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Estudios de la Cultura. Septiembre 2015- Febrero 2016 Sociología, Ciclo VII Interciclo Noviembre 2015 Nombre y apellidos : Ruth Esneda Vélez Resumen Los Estudios de la Cultura son una rama de los estudios sociales que favorecen los procesos de cambio, sin embargo puede suceder que contengan una serie de contradicciones que no favorezcan reconocer las esencialidades y sobrepongan los sesgos propios de cada persona y cada contexto. El auto-cuestionamiento y una toma de conciencia de la posición personal con respecto al resto y sobre sí mismoes imprescindible para una comprensión profunda y no una mera crítica. Es así que en el siguiente ensayo lo que se busca es favorecer ese auto-escrute. Palabras clave Cultura – Latinoamérica – Autocrítica - Decolonialidad Pensamiento latinoamericano y pensamiento decolonial La cultura es una parte esencial de nuestra humanidad, y aunque ésta es cambiante, mantiene algunas singularidades propias de los distintos contextos, es decir la cultura va conformando ciertas identidades generalizables a ciertos grupos poblacionales. Sin embargo se puede aludir también que la cultura es una camisa de fuerza que puede coartar la libertad o una imposición de que no le permite desarrollarse al individuo. Todas estas perspectivas y otras más son abordadas desde los mismos estudios de la cultura, y el pensamiento latinoamericano, también ha tratado ampliamente esta temática. El siguiente ensayo no pretende dar conclusiones sobre los estudios culturales y sus implicaciones, sin embargo lo que sí aspira es cuestionar los estudios de la cultura, en un sentido que nos permita posicionarnos en lo que parece algunas veces ser una batalla campal sobre las posiciones frente a estos estudios. Así, resulta importante empezar reconociendo que estos

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Estudios de la cultura en LA, primacía de la visión de occidente sobre el pensamiento latinoamericano

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Page 1: Crítica a Los Estudios de La Cultura LA

Estudios de la Cultura.Septiembre 2015- Febrero 2016

Sociología, Ciclo VIIInterciclo Noviembre 2015

Nombre y apellidos: Ruth Esneda Vélez

Resumen

Los Estudios de la Cultura son una rama de los estudios sociales que favorecen los procesos de cambio, sin embargo puede suceder que contengan una serie de contradicciones que no favorezcan reconocer las esencialidades y sobrepongan los sesgos propios de cada persona y cada contexto. El auto-cuestionamiento y una toma de conciencia de la posición personal con respecto al resto y sobre sí mismoes imprescindible para una comprensión profunda y no una mera crítica. Es así que en el siguiente ensayo lo que se busca es favorecer ese auto-escrute.

Palabras clave

Cultura – Latinoamérica – Autocrítica - Decolonialidad

Pensamiento latinoamericano y pensamiento decolonial

La cultura es una parte esencial de nuestra humanidad, y aunque ésta es cambiante, mantiene algunas singularidades propias de los distintos contextos, es decir la cultura va conformando ciertas identidades generalizables a ciertos grupos poblacionales. Sin embargo se puede aludir también que la cultura es una camisa de fuerza que puede coartar la libertad o una imposición de que no le permite desarrollarse al individuo. Todas estas perspectivas y otras más son abordadas desde los mismos estudios de la cultura, y el pensamiento latinoamericano, también ha tratado ampliamente esta temática. El siguiente ensayo no pretende dar conclusiones sobre los estudios culturales y sus implicaciones, sin embargo lo que sí aspira es cuestionar los estudios de la cultura, en un sentido que nos permita posicionarnos en lo que parece algunas veces ser una batalla campal sobre las posiciones frente a estos estudios. Así, resulta importante empezar reconociendo que estos estudios y teorizaciones provienen desde la academia, por lo que también quiero incluir una autocrítica y cuestionamientos a los intelectuales y académicos.

Primero es importante aclarar un concepto como es el de cultura y tomando el concepto de Dittmer se plantea que “la cultura no es una mera suma de elementos culturales particulares - es decir objetos del complejo de civilización, formas de asociación, mundo de creencias, creaciones del arte, etc. – sino que es, podríamos decir, un organismo vivo e íntegro cuyos miembros están relacionados entre sí en un nexo funcional. Cualquier alteración de uno de ellos repercute en la totalidad”(s/f), se ha tomado éste concepto, ya que contempla el cambio, así como las alteraciones. De acuerdo a este concepto la cultura por ende en cambiante, y las alteraciones son parte nata de estas, por lo que a cada contacto de una cultura con otras es muy probable que vaya difuminándose y pierda sus límites antes distinguibles; por lo que resulta algunas veces hasta

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absurdo, hablar de culturas autóctonas o propias no matizadas, y es muy probable que en Latinoamérica se esté recurriendo a americanismos para vislumbrar los límites.

