Cristina K -Editorial Sudamericana - José Di Mauro

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    Diseo de tapa: Juan Pablo Cambariere

    Colaboracin periodstica:Alejandra LazoMarcelo Pensa

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    JOSE ANGEL DI MAURO

    CRISTINA K,LA DAMA REBELDE

    EDITORIAL SUDAMERICANABuenos Aires

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    Di Mauro, JosCristina K, la dama rebelde.- 1 ed. Buenos Aires; Sudamericana, 2004.

    ISSB 950-07-2580-0

    Investigacin Periodstica. I. Ttulo

    CDD 070.44

    Todos los derechos reservados.Esta publicacin no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en, otransmitida por, un sistema de recuperacin de informacin, en ninguna forma ni porningn medio, sea mecnico, fotoqumico, electrnico, magntico, eletrptico, porfotocopia o cualquier otro, sin permiso previo por escrito del autor.

    IMPRESO EN LA ARGENTINA

    Queda hecho el depsito que previene la ley 11.723.

    2004, Editorial Sudamericana S.A.

    ISBN 950-07-2580-0

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    A Mnica, por su apoyo, su tolerancia, sus consejos y su afecto.A Giuliana, por su sonrisa, que me alegra la vida.

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    Captulo I

    La recluta Fernndez

    Ya se haba ocupado su esposo de romper el protocolo al decidir mezclarse entre la gente en sucamino hacia la Casa de Gobierno, adonde ingresara por primera vez como flamante presidente dela Nacin. Por lo dems, trataban de seguir los pasos previamente establecidos, de modo tal de no

    cometer errores.

    La herida que luca Nstor Kirchner en la frente -producto del impacto de una cmarafotogrfica como consecuencia de los apretujones del camino hacia la Rosada- deba ser tomada

    acaso como una mancha dentro del esquema que se haban libretado? Probablemente no. Al fin y

    al cabo, sera una ancdota de color que escandalizara tal vez a algunos, pero que para la sociedad

    en general lucira como un aval para esa frase que queran establecer como marca registrada parael nuevo gobernante: un hombre comn.

    Aunque a ella, mucho ms esquematizada en ese aspecto que su compaero de toda la vida, no

    le hiciera demasiada gracia ese contacto tan desprolijo con la gente. Tema que esas actitudespudieran traerle problemas, y tan errada no estaba, a juzgar por la herida que le haba dejado en la

    frente el choque con una cmara fotogrfica por semejante proximidad con el pblico. Choque que

    a los pocos das se repetira, esta vez sin sangre por otro encuentro cuerpo a cuerpo en el que se

    mezclaran manos, abrazos, besos y esas lentes fotogrficas que tan fuerte impacto provocaban.Ya se lo reprochara ella en privado, porque en ese aspecto -y en tantos otros- representaba el

    ala dura del matrimonio.

    Mientras tanto, ella se haba ocupado de guardar un principalsimo segundo plano que habasido minuciosamente meditado y que, paradjicamente, atraa todas las miradas. Haba seguido la

    asuncin de su marido desde una banca del recinto, en una deliberada seal de que priorizaba surol legislativo por sobre el de primera dama. Y con ello, mal que le pesara a comuniclogos y

    asesores, haba atrado tanto o ms las miradas. Como no poda ser de otra manera.Porque nadie dudaba de que Cristina Fernndez de Kirchner era una estrella, aunque ahora

    debiera brillar con cierta intermitencia. No por nada se deca que la mujer del Presidente tena una

    luz propia que la haba llevado a ser conocida por el gran pblico antes que su propio esposo.

    Conocida y admirada. Y temida.Pero ah estaban ahora ellos dos, la pareja presidencial, junto al vicepresidente Daniel Scioli, su

    esposa Karina Rabollini, y una incontable cantidad de colaboradores e invitados que festejaban su

    hora ms gloriosa. Acababan de jurar los ministros del nuevo gobierno y ahora el Presidente estaba

    con los gobernadores. La gente, en tanto, poblaba la Plaza de Mayo dando un marco impensadoapenas diecisiete meses atrs, cuando las cacerolas y el fuego eran el marco que acompaaba la

    cada del gobierno de Fernando de la Ra. Ahora las imgenes eran otras, de festejo. De esperanza.

    No es que no estuviera previsto, pero la decisin quedaba librada a cmo se dieran las cosas.Para estar ms seguros, el vocero presidencial, Miguel Nez, decidi echar un vistazo a la Plaza,para palpar el panorama.

    Faltaban algunos minutos para las 18.30 y se acerc al despacho del vicepresidente, el que da a

    la calle Balcarce y que casi nunca se usa. Vio mucha gente. Los diarios hablaran al da siguientede unas 20 mil personas; muchas llevadas en los micros fletados desde el conurbano con militantes

    para despedir a Eduardo Duhalde y dar la bienvenida al sucesor que ste haba elegido, pero una

    gran mayora eran miembros de la aun no extinta clase media; muchas familias que aguardaban enla Plaza.

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    Cunta de esa gente que all estaba haba manifestado en el mismo lugar en diciembre de

    2001? Cuntos de esos que all estaban eran compaeros generacionales de Nstor y CristinaKirchner, parte de una generacin diezmada en los 70?

    El vocero le pas el dato a Nstor Kirchner, le susurr la buena onda que se perciba en la Plaza

    y el Presidente se convenci. Mir a su esposa y ella asinti, porque se entendan con la mirada, enun idioma que haban perfeccionado a fuerza de aos de convivencia. La tentacin estaba, y las

    condiciones eran propicias como para salir por primera vez al balcn.Y ah salieron los Kirchner, junto a la pequea Florencia, la hija de 13 aos que ya haba

    estrenado el silln presidencial, haba cuidado el bastn de mando y ahora conoca desde arriba elhistrico balcn de la Casa Rosada. El matrimonio la ubic entre ambos y luego Nstor Kirchner

    invit a su vicepresidente a compartir ese instante. Ah estaban entonces los Kirchner, el

    matrimonio Scioli-Rabollini y, en un segundo plano, Alberto y Anbal Fernndez, Oscar Parrilli ytantos otros. Hasta se tent el gobernador Felipe Sol, que sali un instante y luego volvi a entrar,

    a sabiendas de que el protagonismo era ajeno.

    La gente gritaba vivando ese instante. Argentina, Argentina!, fue el coro que herman atodos, aunque no hubo que esperar mucho para escuchar el infaltable es para Menem que lo mira

    por tev....Para una gran cantidad de los que estaban en la Plaza era la primera vez que vean a un

    presidente en el balcn de la Rosada. De hecho, no haba habido mucho que festejar en las ltimasdcadas, y en tren de asociar, el ltimo instante de noviazgo entre la Plaza y el balcn se haba

    vivido tal vez cuando all estuvieron Maradona y sus compaeros de seleccin a la vuelta del

    Mundial de Italia. Oportunidad en la cual Carlos Menem se col detrs del Diego, para absorberun poco de ese protagonismo ajeno.

    Mucho no se vea desde abajo, aunque era obvio que ese hombre alto, al centro, con los brazos

    levantados, era el flamante presidente. La que se notaba claramente era Cristina Fernndez de

    Kirchner, vestida para la ocasin con un elegante tailleur color crudo. Si de destacarse se trata, ellatena un don natural.

    Y ah estaba el matrimonio Kirchner, parado frente a 20 mil personas que vivaban por una

    democracia que sala de terapia intensiva. Y no pudieron dejar de recordar que ellos exactamente

    treinta aos atrs haban estado en el mismo lugar, aunque del lado de abajo, vivando entonces al

    presidente Hctor J. Cmpora. Otros tiempos, otras expectativas.En eso pens Cristina, con los ojos nublados por la emocin. Pens tambin en la sucesin de

    episodios imborrables que estaba viviendo ese da inolvidable, y por un instante record que,

    mientras aguardaba que su esposo recibiera el bastn presidencial de manos de Eduardo Duhalde,sentada en una banca de la Cmara de Diputados, haba rememorado fugazmente su pasado en ese

    Congreso. Su irrupcin arrolladora, su pelea interminable con sus propios compaeros de bancada

    y cmo la propia conduccin de su bloque, con su comportamiento predecible, haba logradopreservarla al intentar sacrsela de encima.

    Opacada por Graciela

    El recuerdo de Cristina no pudo obviar en ese instante el momento en el que, con apenas 39

    aos, asuma por primera vez como senadora nacional. Centro de las miradas de sus futuros

    compaeros recinto, que poco saban de su existencia ms all de que era la esposa del gobernadorde Santa Cruz y que no podan evitar sentirse sorprendidos por la belleza y juventud de una mujer

    en ese sitio.

    Es que la Cmara de Senadores no era por entonces un lugar tan abierto como se convertira

    seis aos ms tarde como consecuencia directa de la reforma constitucional y la aplicacin de laley de Cupo, sino ms bien un hbitat ocupado por ex gobernadores de paso por el Senado para un

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    descanso de lujo tras su paso por el poder -mientras aguardaban volver a mandar en sus

    provincias-, innumerables gerontes de la poltica y no pocos hbiles operadores capaces de lograrel favor de sus gobernantes y legislaturas para acceder a un escao. A partir del 2001, cuando por

    imperio de la Constitucin sancionada en 1994 los representantes de ese cuerpo comenzaron a ser

    elegidos por el voto popular, la Cmara alta cambi completamente sus caractersticas, las cuales -en rigor de verdad- haban comenzado a modificarse a partir de la ampliacin del nmero de

    senadores, que pas de 48 a 72, merced al invento del tercer senador como representante de lasminoras.

    Cristina Fernndez de Kirchner lleg al Senado con la primer camada que ampli el Cuerpo. LaLegislatura de su provincia la haba elegido para ese cargo dos meses antes, para reemplazar a

    Pedro Molina, quien hasta entonces haba sido presidente de la bancada justicialista. Junto a ella,

    que fue votada por 19 de los 22 legisladores presentes, lleg el radical Juan Ignacio Melgarejo,nominado por la minora con apenas cinco votos.

    Junto a Cristina juraron como senadores ese da de noviembre de 1995 treinta y dos de los

    cuarenta nuevos legisladores, entre ellos el salteo Emilio Cantarero, quien poco tiempo despusse convertira -siempre desde un segundo plano- en un hombre clave en la conduccin del bloque

    oficialista y quedara sumamente comprometido en la causa de los presuntos sobornos por la

    Reforma Laboral. En esa ocasin, el salteo Cantarero llamara la atencin en forma inversamente

    proporcional a lo que lo hara a lo largo de su gestin, caracterizada por el perfil bajo y lasnegociaciones ocultas -actitudes que slo transgredi cuando se fue de boca ante una periodista deLa Nacin al confesar supuestamente la trama secreta de las coimas-. Es que al jurar como

    senador, no slo levant un ruidoso festejo entre el pblico presente, sino que adems cumpli conel rito de la jura en compaa de su familia.

