y evaporan, volviendo luego a licuarse y a

    caer como lluvia o roco sobre la tierra. El Alma eleva lo de abajo hacia arriba, conectalo concreto y sensible con las formaciones sutiles y tambin con lo universal, con las

    ideas y arquetipos y con el misterio del Espritu. Y al mismo tiempo vehicula las

    potencias de lo alto -de lo intelectual o espiritual- conducindolas por todos los estados

    hasta el que toca la realidad sensible.

    Las deidades femeninas de los innumerables panteones tradicionales estn presentes en

    los arcanos del Tarot: Atenea-Minerva, diosa de la Sabidura y la Inteligencia, Afrodita-

    Venus, diosa del Amor y la Belleza, Demeter-Ceres, diosa de la Naturaleza, la fertilidad

    y la fecundidad y su hija Proserpina-Persfone, relacionada con la muerte y la

    regeneracin. Artemisa-Diana, vinculada con la virginidad y la castidad, las Erinias-

    Furias con la justicia y la venganza, as como las Horas con el orden social y el de las

    estaciones. No olvidemos a Mnemosine, deidad de la memoria, el recuerdo y la

    anamnesis y sus nueve hijas las Musas, diosas de la inspiracin potica, la msica, la

    danza y la historia. Y las Ninfas, representantes de la vitalidad y la fecundidad, o las

    Sirenas relacionadas con la msica de las esferas y tambin con la distraccin. Hera,

    patrona del matrimonio, las Tres Gracias, estandartes de la Belleza, el Amor y el Placer,

    Tique o la Fortuna, y por supuesto Hestia, la que mantiene la llama del hogar siempre

    prendida.

    Juguemos a reconocerlas en los Arcanos Mayores del Tarot, y sobre todo a verlas como

    espejos de realidades que nos conforman y que con nuestros gestos y existencias

    recreamos... Energas que por otro lado no slo se expresan en su faceta positiva,luminosa y constructiva sino tambin en la inversa, oscura, negativa y destructiva.

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    En los Arcanos Menores, cada uno de los palos est en correspondencia con uno de los

    cuatro planos en los que simblicamente se estructura la jerarqua del Universo, tanto en

    su faceta macro como microcsmica. As los bastos simbolizan la realidad ms alta, la

    de la ontologa, el ser en s mismo o el Espritu, tambin vinculado con el elemento

    fuego. El mundo intermediario del Alma est representado en su faceta superior por las

    Espadas, asociadas a las ideas arquetpicas, a la mente y al elemento aire, y en su

    aspecto inferior se lo representa por las Copas, en correspondencia con el agua y el

    psiquismo individual y denso. Finalmente el plano de la realidad concreta, material o

    corporal, la tierra en la que coagulan las energas de los mundos superiores, se expresa

    por los Oros.

    Son muchas las lecturas de esta simblica de la jerarqua, y una de ellas, que no se

    contradice con otras que aqu no podemos tratar, es la que contempla al mundo del

    Espritu (Bastos) como masculino y derramando sobre los tres planos inferiores

    femeninos todas sus semillas csmicas, los cuales las acogen, y como si de matrices se

    trataran, gestan y generan las respectivas producciones propias de su nivel: en el del

    Alma superior (Espadas), las ideas arquetpicas, en el del Alma inferior (Copas) las

    formaciones sutiles y en el de la tierra (Oros), las concreciones materiales, y todo ello

    en simultaneidad.

    Pero adems, dentro del mundo del Alma se reproduce este modelo, pues lo

    jerrquicamente superior, el Alma en su faceta ms alta, est representada por las

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    Espadas, un smbolo axial y viril, guerrero, positivo y masculino, presto a rasgar los

    velos que hacen posible la circulacin de las energas por todo el universo. Y en

    complementariedad, el Alma inferior se figura con las Copas, smbolo asociado a lo

    femenino, al receptculo, al envase vaco que recibe todos esos influjos de lo alto.

    Espadas y Copas denotan el carcter andrgino del Alma, o sea que sta es a la vez yin

    y yang , activa y pasiva; atrae, recibe, concibe, reproduce, alumbra, destruye y devuelve.

