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Crisis universitaria y crisis de entendimiento La crisis universitaria, acentuada en la última década como consecuencia de las restricciones presupuestarias que ha impuesto el Gobierno a las universidades públicas y, en especial a las de mayor trayectoria y reconocimiento, es obvio que no va a resolverse hasta tanto no se desista del empeño de violentar la autonomía de estas casas de estudio para ponerlas al servicio de un modelo de pensamiento único. Esto es absolutamente lo opuesto a la razón de ser de la universidad desde sus orígenes, y más en estos tiempos de cambios tecnológicos y del conocimiento que identifican a una sociedad que transita aceleradamente del modernismo hacia la postmodernidad. Por ello, revelan una crasa ignorancia de la razón de ser de la universidad quienes amparados en fracasadas ideologías totalitarias pretenden catalogar a las universidades en instituciones de derecha y de izquierda, desconociendo que las mismas, en el marco de la autonomía -que es su condición existencial reconocida en el artículo 109 de la Constitución- y ante las nuevas realidades globales deben estar comprometidas, como agentes de un servicio público, a impartir una educación superior de calidad, entendida esta no solo en términos de transmisión eficiente de información, conocimientos y de enseñanza de habilidades y destrezas, sino también en función de la formación integral del futuro profesional como individuo y miembro de una sociedad. Deben ser igualmente instituciones con los recursos adecuados y plena libertad operativa, para, mediante una pedagogía de educación en valores, formar líderes con visión de futuro y capaces de administrar su propio desarrollo y superación, afincados en sólidos principios éticos y morales y en el cultivo del bien, la verdad, la solidaridad y la cultura de paz. En la realización de estos objetivos la universidad debe mantener el balance adecuado entre la promoción del conocimiento y la excelencia y el servicio a la sociedad, al Estado y al sector productivo, operando libre de sesgos ideológicos y preservando su naturaleza como centro de pensamiento crítico y de poder intelectual, que no puede ser encasillado en modelos reduccionistas de pensamiento único que se pretendan imponer en violación de su autonomía. Todo lo anterior explica por qué no es admisible hacer politiquería o populismo con el sistema educativo y, en especial, con la educación superior; y por qué, frente a la cacareada masificación educativa, lo que se impone responsablemente es fomentar una educación superior de excelencia, inclusiva, capaz de responder eficientemente a las demandas de la economía global y de la sociedad del conocimiento y de promover en nuestro país la ruptura con la perversa cultura del rentismo, del populismo y del clientelismo político que han sido tradicionalmente rémoras para el desarrollo nacional. Los señalamientos referidos no son meras elucubraciones teóricas o formulaciones académicas, son valores fundamentales de la nueva educación bajo las cuales operan las universidades de los países más avanzados.

Crisis Universitaria

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Universidad

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Crisis universitaria y crisis de entendimiento

La crisis universitaria, acentuada en la última década como consecuencia de las restricciones presupuestarias que ha impuesto el Gobierno a las universidades públicas y, en especial a las de mayor trayectoria y reconocimiento, es obvio que no va a resolverse hasta tanto no se desista del empeño de violentar la autonomía de estas casas de estudio para ponerlas al servicio de un modelo de pensamiento único. Esto es absolutamente lo opuesto a la razón de ser de la universidad desde sus orígenes, y más en estos tiempos de cambios tecnológicos y del conocimiento que identifican a una sociedad que transita aceleradamente del modernismo hacia la postmodernidad.

Por ello, revelan una crasa ignorancia de la razón de ser de la universidad quienes  amparados en fracasadas ideologías totalitarias pretenden catalogar a las universidades en instituciones de derecha y de izquierda, desconociendo que las mismas, en el marco de la autonomía -que es su condición existencial reconocida en el artículo 109 de la Constitución- y ante las nuevas realidades globales deben estar comprometidas,  como agentes de un servicio público, a impartir una educación superior de calidad, entendida esta no solo en términos de transmisión eficiente de información, conocimientos y de enseñanza de habilidades y destrezas, sino también en función de la formación integral del  futuro profesional como individuo y miembro de una sociedad. 

Deben ser igualmente instituciones con los recursos adecuados y plena libertad operativa, para, mediante  una pedagogía de educación en valores, formar líderes con visión de futuro y capaces de administrar su propio desarrollo y superación, afincados en sólidos principios éticos y morales y en el cultivo del bien, la verdad, la solidaridad y la cultura de paz. En la realización de estos objetivos la universidad debe mantener el balance adecuado entre la promoción del conocimiento y la excelencia y el servicio a la sociedad, al Estado y al sector productivo, operando libre de sesgos ideológicos y preservando su naturaleza como centro de pensamiento crítico y de poder intelectual, que no puede ser encasillado en modelos reduccionistas de pensamiento único que se pretendan imponer  en violación de su autonomía.

