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CUADERNILLO 5 Ed. def. - Benvingut a Ajuntament de Barcelona | Ajuntament de …ajuntament.barcelona.cat/prevencio/sites/default/files/CUADERNILLO... · hechos consumados que de los

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INDEX

Encuesta de victimización en el área metropolitana de Barcelona 3 Anna Alabart, Josep María Aragay y Juli Sabaté La evolución de la seguridad en la ciudad de Barcelona (1983 – 1989) 38 Juli Sabaté El conocimiento estadístico de la inseguridad ciudadana 50 Oriol Nel·lo

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Anna Alabart Josep María Aragay JuIi Sabaté

PREVENCIÓ presenta una síntesis de una encuesta de victimización en el Área Metropolitana de Barcelona. El sondeo ha sido realizado bajo la dirección de los firmantes, por el Instituto d’Estudis Metropolitans de Barcelona. El trabajo de campo fue encargado a la empresa Sofemasa, que trabajó con una muestra de 12.868 entrevistas, y es el primero de estas características que se realiza en la zona. El trabajo de los profesores Alabart, Aragay y Sabaté, de la Universidad de Barcelona, analiza los índices de victimización; las características de los hechos delictivos contra los vehículos, los negocios, los domicilios y la seguridad personal; la valoración ciudadana de los niveles de seguridad; la opinión sobre los espacios peligrosos; la frecuencia de los hechos delictivos y su coste psicológico; las causas de la delincuencia y las medidas para atenuarla; la opinión sobre la Policía, la Justicia, y el papel de las distintas administraciones.

Las encuestas de victimización son un excelente instrumento para la gestión política municipal de la seguridad ciudadana en los aspectos político, cívico y científico. Político, porque con la información que suministran permiten a los ayuntamientos una distribución más ajustada de los recursos y una política de prevención inmediata e incluso a largo plazo. Cívico, porque conectan con la participación, que es una de las claves de toda política de seguridad democrática, y porque la explotación adecuada de sus resultados puede resultar para la conciencia ciudadana enormemente educativa. Y científico, porque son una técnica fundamental para el estudio de la delincuencia y un importante elemento para el estudio interdisciplinar del fenómeno global de la seguridad ciudadana.

Así lo entendió la asamblea permanente de los poderes locales del Consejo de Europa cuando, en la conferencia celebrada en Barcelona en 1987, recomendó la construcción de un modelo de encuesta local de seguridad homologada para el máximo número de ciudades de Europa, que aprovechara la experiencia que Barcelona ha venido desarrollando desde 1984.

Encuesta de victimización en el Área Metropolitana de Barcelona

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Los límites municipales son insuficientes para el estudio de esta problemática. De ahíla necesidad de trabajar sobre todo el continuum humano y urbano donde se desenvuelve la vida de los habitantes de la aglomeración barcelonesa. Por esta razón, este año se ha ampliado el ámbito del estudio a la gran zona urbana que es el Área Metropolitana de Barcelona.

Dada la complejidad de la información aportada para su estudio, hay que añadir que se ha querido trabajar con una muestra

muy ajustada a la población real y por eso el diseño muestra es de tipo proporcional y se basa en las zonas ya definidas en la encuesta metropolitana de hábitos de 1986, de manera que se pudieran comparar las informaciones obtenidas. Esta proporcionalidad y la necesidad de no exagerar el tamaño de la muestra nos han llevado a un total de 12.868 entrevistas, distribuidas por ciudades y agregables por zonas, que queda expuesta en la siguiente tabla, en la que se incluyen los correspondientes márgenes de error.

Esta nuestra nos lleva a tres niveles desagregativos claramente diferenciados: ciudades o zonas con una muestra superior o cercana a las 600 entrevistas, con un error máximo del 4 %, que permiten la realización de informes específicos; ciudades o zonas con una muestra superior a 225 entrevistas, con error máximo del 6,5 %, que se utilizan como categorías específicas para las descripciones de los resultados que se adjuntan, y el resto de ciudades que sólo y de forma indicativa se utilizan para comentar los datos más importantes o lo suficientemente consistentes como para que los resultados sean fiables.

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Índice global de victimización

En el conjunto del Área Metropolitana de Barcelona, un 15,6 % de personas mayores de 15 años pasaron, en 1989, por alguna experiencia de victimización. Si contabilizamos solamente los hechos consumados, el índice queda establecido en el 12,3 %, y en el 4,4% si se consideran los no consumados, es decir, lo que la gente define como intentos, pero que vive como auténticas experiencias de victimización. La suma es superior al 15,6% porque hay personas que pueden haber sido víctimas de un hecho delictivo más de una vez.

Las víctimas son, principalmente, personas susceptibles de resultar rentables, pues la delincuencia opera con una racionalidad productiva considerable. Efectivamente, los mayores porcentajes de victimización se dan entre las personas con elevados índices de renta, ocupación y estudios. Por tanto, es lógico que también se den entre los adultos jóvenes del sexo masculino.

En cambio, las personas con bajos niveles de renta e instrucción y ocupaciones poco cualificadas son las menos afectadas por la victimización. Lógicamente, también son bajos los índices correspondientes a las personas más jóvenes y más viejas, sobre todo viudos y jubilados, y las mujeres, en especial las amas de casa.

La distribución de los hechos consumados y no consumados se explica por la diferente situación de las víctimas en la estructura social. A medida que aumentan los niveles de renta, estudios, profesión y ocupación se hace mayor mención de los hechos consumados que de los no

consumados, resultando obvio que los entrevistados de estatus elevado se fijan sólo en las experiencias consumadas y, por lo tanto, cuanto más segura es la situación social de los diferentes grupos, menos importancia se da a los hechos no consumados.

Por primera vez se ha podido estudiar la estructura territorial de la delincuencia en el Área Metropolitana de Barcelona, la distribución del índice de victimización, la peligrosidad de cada zona o ciudad y la movilidad. La distribución territorial del índice de victimización para la seis zonas del área permite establecer la conclusión de que las pautas de extensión de la delincuencia estudiadas tradicionalmente por la criminología (la aglomeración comporta el anonimato y favorece la delincuencia) se dan también en el área metropolitana. Es decir, las zonas más densas y pobladas son las que acostumbran a sufrir más la victimización.

En la ciudad de Barcelona, que es el territorio más densamente poblado, es donde se da el índice más elevado, seguido por la zona del Besòs, donde se encuentran las aglomeraciones de Badalona, Sant Adrià y Santa Coloma. En cambio, el índice más bajo se da en el Delta baix donde, aparte de Cornellá y l‘Hospitalet, se encuentran Esplugues, el Prat, Sant Feliu y Sant Just Desvern.

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El análisis de la relación entre los hechos consumados y los no consumados confirma la hipótesis de que la definición popular de los no consumados tiene tanto que ver con la realidad como con el miedo. Efectivamente, en las dos zonas de mayor índice de victimización, Barcelona y el Besòs, donde se da mayor aglomeración, masificación y anonimato, que son condiciones para la inseguridad, la proporción de los delitos no consumados respecto de los no consumados es la más elevada.

