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1 EL PRINCIPIO NO ESTORBES “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento”. 1 Corintios 3:6-7 UNA VERDAD ESPIRITUAL Una de las verdades más claras del Nuevo Testamento respecto a la mayordomía del crecimiento y la multiplicación de la vida eclesiástica es que: A Dios no le gusta la higuera sin higos (Mateo 21:19-21), ni la red sin pescados (Lucas 5:4-6.), ni la tierra sin frutos (Mateo 13:8-9), ni dinero sin ganancia (Mateo 25:27). El testimonio del Nuevo Testamento es el de una Iglesia en crecimiento constante: 46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos. Hechos 2:46-47. “Así que las iglesias eran confirmadas en la fe, y aumentaban en número cada día”. Hechos 16:5. Una eclesiología congruente con el Nuevo Testamento debe incluir las siguientes verdades: Dios quiere una Iglesia en constante crecimiento. No podríamos sostener de ninguna manera una idea diferente. Dejaríamos de ser bíblicos si justificáramos, de cualquier manera, el no crecimiento. Dios diseñó a su Iglesia con el ADN del crecimiento. El crecimiento no es un asunto de esfuerzo humano, ni de tecnología. Este es justamente el error de algunas posturas del iglecrecimiento de décadas pasadas, que se centraba en la sociología para explicar los fenómenos de crecimiento, y nos establecieron claves de crecimiento que no siempre funcionaron. Muy pronto nos dimos cuenta de que, aunque hiciéramos lo mismo, en circunstancias semejantes, el crecimiento no necesariamente sucedía ¿Por qué? Porque depende de Dios y no de nuestras acciones. Lo natural, lo congruente y lo inevitable de una iglesia sana es que crezca. Un ejemplo: De acuerdo con los Récords Guinness, el hombre más alto del mundo mide 2.47 metros, y el hombre más pequeño mide apenas 73 centímetros. Fueron presentados y ciertamente al verlos juntos nos sorprendemos de la extraordinaria diversidad que existe en la raza humana. Ahora bien: ¿por qué uno es tan grande y el otro tan pequeño? La respuesta es sencilla: El ADN. Es un asunto de la naturaleza. Se trata de algo genético, hereditario. De hecho, tratar de cambiar ese aspecto de sus vidas, posiblemente es ir en contra de los planes de Dios. Si aplicamos esto al tema del crecimiento de la Iglesia, deberíamos comenzar con preguntarnos: ¿Cuál es el ADN de la Iglesia fundada por El Señor Jesucristo? Y no hay remedio, tenemos que decir que, El Señor diseñó a su iglesia con el ADN del crecimiento. Podemos usar muchísimos textos bíblicos para probar esta declaración; pero, sólo por no abundar, veamos algunos textos que a través de la historia de la fe lo comprueban: Dios ordenó a la raza humana que se multiplicara desde un principio. Fructificad y multiplicaos. Génesis 1:22. Dios ordenó a Noé y su descendencia que se multiplicara. Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra. Génesis 9:1.

Crece Para Principiantes 2015 El Principio No Estorbes

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EL PRINCIPIO NO ESTORBES

“Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento”.

