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“Crisis de legitimación y crisis de motivación. La generalizabilidad de las normas sociales en Jürgen Habermas” César Ortega Esquembre Introducción Para tratar de ser tan sistemático como la complejidad del tema elegido lo permita, me propongo estructurar la comunicación en cuatro breves puntos. En primer lugar, expondré las etapas y rasgos más importantes de la teoría de la evolución social de Jürgen Habermas [I]; me centraré a continuación en el último de los momentos históricos que conceptualiza dicha teoría, a saber, el momento del capitalismo tardío o capitalismo intervenido por el Estado [II]; en tercer lugar bosquejaré el teorema de la crisis de legitimación en dicha formación socio-histórica, tal y como lo propone Habermas, así como su correlativo teorema sobre la crisis motivacional [III]; para terminar exponiendo los rasgos que, a juicio de Habermas, debería presentar la estructura normativa de una sociedad si es que pretende obtener el respaldo de sus miembros, es decir, si es que pretende evitar la crisis de legitimación del poder político [IV]. I Teoría de la evolución social En la propuesta habermasiana de evolución social, dibujada especialmente en los textos publicados durante los años setenta del pasado siglo (Problemas de legitimación en el capitalismo tardío 1 y La reconstrucción del materialismo histórico 2 ), y cuyo núcleo puede entenderse como una reconstrucción del materialismo histórico capaz de esquivar los conocidos riesgos del objetivismo, el proceso histórico sigue la lógica de un «comportamiento de solución de problemas de macrosistemas» 3 . A diferencia de la teoría ortodoxa, donde el avance de las estructuras materiales condiciona sin más el desarrollo de la superestructura, en Habermas los acontecimientos “evolutivamente trascendentes” no se localizan exclusivamente en la esfera de la acción estratégica o instrumental –progreso de las fuerzas productivas, saber técnico-organizacional–, sino también en el campo de la acción comunicativa. Dicho con otras palabras, el género humano «no aprende solamente en la dimensión del conocimiento técnicamente valorable –decisivo para la expansión de las fuerzas productivas–, sino también en la dimensión de la conciencia práctico-moral –fundamental para las estructuras interactivas» 4 . 1 HABERMAS, J., Problemas de legitimación en el capitalismo tardío, Buenos Aires, Amorrortu, 1975. 2 HABERMAS, J., La reconstrucción del materialismo histórico, Madrid, Taurus, 1992. 3 Ibidem, 215. 4 Ibidem, 149. 1

Crisis de legitimación y crisis de motivación. La generalizabilidad de las normas sociales en Jürgen Habermas

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#ZaragozaPiensa. Mesa: Crisis de la legitimidad de las ciencias/saberes. César Ortega Esquembre

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“Crisis de legitimación y crisis de motivación. La generalizabilidad de las normassociales en Jürgen Habermas”

César Ortega Esquembre

Introducción

Para tratar de ser tan sistemático como la complejidad del tema elegido lo permita, mepropongo estructurar la comunicación en cuatro breves puntos. En primer lugar,expondré las etapas y rasgos más importantes de la teoría de la evolución social deJürgen Habermas [I]; me centraré a continuación en el último de los momentoshistóricos que conceptualiza dicha teoría, a saber, el momento del capitalismo tardío ocapitalismo intervenido por el Estado [II]; en tercer lugar bosquejaré el teorema de lacrisis de legitimación en dicha formación socio-histórica, tal y como lo proponeHabermas, así como su correlativo teorema sobre la crisis motivacional [III]; paraterminar exponiendo los rasgos que, a juicio de Habermas, debería presentar laestructura normativa de una sociedad si es que pretende obtener el respaldo de susmiembros, es decir, si es que pretende evitar la crisis de legitimación del poder político[IV].

