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LOS MOTIVOS Y FORMAS DEL COOPERATIVISMO EN MÉXICO Se le ha dado mucha importancia a la unidad so- cial y productiva del calpulli referente al coopera- tivismo ANTECEDENTES DE ORGANIZACIÓN Y CONFIGURACIÓN DEL PAISAJE SOCIAL PREHISPÁNICO Algunos historiadores se remontan a la figura del calpulli de la civilización azteca y al ayllu de los incas al hablar del origen del coopera- tivismo en México y los países de Latinoamé- rica. Es importante mencionar los elementos comunales que se formaron en las primeras sociedades y que algunas cooperativas han aplicado a sus valores y principios. La civilización azteca fue la sociedad más importante al momento de la conquista espa- ñola en el siglo XVI. Debido a su poder, a la difusión de su lengua, el náhuatl, y su creci- miento como centro político, social, religioso y económico, su cultura permaneció durante mucho tiempo. El calpulli, una de las figuras de la organización social y productiva, poste- riormente se adaptó y se hizo compatible al pensamiento y organización feudal españo- la, tal como se refleja en la organización y el sistema tributario, es decir, el manejo de la autoridad que mantenía el orden del imperio. Así lo refieren Hernán Cortés, los notarios y cronistas de la época y las narraciones e his- torias de los tlacuilos, pintores y escritores de códices; los miembros de la nobleza indígena y los españoles asentados en la región, quienes fueron testigos de la época y proporcionaron información valiosa. Debido a la inmediatez y casi exclusiva información acerca de las formas de vida en México, se le ha dado demasiada importancia a la unidad social y productiva del calpulli refe- rente al cooperativismo. Esta información se li- mita al entorno temporal y territorial de la gran capital del imperio y de algunos centros urba- nos cercanos como Tlatelolco, Azcapotzalco, Texcoco, Cholula, Tlaxcala. Sin embargo, se ha documentado muy poco acerca de la cultura maya, zapoteca, tarasca o totonaca y de los otros pueblos. La antropología, basada en la etnología comparada, la lingüística y la etnoarqueología, ha proporcionado información valiosa acerca de las organizaciones sociales prehispánicas que se caracterizaban por la vida en comuni- dad, la integración, solidaridad y participación, diferentes del individualismo. Esto se observa en las comunidades primitivas de cazadores y recolectores, en las sociedades tribales agrí- colas o pastoriles y en el cacicazgo de las sociedades plurifamiliares y estratificadas sin que llegaran a ser opresivas o demostraran diferencias entre las clases sociales y que, de alguna manera, mostraban conceptos comu- 69 Códice Florentino. El grupo tributario es el que no poseía bienes, que disfrutaba sólo de los productos de las tierras y formaba grandes familias y calpullis. Entre ese grupo había subgrupos con distintos derechos: los campesinos libres o maceualtin, los campesinos sujetos o mayeque, los cargadores o tlameme y los esclavos o tlacotin; facsímil. © Conaculta-INAH-BNAH. México. Enfrente: Las organizaciones sociales prehispánicas se caracterizaban por la vida en comunidad, quienes valoraban la integración, solidaridad y participación, lo que las hace diferentes de las comunidades occidentales. Esto se observa en las comunidades primitivas de cazadores y recolectores. Mural del maíz, Diego Rivera, 1950. Palacio Nacional, México, D.F.

Cooperativismo en México

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Los motivos y formas deL cooperativismo en méxicoSe le ha dado mucha importancia a la unidad so-cial y productiva del calpulli referente al coopera-tivismo

Antecedentes de orgAnizAción y configurAción del pAisAje sociAl prehispánico

Algunos historiadores se remontan a la figura del calpulli de la civilización azteca y al ayllu de los incas al hablar del origen del coopera-tivismo en México y los países de Latinoamé-rica. Es importante mencionar los elementos comunales que se formaron en las primeras sociedades y que algunas cooperativas han aplicado a sus valores y principios.

La civilización azteca fue la sociedad más importante al momento de la conquista espa-ñola en el siglo xvi. Debido a su poder, a la difusión de su lengua, el náhuatl, y su creci-miento como centro político, social, religioso y económico, su cultura permaneció durante mucho tiempo. El calpulli, una de las figuras de la organización social y productiva, poste-riormente se adaptó y se hizo compatible al pensamiento y organización feudal españo-la, tal como se refleja en la organización y el sistema tributario, es decir, el manejo de la autoridad que mantenía el orden del imperio. Así lo refieren Hernán Cortés, los notarios y cronistas de la época y las narraciones e his-torias de los tlacuilos, pintores y escritores de códices; los miembros de la nobleza indígena y

los españoles asentados en la región, quienes fueron testigos de la época y proporcionaron información valiosa.

Debido a la inmediatez y casi exclusiva información acerca de las formas de vida en México, se le ha dado demasiada importancia a la unidad social y productiva del calpulli refe-rente al cooperativismo. Esta información se li-mita al entorno temporal y territorial de la gran capital del imperio y de algunos centros urba-nos cercanos como Tlatelolco, Azcapotzalco, Texcoco, Cholula, Tlaxcala. Sin embargo, se ha documentado muy poco acerca de la cultura maya, zapoteca, tarasca o totonaca y de los otros pueblos.

La antropología, basada en la etnología comparada, la lingüística y la etnoarqueología, ha proporcionado información valiosa acerca de las organizaciones sociales prehispánicas que se caracterizaban por la vida en comuni-dad, la integración, solidaridad y participación, diferentes del individualismo. Esto se observa en las comunidades primitivas de cazadores y recolectores, en las sociedades tribales agrí-colas o pastoriles y en el cacicazgo de las sociedades plurifamiliares y estratificadas sin que llegaran a ser opresivas o demostraran diferencias entre las clases sociales y que, de alguna manera, mostraban conceptos comu-

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Códice Florentino. El grupo tributario es el que no poseía bienes, que disfrutaba sólo de los productos de las tierras y formaba grandes familias y calpullis. Entre ese grupo había subgrupos con distintos derechos: los campesinos libres o maceualtin, los campesinos sujetos o mayeque, los cargadores o tlameme y los esclavos o tlacotin; facsímil. © Conaculta-inAh-bnAh. México.

Enfrente: Las organizaciones sociales prehispánicas se caracterizaban por la vida en comunidad, quienes valoraban la integración, solidaridad y participación, lo que las hace diferentes de las comunidades occidentales. Esto se observa en las comunidades primitivas de cazadores y recolectores. Mural del maíz, Diego Rivera, 1950. Palacio Nacional, México, D.F.

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buto en especie y en trabajo para el consumo del tlatoani, del templo y de la guerra (katz). En un principio, el pueblo estaba compues-to por agricultores y, como dice el historiador López Austin, cada calpulli era una unidad social autosuficiente, capaz de producir lo necesario para las exiguas necesidades de sus habitantes. En el contexto de la economía regional, éstos eran productores, artesanos y canteros; profesiones rígidamente estable-cidas por la burocracia estatal azteca para cada calpulli.

Las formas de organización del calpulli mexica y las figuras semejantes en las civili-zaciones mayas y zapotecas persisten en los principios cooperativos comunales. No obs-tante, en la actualidad su jerarquización e im-posición no sería aceptable en los principios y valores de las cooperativas que se confor-maron a mediados del siglo xix en Europa, América y México. Estos principios coexistie-ron armoniosamente en numerosos pueblos durante la época de la civilización azteca, de igual manera persistieron con diferentes gra-dos de autonomía, ajustes y obligaciones en los tiempos de la Colonia.

nales o de cooperación y, en muchos casos, coexistieron durante 12 mil años.

En la figura del cacicazgo las relaciones de producción y distribución se coordinaban por medio de un jefe o cacique, generalmente la cabeza de varias familias emparentadas, quien ejercía sus funciones, tenía prestigio y disfru-taba de privilegios mediante mecanismos de justicia y poder, aunque podían refutarse por el consejo de ancianos y las asambleas comu-nitarias, como resultado de una democracia primigenia. Estas formas sociales se aplicaron en todo el territorio americano, Asia, África, y aún en la Europa prehelenística. Por lo tanto, estos valores comunitarios estaban arraigados a la estructura social por tradición y educación en gran parte de la humanidad.

Los documentos históricos que narran la existencia del calpulli y el ayllu refieren for-mas de organización, producción y distribu-ción comunitaria de tipo caciquil totalmente subordinada a los estados poderosos como el azteca y el inca, a quienes se les pagaba tributo. Los jefes o caciques lo administraban con la supervisión de un representante del poder estatal. Asimismo, se debía dar un tri-

Las formas de organización del calpulli mexica y las figuras parecidas que surgieron en las civilizaciones mayas y zapotecas persisten en los principios cooperativos comunales, ya que son valores arraigados en la estructura social. Historia de Michoacán, detalle. Mural de Juan o’Gorman en la Biblioteca Gertrudis Bocanegra, Páztcuaro, Michoacán. © mc.

Enfrente: Matrícula de tributos. Explica la relación de artículos de los pueblos tributarios de los mexicas, que definía tanto la ruta de los recolectores de impuestos, como la de los productos recolectados y cantidades de los mismos, lámina 17. © Conaculta-inAh-bnAh. México.

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experienciAs de cooperAción durAnte lA épocA de lA coloniA

Tanto la Corona española como la iglesia ca-tólica buscaron atemperar los abusos de los encomenderos durante los tiempos de la Con-quista y los hombres de armas con el argumen-to de que buscaban mantener la paz, elevar la productividad y procurar justicia. Esta actitud se ha repetido a través del tiempo en contextos que permiten continuar, impulsar y promover valores solidarios y comunitarios que fomentan y se han reproducido en el cooperativismo.

Enrique Semo, en el libro México, un pueblo en la historia, explica:

Hacia el Nuevo Mundo, la nación española envió los hidalgos, representantes desespe-rados de un feudalismo caduco, burócratas y funcionarios ambiciosos de un poder despó-tico; pero paradójicamente envió también a los misioneros humanistas portadores de los sueños y utopías renacentistas de una Europa en ebullición.

Continúa diciendo que ellos no llegaron a América para lucrar, sino para realizar sus ideales, sueños y cumplir sus utopías, quienes estaban inspirados por el regreso de los idea-les del cristianismo primitivo. Muchos de ellos estudiaron en las universidades de Salamanca y Alcalá, donde recibieron una excelente edu-cación renacentista.1

Tal es el caso de vasco de Quiroga, quien estaba profundamente influido por el movi-miento de renovación cristiana y por la obra Utopía, de Tomas Moro. Quiroga llegó a la Nueva España y fue uno de los juristas que integró la segunda audiencia y en 1537 fue nombrado obispo de Michoacán. Consideró que educar no consistía en imponer el siste-ma social vigente del viejo mundo, sino crear nuevas comunidades indígenas, combinando las tradiciones de las comunidades, el calpulli, las ideas utópicas de Tomás Moro, el cristianismo primitivo y los ideales renacentistas.

Enrique Semo dice que los sueños y uto-pías de vasco de Quiroga no se quedaron en

1 Carmina García de León, Ensayos sobre la historia, la filosofía y la sociología de la educación, disponible en www.edumed.net/libros/2011c/1016/brujula.html

REGLAS Y ORDENANZASReglas y ordenanzas para el gobierno de los hospitales

de Santa Fe de México y de Michoacán dispuestas por su fundador el reverendísimo y venerable señor don Vasco

de Quiroga, primer obispo de Michoacán

vasco de Quiroga fue uno de los juristas que llegaron de la Nueva España en 1537; lo nombraron obispo de Michoacán, donde implantó sus ideas de crear comunidades indígenas. En sus enseñanzas combinaba las tradiciones indígenas y las ideas utópicas de Tomás Moro, el cristianismo y los ideales renacentistas. Relación de Michoacán. Jerónimo de Alcalá, estudio introductorio de Jean-Marie G. Le Clezio, Michoacán, Colegio de Michoacán, 2008. © Colmex-bdcv.

el papel, sino que llegaron a ser realidades flo-recientes en las comunidades que fundó en Santa Fe, ciudad de México y en Michoacán.

Julio César Morán Álvarez, en El pensa-miento de vasco de Quiroga: génesis y tras-cendencia, comenta que al igual que en el libro Utopía, pero trasladado a Michoacán, vasco de Quiroga, en sus ordenanzas, señaló que los frutos del trabajo común se debían re-partir entre todos, según la calidad, necesidad, manera y condición de cada persona:

Los frutos del trabajo común se reparten en-tre todos, según lo que cada uno por su ca-lidad, necesidad, manera y condición lo haya menester para sí y su familia, de manera que ninguno padezca en el hospital la necesidad. De los bienes producidos por el trabajo debe quedar un remanente para hacer frente a cual-

quier eventualidad, hay que guardar aquel en una caja o cofre barreteado provisto de tres llaves donde se recoja, que no se dañe ni se pierda, el trigo o el maíz y las otras semillas y granjerías que se recogieren en común, como es dicho, para que después allí se dé y reparte por todos, como lo hayáis todos y cada uno por sí menester, como queda dicho arriba.2

Estas ordenanzas reconocían y respetaban las costumbres y tradiciones de las comunidades indígenas:

por donde os habéis de regir y gobernar, de-más de estas ordenanzas, en lo que no estu-viere declarado en ellas, como fieles é buenos Cristianos, sin pérdida de tiempo ocioso, mal

2 ibid.

vasco de Quiroga señalaba que los frutos del trabajo común debían distribuirse entre toda la comunidad de acuerdo con las necesidades y condiciones de cada persona. Para él fue muy importante reconocer y respetar las costumbres y tradiciones de las comunidades indígenas. Historia de Michoacán, detalle. Mural de Juan o’Gorman en la Biblioteca Gertrudis Bocanegra, Páztcuaro, Michoacán. © mc.

