34

Crisis en La Sociedad s Xxi Muestra

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Libro que muestra un panorama mundial sobre la crisis que vive la sociedad en la actualidad.

Citation preview

  • Jorge Yarce

    Crisis en

    la sociedad

    siglo

    XXI

    Tendencias y temas esenciales

  • CRISIS EN LA SOCIEDAD SIGLO XXI

    2009 Jorge Yarce ISBN 978-958-98919-0-2

    Primera edicin: 2009

    Instituto Latinoamericano de Liderazgo

    www.liderazgo.org.co

    [email protected]

    Universidad Catlica de Colombia

    Avenida Caracas 46-72, Bogot D.C., Colombia

    www.ucatolica.edu.co

    Diseo y diagramacin:

    Interior: Leonardo Grajales Olarte

    Portada: Elena Mara Ospina

    Impresin:

    X-Press Studio Grfico Digital

    Este libro no podr ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin el previo

    permiso escrito del autor.

    Todos los derechos reservados.

    Hecho en Colombia - Printed in Colombia

  • Contenido

    INTRODUCCIN La crisis econmica, la punta del iceberg 7

    PRIMERA PARTE Tendencias 17

    CAPTULO 1 Pinceladas geopolticas y econmicas 19

    CAPTULO 2 La hora de la tecnologa 43

    CAPTULO 3 Coordenadas culturales 63

    CAPTULO 4 Tres fenmenos 75

    CAPTULO 5 Coordenadas filosficas 89

    CAPTULO 6 El cncer del relativismo 107

  • 197

    179

    CAPTULO 7 Tendencias de la educacin 123

    CAPTULO 8 Megatendencias para la accin 141

    SEGUNDA PARTE Temas esenciales 159

    CAPTULO 9 Lo esencial en la persona 161

    CAPTULO 10 El trabajo, fuente de realizacin

    CAPTULO 11 La familia, motor de cambio

    CAPTULO 12 El cuidado de la casa grande 211

    CAPTULO 13 Para construir sociedad 225

    CAPTULO 14 Desafos urgentes del liderazgo 243

    CAPTULO 15 La tica y los valores ante la crisis 255

    CAPTULO 16 Afirmacin de la trascendencia 271

    BIBLIOGRAFA 289

  • PRIMERA PARTE

    TENDENCIAS

  • CAPTULO 1

    Pinceladas geopolticas y econmicas

    SEALAMOS ALGUNAS TENDENCIAS, en forma de enunciados breves, como pinceladas, quizs simplificaciones, fruto de la observacin de fen-menos ms o menos sobresalientes en la ltima dcada, que podran ser pasajeros. Uno de los signos del tiempo actual es la rapidez de los cambios y su complejidad que en algunos momentos nos deja perplejos.

    L a c r i s i s d e O c c i d e n t e

    Occidente no es ya una referencia obligada de la poltica, la cultura y la economa. Existe geopolticamente, pero no es un paradigma para el resto, cuyas reglas de juego no dependen de l, como antes. Adems, ha perdido credibilidad y la exportacin de su estilo de vida, profundamen-te erosionado por el individualismo, el materialismo y el relativismo, evi-dencia en profundidad lo presagiado por Spengler en su famoso libro La decadencia de Occidente publicado en 1918. Oriente, en cabeza de China (el gran gigante del siglo XXI) y Japn, tiene cada vez ms peso en la eco-noma, la poltica y la cultura.

    La cada del comunismo aceler la crisis del capitalismo como ideolo-ga, al revelarse su incapacidad para construir una sociedad con verdadero sentido de equidad y justicia. Su peligro es el de convertirse, cada vez ms en capitalismo salvaje donde impera la ley del ms fuerte econmica-

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SP I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S20 C R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I

    mente. La crisis financiera global que se inici en Wall Street a partir de octubre de 2008 es una buena muestra de ello. Muchos de los grandes y exitosos especuladores se vinieron abajo. Si no fuera por la mano que le dieron los polticos al sistema econmico, los efectos podran haber sido peores.

    Si el socialismo con rostro humano fue una mscara ms del totali-tarismo marxista, el capitalismo con rostro humano tambin puede ser una gigantesca estafa colectiva. Esto no es ninguna novedad. Ya que en la segunda mitad del siglo XX varios pensadores lo pusieron de presente sin lograr un eco, porque la gente se consolaba pensando que el capita-lismo era menos malo que el comunismo, sobre todo por su defensa de las libertades individuales. Hay demasiadas evidencias en el mundo de hoy acerca de los profundos vacos del capitalismo como sistema y como forma de vida.

    Existe en el mundo una bsqueda afanosa de nuevos modelos polti-cos. La experiencia previa, marcada por la divisin en dos grandes corrien-tes, la marxista y la capitalista, ha dejado una serie de lecciones importan-tes. A finales del siglo XX se hablaba de una tercera va, alentada por el lder ingls Tony Blair, pero esa idea prcticamente ha desaparecido de la escena poltica. Sus escarceos intelectuales la mostraron llena de contra-dicciones, a pesar de su atractivo en medio del dualismo poltico al que estbamos sometidos. Hoy la dispersin ideolgica es patente. Adems, los que la proponan eran capitalistas en la accin con un corazn preocu-pado por lo social, lo cual no basta para innovar ideolgicamente.

    No son el comunismo y el capitalismo los que estn enfrentados, sino los grandes mercados y sus respectivas culturas consumistas. Hay una es-pecie de despolitizacin de la poltica, como si hubiera perdido sus bases de sustentacin. Nadie quiere ahondar en las contradicciones internas de la democracia o del capitalismo, terreno reservado a unos pocos intelec-tuales. En los jvenes eso es todava ms notorio.

    Lo ocurrido en Europa a partir de 1989 ha fortalecido, de un lado, a los pases que recuperaron su libertad. Pero, a su vez, ha desaparecido el contrapeso de la ideologa socialista al capitalismo, que se ha quedado como el gran protagonista del escenario poltico contemporneo, erosio-nado pero dominante.

    El imperialismo sovitico se acab con Gorvachov y el norteamericano ha entrado en una etapa de enorme desprestigio, sobre todo por la este-la de los errores de la era de George W. Bush. Parece que el mundo no

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SC R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I 21 P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S

    quiere grandes amos que decidan su destino. No resiste semejante acu-mulacin de poder. El desgaste de Putin en Rusia, que sigue gobernando como primer ministro, es evidente. Aunque algunos gobernantes insisten en permanecer en el poder, incluso en forma democrtica, los pases se resisten. El desgaste llega mucho ms rpido, y los pueblos pasan ensegui-da la cuenta de los errores.

    El mundo manifiesta de distintas maneras el rechazo al podero polti-co-militar de los Estados Unidos, an esgrimiendo su argumento preferido de defensa de la democracia. Frente a su podero militar aplastante ha surgido el poder imprevisible del terrorismo que amenaza con las armas convencionales, biolgicas y nucleares.

    El caso de la China no deja de ser especial: los cambios de su comu-nismo desde la desaparicin de Mao Tse Dong han sido bastante sustan-ciales. Hay ah una rara mezcla de una economa cada vez ms capitalista en el marco de un sistema poltico comunista con su visin hiertica y piramidal del poder. Parece que es frmula estable y exitosa. No se puede predecir hasta qu punto podr mantenerse dentro de una sociedad pro-gresivamente ms consumista y en trance de occidentalizacin en muchos aspectos.

