Copello, Fernando - La Interlocución en Prólogos de Libros de Relatos

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Prólogos

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  • CRITICN, 81-82, 2001, pp. 353-367.

    La interlocucin en prlogosde libros de relatos

    (1613-1624)

    Fernando CopelloUniversidad de Tours

    El prlogo del Siglo de Oro espaol ha sido estudiado en el siglo xx por una serie decrticos. Desde los trabajos pioneros de Alberto Porqueras Mayo hasta los ms recientesde Anne Cayuela, el prlogo como gnero literario no deja de sorprender e intrigar1.Me propongo mirar hoy ms detalladamente los aspectos conversacionales del prefacio.Estos participan de propsitos didcticos el prlogo es un gnero argumentativo,pero no dejan de incluir finalidades literarias2.

    El corpus que he seleccionado es bastante amplio aunque se limite a obraspublicadas entre 1613 y 1624. Se trata de colecciones de relatos breves, relatos en losque lo ficticio aparece con claridad. Sin embargo, no me he dedicado a delimitaraspectos genricos por una razn muy simple: algunas colecciones de relatos incluyenun material muy heterogneo que va del aplogo espico a la novela a la italiana, delrelato picaresco a la mininovela de aventuras3. El ao 1613 es un momentoparticularmente significativo porque en l se publican las Novelas ejemplares deCervantes que van a convertirse en una especie de modelo espaol de lo que es una

    1 Cito los trabajos de conjunto que me parecen fundamentales: Porqueras Mayo, 1957, 1965 y 1968;Laurenti, 1971 y 1992; Cayuela, 1996. En este ltimo libro puede consultarse la rica bibliografa. No quierodejar de mencionar, por un lado la intuicin enriquecedora de Ameza y Mayo sobre lo que seran losestudios sobre el prlogo en su estudio de 1951 y, por otra parte, el libro que nutre gran parte de la reflexinactual sobre el tema: Genette, 1987.

    2 Me inspiro en el estudio de Vian, 1992 y 1988b.

    3 Trabajo sobre estos temas en mi tesis, 1990.

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    coleccin de relatos. En ese mismo ao aparece tambin el Fabulario de Sebastin Mey,libro heterogneo que incluye un tipo de relato breve que en muchos casos es unafbula espica y novelas de tipo italiano, como si la obra de este valencianodespidiera una modalidad narrativa y abriera el paso a otra. Tiempo de cambios esteao de 1613 en el que tanto Mey como Cervantes dan la espalda al modeloboccacciano y nos presentan colecciones de relatos no enmarcados4. En cuanto al ao1624, en el que se publican en una obra miscelnea tres novelitas de Lope de Vegafrancamente pardicas, pienso que es el momento que cierra una serie de bsquedasliterarias en torno a un relato breve de tipo espaol5.

    En este perodo de once aos aparecen varias colecciones de relatos ms o menosapegadas al modelo cervantino o boccacciano o volcadas hacia otro tipo de bsquedas,lo que permite intuir que haba un rico debate en torno a lo que iba a acabar por ser lanovela corta. En las pginas preliminares de estas colecciones encontramos siempreun texto de presentacin que suele llamarse prlogo o proemio. La situacin particularde las novelitas de Lope de Vega nos llevar a tomar en cuenta una excepcin, ya queno existe un prlogo especfico para estos relatos. Las poesas laudatorias queencabezan algunos de nuestros libros cumplen a veces con funciones semejantes a lasdel prlogo, pero hoy no las tomaremos en cuenta.

    Al mencionar las obras que forman parte de nuestro corpus, las ir ordenando segnel emisor que se presenta como autor del prlogo6. En la mayor parte de los casosaunque la mencin no sea explcita el emisor del prlogo es el autor de la obra o larepresentacin de ste7. Tal es el caso del Prlogo del Fabulario de Sebastin Mey(1613), del Al Lector de Diego Rosel y Fuenllana en su Parte Primera de variasaplicaciones y Transformaciones (1613), del Prlogo al lector de Miguel deCervantes en sus Novelas ejemplares (1613), de la Epstola al Lector de Ambrosio deSalazar en sus Clavelinas de recreacin (1614), del Au Lecteur Salut del mismo autoren su Espejo general de la gramtica en dilogos... (1614), del Al Vulgo de AlonsoJernimo de Salas Barbadillo en su Casa del placer honesto... (1620), del Al Lectorde Diego Agreda y Vargas en sus Novelas morales tiles por sus documentos (1620),del Al Lector de Juan Corts de Tolosa en su Lazarillo de Manzanares con otras

    4 Sobre el peso de la novela corta cervantina en el contexto de la novela corta espaola vase

    fundamentalmente la obra de Jean-Michel Laspras, 1987. La bibliografa sobre la novela corta cervantina esextremadamente amplia. En cuanto al Fabulario de Sebastin Mey, le he dedicado varios trabajos. En elprimero de ellos (en prensa) sobre Fiction et jeune public..., introduzco el tema y cito la bibliografaespecfica. En cuanto al abandono del marco narrativo en colecciones como las de Cervantes o Mey, lasituacin es ms compleja de lo que parece. Los relatos sumamente breves que podramos asimilar a loscuentos se publican a menudo sin marco; las novelas cortas estn en general enmarcadas a pesar de que elmodelo cervantino vaya por otros senderos. Vase Gmez, 1998, pp. 27-28.

    5 He pensado a menudo que un texto como Guzmn el Bravo de Lope es a la novela corta lo que el

    Quijote a los libros de caballeras, Sin embargo, se siguieron escribiendo novelas cortas despus de 1624.Vase Copello, 1987. ltimamente vuelve sobre este texto de Lope, Redondo, 1999.