Todo lo anterior explica por qué no es admisible hacer politiquería o populismo con el sistema educativo y, en especial, con la educación superior; y por qué, frente a la cacareada masificación educativa, lo que se impone responsablemente es fomentar una educación superior de excelencia, inclusiva, capaz de responder eficientemente a las demandas de la economía global y de la sociedad del conocimiento y de promover en nuestro país la ruptura con la perversa cultura del rentismo, del populismo y del clientelismo político que han sido tradicionalmente rémoras para el desarrollo nacional.

Los señalamientos referidos no son meras elucubraciones teóricas o formulaciones académicas, son valores fundamentales de la nueva educación bajo las cuales operan las universidades de los países más avanzados. 

Es así como en el Global Innovation Index 2012 que elabora anualmente la prestigiosa escuela de negocios Isead de la Universidad Complutense de Madrid, conjuntamente con el World Intellectual Property (Wipo), agencia de las Naciones Unidas para la promoción de la innovación y la creatividad, se señala a  países como Suiza (1), Suecia (2), Singapur (3), Finlandia (4), Estados Unidos (10), Corea (21), con excelentes instituciones de educación

superior, como líderes en ese ranking en el cual se destaca la capacidad de investigación y desarrollo tecnológico de los países y la importancia de la interacción productiva entre los actores de la innovación (universidades, empresas, sector público y sociedad) en un moderno sistema innovativo.  

Venezuela, tristemente, se ubica en esa clasificación entre los últimos, en el puesto 118 de los 141 países analizados. Por otra parte, en el ranking de competitividad 2012-2013, que elabora el Foro Económico Mundial y que igualmente encabezan los países referidos, Venezuela aparece en la cola de los 144 países evaluados. Todo lo cual refleja no solo la perentoria necesidad de solventar la crisis financiera actual de nuestras universidades y desechar el modelo estatista y populista de gobierno, sino igualmente de promover y apoyar con visión de futuro las importantes transformaciones que requieren  nuestras universidades para contribuir, en pleno ejercicio de su autonomía,  al logro de un país productivo, competitivo y solidario al que todos tenemos derecho.

Este es un tema de gran relevancia nacional que no puede evadirse con maniobras divisionistas de populismo barato, ni mucho menos con señalamientos que pretenden distraer la razón fundamental del debate con críticas ofensivas y recurriendo a falsedades, muy propias de quienes carecen de argumentos sólidos para defender sus posiciones.

Desde el Renacimiento y la época de la Reforma, hubo momentos que influyeron decisivamente en las metodologías académicas, por ello, a finales del siglo XVIII, las causas del movimiento social, político, militar y cultural influyeron en lo económico, se pretende proyectar la educación desde la época de Napoleón, considerado como uno de los mayores genios militares de la historia, considerado como un dictador tiránico, que causo millones de muertes en guerras interminables. Por tanto, la concepción napoleónica universitaria tiene sus orígenes en ese personaje megalómano y nefasto. Ese estigma llevo a las Universidades en el mundo, hacia una institución elitesca, de poco alcance para los sectores populares. Esta concepción, se fue copiando en el transcurso de todo el siglo XIX en Europa, Norteamérica y en América Latina.

Lamentablemente, en Venezuela existe una crisis universitaria conectada con una secuencia histórica del poder político, desde la época de Juan Vicente Gómez (1908-1935), enemigo de la universidad, se sufrió la persecución más abominable del pensamiento de las luces. En la época Perezjimenista, (1952-1958), la Universidad soportó acoso, cierres temporales, persecución y represión. En el periodo democrático (1958-1998), la Institución universitaria en Venezuela adquirió el respeto de los gobernantes, hubo conflictos fuertes como el denominado �Renovación �  (1968-1969), en la UCV, al cual se plegaron otras reconocidas Universidades, este movimiento fue derrotado, se ahogaron las voluntades de construir utopías, esa aspiración juvenil la

segaron los tanques, las metrallas, los tiros, las muertes. Nadie, parece estar interesado en recapitular molestas polémicas e incómodas porque el tiempo y la forzada desmemoria poco mellan el filo inquietante de un examen radical e ingenioso, como el que la UCV hizo de sí misma, en aquellas jornadas exuberantes.