    La amenaza del terrorismo pende como una espada de Damocles so-bre Occidente, dominado por el temor a los ataques de Al Qaeda y sus aliados. Claro indicio de que ni los Estados Unidos ni la Vieja Europa tie-nen todo bajo control como hace medio siglo. Ningn pas se siente libre de la amenaza terrorista y la siniestrosis es un sndrome permanente de la sociedad en peligro, que no puede vivir tranquila a partir del 11 de septiembre de 2001, despus del atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, de los ataques en Espaa e Inglaterra y de los ms recientes de Bombay en la India.

    La principal seguridad del mundo occidental se deriva hasta ahora del control de la economa globalizada en violenta crisis pero siempre bajo los dictmenes de Estados Unidos y la Europa tradicional, a travs del Gru-po de los 21 (G-21), con el rpido crecimiento de Australia, China, India, Japn, Corea y otros pases asiticos como actores de primera lnea. Se in-troducirn cambios en el mapa econmico, con posibilidad de configurar hacia el futuro un nuevo orden geopoltico.

    La vigencia de la economa de mercado globalizado es la fuerza de-terminante que acta como rbitro decisorio en todos los conflictos. Los grandes negocios confluyen en los escenarios polticos e inciden en la

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SP I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S22 C R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I

    orientacin de los gobiernos y, a su vez, la accin poltica de stos est condicionada por las ofertas de bienestar hechas por los candidatos a sus electores.

    Lo que est en juego no es la sobrevivencia de los pases aisladamen-te, sino el estar involucrados en grandes procesos econmicos mundiales al margen de sus alineamientos ideolgicos. Por ejemplo, lo que se ha visto en los ltimos aos, cuando las posiciones de centro juegan un papel decisorio, como ocurri en los procesos electorales de Mxico, Alemania e Italia, donde las diferencias ideolgicas no pesaron tanto en el electo-rado como las propuestas econmicas. Ahora la crisis financiera global logra unirlos a todos por encima de las diferencias para aguantar juntos el chaparrn ms duro que ha cado sobre la sociedad del bienestar en varias dcadas.

    I m p o r t a n c i a d e l o s b l o q u e s d e n a c i o n e s

    La gobernabilidad de los estados se ha vuelto un problema comple-jo. No basta con detentar legtimamente el poder. Hay que hacer que las instituciones funcionen, adaptndolas a las exigencias contemporneas. La demagogia, el populismo o los extremismos ideolgicos lo que hacen es distorsionar la visin del estado y volverlo ingobernable a largo plazo, como lo demuestran las experiencias del socialismo marxista o las dicta-duras latinoamericanas, fenmenos que retrasan los cambios en los pa-ses.

    Hoy en da no se puede pensar en que un estado sea gobernable, si no lo es en el mbito global, es decir, sin su adecuada insercin en la co-munidad internacional, pues nadie puede vivir aislado y con sus fronteras cerradas a lo que pasa en el resto del mundo. En cierta medida los proble-mas de cada pas son cada vez ms los problemas de todos.

    La sola existencia de los bloques continentales, de la informacin glo-bal compartida o de la interdependencia en muchos niveles (financieros, de telecomunicaciones, etc.) hace indispensable la participacin en co-munidades de naciones que cuenten con organismos internacionales do-tados de poderes efectivos.

    Una ONU manipulada por los Estados Unidos y los otros miembros permanentes del Consejo de Seguridad con derecho a veto, no puede ser eficaz ni a corto ni a mediano plazo. La Guerra de Irak fue un duro golpe

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SC R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I 23 P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S

    para el poder de la ONU porque Estados Unidos no slo la manipul, sino que obr al margen y contra el parecer de las otras supuestas grandes potencias, salvo el voto comprometido de Inglaterra y el obsecuente de Espaa. Otro fracaso de la ONU fue la invasin israel a Gaza a finales de 2008 cuando todas las intervenciones de esa organizacin y de los lderes polticos fracasaron e Israel no hizo caso a ninguno de ellos.

    La Unin Europea, su proceso de integracin a lo largo de cincuenta aos y los resultados conseguidos en la economa y la poltica, es algo muy digno de tenerse en cuenta, porque ofrece, adems, una contrabalanza al poder dominante de los Estados Unidos en muchos campos. El dilogo se hace ahora a otro precio, y poco a poco van surgiendo liderazgos en otros continentes que permiten que el juego geopoltico y econmico social a nivel mundial ofrezca un mayor equilibrio.

    frica y Latinoamrica siguen rumbos errticos, presos del populismo, inspirado a veces en el viejo sueo del socialismo como camino para el logro de la igualdad y la justicia. Pero no parece que los pases hubieran aprendido las duras lecciones del pasado y caen en la repeticin cclica de los vicios inveterados de una poltica sin visin a nivel de los bloques mun-diales. Sin cohesin y sin esperanzas de unidad poltica comn, lo cual los deja a merced de los grandes actores de la poltica mundial, subordinados a ellos como parte de un nuevo colonialismo.

    Frente a la consolidacin de la Casa Europea, Latinoamrica ofrece un contraste bien llamativo. Pululan las democracias populistas y las revo-luciones a medio hacer. Nadie est pensando en la Latinoamrica de las Naciones, en un Continente Unido, sino en exportar nuevas revoluciones, como ocurre con Chvez en Venezuela, cuyo mximo sueo es ser sucesor de Fidel Castro a nivel contestatario, perpetundose en el poder y promo-viendo un Socialismo del siglo XXI sobre estructuras polticas decadentes, en medio de una corrupcin rampante y de un empobrecimiento del pas mientras su presidente reparte millones de dlares a sus simpatizantes ideolgicos. Junto con Ortega repetido en Nicaragua y con Correa en Ecuador, han ofrecido un espectculo de dudosa ortografa en los episo-dios de colaboracin con la guerrilla colombiana, denunciados por Colom-bia ante la OEA.

    Algo menos intenso y ms moderado es Evo Morales en Bolivia, de-seoso de seguir los pasos de Chvez. El ex arzobispo Lugo Mndez, quien asumi el poder en Paraguay en el 2008, ha declarado su simpata por Chvez y se une al clan de presidentes izquierdistas que se ha venido for-mando en la ltima dcada. Dentro de ese grupo el caso de la Kirchner

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SP I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S24 C R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I

    en Argentina es bien diciente de un poder familiar en el que se recibe el mando de manos del marido, que sigue actuando entre bambalinas. Lula en Brasil, que se pens al principio de su primer mandato que se alineara con ese grupo, poco a poco se ha distanciado de ellos.

    Pero Latinoamrica, en lugar de progresar, vuelve al pasado mientras pases de Asia que hace unas dcadas eran ms pobres que nosotros, nos adelantan en el camino del progreso y de los cambios sociales. La ausencia de lderes con visin de futuro y su esterilidad poltica los lleva a reiterar el pasado enfermizamente. Por eso la sombra del golpismo, del relevo pol-tico inesperado, del aventurerismo en el estado, est siempre a la mano, y la unidad continental es el anhelo de lo nunca logrado. Se pierden as energa de varias generaciones, se retrasan los cambios y mientras tanto, los pases son saqueados por una clase poltica corrupta.