    Uno de los ocho senadores que no juraron ese da fue Carlos Alberto Reutemann, quien opt

    por hacerlo despus del 10 de diciembre, cuando ya hubiese finalizado su mandato como

    gobernador de Santa Fe.Tambin juraron ese da los radicales Jos Genoud y Ral Galvn y el justicialista Omar

    Vaquir, los nicos que lo hicieron por Dios y por la Patria. La mayora de los legisladores, y

    Cristina entre ellos, juraron en cambio por Dios, por la Patria y los Santos Evangelios. Al hacerlo,

    la representante de Santa Cruz atrajo para s todas las miradas, ya no slo por su belleza, sino

    tambin por su elegancia y juventud, as como por su escaso apego a los saludos formales. Estabanall presentes no slo su esposo, sino tambin su hijo varn de 23 aos y su pequea de apenas

    cinco aos recin cumplidos, que permanecan en el recinto, aunque Cristina no los tuvo a su lado

    a la hora de prestar juramento ante el presidente del Cuerpo, Carlos Ruckauf, como tampoco tuvoal lado a ningn otro senador. Jur en cambio sola, vestida por un tailleur rosa con pantalones, la

    mano derecha extendida sobre la Biblia. Seria y con su flequillo caracterstico.

    Poco despus Cristina ocupara la banca en la que rpidamente adquirira notoriedad, pero estavez lo hara en compaa de su hija, que se sent en la misma antes que ella, como aos despus lo

    hara en el silln de Rivadavia estrenndolo antes que su padre.

    Pero si bien fue foco de atencin por unos momentos, la ms requerida por los reporteros

    grficos ubicados en los palcos y los periodistas no result Cristina, sino otra mujer, que porentonces ostentaba el ttulo virtual de ser la poltica del momento: Graciela Fernndez Meijide.

    Representante del Frepaso, Graciela haba llegado al Senado en este caso a travs de las urnas, tras

    derrotar al justicialista Erman Gonzlez y el radical Jorge Vanossi. Previamente haba presidido laConvencin Constituyente en la que se cre la Carta Magna de la Ciudad Autnoma de Buenos

    Aires. Al ser consagrada senadora haba logrado su segundo triunfo arrollador consecutivo y

    todava tendra cuerda para ms, ya que dos aos ms tarde le infligira al duhaldismo un golpe de

    nocaut, al vencer ya en la mismsima provincia de Buenos Aires a Hilda Chiche Duhalde en laeleccin para diputados.

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    Graciela y Cristina fueron las nicas dos mujeres que juraron en ese Senado ampliado, en el que

    seis aos despus se aplicara la ley de Cupo, de modo tal de ampliar la presencia femenina a untercio. Pero por entonces la ms destacada y en la que se haban puesto todas las expectativas era

    Graciela, quien de todos modos pasara por el Cuerpo sin dejar mayor marca, como tiempo

    despus sucedera con su experiencia en el Ejecutivo.No sera el caso de Cristina Fernndez, esa joven senadora que lejos estuvo de cumplir el rol de

    figurita decorativa que muchos se apresuraron a asignarle cuando la conocieron ese da en elSenado.

    La Convencin Constituyente

    Pecaron de desinformados. Todos los que se limitaron a observar el envase de esa flamantelegisladora no se preocuparon siquiera de repasar sus antecedentes, para lo cual no deban

    extenderse a sus tiempos de militancia, sino a su etapa como legisladora provincial, que haba

    extendido a lo largo de siete aos y en los que brill con luz propia -ms all de ser la esposa delgobernador-, dicho esto por sus propios adversarios.

    O ni siquiera deban ir tan lejos. Con slo ver el papel de Cristina a lo largo de la Convencin

    Constituyente celebrada en 1994, hubiesen tenido un buen dato como para saber de sus

    caractersticas.De todos modos, no podra decirse que el matrimonio Kirchner tuviera un papel gravitante

    durante la reforma de la Constitucin, aunque bien sirvi para vislumbrar los objetivos de ese

    proyecto poltico. Es que para 1994 ya exista la intencin poltica de los Kirchner -dicho as, enplural, como se debe por tratarse de un proyecto conjunto- de enfrentarse al modelo encarnado por

    el presidente Carlos Menem, con el que hasta entonces haban mantenido una relacin en trminos

    normales. Lo hacan por cuestiones de principios, convencidos de que el modelo haba agotado sus

    beneficios y se impona un fuerte cambio de rumbo que ese gobierno no estaba dispuesto a dar.Y tenan con qu oponerse, ya que un ao atrs la provincia se haba alzado con una fortuna de

    570 millones de dlares en efectivo y acciones de YPF, producto de haberle ganado a la Nacin un

    juicio por la mala liquidacin de regalas. Esto es, Nstor Kirchner no era un gobernador afn al

    menemismo ni mucho menos, ni tampoco tena caractersticas que lo mostraran sumiso al poder

    central; pero no cualquier mandatario provincial, y mucho menos uno de una provincia lejana ypequea, puede arriesgarse a mantener una postura de tirantez perpetua con el gobierno nacional a

    menos que tenga las espaldas suficientes como para soportar las consecuencias.

    Esos fondos que le cayeron a la provincia como un regalo del cielo operaron como factorprovidencial y obraron de bandeja de plata para encarar el camino de la rebelda para los Kirchner,

    cuya cabeza hasta entonces visible, la del gobernador santacruceo, haba definido ya un perfil

    poltico diferente dentro del peronismo.Nstor Kirchner se mostr entonces como un gobernador que vena a plantear que el modelo no

    serva, por cuanto haba una enorme concentracin de la riqueza que conviva obscenamente con

    una gran exclusin social.

    El espacio ideal para estrenar esa postura fue la Convencin Constituyente de Santa Fe, adondeSanta Cruz envi siete representantes. Por el justicialismo concurrieron Nstor Kirchner; el

    entonces vicegobernador Eduardo Arnold; Cristina Fernndez; el en ese momento titular del

    bloque justicialista del Senado, Pedro Molina; y el ex gobernador Arturo Puriccelli, elegidos enese orden, mientras que el radicalismo envi los dos representantes restantes: Hctor Di Tullio y

    Mara Aguilar Torres.

    El trabajo bsicamente se centr all en la defensa del federalismo, aunque esa actitud pretendi

    ser impuesta ms en cuestiones prcticas que de ndole institucional o constitucional. Cristinatrabaj especialmente en la Comisin de Coparticipacin Federal, desde donde defendi el texto

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    de la nueva ley que regira el reparto del dinero entre los Estados provinciales, estableciendo los

    lineamientos constitucionales para la misma que iban a redundar en el mantenimiento de losrecursos de la provincia o en el incremento que eso poda significar. Y la otra rea en la que

    trabaj fue la provincializacin de los recursos naturales, que qued plasmado en el artculo 124 de

    la Constitucin Nacional que otorga el dominio originario de los recursos a la provincia dondeestos se encuentren.

    El texto de ese articulado tuvo una gran importancia para Santa Cruz, habida cuenta que lamayor parte de sus ingresos se originan por regalas petroleras y gasferas, y recursos de la

    actividad pesquera. Esto estaba en manos de la Nacin y en base a lo dispuesto por la nueva

    Constitucin, pasaron a manos de las provincias, seala Roberto Bustos, quien asesorara a laconvencional Fernndez en 1994, y recuerda que con esos fines se establecieron alianzas

    estratgicas con constituyentes de provincias patagnicas, as como con los de Salta, Jujuy,Mendoza, Formosa, y de todo el litoral martimo.

    Con lo cual se cont hasta cierto punto con el apoyo vital de la provincia de Buenos Aires por

    los recursos pesqueros, ya que una ley de los tiempos de Ongana estableca que la jurisdiccin

    provincial llegaba hasta las tres millas. Con la nueva legislacin se pretenda llevar esajurisdiccin hasta las 200 millas, que es el lmite de la Nacin. Esto se logr a medias, ya que se

    pretenda tambin otorgar permisos de pesca y lograr ciertos recursos, rememora Bustos.

    Cabe aclarar que donde s votaron distinto Santa Cruz y Buenos Aires fue en el tema de lacoparticipacin. Los convencionales bonaerenses lo hicieron en consonancia con sus pares

    santafesinos, luego de convencer a Carlos Reutemann, tambin convencional (Eduardo Duhalde

    fue quien logr persuadir al gobernador de Santa Fe). Cristina estaba en la vereda de enfrente enesa votacin que se defini entre las 4 y las 5 de la madrugada y de la que sali un dictamen de

    mayora y otro de minora, que corresponda a Buenos Aires y Santa Fe.

    Ese fue un aspecto de la actuacin de Cristina Fernndez en lo meramente tcnico legislativo,

    porque en el plano poltico, junto a su marido fue una frrea opositora al Ncleo de CoincidenciasBsicas (NCB) establecido por Carlos Menem y Ral Alfonsn en el marco del Pacto de Olivos.Esto es, ms all de la defensa regional basada en buscar que la nueva Constitucin estableciera

    beneficios para Santa Cruz, cosa que cada convencional repiti en favor de sus respectivos

    distritos, el elemento distintivo de los Kirchner, con el que comenzaron a marcar la cancha para su

    confrontacin con Carlos Menem, fue el rechazo a ese paquete armado por las principales espadasde Menem y Alfonsn en el que se estableci qu cosas se iban a modificar de la futura

    Constitucin.

    Nstor Kirchner, como todos los gobernadores, estaba a la hora de las votaciones, para las quellegaba a Santa Fe especialmente. Cristina, en cambio, se quedaba en la Convencin toda la

    semana, trabajando en el entramado de la nueva Carta Magna. Ella no era hasta entonces conocida

    por sus colegas, ni aun por sus compaeros de partido a quienes llam la atencin en aquel

    momento su fuerza de conviccin para defender sus posiciones. La nota saliente de Cristina era laubicuidad en sus posiciones polticas, sus conocimientos del derecho muy slidos y el fervor con

    el que defiende sus posiciones, record de ella un convencional peronista que entonces era

    diputado nacional y ms tarde se convertira en intendente.De entrada, Cristina se opuso al Pacto de Olivos, advirtiendo su pretensin de establecer una

    revisin ms general de la Constitucin, as como una mayor libertad de los constituyentes. Esto le

    vali diferencias con los dos bloques mayoritarios que apoyaban al Ncleo de CoincidenciasBsicas, especialmente con los sectores menemistas y alfonsinistas.

    Fueron sus primeras coincidencias con Elisa Carri, quien a diferencia de Cristina concit la

    atencin general de los medios a partir del duro discurso antipactista con el que desafi en la

    Convencin a su mentor poltico, Ral Alfonsn. Esa chaquea por entonces desconocida, no tanentrada en kilos como se la vera ms tarde durante su gestin legislativa, y ms cuidada en el

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    Por ejemplo, cada vez que las papas quemaban en la Convencin, se haca un cambio de la

    presidencia: Eduardo Menem la ceda a Alberto Pierri, quien entonces era presidente de la Cmarade Diputados de la Nacin y por lo tanto tena ms experiencia para manejar a grupos muy grandes

    y situaciones ciertamente conflictivas.

