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1 Notas César Herrero Hernansanz

César Herrero Hernansanz...nucleares de concepción contemporánea de la vida social como corrección política, relativismo moral e interpretaciones inadecuadas de diálogo o parcialidad

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Por una contracultura de la reconciliación

Galo Bilbao Alberdi Izaskun Sáez de la Fuente Aldama

Cuadernos Cristianisme i Justícia nº 217, enero 2020, 32 páginas

Notas

César Herrero Hernansanz

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Comentario

Les ofrezco mis Notas de Por una contracultura de la reconciliación, de Galo Bilbao Alberdi e Izaskun Sáez de la Fuente Aldama, nº 217 de Cristianisme i Justicia, que aborda el delicado y complejo proceso de reconciliación en el País Vasco. De entrada hay que reconocerles agallas y valor para alzar la voz de la reconciliación valiente y rompedora de la asimetría en Euskadi; atreverse a airear la injusticia con las víctimas; que no se pueden manipular ni maquillar realidad, memoria u olvido; que no todos deben hacer el mismo recorrido; el valor del perdón cristiano en este proceso; el empecinamiento de otros; la reintegración social de todos … Lo que es de agradecer porque aporta mucha luz para cualquier situación familiar y social.

Los textos en rojo son aportaciones mías. Asimismo, les adjunto Índice y paginación de mis notas, que les facilitarán percibir a vista de pájaro una panorámica del libro y búsqueda fácil de temas de su interés y ubicación.

Que lo disfruten. Murcia, enero 2019

Índice

Introducción …………………………………………………………………………………………. 4

1 Reconciliación ……………………………………………………………………………………. 5 1.1 Definición a debate ………………………………………………………………………… 5 1.2 Reconciliación personal y social …………………………………………………….. 6 1.3 Perspectivas de la reconciliación ……………………………………………………. 7

2 Referentes personales …………………………………………………………………….. 8 2.1 Presos de la vía Nanclares frente a su espejo …………………………………. 8 2.2 Víctimas y sus dilemas se conjugan en plural …………………………………. 9

3 Elementos para construir una cultura de reconciliación …………… 12 3.1 Confrontar críticamente el buenismo …………………………………………….. 12 3.1.1 Neutralidad …………………………………………………………………………….. 12 3.1.2 Diálogo incondicional ……………………………………………………………… 12 3.2 Condiciones de posibilidad …………………………………………………………….. 12 3.2.1 Verdad ……………………………………………………………………………………. 12 3.2.2 Justicia ……………………………………………………………………………………. 13 3.2.3 Reparación ……………………………………………………………………………… 13 3.2.4 Memoria ………………………………………………………………………………… 13 3.2.5 Perdón ……………………………………………………………………………………. 13 3.2.6 Acuerdo ………………………………………………………………………………….. 14 3.3 Perspectiva antropológica ……………………………………………………………… 14 3.4 Reivindicación de la culpa ……………………………………………………………… 15 3.5 Paz y Noviolencia …………………………………………………………………………… 15

4 Horizontes de futuro y modelos de convivencia ………………………… 17 4.1 Olvido y manipulación de la memoria ……………………………………………. 17 4.2 Coexistencia y convivencia reconciliada …………………………………………. 19

Conclusión. Construir una cultura de reconciliación …………………….. 21 Coda final ……………………………………………………………………………………………… 22

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Introducción La reconciliación se nos presenta difícil de aceptar en nuestro contexto sociocultural, porque arrepentimiento, autocrítica, culpa, perdón y verdad, que están en la base de su compresión teórica y práctica, no forman parte de la corriente dominante de nuestro acervo cultural. Por otra parte, categorías nucleares de concepción contemporánea de la vida social como corrección política, relativismo moral e interpretaciones inadecuadas de diálogo o parcialidad de la verdad, dificultan concebir y alcanzar la reconciliación de forma adecuada. Por tanto, es conveniente destacar la circunstancia de postular no la cultura en curso, sino la contracultura de la reconciliación. Antes de desarrollar una contracultura de la reconciliación es preciso recorrer caminos teóricos de análisis de categorías de reconciliación: tipos, posible definición y completarlos con acercamiento práctico y experiencial de iniciativas y personas. Distinción entre teoría y práctica, que es meramente analítica.

Reconciliación y limitaciones, que al ser elegidas consciente y voluntariamente como opción ética, requieren asumir la perspectiva de las víctimas. Porque sin esta perspectiva, cualquier análisis, reflexión y acción pierde la parte más importante de la realidad y ética: la que manifiesta la injusticia, punto de partida imprescindible para hacer justicia, Manuel Reyes Mate. Pag 3-4.

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1 Reconciliación

Reconciliación, como otros conceptos morales básicos: justicia, libertad … es término ambiguo, polisémico, rico en connotaciones e interpretaciones diversas. Los modos como se emplea entre expertos en teología, filosofía o pedagogía son diversos incluso irreconciliables en el campo de cada disciplina.

Reconciliación es Construcción de la comunidad, de relaciones vecinales, familiares … desintegradas a causa del dolor, los recelos y el miedo; construcción de una ideología no excluyente, de un nuevo consenso respecto a los derechos humanos; promoción de entendimiento entre culturas cuya convivencia se ha visto deteriorada, promoviendo la comprensión mutua, respeto y posibilidades de desarrollo; conversión moral, cambio personal, aceptación del otro y reconocimiento de los propios errores, delitos … restitución de la integridad a las víctimas y un camino de construcción con sus experiencias de sufrimiento y resistencia; hacer cuentas con el pasado por parte de los perpetradores y responsables de las atrocidades; restablecimiento de la relación víctima-perpetrador, Carlos Martín Beristain y D. Páez Rovira, Violencia, apoyo a las víctimas y reconciliación social.

Es preciso destacar que los distintos significados no son contradictorios entre sí, sino complementarios, pues recogen formulaciones, que corresponden a niveles distintos de realidad social: sociales, políticos, interpersonales … Pag 5-6. 1.1 Definición a debate

La reconciliación se nos presenta como término o concepto ético, principio valioso y positivo; sin embargo, cuando se cuestiona desde las víctimas adquiere sentido problemático y polémico.