    E l p r o b l e m a d e l o s n a c i o n a l i s m o s

    Solidaridad en Polonia fue la chispa que inici el incendio que liquid el experimento comunista. En ese giro radical no hubo sangre. Cuando colapsa el sistema ideolgico, al derrumbarse el sistema comunista y al advertirse la profunda crisis del sistema capitalista, se genera una recom-posicin poltica del mundo. Y aparece de nuevo la sangre, con el resurgi-miento de los nacionalismos, incluidos los de signo religioso, como el caso de Irn y su revolucin islmica. O el problema israel-palestina-mundo rabe que sigue sin resolverse, cada vez ms virulento y engendrando riesgos de una guerra mayor en el Medio Oriente.

    La invasin americana a Irak es asunto bien delicado para las relacio-nes Occidente-Oriente. Estados Unidos sabe que tendr que salir perdien-do ms temprano que tarde. Las promesas de Obama de retiro de tropas en un plazo ms o menos corto han sido claras, pero habr que ver si est en capacidad de cumplirlas. Hillary Clinton como secretaria de Estado ten-dr que trabajar tambin en ese sentido, pues comparta en su campaa esa promesa.

    El caso del Medio Oriente, con el eterno conflicto entre Israel y los pases rabes, constituye una de las amenazas ms graves para la paz, que podra desatar una guerra de grandes proporciones. En los ltimos aos la guerra lbano (Hesbol)-israel y la invasin de Gaza por Israel ante las provocaciones palestinas han sealado momentos de marcada y peligrosa

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SC R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I 25 P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S

    tensin. Siempre se seala a Irn como canalizador de las iras del mundo rabe y prestador de ayuda militar a esos pases.

    La Europa de las regiones que se disputan sus cuotas econmicas hace pasar a un segundo lugar, por momentos, el problema de los nacionalis-mos. El estatuto jurdico de las regiones ha cambiado dentro de los pases y dentro del continente. En ocasiones los pases negocian lo jurdico y las normas de convivencia comn y las regiones dan primaca a sus intereses econmicos, mientras las naciones tratan de preservar su identidad cul-tural.

    Los pases se parecen cada vez ms en sus mercados, en sus infraes-tructuras, en sus medios de comunicacin y en centrar sus esperanzas en el progreso material de sus sociedades. Pero si descuidan su autenticidad cultural, sus tradiciones, su historia y su peculiar idiosincrasia, van cayen-do en una especie de internacionalismo pragmtico, donde existe un ciu-dadano del mundo que acaba por ser ciudadano de ninguna parte porque ya no tiene lengua, cultura o religin propias.

    Las realidades culturales que han caracterizado la pervivencia de las naciones a travs de los siglos ahora parecen dbiles capas de polvo que se lo lleva cualquier viento. El totalitarismo comunista quiso ahogar las nacionalidades muchas veces eliminadas del mapa geopoltico para crear un orden internacional homogneo. Lo mismo que pretendieron los im-perios coloniales, por razones diferentes. Eran distintos los motivos de Stalin al sovietizar a Estonia, Letonia y Lituania que los de los britnicos en la India o de los belgas en el Congo.

    El fracaso de todos fue maysculo. Las nacionalidades estaban pro-fundamente arraigadas en el alma de esos pases y, derribada la barrera militar e ideolgica, surgieron de nuevo con una fuerza inusitada, inten-tando recuperar el tiempo perdido pero cayendo a veces en nuevos ex-tremos de un nacionalismo violento. El error fue apostar a que las ideas tenan mayor valor que las personas. Por eso, se desconocieron durante dcadas los derechos humanos fundamentales, y nada pudo la internacio-nalizacin de la prdica del socialismo real y del comunismo como destino final de los pueblos, ante la fragante violacin de esos derechos.

    El error del nuevo totalitarismo, nacido al amparo de la democracia, es creer que el poder de los nmeros basta para consolidar desde ah sociedades nuevas. Donde no hay renovacin de las estructuras geopolti-cas, donde el aparato gubernamental se sigue rigiendo por el burocratis-

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SP I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S26 C R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I

    mo napolenico, por el estado benefactor o por el estado del bienestar, no hay una salida coherente hacia el futuro.

    Al cesar las polticas totalitarias, salen a relucir los conflictos que nun-ca se superaron: las rivalidades tnicas, las ansias de dominio territorial, las disputas religiosas, los deseos autonmicos, las eternas ambiciones dictatoriales de los gobernantes, el poder que conservatiza, etc.

    Ante eso hay quienes desearan volver al orden autoritario anterior, como se ha visto en Rusia y en Polonia, por ejemplo. Pero la historia no tiene reversa. Ahora se trata de que el nacionalismo y el regionalismo se encaucen dentro de la democracia, no de que se conviertan en fuerzas multiplicadoras de la inestabilidad.

    Un peligro es volver a los nacionalismos exacerbados por motivos ra-ciales, ideolgicos o religiosos, por las revanchas y las apetencias pasio-nales de los pueblos, por la primaca de los deseos y de la fuerza sobre la razn, como lo sealaba Solzhenitsyn al final del milenio anterior: Si no aprendemos a limitar con firmeza nuestros deseos y exigencias, a subor-dinar nuestros intereses a criterios morales, nosotros, la humanidad, sim-plemente nos destruiremos mientras salen a relucir los peores aspectos de la naturaleza humana (Reflexiones en la vspera del siglo veintiuno).

    El nacionalismo violento ha mostrado al mundo sus poderosas races etnolgicas. Y la ideologa comunista lo nico que hizo fue tratar de tapar el sol con las manos conteniendo las nacionalidades y tratando de des-arraigarlas, fracasando en su intento.

    Por esto es bien importante, de un lado, que el nacionalismo no sea confundido con la xenofobia o el odio declarado a todo lo que sea distinto a lo propio. Y, de otro, que no se confunda con la necesidad de repensar los estados nacionales, tarea apenas incipiente en el mundo de la filosofa poltica de comienzos del siglo XXI y uno de los ms formidables retos hacia el futuro.

    Cobra cada vez ms importancia poltica el debate sobre los inmigran-tes y los desplazados de las guerras locales. Surge en muchos lados la xenofobia frente al derecho humano de emigrar y de echar races en otros pases. Los candidatos se polarizan en torno al tema, y el fenmeno se refleja en el seno de los organismos internacionales y en las polticas de cada pas para dar o no cabida a las aspiraciones de esos nuevos ciudada-nos a veces no deseados.

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SC R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I 27 P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S

    Sin que la religin deje de ser importante para una mayora de la humanidad, es el atesmo prctico en lo que coinciden las mayoras. La influencia de las religiones en las sociedades presenta una disminucin alarmante -tal vez salvo el caso del Islam en los pases donde detenta el poder-, tanto por la secularizacin como por la prdida de los valores re-ligiosos en aras del materialismo, el consumismo y el relativismo moral.

