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5 Revista Aleph No. 185. Año LII (2018) Resumen E s posible demostrar que Francisco José de Caldas conci- bió, antes de su encuentro con Alexander von Humboldt en la Presidencia de Quito durante varios meses de 1802, los fundamentos de la fitogeografía o geografía de las plantas. Aunque el prusiano ha sido reconocido mundialmente como fun- dador de esta nueva disciplina, artículos internacionales recientes vienen reconociendo, en forma tardía, la contribución del neo- granadino al respecto. Las anotaciones que Caldas incluyó junto al trabajo de Humboldt que publicó en el Semanario de la Nueva Granada, en 1809, muestran que aquel tenía un mejor conoci- miento de las condiciones del trópico andino. Por lo tanto, es plausible pensar que las observaciones y deducciones de Caldas, obtenidas a partir de sus muchos viajes por la Nueva Granada, hayan sido útiles para Humboldt en las conversaciones y excur- siones que debieron compartir, así no haya recibido ningún cré- dito por parte de este último. Con base en la memoria fitogeo- gráfica que Caldas envió a José Celestino Mutis en 1803, puede afirmarse que Caldas estaba consciente de haberse ocupado de una nueva ciencia o disciplina. Contribución de F.J. de Caldas a la fundación de la geografía de las plantas Darío Valencia-Restrepo Aleph 185 abril junio.indd 7 15/05/2018 10:05:53 a.m.

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5Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)

Resumen

Es posible demostrar que Francisco José de Caldas conci-bió, antes de su encuentro con Alexander von Humboldt en la Presidencia de Quito durante varios meses de 1802,

los fundamentos de la fitogeografía o geografía de las plantas. Aunque el prusiano ha sido reconocido mundialmente como fun-dador de esta nueva disciplina, artículos internacionales recientes vienen reconociendo, en forma tardía, la contribución del neo-granadino al respecto. Las anotaciones que Caldas incluyó junto al trabajo de Humboldt que publicó en el Semanario de la Nueva Granada, en 1809, muestran que aquel tenía un mejor conoci-miento de las condiciones del trópico andino. Por lo tanto, es plausible pensar que las observaciones y deducciones de Caldas, obtenidas a partir de sus muchos viajes por la Nueva Granada, hayan sido útiles para Humboldt en las conversaciones y excur-siones que debieron compartir, así no haya recibido ningún cré-dito por parte de este último. Con base en la memoria fitogeo-gráfica que Caldas envió a José Celestino Mutis en 1803, puede afirmarse que Caldas estaba consciente de haberse ocupado de una nueva ciencia o disciplina.

Contribución de F.J. de Caldas a la fundación de lageografía de las plantas

Darío Valencia-Restrepo

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IntroducciónMás de dos siglos después de sus importantes aportes a la geografía de

las plantas, Francisco José de Caldas viene recibiendo por fin un merecido reconocimiento en destacadas publicaciones de carácter internacional, entre las cuales se cuenta con dos libros y cinco artículos, todos ellos de la última década. En buena medida ello ha sido posible por la recuperación en España de importantes láminas fitogeográficas de Caldas, un logro de Mauricio Nie-to-Olarte. Un bello libro de este, en el cual figuran como coautores Santiago Muñoz Arbelaez, Santiago Díaz-Piedrahita y Jorge Arias de Greiff, incluye aquellas láminas y muchas más (Nieto-Olarte, 2006).

El presente artículo está dividido en seis partes, a saber: una primera que muestra el trabajo independiente de Humboldt y Caldas al respecto; en una segunda se describe el encuentro de los dos naturalistas y su aproximación a la geografía de las plantas; las principales publicaciones de ambos personajes son discutidas en la parte tercera; la cuarta parte incluye comentarios de di-versos autores sobre la relación entre Humboldt y Caldas; de particular interés son los créditos internacionales que ha venido recibiendo el neogranadino, lo cual es objeto de la quinta parte; y, en la última, aparecen varias conclusiones.

Este artículo se basa en una conferencia del autor, pronunciada el 21 de marzo de 2018 en Bogotá en la sede de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, como parte de la primera sesión del Seminario de Estudios Caldasianos, una iniciativa de dicha Academia para conmemorar los 250 años del natalicio de Caldas. El seminario se lleva cabo durante el primer semestre de 2018 e incluye seis seminarios académicos y nueve confe-rencias divulgativas sobre la vida y obra del neogranadino.

