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APELLIDO Y NOMBRES: .............................................N O DOCUMENTO: ............................. Universidad Nacional de Quilmes Ingreso 2009 Prueba de Suficiencia Comprensión y Producción de Textos 1. Lea atentamente los textos que siguen para resolver las consignas que se plantean a continuación. Por favor, escriba sus respuestas en el reverso de las páginas de este cuadernillo. Si necesitara agregar hojas adicionales, no olvide indicar su nombre, apellido y número de documento en cada una de ellas. 1.1. Lo que Internet le está haciendo a nuestros cerebros ¿Google nos está volviendo estúpidos? Por Nicholas Carr 1 para The Atlantic 2 “Dave, basta. Basta, por favor. Basta, Dave. ¿Vas a parar de una vez, Dave?” Así le ruega la supercomputadora HAL al implacable astronauta Dave Bowman en una famosa y extrañamente conmovedora escena del final de la película de Stanley Kubrick 2001: Una odisea del espacio. Bowman, que había estado a punto de ser condenado a morir en el espacio a causa de un problema de funcionamiento de la máquina, está desconectando tranquila y fríamente los circuitos de memoria que controlan su cerebro “artificial”. “Dave, mi mente se está yendo,” dice HAL, con desesperación. “Puedo sentirlo. Puedo sentirlo.” Yo también puedo sentirlo. Durante estos últimos años he tenido la incómoda sensación de que alguien o algo ha estado jugando con mi cerebro, rediseñando el circuito neuronal, reprogramando la memoria. Mi mente no se está yendo –al menos eso creo– pero está cambiando. No pienso de la misma manera que antes. Puedo sentirlo más claramente cuando leo. Sumergirme en un libro o en un artículo extenso solía ser fácil. Mi mente era capturada por el relato o por los argumentos y podía pasarme horas recorriendo largos pasajes en prosa. Eso ya casi nunca sucede. Ahora mi concentración a menudo empieza a desviarse después de dos o tres páginas. Me pongo nervioso, pierdo el hilo, empiezo a buscar otra cosa para hacer. Me siento como si tuviera que arrastrar a mi cerebro de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en una lucha. Creo saber lo que está pasando. Desde hace ya más de una década, paso mucho tiempo conectado, buscando y navegando y, a veces, aportando algo a la gran base de datos de Internet. La Web ha sido un regalo de Dios para mí, como escritor. Una investigación que antes requería días en las bibliotecas ahora puede hacerse en minutos. Unas pocas búsquedas en Google, algunos clicks rápidos en enlaces y ya tengo el dato revelador o la cita precisa que necesitaba. Aun cuando no estoy trabajando, es muy probable que me 1 Autor del libro The Big Switch: Rewiring the World, From Edison to Google (“El gran cambio: reconectando el mundo, de Edson a Google”, 2008). 2 The Atlantic es una revista norteamericana de publicación mensual fundada en 1857 por un grupo de intelectuales notables entre los que se contaban escritores com Ralph Waldo Emmerson, Harriett Beecher-Stowe y H. W. Longfellow. Se ocupa de temas económicos, políticos y culturales y se dirige a un público de un nivel educativo elevado. Examen de Suficiencia-Eje de Comprensión y Producción de Textos, pág. 1

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Universidad Nacional de Quilmes Ingreso 2009

Prueba de Suficiencia Comprensión y Producción de Textos

1. Lea atentamente los textos que siguen para resolver las consignas que se

plantean a continuación. Por favor, escriba sus respuestas en el reverso de las páginas de este cuadernillo. Si necesitara agregar hojas adicionales, no olvide indicar su nombre, apellido y número de documento en cada una de ellas.

1.1.

Lo que Internet le está haciendo a nuestros cerebros

¿Google nos está volviendo estúpidos?