Probablemente, una de las razones de rechazo a la reconciliación es que ésta tiende a seguir el esquema subyacente al modelo de justicia transicional. Lo que presupone esquemas de igualdad y simetría entre partes enfrentadas, a las que asisten razones innegables y responsabilidades por generar injusticias flagrantes; que comparten al mismo tiempo su condición bifronte de víctimas y victimarios. Esquema válido para la transición, pero no para conflictos violentos terroristas como el del País Vasco, en el seno de una sociedad democrática.

El esquema de simetría no es adecuado para conflictos de violencia con motivación política, en los que se produce clara asimetría en la culpabilidad. Para estos conflictos es necesario formular teóricamente y avanzar y prácticamente hacia una reconciliación asimétrica; la cual es más justa moralmente y más eficaz políticamente en términos cívicos democráticos, Daniel Ynnerarity, Políticas, Políticas de la memoria en Euskadi: reconocer, reconciliar, relatar, recordar. Además, dicha asimetría puede concretarse y

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expresarse en la asunción de la perspectiva de las víctimas del terrorismo y su prioridad como sujetos preferenciales del proceso de reconciliación.

Para estos conflictos, la reconciliación debe reunir las siguientes características: a Ambición. Definir reconciliación en términos exigentes, que englobe otras dimensiones; que incluya, erradique o encauce las causas del conflicto, b Superar perdón. Demanda perdón previo, pero va más allá. Reconoce propuestas teóricas de reconciliación e intentos prácticos, que no pasan por perdón, sino por olvido, como la Transición española; criterios pragmáticos y utilitaristas de reconciliación estratégica, como superación de dictaduras; reconciliaciones de carácter formal de restauración mínima de relaciones. Pasos que en ocasiones son previos a la reconciliación plena. c Ser realista. Posibilidad de llevarse a cabo. Con frecuencia hay que superar contextos concretos muy difíciles para abrir paso a la reconciliación plena. d Oponerse a descalificaciones de las víctimas. Debe evitar siempre el rechazo a las víctimas, en cuanto son protagonistas principales de la reconciliación. Por tanto, se trata de procesos no precipitados, que respetan al máximo la dignidad de las víctimas y, que en la medida de lo posible, las tiene como protagonistas principales, asumiendo su perspectiva.

Reconciliación es el proceso que al englobar aspectos de verdad, justicia, reparación, memoria, perdón y acuerdo, restaura donde había marco de convivencia; condiciones humanas de desenvolvimiento de la vida social y sus conflictividades, que asegure el reconocimiento debido a las víctimas radicales asesinadas y que posibilite a las víctimas vivas su nueva y deseable condición de supervivientes. Pag 6-7. 1.2 Reconciliación personal y social

En la realidad necesitada de reconciliación las relaciones preexistentes quedan rotas tras un acto injusto. Por tanto, desde la dimensión social es necesario rehacer los vínculos de ciudadanía por formales e importantes. En este campo, sin perjuicio de la condición legal en que se encuentren, víctimas y victimarios están llamados a reconocerse mutuamente como ciudadanos de iguales derechos, en un contexto sociopolítico admitido por todos.

Paradójicamente, la actuación injusta provoca la ruptura señalada y una nueva relación dramática y muy sólida entre víctima y verdugo, quedando inmersos en una relación negativa y muy personal de odio y rencor. El victimario inicia y genera dicha relación con su acto criminal, provocando sensación de dependencia en la víctima, que se ve abocada involuntariamente a dolor, rabia … Si la víctima recupera autonomía y protagonismo se hace con poder moral sobre el victimario. En su futuro personal queda indefectiblemente subordinado a la actitud que la víctima tome respecto de él: otorgarle perdón que le posibilite iniciar nueva vida o quedar definitivamente marcado por la gravedad de la injusticia. Así, pues, la reconciliación adquiere carácter de reto de primera magnitud, asentando, no a nivel social, sino a nivel personal e

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interpersonal la transformación de la relación destructiva en positiva y constructiva.

Distinción entre dimensión social y personal de la reconciliación, que no se puede ocultar; al contrario, destacar aún más la íntima relación entre ambas partes: del modo como se resuelva la reconciliación personal, dependerá la consolidación de la social. La asunción de la reconciliación social, teóricamente más fácil, depende en gran medida de la reconciliación personal, en la práctica más difícil de realizar. Pag 7-8. 1.3 Perspectivas de la reconciliación a Religiosa. La más evidente y reconocida; y la menos universalizable. Reconciliación y perdón tienen en nuestra cultura connotaciones religiosas. Desde la fe, el ser humano se siente perdonado por Dios y nacido a nueva vida, que alcanzará plenitud escatológica más allá de la historia. Se expresa eclesialmente en los sacramentos de Eucaristía y penitencia, perdón o reconciliación.

Sus correlatos práxicos nos introducen de lleno en la perspectiva ética de la reconciliación. La experiencia de fe se convierte en elemento motivacional de primer orden: el perdonado y reconciliado con Dios encuentra en esta vivencia los resortes que le mueven a abrirse y buscar activamente la reconciliación con sus semejantes, condensada en el mandamiento del amor: ofrecer perdón sin límites incluso a enemigos; perdonar sin límites el perdón solicitado; iniciativas de perdón. En las realizaciones concretas de reconciliación creyentes y no creyentes pueden coincidir. b Política. Peticiones públicas de perdón de dirigentes políticos en nombre de sus estados por hechos actuales, coloniales, históricos, conflagraciones, persecuciones, genocidios … Si no quiere quedarse en retórica ha de concretarse en propuestas e iniciativas específicas: orientación e inspiración de acciones partidistas y gubernamentales; presencia significativa de contenidos y problemas propios en la agenda política; espacios en debates y generación de opinión; actos públicos de visualización; legislaciones específicas; evaluaciones de programas … c Jurídica. Es la de mayor virtualidad universalizadora. Emana del poder político y legislativo, afectando al continuo procedimiento judicial de cumplimiento de penas y reinserción social. La reconciliación, para ser eficaz, debe concretarse en formas jurídicas: amnistía, indulto, remisión de penas, libertad condicional … Pag 8-10.