1. Comprobación del trabajo independiente de los dos naturalistas

En 1799, Humboldt y Aimé Bonpland están en pleno viaje por el océano Atlántico con destino al Nuevo Mundo, visitan la isla Tenerife en las Canarias y escalan el pico Teide. En la Fig. 1 se presenta una lámina con fitogeografía del pico.

Pueden distinguirse, entre otras, las fajas correspondientes a laureles y pal-mas. Aunque esta lámina fue impresa después de 1799, los datos muestran que Humboldt se ocupaba de la geografía de las plantas antes de su llegada a América.

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Figura 1. Una fitogeografía del pico Teide. Publicada en 1817 en Geographiae plantarum lineamenta.

Es importante señalar que Humboldt se ayudó de datos del pico proporcio-nados por el francés Auguste Broussonet, quien estuvo en las Canarias entre 1801 y 1804. La información sobre este apoyo procede de un artículo de la profesora Concepción Sanz-Herráiz, de la Universidad Autónoma de Madrid (Sanz-Herráiz, 2016, pág. 7).

No puede olvidarse que Carl Ludwig Willdenow fue el primero en estable-cer las bases para la geografía de las plantas en un trabajo publicado en 1792, y que ese autor fue mentor de Humboldt. En la edición inglesa de ese libro, Willdenow señala (Willdenow, 1811, pág. 402):

By the History of Plants, is to be understood the influence of Climate on Vegetation; the changes which it is probable plants undergo from the

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revolutions of our globe; their dispersion over its surface; their migra-tions; and, lastly, the means persued by Nature for they preservation.

Y luego habla de las zonas cálidas, templadas, frías y muy frías, se refiere a la latitud y la longitud, y considera los cambios de vegetación que se producen por las montañas.

Por su parte, Caldas escribió una “Memoria sobre la nivelación de las plan-tas que se cultivan en la vecindad del ecuador”, fechada en Quito el 6 de abril de 1803 (Caldas, Memoria sobre la nivelación de las plantas que se cultivan en la vecindad del ecuadeor, 1803). Fue enviada con dedicatoria a José Celes-tino Mutis. Nivelar en este contexto tiene un sentido topográfico pues relacio-na vegetación con altitudes.

Caldas informa que la Memoria la elaboró en 1802 y que fue fruto de su viaje de Popayán a Quito en 1801. Así consta en un informe del 30 de sep-tiembre de 1808, escrito en Santafé, el cual figura como la carta No. 125 del libro Cartas de Caldas (Bateman, 1978, pág. 275).

Una lectura de dicha Memoria pone de presente que Caldas era consciente de haber observado un fenómeno de la naturaleza pues escribe en el primer párrafo de la misma que está ante una nueva disciplina: “Esta ciencia, de que apenas existe el nombre…”; y en el último párrafo de la misma se refiere a un proyecto muy ambicioso: “¿Qué diremos de la nivelación de todas las plantas que produce nuestro suelo? Estoy seguro de que pasarán muchas generacio-nes antes que la Botánica pueda señalar los límites a que está confinado cada

Figura 2. Primera lámina de una nivelación de Santafé a Quito.Tomada de La obra cartográfica de Francisco José de Caldas (Nieto-Olarte, 2006, pág. 148)

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vegetal.” (Caldas, Memoria sobre la nivelación de las plantas que se cultivan en la vecindad del ecuador, 1803).

En sus viajes de 1801 y años anteriores, Caldas efectuó una nivelación de varias plantas entre Santafé y Quito. Ese trabajo está presentado en cuatro lá-minas, la primera de las cuales se muestra como Fig. 2. En la parte izquierda puede verse los puntos correspondientes a Santafé y el cerro Guadalupe; y se observan también los términos superior e inferior del trigo.

Es necesario precisar que las láminas hacen parte de la Memoria antes indicada, o sea, solo son conocidas por Mutis en 1803.

2. Encuentro de Caldas con Humboldt y su aproximación a la geografía de las plantas

Los dos naturalistas se encuentran en Ibarra, Audiencia de Quito, hoy Ecuador, el 31 de diciembre de 1801. Después del encuentro, Caldas acom-pañó a Humboldt y Bonpland varios meses en la Audiencia de Quito. Gracias a que compartió habitación con Bonpland, pudo conocer mucho material de los expedicionarios.