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El cooperativismo, poco a poco, encontró

espacios debido al desarrollo de la industria

y al influjo de las ideas de los intelectuales

europeos

gastado ni mal empleado, como políticos y bien doctrinados y morigerados, sin pérdida, ni me-noscabo de vuestra buena obediencia, simpli-cidad, humildad y poca codicia que en vosotros naturalmente parece haber, y sin falta de la de-bida y honesta diligencia y prudencia, que os conviene mucho a todos tanto tener cuanto os falta, y fuera del peligro de las tres fieras bestias que todo en este mundo lo destruyen y corrompen, que son soberbia, codicia y am-bición de que os habéis y os deseamos mucho guardar y apartar.

Así, Julio César Morán afirma que este pro-yecto consistía en que todos convivieran en armonía, sin ambiciones ni querellas, median-te el establecimiento de formas democráticas en los pueblos-hospital que serían integrados por los regidores y el principal, quienes debe-rían ser elegidos entre los naturales. El pro-cedimiento era el siguiente: las familias del pueblo-hospital se dividían en cuatro partes, cada una nombraba un representante, y ellos, después de oír la misa del espíritu santo, elegían mediante votación secreta a uno de ellos para que funcionara como principal. La duración de este cargo era de tres años. Los demás principales y regidores nombraban los otros cargos necesarios para el funciona-miento del pueblo-hospital.

Según vasco de Quiroga, el principal debía “ser amado y honrado por todos, más por ra-zón y amor, que por temor y rigor”.

Carmina García de León explica, al res-pecto del libro mencionado, en el capítulo de “Sueños y utopías siempre vivas”:

vasco de Quiroga con una obra de tal autenti-cidad y sensibilidad, influyó profundamente en su tiempo cuando erigió los pueblos hospitales siguiendo de cerca la Utopía de Moro, basta recorrer Michoacán para advertir, en muchas partes su presencia viviente, no sólo en las artesanías y en las construcciones sino en la memoria de la gente.

Lo que demuestra vasco de Quiroga es, jus-tamente, que la utopía o edad de oro, está en nosotros, dice Carmina García de León, y concluye que la edad de oro, el sueño utópico, se está rehaciendo siempre, se construye en cada instante con la humanísima esperanza de encontrar caminos mejores.

ideAs complementAriAs durAnte lA independenciA

Las ideas utopistas de los misioneros y los valo-res comunitarios no desaparecieron con la inde-pendencia de España, sino que se fortalecieron con las ideas de igualdad, fraternidad y libertad de la Revolución Francesa. Situación que se reflejó al redactar la Constitución de Cádiz de 1812 para regir a España y sus colonias. Estas ideas fueron retomadas por Miguel Hidalgo y José María Morelos, quien esbozó en Los Sen-timientos de la Nación los principios legislativos acerca de la justicia social, explicando que debía moderarse la opulencia y la indigencia, aumentar el jornal del pobre, anular los privilegios, abolir la esclavitud y terminar con la infinidad de impues-tos como la alcaba, el estanco y el tributo.

El cooperativismo, poco a poco, encontró espacios debido al desarrollo de la industria y al influjo de las ideas de los intelectuales euro-peos. Esto se observa en lo que se consideró un ensayo de organización precooperativa, es decir: la Sociedad Mercantil y de Seguridad de la Caja de Ahorros de orizaba, formada el 30 de noviembre de 1839. Funcionó como banco, montepío y caja de ahorros. De esta manera, Jorge Martínez Ramírez y Juan José Rojas Herrera explican: “puso en práctica la célebre norma Rochdeleana de cada socio un voto, independientemente de sus aportaciones al capital social de la institución”.3

Uno de los antecedentes importantes fue el decreto promulgado por ignacio Comonfort el 1 de febrero de 1856 para promover entre extranjeros el establecimiento de colonias agrarias, lo que motivó a Plotino Rhodaka-naty, anarquista griego, a migrar a México en 1861, quien se instaló en Chalco, Estado de México. Rhodakanaty comprobó que los cam-pesinos vivían según lo que decía Charles Fourier y Proudhon. Entre numerosas activi-dades educativas y proselitismo, promovió la formación de sindicatos, comunidades agra-rias como la de Chalco, sociedades mutualis-tas y cooperativas.4

3 Jorge A. Martínez Ramírez, y Juan J. Rojas Herrera, “Panorama del sector cooperativo mexicano”, uniR-coop, vol. 1, núm. 2, 2003.

4 John M., Los anarquistas mexicanos 1860-1900, Mé-xico, SepSetentas, 1974, p. 32.

José María Morelos retomó las ideas de igualdad, fraternidad y libertad de la Revolución Francesa y esbozó los Sentimientos de la Nación. El cura Morelos, Costumes civils, militaires et religieux de Mexique, dessineés d’ aprés nature, Claudio Linatti, litografía coloreada, 1828. unAm-bn-fr.

Enfrente: El documento de los Sentimientos de la Nación comprendía los principios legislativos que incluían varios aspectos como la justicia social, abolir la esclavitud y terminar con muchos impuestos como el tributo, f.1, 1813. © Agn.

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rano como vicepresidente. En 1888 se creó la primera cooperativa agrícola en Tlalpizalco, Estado de México y, en 1898, se estableció en Jalisco la Primera Caja Rural inspirada en el sistema Raiffeisen.5

leyes de reformA y lAs comunidAdes

En el campo, sin embargo, se intentó aplicar una política para desintegrar a las comuni-dades indígenas, pero no lograron afectar su esencia y valores de cooperación; fenómeno que se repitió en casi todas las nuevas nacio-nes de origen hispano después de las luchas y guerras civiles, hasta consolidar regímenes republicanos.

Edda Samudio Aizpurúa, doctora en Geo-grafía Histórica, de la Universidad de Londres, explica, acerca de la propiedad comunal indí-gena en venezuela, que la población campesi-na abandonó los espacios comunales debido a que en el proceso de su disolución formó parte de la población sin tierra o porque la economía minifundista estranguló su existencia.

Nutrió con su raíz comunal el surgimiento de la posesión comunera en el agro venezolano —y seguramente, hispanoamericano—, elu-diendo la acometida del pujante individualismo propugnado por las generaciones republica-nas, permitiéndose así que haya llegado hasta nuestros días.6

Sobre el tema, al documentar acerca de los antecedentes del ejido y la comunidad, el ins-tituto Nacional de Estadística y Geografía (ine-gi), indica que:

Durante la Colonia el concepto de posesión comunal fue asimilado al marco jurídico espa-ñol. La Corona concedió mercedes de tierras

5 vicente Eguía villaseñor, 1er. Foro de análisis del coo-perativismo en México como opción organizativa para productores del medio rural, octubre 2009, Chapin-go, Estado de México [en línea]. Consultar en: www.redcoop.org.mx/wp-content/uploads/20122/07/Esbozo-del-cooperativismo…Florencio-Eguía-v.pdf

6 Edda Samudio Aizpurúa, “Propiedad comunal indígena y posesión comunera campesina en Mérida venezuela, Siglo xix”, en Procesos Históricos: Revista de Historia y Ciencias Sociales, vol. 2, núm. 3, enero 2003.

xico integrada por 26 sastres en la capital del país. Asimismo, los 32 miembros de la socie-dad progresista de carpinteros liquidaron su sociedad mutual para convertirla en sociedad cooperativa y de consumo en 1874, se llamó Compañía Cooperativa de obreros de México. otras sociedades mutualistas que se transfor-maron en cooperativas de producción fueron la Fraternal de Sombrereros y la Sociedad re-formadora Sombrerería Mexicana La Huelga.

Por su parte, don Florencio Eguía villaseñor explica que en 1879 surgió la Caja Popular Mexicana, la primera cooperativa de crédi-to que se inspiró en las reglas de Hermann Schulze-Delitzsch. La fundó José Barbier, el general vicente Riva Palacio fungió como presidente y el licenciado ignacio M. Altami-

Después de la guerra de Reforma y la publi-cación de la Constitución de 1857 en México, llegó la estabilidad. Se abrieron las fronteras y, por lo tanto, arribaron los productos de Euro-pa y las ideas de la Revolución industrial y los principios cooperativos, así como los obreros especializados y las formas de organización exitosas de las cooperativas, especialmente de inglaterra, Francia y Alemania.

Esta situación motivó la transformación de algunas sociedades mutualistas en coope-rativas. En ese contexto, Martínez Ramírez y Rojas Herrera refieren las experiencias de los obreros de la época del Gran Círculo obrero de México, quienes organizaron el Primer Ta-ller Cooperativo en septiembre de 1873 y, así, surgió la primer sociedad cooperativa de Mé-

Las leyes de 1889 y 1890 suprimieron la propiedad colectiva, pero en esa fecha muchas comunidades indígenas aún no habían dividido sus tierras. Labores en el campo, Ezequiel Negrete Lira, óleo sobre tela, 1958. © Conaculta-inbA-Munal. México.

El Gran círculo de obreros de Monterrey se formó en 1879, sus miembros eran obreros textiles, artesanos, empleados de tiendas y otros. A partir de ese suceso, surgió el movimiento organizado de obreros, 1919. © Fototec.

a los indígenas, y con esto, sentó las bases históricas de las dos formas de la propiedad social: ejido y comunidad agraria. La propie-dad comunal sobrevivió hasta nuestros días, a pesar de que en la segunda mitad del siglo xix con el liberalismo, los poblados sufrieron enor-mes despojos.7

Según Michel Gutelman, durante el Porfiriato, este despojo se aplicó indiscriminadamente de acuerdo con lo que establecía la ley de 1883. Los colonos extranjeros se apropiaban de los terrenos comunales que considera-ban baldíos mediante denuncias de deslinde. Para protegerse, los indígenas constituyeron grupos de deslindamiento, no obstante, per-dían dos tercios de superficie ante el Estado, que vendía las tierras, más tarde, a los latifun-distas. Las leyes de 1889 y 1890 suprimieron la propiedad colectiva, y muchas comunidades indígenas no habían dividido sus tierras.8

7 www.inegi.org.mx/inegi/default.aspx?s=geo&c =1324, lectura de junio 2012.

8 Michel Gutelman, “Las vicisitudes de la reforma agra-ria, 1915-1970”, en Capitalismo y reforma agraria en México, erA, cap. iii, México, 1974, p. 86.

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los vAlores y principios durAnte lA revolución mexicAnA

A principios de siglo xx proliferaron los con-flictos asociados al desarrollo económico, a la decadencia de la sociedad e injusticias apli-cadas al indígena. Tanto a los liberales como al poder eclesiástico preocupaba el problema de la tierra y las condiciones del trabajador agrícola. Jesús Méndez Reyes afirma que esta situación provocó acaloradas discusiones al fundarse el Partido Liberal Mexicano, tema que fue retomado por Francisco i. Madero. En 1902, el licenciado Miguel Palomar y vizcarra-ga explicó el sistema de las cajas rurales de tipo de Raiffeisen en varios eventos a los que acudía, tal es el caso del Congreso Católico de Puebla. Durante 1904 y 1906, los católi-cos organizaron diversos congresos agrícolas. Se habló del cooperativismo, de un sistema de préstamos sobre los jornales de los peones, de la necesidad de construir habitaciones para los trabajadores del campo y de fundar un banco agrícola. Los asistentes a estos even-tos aplicaron estos conocimientos en varias partes del país: Tapalpa, Tepalitlán, en Jalisco; San Francisco Angamacutiro, en Michoacán; Atatilaquia, en el Estado de México.

Aquellas cajas debían ser formadas por indi-viduos de reconocida moral y catolicidad. Su domicilio debería estar a la cabeza de una pa-rroquia y su funcionamiento interno se señala-ba en una asamblea.9

Acerca de la influencia de las condiciones so-ciales y políticas de la época, antes y después de la Revolución mexicana de 1910 y por la forma de trabajo de las cooperativas en el li-bro En manos del pueblo, don Florencio Eguía explica:

Las Cajas Reiffesen fueron realidad florecien-te en el México de los años veinte, pero fueron efímeras. ¿No sería acaso por hacerlas muy dependientes del campanario? Nacieron bajo

9 Jesús Méndez Reyes, México y Alemania, una relación histórica. La influencia alemana en la construcción del cooperativismo y el crédito agrario en México, El Co-legio de México, Researcher Full, institute of History Research, University of Baja California, México.

el imperativo de la miseria del campesino y por la consigna generosa de la iglesia católica […] pero no pudieron sobrevivir a las convulsiones históricas de aquella década agitada.

En estas circunstancias, destacamos la resis-tencia y persistencia de los valores de coope-ración que junto con las luchas de los obreros e intelectuales formaron parte de los ideales de la Revolución Mexicana, de los hermanos Flores Magón, Francisco i. Madero y Emiliano Zapata.

Estos valores y, por lo tanto, el cooperativis-mo eran evidentes, por lo que el 7 de agosto de 1917, el general Jacinto B. Treviño fundó el Partido Nacional Cooperativista (pnc). Algu-nos de los estudiantes y artesanos que parti-ciparon en la nueva organización son: Jorge Prieto Laurens, Rafael Pérez Taylor, Gustavo Espinosa Mireles, Froylán C. Manjarrez, Juan

Se habló del cooperativismo, de un sistema de préstamos

sobre los jornales de los peones, de la

necesidad de construir habitaciones para los

trabajadores del campo y de fundar un banco

agrícola

El 7 de agosto de 1917, el general Jacinto B. Treviño fundó el Partido Nacional Cooperativista (pnc)

Durante los periodos presidenciales de Álvaro obregón y Plutarco Elías Calles surgieron los Bancos Regionales de Crédito Local y Crédito Regional. Anverso y reverso de un billete de 5 pesos del Banco Mercantil de veracruz, 1902. © Colección particular.