La peligrosidad de los diferentes espacios se puede establecer comparando la victimización de sus habitantes con la de los que son victimizados en ellos. El índice de peligrosidad de un lugar está constituido por la relación entre localización (personas que son victimizadas en la zona) y

victimización (personas de la zona victimizadas, independientemente de donde lo hayan sido).

Este análisis se ha hecho siguiendo las seis zonas y las 28 ciudades. En los dos casos, Barcelona, espacio central del área, que atrae y concentra la mayoría de las actividades y servicios, es la zona y la ciudad con el índice de peligrosidad más elevado. Con ello se confirma una vez más que la delincuencia sigue las mismas pautas que el resto de las actividades productivas: centralización y economía de escala, con el estímulo añadido del anonimato y la masificación.

La peligrosidad desciende a medida que nos alejamos de Barcelona: el Delta baix y el Besòs tienen índices más alto que el Vallès, el Delta occidental y, sobre todo, el Llobregat.

 

 

Zonas del Área Metropolitana Índice

Delta baix 11,8

Delta occidental 13,9

Llobregat 13,2

Vallès 12,1

Besòs 14,4

Barcelona 17,6

Total Área Metropolitana 15,6

Zonas del Área Metropolitana Absolutos victimización

Absolutos localización

Índice de peligrosidad

Delta baix 274 230 0,84 Delta occidental 110 78 0,71 Llobregat 33 12 0,36 Vallès 68 52 0,76 Besòs 227 180 0,79 Barcelona 1.303 1.463 1,12 Total Área Metropolitana 2.015 2.015

 

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La movilidad se estudia viendo el porcentaje de habitantes de cada lugar que ha sido victimizados en el mismo y dónde se han distribuido los demás, en el caso de que no se llegue al 100 %. También en este punto se puede ver la atracción del

espacio central, hasta el punto de que los datos que se presentan a continuación van en tres columnas, la primera para el porcentaje de victimización correspondiente a cada zona, la segunda para Barcelona y la tercera para las demás zonas.

Indice de los cuatro indicadores de seguridad

El índice global de victimización es un buen indicador sintético de la extensión de la delincuencia, pero, como todos los indicadores sintéticos, resulta excesivamente genérico para permitir un estudio detallado y matizado de la extensión y las demás características de la victimización. De ahí que lo desagreguemos en cuatro indicadores que agrupan y acotan todos los hechos que se dirigen contra cuatro ámbitos claramente definidos de la seguridad: los tres primeros se refieren a otros tantos tipos de bienes materiales —vehículos, domicilios y negocios— y el último a la seguridad personal. Estos cuatro índices muestran claramente que los dos ámbitos donde hay más delincuencia son el de los vehículos y el de la seguridad personal.

Los hechos contra los vehículos y los negocios no afectan a toda la población sino sólo a quienes son propietarios de los mismos. La relación entre las víctimas y los propietarios se establece por el índice de riesgo. Así, el 18,1 % de propietarios de vehículos y el 19,6% de los propietarios de negocios han tenido alguna experiencia de victimización.

Estos cuatro ámbitos de la seguridad resultan el nivel más significativo para el estudio de la delincuencia, por lo que el análisis de las características de la victimización (estructura sociodemográfica de las víctimas, estructura espacial-temporal de la delincuencia, estructura de la protección y costos económicos y psicológicos de la victimización) se hará en base a ellos.

  Zonas del Área Metropolitana % la zona

% Barcelona

% otras zonas

Delta Baix 75,6 23,6 0,8 Delta Occidental 67,0 25,0 8,0 Llobregat 36,4 54,5 9,1 Vallès 72,1 25,0 2,9 Besôs 70,8 26,2 3,0 Barcelona 97,8

 2,2

Indicadores

Indice

Hechos contra los vehículos 8,0

Hechos contra los domicilios 2,1

Hechos contra los negocios 0,9

Hechos contra la seguridad personal 5,8

 

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Indice de los 18 hechos delictivos

La encuesta permite ver la extensión de cada uno de los 18 hechos estudiados. El índice máximo corresponde al robo de objetos dentro de los vehículos (radiocasetes, ropa, etcétera), y si a ello le sumamos el robo de accesorios, que también son objetos del vehículo, se cubre casi una tercera parte de toda la victimización.

Se advierte también la presencia relativamente importante de los hechos consumados, denominados intentos en las preguntas del cuestionario, que representan casi otra tercera parte de toda la victimización. Este segundo aspecto es relevante de cara a la seguridad ciudadana en su vertiente de medio colectivo (la construcción social de la inseguridad), porque cuando se mencionan hechos que no fueron consumados no siempre están

claras las fronteras entre lo que realmente pasó y lo que se dice de resultas del miedo de la víctima.

Se puede afirmar, pues, que más de la mitad de la victimización tiene el doble foco de los vehículos y los intentos, por lo que para elaborar una política adecuada de prevención es fundamental hacer un esfuerzo de imaginación.

Finalmente, hay que destacar la escasísima extensión que los entrevistados otorgan a las agresiones sexuales y a las amenazas y violencia. Sólo 14 personas de las 12.868 entrevistadas reconocen haber sido víctimas de alguna agresión sexual, y 22 de haber recibido amenazas y violencia.

Veamos a continuación los índices de los 18 hechos, de acuerdo con su distribución territorial.

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Hechos contra los vehículos

Las características de las personas afectadas por los hechos contra los vehículos son, aparentemente, las mismas que ya han sido analizadas al hablar de la victimización global: se delinque sobre las personas susceptibles de proporcionar resultados rentables. Por lo tanto, a medida que aumentan el nivel de vida, la situación profesional, el tipo de trabajo y los estudios, van incrementándose los porcentajes de victimización y, correlativamente, las personas más afectadas son los adultos jóvenes, de entre 25 y 44 años, y de sexo masculino.

En cambio, las personas con bajos niveles de renta e instrucción y con ocupaciones poco cualificadas son las menos afectadas por la victimización. Lógicamente, también son bajos los índices de las personas más jóvenes y más viejas, sobre todo viudos y

jubilados, y los de las mujeres, especialmente las amas de casa.

Ahora bien, la introducción de los índices de riesgo permite matizar la apariencia y explicar del todo esta distribución de las características personales, observando que las personas más victimizadas lo son porque también son las que tienen más vehículos.

En cuanto a la estructura espacial-temporal, Barcelona es la zona con el índice más alto de victimización, seguida del Llobregat. Los índices más bajos se dan en las dos zonas del Delta.

El índice de peligrosidad también está encabezado por Barcelona, por delante del bajo Delta. La zona del Llobregat es la más tranquila. Barcelona, Cornella, el Prat y Gavà son las únicas ciudades que superan el índice 1.

La movilidad de la victimización oscila entre la mínima de Barcelona, donde han sufrido robos el 84,6 % de los vehículos, y la máxima del Llobregat, donde sólo han sido robados una cuarta parte. Hay que constatar, además, que Barcelona concentra gran parte de la movilidad de las otras zonas.