    A la hora de su propio discurso, Cristina Kirchner fue tambin altamente crtica. En su mensajeante los constituyentes levant las banderas del peronismo y bsicamente se centr en la necesidad

    de establecer un nuevo federalismo y una mejor distribucin de los recursos. Pero no con todo elNCB estaba en desacuerdo ella. Coincida por ejemplo en la eleccin directa de los senadores, de

    la que saldra beneficiada siete aos despus. Y no se opona a la reeleccin presidencial, asestuviera hablndose de Menem.

    Hacerlo hubiera sido una total hipocresa, por cuanto un ao ms tarde su propio esposo

    reformara la Constitucin provincial para poder ser reelecto. El argumento que utilizaba parajustificar la reeleccin presidencial era que tener la posibilidad de ser reelegido por su pueblo es un

    derecho que le corresponde a cualquier gobernante.

    El desafo de Parque Norte

    En su paso por la Convencin Constituyente, los Kirchner estrecharon lazos con referentes del

    justicialismo porteo, que haban concurrido a Santa Fe acompaando a Eduardo Valds, quienhaba llegado all como convencional por Capital Federal, elegido en la eleccin en la que Chacho

    Alvarez derrot a Carlos Corach. Valds estaba acompaado por un grupo entre los que se

    encontraban Jorge Argello y su ex vocero de prensa, Miguel Nez, provenientes tambin de laexperiencia de lo que fue la Lista Verde en Capital, eterna opositora al oficialismo en el PJ

    metropolitano.

    En charlas desarrolladas durante los intermedios del trabajo legislativo y cenas acaloradas, se

    ciment una amistad que continuara en Buenos Aires y que se pondra en prctica durante unrecordado congreso peronista celebrado en Parque Norte. Recordado por haber sido el lugar dondeNstor Kirchner volvi a marcarle el terreno al entonces presidente Menem.

    Ya los Kirchner haban dejado su impronta en la Constituyente, pero lo de Parque Norte fue,

    para la interna del peronismo, un hecho poltico ms fuerte. Eran tiempos de fervor menemista, en

    vsperas de la reeleccin del riojano y slo dos voces se escucharon para oponerse. Una fue la delentonces gobernador santacruceo y la otra fue la de un ignoto congresal que dijo: Yo soyAlberto Rodrguez, de La Paternal y acto seguido empez a pegar.

    Como corresponde en esos casos, el presidente Menem llegara ms tarde, sobre laspostrimeras del evento, dato que no pas desapercibido por Kirchner, quien volvi a pedir la

    palabra y repiti de memoria el mismo discurso crtico que haba pronunciado antes, ahora para los

    odos del riojano, que lo escuch con un rictus de molestia. Al concluir, los aplausos menguaroncon relacin a los que haba cosechado antes, y por supuesto que a la hora de los votos perdieron

    por muerte.

    El grupito de no ms de diez militantes porteos que haba acompaado a los Kirchner,

    provenientes de aquellas tertulias santafesinas, no la pas bien en ese acto. Eramos un grupo muyminoritario, la concurrencia era mayoritariamente menemista... y haba un clima muy hostil,recuerda uno de ellos, capaz de describir una a una las caras de los batatas del Mercado Central

    que los miraban amenazantes.

    Andaban diciendo que nos iban a cagar a trompadas... No sabamos si salamos. Pero no pasnada, y producto de esa experiencia sigui gestndose esa agrupacin que terminara conformando

    lo que se dara en llamar La Corriente, y que dio cauce a la proyeccin nacional de Nstor

    Kirchner.

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    La Corriente se lanzara varias veces en la Capital Federal, pero el estreno, que pocos recuerdan

    porque apenas unos 300 eran los que all estaban, tuvo lugar a mediados de los 90, cuando CristinaFernndez llevaba poco tiempo como senadora. Fue en el subsuelo de Unione e Benevolenza y all

    hablaron Antonio Cafiero y Nstor Kirchner. Con el tiempo, el segundo se convertira en primer

    mandatario y el ya veterano senador le reprochara por su poco apego al peronismo tradicional.Pero eso ocurrira en un futuro por entonces muy lejano.

    Ya elegida Cristina senadora, los Kirchner comenzaron a delinear el desembarco de la dama enBuenos Aires, donde tendra que vrselas con muchas de las caras con las que haba compartido el

    trabajo en la Constituyente, aunque ahora con un perfil ms crtico. Para hablar del tema se

    encontraron a cenar una noche Eduardo Valds y los Kirchner en La Mosca, un restaurante deRetiro.

    Valds, operador por excelencia, discuti con sus interlocutores sobre la difcil coyuntura que

    debera afrontar el proyecto de los K. Pero quien ms tarde integrara el gobierno de NstorKirchner ocupando un puesto en la Cancillera al que lleg de la mano de Rafael Bielsa, no era de

    achicarse ante las difciles. Ya lo haba demostrado auspiciando precisamente a Bielsa como

    candidato a jefe de Gobierno porteo, y sin dejarse caer en la depresin cuando ese apellido se

    convirti poco menos que en mala palabra luego de la fallida experiencia del hermano del futurocanciller en el Mundial de Japn. Cuando le hacan la inevitable referencia, Valds se limitaba a

    sonrer y insista en su propuesta, asimilando a su candidato como si hablara de acciones

    burstiles: Compren Bielsa ahora que est barato.Ya convertido en operador poltico de Kirchner en la Capital, Nstor le plante la necesidad de

    que alguien se encargara de manejar la relacin de los medios con la futura senadora. Valds

    sugiri el nombre de Miguel Nez, uno de los que haban estado en Parque Norte durante ese

    complicado congreso. El gobernador santacruceo acept y quien aos ms tarde se convertira ensu vocero presidencial debut como asesor de su esposa haciendo aparecer su nombre y su foto enuna pequea noticia del diario Clarn, donde ya se la mostraba con los tacos de punta, criticando al

    entonces ministro Carlos Corach y a la conduccin del bloque de senadores justicialistas.

    Para entonces ya estaba definido que Dante Dovena, un hombre de la entraa kirchnerista, se

    iba a encargar de manejar el despacho de Cristina en el Senado. Dovena y Nez se conocan de lapoca en que el primero haba sido diputado, tiempos de la renovacin peronista, en los que el

    periodista trabajaba enLa Razn y el legislador cercano da Jos Luis Manzano se haba convertido

    en una de sus fuentes de consulta. De ah que Dovena tambin coincidiera en la eleccin de Nezcomo vocero de Cristina, con quien el periodista comenz a gestar una relacin profesional y

    poltica.

    Quien debera acompaar a la esposa del gobernador como senador en aquella complicadaetapa en el Senado ya llevaba un buen tiempo en el Senado, al que de todos modos haba llegado

    con demora, por cuanto la Legislatura provincial haba demorado la aprobacin de su pliego.

    Felipe Luduea, que de l hablamos, era un veterano dirigente santacruceo proveniente del

    SUPE, gremio con el que Nstor Kirchner haba hecho buenas migas. Puede que el pobre Ludueani imaginara entonces que se haban acabado sus tiempos de tranquilidad en la Cmara, pero su

    primera misin no pareca ser tan difcil: conseguir un buen despacho para la flamante senadora.

    Lo malo fue que los medios reflejaron la especie como una supuesta embestida que l habraprotagonizado ante sus pares Augusto Alasino y Omar Vaquir, para obtener un buen espacio para

    Cristina, y Luduea reaccion espantado, aclarando que semejante versin no se condeca con su

    estilo respetuoso para tratar a sus pares. Empero, reconoci que haba hecho gestiones

    inmobiliarias por la esposa de su gobernador, indispensables -la verdad sea dicha- en un mbito

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    en el que los buenos despachos se obtienen a veces irrumpiendo por la ventana o violentando

    cerraduras.Cristina tuvo un despacho acorde en el momento justo, por cuanto en un futuro esa prerrogativa

    le hubiera estado vedada, habida cuenta de la mala relacin con sus pares de bancada. Pero la

    misma falta de informacin de la que adolecieron Alasino y compaa podra asistirle al propiopresidente Carlos Menem, quien -segn afirman fuentes de la poca- confiaba en contar con esa

    tenaz legisladora para defender sus posturas ante los medios. Esto es, bien podra Cristinaconvertirse en una de las espadas mediticas de la causa menemista, pero el encantamiento fue

    fugaz. Ni bien tuvo oportunidad, la esposa del gobernador santacruceo aprovech su desenvolturaante los medios exactamente para lo contrario de lo que el riojano esperaba.

    El enfrentamiento con Menem no fue de entrada una guerra declarada. Cristina respetaba por

    entonces la investidura del riojano ms famoso, limitndose a plantear sus diferencias en temaspuntuales como por ejemplo el indulto de los carapintadas y los miembros del MTP con el que se

    especulaba a fines del 95. Le pedira al Presidente que si tiene in mente esta decisin, por favor

    recapacite y no la tome, porque creo que no se puede dar mensajes y seales tan confusas alconjunto de la sociedad -dira entonces-. No puede ser que un ciudadano comn, cuando infringe

    la ley, sea castigado con toda dureza, y quienes han hecho de esto prcticamente un deporte,

    caminen por las calles sin problemas.

    Paso por paso, a los que primero les marc la cancha Cristina fue a sus futuros compaeros debancada. Ac todos somos representantes de las provincias y no pasa por apoyar o combatir las

    decisiones del Ejecutivo; pasa por discutir y analizar lo que le conviene al conjunto del pas, y en

    especial a las provincias. Obviamente entonces que en aquellas cuestiones que estn en

    contradiccin con los intereses de la regin, voy a optar por una postura provincial, adverta,poniendo como ejemplo reciente la experiencia de la reforma constituyente.

    Empero, la flamante legisladora aclarara que si bien privilegiaba su pertenencia provincial, ello

    de ninguna manera significaba perder la pertenencia partidaria: Por el contrario, lo que sucede esque existen distintas concepciones de cmo se sirve ms al justicialismo, y yo creo que se sirvecumpliendo las funciones que la gente nos ha encomendado, y nosotros vamos a defender los

    intereses de Santa Cruz. Entonces no hay contradiccin entre ser justicialista y representar los

    intereses de la gente que nos ha votado.

    La bandera con la que debut legislativamente fue la de la defensa provincial, aunqueprontamente marcara sus diferencias directamente con el Ejecutivo. No ahorr crticas por

    ejemplo contra el presidente Menem por sus reiteradas ratificaciones de Mara Julia Alsogaray al

    frente de la Secretara de Medio Ambiente, reclamo que parta sobre todo desde el propio Poder

    Legislativo. Menem tiene una interpretacin errnea del caso, en cuanto a que interpreta que

    podra quedar desairado o sentirse presionado por parte del Congreso, sealaba una medida pero

    crtica senadora Kirchner.No tardaron demasiado sus colegas de bancada en advertir que no siempre podran contar con el

    voto de Cristina Kirchner. Correccin: difcilmente pudieran disponer alguna vez de ella cuando se

    tratara de cuestiones que les interesaran particularmente.