    Trata de arraigar el pluralismo poltico y la multiculturalidad que lo-gran establecer con claridad el papel y las limitaciones de las entidades globales. El esfuerzo parecera afincarse en la bsqueda de unos valores comunes que puedan asegurar la convivencia presente y futura para las sociedades que los afirmen.

    E l t e r r o r i s m o , u n e n e m i g o c o m n

    Una fuente de alteracin de la democracia y de la convivencia pacfica en el mundo es el terrorismo que, a partir de la cada de las Torres Geme-las y de la cadena de atentados a lo largo de la dcada, tiene en jaque la tranquilidad de las superpotencias y de buena parte del resto del mundo. Osama Bin Laden y George Bush pusieron al da el maniquesmo destruc-tor, al revivir la divisin entre buenos y malos.

    Mientras uno deca cumplir mandatos de Al para acabar con el diablo norteamericano, ste esgrima su condicin de Gran Gendarme de Occi-dente para salvar la democracia respaldado por una dudosa tica en la que lo malo es lo que afecta los intereses norteamericanos en el mundo, y con ese argumento ocup Irak a sangre y fuego, invadi Afganistn, y amenaz hasta con invadir a Irn, adems de ocuparse de todos los dems conflictos del planeta.

    El narcotrfico se ha convertido en otro instrumento desestabiliza-dor y en la mayor fuente de corrupcin en los pases. Sustentador de una economa subterrnea a veces ms poderosa que la de superficie, se une segn sus cambiantes intereses al terrorismo, a los grupos paramilitares y la guerrilla. Ha pasado a ser el ms fuerte comprador de conciencias, penetrando todos los estamentos del estado y todos los sectores de la economa y de la sociedad. Pases en otro tiempo ms ajenos al problema, como Mxico, han pasado al primer plano del negocio de las drogas y del crimen organizado. Las mafias rusas y europeas hacen y deshacen en co-nexin con las mafias colombianas, mexicanas y norteamericanas.

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SP I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S28 C R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I

    El narcotrfico define elecciones, tumba gobiernos y compra medios de comunicacin para su servicio. Nadie sabe dnde comienzan y dnde acaban sus tentculos, que son como los del apocalptico monstruo de las siete cabezas. El paramilitarismo y la proliferacin de ejrcitos privados, muchos de ellos al servicio de los narcotraficantes, han minado la idea tradicional del monopolio de las armas en las fuerzas regulares de los es-tados y desestabilizan a los gobiernos y a las instituciones pblicas.

    La guerrilla ha buscado en el narcotrfico la supervivencia econmica, alindose con las mafias de la droga y utilizndolas para mantener su gas-to militar. Adems, los ideales revolucionarios pasan a un segundo lugar y la toma del poder por las armas est desprovista de todo romanticis-mo marxista porque el nuevo sistema es el terrorismo generalizado como arma para tratar de llegar al poder.

    Al tiempo, en pases como Colombia, los lderes de la vetusta revolu-cin armada envejecen y mueren con su fusil al hombro en nombre de una violencia fratricida que ha cobrado cientos de miles de vctimas, y que no cesa por la intransigencia de los guerrilleros mismos encaramados en el poder del narcotrfico, a pesar de los duros golpes y reveses que han sufrido en los ltimos tiempos. Lo que queda en claro es que la lucha armada y el acceso al poder por la fuerza no son viables en las sociedades actuales.

    Los movimientos guerrilleros se debilitaron mucho a raz de la cada del comunismo, porque dejaron de contar con patrocinio permanente, sobre todo de Cuba que pas de ser promotora de las revoluciones e in-surgencias latinoamericanas, a quedar exhausta y pobre, hasta el punto de correr graves riesgos econmicos y tener que recibir ayuda de emer-gencia de Chvez, quien, retirado de la escena Castro, se ha convertido en el patrocinador de esos movimientos apoyado en su riqueza petrolera en manos de un lder autoritario, populista y camorrista.

    Lo anterior se puso en evidencia en el conflicto entre Ecuador y Co-lombia y la ruptura de relaciones diplomticas de Ecuador, Venezuela y Nicaragua con ese pas causada por la muerte en territorio fronterizo ecuatoriano del segundo hombre de la guerrilla de las FARC a manos del ejrcito colombiano. Crisis afortunadamente resuelta con prontitud en el seno de la OEA aunque subsiste la belicosidad de Ortega y Correa con Colombia.

    La violencia terrorista en algunos pases trata de inclinar la balanza electoral. Casos elocuentes son los de Espaa con la inesperada subida

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SC R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I 29 P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S

    del partido socialista a raz de los atentados del 11 de marzo de 2004 o lo ocurrido en Pakistn con el asesinato de Benazir Butho a finales del 2007. El peligro de que un partido o un lder suba al poder se conjura mandndolo matar o perpetrando un acto terrorista. Las ideologas pasan a un segundo lugar detrs de las multinacionales del terrorismo. Ahora el esposo de la lder asesinada est en el poder lidiando con la India que acus a su pas de estar implicado en los atentados de Bombay.

    L a d e m o c r a c i a e n a p u r o s

    Democracia es la palabra mgica, casi sagrada, con la que se bautiza todo lo que se presenta como indiscutible e infalible. Son democrticos los pases, las actitudes, las costumbres, las modas, los deportes, las opi-niones, y hasta las cosas ms contradictorias y sorprendentes. Si se quiere atacar a alguien o descalificar algo basta con decir que es antidemocrtico.

    La democracia se convierte as en un escudo protector de la intole-rancia e incluso de violaciones flagrantes. Tal vez sea la menos mala de las formas de gobierno, pero ofrece muchas deficiencias, especialmen-te como sistema de gestin social del desarrollo, porque una cosa es el predominio de las cifras en las elecciones y otra lograr un cambio social efectivo, es decir, la distancia que va de una democracia formal a una de-mocracia real.

    Se configura poco a poco lo que Jacques Attali denomina una hiper-democracia como forma ltima de la democracia planetaria y partici-pativa, que deber crear instancias de gobierno mundial, que dispondr de recursos propios y actuar como gran moderadora de los gobiernos, continentales, regionales, y nacionales. Pero tiene un riesgo a la vista: el peligro de las mayoras electorales triunfantes que definen todo en los parlamentos a travs de leyes aprobadas incluso con mayora precarias, pero que cambian las reglas del juego en forma radical y en temas decisi-vos (aborto, eutanasia, inmigrantes, desplazados de la violencia).

    La balanza electoral es inclinada por las masas emergentes, las mayo-ras independientes, los sectores no politizados, los movimientos cvicos o los partidos o movimientos apoyados en la ecologa, la xenofobia u otros intereses. Puede llegar a conseguir ms favores el calentamiento global que la defensa de los derechos humanos o que la solucin de los conflic-tos por la no violencia.

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SP I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S30 C R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I

    Se da una banalizacin y un desprestigio de la democracia, reducida al poder de la imagen y de las encuestas que son los ejes de inclinacin de la voluntad poltica de las franjas decisorias en el campo electoral. Han des-aparecido los grandes protagonistas y el poder lo disputan las medianas. O sea, una democracia show que se encarga de hacer montajes, realizar mediciones y hacer propuestas a la medida de los cambiantes grupos de electores.

