Crónica Música Indígena Plan Nacional PNMC 2014

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Un trozo de pirarucú con sabor a CarimbóLa ventana del hotel daba a la piscina y mientras el sol pegaba contra los cristales, desde allí observaba un par de turistas acostados sobre sus reposeras en medio del ambiente sofocante, lleno de quietud. Era la habitación que me habían dado en el hotel Yuruparí de Leticia, y hacía cinco minutos se había ido la camarera después de una cortés bienvenida al Amazonas, mientras me entregaba un gran llavero de madera, esculpido en forma de armadillo en alusión al mundial de futbol, que ya llegaba a su fin en territorio brasilero.

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  • Texto por Jhon Moreno, a propsito de los viajes por el Amazonas y la experiencia con los indgenas de la comunidad Tikuna en Junio de 2014. [email protected] Pgina 1

    Un trozo de pirarucu con sabor a Carimbo I

    La ventana del hotel daba a la piscina y mientras el sol pegaba contra los cristales, desde all observaba un par de turistas acostados sobre sus reposeras en medio del ambiente sofocante, lleno de quietud. Era la habitacin que me haban dado en el hotel Yurupar de Leticia, y haca cinco minutos se haba ido la camarera despus de una corts bienvenida al Amazonas, mientras me entregaba un gran llavero de madera, esculpido en forma de armadillo en alusin al mundial de futbol, que ya llegaba a su fin en territorio brasilero.

    De repente observ mi equipaje, y pens que tal vez muchas de las cosas que haba trado se devolveran dentro de cinco das a Bogot sin ser usadas. Tantos viajes y an no consigo afinar el equipaje ideal, ese que solo algunas personas logran llevar en una pequea valijita, y que uno observa aterrado porque all entra todo, absolutamente todo lo necesario, y hasta algunos pequeos lujos, pens. Era justo medio da y para completar, mientras observaba a un hombre que se haba lanzado a nadar plcidamente en la piscina, record que entre las innumerables cosas intiles que haba en mi mochila, no estaba mi pantaloneta de bao, me sent entonces doblemente estpido, di media vuelta, encend el aire acondicionado, me tir sobre la cama y cerr los ojos durante varios minutos.

    Atardecer en Puerto Nario

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    Media hora despus nos encontrbamos en el hall del hotel para ir en busca de un restaurante con el objetivo de probar, en mi caso por primera vez, el plato ms codiciado de la Amazona; se trata de una gran pez llamado piraruc. Es tal su poder simblico que el festival de msica popular ms importante de la ciudad se llama El Piraruc de Oro, y se celebra en el mes de noviembre. lvaro y yo habamos sido afortunados en este viaje porque estbamos con Antonio, no solo su fundador, sino un profundo conocedor de toda la cultura y la sociedad artstica de la ciudad. A l lo habamos conocido de forma personal en la oficina de la fundacin que lvaro dirige, haca aproximadamente un mes, cuando empezbamos a programar el encuentro regional de escuelas tradicionales de msica del trapecio amaznico. Al salir del hotel el viento empez a refrescar; segn me haba dicho un tipo con el que haba entablado una conversacin casual en la recepcin, por esa poca llegaban las heladas del Brasil y, a veces increblemente, se registraban temperaturas de hasta doce grados centgrados, haciendo que en plena selva tropical la gente vistiese chaquetas de clima frio y hasta algunos abrigos delgados.

    El restaurante de estilo rustico con un porche grande rodeado por barandas de madera cruda, daba la bienvenida y haca del sitio un lugar acogedor. Nos ubicamos justo en la entrada, del lado izquierdo, en las mesas del porche. Un sistema de cuerdas curiosamente intercomunicado, llegaba a cada mesa, terminando en un pequeo mango de madera con forma de pez. Todo el sistema conflua en la parte de arriba en una sola cuerda que daba a una campana que al sonar, avisaba a los camareros que una de las mesas de afuera estaba llamando. El lugar estaba adornado con objetos de la selva y el ro, en rplicas de madera tamao natural; pintados de manera exageradamente colorida haba boas gigantes, tigrillos, armadillos, morrocoyes, tortugas terecay, guacamayas, pericos, dantas, delfines rosados, diversidad de aves, micos, y por supuesto, un gigantesco piraruc que, acostado sobre una base slida de madera, miraba desdeosamente haca la calle polvorienta e infestada de motos, desde el fondo del recinto.