    Y no podemos abordar la simblica que imprime cada una de las numeraciones del 1 al

    10 en los respectivos palos, pero s enunciar que segn la tradicin pitagrica los

    nmeros a partir del 2 son sexuados por lo que masculino y femenino se trenzan en el

    declogo de cartas de cada color, ampliando las posibilidades de inteleccin de la

    realidad interna sexuada del Cosmos.

    Siguiendo con la combinatoria universal que es posible explorar a travs de este juego

    de 78 dgitos, nos fijamos en los 16 Arcanos de la Corte, donde hay cuatro personajes

    femeninos por excelencia, las Reinas correspondientes a Bastos, Espadas, Copas y Oros.

    Rey, Reina, Caballero y Paje se relacionan respectivamente con Espritu, Alma superior,

    Alma inferior y Cuerpo. Y dado que todo est en todo, la Reina de Bastos es la

    presencia del Alma Superior dentro del mundo del Espritu, la Reina de Espadas es el

    Alma superior en s misma, la Reina de Copas es esa misma Alma superior influyendo

    en el seno del alma inferior y la Reina de Oros es la simblica del Alma superior en el

    mundo de la concrecin material.

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    A su vez, la Reina cohabita en cada plano con el Rey, el Caballero y el Paje, dndose

    una constante interpenetracin entre lo simbolizado por cada uno de los cuatro

    personajes. Rey y Reina son esposos; el Caballero siempre orienta su corazn a la

    conquista de su amada, que en cierto sentido es tambin la Reina, y el Paje es su fiel

    servidor, y siempre se somete a ella.

    Estas son algunas de las simblicas que se desvelan cuando se trabaja con el libro del

    Tarot, con este pequeo pantculo del mundo que contiene las indefinidas analogas que

    se establecen entre todos los planos verticales y sus expansiones horizontales, donde

    siempre aparece un principio masculino y otro femenino que no dejan de estar en

    compenetracin, unindose o separndose, influyndose mutuamente, trenzando y

    destrenzando un equilibrio, el csmico, que es fruto de la constante tensin entre dos

    polos. Sin el binario el universo no sera; la del binario es una ley universal, pero no setrata de un "uno" y un "otro" irreconciliables, sino de las dos facetas del Uno y nico.

    Hay que destruir esa corriente mortfera del dualismo impresa en la conciencia del

    mundo moderno y recuperar la de la Unidad del Cosmos y todo lo que lo conforma.

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    Y el juego no se detiene, ah est como fiel compaero de camino, trazando a cada

    instante la ruta hacia el centro de uno mismo. Muchas mujeres as lo han reconocido y

    lo reconocen; quiz sea su predisposicin a la plasticidad, a la sensibilidad o lareceptividad lo que las inclina a investigar en el Tarot. Contemplan los arcanos, estudian

    las relaciones, viajan por los mundos que las lminas revelan, barajan las cartas, hacen

    tiradas y as se adentran en el conocimiento de s mismas y del mundo. Y no lo ven

    como un mero instrumento predictivo que les solucionar los problemas de la vida

    anecdtica -aunque algunas s que slo se quedan con esta visin restringida- sino que

    lo reconocen como un pantculo, un pequeo Todo, uno de los mandalas por excelencia

    de Occidente.

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    SMBOLOS DE LO FEMENINO

    EN EL DICCIONARIO DE CIRLOT

    MUJER

    Corresponde, en la esfera antropolgica, al principio pasivo de la naturaleza. Aparece

    esencialmente en tres aspectos:

    1) como sirena, lamia o ser monstruoso que encanta divierte y aleja de la evolucin.

    2) como madre o Magna Mater (patria, ciudad, naturaleza), relacionndose tambin

    con el aspecto informe de las aguas y del inconciente

    3) como doncella desconocida, amada o nima, en la psicologa jungiana.

    Segn el autor detransformaciones y smbolos de la libido, ya los antiguos conocan la

    diferenciacin de la mujer en: EVA, ELENA y MARA relacin impulsiva, afectiva,

    intelectual y moral.

    Uno de los ms puros y universales arquetipos como nima es la BEATRIZ de la

    Divina Commedia de Dante Alighieri

    La figura femenina conserva todas las implicaciones mencionadas, es decir, las

    correspondientes a cada una de sus formas esenciales, en todas las alegoras basadas en

    la personificacin.