Enfrente arriba: El Partido Nacional Cooperatista pretendía fomentar el cooperativismo para solucionar los problemas económicos del pueblo; proponía la democracia económica sobre el Ejido y las Uniones de Crédito. En la foto se muestra una de las asambleas para elegir la mesa directiva ese partido. Discurso de Jorge Prieto Laurens, ca. 1917. © 43080. Conaculta-inAh-Sinafo-fn. México.

El general Jacinto Blas Treviño fundó el Partido Nacional Cooperativista (pnc) gracias a las ideas de los valores del cooperativismo. © 29569. Conaculta-inAh-Sinafo-fn. México.

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Manuel Álvarez del Castillo, Martín Luis Guz-mán. El partido pretendía fomentar el coo-perativismo como solución a los problemas económicos del pueblo; proponían la demo-cracia económica.

En 1923, este partido obtuvo importantes cargos en el ayuntamiento de la ciudad de Mé-xico, obtuvo la gubernatura de San Luis Potosí, que ganó Prieto Laurens. Sin embargo, líderes como éste y Martín Luis Guzmán se inclina-ron por Adolfo de la Huerta para la contienda presidencial. Así, una vez que la rebelión de-lahuertista fue aplastada, el pnc desapareció.10

10 Doralicia Carmona, Memoria política de México [en línea]. Consultar en: http://www.memoriapoliticade-mexico.org/Efemerides/8/07081917.html.

lA trAnsformAción del ejido, lAs comunidAdes y cooperAtivAs en el siglo xx

Durante los periodos presidenciales de Álvaro obregón (1920-1924) y Plutarco Elías Calles (1924-1928) predominaron las luchas entre caciques regionales. Mientras tanto, el dis-curso oficial e intelectual de los revoluciona-rios integró el cooperativismo, el mutualismo, las cajas de ahorro y la organización de los productores. De acuerdo con el investigador mexicano Jesús Méndez, surgieron impor-tantes propuestas tal como la organización de sociedades locales y regionales de crédi-to agrícola, los futuros Bancos Nacionales de Crédito Agrícola y Crédito Ejidal, las coopera-tivas socialistas de la península de yucatán y hasta los sindicatos obreros con influencia de la doctrina social de la iglesia.11

Según Jürgen Buchenau, Plutarco Elías Calles fue recibido con honores en Alemania en julio de 1924, cuando fue para atenderse una molestia en la pierna. Tal vez fue el azar que lo hizo curarse en aquel lugar, pero sim-patizó con el presidente Friedrich Ebert del Partido Social Demócrata y consiguió folletos sobre cooperativas agrícolas alemanas. Como consecuencia, el Banco Nacional de Crédito Agrícola se aprobó en el primer trimestre de 1925.12

Florencio Eguía hace hincapié en el auge cooperativo posterior a la Revolución Mexica-na que duró hasta el periodo de Lázaro Cárde-nas y las consideraciones que se obtuvieron sobre el Ejido y las Uniones de Crédito:

A pesar de esta derrota (se refiere a la del Partido Nacional Cooperativista) el coopera-tivismo vivió seguidamente sus mejores años gracias al reconocimiento y apoyo guberna-mentales, al grado de que en poco más de una década se promulgaron tres de las cuatro

11 Jesús Méndez, “La influencia alemana en la cons-trucción del cooperativismo y el crédito agrario en México”, en Matices, Zeitschrift zu Lateinamerika, Spanien und Portugal, volumen 64, número 3, Köln, Deustchland, 2010 (Ph.D. El Colegio de Mexico, Re-searcher Full, institute of History Research, University of Baja California, Mexico).

12 Wiley-Blackwel, The Last caudillo: Alvaro obregon and The Mexican Revolution, 3 de febrero de 2011 (autor de varios libros en historia moderna de Latinoamérica).

leyes cooperativistas de la historia mexicana y en el sexenio del general Cárdenas ocurrió el nacimiento de lo que todavía hoy puede ca-talogarse como el Cooperativismo mexicano, con sus luces y sus sombras, aunque nunca destacó significativamente en los campos so-ciales, económicos ni políticos. De esa época datan los grandes ejemplos actuales, como la Cruz Azul y Excélsior, por sólo citar algunos, y de entonces data también la efervescencia de los ejidos, alguna vez considerados cooperati-vas por algunas autoridades, como también las uniones de crédito.13

13 Eguía, op. cit.

Algunas sociedades locales y regionales que obtuvieron préstamo del Banco Nacional de Crédito Agrícola

Coahuila oaxaca Estado de México

La Nueva Era, Rosales Tehuantepec, S.L.C.A. El Calvario, Acolman

Cooperativa Sta. Gertrudis La verdad, ixtaltepec San Mateo Huitzilzingo

Agricultores y Campesinos del Río Grande

Agrícola itsmeña, Chahuites Sta. María Tlalmimilolpan

Luz del siglo xx, Santa Mónica

San José del Chilar San Diego Huehuecalco

San Nicolás Puebla B. Juárez Coyotepec

Mayrán, S.L.C.A. Campesinos de Chignahuapan San Marcos Huixtoco

Las Habas, S.L.C.A. Alsesequense, Alseseca San Bartolo otzoltepec

vega de los Chivos, S.L.C.A. Emiliano Zapata, Tlaltenango Cuauhtémoc ixtlahuaca

Chiapas Progresistas, HuixcolotlaCooperativa Plutarco Elías Calles Capulhuac

El Edén, Tapachula Miguel Hidalgo, Temoxtitla Agrícola Atlapulco

Agrícola y Ganadera de Huixtla

Defensa del Honor Nacional Ahuatepec

Cooperativa Tenango del valle

Cooperativa Agrícola de Carrillo Puerto

Agricultores de Papa, oyameles más otras seis sociedades

El Trabajo, Jajalpa y 50 Sociedades más

Productores de Escuintla Tamaulipas veracruz

ChihuahuaSociedad Agrícola e industrial de Tampico

Cafeteros Cautlalpan

Ceres S.L.C.A. Sociedad Agrícola de ollamaCooperativa Zapoapita, tres más

Morelos Cooperativa de Caballeros Tlaxcala

Seis cooperativas de agricultores de Tenextepango

Alumnos de la Escuela Agrícola Regional

Mutualista Aquiahuac y cuatro sociedades más

Baja Californiaincluye apoyo del Banco Nacional de Crédito Ejidal

Sociedad Cooperativa del valle Redondo

Sociedad Cooperativa de Agricultores del valle de Mexicali

Fuente: Memorándum sobre la labor social del Banco Nacional de Crédito Agrícola en Fideicomiso de los Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca, Fondo Elías Calles, gaveta exp. 42, inventario 493, legajo 3/4. Archivo General de la Nación, Fondo Lázaro Cárdenas, caja 18 exp. 17.

Fuente: Agn, México. Fondos Abelardo L. Rodríguez, Lázaro Cárdenas, Manuel Ávila Camacho, varios expedientes 1934-1946. Co-misión Nacional Agraria, 1922-1939.

El general Plutarco Elías Calles promovió la aprobación de la primera Ley General de Sociedades

Cooperativas, la cual tuvo el inconveniente de no establecer una clara distinción entre las sociedades mercantiles y las organizaciones sin fines de lucro

El discurso oficial e intelectual de los revolucionarios integró el cooperativismo, el mutualismo, las cajas de ahorro y la organización de los productores. © 275. Agev.

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tituido o restituyeren conforme a la ley del 6 de enero de 1915.14

Posteriormente, el 10 de enero de 1934 du-rante el gobierno de Abelardo Rodríguez, se reformó el artículo 27 y la idea del disfrute en común que se mencionaba en la fracción vii se desdibujó. Por lo que, en el gobierno de Lázaro Cárdenas, se cambió la fracción y, otra vez, se modificó el artículo el 23 de diciembre de 1937 y, nuevamente, quedó el aspecto de “disfrute en común”, y pasó a ser jurisdicción federal.15

Durante la época prehispánica, la Colonia y aún después de la independencia, el titular de la parcela del ejido sólo poseía la tierra, pues no era su propietario. Dependiendo del caso, los derechos de aprovechamiento se transferían o heredaban; la situación cambió a partir de la Ley

14 Constitución Política de los Estados Unidos Mexica-nos, reforma al artículo 27 del 5 de febrero de 1917.

15 Decreto que reforma la fracción vii del artículo 27 constitucional del 24 de noviembre de 1937.

Es importante mencionar acerca de las coo-perativas que el funcionamiento de las comu-nidades y ejidos se regulaban y se rigen por la asamblea general, que es la máxima autoridad; el comisariado ejidal o comunal, el consejo de vigilancia y cada ejidatario o comunero, quien es titular de un voto en la asamblea.

La ley agraria del 6 de enero de 1915 es-tableció restituir las tierras a ejidos y comuni-dades, lo que fue un gran avance, sin embargo, no se reconocía el carácter comunal de las tierras, aspecto que se dispuso en el artículo 27 de la Constitución de 1917, reconociendo la existencia y funcionamiento de los núcleos agrarios, lo que privilegiaba el interés social por encima del individual.

vi.- Los condueñazgos, rancherías, pueblos, congregaciones, tribus y demás corporacio-nes de población que de hecho o por derecho guarden el Estado comunal, tendrán capacidad para disfrutar en común las tierras, bosques y aguas que les pertenezcan o que se haya res-

Agraria de 1992, con la cual fue posible trans-formar el derecho ejidal a propiedad privada.

Martínez Ramírez y Rojas Herrera, en Del desarrollo condicionado por los vaivenes del caudillismo posrevolucionario 1918-1928, destacan que, de forma independiente, surgió la Confederación de Sociedades Cooperativas Socialistas de la República en 1925 y, dos años después, en 1927, la Confederación Nacional Cooperativa. Explican que este movimiento fue impulsado por la voluntad y admiración ante los éxitos del cooperativismo europeo. De esta manera, el general Plutarco Elías Calles

promovió la aprobación de la primer Ley Gene-ral de Sociedades Cooperativas, la cual tuvo el inconveniente de no establecer una clara dis-tinción entre las sociedades mercantiles y las organizaciones sin fines de lucro.16

16 Jorge Martínez Ramírez y Juan Rojas Herrera, Pano-rama del sector cooperativo mexicano, uniRcoop, vol. 1, núm. 2, 2003.

El resultado fue una especie de híbrido ex-tremadamente complejo que no distinguía la sociedad cooperativa de otras formas de or-ganización social para la producción.

Este híbrido todavía causa confusión en nuestros días. Por ejemplo, respecto del Eji-do y Uniones de Crédito, es interesante lo que nos dice isabel Cruz, dirigente de Fedrural:

Nuestra organización ha trabajado con distin-tas cooperativas de financiamiento rural como la Unión de Crédito, que es una sociedad anó-nima, pero en su funcionamiento y en su dise-ño realmente los principios son cooperativos y mutualistas como las cooperativas formal-mente hablando, agrícolas y también coope-rativas financieras […] Pero la cooperativa mexicana en zonas rurales es nueva como una figura asociativa, dado que la historia agraria de nuestro país ha sido determinada por la te-nencia de la tierra, y la primera gran revolución social del mundo fue la mexicana, con la revo-lución agraria, y la generación de una forma de propiedad, que es centralmente comunitaria,

A finales de la década de 1980 fue posibe que más de cinco millones de ejidatarios, comuneros y pequeños propietarios tuvieran el control directo de 90 por ciento del territorio. Se muestra una Sucursal del Banco de Crédito Ejidal, S.A. © 501169. Conaculta-inAh-Sinafo-fn. México.

Durante el cardenismo surgió lo que hoy se conoce como cooperativismo mexicano. El diario Excélsior es uno de los más antiguos y fue una cooperativa. © 90033. Conaculta-inAh-Sinafo-fn. México.

Lázaro Cárdenas fomentó el cooperativismo y su financiamiento y lo convirtió en un aliado del modelo de desarrollo económico. Aquí la Segunda Asamblea Nacional de la Rama de Pesca de la Confederación Nacional Cooperativa de la R.M.C.C.L., 1941. © Agn.

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Acerca del cardenismo, Florencio Eguía villaseñor dice que: “ocurrió el nacimiento de lo que todavía hoy puede catalogarse como el Cooperativismo Mexicano”, pero también expli-ca que,

comenzó la invertebración del cooperativismo pues, aunque la federalización era obligatoria legalmente, lo que fue benéfico, ni las coo-perativas ni las entidades de mayor nivel se preocuparon por estructurar al Movimiento, sino sólo por mirar por sí mismas o tratando de conseguir del gobierno la mayor ayuda posible, creando dependencia y apocamiento.20

Económica que debe darse al sistema de Explotación Forestal en Terrenos Comunales y Ejidales”, en op. cit.

20 Eguía, op. cit.

que es la comunidad y el ejido, las cuales re-presentan el 80 por ciento del territorio agrí-cola de nuestro país, y en algunos estados, tal es el caso de oaxaca, es un 90 por ciento, que son forma de cooperativa.17

Durante el gobierno cardenista se fomentó el cooperativismo y su financiamiento para con-vertirlo en un aliado del modelo de desarrollo económico. Así, estas estructuras coopera-tivas se han estimulado, generalmente, para generar beneficios, valor agregado o servicios en el campo, mientras que para la producción primaria, la organización productiva y su finan-ciamiento se organiza y gestiona a través de los ejidos.