Discuten mucho sobre el método hipsométrico desarrollado por Caldas, pero no se conoce bien qué hablaron sobre la geografía de las plantas. Pero existe una clave en la siguiente referencia de Hermann A. Schumacher en su libro (Schumacher H. A., 1884, pág. 154), traducido por Ernst Guhl en la par-te relativa a Caldas (Schumacher, 1986, pág. 33), después de haberse referido a la geografía de las plantas a la luz del texto de Caldas sobre el proyectado viaje a Quito (Caldas, F. J. de, 1816, pág. 314):

En forma semejante debe tratarse la zoología, y también se ha consi-derado la posibilidad de elaborar un mapa zoológico de la Nueva Gra-nada. “El barón (de Humboldt) me habló de un científico que había empezado a trabajar en ese sentido, pero no me acuerdo de su nombre”. Caldas se refería a C. G. Zimmermann, con su Specimen zoologiae geographiae de 1777.

En realidad, se trata de Eberhard August Wilhelm von Zimmermann, uno de los primeros en estudiar la distribución geográfica de los animales en su libro Specimen Zoologiae geographicae. La cita de Schumacher permite pensar que Caldas y Humboldt discutieron aspectos centrales de lo que hoy se conoce como biogeografía. En efecto, si el prusiano le facilita al neo-granadino un libro sobre zoogeografía, con seguridad discutieron también

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sobre fitogeografía, pues las plantas eran para ellos de mayor interés en ese momento.

Es necesario señalar que la visión de Humboldt al respecto era más holís-tica que la de Caldas, pues éste dio preferencia a las plantas que tuviesen un valor económico en lugares específicos, aunque su deseo era extender la ob-servación a la Nueva Granada. Es decir, estaba apuntando hacia una geografía económica. Pero debe precisarse que su fitogeografía del cerro Imbabura, que muestra 30 plantas, no se limita a las de valor económico.

Humboldt tenía una visión totalizadora de la naturaleza, con un interés en buscar relaciones en el interior de la misma, así como analogías entre lugares muy diferentes. Por ello, al considerar la Tierra o la biosfera como un organis-mo vivo, el prusiano ha sido señalado como un precursor de la hipótesis Gaia sugerida por James Lovelock. Así escribe Humboldt en Cosmos: La naturale-za es para la observación reflexiva una unidad dentro de lo complejo; unión de lo diferente en forma y combinación; expresión de las cosas y de la fuerza de la naturaleza como unidad vital.

Los Andes se constituyeron en un verdadero laboratorio para Humboldt. Sus considerables alturas, así como su gran biodiversidad, facilitaban el es-tudio de las zonas de vida para las plantas. A lo que había que agregar la estabilidad del clima con la altitud, algo muy diferente a lo que ocurre en las zonas templadas. Un artículo de dos profesoras de la Universidad Autónoma de Madrid señala que esas montañas le permitieron al prusiano expresar de la mejor manera su pensamiento fitogeográfico (Gómez-Mendoza & Sánz-Erráiz, 2010):

La alta montaña equinoccial era un ámbito por descubrir para la ciencia, un observatorio idóneo porque en un espacio reducido se manifiestan tendencias que regulan la distribución de los seres vivos sobre la super-ficie de la tierra, un ejemplo perfecto para mostrar los diversos términos de su Ensayo sobre la Geografía de las plantas.

Sin embargo, Caldas también estaba consciente de haber encontrado un fe-nómeno general de la naturaleza: la distribución de la población vegetal como función de la altitud. Vale la pena señalar que en algunas de sus láminas tam-bién incluye la variación de las plantas con respecto a la latitud, tal como se muestra en la Fig. 3. Así se expresa el neogranadino en la Prefación al trabajo de Humboldt que publicó en el Semanario de la Nueva Granada: “Humboldt se limita a las alturas, y nosotros, después de establecer los términos precisos

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a que está reducida cada especie bajo del ecuador, nos atrevemos a señalar la latitud hasta donde se extiende su existencia…”.

En este caso la lámina va desde un grado 30 minutos hasta 2 grados la-titud sur.

Otra diferencia importante con los trabajos de Humboldt es que las lámi-nas fitogeográficas de Caldas no se limitan a una montaña en particular, o la comparación de montañas en la misma lámina, sino a grandes regiones andi-nas, sobre todo en lo que hoy es Ecuador.

Para terminar esta segunda parte, se muestran en la Fig. 4 láminas elabo-radas por Caldas y por Humboldt. Es muy difícil la comparación de los dos dibujos, pues la reproducción de la lámina de Humboldt es prácticamente ilegible.