ITeoría de la evolución social

En la propuesta habermasiana de evolución social, dibujada especialmente en los textospublicados durante los años setenta del pasado siglo (Problemas de legitimación en elcapitalismo tardío1 y La reconstrucción del materialismo histórico2), y cuyo núcleopuede entenderse como una reconstrucción del materialismo histórico capaz de esquivarlos conocidos riesgos del objetivismo, el proceso histórico sigue la lógica de un«comportamiento de solución de problemas de macrosistemas»3. A diferencia de lateoría ortodoxa, donde el avance de las estructuras materiales condiciona sin más eldesarrollo de la superestructura, en Habermas los acontecimientos “evolutivamentetrascendentes” no se localizan exclusivamente en la esfera de la acción estratégica oinstrumental –progreso de las fuerzas productivas, saber técnico-organizacional–, sinotambién en el campo de la acción comunicativa. Dicho con otras palabras, el génerohumano «no aprende solamente en la dimensión del conocimiento técnicamentevalorable –decisivo para la expansión de las fuerzas productivas–, sino también en ladimensión de la conciencia práctico-moral –fundamental para las estructurasinteractivas»4.

1 HABERMAS, J., Problemas de legitimación en el capitalismo tardío, Buenos Aires, Amorrortu, 1975. 2 HABERMAS, J., La reconstrucción del materialismo histórico, Madrid, Taurus, 1992.3 Ibidem, 215. 4 Ibidem, 149.

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Aunque en esta propuesta reconstructiva la cultura –estructuras normativas, formas deinteracción comunicativa, etc.– sigue siendo un fenómeno de la superestructura –esdecir, aunque el cambio de las estructuras normativas sigue dependiendo en ciertamedida de problemas sistémicos condicionados por la economía–, dicha esfera ocupaahora un lugar mucho más protagonista que el que le suponía Marx5. «Esta“prominencia” explica la aportación que, en mi opinión, puede brindar a un renovadomaterialismo histórico la teoría de la comunicación»6.

Pues bien, si ésta es a muy grandes rasgos la tesis central de la teoría socio-evolutivade Habermas, conviene concluir este primer apartado exponiendo las cuatro etapashistóricas que, siguiendo esta lógica, pueden ser identificadas; así como los modos delegitimación del poder político que subyacen a cada una de ellas.

Cada formación social se caracteriza en función de un determinado principio deorganización, el cual determina la forma en que se pueden utilizar y desarrollar lasfuerzas productivas –complejidad sistémica de cada sociedad. Para explicar el tránsitode una formación a otra debe explicarse dicho principio de organización o núcleoinstitucional, y mostrar en qué medida se vuelve impotente para la resolución deproblemas que se le presentan. Desde el paradigma de un determinado principio deorganización aparecen históricamente problemas sistémicos que no pueden serabordables en la antigua formación social, y mediante un proceso de aprendizaje setransita hacia nuevas formas de integración social que posibilitan «una intensificaciónde la complejidad sistémica, por ejemplo el aprovechamiento social de las fuerzasproductivas»7.

Dicho de una forma evidentemente apresurada, podemos diferenciar cuatro grandesetapas o formaciones sociales, según se rijan por un determinado principio deorganización. La formación social anterior a las altas culturas –sociedades neolíticas– serige por el principio del parentesco; la formación social tradicional encuentra suprincipio de organización en una división socio-política de clases; la formación socialdel capitalismo liberal se organiza según la relación entre trabajo asalariado y capital –es decir, según relaciones de clase inmediatamente económicas–; y la formación delcapitalismo tardío, en fin, se sirve de una intervención estatal encaminada a solventarlos fallos del mercado.

En las sociedades neolíticas las imágenes míticas del mundo interpretan una“identidad colectiva” sin legitimar propiamente un orden político, pues sólo cuandoaparece la figura de una organización estatal, dice Habermas, el poder político exige tallegitimación. En las sociedades tradicionales organizadas estatalmente dichalegitimación del poder político es extraída, a juicio de Habermas, de una moralconvencional sustentada en presupuestos metafísicos y religiosos8. La modernidad,5 Véase, por ejemplo, MARX, K., La ideología alemana, Barcelona, Grijalbo, 1972. 6 La reconstrucción del materialismo histórico, Op. Cit., 13. 7 Ibidem, 216. 8 HABERMAS, J., Perfiles filosófico-políticos, Turus, Madrid, 1975, 25-26.