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2 Referentes personales Los relatos provienen del conflicto terrorista del País Vasco. Pag 11.

2.1 Presos de la vía Nanclares frente a su espejo En un proceso de sanación moral, que el victimario se arrepienta de sus actos implica: asumir responsabilidades de su culpa; comprender los efectos de tales actos para víctimas y conjunto de sociedad; mostrase disponible a reparar el daño.

El deseo o, aún más, la necesidad de encontrarme con las víctimas no siempre existió. Durante años construí toda una serie de argumentos defensivos de autojustificaciones … El proceso de maduración me llevó años … Años ásperos, duros, de discontinua pero tenaz evolución hasta depurar e instalar en mi fuero interno el sentimiento de culpa, de arrepentimiento, de necesidad de pedir perdón … por ser el causante de una gran injusticia … E. Pascual, Los ojos del otro. Encuentros restaurativos entre víctimas y exmiembros de ETA.

Lo primero es asumir que la responsabilidad es exclusivamente mía, aislar los hechos de cualquier pretexto que los enmascare o pervierta … Sí, me arrepiento de haber entrado en ETA. He asesinado a personas, he destruido familias y he hecho daño a mucha gente inocente, A. Terradillos, Vivir después de matar. Los terroristas de ETA que dejaron las armas cuentan por primera vez su historia.

Al encuentro con las víctimas, el perpetrador se transforma radicalmente de héroe de una causa a culpable de un crimen contra un semejante; de ejemplo para quienes jadeaban sus inmorales acciones a traidor y delator. El tránsito resulta especialmente costoso … Yo lo veía con una distancia porque asumía el riesgo, pero mi familia lo pasó muy mal. Y creo que hay que ser mucho más valiente para salir de ETA que para entrar, A. Terradillos, Vivir después de matar. Los terroristas de ETA que dejaron las armas cuentan por primera vez su historia.

En casos aislados, como el de José Luis Álvarez Santacristina, alias Txelis, el arrepentimiento adquiere dimensión religiosa. En junio 2012 se recibió una carta de Txelis: Dios es testigo que estoy profunda y sinceramente arrepentido de ello. Insistía en la fuerza regeneradora de pedir perdón siempre y cuando sea fruto del ejercicio de libertad y no implique que las víctimas tengan que sentirse obligadas a perdonar dada la intensidad del daño sufrido.

En el arrepentimiento desempeña papel fundamental no disociar la responsabilidad individual respecto de los atentados, en los que se ha estado involucrado, de los cometidos por la organización terrorista: La militancia en ETA la hemos vivido de una forma colectiva y ni nuestra responsabilidad se limita a las víctimas directas por las que hemos sido condenados ni somos

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ajenos a esa responsabilidad en los casos en que nuestra actividad no estaba relacionada con la participación directa en un atentado. Uno podía haber participado en falsificar papeles, en el aparato político o en la redacción de un periódico, sin que se le relacionara directamente con ninguna víctima, A. Rivera y A. Mateo, Victimas y política penitenciaria. Claves, experiencias y retos de futuro.

Sin embargo, desmontar la doble moral y el proceso de cosificación de las víctimas resulta imprescindible para justificar el ejercicio de la violencia: … Éramos sensibles al sufrimiento cuando afectaba a nuestro entorno, cuando mataban a nuestros compañeros o en los casos de torturas … Pero al mismo tiempo, éramos insensibles e intentábamos no pensar en las consecuencias en los casos de víctimas que sí considerábamos que debían ser objeto de nuestras acciones … llegamos a lo evidente: que tan cuestionable y rechazable es torturar como que te torturen; tan injustificable es matar como que te maten, A. Rivera y A. Mateo, Victimas y política penitenciaria. Claves, experiencias y retos de futuro.

No obstante, algunos aún no han superado tentaciones utilitaristas, que dificultan significativamente su deslegitimación. Les queda un peligroso poso instrumental que se vale del ayer sí, pero hoy no toca, cuando se alega como mecanismo justificador de lo que se hizo en el pasado, que era el contexto político el que lo explica y que hoy la violencia carece de sentido … Sigo pensando que en aquel momento hice lo correcto … A. Terradillos, Vivir después de matar. Los terroristas de ETA que dejaron las armas cuentan por primera vez su historia. Por otro lado, pocos exmiembros de ETA han afrontado pago de indemnizaciones y menos los que han colaborado con la justicia para aclarar atentados y asesinatos sin resolver. Más de un 40 % de crímenes cometidos por ETA carece de resolución judicial y más de 300 asesinatos sin resolver, muchos ya prescritos, J. F. Calderín, Agujeros del sistema. La delación sigue presentándose como muro infranqueable. Aun así, en el momento de valorar el grado de responsabilidad, hay que diferenciar entre los miembros de los comandos que desconocían lo que otros taldes o comandos hacían y los líderes de la organización, entre los que se encuentran históricos, protagonistas de la vía Nanclares. Pag 12-13. 2.2 Víctimas y sus dilemas se conjugan en plural

Las víctimas comparten el diagnóstico sobre su imprescindible protagonismo en el proceso de reconciliación; en el reconocimiento de derechos, reparando lo reparable y haciendo memoria de lo irreparable; y discrepan en cuestiones de fondo. Para determinados sectores se deben esclarecer los atentados sin autoría, procesar y condenar a los culpables, cumplir íntegramente las penas, sin que se arbitren medidas de gracia, que servirían para blanquear a ETA.

Otros sectores, participantes en justicia restaurativa, que mantienen asimetría moral entre víctima y victimario defienden procesos de reconciliación

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o reconstrucción de convivencia, en los que la reintegración social y ciudadana del victimario tiene relevancia significativa.

Ambos sectores coinciden en que la izquierda abertzale debe evaluar críticamente su pasado y asumir responsabilidades por la legitimación de la violencia.

La decisión y acto de perdonar provoca desazón, sentimientos encontrados y respuestas dispares. Pero lo peor era el odio. ¡Qué ganas de matar tenía! … Estos desgraciados matan a Juan Carlos, su marido asesinado por los Gal, y por poco me convierten en algo peor … Solidarizarme con otros que sufrían era lo mejor que podía hacer. Denunciar todo abuso terrorista ha sido mi salvación … C. Cuesta, Contra el olvido. Testimonios de víctimas del terrorismo.