1 Corintios 3:6-7

UNA VERDAD ESPIRITUAL Una de las verdades más claras del Nuevo Testamento respecto a la mayordomía del crecimiento y la multiplicación de la vida eclesiástica es que: A Dios no le gusta la higuera sin higos (Mateo 21:19-21), ni la red sin pescados (Lucas 5:4-6.), ni la tierra sin frutos (Mateo 13:8-9), ni dinero sin ganancia (Mateo 25:27). El testimonio del Nuevo Testamento es el de una Iglesia en crecimiento constante: 46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos. Hechos 2:46-47. “Así que las iglesias eran confirmadas en la fe, y aumentaban en número cada día”. Hechos 16:5. Una eclesiología congruente con el Nuevo Testamento debe incluir las siguientes verdades: Dios quiere una Iglesia en constante crecimiento. No podríamos sostener de ninguna manera una idea diferente. Dejaríamos de ser bíblicos si justificáramos, de cualquier manera, el no crecimiento. Dios diseñó a su Iglesia con el ADN del crecimiento. El crecimiento no es un asunto de esfuerzo humano, ni de tecnología. Este es justamente el error de algunas posturas del iglecrecimiento de décadas pasadas, que se centraba en la sociología para explicar los fenómenos de crecimiento, y nos establecieron claves de crecimiento que no siempre funcionaron. Muy pronto nos dimos cuenta de que, aunque hiciéramos lo mismo, en circunstancias semejantes, el crecimiento no necesariamente sucedía ¿Por qué? Porque depende de Dios y no de nuestras acciones. Lo natural, lo congruente y lo inevitable de una iglesia sana es que crezca. Un ejemplo: De acuerdo con los Récords Guinness, el hombre más alto del mundo mide 2.47 metros, y el hombre más pequeño mide apenas 73 centímetros. Fueron presentados y ciertamente al verlos juntos nos sorprendemos de la extraordinaria diversidad que existe en la raza humana. Ahora bien: ¿por qué uno es tan grande y el otro tan pequeño? La respuesta es sencilla: El ADN. Es un asunto de la naturaleza. Se trata de algo genético, hereditario. De hecho, tratar de cambiar ese aspecto de sus vidas, posiblemente es ir en contra de los planes de Dios. Si aplicamos esto al tema del crecimiento de la Iglesia, deberíamos comenzar con preguntarnos: ¿Cuál es el ADN de la Iglesia fundada por El Señor Jesucristo? Y no hay remedio, tenemos que decir que, El Señor diseñó a su iglesia con el ADN del crecimiento. Podemos usar muchísimos textos bíblicos para probar esta declaración; pero, sólo por no abundar, veamos algunos textos que a través de la historia de la fe lo comprueban:

Dios ordenó a la raza humana que se multiplicara desde un principio. Fructificad y multiplicaos. Génesis 1:22.

Dios ordenó a Noé y su descendencia que se multiplicara. Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra. Génesis 9:1.

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Dios promete a Abraham ser el Padre de un Pueblo numeroso. Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Génesis 15:5.

Dios se encargó de dar crecimiento al liderazgo del sustituto de Moisés, Josué. Entonces Jehová dijo a Josué: Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo. Josué 3:7.

Dios ordenó a su Pueblo, aún en la cautividad, que se multiplicara: 4 Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los de la cautividad que hice transportar de Jerusalén a Babilonia: 5 Edificad casas, y habitadlas; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos. 6 Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplicaos ahí, y no os disminuyáis. Jeremías 29:4-6. Porque el crecimiento, donde sea y como sea, siempre será una ventaja, una posibilidad, un poder que Dios puede utilizar.

La Iglesia del primer siglo se caracterizaba por un constante y extraordinario crecimiento. Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe. Hechos 6:7. Además, el crecimiento se daba en todas las esferas de la sociedad.

El crecimiento de la Iglesia fue constante y no sólo por períodos. Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba. Hechos 12:24. Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor. Hechos 19:20. Tenían muchos menos recursos que nosotros el día de hoy, sin embargo el crecimiento fue explosivo.

La “Gran Comisión” definitivamente habla de crecimiento: …a todas las naciones Mateo 28:19b: …hasta lo último de la tierra. Hechos 1:8c. Y no hay manera de esquivar la responsabilidad que nos toca.