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como proceso de ruptura de las cosmovisiones, disuelve el carácter legitimante de estasideas metafísicas del mundo, y en su lugar coloca una moral universal y un derechoprivado formal, que encarna la burguesía: el poder político, apoyado en una estructurade clases, se legitima mediante la alusión a la igual posibilidad de intercambiarmercancías. Con la quiebra del funcionamiento de un mercado que se autorregula,quiebra que el pensamiento marxista trae a concepto desde el momento mismo en que seinicia9, también se rompe su estructura de legitimación: la ideología burguesa del libreintercambio de equivalentes como forma de garantizar la justicia se vuelve impotentepara legitimar un orden social crecientemente insoportable. Ahora las relaciones deproducción se repolitizan, y la legitimación del poder político recae sobre la esferaestatal: se ha transitado desde la esfera del capitalismo liberal a la esfera tardo-capitalista.

IIFormación social del capitalismo tardío

En su texto de 1973 Problemas de legitimación en el capitalismo tardío Habermasdistingue dos rasgos específicos de las sociedades capitalistas avanzadas: laconcentración de empresas, bajo la forma de multinacionales; y una intervención estataldestinada a paliar los fallos del mercado. Esta segunda característica, a mi juicio inclusomás esencial que la primera, puede explicarse más o menos como sigue: el sistemaadministrativo de las sociedades del capitalismo tardío adquiere la doble función decorrector del mercado –a través de ciertas planificaciones destinadas a evitarinestabilidades, mediante subvenciones, bajo la forma de un Estado social encaminado afavorecer a los excluidos en la regulación económica, mediante determinadas consignaspreventivas con respecto a los riesgos del cambio climático, etc.– y de generador de lascondiciones favorables para una más eficaz revalorización del capital –mediantecreación de infraestructuras, a través de la institucionalización de la investigacióncientífico-técnica, que adquiere ahora el papel de primera fuerza productiva, etc.

Dada esta creciente intervención por parte del Estado, las exigencias de legitimaciónse desplazan desde el mercado hasta la propia organización estatal. Habermas explica elmodelo legitimador del capitalismo tardío desde una perspectiva claramente crítica: lasociedad recurre al sistema de la democracia formal, en la que el sistema administrativo,autonomizándose de la formación de la voluntad legitimante, garantiza mantener en lainconsciencia la contradicción existente entre «una producción administrativamentesocializada y un modo de apropiación de la plusvalía que sigue siendo privado»10. Esta“autonomización” con respecto a una genuina formación de la voluntad legitimante

9 En efecto, la crítica de la economía política tiene por objeto apresar conceptualmente la contradicciónfundamental del capitalismo liberal, a saber, que su propio principio de organización –trabajo asalariado ycapital– exige la necesidad de un enfrentamiento entre grupos con intereses incompatibles –es lacontradicción que resulta de la apropiación, por parte de la clase propietaria, de la riqueza socialmenteproducida a través de la extracción del plusvalor. 10 Problemas de legitimación en el capitalismo tardío, Op. Cit., 53.

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tiene la forma de la exclusión ciudadana en la efectiva participación política, exclusiónque se sirve, para la legitimación del sistema de dominio, de un creciente privatismocivil alimentado por un sistema de recompensas de bienestar al ciudadano.

Efectivamente, el Estado actual no puede conservar su legitimidad recurriendoúnicamente a la salvaguarda de la libertad –como ocurriera en la sociedad capitalistaliberal–, sino que además debe servirse de una economía operativa que le reporte,mediante la constitución de un sólido sistema fiscal, los recursos suficientes para unaulterior redistribución equitativa de compensaciones sociales11. Dicho en una palabra: elEstado de derecho ha devenido Estado social de derecho.

IIICrisis de legitimación y crisis de motivación

Habermas localiza cuatro posibles tendencias a la crisis en la sociedad tardo-capitalista,entendiendo por “crisis” la deslegitimación del orden social y político tal y como estáconstituido: las crisis económicas, las crisis de racionalidad, las crisis de legitimación ylas crisis de motivación. Aquí interesa estudiar las dos últimas, a fin de conectarlas conla posterior propuesta normativa de Habermas: la generalizabilidad y la susceptibilidadde verdad de las normas de acción, mediante una «planificación democrática reacopladacon una formación discursiva de la voluntad»12.

