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    CRITERIOLOGIA ELEMENTAL

    DE LAS APARICIONES CELESTIALES

    FRITHJOF SCHUON

    Segn un hadith, el diablo no puede adoptar la apariencia del Profeta; esto es en sperfectamente plausible, pero cabe sin embargo preguntarse cul es la utilidad de esta

    informacin, dado que despus de la desaparicin de los Compaeros, no haba ya, y no

    hay, testigos de esta apariencia. El alcance prctico del hadith es el siguiente: si el diablotomase la apariencia de un hombre deificado o de un ngel, se traicionara necesariamente

    por algn detalle disonante; esto pasara sin duda inadvertido para aquellos cuya intencin

    carece de desinters y de virtud y que, poniendo sus deseos por encima de la verdad, desean

    en el fondo ser engaados, pero no para aquellos cuya inteligencia es serena y cuya

    intencin es pura. El demonio no puede objetivamente tomar la apariencia perfectamenteadecuada de un ngel de luz, pero lo puede subjetivamente, halagando, luego

    corrompiendo, al espectador abierto a la ilusin; esto explica por qu en un clima de mstica

    individualista y pasional, se rechaza a veces toda aparicin celestial, medida de prudenciaque no tendra ningn sentido fuera de tal clima y que en s misma es por lo menos excesiva

    y problemtica.

    La mejor actitud ante una aparicin u otro tipo de graciaque Dios no impone con una

    certeza irresistible, es una deferente neutralidad; eventualmente, una piadosa expectativa.

    Pero incluso cuando una gracia presenta un carcter de certidumbre, es importante nofundarse exclusivamente en ella, por miedo a caer en el error que han cometido muchos

    falsos msticos al principio de su carrera; porque el fundamento decisivo de la va espiritual

    es siempre un valor objetivo, sin el cual no se tratara de una va en el sentido propio del

    trmino. Esto equivale a decir que, ante gracias o visiones, no hay que ser ni descorts nicrdulo, y que basta con fundarse en los elementos inconmovibles de la va, a saber, los

    elementos de Doctrina y de Mtodo cuya certidumbre es absoluta a priori y que no sern

    jams contradichos por las gracias autnticas (1).

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    Los ilusionados ignoran, y quieren ignorar, que el diablo puede suministrarles inspiraciones

    justas con el solo objeto de ganar su confianza, a fin de poder hacerles caer, a fin de

    cuentas, en el error; que puede decirles nueve veces la verdad para poder engaarles tantoms fcilmente la dcima vez; y que engaa ante todo a quienes esperan la confirmacin o

    el cumplimiento de las ilusiones a las que estn aferrados (2). Esto concierne tanto a las

    visiones como a las audiciones o a otro tipo de mensajes.

    Un gnero particular de gracia es el xtasis. Tambin aqu conviene distinguir entre loverdadero y lo falso, o entre lo sobrenatural y lo mrbido, e incluso lo demonaco. Una

    excepcin muy rara, al mismo tiempo que muy paradjica, es el xtasis accidental, que no

    podemos silenciar en este contexto: sucede que una persona completamente profana pasa

    por una verdadera experiencia de xtasis, sin saber por qu ni cmo; dicha experiencia esinolvidable e influye ms o menos profundamente sobre el carcter de la persona. Se trata

    de un accidente csmico cuya causa es muy lejana, es decir, que est en el destino del

    individuo, o en el karmalos mritos pasados anteterrenales, como diran los hindes y

    los budistas ; pero sera una grave ilusin ver en una tal experiencia una adquisicinespiritual de carcter consciente y activo, mientras que el sentido del acontecimiento no

    puede ser ms que una llamada a una va autntica en la cual se empezar a partir de cero;quaerite et invenietis.

    Nada de esto tiene relacin directa con las apariciones celestiales, pero el xtasis no deja deser una forma de ver a Dios, a travs de un velo, sea tejido de smbolos, sea hecho de luz

    inefable; el xtasis puede por lo dems coincidir con una visin, y en este caso ser la

    condicin subjetiva de un modo de percepcin objetiva sobrenatural como puede serlo el

    sueo, es decir , que ser el lugar de encuentro, ya celestial, con vistas a un contacto entrela tierra y el Cielo.