    Desde que entramos me llam la atencin una rubia alta y acuerpada, vestida de forma escandalosa, que nos miraba de manera extraa; pero no me llam la atencin porque me pareciese particularmente atractiva, sino porque nunca pude saber, durante las dos horas que estuvimos, si se trataba de una mujer o de un travesti. Tan pronto la vio, lvaro me toc el hombro y me dijo con picarda al odo Usted qu dice es guabina o es bagre?, Mano, yo creo que es un bagre que quiso ser guabina pero le qued grande el proyecto, respond yo, y no remos

    Embarcacin con hamaca

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    a carcajadas, ya sin mirarla/o. lvaro y yo naturalmente comimos piraruc, Antonio por su parte opt por una cecina de cerdo ahumado, acompaada de un extrao bollo de pltano verde sofrito y una ensalada. Mi plato fue el ms extrao, desde el momento en que entramos yo lo haba visto porque justamente lo estaba comiendo la rubia extraa, y me pareci muy llamativo por estar hecho al horno y envuelto en hojas de pltano, sin lugar a dudas, una extica delicia de la selva, increble.

    Ruta del Vikingo

    Durante el almuerzo Antonio no dej de saludar gente que pasaba por la calle o que entraba al restaurante, haca tiempo no iba a Leticia y conoca quizs a la mitad del pueblo. Alguien que se acerc a saludarlo result ser su hermano. Se trataba de un tipo de un metro noventa, de unos sesenta aos, quemado por el sol de ms de medio siglo, con el aspecto de un gladiador rubio y canoso, de ojos verdes, imponente, lo reconocan como El vikingo. Su apodo se lo haba ganado a pulso, o para ser ms exacto, a pulso y falo, porque cuando tena treinta aos y navegaba por el Amazonas como capitn de un yate desde Manaos en Brasil hasta Caballococha en el Per, haba estado con todas las mujeres que vivan en la rivera, y no respetaba que estuviesen casadas o comprometidas, se dice que fue el verdugo de todas las virginidades que maduraron en aquellos aos en toda la rivera, muy al estilo de los antepasados nrdicos, familiares de su apodo. Durante ese tiempo, segn decan, no hubo una mujer que no cayese rendida ante el poder de seduccin de aquel hombre, pues no solo se trataba de un gran navegante, sino de un perfecto semental y gran bebedor.

    Durante el almuerzo sazon el piraruc con una seleccin de historias sobre las ms de tres mil mujeres que pasaron por sus manos, reciban de su parte todo tipo de apodos como la bella y dulce virgo bonito, o la sensual, irresistible pero decepcionante panduro. Yo lo vea emocionado, no por las historias en s sino por las expresiones de su rostro al hablar. Pareca que volviera nuevamente a sonsacarlas por la noche de sus casas, como si se tratase de un botn, llevndolas a

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    lo espeso de la selva, o a la orilla del ro para devolverlas nuevamente a sus casas, con la honra mancillada y una sonrisa de picarda esbozada levemente. Me acord entonces de las historias que me contaba una chica islandesa con quien yo sala aos atrs. Segn ella, sus antepasados cada tanto asaltaban el norte del imperio britnico matando los hombres, robando los tesoros, y llevndose las mujeres ms lindas cargadas en los hombros, para subirlas a sus barcos, y hacerlas sus esposas o esclavas, razn por la cual hoy da los vikingos aseguran que en todo el imperio britnico no hay una sola mujer hermosa, porque todas se las llevaron ellos durante aquellas cruzadas. El vikingo era, a pesar de todo, gran tipo, un verdadero navegante de esos que uno se imaginaba de nio cuando lea historias de piratas como La Isla del Tesoro, gente dispuesta a todo por vivir una aventura, gente que habla y te hace viajar con sus palabras porque ellas tienen el poder de lo vivido.

