8
EL RENACIMIENTO 1.Introducción El Renacimiento es un movimiento tan considerable y tan complejo que no es posible formularlo en una definición sucinta. Tradicionalmente siempre se ha querido transmitir la idea de que en un momento dado de la Historia y más concretamente llegado el S.XV se produce una auténtica revolución cultural y artística, que bruscamente reniega de todas sus tradiciones medievales y se aventura en una nueva intención estética, marcada principalmente por el renacer de la cultura clásica. Es la idea tradicional asumida durante mucho tiempo como válida desde que la impusiera desde su magisterio el historiador J. Burckhardt en 1860. Hoy, en cambio, sabemos que ni el cambio fue tan brusco ni las fechas de esa evolución tan precisas. Ésta sería en realidad la teoría básica de la obra de E. Panosfsky: Renacimiento y renacimientos en el arte occidental, que no se puede establecer una frontera concreta que determine con precisión cuándo empieza el cambio de la Modernidad en el arte, y que por otro lado a lo largo de la Edad Media se produjeron igualmente frecuentes intentos artísticos de volver al clasicismo que luego reivindicará el Renacimiento. Si bien en determinados aspectos como la arquitectura si parece buscar esa vuelta al pasado, en otros campos, tiene más de continuidad y de culminación del proceso iniciado en el s. XIII que de ruptura con él. Si del Renacimiento se ha acentuado sobre todo el naturalismo y el descubrimiento del mundo y del hombre, ni lo uno ni lo otro era exclusivo del Renacimiento pues venían dándose desde la Edad Media. Lo que si era nuevo era el modo de acercarse a la naturaleza por el arte: desaparecido ya casi todo el simbolismo medieval, el artista tratará de representar el mundo sensible cada vez de una manera más resuelta y consciente.

Contexto histórico del renacimiento

Embed Size (px)

Citation preview

EL RENACIMIENTO

1. IntroducciónEl Renacimiento es un movimiento tan considerable y tan complejo que no es posible formularlo en una definición sucinta. Tradicionalmente siempre se ha querido transmitir la idea de que en un momento dado de la Historia y más concretamente llegado el S.XV se produce una auténtica revolución cultural y artística, que bruscamente reniega de todas sus tradiciones medievales y se aventura en una nueva intención estética, marcada principalmente por el renacer de la cultura clásica. Es la idea tradicional asumida durante mucho tiempo como válida desde que la impusiera desde su magisterio el historiador J. Burckhardt en 1860. Hoy, en cambio, sabemos que ni el cambio fue tan brusco ni las fechas de esa evolución tan precisas. Ésta sería en realidad la teoría básica de la obra de E. Panosfsky: Renacimiento y renacimientos en el arte occidental, que no se puede establecer una frontera concreta que determine con precisión cuándo empieza el cambio de la Modernidad en el arte, y que por otro lado a lo largo de la Edad Media se produjeron igualmente frecuentes intentos artísticos de volver al clasicismo que luego reivindicará el Renacimiento. Si bien en determinados aspectos como la arquitectura si parece buscar esa vuelta al pasado, en otros campos, tiene más de continuidad y de culminación del proceso iniciado en el s. XIII que de ruptura con él.Si del Renacimiento se ha acentuado sobre todo el naturalismo y el descubrimiento del mundo y del hombre, ni lo uno ni lo otro era exclusivo del Renacimiento pues venían dándose desde la Edad Media. Lo que si era nuevo era el modo de acercarse a la naturaleza por el arte: desaparecido ya casi todo el simbolismo medieval, el artista tratará de representar el mundo sensible cada vez de una manera más resuelta y consciente.Naturalismo, humanismo y por lo tanto racionalismo e individualismo, sentido de la unidad, influencia del pasado clásico, pero en ningún modo ruptura con los logros medievales, son rasgos que ayudan a definir el movimiento renacentista y que tendrán una cumplida manifestación en el arte italiano de los siglos XV y XVI.

El propio término Renacimiento nos da una clara idea de su significado “vuelta a la vida”, en contraposición a la idea de “oscura Edad Media”. Se trataba de “volver a nacer”, recuperando las formas pérdidas de la Antigüedad clásica, reinterpretándolas y adaptándolas al nuevo lenguaje artístico en torno a dos conceptos: la perspectiva y la proporción.

PerspectivaFruto del sentido racional y objetivo otorgado al arte en el Quattrocento se plantea la necesidad de representar verídicamente el espacio. La forma de representación racional del espacio es la perspectiva. La perspectiva del Quattrocento es la perspectiva geométrica o lineal. Esta revolucionó el concepto de la pintura al permitir la representación en una superficie plana de la apariencia de profundidad, esto es, tres dimensiones donde solo hay dos.

Su empleo consiste en plantear en la pintura una serie de líneas de fuga que convergen en un único punto de fuga. Esas líneas forman una pirámide imaginaria que puede ser cortada en distintos planos. En esos planos, los objetos representados reducen su tamaño proporcionalmente al acercarse al vértice de la pirámide, dando la sensación de profundidad.El descubrimiento de la perspectiva y su primera formulación se deben a Brunelleschi y Alberti, que en su Tratado de la pintura plasmó la teoría.La representación del espacio que surge de esta perspectiva, es en efecto racional, reflexiva, intelectual. Pero resultará artificial para los autores posteriores, que la tachan de inmóvil, al no contar más que con un único punto de vista. En cualquier caso la experimentación constante de este período y de los posteriores en el campo de la óptica irá profundizando cada vez más el ámbito de la perspectiva.Los pintores también hicieron importantes avances en la utilización de la luz, con la que conseguían mostrar el volumen de los objetos o seres representados y que se apreciaran los planos de profundidad.