    Entre las gracias reales o aparentes se encuentran igualmente los poderes, por ejemplo decuracin, de previsin, de sugestin, de telepata, de adivinacin, de prodigios menores;

    estos poderes pueden, sin duda, ser dones directos del Cielo, pero en tal caso dependen de

    un grado de santidad, si no son simplemente naturales, aunque raros y extraordinarios.Ahora bien, segn la opinin de todas las autoridades espirituales, conviene desconfiar y no

    prestarles atencin, tanto ms cuanto que el diablo puede entremezclarse y tiene incluso

    inters en hacerlo. Los poderes gratuitos, si a priori pueden ser indicios de una eleccin por

    parte de Dios, pueden causar la perdicin de los que se apegan a ellos en detrimento de laascesis purgativa que exige toda espiritualidad; muchos herejes o falsos maestros han

    comenzado por ser vctimas de algn poder del que la naturaleza los haba dotado. Para el

    verdadero espiritual, el poder se presenta en principio como una tentacin no como un

    favor; no se detendr en l, y ello por la simple razn de que ningn santo har un axiomade su santidad. El hombre no dispone de las medidas de Dios

    salvo de una manera

    abstracta o por una gracia perteneciente a una dignidad ya proftica, porque nadie puede

    ser juez y parte en su propia causa.

    Es pues evidente que los poderes pueden ser tan aleatorios como las visiones, y tan

    autnticos como stas, segn la predisposicin del hombre y la voluntad de Dios. El criteriodel poder sobrenatural est en el carcter del hombre, y la nobleza del carcter es al mismo

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    tiempo, y esencialmente, uno de los criterios de la santidad; lo que equivale a decir que los

    poderes no pueden ser por s solos criterios de eleccin espiritual (3).

    Segn un principio bien conocido, los ngeles hablan siempre el lenguaje doctrinal o

    mstico de aqullos a quienes se dirigen, si este lenguaje es intrnsecamente ortodoxo: ahora

    bien, hay dos elementos de contradiccin posible, a saber, las diferencias de religin y lasdiferencias de nivel. Por consiguiente, un ser celestial puede manifestarse en funcin, no

    solamente de una determinada religin o confesin, sino tambin de un determinado gradode universalidad; y de la misma manera que el esoterismo por una parte prolonga y por otra

    contradice al exoterismorefirindose la primera actitud a la verdad salvadora y la segunda

    al formalismo limitativo, de la misma manera las manifestaciones celestiales pueden en

    principio contradecirse en el marco de una misma religin, segn den cuenta de estecosmos particular o, por el contrario, de la Verdad una y universal.

    Dicho esto, es importante saber que los portavoces del cielo no dan nunca lecciones deerudicin universalista; en un clima semtico, no hablarn nunca ni de Vednta ni deZen,

    como tampoco hablarn de mstica espaola o de hesicasmo en un clima hind o budista.

    Pero no hay nada de anormal, repetimos, en que el Cielo favorezca mediante signossobrenaturales tal o cual perspectiva espiritual a la vez que favorece de la misma manera tal

    o cual otra que la supera, si las dos perspectivas son intrnsecamente legtimas y aunque se

    siten ambas en el mismo cosmos religioso.

    La cuestin de la aparicin de un hombre deificado de unAvatra, si se quiere- evoca otro

    problema: el de la diferencia entre un ensueo y un sueo ordinario. Los seres celestiales semanifiestan siempre en los ensueos no en los sueos, lo que no significa que toda

    aparicin celestial en un sueo sea diablica, puesto que puede ser simplemente natural, de

    la misma manera que podemos soar con una cosa cualquiera que nos preocupa y de la

    misma manera, tambin, que podemos soar inocentemente con un santo, sin que laausencia de una causa sobrenatural implique una causa malfica. El caso es completamente

    diferente cuando la aparicin es contradictoria en s misma, o cuando el contexto es

    disonante, porque entonces se mezcla con la causa simplemente natural un elementosatnico, a menos que ste sea la causa propiamente dicha del engao; si ello es as, el

    sueo puede incluso presentar la apariencia de un ensueo, pero su contenido revelar

    precisamente su procedencia.