    Estaba terminando mi segundo vaso de jugo de copoaz, luego de haber dado buena cuenta del piraruc pareciera que all los nombres de las cosas estuviesen dispuestos desde el comienzo de la historia, para la rima, la poesa y la msica cuando vi pasar un grupo de msicos caminando por la calle, una chica y dos chicos; el de rulos se me hizo conocido, me record a un amigo de la poca de la universidad y, sin mucha esperanza grit su nombre, Javi se volte enseguida y corri hacia donde yo estaba. Nos habamos visto por ltima vez haca cuatro aos, la despedida haba sido en medio de botellas de tinto en mi departamento de Buenos Aires. En aquella poca l trabajaba con su acorden tocando y cantando msica colombiana durante las horas pico, en las filas de las principales paradas de los colectivos porteos, en lugares como Once o Constitucin. As haba vivi durante casi un ao en la capital portea formando parte del do Polvorita, pero en este encuentro en Leticia, not que su acorden haba desaparecido y, a cambio empuaba un cuatro llanero que tocaba integrando el grupo con un argentino guitarrista llamado Fermn y una brasilera de ascendencia afro en la percusin. El encuentro fue increble, era la ltima persona que habra esperado encontrarme, y all estaba parado frente a m, sonriente, un etngrafo de la msica latinoamericana, autor de un proyecto vivo que consiste en recorrer Latinoamrica indefinidamente, tocando con todos los msicos que crucen su camino, un tipo envidiable de muchas maneras para nosotros los inmutables, predecibles y estticos hombres de casa.

    Salimos de all, y luego de una extraa despedida, porque sabamos que no nos volveramos a ver, a menos que el destino nos quiera hacer encontrar nuevamente en otro lugar del mundo, fuimos con lvaro a contactar los msicos que invitaramos a participar del encuentro en Puerto Nario al siguiente da. Luego de un tinto al lado de la piscina y una primera entrevista con Vieira, Lugo, Vichinho y Ribeiro, los cuatro msicos aparte de Antonio, lvaro y yo, que viajaramos al amanecer a Puerto Nario, los despedimos y nos fuimos a recorrer Tabatinga. Se trata de una ciudad brasilera, debo aclarar que a Leticia y Tabatinga las pienso como una misma ciudad por cuyo centro pasa la lnea que divide a Colombia y a Brasil. Se cruza una calle y encuentra uno, en su propia nariz, un letrero que dice hito fronterizo. Del lado brasilero hay innumerables iglesias cristianas a cada cuadra, todo cambia de repente. La gente sale a trotar por las calles al caer la tarde y pareciera que hay un claro culto al cuerpo, cosa que del lado colombiano difcilmente

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    sucede porque all es ms frecuente ver grupos de personas recostadas en sus reposeras tomando cervezas heladas. Nos fuimos a un mirador del ro, y cuando cay la noche fuimos a cenar a un restaurante de Tabatinga y a tomar cerveza brasilera.

    Al amanecer del siguiente da llegamos al puerto y all estaban ya nuestros cuatro amigos. Lugo, el mayor de ellos, con ms de noventa aos, compositor de los principales temas de msica popular amazonense que sonaron desde los setentas y, que an hoy da son famosos, llevaba su guitarra y una pequea y humilde valijita, cmo puede lucir as alguien que ha hecho obras tan importantes por la cultura musical de este pas? Me pregunt en silencio, y lo salud calurosamente apretndolo en un abrazo. Los dems llevaban sus mochilas con todo lo necesario para los tres das y cuatro noches que estaramos internados en lo profundo del Amazonas, compartiendo con los indgenas de la comunidad Tikuna.

    II Al subir al yate, en el equipaje de los pasajeros que estaba en el piso sobre las tablas del puerto, vi un atad. Mi sorpresa fue impactante y notoria porque estaba marcado con el nombre de un hombre, un nombre indgena que no quise seguir viendo, porque not que dos personas estaban reparando en m actitud, y me sent de repente invadiendo un espacio de privacidad y dolor ajeno que no me corresponda. Minutos despus de haber iniciado la marcha, cruzamos la guardia riverea bordeando la isla que est frente a Leticia, para entrar a lo grueso del ro. Partimos entonces agua arriba, en direccin noroccidental a Caballococha y Puerto Nario, la seal de nuestros telfonos celulares desapareci por completo y no internamos en lo profundo del ro y la selva. Sent entonces la emocin propia de conocer un territorio totalmente nuevo, sin ningn tipo de expectativa. Iba con la mente y el corazn en blanco, preparado para lo que viniera, feliz.