    No llevaba cinco meses en el cargo cuando Cristina se convirti en la excepcin de su bloque alvotar en contra del proyecto de prrroga del Pacto Fiscal II, que extenda su vigencia hasta fines de

    1996. La prrroga del Pacto le permita a Economa disponer de un piso de coparticipacin de 740

    millones de pesos mensuales a distribuir entre las provincias, las cuales no reciban fondos desdehaca cinco meses. Un retraso que incidi directamente en la decisin de varios senadores

    radicales que terminaron sumndose inslitamente al oficialismo para lograr que se aprobara la

    norma.

    La rotura de lanzas con sus pares tendra lugar por esos mismos das, aunque no por suoposicin a la prrroga del Pacto Fiscal. Acababa de estallar el escndalo por la venta de armas

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    argentinas a Ecuador, pas que libraba con Per lo que se conoci como la Guerra del Cndor, y un

    conflicto en el que Argentina ocupaba el rol de garante de la paz.En ese marco, existan fuertes presunciones de que armas argentinas que tenan como destino

    declarado Venezuela hubieran sido desviadas a Ecuador, y el Poder Legislativo reclam para s el

    papel investigativo. Obviamente el Ejecutivo fue remiso a otorgar semejante concesin y demorcuanto pudo la concurrencia del ministro de Defensa Oscar Camilin al Parlamento, donde los

    propios diputados oficialistas eran partidarios de hacerle juicio poltico por su responsabilidad enla operacin.

    No creo en los argumentos que viene sosteniendo el ministro; no me suenan crebles, por lo

    tanto debemos actuar con independencia y dejarlo librado a su suerte, adverta el justicialistaCarlos Soria, quien junto con su comprovinciano Miguel Angel Pichetto encabezaba el ala ms

    dura contra Camilin. Sin embargo, la orden que baj desde el Ejecutivo y que canaliz elentonces titular del bloque justicialista de Diputados, Jorge Matzkin, fue atenuar los embates de la

    oposicin. Esto es, en lugar de permitir su interpelacin en el recinto, lo haran peregrinar por las

    comisiones de Defensa de ambas Cmaras, comenzando por el Senado, donde las voces eranmenos crticas.

    El tema de la interpelacin no va a aclarar ms de lo que pueda surgir en las comisiones de

    Defensa, argumentaba el presidente provisional del Senado, Eduardo Menem, un convencido de

    que muchas veces se utiliza la interpelacin para hacer un show periodstico. En cambio, a sujuicio resultaba mucho ms gil el trmite en una comisin, en la que se puede preguntar

    libremente, sin estar sujetos a los pesados discursos que surgen en una interpelacin.

    Por disposicin presidencial, Camilin le esquiv el bulto a la oposicin en un escndalo quems tarde se vera que haba constituido otra de las pginas oscuras del menemismo, por cuanto

    tambin haba incluido el desvo de armas a Croacia, tema que llev al propio Carlos Menem a

    quedar preso. Eso se modific por una visita a diputados y senadores de su partido, donde de todos

    modos no la sac tan barata, por cuanto al menos se fue con un sabor agridulce, ya quesorpresivamente la senadora Cristina Fernndez se despach pidindole la renuncia.

    Hay apresurados que estn sacando conclusiones antes de tiempo, endilgandoresponsabilidades y condenando, sin que haya terminado la investigacin. Creo que no deberamos

    avanzar mucho ms hasta que no haya una resolucin judicial, puntualiz el senador Menem al

    defender la situacin.La senadora Kirchner no anduvo con rodeos. Mirando a la cara del ministro y sin rodeos,

    descerraj una catarata de argumentos segn los cuales la situacin en la que se haba involucrado

    la Argentina constitua un verdadero escndalo y l, como responsable del rea, haba quedado enel centro de la escena. Por lo tanto, ms all de las investigaciones judiciales pertinentes, no deba

    hacer otra cosa que renunciar.

    Camilin, quien casi ignoraba el nombre de quien acababa de interpelarlo, dej de lado por uninstante sus aires acadmicos.

    - Senadora -comenz-, usted no tiene edad ni antecedentes para solicitarme mi renuncia.

    A la salida de la reunin, se habl de la decisin de que no hubiera sesin, actitud que fue

    calificada por la oposicin como una muestra de sumisin de los legisladores oficialistas hacia laCasa Rosada. Se inform tambin sobre la concurrencia del ministro a las comisiones de Defensa,

    pero como hecho anecdtico las fuentes contaron el cruce entre el ministro y la Kirchner.

    El titular del bloque justicialista del Senado, Augusto Alasino, trat de minimizar el entredicho

    sealando que lo de Kirchner con el ministro fue un episodio menor, porque la senadora se sienteofendida habitualmente con todos. Un da se siente ofendida conmigo, otro da con Antonio

    Cafiero y otro da con el presidente Menem.

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    Cristina le devolvi las crticas con un mandoble: El bloque del PJ no es un regimiento, ni

    Alasino es un general, ni yo la recluta Fernndez. La frase, pronunciada durante una reunin delbloque justicialista, quedara en la historia. Al menos en la suya.

    La rebelde

    Era mayo de 1996. Cristina Fernndez de Kirchner llevaba apenas cinco meses en su banca, lossuficientes como para ser reconocida como duea de un estilo propio y haberse convertido sobre

    todo en un dolor de cabeza para el bloque oficialista en general y el menemismo en particular. Ya

    era citada como la rebelde, mote que ella misma se encargara de rechazar a lo largo del tiempo -

    lo de rebelde tiene que ver con etapas cronolgicas juveniles. Yo ya estoy demasiado grande para

    ser rebelde-, pero al que sus propios voceros alentaban, convencidos de que en ese tiempo y enese espacio era la mejor forma para proyectarla mediticamente y, sobre todo, diferenciarla de los

    polticos de entonces.

    Si ser rebelde significa decir lo que se piensa y manifestar el disenso democrticamentecuando no se est de acuerdo, entonces lo soy. Si plantear, por ejemplo, que el ministro Camilin

    debe renunciar o que la seora Mara Julia Alsogaray tiene responsabilidades institucionales

    concretas cuando por negligencia se produce el incendio en los bosques, o plantear que un senador

    no puede ingresar al Senado con un videopliego -por Ramn Saadi-, entonces soy rebelde,puntualizaba por esos das la senadora Kirchner ante la revista Parlamentario.

    A su juicio, determinar las responsabilidades penales en torno a la venta ilegal de armas a

    Ecuador era una funcin propia de la Justicia. Pero haba tambin responsabilidades polticas y en

    tal sentido, aclaraba, no le caba ninguna duda de que prima facie y como estn las cosas, son del

    ministro de Defensa. Y esta responsabilidad me corresponde juzgarla y evaluarla porque es mi rol

    como parlamentaria.

    Los argumentos de Kirchner eran contundentes. Saba que el ministro Camilin haba recibidouna comunicacin del titular de la Fuerza Area el 18 de febrero, cuando se produjo el segundoembarque de armas con destino a Ecuador, y sin embargo no tom ninguna medida. Por el

    contrario, cuatro das ms tarde se realiz el tercer embarque con el mismo destino y tampoco se

    adoptaron los recaudos necesarios en lo que hace a certificados de uso final y a todas las

    tramitaciones que son previas a la emisin del decreto.Sin embargo el decreto no lo haba firmado solamente el ministro, sino tambin Carlos Menem.

    Empero, la senadora insista por entonces en resguardar la investidura presidencial. Quien debe

    acompaar toda la documentacin y dar todos los pasos institucionales y legales, yfundamentalmente controlar, es el Ministerio de Defensa -aclar-. El trmite de un expediente va a

    la Presidencia cuando estn cumplidos y resguardados todos los trmites anteriores. Esta es una

    cuestin elemental en cualquier organizacin institucional. Hay una responsabilidad poltica clara

    por parte del Ministerio de Defensa.

    A su juicio, la Justicia tambin avanzaba en ese sentido, a partir de la instruccin de la Cmara

    Federal transmitida al juez Jorge Urso para que dirigiera la investigacin hacia Camilin,

    sosteniendo que resultaba difcil aceptar que los sucesos hubieran ocurrido merced a la groseraimpericia de ciertos funcionarios pblicos, facilitando as su engao por parte de terceros

    inescrupulosos.

    Si esto no es responsabilidad poltica, que alguien me explique qu es, conclua Cristina, paraquien los argumentos del ministro respeto a no dejar el cargo hasta tanto no se determinaran las

    responsabilidades penales carecan de sustento. Ella diferenciaba una cosa y la otra: Con la

    responsabilidad penal se va preso, con la responsabilidad poltica se va del cargo. Segn el criterio

    del gobierno, hasta que no metan preso a alguno, no renuncia nadie. El argumento es infantil. Setiene que ir porque polticamente ha fracasado en la gestin, porque ha sido negligente, sin que

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    esto necesariamente implique que ha cometido algn delito. Ahora, si se descubre que es culpable,

    adems ir preso.Fiel a su estilo, el gobierno menemista rechazaba que el episodio hubiera daado las relaciones

    con Per y Ecuador. Kirchner expona tambin ah sus reparos: Tenemos aqu a Martha Chavez,

    titular del Parlamento peruano, con una carta para el presidente Menem. El Senado de EstadosUnidos inici una investigacin sobre el tema. En su gira por Centroamrica, el Presidente no ha

    hecho ms que responder preguntas sobre la venta de armas. Se violentaron tratadosinternacionales, como el protocolo de Ro de Janeiro de 1942, en el cual nosotros, junto con otros

    tres pases, figuramos como garantes. Estamos hablando de trfico ilegal de armas. Yo no s a qu

    llamarn entonces escndalo internacional....Admiradora de la institucionalidad del gran pas del Norte, Cristina consideraba lastimoso que

    el Senado norteamericano iniciara una investigacin sobre el tema, mientras que el argentino

    apenas hubiera logrado que Camilin fuera a la Comisin de Defensa. En este marco donde

    Ecuador nos acusa de estafadores y el Per de traidores, me niego a cumplir el rol de encubridora

    en la Argentina, remarcaba.- No teme que la expulsen del partido?

    - No, no creo que sean tan antiguos. Sera un horror que, casi a fin de siglo, un movimiento

    como el peronista plantee la expulsin porque alguien disiente o tiene una actitud diferente a partir

    de cuestiones fundadas. Porque ms que sectarios, seran antiguos.Para la conduccin de la bancada justicialista no quedaban dudas de que Cristina era una

    adversaria ms. El bloque comenz a organizar reuniones aparte, cuidndose de que la

    santacrucea no se enterara de las mismas, o se reunan previamente, por cuanto saban que ellasiempre planteara su disidencia. Eran tiempos en que s concurra al bloque, como ya no hara en

    tiempos futuros, aunque sus colaboradores recuerdan que siempre volva amargada de tantas

    discusiones.