Más del 75 % de los robos se registran en la noche/madrugada, dato que esclarece parte de la definición que las víctimas hacen de los hechos no consumados, algunos de los cuales serían los que se producen cuando no están presentes y que se detectan por cualquier modificación o anomalía que presenta el bien en cuestión o, incluso, su entorno.

Los intentos de robo se dan algo más en verano. Este es también un hecho relativamente constante y que podría ayudar a entender mejor la definición que hacen las víctimas de los hechos no consumados.

Respecto a la estructura de la protección, han sido estudiadas cinco medidas: parking, alarma, desconectador de batería, barra bloqueadora de dirección y tener el DNI marcado en el vehículo. Una conclusión del estudio es que los propietarios de vehículos parecen comprender bastante la utilidad preventiva de las medidas de protección, puesto que más de la mitad de los entrevistados que tienen algún vehículo dispone de parking y más del 40 % tiene barra bloqueadora de la dirección, mientras que casi una cuarta parte tiene desconectador de batería y el 15 % ha instalado una alarma.

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Otra conclusión es que quienes han sufrido el robo del vehículo o de alguna de sus pertenencias son las personas que tenían menos medidas de protección, menor proporción de parking, de alarma y de barra bloqueadora. A juzgar por este dato, puede suponerse, razonablemente, la presencia de un factor generador de delito. Haciendo un juego de palabras quizá algo exagerado, sería una de las situaciones en las que la casualidad puede convertirse en causalidad.

Además, la experiencia de victimización parece influir en la búsqueda de mayor protección, pues el porcentaje de víctimas que han adoptado diferentes medidas protectoras siempre es superior al que tenían en el momento del hecho, e incluso superior al que tiene el promedio de los propietarios de vehículos.

Por otra parte, la experiencia de victimización siempre comporta un coste psicológico, cuyo aspecto cuantitativo ha sido tratado en esta encuesta, a través del análisis de las respuestas a una pregunta del cuestionario en la que se pedía la valoración del mencionado coste en una escala del 1 al 9. Pues bien, la valoración media de las respuestas de todas las víctimas de cualquier hecho contra los vehículos es de 5,42.

Los hechos consumados impactan mucho más que los intentos, y el robo de vehículos bastante más que el de objetos o accesorios. El robo de la moto causa un impacto considerable, debido a sus características y a la relación que su propietario acostumbra a tener con ella.

Las mujeres parecen recibir mayor impacto psicológico que los hombres y, por lo que respecta a la edad, se podría decir que los adultos son quienes más acusan los hechos, mientras que los jóvenes parecen muy poco afectados. También hay que indicar que las personas que están en paro se resienten más que las que tienen ocupación, y que a medida que se incrementa el nivel de renta, de instrucción y de ocupación baja el coste psicológico.

Finalmente, se puede decir también que el susto de las personas que habían adoptado alguna medida de seguridad es superior. La distribución del coste psicológico por el territorio muestra una esclarecedora paradoja: es más bajo en las zonas donde el índice de victimización es más alto, y a la inversa. Para su mejor observación, en el siguiente cuadro se presenta el índice de victimización de cada zona junto a la valoración del coste psicológico.

Hechos contra los domicilios

De todas las características personales estudiadas, las dos que tienen mayor garantía de ofrecer una explicación son las que afectan a la rentabilidad de la delincuencia, esto es, la situación socioprofesional y el nivel de renta de las víctimas. Por lo que respecta al trabajo, es muy significativa la diferente victimización de los domicilios según sus habitantes estén en paro u ocupados, convirtiéndose

indirectamente en medida de seguridad el hecho de que los parados, previsiblemente, permanecen más tiempo en el domicilio familiar que los ocupados.

Por otro lado, a medida que aumenta el nivel de renta, se incrementa el riesgo de victimización, porque es en los domicilios más rentables donde proporcionalmente se roba más.

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La estructura espacial de los hechos contra los domicilios viene dada sólo por los índices de victimización (no hay peligrosidad ni movilidad). El índice más

alto lo registra el Delta occidental (Castelldefels, Gavà, Sant Boi, Viladecans, Sant Climent y Santa Coloma de Cervelló).

Las horas que registran mayor número de hechos delictivos contra los domicilios son las de la tarde y la noche, produciéndose los consumados más bien por la tarde y al mediodía, y los no consumados sobre todo por la noche y de madrugada.

En cuanto a la estacionalidad de la victimización, se da el fenómeno de que roban más pisos durante el verano, cuando hay mayores posibilidades de que los pisos estén deshabitados por las vacaciones, y durante el invierno, cuando la normalidad ciudadana es total. Resulta lógico, por lo tanto, que durante el invierno las víctimas sean quienes viven solos, mientras que en verano lo sean quienes viven en familia.

También en este caso podemos agregar el matiz explicativo de que los robos no consumados se detectan sobre todo en verano y los consumados, en invierno, por lo que parece verosímil la definición según la cual el hecho no consumado se refiere a lo que pudo haber pasado en ausencia de la víctima.

.Sobre la estructura externa de la protección, hay que decir que los índices de victimización se dan tanto en las casas donde no existe ningún tipo de protección como en las que tienen los sistemas más sofisticados. En este caso se trata, obviamente, de casas ricas que son robadas por su rentabilidad, a pesar de los sistemas de protección. Mientras en los domicilios victimizados del primer grupo hubo tantos robos consumados como frustrados, en los del segundo, en cambio, todos se consumaron.

Por lo que respecta a la protección interna, han sido estudiadas medidas de seguridad como el reforzamiento de las puertas, contratación de seguro, haber instalado alarma, disponer de una caja fuerte y haber marcado el DNI en los objetos de valor, con el resultado de que sólo se emplea realmente una medida preventiva, el reforzamiento de las puertas de la casa, y otra reparadora, como el contrato de una póliza de seguro. En efecto, más de la mitad de los pisos tienen las puertas reforzadas y una tercera parte de los encuestados ha contratado algún tipo de seguro. La proporción de puertas reforzadas y de seguros antirrobo era inferior entre los victimizados. Las personas que han sido víctimas de un robo en su domicilio han tomado medidas y ahora resultan las más protegidas.

Por otra parte, el coste económico medio de la victimización se ha cifrado en 298.162 pesetas, mientras que el psicológico, en una escala de 1 a 9, ha obtenido una evaluación de las víctimas del 6,34, más alta que en el caso de los vehículos. El robo consumado es el que produjo mayor susto, con una media de 7,00, mientras que la del intento es del 5,41. A medida que aumenta la edad de la víctima se incrementa el efecto del susto y las mujeres, por otra parte, parecen más afectadas que los hombres. La distribución territorial indica que el impacto es más fuerte en las zonas de hábitat más disperso y de victimización relativamente elevada, como el Delta occidental y el Llobregat

Zonas del Área Metropolitana

Hechos contra los domicilios

Delta baix 1,5 Delta occidental 3,3 Llobregat 2,0 Vallès 1,8 Besòs 1,7 Barcelona 2,3 Total Área Metropolitana 2,1

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Al establecer la relación entre el coste económico y el psicológico, resulta que las personas que más alta valoración dan al susto (con puntuaciones de 7, 8 y 9) son las que más dinero perdieron en la comisión del delito, con una media de 337.117 pesetas.