Se sabe que la correspondiente al neogranadino es de 1802 y la correspondiente a Humboldt es de 1803. Es entonces bien posible que la lámina del Imbabura sea la primera fitogeografía elaborada y conocida entre nosotros. Cabría también preguntar algo de interés para el presente Seminario de Estudios Caldasianos:

¿Puede la lámina de Caldas ser la primera elaborada y conocida en el Nuevo Mundo?

Figura 3. Una lámina de Caldas que muestra la nivelación de la cinchona.Tomada de La obra cartográfica de Francisco José de Caldas (Nieto-Olarte, 2006, pág. 128)

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¿Cuál es el primer perfil fitogeográfico elaborado y conocido de Humboldt? ¿El que se presenta en la imagen?

3. Publicaciones del prusiano y el neogranadinoHumboldt publicó en 1805 la versión francesa de su ensayo sobre la geo-

grafía de las plantas (Humboldt A. v., Essai sur la géographie des plantes, 1805) y en 1807 la versión alemana (Humboldt A. v., 1807). La portada de esta última se presenta en la Fig. 5. Obsérvese que el título no dice Ensayo sino Ideas.

Como se analizará más adelante, es plausi-ble que Caldas aportara al trabajo de Humboldt sobre la geografía de las plantas; conviene enton-ces buscar si el prusia-no dio algún crédito al neogranadino. Escribe Humboldt en la edición alemana (Humboldt A. v., 1807, págs. 162-163):

Figura 4

Figura 5. Porta-da de la edición alemana sobre la geografía de las plantas.

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Una posible traducción de lo anterior:

Durante mi expedición, he realizado en las cumbres de los Andes una gran cantidad de observaciones sobre el punto de ebullición del agua. Intentos similares del señor Caldas (un joven de Popayán, dedicado con celo incansable a la astronomía y a la descripción de algunas partes de la naturaleza) los daré a conocer en mi cuaderno de viaje.

Esta es la única cita sobre Caldas en dicho libro y, como se ve, no se refiere al tema del libro. Algo similar aparece en la edición francesa de 2005. Otras tres publicaciones que se consideraron no mencionan a Caldas o lo hacen para referirse a temas ajenos a la geografía de las plantas. Queda entonces bien claro que Humboldt ignoró totalmente la colaboración que Caldas pudo brindarle con respecto a una ciencia en trance de fundación.

Por su parte, Caldas no menciona en su Memoria sobre la nivelación de las plantas… que haya conversado con Humboldt al respecto. Tampoco hay referencia en sus cartas a discusiones con Humboldt o Bonpland sobre dicho tópico. Además, debe destacarse que el neogranadino nunca mencionó en sus cartas, antes de su encuentro con Humboldt, lo relativo a la geografía de las plantas ni tampoco que estaba efectuando nivelaciones al respecto, algo muy curioso pues bien se sabe que Caldas era muy comunicativo y en forma cons-tante mencionaba su trabajo. Seguramente se debió a que empezó a considerar importante lo que hacía al respecto solo después de conocer que el prusiano estaba también ocupándose del mismo tema.

Pero el neogranadino rinde homenaje a Humboldt con lo que publica en el Semanario de la Nueva Granada. En efecto, a partir del 23 de abril de 1809 aparece allí el trabajo de Humboldt sobre geografía de las plantas, basado en una traducción de Jorge Tadeo Lozano a partir del francés. Además, Caldas

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incluye un Prefacio y unas extensas Notas en las cuales hace observaciones y correcciones a datos del prusiano (Caldas, Semanario de la Nueva Granada, 1849, págs. 339-355), lo que indica su mayor conocimiento de las condicio-nes tropicales. Se muestra en la Tabla 1 un caso con grandes discrepancias suyas con relación a los datos de la zona en la cual puede hallarse la cinchona, pero señala que confía en la buena exactitud de sus datos (Caldas, Semanario de la Nueva Granada, 1849, pág. 346).

Tabla 1. Discrepancias de Caldas con algunas mediciones de Humboldt

Pero es muy revelador que el neogranadino no publique su Memoria de 2003. Ello pone de presente que Caldas no muestra preocupación por la prio-ridad en el establecimiento de una nueva ciencia conocida como geografía de las plantas, ni tampoco sobre la primicia en la publicación respectiva.

