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- ¿Crees en las estrellas fugaces? ¿Sabes su origen? ----------------------------------------------------------- ------------------------- El universo en el que yo habito es uno muy particular. Verán, yo vivo en un mundo en el que existe agua tan pura y cristalina como la luz, habitan animales de todas las clases y colores que puedas imaginar: de 2 patas como los humanos (sí, hay humanos en mi mundo) de 4 patas, 6, 8 y también se construyen monumentos y tecnologías gigantescas, ni los titanes pueden compararse frente a estas construcciones. Nada inusual hasta ahora en relación al universo del lector del planeta Tierra. Pero, lo más importante de mi universo es que hay un universo lleno de estrellas, planetas, galaxias, nebulosas, cometas, meteoros, meteoritos e incluso agujeros negros. Como en el universo de la tierra, en mi universo también existe la fuerza de Gravedad y ¡vaya es increíblemente poderosa! Aquí viene la diferencia: yo vivo en un planeta que tiene a otro planeta como su cielo. No del mismo modo que la Tierra-Luna que están separados por 384400 km de distancia. Mi mundo y el otro mundo están unidos a tan solo 5000 metros de distancia. Otra diferencia es que en mi planeta la estructura artificial más alta es un edificio de nombre 1Q84 que mide 4998.35 metros (en la Tierra no llegan ni a 1000 metros, aún). 4998.35 metros de altura, por qué no los 5000 cerrados alguien podría preguntarse. Y la respuesta es porque en mi mundo nadie mide más de 1.65 metros, entonces si alguien sube a la terraza de 1Q84 su cabeza estaría en los 5000 metros.

Crees en Las Estrellas Fugaces

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Cuento by Andromeda Cassiopea

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Page 1: Crees en Las Estrellas Fugaces

- ¿Crees en las estrellas fugaces? ¿Sabes su origen?

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El universo en el que yo habito es uno muy particular. Verán, yo vivo en un mundo en el que existe agua tan pura y cristalina como la luz, habitan animales de todas las clases y colores que puedas imaginar: de 2 patas como los humanos (sí, hay humanos en mi mundo) de 4 patas, 6, 8 y también se construyen monumentos y tecnologías gigantescas, ni los titanes pueden compararse frente a estas construcciones. Nada inusual hasta ahora en relación al universo del lector del planeta Tierra. Pero, lo más importante de mi universo es que hay un universo lleno de estrellas, planetas, galaxias, nebulosas, cometas, meteoros, meteoritos e incluso agujeros negros.

Como en el universo de la tierra, en mi universo también existe la fuerza de Gravedad y ¡vaya es increíblemente poderosa! Aquí viene la diferencia: yo vivo en un planeta que tiene a otro planeta como su cielo. No del mismo modo que la Tierra-Luna que están separados por 384400 km de distancia. Mi mundo y el otro mundo están unidos a tan solo 5000 metros de distancia. Otra diferencia es que en mi planeta la estructura artificial más alta es un edificio de nombre 1Q84 que mide 4998.35 metros (en la Tierra no llegan ni a 1000 metros, aún). 4998.35 metros de altura, por qué no los 5000 cerrados alguien podría preguntarse. Y la respuesta es porque en mi mundo nadie mide más de 1.65 metros, entonces si alguien sube a la terraza de 1Q84 su cabeza estaría en los 5000 metros.

Pero, ¿por qué no hacerlos más altos? Aquí entra la diferencia fundamental entre la Tierra y mi mundo: la Gravedad. En mi universo la fuerza de Gravedad es inimaginablemente mucho mayor a la que existe en la Tierra (por eso somos pequeños) además mi planeta tiene su propia Gravedad que es igual en fuerza a la Gravedad del otro planeta que es el cielo de mi planeta y desde la perspectiva del otro planeta, mi planeta es el cielo de ese planeta. ¿Extraño? Un poco.

La Gravedad de mi planeta no permite construir algo más alto a los 5000 metros, si alguien o algo se colocara sobre los 5000 metros seria aplastado instantáneamente por esa fuerza, en tanto que su poder se incrementa en una progresión geométrica y sufriría una muerte horrible, al menos eso es lo que han demostrado los científicos usando muñecos y objetos. Y somos tan avanzados que jamás usamos animales en las pruebas y nadie se ha atrevido a tener una muerte así de horrible. ¿Quién lo haría si en mi mundo existe todo?

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Así que todo lo que sobrepasa ese límite es arrastrado con violencia hacia abajo y por la fricción se quemaría al caer. Lo mismo ocurre con el otro planeta. Con el cielo de mi planeta. Son como planetas gemelos, y cada uno con su fuerza de Gravedad igual de fuerte que el otro. Hemos estado ahí desde siempre pero nunca hemos logrado enviar algo al otro mundo ni recibir algo desde allá. Nos vemos todo el tiempo pero nos ignoramos todo el tiempo, existimos todo el tiempo pero somos inalcanzables. Ni siquiera hemos logrado entablar una conexión de comunicación. No sabemos si es por la Gravedad o somos tan alienígenas que es imposible la comunicación. Y sin embargo no son diferentes a nosotros, es decir con nuestros telescopios y sus telescopios, con nuestros animales y los suyos. Las construcciones y sus organizaciones sociales. Somos similares, solo no sabemos cómo es su lenguaje, pero asumimos que es como el nuestro y asumimos que ellos asumen lo mismo con respecto a nosotros. Su cielo.