Desde la perspectiva ética estas iniciativas ayudan a combatir cualquier reconocimiento parcial o desconsiderado, que excluya del grupo de víctimas a las que carezcan de afinidades ideológicas o políticas, I. Sáez de la Fuente, La problematicidad de la asunción ética de la perspectiva de las víctimas. Todas son víctimas y les une el sufrimiento injusto padecido y el afán de deslegitimar la violencia de motivación política que lo ha provocado; al mismo tiempo, son diferentes entre sí, desvelando qué camino seguir ante cada víctima y con ella. Lo cual debería tener indudable impacto pedagógico positivo para la reconciliación frente a estrategias políticas y sociales que presentan a las víctimas, bien como actor homogéneo instalado en el rencor, contrario a cualquier proceso de paz o que se enrienda por tal; o bien, perciben en estas iniciativas multivictimales la manera de difuminar responsabilidades al ejercer o legitimar la violencia.

Existen víctimas con firmes convicciones éticas o religiosas que consideran oportuno perdonar y lo han hecho, incluso si el perpetrador no les ha pedido perdón o ya no puede hacerlo. El perdón se les presenta a estas víctimas como exigencia de doble cualidad: acto liberador para quien lo otorga, no olvido ni renuncia a la justicia, porque les cierra las heridas; contribuye a la paz y reconciliación de la sociedad, Alboan, La reconciliación. Más allá de la justicia. Otras víctimas se desmarcan de este camino, eligiendo dar al victimario una segunda oportunidad en lugar de perdonar, A. Terradillos, Vivir después de matar. Los terroristas de ETA que dejaron las armas cuentan por primera vez su historia. Segunda oportunidad muy relacionada con la reinserción, que debe orientar toda política penitenciaria que institucionaliza castigo, pero no venganza: Si los asesinos de mi padre recuperan la libertad siendo hombres sensibles con el dolor que han provocado, asumiendo su responsabilidad, tanto individual como colectiva, siendo críticos con el pasado terrorista y habiendo reconocido el daño causado y afrontado su reparación, no se me ocurre de qué modo esto nos puede perjudicar. Todo lo contrario, traerá un beneficio enorme, no sólo para las víctimas, sino para toda la sociedad, y servirá como garantía

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de que lo que hemos vivido no se repita jamás, A. Rivera y A. Mateo, Victimas y política penitenciaria. Claves, experiencias y retos de futuro.

Las víctimas que participan en encuentros restaurativos hablan de prevenciones iniciales. Fueron conscientes que con su actitud ofrecían ayuda al victimario, anteponiendo la dignidad del perpetrador a su condición de victimario de su ser querido asesinado: Lo que más me impresionó durante la conversación fue lo que repetía una y otra vez … todo en mí es malo, no hay nada bueno en mí. Le respondí que eso no era cierto: Si lo fuera, no estaríamos aquí ninguno de los dos. Y añadí: Creo que has sido muy valiente en reconocer todo el daño causado, has sabido comprender que todo lo que hiciste en el pasado fue un gravísimo error y has pedido perdón por ello; pero, lo más importante, has recuperado tu libertad y el derecho a ser un ciudadano, E. Pascual, Los ojos del otro. Encuentros restaurativos entre víctimas y exmiembros de ETA.

Bajo la perspectiva de contracultura de la reconciliación, tiene especial trascendencia la experiencia de justicia restaurativa encarnada en la presencia de víctimas de ETA, terrorismo de Estado, violencia policial y parapolicial, que desde antecedentes remotos suscitó fuerte controversia política y mediática. La izquierda abertzale invalidaba la propuesta al considerar que no iban a estar presentes todo tipo de víctimas, para reflejar su distorsionado relato en Euskadi. Las resistencias procedían del temor de las víctimas no violentas por la perversión que tales encuentros podían alimentar si equiparaban a víctimas y verdugos. Además de acto de justicia, posibilita incorporar a la sociedad los valores éticos que aporta la víctima en cuanto testigo moral. Su testimonio desenmascara el mal; se produce necesariamente desde condiciones de verdad y justicia, con el objetivo de desenmascarar la injusticia. Su potencial reconciliador se revela en la no neutralidad del educador frente a los procesos de victimización y cómo la actitud receptiva inicial de los escolares se acompaña de respuesta en términos de indignación ante la injusticia padecida; de solidaridad afectiva y efectiva con la víctima; de defensa escrupulosa de la dignidad humana de víctima y victimario. Pag 14-18.

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3 Elementos para construir una cultura de reconciliación

La reconciliación muestra fundamentos, condiciones y características que, con las circunstancias socioculturales actuales, su defensa, fomento y aplicación demanda una respuesta contracultural, que se soporta, explicita y hace efectivas categorías radicalmente opuestas a las del pensamiento dominante. Pag 17. 3.1 Confrontar críticamente el buenismo

La reconciliación demanda confrontar críticamente el buenismo bienintencionado, el malintencionado es perversión moral, junto con conceptos y categorías inadecuados. Muchos podrían explicitarse como interpretación ingenua, desencarnada … Pag 17. 3.1.1 Neutralidad

La ausencia de toma de partido y evaluación moral de los implicados en un conflicto es un modo sutil e inconsciente de apoyar al agresor o admitir que tiene las mismas razones que la víctima. Planteamiento irresponsable conocido como equidistancia. Ante la injusticia no podemos permanecer neutrales, porque nos convertiríamos en cómplices. Frente a neutralidad hay que asumir imparcialidad, que no se deje seducir por características particulares de los protagonistas del conflicto. Colocarnos siempre del lado de la víctima y frente al agresor. Pag 17-18. 3.1.2 Diálogo incondicional

El diálogo es una vía para resolver conflictos; instrumento y cauce insustituible en relaciones humanas y, por tanto, muy condicionado: no puede hablarse siempre de todo con todos; hay circunstancias de todo tipo: espaciales, temporales, ideológicas, sentimentales … que lo posibilitan, dificultan o impiden; requiere de reconocimientos y relaciones previas: no es lo mismo dialogar para conocer, contrastar, sondear o acordar. Pag 18. 3.2 Condiciones de posibilidad