    6 Me baso en la clasificacin de Genette, que me parece la ms clara, aunque la simplifico en torno a

    nuestro textos ureos (1987, p. 169).7 Vase un anlisis ms fino de la cuestin en Cayuela, 1996, p. 244. Me interesa este comentario de

    Philippe Lejeune: Quin es el autor del "paratexto"? El lector no se plantea la cuestin pero por lo generalreacciona como si se tratara sencillamente del propio autor del texto. Eso con toda seguridad (1994,p. 153).

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    cinco novelas (1620), del Proemio al Lector de Francisco de Lugo y Dvila en suTeatro popular: novelas morales... (1622), del Al Lector de Gonzalo de Cspedes yMeneses en sus Historias peregrinas y ejemplares (1623), del Proemio al Lector deJos Camerino en sus Novelas amorosas (1624), del Prlogo de Juan Prez deMontalbn a sus Sucesos y prodigios de amor (1624), del A Todos de Juan de Pinaen sus Novelas ejemplares y prodigiosas historias (1624). Tambin en este apartado meparece lgico incluir las dedicatorias que ofician de prlogo en las Novelas a MarciaLeonarda de Lope de Vega, novelitas que fueron incluidas en dos obras diferentes: Lasfortunas de Diana en La Filomena, con otras rimas, prosas y versos (1621), Ladesdicha por la honra, La prudente venganza y Guzmn el Bravo en La Circe,con otras rimas y prosas (1624).

    A otro grupo pertenecen los que considero prlogos ajenos, los que en laterminologa de Grard Genette se llaman prfaces allographes8. Se trata de los textossiguientes: Al Lector de Francisco de Lugo y Dvila que presenta Correccin de viciosde Alonso Jernimo de Salas Barbadillo (1615), del discurso apologtico deMaximiliano de Cspedes que introduce la Gua y avisos de forasteros que vienen a laCorte de Antonio Lin y Verdugo (1620), del mensaje a los lectores que DionisioDvila y Lugo, hermano del autor, antepone al prlogo propiamente dicho en Teatropopular: novelas morales ... (1622). En este ltimo caso nos encontramos con dosprefacios, uno del autor y otro ajeno; el prlogo del hermano del escritor se justifica porser un prlogo ulterior y tardo9. La escasa presencia de prlogos ajenos corresponde alo que ya analiza Porqueras Mayo: En el Siglo de Oro se usa en contadas ocasionesdel prlogo ajeno'10.

    Un tercer grupo, siempre segn nuestra clasificacin de los proemios segn elemisor, est constituido por el Prlogo que lleva por subttulo El Curial al Lector,que presenta El Curial del Parnaso de Matas de los Reyes (1624). Este curial es elprotagonista del marco narrativo de la obra. Nos encontramos entonces ante lo queGrard Genette llama prologue actorialn, en el que un personaje de la accin es elautor del prefacio.

    Esta larga enumeracin nos permite ya vislumbrar los tipos de emisores de nuestrosprlogos: el prlogo autgrafo ocupa el primer lugar. El ttulo de estos prefacios, quea menudo retoma un vocativo inicial, permite tambin distinguir diferentes tipos dereceptores, aunque aqu la distincin sea mucho ms borrosa. En once casosencontramos la palabra lector (en los libros de Rosel, Cervantes, las dos obras deSalazar, la Correccin de vicios de Salas, las colecciones de Agreda y Vargas, Corts deTolosa, Lugo y Dvila, Cspedes y Meneses, Camerino, Matas de los Reyes). En unttulo encontramos la palabra vulgo (Casa del placer honesto de Salas Barbadillo).Por su parte Juan de Pina se dirige a todos (Novelas ejemplares y prodigiosashistorias). La palabra prlogo a secas aparece en dos colecciones de relatos: el

    8 Genette, 1987, p. 169, 174.9 Dionisio Dvila y Lugo explica que su hermano debi alejarse de Espaa y dej en sus manos el texto

    que l ahora se ocupa de hacer publicar {Teatro popular..., 1622, p. 17 s/p).10

    Porqueras Mayo, 1957, p. 112. Genette seala la aparicin del prlogo ajeno en Francia en el siglo xvi(1987, p. 242).

    H Genette, 1987, p. 169.

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    Fabulario de Mey y los Sucesos y prodigios... de Prez de Montalbn. Sin embargo, eltexto de Montalbn comienza con el vocativo Lector amigo. El discurso apologticode Maximiliano de Cspedes en la Gua y avisos... de Lin y Verdugo slo emplea enalgn momento la palabra lector, pero en tercera persona12. Ningn ttulo introduceel dilogo entre el narrador (que se confunde con el autor) y la lectora de las Novelas aMareta Leonarda de Lope; tanto en La Filomena como en La Circe el narrador de lasnovelitas se dirige a un lector en particular: vuestra merced, que designa a MarciaLeonarda13. Si consideramos que nuestros prlogos pertenecen a dieciocho coleccionesde relatos, podemos afirmar que el 61 % de los ttulos de los prefacios hacen referenciaal lector como destinatario esencial de estos textos. Tal referencia pone en primer planola concepcin de un receptor al que se llega a travs de un mensaje escrito. Latransmisin escrita de los prlogos podra oponerse a una concepcin mucho ms libredel receptor del material narrativo14. Otro elemento que llama la atencin es la ausenciade la palabra lectora en los ttulos de estos prlogos de libros de relatos.