En otro escrito comenta (Caldas, Memoria sobre el plan de un viaje pro-yectado de Quito a la América septentrional, 1966, págs. 309-310):

No soy el zoilo de este grande hombre, detesto el vicio de deprimir los trabajos ajenos, pero es preciso decir la verdad, y creo que los geógrafos posteriores tendrán que corregir bastante, no en los lugares que haya examinado este viajero célebre, sino en los que estén levantados por puras relaciones. Siento esta mezcla, y deseo que en su publicación se separe con alguna nota lo dudoso de lo cierto. De otro modo no po-dremos conocer los progresos que ha hecho la geografía con este viaje alrededor del mundo. Nosotros distinguiremos, o hablando con verdad, no presentaremos en este ramo sino lo cierto, lo que hayamos visto por nuestros propios ojos, y no dudo que haremos dar un paso a nuestra geografía, que aún está en la cuna.

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Termina esta tercera parte con el extracto de la importante carta que Caldas dirige a Mutis con fecha 21 de abril de 1803 y cuyo número es 80 (Bateman, 1978, pág. 219):

El señor Barón de Humboldt, que partió ha dos meses de Guayaquil, remitió a manos del señor Marqués de Selva Alegre un cañón de lata, que contenía unas memorias sobre la Geografía de las plantas. Esto no sé por qué motivo lo retuvo en su poder mucho tiempo, y no me la entregó para su remisión por mi mano, según la voluntad del mismo Barón. Yo la he detenido quince días para tomar una copia y ha venido ahora acompañada de una friolera mía, casi en el mismo género, que espero la reciba usted con bondad... el más reconocido de sus discípulos que besa su mano…

La “friolera mía” es nada menos que su Memoria sobre la nivelación de las plantas, un trabajo que permite calificar a Caldas como precursor entre nosotros de la geografía de las plantas.

4. Comentaristas se refieren a la relación entre Caldas y Humboldt

En primer lugar, Margarita Serje (Serje, págs. 83-97) traduce al inglés lo que escribe un autor, que no identifica, en la edición del Papel Periódico Ilus-trado correspondiente al 1 de enero de 1887. En esencia, el texto afirma que lo relativo a la geografía de las plantas fue hallazgo de Caldas y que Humbol-dt se apropió de la idea. La afirmación no tiene ningún fundamento porque, como ya se documentó, los dos personajes trabajaron en ambos campos antes de su encuentro en Ibarra.

Por su parte, Jorge Arias de Greiff, al referirse a la publicación de Humbol-dt en 1805, escribe al terminar su ponencia de la Tercera Jornada Caldas (Va-lencia-Restrepo, 2016), celebrada en el Parque Explora de Medellín el pasado 31 de marzo (Arias de Greiff, 2016, págs. 100-101):

¿Por qué ese afán, antes de realizar el trabajo de preparar sus manuscri-tos, en ocasiones con consulta o encargándole el asunto a otros inves-tigadores como Oltmans para la astronomía y Kuhn para la botánica? Varios años pasaron antes de que aparecieran en las librerías las prime-ras ediciones de su obra. ¿No será que la idea era de Caldas o que la conversación con el payanés le revivió olvidadas ideas de los días de su periplo a pie atravesando los Alpes en su viaje a Italia, años atrás? No se me ha podido desvanecer esa sospecha.

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De mucho interés es el comentario sobre la prisa de Humboldt. Y contro-vertible el contenido de la segunda pregunta de la cita, pues se ha mostrado en este artículo que es muy probable que Humboldt conociera de la geografía de las plantas antes de su encuentro con Caldas.

John W. Appel, en su libro A Scientist at Work in Nueva Granada (Appel, 1994, pág. 28) señala que Caldas y Humboldt “debieron” tratar el asunto, pero no cita ninguna fuente. Y hace el siguiente comentario (Appel, 1994, págs. 31-32):

Finalmente, la noción de que Caldas era un competidor tiene sus méri-tos. Es cierto que ambos desarrollaban al mismo tiempo sus ideas con respecto a la geografía de las plantas y a la vez coincidían en muchas otras áreas de interés. Además, Caldas era más metódico y cauto en sus operaciones. Humboldt tendía a aceptar en mayor medida comentarios de segunda mano y mantenía notas sobre una mucho más amplia varie-dad de tópicos.