    Las masas electorales amarradas a una causa tienden a desaparecer porque ya no hay pblico cautivo de las ideas. El encanto de un poltico, o la popularidad de un actor, o la accin terrorista, pueden alterar sensi-blemente los resultados. En la recta final de un debate electoral las cosas pueden cambiar por la oferta de un candidato de subir las pensiones.

    El valor de las ideas ha sido trasladado a la confiabilidad de las medi-ciones dentro de unos mecanismos que dejan todo en manos de la merca-dotecnia. La imagen predomina, las apariencias sobre el fondo, los gustos sobre las ideas, las impresiones sobre los propsitos.

    Por eso cobra cada vez ms importancia en el sistema democrtico formal internet como instrumento de propaganda poltica y como medio de acceso ms amplio y democrtico al debate en partidos y grupos. La ltima campaa presidencial en EUA revel plenamente el poder de esa herramienta, pues candidatos sin mayores recursos pudieron competir de t a t con otros dotados de inmensos recursos, en busca del favor elec-toral. Obama demostr que se poda lograr la ms grande financiacin poltica de la historia de los Estados Unidos con base en internet. Dndo-se, adems, un contacto directo entre los electores que podan dirigir sus preguntas a los candidatos y ser respondidos, sin necesidad de acudir a la plaza pblica.

    La transparencia de los procesos electorales se ha convertido en una necesidad perentoria para asegurar los resultados en las democracias acostumbradas durante dcadas al fraude electoral, a la compra de votos, al traslado de cdulas de electores y a los recuentos manuales sujetos a todo tipo de manipulacin. Claro que surgen nuevas formas de fraude, ms sofisticadas, a travs de la informtica misma.

    Se evidencia cada vez ms la necesidad de nuevos modos de hacer po-ltica, en los que no cuente tanto el populismo, la demagogia electoral, o los efectos de imagen producidos por la publicidad, como las plataformas de gobierno de temas accesibles a la mayora de la poblacin. La cerca-

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SC R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I 31 P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S

    na de los candidatos a sus comunidades locales y la vigencia en ellas de mecanismos de veedura y control de las promesas confrontadas con las realizaciones, da pie a una participacin ciudadana ms comprometida con el bien comn.

    Tambin es ms patente cada da el protagonismo ciudadano, sobre todo en los niveles bsicos, en calidad de veeduras, observatorios, vigi-lancias y auditoras en cargos pagados y mantenidos a propsito por la sociedad civil. La necesidad de administrar los mltiples niveles adminis-trativos hace que la burocracia se especialice, pero que tambin el con-cepto de gobierno se modifique segn los tipos de soluciones que pueda ofrecer.

    Dentro de cada pas se ve claramente que cada da tiene ms vigencia una democracia participativa y deliberante, en la que ya no se le pueden dar las espaldas a las grandes mayoras e incluso a las minoras. Las con-sultas populares, los referendos revocatorios, los foros electrnicos, los muchos mecanismos de control popular de las promesas electorales de quienes llegan al gobierno, las audiencias pblicas, el poder creciente de los sistemas de participacin a travs de internet, todo eso indica que las cosas estn cambiando para bien. Eso incrementa la gobernabilidad y pone de presente que tal vez las sociedades necesitan menos gobiernos burocrticos y ms descentralizacin poltica, administrativa y de delibe-racin.

    Slo una sociedad civil fuerte y actuante puede compensar el peso exagerado de un estado burocrtico gigante y balancear el predominio de la poltica y las instituciones polticas, as como de los medios de comuni-cacin social, que en casi todos los pases se han convertido en poderosos moderadores de la vida social, no siempre con la debida responsabilidad, sobre todo cuando se subordinan a los intereses de los grupos dominan-tes, econmicos o polticos.

    P u n t o s d e s e n s i b i l i d a d s o c i a l

    Ofrecer salidas a los problemas del empleo se ha vuelto punto elec-toral capital. El que ms ofrezca en esos campos lleva las de ganar unas elecciones. Las grandes masas, de arriba y de abajo, lo que quieren es bienestar y que no se les complique la vida con disputas ideolgicas. Claro que a la larga todo esto configura nuevas ideologas.

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SP I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S32 C R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I

    La salud y la seguridad social se han convertido en punto dirimente entre las opciones polticas, como se comprueba en las campaas electo-rales. De ah que los niveles de empleo, los reajustes salariales, los salarios de los empleados oficiales, la asistencia hospitalaria y el cubrimiento de los servicios de salud, son aspectos que se examinan con lupa a la hora de analizar los resultados de la gestin gubernamental y de ver propuestas de los candidatos.

    La privatizacin de la medicina y la seguridad social en muchos pases ha vencido la tradicional inercia del sector estatal de salud que, a su vez, ha visto la necesidad de centrarse en aspectos fundamentales reduciendo el gigantismo inoperante de algunos entes estatales de salud. La gente es mucho ms sensible a sus derechos en este campo, igual que al suminis-tro de las medicinas, a la atencin de emergencias o a la proteccin de la poblacin ms vulnerable (mujeres madres, nios, ancianos).

    La socializacin de la medicina en general ha tenido efectos saluda-bles por la ampliacin del cubrimiento en salud, a veces a costa del dete-rioro de la calidad y de la condicin econmica de los mdicos dentro de un sistema masificado en el que el profesional depende de las entidades prestadoras de salud, que se quedan con la mayor parte de lo que aportan los usuarios. Adems, se ha ido imponiendo una mentalidad mercantilis-ta que olvida que el cliente en estos servicios es ante todo una persona cuyos derechos fundamentales deben estar por encima de cualquier otra consideracin.

    Todo lo relativo al virus del Sida, y a las medicinas que se emplean en su tratamiento, dispone de enormes presupuestos, a veces ms grandes que los que se emplean en su prevencin atacando las causas (promis-cuidad, vida sexual desordenada, etc.). Nadie se opone a que se d una atencin prioritaria a la enfermedad, pero sera deseable que existiera la misma preocupacin por una educacin sexual sana y por una educa-cin para las relaciones afectivas. Es demasiado simplismo creer que con campaas masivas de utilizacin de los preservativos vaya a resolverse un problema de semejantes proporciones.

    Richard Layard en sus estudios sobre la felicidad demuestra que no por haber aumentado el ingreso en los pases ricos la gente sea ahora ms feliz que hace cincuenta aos. Y comenta que las enfermedades mentales han aumentado en el mundo en una manera significativa, tambin desde el punto de vista del consumo de los sicofrmacos. Dice que siendo la mayor fuente de infelicidad en Occidente, el gasto econmico en paliarla y atajarla es insuficiente.

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SC R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I 33 P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S

    Otro sector bien sensible es el de la economa de la educacin. Un sector prioritario para el desarrollo, al que muchos pases no le dedican presupuestalmente todo lo que necesitara. La necesidad de especializa-ciones para entrar a competir es cada vez ms acuciante, lo cual ha am-pliado el mercado de la demanda y la oferta. Ya la competencia entre las instituciones de educacin superior depende de la calidad y pertinencia de los programas. Y a nivel internacional se estn formando multinacio-nales que compran universidades en los diferentes pases para favorecer el intercambio de alumnos y profesores, impulsando adems la educacin virtual.