    La presentacin ms aparente de los textos prolgales nos sita ya en el centro de laproblemtica que pretendemos analizar: la de la interlocucin. El diccionario de MaraMoliner define de manera escueta el trmino interlocucin: Dilogo15. La palabrainterlocutor aparece ms desarrollada: (Del latn tardo "interloqui", conversar [...])Con respecto a una persona, otra que dialoga con ella [...] Cada una de las personasque toman parte en una conversacin...16. La conversacin bastante particular que seestablece en los prlogos es la que ocurre entre el emisor de stos que en general es elautor del libro o su representacin y el receptor que en general aparecemencionado como lector. Este intercambio es a primera vista irreal e inexistente, yhasta podramos hablar de los prefacios como dilogos monolgicos. Pero si bien losprlogos son casi siempre monlogos, son monlogos que dejan huellas y tienen undestinatario claro en el cual pretenden suscitar una reaccin.

    Ciertamente, todo discurso es un discurso dialogstico, pero como dice AnneCayuela: La dimensin dialogstica, cooperativa, interactiva que supone todo discursoliterario est particularmente marcada en el texto prologal17. Veamos entonces cmofunciona esta interaccin. El prlogo pone en escena a un personaje que tiene unamisin determinada: desea en nuestro caso presentar una serie de relatos o teorizar

    12 ... recbala el lector [...] ni aqu busque demasiada golosina ... (ed. 1980, p. 45).

    13 Sobre la complejidad de esta obra, y en particular sobre el problema del receptor femenino, vase el

    trajo de Rallo Gruss, 1989. Cayuela habla de prlogo al referirse a la introduccin de una de las novelasde Lope (1996, p. 120). Y el mismo Lope habla de proemio en la introduccin de La desdicha por lahonra: ... este advertimiento que a manera de proemio introduce la primera fbula ... {Novelas a MarciaLeonarda, ed. 1968, p. 75).

    14 Vase el estudio de Frenk, 1982. Justamente sealan como un caso interesante de ttulo prologal, tanto

    Porqueras Mayo como Cayuela, el prefacio de Alonso Jernimo de Salas Barbadillo a su El curioso y sabioAlejandro (1634): A los que leyeren, y tambin a los que escucharen leer a otros, que es una gente con quienhasta ahora no han hablado los prlogos y ha sido una muy prolongona descortesa (Porqueras Mayo,1957, p. 173; Cayuela, 1996, p. 217).

    15 Moliner, 1990, p. 155a, art. interlocucin.

    16 Ibid. , p. 155 a, art. interlocutor.

    17 Cayuela, 1996, p. 240. La traduccin es nuestra.

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    sobre el gnero literario al que stos pertenecen18. Tal personaje puede ser laencarnacin del autor mismo; en este caso se encontrar algo incmodo al tener quedefender su propia obra y recurrir a una serie de tpicos que las reglas de buenaeducacin le exigen: deber encontrar un equilibrio entre la humildad que pregona y lapromocin de su obra. El ejercicio resulta mucho ms simple en el caso de que elprotagonista del prlogo no sea el autor de la obra. Se trata de la situacin queencontramos en los prlogos ajenos. Aqu el emisor se expresa a sus anchas y puede noslo defender y alabar la obra del escritor sino que incluso puede caer en una actitudtotalmente propagandstica. El prlogo ajeno, como ya lo hemos dicho, no abunda en elSiglo de Oro, pero cumplen con la misma funcin los mltiples poemas laudatorios queaparecen en los preliminares de los libros. Sin embargo, el prlogo, en general en prosa,despojado aparentemente de caractersticas literarias, constituye un discurso msrealista y convincente. La profesionalizacin de la literatura, el peso que va cobrando ellibro como objeto comercial acentuarn el protagonismo del prlogo. Pero me pareceinteresante evocar el caso, ya en 1615, de Alonso Jernimo de Salas Barbadillo: otroescritor, Francisco de Lugo y Dvila, escribe el prlogo de Correccin de vicios19. Noslo se trata de un tercero que puede alabar la obra con total libertad, sino que tambinse trata de un hombre de letras que avala la obra de un escritor contemporneo. Elmismo Lugo se encontrar recompensado en las pginas preliminares de su Teatropopular: novelas morales... por un texto de Salas Barbadillo titulado Alonso Jernimode Salas Barbadillo en alabanza del Autor20. Existe entonces todo un sistema dealianzas y amistades que impregna los textos prolgales, dedicatorias, etc. y que tiene supeso en el mercado editorial.

    Cuando el emisor del prlogo es el propio autor del libro, cabe interrogarse sobre lasrelaciones entre prlogo y autobiografa. No voy a ahondar en este tema que ya ha sidoestudiado2-1 sino para extraer una nocin que me resultar fructfera ms adelante: elprlogo es, a pesar de todo, el texto menos ficcional de todos los que integran un librode relatos, aqul en el que el autor se muestra o pretende mostrarse ms autntico,como un hombre de carne y hueso prcticamente similar al lector. No es casual que enese territorio liminar en que se sita el prlogo, en el umbral del libro, el emisor parezcasalirse del papel para instalarse en la realidad del receptor.

    Pero, a su manera, el prlogo ajeno es tambin un texto autobiogrfico: aqul en elque un lector privilegiado el primer lector despus del autor del libro que es tambinun lector expresa, con la sinceridad discutible de todo discurso autobiogrfico, susopiniones sobre la obra en cuestin. Hay aqu una relacin especular entre elprologuista de una obra ajena y el lector o receptor real: ambos son extraos con

    1 8 En la mayora de los casos se trata de los temas ms habituales en los prlogos. El aspecto moral

    cuenta tambin muchsimo en estos textos preliminares. Sobre la temtica de los prlogos vase: PorquerasMayo, 1957, pp. 114-117.