Llama la atención, por ejemplo, que en el primer Congreso Forestal Mexicano, el señor Roque Martínez, delegado por el Gobierno del Estado de México, aludiendo al deterioro na-tural y mal aprovechamiento de los bosques se refirió a las cooperativas forestales como a instrumentos que no funcionan, donde las per-sonas se enriquecen bajo la figura de los ca-ciques, quienes contratan productos, explotan la madera y monopolizan la producción. Como solución propone:

17 isabel Cruz Hernández, entrevista con GM Editores, junio de 2012.

A mi humilde entender, las cooperativas debie-ran funcionar bajo el patronato de Consejos en los cuales deben figurar los ingenieros fo-restales del servicio particular, y los ingenieros forestales y agrónomos regionales auxiliados por la primera autoridad del lugar y dos conno-tados vecinos.18

En el mismo congreso, y en contraposición a esta postura, la Comisión Nacional Agraria ha-bló de los éxitos de la organización y financia-miento de las cooperativas forestales; situación parecida, según ellos, a las cooperativas Raiffai-sen en Alemania, a partir de la constitución de la Federación de Cooperativas Forestales del Distrito Federal que logró excedentes por 16 mil setecientos setenta y ocho pesos entre sep-tiembre de 1929 y marzo de 1930 y propuso:

Para conseguir el objeto principal del coope-rativismo en la producción es indispensable sustituir la organización capitalista por la coo-perativa en sus tres distintos órdenes que son: i.- Cooperativas Locales con la función general del crédito para distribuirlo por una sección para cada actividad. ii.- Federación de activi-dades semejantes de distintas cooperativas centralizadas también por una función de Cré-dito Regional. y iii.- Confederación que reúna en un solo organismo nacional las actividades de las Federaciones centralizadas a su vez por una institución Nacional de Crédito.

También explicó que la federación de coope-rativas forestales se fundó y se maneja con la dirección y vigilancia de la Comisión Nacional Agraria, de acuerdo con el artículo 40 transi-torio de la Ley de Bancos Ejidales, y debido a su éxito se ha pensado en extender su acti-vidad. De esta manera, la Comisión sintetizó el programa para promover la reglamentación de la Ley de Bancos Ejidales y fundar nuevas Federaciones de Cooperativas en el país y la Confederación General en México.19

18 Roque Martínez, “Cooperativas ejidales. Determi-nación de zonas forestales y agrícolas. Reglamen-tación del pastoreo”, en Luz Emilia Aguilar Zínzer (compiladora, estudios y notas), Revista México Fo-restal, tomo viii, pp. 67-69, abril 1930, Secretaría del Medio Ambiente DF. Consulta junio de 2012 [en lí-nea]: http://148.243.232.100/forestal/detalles.php? tomo=vi i i&numero=4&pag ina=21-23&id= 354&busqueda=roque%20martinez.

19 Francisco Salazar y José Gutiérrez, “Criterio de la Comisión Nacional agraria respecto a la organización

Es decir, ante esos problemas, parece que la solución no se encuentra en la vida interna democrática de las cooperativas, sino en la dirección de técnicos y autoridades. Situación parecida al funcionamiento de ejidos y comu-nidades.

Aunque el reparto agrario fue muy lento, es importante destacar que en 1910 menos de dos mil familias eran propietarias de 87 por ciento de la superficie del país. A finales de la década de 1980, más de cinco millones de eji-datarios, comuneros y pequeños propietarios tenían el control directo de 90 por ciento del territorio, en su mayoría, entregado durante el régimen cardenista.

Así, desde el punto de vista social y terri-torial, hay una transposición entre ejidos y cooperativas. Mientras que los ejidos finca-

Las cooperativas han surgido para generar beneficios, valor agregado o proporcionar servicios entre los socios. Aquí se muestra la Primera Convención Nacional de Contadores Cooperativistas, 30 de marzo de 1934. © Agn.

Los valores y principios vinculados al cooperativismo se han transferido o consolidado en el tejido social de la comunidad. Aquí se muestra la Unificación General de Campesinos de los Municipios xoxocotla, Lagunas, Tlaquipán y Tlahuilco en el punto de Tlicalco, orizaba, 1944. © Agev.

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lA experienciA de hoy: cApitAl sociAl y desArrollo locAl

El contraste del cooperativismo de producción rural, durante y después de los años cincuen-ta, se reflejó con gran ímpetu y solvencia en las cooperativas de ahorro y crédito. Du-rante las décadas de 1970 y 1980, en parte como resultado de las revueltas obreras y las crisis financieras, se retomaron los principios y modelos cooperativos como demanda y res-puesta a los cierres de fábricas, tal es el caso de la cooperativa Pascual. Mientras tanto, en el campo, al finiquitarse el reparto agrario y su paulatino abandono por las instituciones de fomento agropecuario, numerosas organi-zaciones independientes que solicitaban tie-rras comenzaron a dirigir sus esfuerzos hacia las organizaciones productivas y encontraron formas de acción colectiva que les permitió operar sin depender, incluso contra las auto-ridades ejidales y sus corporativos, como in-tegradoras, comercializadoras, sociedades de solidaridad social, asociaciones civiles, socie-dades civiles y cooperativas.

Los valores y principios vinculados al coo-perativismo, según lo documentado por estos autores y las entrevistas realizadas, se han transferido o consolidado en el tejido social, con o sin cooperativas, y permiten que se reto-men con naturalidad a la hora de constituirlas o formar otras figuras jurídicas, pero que sos-tenien sus valores, se adaptan a los cambios legales, las coyunturas económicas y a la com-petencia económica. Hoy estos elementos son conceptualizados como capital social.

Jesús Méndez explica que el cooperati-vismo puede abordarse como parte de la se-gunda generación de las teorías de la acción colectiva que rompe el supuesto de individuos atomizados, egoístas y totalmente racionales, que supone la economía convencional. Una explicación académica para explicar el caso mexicano se refiere al análisis del capital so-cial y humano en el largo plazo. El autor indi-ca que ambas herramientas teóricas pueden vincularse al cooperativismo y la acción colec-tiva que operaron en una economía abierta y luego cuasi-cerrada dirigida por el Estado.22

22 Méndez Reyes, op. cit.

Con la finalidad de unir estas teorías con la experiencia y testimonio de las personas que hoy forman parte de algunos modelos exitosos del movimiento de cooperativismo y economía social, Alfonso Castillo Sánchez Mejorada explica la historia de algunas orga-nizaciones campesinas de las que él fue y es actor cercano. Así, informa que la cooperativa de Servicios para el Desarrollo (Sedac) surgió en el valle del Mezquital, y apostó a proyec-tos productivos y a la creación de pequeñas estructuras organizativas comunitarias y mi-crorregionales. Mientras tanto, la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (Anec) aprendió de los que iniciaron el sector de la comercialización y siguió en esa línea, pero en el ámbito nacional y con un enfoque profesional que no perdió de vista al mundo globalizado.

Continúa diciendo que el Fondo Solidario del Frente Democrático Campesino de Chi-huahua (Fedecoop) proviene de una tradición de lucha de campesinos y apropiación de re-

ron los derechos sobre la tierra, las coopera-tivas siguieron la suerte de los vaivenes del mercado y sus propias ineficiencias; amén de los usos políticos y económicos, partidistas y caciquiles.

En el mismo tenor, explica Jesús Méndez Reyes:

Las colectividades formadas por el gobier-no federal para el reparto de tierra recibieron terrenos de desigual composición y produc-tividad para las tareas agrícolas. Asimismo, el Banco Nacional de Crédito Ejidal ofreció crédito para apoyar a los “nuevos” agricultores que nunca antes habían trabajado en conjunto ni recursos financieros para su administración.

No obstante, continúa diciendo el autor, en el largo plazo, el problema de no pagar y las amortizaciones de los créditos ahorcó a los ejidatarios y a la institución financiera. Sin em-bargo, el uso político que los dirigentes infun-dieron a los actores y sociedades cooperativas del país ha apostado más por las asociaciones gremiales que por la acción colectiva a favor de los socios.21

Posteriormente al periodo del cardenis-mo, comenzaron a deteriorarse las industrias cooperativas rurales y las abandonaron a su propia suerte. Se incrementó el corporativismo ejidal, obrero y las obras de infraestructura, lo que propició el financiamiento institucional y la inversión de la iniciativa privada en la agroin-dustria de la mano de la industria, lo que se llamó el milagro mexicano.

Se puede decir que el peso de la comu-nidad primitiva, desde los cazadores recolec-tores, los cacicazgos, el calpulli, los pueblos indígenas de los hospitales y las experiencias de vasco de Quiroga, los ideales de justicia de los Sentimientos de la Nación, las leyes agra-rias de las comunidades indígenas herederas de la Revolución Mexicana son la semilla y el alimento de los pioneros del cooperativismo mexicano.

21 Jesús Méndez Reyes, “El cooperativismo y la financia-ción agrícola en Baja California, México (1930-1950), Una aproximación inicia”, en Mundo Agrario, vol. 11, núm. 22, La Plata ene./jun., 2011.

cursos públicos, sin embargo, el origen y la gra-dual maduración de la cooperativa han llevado a esta federación a incursionar en un campo desconocido del que, poco a poco, se ha ido apropiando. Así, ha ampliado su incidencia y le ha dado estabilidad a la participación de las bases, al mismo tiempo, la presencia territorial y capacidad de conducción y administración de la cooperativa ha aumentado.

La Asociación Mexicana de Uniones de Cré-dito del Sector Social (Amucss) tiene una tra-yectoria de más de diez años de articulación de uniones de crédito del sector social. Finalmente, informa sobre la impulsora de Alternativas Re-gionales (idear), que se creó en 1998, a partir de una larga experiencia en el campo de la co-mercialización. Esta cooperativa se formó para apoyar organizaciones productivas y, al mismo tiempo, contribuyó a la sistematización de la ex-periencia de la Cooperativa ya Munts’i Béhña del valle del Mezquital, en el estado de Hidalgo.

Acerca de las personas que integran estas cooperativas, son variadas. Por ejemplo, Anec,

Los trabajadores de Pascual se manifiestan antes de convertirse en una cooperativa. © AfctpA.

La Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del Sector Social (Amucss) tiene una trayectoria de más de diez años, apoya organizaciones productivas y, está formada por hombres y mujeres. © Amucss.

La federación de cooperativas forestales se fundó y se maneja con la dirección y vigilancia de la Comisión Nacional Agraria, y su labor ha sido muy exitosa. Aquí un miembro del Comité Regional Campesino de la H. Liga de Comunidades Agrarias. © 91002. Conaculta-inAh-Sinafo-fn. México.

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Introducción

Las cooperativas son organizaciones que poseen y practican valores y principios que las distinguen y que son parte fundamental de su identidad; su importancia radica en los benefi-cios que resultan de las actividades que llevan a cabo, cuyo objetivo está centrado en la satisfac-ción de las necesidades comunes en favor de la colectividad que se organiza a través de la activi-dad emprendedora. Para Lafleur (2005), la coo-perativa despliega su ámbito de acción en una dinámica local arraigada a las necesidades de la comunidad. Su dinámica difiere según su tama-ño, el sector que atiende y sus miembros; pero su razón de ser permanece invariable: crear un va-lor de uso y una riqueza colectiva por y para sus miembros, explotando de manera sostenible los recursos de la comunidad. La particularidad de las cooperativas es que en su gestión empresarial no tiene como razón principal la maximización de ganancias, sino la satisfacción de ciertos obje-tivos económicos y sociales.

Para cumplir con su finalidad, este tipo de organizaciones hace frente a condiciones am-bientales que en ocasiones le son adversas, adap-tándose y reaccionando para sobrevivir. Es el caso de las cajas populares, que son reconocidas en México como el antecedente más cercano de las cooperativas de ahorro y préstamo; las que desde su origen se encontraron en un ambiente jurídico que no las consideraba, por lo que en su actuación, por varias décadas pugnaron por legitimar sus objetivos, estructuras, procesos y reglas.

Se reconoce que las organizaciones mantie-nen una estrecha vinculación al ambiente en el que están insertas, interactuando en diversos sec-tores, como son: el social, cultural, legal político, económico, tecnológico y físico (Hatch, 1997). En ese sentido, el ambiente puede ser entendido como los fenómenos que son externos e influ-yen de manera potencial a las organizaciones. Entonces, lo que interesa es conocer cómo los factores ambientales influyeron potencialmen-te a las cajas populares, generando una cultura organizacional propia que permitió mantener la cohesión de sus miembros y su permanencia en un mercado financiero que no las reconocía jurídicamente.

La cultura organizacional en las cooperativas de ahorro y préstamoGraciela Lara Gómez*

Una perspectiva teórica de la cultura organizacional

En términos generales, la cultura se distingue por su tradición y se define como “aquello del pasado que persiste en el presente, donde lo trasmite y donde permanece activo; es aceptado por quienes lo reciben y a su vez lo trasmiten de generación en generación” (Puillon, en Warnier, 2002, p. 12).

El término cultura se entiende como una uni-dad social de cualquier tamaño, que haya asi-milado y estabilizado una visión de sí misma y de su ambiente. Por ejemplo, las civilizaciones, vistas como la cultura oriental y occidental; y, en un siguiente nivel se ubican los países con iden-tidad étnica, lo que permite hablar de cultura nacional. Así pueden identificarse grupos que han desarrollado sus propias subculturas (Les-sem, 1990).