Por Nicholas Carr1 para The Atlantic2

“Dave, basta. Basta, por favor. Basta, Dave. ¿Vas a parar de una vez, Dave?” Así le ruega la supercomputadora HAL al implacable astronauta Dave Bowman en una famosa y extrañamente conmovedora escena del final de la película de Stanley Kubrick 2001: Una odisea del espacio. Bowman, que había estado a punto de ser condenado a morir en el espacio a causa de un problema de funcionamiento de la máquina, está desconectando tranquila y fríamente los circuitos de memoria que controlan su cerebro “artificial”. “Dave, mi mente se está yendo,” dice HAL, con desesperación. “Puedo sentirlo. Puedo sentirlo.” Yo también puedo sentirlo. Durante estos últimos años he tenido la incómoda sensación de que alguien o algo ha estado jugando con mi cerebro, rediseñando el circuito neuronal, reprogramando la memoria. Mi mente no se está yendo –al menos eso creo– pero está cambiando. No pienso de la misma manera que antes. Puedo sentirlo más claramente cuando leo. Sumergirme en un libro o en un artículo extenso solía ser fácil. Mi mente era capturada por el relato o por los argumentos y podía pasarme horas recorriendo largos pasajes en prosa. Eso ya casi nunca sucede. Ahora mi concentración a menudo empieza a desviarse después de dos o tres páginas. Me pongo nervioso, pierdo el hilo, empiezo a buscar otra cosa para hacer. Me siento como si tuviera que arrastrar a mi cerebro de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en una lucha. Creo saber lo que está pasando. Desde hace ya más de una década, paso mucho tiempo conectado, buscando y navegando y, a veces, aportando algo a la gran base de datos de Internet. La Web ha sido un regalo de Dios para mí, como escritor. Una investigación que antes requería días en las bibliotecas ahora puede hacerse en minutos. Unas pocas búsquedas en Google, algunos clicks rápidos en enlaces y ya tengo el dato revelador o la cita precisa que necesitaba. Aun cuando no estoy trabajando, es muy probable que me

1 Autor del libro The Big Switch: Rewiring the World, From Edison to Google (“El gran cambio: reconectando el mundo, de Edson a Google”, 2008). 2 The Atlantic es una revista norteamericana de publicación mensual fundada en 1857 por un grupo de intelectuales notables entre los que se contaban escritores com Ralph Waldo Emmerson, Harriett Beecher-Stowe y H. W. Longfellow. Se ocupa de temas económicos, políticos y culturales y se dirige a un público de un nivel educativo elevado.

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encuentre explorando la selva de información de la Web, leyendo y escribiendo correos electrónicos, barriendo titulares y entradas de blogs, viendo videos o escuchando podcasts o solo saltando de enlace en enlace. (A diferencia de las notas al pie con los que a veces se los compara, los enlaces no señalan meramente a obras relacionadas; te lanzan hacia ellas.) Para mí, como para tantos otros, la Web se está convirtiendo en el medio universal, el conducto de la mayor parte de la información que fluye a través de mis ojos y oídos y en mi mente. Las ventajas de tener acceso inmediato a un archivo tan increíblemente rico de información son muchas y han sido ampliamente descriptas y debidamente aplaudidas. “El recuerdo perfecto de la memoria de siliconas”, escribió Clive Tompson en Wired, “puede ser una enorme bendición para el pensamiento.” Pero esa bendición tiene un precio. Como señaló en los años ’60 el teórico de la comunicación Marshall McLuhan, los medios no son sólo canales pasivos de información. Proveen material para el pensamiento pero también modelan los procesos de pensamiento. Y lo que Internet parecería estar haciendo es triturar mi capacidad de concentración y contemplación. Mi mente ahora espera recibir información de la manera en que la distribuye la Web: como un rápido torrente de partículas en movimiento. Antes era un buzo en el mar de las palabras. Ahora surfeo a lo largo de la superficie como un tipo en un Jet Ski.