Hechos contra los negocios

El indicador relativo a los hechos contra los negocios tiene una trascendencia muy superior a su estricta magnitud cuantitativa por la estratégica ubicación social de las víctimas, auténticos empresarios morales de la seguridad ciudadana. La encuesta de seguridad que comentamos opera con una muestra en la que la presencia de propietarios de negocios es escasa, y con un cuestionario demasiado general para abordar su problemática, pues de los 12.868 entrevistados, sólo 557, un 4,36%, han dicho ser propietarios de algún negocio, y sólo 123 de ellos han sido víctimas de algún hecho delictivo.

Para el diseño de políticas municipales de seguridad ciudadana resulta mejor una encuesta específica que permita conocer la victimización de negocios y comercios, por lo que recientemente se ha hecho una en la ciudad de Barcelona, que creemos ha logrado sus objetivos.

El nivel de renta de las víctimas es la variable que puede tener mayor fuerza explicativa porque a mayor renta, mayor victimización. Ahora bien, victimización y

riesgo están en relación inversa con los ingresos de los empresarios y comerciantes victimizados. A medida que se incrementa el nivel de renta aumentan los índices de victimización: la delincuencia busca la rentabilidad. Pero no aumenta el riesgo sino que más bien tiende a disminuir porque, en general, los propietarios de negocios y comercios suelen tener ingresos medios y elevados.

Por lo tanto son los pequeños negocios y las pequeñas tiendas de reducidos ingresos los más victimizados, porque normalmente son los que están indefensos y ofrecen a la delincuencia otro tipo de rentabilidad, el de la impunidad.

La escasez de frecuencias dificulta también el análisis sobre la estructura espacial-temporal de los hechos contra los negocios. El índice de victimización más elevado se da en el Delta occidental y en el Llobregat, mientras el más bajo se registra en el Vallès, Delta baix y Besòs, pero el índice de peligrosidad matiza la anterior distribución al dar los mayores índices de peligrosidad al Delta baix, Barcelona y Vallès, mientras que el Llobregat y el Besos tienen índices inferiores a 1.

En cuanto a las ciudades, parece que en el interior de cada zona o entre zonas vecinas se compensan la victimización y a localización. Por ejemplo, Cornellà, el Prat, Sant Joan Despí, Sant Just Desvern, Castelldefels y Viladecans parecen localizar la victimización de l’Hospitalet, Sant Boi, Gavà y Molins de Rei

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La mayor parte de los hechos suceden durante el invierno, sobre todo los consumados, mientras que los no consumados se cometen principalmente durante el verano. No obstante, los atracos se reparten a lo largo de todo el año. Esta distribución se relaciona con la definición popular de los hechos no consumados y con la diferente búsqueda de rentabilidad, ya que los atracos son más rentables en invierno, pero en verano se hacen con menor preparación cuando aprieta la necesidad.

La noche es el momento de mayor victimización, aunque se establecen diferencias entre robos y atracos: mientras los primeros se producen sobre todo por la noche, cuando no funcionan los negocios y disminuye a vigilancia, los atracos son cosa del mediodía y, sobre todo, de la tarde, cuando se supone que todavía está en la caja la recaudación de toda la jornada.

En cuanto a la estructura de protección, la encuesta estudia cinco medidas: tener la puerta protegida o blindada, haber contratado algún seguro, un timbre en a puerta, instalación de alarma y caja fuerte. Se ha trabajado con el mismo esquema que con los otros indicadores y con similares resultados, dándose porcentajes de protección relativamente importantes en el mundo de los negocios en general, que bajan cuando se trata de los victimizados en el momento de los hechos, que son más bajos cuando se produce el hecho que con posterioridad al mismo.

La evaluación del coste psicológico en este grupo de victimización se ha calculado en 6,66, produciendo los atracos mayor impacto que los robos, sobre todo si son consumados, porque el atraco siempre comporta algún tipo de contacto personal y supone un riesgo superior.

 

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Las mujeres se asustan más que los hombres y parece que el impacto de este tipo de victimización aumenta a medida que se incrementa a edad de la víctima. A título

indicativo, presentamos en el siguiente cuadro la distribución territorial de la evaluación media del coste psicológico y del índice de victimización.

Hechos contra la seguridad personal

Las características de los hechos contra la seguridad personal exigen una doble línea de análisis. Las variables de rentabilidad para la delincuencia comparten su fuerza explicativa con las estrictamente demográficas. Así, el índice aumenta con el nivel de vida, la situación profesional y el grado de instrucción, dándose los mayores porcentajes entre las personas más jóvenes y del sexo femenino, y también, lógicamente, entre solteros y estudiantes.

A Barcelona y el Besòs corresponden los índices de victimización más elevados, y al Llobregat, el más bajo. Barcelona, tanto si se considera el índice de las seis zonas como el de las 28 ciudades del área, es el espacio que tiene el índice de peligrosidad

más elevado, porque localiza parte de la victimización de las otras zonas y ciudades. Por lo que respecta a los barrios, también los de la ciudad de Barcelona son los que concentran gran parte de la localización, aunque algunos barrios de otras ciudades registran un índice de victimización superior a la del conjunto de la ciudad.

La movilidad de la victimización pone de nuevo de manifiesto la incidencia de la ciudad, pues las proporciones de hechos que ocurren en la misma zona van desde el 25 % del Llobregat, la menos urbanizada, al 97,8 % de la ciudad de Barcelona y el 74,1 % de la densa zona del Besòs. Lógicamente, en la ciudad de Barcelona ocurre una buena parte de los hechos de los que son víctimas ciudadanos de otras zonas.

 

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El invierno es la época más peligrosa del año para este tipo de hechos, produciéndose por la tarde casi el 40 % de los mismos.

Las dos terceras partes de los entrevistados reconocen que, para su seguridad personal, llevan poco dinero encima y no van a solas por sitios oscuros. Más del 40 % asegura que sale menos por la noche, y casi un 20 % incluso procura salir poco a la calle. Por otra parte, casi un 3 % de los entrevistados afirma proveerse de un arma u objeto defensivo.

El coste económico medio de este tipo de victimización está en las 26.793 pesetas, siendo el valor medio de los robos de 25.666 pesetas y el de los atracos de 28.264, explicándose la diferencia en que el atraco es una operación que puede prepararse un poco más que el robo, que resulta más improvisado.

El coste psicológico se evalúa en una media de 6,39, pero el hecho que tiene un mayor coste emocional, la agresión sexual, es precisamente el que no tiene coste económico porque la fuerza del impacto psicológico va ligada a la ruptura de la seguridad más íntima y personal.

Las amenazas y la violencia presentan una valoración del máximo nivel de susto, el 9, superior a la que confiesan las víctimas de agresiones sexuales. Se trata de un tipo de hechos semejantes a aquéllos, sin coste económico pero con una importante carga emocional. Pero si nos atenemos a las evaluaciones medias se ve que la más alta sigue siendo, obviamente, la de las agresiones sexuales, seguida de los robos y atracos consumados. La dispersión del susto producido por las amenazas y la violencia hace que la evaluación media de las mismas quede por debajo.

