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Cortes Modernas Cap1

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historia del arte

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    Creadoras femeninas. Genios masculinos

    Las historias de reivindicacin femenina debieron iniciarse, subya-

    centes, desde los propios espacios en el que las mujeres se relacionaron

    histricamente: el hogar, el mundo privado, el habitar femenino. Debi

    existir entre ellas cdigos y relaciones que nos llegan hoy ocultas en las

    prcticas del cuerpo, intimidad corprea que se traspasa de generacin

    en generacin.En este mundo femenino, la religin jugar un papel importante.

    Es mediante ella que las mujeres intervienen en el espacio pblico desde diferentes aristas. Las actividades de beneficencia y las de carcter educativo, por ejemplo, permitieron a las chilenas una incipiente participacin poltica, aunque esta permaneciera ligada a las preocupaciones eclesisticas1. Desde este mismo espacio religioso, la llamada pintura de santos actuar como vehculo entre el mundo pblico y el privado al sugerir, en sus nuevas representaciones, las asociaciones de poder en las que estas mujeres se insertaron y los modos en que su estatus social y poltico se exhibi sin inhibiciones.

    Pero es a travs de los actos de transformacin social y la instalacin de vas democrticas y populares durante el siglo xix que se detectan las primeras seales, esta vez del corpus poltico y cultural, por incorporar a la mujer en los debates sobre la educacin. El signo ms evidente de lo anterior es la promulgacin del decreto Amuntegui

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    de 1877, que autoriza el ingreso femenino a la Universidad2. Diez aos despus se crea la Escuela de Artes i Oficios para mujeres, argumentado que:

    () la industria perdia un poderoso elemento con la falta de aplicacion de la mujer a ciertos trabajos que le son peculiares i en los que se perfecciona fcilmente. Esa misma falta de aplicacion nos hace pagar hoi un subido tributo a la internacion estranjera por articulos que representan un trabajo de mujer que puede i debe ser ejecutado en el pais (sic)3.

    Las inquietudes por el acceso no solo a la cultura y al mundo laboral, sino tambin a la poltica y las demandas sobre mejoras sociales y salariales, llev a la creacin de la Primera Sociedad Mutualista Femenina (1887) y la Sociedad Emancipacin de la Mujer (1888). Junto con una importante labor literaria y periodstica a principios del siglo xx, estos movimientos producen una embrionaria conciencia de clase y por cierto, de gnero en publicaciones como El Eco de las Seoras de Santiago (1865) y La Familia (1890) que aparecen en escena junto a mujeres como Martina Barros de Orrego, quien tradujo la obra de Stuart Mill La esclavitud de la mujer (1869) y que se publica en la Revista de Santiago en 1872.

    El feminismo se introduca, as, en la esfera pblica chilena, gestando numerosos debates y reflexiones sobre las relaciones de gnero y los efectos de estas prcticas con la cultura. En 1913, Luis Emilio Recabarren alentaba la emancipacin femenina en el alero del sindicalismo salitrero, dando inicio a la formacin de los llamados Centros Femeninos. Estos hechos coincidan con la visita de la espaola Beln de Srraga (1912), quien dict conferencias sobre la liberacin de la mujer, muy bien recibidas por la comunidad femenina intelectual, pero tambin por el mundo socialista y el liberal, laico y progresista. La presencia de Srraga en Iquique motiv la creacin del Centro Femenino que llev su nombre hasta 19154.

    Un nuevo contexto surga en torno a la mujer: el sufragio femenino, los movimientos obreros, sociedades en torno a la emancipacin y publicaciones peridicas como La Mujer Nueva. A ellas se sumaban agrupaciones como

    el Crculo de Lectura y su peridico de difusin, Accin Femenina, dirigido por Amanda Labarca, y la creacin de los partidos Cvico Femenino en 1922 y el Demcrata Femenino en 19245. Junto a la aparicin pblica de mujeres periodistas, escritoras y artistas a lo largo del siglo, se instalaban los debates sobre la condicin femenina y sus derechos civiles y polticos. Estos elementos transforman el imaginario femenino relacionado con la cotidianidad de lo domstico, para abrir paso a la incorporacin de elementos asociados al espacio pblico. La modernidad femenina se relaciona, entonces, con este cambio fundamental: el agotamiento de los modelos culturales enfrentados a las nuevas necesidades de sujetos sociales que se incorporan a la vida pblica. Y para las mujeres, este acceso se produjo no a travs del trabajo remunerado, que las sigui marginando a las labores histricamente asignadas a su gnero, sino mediante la formacin intelectual. Es este, quizs, el modo que les permite ampliar la gama de oportunidades ms all del espacio domstico6.

    Es importante distinguir, en este punto, una diferencia entre el feminismo que define la equidad en la igualdad legal y moral de los sexos y el gnero, que se establece desde las construcciones sociales que han definido los roles entre hombres y mujeres. Por ende, los estudios en esta materia aun cuando se tienda a homologar entre gnero y mujer buscan establecer las relaciones entre lo masculino y lo femenino. Miradas esencialistas recogen la idea de una condicin masculina propia y estable que define a todo hombre, en contraposicin a otra femenina que, por ende, define a toda mujer. Este enfoque precisa a lo masculino como el gnero normativo para toda la cultura occidental7, pero la debilidad de esta posicin es obvia: no todo lo femenino se relaciona necesariamente con la mujer, como tampoco todo lo masculino lo es en relacin nica con el hombre. Desde esta asociacin, la mujer se relacion con lo desconocido y lo indefinido, mientras que el hombre representaba todo lo slido, lo delimitado, firme y natural, descalificando de manera sistemtica todo aquello que pudiera entenderse como femenino8.

    Es a partir de la dcada del 70 cuando el concepto de gnero irrumpe en las metodologas sociolgicas y en disciplinas como la historia. En su modelo de aplicacin dieron cuenta de cmo las instituciones tradicionales

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    haban operado, hasta entonces, bajo enfoques sexistas9. Apoyados por los enunciados de Julieta Kirkwood, se denunciaba que las mujeres haban quedado al margen de la historia debido al concepto del hombre constituido en lo humano10, o lo que dcadas antes planteaba Simone de Beauvoir sobre la distincin patriarcal del hombre constituido como Sujeto y la mujer como el Otro, lo ex-cntrico. Esa otredad que sufra una especie de invisibilidad analtica, de un proceso de negacin y violencia, dominacin y subordinacin.

    El gnero apareca, as, como un detonador de procesos socioculturales y, al mismo tiempo, como consecuencia de ellos. Sin embargo, las diferencias tampoco eran comprendidas por el circuito artstico chileno.

    A principios del siglo xx, diversos discursos ponan de manifiesto que el feminismo deba constituirse en un sistema que tendiera a que la mujer se preparara mejor para desempear cumplidamente los deberes propios del sexo. Y que, por lo tanto, hominismo describa mejor la lucha establecida por las mujeres en la bsqueda de acercarse ms al mundo masculino y sus derechos11. Estos enunciados coincidan con las teoras del filsofo austriaco Otto Weininger, para el que la mujer deba renunciar a su condicin de gnero si aspiraba a cualquier tipo de crecimiento social, esttico o poltico. Aquellas que lo lograban presuponan un gran desarrollo de su masculinidad12.

    La lucha por integrarse a las enseanzas regladas del arte fue iniciada por las mujeres inglesas y francesas a mediados del siglo xix. Las reivindicaciones sociales en torno a la educacin, el trabajo y el derecho poltico fueron presididas por la Langham Place, en la que participaban las artistas Brbara Bodichon y Anna Mary Howitt. De este grupo naci la Society of Womens Artists en 1856, con el objeto de romper la hegemona masculina de los salones, acceder a mayores espacios de exposicin, mejores opciones en el mercado del arte y el derecho a estudiar bajo la direccin de maestros calificados. Derecho que es aprobado en Francia recin en 189613. Una de las primeras exposiciones femeninas se realiz en Amsterdam en 1884 y en Chicago en 1893, esta ltima en el contexto de la Worlds Columbian Exposition y que mostr las obras de las artistas europeas y norteamericanas en el

    espacio del Womens Building. A estas le siguieron otras dos exposiciones en Pars en las primeras dcadas del siglo xx.