Pueden señalarse diferentes formas de cultu-ra, sin embargo, la que nos atañe es la que se refiere a la cultura organizacional. Al respecto, Mintzberg (1998) propone que la cultura puede ser espontánea, ya que se manifiesta sin que la organización trate de recurrir conscientemente a la ideología para enmarcar las doctrinas que deben asimilar sus miembros. Para Jamil (1998), cuando en una organización todos comparten los mismos valores y normas, existe una cultura organizacional, su función es dictar un compor-tamiento normativo, esto quiere decir, lo que debe ser.

Entonces la cultura organizacional se define:

como un sistema de símbolos compartidos y do-tados de sentido, que surgen de la historia y de la gestión de la compañía, de su contexto sociocul-tural y de factores contingentes (tecnología, tipo de industria, etc.), pero formada por el proceso de atribución colectiva de sentido a flujos continuos de acciones y reacciones. Estos símbolos importan-tes se expresan con mitos, ideologías y principios y se traducen en numerosos fenómenos culturales: ritos, ceremonias, hábitos; glosarios, léxicos, abre-viaciones, metáforas y lemas; epopeyas, cuentos y leyendas; arquitectura, emblemas, etc. (Allaire y Firsirotu, en Abravanel, 1992, p. 45).

Para Abravanel (1992) los símbolos son porta-dores de sentido, con ellos se definen las cosas, se establece el contexto y la forma. Son útiles para crear la identidad individual y de grupo incorporando símbolos y códigos en las histo-rias, relatos, leyendas y mitos; incitando a las personas a adherir valores y acciones. Algunos

fenómenos culturales se expresan en los ritos y las ceremonias. Los primeros son una forma de adoración organizacional que se distingue por su aspecto litúrgico, representacional, purificador y que alienta la identidad del grupo; mientras que las ceremonias, como acontecimientos co-lectivos, facilitan la expresión emotiva, de cierta forma son actitudes primitivas y místicas que concentran la emoción en el instante presente y que tiene característica de ritual; a través de ellas el individuo siente realizado su prestigio al reforzar la identidad.

Mintzberg (1998) destaca la importancia del desarrollo de la ideología en la cultura de la or-ganización, para él, es el significado de un sis-tema rico en valores y creencias acerca de una organización, la cual comparten sus miembros y es lo que la distingue de otras organizacio-nes. Considera que cuando una organización se funda, ésta se identifica por su misión, con-gregando a un grupo de personas para cumplir-la, por lo que en el grupo se tiene la sensación de haberse unido para generar algo inusual y atractivo. Cuando la organización se establece, la ideología se fortalece con historias –en oca-siones denominadas mitos– que se desarrollan gradualmente alrededor de eventos importantes de su pasado, fortaleciendo los sentimientos de grupo. La ideología identifica al individuo con la organización, la misma se fortalece cuando se ejerce una decidida influencia en la conducta de los integrantes, en ese momento la lealtad es particularmente fuerte.

El contexto legal, político y social de las cooperativas de ahorro y préstamo

Con el nacimiento de las cajas populares se combatió frontalmente la usura, que agobiaba al pueblo, en los albores de la fundación del movi-miento. Fue el 12 de octubre de 1951 la fecha oficial de fundación de este tipo de organizacio-nes, cuyos fundadores del Secretariado Social –sacerdotes católicos– crearon una forma orga-nizacional, que tenía como objetivo fundamen-tal atenuar las necesidades del pueblo haciendo accesible el crédito y fomentando la cultura del ahorro.

En esa época, el presidente de México era Miguel Alemán, quien estaba por concluir su mandato; el país era objeto de grandes trasfor-maciones, la mayor parte del territorio podía comunicarse por vía terrestre, el acceso a la educación se había incrementado, inclusive en la formación universitaria, la mujer por primera

vez tenía acceso al voto. A pesar del incipiente desarrollo industrial, el crecimiento económico era desigual, pues se calculaba que 10 por ciento de la población más rica concentraba poco me-nos de la mitad de la riqueza, lo que generaba grandes desventajas sociales, que se agudizaban por protestas de maltrato laboral en el sector mi-nero (Aboites, en Lara, 2011).

Para estructurar el movimiento de cajas po-pulares, en principio, el proceso de integración propuesto consideró la asociación de individuos de la clase trabajadora, para luego buscar una fi-gura jurídica que legitimara sus actividades; se pensó en la figura de asociación civil y cooperati-va, considerando que esta última era la que me-jor se adecuaba a las actividades que se llevarían a cabo, pero se encontró que las actividades fi-nancieras de ahorro y crédito estaban reservadas para instituciones financieras autorizadas.

Desafortunadamente, para las cajas populares no se encontró un espacio jurídico de actuación, decidiendo que en lo sucesivo se efectuarían ac-ciones tendientes a conseguir la legislación idó-nea para esta nueva forma organizacional. Fue así que se inició el funcionamiento de las cajas populares, las que como actividad preponde-rante, fomentaron el ahorro y el crédito a tasas accesibles, sustentadas exclusivamente en nor-matividades internas.

Con el paso del tiempo, se crearon meca-nismos que permitieron la supervivencia de las organizaciones, ante la carencia de una regula-ción que legitimara su actividad financiera. Se construyeron estructuras de tipo jerárquico y un sistema que integró una confederación, federa-ciones regionales y cajas populares; también se crearon estatutos, reglamentos y manuales; se in-corporaron principios y valores; se recrearon las historias, ceremonias y ritos, que enriquecieron la incipiente cultura organizacional.

Debe señalarse que fueron tres décadas en las que tales organizaciones desarrollaron sus actividades sin regulación alguna. Fue en 1986 cuando se logró la primera legislación local en el estado de Querétaro, y en el ámbito federal fue en 1991 cuando se incluyó a las sociedades de ahorro y préstamo en la Ley General de Orga-nizaciones y Actividades Auxiliares del Crédito, como un intento fallido para regular a las cajas populares. En 1994, se incluyó en la Ley Ge-neral de Sociedades Cooperativas la actividad preponderante o complementaria de ahorro y préstamo, en las cooperativas de consumo; luego se publicó la Ley de Ahorro y Crédito Popular, como un esfuerzo para supervisar las actividades del sector y se reformó la Ley General de Socie-

dades Cooperativas, reconociendo a las coopera-tivas de ahorro y préstamo; finalmente, en 2009 se publicó la Ley para Regular las Actividades de las Sociedades Cooperativas de Ahorro y Présta-mo (Lara, 2010).

La cultura organizacional en las cooperativas de ahorro y préstamo

En las cooperativas de ahorro y préstamo, los símbolos compartidos que conforman la cultura organizacional han provenido del contexto so-ciocultural, los factores contingentes –como la ausencia de regulación–, y la gestión en las organizaciones –cooperativas, federaciones y confederaciones.

Las cooperativas, como se les denominó en los albores de su fundación, construyeron su cultura a partir de las necesidades comunes, pretendien-do solucionar o por lo menos atenuar la proble-mática que resultaba de vivir en condiciones de pobreza. La historia que se entretejió a través del tiempo fue un importante elemento que cohesio-nó a los cooperativistas, fortaleciendo su identi-dad y creando el compromiso de procurar el bien común entre los asociados. Con las historias, la organización exteriorizó lo que le preocupaba a los dirigentes, con ellas se persuadió y se propor-cionaron las guías de acción a los seguidores.

Como base ideológica del movimiento des-taca la historia de su fundación, que rescata su origen de las cajas populares quebequenses. Des-de su inicio, las cajas populares estuvieron ínti-mamente ligadas con la Iglesia católica, pues su creación se debió a las acciones ejecutadas desde el Secretariado Social Mexicano, cuyo director era el padre Pedro Velásquez, considerado tam-bién como el fundador del movimiento.

Para la creación de las cooperativas se pensó en la educación como el punto de partida, pero no era suficiente, pues se requerían estrategias como el ahorro y el crédito, para librar al pueblo del agio que los hundía cada vez más en sus con-diciones de pobreza. No obstante, las vicisitudes que se vivieron por el contexto sociocultural y la ausencia de legislación, las cooperativas de aho-rro y préstamo se diseminaron rápidamente por todo el territorio nacional, creando sus propias reglas para su funcionamiento. Por ejemplo, en 1952 se publicaron los primeros estatutos para cajas populares, el libro Métodos de Educación Popular y se tradujo del francés el libro de Felipe Blais, Iniciación cooperativa.

Para la gestión de las cooperativas se crearon en principio las Comisiones de Educación y Vi-

gilancia (crev), luego las federaciones estatales, para después dividir el territorio nacional y es-tablecer las federaciones regionales y constituir la Confederación Mexicana de Cajas Populares. Con las cajas, las federaciones y la confedera-ción, se estructuró el movimiento, para el que se formularon manuales administrativos y de vigi-lancia, así como guías contables.

Reforzando la identidad y mística del movi-miento, se generaron las primeras manifestacio-nes del sistema simbólico, que se expresaron a través de los mitos, la ideología, los principios y valores. Lo que puede ser observables a través de diversos fenómenos culturales como los ritos, las ceremonias, los lemas y los emblemas (Tabla 1).

Efectivamente, los ritos que se practicaron desde la fundación de las cajas populares y que en algunas de las cooperativas de ahorro y prés-tamo se continúan realizando, tienen que ver con la tradición católica de sus fundadores. Por ejemplo, se recitan las oraciones para dar inicio y concluir las reuniones de los diferentes consejos directivos y con motivo de las asambleas; tam-bién se entona el Himno Nacional y el creado por los fundadores para las cajas populares.

Con las ceremonias se exalta el sentimiento individual de prestigio y se refuerza el sentimien-

* Coordinadora del Doctorado en Ciencias Económico Administra-tivas de la Universidad Autónoma de Querétaro.

La cultura organizacional es uno de los pilares fundamentales para apoyar a todas aquellas instituciones

que quieren hacerse competitivas. © Latinstock.

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LoS MoTivoS y FoRMAS DEL CooPERATiviSMo EN MéxiCo

to de pertenencia a un grupo. Los eventos más comunes que pueden ser considerados como ce-remonias son las asambleas de socios y reuniones de los consejos directivos, que se celebran con la finalidad de informar sobre la gestión de la cooperativa y tomar las decisiones que regirán su vida organizacional. Es ahí donde se llevan a cabo los ritos más significativos de las coopera-tiva, pero además se incorporan otros como los reconocimientos a los fundadores, los premios a los socios y en ocasiones se reconoce la per-manencia de los directivos en labores destacadas.

El lema que por muchos años distinguió a las cajas populares: “Por un capital en manos del pueblo”, actualmente ya no es utilizado, dando paso a nuevos que involucran expresiones como “seguridad, capital, cooperativa financiera, con-fianza”, las que están más vinculadas a los nuevos retos que enfrentan las cooperativas con la apli-cación de la legislación y otras normatividades financieras.

En lo que se refiere a los emblemas, los fun-dadores concibieron un logotipo que se identifi-cara con el pueblo mexicano, el que actualmente es escasamente utilizado. No obstante, como parte de los ritos se utilizan emblemas, como la bandera nacional y la bandera de la cooperación internacional. No debe ignorarse que los prin-cipios y valores cooperativos se encuentran en el centro de la identidad cooperativa, pues su práctica debe ser perceptible en el diario actuar de sus miembros.

Con el paso del tiempo, la cultura se ha mo-dificado en las cooperativas de ahorro y présta-mo, entre otras razones por la publicación de la regulación financiera, que en su momento no fue aceptada por la totalidad de las organizacio-nes integrantes del sector. No obstante, con la publicación de la Ley de Ahorro y Crédito Po-pular se introdujo a las cooperativas un lenguaje financiero y jurídico, más acorde a los tiempos que se esperaban con la institucionalización del sector.

Hoy en día, las cooperativas de ahorro y prés-tamo han transformado su dinámica organizacio-nal, sus formas estructurales, estilos de liderazgo y, en general, sus mecanismos de gestión; todo ello no ha sido ajeno a la cultura, la que paulati-namente ha ido cambiando como consecuencia

de nuevos factores ambientales como: la regula-ción, la incorporación de nuevos actores en un mercado financiero históricamente olvidado y el enfoque netamente financiero de algunas coo-perativas. Definitivamente el sector se ha venido enfrentando a nuevos retos, pero en esta dinámi-ca de cambios, sus dirigentes no deben olvidar que las cooperativas de ahorro y préstamo fueron creadas para proporcionar financiamiento a bajo costo a los sectores desprotegidos de la sociedad y que en la base de su cultura se encuentran los principios y valores de la cooperación.

Referencias bibliográficas

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Hatch, Mary Jo, Organization Theory, Modern, Symbolic, and Postmodern Perspectives, Londres, Oxford University Press, 1997.

prácticamente es una organización de hom-bres, mientras que Amucss y Fedecoop tienen una composición mixta, aunque las mujeres han conquistando una participación mayor. Sedac y la Cooperativa ya Munts’i Béñha, en cambio, están formadas de mujeres rurales.

Si ponemos atención a las experiencias desde una perspectiva local-nacional, en un extremo encontramos a Anec, que no sólo tiene una co-bertura nacional, sino que ha establecido alian-zas con organizaciones internacionales. En el otro extremo están Sedac e idear, con fuerte incidencia microregional y con una metodolo-gía generada localmente, a partir del acierto y error. Los microbancos de Amucss también tie-nen incidencia microregional, pero se distancia de Sedac desde otro punto de vista, pues ha recibido diversas influencias internacionales en la gestión y desarrollo de su modelo.23

Asimismo, y como complemento de estas ex-periencias, en la entrevista realizada a Alfonso

23 Alfonso Castillo Sánchez Mejorada, “ii. Mapa de inci-dencia de prácticas centrado en la segunda fase del ciclo económico: Las finanzas sociales y la comerciali-zación. introducción”, en Rafael Reygadas Robles Gil y Carlos Zarco Mera (coordinadores), Finanzas sociales y Comercialización. Experiencias de desarrollo local en México, México, ceAAl, 2005.