No soy el único. Cuando comento mis problemas con la lectura entre amigos y conocidos –la mayoría de ellos, gente de letras– muchos dicen tener experiencias parecidas. Cuanto más usan la Web, más tienen que esforzarse en mantenerse concentrados a lo largo de escritos extensos. Algunos de los bloggers que suelo leer también han comenzado a mencionar el fenómeno. Scott Karp, que escribe un blog sobre medios en Internet, recientemente confesó que ha dejado de leer libros. “Estudié literatura en la Universidad y era un lector voraz de libros,”escribió. “¿Qué pasó?” La respuesta sobre la que especula: “¿Qué pasa si todo lo que leo está en Internet no tanto porque cambió mi manera de leer, es decir, por una simple cuestión de comodidad, sino porque cambió mi manera de PENSAR?” Bruce Friedman, que lleva un blog sobre el uso de las computadoras en medicina, también describió cómo Internet ha alterado sus hábitos mentales. “Perdí casi totalmente la capacidad de leer y absorber un artículo extenso tanto en la web como impreso”, escribió hace poco. Friedman, un patólogo que ha sido durante muchos años profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan, amplió su comentario en una conversación telefónica conmigo. Su pensamiento, dijo, ha adquirido una cualidad de “staccato” que refleja la manera en la que recorre rápidamente breves pasajes de texto de diversas fuentes online. “Ya no puedo leer La guerra y la paz”, admitió. “He perdido la capacidad para hacerlo. Hasta una entrada de blog de más de tres o cuatro párrafos es demasiado para absorber. Le paso apenas por encima.” Las anécdotas por sí solas no prueban gran cosa. Y todavía estamos esperando experimentos neurológicos y psicológicos de largo plazo que provean una imagen definitiva de cómo el uso de Internet afecta la cognición. Pero un estudio de investigadores de la Universidad de Londres sobre hábitos de búsqueda online publicado recientemente, sugiere que podríamos estar en el medio de un mar de cambios en nuestra forma de leer y pensar. En el marco de un programa de investigación de cinco años de duración, los investigadores examinaron registros de computación que documentan el comportamiento de los visitantes de dos sitios de búsqueda muy frecuentados, uno operado por la Biblioteca Británica y otro por un consorcio educativo del Reino Unido. Descubrieron que la gente que usa estos sitios exhibió una forma de actividad de “pasada superficial”, saltaban de una fuente a la otra y raramente volvían a una fuente que habían visitado previamente. Por lo general, no leían más de

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una o dos páginas de un artículo o libro antes de decidir “rebotar” a otro sitio. A veces guardaban un artículo extenso pero no hay evidencia de que hayan vuelto efectivamente a él para leerlo. Los autores del trabajo señalaron que:

Es claro que los usuarios no leen online en el sentido tradicional: de hecho hay indicios de que están emergiendo nuevas formas de “lectura” ya que los usuarios recorren horizontalmente títulos, páginas de contenidos y resúmenes en busca de ganancias rápidas. Casi parecería que se conectan a la red para evitar leer en el sentido tradicional.

Gracias a la omnipresencia del texto en Internet, y por supuesto a la

popularidad de los mensajes de texto en teléfonos celulares, es muy posible que estemos leyendo mucho más hoy que en los años ’70 u ’80, cuando la televisión era el medio privilegiado. Pero es una forma diferente de lectura y detrás de ella yace una forma diferente de pensamiento, quizás hasta un nuevo sentido del ser. “No solo somos lo que leemos”, dice Maryanne Wolf, psicóloga de la Universidad de Tufts y autora de Proust y el calamar: la historia y la ciencia del cerebro lector. “Somos cómo leemos.” Wolf se inquieta ante la posibilidad de que el estilo de lectura que promueve la Red, un estilo que pone la “eficiencia” y la inmediatez” por encima de cualquier otra cosa, esté debilitando nuestra capacidad para el tipo de lectura profunda que emergió cuando una tecnología anterior, la de la imprenta, generalizó la circulación de obras en prosa largas y complejas. Cuando leemos online, dice, tendemos a convertirnos en “meros decodificadores de información.” Nuestra capacidad para interpretar el texto, para establecer las ricas conexiones mentales que se dan cuando leemos profundamente y sin distracciones, se utiliza muy poco. Leer, explica Wolf, no es una capacidad instintiva para los seres humanos. No está programada en nuestros genes como lo está el habla. Tenemos que enseñarle a nuestra mente a traducir los caracteres simbólicos que vemos en el lenguaje que comprendemos. Y los medios y las otras tecnologías que usamos para aprender y practicar la actividad de la lectura juegan un papel importante en la conformación de los circuitos neuronales en nuestros cerebros. Se ha demostrado experimentalmente que los lectores de ideogramas, como los del chino, desarrollan un circuito mental para la lectura muy diferente del que se encuentra en aquellos cuya escritura se alfabética. Las variaciones se extienden a través de varias regiones cerebrales, incluidas las que gobiernan funciones cognitivas tan esenciales como la memoria y la interpretación de estímulos visuales y auditivos. Podemos sospechar, entonces, que los circuitos configurados por nuestro uso de la Red serán diferentes de los que establecen nuestra lectura de libros y otras obras impresas. Alrededor de 1882, Friedrich Nietzsche compró una máquina de escribir, una Malling-Hansen Writing Ball, para ser preciso. Su vista estaba debilitada y mantener sus ojos concentrados en una página se había convertido en una tarea agotadora y dolorosa que a menudo le provocaba terribles migrañas. Se había visto obligado a reducir su escritura y lo acosaba el temor de que en poco tiempo más tendría que abandonarla por completo. La máquina de escribir lo rescató, al menos por un tiempo. Una vez que logró dominar el tipeo al tacto, pudo escribir con sus ojos cerrados, usando solamente las yemas de sus dedos. Las palabras podían fluir otra vez desde su mente a la página. Pero la máquina tuvo un efecto más sutil sobre su trabajo. Un compositor amigo de Nietzsche notó un cambio en el estilo de su escritura. Su prosa tersa se había vuelto más cerrada, más telegráfica. “Quizás, a través de este instrumento, te acostumbrarás a un nuevo idioma” le escribió el amigo en una carta, a la vez que le señaló que sus “‘pensamientos’ tanto en la música como