    Reconozcamos que los chilenos hemos sido menos solemnes y menos igualitarios, escriba el crtico de arte Joaqun Daz Garcs en la conferencia de la Sociedad Artstica Femenina en 1917, dirigida por la pintora Dora Puelma14. Tambin Luis Carrera rescataba la labor de la Sociedad dentro de lo exiguo y limitado del ambiente artstico que para la mujer ha existido, hasta hace poco, entre nosotros15, comentario que era publicado en la Revista de Los Diez.

    Hay que sealar que nuestras pintoras y escultoras participaron abierta y pblicamente en los salones oficiales, exponiendo simultnea o consecutivamente en distintas secciones; pinturas, dibujos, pasteles, esmaltes, porcelanas y sobre relieves, alcanzando cifras cercanas al 15%, que aumentaron entre el 30% y el 40% en relacin a la participacin masculina. Tal y como nos sealan las cifras, es posible evidenciar que a medida que los salones se desarrollan sistemticamente, se abren

    Directorio de la Sociedad Artstica Femenina. Presidenta, Dora Puelma de Fuenzalida; vicepresidenta, Sofa Barros de Jara; secretaria, Ester de Ugarte.

  • Clase prctica de costura.Museo de la Educacin Gabriela Mistral

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    oportunidades de inclusin femenina a los mismos16. No obstante, la pervivencia de la doctrina de las esferas separadas y de la nocin excluyente de arte femenino, releg a estas mujeres al ejercicio de gneros pictricos como los bodegones o pintura de gnero y paisajes. Vislumbramos, entonces, que las divisiones de gnero, tal como lo describe Griselda Pollock en su Vision and difference (1988), determinarn cmo y qu producen hombres y mujeres. Sobra decir que tanto la Union de Femmes peintres et sculpteurs en Francia como la Sociedad Artstica Femenina en Chile, definan que el rol de la artista era salvaguardar la sociedad a travs de los temas pictricos que retratan la vida familiar, armoniosa y tranquila17, incluyendo en sus objetivos la defensa de las tradiciones sociales18. Es decir, estas mujeres se constituan en espacios que les permitan reconocerse a s mismas, instruirse y cultivarse, ms que cuestionar los valores de la sociedad y la familia.

    Pero sern las preocupaciones del mundo moderno en torno a la educacin, los derechos sociales y la independencia econmica, las que otorgarn nuevas libertades a las artistas. La autolegitimacin se ver facilitada por la oposicin constante y excluyente del modernismo a la cultura de masas19. Ciertamente, la afluencia del paisaje fomentada en la dcada del 40, junto con la hegemona de la Universidad de Chile y su decano Luis Oyarzn, permitir que hombres y mujeres desarrollen idnticas filiaciones estticas. Es la falta de contenido que en el fondo propende a aquella atmsfera amorfa e insustancial que se refleja hasta en las mismas concepciones de colorido y hasta en la tcnica20, deduce Alberto Goldschmidt respecto a esta generacin de pintores. El fenmeno de la generacin del 40 permiti que se gestara una aparente homogeneidad en donde las diferencias de gnero tendieron a desaparecer.

    Pero quines eran estas artistas? Observemos el itinerario artstico de las pintoras de fines del siglo xix, quienes abrieron el camino para las productoras que les sucedieron. Pintoras que iniciaron un recorrido

    sobre temticas tradicionalmente incorporadas en el arte moderno, como el paisaje.

    De aficionadas con talento a un pintor con temperamento

    Hasta hoy, i refirindonos siempre a nuestra tierra, el arte pictorico cultivado por el bello sexo, no exista, si se fija la atencin con los pobrisimos trabajos que de diez aos a esta parte han exhibido algunas seoritas santiaguinas y porteas (sic)21.

    As abre la exposicin de 1884, con una prometedora incorporacin de aventajadas alumnas de los maestros Pedro Lira, Valenzuela Puelma, Valenzuela Llanos, Pedro Subercaseaux, Vargas y Cosme San Martn. Mientras en 1880 Jos Miguel Blanco identifica a 2.150 mujeres artistas en Pars22, en Chile podemos hablar de medio centenar de experiencias a travs de las exposiciones oficiales de la poca.

    La labor femenina en los talleres populares o de produccin no formal, opera bajo el mismo silencio con el que nos encontramos frente a la labor de los adiestrados artistas que los dirigan. La participacin de las hijas, esposas y compaeras de estos maestros ha quedado muy pocas veces registrada en nuestro pas, especialmente en el contexto de aquellos pintores forneos que se instalaron en Chile a inicios del siglo xix23. Desde muy temprano, la presencia de extranjeras, especialmente aquellas de origen europeo, ilustradas y econmicamente independientes, con formacin artstica la mayor de las veces, aparecer asociada al medio intelectual y cultural. La cuestin de la identidad femenina explorada a travs del papel del mecenazgo, debiera advertirnos sobre la contribucin que realizaron estas mujeres no solo a travs de la promocin de obras de arte, sino en el sostenimiento econmico de la actividad24. En este contexto, cabe preguntarse cunto de la ausencia femenina en el espacio pblico oper en la presencia de las mecenas y cunto aportaron, desde este lugar, en los modelos de representacin femenina. Especialmente en cuanto a la prctica del retrato.

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    Si aceptamos esta primicia como hito fundacional en la incorporacin de las mujeres en la actividad artstica, sern los nombres de la inglesa Mary Graham y la francesa Clara Filleul los que aparecen relacionados en esta materia. Ahora bien, una lo hace desde su condicin de viajera y cronista, desde la libertad de la pluma que la instala como una de las pioneras en describir las costumbres de nuestro pas. La otra, en tanto, lo hace al alero de uno de los ms cotizados pintores de la poca: Raymond Quinsac Monvoisin. Es decir, desde el supuesto de una hegemona masculina25.

    Por estos aos tambin se encuentra en Chile la anglo-argentina Clara lvarez Condarco Dudding, quien realiz una importante labor pictrica, literaria y crtica en Valparaso, algunas de las cuales estn dedicadas a la reivindicacin femenina. El nombre de la argentina Procesa Sarmiento, hermana de Domingo Faustino Sarmiento, con quien viaja a nuestro pas tras su exilio en 1840, surge como otra importante figura femenina asociada no solo a las artes, sino tambin a la educacin artstica. Procesa estudia con Amadeo Gras y en nuestro pas se incorpora al taller de Monvoisin, ambos pertenecientes al crculo de su hermano Domingo. Es directora y profesora de tres colegios, en San Felipe de Aconcagua, en el Colegio de Pensionistas de Santa Rosa en Santiago y en Copiap, y abre un taller de pintura en el cual da lecciones y realiza retratos de la sociedad nacional.

    En el mundo conventual tambin aparecen algunas figuras femeninas extranjeras dedicadas al ejercicio de las bellas artes, como la hermana Catherine Nicholl del Sagrado Corazn de Jess. En 1874, la hermana Nicholl realiza una serie de dibujos y acuarelas sobre personajes y paisajes de Chile mientras recorre Concepcin y Santiago; dibujos que acompaan un interesante relato escrito26.