Latinoamérica en los últimos tiempos ha optado por replantear las cuestiones culturales y de identidad, lo cual resulta reivindicativo, más que todo desde los pueblos ancestrales del territorio, pero una cuestión ambigua podría darse, ya que se quieren reivindicar cuestiones que ya han perdido continuidad, lo que puede ser un quiebre con lo que comprende la verdadera práctica, que a la final puede estar entremezclada con la realidad, y desembocar en un mero folclorismo, lo que a la final iría degradando la propuesta, desde mi punto de vista.

¿Cuándo podemos distinguir que algo es propio de nuestra identidad, o no lo es? Nuestra identidad la ligamos a nuestro contexto y tal vez lo que compartimos con los que nos rodean forma parte de aquellos rasgos que nos permiten identificarnos como una u otra cultura, aunque ésta no necesariamente nos encasilla y podemos identificarnos con varias, como cuestión propia de la modernidad y que también se refleja en Latinoamérica.

Latinoamérica goza de una gran variedad de culturas que se han ido clasificando, ¿de acuerdo a qué?, de acuerdo al origen étnico básicamente, pero ésta clasificación no ha sido una herramienta de inclusión y aceptación al otro, sino ha sido para categorizar y limitar al otro, es por ello que encontramos hasta en nuestro uso del lenguaje términos ligados a ciertos grupos étnicos a modo de insulto o agresión verbal. Esto nos pone frente a una realidad que no responde a las grandes teorizaciones igualitarias que se limitan a los grupos intelectuales y activistas, que gozan de un conocimiento más profundo y “superior” que el resto, y libre de las ataduras mentales arrastradas del sistema. Valga recalcar que esta sección de autocrítica está ligada a mi percepción y no hay razón por la que alguien deba estar de acuerdo con lo que planteo.

Se ha dado una preocupación desde la intelectualidad mundial, y básicamente latinoamericana, por la situación de algunos grupos étnicos y se han promovido ciertas concepciones surgidas desde éstos, en la plataforma mundial como propuestas alternativas al modelo social en el que vivimos, sin embargo al “exportarlas” podría decirse que se descontextualizan y se vuelven otra mercancía más en el mercado, en libros, conferencias u otros medios, ¿se pueden vivir las mismas experiencias de un contexto en otro, completamente diferente?. Un ejemplo de esto podría ser la concepción de Buen Vivir desde los pueblos originarios, que de pueblo a pueblo, ya difiera, entonces, en principio ya no se puede hablar de un Buen Vivir, sino de varios buenos vivires, así también estos buenos vivires difieren con ciertas concepciones que se han ido arraigando en visiones de occidente, y difieren también de la práctica misma, porque a la final quienes han promovido ésta percepción son las partes “politizadas” de los pueblos indígenas; con esto no pretendo hacer una generalización, porque pueden haber partes que contengan una práctica y discurso coherente e integrado a todos los miembros de la sociedad. ¿Se podría decir que estamos acomodando un discurso propio de un contexto a otro? ¿Se puede hacer? Son dos preguntas que considero indispensable responder si queremos reconocer el papel que juega el componente cultural, a la final una práctica de otro pueblo no es un recetario, es producto de una vivencia, pero ¿cuál es el valor de esas vivencias?, tal vez esta pregunta se responda fácil: la que le conceda

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el mercado. Y con el mercado surgen una serie de cuestionamientos en pos de las reivindicaciones, y que han tenido a la mujer en el centro de éstas, ¿los estudios ven a las mujeres cómo ellas mismas se ven?

La intelectualidad ha procurado difundir de todas las maneras posibles en pos de la liberación de la “mujer” una serie de teorizaciones que “visibilizan la situación de vulnerabilidad de la mujer”, con ello surgen otros cuestionamientos ¿Se puede ver a la mujer de la misma manera en los países del norte que en los países del sur? ¿Se puede ver a la mujer de la misma manera desde los mestizos que de los pueblos indígenas? ¿Se puede ver a la mujer de la misma manera desde un pueblo cañari que desde un pueblo shuar?, y las preguntas podrían ser planteadas de la misma forma cambiando el termino mujer por hombre.

Y es que en nuestros entornos hemos ido arraigando la idea de patriarcado, como término simbólico con una significación generalizable a todos los contextos, yendo en detrimento de las propias comprensiones de las personas de su grupo social, con el fin de “visibilizarlas”; no por ello estoy justificando prácticas que atenten contra el otro género, sin embargo es indispensable analizar lo que se va realizando desde los dos sentidos, para no caer en totalitarismo ideológicos, que es lo que muy probablemente sucede cuando encontramos grupos humanos con “prácticas sexuales ancestrales”. Preferiría no profundizar más en este punto, ya que la idea es cuestionarnos y analizar qué es lo que buscamos realmente desde los estudios de la cultura, que es un campo que por su connotación difiere de la antropología. Para aclarar ésta diferenciación, es necesario reconocer que se entiende por Estudios de la Cultura o Estudios Culturales (como también se le conoce)y lo que se entiende por Antropología; de acuerdo a Lawrence Grossberg, quien ofrece un amplio y completo concepto de los Estudios de la Cultura, plantea:

Los estudios culturales describen cómo las vidas cotidianas de las personas están articuladas por la cultura y con ella. Investiga cómo las estructuras y fuerzas particulares que organizan sus vidas cotidianas de maneras contradictorias empoderan o desempoderan a las personas, y cómo se articulan sus vidas (cotidianas) a las trayectorias del poder político y económico y a través de ellas. Los estudios culturales exploran las posibilidades históricas de transformación de las realidades vividas por las personas y las relaciones de poder en las que se construyen dichas realidades, en cuanto reafirma la contribución vital del trabajo intelectual a la imaginación y realización de tales posibilidades. Los estudios culturales se ocupan del papel de las prácticas culturales en la construcción de los contextos de la vida humana como configuraciones de poder, de cómo las relaciones de poder son estructuradas por las prácticas discursivas que constituyen el mundo vivido como humano. Tratan de usar los mejores recursos intelectuales disponibles para lograr una mejor comprensión de las relaciones de poder (como el estado de juego y equilibrio en un campo de fuerzas) en un contexto particular, creyendo que tal conocimiento dará a las personas más posibilidades de cambiar el contexto y, por ende, las relaciones de poder. Es decir, buscan entender no sólo las organizaciones del poder, sino también las posibilidades de supervivencia, lucha, resistencia y cambio. Dan por sentada la

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contestación, no como realidad en cada instancia, sino como presuposición necesaria para la existencia del trabajo crítico, la oposición política e incluso el cambio histórico. (2009)

Mientras que la Antropología “se ocupa de la descripción y análisis de las culturas —las tradiciones socialmente aprendidas— del pasado y del presente. Tiene una subdisciplina, la etnografía, que se consagra a la descripción sistemática de culturas contemporáneas” (Harris, Revuelta, & Velasco,1998), por lo que es una rama de estudios bastante descriptiva y no injerencial como parece serlo los Estudios de la Cultura.

Y con estos dos conceptos se puede realizar una crítica en cierto grado contestataria en lo que han sido los estudios de la cultura, lo primero sería cuestionarnos de dónde surgen los estudios de la cultura, en qué condiciones se dan, así como los contextos. Y es que los estudios de la cultura surgen en las sociedades de occidente (Inglaterra y Estados Unidos); ¿podemos hablar de estudios culturales latinoamericanos desde una perspectiva propia? ¿o están enmarcados dentro la visión de los estudios culturales de occidente?, es válido reconocer desde donde realizamos los planteamientos para cuestionar las culturas, con lo que se debe considerar los fuertes sesgos que se dan hoy en día por los teóricos de occidente, cuestión que ni la de(s)colonialidad en todo su discurso ha podido ahondar, y es que se habla de “La descolonización del imaginario y la desuniversalización de las formas coloniales del saber” que son “condiciones de toda transformación democrática radical de estas sociedades “(Lander, 2001), una primera crítica válida sería comprender ¿qué elementos se embarcan en la colonialidad? a la final cuestiones como los estudios académico- formales son productos del coloniaje, las estructuras gubernamentales, los sistemas de salud, el uso y manejo de tecnologías, los medios de comunicación entre varias cosas más, con todo ello, ¿es factible desprendernos de todos estos factores que ejercen “presión colonial” en nuestro entorno? Se puede responder concretamente sí o no, o tal vez matizarlo un poco con una serie de argumentos que pueden ser válidos.

La decolonialidad ha sido un gran aporte al pensamiento latinoamericano, sin embargo no ha calado mayormente ni en el mismo entorno académico, menos aún en la sociedad, y esto es muy probablemente una cuestión harto extendida ya que es más fácil la identificación de nuestras sociedades con las sociedades de occidente, que son más genéricas, que con nuestras sociedades nativas que poseen mayores rasgos identitarios, lo que no favorece procesos de decolonialidad, sino que más bien perpetua lo que se comprende como colonialidad.

Con todo esto, puede surgirnos una serie de cuestionamientos que parezcan no cesar, aunque éstos pueden ser la vía para tomar una autoconciencia y distinguir que es lo que entendemos por cultura, y qué es lo que queremos entender por la misma. Toda tarea que exija el auto-cuestionamiento no resulta fácil ya que implica desacomodarnos, requiere que nos adentremos en nuestras prácticas y las cuestionemos, y aunque los estudios culturales (como todo en este mundo) poseen su sesgo, puede ser una herramienta que favorezca a los cambios y conservaciones necesarios que no continúen difundiendo lo genérico, sino que promuevan las “diferencias inclusivas”.

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BibliografíaGrossberg, L. (Enero-Junio de 2009). El corazón de los estudios culturales:. Obtenido de Revista

Tabula Rasa: http://www.revistatabularasa.org/numero-10/01grosberg.pdf

Harris, M., Revuelta, V., & Velasco, H. (1998). Antropología cultural. Alianza Editorial.

Lander, E. (2001). Pensamiento crítico latinoamericano: la impugnación del eurocentrismo. Revista de Sociología.