    19 Cayuela seala el caso de este autor cuyas primeras obras llevan prlogos ajenos o ningn tipo de

    prlogo. A partir de 1620 Salas Barbadillo escribe prlogos a sus obras y stos son de una gran originalidad(1996, pp. 216-217).

    2 0 Teatro popular..., p. 7 s/p.

    2 1 Vase Cayuela, 1996, pp. 165-173. Con respecto, especficamente, al prlogo de Cervantes a sus

    Novelas ejemplares, que muchos consideran como antiprlogo, vase el trabajo de Canavaggio, 1977. Meparece enriquecedor, despus de los trabajos de Phillipe Lejeune, un breve artculo de Lpez Alonso, 1992.

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    respecto a la creacin emprendida por el escritor. Cuando Lugo y Dvila en el prefaciode la obra de Salas Barbadillo llama a su receptor lector, se pone en un plano deigualdad22. Y lo mismo ocurre en el caso de Maximiliano de Cspedes al prologar laGua y avisos... de Lin23. En cuanto al prlogo de Dionisio Dvila y Lugo al libro desu hermano, se interesa ms por noticias biogrficas de Francisco que por el libro ens24, apenas se presenta como lector de la obra y la ilusin especular entre lector real yprologuista se esfuma.

    Un anlisis especial merece el emisor del prlogo de El Curial del Parnaso de Matasde los Reyes. Aqu lo ficcional impregna el texto prologal que se confunde con el marconarrativo. Esto otorga al emisor del prlogo una enorme libertad. El autor se disfrazade Curial del Parnaso y no slo dice despreocupadamente los tpicos habituales25 sinoque se permite incitar al lector a pagar y no slo a leer la obra:

    Si con este servicio te obligas, te remitir otros, dndome vida el Cielo, el ao que viene. Estoconocer en la liberalidad con que pagares al Librero el porte dstos, y el de seis Comedias,que tras stos saldrn, y en tanto, Vale. El Curial26.

    El lector se siente aqu ms alejado del emisor del prlogo. Este prefacio ficcional noestablece el puente habitual entre el mundo imaginado y el mundo real. En este casopodramos decir que el umbral del libro es ms la portada que el prlogo.

    Pero cmo se establece el puente entre los interlocutores del prlogo? cmo se creaesa ilusin de fuerte afectividad que caracteriza a muchos prefacios? Voy a empezar porevocar el caso que a mi entender se presenta como ms fro e impersonal. Me refiero alprlogo del Fabulario de Sebastin Mey. El ttulo del texto, Prlogo, a secas, noestablece ningn tipo de relacin con el receptor. Por otro lado, en el interior del libro,la ausencia de marco narrativo impide crear un acercamiento al lector. Pero hay en ladefinicin misma de esta obra un elemento que merece ser analizado. El Fabulario es unlibro destinado a los nios y a los jvenes. Como suele ocurrir incluso hoy en libros deliteratura infantil, el prlogo de la obra no se dirige al mismo pblico que la obra en s.Quien elige y compra el libro es un lector adulto. Quien lee o escucha los relatos es unreceptor juvenil. A lo largo de este prefacio ningn vocativo, ningn pronombrepersonal permiten establecer un acercamiento con el lector. Un texto serio, casi diracientfico, explica el inters que tiene poner esta obra en manos de los nios27.

    En cambio, en los otros textos prolgales, la apelacin, tan caracterstica de lostextos interactivos y dialogsticos, est muy presente. Tomemos el breve prlogo deJuan Prez de Montalbn a sus Sucesos y prodigios de amor. A pesar de sus apenas

    2 2 Jernimo de Salas Barbadillo, Correccin de vicios..., 1615.

    23 Maximiliano de Cspedes, sin embargo, se distancia un poco del lector al nombrarlo en tercera persona(ed. 1980, p. 45).

    2 4 Teatro popular..., p. 17 s/p.

    2 5 ... No seas, suplcotelo, de tan perniciosa secta, celebra los ajenos estudios, que si ya lo

    experimentaste, sabrs lo que cuesta de desvelos y desconfianzas, sacar al teatro del mundo (no digo unLibro) un Soneto... (E/ Curial del Parnaso, 1624, fol. 5 vo. s/f).

    26 Ibid., fol. 5 vo. s/f.

    2 7 No me extiendo sobre este prlogo al que he dedicado un artculo (en prensa).

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    ciento setenta vocablos, el autor dice lo esencial y sin rodeos: su obra es original28. Slouna cita clsica, de Quintiliano, adorna el texto. Sin embargo, la presencia del lector esindiscutible a lo largo de todo el prefacio a travs del vocativo inicial, de lospronombres personales de segunda persona, de los verbos en segunda persona,particularmente de algn imperativo que pretende activar al receptor:

    Lector amigo: ah te presento ocho novelas [...] Ellas te dirn lo que son, y de ti fo que lasdars [...] Slo quiero que me agradezcas que no las has de haber visto en la lengua italiana[...] Lo que te suplico es que si hallares algunos defectos [...] los mires piadosamente,disculpndome [...] Y si acaso te agradaren [...] srvete de darme toda la alabanza porque,como te he dicho...29

    Unas quince palabras cumplen con esa funcin apelativa tan propia de los prlogos enun texto sumamente breve. Se trata de lo que Porqueras Mayo llama un prlogoafectivo, que intensifica la tcnica de dilogo con el lectorio. Aparece tambin unacaracterstica que es un verdadero tpico de los prlogos: el tuteo. De los prlogos queestudio, hay once en los que el tuteo se manifiesta31.

