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Cresta Roja
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Supo ser una mina de oro con tecnología de avanzada y su propia genética. Pero hoy su
realidad es otra. Sus 56 años de historia peligran, ya casi no se faena y los pollos a veces se
venden vivos ante la imposibilidad de alimentarlos para su desarrollo. De los ruidos de las
máquinas en pleno funcionamiento, solo queda silencio.
Es extraño no ver el ingreso permanente de camiones y más todavía lo son los dos móviles
policiales que custodian las instalaciones de la planta ubicada en El Jagüel, Monte Grande.
Es que se quisieron robar- denuncian los empleados- hasta las bombas de agua y los cables
de energía al pensar que la empresa estaba abandonada. La lluvia copiosa completa un
panorama desolador.
Cresta Roja, de Rasic Hermanos, es la segunda empresa avícola más importante del país,
controla 13% del mercado argentino y emplea a 4000 trabajadores de forma directa y 1000
de manera indirecta.
“Somos una gran familia. Acá hay gente que trabaja hace más de 35 años. ¿Dónde va a
conseguir trabajo a su edad? A nosotros nos están pagando, pero se cortó la cadena de
alimentación de los pollos y por eso se sacrifican. No es lo justo, pero si no se matan entre
ellos. Acá hay un vaciamiento, no hay nada. ¡Nada!”, grafica el delegado Simón Aviar que
trabaja hace nueve años en la empresa en el sector de exportación.
Antes de la crisis Cresta Roja faenaba 400 mil pollos por día y hace tres años, según pudo
saber LA NACION, amplió su planta de avenida Fair y Jorge Newbery para aumentar 50%
la producción. ¿Qué pasó en ese lapso? y ¿por qué, pese al aumento de consumo per cápita
de pollo, la empresa se presentó a dos concursos de acreedores?
Hasta fines del año pasado, el Gobierno se enorgullecía del “boom” del sector que se
reflejaba en el aumento del consumo interno, por la política de precios máximos, y con
récord de exportación al punto tal que en el 2012 por primera vez en la historia alcanzaron
las 271 mil toneladas y superaron a las 189.000 de carne vacuna. ¿Qué pasó entonces?
¿Cómo en tres años se derrumbó una empresa que incluso en crisis el año pasado facturó-
según datos a los que accedió LA NACION- 300 millones de dólares?
De bajo perfil, Milenko e Ivo Rasic, los hermanos croatas dueños de la empresa fundada en
1959 junto a sus padres, prefieren el hermetismo, como casi todos los empresarios del
sector. La razón: los fuertes lazos entre el presidente del Centro de Empresas Procesadoras
Avícolas (CEPA), Roberto Domenech, y el kirchnerismo. El propio Aníbal Fernández
anunció que si se imponía en las elecciones para gobernador de Buenos Aires, algo que
finalmente no sucedió, Domenech sería designado al frente del Ministerio de Asuntos
Agrarios bonaerense.
Por lo bajo, sin embargo, los dos hermanos culpan en reuniones privadas a Guillermo
Moreno. El crecimiento en la producción avícola se sustentó en un programa de subsidios
al sector a cambio de vender a precio controlado los pollos en el mercado interno que ideó
en el 2007 el entonces secretario de Comercio.
Tras tres años de cumplimiento, en el 2010, los fondos administrados entonces por la
Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuaria (Oncca), disuelta en febrero de 2011
en medio de escándalos de corrupción, dejaron de llegar. Según fuentes del sector, que
pidieron un estricto off the record, la deuda por compensaciones llegó a alcanzar los 200
millones de dólares. En la negociación, los hermanos Rasic sólo rescataron 100 millones
que el aún cobran en bonos.
En el 2011 el Gobierno quitó todos los subsidios al sector, incluso los indirectos como el
maíz que se usa para alimentar a los pollos. Empezaba entonces uno de los grandes
problemas. La producción de carne de pollo había aumentado entre 2003 y 2010 más de
120% según datos de CEPA. Ese incremento hizo que Cresta Roja contratara 1000 más
empleados y apostara a aumentar su producción.
Sin los subsidios, los costos aumentaban. No podían subir el precio de los pollos por la
competencia con Tres Arroyos, la avícola más grande del país que controla 22% del
mercado. Rasic entonces no tenía la espalda financiera para aguantar seguir vendiendo el
cajón de pollo por debajo del costo. A eso se le sumaba además que en las épocas de
bonanza la empresa pagó- según confiaron fuentes del sector- sueldos mayores a las
paritarias incluso.
“A partir del 2007 se suscribió una expansión desmedida en el sector avícola en función al
subsidio al maíz, al transporte, a los huevos, a todo. La política era totalmente opuesta a la
de la carne. De repente y después de cuatro años retiraron hasta los subsidios indirectos.
Para entonces la empresa tenía sobreproducción de empleados y pagaba sobreprecios.
Además tampoco podía subir los precios de los pollos porque no les iban a comprar”, dijo a
LA NACION el secretario general de la Industria de la Carne y sus Derivados del Gran
Buenos Aires y Zona Sur de la Provincia De Buenos Aires (SicgbaI), Silvio Etchehun.