Santiago Díaz-Piedrahita escribe (Díaz-Piedrahita, 1997, págs. 48 y 51):

Lo interesante es que Humboldt se sorprendió al encontrar en la Amé-rica colonial un joven cuyos trabajos pueden opacar sus descubrimien-tos… Caldas también se vio sorprendido al ver cómo Humboldt presta-ba tanta importancia a un tema que para él obvio…

Un artículo de Karl S. Zimmerer incluido en el libro Mapping Latin Ame-rica contiene un comentario de mucho interés (Zimmerer, 2011, pág. 129):

Varios colaboradores latinoamericanos eran patriotas criollos influidos por el pensamiento de la Ilustración que más tarde participarían en el movimiento independentista contra el colonialismo español. Un cien-tífico criollo en particular, José de Caldas, había efectuado medicio-nes y formulado ideas similares acerca de la variación del ambiente en las montañas como función de la elevación “vertical”. Los hallaz-gos atribuidos a Humboldt claramente no comprendían contribuciones científicas completamente originales ni creaciones que trascendieran el contexto, pero probablemente no constituían el tipo de transferencia de información que exija describirlo como “derivado” o “prestado”.

Para terminar este apartado se menciona cómo el geógrafo español Pablo Vila se sorprende por la premura de Humboldt para publicar su ensayo sobre fitogeografía, al tiempo que señala los aportes de Caldas al respecto, tan des-

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conocidos en la posteridad. Intentando una reivindicación del neogranadino, sostiene el doble origen de la nueva ciencia al calificarlo como eurocriollo (Vila, 1960, págs. XVI-XX).

5. Créditos internacionales a CaldasEsta parte del artículo pone de presente cómo se ha venido reivindicando

internacionalmente el trabajo de Caldas sobre la fitogeografía. Ello permite sos-tener que el trabajo más importante de Caldas es el relacionado con la geografía de las plantas y no, como se cree comúnmente, el relacionado con la hipsome-tría. Lo confirmarían un artículo publicado en la Revista Internacional de Estu-dios Humboldtianos (Gómez-Gutiérrez, 2016) y el presente artículo.

A continuación, se incluyen citas y comentarios de cinco artículos y dos libros. Las citas de los dos libros son de gran autoridad y se presentarán a continuación.

Stephen Jackson, en una Introducción de 46 páginas incluida en el libro Essay on the Geography of Plants (Humboldt A. v., Essay on the Geography of Plants, 2008, págs. 12-14), reconoce en forma convincente que Humboldt y Caldas tuvieron un intercambio beneficioso para ambos. Sigue una cita in extenso de esa Introducción, ya que ella constituye una de las más claras rei-vindicaciones de Caldas como contribuyente a la fundación de la geografía de las plantas:

Humboldt was joined in route to Quito by Francisco José de Caldas, a self-taught naturalist and astronomer from Popayán, whose ingenuity and knowledge impressed Humboldt. Caldas spent several weeks with the party. Although he had no formal training in botany at the time, he knew vegetation and was interested in the patterns of vegetation in relation to altitude and climate. He was also intimately familiar with the geography of the región, having climbed many of the peaks to me-asure their altitude. Humboldt and Bonpland taught Caldas the formal elements of botany, and Humboldt briefed him extensively on scientific developments and current knowledge in Europe.

Caldas, like Forster, Willdenow and Goethe, is an important figure in the development of Humboldt’s Essay. Humboldt’s ideas concerning plant geography were very well developed by the time he met Caldas. However, they spent several weeks together, during which Caldas ex-changed his knowledge of the vegetation, climate, and geography of

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central Andes for Humboldt’s conceptual ideas on plant geography and his (and Bonpland’s) of plant classification. These discussions, and the excursions they took together in the región, may well have cristallized Humboldt’ decison to use the Andes as the ideal región to illustrate his ideas (e.g., in the Chimborazo profile).

Cabe destacar que más adelante Jackson reconoce que los estudiosos europeos y norteamericanos se han olvidado, hasta hace poco, de los logros intelectuales de Caldas y de sus contribuciones a los trabajos del barón (Humboldt A. v., Essay on the Geography of Plants, 2008, pág. 13, Nota 20).

Por su parte, Malte E. Ebach, Senior Lecturer de la Universidad del Nuevo Gales del Sur, en Australia, y editor del Journal of Biogeography, publicó en 2015 un libro sobre la historia de la biogeografía (Ebach, 2015). En dicha pu-blicación, cuya portada se ve en la Fig. 6, se cita ocho veces a Caldas.

Una reseña del libro (Linder, 2016) comienza de la siguiente manera:

This is quite a remarkable little book, co-vering the early history of the research field now known as biogeography. This runs from the time of the first publica-tions that could be considered to be on biogeography, in the late 18th century, to the coining of the word “biogeography” in the late 19th century.