    Esta presencia de lo afectivo y de lo dialogstico aparece con mayor complejidadcuando el emisor del prlogo se dirige a ms de un tipo de lector. Examinemos laEpstola al Lector de Ambrosio de Salazar en Las clavelinas de recreacin. Se trata deun texto sumamente largo: casi mil palabras. En el ttulo, la palabra lector aparece ensingular. Sin embargo Salazar se dirigir a dos tipos de lectores. Aunque el vocativoinicial, Amigo Lector, instaura un clima agradable, de inmediato aparecer unaatmsfera hostil:

    Amigo Lector, cuando leyeres este librillo o parte del, no digas mal de las historias [...] [El]mal que dijeres no me morder [...] rugote no decir siempre la verdad poque amarga aunqueella de s sea buena, dgolo porque podras morder en algn panal que no te sabr bien, y noes la miel para la boca del asno, y podrn reptarte tu ignorancia, quitndote parte de tu honrasi tienes alguna ...32

    2 8 Slo quiero que me agradezcas que no las has de haber visto en la lengua italiana... (ed. 1992, p. 9).

    Tambin aade: ... no tiene parte en ellas ni Bocado ni otro autor extranjero (ibid., p. 10). Se trata de untpico clsico, bien explicado por Curtius, 1986, I, p. 158: Ds l'Antiquit grecque, on trouve [dansl'exorde] le topos "je rapporte ici des choses indites" [...] Horace promet des chants "que nul n'a encoreentendus" {Odes, III, 1, 2). Es lo que tambin dice Cervantes en su prlogo a las Novelas ejemplares y Lopeen la introduccin de Las fortunas de Diana.

    W Ed. 1992, pp. 9-10. El subrayado es nuestro.3 0

    Porqueras Mayo, 1957, p. 117.3:1

    Se trata del prlogo de Diego Rosel, del de Cervantes, del de A. de Salazar a sus Clavelinas, del prlogode Lugo y Dvila a Correccin de vicios de Salas Barbadillo, del prefacio del propio Salas a su Casa delplacer..., del de Corts de Tolosa a su Lazarillo de Manzanares con otras cinco novelas, del de Francisco deLugo y Dvila a su Teatro popular..., de los de Cspedes y Meneses, Jos Camerino y Prez de Montalbn.Tambin en el prlogo de El Curial del Parnaso se tutea al lector. Se trata de un 61 % de nuestras obras. Unmismo escritor puede elegir variar. As, el mismo Ambrosio de Salazar, que tutea al lector de Las clavelinas...,se muestra ms distante en el prlogo de su Espejo general de la gramtica... dirigido a su amigo Lector:... ruego al Lector me dir ... (Espejo..., 1614, fol. 16 s/f). Sobre el tuteo, vase Porqueras Mayo, 1957,p. 123.

    3 2 Las clavelinas de recreacin..., 1614, p. 10 s/p.

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    Esta presencia de lo afectivo-negativo es tambin una caracterstica de los prlogos33.Pero, de inmediato, Salazar cambia de tono y se dirige a los lectores discretos: Agorasuplico a los discretos ...34. Este plural va a transformarse luego en singular para crearuna mayor intimidad con su interlocutor y para que funcione mejor el argumentopersuasivo: ... (amigo Lector) [...] yo te ruego recibir esta obrecilla, y leerla [...] lee,vee, oye, recibe, gusta y calla si hallares faltas en la impresin, que no es ma laculpa ...35.

    Se crea as un tipo de prlogo doble dirigido a dos tipos de receptores: el lectormaldiciente y el lector discreto. El emisor funciona de manera diferente con respecto acada uno de ellos, mostrando su afectividad36. En un prlogo tambin sumamente largo(casi mil palabras), Diego Rosel establece concretamente la diferencia entre los dos tiposde receptores. Se dirige primero al lector malicioso a quien llama atrevido censuradorporque se acerca al libro ... ms con celo de le argir y deshacer, que no de gusto yutilidad ...37. A ste se opone el discreto lector38. Lo que me interesa es que Roselnos dice que el prlogo est ms bien destinado al lector censurador, ya que el lectordiscreto no tiene necesidad de advertencias: ... para el discreto Lector con quien seahorran razones, para el cual hice el libro y para Momo mordaz hice libro yprlogo...^. Los eptetos dirigidos al lector censurador (Momo mordaz, luegomosca) no incitan a una lectura crtica de la obra y crean una situacin de verdaderaantipata entre el autor y el receptor, pero sirven tambin para poner de realce al lectoramable otorgndole un lugar privilegiado. Este juego de claroscuro ser lo propio devarios prlogos. Por otra parte, el autor de la obra se cura en salud.

    Dos de los prlogos que pertenecen a mi corpus se dirigen exclusivamente al lectormalicioso con una actitud verdaderamente agresiva. Se trata del prlogo de SalasBarbadillo Al Vulgo, que introduce su Casa del placer honesto, y del prlogo AlLector de Corts de Tolosa en su Lazarillo de Manzanares con otras cinco novelas. Esinteresante notar que el prefacio de Salas es el nico en que la palabra vulgo aparece enel ttulo40. Porqueras Mayo ya ha destacado la marcada preferencia de Salas Barbadillopor dirigirse al vulgo4'1. Salas desprecia a este lector crtico y no se interesa porestablecer relacin alguna con el lector amable: Hermano Vulgo, aunque s que erespoco agradecido, y siempre despreciador de las obras ajenas, te entretengo porentretenerme, sin pretender tus alabanzas ...42. En el caso de Corts de Tolosa, hay

    33 Porqueras Mayo, 1957, p. 117.

    34 Las clavelinas..., p. 11 s/p.

    3 5 Ibid., pp. 11-14 s/p.