    L a s v a r i a b l e s e c o n m i c a s

    La brecha entre pases pobres y ricos se ahonda ms. La pobreza ab-soluta afecta a grandes masas de poblacin, una cuarta parte del mundo, cuyos ingresos pueden estar alrededor de un dlar americano diario, fren-te a la opulencia de los pases desarrollados. Stigliz lo reafirma diciendo: La globalizacin ha vuelto ms pobres a muchos de los pases ms pobres del mundo en desarrollo. Incluso cuando estn en una mejor situacin, se sienten ms vulnerables.

    De un lado, existen enormes masas de desposedos, de desplazados y marginados de todo tipo, y de pobres que son carne de can para las opciones violentas. De otro, aparecen confrontaciones de gran peso en los escenarios globales como la del fundamentalismo islmico versus los Estados Unidos.

    El disponer de las fuentes de energa se convierte en el fiel de la ba-lanza. El alza de los precios del petrleo, con su altsimo incremento en la primera dcada y su consiguiente cada, y la bsqueda de fuentes alter-nativas, precisamente para no depender del oro negro, marcan el paso. Y con ello el desarrollo de la tecnologa estar cada vez ms condicionado a ese factor. Los pases que no tengan autonoma energtica se van a ver en grandes apuros y perdern su autonoma no slo econmica sino poltica, en manos de los grandes proveedores de la misma.

    Dentro de la economa de la democracia de mercado imperante en el mundo, se da un papel creciente de la economa de los servicios y de los intangibles. Antes eran los grandes patrimonios fsicos, representados en

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SP I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S34 C R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I

    tierra, maquinaria, infraestructura fsica, plantas industriales y equipos. Ahora se da un desplazamiento hacia lo intangible, es decir, a lo que no son bienes fsicos, y a todo lo que se maneja a travs de internet como gran herramienta para los negocios de hoy. Se negocia informacin, soft-ware, capital intelectual. Microsoft, Amazon, Google, Yahoo, Youtube o Facebook pasan a ocupar el papel de la General Motors o de las grandes compaas petroleras. El modelo de negocio econmico ha cambiado sus-tancialmente.

    La propiedad intelectual, intangible por excelencia, pasa al centro del debate. Algunos pases proponen suprimirla, ante la avalancha inevitable producida por internet, donde es irrespetada continuamente y donde, a la vez, se presenta en un fenmeno que permite el acceso a la informa-cin y cultura a las masas que nunca podran pagar por esa propiedad. In-cluso algunos escritores y cientficos han propuesto su eliminacin como una forma radical de democratizacin del saber y de la investigacin. La piratera, por su parte, se ha convertido en un negocio multimillonario: programas, videojuegos, pelculas, etc., circulan por la red sin pagar un solo centavo.

    Cada vez se difunde y democratiza ms el conocimiento, pero cada vez se vende ms conocimiento a travs de la red. Incluido el conocimiento tcnico y del mercado, y cmo hacer los negocios por internet (E-busi-ness). La venta de esa tecnologa sobre los negocios produce un incre-mento de los mercados. El guardarla como un secreto competitivo ya no tiene sentido pues al difundirla el efecto multiplicador sobre los mercados es mucho ms beneficioso.

    El papel de las comunidades de negocios a travs de la red va crecien-do en forma exponencial. Amazon y E-Bay son demostracin palpable de ello. Dentro de esas comunidades los mismos integrantes establecen c-digos de cumplimiento y de fiabilidad de sus miembros, ejerciendo de esa manera un autocontrol sobre la eficacia del negocio. El mercado del usado adquiere una fuerza inusitada fomentando una circulacin de mercancas en todas las direcciones.

    Productividad, competitividad y rentabilidad estn vinculadas a nue-vos cnones, en los que juega un papel muy importante el manejo de la in-formacin y los negocios en lnea, as como las comunidades virtuales. Los canales tradicionales del comercio son suplantados por esta herramienta y el que quiera marginarse de ella est condenado a salir del mercado.

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SC R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I 35 P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S

    L a e m p r e s a , p o r n u e v o s c a m i n o s

    La empresa como motor de la economa es el sector ms dinmico de la sociedad. De ser un gran mecanismo impulsado por el capital para la produccin de bienes y servicios, regulado por leyes de contribucin y retribucin, poco a poco se ha transformado en un organismo vivo, conec-tado con su entorno social, y mirado no slo desde el punto de vista del patrimonio o de las utilidades que produce para los dueos, o del punto de vista salarial para los trabajadores, sino como algo flexible y cambiante que mide su efectividad en trminos de productividad y competitividad.

    Del modelo tradicional de empresa jerrquica, piramidal, con estruc-turas rgidas, con un organigrama donde la autoridad se impone desde arriba y la comunicacin es descendente, se ha pasado a modelos que buscan disminuir distancias, distribuir el poder, facultar a los empleados para que acten con mayor autonoma, hacer que el liderazgo no sea de un grupo o elite, sino que se participe y democratice. Las estructuras centradas en el control, la presin y la mano dura son reemplazadas por aquellas en las que predominan la participacin, la motivacin y la auto-rresponsabilidad.

    La empresa virtual, unida en sus procesos a otras empresas, con una informacin comn a travs de bases de datos interconectadas, abre paso a la creacin de clusters o cadenas de empresas de valor, ms aptas para la competitividad global, con un mejor aprovechamiento de los recursos y de las fortalezas de cada una de ella para producir un valor agregado ma-yor que si continuaran trabajando aisladamente, lo cual es prcticamente imposible en el mundo de hoy. En ellas la creatividad y la innovacin son una necesidad y se hacen posibles al compartir sin secretos ni barreras los descubrimientos individuales.

    La tendencia que se abre paso cada vez con ms fuerza es la de la empresa como una red de trabajo y una comunidad de aprendizaje y de prctica, donde todos ensean y todos aprenden. En ella la persona y su crecimiento interior es lo ms importante. Lo mismo que la formacin de equipos inteligentes de trabajo a travs de los cuales se fortalece el capital intelectual (saber y experiencia acumulados por la persona y saber y expe-riencia acumulados por la empresa) como la suma de todos los conoci-mientos que le dan fuerza competitiva a una empresa (Thomas Stewart).

    Junto a la nocin de capital econmico adquiere mayor importancia el saber de las personas, e igualmente a lo largo de las ltimas dcadas

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SP I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S36 C R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I

    ha cogido fuerza la nocin de capital social como conjunto de normas y redes que le permiten a la gente actuar de manera colectiva (Woolcock-Narayan), es decir, el entramado de relaciones que hace posible la accin de un individuo o de una empresa. Lo expresa la frase No es lo que sa-bes sino con quien te relacionas lo que importa. Nocin que ofrece una riqueza de matices tiles para cualquier organizacin, haciendo siempre hincapi en la calidad de las relaciones y en la forma de actuar colectiva-mente.

    Ha llegado a ser muy importante en la nueva dimensin de las em-presas el concepto de cultura organizacional como la particular visin que cada empresa tiene de la estructura organizativa, de la persona y del tra-bajo, estrechamente vinculados con los principios, valores y creencias que se viven en ella, y que se convierte en un sistema que orienta la accin de sus miembros.