La cultura de reconciliación debe basarse en formulación, ejecución y profundización de sus condiciones de posibilidad, todas necesarias e insuficientes, que integren la propuesta de definición explicitada. Hay que ser conscientes que en todas y cada una de sus posibilidades podemos descubrir complicaciones y debemos formular alternativas sólidas y exigentes. Pag 18. 3.2.1 Verdad

En tiempos de posverdad y relativismo absoluto, pues no hay verdad absoluta, cada cual siempre tiene su propia verdad o parte de la verdad y

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negación del error o falsedad, necesitamos reivindicar la verdad frente a la mentira. Cuando existe injusticia, vulneración de dignidad y derechos fundamentales de la persona, es importante saber qué ha ocurrido. El conocimiento de la verdad de lo ocurrido es demanda prioritaria de las víctimas, no tanto de los victimarios. Mientras aquellas exigen que reluzca la verdad, que manifestará su inocencia, los últimos se afanan por mantenerla en la sombra de duda, ambigüedad y olvido; y cuando lo reivindican se manipula ocultando la verdad. Pag 18. 3.2.2 Justicia

Al abordar el fin de la violencia funcionan dos esquemas: el pecio de la paz, deudor del esquema de simetría, y el de sangre que clama justicia, Reyes Mate. Por un lado, en su mera concepción de justicia punitiva, quien la hace la paga, sufriendo un castigo proporcional a la injusticia cometida. Por otro, desde justicia restauradora, asimétrica, con mayor interés en resarcimiento del mal padecido por el agredido que en el castigo del agresor, subordinado a aquel. Desde la justicia restaurada, las víctimas se verán mejor protegidas en sus legítimas aspiraciones de justicia. La justicia restaurativa no lleva impunidad, olvido o prescripción, porque el daño dura mientras no sea saldado. Pag 18-19. 3.2.3 Reparación

La víctima debe tener reparación adecuada, real rápida y proporcional a la injusticia padecida y daño sufrido; puede adquirir distintas formas: restitución de bienes y derechos cercenados o perdidos; indemnización de todo tipo de daños económicamente evaluables físicos, mentales, materiales, morales, gastos y pérdidas derivados; rehabilitación necesaria; satisfacción con medidas como interrupción de injusticia, revelación de lo acontecido, disculpa pública, reconocimientos y homenajes; asunción y adscripción de responsabilidades; garantías de no repetición con garantías … Pag 19. 3.2.4 Memoria

La memoria es plural diversa y susceptible de múltiples interpretaciones. No hay memoria objetiva ni neutra. Sin embargo, cualquier memoria no vale del mismo modo; ni toda versión del pasado es igual de legítima. El relato apropiado del pasado nunca será imposible punto medio equidistante entre narraciones de víctimas y agresores. La memoria colectiva se construye con principios éticos y políticos ausentes en los victimarios, quienes incluso han pretendido eliminar o subvertir. La memoria social demanda recordar a quienes han representado en muchos casos valores sobre los que se asientan instituciones y vida de la comunidad política. Pag 19. 3.2.5 Perdón

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A protagonistas agresores y agredidos, se les puede ofrecer relatar su versión. Pero semejante concepción resulta errónea desde la perspectiva ética. Moralmente no se puede exigir ni obligar a la víctima que ofrezca perdón.

Sin embargo, desde la asimetría, sí es obligación moral del victimario solicitar perdón por la injusticia cometida. Por otra parte, la reincorporación a la sociedad de víctimas y victimarios es paso obligado hacia la reconciliación. La sociedad, desde criterios de dignidad humana y bien común, no puede consentir que se desprecien aportaciones de todos y cada uno de sus miembros, apareciendo de nuevo la asimetría, pues sociedad y Estado tienen la responsabilidad de propiciar la reinserción de los victimarios, demandando su participación activa y condiciones razonables; asimismo, tienen la responsabilidad de reintegrar a las víctimas, sin poder pedir nada a cambio, pues éstas ya han hecho cuanto debían al renunciar a venganza y dejar en manos de la justicia la determinación de culpabilidades, calificación de hechos y definición de condenas. Pag 19-20. 3.2.6 Acuerdo

Como proceso lógico, la reconciliación debe culminar formulando un acuerdo de convivencia, que rija la vida sociopolítica en un futuro exento formal y materialmente de violentos avatares pasados. En un conflicto terrorista, el marco de convivencia no puede ser intermedio entre posiciones de víctimas y victimarios; entre terroristas vulneradores de la legalidad democrática y cumplidores; entre quienes pretenden subvertir con violencia el orden social y quienes lo respetan y defienden; no hay punto de equilibrio entre violencia y democracia. Ante cualquier situación conflictiva, para alcanzar acuerdos de resolución, todas las partes han de ceder en sus postulados, mostrar flexibilidad y modificar posiciones. En el conflicto violento de Euskadi, no hay puntos equidistantes; habrá quienes tengan que moverse mucho de sus posiciones excluyentes y violentas y otros apenas deberán moverse de sus posiciones pacíficas, integradoras y democráticas. Todos tenemos que movernos, pero no por igual. Pag 20. 3.3 Perspectiva antropológica

Desde la perspectiva antropológica, la reconciliación demanda reconocimiento de la común condición humana, especialmente en su vulnerabilidad y limitación, que provoca compasión y solidaridad; toma en serio la dignidad del ser humano como se manifiesta en los derechos humanos; y extrae las consecuencias pertinentes. Deben evitarse procesos de cosificación de víctimas y victimarios, pues son antesala de vulneración de derechos de ambos. Hemos de contemplar a víctimas y agresores como seres humanos con dignidad inviolable, que no procede de la bondad o maldad de sus actos, sino de su condición humana. En nuestra vulnerabilidad, todos los humanos somos susceptibles de ser víctimas de otros; y en nuestras limitaciones morales, todos somos capaces de convertirnos en agresores. Pag 20-21.