    36 La crtica ya ha sealado la importancia de los dos prlogos de la primera parte del Guzmn de

    Alfarache [1599] de Mateo Alemn: Al Vulgo y Del mismo al discreto Lector (ed. 1967, pp. 91-94). Lasegunda parte contiene un nico prlogo titulado Lector {ibid., pp. 465-468). Vase Porqueras Mayo,1968, p. 10.

    3 7 Diego Rosel y Fuenllana, Parte Primera de Varias Aplicaciones y Transformaciones..., 1613, pp. 8-9

    s/p.38

    Ibid., p. 9 s/p.39

    Ibid., p. 9 s/p. El subrayado es nuestro.4 0

    En otro caso veremos la palabra vulgo en el texto mismo: en el prlogo de Diego Rosel.4 1

    Porqueras Mayo, 1957, p. 158.4 2

    Casa del placer honesto..., 1620, fol. 4 ro s/f.

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    ms un desprecio por el prlogo como ejercicio obligado que por el lector en s, pero laatmsfera que se crea es francamente antiptica: Cristiano lector, o lo que eres, quinme mete a m en enfadarte con un Prlogo [...] disculpndome en unas cosas y dndotea entender otras, que si t las quieres condenar, no importa gaste yo todo el papel deGenova en defenderlas?43. Creo que debemos analizar el ambiente negativo de estosdos prefacios en relacin con la contaminacin por el texto al que preceden. Los relatosde Salas y de Corts de Tolosa tienen una evidente connotacin picaresca y el autor delprlogo no puede independizarse completamente de la atmsfera general del libro.Joseph Laurenti, quien estudia en particular el prlogo de la novela picaresca, seala lafrecuente permeabilidad entre prlogo y texto en este gnero literario. Y como laexpresin antiheroica es lo propio de la novela picaresca, tambin los prlogos de estasobras tendrn elementos irreverentes, pardicos y humorsticos 44.

    El sentido ldicro del prefacio de Corts de Tolosa a su Lazarillo de Manzanares de1620 aparece con mayor claridad cuando lo comparamos con el Prlogo al Lector desus Discursos Morales, obra que aparece en 1617 y en la que se incluyen algunas de lasnovelas de Lazarillo de Manzanares... Este prlogo lleva por subttulo: Es muynecesario para entender este libro el leerlo45. Como acabamos de ver, tres aos mstarde, introduciendo un material narrativo similar, dice todo lo contrario. Tambintiene un sentido completamente pardico y humorstico el prlogo de Juan de Pina asus Novelas ejemplares y prodigiosas historias. Lleva el ttulo de A todos, peroningn vocativo se dirige a un pblico amplio y el estilo es sumamente elitista yhermtico: El Prlogo se introduce a suma de lo impreso, dilatado nunca visto de laociosidad. Las novelas ejemplares y prodigiosas historias deste libro dicen la brevedadque afectan, como el prlogo46. No hay aqu interlocucin alguna, lo que nocontradice el proyecto de Pina, que es el de escribir para un pblico selecto.

    Porque lo que s es cierto es que el prlogo es, ante todo, un puente hacia el pblico.Y eso lo van a sentir cada vez ms los escritores. Cervantes va a resolver de maneramagistral el ejercicio de dirigirse de manera amable a un pblico amplio y heterogneo.Emplea dos vocablos sumamente agradables (lector amantsimo, lector amable)47 yresponde por anticipado a las objeciones que se le puedan hacer sin agredir al lector.Dicha tendencia ser la ms frecuente y es la que vemos en el prlogo ya citado de Prezde Montalbn a sus Sucesos y prodigios de amor... as como tambin en el prefacio deCspedes y Meneses a sus Historias peregrinas y ejemplares. Los escritores le hablan aun lector nico que puede ser a la vez censor y amigo, incluso cuando, como en el casode Jos Camerino, existe cierto temor: ... puedes mostrarte el mismo que sueles, perono ofenderlas [las novelas], aunque es cierto que no habr agradecimiento que baste silas dejares de perseguir...48. Francisco de Lugo y Dvila se expresa con amable

    4 3 Lazarillo de Manzanares con otras cinco novelas, ed. 1974,1, p. 9.

    4 4 Vase Laurenti, 1971, p. 20, p. 24.

    4 5 Discursos Morales, 1617, fol. 7 ro s/f.

    4 6 Novelas ejemplares..., 1624, fol. 4o vo s/f. Cayuela le dedica un subcaptulo a este escritor enigmtico:

    Juan de Pina ou la proclamation de l'litisme (1996, pp. 118-120).4 7

    Novelas ejemplares , ed. 1982,1, pp. 62-63. Sobre los prlogos de Cervantes, vase el trabajo ya citadode Canavaggio, 1977, y tambin el estudio de Molho, 1992.

    4 8 Novelas amorosas, ed. 1955, p. 19.

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    moderacin: Espero tu censura, no dictada de la malicia, sino de la correccinsabia...49. Es evidente que, como gnero argumentativo, el prlogo va a encontrar elcamino ms directo hacia lo persuasivo50. Y esto ser lo ms habitual en los prlogosmenos originales, que son los que ms me interesan por mostrar las tendencias msgenerales.

    Pero si hay algo que llama la atencin en estos proemios de libros de relatos, es laausencia de una invocacin a la mujer como interlocutora. Creo que ha quedadodemostrado que las receptoras tienen un peso cierto entre el pblico de la novelacorta51; sin embargo, su presencia aparece a veces en el marco narrativo yfundamentalmente en las historias mismas, pero no en los textos liminares que estudio.Maria Zerari, quien ha estudiado la novela corta posterior a la poca a la que merefiero, y que ha prestado particular atencin a la imagen de la mujer, llega a laconclusin siguiente: ... ningn prlogo se dirige especficamente a una lectora52.