    Se peleaba con todos, trataban de no dejarla hablar..., recuerda un asesor, que apunta que esaprctica se extenda tambin al recinto. Ella peda la palabra y no se la daban, o bien cuando ella

    hablaba, Alasino y su entorno se iban del recinto, o se ponan a hablar entre ellos....

    No la queran y ella poco haba hecho por lograr el afecto de sus colegas. Si bien reconocan su

    elocuencia y la admitan como rival de fuste, el nico elogio privado que se permitan hacer en su

    favor era sobre su belleza. De hecho, haba ganado en el Congreso una votacin informal sobre lassenadoras ms bonitas. Aunque no tena mucha competencia, estaba claro que si la eleccin se

    extenda a la Cmara baja, donde s haba muchas mujeres, hubiera tambin terciado para el cetro.

    Aunque ella se irrita cada vez que alguien le sugiere que si no hubiera sido tan bonita nohubiera tenido el xito que tuvo, su fuerte personalidad, combinada con generosas dosis de belleza

    e inteligencia la convirtieron en un referente ineludible del antimenemismo de fines de los 90.

    "Prefiero que digan que soy inteligente a que digan que soy linda", fue siempre su respuestahabitual al elogio que nunca falta.

    Ella admita que decir exactamente lo que pensaba le traa problemas, pero tena la conviccin

    de que el debate y el disenso son instrumentos aptos para el crecimiento tanto de los dirigentes

    como de la sociedad. Pensar que ser oficialista significa obediencia debida parlamentaria, es unconcepto ms propio de los cuarteles que de un organismo democrtico participativo y pluralista

    como debe ser un Parlamento, remarcaba, para disparar luego sobre su bloque: Lo que pasa es

    que ah existe una suerte de fundamentalismo, donde sugieren lo que hay que hacer porque lo dicefulanito o menganito, independientemente de las consecuencias que esto pueda tener para los

    Estados provinciales.

    Intimamente Cristina y sus allegados reconocen que no hubiera sido tan maltratada por sus

    pares si hubiera sido hombre. El machismo era muy fuerte por esa poca en el Senado, un Cuerpo

    muy cerrado y anacrnico. En general, los hombres se bancan menos las diferencias cuando las

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    plantea una mujer, sostiene la senadora Fernndez, para agregar luego con una sonrisa: Sobre

    todo cuando tenemos mejores razones que ellos... Las mejores razones de una mujer molestan

    mucho ms que las de un hombre.

    Pero sus diferencias con sus pares no pasaban estrictamente por la actitud poltica. Podan ser

    consideradas tambin en el plano ideolgico y tambin, por qu no, generacional. Cristina haballegado con apenas 40 aos al Senado, un mbito que por entonces segua siendo hbitat de

    muchos gerontes y caudillos que trasladan sus costumbres feudales al Parlamento nacional.Un da que Cristina llegaba al Palacio del Congreso y se dispona a ingresar por la puerta

    giratoria de la calle Hiplito Yrigoyen a travs de la que ingresan los senadores, se encontr conOlijela del Valle Rivas, una de las pocas mujeres del Senado, que ocupaba una banca all desde el

    83. La legisladora tucumana subi las escaleras primero, seguida a escasa distancia por la

    santacrucea y su vocero de prensa, Miguel Nez. La mujer lleg hasta la puerta giratoria y separ frente a ella. Cristina se detuvo detrs y mir a su asesor sin comprender; seguidamente le

    toc la espalda a su colega para que avanzara o se corriera.

    Olijela la mir de reojo, con cierto desdn, y sin decir nada volvi su mirada hacia delante ygolpe el vidrio. Un ordenanza que estaba del lado de adentro vino corriendo entonces y empuj la

    puerta giratoria para que la senadora pudiera ingresar sin necesidad de empujarla...

    Cristina sigui marcando sus disidencias constantes a la hora de las votaciones o de las simples

    posturas. Se pronunci contra la privatizacin del Banco Hipotecario, volvi a oponerse a otraprrroga del Pacto Fiscal, rechaz el ingreso de Ramn Saadi al Senado. Decisin sta que

    comparti con sus compaeros de bancada Felipe Luduea, Antonio Cafiero, Jos Manuel de la

    Sota y Remo Costanzo, y que defendi con el siguiente argumento: Todo el mundo sabe que enCatamarca se vot en contra de Saadi. Admitir que se puede votar de esta manera sera admitir que

    puede haber leyes de mayora y leyes de minora. Adems, no comparto para nada el argumento de

    que no se puede anteponer la tica a las leyes. Qu quiere decir entonces, que se pueden hacer

    cosas legales que son inmorales?Por esos das el ex gobernador catamarqueo pujaba por ingresar a la Cmara alta, avalado por

    un cuestionado pliego de la Legislatura de su provincia. Con el visto bueno del presidente Menem

    -como devolucin de gentilezas a la poderosa familia catamarquea por la colaboracin de don

    Vicente Saadi durante la campaa presidencial del 89-, quien luego trat de despegarse de un tema

    que generaba un profundo rechazo de la sociedad, la Comisin de Asuntos Constitucionales habahabilitado finalmente a Ramn Saadi a convertirse en senador. Se registr entonces la indita

    reaccin del titular del Senado, el vicepresidente Carlos Ruckauf, de negarse a tomarle juramento

    por una cuestin de principios.La actitud de Ruckauf -quien cont con el visto bueno del entonces gobernador Duhalde con el

    que estaba haciendo buenas migas- ampli las grietas en la bancada justicialista, alinendose ahora

    del lado del vicepresidente Eduardo Bauz, Jos Luis Gioja, Emilio Cantarero, Carlos de la Rosa,Carlos Verna y Jorge Massat, quienes tambin presentaron objeciones para avalar el diploma del

    catamarqueo.

    La ocasin sirvi para que Cristina Kirchner aplaudiera la actitud de Ruckauf, con quien en el

    futuro se enemistaran los Kirchner al lmite de la impugnacin. Fue un gesto de saludinstitucional; ms que una decisin poltica, es una decisin debida. Una bocanada de aire fresco,sintetiz la senadora a la hora de ponderar al vicepresidente.

    Para ella, se trataba de una innegociable cuestin de principios: Con el ingreso al Senado de personajes tan cuestionados por la sociedad, lo nico que se lograra es perjudicar an ms la

    imagen del Parlamento, situacin que les vendra muy bien a aquellos que estn a favor de llevar

    adelante unfujimorazo.

    Cristina Kirchner ya era un personaje de inters para los medios que, atentos a su verborragia yclaridad de conceptos, la tenan como asidua invitada a programas de radio y televisin. Linda,

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    inteligente, picante e incisiva, siempre fue garanta de buenos programas. Una de sus

    participaciones en un programa de Telef le vali ser recusada por el entonces juez FranciscoTrovato, quien era sometido a juicio poltico por mal desempeo de sus funciones y consider que

    la santacrucea haba prejuzgado en esa aparicin periodstica. El Senado la salv esa vez, al

    rechazar el pedido de recusacin, votando en cambio la suspensin preventiva del magistrado.Pero el suceso le sirvi a Cristina ya no para modificar su opinin sobre la mayora de sus

    compaeros, pero s para ser ms cauta con relacin a sus pronunciamientos referidos a jueces,como cuando el juicio poltico involucr seis aos ms tarde a la totalidad de la Corte Suprema de

    Justicia.La senadora Kirchner fue durante su primer ao en el Senado una de las que menos falt a las

    sesiones -slo lo hizo tres veces-, pero termin el ao cosechando en la Legislatura santacrucea el

    primer pedido de informes sobre el uso del avin sanitario provincial (ms tarde habra otros en elmismo sentido). All pretendan saber si la aeronave era utilizada por la senadora para trasladarsea Buenos Aires para desempear sus tareas.

    Su ltimo voto relevante del ao fue contra Augusto Alasino, cuya continuidad al frente delbloque rechaz, junto al siempre fiel Felipe Luduea y el cordobs De la Sota.

    La expulsin del bloque

    Pero no fueron sus permanentes rechazos a las posturas oficiales los causales de la expulsin de

    Cristina del bloque. Si bien sus actitudes y cuestionamientos haban tenido a maltraer a sus

    compaeros de bancada, la supremaca que el peronismo ejerca en la Cmara alta le permita

    darse el lujo de tolerar la rebelda patagnica. Cosa que hicieron ms all de los constantespedidos de expulsin que se escuchaban -no slo queran echarla del bloque, sino del propio

    partido- por sus permanentes cuestionamientos a la gestin menemista.

    Pero la gota que colm la paciencia de Alasino y sus muchachos fue la negativa de la senadoraa apoyar el texto de creacin del Consejo de la Magistratura, con lo que le impidi a su bancadalograr el nmero necesario para insistir con la sancin original del proyecto. Eran tiempos en que

    Menem y Duhalde extendan al Senado su anticipada pulseada por la sucesin en el 99, y en la

    Cmara alta se quiso dar una muestra de que all el poder menemista era an real y concreto.

    Mas no la echaron. Con la intencin de que ella misma se apartara de la bancada, segnconfiaron fuentes del propio oficialismo, la mesa directiva del bloque resolvi expulsarla de las

    comisiones de las que formaba parte.

    La medida fue sorpresiva y la involucrada se enter al cabo de una reunin de comisincelebrada el 7 de mayo de 1997 en la que nadie le avis de nada, cuando lleg un memo al

    despacho en el que le indicaban que haba quedado fuera de todas las comisiones que integraba:

    Relaciones Exteriores y Culto; Asuntos Penales y Regmenes Carcelarios; Educacin; Familia yMinoridad; Economas Regionales; Coparticipacin Federal de Impuestos; Asuntos

    Administrativos y Municipales, y hasta de la Bicameral de Esclarecimiento del Atentado a la

    Embajada de Israel y la AMIA. La nota estaba firmada por el jefe de los senadores justicialistas,

    Augusto Alasino, y el secretario general del bloque, Angel Pardo. All se indicaba adems quienesseran los senadores que la sustituiran en esos grupos de trabajo.

    El senador entrerriano Hctor Maya se encarg ante la prensa de justificar los motivos que

    llevaron al bloque a tomar la indita medida: Nosotros venimos registrando una serie decuestiones donde la senadora Kirchner se maneja con excesiva individualidad, lo cual es

    respetable, pero no es muy comn dentro del peronismo... En un bloque hay que debatir, pero para

    mantener la unidad de un cuerpo es necesario que nos sometamos a distintas reglas.

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    La senadora santacrucea tom la decisin como un castigo a la provincia de Santa Cruz (...)