    Contrariamente a lo que ocurre en los sueos, los ensueos son absolutamente homogneos

    y de una precisin cristalina; al despertar dejan una impresin de frescor, de luminosidad,

    de dicha, a menos que su contenido sea divinamente amenazante, y no consolador oanimador como sucede la mayora de las veces. Conforme a su carcter sobrenatural, los

    ensueos son ms o menos raros, porque el Cielo no es prolijo y tampoco hay razones para

    que el hombre reciba frecuencia mensajes celestiales (4.)

    Aqu se imponen algunas consideraciones sobre la relacin entre estado de sueo y el

    estado de vigilia, porque algunos pondrn duda que la visin del sueo concierna al ego delestado de vigilia. Ciertos vedantistas modernos sostienen en efecto que los dos estados de

    que se trata no tienen ninguna relacin el uno con el otro, que el ego del sueo no es

    enteramente el ego de la vigilia, que los dos sistemas constituyen sistemas cerrados y que

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    resulta abusivo tomar la conciencia despierta como punto de referencia en relacin con la

    conciencia onrica (5); y que, por consiguiente, sta no es en modo alguno inferior o menos

    real que aqulla (6).

    Esta opinin extravagante y pseudometafsica se contradice, en primer lugar, por el hecho

    de que, al despertarnos, nos acordamos de nuestro sueo y no del sueo de otra persona; ensegundo lugar, por el hecho de que el carcter inconsistente y fluido de los sueos por una

    parte prueba su subjetividad, su pasividad y su accidentalidad; en tercer lugar, por el hechode que podemos darnos perfectamente cuenta, en el sueo, de que soamos y de que somos

    nosotros quienes soamos y no otra persona. La prueba de esto es que ocurre que nos

    despertamos por nuestra propia voluntad cuando el desarrollo del sueo nos inquieta; por el

    contrario, a nadie se le ocurrir hacer un esfuerzo para salir del estado de vigilia pordesagradable que sea la situacinpara despertarse en un estado paradisaco en que uno se

    persuadira de que ha salido de un accidente de la imaginacin personal, mientras que en

    realidad el mundo terrenal contina siendo lo que es. El universo es una especie de ilusin

    en relacin con el Principio, ciertamente, pero en el plano de la relatividad el mundoobjetivo no es una ilusin en relacin con una determinada subjetividad (7).

    He aqu que un ngel del Seor se le apareci en sueos diciendo: Jos, hijo de David, no

    temas recibir en tu casa a Mara. .. Despierto de su sueo, Jos hizo lo que el ngel del

    Seor le haba mandado. E igualmente: He aqu que un ngel del Seor se le apareci

    en sueos a Jos, diciendo: levntate, toma al nio ya su madre y huye a Egipto. ..El, pues,

    se levant, tom al nio ya su madre durante la noche y huy a Egipto . Estos pasajes del

    Evangelio muestran con toda claridad la continuidad de por s evidenteentre el estado de

    sueo y el de vigilia o entre el ego del durmiente y el ego del hombre despierto; que aqu setrate de un ensueo, luego de un fenmeno intrnsecamente objetivo, y no de un simple

    sueo, no quita nada al argumento, desde el momento en que el marco del fenmeno es la

    conciencia onrica y no la con- ciencia despierta. El ngel, en lugar de hacerse fsicamentevisible, se introduce, por decirlo as, en la sustancia psquica del durmiente; esto esprecisamente lo que caracteriza a los ensueos, que combinan de este modo un fenmeno

    objetivo con un estado de conciencia eminentemente subjetivo, es decir, separado del

    mundo externo (8); lo real objetivo se introduce aqu en el mundo del sueo, bien sin velo,bien adoptando un simbolismo.