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3.4 Reivindicación de la culpa

En su confrontación con el pensamiento dominante, la cultura de reconciliación demanda reivindicación de culpa como categoría ética valiosa y positiva y en la práctica de autocrítica, como actitud básica en la persona que puede conducir a arrepentimiento. Las numerosas críticas que recibe el concepto de culpa, imprescindible para abordar desde el campo ético el problema del mal moral, puede superarse con esta categoría desde la perspectiva de las víctimas. La culpabilidad se expresa adecuada y positivamente si el victimario la vive mirándose en la víctima. El sentimiento de insatisfacción con uno mismo, propio de la culpabilidad, es secundario y consecuencia de un sentimiento previo y más importante: la insatisfacción por el daño hecho a la víctima. De este modo, en vez de intentar técnicas exculpatorias para liberarnos del peso de la culpa, podemos hacerlo positivamente transitando el camino del arrepentimiento, que comienza cuando acogemos a nuestra víctima y reconocemos el mal que le hemos causado. De este modo se produce un intenso movimiento de justicia debido a la víctima, que comporta asumir responsabilidades, desistir de ejercer el mal, reparar a la víctima y comprometerse a no reincidir. Consecuentemente, no sólo la víctima es recuperada como ciudadana de pleno derecho de la comunidad, de la que había sido expulsada en la vulneración de derechos, sino que se produce una sanación correlativa de la moral del victimario y, por ende, la sociedad consigue también rehabilitar y reintegrar al perpetrador, Reyes Mate. Pag 21. 3.5 Paz y Noviolencia

La cultura de la reconciliación puede entenderse como elemento integrante, concomitante o integrador de la cultura de la Paz y cultura de la Noviolencia. Cualquier planteamiento adecuado desde sus entornos, que asuma la perspectiva de las víctimas, redundará en beneficio de la reconciliación. Lo que significa que los planteamientos sociales de reconciliación: otorgamiento o demanda desde las víctimas; petición u ofrecimiento desde los perpetradores, más allá de cómo se generen, manifiestan destacado dinamismo, teniendo en cuenta la diversidad de sus protagonistas: tiene como punto de partida la prioridad de las víctimas que se dirige como provocación ética hacia los victimarios, para que los circunstantes, la mayoría social no directamente afectada por la injusticia, asuma el compromiso que le corresponde, abandonando inhibición, neutralidad o indiferencia. En consecuencia, será el Estado quien module las necesarias respuestas políticas y legales.

La cultura de reconciliación remite inicial y tendencialmente a espiritualidad, mística y trascendencia, evitando su identificación con procesos técnicos o administrativos, encomendados a expertos en medidas sociales, jurídicas, políticas, estructurales … Por tanto, demanda también recopilar, recuperar, crear productos culturales diversos: artísticos, musicales, literarios

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… En este contexto cabe destacar la gran riqueza específica de tradición y sabiduría cristianas, que aporta a la cultura de reconciliación. La cual demanda actitud kenótica. Se trata de desarrollar una auténtica diaconía de reconciliación desde la identificación con las víctimas, subrayando una dimensión netamente pascual, de reivindicación de la vida en medio de la muerte. Pag 21-22.

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4 Horizontes de futuro y modelos de convivencia Pensando en el presente y futuro de la sociedad, la cultura o contracultura de reconciliación nos ayuda a avaluar críticamente tres modelos de convivencia y decantar nuestra apuesta por el último: tentación de olvido y manipulación de la memoria, coexistencia y convivencia reconciliada. Pag 23. 4.1 Olvido y manipulación de la memoria

Haciendo de la necesidad virtud, por muy duro que sea para las víctimas, es lo que ha sucedido en situaciones semejantes en otros puntos del planeta para mirar al futuro sin hipotecas; cualquier posición contraria es acusada de mantener vivo el odio y poner palos en las ruedas, de no favorecer convivencia y reconciliación.

Shlomo Ben Ami, político, diplomático e historiador israelí, apuesta por elegir entre justicia o paz. Para vivir en paz el camino a seguir es pasar página por cuanto la política corresponde a los vivos y no a los muertos. Pero paz es más que ausencia de violencia y coerción. La posibilidad de superar el conflicto entre memoria y política es estableciendo una relación entre la justicia de los vivos y el hacer justicia a los muertos, trayendo su ausencia al presente. Ahora bien, esto también implica tener presente a las víctimas o, si se quiere, que sufren la muerte del olvido, R. Reyes Mate, Medianoche en la historia. Comentarios a las tesis d Walter Benjamin sobre el concepto de historia.

Los debates contemporáneos en torno a memoria nacen tras Auschwitz. Laboratorio del mal radical, donde se pusieron de manifiesto dos leyes, que se reproducen de forma mimética en conflictos con connotaciones violentas. a Ley de la doble muerte en el mismo crimen: muerte física y hermenéutica. Ante, durante y después de los asesinatos, el discurso invisibilizador resulta muy productivo para fines criminales y su banalización. b Deber de memoria. Imperativo categórico de justicia, íntimamente ligado al grito de las víctimas supervivientes. El grito Nunca más, la no repetición de la barbarie, demanda, como condición sine qua non, denunciar el mal cometido, su injusticia y mantener viva la memoria de las víctimas. Así, se erige en puntal clave de regeneración ética de convivencia ciudadana y socialización de las nuevas generaciones mediante la adecuada gestión de las emociones, que desde la perspectiva ética de las virtudes favorezca empatía e indignación frente a sufrimiento y violencia, y ciegue las vías de odio y exclusión. Por tanto, el imperativo del recuerdo se reviste de doble función: reparadora y hermenéutica; y socializadora. Es importante ser conscientes de las connotaciones que subyacen al tiempo en que la violencia desaparece. No hay consenso y existe fuerte lucha por ganar la batalla del relato; lucha que acontece mediante escenificación de narraciones contrapuestas, que buscan legitimidad social y política. La versión