    Yo soy representante de una provincia y del Partido Justicialista de esa provincia. Ser una

    minora disidente, pero tenemos el derecho de serlo.- Cree que esa actitud del oficialismo es una maniobra para que renuncie al bloque? -le

    preguntaron.- No me voy a ir del justicialismo. No lo hice cuando estaban Lpez Rega e Isabel. Yo voy a

    seguir defendiendo a muerte mi derecho a poder discernir democrticamente.La decisin adoptada por la conduccin del bloque justicialista gener un vendaval de crticas

    que no hizo ms que fortalecer la posicin de Cristina Kirchner. Un grupo de diputadosjusticialistas suscribi un proyecto de resolucin de la diputada santacrucea Rita Drisaldi

    manifestando su discrepancia con semejante actitud. Esta medida priva a la provincia de Santa

    Cruz de ejercer plenamente su autonoma, ya que impide la labor de uno de sus representantes

    electos constitucionalmente, sealaba el proyecto suscripto adems por Irma Roy, Mario DasNeves, Rodolfo Gazzia, Julio Migliozzi, Julio Salto, Fernando Maurette, Darci Sampietro, Carlos

    Vilches, Sara de Amavet y Sergio Acevedo.Cmo habr sido que hasta el propio frepasista Rafael Flores, enemigo declarado de los

    Kirchner, expres su repudio a la medida. Aunque lo hizo de un modo muy particular y en el que

    aprovech para bajar lnea. Sucede que por la situacin que la tena como protagonista, Mirtha

    Legrand invit a Cristina a uno de sus almuerzos televisivos. Flores tena un conocido en laproduccin y le hizo llegar una carta dirigida a la senadora, la cual la diva de los almuerzos ley al

    aire en forma completa, sin decir quin la firmaba. El primer prrafo expresaba su solidaridad con

    Cristina por lo que estaba pasando, lamentando las actitudes de intolerancia y discriminacin de

    la que usted resulta vctima. Pero en el segundo prrafo adverta que seguramente le resultardoloroso sufrir en carne propia lo que el gobierno que encabeza su esposo practica en forma

    habitual con quienes disienten con su poltica en la provincia.

    La cara de Cristina se fue transformando y antes de que Mirtha leyera la firma, ella comenz arepetir una y otra vez: Menemista, un menemista... Debe ser un menemista!

    Divertido al recordar la ancdota, el ex diputado Flores aclara que si algo no ha sido en la vida

    es menemista.

    La decisin de los senadores justicialistas abri un debate sobre si la representacin en las

    comisiones corresponde al legislador o al bloque. De hecho, al comunicarle el bloque la decisinal presidente del Cuerpo, Carlos Ruckauf, ste les advirti que la medida era antirreglamentaria.

    - Muchachos, segn los antecedentes de la Cmara, la separacin de un senador no puede

    hacerse sin su consentimiento -aclar Ruckauf con su eterna sonrisa en el rostro.Ante las circunstancias, el bloque decidi revisar la resolucin y, habida cuenta de la intencin

    de Kirchner de dar pelea, resolvieron no dar ms vueltas y directamente separarla de la bancada.

    Eduardo Menem, Bauz, Yoma y Alasino fueron algunas de las voces de peso que se pronunciaronpor semejante decisin y pusieron las primeras firmas que se recolectaron para echar a Cristina.

    Los senadores justicialistas aseguraron que la permanencia de su colega junto a ellos resultaba

    ya insostenible debido a las posiciones contrarias a las resoluciones que adoptaban y a sus votos

    negativos. La dama rebelde replic que haba votado a favor de todas las leyes del gobierno quehacan a la transformacin econmica y que en cambio lo hizo contra todos aquellos proyectos del

    bloque que implicaban un menoscabo para su mandato. La senadora aluda a sus posturas contra el

    ingreso de Ramn Saadi al Cuerpo y su negativa a refrendar el acuerdo por los HielosContinentales, entre otras cosas.

    Cuando mi voto en contra no alteraba el resultado que quera mi bloque, no hubo problemas.

    Pero ahora que mi voto era decisivo en busca de los dos tercios que necesitaban para aprobar el

    Consejo de la Magistratura, me castigan, argument la legisladora, enfatizando que lo suyo no era

    indisciplina, sino que nunca aceptara disciplinarme para una asociacin ilcita. Teniendo en

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    cuenta los hechos posteriores que tuvieron al Senado como protagonista, sus palabras debieron

    sonar profticas.La senadora Kirchner asegur una y otra vez que no se ira del Partido Justicialista y que en el

    Senado formara una bancada propia, el Bloque PJ Santa Cruz, en compaa de su coterrneo

    Felipe Luduea. Este ltimo, veterano dirigente santacruceo ya fallecido, le anunci a Alasino suida del bloque a travs de una carta en la que fundamentaba su decisin no sin dolor y sin

    tristeza en el desnudado desprecio que exhiben los senadores por los principios que dieranorigen, fueron, son y sern razn de ser en el seno del pueblo peronista.

    Augusto Alasino anunci que se le brindaran a la senadora todas las facilidades para que

    forme su propio bloque y pueda desempear su tarea de legisladora con comodidad. Pero loparadjico para el PJ fue que con la expulsin de la senadora y el inevitable alejamiento de

    Luduea, en el Senado se quedaron sin qurum propio. Es que si bien el bloque contaba en suhaber con 40 bancas, la ausencia de Eduardo Vaca por enfermedad -al cabo, el senador que en su

    momento le birl la banca a Fernando de la Ra termin falleciendo- y la imposibilidad de que

    Saadi pudiera acceder a su banca, haban limitado los nmeros a 36, uno menos que los necesariospara tener mayora simple.

    Fuentes del bloque admitan las desventajas de la decisin, pero se justificaban con un

    argumento elemental: en esa bancada haba muchos peronistas ortodoxos a los que les cuesta

    mucho votar algunos proyectos que reclama el gobierno y no puede ser que a ellos se les exija eso,mientras que a Kirchner se le aceptaban posturas distintas.

    Captulo II

    Infancia y militancia

    No pudo evitar que su mente se fuese bien lejos en ese instante, treinta aos atrs. La memoriade Cristina vol hasta ese instante en el que estuvo en esa misma plaza junto a miles de militantes,

    muchos de los cuales quedaron en el camino. Esa vez no haba ido junto a quien luego sera su

    esposo, de quien entonces no era ni siquiera novia. Pero ahora ellos estaban all en el palco de laCasa Rosada, donde treinta aos atrs no imaginaba ni por asomo que llegara alguna vez.

    Tampoco Kirchner, aunque l fue el primero de los dos que se ilusion con el poder. De los

    dos, aunque a ella se la vea quiz ms decidida, l fue quien diagram las lneas generales de un

    proyecto poltico a largo plazo en el que lo primero que haba tenido en mente fue ser gobernador.

    Se lo dijo un da de 1976, cuando la democracia pareca tan solo una idea remota, lo cual da unaidea de cuan a largo plazo el santacruceo pensaba. Ella insista con irse de La Plata, de dejar los

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    estudios inconclusos y retomarlos cuando las cosas estuvieran ms calmadas. Nstor le aclar que

    no se ira, que quera terminar sus estudios porque lo necesitaba para su futuro poltico.- Necesito el ttulo de abogado porque voy a ser gobernador de Santa Cruz.

    Obviamente lo primero que pens Cristina al escuchar a su esposo fue: Este tipo est loco.

    En el futuro sabra que lo suyo no era locura sino fuertes convicciones, pero por entonces debehaberse preguntado firmemente con quin se haba metido. Si eso de casarse tras seis meses de

    noviazgo no haba sido un arrebato del que a la larga se arrepentira.Ella est convencida de que hicieron lo correcto; es ms, ni siquiera se lo plantea. En esa poca,

    bien se sabe, se viva con un frenes muy particular y Cristina estaba en una etapa en la que habavivido numerosos cambios rpidamente. De hecho, la pasin por el peronismo haba sido tal vez

    tarda, aunque no tanto como en los tiempos de la globalizacin, cuando muchos se descubren

    peronistas en la madurez, con decisiones ms vinculadas a la conveniencia que a la ideologa.Pero lo cierto es que ms de una de las personas que conocieron a la joven Fernndez en sus

    tiempos de adolescencia se habr sorprendido al verla aos despus defender tan enfticamente las

    banderas del justicialismo desde una banca de ese partido.

    Si a m me hubiesen preguntado en qu partido Cristina podra militar o dnde encajara, ajuzgar por la chica que conoc por esos aos... la verdad que con los ojos cerrados hubiera

    mencionado algn partido liberal, como la UCeD, por ejemplo, que en ese entonces no exista,

    seala una compaera de adolescencia. Pero la persona que hoy tiene la misma edad que Cristina yla misma buena figura que aquella, aclara que la asociacin que hace no tiene que ver con

    cuestiones ideolgicas, sino de imagen. As la vea ella, y con esa conviccin remarca: Jams

    hubiera mencionado al Partido Justicialista, no daba el perfil.Habr que tener en cuenta que hablamos de una poca temprana en la que el contenido

    ideolgico recin se est formando. Alguien que trabaj con la senadora cuando esta ya era una

    reconocida defensora del peronismo en el Parlamento se ech a rer pensando en esa chica paqueta

    que poda dar un look liberal en los tiempos del Mayo Francs. Creo que toda su actuacin y susdiscursos demostraron que ella nunca podra haber estado enrolada en una estructura liberal dentro

    de la poltica, aclar el ex colaborador de Cristina.

    Yo no la conoc en su juventud, sino a los 35 aos, pero en la etapa de los 15, 16 y 17 aos, un

    da un joven puede ser liberal, al otro da justicialista o comunista -agreg-. No conozco que ella

    haya tenido actuacin en la UES, por lo que su militancia poltica comenz en la universidad y talvez se haya formado en esa etapa. No obstante, alguna vez tuve una discusin personal con ella,

    all en los 90, con respecto a Cavallo, donde haba decisiones del entonces ministro que ella poda

    aceptar. Yo en cambio era un tenaz opositor a la convertibilidad y a la poltica econmica deCavallo. Ella vea un final y yo vea otro, pero tampoco podra catalogar esto como una inclinacin

    de ella hacia el liberalismo.

    Concluy diciendo que yo asesor a una Cristina cien por ciento peronista, para nada liberal yclaramente formada en los 70; nada que ver con la derecha peronista y menos con el liberalismo.

    Convengamos que en los 70, cuando Cristina Fernndez forj las bases de la ideologa que

    luego defendera con uas y su dialctica, era una poca muy especial, nada que ver con la muerte

    de las ideologas de fines de los 90. Y en efecto, ella no milit durante su poca de secundaria;recin se volc a la poltica en la facultad.

    Adems, iba a una escuela religiosa, donde no slo estaba vedada la militancia, sino incluso era

    bastante tab decir abiertamente yo soy peronista.