    La mujer y el animal

    Son muy interesantes ciertos smbolos en los cuales la mujer surge asociada a una figura

    de animal. As la mujer-cisne de la mitologa cltica y germnica, relacionada con las

    mujeres de pie de cabra del folklore hispnico (Ninfas). En ambos casos alude a la

    desaparicin de la mujer una vez cumplida su misin maternal y tambin a la muerte

    de la virgen como tal para dar paso a la matrona.

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    La unin de elementos tomados de la figura femenina con la del len es frecuente en

    la iconografa. La diosa egipcia Sekmet, caracterizada por su destructividad, tena

    cuerpo de mujer y cabeza (ideas) de len. Por el contrario, el cuerpo de len con cabeza

    femenina aparece en losHieroglyphica de I. P. Valeriano como emblema de la Hetaira.

    Elementos morfolgicos femeninos tradicionales, como la Esfinge, alude siempre al

    fonde de la naturaleza sobre el que se provoca un concepto o una suma de intuiciones

    csmicas.

    La mujer en relacin con su aspecto masculino

    En consecuencia, como imagen arquetpica, la mujer es compleja y puede ser

    sobredeterminada de modo decisivo.

    En sus aspectos superiores: como Sofa y Mara, como personificacin de la ciencia

    o de la suprema virtud; como imagen del nima es superior al hombre mismo por ser el

    reflejo de la parte superior y ms pura de ste.

    En sus aspectos inferiores: como Eva y Elena, instintiva y sentimental, la mujer no

    est al nivel del hombre, sino por debajo de l, es acaso cuando se realiza a s misma,

    como Ewig Weibliche (eterno Femenino), tentadora que arrastra hacia abajo,

    coincidente con el smbolo alqumico del principio voltil, esto es, de lo transitorio,

    inconsciente, infiel y enmascarado.

    AMADA

    La mujer amada, en relacin con la idea gnstica de una mediadora personificada en

    Sofa y en la valoracin ctara del amor humano como forma de misticismo, deja de ser

    el vaso elegido para la perpetuacin de la especie para convertirse en un ente

    profundamente espiritual y espiritualizador, cual aparece en Dante, en la pintura delprerrafetlita Rossetti, en los ms altos romnticos (Novalis, Hlderlin, Wagner) y en el

    Andr Breton de LAmour fou. Parece ser que esta concepcin de la amada tuco en

    Persia su primera y ms pura expresin. Denis de Rougemont, en su artculo La

    Persona, el ngel y el absoluto con referencia a esa mstica dice: En el amanecer del

    tercer da que sigue a la muerte terrestre, se produce el encuentro del alma (del hombre)

    con su yo celeste en la entrada del puente Chinvat en un decorado de montaas

    llameantes en la aurora y de aguas celestiales. En la entrada se yergue su Daena, su yoceleste, mujer joven de refulgiente belleza que le dice Yo soy t mismo

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    SOFA

    La mujer como nima (alma del hombre) y como gua espiritual. Segn el gnstico

    Tolomeo en su Carta a Flora, Sofa es la intermediaria entre el alma del mundo

    (demiurgo) y las ideas (pleorama) o plenitud, conjunto de eones opuestos al mundo

    fenomnico. Segn los mismos Jakob Bhme y George Gichtel (siglo XVII), Sofa, la

    virgen divina, se hallaba originariamente en el hombre primordial (Eliade,

    Mphistophls et lAndrogyne, Pars 1962). Ella le abandon y no puede existir

    salvacin sin volver a encontrarla.

    Esta idea se relaciona con la de la AMADA (Daena) persa; fue recogida por los ctaros,

    e informa el pensamiento romntico (Novalis, Hlderlin, Poe, Wagner). Una alegora

    brutalmente figurativa de esta idea la facilita la mitologa griega con la diosa ATENEA

    saliendo de la testa de ZEUS (virgen = pensamiento). De otro lado, Sofa, en el

    gnsticismo, corresponde a Shekina de los cabalistas; es el alma en exilio, hiptesis

    divina, cual seala Gershom G. Scholem, enLes origines de la Kabbale (Pars 1966).