    Uno de los primeros nombres que surgen en la escena local es el de Paula Aldunate, alumna de Johann Moritz Rugendas. Al igual que este y tal como lo haran Graham y Nicholl, Paula Aldunate recrea, a partir de 1835, el paisaje del Chile Central cuando se inicia el inters por el reconocimiento de la propia territorialidad27. En el ltimo tercio del siglo xix, se vinculan a la pintura chilena los nombres de Mara del Trnsito Prieto, una alumna del pintor Antonio Smith, y que, como su maestro, se dedica al paisaje copiando algunos de los

    cuadros de Jorge Saal y Carlos Mark, con quienes Smith estudia en Europa. Y el de Dolores Vicua de Morand, hermana del entonces Intendente de Santiago, Benjamn Vicua Mackenna, y de la cual dir que, sola pintar flores y aunque no fue nunca una artista correcta, como lo requera su ndole vivaz, dej los muros de su casa literalmente cubiertos de obras28. La temprana muerte de Dolores afectar el posterior desarrollo artstico de Rosa Aldunate, por cuanto habanse hecho recprocamente discpulas la una de la otra, seala Vicua Mackenna29, quien tambin identifica a Luisa y Raquel Huidobro, Regina Montt, Rosa Ortzar y Natalia Prez en la Exposicin de 1883 y a Mara Gaffarelli, Valentina Pagani, Ana Ovalle y Zoila Avaria de Morand, entre muchas otras, en la de 1884.

    En 1866, Agustina Gutirrez se convierte en el primer caso documentado de una chilena que se profesionaliza en la pintura al ingresar a la Academia. Junto a Agustina, se seala que en la Exposicin de octubre de 1884 tambin exponan sus cinco hermanas, dos primas hermanas y un hermano en esto de cultivar el arte del divino Aples30. Tras la muerte de su padre, Agustina se habra dedicado profesionalmente al ejercicio del arte para sostener a su familia, logrando gran xito, especialmente en Valparaso. Dicta tambin clases de pintura, reconocindose entre sus alumnas a la seora Real de Aza que posee brillantes dotes para la pintura, a cuyo arte consagra sus horas de recreo31.

    Durante el mismo periodo encontramos, tambin bajo el alero de la Academia, los nombres de Albina Elgun, un joven talento pictrico muerta a temprana edad, Celia Castro y las hermanas Mira, Aurora y Magdalena. Celia Castro naci en Valparaso, donde estudi pintura con Juan Francisco Gonzlez. En Santiago fue alumna aventajada de Pedro Lira, con quien viaj en 1889 a la Exposicin Universal de Pars, con motivo del centenario de la Revolucin Francesa, y donde le fue conferido el diploma especial de honor y la tercera medalla. Fue pensionada del gobierno en 1904 para perfeccionar sus estudios en Pars, pero ya en 1901 se encontraba en Francia estudiando en la Acadmie Julian, como lo seala Marcial Plaza Ferrand en su carta a Magallanes Moure32. En 1927

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    retornar a Chile para establecerse en el puerto de Valparaso, donde instala su taller de pintura y forma a la generacin portea de pintores como Jim Mendoza, Ren Tornero, Chela Lira y Roko Matjasic.

    Desde muy temprano, su incorporacin a la escena plstica le vali los apelativos de vocacin apasionada y admirable y un alma joven desbordante de vida. Su talento sobresale no solo entre las mujeres de su poca, sino tambin entre sus pares masculinos, como bien lo seal Nicanor Plaza en su brindis por el triunfo de la pintora en el Saln de 1888, donde invit a los concurrentes a beber una copa por el artista ms inspirado de todos los pintores nacionales, por la seorita Celia Castro. Sin embargo, la marginacin en el estudio al natural que sufrieron las mujeres de su poca, signific una restriccin a la hora de competir con los artistas en el desarrollo de gneros pictricos considerados modernos. En 1885, se seala sobre la obra de Castro que presenta mejores aptitudes para la naturaleza muerta que para las figuras33.

    Esta condicin, forzada, no imposibilita a Castro en la experimentacin con la figura humana. Y ello se evidencia, por ejemplo, en su obra Las Playeras (1884), donde dos jvenes mujeres caminan a la orilla del mar, lo que da cuenta de la incorporacin del paisaje en una experimentacin con el naturalismo y el realismo indistintamente, y que repite en La poda o El podador (1888), estilo que le vali una medalla en el premio de gnero del Certamen Edwards en 1896. El Podador fue utilizado como ejemplo para caracterizar a la pintura chilena, pero su obra sigue analizndose desde los elementos puramente descriptivos, que provenan de lo que se consideraba el mundo femenino. El crtico Pedro Balmaceda seala en 1888:

    La seorita Celia Castro abandon sus naturalezas muertas, aquellos rinconcitos donde crecan fresas y margaritas, aquellos pequeos estudios entonados en las luces ms vigorosas y a la vez ms profundamente sentidas, para explorar un nuevo campo en el cual, si ha ganado la novedad y la energa de la factura, ha perdido un poco su temperamento de mujer, aquella poesa que firmaba todas sus telas34.

    Celia Castro, La poda (1888)leo sobre tela, 150 x 120 cm Pinacoteca Universidad de Concepcin

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    Esta pintura de paisaje y costumbres, en la cual se incluyen naturalezas muertas, mantiene una fuerte correspondencia con el academicismo, tanto en relacin con las normas clsicas como a un refinamiento del realismo moderno. A la vez, recoge las inquietudes de una reconstruccin de imagen pas o lo que Mayayo identifica como la idea que la cultura y la moralidad de la nacin se expresan ms cabalmente en estos gneros35. En este contexto, se retoman las nociones de clima tan difundidas a partir del discurso de Ciccarelli en la apertura de la Academia y se aaden las de condiciones sociales, para definir un arte que debiera incorporar caractersticas locales (preceptos que se incluan en la obra de Hippolyte Taine traducido por Lira veinte aos despus). Esto dar paso a una generacin de pintores que reciben la herencia plstica en donde confluye el realismo y la retrica francesa, el costumbrismo y las preocupaciones vernculas con el paisaje social. Es as que, por ejemplo, Balmaceda nuevamente se refiere a las obras expuestas en 1888, destacando la obra de Castro El podador para describir a la pintura chilena, junto con Las nyades y La Resurreccin de la hija de Jairo de Valenzuela Puelma, aludiendo a ese aire que me imagino ha de tener el arte en cada pas, segn sea su clima y sus condiciones36.

    Es un hecho cierto que las rencillas entre los maestros de la Academia podramos pensar que se trata de acciones aparentes y performticas, especialmente en los salones, redund en la formacin de grupos que defendan posturas diferentes respecto a la enseanza de las artes. Por esta poca, Castro pertenece al crculo de Pedro Lira, despertando las suspicacias de Juan Francisco Gonzlez, quien seala, cuando se encuentra con ella en Francia, que sta ha tenido pensin cinco aos aqu y no sabe nada37. Circunscribirse a un grupo o red resultaba esencial a la hora de lograr el reconocimiento de los pares. Es decir, Celia Castro no solo representa oficialmente la incorporacin femenina en el arte nacional, sino tambin la inclusin de gneros modernos en la pintura, condicin necesaria para la modernizacin y requerimiento indispensable para ingresar a los circuitos comerciales.

    Las hermanas Mira, hijas de don Gregorio Mira, tambin pintor y alumno de Monvoisin, ingresan a la Academia bajo la direccin de

    Giovanni Mochi periodo en el que asisten, sistematizadamente, un mayor nmero de mujeres a la Seccin Universitaria de Bellas Artes y son alumnas de Blondeau y Juan Francisco Gonzlez. Obtendrn diversos premios y medallas, entre las que destacan Medalla de Plata (Aurora) y Medalla de Oro (Magdalena) en el Saln Nacional de 1884. Ante su Agripina Metella encadenada Isaas Nugent Scot escribi:

    Dios que te alumbra la menteCon divina claridadQu jnio puso en tu frente!I en tu pincel atrayenteQu sentimiento i verdad!3

    Su aparicin en escena, junto con otras 40 mujeres mencionadas por el historiador Eugenio Pereira Salas en su Historia del Arte de Chile Republicano, revela en la sociedad la inquietud del orbe femenino por realizar otras actividades ms all del hogar. En 1866, ngela Uribe Orrego de Alcalde, insta al gobierno a enriquecer la formacin femenina en el mbito artstico, aduciendo que dan a nuestras nias de sociedad el bello ejemplo de dedicar los ocios que la direccin de su casa y familia les deja a cultivar su inteligencia i hacer obras tiles (sic)39.