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hermenéutica del grito de las víctimas debe evitarnos la tentación del olvido y manipulación de la memoria por victimarios o sus colaboradores, que compartían su visión de la realidad con prácticas violentas. La diferencia de Euskadi con otros países es que ETA contó con significativo apoyo social, lo que incidió en que hasta en el proceso de paz la izquierda abertzale pretendiera trasladar, para consumo interno o no, cierta imagen de victoria y orgullo. Sortu debe ser sinónimo de memoria, que cuando cualquier paisano o paisana salga de la cárcel … se sienta reconocido y arropado, y que Sortu sea su orgullosa llave en la sociedad vasca. Que pidan perdón y recen tres aves marías los que tengan pecado, pues nuestros errores ya los hemos amortizado, que la izquierda abertzale se nutra de su abnegado pasado, lo cultive en sus nuevos militantes y lo sepa trasmitir, porque ganada la batalla de la memoria, habremos ganado todos y todas, Gara. Sin realizar autocrítica, sin haber condenado los crímenes de ETA, su papel en el polémico desarme y desaparición de la organización armada ha podido consolidar apoyos ante la opinión pública, presentándose como fedataria y valedora de paz. Se evita condenar expresamente el terrorismo al tiempo que se destaca como más valioso su supuesta contribución a la desaparición de ETA. Se reconoce su daño a algunas víctimas, no a todas, pero no se deslegitima la violencia que las generó, para lo que bastaría que admitieran haber generado sufrimiento y calificarlo de injusto. Desde este sector político, la paz se comprende distorsionadamente en términos de cese unilateral de ETA de una supuesta confrontación bélica, mientras el Estado continuaría valiéndose de mecanismos represivos, incluyéndose detenciones, procesamientos, sentencias y política penitenciaria, consideradas consecuencias del conflicto, hasta la negativa del Estado español a abordar cambios en el estatus político de Euskadi, aducida como causa del conflicto.

Esta manipulación de la memoria, al confundir a víctimas con victimarios en equívoco manto de responsabilidad colectiva, desvela profundaos fallos técnicos. Estrategias como negacionismo, revisionismo, tergiversación o nivelación, estimulan difusión de discursos, que pivotan sobre la necesidad de que todos reconozcamos haber cometido errores, todos somos culpables, cuyo correlato es nadie es responsable, Kubati, asesino de Yoyes. Discursos que consciente o inconscientemente emplean cierta equidistancia, que facilita exculpación e impunidad de quienes han cometido crímenes y victimización de las víctimas.

La ciudadanía debe estar atenta y profundizar en la deslegitimación de cualquier discurso nihilista, exculpatorio, contextualizador, contemporizador con la violencia ejercida, que considere al entramado radical agente determinante de ausencia de violencia o minusvalore, niegue o legitime la existencia de terrorismo de Estado o violencia policial y parapolicial. Porque también tiene sentido deconstruir discursos políticos con umbral ético paupérrimo, ya que se limita a puro utilitarismo y cálculo táctico. El ayer sí, pero hoy no imposibilita la

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deslegitimación de la violencia para conseguir objetivos políticos y distorsiona el alcance del principio de no repetición.

En los últimos años, miembros de la izquierda abertzale han participado en homenajes a víctimas de violencia, pero no han sido capaces de reconocer sus responsabilidades políticas. La recepción heroica en sus lugares de origen a presos, que cumplieron condenas sin signos de arrepentimiento; el intento de que continúen presentes en fiestas patronales de ciudades y pueblos de Euskadi, sorteando la legalidad, indica que no han cambiado lo que deberían. Su connotación es humillante para las víctimas, riesgo de victimización secundaria que conllevan y potencial antipedagógico. Si, además, las instituciones no responden con firmeza frente a semejantes despropósitos, terminan haciendo política como si las víctimas no existieran. Pag 23-26. 4.2 Coexistencia y convivencia reconciliada

El modo de coexistencia se parece a dos líneas paralelas, que nunca llegan a juntarse. En realidad, presenta déficits significativos. Mantiene a la sociedad dividida en guetos, compartimentos estancos, sin posibilidades reales de desactivar la contextualización de la violencia o existencia de dos bandos enfrentados, que han alimentado deshumanización, odio y asesinato del otro. La mera coexistencia: nosotros aquí, ellos allí, puede defenderse con argumentos opuestos por sectores que han legitimado ideológica y políticamente la violencia y por colectivos de víctimas, para quienes sus demandas de reconocimiento no se han visto satisfechas y que mantienen, no sin razones, profundo recelo respecto de victimarios y cómplices.

Frente a mera coexistencia, defendemos el modelo de convivencia de la reconciliación de la contracultura. En cuyo modelo, la nítida asimetría moral entre víctima y victimario, sin eufemismos ni confusiones, debe ocupar lugar central. Asimismo, es imprescindible el esfuerzo de los victimarios de reintegrarse éticamente, generando condiciones para rehabilitar en plenitud su condición ciudadana.

Por tanto, las políticas públicas de memoria y su potencial educativo deben superar cualquier tentación de reserva museística. La memoria, desde la perspectiva sociológica y ética, implica estudiar la significación política del pasado para el presente y su utilidad para construir el futuro. La peor manera de reconocer a las víctimas es sacralizarlas como legados del pasado, despojándolas de significado ético y político para hoy y mañana. Entender su legado implica reclamar derechos, reconocimientos pendientes y distinta manera de construir identidades sociales y políticas. Implica dejar de considerar el pluralismo como dificultad que superar en aras de la homogeneización y verlo como riqueza a potenciar. Supone dejar de ver al otro diferente y enemigo: víctimas y victimarios asumiendo sus responsabilidades y considerándolos ciudadanos, Gesto por la Paz de Euskalerria.

En Euskadi, el problema no ha sido de conocimiento, sino de reconocimiento. Personas con nombres y apellidos fueron asesinadas,

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secuestradas, perseguidas … por ser consideradas fuerzas de ocupación, negarse a sufragar finanzas de ETA, pensar diferente … El principio de no repetición, para evitar que se convierta en retórica vacía de contenido, exige que la sociedad vasca, sobre todo la izquierda abertzale, adquiera altura moral y política suficiente para mirar de frente a las víctimas y no esconderse bajo subterfugios que cuestionan su pedigrí democrático.