    Las monjas se encargaban de cuestionarlo, advierte una compaera que recuerda el carcterfuerte de la joven Cristina, aunque entonces no diera el perfil de quien ms adelante sera quien

    result ser. Y menos representando al partido al que representa.

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    A esa edad, ella, yo, todas vivamos en el limbo, detalla una compaera que habla de los 15,

    16 y 17 aos, y piensa en la Cristina que conoci, basndose en conversaciones que tuvieron y lamanera de actuar de entonces.

    Algo que s daba era el perfil de militante, por su fuerte personalidad, por su carcter y su

    temperamento... Pero militante de cualquier otra cosa, no del justicialismo.Cristina tena una nada despreciable base poltica en su casa, donde se daba una curiosa

    confluencia ideolgica, ya que bien pueden registrarse pensamientos polticos encontrados en unapareja, pero con sus padres se daba una verdadera confrontacin ideolgica por cuanto cada uno

    era muy enftico en sus convicciones.Eduardo Fernndez era un empresario del transporte -tena colectivos en una lnea de La Plata-,

    radical balbinista, vale decir bastante conservador. La madre, Ofelia Giselle Wilhelm, era en

    cambio peronista, sindicalista para ms datos: represent al sindicato de empleados del Estado delMinisterio de Economa de La Plata.

    Cristina Fernndez naci bajo el signo de acuario un 19 de febrero de 1953. Curiosamente el

    mes de febrero ha de ser el ms especial para ella, ya que ese mismo mes nacieron tambin suesposo y su primognito Mximo.

    Elizabeth es su segundo nombre, al que detesta y no usa jams. Le parece vulgar e incluso lo ha

    hecho quitar de su pgina del Senado en Internet, donde slo figura como se la conoce: Cristina

    Fernndez de Kirchner.Su hermana se llama Giselle, como su madre y es dos aos menor que Cristina. Es mdica,

    soltera y vive con la madre de ambas.

    Sus primeros pasitos en la vida los dio en una casa de la calle 4 y 32, donde naci. Losrecuerdos de esa temprana edad son muy gratos pero lejanos. Cristina define a su entorno de

    entonces como una tpica familia platense de clase media y no casualmente cita la condicin de sus

    padres. Ella, peronista; su padre, antiperonista declarado y radical de Balbn, como no poda ser

    de otra manera en un hombre de su generacin en La Plata, acota Cristina.Cuando las dos hijas de los Fernndez eran muy chicas, la familia se mud a una casa ms

    grande y con jardn, en 523, entre 9 y 10, del barrio de Tolosa, en La Plata. Ah es donde hoy sigue

    viviendo su madre con su hermana.

    Hizo todos sus estudios en la ciudad de La Plata. La primaria transcurri en la escuela 102

    Dardo Rocha, en 7 y 32, mientras que la secundaria la hizo en el Nuestra Seora de la

    Misericordia, un colegio de monjas que define como muy confesional. De esa etapa tiene

    muchas amigas y menciona a dos: su prima Silvia Rodrguez y Amelita Alvarado.

    De su infancia, el primer recuerdo que rescata es el de su abuelo. El pap de su mam, viudo,que vivi con la familia y con el que siempre tuvo una relacin muy especial. Cristina evoca que l

    fue el primero que le habl de Pern. Tena el libroLa razn de mi vida, de Evita, con tapas duras,

    coloradas, hojas brillantes y fotos preciosas de Evita con sus galas del Coln, sus trajes sastre.Tena adems otro libro grande del Plan Quinquenal, y todo estaba escondido, clandestino. El

    siempre deca que Pern iba a volver, as lo esperaba, pero se muri un ao antes del regreso.

    Su nieta s ira a recibirlo, pero para eso faltaba un tiempo.

    Los recuerdos ms claros de Cristina comienzan con su adolescencia, asegura, y de esos

    tiempos lo primero que viene a su mente es la calle 7, con ese olor a tilos espectacular, losgorriones y el zoolgico que, para m, tiene algo muy especial, quizs porque lo relaciono con los

    das ms felices de mi niez. Justamente una de las pocas fotos que se han conocido de sus aosjuveniles la muestra en el Zoolgico de La Plata en 1973, a los 20 aos. All se la ve delgada,

    siempre fotognica; con la mirada hacia abajo, vestida con una camisa de mangas cortas fuera del

    pantaln, el pelo largo como siempre, aunque sin flequillo. Y un cigarrillo en la mano izquierda.

    Era muy fumadora.

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    El fumar era el mximo de sus travesuras en el secundario. Se la recuerda muy disciplinada;

    jams tuvo amonestaciones, aunque en realidad no es slo su mrito, ya que en general el suyo eraun grupo de bastante buena conducta. En lo personal su mayor osada pasaba por encender un

    cigarrillo en el aula, cosa que haca seguido. Fumaba bastante, como lo hace un joven de 17 aos...

    que fuma bastante. Era su nico vicio.Ella era de festejar los chistes, de rerse con ganas, pero nadie la recuerda como la cabecilla del

    curso.

    Hay que decirlo: Cristina era muy mentirosa y en eso, como en tantas otras cosas, se destacaba.

    Pero para evitar asociaciones libres aclaremos que hablamos del truco, juego preferido por las

    chicas de su divisin del Colegio Nuestra Seora de la Misericordia.

    No ramos de hacer lo en las horas libres o recreos. Ah nos gustaba jugar al truco, recuerdasu compaera Graciela Balasini. Y como eran muchas las que saban jugar, optaban por el pica-

    pica. Esto es, el truco de seis. Daban vuelta los escritorios y sacaban las cartas; por lo general,Cristina le tocaba de compaera a Graciela.

    - Y ah menta?

    - S, era de mentir mucho, no era la excepcin. Ella, otra chica ms y yo ramos compaeras de

    juego y ganbamos bastante seguido. Sin trampas. Ligbamos mucho, mentamos otro poco...Era una alumna aplicada. Con materias que le gustaban ms que otras, pero muy buena en

    general. Terriblemente obsesa por ser una buena alumna, especialmente en las materias

    humansticas, que eran las que ms le agradaban, cosa que se notaba especialmente porque quienesla conocieron entonces advierten que podan darse cuenta que no eran aquellas a las que uno

    estudiaba por si el profesor tomaba leccin.

    No debera llamar la atencin que la materia que ms le atrajera fuera historia. Ni que las

    ciencias exactas no fueran el fuerte de Cristina -lase matemticas, fsica y qumica-. Pero ascomo de grande debi estudiar economa para desenvolverse con soltura en las comisiones queintegr, a esas materias que casi detestaba las estudiaba igual y sus exmenes eran buenos. Todos

    admiten que tena una excepcional memoria y capacidad para retener lo que estudiaba.

    Una versin asegura que Cristina se habra llevado matemticas de 5 ao, pero sus compaeras

    consultadas no recuerdan algo as y la propia senadora jams habl de ello, as que habr que darpor sentado que su currculum es inmaculado.

    Lo que es seguro es su inters por las materias humansticas, que trascenda el programa

    pautado. Cristina sacaba informacin de otros libros, independientemente del que tenan comooficial de la materia.

    Como se ha dicho, curs en una divisin de conducta bastante buena, pese a lo cual, segn han

    asegurado compaeras de Cristina, en el colegio no las queran, y ese rechazo tena un origen muyparticular.

    En el Colegio Nuestra Seora de la Misericordia los cursos se dividan en tres: A, magisterio;

    B, bachiller; y C, comercial. Cristina curs en este ltimo y se recibi de perito mercantil; pero el

    tema es que quienes seguan magisterio y bachiller eran alumnas que haban hecho la primaria enel mismo colegio.

    En el caso del comercial, se trataba de chicas que haban cursado primaria en alguna otra

    escuela estatal. No pertenecamos a la escuela Misericordia y las monjas hacan bastante

    diferenciacin, recuerda una compaera de Cristina.

    Tal era esa especie de discriminacin, que cierta vez, por un incidente que protagonizaron,

    quien era entonces la directora se par frente a ellas y les espet: Ustedes son el cncer de la

    escuela Misericordia.

    No nos dijo ora cosa, slo eso, y se fue, record esta ex alumna an perpleja.

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    El espritu rebelde que ms adelante la caracterizara como poltica, no quedaba demasiado

    expuesto en sus aos adolescentes. En el futuro, Cristina acostumbraba a aclararles a quienesplanteaban ese costado de su forma de ser que no era rebelde por una cuestin de edad. Antes, alos 20 aos s -remarcaba ya como legisladora-. Trabajo en lo que pienso y siento que tiene que ser

    la poltica. Trato de ser coherente conmigo misma y con lo que pienso, y puedo dormir tranquila.En 5 ao abran las ventanas y puertas del aula para que el olor a cigarrillo se fuera rpido, y

    ellas y sus amigas se dedicaban a despuntar el vicio. Lo hacan especialmente cuando vena la horade Religin, que dictaba el padre Carlos, quien tambin fumaba. El sacerdote fumaba incluso

    dentro del saln, mientras daba la materia, por lo que el olor a tabaco pasaba bastantedesapercibido.

    Aunque en realidad, con el cura -que para cuando Cristina se transform en primera dama

    oficiaba en la Catedral de La Plata- no haba problemas. Si l llegaba y senta olor, no deca nada.Era el ltimo ao y se les permitan cosas vedadas en aos anteriores. Bastante compinche l, era

    comn que le pidieran una pitada de su cigarrillo... y terminaban fumndole la mitad.

    Tan fuerte era su vicio que hasta recuerda la fecha en que dej el cigarrillo: el 31 de diciembrede 1988. Muchas veces lo haba intentado, pero cuando finalmente tom la decisin, la mantuvo

    definitivamente. Lo gracioso es que todo el mundo le sugera que dejara ese hbito advirtindole lo

    pernicioso que era: te provoca cncer de pulmn, te quita las energas... Y nada, ella segua

    echando humo. Hasta que le dijeron que el cigarrillo le haca mal a la piel.Fue as: slo la coquetera pudo lograr que dejara el vicio. Lo que no es cierto es que su esposo

    haya dejado el cigarrillo al mismo tiempo que ella, como muchas veces se dijo. En realidad, lo

    dejara ms adelante, estrictamente para preservar su salud.Como buena ex fumadora, Cristina odia que fumen cerca de ella y tiene estrictamente prohibido

    fumar en su despacho. Roberto Bustos, quien la asesor durante sus primeros tiempos como

    legisladora, recuerda que se llevaban mal con el tema del cigarrillo, pero tena a su favor que el

    entonces gobernador fumaba. As que yo prenda el cigarrillo despus de l, y ella no decanada, recuerda Bustos. Es que la suya era una eterna lucha con el tema del cigarrillo, incluso conlos otros diputados, pues se haba convertido en una obsesa ex fumadora.

    No obstante ello, la propia Cristina reconoce que todava siente la tentacin por el tabaco.

    Termina de comer y por ah dice 'ahora me fumara un pucho'. Pero no fuma, comenta un

    allegado, remarcando la aclaracin.