    Estas llamadas labores de mano o labores del sexo son enriquecidas, entonces, con el talento de las jvenes en el arte y en el cual algunas sobresalen de manera sorprendente. Aunque en su mayora no dejan de ser solamente prcticas de taller, que complementan la formacin de las jvenes, como tambin la msica, el bordado y el francs. En 1884, El Ferrocarril seala que las obras de estas mujeres atestiguan la buena intencin de las que ellas dedican sus ocios, pero cuya calidad artstica es en todo inferior40. Su origen social, sumado al gnero, les valdr tambin el cuestionamiento de la crtica de arte de forma sistemtica. Thomson duda de la autora de la joven y aristocrtica Rebeca Matte sobre la obra Militza41, y Cousio declara que Magdalena Mira, es una aficionada de talento que se dedica con pasin al arte hasta la fecha42.

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    En la Exposicin Universal de Pars en 1889, no solo participan las hermanas Aurora y Magdalena Mira y Celia Castro, sino tambin Dolores lvarez y Genoveva Merino, con temas de interiorismo costumbrista, uno de los gneros ms desarrollados por las mujeres en esta poca. Este tipo de pinturas, junto al paisaje, se constituyen en los gneros modernos por excelencia. Contemporneamente, se distingue Luisa Carrera de Fierro, alumna de Pascual Ortega, y quince aos despus debuta Luisa Lastarria, hija de Jos Victorino Lastarria, del cual realiza un retrato de tamao natural que obsequia al Liceo homnimo. Tambin nos encontraremos con Mara Teresa Gandarillas de Tocornal, reconocida alumna de los pintores William Bouguereau y Ulpiano Checa en la Acadmie Julian, donde estuvo entre 1896 y 189943. En paralelo, se encuentran las Hermanas Arrieta Concha, discpulas de Reszka.

    Pareciera ser que, en el momento en que estas artistas alcanzan obras de gran nivel, la distincin de gnero tiende a desaparecer. Sin embargo, sern calificadas en adelante bajo apelativos masculinos para fortalecer y hacer notar al genio creador. Celia Castro ser considerada como uno de los grandes pintores chilenos por sus compaeros; lo mismo ocurre en el caso de Luisa Lastarria, denominada como pintor de gnero y retratos y con Blanca Doren y Emma Formas, definidas como un pintor de temperamento.

    Hasta aqu sus nombres ponen en cuestin la teora y desafan a la historiografa chilena en el ejercicio de la recuperacin y la memoria. En adelante veremos las huellas trazadas por su historia, el bosquejo de un entramado social que permite la reconsideracin del aporte de las mujeres creadoras a la escena artstica nacional y sus marcas de identidad. En este complejo proceso de inclusin y exclusin, la crtica de arte jugar un rol preponderante. Determinar en qu crculos de poder determinan su espacio de influencias estos escritores, y cmo se inscriben estas mujeres en esos espacios, resulta imprescindible a la hora de entender la circulacin de obras femeninas.

    Aurora Mira, "Agripina Metella encadenada" (1885) leo sobre tela, 200 x 143 cm Coleccin Banco de Chile

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    Autoridad y paternalismo

    Si lo masculino es considerado la norma para el desarrollo de todos los mbitos sociales, entonces el gnero de la crtica de arte debi, tambin, configurarse en torno a la masculinidad y no la feminidad del arte producido por mujeres. La historia de las Bellas Artes chilenas y el desarrollo de la crtica de arte, explicara la posicin que ocuparon los individuos que la ejercieron, en especial frente a las relaciones de gnero.

    El hombre i la mujer no se encuentran en presencia del arte colocados en condiciones anlogas; ljos de eso sus condiciones no son ni siquiera comparables, i esta profunda disparidad debe ser tomada en cuenta al apreciar las obras de los dos (sic)44.

    Declaraba el diario La poca en 1888. Esta posicin se extender durante las primeras cuatro dcadas del siglo xx, donde encontraremos posturas que consideran la diferencia como un rasgo distintivo en la produccin artstica entre mujeres y hombres. Los varones () ni sienten ni dejan en el espritu de sus obras de arte un rasgo bien netamente masculino, sealaba la Revista de Arte en 193645, dando cuenta de esta teora promovida un siglo antes.

    En efecto, tanto el Positivismo como la Ilustracin plantearon un recambio en las relaciones de gnero, lideradas hasta ese momento por el discurso hegemnico de la religin. Ideas modernas y laicas, y teoras psicoanalticas y cientficas demostraban el relegamiento de la mujer a un espacio histricamente determinado: lo privado en contraposicin a lo pblico, que corresponda al espacio masculino. Esta primicia descartaba, por si misma, la participacin femenina en la instalacin de referentes discursivos, ya que supona al espacio pblico como un puente de validacin y reconocimiento.

    Los cada vez ms frecuentes viajes a Europa, prepararon a una generacin chilena de jvenes intelectuales ms cercanos al periodismo moderno, que se convirtieron en redactores, directores, ilustradores y colaboradores de pasquines nacionales. An cuando estos jvenes

    contribuyen a cambiar las costumbres tradicionales del pas, se mantienen ligados a una elite conservadora. Esto es, liberales y progresistas se apoyan todava en la visin paternalista sobre las clases sociales, el arte y la cultura. Desde esta visin se incorpora a la mujer en las discusiones respecto a su formacin, pero se defiende la posicin sobre el rol de gnero asociado a la naturaleza biolgica femenina, creando una ficcin respecto a su real integracin.

    La incorporacin del artista en el formato de la publicacin crtica y el encuentro que se produce con la ideologa y la esfera pblica es signo ineludible de la modernidad. As lo entendern Pedro Lira, Jos Miguel Blanco, Virginio Arias y Juan Francisco Gonzlez, entre tantos otros, quienes ensayan y teorizan sobre el desarrollo de las artes en Chile46. Las formas discursivas, como el contenido establecido, varan segn los medios en los que estos artistas y escritores participan, estableciendo estrategias para uno y otro. En este sentido, se configuran dos especies de crtica de arte: un gnero moderno que promueve una ideologa esttica, y una especie de literatura artstica, donde el relato descriptivo y anecdtico sobrelleva la carga de la narracin47. Cualquiera sea el mtodo utilizado, parece ser que se ejerci una crtica ms especializada y contestataria en aquellos medios no oficiales, dirigidos por intelectuales radicales y demcratas.

    En seguida surgen los seores criticos como las chinches en verano; cada uno muerde sus enemigos, cada uno levanta y glorifica sus amistades. Qu importa la justicia, el arte! para que lo uno ni lo otro! Que hay que entender algo, contar con cierta preparacin para ser critico? ... Necedad! basta tener buenas uas, bombo sonoro, y haberse leido saltadita La filosofa del arte, de Taine; o las Versiones artisticas, de Federico Balart (sic)48.

    As inicia su discurso sobre el Saln de 1900 Augusto Geomine Thomson conocido ms tarde como Augusto DHalmar en la revista Instantneas de Luz i Sombra. Thomson ser uno de los principales promotores de artistas como Luisa Isella, dando cuenta de las relaciones que se establecen

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    i notas al margen

    al interior de los crculos intelectuales y de sus redes de negociacin sobre las cuales se instalan algunas artistas, como Rebeca Matte o Josefina del Pozo. Sobre esta ltima sealar que, puede decirse desde luego que aquella medalla fue arrojada un pozo, considerando su obra como la peor del saln de 190049. Sus interesantes anlisis sobre las obras presentadas en los concursos y salones, abren posibilidades de estudio sobre estas relaciones y la validez de esas instancias de circulacin.