    De manera muy poco ortodoxa decid incluir en mi material de trabajo lasintroducciones a las cuatro novelas cortas de Lope. No constituyen estos textosprlogos propiamente dichos y, sin embargo, en libros tan heterogneos y miscelneoscomo La Filomena y La Circe, la funcin de estos prembulos tiene mucho de textoprologa!. Ciertamente, tipogrficamente no se trata de pre-textos y la caractersticaficcional de la relacin entre el narrador y Marcia Leonarda puede alejarnos delconcepto ms cannico de prlogo. Pero, como en el prefacio de El Curial del Parnaso,nos encontraramos en el ltimo de los casos ante lo que Genette llama prologueactorial, y hasta esto sera sumamente discutible, ya que el narrador se identifica aqumuy claramente con el autor. En todo caso, el matiz ficcional de estos textos otorga alescritor una gran libertad. Y por esta razn se puede poner en primer plano a una mujercomo lectora. Lo primero que notamos, desde el punto de vista interlocutivo, es elempleo riguroso de vuestra merced en la primera lnea de cada uno de estosprlogos, mostrando as la distancia y el respeto evidentes con que su autor habla a

    4 9 Teatro popular..., p. 23 s/p.

    5 0 Esto no invalida el hecho de que algunos prlogos, pretendiendo sorprender o buscando originalidad,

    se alejen de los caminos trazados. Pero tales proemios son los menos y ya han sido sealados por la crtica.Pienso en el prlogo de Quevedo a los Sueas estudiado por tienvre, 1992, pp. 115-127. Pienso en unprlogo muy anterior y que tampoco pertenece al gnero que estudio y ni siquiera a la literatura espaola,pero que muestra las posibilidades estilsticas del proemio: me refiero al Prologue de l'auteur de Gargantuade Franois Rabelais. Porqueras Mayo considera que en los prlogos del Barroco hay ms violencia en eltrato con el lector y que durante el Renacimiento se trata con amabilidad a los lectores (1965, p. 5, 22). Creoque esta apreciacin se debe al hecho de que Porqueras incluye en sus estadsticas varias novelas picarescas.Al analizar la novela corta, pienso que la percepcin del problema es diferente.

    5 1 En un trabajo anterior (1994) reviso la bibliografa sobre este tema y tambin algunos textos literarios.

    5 2 Zerari, 1998, II, p. 534. La traduccin es nuestra. Aade luego: D'une faon normative, le masculin

    rgit le titre du texte liminaire. La plupart de ces "avant-textes" s'adressent donc un lecteur "ami", "bienintentionn", ou, l'inverse, "mal intentionn" {ibid., II, p. 534). La referencia crtica a la mujer lectora enel prlogo de Maximiliano de Cspedes a la Gua y avisos de forasteros de Lin y Verdugo (d. 1980, p. 44)no corresponde a lo que llamamos interlocucin y se inscribe en una tradicin muy presente en este libro(vase Copello, 1995).

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    una mujer*3. En esta obra, como en otras, Lope de Vega adopta una actitudrenovadora, con suma cautela.

    Hemos dicho que la relacin entre el narrador y Marcia Leonarda que constituye elprembulo de las novelitas de Lope puede considerarse, segn un criterio, como marconarrativo de los relatos, segn otro criterio, como prlogo. Si esta ambigedad existe esporque los lmites entre prlogo y marco narrativo no aparecen siempre con claridad.En su prlogo a Prlogos. Con un prlogo de prlogos, Jorge Luis Borges dice losiguiente:

    El [prlogo] de muchas obras que el tiempo no ha querido olvidar es parte inseparable deltexto. En Las mil y una noches [...] la fbula inicial del rey que hace decapitar a su reina cadamaana no es menos prodigiosa que las que siguen; el desfile de los peregrinos que narrarn,en su cabalgata piadosa, los heterogneos Cuentos de Canterbury, ha sido juzgado pormuchos el relato ms vivido del volumen.54

    Los prlogos a los que Borges hace referencia constituyen para nosotros el marconarrativo de Las mil y una noches y de los Cuentos de Canterbury. Sin embargo, alrevisar las ediciones inglesas de los cuentos de Chaucer, nos encontramos en efecto conlos ttulos siguientes: Prlogo general, Prlogo del molinero, Prlogo de la mujerde Bath, etc.5^ Estos prlogos introducen los relatos y permiten acercar las historias allector integrndolo en una atmsfera interlocutiva.

    La referencia de Borges y el ejemplo del libro de Chaucer nos permiten imaginar unahiptesis. Los marcos narrativos dialogados de nuestras colecciones de relatos sontambin, a su manera, prlogos. Pero al revisar los textos de nuestro corpus nos damoscuenta de que no son tantas las obras en las que hay un marco narrativo dialogado: lasAplicaciones... de Diego Rosel, el Espejo general... de Ambrosio de Salazar, Correccinde vicios y Casa del placer honesto de Salas Barbadillo, Teatro popular... de Lugo yDvila, Gua y avisos... de Lin y Verdugo, El Curial del Parnaso de Matas de losReyes. Gonzalo de Cspedes y Meneses recurre a un marco narrativo diferente en susHistorias peregrinas... a travs de un elogio de las ciudades espaolas. Lope, por suparte, rene en un mismo texto marco y prlogo. Los dems escritores, comoCervantes, publican sus novelas ensartadas unas tras otras como procesin dedisciplinantes^6. Es decir que nos encontramos en estos aos de 1613 a 1624 con unatendencia importante (un 50 %) a abandonar el empleo de un marco narrativo.