Durante los años posteriores a la renovación (1970-1998), los gobiernos democráticos entendieron y aprendieron que la negociación era preferible a la confrontación, que el respeto a la autonomía, demostró que la democracia es una derivación de la inteligencia, del saber, de la investigación científica, de la civilización cultural. La pelea de las Universidades con los gobiernos de la Democracia, siempre fue por un �Presupuesto justo �. Existió el respeto a sus autoridades, a las protestas estudiantiles, se enfrento al foquismo (lucha armada) y fue vencido por los propios universitarios. La universidad venezolana acudió al mundo a formar sus docentes, se acelero la investigación científica, se desarrollo la extensión como resultado de una vinculación con la cultura popular. Eso, se acabo en la Venezuela socialista, donde los académicos estorban, la probidad de hombres de luces se rechaza, la burla y el atentado es una política de Estado contra la Universidad.

Mientras tanto, se espera una solución inmediata a la crisis universitaria, se mantiene atentos a más de 2 millones 500 mil estudiantes que ven en riesgo su avance académico, debido al conflicto de los gremios de profesores, de empleados y de obreros de las diferentes casas de estudios con el gobierno nacional, se ha perdido mas de un mes de actividades, las exigencias de los profesores no se oyen, entre ellos, hay quienes devengan una remuneración que no llega a Bs. 7.000 y lo más grave, hay profesores de alta formación académica que ganan menos de Bs, 3.000, una situación alarmante para un país como Venezuela, con un barril petrolero que se ha mantenido en los últimos cinco años por encima de 100 $, increíble, paradójico, impensable en el mundo desarrollado.

En este país del socialismo, altos funcionarios del oficialismo, prefieren reunirse y negociar con �Pranes de alta peligrosidad � que con los gremios universitarios, se prefiere �donar � millones de dólares a otros países, que resolver el conflicto universitario, se prefiere enfrentar a las universidades, catalogándolas de golpistas, saboteadoras, entreguistas, enemigas del pueblo, pero se concede más de 140.000 barriles de petróleo diario a los hermanos Castro totalmente gratis, se prefiere contratar más de 100.000 �médicos � cubanos que emplear los que egresan de nuestras universidades. Inaudito.

Universitarios venezolanos, la lucha apenas comienza, soy un universitario de carta cabal, fui dirigente estudiantil, me forme en las aulas de LUZ, no puedo aceptar ni tolerar ese atropello del gobierno hacia las Universidades, es injusto, tercermundista, depravado, y propio de las decisiones de unos pigmeos políticos al tildarlos de golpistas, estoy con ustedes, vamos a seguir luchando, por Venezuela, por nuestras

familias, por nuestros valores democráticos, me identificó con el himno, la bandera y el escudo universitario de LUZ:  �Después de la nubes sale el Sol �.

En la Escuela de Estudios Internacionales de la Faces, Daniel Cote, que estudia tercer año, dice que las carencias más alarmantes son las de profesores, aulas y pupitres. “Las instalaciones no están dadas para dar cabida a todos los asignados por Opsu, que son alrededor de 260, cuando semestralmente se reciben máximo 120”, indica el joven. Señaló que no hay el número de profesores necesario para  las materias “filtro” como Teoría de las Relaciones Internacionales y Relaciones Económicas Internacionales.

Sobre la infraestructura, el joven destaca que en en su piso solo funciona un baño, y en todo el edificio de ocho pisos solo sirve un  bebedero. “Creo que la universidad venezolana se encuentra en una situación en la que no puede iniciar clases y, aunque no estoy de acuerdo con el paro, entiendo lo que lo motiva. Sin embargo, considero que hay que buscar otras estrategias para reclamar los derechos”, dijo.  Cote acude a diario al campus para informarse sobre la reincorporación, debido a la poca información oficial que se conocía.

En la Facultad de Ciencias, dice José Peña estudiante de Física, la escasez va desde la tiza para los pizarrones, pasando por los reactivos, hasta el papel y el material de limpieza. “Nosotros estamos esperando a ver qué decisión van a tomar los profesores”, comenta. Y aunque dice que esto afecta a las personas que desean graduarse, entiende la desmotivación que hay en los docentes por sus salarios insuficientes. “Nosotros tuvimos que hacer un examen con un papel segmentado a la mitad y con una escritura más pequeña de lo habitual para poder rendir la resma que teníamos”, recuerda Peña sobre la situación del año pasado.