    Nuestro camino a Puerto Nario

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    Los dolientes eran dos indgenas Tikuna que, silenciosos, se sentaron atrs de donde yo me haba ubicado al subir a la embarcacin y miraban, imperturbables, cmo nos alejbamos de la costa leticiana para adentrarnos en las infinitas aguas del ro, con selva peruana del lado izquierdo y selva colombiana del derecho. La sensacin de navegar en un ro de grandes proporciones es extraa, por un lado no se siente que se est navegando en un ro porque la corriente no se nota de manera evidente, y la sensacin se asemeja ms a estar navegando en un lago; de tal forma que si el piloto no conoce el ro, bien puede perderse en lo ancho del cauce.

    Los msicos que habamos convocado se ubicaron en diferentes sitios de la embarcacin. Dispuestos cerca unos de otros, se miraban entre ellos y me devolvan la mirada con una sonrisa; era evidente que estaban contentos por la aventura que estbamos empezando, y porque el plan para ellos no era algo comn. Para m claramente tampoco lo era, y me haca partcipe de esa emocin risuea, que tan fcil es en los nios cuando se sienten felices y entusiasmados por iniciar una aventura. Se haba roto la cotidianidad de una manera agradable, nos bamos todos a un viaje de tres das, con los gastos pagos, a hablar de msica, a aprender nuevas cosas, a conocer rostros impensados, a tocar con ancianos indgenas y con nios de la comunidad Tikuna, entre muchas otras cosas que pasaban fugaces por nuestras mentes llenas de paisajes, arrullados por el motor de la embarcacin.

    El yate paraba cada tanto en algn pequeo puerto cuando un pasajero lo requera. As pudimos conocer, de paso solamente, varios poblados como el puerto de la isla de Los Micos, un lugar paradisiaco. Segn dicen en la poca de Pablo Escobar esta isla fue de su propiedad. Justo bordendola, del lado peruano, pasa el lmite entre los dos pases. En la poca del gobierno de

    Uribe, este la expropi al capo para despus poder comprarla a bajo costo y poner all un lujoso hotel que ahora opera con las comodidades de un cinco estrellas, a donde llegan importantes personalidades a pasar temporadas de aventuras en medio de la selva. El puerto tiene una plataforma de madera, y arriba, sobre la tierra firme estn las edificaciones construidas al estilo local, tipo maloca, donde se da la bienvenida a los huspedes. Ms adelante, del lado colombiano, paramos en un puerto llamado La Primavera, all existe un poblado construido sobre una planicie alargada de unos dos kilmetros de extensin. En los aos ochenta, cuando perteneca a un tipo llamado Vicente Rivera, all operaba una pista de aterrizaje clandestino. Se dice que de esa pista salieron cientos de vuelos cargados de cocana perteneciente a Gonzalo Rodrguez Gacha y a Pablo Escobar, con rumbo a Europa y Estados Unidos. Tambin sirvi de centro de operaciones para los capos de otros pases, que venan a cerrar negocios en aviones cagados de dlares.

    Muchacha Tikuna en la Isla de los Micos

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    Una joven chica de origen Tikuna llamada Lai, desde que partimos del puerto de Leticia, va sentada al lado de lvaro, charlando durante todo el viaje. Lleva a su hijo de cuatro aos sobre las piernas, y cada tanto voltea el rostro hacia atrs para obsequiarnos una sonrisa de dientes blancos a Antonio y a m. Los indgenas Tikuna tienen dientes increbles, pienso, y esa chica sin estar en el canon de belleza occidental, al que estoy acostumbrado, es bella. Antonio, que es

    un tipo pesado en el trato y que segn dice de s mismo tambin tiene un prontuario de conquistas

    amorosas superior al de su hermano el vikingo, se desgaja haciendo burla con el tema de la paternidad del nio quien, cada vez ms, toma confianza con lvaro y le acaricia el rostro cada tanto dicindole cosas y regalndole sonrisas. Todos remos a carcajadas cuando le piden al pequeo que le diga pap a lvaro, y el chico lo hace ponindole una mano en el rostro, porque ve que todos se lo celebramos. La madre re y se sonroja, es joven y se intimida fcilmente.

    De repente aparece un puerto lleno de grandes malocas que ostenta una torre de la guardia nacional indgena. Es un sitio despejado y con las malocas ms grandes que jams he visto, la ms grande tiene tres niveles que usan para dormir, por las crecientes del ro. Este puerto recibe el nombre de Macedonia y all bajan gran cantidad de los Tikuna que viajan con nosotros. Lai, baja entre risas y chistes, en la siguiente parada a Macedonia, en un puerto llamado Mocagua, ya muy cerca de nuestro destino.