    Si analizamos los casos en los que el marco narrativo est presente nos encontramoscon obras en las que lo dialogstico aparece en tres grados diferentes: en los relatospropiamente dichos donde los personajes dialogan en situaciones ms o menosprximas del lector (sin embargo lo extraordinario suele ser moneda corriente); en los

    5 3 No he dejado de obedecer a vuestra merced...; Pienso que me ha de suceder con vuestra merced...;

    Prometo a vuestra merced...; Si vuestra merced desea que yo sea su novelador... (Novelas a MarciaLeonardo..., ed. 1968, pp. 27, 73, 107, 143). Sobre los tratamientos en el Siglo de Oro, vase la claraexplicacin de Dupont, 1987, p. 9.

    54 Borges, 1975, p. 8." The Canterbury taies , ed. 1991, pp. 23-36, 66-67, 105-116.5 6

    La expresin pertenece a Tirso que critica as la ausencia de marco narrativo en el libro de Cervantes(Cigarrales de Toledo, ed. 1954, p. 28).

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    marcos narrativos en donde unos personajes que representan idealmente a los lectoresse entretienen en amenas tertulias57; en el prlogo en donde el autor o un lectorprivilegiado invitan al receptor a leer unos relatos.

    El prlogo estara recreando un marco narrativo en el que el dilogo se establece enlos lmites del libro y de su entorno. Se destruye una ilusin y a la vez se la crea de lamanera ms osada. Algo as como lo que ocurre con Las Meninas de Velzquez,explicado de esta manera por Edward Riley: "Pero dnde est el marco?", exclamabaGautier al ver el cuadro. El comentario de Picasso fue: "Nos hallamos ante el autnticopintor de la realidad"58. En la poca que estamos estudiando, el marco narrativodesaparece en una buena parte de los casos, pero no el prlogo. El prlogo sobrevive,entre otras causas, porque constituye el marco interlocutivo de los libros de relatos, esetexto que establece el puente entre las historias y el lector absolutamente obligatoriocuando desaparece el marco narrativo.

    En esos prlogos hay un elemento que ha llamado la atencin: la ausencia de unaapelacin clara a la lectora, al pblico femenino. Creo poder interpretarlo de la manerasiguiente: el vocablo lector, que es el ms frecuente, debe interpretarse como trminoneutro que engloba a los receptores de ambos sexos. Lo digo porque hay otro elementoneutro en los prlogos de nuestras colecciones de relatos: el elemento social. Si bien nosencontramos con adjetivos que aplicados al lector designan sus cualidades morales o sugrado de cultura, en ningn momento se nos habla de un lector aristocrtico o noble59.Tal neutralidad estamental que contrasta con las referencias sociales de los marcosnarrativos muestra una tendencia literaria y comercial amplia en el movimientocultural que significa la novela corta entre 1613 y 1624. Lo conversacional, tal comoaparece representado en los prlogos de libros de relatos, parece guiarnos por estecamino: los relatos breves estn escritos para un pblico cada vez ms extenso.

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    5 7 Lo ms frecuente es que nos encontremos con personajes aristocrticos. He estudiado este tema en mi

    tesis de 1990.5 8

    Riley, 1981, p. 85.5 9

    La aparicin de la palabra vulgo en el ttulo de Salas Barbadillo y en alguna referencia de DiegoRosel no la interpreto con un sentido sociolgico. Su matiz insultante y antiheroico engloba a los lectores queno son discretos. Ya expliqu la presencia escasa del vocablo vulgo en relacin con la permeabilidad entreel prlogo y ciertos textos de tipo picaresco. Por otro lado, Cayuela (1996, p. 65) interpreta en un sentidoaristocrtico (... jeunes nobles...) la siguiente afirmacin de Maximiliano de Cspedes en el prlogo a laGua y avisos... de Lin: ... [los temas tratados son] convenientes y necesarios a forasteros, recin venidos aMadrid, y a negociantes, y pretendientes poco experimentados en l (ed. 1980, p. 43). Pienso que laafirmacin de Cspedes es bastante abierta y no integra solamente a forasteros de origen noble.

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    Rsum. Quelques aspects de l'interlocution dans le prologue travers l'tude de prfaces de rcits publisentre 1613 et 1624. Avec les implications que cette perspective d'tude fait dcouvrir sur la rception de lanouvelle ainsi que sur les relations structurelles entre le prologue ou seuil de l'uvre, le cadre narratif desrcits et les rcits proprement dits.

    Summary. Interlocutive aspects of prologue are studied in prfaces of short story books published between1613 and 1624. This study can explain other problems as rception of the novella or structural relationsbetween prologue, narrative frame and taies.

    Palabras clave. Interlocucin. Novela corta. Paratexto. Prlogo. Recepcin. Relato. AGREDA Y VARGAS,Diego. ALEMN, Mateo. CAMERINO, Jos. CERVANTES, Miguel de. CSPEDES Y MENESES, Gonzalo. CORTSDE TOLOSA, Juan. LIAN Y VERDUGO, Antonio. LUGO Y DAVILA, Francisco de. MEY, Sebastin. PREZ DEMONTALBAN, Juan. PINA, Juan de. REYES, Matas de los. ROSEL Y FUENLLANA, Diego. SALAS BARBADILLO,Alonso Jernimo de. SALAZAR, Ambrosio de. VEGA, Lope de.

  • Felipe B. Pedraza Jimnez

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    Ignacio Arellano

    CampoTexto: CRITICN. Nms. 81-82 (2001). Fernando COPELLO. La interlocucin en prlogos de libro ...