En este horizonte reconciliatorio, la justicia penal, punitiva, si no es posible sus sustitución, debe complementarse con justicia restaurativa, que centrada en víctimas y su reparación, posibilite la reinserción social de los perpetradores que reconozcan la injusticia del daño causado, asuman sus responsabilidades ante las víctimas, hagan autocritica seria de su pasado violento y se conviertan en activos trabajadores por la convivencia social. En este contexto, la sociedad en conjunto desempeña papel activo y comprometido en el objetivo de recuperación para la comunidad de unas y otros, de distinta manera. Pag 26-27.

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Conclusión. Construir una cultura de reconciliación Reflexionar y debatir en torno a reconciliación supone entrar en terreno minado y repleto de aristas. El quid de la cuestión radica en el esquema de simetría moral subyacente a la versión clásica de reconciliación, que resulta completamente inadecuado en un conflicto terrorista violento desarrollado en una sociedad democrática. Nuestra propuesta de reconciliación se fundamenta en la asimetría y se materializa en la asunción de la perspectiva y centralidad de las víctimas como sujetos ético-políticos referenciales, porque en ellas se hace visible la injusticia. Reconciliación, que puede abordarse desde distintas perspectivas: religiosa, ética, política, jurídica … evidenciándose en todas ellas la doble dimensión social e interpersonal; la reconciliación social depende de que la interpersonal, la más difícil, se realice de forma fructífera.

El contraste de elementos necesarios para construir una cultura de reconciliación y las experiencias que narran víctimas y victimarios, que quieren dejar de serlo, coadyuvan a delinear los contornos de un modelo de convivencia reconciliada que debe superar déficits éticos de olvido, manipulación de la memoria y mera coexistencia pacífica. Para lo que resulta imprescindible: 1 Romper con cualquier intento de abuso de la memoria, T. Todorov, Los abusos de la memoria. 1a No disociar la responsabilidad por actos de violación de dignidad y derechos humanos que uno cometió de los de la organización armada, en la que militó. 1b Desmantelar cualquier viso de relativismo moral, que favorezca la estigmatización de las víctimas y ponga en entredicho su dignidad. 1c Deslegitimar, por su fuerte componente utilitarista, el afán de contextualizar la violencia, justificando su uso en pasado y negando su idoneidad en presente. 1d Denunciar cualquier discurso que considere a la izquierda abertzale agente determinante de desaparición de la violencia, porque distorsiona la realidad y evita que este sector político asuma sus responsabilidades en la justificación de la violencia y socialización del terror durante décadas. 1e Apostar por procesos de reconstrucción identitaria que supongan ejercicios de sano pluralismo. 2 Relacionar arrepentimiento, asunción de responsabilidades, culpa moral y perdón, sin que éste se identifique con reconciliación, que supera y va más allá de aquel. Son los victimarios, quienes ejerciendo su libertad, sin que medien interferencias externas, deben solicitar perdón a sus víctimas. Las cuales tienen derecho, pero no deber u obligación de perdonar. Los allegados de las víctimas, unas veces, pueden sentir que si perdonan, traicionan la memoria de su familiar asesinado, por lo que no se consideran con autoridad para perdonar; otras, están convencidas de que el perdón prostituye la convivencia,

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porque diluye responsabilidades; otras, lo valoran positivamente como un bien en sí, como liberación para quien lo otorga, como segunda oportunidad para quien lo ha solicitado, asumiendo el daño causado y como contribución social a la paz. 3 Rechazar cualquier tentativa de equidistancia o falsa neutralidad de actores políticos, instituciones educativas, sociedad … ante procesos de victimización y satisfacer los derechos de las víctimas a verdad, justicia, reparación y principio de no repetición. Frente a los límites de justicia penal, imprescindibles para evitar impunidad frente a delitos atroces, las experiencias de justicia restaurativa: encuentros restaurativos, perspectiva multivictimal y víctimas educadoras en aulas ponen énfasis en el protagonismo epistemológico y hermenéutico de las víctimas, a quienes, pese a diversos itinerarios vitales y filiaciones ideológicas y políticas, les une el sufrimiento injusto producido por la violencia de motivación política. Tales experiencias tienen potencial pedagógico trascendente para deslegitimar la violencia y reconstruir la convivencia. En lo que se manifiesta la importancia de reclamar iniciativas políticas que lo potencien. En Euskadi, la mayoría de victimarios no han roto sus vínculos ideológicos y afectivos con el mundo del terror. Por tanto, es importante extraer aprendizajes de itinerarios de quienes ayer decidieron empuñar las armas para defender objetivos políticos y hoy muestran su arrepentimiento. Se trata aquí de que … los que hicieron el daño y los que lo recibieron lleguen a compartir la mirada por el pasado y el juicio sobre lo que ocurrió. Se establece normativamente que, al mirar de manera conjunta, ya desde el consenso de la comunidad política renovada, cabe pensar que las partes han cerrado las heridas, pero no por ello las han borrado ni las hecho invisibles, sino que son conscientes de que es una herida y que, como tal, no debería haber ocurrido nunca, pero ahí ha quedado y se la reconoce como, justamente, la historia común. La cicatriz, la huella de la herida pasada, es, entonces, el nexo de una memoria compartida y sobre ella se funda el consenso político renovado … A. Gómez, Confrontando el mal. Ensayos sobre memoria, violencia y democracia. Coda final

Nuestro planteamiento de reconciliación surge del contexto concreto del País Vasco y de la perspectiva específica de centralidad de las víctimas. Parcialidades, que han posibilitado que se genere la propuesta y, a la vez, han limitado significativamente su alcance. Conscientes de ello, apuntamos la necesidad de elaborar una propuesta más amplia y ambiciosa, de la que la nuestra sea aportación modesta y valiosa. Se trata de formular una reconciliación integral, que restablezca relaciones dañadas o rotas, interpersonales y sociales; entre humanos y naturaleza; y para los creyentes, entre nosotros y Dios. Iniciativa, que comporta trabajo transversal con aportaciones sociales y culturales de diversas tradiciones religiosas e

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ideológicas; movimientos como ecologismo, feminismo, indigenismo, activismo pro derechos humanos … comprometidos con paz, justicia y solidaridad. Las realizaciones son importantes, pero insuficientes; las posibilidades son muchas, pero más las carencias … Es tarde pero es nuestra hora … Es tarde pero es madrugada si insistimos un poco, Pedro Casaldáliga. Pag 28-30.