    En la revista Zig-Zag escribir Nathanael Yez Silva desde 1905, donde publica las secciones Actualidad artstica, Horas de taller e Interiores, esta ltima dedicada a las colecciones privadas50; tambin redacta para El Diario Ilustrado en 1906, al cual accede a travs de Pedro Lira. Pero sin duda, una de las figuras ms controversiales es Ricardo Richon Brunet. Artista y crtico de arte francs, Brunet se radicar en Chile a partir de 1900 y ser comisario de la Exposicin Internacional de 1910, escritor de El Mercurio y la Revista Selecta, ilustrador del Pacfico Magazine y Director Artstico de la revista Zig-Zag. Ser miembro, tambin, del Consejo de Bellas Artes, conformado por un grupo perteneciente a la mayora oligrquica del pas, como don Alberto Mackenna Subercaseaux y don Mximo del Campo, y por la clase intelectual, como el crtico Paulino Alfonso. El Consejo reuna la visin social y artstica de la clase conservadora del pas, marcando la pauta sobre la cual la sociedad deba regir su gusto esttico. Es desde aqu donde opera, oficialmente, la inclusin y la exclusin en el campo de la representacin. Es desde aqu donde se establecen, simblicamente, jerarquas y valores sobre la produccin femenina desde lo que se consideraba defectos o faltas de rigor y estilo51.

    Subyacentes, se generaba en la poca del Centenario la participacin de nuevos actores sociales. Una generacin de pintores provenientes de la clase media, insertos en la Academia, junto a un nuevo grupo de intelectuales ligados a las vanguardias latinoamericanas y a los acontecimientos polticos del cono sur. El inicio de una suerte de discurso social iniciado por esta generacin, redunda en una sntesis de lo que venan gestando los movimientos sociales internacionales, consolidados en los ambientes universitarios. En efecto, la bohemia universitaria se apuntal como el medio en el que los jvenes estudiantes participaron de sus ideas, de los discursos contestatarios y de las diversas tendencias, intereses y posturas

    que comienzan a afiatarse con fuerza en el siglo xx. Un espritu que bien menciona Jean Emar en La Nacin en 1924:

    Los pintores y escultores, ms que museos y academias, necesitan puntos de reunin y de reunin sencilla, alegre, en la que la ms estrafalaria de las ideas no alcance a ser un compromiso jurado () Y todos necesitan un contacto directo con ese inmenso pblico annimo () el caf y el cabaret son los puntos indicados52.

    Ideas socialistas rondaron, por cierto, al interior de estos crculos eminentemente masculinos. Es en este contexto donde nace en 1916 una de las agrupaciones de intelectuales ms interesantes del siglo, el llamado Grupo Los Diez53. Se conformaba por pintores, escultores, msicos, arquitectos y poetas, un proyecto donde la utopa se instalaba como motor de las relaciones interdisciplinarias, el cruce indistinto de la profesin de artista y del relato localista. Diversos proyectos utpicos, como la Colonia Tolstoyana, un ejercicio de rebelda momentnea que no logr establecer estrategias discursivas como lo haran Los Diez. La Colonia fue liderada por DHalmar entre los aos 1904 y 1905, y participaron en ella los pintores Alfredo Helsby, Benito Rebolledo, Carlos Canut de Bon, Rafael Valds, Pablo Burchard, Julio Ortiz de Zrate y Juan Francisco Gonzlez. Este ltimo creara en 1918 la Sociedad Nacional de Bellas Artes como manifestacin alternativa al sistema acadmico. Tambin perteneca al grupo el pintor Jos Backhaus, que publica algunos textos sobre crtica de arte y artes visuales como las Orientaciones Modernas del Arte de 1916 y en el cual hace referencia a las tendencias de los ismos artsticos del periodo.

    La aparicin continua de exposiciones independientes que complementan la labor de los salones, por entonces de bajo prestigio, amplan el discurso esttico e incentivan un nuevo mercado del arte y formas de difusin. Destacan renovados espacios para estos fines, como el Centro de Estudiantes de Bellas Artes en 1912, la Sociedad Artstica Femenina en 1914 y la FECH en 1915, que abren sus puertas a exposiciones de jvenes relegados. Tambin se encuentran la Casa Eyzaguirre, la Casa Rivas y Calvo, la sala de exposiciones de El Mercurio

  • historias de mujeres en el arte chileno (1900 1950)

    4948

    i notas al margen

    y aquellos asociados a crculos sociales como El Club de Seoras y la Posada del Corregidor, espacio cultural abierto a charlas, exposiciones y recitales poticos a cargo de la Sociedad de Amigos del Arte.

    Es en la Casa Rivas y Calvo donde expone, por primera vez, el Grupo Montparnasse en julio de 1923, de significativas implicancias para el desarrollo de la crtica de arte en Chile tras la aparicin en escena de su principal divulgador, el escritor lvaro Yez Bianchi, conocido por el seudnimo de Juan (o Jean) Emar. Sus comentarios son publicados en el diario La Nacin, propiedad de su padre, Eleodoro Yez, bajo el ttulo de Notas de Arte que se extienden hasta 1925. Publica tambin Notas de Pars en 1926 y La Nacin en Pars en 1927.

    Otros grupos ponan en cuestin el retraso del arte chileno y sus implicaciones polticas y sociales. En 1921 el Grupo Universitario Spartacus se declaraban adherentes al Soviet de Estudiantes en la publicacin de su manifiesto. A travs de proclamas radicales sobre la influencia del capitalismo, incitaban a los jvenes a la accin y la revolucin, al compromiso poltico de los artistas e invitaban a la unin de las artes latinoamericanas54. La revista Claridad fue una de las principales fuentes difusoras de los estudiantes interesados en la renovacin moderna del arte y de carcter neoproletarios. Aunque no tenemos certezas sobre quienes formaban el grupo de artistas, entre sus escritores se encontraban Jos Santos Gonzlez Vera y Paulina Grez Rozas, junto con publicaciones pstumas de Jos Domingo Gmez Rojas, el poeta mrtir del movimiento estudiantil de 1920. Estos movimientos se repetan en diferentes crculos estudiantiles de Bogot, Buenos Aires y Crdoba, por ejemplo, de tendencias anarquistas y reformistas sobre las enseanzas y funcin de las bellas artes en el espacio social y obrero. La participacin de los centros de estudiantes cobrar cada vez ms importancia y en Chile tendr a una de sus figuras ms relevantes, apenas unos aos despus, en el pintor Hernn Gazmuri55. Sin embargo, un pas alejado conceptual e informativamente de la modernidad del siglo xx, ve con asombro y confusin el advenimiento de las vanguardias europeas y latinoamericanas. Junto con Emar, destacan los pintores Luis Vargas Rosas y Julio Ortiz de Zrate, adems de los escritores y poetas Fernando Garca Oldini, Pablo Neruda y Pablo de

    Rokha, y que deben enfrentarse al conservadurismo existente en el mbito chileno. Dice Emar,

    Ante el Grupo Montparnasse y ante las obras de los seores lvaro Guevara y Camilo Mori en el Saln Oficial, los crticos atacaron al cubismo, dadasmo, futurismo y modernismo. Los atacaron a esos desdichados ismos, los bravos defensores del clasicismo(?), tradicionalismo, conservadurismo y comodismo (sic)56.

    Enfrentados a estos cuestionamientos estticos, muchos pintores y escultores se cobijarn al alero de la Sociedad Nacional de Bellas Artes la que se proclamaba como defensora del arte verdadero y eterno y cuyos paladines eran los crticos del Diario Ilustrado y La Nacin57.

    Asociada a Emar, tambin encontramos a Sara Malvar (Sara Mara Camino Malvar), una de las mujeres ms destacadas en el ejercicio crtico en la dcada del 20. Escritora y pintora, Sara es esposa de Jos Backhaus, miembro de la Colonia Tolstoyana, y amiga de Huidobro para quien pinta una versin del famoso Moulin y un boceto de su poema Paysagge. Radicada en Pars, regresa a Chile tras la muerte de Backhaus en 1922. Es en su regreso cuando Emar la invita a participar con frecuencia en el diario La Nacin y es cuando adopta, segn relata Lizama, el nombre de Sara Malvar renunciando al apellido paterno e incorporando el pseudnimo de Riana Fer (rien faire)58.