    A partir de entonces el viaje se hace ms silencioso y al llegar al puerto Las Palmeras, la embarcacin encalla, se detiene por largo rato, y se suben al techo varios hombres de cara silenciosa y expresin grave, mueven bultos y equipajes, cuando logro darme cuenta de lo que est sucediendo, veo bajar el atad que habamos visto el salir de Leticia. Lo sostienen entre cuatro hombres frente a la embarcacin, se renen varias personas de la comunidad que estn esperando, y un jefe indgena saluda de manera especial al alcalde de Puerto Nario que viaja con nosotros y est justo a tres filas de mi puesto, agradecindole por el transporte.Despus de esta parada, la embarcacin acelera hacia el centro del ro, no se vuelve a ver poblacin alguna sobre la costa durante un rato, y al cabo de algunos minutos se avista a lo lejos el gran puente amarillo de

    concreto que se mete en el ro, y las pequeas

    Lai

    Macedonia, Guardia Indgena

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    drsenas que esperan por nosotros; es Puerto Nario.

    III Poco se sabe de Puerto Nario en catlogos de turismo, porque es una poblacin pequea y sin embargo es la segunda ms grande del Amazonas colombiano despus de Leticia, su capital. A pesar de todo llega un tipo de turismo extranjero de origen europeo y de algunas zonas del interior del pas, quienes disfrutan de la tranquilidad y la aventura de algo diferente. Gran parte de sus pobladores son pescadores y el ro durante una poca del ao se sale de su cauce e inunda la parte cntrica; se trata de un espacie de malecn peatonal que se alarga sobre la costa del ro

    desde el puerto hasta la ltima calle del pueblo, donde estn los restos de lo que en otro tiempo fue el mejor hotel, alrededor del cual se tejen historias de la poca de la mafia y los grandes capos.

    Dentro de las cosas que se dicen, se habla de la gente que fue enterrada en la parte baja de esta edificacin luego de ser asesinados por los mismos capos dentro de sus instalaciones al intentar cerrar negocios de narcotrfico y toda clase de ilcitos. En las noches algunas veces se aparecen algunas de las personas que fueron sepultadas secretamente en los alrededores de este paraje. Esta y otras historias son muy particulares, como lo es el tema de la comunidad canbal que se dice habita la espesa selva entre los ros Purit y el Putumayo. Muchos personajes locales cuentan historias sobre cmo han desaparecido ingenieros y antroplogos que osadamente se internan en lo profundo del Amazonas y de los cuales no se vuelve a tener noticia. Cuando se les ha ido a buscar solo se han hallado, en el mejor de los casos, algunos huesos humanos y grandes huellas de sus cazadores. Los canbales al parecer son fornidos y, por sus huellas se saben de grandes pies, hbiles imitadores de cantos de pjaros que usan para comunicarse, logrando as seguir a sus vctimas sin que estas se enteren de que

    estn siendo rodeadas. Antiguo Hotel de la mafia en Puerto Nario

    Yates en Puerto Nario

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    La gente va en busca de nosotros al vernos llegar con los maestros de msica, se acercan pero nadie nos habla. Caminamos por todo lo largo del malecn seguidos por ellos, vamos en busca del hotel donde nos hospedaremos. Las vas en Puerto Nario son caminos, no hay automotores, solo se permite el trnsito de peatones y algunas veces bicicletas o pequeos vehculos con ruedas a traccin humana. En Puerto Nario no se escucha un motor que no sea de una lancha del puerto. Ese es uno de los raros encantos de ese sitio. Sobre el malecn est la cancha de futbol, de baloncesto y una construccin dedicada a las fiestas del municipio. Un nmero de soldados que se me hace escandaloso, charla relajadamente con las chicas del pueblo y flirtean sin esa rigidez que suelen tener en otros contextos dejando sus fusiles descuidadamente a un lado de ellos, salta a la vista que su presencia all cumple un

    papel meramente ornamental. Es evidente que Colombia ha adquirido desde aos atrs una gran capacidad para homologar el concepto de soberana con la presencia de fuerza pblica en sitios marginales, pero nunca precedidos por maestros o mdicos para las comunidades que como esta, los piden a gritos. A cambio lo que se registra, son numerosos embarazos no deseados de soldados que jams sern padres, con nias que a los catorce o quince aos, quizs an no quieren ser madres.