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en el lenguaje a menudo dependían de la cualidad de la pluma y el papel”. “Tienes razón”, le respondió Nietzsche, “nuestro instrumental para escribir participa activamente en la formación de nuestros pensamientos.” Bajo la influencia de la máquina, escribe el investigador en comunicación alemán Friedrich A. Kittler, la prosa de Nietzsche “cambió los argumentos por aforismos, los pensamientos por tropos y la retórica por el estilo telegráfico.” […] Esa escena de 2001 me persigue. Lo que la hace tan conmovedora y tan extraña es la reacción emocional de la computadora frente al desmantelamiento de su mente: su desesperación a medida que cada circuito va apagándose, su ruego infantil al astronauta –“Puedo sentirlo. Puedo sentirlo. Tengo miedo.”– y su regresión final a lo que solo puede llamarse “estado de inocencia”. El torrente de sentimientos de HAL contrasta con la falta absoluta de emoción que caracteriza a las figuras humanas en el film, que hacen sus tareas con eficiencia casi robótica. Sus pensamientos y acciones parecen establecidos por un guión, como si siguieran los pasos de una fórmula. En el mundo de 2001, la gente se ha vuelto tan maquinal que el personaje más humano resulta ser una máquina. Esa es la esencia de la oscura profecía de Kubrick: cuanto más dependemos de las computadoras para mediar nuestra comprensión del mundo, es nuestra inteligencia la que se achata y se convierte en inteligencia artificial.

Publicado en la edición julio/agosto 2008 de The Atlantic,Disponible en http://www.theatlantic.com/doc/200807/google

(traducción y adaptación de A. Reale)

1.2.

El uso de Internet es “bueno” para el cerebro Un equipo de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) ha descubierto que las búsquedas en Internet estimulan centros cerebrales que controlan la toma de decisiones y el razonamiento complejo. Los investigadores dicen que esto podría ayudar a contrarrestar los cambios fisiológicos que hacen que el cerebro se vuelva más lento. El estudio será publicado en el American Journal of Geriatric Psychiatry (Revista Norteamericana de Gerontopsiquiatría). A medida que el cerebro envejece se producen una serie de cambios como su achicamiento y la reducción en la actividad celular, que pueden afectar su rendimiento. Desde hace mucho tiempo se cree que las tareas que mantienen activo al cerebro tales como la resolución de crucigramas, pueden aminorar el impacto y este estudio sugiere que navegar la web puede ser una de estas tareas. El investigador Gary Small sostuvo que: “Los resultados del estudio son alentadores dado que sugieren que las nuevas tecnologías computarizadas podrían tener efectos fisiológicos y beneficios potenciales para la gente de edad madura y adultos mayores. La búsqueda en Internet implica una actividad cerebral compleja que puede ayudar a ejercitar y mejorar el funcionamiento del cerebro.” La investigación se basó en 24 voluntarios cuyas edades estaban entre 55 y 76 años. La mitad de ellos eran usuarios expertos de Internet mientras que el resto no.