    AGUAS

    El signo de la superficie, en forma de lnea ondulada de pequeas crestas agudas, es en

    el lenguaje jeroglfico egipcio la representacin de las aguas. La triplicacin del signo

    simboliza las aguas en volumen, es decir, el ocano primordial y la protomateria. Segn

    la tradicin hermtica, el dios Nou fue la sustancia de la que surgieron todos los dioses

    de la primera enada. Los chinos han hecho de las aguas la residencia especfica de del

    dragn, a causa de que todo lo viviente procede de las aguas. En los Vedas, las aguas

    reciben el apelativo de mtritamh (las ms maternas), pues, al principio, todo era como

    un mar sin luz. En general, en la India se considera a este elemento como el mantenedorde la vida que circula a travs de toda la naturaleza en forma de lluvia, savia, leche,

    sangre. Ilimitadas e inmortales, las aguas son el principio y fin de todas las cosas de la

    tierra. Dentro de su aparente carencia de forma, se distinguen, ya en las culturas

    antiguas, las aguas superiores de las inferiores. Las primeras corresponden a las

    posibilidades an virtuales de la creacin, mientras las segundas conciernen a lo ya

    determinado. Naturalmente ene este aspecto generalizado, por aguas se entiende la

    totalidad de materias en estado lquido. Ms an, en las aguas primordiales, imagen dela protomateria, se hallaban tambin los cuerpos slidos an carentes de forma y

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    rigidez. Por esta causa, los alquimistas denominaban agua al mercurio en el primer

    estadio de la transformacin y, por analoga, al cuerpo fludico del hombre, lo cual

    interpreta la psicologa actual como smbolo del inconsciente, es decir, de la parte

    informal, dinmica, causante, femenina, del espritu. De las aguas y del inconsciente

    universal surge todo lo viviente como de la madre. Una ampliacin secundaria de este

    simbolismo se halla en la asimilacin del agua y la sabidura (intuitiva). En la

    cosmogona de los pueblos mesopotmicos, el abismo de las aguas fue considerado

    como smbolo de la insondable sabidura impersonal. Una antigua deidad irlandesa se

    llam Domnu, que significa profundidad marina. En los tiempos prehistricos, la

    palabra abismo parece haber sido usada exclusivamente para denotar lo insondable y

    lo misterioso. En suma, las aguas simbolizan la unin universal de virtualidades,fons et

    origo, que se hallan en la precedencia de toda forma o creacin. La inmersin en las

    aguas significa el retorno a lo preformal, con su doble sentido de muerte y disolucin,

    pero tambin de renacimiento y nueva circulacin, pues la inmersin multiplica el

    potencial de la vida. El simbolismo del bautismo, estrechamente relacionado con las

    aguas, fue expuesto por Juan Crisstomo: Representa la muerte y la sepultura, la vida

    y la resurreccin cuando hundimos nuestra cabeza en el agua, como en un sepulcro, el

    hombre viejo resulta inmerso y enterrado enteramente. Cuando salimos del agua, el

    hombre nuevo aparece sbitamente La ambivalencia de este texto es slo aparente: la

    muerte afecta slo al hombre natural, mientras que el nuevo nacimiento es el hombre

    espiritual, en esta particularizacin del simbolismo general de las aguas. En el plano

    csmico, a la inmersin correspondiente el diluvio, la gran entrega de las formas a la

    fluencia que las deshace para dejar en libertad los elementos con que producir nuevos

    estados csmicos. la cualidad de transparencia y profundidad, que tantas veces poseen

    las aguas, explica buena parte de la veneracin de los antiguos hasta ese elemento

    femenino como la tierra. Los babilonios la denominaron casa de la sabidura. Oannes,el personaje mtico que revela a los humanos la cultura, es representado como mitad

    hombre y mitad pez. Como otra consecuencia, el nacimiento se encuentra normalmente

    expresado en los sueos mediante la intervencin de las aguas (Freud, Introduction la

    psychanalyse). La expresin mtica surgido de las ondas o salvado de las aguas

    simboliza la fecundidad y es una imagen metafrica del parto. Por otro lado, el agua es

    el elemento que mejor aparece como transitorio, entre el fuego y el aire de un lado

    etreos- y la solidez de la tierra. Por analoga, mediador entre la vida y la muerte, en ladoble corriente positiva y negativa, de creacin y destruccin. Los mitos de Caronte y