    Esta es la historia de un bufeo colorao, aqu en el Amazonas, un bufeo enamorao, escuchaba yo la historia que la gente me deca, que el bufeo colorao en la fiesta apareca, una noche muy oscura se formaba un vendaval, y la gente muy alegre bailando el carnaval, pero cuando me di cuenta estaba doa Sofa, bailando con un hombre que nadie conoca, entonces reson la muchedumbre, se form la algaraba, miren el bufeo, miren el bufeo, sobre su cabeza tiene un hueco muy feo.

    En el ro Purit una novia yo tena, me invitaron a una fiesta y bailaba con alegra, pero cuando me di cuenta estaba la novia ma, en los brazos del bufeo y se acab mi alegra, los segu muy asustado y mir cuando corran, se tiraron al Amazonas, llevando a la novia ma, con lgrimas en los ojos a la virgen le rec, y nunca volv a entrar al famoso Purit.

    Cuando una mujer est embarazada o est con el periodo, el bufeo la persigue y debe ser protegida porque pueden llegar muchos y hacer naufragar la embarcacin; esta y muchas ms creencias son propias de la Amazona y el delfn rosado es parte fundamental de la mitologa

    Una calle de Puerto Nario

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    regional. Casi todas las personas me terminan contando cosas como estas, e historias relacionadas con los canbales que seguramente alguna vez existieron y hoy queda la resonancia de esas voces que se han pasado de padre a hijo a travs de los aos, como huellas de otra poca.

    Hoy es la final de la copa del mundo, los brasileros estn medio de luto por la humillacin que han sufrido, los colombianos estn dolidos por el fuera de lugar de Yepes, y en este pueblo la gente no es ajena a lo que sucede con la copa del mundo. Nosotros llevamos ya gran parte de trabajo adelantado y por comn acuerdo coincidimos en que el da de hoy comeremos sancocho de gallina en la casa de uno de los maestros Tikuna, tambin all veremos la final de la copa del mundo. Csar vive en la parte ms alta del pueblo y su mujer nos abre las puertas de su casa para hacernos degustar un almuerzo excepcional que acompaamos con faria muy tostada, aj de la selva y jugo de carambolas. Cuando terminamos de almorzar ya el partido casi ha finalizado, y solo logramos ver la ltima media hora. Una vez ms Alemania derrota a la Argentina en una copa del mundo, me siento personalmente triste y me voy caminando solo al hotel. Los caminos estn decorados con pequeos techos de palma que albergan canastas para tirar los desechos, las palmeras ondean por todos lados y resuenan con el viento que viene del ro. Pienso en que cada vez quedan menos espacios como este, y me siento afortunado de conocer este sitio, as como es, as como lo describo, porque seguramente en poco tiempo entrar a ser parte de lo mismo, ser presa de esa fuerza imparable de los motores y condenado al infierno de los decibeles.

    Los das aqu transcurren casi sin ser percibidos, se deslizan sin que nos demos cuenta de que nuestro viaje llega a su fin. Durante la ltima noche se rene gran cantidad de gente para ver el cierre del encuentro de escuelas, pero previamente me reno con Ana Rita y con el maestro Leonardo. Ella es una mujer Tikuna dedicada a las danzas tradicionales de los ritos que an se practican dentro de su comunidad. Forma parte de un grupo de mujeres que se renen regularmente en la maloca de una de las lderes de la comunidad que dirige y ensea; all aprenden las canciones y los bailes rituales.

    Ana fue estudiante del internado San Francisco desde los 16 aos. Hoy da tiene 67, hace unos cincuenta aos tuvo esta vivencia, y junto con muchas otras adolescentes tikunas, reciban castigos por hablar en su lengua nativa. Eran obligadas a comunicarse en espaol por parte de las monjas, razn por la cual hoy da muchos indgenas de esta etnia no saben hablar la lengua propia. Con la maestra que les ensea las danzas tradicionales hoy da reviven los bailes con cascabeles que se usan en celebraciones como la pelazn, una de las prcticas vivas en la comunidad.