    En esta concepcin la visin sistmica de la empresa como un todo en el que cada parte tiene una vinculacin directa con los resultados globales permite superar la visin lineal de causa y efecto por algo donde la com-plejidad permite un mejor conocimiento de la accin conjunta.

    Las empresas y corporaciones tienen un papel importante qu jugar a travs de lo que se ha llamado la ciudadana corporativa, es decir, su presencia en la sociedad civil, a travs de su compromiso con el entorno social, lo que se llama responsabilidad social de la empresa, que no puede ser algo vago o de moda pasajera, sino una serie de compromisos acota-dos y precisos para dar respuesta eficaz a las necesidades inmediatas de la sociedad, de la comunidad que toda organizacin debe ayudar a construir. Se impone una accin ms responsable de las empresas frente a su entor-no social, sin que eso signifique que la empresa pase a ser responsable de todo lo que ocurre en la sociedad.

    E l m u n d o , u n a h i s t o r i a c e r c a n a y d i s t a n t e a l a v e z

    Poco a poco se ha gestado tambin la globalizacin e internacionali-zacin de la cultura, especialmente de mano de la tecnologa informti-ca, en pugna con la preservacin de los patrimonios culturales nacionales o regionales. Grandes muchedumbres de personas estn adoptando los parmetros culturales y estilos de vida difundidos a travs de Google, Fa-

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SC R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I 37 P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S

    cebook o Youtube, por citar lugares comunes de la internet para las ge-neraciones actuales. El mundo se ha convertido en una gran plaza pblica donde se debaten de igual manera todas las manifestaciones culturales y sociales, pero donde converge tambin la decadencia de la sociedad occi-dental y los productos ms elaborados de la sociedad consumista.

    Los hechos colectivos nos afectan de una manera comn, sin distin-guir su lejana o procedencia. La guerra tnica en un pas del frica, las elecciones del parlamento europeo, el proceso de paz de Colombia, el campeonato de ftbol de un pas cualquiera o una depurada tcnica de gestin en Japn, son manifestaciones de un movimiento permanente de la historia, que nos llevan a tomar parte porque su impacto en la historia global hace que se conviertan en causas y en asuntos por los que se expli-ca el mundo contemporneo.

    Lo que hace varias dcadas Daniel Hlevy llam la aceleracin de la historia se ha incrementado por el influjo de la tecnologa informtica y porque los fenmenos que antes se daban de poca a poca o de gene-racin en generacin, ahora se dan muchas veces dentro de una misma generacin y en forma inesperada, precisamente por la velocidad del ac-ceso a la informacin y el conocimiento y por la rpida asuncin de temas polticos y sociales a nivel internacional. Los acontecimientos hoy se ex-perimentan ms rpidamente, hecho explicable por la interconectividad global.

    Del mismo modo la sensibilidad por los derechos humanos se ha con-vertido muchas veces en el fiel de la balanza para medir la legitimidad de los poderes polticos y militares, comprometidos tantas veces en las severas violaciones de los mismos, que en ocasiones son denunciados por organismos que, a su vez, son cuestionados por algunas faltas de impar-cialidad.

    El siglo XXI se presenta como el reino de la noticia-historia, es decir, como el poder que tiene cualquier medio de comunicacin para hacer historia, para ratificar lo que debe ser historia o no. El acceso a las tecno-logas informticas ha llevado a que la historia menuda se popularice en pie de igualdad con los sucesos ms gruesos.

    El mundo es ahora un microcosmos dominado por internet como pun-to de convergencia de todos los medios de comunicacin, de modo que en cada instante los escenarios mundiales y sus protagonistas estn bajo los ojos de la humanidad entera. Nadie puede sentirse aislado o libre de la prepotencia que los pases ricos del Norte ejercen sobre los pases po-

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SP I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S38 C R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I

    bres del Sur, como se ve palpablemente en el tema de la contaminacin ambiental, donde queda claro que los que contaminan son aquellos y los que pagan las consecuencias inmediatas son stos.

    Lo privado y lo pblico se amalgaman en los medios de comunicacin. Conceptos como la intimidad o la vida privada o pblica son menos pre-cisos en un mundo que ha decidido que la validez de los acontecimientos est ligada a su demostracin espectacular, a que sean materia de noticia de los mass media. Es notoria, por ejemplo, la predileccin del gran p-blico por los programas televisivos de testimonio real (reality-shows) o de dramatizacin con base en hechos ocurridos, o a las historias por deman-da. Cada quien est en libertad de mostrar su propia vida o de montar un show sobre ella sin ningn tipo de reserva o de vergenza.

    La historia es conjunta y colectiva, no importa en dnde vivamos. Pero esta historia es en realidad cada vez ms lejana de la persona misma y de su mbito familiar. Cuando la historia es conjunta, los patrones de vida habitual varan inmediatamente y una especie de cosmopolitismo hace su aparicin tamizado quiz por seales locales (comida griega preparada por chefs hispanos; selecciones nacionales de ftbol conformadas por ju-gadores de origen extranjero, etc.).

    La paradoja es que seguimos viviendo en un mundo donde lo ms le-jano parece lo ms cercano pero, a su vez, lo ms cercano -la persona, su intimidad, el dolor, los intangibles de la existencia- se constituye en lo ms alejado de nosotros mismos, en razn del individualismo. Por la televisin sabemos lo que pasa en un terremoto de Azerbaiyn pero ignoramos la calidad de vida de nuestros amigos. Y nuestros hijos saben lo que les ocu-rre a sus amigos de Messenger pero no lo que les pasa a sus amigos del colegio o a sus hermanos en su propia casa.

    T r a s f o n d o t i c o

    El individualismo es uno de los mayores problemas ticos de la socie-dad contempornea. Con races en la filosofa liberal y en el capitalismo, tiene como verdad de fondo la afirmacin de la primaca absoluta de la libertad individual. El estado se concibe como el gran protector de esa libertad. De su mano ha surgido el materialismo egosta, cuyo ejemplo insignia es el american way of life que ha ido penetrando en todos los pases del mundo, fijando los parmetros esenciales de una sociedad con-

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SC R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I 39 P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S

    sumista, gobernada por la publicidad, por la difusin de las modas, por el imperio de las marcas y por la msica, el cine, la televisin e internet, que son los mismos en cualquier rincn del mundo.

    Junto al individualismo, el relativismo tico se ha apoderado progre-sivamente de la vida personal, social y poltica. Como no hay verdades o principios esenciales, todo da lo mismo y basta con una tica mnima acordada por las mayoras civiles para no herir susceptibilidades religio-sas. Lo que en una latitud se considera como malo, en otra puede deci-dirse que sea bueno. A lo sumo, se logra una tica de compromiso, sin ninguna base estable o principios comunes porque el cambio de poder democrtico puede llevar a un cambio de tica civil. Las estructuras de la sociedad gozan de cierta precariedad fundamental debido a su falta de races ticas permanentes.