El crecimiento es un valor, un principio, una idea que corre por la sangre de la fe cristiana. Cualquier otra cosa es ir en contra de la naturaleza de la Iglesia fundada por Jesús. UN PROBLEMA REAL: Sin embargo, aunque el crecimiento es parte de la enseñanza bíblica, algunos lo interpretan como algo extraordinario y/o imposible. Se trata de lo que yo llamo: “la regazón” de una mala interpretación. La Palabra dice: 6 Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. 7 Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. 1ª Corintios 3:6-7. Fácilmente podemos usar este pasaje para justificar la falta de crecimiento en nuestras congregaciones, podemos decir: Si la obra no crece es porque Dios no la hace crecer. O podemos decir: no crece porque esa es la voluntad de Dios. Sin embargo, si somos honestos y practicamos una saludable exégesis, podemos decir que lo que el texto dice es lo siguiente: Dios hace crecer su obra y no los hombres. O podemos decir: Dios hace crecer su obra a pesar de los hombres. El texto no habla de no crecimiento, habla de crecimiento, habla del crecimiento que sin duda lo hace Dios. Como siempre digo: si una iglesia crece, es por la pura gracia de Dios, y si no crece es responsabilidad directa del Pastor, e indirecta del liderazgo de la Iglesia. Pero debe quedarnos clara una cosa: Dios diseñó a su Iglesia para crecer. El ADN de la iglesia es “crecimiento” y no experimentar tal cosa es vivir en contra de la naturaleza de la fe. EL ADN DE LA IGLESIA Ahora bien, ¿qué es el ADN de la Iglesia?, ¿cómo lo identificamos?, ¿cómo se puede definir?

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Permítanme guiarles en la siguiente reflexión: El ADN o el ácido desoxirribonucleico, es la parte de la célula que conserva la información genética que permite que la vida se reproduzca. En genética se dice que, el ADN es un ácido nucleico, o bien, una macro-molécula que forma parte de todas las células y contiene la información usada en el desarrollo y funcionamiento de los organismos vivos conocidos y algunos virus, y es responsable de su transmisión hereditaria. Podemos decir que, “tal es el ADN, tal es la nueva vida que surge”, así que, pensar en el ADN de la iglesia es pensar en “información”, es decir, principios y valores no negociables de la eclesiología bíblica. Se trata de constantes de vida fundamentales. El ADN de la iglesia, entonces, debe entenderse como: una sana interpretación y una efectiva aplicación de los principios bíblicos fundamentales para establecer el Reino de Cristo en la Tierra. Idea Principal: el ADN del que hablamos, no es otra cosa que el perfil de la Iglesia. Y si estudiamos con seriedad el Nuevo Testamento, notaremos que se caracteriza por lo siguiente: Es la naturaleza revolucionaria, creativa, dinámica y poderosa, que le permite reestructurarse, reorganizarse y redefinirse ante toda circunstancia para cumplir con su misión. Es la genética de la iglesia, y podemos definirla en siete declaraciones:

1. Dios diseñó a su Iglesia para crecer. 2. Dios diseñó a su Iglesia para impactar al mundo en toda circunstancia. 3. Dios diseñó a su Iglesia para transformarse para cumplir con su misión. 4. Dios diseñó a su Iglesia para mantener su naturaleza y misión, sus principios y doctrinas, sus

valores y fundamentos intactos, a pesar de cambiar sus programas, estrategias, formatos y colores, para ser pertinente en toda época de la historia y en medio de toda cultura.

5. Dios diseñó a su Iglesia para ser versátil y poderosa. 6. Dios diseñó a su Iglesia para ser siempre actual y no pasar de moda. 7. Dios diseñó a su Iglesia como Él quiso, y perpetuar modelos, estrategias, departamentos,

formatos y colores es ir en contra de su genética. EL PUNTO CRÍTICO. LOS ESTORBOS DEL CRECIMIENTO Si Dios diseño su Iglesia para crecer ¿por qué algunas comunidades no están manifestando el ADN del que hablamos? La respuesta es tan sencilla como trágica: Algunas iglesias están enfermas, y podríamos llamar a sus enfermedades Síndromes. Síndrome = cuadro clínico de una enfermedad con ciertas características tan específicas que representa una identidad que se repite. El no crecimiento es una enfermedad de la iglesia que se origina en el Pastor, se duplica en sus líderes y se multiplica en la congregación. Es como un virus que causa una epidemia y en algunas denominaciones es una pandemia. Las enfermedades de las Iglesias son ideas, dinámicas, posturas y estilos que siendo contrarios a su ADN, se repiten año tras año, y se heredan de un líder a otro y de una comunidad a las nuevas que nacen de ella. Otra vez, se trata de “información genética”, que bien podríamos llamar “teológica y/o discipulado”. Por ejemplo:

