Texto: Dr. Ernesto Contreras

No se engañen; las malas conversaciones corrompen, porque algunos no reconocen a Dios, para vergüenza de ustedes lo digo; pues Dios da el cuerpo como Él quiere, y a cada simiente su propio cuerpo. No toda

carne es la misma carne; pues una carne es la de los hombres, y otra carne la de los animales, y otra la de los

peces, y otra la de las aves. (1ª Corintios 15:33-37).

Encontrarles parecido a unos seres vivos con otros, es menos fácil que identificar las muchas diferencias que hay entre ellos. La teoría

evolucionista de las similitudes (homologías), afirma que los organismos que se parecen porque tienen cabeza, tronco y extremidades; o

funciones y órganos (hígado, corazón, etc.) similares, descienden de un ancestro común.

Los siete huesos (vértebras) del cuello humano,

corresponden a las mismas siete vértebras (aunque

mucho más grandes), del cuello de la jirafa; por lo tanto,

aunque haya obvias diferencias en otros aspectos,

ambos organismos se consideran homólogos y

descendientes de un ancestro común. R. Milner, Encyclopedia of Evolution,

1990, p.218.

Ante la ausencia de evidencias actuales o pasadas, de que alguna vez una especie haya evolucionado

transformándose en otra, las apariencias, como por ejemplo, que la

extremidad pentadactilar de un caimán, un caballo, una ballena, o un

murciélago, tengan los mismos 5 huesos largos básicos, es usado

miopemente, como prueba de que ha habido evolución.

“La más importante evidencia, es la basada en un estudio

comparativo de la estructura y desarrollo de varios grupos. El uso de tal evidencia, está basado en la suposición de

que mientras más se parezca la estructura corporal de dos especies, más cercana será la relación filogenética (el

parentesco) entre ellas, y más reciente será su antecesor

común.”

“El único postulado que los evolucionistas necesitan es que el grado de semejanza

estructural, corre esencialmente paralelo a la cercanía de su parentesco. La mayoría de los biólogos

dirían que esta es una de las leyes de la vida mejor

establecidas. Si no podemos apoyarnos en este postulado,

no podemos establecer la validez del principio de la

evolución.”

Cuando *George G. Simpson dice que los desarrollos evolutivos pueden ser descritos sin la necesidad del apoyo de la evidencia paleontológica, y que la homología está determinada por la ascendencia, y a la vez, la homología da evidencia de su ascendencia, está usando el inválido e

irresponsable razonamiento circular, característico de la mitología darwiniana.

Nota: (*) significa que no es creacionista.

A final de cuentas, descartando que cada especie sea un producto original de la casualidad, sólo hay dos opciones posibles en cuanto al

origen de las similitudes: (1) Que los que se parecen están emparentados; o (2) que las especies que se parecen son múltiples

variantes hechas con diferente propósito, por un solo e inmensamente inteligente Diseñador.

Cualquiera, que analiza cuidadosamente la estructura, forma, y Cualquiera, que analiza cuidadosamente la estructura, forma, y función de diferentes extremidades superiores, encontrará que en función de diferentes extremidades superiores, encontrará que en las que tienen cinco dedos, hay treinta huesos, y no cinco; por lo las que tienen cinco dedos, hay treinta huesos, y no cinco; por lo

que tendrá que concluir que es necio considerarlas obra de la que tendrá que concluir que es necio considerarlas obra de la evolución de un ancestro, ya que tienen el singular e inmejorable evolución de un ancestro, ya que tienen el singular e inmejorable

diseño del Magistral Hacedor.diseño del Magistral Hacedor.

Así, cuando consideramos las diferencias fundamentales que en los últimos 50 años, ciencias nuevas como la Biología molecular y la

Genómica, han descubierto a nivel del ADN, los genes, y las proteínas, la posibilidad de que, porque son parecidas, dos especies distintas pudieran descender de un ancestro común, se desvanece, y

hasta se considera ridícula.

Tan ridícula como que organismos tan diferentes como los pollos y los humanos, sólo por tener proteínas similares, como la lactalbúmina y la

lisozima (enzima que ataca y desbarata las bacterias), sean consideradas parientes; o que el ojo del pulpo por ser el más parecido al

humano, se use como evidencia de que ambos evolucionaron de un ancestro común.

“Resulta ahora claro que la homología, no puede respaldarse en el momento en que se identifican los genes; ya que los intentos por encontrar

genes ‘homólogos’ en especies no relacionadas cercanamente, se ha descartado como un proyecto sin esperanza de éxito.” *Sir Gavin De Beer,

Homology, An Unsolved Problem, 1971.

Nota: (*) significa que no es creacionista.

“Pues ahora se sabe que los órganos homólogos son producidos por complejos genéticos completamente diferentes. Así, el concepto de homología que es fundamental para la evolución, en términos de genes similares, heredados a partir de un ancestro común, ya quedó desbaratada, y no la podemos explicar en los términos de la biología actual.” *Sir A. Hardy.

Nota: (*) significa que no es creacionista.

Tan inverosímil resultó decir que eran parientes, que se decidió proponer que los animales alados, evolucionaron por 4 avenidas independientes (Evolución Convergente): Los insectos; reptiles

voladores ya extintos; aves; y murciélagos. Solo que, simultáneamente y en una generación, ¡se tuvieron que hacer los

cambios correspondientes y heredables en su ADN!

Pero también está el problema opuesto, llamado Evolución Divergente: Que el ojo básico de los insectos, como el de la mosca, aparece

sustancialmente modificado en otros insectos supuestamente emparentados; y que tal modificación se tuvo que completar dentro de

una sola generación, para evitar que estando ciegos, sus depredadores extinguieran la especie.

Con razonamientos similares se intentó conciliar las enormes diferencias que hay entre los ojos de los insectos, moluscos, peces,

crustáceos, mamíferos, etc. Pero la verdad sobre las similitudes y divergencias, no se resuelve por votación. Es infantil creer que con

ponerle un nombre pseudocientífico a lo imposible, ya se pueda aceptar como posible.

“Si podemos establecer en forma indiscutible, que las similitudes, no siempre deben interpretarse como que ambas descienden de un ancestro

común, todo el argumento proporcionado por la anatomía comparativa, parecería desmoronarse en ruinas.” *Thomas H. Morgan, Scientific

Monthly 16(3): 237 (1923).

Nota: (*) significa que no es creacionista.

Otro fenómeno que la evolución no explica, y que hace que dos animales se parezcan, es el llamado Mimetismo: capacidad muy rara de la mariposa

Virrey, por ejemplo, de hacer que sus alas se parezcan a las de la mariposa Monarca (que es venenosa), con el fin de evitar ser devorada por sus depredadores. La mayoría no logramos parecernos así a otros.

Se pueden citar muchas posibles similitudes de tipo estructural, químico, y biológico; pero cualquier agrupamiento por similitud (por ejemplo, según su arco aórtico, de los cinco tipos que hay), siempre

será diferente al agrupamiento de acuerdo a otra similitud. Esto descarta la utilidad de las similitudes como evidencia válida que

favorezca a la evolución.

¡Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso! ¡Justos y verdaderos son tus caminos,

Rey de los santos! ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? Todas las naciones vendrán, y

adorarán delante de ti, porque tus juicios se han manifestado. (Apocalipsis 15:2-3).