ProporcionalidadEn línea con el sentido antropocéntrico de la cultura quattrocentista y con la referencia del arte clásico, se establece asimismo una teoría de la proporcionalidad.También en este caso será la mente humana la que reduce todo a distintas relaciones de tamaño.Así, en arquitectura, hay una relación de proporcionalidad entre la altura de las columnas y la apertura de los arcos; entre el diámetro medio de las columnas y su altitud; entre basa, fuste y capitel; entre los planos del edificio; entre altura y anchura de las superficies, etc. Incluso se establece un sistema de proporcionalidad entre el plano del edificio y el cuerpo humano, al fin y al cabo, referencia y medida de todas las cosas.En escultura, los cánones repetirán algunos de los establecidos por la escultura greco-romana, aunque en el Quattrocento no se establecen cánones fijos, sino que varían en gran medida en consonancia con el sentido del movimiento, tan importante también en esta primera fase del renacimiento. La proporcionalidad en pintura está íntimamente relacionada con la perspectiva.

El regreso a la Antigüedad traerá consigo la vuelta a una cultura antropocéntrica, donde el ser humano se siente el centro del universo arropado por el espíritu humanista del momento, en contra del teocentrismo de la etapa medieval, donde Dios era el centro del mundo. Surge el “humanista” que retoma la lectura de los clásicos, el griego, el latín, la filosofía, el interés científico por la naturaleza y la pasión por el arte.El carácter antropocéntrico produce un retorno a la medida humana como referencia. El hombre se convierte en referencia universal, en medida de todas las cosas, y todo además debe ser representado según la propia visión del hombre. Lo cual desde un punto de vista artístico desembocará en un lógico naturalismo.

Esta valoración del individuo va a estar respaldada por la figura del mecenas, personaje de gran prestigio social que avalará la labor de los grandes humanistas y artistas del momento, afectando a todos los ámbitos culturales. Entre los más célebres encontramos a la familia Medici, en Florencia; los Sforza en Milán; los Montefeltro en Urbino, o el mismo Papado en Roma. Esta sociedad en gran medida materialista, está interesada en la objetividad de las cosas. No le interesa el mundo visionario e idealista medieval; le interesa más el mundo concreto de la Naturaleza y el Hombre.

La costumbre de adquirir prestigio mediante el arte dio un nuevo valor a los artistas. Estos reivindicaron un nuevo estatus: rechazaron que se les considerase meros artesanos, ya que, argumentaban, que sus obras eran fruto de una reflexión teórica e intelectual.

En arte, se anteponen los valores de belleza y perfección técnica a los de significación de la obra y espiritualidad. El concepto de belleza es un término definido por la coincidencia de la visión antropocéntrica del mundo y de la valoración de la naturaleza y de sus leyes. Con estos ingredientes, el sentido de la belleza renacentista recupera el canon clásico de proporcionalidad; un naturalismo idealizado, reflejo siempre de virtudes morales y cívicas; y una insistencia en el sentido de la armonía y el equilibrio, que no resultará contradictorio con la preocupación constante por la plasmación del movimiento.

El Renacimiento se inicia en Italia, donde nunca se había perdido del todo la herencia clásica. En el siglo XV los arquitectos renacentistas descubren la obra de Vitrubio, arquitecto romano del siglo I a.C. , que escribió un tratado sobre esa disciplina. Esta obra, los diez libros de arquitectura, será estudiada por los más reconocidos maestros de obras. No menos importante fue el hecho de conocer muy de cerca las ruinas grecorromanas, tan abundantes en Italia. Igualmente a que las más relevantes Repúblicas italianas se encontraban en esos momentos en una fase de bonanza económica, provocada por la rentable actividad comercial de una incipiente burguesía, que como es natural repercutirá muy positivamente en la expansión del mecenazgo artístico. Además, la toma de Constantinopla en 1453 propició la llegada a Italia de sabios y artistas que dieron a conocer

aspectos de la antigua cultura griega olvidados en Occidente. Del mismo modo, el desarrollo de las universidades durante el GóticoEste movimiento será universal. Desde Italia se extenderá al resto de Europa, para pasar más tarde hasta América. Pero no por ser universal será uniforme y homogéneo, porque sobre cada país sobre el que se asiente habrá que contar con la tradición local que condicionará su desarrollo y lo llenará de matices.

Cronológicamente, el Renacimiento se desarrolló en dos fases:. El Renacimiento del siglo XV, o Quattrocento.. El Renacimiento del siglo XVI, con dos etapas muy definidas: el Cinquecento, hasta 1527, y el Manierismo, hasta 1594, aproximadamente. Como vemos el Cinquecento es un momento efímero. Muy pronto los grandes artistas de la época se aventuran en una constante evolución renovadora que tendrá curiosamente como consecuencia principal la ruptura del lenguaje clásico, aunque sin perder sus referencias y motivaciones. Es decir, se siguen aprovechando los recursos plásticos y los elementos formales característicos del clasicismo, aunque empleados ahora al margen de las normas y los criterios tradicionales. Es un momento de rebeldía, pero de gran creatividad, que solemos encuadrar en el período denominado Manierismo.