1. El Síndrome de la Teología del Fracaso. Convicciones que autentifican el no crecimiento. 2. El síndrome de las estatuas de marfil. La pasión por la perpetuidad de un modelo anacrónico y la

pérdida de la pasión esencial de la transformación.

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3. El síndrome del espejo. La centralización en la comodidad parroquial y la negación de la misión global.

4. El síndrome de la superficialidad. La tolerancia a la inconversión.

No es lo mismo tener mucha gente a crecer como iglesia.

No es lo mismo costumbre que vivencia.

No es lo mismo cultura que nuevo nacimiento.

No es lo mismo tradición que conversión.

No es lo mismo moda que Reino de Cristo. Lo que antes era un problema sólo de los países tradicionalmente evangélicos, ahora es parte de nuestra cultura latina:

Nominalismo. Legalismo Tradicionalismo Sensacionalismo. Evangelio light.

Debemos regresar a la predicación apostólica: “la puerta es estrecha y el camino angosto”

En resumen: podemos decir que, la falta de crecimiento es una cultura. Se trata de una vivencia que hemos llegado a aceptar. Estamos conformes con ella. Es parte de nuestra identidad y a causa de eso incluso tenemos algunas convicciones no escritas como las siguientes:

Estamos firmemente convencidos de que no se puede crecer explosivamente como en el Nuevo Testamento.

Estamos firmemente convencidos de que las iglesias que crecen lo hacen a un alto costo: “cambio doctrinal”. Y lo triste es que algunos están siguiendo las “modas evangélicas” de la apostasía de nuestro tiempo, buscando un crecimiento que no encontrarán.

Estamos firmemente convencidos de que el crecimiento es un asunto extraordinario, inusual, anormal.

Estamos firmemente convencidos de que no existe nada que podamos hacer para dejar el no crecimiento.

Estamos firmemente convencidos de que las iglesias que crecen mucho, irremediablemente tendrán un declive estrepitoso.

Estamos firmemente convencidos de que Dios quiere que mantengamos la Iglesia, no que la hagamos crecer.

DESAFÍO AL CRECIMIENTO Reconocer nuestro problema es un primer paso para la solución, pero no es la solución completa. Debemos hacer algo más. He aquí la propuesta: Principio Genético. El ADN de la Iglesia debe estar en la vida del Pastor, sus líderes y sus miembros.

El crecimiento de la Iglesia no depende de lo que hace el Pastor, sino de “quién es el Pastor” y de lo que está llegando a ser.

El crecimiento de la Iglesia no depende de lo que hacen los miembros, sino de lo que son los miembros, o de lo que están llegando a ser.

El instrumento para penetrar en este mundo multicultural es una vida transformada que comparte vida.

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El instrumento para penetrar en una cultura determinada para plantar Iglesias que crecen es una comunidad creativa, flexible, dinámica, poderosa, que proclame la verdad con palabras, con símbolos, con ejemplos y con hechos, y que esté dispuesta a plantar una nueva Iglesia, incluso distinta a sí misma, es decir, una comunidad con el ADN del Nuevo Testamento.