    El ejercicio de renuncia que hace Malvar se opone diametralmente al convencionalismo y a la reproduccin del linaje, proponiendo una nueva articulacin identitaria. Ciertamente, muchas artistas adoptaron los apellidos de sus maridos para reforzar su pertenencia a un grupo (como Gracia Barrios que era reconocida en Pars como Mdme. Balmes) o bien, adquirieron, directamente, personalidades masculinas (como Petit que se presenta al Saln de Invierno de 1922 como un gringo de Valparaso59). Sin embargo, nada excluye la posibilidad de que otras reafirmaran su genealoga femenina a travs del uso de su apellido materno, lo que representaba un importante cambio en las relaciones de gnero.

  • historias de mujeres en el arte chileno (1900 1950)

    5150

    i notas al margen

    Sara Malvar, Dibujo de "Moulin" para Vicente Huidobro

    Quiero pintar! pero pintar grandemente, personalmente. De un modo varonil60, escriba Henriette Petit a Luis Vargas Rosas en 1922. Es decir, el oficio de artista es considerado en su categora hombre, supeditando, de ese modo, el mbito de la creacin inspirada al mundo masculino. Alusiones a la escultora Laura Rodig la sealan como una artista que piensa y siente como cualquier varn por ms inteligente y campanudo que se crea61. Tal es el caso, tambin, de Dora Puelma cuya obra Niebla en el Forestal es considerada por Agustn Cannobbio en 1923 como una obra digna de llevar, sin mengua, la firma de cualquiera de nuestros grandes maestros62. Ello revela que la autoridad crtica se apoya y manifiesta desde las esferas separadas, como bien lo declama Rosa Chacel en Espaa, donde acusa a los intelectuales de relegar a la mujer a un mundo cultural y psquico separado y otro63.

    De ello desprendemos la instalacin de prejuicios respecto a la produccin femenina, su origen social y su formacin artstica. Pero uno de los puntos ms importantes en los cuales se apoya la crtica de arte es en el desarrollo de una temtica generalmente asociada a su gnero: flores y naturalezas muertas, recursos que son utilizados ampliamente por las artistas y que traspasan las barreras cronolgicas. Esta llamada esttica de la diferencia, hunde sus races en cuestiones formales respecto a la enseanza del arte y la persistencia de cnones en torno a la figuracin. Sern las pintoras de la dcada del Centenario las que darn un vuelco a esta tradicin, al incorporar el cuerpo femenino como fuente de recurso pictrico.

    En su labor literaria Sara Malvar traducir para La Nacin interesantes artculos franceses, como el primer manifiesto surrealista, destacando sus columnas sobre la identidad del arte, la definicin de lo local e interesantes opiniones sobre la situacin poltica64. Junto a Emar tambin encontraremos al poeta Vicente Huidobro, y en torno a l se relacionarn Eduardo Anguita, Volodia Teitelboim y los integrantes del grupo surrealista La Mandrgora, Luis Cceres, Braulio Arenas, y Emma Jauch. Es as como surge el Grupo 1933, una sociedad de artistas independientes a los que Gazmuri aade los nombres de Pedro Sienna, Carlos Humeres, Luis Enrique Dlano y Lautaro Yankas, quienes con su palabra inteligente

  • historias de mujeres en el arte chileno (1900 1950)

    5352

    i notas al margen

    han ayudado a esclarecer en muchas ocasiones las tendencias y propsitos de esta generacin65.

    Pero a estas alturas del siglo, ser la Universidad de Chile la que concentrar, institucionalmente, el desarrollo de la crtica y teora del arte, a travs de su Facultad y los Anales de la Universidad. Tambin publicar la Primera y la Segunda Revista de Arte. Ya para 1940, la crtica y la teora del arte se configuran a partir de las relaciones existentes entre el arte y la filosofa, reflexionando en torno a la esttica contempornea a travs de los escritos de Luis Oyarzn y Enrique Molina. En este contexto, aparece la figura del crtico Alberto Goldschmidt, colaborador del diario La Nacin y La Nueva Zig-Zag. Si bien se especializa en crtica musical, sus notas La semana plstica incluyen comentarios sobre las exposiciones anuales, bastante cercanos a los aspectos sociolgicos del arte. Haciendo un somero anlisis, Goldschmidt aduce que el traspaso de las elites tradicionales a los nuevos grupos de poder polticos, favorecern al lento avance del arte nacional, ya que, fundamentalmente, el realismo no permiti el desarrollo objetivo de nuevos horizontes estticos.

    En estas dcadas, especial mencin merece el espaol Antonio Romera, que llega a Chile en 1939 a bordo del carguero Winnipeg y en el que tambin arriban Jos Balmes, Roser Br, Jos Ricardo Morales y Leopoldo Castedo. Antonio Romera realiza una crtica cercana a lo terico-conceptual y que son publicadas en el diario El Mercurio y la Revista Atenea. Romera cierra el ciclo de la crtica de arte de la primera mitad del siglo y con l Enrique Lihn, Waldo Vila y Ricardo Bindis, que se abren paso entre nuevas formas, nuevos personajes y una nueva escena en la plstica nacional.

    Es significativo el hecho de que el anlisis de sus discursos, modos y medios en que participan del ejercicio crtico, permita establecer cundo, con quines y qu grupos de poder establecen los parmetros artsticos oficiales y no oficiales. Los textos de la crtica construyen filiaciones desde las cuales el arte nacional pareci legitimarse; esto explica cundo, cmo y dnde las mujeres ingresan a las normas de validacin determinadas por estos grupos.

    NOTAS

    1 Erika Maza, Catolicismo, anticlericalismo

    y la extensin del sufragio a la mujer en

    Chile, Estudios Pblicos, n 58, pg. 1482 Cincuenta aos despus este decreto

    fue celebrado a travs de la Exposicin

    Femenina, un evento que incluy los temas

    de la educacin, industrias, arte puro, msica,

    beneficencia, entre otros. Con motivo del

    cincuentenario del decreto, se funda en

    Valparaso la Unin Femenina de Chile,

    constituida preferentemente por mujeres

    profesionales. Al respecto, Adolfo Pardo,

    Historia de la Mujer en Chile. La conquista de

    los derechos polticos en el siglo XX (1900-1952),

    citado en http://www.critica.cl/html/

    pardo_01.html3 Las enseanza prctica se divida en las

    siguientes secciones: Comercial, Modistas,

    Lenceria i costura corriente, Bordado,

    Guantera, Cartonaje i marroquinera,

    Cocinera, Lavado i planchado, Dibujo. Ver

    Crnica: Escuela de Artes i Oficios para

    Mujeres, En Boletn de la Sociedad de Fomento

    Fabril. La Sociedad, 1884-1935, Santiago,

    51 v., ao 5, n 1, (ene. 1888), pg. 434 Al respecto, Pardo, Op. Cit.5 Ibid6 Sobre este tema, ver: Marta Postigo

    Asenjo, Mujer, feminismo y modernidad:

    atrapadas entre lo pblico y lo privado,

    Thmata. Revista de Filosofa, 39, 2007.

    Universidad de Mlaga, Espaa

    7 Jos Miguel Corts (comp.), Hroes cados.

    Masculinidad y representacin, pg. 258 Ibid, pg. 319 Anne Protin-Dumon, El gnero en historia.