This book is indeed a very useful new ad-dition to any collection of books on bio-geography, and it is quite unlike any other book on biogeography that I have had the pleasure to read. It approaches the inves-tigation of the history of biogeography from a rather unusual angle—looking at what the biogeographers did, rather than what they said they did—and so it opens a new perspective on the development of this science.

It is a wonderfully iconoclastic work, which demolishes any concept of a gloriously unified research field that might have sprung, in its essence

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fully formed, from the brain of the super-ancestor, the mythological Fa-ther of Biogeography. Instead we are shown a world remarkably similar to the modern world, divided among different research paradigms, each with its protagonists. And also a world in which the interactions among the individuals were also singularly modern.

Señala el autor del libro en las páginas 110 y 111, tal como se muestra en la Fig. 7, que el cartógrafo Caldas empleó secciones transversales, pero con mayor efecto, y que las mismas son precisas e intricadas. Continúa con una traducción de un aparte de la Memoria de Caldas.

Más adelante escribe que sus perfiles fitogeográficos son sorprendentes. Ebach compara los perfiles fitogeográficos de Caldas con los de Giraud-Soulavie para indicar que los suyos tienen muchos más datos, sobre todo barométricos, de altitud y de longitud, y que ambos perfiles están dirigidos a cultivos importantes y a las condiciones geográficas en donde se encuentran.

Sostiene que Humboldt al parecer adoptó los métodos de Caldas y Gi-raud-Soulavie en cuanto a las secciones transversales. Después de citar un aparte del libro de Appel ya mencionado, el autor agrega que Caldas estaba ya haciendo fitogeografía, y lo que hizo Humboldt fue solo refinarla para definir tipos de vegetación natural, en vez de plantas comerciales. Ver la Fig. 8.

Figura 7

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Ebach establece algo importante en la Nota 10 de la misma página 111, tal como puede verse en la Fig. 9: el trabajo previo de Humboldt fue meramente un preámbulo a la geografía de las plantas y no incluyó una metodología, ciertamente no un perfil fitogeográfico. Esta afirmación de Ebach permitiría responder una pregunta hecha antes: el primer perfil humboldtiano elaborado y conocido pudo ser el que aparece en la Figura 4.

Termina esta última cita al comparar el Tableau de Humboldt y el perfil fitogeográfico de Caldas, con el fin de comentar que son muy si-milares en cuanto a su construcción y que apuntan a una coincidencia. Sin embargo, argumenta que la idea del perfil fitogeográfico tuvo un atractivo universal.

Figura 8

Figura 9

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Para continuar con otros autores, se menciona un libro que cita 16 veces trabajos de Caldas o escritos sobre él (Schiebinger, 2005). En el libro aparece un artículo de Lafuente y Valverde, dos investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, de España, que destacan las montañas de los Andes como el más grande laboratorio del planeta, porque es allí donde la naturaleza ha experimentado con todas las formas de hibridación y aclima-tación. Opinan que la teoría biográfica de Caldas exigió apartarse de un pen-samiento con visión bidimensional o plana del territorio, con el fin de pasar a una visión del territorio como una estratificada topografía tridimensional. Concluyen que este cambio de pensamiento recapituló el alejamiento de un punto de vista botánico e imperial para pasar a una apreciación criolla de la biogeografía (Lafuente, 2007, pág. 144).

En el mismo libro, otro articulista señala lo siguiente (Cañizares-Esguerra, 2007, pág. 152):

A pesar de que Humboldt pudo llegar a la América española con una agenda científica enmarcada por los escritos de Karl Willdenow y los Forsters, se encontró con una intelligentsia local obsesionada por la descripción de las ricas variaciones ecológicas en forma acorde con sus políticas. Humboldt aprendió a leer los Andes como un laboratorio natural para el estudio de la geografía de las comunidades de plantas, en parte porque los estudiosos locales de la América española habían desarrollado esta idea por décadas (sino por siglos).

Más adelante comenta lo ya citado de Vila sobre el origen eurocriollo de la nueva ciencia, de la siguiente manera:

A partir de nuestro más cuidadoso análisis, Caldas surge simplemen-te como un precoz discípulo de un conocedor viajero europeo. Caldas fue claramente el “junior member” de la llamada asociación eurocriolla (Cañizares-Esguerra, 2007, pág. 151).