    La alumna Fernndez no tuvo viaje de egresados. En esa poca no todo el mundo los haca, nose acostumbraba entonces a juntar dinero para prepararlo, y las razones de su curso fueron

    meramente econmicas: algunas lo podan pagar, otras no. Ergo, no fueron a ningn lado.

    Cristina Fernndez no tiene complejos respecto a su maquillaje. Ha confesado reiteradamente

    que desde los 14 aos que me pinto como una puerta, y en la foto que se la ve en el Zoolgicode La Plata ya se advierte el acento de la pintura en los ojos.

    Sin embargo, sus compaeras de clase no la recuerdan pintarrajeada. Obviamente en el colegio

    no les permitan pintarse, sino que deban ir a cara lavada, o a lo sumo con un poco de polvocompacto o de base. Sobre el final de los 60, el furor de la moda hippie no la haba alcanzado.

    Cristina era muy sobria para vestirse: jean, pantalones, remeras, camisas, polleras cortas como se

    usaban en esa poca.El uniforme del colegio era jumper azul, camisa blanca, medias azules y zapatos; no se les

    permita usar medibachas. Y para el invierno, un abrigo, siempre de color azul.

    La limpieza siempre fue uno de sus rasgos salientes. La joven Fernndez era ya en su

    adolescencia muy cuidadosa del aspecto fsico y exterior.

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    Otro rasgo que ya se le adverta entonces era el de discutidora. Lo era, pero no necesariamente

    con sus compaeras, sino -y sobre todo- con los profesores de la secundaria. Era de enfrentarlos yfijar su punto de vista. Cambiaba opiniones con estos cuando no opinaba lo mismo que los

    profesores y esas tenidas eran muy celebradas por sus compaeros. Sobre todo aquellos a los que

    no les gustaban las materias humansticas, quienes sacaban un resultado positivo: en la medida queCristina se pusiera a discutir con los profesores, se pasaba la hora y la alumna que estaba en el

    frente daba la leccin pero no haba tiempo de que se llamara a otra.No interrumpamos jams esas discusiones que a nosotros tanto nos beneficiaban -recuerda

    Graciela Balasini-. Terminaba la hora y quedaba la clase pendiente para la prxima vez.De sus discusiones con los profesores y sus buenas notas lleg a la conclusin de que poda ser

    buena docente, y se decidi a dar clases particulares para hacer unos pesos. Lo hizo un tiempo,

    pero lleg a pensar que eso no era para ella cuando sinti deseos de cachetear a un alumno suyo alque no haba manera de hacerle entender las cosas. Con el tiempo se convenci -y la

    convencieron- de que era muy didctica al hablar y tom a la docencia como su asignatura

    pendiente. De ah que su deseo para cuando su esposo dejara la presidencia fuera dar clases en unauniversidad.

    Allegados a la primera dama aseguran que tiene el carcter de su madre. Tal vez por esoreconozca que se lleva mejor con su suegra... Lo cierto es que de ella hered mucho ms que su

    pasin por las carteras; fue peronista como ella, tambin rebelde y combativa, como la madre.

    Podra tomrsela como el reverso del padre, cuyo carcter parece haber heredado en cambio lahermana Giselle. Algn psiclogo al que Cristina jams acudi -nunca, pero nunca nunca, hizo

    divn- dira que el carcter rebelde de la senadora lo puso en prctica en su casa y con su padre.

    Partiendo desde la ideologa, militando en las antpodas, para desconsuelo de su progenitor al que

    ella misma define como gorila.Ni siquiera simpatiz con el club del que Eduardo Fernndez era hincha, Boca Juniors, sino que

    ella rumbe para el lado de Gimnasia y Esgrima de La Plata.

    - Mam, mi hermana y yo ramos peronistas e hinchas de Gimnasia y mi pap radical y de

    Boca... Menos mal que no era de Estudiantes! -cont Cristina-. En casa las peleas por poltica y

    por el ftbol eran infernales... Es que estaba aquello que divida el pas, peronistas y antiperonistas.

    Creo que fue la ltima etapa de las antinomias fuertes y de los planteos casi extremos.

    El mismo psiclogo al que nunca acudi podra tener ms trabajo con la bella dama del

    peronismo. Y advertira que la rebelda hacia el padre podra extenderse al apellido. As comodetesta su segundo nombre, en determinado momento de su adolescencia Cristina pareci hartarse

    de llevar un apellido tan comn y comenz a aadirse el apellido materno.

    Hubo un tiempo en el que comenz a presentarse como Cristina Fernndez Wilhelm, lo quedaba lugar a discusiones con sus propias compaeras de escuela.

    - Nena, vos te llams Fernndez, no vengas con cosas raras... -la toreaban en el curso.

    El problema se le termin al casarse, cuando pas a ser Cristina Fernndez de Kirchner, o

    Cristina Kirchner, a secas.Hemos dicho que el carcter de Cristina y Giselle es bien diferente, como diferentes fueron los

    caminos que encararon en sus vidas. Como pequea muestra, vale mencionar que siendo ambas

    muy chicas la madre mand a Cristina a estudiar piano y a su hermana ballet. Si bien siempre sereconocera amante de la buena msica, Cristina Elizabeth apenas dur una clase... Giselle, en

    cambio, concluy sus estudios.

    La madre es definida por quienes conocen a ambas como Cristina con 20 aos ms. Obligada

    por su hija a mantener un silencio de radio desde que la misma se convirti en primera dama, no seha privado de seguir militando en el peronismo platense, e incluso mostrar la veta que la

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    emparenta claramente con su hija, al enfrentar a la lista oficialista del intendente Julio Alak, al que

    no le perdonaba su pasado menemista, entre otras cosas.Sus compaeros de militancia hablan de esta mujer septuagenaria como alguien que tiene el

    carcter fuerte, como la hija; que no se calla nada y dice lo que piensa aunque no le guste al que

    escucha. Y si bien acept la veda periodstica impuesta por su hija -Cristina lleg incluso a

    sancionarla dejando de llamarla un mes cuando una amiga suya habl con una revista-, se

    resisti a extender el perfil bajo a su militancia.Gente que la conoce desde que lleg al barrio de Tolosa recuerda al matrimonio Fernndez-

    Wilhelm como gente muy trabajadora que construy su casa ladrillo sobre ladrillo, y cuyamxima ambicin era que sus hijos estudiaran y pudieran recibirse.

    Jubilada despus el golpe del 76 y viuda desde los 80, Ofelia Wilhelm milit a partir de 1946;

    admira a Evita, y obviamente el primer contacto que su hija tuvo con lo que fue el la abanderada

    de los humildes lo tuvo a travs de su madre, quien veneraba a la esposa de Pern. Ofelia tambin

    reivindic durante su tarea gremial los derechos de la mujer.

    Durante su militancia setentista, Cristina le encontr otro significado a la Evita que conoci en

    su casa, el cual comparti con toda su generacin. Mi Eva es crispada, combativa, sinconcesiones, dira alguna vez, buscando los puntos de contacto con su accionar poltico aunque se

    empecine en evitar parangones.

    Ofelia tiene un profundo reconocimiento hacia la tarea poltica desempeada por su hija.Cristina, por su lado, asegura tener una buena relacin con la madre, aunque a veces chocamos.

    La pasin de Cristina

    En Estados Unidos circulaba en su momento un chiste que tena como protagonista a Hillary

    Clinton, a quien Cristina admira. Contaban que ella y su esposo Bill van a una gasolinera y el

    empleado que los atiende resulta ser un ex novio de la mujer, de los tiempos de su juventud.Sonriente, Clinton le pregunta a su mujer qu sera de ella si se hubiera casado con ese muchacho.

    Sera la primera dama de los Estados Unidos, le contesta Hillary, encogindose de hombros.

    Hay quienes sostienen que el chiste no tardar en contarse en la Argentina, con protagonistas

    autctonos.

    Cristina no fue de tener muchos novios. Al menos hasta que dej la secundaria. La propiasenadora recuerda que entre los 15 y 16 aos tuvo el primero, llamado Ral.

    La senadora es crptica en este tema de su vida privada, pero indagando entre quienes la

    conocieron en su adolescencia aparece otro ms especial, porque fue con el que estuvo ms tiempo-dos aos y medio, aproximadamente-. Enrique Caferata, hincha de Gimnasia y probable

    responsable de que Cristina sea simpatizante delLobo, aunque ella insista una y otra vez que lo fue

    de toda la vida y que ello le viene de sangre. Pero ya se sabe cmo de voltiles pueden ser lassimpatas futbolsticas en el caso de algunas mujeres. Una ex compaera jurara que Cristina era de

    San Lorenzo y aventura que el tal Caferata podra haber inclinado sus simpatas a favor del

    conjunto tripero. De todos modos, a Cristina le queda el beneficio de la duda.

    Estbamos con los novios. Ella era bonita, aunque el correr del tiempo le fue dando los rasgosde una mujer mucho ms atractiva e interesante de lo que era de chica, cuando no se destacaba

    tanto como hoy. Tras terminar ese noviazgo prolongado mantuvo uno por un tiempo corto con otro

    chico, y luego no hay mayores referencias hasta Nstor Kirchner, con el que se cas siendo muyjoven.

    Habiendo conocido a los novios de aquella poca, jams se me hubiese ocurrido que se

    pudiera enamorar de Nstor Kirchner. Definitivamente no, destac una compaera de colegio,

    recordando que a Cristina le gustaban los chicos lindos, con ojos claros. Pero estamos hablando dela Cristina adolescente; a la de entonces, muy probablemente no le hubiera gustado Nstor.

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    La adolescencia en La Plata en los aos 60 y principios de los 70 era fantstica. Era el mundo

    de los bailes y del comienzo de la actividad poltica, recuerda Cristina.Como todos las jvenes de la poca, Cristina era de ir a bailar a los lugares ms conocidos de

    aquel tiempo: Federivo V, Macondo... Los sbados eran das de ir al cine o a tomar algo; los cines

    de la calle 8, o el cine Rocha, y la confitera Paraso, ubicada en las escaleras de ese cine; o Queen,o Romeo y Julieta, en 9 y 51...

    No faltaba mucho tiempo para que esa joven platense comenzara a tomarle el gusto a lapoltica. A la militancia. Sucedi al concluir sus estudios secundarios, cuando decidi comenzar a

    estudiar Psicologa en la Universidad Nacional de La Plata. Paralelamente comenz a militar.

    A principios de los aos 70 se viva la poltica con una gran vocacin de servicio -recordara

    ya ms grande-. Hacer poltica por entonces era una actividad prestigiosa.

    Ya en la universidad, comenz a plantearse seriamente su vocacin y militancia. En menos deun ao se pasara a Derecho. No sucedera lo mismo con su ideologa; ya se haba inclinado hacia

    el peronismo y se mantuvo fiel al mismo.

    Nada bien le debi caer a Eduardo Fernndez cuando su rebelde hija comenz a militar en