    Cap. I: Feminismo y conocimiento, pg. 1 10 Ibid, pg. 911 Eliodoro Astorquiza, Del verdadero y

    del falso Feminismo, Revista Selecta, julio

    1910, n 4 ao ii12 Otto Weininger, Emancipated Women

    (1906) En Corts, Op.Cit., pg. 20913 Alejandra Val Cubero, La percepcin social

    del desnudo femenino en el arte, pg. 25914 Joaqun Daz Garcs, Seoras, Revista

    Pacifico Magazine, enero 1917, n 49. pg. 7. En

    este discurso, Garcs hace una interesante

    alusin al encuentro que se produce en el

    evento entre esta Academia y los miembros

    de la Escuela de Bellas Artes.15 Ediciones de Los Diez, n 3, ao ii, 1916.

    pg. 163-16416 Benjamn Vicua Mackenna en su El arte

    nacional i su estadstica ante la exposicin de

    1884 identifica a 23 mujeres en el Saln de

    1883 de un total de 41 participantes, mientras

    que en 1884 destacan 71 telas femeninas y 33

    dibujos dignos de exponer no solo en un salon

    de Chile sino en cualquier exhibicion del mundo

    (sic). En, Benjamn Vicua Mackenna, El

    arte nacional i su estadstica ante la exposicin de

    1884, pg. 44117 Val Cubero, Op.Cit., pg. 257

  • 5554

    i notas al margenHistorias de mujeres en el arte chileno (1900 1950)

    18 Daz Garcs, Op.Cit. pg. 6. Otro de

    los objetivos de la Sociedad Artstica

    Femenina planteados en la conferencia,

    es la de organizar fuerzas para una accin

    eficaz e independiente frente a la mirada

    paternalista con que el hombre chileno

    observa la produccin femenina en el arte.19 Susan Kirkpatrick, Mujer, modernismo y

    vanguardia en Espaa., pg. 1320 Alberto Goldschmidt, Semana Plstica,

    Revista Zig-Zag, 31 de diciembre de 1943,

    n 2023, ao xxxix, pg. 38 21 Manuel Rodrguez Mendoza, La

    Exposicin, La poca, 8 de noviembre de 188422 Jos Miguel Blanco, Dibujo: Su enseanza

    en los Colejios. En Anales de la Universidad

    de Chile. 1880, t. lvii23 Pero debi ocupar un espacio importante,

    ya que Miguel Luis Amuntegui seala en su

    texto Apuntes de lo que han sido las Bellas

    Artes en Chile que por desgracia, habia en el

    mundo poca intelijencia del arte i un pais en el cual

    pintaban hasta las mujeres i los nios. Si bien la

    referencia es a la produccin quitea, no es

    ajena del todo a nuestro pas ya que algunos

    de esos mismos talleres se instalaron en Chile,

    principalmente durante el siglo xix. La cita

    de Amuntegui supone que estas mujeres

    contribuyeron activamente en el proceso

    de produccin artstica, an cuando su

    aprendizaje no estuviera del todo normado por

    las instituciones oficiales, y que en Ecuador

    merece un reconocido aporte en las manos de

    mujeres como Brgida Salas y Eufemia Berro.

    24 Laura Malosetti extiende esta hiptesis a

    las negociaciones y la actividad econmica que

    aportaron no solo las mecenas, sino tambin

    las mujeres artistas en Buenos Aires a fines

    del siglo xix. En, Laura Malosetti, Una

    historia de fantasmas. Artistas plsticas de la

    generacin del 80 en Buenos Aires, 200125 Graham llega a Valparaso junto a su

    marido, un capitn de marina, en 1822.

    Desde este punto recorre parte de nuestra

    geografa captando aspectos de la vida pblica

    y paisajes del Chile republicano. En tanto,

    Clara Filleul arriba en 1848, destacndose

    como una prominente retratista. Participa,

    activamente, en las exposiciones desde 1852

    a 1854, atribuyndosele la culminacin de

    los cuadros del pintor bordals. 26 Sobre la actividad de las misioneras francesas

    en Chile, ver Sol Serrano (Ed.), Vrgenes

    viajeras: diarios de religiosas en su ruta a Chile, 1837-

    1874. Es al interior de los conventos donde se

    desarrollan identidades femeninas particulares,

    especialmente a travs de la escritura como

    forma de acceder a la vida intelectual y a la

    expresin pblica. Pero tambin en relacin al

    ejercicio de la devocin privada en torno al Nio

    Jess y las cuestiones respecto a la maternidad

    no realizada (la historiadora Olaya Sanfuentes

    ha elaborado una serie de tesis sobre los nios

    de fanal y la devocin conventual.) Todo ello

    mezclado con deberes domsticos como el

    bordado, la elaboracin de objetos litrgicos,

    la confeccin de cermica perfumada y la

    produccin de dulces.

    i notas al margen

    27 Al respecto Gonzalo Leiva, Produccin

    pictrica de mujeres posibilidad esttica

    de gnero? , En Arte americano: contextos y

    formas de ver, Terceras Jornadas de Historia

    del Arte, pg. 29428 Eugenio Pereira Salas, Historia del arte del

    Chile Republicano, pg. 19629 Vicua Mackenna, Op.Cit. pg. 43930 Las seoritas Gutirrez, osea una familia

    de artistas, El Taller Ilustrado, Santiago,

    ao i, n 34, 12 de abril de 188631 Las seoritas Gutirrez, osea una familia

    de artistas (conclusin), El Taller Ilustrado,

    Santiago, ao i, n 35, 19 de abril de 188632 Carta de Marcial Plaza Ferrn a Manuel

    Magallanes Moure, Pars 5 de agosto

    de 1901. En Daz, Op.Cit., pg. 5633 Justus, 29 de octubre de 1885 34 Pedro Balmaceda en el Saln de Santiago,

    organizado por la Sociedad Unin

    Artstica en la Quinta Normal, en 1888.

    En: Virginia Vidal, El Presidente Allende

    y su raro valor. 35 Patricia Mayayo, Historias de las mujeres,

    historias del arte, pg. 15436 Balmaceda, Op.Cit.37 Carta de Juan Francisco Gonzlez a

    Berta Gartnlaub, 21 de enero de 1905. En

    Daz, Op.Cit., pg. 10538 Isaas Nugent Scot, A la seorita

    Aurora Mira (Contemplando su hermoso

    cuadro histrico Agripina Metela), El

    Taller Ilustrado, Santiago 12 de febrero

    1886, ao i, n 25

    39 ngela Uribe Orrego: El arte i las

    artistas chilenas, El Taller Ilustrado, 12 de

    febrero de 1886, ao i, n 2540 El Ferrocarril, 6 de noviembre de 188441 Thomson, Op.Cit., En el Saln de 1900,

    Instantneas de Luz i Sombra, 18 de noviembre

    de 1900.42 Luis Cousio, Catlogo del Museo Nacional

    de Bellas Artes, pg. 8943 La lista de las alumnas chilenas en la

    Academia Julian durante el periodo suma a

    tres, entre las que se encuentran Gandarillas

    (1896-99), Matte (1897) y Waricz (1904).

    Pero a travs de las correspondencias entre los

    artistas chilenos, se tiene conocimiento que

    Celia Castro tambin ingresa a la Academia

    durante su estada en Pars. Las otras tres

    son mencionadas en Ana Paula Cavalcanti

    Simioni: Profisso artista: pintoras e escultoras

    brasileiras entre 1884 e 1922, Apndice 2.44 En el Saln, La poca, 21 de septiembre

    de 188845 Galera Montparnasse. Exposicin

    Femenina, Revista de Arte, n 12, Ao ii,

    1936. pg. 6146 El Estado, en tanto, crear la Comisin

    Permanente de Bellas Artes en 1887 que

    tuvo a su cargo la Revista de Bellas Artes, bajo la

    supervisin del tambin crtico, don Vicente

    Grez. 47 Anna Mara Guash, La crtica de arte.