Dos catedráticas españolas de la Universidad Autónoma de Madrid pu-blicaron un artículo (Gómez-Mendoza & Sánz-Erráiz, 2010) que se refiere con detalle a la publicación del trabajo de Humboldt en el Seminario del Nuevo Reino de Granada y, en particular, menciona la revisión hecha por Caldas:

Eso no obsta para que se permita corregir equivocaciones y añadir al-gunas notas y lagunas motivadas sin duda por “la rapidez que exigía

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su largo viaje”, mientras que el propio Caldas había podido seguir los pasos de los viajeros europeos con más detenimiento, siéndole comunes muchos lugares.

Más adelante, las autoras del artículo reconocen que el trabajo del neogra-nadino es en parte paralelo y complementario del de Humboldt:

Caldas escribía además lo que llamaba en carta a Mutis “una frio-lera” suya, que se reprodujo después de su muerte; es este un escri-to en parte paralelo y complementario del de Humboldt: Memoria sobre la variedad de las plantas que se cultivan en la vecindad del Ecuador.

Dos coautores colombianos escriben con Malte E. Bach en 2015 un artícu-lo en el Journal of Biogeography (Gonzalez-Orozco, Ebach, & Varona, 2015) en el cual señalan que proporcionan evidencia para sostener que el trabajo científico de Caldas es importante para entender el desarrollo de la geografía de las plantas en América Latina hacia fines del siglo XVIII. Esto escriben en el resumen del artículo:

Between 1801 and 1810, the Colombian cartographer, astronomer and botanist Francisco José de Caldas (1768–1816) produced a series of maps showing phytogeographical regions of taxon distributions drawn in three-dimensions across landscapes in the Andean region of pre-sent-day Ecuador. However, until the late 1990s, his phytogeographical maps remained unpublished and his methods largely unknown. To crea-te his maps, Caldas generated three-dimensional topographic profiles showing the elevation, maximum and minimum limits of distribution for single species and taxon regions delimited according to latitude, illustrating the geographical extent of each phytogeographical region. Here, we provide evidence to argue that Caldas’ scientific work is im-portant for understanding the development of plant geography in late 18th century Latin America.

Con seguridad, González-Orozco y Varona suministraron información a Ebach, editor de la mencionada revista sobre biogeografía, lo cual preparó el camino para la ya vista y tan significativa reivindicación internacional de los aportes de Caldas por parte del mismo Ebach.

Finalmente, un artículo de Gómez-Gutiérrez publicado en la Revista Internacional de Estudios Humboldtianos tiene en su Epílogo los siguientes comentarios (Gómez-Gutiérrez, 2016, págs. 45-46):

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A Humboldt, por su parte, a mi manera de ver, se le olvidó Francisco José de Caldas… El presente texto busca ordenar los fundamentos de esta interpretación.

Y también la mayoría de los historiadores han dejado por fuera de sus consideraciones a quien se podía postular como el gestor simultáneo del concepto de la fitogeografía o geografía de las plantas, en la historia de la ciencia.

En el mismo Epílogo, el autor cita al romanista y germanista Tobías Kraft cuando este pregunta: “¿Omitió Humboldt deliberadamente a Caldas en sus sucesivas exposiciones de la Geografía de las plantas?” Y contesta el autor del artículo: “…o se trata más bien de un ejemplo emblemático del distan-ciamiento y las dificultades de difusión de las ideas americanas desde lo que varios historiadores han llamado la periferia.”

6. ConclusionesEn años recientes, Caldas viene recibiendo unos merecidos créditos in-

ternacionales con respecto a su trabajo sobre la geografía de las plantas, en especial por parte del libro de Malte C. Ebach.

El artículo de González-Orozco, Ebach y Varona afirma que el trabajo científico de Caldas es importante para entender el desarrollo en América La-tina de la geografía de las plantas hacia fines del siglo XVIII.

El perfil fitogeográfico del cerro Imbabura, de Caldas, es el primero ela-borado y conocido entre nosotros. Se requiere más estudio para señalar que dicho perfil puede ser el primero elaborado en el Nuevo Mundo.

Con su pronta edición de 1805, Humboldt quiso tener la prioridad en pu-blicación.

Caldas publica el trabajo de Humboldt y en forma inexplicable no men-ciona lo que él había hecho al respecto antes de su encuentro con el prusiano.

Humboldt desconoció la plausible contribución de Caldas a su geografía de las plantas en el trópico.

Un aporte original de Caldas lo constituye la concepción de sus principales láminas fitogeográficas: no muestran una montaña sino un vasto espacio de los Andes.

Esas láminas no son perfiles o cortes verticales sino dibujos que con pers-pectiva dan idea del contorno topográfico de las montañas

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