    No faltan los movimientos polticos que propenden por un estado co-munitario, enfrentado al individualismo neoliberal, en busca de una so-ciedad autnticamente participativa, equitativa y solidaria. Ya no se oyen tanto los ecos de los gritos libertarios de la Revolucin Francesa, pero s los de la revolucin estudiantil del mayo francs de 1968 y sobre todo, los de la historia reciente de los pueblos de frica, Latinoamrica y Asia (el tercer Mundo de hace unas dcadas, el Sur de ahora) en su lucha por la justicia social, historia preada de guerras, violencias y utopas trgicas.

    La mayor de las preocupaciones de las sociedades actuales es con-jugar prosperidad con justicia. En el fondo se trata de entender que la democracia es una vivencia que da la posibilidad de ahondar en aspectos ticos y en valores morales que puedan dar como resultado redes sociales de compromiso y de solidaridad.

    La cuestin fundamental sigue siendo cimentar el orden social en as-pectos ticos fundamentales, evitando el divorcio completo entre lo po-ltico, lo legal y lo moral para poder encaminar la accin social que forta-lezca los mecanismos de participacin y haga confiable la democracia. Sin embargo, algunos defienden a ultranza el centralismo, en contrava del sentido comn que nos dice que la descentralizacin es una tendencia natural mucho ms acorde con las leyes que rigen la naturaleza y el pen-samiento humano.

    Lo llamativo es que la sociedad consumista es ms fuerte ah donde hay mayor ingreso per cpita y mayores niveles de gastos. Pero all tam-bin hay mayores posibilidades de acceso al conocimiento y una mayor capacidad para entender la inequidad econmica y social existente. Aun-

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SP I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S40 C R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I

    que sobresale tambin la opulencia agresiva, acompaada de cierta incul-tura que cierra los ojos al bienestar de los dems y a la construccin de comunidades donde sean mayores los niveles de justicia social.

    Se hace necesaria la reeducacin social para el consumo, no slo por los aspectos que tocan al medio ambiente, sino, principalmente, por la conveniencia de formas de vida en las que est ms presente la austeri-dad y con ella la posibilidad de mirar ms all de s mismo hacia las nece-sidades de las dems personas, para poder lograr una mejor convivencia social, y una solidaridad real que lleve a acortar las distancias econmicas y de falta de igualdad de oportunidades.

    Los nuevos modelos polticos, si no quieren caer en una involucin histrica, tienen que dar prioridad a los derechos humanos, a la creacin de escenarios de libertad autntica para las mayoras y las minoras, y a la consolidacin de unas estructuras de gobierno al servicio del progreso social, flexibles y dinmicas, que premien la descentralizacin y el papel de la iniciativa por sobre el control intervencionista del estado.

    L a t i e r r a e n a p u r o s

    Los problemas ecolgicos inciden directamente en la economa y en las condiciones de vida de la poblacin. La contaminacin, la desaparicin de los bosques, la disminucin de la capa de ozono, el incremento de los desechos ante el crecimiento del consumo en todas las latitudes, son as-pectos del mismo asunto de fondo: la sostenibilidad del planeta Tierra, que es tarea de todos, no slo de los gobiernos o de los grandes pases industrializados, llenos de contradicciones en este campo. Como ocurri con el protocolo de Kioto, que obligaba a todas las naciones, pero que no fue suscrito por los Estados Unidos, el mayor contaminador del mundo.

    El video Una verdad incmoda preparado y presentado en el 2007 por Al Gore constituye una inflexin importante en las alarmas sobre el calen-tamiento de la Tierra y los peligros ecolgicos sobre los que viene siendo advertido el mundo en las dos ltimas dcadas. Hoy en da la conciencia ecolgica es tal vez el punto de acuerdo ms universal, presente en todos los niveles y edades de la sociedad. No se trata de terrorismo por parte de los ecologistas, sino de una realidad comprobable: o protegemos en-tre todos la Tierra como mbito esencial para la vida humana o estamos todos en peligro.

  • P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A SC R I S I S E N L A S O C I E D A D S I G L O X X I P I N C E L A D A S G E O P O L T I C A S Y E C O N M I C A S 41

    Los apuros no provienen ya de las alarmas poblacionistas, cuyas exa-geraciones han sido comprobadas a lo largo de las ltimas dcadas. De un lado no hay problemas de cabida de la poblacin, y de otro su decre-cimiento es claro. El Norte rico se ha envejecido y el Sur pobre ha crecido en poblacin, lo cual fomenta los fenmenos emigratorios en busca de calidad de vida. Surgen en torno a eso problemas nuevos como el de la inmigracin y la ilegalidad que obligan a los pases a adoptar nuevas pol-ticas. Y a que se refuerce el crecimiento de las reas urbanas.

    Pero eso es muy distinto de la escasez de recursos, la cual s tiene que ver con el trato al medio ambiente. Como distinto es considerar el enorme impacto econmico que tienen los desastres naturales, como el caso del tsunami asitico del 2004, que convocan la solidaridad mundial. En el caso del medio ambiente la catstrofe ha sido provocada por el hombre a lo largo de muchas dcadas.

    Surgen por todas partes cambios legislativos tendientes a endurecer las exigencias de proteccin del medio ambiente. Pero ante ellas, a veces las industrias y conglomerados econmicos reaccionan con la mentalidad de que para no afectar sus niveles de produccin prefieren asumir el pago de las multas, como si eso los eximiera del deber moral que implica el cuidado de los recursos naturales.

    Las iniciativas cientficas para promover la produccin limpia van dan-do sus resultados positivos, y abren nuevas fuentes a la productividad cuando van unidas al reciclaje de productos de un ciclo a otro. Una de esas iniciativas denominada ZERI, impulsada por Gunter Pauli, viene ejercien-do un liderazgo en varios pases de Asia, frica y Amrica Latina. Muchas organizaciones internacionales y entidades financieras mundiales se inte-resan en grandes proyectos de ese estilo, como un camino para encontrar soluciones viables y configurar un futuro sostenible y una reduccin de las amenazas actuales.

    La biodiversidad, y la subsistencia de las especies particularmente, estn amenazadas gravemente. Ya hay conciencia, ms o menos univer-salizada, pero no coincide con los esfuerzos hechos por los pases indus-trializados productores de los grandes porcentajes de la contaminacin mundial, para ayudar econmicamente en forma sustancial a los pases que cuentan con grandes reservas que se deben proteger o restaurar, como es el caso de la selva amaznica en Latinoamrica, o ciertas zonas del norte de frica o de Asia meridional. La intervencin de los organis-mos internacionales para presionar a los pases contaminadores es toda-va dbil.

  • 42

    Frente a la crisis de las energas tradicionales surgen la exploracin y explotacin de energas alternativas, como la nuclear, la elica y solar, ma-rtima, o del etanol con base al cultivo del maz, la de la palma y la higue-rilla, algunas ms experimentadas y conocidas que otras, pero todas ellas requieren grandes inversiones y produccin en volmenes que puedan ir compensando los del petrleo y la energa elctrica y termoelctrica habituales hasta hora. Sobre todo pensando que el petrleo es recurso no renovable que puede alcanzar precios que encarecen los dems sectores de la economa.

  • Crisis en la sociedad siglo XXI. Tendencias y temas esencialesPortadaPgina legalContenidoPrimera parte: TendenciasCaptulo 1: Pinceladas geopolticas y econmicas