    Historia, teora y praxis, pg. 98. Este fenmeno

    no corresponde a un hecho exclusivo de

    nuestro pas. Las crticas realizadas a la poca

  • 5756

    i notas al margen

    rigurosidad ejercida por nuestros escritores

    en torno al arte, es injustificada si se estudia

    el desarrollo de este gnero periodstico en

    el mundo durante todo el siglo xix. Es decir,

    los escritores chilenos siguieron la tendencia

    generalizada especialmente en Pars, y que

    conocieron a travs de los medios escritos a

    los cuales accedieron.48 Augusto Thomson, En el Saln de

    1900, Revista Instantneas de Luz i Sombra,

    28 de octubre. Ao i, n 3249 Augusto Thomson, En el Saln de 1900,

    Revista Instantneas de Luz i Sombra, 18 de

    noviembre de 1900. Ao i, n 35. En esta

    misma revista se dedican varios nmeros a los

    pintores, escultores y escritores nacionales

    ninguna mujer entre ellos, con textos de

    Thomson y dibujos de Santiago Pulgar y

    cuya serie se denomina Los 21. Entre los

    artistas caricaturados, aparecen los escultores

    Virginio Arias y Nicanor Plaza y los

    pintores Juan Francisco Gonzlez, Alfredo

    Valenzuela Puelma y Ernesto Molina,

    algunos de los cuales participan, tambin, en

    la elaboracin de textos de la revista. Durante

    toda la primera mitad del siglo xx esta forma

    popular y democrtica del discurso crtico

    es asumida por Julio Bozo (Moustache),

    que ridiculiza el arte nacional a travs de sus

    caricaturas publicadas en la revista Zig-Zag,

    donde destacan las crticas a los monumentos

    pblicos, los salones oficiales y las obras

    expuestas por los pintores chilenos asociados

    a las nuevas tendencias estticas.

    Historias de mujeres en el arte chileno (1900 1950)

    50 Pedro Zamorano y Claudio Corts,

    Antonio Romera: asedio a su trabajo

    histrico y crtico. Revista Universum, n 18,

    2003, pg. 24351 La posicin del Consejo de Bellas Artes

    generar las ms contundentes detracciones

    sobre las polticas del Estado y sobre

    la participacin continua de un grupo

    de pintores y escultores en los Salones

    Oficiales, despertando la suspicacia de

    artistas y crticos. 52 Jean Emar, Medianoche, La Nacin,

    mircoles 23 de julio de 1924. En Jean Emar:

    Escritos de Arte (1923 1925)53 El grupo estaba conformado por Pedro

    Prado (poeta, pintor y arquitecto), Manuel

    Magallanes Moure (poeta, cuentista, pintor),

    Juan Francisco Gonzlez (pintor), Armando

    Donoso (crtico literario, periodista),

    Alberto Garca Guerrero (msico),

    Alberto Ried (poeta, cuentista, escultor,

    pintor), Acario Cotapos (msico), Augusto

    DHalmar (Augusto Thomson, novelista

    y cuentista), Alfonso Leng (msico y

    compositor), Julio Ortz de Zrate (pintor),

    Ernesto A. Guzmn (poeta y ensayista),

    Eduardo Barrios (novelista y dramaturgo) y

    Julio Bertrand Vidal (arquitecto y pintor).54 Al respecto, ver: La construccin de lo

    contemporneo. La institucin moderna del

    arte en Chile 1910-1947. Estudios de Arte,

    Departamento de Teora de las Artes de la

    Universidad de Chile, Santiago, 2012, pg. 36-

    38. El Grupo Universitario Lux unificaba la

    i notas al margen

    labor de los estudiantes revolucionarios de

    Santiago. Como resultado de los acuerdos, se

    fund el Soviet de Estudiantes compuesto por

    los Grupos universitarios Lux (Medicina),

    Spartacus (Bellas Artes), Renovacin

    (Leyes), Rebelin (Instruccin Secundaria)

    e Insurreccin (Comercio). 55 Ser Gazmuri, entonces presidente

    del Centro de Bellas Artes de la Escuela,

    quien escriba una carta a Juan Emar en

    1924, publicada en La Nacin, donde

    manifiesta su descontento por la estructura

    de la Escuela de Bellas Artes, apoyando

    las proclamas de Emar. Sin embargo, ni el

    Centro de Estudiantes ni las acciones de

    Spartacus, generarn algn tipo de reforma

    o recambio en el sistema de enseanza. Al

    respecto, ver Justo Pastor Mellado: Hernn

    Gazmuri: primera vctima (moderna) de la

    universitarizacin (conservadora) de la

    enseanza de arte en Chile. Y Sebastin

    Vidal: Epstolas incontenidas: Un caso de

    poltica estudiantil y enseanza de las artes56 Jean Emar, Crticos y Crtica, La Nacin,

    martes 4 de diciembre de 1923. En Emar,

    Op.Cit., pg. 7057 Ernesto Muoz (ed.), Matilde Prez,

    Visiones geomtricas, pg. 39. La cita es de

    Matilde Prez58 Patricio Lizama (I), Sara Malvar: una

    intelectual cosmopolita de la vanguardia

    chilena, Taller de Letras n 48, pgs. 48,49. 59 Carta de Henriette Petit a Luis Vargas

    Rosas, julio de 1922. Daz, Op.Cit., pg. 246

    60 Carta de Henriette Petit a Luis Vargas

    Rosas, Santiago 10 de enero de 1922. En

    Daz, Op.Cit., pg. 11661 Revista de Arte, Ao II, n 12, 1936. pg. 61 62 Agustn Cannobbio, La exposicin de

    una artista. Dora Puelma de Fuenzalida,

    Revista Zig-Zag, 11 de agosto de 1923,

    n 964, ao xix63 Cita de Rosa Chacel en su ensayo

    Esquema de los problemas actuales y

    prcticos del amor (1931). En Kirkpatrick,

    Op.Cit., pg. 27564 Esta labor literaria de las artistas, se

    manifestaba ya en el siglo xix con la presencia

    de Mary Graham y Clara lvarez Condarco

    y en 1900 Luisa Isella participa, tambin,

    como redactora en pequeas notas de arte en

    la revista Instantneas de Luz i Sombra.

    En 1927 Laura Jorquera y Esther Ugarte,

    participarn en el texto compilado por

    Sara Guern a raz de la celebracin del

    cincuentenario del decreto de Amuntegui,

    primera publicacin que presenta una resea

    sistemtica de las artistas en Chile. Junto a ellas,

    las pintoras Ana Corts, Dora Puelma, Mara

    Valencia y la escultora Laura Rodig tambin

    ejercen la labor literaria en la Revista de Arte de

    la Universidad de Chile y a travs de crnicas

    sobre las artes plsticas; mientras que la Revista

    Pro Arte recibe, tambin, las correspondencias

    de Puelma y Marta Colvin desde el ao 1949.65 En: Patricio Lizama (II), Huidobro y la

    vanguardia de los aos 30. Retablo de Literatura

    Chilena, www.vicentehuidobro.uchile.cl

  • Albina Elgun, "Cambios de fortuna" (1888) leo sobre tela, 44 x 54 cmMuseo Nacional de Bellas Artes

  • historias de mujeres en el arte chileno (1900 1950)

    6160

    i notas al margen

    Clara Filleul, "Retrato de doa Pepita Reyes" leo sobre tela sobre cartn, 27 x 20 cmMuseo Nacional de Bellas Artes

    Mara Teresa Gandarillas, "Autorretrato", leo sobre telaColeccin Particular

  • historias de mujeres en el arte chileno (1900 1950)

    6362

    i notas al margen

    Aurora Mira, "Autorretrato", leo sobre tela, Coleccin Particular

    Magdalena Mira, "Bruja conjurando la tempestad" leo sobre tela, 60 x 95 cmColeccin Particular

  • Dolores Vicua, "Paisaje" (1879)leo sobre tela, 71 x 94 cmMuseo Benjamn Vicua Mackenna

  • Luisa Lastarria, Naturaleza muerta leo sobre tela, 43 x 53 cmMuseo Nacional de Bellas Artes

  • Agustina Gutirrez, "La Caridad" (1886)El Taller Ilustrado, 1886

  • Elisa Berroeta, Se acab el hogar, reproduccin en madera de la obra de Juan HarrisRevista Selecta, 1909.

  • historias de mujeres en el arte chileno (1900 1950)

    7372

    i notas al margen

    Jacob Bash, "El Mendigo", grabado en madera de la obra de Simn GonzlezRevista Selecta, 1909

    Octavia Sey, "Antiguo Testamento", reproduccin en grabado de la obra de Ad. Levy, Revista Selecta, 1910