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    de Ofelia simbolizan el ltimo viaje. No fue la muerte el primer navegante? La

    profundidad transparente, al margen de otros significados, tiene precisamente el de

    comunicacin entre lo superficial y lo abisal, por lo que puede decirse que el agua cruza

    las imgenes. Gaston Bachelard distingue muy distintas cualidades de aguas, derivando

    de stas simbolizaciones secundarias que enriquecen la esencial que llevamos expuesta,

    contruyendo, ms que simbolismo estricto, una suerte de idioma expresivo utilizado por

    el elemento en los avatares de su fluir. Discierne entre aguas claras, aguas primaverales,

    aguas corrientes, aguas estancadas, aguas muertas, aguas dulces y saladas, aguas

    reflejantes, aguas de purificacin, aguas profundas, aguas tempestuosas. Tanto si

    tomamos las aguas como smbolo del inconciente colectivo o personalizado, como si las

    vemos en su funcin mediadora y disolvente, es evidente que su estado expresa el grado

    de tensin, el carcter y aspecto con que la agona acutica se reviste para decir, con

    mayor claridad a la conciencia, lo exacto de su mensaje. Por otro lado, simbolismos

    secundarios se deducen de los objetos asociados a las aguas como continentes, cuando

    stas se dan en singular como agua- y bajo la modalidad de abluciones, bao, agua

    bendita, etc. Tambin, el importantsimo simbolismo espacial se asocia con motivo del

    nivel de las aguas, con la correspondencia entre altura material y moral absoluta. Por

    esta causa, en su sermn de Asspuram, Buda pudo considerar el lago de la montaa,

    cuyas aguas trasparentes permiten observar la arena, las conchas, los caracoles y los

    peces, como la vereda que lleva a la redencin. Es evidente que este lago corresponde a

    las aguas superiores, en uno de sus aspectos esenciales, otro son las nubes. Tambin

    en Le transformationi de Ludovico Dolce, vemos un mstico personaje inclinndose

    hacia el espejo tranquilo de un estanque, como figura opuesta a la del cazador maldito,

    siempre en busca de su presa (smbolos de la actividad contemplativa, estado satva del

    yoga; y la ciega actividad exteriorizada del estado rajas). Finalmente, las aguas

    superiores e inferiores se hallan en comunicacin, mediante el proceso de la lluvia(involucin) y de la evaporacin (evolucin). Interviene aqu el elemento fuego como

    modificador de las aguas y por eso el sol (espritu) hace que el agua del mar se evapore

    (sublima la vida). El agua se condensa en nubes y retorna a la tierra en forma de lluvia

    fecundante cuya doble virtud deriva su carcter acutico y celeste. Lao-ts prest gran

    atencin a este fenmeno rotatorio de una meteorologa a la vez fsica y espiritual y

    dijo: El agua no se para ni de da ni de noche. Si circula por la altura, origina la lluvia y

    el roco. Si circula por lo bajo, forma los torrentes y los ros. El agua sobresale en hacerel bien. Si se le opone un dique se detiene. Si se le abre camino, discurre por l. He aqu

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    por qu se dice que no lucha. Y sin embargo, nada le iguala en romper lo fuerte y lo

    duro. En el aspecto destructor de los grandes cataclismos, no cambia el simbolismo de

    las aguas, slo se subordina al simbolismo dominante de la tempestad. Igualmente

    sucede en el aspecto en que predomina el carcter transcurrente del agua, como en los

    pensamientos de Herclito. No son las aguas del ro en el cual nadie puede baarse dos

    vecessiendo el mismo, el verdadero smbolo, sino la idea de circulacin, de cauce y de

    elemento en camino irreversible. Segn Evola, enLa tradizione ermetica: Sin el agua

    divina nada existe, dijo Zsimo. De otra parte, entre los smbolos del principio

    femenino figuran los que aparecen como origen de las aguas (madre, vida), as: Tierra

    madre, Madre de las aguas, Piedra, Caverna, Casa de la Madre, Noche, Casa de la

    profundidad, Casa de la fuerza, Casa de la sabidura, Selva, etc. La palabra divina no

    debe inducir a error. El agua simboliza la vida terrestre, la vida natural, nunca la vida

    metafsica

    SIRENA

    Figura simblica que aparece bajo dos aspectos principales, como mujer-pjaro o como

    mujer-pez. Las sirenas de la mitologa griega se suponan hijas del ro Aqueloo y de la

    ninfa Calope. Ceres las transform en aves. Habitaban en lugares escarpados. La

    leyenda les atribua un canto dulcsimo con el cual atraan a los caminantes para

    devorarlos. Ulteriormente aparecieron las sirenas de cola de pez, habitantes de las islas

    rocosas y de los arrecifes, las cuales se comportaban tal cual sus hermanas del elemento

    aire. El mito de las sirenas es uno de los ms persistentes y a travs del folklore de

    muchos pueblos marineros se conservan creencias relativas a ellas hasta la actualidad.