La multivictimización acentúa, en líneas generales, el coste psicológico, y cuanto más se atenta contra la intimidad personal mayor susto se produce. En este sentido, la evaluación de las mujeres es superior a la de los hombres y, en general, el impacto psicológico aumenta con la edad. Por otro lado, se puede afirmar que el impacto psicológico disminuye a medida que aumentan los niveles de instrucción y de renta. Parece que haya, pues, una lógica

según la cual la seguridad económica o cultural configuran una mayor serenidad frente a la victimización.

La distribución territorial del coste psicológico muestra la esclarecedora paradoja de que en las zonas con menor índice de peligrosidad (el Llobregat y el Vallès) es mayor el impacto del susto, mientras en Barcelona, con el índice de peligrosidad más alto, el susto es menor.

 

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El recuerdo de la victimización

Uno de cada 15 entrevistados, el 6,2 %, recuerda haber vivido alguna experiencia de victimización durante 1989, y sólo el 40 % de los entrevistados incluidos en el índice global de victimización recuerdan espontáneamente haber sido víctimas de un hecho delictivo, lo que ofrece el importante dato de que más de la mitad de la experiencias de victimización desaparecen de la memoria de la gente.

Como es lógico, lo que más se recuerda es aquello que se consumó. Por lo tanto, lo que queda más grabado en el recuerdo son los hechos consumados contra la seguridad personal.

Es importante señalar la absoluta inversión de las lógicas del recuerdo y de los índices. Así, los delitos contra los vehículos, que casi llegan a la mitad de toda la victimización, no representan más que la cuarta parte de los recuerdos. A la inversa, los hechos contra la seguridad personal son sólo un tercio de la victimización y se lleva la mitad del recuerdo.

En la ciudad de Barcelona y en la zona del Besós, donde se da el mayor índice de recuerdo de la victimización,

es también donde hay más victimización y donde más persiste el recuerdo de la misma.

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La multivictimización

Llamamos multivictimización al hecho que se produce cuando una misma persona ha sido victimizada más de una vez. El índice global que arroja la encuesta señala que cada persona victimizada, sea por el hecho que sea, ha sido víctima exactamente de

1,55 hechos. Los índices de multivictimización son muy superiores cuando se trata de hechos contra los vehículos y los negocios que contra los domicilios y la seguridad personal. De hecho, estos últimos son tan reducidos que se podría decir que no existe multivictimación.

Los datos anteriores tienen una lectura de gran utilidad para la criminología como inspiradora de políticas de prevención, pues cuando esta ciencia estudia los factores situacionales de delito, reconoce que la facilidad de acceso a la víctima es uno de los que tienen mejor fuerza explicativa. Los vehículos y tos negocios, obviamente, son víctimas inanimadas de más fácil acceso, instrumental y psicológico, que los domicilios y las personas y, lógicamente, sus índices de multivictimización son más elevados.

A título explicativo, se ofrece en el cuadro inferior la distribución territorial de la multivictimización.

La denuncia

En el Área Metropolitana de Barcelona, el índice de denuncia durante el año 1989 fue del 36,4 % lo que indica que denunció la agresión algo más de una tercera parte de las víctimas. Es significativa, aunque resulta obvia, la diferencia existente entre la denuncia de los hechos consumados (42,3 %) y la de los no consumados (22,3).

 

 

Tipo de hechos Ratio Victimización global 1 ,55 Hechos contra los vehículos 1,64 Hechos contra los domicilios 1,22 Hechos contra los negocios 1,63 Hechos contra la seguridad social 1,19

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El índice de denuncia según cada uno de los cuatro indicadores de seguridad permite observar que lo que más se denuncia son

los hechos contra los negocios y los domicilios, que es la propiedad más inmediata e íntima, lo que puede comprobarse en el siguiente cuadro:

Finalmente, los índices de denuncia de los 18 hechos posibilitan un nivel de desagregación que permite analizar el comportamiento denunciador; es decir, qué se denuncia en cada uno de los hechos. En este sentido, lo primero que se ha de constatar es que no necesariamente existe relación entre el índice de victimización y el de denuncia, porque ésta no tiene nada que ver con la mayor o menor frecuencia con que se produce cada hecho.

Esta primera anotación es importante, ya que los hechos más frecuentes son los menos denunciados, puede que por razones de orden práctico, puesto que lo más frecuente acostumbra a ser lo menos grave, pero también por la menor confianza en el sistema de justicia penal. La costumbre, valga la expresión, de haber sido victimizado comporta acostumbrarse a la ineficacia, por no emplear otra palabra, y a la impunidad, hasta que se deja de poner denuncias.

Hecha esta reflexión, se puede señalar que los hechos consumados se denuncian más

que los no consumados, sobre todo cuando se trata de bienes materiales que se supone que son importantes para la víctima. Así, los dos hechos más denunciados son los atracos y robos a los negocios. También se denuncian con más frecuencia los robos de motos, vehículo relativamente fácil de robar, pero con el que sus propietarios acostumbran a mantener una interesante relación personal, y por ello éste es uno de los hechos que más persiste en la memoria de la gente y también uno de los de mayor impacto psicológico. También los robos en los domicilios tienen un elevado índice de denuncia.

En lógica contrapartida, hay que constatar los bajos índices de denuncia de todos los hechos contra la seguridad personal, cuando no se pone en juego bienes materiales, por mucho que sean los que más persisten en la memoria de los entrevistados, produciendo un potente impacto psicológico. El robo del bolso o la cartera (el tirón) es el más frecuentemente denunciado de todos ellos y su índice no llega al 50 %.

Hechos contra Índice de denuncia Vehículos 29,5 Domicilios 52,9 Negocios 63,1 Seguridad personal 36,0

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La distribución territorial del comportamiento denunciador confirma sobradamente que no existe necesariamente relación entre el índice de victimización y el de denuncia. Este no tiene nada que ver con la mayor o menor frecuencia con que se producen los hechos delictivos en las diferentes zonas. Por ejemplo, en el Delta baix y el Llobregat hay muy poca victimización, en gran parte localizada fuera de la misma zona, y es donde la gente presenta más denuncias. El Besòs, que tiene el índice de victimización más alto de Barcelona, tiene el más bajo en denuncias.

Las diferencias en el comportamiento denunciador pueden explicarse siguiendo la estructura sociodemográfica de los denunciantes en dos direcciones complementarias. Por un lado, la relación entre victimización y denuncia sigue siendo inexistente y, por otro, existe una relación entre mayor seguridad en la estructura social —mayor nivel de renta, mejores ocupaciones, más estudios— y mayor comportamiento denunciador. Estos grupos

sociales tienen mayor dosis de confianza en el sistema de justicia penal y también son los que acreditan mayores costes económicos en los hechos que denuncian.