Yo trabajo en 1Q84, busco métodos para poder establecer una comunicación con nuestro cielo. La verdad, no sé si es lo mío. Han pasado eones y no he logrado algo significativo. Estoy pensando en renunciar.

Mi existencia no era muy diferente a la del resto de los habitantes de mi planeta. Una vida cotidiana, tú sabes, caminar, comer, dormir, jugar, pasar el rato, estar el rato, presente y ausente, trabajar no trabajar, estudiar, ilusiones de amor, realidades de tristeza, virtualidades de alegría. Lo usual. Excepto un mañana.

Recuerdo haber realizado las rutinas señaladas en algún punto de la mañana de hace… no importa, el tiempo es diferente aquí, en los dos planetas que en la Tierra. Y subí a la terraza de 1Q84 a realizar mi aburrido trabajo. Sentía un viento normal, indiferente, insípido incluso, una luz fría, inmutable en su traslucidez y mi existencia opaca. Y la miré.

En el otro mundo, en mi cielo se encontraba. Un ser como el que jamás he visto en ese otro planeta. No era diferente a los de su planeta tampoco. Ahí a simple vista (me faltó señalar que poseemos una vista magnífica por la tecnología por supuesto y a pesar de estar a una altura de 5000 metros podemos hacer zoom óptico y ver a alguien en el suelo como si estuviese frente a nosotros) tiene extremidades normales, cuencas oculares típicas, cabello y uñas de la misma composición, átomos iguales a los de todo el universo. Y la miré.

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Pero tenía algo diferente, no sé, tal vez fue por la posición en la que Ella estaba, como salida de otra dimensión, no sabría decir si de este tiempo o de uno más allá u otro anterior, y ahí estaba, tranquila, fresca. Detenida en el tiempo y en el espacio, todo era un continuo pero ella, ella era una distorsión ahí. Inexplicable con sus extremidades, improbable con sus cuencas oculares, extraña con su cabello y uñas, singular en el universo con sus átomos únicos. Y la miré.

Y me perdí. Lo admito, me perdí en su singularidad existencial y me enamoré. Y en sus ojos me reflejé. ¡Ella me miraba! Nuestros mundos habían intentado por tantos evos comunicarse pero era imposible que al final cada mundo perdió interés por el otro mundo y nadie más volvió a regresar a mirar al cielo. Hasta ahora, no sé porque regresé a ver a mi cielo. Mi trabajo consiste en mirar una pantalla de comunicación cuántica que podría enviar una señal fotónica al otro mundo y si el otro la recibe y codifica rebotaría en un estado cuántico en la pantalla. No hay razón para mirar al cielo en mi trabajo.

Habría algo en la brisa que me hizo alzar la mirada o el dolor d cuello de observar un monitor por tantos milenios hizo que levante la cabeza y con el zoom de mis ojos la miré. No lo sé. Simplemente la miré.

Y en sus ojos, hermosos ojos de color café más brillantes que todas las hipernovas del universo me reflejé. ¡Ella me miraba! Y yo soñé:

Soñé con ella, que yo atravesaba la barrera de nuestras Gravedades y la alcanzaba.

Soñé con ella, que al alcanzarla me quedaría congelado por su belleza existencial y no sabría que decirle (al final buscaba comunicación).

Soñé con ella, que después de observar su belleza podría comunicarle que es el ser más hermoso que he visto en mi vida.

Soñé con ella, que luego de decirle lo hermosa que es, intentaría tocarla para saber si es cierto o solo mi sueño, y aun así me quedaría pasmado al sentir su ser.

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Soñé con ella, que incluso perdido frente a ella la acariciaba, la abrazaba y podría sentir su respiración, sus movimientos.

Soñé con ella, que iba a su casa, conocía sus cosas, sus historias, sus habitantes y verla en sus actividades. Magnifica, maravillosa, vibrante y brillante.

Soñé con ella, que después de conocer mucho acerca de ella podría besarla y experimentar el detenimiento del tiempo, así como cuando la miré.

Soñé con ella, que saltábamos, corríamos, discutíamos, caminábamos, comíamos, jugábamos, sonreíamos, mirábamos cosas y al otro cielo.

Soñé con ella, que hacíamos el amor, sexo, erótica y pasión, inventando y reinventándonos, sintiendo un vínculo que no se forja ni en el interior de las estrellas.

Soñé con ella, que teníamos hijos e hijas y que pasaríamos ver la destrucción del universo juntos con el temor a la eternidad y el horror a lo efímero.