    La cuestin de saber qu detalle es contrario a la autenticidad de una aparicin celestialdepende, bien de la naturaleza de las cosas, bien de determinada perspectiva religiosa o de

    determinado nivel de esa perspectiva. Es decir, que hay elementos que por s mismos, y

    desde cualquier punto de vista religioso o espiritual, son incompatibles con las apariencias

    celestiales, mientras que hay otros que lo son en el marco de talo cual perspectiva o desdetalo cual punto de vista espiritual; por ejemplo, segn la criteriologa catlica, la desnudez

    total est excluida para los mensajeros del Cielo (9), mientras que en el hinduismo tiene un

    carcter, bien indiferente, bien positivo. La razn de la actitud catlica es que el Cielo nopuede querer ni excitar la concupiscencia ni atentar contra el pudor aunque hay, incluso en

    el ambiente cristiano, un cierto margenmientras que la actitud hind se explica por el

    carcter sacral de la desnudez, fundada en el teomorfismo del cuerpo, luego en ciertamedida en su humana divinidad ; la transparencia metafsica compensa aqu la

    ambigedad carnal, la cual es por otra parte considerada, tanto por los hindes como por los

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    musulmanes, como algo natural y no pecaminoso(10). En cuanto a las disonancias

    intrnsecas incompatibles con una manifestacin celestial, estn primeramente y con toda

    evidencialos elementos de fealdad y los detalles grotescos, y esto no solamente en laforma de la aparicin, sino tambin en sus movimientos e incluso simplemente en el

    ambiente; estn despus los discursos desde el doble punto de vista del contenido y del

    estilo, porque el Cielo no miente ni parlotea (11). Dios es bello y ama la belleza dijo elProfeta; al amar la belleza, Dios ama igualmente la dignidad, El, que combina la belleza

    (jaml) con la majestad (jall). Dios es amor, y el amor excluye, si no la santa clera, al

    menos ciertamente la fealdad y la mezquindad.

    Un criterio decisivo de autenticidad es, sobre la base de los criterios extrnsecos necesarios,

    la eficacia espiritual o milagrosa de la aparicin: si de la visin no resulta nadaespiritualmente positivo, es dudosa en la misma medida en que el visionario es imperfecto,

    sin ser forzosamente falsa aun en este caso, porque los motivos del Cielo pueden escapar a

    los hombres; si, por el contrario, el visionario extrae de la visin una gracia permanente

    hasta el punto de hacerse mejor (12), o si la visin es fuente de milagros sin ir acompaadade ninguna disonancia, no hay duda de que se trata de una verdadera visin celestial. Afructibus eorum cognoscetis eos.

    Nuestra actitud con respecto a las manifestaciones celestiales depende sobre todo de nuestra

    comprensin de la relacin entre la trascendencia y la inmanencia, y tambin entre lanecesidad y la contingencia, lo que nos lleva al misterio del Velo. Por una parte, al percibir

    el signo celestial, no debemos perder de vista que, aun siendo luminoso, es un velo; por otra

    parte, sabiendo que es un velo, no debemos olvidar, a fortiori, que su razn de ser es una

    transmisin de verdad y de presencia, y que en este aspecto el signo est comotransubstanciado, que l mismo es pues verdad y presencia. Por una parte, la Virgen

    personifica y manifiesta la Misericordia de Dios; por otra, la divina Misericordia se

    personifica en la Virgen y se manifiesta a travs de ella; no en el sentido de que todofenmeno positivo manifiesta necesariamente a Dios porque en realidad no hay ms que El,sino en el sentido de que Dios se manifiesta de una manera eminentemente directa en

    medio de sus manifestaciones indirectas u ordinarias, las cuales proceden de lo natural y no

    de lo sobrenatural.

    Percibiendo el smbolo o el soporte, se puede ver a Dios, sea despus, sea antes de la forma:

    despus, porque la forma evoca a Dios; antes, porque Dios se ha hecho forma. El misteriodel Velo es todo el misterio de la hipstasis, y es por lo mismo el de la teofana.