Castillo Sánchez, de la cooperativa Cosechan-do Juntos lo Sembrado en Tequisquiapan, Querétaro, dijo:

Esta organización tiene varias fases. Legal-

mente se constituyó en 1989 como fruto del

trabajo que venía realizando la Unión de Es-

fuerzos para el Campo (Udec), que inició en

1983 y después de cinco años de trabajo

surgió nuestra cooperativa, pero en aquella

época no fue una cooperativa, sino una so-

ciedad de solidaridad social conocida como

Unión Regional de Apoyo Campesino (urAc).

Esta sociedad de solidaridad social fue la que

los socios fueron conociendo y todo mundo se

siente socio de urAc, y con motivo de la Ley

de Ahorro y Crédito Popular, urAc se transfor-

mó en una cooperativa, pero fuimos obligados

a cambiar de nombre y desde 2007 se llama

Cosechando Juntos lo Sembrado. Aunque con

este nuevo nombre tiene cinco años. En reali-

dad, la cooperativa tiene 22 años de existencia

y el trabajo de organización y educación rural y

desarrollo comunitario tiene ya 29 años […]

Se inició con diez personas y gradualmente

fue creciendo. Hoy, son 28 mil socios ubicados

en 71 comunidades rurales.

Esta sociedad sólo admite personas de las comunidades rurales. Es decir, la gente de Te-quisquiapan no participa,

xv Aniversario de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo. Defienden la agricultura campesina y construyen la soberanía alimentaria. En 2007 lanzaron una campaña: ¡Sin Maíz no hay País, sin frijol tampoco!, vigente hasta la fecha. © Anec.

Por un campo con campesinos. Es una visón de la vida en el campo mexicano, a través del punto de vista de varios campesinos y miembros de la Anec. © Anec.

Tabla 1. Sistema simbólico en las cooperativas de ahorro y préstamo

Fenómenos culturales Forma de manifestación

Ritos OracionesInicial y final con motivo de la celebración de juntas y asambleasHimnosNacionalDe las Cajas Populares

Ceremonias Asamblea general ordinariaJuntas periódicasConsejo de administraciónConsejo de vigilanciaComité de créditoReconocimientos a fundadores

Lemas Lema: Por un capital en manos del pueblo

Emblemas Logotipos:Dos pinos (símbolo internacional del cooperativismo)El indio con su alcancía (símbolo de las cajas populares en México)Banderas:De la cooperación internacionalBandera nacionalPrincipios y valores de la cooperación (preceptos que deben ser visibles para los cooperativistas)

Fuente: elaboración propia.

Jamil, I., “La cultura administrativa: una forma de comprender la administración pública en distintas culturas”, en Gestión y Política Pública, vol. VII, núm. 1, primer semestre, 1998.

Lafleur, Michael, “Desarrollo económico y coope-rativas: Un modelo de gestión alternativa”, en Reflexiones Sobre Cooperativismo, Querétaro, Uni-versidad Autónoma de Querétaro, 2005.

Lara Gómez, Graciela, “De cajas populares a coope-rativas de ahorro y préstamo: Algunas evidencias”, en Revista Estudios Agrarios, México, Procuraduría Agraria-sra, Gobierno Federal, 2010.

———, Cambio organizacional en una federación del sector financiero popular, México, Plaza y Valdés, 2011.

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Warnier, J.P., La Mundialización de la Cultura, Serie Cultura, Madrid, Gedisa, 2002.

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LoS MoTivoS y FoRMAS DEL CooPERATiviSMo EN MéxiCoUNA MiRADA AL CooPERATiviSMo y SU PARTiCiPACióN EN REDES PARA EL DESARRoLLo

aunque sean ejidatarios ni en las cabeceras municipales porque la cooperativa está orien-tada a atender a las comunidades rurales sólo del estado de Querétaro y en un radio de ac-ción que no supere los 60 kilómetros de dis-tancia de nuestra sede, porque la dinámica de organización de la cooperativa exige una fuer-te dosis de participación, así que entre más retiradas están las comunidades más difícil es el acceso a una participación activa e intensa.

Explica que la cooperativa fue el resultado de la organización campesina. Los trabajos ante-riores investigaron la región para conocer la forma de vida.

Cómo vive la gente, en qué trabaja; una es-pecie de investigación antropológica y socio-lógica para comprender la forma de vida de la gente. Se iniciaron con actividades de ca-rácter educativo como primaria y secundaria abiertas, promoción de huertos familiares o de equipos de salud, y poco a poco, después de dos años, descubrimos que la necesidad que todo mundo tiene y es la menos excluyente de todas es el ahorro. y con esta convicción empezamos a construir una organización mi-crofinanciera con base en el ahorro.24

24 Alfonso Castillo Sánchez Mejorada. Entrevista con GM Editores, Tequisquiapan, Qro., junio de 2012.

otra de las experiencias de formación de ca-pital social y desarrollo local es la que cuenta Álvaro Aguilar, de la cooperativa Tosepan Ti-tataniske, que surgió como una actividad de fomento económico institucional donde la ac-ción colectiva y los valores de participación so-cial se adoptaron a su experiencia comunitaria y se formaron cooperativas.

El origen del movimiento cooperativista en la zona (1977) fue un programa gubernamental, que terminaron porque no era la intención la cooperativa.

Explica que se solicitó al Colegio de Postgra-duados de la Universidad de Chapingo que proporcionaran asistencia técnica a los cam-pesinos para que aumentaran su producción. “Los técnicos hacían ese trabajo pero la gente no les hacía caso”, pues decían:

tú me pides que aumente la producción y hay que invertir dinero, no lo tengo; pero además cuando hay mucha cosecha los coyotes me pagan barato. Si tú me pides que aumente la producción es como ponerme la soga al cuello.

Así, informa que los técnicos contestaron:

cambiemos de estrategia, ¿qué quieren que hagamos juntos para ayudarles? A nosotros nos paga un programa de gobierno para ayu-darles, no les interesa lo que nosotros deci-mos, dígannos.

y la gente dijo: “necesitamos que la azúcar la consigamos más barata porque nosotros to-mamos diario café y la azúcar está muy cara”.

Álvaro Aguilar indica que ésa fue la situa-ción que originó el cooperativismo.

Los técnicos dijeron órale, “vamos entrándole juntos, pero no hay dinero, hay que traer azúcar de Zacapoaxtla para acá”. Cada quien cooperó con 20, 30 o 50 pesos para traer varios bultos y les saliera más barato. y se empezaron a de-cir cooperativistas, porque cooperaron, nadie sabía de cooperativismo ni los técnicos ni los iniciadores de la cooperativa. Fue algo impen-sado. La intención del programa, de dar asis-tencia técnica para aumentar la producción, se tuvo que hacer a un lado.

La razón por la que el gobierno pidió el apoyo de los técnicos fue al notar que en la región había brotes de violencia, invasiones de tierra,

inconformidades, porque muchos terrenos se estaban convirtiendo en potreros, y la gente no tenía donde sembrar.

Empezó a haber movilizaciones inquietas y la gente a decir: “si esos terrenos eran de mis abuelos y éste me los quitó porque no le pago el préstamo, o me lo rentaba y ahora me dice que ya no puedo, porque empezó a meter ga-nado” […] la gente estaba tentada a invadir terrenos.

El gobierno intervino y dijo:

cuidado, porque hay un foco rojo ahí, entonces mandamos un programa técnico y recursos para invertir en la zona. Tienen terrenos que produzcan, y entonces ahí van los técnicos […]con esa intención llegó el programa aquí, bajo la encomienda de lo que hoy es Sagarpa, pero ésta se lo pidió al Colegio de Postgraduados. yo llegué contratado por el Colegio de Post-graduados.

De esta manera, explica que ellos decidieron la semilla de la organización campesina que está en todas partes. “La cuestión es encon-trar qué es lo que va a prender esa mecha”. y dice que en este lugar se originó a partir de un programa gubernamental que no promovía el cooperativismo, sino el aumento de la produc-

ción de café y piña, pero a los productores les interesaba el azúcar más barata. Durante tres años los técnicos insistieron y la gente no los aceptaba.

En el momento en que dicen: “díganos que quieren y lo hacemos juntos”, prendió esto. Empezaron tres pueblos, luego 12 y al año si-guiente eran 27. Después dijeron, “además de la azúcar va a ser esto y esto” y así empezaron a surgir más cooperativas.25

los vAlores y principios cooperAtivistAs en lA legislAción mexicAnA

Los cooperativistas entrevistados destacan el apoyo mutuo como uno de los valores más importantes, así como el vínculo estrecho con las raíces y costumbres indígenas. y, también, explican cómo es que, particularmente, en el medio rural, la organización cooperativa nace muchas veces y se articula después con el apoyo de la comunidad y el desarrollo local. Entre los principios importantes que mencio-naron fue el de libre adhesión.

25 Entrevista con GM Editores, julio de 2012.

Y se empezaron a decir cooperativistas, porque cooperaron, nadie sabía de cooperativismo ni los técnicos ni los iniciadores de la cooperativa. Fue algo impensadoÁlvaro Aguilar

Entrevista a Alfonso Castillo Sánchez, director general de Cosechando Juntos lo Sembrado. © cjs.

Arriba: Actividades recreativas para reafimar los principios cooperativos entre los miembros de Cosechando Juntos lo Sembrado. © cjs.

Fachada del beneficio cafetalero de la Cooperativa Tosepan Titataniske en Cuetzalan, Puebla. © Christa Cowrie.

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LoS MoTivoS y FoRMAS DEL CooPERATiviSMo EN MéxiCoUNA MiRADA AL CooPERATiviSMo y SU PARTiCiPACióN EN REDES PARA EL DESARRoLLo

Sin embargo, los demás valores y principios también son importantes y la mayoría de las veces actúan en conjunto. Así, nos dice don Florencio Eguía villaseñor:

La filosofía del cooperativismo nos ha desa-rrollado, si nos desarrollaba cuando no tenía-mos ley, existíamos cuando no teníamos ley; va a usted a ver cómo fue desarrollándose el movimiento cooperativo, por lo menos los primeros 30, 40 años. La filosofía coope-rativa sí nos ha movido mucho. La filosofía cooperativa, la doctrina cooperativa, no la ley cooperativa, ésa es otra cosa muy aparte. La ley de cooperativas, para algunas personas, es lo más importante, para nosotros no; lo más importante es la doctrina cooperativa, la esencia cooperativa. Eso es lo que nos ha servido, por tanto, ¿cuál principio del coope-rativismo en concreto? Pues la adhesión vo-luntaria abierta.26

Al respecto, José Manuel Cruz Contreras, de Caja Popular Cerano, dice:

Pues creo que hablar de los principios coope-rativos es un tema complejo. En realidad todos los principios son muy importantes, no quisiera

26 Entrevista con GM Editores, julio de 2012.

Lo más importante es la doctrina cooperativa, la esencia cooperativa

Florencio Eguía Villaseñor

larmente los administradores y consejeros, entendiéramos que la cooperativa tenía que generar excedentes, porque antes era un pe-cado, se decía que si es una institución sin fi-nes de lucro, por qué iba a generar utilidades, todo lo que entraba salía, y cuando veíamos que teníamos excedentes, ya bajábamos las tasas de interés de los socios o subíamos la tasa de interés de los ahorros para no salir con excedentes, porque al final no era bien visto, se pensaba que traicionabas a tu esen-cia, así que después, ese fue otro aprendizaje a raíz de la regulación, cuando ya se mide el rendimiento de tus activos y que tu excedente ya juega en otros indicadores para ver qué tan fuerte estás.

Continúa diciendo que eso fue un reto, “cuan-do se generaron resultados, vimos que lo que teníamos que hacer era repartírnoslos” y expli-ca que la ley lo consideraba, pero debido a que las cajas son masivas,

el número se ve muy bonito junto, pero cuando lo divides entre miles de socios se convierte en un poquito, así que hubo que hacer también un trabajo educativo para sensibilizar a la gente y ver cómo se canalizaba.29

29 Entrevista con GM Editores, julio de 2012.

darle un peso mayor a uno, porque en reali-dad si nos vamos a la conceptualización de los principios, cada uno tiene su razón de ser, y si me preguntas cuál, yo diría, vamos partien-do del primero que es la adhesión voluntaria y abierta.27

A su vez, Álvaro Aguilar, de la cooperativa To-sepan Tomin, informa:

Todos los principios del cooperativismo nos han permitido darle fuerza a la organización. El de libre adhesión se ha estado trabajando desde antes que fuera cooperativa y permane-ce, quien ingresa se puede salir en cualquier momento. Nuestras salidas de socios es mí-nima, no llega al uno por ciento cada año los que se retiran, pero está abierto ese principio y se practica.28

Respecto de los principios o valores coopera-tivistas más difíciles de comprender o aplicar, María Sanjuanita Garza Benítez, de la Caja San Nicolás Cooperativa Financiera, indica:

El reparto de excedentes, primero porque fue todo un reto lograr que los socios, y particu-

27 Entrevista con GM Editores, julio de 2012.28 Entrevista con GM Editores, julio de 2012.

Álvaro Aguilar, de la cooperativa Tosepan To-min, ante la misma situación, coincide sobre las dificultades de este principio:

A lo mejor el principio que habla de la redistri-bución de los excedentes. Se menciona que cada socio tiene derecho a recibir de acuer-do a su aportación en trabajos y tiempos a la organización. Pero nosotros no consideramos ese aspecto, porque para la Tosepantomin to-dos los socios son iguales, tienen los mismos derechos y obligaciones y no se lleva una con-tabilidad de qué tanto participan unos y otros.

informa que respecto de la distribución de los excedentes, lo realizan en forma comunitaria.