Valoración del nivel de seguridad

Tanto si han sido victimizados como si no, a todos los entrevistados se les ha pedido su valoración sobre el nivel de seguridad existente en su barrio, el espacio más próximo donde vive cada uno de ellos en particular, y en toda el Área Metropolitana de Barcelona en general. La valoración se ha hecho en base a una escala de un mínimo de seguridad 1 a un máximo de 9. De esta forma, la valoración media que los entrevistados dan al nivel de seguridad en su barrio es del 5,19, mientras que a la ciudad donde viven le conceden una media de 4,37 y a toda el Área Metropolitana de Barcelona, el 3,89.

La gente encuentra más seguro el espacio próximo, su barrio, que el lejano, el resto de la ciudad y, sobretodo, el resto del Área Metropolitana. Este es un dato cierto y

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constantemente repetido en las opiniones y actitudes de los entrevistados. Por lo tanto, se puede avanzar que en materia de seguridad, como en tantas otras, es básico impulsar todo lo que sea acción comunitaria.

De todas formas, los entrevistados se muestran críticos con el nivel de seguridad, tanto en el barrio como en el resto de la ciudad, pero no más que los de cualquier otra ciudad de España, por las noticias que tenemos de estudios similares hechos por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) o por diferentes medios de comunicación. Y es que, en general, el entrevistado responde a este tipo de preguntas sabiendo que lo que se espera de él es que sea crítico.

Según las características de las personas entrevistadas, las mujeres, especialmente las amas de casa, son más críticas que los hombres, y los adultos más que los jóvenes. Los victimizados, como es lógico, son más críticos que los no victimizados. Las personas que se confiesan de derechas dan un valor más bajo al nivel de seguridad que las que se confiesan de izquierdas. Finalmente, los más ricos y los más cultos manifiestan más tranquilidad y valoran mejor la seguridad.

La distribución territorial de la evaluación permite comprobar que el nivel de

seguridad en el barrio obtiene un aprobado en todas las zonas del Área Metropolitana. En el de las ciudades sólo se da un aprobado de media para el Vallès, mientras que el conjunto del territorio saca suspenso en todas partes, siguiendo la misma lógica de que los espacios próximos y conocidos son seguros y los lejanos se desconocen y son, por tanto, inseguros.

En un análisis más detallado se observa que la mejor valoración para el barrio se da en el Delta occidental, sobre todo en Gavà, ciudad con un bajísimo índice de victimización. En Barcelona y el Besòs, donde se dan los índices de victimización más altos, es donde las valoraciones son más críticas. Las ciudades del Llobregat y del Vallès son pequeñas y con poca victimización. Son, por tanto, barriadas vecinales que no han sido consideradas en la encuesta y, en consonancia con esto, las valoraciones, aunque sin llegar a las de Gavà, son altas.

Las ciudades más seguras parecen ser las del Vallès y el Delta occidental, y las más inseguras, las del Besòs, Barcelona y el Llobregat. Todo el mundo encuentra insegura el Área Metropolitana de Barcelona, sobre todo los entrevistados del Llobregat, aunque también los del Vallès, Besòs y Barcelona.

 

 

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La seguridad y otras preocupaciones ciudadanas

Sobre la evaluación entre 1 y 9 de una batería de temas relacionados con la seguridad ciudadana, las respuestas

muestran que todos estos temas preocupan a los ciudadanos en mayor o menor medida. El tema de mayor preocupación es el de los drogadictos. El cuadro que sigue muestra la puntuación media atribuida a cada tema:

La drogadicción, que ocupa el primer lugar de la lista, está estrechamente relacionada con la seguridad personal, ya que a menudo genera necesidades monetarias que están fuera de las posibilidades de los adictos. De hecho, esta explicación le dan los propios drogadictos cuando cometen un atraco e incluso cuando mendigan por la calle. El tema de la drogadicción también preocupa en otro aspecto, como el de la posibilidad de que los propios hijos o hermanos puedan engancharse.

A continuación aparece el tema del medio ambiente, y también en este caso se suman dos efectos: el que corresponde a la realidad objetiva de los problemas medioambientales que tienen realmente los municipios estudiados y el que se deriva de la labor de concienciación de los medios de comunicación, que en la época de realización de estas entrevistas trataban con insistencia temas relacionados con la contaminación, residuos industriales, etc.

En tercer lugar, pero muy cerca de la segunda posición, aparece la carestía de la vida. Los entrevistados posiblemente consideren que el actual ritmo de incremento de los precios puedan conducir a situaciones desesperadas que repercutirían en el incremento de los hechos delictivos. Sin embargo, la preocupación de los barceloneses entrevistados en torno a esta cuestión ha bajado, lo cual tiene su posible explicación en el cambio de ámbito territorial, el cambio de la estructura de edad de la población o la mejora de la situación económica.

También los robos, atracos y agresiones y asistencia sanitaria obtienen una valoración por encima de los 7 puntos. En relación con los robos, atracos y agresiones, eje central del estudio, la puntuación ha de complementarse con la de la drogadicción.

En el último lugar de la lista aparece el paro, que cada vez preocupa menos a causa de la reducción del problema, aunque las diferencias entre municipios parecen ser importantes.

En síntesis, las respuestas, que varían según las características de los entrevistados, indican claramente que las mujeres se muestran más preocupadas por todos los temas excepto por el paro; las personas de entre 35 y 64 años son quienes más se preocupan por los drogadictos; la carestía de la vida y la sanidad son más valoradas por los de más edad; el paro, lógicamente, preocupa más a los jóvenes, sobre todo si no tienen ocupación; los entrevistados de 25 a 34 años están menos preocupados por los robos y atracos; quienes otorgan puntuaciones más bajas son los que tienen mejor situación económica, como si ésta les diera mayor seguridad; las personas de izquierda se muestran un poco más preocupadas que el resto por el problema del paro, la contaminación, la atención sanitaria y el aumento del coste de la vida, mientras a las de centro les preocupan los robos y agresiones y a las de derecha les preocupa todo por igual. Sin embargo, hay que apuntar que las diferencias entre las distintas opciones políticas no son muy grandes.

Evaluación de la preocupación Media de 1 a 9 Contaminación 7,52 Drogas 7,95 Accidentes de circulación 6,42 Robos, atracos o agresiones 7,21 Quedarse sin trabajo 5,65 Aumento del coste de la vida 7,45 Asistencia médica 7,06

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Ser una de las víctimas sólo condiciona las puntuaciones dadas a los robos, atracos y agresiones, y las diferencias entre los victimizados y lo que no lo son aumentan cuando se trata de hechos contra la persona. La drogadìcción constituye la

principal preocupación para todas las zonas, mientras que la contaminación en la ciudad y el incremento del coste de la vida se sitúa en segundo o tercer lugar, según las zonas.

En cuanto a la percepción que tienen los ciudadanos de la evolución de la seguridad en su municipio, la respuesta mayoritaria es que sigue igual, aunque se puede

considerar que el porcentaje de quienes afirman que ha mejorado un poco o mucho (27,7%) es muy elevado. Sólo el 14,3 % de los entrevistados opina que ha empeorado la seguridad del municipio.