Soñé con ella.

Mientras soñaba no me percaté que me había subido a la mesa de trabajo para alcanzarla. Extendiendo mis brazos para atraparla, mi sueño, mi cielo, mi mundo, mi universo, mi amor, mi ella. Y como se los dije, si algo supera los 5000 metros solo le espera ser aplastado por la Gravedad y consumido en fuego por la fricción.

Y por supuesto, me encontraba por sobre los 5000 metros. Fue toda una conmoción en mi mundo, todos alzaron su mirada. Sin entender lo que ocurría y no los culpo. Jamás han experimentado lo que yo sentí.

Pero en el mundo de ella no había conmoción. Digo, han pasado eones que alguien haya intentado establecer una comunicación, ¿acaso no debería ser el acontecimiento de la existencia? Pero ahí me di cuenta.

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Una vez que salté de mi mundo al de ella perdí la atracción de la fuerza de Gravedad de mi planeta y fui capturado por la fuerza de Gravedad del planeta de ella que tiene la misma fuerza. Al entrar en su mundo pude mirar que ahí no había la tecnología que había en mi mundo. Los humanos ahí no poseían la supervisión cósmica que mis ojos modificados tenían, ni que existía la comunicación cuántica. Por eso nadie regresaba a ver al cielo en ese acontecimiento único de contacto porque en realidad yo me encontraba a más de 5000 metros de altura en ese otro mundo y sus habitantes aun con sus telescopios más avanzados solo me verían como un punto de polvo.

Y ella jamás me regresó a ver, nunca me miró. Fue el ángulo en el que yo estaba ubicado que produjo la ilusión de que yo me reflejaba en sus ojos. Y de hecho nuestros planetas no estaban ni siquiera juntos, desde su planeta no se ve el mío. Cada uno pertenece a dimensiones diferentes con tiempos y espacios no homologables.

Al caer en su planeta (y gracias a mi súper oído pude escuchar una historia)

“Érase una vez, un Universo oscuro, un Universo negro, un Universo helado y matemático. No se sabe por qué, dos estrellas se miraron y se enamoraron. Tan grande y hermoso fue su amor, que dejaron de describir inefables órbitas alípticas, para dibujarse tiernos corazones entrelazados.

¡Se querían tanto! Pero la distancia era tan grande, que no podían acariciarse, ni besarse. ¡Si por un solo instante pudieran estar juntas! Pero eso estaba prohibido en un Universo oscuro, en un Universo negro, en un Universo helado y matemático.

Aun así, no se resignaron a vivir separadas, alejadas por un denso y silencioso vacío; así que decidieron quebrantar la eterna ley del perfecto y ordenado Universo. Con un cómplice guiño, se salieron de sus órbitas, convirtiéndose en dos estrellas fugaces, dirigiéndose a un mismo destino a la velocidad del deseo y del cariño.

Solo querían besarse, sabían que ése sería su primer y último beso, pero a pesar de ello, continuaron vertiginosas su sendero suicida... Hasta que se encontraron, fundiéndose en un luminoso y bello abrazo de amor y muerte. Fue el precio que tuvieron que pagar por quererse en un Universo oscuro, en un Universo negro, en un Universo helado y matemático.

Ellas fueron las primeras, pero si alguna noche de verano, mirando al cielo, ves una estrella fugaz, piensa que en algún lugar hay otra, que están enamoradas y que aunque vivamos, en un Universo oscuro, en un Universo negro, en un Universo helado y matemático, lograrán encontrarse, se besarán por un instante nada más y desaparecerán entre destellos de amor y ternura.”

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De hecho, con cada segundo que transcurría, la fuerza de Gravedad era más intensa y mi cuerpo ya no resistió, la fricción era más ardiente y comencé a incendiarme. Caía y caía hacia ella. Siendo aplastado por la gravedad y quemado por la fricción. Me estaba transformando en una estrella fugaz, como en la historia que escuché.

La verdad no sentía dolor, solo quería extender mis brazos, abrir mis manos y alcanzarla. Aterrizar junto a ella y expresarle todo lo que había soñado. Decirle por siempre lo hermosa, magnífica, maravillosa y radiante es. Pero ya sabía que yo quedaría hecho polvo al aproximarme a ella. Aun así decidí caer con más velocidad y más fuerza, brillando con toda la intensidad que mi pequeño cuerpo podía generar solo para tener una absurda probabilidad de que ella me mire. Y caí a la Tierra y me quemé y brillé.

Por cómo ella se encontraba, en la noche de ese planeta, estaba esperando una estrella fugaz. Parecía que nunca había visto una antes en su existencia. Y al final, antes de perder la consciencia observé como extendía sus manos para recibir algo caído del cielo. La verdad no sé si me esperaba, no sé si me abría sus brazos para sentirme en casa, no sé si me miró…

FIN…

… Pero en mis sueños… Sí nos miramos mutuamente y nos reflejamos en la existencia del otro…

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