No repartimos excedentes socio por socio, sino que una parte de los excedentes se des-tinan a obras sociales y se entregan a cada comunidad para que los socios decidan qué hacer con sus recursos.30

Sin embargo, el profesor Florencio Eguía vi-llaseñor dice:

¿A nosotros cuál principio del cooperativismo es el que más trabajo nos ha costado? El de

30 Entrevista con GM Editores, julio de 2012.

Panorámica del centro de Cuetzalan durante el ritual del volador. © Christa Cowrie.

Miembros de la Cooperativa Tosepán caminando por la terrenos abruptos de Cuetzalan, Puebla. © Christa Cowrie.

Asamblea de miembros de la Caja Popular Cerano. © cpc.

Primeras asambleas de socios de la Caja San Nicolás. © csn.

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Celebrar el Año Internacional de las Coopera-tivas 2012 únicamente con eventos plagados de pirotecnia verbal, autocomplacencia y anécdo-tas personales no es malo, pero sí resultará un ejercicio estéril para “construir un mundo me-jor”. Sería más productivo sistematizar el método autocrítico que, aunque resulte doloroso o hiera susceptibilidades, nos encaminaría a la detec-ción de nuestras debilidades, fortalezas y opor-tunidades de desarrollo. A partir del diagnóstico objetivo y conciencia plena de la realidad, pode-mos definir y desplegar estrategias eficaces que posibiliten mayor impacto económico y social del cooperativismo en México.

En esa tesitura, debemos reconocer que el siste-ma cooperativo, en general, no se ha desarrollado satisfactoriamente en México. Por ello, su impac-to en el producto interno bruto o en la generación de empleos es muy discreto, en comparación con otros países latinoamericanos y europeos.

¿Cuáles son las causas del débil impacto del cooperativismo en la economía del país? Se pueden destacar, entre otras, el paternalismo gubernamental al que fue sometido con una legislación que prevaleció intacta durante 58 años (1938-1994) y un sistema político en el que predominaba el control corporativista de las organizaciones integrantes del sector social de la economía. Aúnese a lo anterior, la degeneración que ha tenido el término cooperativa, utilizado discrecionalmente por particulares en presun-tas cooperativas que operan dentro de escuelas o empresas, sin dejar de denunciar las que son simples simulaciones jurídicas.

El sector cooperativo de ahorro y préstamo – representado por el movimiento histórico de las cajas populares, y sobre el que vamos a cen-trar nuestro ensayo– nos da pauta para ser más optimistas, porque ha crecido ostensiblemente en los últimos 30 años, tanto en activos, pene-tración en el mercado de servicios financieros y cultura empresarial.

Podemos deducir que este impulso del sector cooperativo financiero es producto del aprendiza-je intensivo al que ha sido sometido por tres fac-tores condicionantes de su cultura organizacional:

1. La autosuficiencia financiera con la que, en general, tradicionalmente ha opera-do. Salvo excepciones, no se mantiene del subsidio gubernamental o del finan-ciamiento bancario, que suele derivar en dependencia económica y debilita la au-tonomía cooperativa.

Cooperativismo y cultura organizacionalJosé Ernesto Guzmán Gómez*

ciales. Además, deberá adaptar sus prácticas al marco legal y regulatorio, así como ser sensi-ble a las señales del entorno, particularmente las que emiten los competidores directos. Con todo ese conocimiento, se definen estrategias y políticas que regirán a la cooperativa, pero como las mismas no son estáticas, generalmente se re-troalimentan con la participación activa de los liderazgos que generan sinergia.

¿La cultura organizacional de una empresa está condicionada por la cultura predominante en el país? Es obvio que sí, pudiéndose transcul-turizar usos y costumbres de la empresa familiar (como el nepotismo) o el individualismo ances-tral del mexicano (manifestado en la incapaci-dad para trabajar en equipo o el rechazo a una fusión). En este último caso –y particularmente en algunas regiones– a veces pareciera que “ahí donde se reúnen dos cooperativistas, hay tres formas distintas de pensar”.

FuncionesLa cultura organizacional desarrolla funciones es-tratégicas al exterior de las empresas cooperativas ya que, como lo hemos enfatizado, deben afron-tar una fuerte competencia y fortalecer sus atrac-tivos competitivos si aspira a seguir creciendo.

De igual modo, la cultura organizacional in-cide significativamente al interior de la coopera-tiva financiera. Eso se puede demostrar con un solo caso: a medida que la empresa cooperativa crece, se contratan más empleados, los tramos de control se vuelven más extensos, los niveles jerárquicos aumentan, se conforman equipos de trabajo interdisciplinarios y se facultan o delegan atribuciones a los colaboradores. La compren-sión e implantación de una cultura organizacio-nal se vuelve una necesidad, ya que les da a los consejeros, gerentes y empleados los significados compartidos (cultura dominante) que garanti-zan que todos se orienten en la misma dirección.

La cultura organizacional tiene seis funciones trascendentes:

1. Creadora de identidad organizacional. La cooperativa se distingue de los demás agentes participantes en el mercado fi-nanciero.

2. Motivadora de una visión institucional. La cooperativa establece objetivos y estrate-gias de acción que la impulsan a su trans-cendencia.

3. Productora de sinergias. La cooperativa in-tegra y orienta hacia una visión unívoca a consejeros, empleados, departamentos y sucursales. Los intereses particulares se someten al interés general. Al existir una

alineación de intereses y compromisos (en la cual todos estarán enfocados) se propicia una sinergia que derivará en ma-yor valor agregado y productividad.

4. Inspiradora de normas, estrategias y deci-siones. La cooperativa tiene respuestas proactivas y eficaces ante las señales del entorno, ya sean regulatorias, competi-tivas o socioeconómicas. Sus respuestas también son rápidas y efectivas si se de-tecta mala gestión, conflicto interno o no observancia de la propia cultura organi-zacional.

5. Reguladora del comportamiento humano. La cooperativa cuenta con consejeros, gerentes y empleados que conocen, res-petan y practican permanentemente los elementos de la cultura organizacional. Incide en su comportamiento, actitudes, posturas, desempeño profesional y deci-siones.

6. Generadora de resultados de gestión. La cooperativa logra sinergias y compor-tamientos que repercuten en resultados positivos de gestión empresarial, gober-nabilidad, calidad del servicio e imagen pública, así como en la fidelización de sus asociados.

Teoría, práctica e imagenLa cultura organizacional es teoría y se puede decir que es la ideología la que mueve a una or-ganización. Es ideología vital, porque inspira la decisión e impulsa a la acción. Comienza con conceptos pero debe concluir en resultados. Pro-yecta al cooperativismo, pero traducido en ser-vicios de calidad, soluciones económicas y obras sociales que implican pragmatismo y aspiracio-nes de trascendencia.

Según la teoría clásica, la imagen corporativa tiene dos dimensiones: visual y cultural. Ambas deben tener plena empatía, porque detrás de una marca, un logotipo o una campaña de posicio-namiento de imagen deben estar las evidencias de que se practican los principios y valores que le confieren identidad. Esa congruencia es clave para el éxito o fracaso de una organización. Del sector cooperativo financiero pongamos dos ejemplos de incongruencia entre ambas dimensiones:

1. De nada servirán las campañas publicita-rias para el posicionamiento de imagen de una cooperativa si su gestión proyecta in-eficiencia e inseguridad financiera por la falta de liquidez, lo cual la orilla a negar retiros de ahorros o la entrega oportuna de préstamos.

¿Qué es y para qué sirve la cultura organizacional?

DefiniciónLa cultura es la manera tradicional de hacer las cosas en una sociedad. Se manifiesta en las creencias, hábitos, valores, actitudes, tradiciones y formas de convivencia entre los miembros de una sociedad.

Por lo tanto, definimos la cultura organizacio-nal como: el conjunto de creencias, expectativas, valores y principios fundamentales que compar-ten los miembros de una organización. Esta base ideológica produce normas de conducta que in-ciden poderosamente en el ser y hacer de los individuos de la organización y la diferencian de otras.

En todas las organizaciones cohabitan un sin-número de subculturas. Sin embargo, lo impor-tante es que la cultura institucional prevalezca sobre aquéllas. Por lo tanto, el liderazgo juega un papel fundamental para implantar y vivificar la cultura pretendida pues, si el liderazgo es débil, prevalecerá un ambiente de anarquía y vendrá el declive de la empresa cooperativa.

FuentesLa cultura organizacional de una cooperativa va adquiriendo forma y fondo con varios ele-mentos. Inicia con los ideales de los fundado-res de la organización, los cuales, obviamente, se fundamentan en los principios y valores del cooperativismo o en modelos exitosos referen-

2. El ingreso de agresivos competidores a su mercado natural, que hace 15 o 20 años se consideraba infranqueable.

3. Las crisis sistémicas que ha padecido por simuladores y personas de buena fe, pero incapaces para administrar recursos ajenos. Sin menoscabo de su naturaleza distinta, tanto perversos como nobles han provocado el mismo daño: defraudar a quienes les confían su dinero.

En este último caso, se han gastado grandes do-sis de energía institucional en el propósito de diferenciar las cooperativas buenas de las malas. El ejercicio de diferenciación ha valido la pena, aunque está inconcluso. La regularización plena del sector representará un enorme valor agrega-do en ese propósito.

Sin embargo, aún falta mucho por avanzar. Pese a su crecimiento y a que se ha venido consolidan-do una cultura organizacional más empresarial, el sector cooperativo financiero refleja un panora-ma policromo, es decir, de matices variados. Las condiciones financieras, operativas, tecnológicas y competitivas entre las cooperativas financieras son muy desiguales, lo cual manifiesta que la cultura organizacional subyacente también es distinta en-tre los distintos segmentos que lo conforman.

Por lo anterior, pretendemos concientizar so-bre el poder de la cultura organizacional, ya que es el factor clave de diferenciación de las empre-sas, causa de su éxito o fracaso y fuente de inspi-ración estratégica de sus dirigentes.

2. De nada servirán los llamados que una federación realice a sus cooperativas afi-liadas para exigir buena gestión gerencial, gobierno eficaz y servicio de calidad para el asociado, cuando ella misma (la federa-ción) carece de esas virtudes y del lideraz-go para adquirirlas.

Además, la incidencia de la cultura organiza-cional es significativa para regular las percepcio-nes que tengan los usuarios de sus servicios y la clientela potencial. Algunos creen que la inefi-ciencia o la violación a normas éticas y jurídicas no trascienden las paredes de la organización, pero se ha demostrado, una y otra vez, que los propios asociados castigan la desatención a los valores que son consustanciales a la cultura or-ganizacional de las cooperativas. Y si ellos no lo hacen, lo harán los socios potenciales, negándo-se a adherirse o buscando otra alternativa más confiable.

Esa relación entre teoría y práctica de la cul-tura organizacional con la imagen pública de la cooperativa se ilustra gráficamente:

Componentes de la cultura organizacional

Identidad cooperativa y cultura organizacionalPara definir la cultura organizacional de una cooperativa auténtica se cuenta con la Declara-ción de Identidad Cooperativa instaurada por la aci en 1995. Es una valiosa base de referen-cia que debe imbricarse y complementarse con usos, costumbres, normas jurídicas y principios éticos particulares de la actividad económica que desarrolla cada empresa cooperativa, así como considerar su problemática y aspiraciones par-ticulares.

Podemos concluir que la Declaración de Identidad Cooperativa, conformada por una definición universal de cooperativa, siete prin-cipios y diez valores institucionales y personales,

Cultura organizacional

Ideal de los fundadores

Estrategias y políticas organizacionales

Legislación y regularización

Señales del entorno y competencia

Innovación de liderazgos sinergéticos

Fuentes de la cultura organizacional

Cultura

Imagen y reputación

Teoría (conceptos)

Práctica (acciones y resultados)

* Ex Director de Estrategia Corporativa en Unisap.

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representa el núcleo de la cultura organizacio-nal, con la condición de que no se le considere doctrina cooperativa, porque no es dogma, sino fuente de estrategias, acciones y resultados.

Componentes de la cultura organizacionalLos componentes de la cultura organizacional son fundamentalmente cuatro, los cuales se muestran gráficamente:

Cada uno de estos componentes se define en forma enunciativa:

Misión. Razón de ser de la empresa; descripción de la actividad económica y el ámbito de ac-ción en el cual se desarrolla.

Visión. Aspiración de los dirigentes de la empre-sa. Meta fundamental a la cual se pretende conducirla.

Valores. Propiedades de las personas o cosas. Un valor es captado como un bien, ya que se le identifica con lo bueno, con lo perfecto, con un modelo de referencia; en pocas palabras: con lo valioso. Líneas abajo extendemos el comentario sobre valores.

Principios organizacionales. Son definiciones gené-ricas sobre el enfoque y orientación que tendrá la cooperativa, los cuales regirán sus estrategias y decisiones fundamentales. Con base en con-ceptos clave se pueden desarrollar principios organizacionales muy poderosos. Ejemplos de conceptos clave son los siguientes:

Formación de personas (consejeros, em-pleados y socios)

Éxito empresarial (gestión y gobernabi-lidad).

Seguridad financiera (supresión del ries-go sistémico).