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Cada voluntario fue sometido a una tomografía cerebral mientras llevaba a

cabo búsquedas en la Red y mientras leía un libro. Ambos tipos de tareas produjeron evidencia de actividad significativa en regiones del cerebro que controlan el lenguaje, la lectura, la memoria y las habilidades visuales. Por otro lado, la tarea de búsqueda en la Web dio lugar a actividad adicional en áreas separadas del cerebro que controlan la toma de decisiones y el razonamiento complejo, aunque esto sucedió sólo en aquellos que eran usuarios expertos de Internet. Los investigadores explicaron que, comparada con la simple lectura, la riqueza de opciones que ofrece Internet exige a los usuarios tomar decisiones acerca de qué elegir para obtener información relevante. Sin embargo, sugirieron que los no expertos en la Web todavía no habían comprendido las estrategias necesarias para realizar una búsqueda satisfactoria. El Profesor Smith afirmó que: “Una simple tarea cotidiana de búsqueda en Internet parece ampliar el circuito cerebral en los adultos mayores, lo que demuestra que nuestros cerebros son sensibles y pueden continuar aprendiendo a medida que envejecemos.” Rebecca Wood, directora de la Fundación para la Investigación del Alzheimer, dijo: “Estos descubrimientos fascinantes indican que la gente de edad madura y los adultos mayores pueden reducir el riesgo de demencia senil si llevan a cabo actividades mentales estimulantes con regularidad.” Por su parte, la Dra. Susanne Sorensen, Jefa del Departamento de Investigación de la Sociedad de Alzheimer, sostuvo que “El lema Úsalo o piérdelo bien puede ser un mensaje positivo para mantener a la gente activa pero hay muy poca evidencia real de que ejercitar el cerebro con juegos de ingenio, crucigramas y otras actividades pueda favorecer la salud cognitiva y reducir el riesgo de demencia.”

Publicado en la sección Salud del portal de noticias BBC News,

el 14 de octubre de 2008. Disponible en http://news.bbc.co.uk/2/hi/health/7667610.stm

(traducción de A. Reale)

a) Indicar a qué género discursivo pertenece cada uno de estos textos.

Caracterizarlos teniendo en cuenta el tema tratado, el estilo y su forma de composición o estructura. Justificar la respuesta con indicios tomados del texto. [10p]

b) Identificar en cada uno de los textos el problema que se discute, la tesis

sostenida y al menos dos argumentos empleados para establecer la conclusión. (20p)

c) ¿Cómo se caracteriza a Internet en cada texto? ¿Qué cualidades se le atribuyen

y cuál es la valoración que resulta de la forma particular en que se la representa? (10p)

d) Analizar la función de los enunciados referidos en cada texto. (10p)

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3. Usted es un especialista es comunicación a quien un diario circulación

nacional le solicita un artículo de opinión acerca de los efectos que produce en nuestros hábitos y capacidades mentales el uso de Internet. Para resolver esta consigna tendrá que recurrir a los textos presentados en la consigna 1. En el texto deberán insertarse, además, en el lugar y en la forma que usted elija, los dos enunciados siguientes que se citan más abajo. No olvide titular el artículo e indicar el medio en el que prevé su publicación. (Extensión del escrito: entre 25 y 30 líneas). (50p)

3.1.

“Internet no está destinada a sustituir a los libros: es tan sólo un formidable complemento, un incentivo para leer más. El libro sigue siendo el instrumento principal de transmisión y disponibilidad del conocimiento.”

Eco, Umberto; “El libro escolar como maestro” en La Nación, 23 de julio de 2004

3.2.

“Lo que suscita el mayor temor en relación con las nuevas tecnologías de la información es que lo que se concibió esencialmente como un medio de almacenamiento no sólo no logre organizar el pensamiento, sino que acabe por ahogarlo, dispersarlo o, lo que es peor aún, controlarlo.”

TOLVA, John; “La herejía del hipertexto:

miedo y ansiedad en la era tardía de la imprenta” en VEGA, María José (ed.); Literatura hipertextual y teoría literaria;

Madrid, Marenostrum, 2003.