La educación venezolana está en crisis, en vez de discutir de avance, progreso, y temas fundamentales para la educación venezolana, estamos apenas luchando por un presupuesto justo y respeto de la autonomía. En Venezuela se debieran estar debatiendo temas primordiales como: mejorar sustancialmente la educación pública, incrementar el número de planteles con educación media y diversificada, incrementar los beneficios económicos al profesorado, subir los índices académicos para optar a la carrera de educación, incentivar la investigación, especialización y maestrías al profesorado, ampliar el horario académico para incorporar materias electivas y actividades culturales, ofrecer comedores escolares en todos los planteles educativos, revisión de los pénsum académicos e incorporación de materias fundamentales que permitan la comprensión del mundo actual.

Mientras en Venezuela se mantenga una educación pública pobre, y una educación privada cada día más deficitaria, no se podrá revertir el problema estructural de pobreza que impera en el país.

La Asociación Venezolana de Rectores Universitarios (Averu) en cumplimiento de lo

establecido en el Artículo 2 de la Ley de Universidades,el cual asigna a estas la misión

de ser instituciones al servicio de la nación, a las cuales corresponde colaborar en la

orientación de la vida del país mediante su contribución doctrinaria en el

esclarecimiento de los problemas nacionales, se dirige a la opinión pública ante la

situación de crisis que afecta la vida nacional  y universitaria, donde se evidencia que

existe un deterioro de los espacios institucionales para la participación plural y la

solución de las controversias y diferencias propias que se plantean en la sociedad, que

dificulta el normal desenvolvimiento de los actores sociales en atención a la

aprobación del presupuesto universitario y estando en conocimiento de que a las

Universidades se ha enviado una “precuota” presupuestaria que en el mejor  de los

casos  alcanza para cancelar hasta cuatro meses de  compromisos laborales,

calculados sobre la base de la II Convención Colectiva Única, lo que trae como

consecuencia un quebrantamiento del articulo 20 numeral 7 de la Ley de

Universidades, el cual señala que el aporte anual para las Universidades debe ser

distribuido y aprobado por el Consejo Nacional de Universidades.

Los Rectores de la Universidades Autónomas consideramos que las tablas salariales

aprobadas en la II Convención Colectiva Única 2015-2016, violan importantes artículos

de la Constitución Nacional, relativos a la progresividad de los derechos, la no

discriminación  sobre los pactos y tratados Internacionales, el salario suficiente, la

protección a la carrera docente y el derecho de toda persona a enfrentar con urgencia

la precaria situación de los sueldos en el sector universitario y la limitación de los

recursos requeridos para su funcionamiento, disponer de bienes y servicios de calidad.

Respecto al ajuste de las pensiones de los jubilados, pensionados por incapacidad o

sobrevivencia, se desconoció lo decidido en la normativa interna universitaria, los

acuerdos federativos y actas convenios, en las cuales se acuerdan que el ajuste de las

pensiones debe ser  igual a los derechos que el personal activo. Respeto irrestricto de

todas las conquistas gremiales alcanzadas y  las convenciones que contemplen

derechos ya consagrados.

La Averu ratifica que la asignación presupuestaria otorgada por el Ejecutivo Nacional

y aprobada por la Asamblea Nacional es insuficiente y deficitaria para el

funcionamiento, demostrando un desconocimiento por parte del Estado de la realidad

inflacionaria del país, ello atenta contra la calidad de la educación universitaria, y la

generación de nuevos conocimientos científicos y tecnológicos, eje fundamental de la

misión de la Universidad, del desarrollo y de la verdadera independencia de nuestro

país.

Los rectores manifestamos que los profesores de las universidades han realizado

importantes esfuerzos para mantener las actividades docentes y de investigación, aún

en las precarias condiciones presupuestarias que afectan a las instituciones de

educación superior del país, acciones que siempre han estado apegadas a la ética y a la

calidad académica que deben prevalecer en nuestras casas de estudios.

Esta asociación fija posición frente al país y reclama al Gobierno Nacional que atienda

la emergencia que vivimos todos los venezolanos frente a la inflación, la inseguridad

que ha causado la muerte de miles de jóvenes venezolanos, a la vez que expresamos

nuestra preocupación por quienes todavía quedan en el país sin las garantías para una

mejor formación. Estamos en presencia de una diáspora venezolana que está

descapitalizando nuestras instituciones y nuestro país.

La Averu ratifica, de manera irrenunciable  y de la mano con los estudiantes,

profesores, empleados y obreros  su voluntad de ser custodios del derecho  a la

academia, al estudio en un marco democrático, considerando la democracia no sólo

como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida

fundado en el bienestar económico, social y cultural de la población venezolana.

El derecho a la educación de todos los venezolanos se honra asignando los recursos

necesarios para tan importante labor. Negar los recursos necesarios para la formación

de calidad de los venezolanos, es negar un futuro próspero a las venideras

generaciones.