    Leonardo es uno de los maestros de la comunidad, y me cuenta su historia que se remonta a mucho antes de que existiera la poblacin de Puerto Nario, a sus primeras fiestas al ritmo de violines, pandeiros, cavaquinhos y maracas. La fiesta ritual ms importante es la pelazn que se hace al ritmo de tambor, cascabeles y cscara de tortuga a la que se le saca la carne y se deja el caparazn entero, que es atravesado por una vara de ubo, un rbol sagrado; se agarra entonces una persona en cada extremo de la vara y se danza en presencia de la muchacha de la pelazn.

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    Con esto se busca que el espritu de la tortuga penetre en el cuerpo de ella, porque la vida de la tortuga es muy larga. As se asegura que cuando la muchacha se convierte en mujer, despus de realizar esta danza, pueda tener salud y larga vida tanto por parte de la tortuga como por parte del rbol de ubo, que es una planta que no sabe morir, porque cuando se le corta, vuelve y retoa indefinidamente cuantas veces se le corte, se resiste a la muerte. Dentro de la tradicin Tikuna hay danzas de la mariposa, del tigre y del papagayo, entre otros, pero son tradiciones que se usan cada vez menos.

    Actualmente lo ms importante que se hace es la pelazn para que los espritus malos de la selva o los lagos no penetren a las nuevas mujeres que se desarrollan, y as puedan tener una buena vida. Se hacen durante la luna llena para que los invitados no estn en la oscuridad, previamente durante un ao o ao y medio, el padre de la muchacha debe aislarla del mundo y empezar por sembrar una buena chagra de pltano y yuca. Adicionalmente debe tambin cazar muchos animales como perrillo del monte, danta, mico y pescado; todo esto debe ser ahumado entero y en presas, para ser luego amontonado en un sitio especial de la maloca durante todo el tiempo previo a la celebracin. Estas piezas de caza constituyen premios que sern usados durante la fiesta.

    Ese da los invitados deben ir disfrazados con trajes especiales cuyas telas estn hechas de fibras de la corteza de un rbol llamado yanchama. Estas telas son pintadas con diversos motivos para poderse disfrazar. Para esta celebracin fabrican el payabar o vino tikuna, que es la bebida tradicional para la celebracin, y se elabora a partir del casabe que se realiza de yuca despus de un largo proceso de elaboracin. Todas estas cosas son necesarias para poder realizar la fiesta, y cuando todo est listo y la muchacha ha guardado su retiro por el tiempo necesario, entonces se espera la luna llena. Los das previos el dueo de la debe empezar a invitar a la comunidad para que todos se preparen para la fiesta y fabriquen sus atuendos. Todo el que asista debe ir con sus

    mejores disfraces porque sabe que va a haber premios al mejor disfraz. Ese da hacen crculos y

    llevando sus mscaras de micos o de madre selva, bufeos y dems. Todos empiezan a salir danzando enfrente de todo el mundo de forma ordenada, dando vueltas a la maloca y al final el dueo decide cuando pueden entrar al recinto para recibir los premios. El que va recibiendo su

    Mscara ritual, el bufeo

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    premio debe dejar su mscara al dueo de la fiesta, que las va guardando como recuerdos de la celebracin. (Ver la Danza del papagayo en https://www.youtube.com/watch?v=_U30lab8lrY).

    En el cierre del encuentro durante la ltima noche todos tocamos y cantamos. Los nios empezaron el festejo tocando con el ensamble del maestro Csar. Interpretaron msica popular y tambin msica tradicional indgena, al final los maestros tikuna nos sorprendieron porque nos regalaron con una presentacin de la danza ritual del papagayo, y trajeron a sus mujeres para que bailaran al ritmo de sus tambores y maracas.

    Ahora ya ha cado la noche, los maestros de msica siguen tocando, y a cada paso que doy, alejndome del aula de msica, caminando por una de las calles peatonales del pueblo rumbo al hotel, miro el cielo lleno de estrellas, abajo el reflejo infinito del ro Amazonas, y pienso que este sitio no existe, que lo estoy soando. Antes de llegar al hotel me cruzo con un tikuna totalmente ebrio que me habla en su lengua, supongo, porque no le entiendo nada, es domingo y salen a beber, va de vuelta perdido, buscando su casa, supongo que en medio de la oscuridad me ha confundido con alguien. Llego al hotel y me duermo pensando en el da que estar de vuelta en este lugar, entonces reafirmar si realmente existe. Maana partiremos en el primer yate de vuelta a Leticia, y la vida seguir, pero me duermo sintiendo que nada volver a ser como antes.