Las diferencias entre las respuestas son mínimas si se tienen en cuenta las características del sexo y la edad. registrándose un 8 % más elevado de no respuestas en las mujeres, y un 10%en las personas de más de 65 años. Los parados son los que confiesan una percepción más negativa: el 58,9 % opina que la seguridad sigue igual, el 11 .8 %que ha empeorado y sólo el 22,7 % suscribe la idea de una mejora.

Quienes encuentran mejor la situación de la seguridad son los profesionales liberales y los técnicos superiores, un 37 % y 36,1 %, de los cuales, respectivamente, afirma que ha mejorado. En el otro extremo, se sitúan los obreros. El porcentaje de quienes afirman que la situación ha mejorado en el último año aumenta con la renta. Los más críticos y que menos sostienen la opinión de que ha mejorado el nivel de seguridad, son los que no tienen estudios.

Los victimizados son más críticos que los que no han pasado por la experiencia especialmente en el caso de los comercios, siendo más negativas las respuestas de los comerciantes que lo explicaron espontáneamente

Los que autocalifican de derechas se muestran un poco más críticos que el resto, y las opiniones más favorables corresponden a los de izquierda, de modo que un 14,1 % de los entrevistados de izquierda afirma que la seguridad ha empeorado mucho o poco. por un 18% de los de derechas.

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Los resultados obtenidos permiten comprobar que el mayor porcentaje de vecinos que opinan que la seguridad ha empeorado mucho o poco se registra en

las zonas del Llobregat y Barcelona, situándose las zonas del Delta occidental y el Vallès en el otro extremo.

 

Opinión sobre la delincuencia

La opinión de los entrevistados sobre la distribución de los espacios peligrosos que hay en la ciudad y en el barrio denota que

el ciudadano tiene diferente percepción de su barrio y de la ciudad, según las respuestas recogidas en el siguiente cuadro:

Para el 17 % de los entrevistados, en su barrio no existe ningún punto peligroso, mientras que cuando se refieren a la ciudad este porcentaje baja hasta el 2 %. Por contra, la constatación de que «hay muchos puntos peligrosos o que todo es peligroso)) la tiene, para el barrio, un 18,9 %, y para la ciudad, un 34,8 % De la información anterior se deriva que los entrevistados consideran que en los municipios en donde viven existen muchos puntos peligrosos y éstos, en general, están situados fuera del propio barrio.

De las características de los entrevistados se desprende que los hombres tienen un mayor conocimiento de la peligrosidad o seguridad de los distintos sitios, sea barrio o ciudad. El porcentaje de mujeres que

afirman «no saber)) está cuatro puntos por encima del de los hombres en el caso del barrio, y cinco en el caso de la ciudad. Lógicamente, la diferencia se debe a la menor movilidad de las mujeres, especialmente en las ciudad más grandes del Área Metropolitana. Por otra parte, las mujeres atribuyen tanto al barrio como a la ciudad una peligrosidad ligeramente superior a la de los hombres.

Aunque disminuye progresivamente con los años de los entrevistados, también por edades la diferencia más importante entre hombres y mujeres está en el grado de conocimiento del entorno. La explicación de ello hay que buscarla en la menor movilidad geográfica de la gente mayor. La ciudad es, además, considerada más

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peligrosa por los ancianos: un 7,7 % de los mayores de 64 años afirma que «toda la ciudad es muy peligrosa), mientras que esta opinión la sostiene un 3,8 % de los menores de 25 años.

Por inclinaciones ideológicas, los entrevistados que dicen ser de derechas perciben mayor peligrosidad en el barrio y la ciudad que los que se confiesan de izquierdas.

A medida que aumenta el nivel de renta es mayor el porcentaje de los entrevistados que afirman que en su barrio no hay ningún punto de peligrosidad, pero esta asociación no se da en el caso de la ciudad, lo que puede interpretarse en el sentido de que la imagen de seguridad, en cierta medida, sigue la misma distribución que los otros bienes de la ciudad real; es decir, las zonas con imagen de más seguridad son las de la clase alta, donde viven las personas con ingresos más elevados.

Comparando las respuestas de los que han sido victimizados con las de los que no lo han sido, se comprueba que los primeros tienen un concepto de mayor peligrosidad que los segundos, tanto cuando se refieren al barrio como a la ciudad.

Las zonas más alejadas de Barcelona, el Delta occidental y el Llobregat, tienen un elevado porcentaje de no respuesta, especialmente cuando se refieren a la ciudad, con lo que parece que vuelve a constatarse la relación entre el bajo nivel socioeconómico y la mayor imagen de peligrosidad. De esta forma, la zona del Besòs es considerada la más insegura, y la del Llobregat, la más segura. Hay que añadir que esta última está, además, compuesta por municipios relativamente pequeños.

Partiendo de las respuestas sobre la peligrosidad en los barrios y en la ciudad, se puede establecer un orden de zonas que es similar para el barrio y para la

ciudad. Este orden, de más seguro a menos seguro es, en concreto: Llobregat, Delta occidental, Vallès, Besòs, Delta Baix y Barcelona. Las diferencias entre las distintas zonas son más marcadas cuando se refieren a la peligrosidad de la ciudad que cuando se refieren a la del barrio.

Los barrios y lugares peligrosos del Área Metropolitana

A cada entrevistado se le pidió que indicara cuáles son los tres barrios de su municipio que considera más peligrosos, y para facilitar a posterior codificación y tratamiento de las respuestas se les mostró una lista que siempre hacía referencia a los barrios del municipio donde se hacía el trabajo de campo.

A juzgar por las respuestas, no todos los entrevistados citan tres puntos: hay 6.729 que mencionan un barrio peligroso, 5.559 citan dos y 4.487 se refieren a tres. Pero la proporción de respuestas respecto al total de entrevistados varía mucho entre municipios. En unos, casi nadie responde porque consideran que no hay ningún barrio peligroso, como en Sant Joan Despí, Sant Just Desvern, Santa Coloma de Cervelló, Sant Andreu de la Barca, Montgat y Tiana, que son municipios no muy grandes y con rentas elevadas. Se sitúan en el otro extremo los municipios con mucha población o bajo nivel de renta y situados en el entorno de Barcelona, como l‘Hospitalet, Sant Adrià del Besos y Badalona.

En el cuadro siguiente consta el promedio de barrios que han sido mencionados. Se supone que una ratio elevada implica que el municipio tiene una imagen de mayor inseguridad que otro de ratio reducida. A partir de la encuesta se ha podido relacionar la imagen de conflictividad que caracteriza a ciertos municipios —o a algunos de sus barrios— con los hechos delictivos que realmente se han registrado en cada zona:

 

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El cuadro anterior permite clasificar a los municipios en dos grupos según la relación entre la percepción de la peligrosidad —la fama— y la realidad: aquellos que tienen peor imagen de la que se merecen (indicados con un signo negativo en la última columna de la tabla) y los que la tienen mejor de lo que realmente sucede (con signo positivo en la tabla). En los primeros suceden menos hechos delictivos de los que cabría esperar a partir de la información que los entrevistados dan sobre los barrios peligrosos. Entre estos municipios es mayoritaria la clase trabajadora, y la imagen de peligrosidad se ve reforzada a partir de algunos barrios —en los que, todo sea dicho, pasan muy pocas cosas- que se han convertido en paradigma de inseguridad.