La crisis de legitimación tiene la forma de un déficit de la lealtad necesaria que debeprocurarse el Estado para seguir cumpliendo sus funciones. Dicha lealtad exige alEstado mantener en la ciudadanía un “resto de no-conciencia” sobre la contradicciónsocial fundamental: una «producción social que se realiza con miras a intereses nogeneralizables»13. Cuando la población, por ejemplo mediante una opinión pública quese nutre de una adaptada crítica de las ideologías14, descubre las huellas ideológicas, laforma de organización política y social comienza a sufrir un déficit de legitimación.

Según la tesis de Habermas, este proceso de deslegitimación acontece efectivamenteen el capitalismo tardío. Aun cuando el Estado consiguiera aumentar la productividad,de acuerdo con los ya mencionados instrumentos para la mayor revalorización delcapital, un crecimiento y una distribución de recompensas no realizados de acuerdo con

11 Además de en los textos tratados, estas ideas aparecen, mucho más recientemente, en HABERMAS, J., Entre naturalismo y religión, Barcelona, Paidós, 2006, 330 y ss. 12 Problemas de legitimación en el capitalismo tardío, Op. Cit., 84. 13 Ibidem, 90. 14 Un estimulante ejemplo de crítica de las ideologías renovado y reacoplado a la sociedad tardo-capitalista lo constituye la propuesta teórica de Herbert Marcuse, donde la crítica va dirigida contra unaracionalidad técnica legitimadora del dominio político. Véase MARCUSE, H., El hombreunidimensional, Barcelona, Planeta, 1985. Asimismo, Adorno y Horkheimer proceden a una crítica de lasideologías que también da el paso desde la crítica de la economía política a la crítica de la razóninstrumental. Véase ADORNO, T. W. y HORKHEIMER, M., Dialéctica de la Ilustración, Madrid,Trotta, 2003 y HORKHEIMER, M., Crítica de la razón instrumental, Madrid, Trotta, 2002.

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los intereses generalizables de la sociedad en su conjunto terminaría por dejar entreverel carácter ideológico de la legitimación. La causa del déficit de legitimación, en fin,sigue siendo para Habermas una estructura de clases que se mantiene latente.

Es precisamente cuando el sistema sociocultural deja de ser operativo para el Estado yel mercado, es decir, cuando la democracia formal, el privatismo civil y las recompensasconforme al sistema ya no resultan motivaciones suficiente para las exigencias de laciudadanía; dicho claramente, es precisamente con el surgimiento de una crisis demotivación, cuando las crisis de legitimación se ven confirmadas.

IVNecesidad de una nueva fundamentación de las motivaciones: la generalizabilidad de

las normas sociales

¿Qué quiere decir, pues, que un sistema social ha perdido su legitimación? Podríamosresponder diciendo que las motivaciones de los ciudadanos, configuradas en la esfera deun mundo social de la vida, empiezan a resultar inoperantes para mantener dichosistema. ¿Qué significa este cambio motivacional? En primer lugar es preciso reconocerque las motivaciones consisten en la interiorización de ciertas normas de acción decarácter social; en segundo lugar, que dichas normas aparecen, a la luz de los nuevostiempos, como normas erróneas o deformadas –en efecto, la sustracción de lascuestiones políticas relevantes a una eficaz discusión pública de carácter inclusivo, queera compensada con el disfrute en el ámbito privado, aparece ante la conciencia críticacomo falsa normatividad.

Esta breve argumentación da ocasión a Habermas para plantear, aunque de una formatodavía evidentemente propedéutica –lejos de la exhaustividad con que tratará este temaen influyentes textos posteriores como Teoría de la acción comunicativa15 o Concienciamoral y acción comunicativa16, por nombrar sólo algunos–, el tema del carácterveritativo de las cuestiones prácticas, que actualmente tiene la forma de una teoría moral–la ética discursiva– marcadamente cognitivista y universalista.