Trascendencia competitiva (en beneficio del socio).

Obra social (impacto en la comunidad).Protocolos o rituales. Son secuencias repetitivas de

actividades que expresan y refuerzan los valo-res centrales de la organización. Ejemplos de protocolos son:

Oraciones a Dios al inicio de cada junta y asamblea.

Mensaje mensual de formación humana y difusión de la cultura organizacio-nal.

Evento de reconocimiento público del consejero y empleado del año.

Conmemoración del día de las coopera-tivas de ahorro y crédito.

La fuerza de los valoresLos valores son parte fundamental de la cultu-ra organizacional, ya que son faros que guían el desempeño de las personas que participan en la empresa cooperativa. Sin embargo, es quizá la memos valorada (valga la redundan-cia), quizá porque no tenemos la disciplina del autoanálisis sobre nuestros actos o porque quienes tienen el deber de justipreciar los com-portamientos humanos en relación a normas éticas universales (en nuestro caso, los consejos de vigilancia) prefieren centrarse en la frialdad del dato duro o en la consigna de “llevemos la fiesta en paz”.

Como lo señalamos, un valor es captado como un bien. En sentido contrario, el mal es la carencia o la ausencia de bien. Se llama mal al vacío de bien, es decir, a lo que no existe. Por ejemplo, un gerente o funcionario que falsea in-formación o la distorsiona para ocultar su des-empeño deficiente tiene ausencia de los valores denominados honestidad y transparencia; carece de un bien representado en un valor de carácter universal.

Si los valores se definen conceptual y prác-ticamente, si se promueve y verifica su cumpli-miento, pueden tener una fuerza enorme en los resultados de gestión, en el servicio al asociado y en el desarrollo integral de la cooperativa.

Manual de cultura organizacionalEs necesario que exista un manual de cultura organizacional específico para cada cooperativa financiera y organismo de integración. En pro-curación de una mayor homologación cultural del sector sería conveniente contar con modelos genéricos de dichos manuales.

Sin embargo, al igual que las poéticas decla-raciones de misión que cuelgan en las paredes, la lista de normas éticas que engalanan las salas de juntas y los planes estratégicos de ensueño, el manual de cultura organizacional es estéril por sí mismo. Darle vida y utilidad es respon-sabilidad de las personas que dirigen la coo-perativa mediante un programa de difusión, implantación, mantenimiento y evaluación de cumplimiento.

los coordinadores parlamentarios para conspirar en contra de un sector financiero que reditúa una buena captación de impuestos y permite pa-liar rezagos sociales.

Tampoco el subsidio gubernamental perma-nente representa un mecanismo efectivo de desa-rrollo cooperativo. Al contrario: en algunos casos ha corrompido dirigentes, menoscabado la auto-nomía financiera de la cooperativa, desalentado la captación del ahorro popular, porque se prefiere la dádiva de fácil obtención y ha sido factor para socavar a las federaciones porque “esas no regalan dinero y, al contrario, nos cuestan”.

El paradigma más peligrosoEl socio deposita su confianza en la cooperativa, y detrás de la confianza va el aporte de recursos económicos que obtuvo con mucho esfuerzo. Por lo tanto, la eficacia con la que se manejen los mismos debería ser mayor que en las institucio-nes bancarias, donde el riesgo lo asumen sus ac-cionistas, sin menoscabo de uno que otro rescate gubernamental con recursos del erario.

Por lo anterior, el paradigma más peligroso que puede regir una cooperativa es que en ella se permite la impunidad. En ese caso, se toleran in-versiones ruinosas, proyectos fallidos, decisiones irresponsables y minusvalía institucional. Se jus-tifican malos resultados de gestión y se transfie-ren culpas a la ley, la regulación o la federación.

Este ominoso paradigma debe arrancarse de raíz con el imperio de los valores de honestidad, transparencia y responsabilidad social, así como con la vigencia de una cultura organizacional sólida y funcional que fortalezca –aún más– el carácter empresarial de nuestro sector.

Hacia nuevos paradigmasSi incorporamos a nuestra cultura organizacional nuevos paradigmas o institucionalizamos los que han demostrado su eficacia, podemos aspirar a un sector más confiable, integrado y competiti-vo. Con el riesgo de incurrir en generalizaciones, a continuación vamos a exponer algunos para-digmas que requieren ser cambiados, mismos que serán presentados en forma enunciativa.

Mitos y paragimas que condicionan

En el movimiento de cajas populares de nuestro país, se fueron forjando diferentes mitos. Prime-ro surgieron como ocurrencia o como hipótesis científica. Después suelen convertirse en paradig-mas o dogmas de fe, mismos que van ocultando la realidad o la deforman de tal manera que el mito se convierte en verdad incontrovertible. Fi-nalmente, condicionan la cultura organizacional y, por consecuencia, las estrategias, decisiones y acciones de los dirigentes.

Además, en los diversos segmentos que con-forman el sector cooperativo financiero se pue-den apreciar rituales y paradigmas históricos. Algunos de ellos son valiosos y funcionalmente útiles, pero otros son como fardos ideológicos que nos estorban e influyen negativamente en el desempeño personal e institucional.

Quienes hemos sobrevivido (aunque sea de milagro) en ese sector quizá recordemos algunos mitos que en algunos ámbitos sectoriales aún perduran. Citamos algunos:

1. “La caja popular no es una empresa, sino una asociación de personas”.

2. “Las cooperativas auténticas no quiebran, solamente las seudocajas”.

3. “Nunca podrá llegar la competencia, y menos los bancos, a la población que atendemos”.

4. “La cooperativa de ahorro y préstamo no es intermediario financiero”.

5. “La rentabilidad, los requerimientos de capitalización y en general las normas prudenciales son imposiciones neolibe-rales”.

6. “Los estándares de eficiencia son diferen-tes en la cooperativa”.

7. “Es mejor malo por conocido que bueno por conocer” (a propósito de los directo-res o gerentes con resultados negativos).

8. “Nuestra función sigue siendo apegada al voluntariado” (aunque en algunos casos los consejeros ganan más que el emplea-do promedio o un funcionario).

9. “En la regulación se observa la intención del gobierno de acabar con las cajas po-pulares”.

10. “Si tuviéramos apoyos gubernamentales, seríamos más competitivos que los ban-cos”.

Algunos de esos mitos resultan muy imagina-tivos, por ejemplo, el penúltimo. No es creíble que en la sección exclusiva de un bar de lujo se reúnan altos funcionarios del gobierno federal y

¿Cuáles paradigmas negativos conoce? ¿Cómo los vamos a cambiar por paradigmas positivos?

Conclusión

Metamorfosis, una célebre novela de Franz Kafka, inicia con una descripción impactante: el perso-naje central (Gregorio Samsa) “se halló sobre su cama convertido en un repugnante bicho”. Así nomás, de la noche a la mañana. Obviamente, este tipo de cambios tan radicales son atípicos en la naturaleza humana, con la excepción del tránsito de la vida a la muerte que puede ocurrir en un suspiro.

Las mutaciones radicales son aún menos fre-cuentes en las organizaciones, e incluso pueden evitar su propia muerte. Por lo tanto, el éxito o el fracaso se forjan en periodos que varían según la capacidad de sus dirigentes para tomar decisio-nes y dependiendo de la problemática específica que afrontan.

Paradigma tradicional Nuevo paradigma

Cooperativismo como doctrina y basado en hechos del pasado

Cooperativismo como acción que genera resultados y orientado hacia el futuro

Asambleas masivas, anárquicas y para el tratamiento de asuntos particulares

Asambleas con representantes informados, ordenadas e institucionalmente productivas

Consejeros improvisados, pero voluntariosos Consejeros con vocación de servicio y seleccionados por sus competencias directivas

Juntas del consejo de administración dos veces por semana para cobrar compensaciones

Juntas una o dos veces al mes debidamente planeadas y enfocadas en facultades estatutarias

Gestión gerencial basada en caer bien y dócil ante el consejo de administración

Gestión gerencial basada en el liderazgo que genera resultados y servicios de calidad

Ocupación de cargo sin carga (por estatus y obtención de beneficios inherentes)

Ocupación del cargo por vocación de servicio y sentido de responsabilidad

Realización de inversiones sin relación costo-beneficio ni importar posibles pérdidas

Realización de inversiones pensando que estamos arriesgando nuestro propio dinero

Otorgamiento de crédito con base en el conocimiento personal y necesidad del socio

Otorgamiento con base en la capacidad de pago y la consulta de antecedentes crediticios

Cultura organizacional

Misióny visión Valores

Principios organizacionales

Protocolos o rituales

Así sucede con la cultura organizacional: no se consolida ni se corrompe de un día para otro. De ahí la importancia de tener un seguimiento constante y sistemático para verificar su vigencia y evaluar su observancia. Por eso, deseamos que los reflectores se enfoquen en esta temática, que es igual de prioritaria que los asuntos económi-cos, operativos y competitivos.

Promover y consolidar una cultura organiza-cional es una labor ardua que se acerca la heroi-cidad; por eso es la función primordial de los líderes. Hablamos de personas de carne y hueso, de dirigentes comprometidos con un ideal, de quienes practican diariamente los valores coope-rativos de honestidad y responsabilidad social, de quienes saben a dónde se dirigen sus pasos y conocen el camino. No se solazan en el yo ni defienden los intereses particulares, sino que se proyectan en el nosotros, tienen una visión holís-tica del sector y luchan por el interés colectivo.

Por fortuna, en el sector cooperativo financiero contamos con muchos líderes-héroes como éstos.

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LoS MoTivoS y FoRMAS DEL CooPERATiviSMo EN MéxiCoUNA MiRADA AL CooPERATiviSMo y SU PARTiCiPACióN EN REDES PARA EL DESARRoLLo

A propósito del tema, la Ley General de So-ciedades Cooperativas de 1994 y que está en proceso de reformas durante la transición de la Lxi a la Lxii legislatura, especifica:

El artículo 6 de la Ley General de Socieda-des Cooperativas:

i. Libertad de asociación y retiro voluntario de los socios;

ii. Administración democrática;iii. Limitación de intereses a algunas aporta-

ciones de los socios si así se pactara;iv. Distribución de los rendimientos en pro-

porción a la participación de los socios;v. Fomento de la educación cooperativa y de

la educación en la economía solidaria;vi. Participación en la integración cooperati-

va;vii. Respeto al derecho individual de los so-

cios de pertenecer a cualquier partido po-lítico o asociación religiosa, y

viii. Promoción de la cultura ecológica

Según el artículo 49 de esta ley, en las coope-rativas, el capital se integrará con las aporta-ciones de los socios, los rendimientos que la asamblea general acuerde y se destinen para incrementarlo y, lo que se establece en el ar-tículo 63, sobre la posibilidad de emitir certifi-

A partir de que las cooperativas y filiales se han desarrollado y expandido, su manejo se ha vuelto complejo

cados de aportación para capital de riesgo por tiempo determinado.

El artículo 25 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos indica que la cooperativa es una organización del sector so-cial de la economía:

Pertenezcan mayoritaria o exclusivamente a los trabajadores y, en general, de todas las for-mas de organización social para la producción, distribución y consumo de bienes y servicios socialmente necesarios.

En estas ideas se enfatizan dos caracterís-ticas: el control mediante la propiedad que recae en los trabajadores o socios y el pro-pósito de orientación social. Situación que las

la integración. No que no lo entendamos, sino que la propia ley nos dificulta la situación; la ley no obliga lo que dice el sexto principio: “coope-ración intercooperativa”.31

Mientras tanto Antonio Salazar, de Caja inma-culada, explica: “ése, el de la integración, en la misma cooperativa y con otras cooperativas”.32

Se puede afirmar, después de leer la in-formación y las entrevistas realizadas, que los principios y valores están en juego fren-te a los cambios económicos y el tamaño de las organizaciones, son la base de formación y la preocupación del cooperativismo mexi-cano. Estos desafíos fueron enfrentados por las grandes cooperativas de producción, como el de la cooperativa Cruz Azul, la federación y confederaciones de cooperativas pesqueras, la cooperativa Pascual, y, también, las coope-rativas y federaciones cooperativas de ahorro y préstamos a la hora de crecer, competir e in-volucrarse en la discusión del marco legislativo y de las instituciones, políticas y programas de fomento.

31 Entrevista con GM Editores, julio de 2012.32 Entrevista con GM Editores, julio de 2012.

diferencia de las organizaciones del sector pri-vado, donde la propiedad y la proporción de capital de cada socio les permite controlarlas.

A partir de que las cooperativas y filiales se han desarrollado y expandido, su manejo se ha vuelto complejo. Frecuentemente existen conflictos entre los socios o las partes que la integran, en la creación de estatutos, los fun-damentos y tradiciones. Además, han tenido que adaptarse a nuevos entornos, legislacio-nes y mercados que, en un principio, les per-mitió crecer. La especialización necesaria y los conflictos han modificado la estructura jerár-quica y de control disminuyendo la preeminen-cia de la asamblea general de los socios sobre otros organismos de operación que buscan independizarse y maximizar su poder.

Caja inmaculada es la primera caja que fue autorizada para operar como cooperativa de ahorro y préstamo en México. © L@Red de la Gente®.

Los principios y valores de la cooperativa están en juego frente a los cambios económicos, no obstante, la cooperativa Pascual es uno de los casos que ha sorteado los obstáculos y ha prevalecido a lo largo del tiempo. Planta de producción de la Cooperativa de Trabajadores Pascual. © sctp.

La cooperativa es una organización del sector social de la economía que pertenece a los trabajadores. Reunión de la principales dirigentes cooperativistas de México. © sctp.