    NOTAS

    1.- En el mismo orden de ideas est el problema de la cuestin planteada ritualmente a

    Dios, el istikhrah de los musulmanes. Para que este procedimiento sea vlido, es precisoque la intencin sea pura y, despus, que la interpretacin sea justa, lo que depende de

    varias condiciones tanto subjetivas como objetivas. Por ejemplo, no se puede preguntar al

    Cielo si tal dogma es verdadero, o si el maestro espiritual tiene razn o no, porque en estoscasos se tratara de actitudes ya de incredulidad, ya de insubordinacin, en contradiccin

    con el principio credo ut intelligam, que se aplica precisamente en casos semejantes.

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    2.- El origen satnico de un mensaje es indiferente cuando resulta beneficioso, pero el

    diablo no dar un mensaje semejante ms que a aqullos a quienes cree poder engaar

    despus, sin lo cual no tendra ningn inters en hacerlo, por decir lo menos. Recordemosigualmente, en este contexto general, que, segn mximas antiguas bien conocidas, la

    hereja reside en la voluntad y no en la inteligencia, y equivocarse es humano, pero

    perseverar en el error es diablico.

    3.- Los dos pilares del carcter virtuoso son la humildad y la caridad; podramos decirtambin la paciencia y la generosidad o el desapeg y la bondad. dad. Segn el testimonio

    de un santo, el diablo habra dicho que l lo puede todo salvo humillarse. Se sobreentiende:

    todo lo que es exterior, porque lo interior es precisamente la humildad o la sinceridad.

    4.- Hay que hacer una excepcin para el mensaje-ro, que toma la forma de un dilogo

    habitual entre la personalidad celestial y el alma privilegiada, como fue el caso de la

    hermana Consolata; pero entonces no hay ms que discurso interior y no aparicin visible.

    5.-

    Como Kant, un Siddheswarananda parece creer que sus propias experiencias limitan lasde los otros.

    6.- Algunos han llegado hasta a pretender que el sueo es superior a la vigilia, puesto queincluye posibilidades que el mundo fsico excluye, como si estas posibilidades no fueran

    puramente pasivas, y como si la realidad objetiva, y decisiva, del estado de vigilia no

    compensara infinitamente la posibilidad onrica de elevarse por los aires; o an, como si no

    se pudiera soar igualmente que uno est privado de movimiento.

    7.- Shankarchrya, tan mal interpretado por algunos, no piensa de otra forma cuando

    especifica, en sus comentarios de los Vedanta-Sutras, que el mundo que pertenece alestado intermedio (el sueo) no es real en el mismo sentido en que lo es el mundo hecho de

    ter y de otros elementos; igualmente declara que las visiones de un sueo son actos de

    recuerdo, mientras que las visiones del estado de vigilia son estados de concienciainmediata (de percepcin); y la distincin entre el recuerdo y la conciencia inmediata estreconocida por todo el mundo como fundada en la ausencia o la presencia del objeto. Y,

    por ltimo: Esta fluctuacin (del sueo), que slo se funda en las impresiones mentales(vsan), no es real. Por supuesto, todo esto concierne a los sueos ordinarios, no a losensueos, cuya realidad objetiva es evidente, dada su causa sobrenatural.

    8.- Es cierto que todo conocimiento, conciencia o percepcin es subjetivo por definicin,

    pero es la causa objetiva directa, no el fenmeno subjetivo como tal, lo que cuenta cuando

    se trata de distinguir una experiencia real de una experiencia imaginaria.

    9.- Para las mujeres probablemente incluso la desnudez parcial, exceptuados los casos de lalactatio, como lo indica la visin de San Bernardo y como lo muestran ciertos iconos.

    10.- Se objetar sin duda que lo mismo ocurre entre los cristianos, lo que es cierto en teora,

    pero no en la prctica, dado que el sentimiento colectivo no siempre est al nivel de losdistingos teolgicos. La opinin de los modernistas no guarda relacin alguna con la

    sensibilidad cristiana autntica.

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    11.- Lo que deja fuera a toda una serie de apariciones o de mensajes de los que se oye

    hablar en esta segunda mitad del siglo XX.

    12.- Ya sea que modifique su comportamiento habitual, o que cambie su carcter, siendo el

    primer resultado extrnseco y el segundo intrnseco; por lo dems, el uno no va en absoluto

    sin el otro.

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