Frente a las posiciones decisionistas, según las cuales la legitimidad de las normasjurídicas puede fundarse sólo en la decisión de estipulación de dicha norma, bajo elprocedimiento de la legalidad, Habermas supone una referencia a la verdad en cadacreencia de legitimidad. Esta legitimidad debe apoyarse en pretensiones racionales devalidez: «la validez normativa no coactiva se basa en el supuesto de que llegado el casose podrá justificar la norma y defenderla contra las críticas»17. La tarea que Habermasdebe desarrollar, pues, es la de demostrar la posibilidad de fundamentar las pretensionesde validez normativa, y por tanto de «motivar racionalmente su aceptación». 15 HABERMAS, J., Teoría de la acción comunicativa, Madrid, Trotta, 2010.16 HABERMAS, J., Conciencia moral y acción comunicativa, Madrid, Trotta, 2008. Especialmente el capítulo 3, titulado “Ética del discurso. Notas para un programa sobre su fundamentación”. 17 Problemas de legitimación en el capitalismo tardío, Op. Cit., 124.

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Esta tarea se cumple a través de su conocida propuesta de fundamentación discursivade las normas de acción. Aunque naturalmente analizar dicha fundamentación rebasacon mucho las modestas pretensiones de este aún más modesto análisis, convendríasiquiera mencionar cuál es el núcleo de la propuesta. Tal núcleo lo constituye la nociónde “discurso práctico”, entendida como aquella forma de comunicación cuya propiaestructura exige la reversibilidad de los puntos de vista de los participantes, launiversalidad o inclusión de todos los afectados, y la reciprocidad de un igualreconocimiento de las pretensiones de cada participante que pretenda problematizar,mediante la crítica recíproca, una pretensión de validez. La dirección del discursopráctico, en fin, viene motivada por una búsqueda cooperativa de fundamentación denormas, es decir, a través de la creencia en la posibilidad de obtener un consensoracional.

La clave de una fundamentación discursiva de las normas reside, precisamente, en laposible generalizabilidad, mediante una discusión intersubjetiva, de las pretensiones devalidez a ellas asociadas, de suerte que «únicamente puedan aspirar a la validez aquellasnormas que consigan (o puedan conseguir) la aprobación de todos los participantes encuanto participantes de un discurso práctico»18.

Sólo cuando las normas sociales, y las pretensiones de validez a ellas asociadas,queden suficientemente justificadas mediante una formación discursiva de la voluntadgeneral; es decir, sólo cuando se retire de las normas sociales su carácter depseudonaturalidad ideológica, y la guía de las decisiones políticamente relevantes,hasta ahora mediada por una autoconciencia crecientemente tecnocrática, quedesometida a una discusión ininterrumpida entre todos los afectados; sólo entonces, creeHabermas, podrá la sociedad democrática encontrar un suelo firme de motivación norepresiva para la aceptación de las normas, y el sistema socio-político así constituidoquedará legitimado como sistema que se guía por intereses generalizables. Tal es a mimodo de ver el núcleo teórico de una teoría crítica de la sociedad en clave discursiva.

Bibliografía

-ADORNO, T. W. y HORKHEIMER, M., Dialéctica de la Ilustración, Madrid, Trotta,2003

18 Conciencia moral y acción comunicativa, Op. Cit., 103.

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-HABERMAS, J., Problemas de legitimación en el capitalismo tardío, Buenos Aires, Amorrortu, 1975

—— Perfiles filosófico-políticos, Turus, Madrid, 1975

—— La reconstrucción del materialismo histórico, Madrid, Taurus, 1992

—— Entre naturalismo y religión, Barcelona, Paidós, 2006

—— Conciencia moral y acción comunicativa, Madrid, Trotta, 2008

—— Teoría de la acción comunicativa, Madrid, Trotta, 2010

-HORKHEIMER, M., Crítica de la razón instrumental, Madrid, Trotta, 2002

-MARCUSE, H., El hombre unidimensional, Barcelona, Planeta, 1985

-MARX, K., La ideología alemana, Barcelona, Grijalbo, 1972

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