    Aristteles, Plinio, Ovidio, Higinio, el Physiologus (siglo II d.de C.) y los bestiariosmedievales relatan las cosas concernientes a las sirenas. Antes del siglo X ya aparecen

    sirenas de doble cola, en el tmpano de la capilla de San Miguel, en Aiguilhe de Puy; y

    sirenas-pjaro en Saint-Benoit-sur-Loire. Tanto stas como las hadas-vbora francesas,

    especialmente personificadas por Melusina, son expresiones complejas cuya

    explicacin ms literal nos deja insatisfechos. Pueden representar lo inferior en la mujer

    y a la mujer como lo inferior, cual en el caso de las lamias; son tambin smbolos de la

    imaginacin pervertida y atrada por las finalidades inferiores por los estratos primitivosde la vida. Son tambin smbolo del deseo, en su aspecto ms doloroso que lleva a la

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    autodestruccin, pues por su cuerpo anormal no puede satisfacer los anhelos que su

    canto y su belleza de rostro y busto despiertan.

    Parecen especialmente smbolos de las tentaciones dispuestas a lo largo del camino

    de la vida (navegacin) para impedir la evolucin del espritu y encantarlo,

    detenindolo en la isla mgica o en la muerte prematura. La sirena de doble cola, de

    la cual puede verse un bello ejemplar en el bside del monasterio de San Cugat, en un

    capitel, puede ser explicada por un origen psicolgico, de mera confabulacin (dos

    piernas femeninas actuando sobre la nica cola de pez producen doble cola) o por una

    razn simblica de gran profundidad: alusin a Gminis. Nos parece que la cola doble

    es una rplica infernal de la actitud clsica de adoracin, con los dos brazos en alto, que

    muestran, por ejemplo, las figurillas de sacerdotisas cretenses. Siendo el mar el abismo

    inferior e imagen del inconsciente, la doble cola a l perteneciente expresa la dualidad

    (conflicto) en su seno. Wirth considera a la sirena simplemente como un smbolo de la

    mujer y a sta como encarnacin verdadera del espritu de la tierra, en oposicin al

    hombre, hijo del cielo. En su concepto de transmigracin, dice: La vida seduce a las

    almas de los que estn privados de ella. Por qu no retiene el otro mundo

    definitivamente a las entidades espirituales que experimentan la necesidad de

    encarnarse? Las hijas de los hombres cautivan por su belleza a los hijos del cielo, que

    descienden, irresistiblemente atrados. La magia ejercida se atribuye a la sirena, cuyo

    canto aturde a quien lo oye para provocar su cada en el ocano (de las aguas inferiores

    y de las formas nacientes) de la vida pululante de las multitudes. Esta seductora debe su

    imperio a las formas cambiantes que se renuevan can la luna, cuyo creciente brilla sobre

    la frente de la deidad

    CABELLERA

    En un sentido general, los cabellos son una manifestacin enrgetica. Su simbolismo se

    relaciona con el nivel; es decir, la gran cabellera, por hallarse en la cabeza, simboliza

    fuerzas superiores, mientras el vello abundante significa un crecimiento de lo inferior.