El principio NO ESTORBES Lo único que debe hacer el Pastor de una iglesia para crecer es: No estorbar. La única razón por la que la iglesia, diseñada por Dios para crecimiento, no crezca, es que el Pastor, y sus líderes están haciendo algo para estorbar. El crecimiento de la Iglesia no es algo que los seres humanos podamos hacer, lo hace Dios, pero nosotros sí lo podemos estorbar. Así que: sólo hay un principio transcultural y transhistórico para el crecimiento de la iglesia es: NO ESTORBES. Definamos estorbar: Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: estorbar es: Del lat. (exturbāre). Poner dificultad u obstáculo a la ejecución de algo. Molestar, incomodar. Para nosotros, podemos definirlo de la siguiente manera: Todo aquello que evita que los de afuera vengan e inhibe que los de adentro se comprometan Hay muchas cosas que decir al respecto y sería parte de una larga conferencia, pero permítanme solo mencionar algunos de los estorbos generales más comunes. Legalismo Tradicionalismo

Superficialidad El falso dogma de la infalibilidad de la democracia Discipulado supracultural Modas espiritualoides Algunos ejemplos: Estorbos generales

1. Que los visitantes se sientan en un museo por causa del estilo de música, los muebles y el vocabulario que usamos.

2. Que la comunión de la comunidad sea cerrada e impida la integración de los nuevos. 3. Que los nuevos creyentes no puedan integrarse al trabajo de la comunidad porque no existen

espacios para desarrollar sus dones. 4. Que los ministerios no puedan desarrollar nuevas estrategias por causa de la estructura inflexible

e intransigente. 5. Que el Pastor no pueda desarrollar nuevos proyectos y dinámicas, por causa de una antigua

tradición. 6. Que existan restricciones para la vida cristiana: exámenes teológicos a los candidatos al

bautismo, reglamentos legalistas y faltos de visión para las bodas, oligarquía por medio de las sesiones de negocios.

7. Que existan miembros que mantengan una actitud y lleven a cabo acciones que impidan el desarrollo de las sanas dinámicas de la comunidad.

Estorbos específicos:

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1. Un púlpito muy grande que cubre más del 50 % del cuerpo del predicador impide que los oyentes conserven la atención.

2. Un predicador monótono y poco dinámico, impide el aprendizaje y la toma de decisiones. 3. Un lugar de reunión inadecuado (poco ventilado, frío, caluroso, sucio, demasiado oscuro,

pequeño para el número de asistentes, etc.), puede inhibir las ganas de asistir. 4. Una comunidad que no da la bienvenida con un trato afable, atención y cuidado de los visitantes,

inhibe las ganas de regresar. 5. Una deficiente integración al estudio bíblico de los nuevos creyentes impide el crecimiento

continuo. 6. Un discipulado deficiente impide el desarrollo de líderes y siervos. 7. Una celebración poco atractiva, sin participación congregacional, anacrónica e impersonal es un

estorbo enorme para el crecimiento. Principio de Liderazgo A menudo les leemos este pasaje a las ovejas, pero en realidad constituye un extraordinario reto para nosotros los Pastores. Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso. Hebreos 13:17. He aquí una exhortación a la membrecía a que obedezca a su Pastor. Pero, esto implica una exhortación al Pastor a marcar el rumbo, dirigir, liderar, “mandar”. He aquí una promesa a la entrega por las almas. Esto implica un llamado al sacrificio. He aquí una declaración de rendición de cuentas. Esto implica la delicadeza y gravedad del ministerio. He aquí un ideal: gozo en lugar de queja. Esto implica una vida de contentamiento, plenitud, éxito, crecimiento. He notado que muchos pastores se quejan por el pobre resultado de su ministerio y al hacerlo, se quejan de sus ovejas. Las acusan de infieles, morosas, ignorantes, libertinas, etc. y se nos olvida que las ovejas siguen al Pastor. No nos quejemos y cumplamos con nuestro ministerio con eficacia. Porque: el crecimiento de la iglesia no es un mito. Es una realidad, es parte de su ADN, es voluntad de Dios y el Pastor y los líderes deben comenzar con la revolución espiritual que lleve a la congregación a un CRECE Crecimiento Renovación Enseñanza Compromiso… y… Experimentación