Entre 2007 y 2011 el Gobierno nacional implementó compensaciones por un total de
$10.580 millones, de los cuales casi 36% se dirigió a los molinos de trigo y 21% a
frigoríficos avícolas, según un reporte de la consultora Abeceb.
Las empresas polleras recibieron en subsidios, de acuerdo al informe, $ 2100
millones( empresarios y productores consultados por este medio sostienen que esa cifra
sería casi el doble) con parte de los US$ 500 millones del fondo que se creó con la suba de
las 4% a las retenciones a las exportaciones de soja. El propósito era mantener los precios
controlados, al bajar el precio del pollo en el mercado interno, pero los precios internos del
producto seguían aumentando al ritmo de la inflación real.
Las exportaciones hacían que el negocio, pese a los problemas financieros que acarreaba,
siguiese siendo solvente .En el 2013 el gobierno kirchnerista obligó a las principales
compañías avícolas a financiar las compras de petróleo venezolano con exportaciones de
pollos a través del “Fidecomiso Néstor Kirchner” del Banco Nación.
Las avícolas recibían el dinero del gobierno venezolano que pagaba además 42% más por
los pollos que el resto de los países importadores por una tasa de riesgo ante eventuales
irregularidades de pago (u$s 1,56 por kilo contra u$s 2,22 por kilo FOB) y además una
compensación del Gobierno. Los números cerraban otra vez pero de manera artificial. En
ese año el 55% de la carne aviar exportada se envió al mercado bolivariano.
En el primer trimestre de 2013 se declararon exportaciones argentinas de pollos eviscerados congelados a Venezuela –en el marco de esos acuerdos bilaterales– por 38.250 toneladas, de las cuales Rasic Hermanos participó con 10.098 toneladas (26%); en el primer trimestre en el 2014, en cambio, se registraron colocaciones en ese mercado por 26.466 toneladas, de las cuales apenas 2400 toneladas (9%) fueron aportadas por Rasic Hermanos.
Por la falta de dólares, el gobierno venezolano dejó de comprarle pollos a fines del año
pasado y desató la crisis que terminó con la intervención de la empresa con un pasivo que
nadie sabe con certeza cuanto es pero se estima en 3 mil millones de pesos.
Intervención
Dicen los que conocen de cerca a Milenko Rasic que se jacta que la empresa sorteó más de
siete crisis desde que se fundó. Las del 78, 81, 85, 90, 2000, 2001, 2002, pero está es la más
pronunciada y llevó a su hija Karina, quien era gerente general de la empresa, a renunciar por
diferencias de cómo manejar la crisis y una eventual reducción de personal.
En julio de 2014 la empresa pidió su propio concurso preventivo en tribunales por una deuda
de 1200 millones de pesos que recayó en el Juzgado de Primera instancia en lo Comercial 18, Secretaría 35. Ese año emitió 335 cheques sin fondos por más de 43 millones de pesos, de los cuales solo pudo levantar el 4%, según datos oficiales.
En año electoral, al gobierno no le convenía que saliese a luz el conflicto y optó por un salvataje de 200 millones. La Justicia avaló el 11 de septiembre la intervención de la empresa por cuatro meses y designó al dirigente sciolista Daniel Gurzi, cercano a Aníbal Fernández, a cargo.
Al principio la plata llegó, pero cuando Aníbal Fernández perdió las elecciones en la provincia, los fondos se demoraron. El gobierno ya destinó 120 milllones de pesos, los últimos 40millones fueron pagados el jueves, aunque el dinero no alcanza. En un momento se usaba la plata para pagarle a los empleados y se dejó de alimentar a los pollos.
“Cuando vino la intervención al no bajar continuamente el dinero como estaba pactado eso generó que no se comprase alimento y debido a eso la mortandad y el sacrificio animal. Hace 27 días que no se faena y el pollo
que está en la granja es chico”, dijo el delegado de Cresta Roja Cristián Villalba que trabaja hace 12 años en la compañía.
“ Calculamos que hay 7 mil personas que dependen de Cresta Roja. Monte vive de esto, si la empresa cierra, desaparece. Son 10 mil habitantes y 1200 trabajan en Rasic. Gran parte del problema la tiene el Estado, pero también hubo errores empresariales. El error de Rasic fue confiar en Moreno, y la culpa la estamos pagando los trabajadores”, agregó.
LA NACION intentó comunicarse con Gurzi en diversas oportunidades, pero se negó a hacer declaraciones.
Aún no se vislumbran soluciones para el conflicto. Rasic solamente de sueldos de los empleados 80 millones de pesos por mes (incluidos impuestos) y para volver a funcionar necesita una inversión muy grande de dinero.
No hay versiones oficiales, pero los Rassic estarían analizando dos posibles salidas al conflicto. Una es la venta. Se llegó a nombrar al Grupo Bachoco, de México, también especializado en la producción avícola. La otra solución es una asociación.