    () La cabellera opulenta es una representacin de la fuerza vital y de la alegra de

    vivir, ligadas a la voluntad de triunfo. Los cabellos corresponden al elemento fuego;

    simbolizan al principio de la fuerza primitiva. Una importantsima asociacin

    secundaria deriva de su color. Castaos o negros ratifican ese sentido de energa oscuraterrestre; dorados se identifican con los rayos del sol y con todo el vasto simbolismo

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    solar; los cabellos cobrizos tienen un carcter venusino y demoniaco. Por

    espiritualizacin del mero concepto de energa, se transforma los cabellos en esa

    superior potestad. Phaldor, en su libro doro del sogno, dice que representan los bienes

    espirituales del hombre. Bellos cabellos abundantes significan para el hombre y para la

    mujer evolucin espiritual. Perder los cabellos significa fracaso y pobreza ()

    NOCHE

    Relacionada con el principio pasivo, lo femenino y el inconsciente. Hesodo le dio

    nombre de madre de los dioses por ser opinin de los griegos que la noche y las

    tinieblas han precedido la formacin de todas las cosas. Por ello, como las aguas, tiene

    un significado de fertilidad, virtualidad, simiente. Como estado previo, no es an el da,

    pero lo promete y prepara. Tiene el mismo sentido del color negro y la muerte, en la

    doctrina tradicional.

    LUNA

    () El hombre percibi, de antiguo, la relacin existente entre la luna y las mareas; la

    conexin ms an entre el ciclo lunar y el ciclo fisiolgico de la mujer. Krappe de

    quien tomamos estos datos- cree que esta relacin se debe, como ya crea Darwin, a que

    la vida animal se origin en el seno de las aguas, determinando un ritmo vital que dur

    millones de aos. La luna deviene as La Seora de las Mujeres. Otro hecho esencial

    de la psicologa de la luna es la modificacin aparente de su superficie a travs de las

    fases peridicamente repetidas. () La luna no slo mide y determina los perodos, sino

    que tambin los unifica a travs de su accin (luna, agua, lluvias, fecundidad de la

    mujer, de los animales y de la vegetacin). Pero por encima de todo, es el ser que nopermanece idntico a s mismo, sino que experimenta modificaciones dolorosas en

    forma de crculo clara y continuamente observable. Estas fases, por analoga, se parecen

    a las estaciones anuales, a las edades del hombre, y determinan una mayor proximidad

    de la luna a lo biolgico, sometido tambin a la ley del cambio, al crecimiento (juventud

    madurez) y al decrecimiento (madurez, ancianidad) () En la ordenacin csmica la

    luna es considerada en cierto modo como una duplicacin del sol, minimizada, pues si

    este vitaliza a todo el sistema planetario, la luna slo interviene en nuestro planeta. Porsu carcter pasivo, al recibir la luz solar, es asimilada al principio del dos y de la

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    pasividad o lo femenino. La luna se relaciona tambin con el huevo del mundo, la

    matriz y el arca. El metal correspondiente a la aluna es la plata. Se considera al satlite

    como gua del lado oculto de la naturaleza, en contraposicin al sol, que es el factor de

    la vida manifestada y de la actividad ardiente. En alquimia, la luna representa el

    principio voltil (mudable) y femenino. Tambin la multiplicidad, por la fragmentacin

    de sus fases. () Otro componente significativo de la luna es su estrecha asociacin a la

    noche (maternal, ocultante, inconsciente, ambivalente por lo protectora y peligrosa) y el

    que dimana del tono lvido de su luz y del modo como muestra, semivelndolos, los

    objetos. Por eso la luna se asocia a la imaginacin y a la fantasia, como reino intermedio

    entre la negacin d la vida espiritual y el sol fulgurante de la intuicin. ()

    ESTRELLAS

    Por su nocturnidad, ligadas a la idea de noche; por su nmero, a la multiplicidad

    (ruptura), por su disposicin a la idea de orden y destino.

    LA ESTRELLA

    Arcano decimosptimo del Tarot, cuya imagen alegrica muestra una doncella desnuda,

    arrodillada junto a un estanque, que vierte en el mismo el contenido de una jarra de oro,

    de la que sale un lquido vivificador del agua estancada. En la mano izquierda tiene otra

    vasija de plata con la que vierte agua fresca sobre la tierra rida, haciendo que crezca la

    vegetacin, que se representa por medio de una rama de acacia y una rosa abierta

    (emblema de inmortalidad y el amor). Sobre esta figura hay una gran estrella y ocho

    estrellas ms. El ltimo sentido simblico de esta imagen parece expresar la

    comunicacin entre los mundos, la vivificacin por las luminarias celeste de los lquidoscontenidos en los recipientes y la transmisin de estas cualidades a la tierra y el agua

    puramente materiales. Por eso dice Oswald Wirth que este arcano representa el alma

    ligando el espritu a la materia.