El caso más desgarrador es el de la Mina donde, según la encuesta de este año, se

han producido realmente dos de los 689 hechos delictivos contra la seguridad personal registrados en el conjunto del Área Metropolitana. En cambio, se refieren a la Mina como zona peligrosa 871 de los entrevistados de Sant Adrià y de Barcelona

Entre los que tienen mejor imagen de la que realmente se deriva de lo que sucede se hallan municipios pequeños, como Sant Just Desvern, Sant Climent o Tiana, de los que los entrevistados afirman que, a pesar de que alguna vez se registra algún hecho delictivo, no hay ningún barrio peligroso; los municipios de alto estanding que, como se ve, tienen mejor imagen de la que realmente les corresponde, aunque en ellos pasan muchas cosas (Sant Cugat o Castelldefels), y finalmente, los municipios de clase trabajadora, cuya imagen, pese a no ser buena, es mejor de la que se derivaría si se tuviera en cuenta los

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hechos que realmente suceden en ellos. En este último caso están Santa Coloma de Gramenet y el Prat.

Para completar la información anterior se preguntó también si se consideraba que en

el Área Metropolitana de Barcelona había algún otro lugar peligroso, y los entrevistados concentraron sus respuestas en unos pocos municipios. En concreto, los que resultan más nombrados son, aparte de Barcelona ciudad, Sant Adrià del Besòs, l’Hospitalet, Badalona y el Prat.

Los municipios con menos población y con nivel de vida más elevado son los menos citados, de lo que se deduce que la imagen

seguridad-inseguridad que tienen los vecinos y los no vecinos de cada municipio del Área Metropolitana es coincidente.

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Frecuencia de los hechos delictivos

El tipo de los hechos delictivos, la frecuencia con que se producen y el marco de referencia en donde se suceden son tres de los elementos que contribuyen a conformar la opinión de las personas sobre la inseguridad de un determinado espacio, sea éste el barrio o la ciudad. Para obtener información sobre estas cuestiones se formularon dos preguntas, una referida a la ciudad y otra al barrio.

Respecto a la ciudad, se pidió a los entrevistados, en primer lugar, que, a partir de una lista, indicaran cuál es el hecho delictivo más frecuente en su municipio. Las respuestas señalan que los más frecuentes son los robos de objetos en el interior de los vehículos y los robos y atracos a personas. Esta percepción coincide con la realidad de la victimización estudiada anteriormente.

 

Las respuestas de los entrevistados varían en función de sus características personales. Los hombres mencionan más los hechos contra los vehículos, mientras las mujeres se refieren más frecuentemente a los robos en la calle y en los domicilios, a los atracos y a los hechos violentos y violaciones.

Por edades quienes más mencionan los robos de vehículos y de objetos de su interior son los que tienen de 25 a 34 años. Los robos en la calle son considerados como más frecuentes a medida que se incrementa la edad de los entrevistados y, en cambio, los atracos en la calle son citados sobre todo por quienes tienen menos de 25 años, con un índice del 20,8 % de los que tienen esta edad, seguidos por los mayores de 65 años, con el 19,2%.

Según el nivel de renta, las respuestas de los entrevistados están relacionadas con su grado de riesgo. Así, se observa que mientras hay entrevistados con rentas más altas que mencionan con más frecuencia que el resto la sustracción de objetos del interior de los vehículos y los atracos

personales, los de rentas bajas se refieren a los robos a la persona y en los vehículos, que este grupo suele aparcar en la calle.

Las diferencias de victimización responden a las experiencias vividas. Así, la frecuencia con que mencionan los delitos que tienen relación con el automóvil aumenta entre las víctimas de hechos contra los vehículos. Lo mismo sucede entre quienes han sido víctimas de robos en el domicilio (11,5 % de víctimas y 6,5 % de no víctimas), de hechos contra los comercios (se refieren a los atracos en tiendas el 19,7 % de las víctimas y el 7,6 % de no víctimas) o de los hechos contra las personas. Estos últimos son los que registran mayores diferencias respecto de los que no ha sido víctimas de atraco o robo.

Las diferencias por zonas quedan muy claras. Tanto que, a juzgar por las respuestas dadas por los entrevistados, parece como si se produjera una cierta especialización por zonas de los hechos delictivos. Así, los entrevistados del Delta baix se refieren más que

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los de las otras zonas a los robos de coches. Los del Delta occidental, al robo de objetos del interior de los coches. Los del Llobregat, a los robos domiciliarios. Los del Vallés, a los robos en tiendas. Los del Besós, a robos y atracos en las personas y a robos de objetos del interior de los coches. Los de Barcelona, finalmente, se refieren a los atracos y robos en la calle.

Los hechos que, según los entrevistados, suceden más en el barrio son, en primer lugar, el robo de objetos del interior de los vehículos. A continuación, pero a mucha distancia, los robos y atracos a las personas, los robos de vehículos y en los domicilios.

Comparando los resultados del barrio con los de la ciudad, se comprueba que los dos únicos hechos que son más frecuentes en el barrio que en la ciudad son el robo de objetos del interior de los vehículos y el robo en los domicilios.

Las diferencias que se han encontrado según las características de los entrevistados son similares a las que se observan respecto a la ciudad. Los hombres (el 35,2 % de los entrevistados) mencionan más que las mujeres el robo de objetos del interior de los vehículos como hecho delictivo más frecuente en el barrio. Las mujeres, en cambio, dan como respuesta más frecuente el robo en los domicilios (11 %, frente al 8,7 % de los hombres).

Por edades, los muy jóvenes son los que mencionan más frecuentemente los atracos (el 15,8 % de los menores de 25 años), seguidos por los mayores de 64 años. A medida que aumenta la edad de los entrevistados, aumenta también el porcentaje de los que citan los robos en los domicilios. Así, sólo un 6,7 % de los menores de 25 años se refieren a estos hechos, mientras que hay un 11,4 % de los mayores de 65 años que los mencionan. La percepción no coincide con la victimización de este grupo de edad, por lo que hay que atribuir sus afirmaciones a elementos como el miedo.

Los victimizados, como en el caso de la ciudad, tienden a sobrevalorar la frecuencia de lo que les ha sucedido a ellos:

 

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Según el número de personas que viven en el hogar, las respuestas también varían. Los robos en los domicilios son más mencionados cuanto más pequeño es el núcleo familiar: lo citan un 11,3 % de las personas que viven solas, un 11,1 % de las que viven en pareja y un 9,2 % de las que viven en hogares más numerosos.

Las diferencias entre zonas son, como en el caso de la ciudad, muy marcadas, aunque en casi todas el delito que los entrevistados afirman que más se repite en su barrio es el robo de objetos del interior del vehículo. Únicamente el Llobregat no sigue esta pauta.

Dejando a un lado el robo del interior de los vehículos, se comprueba que en el Delta baix hay más entrevistados que en el resto de las zonas que mencionan como más frecuente el robo de coches. En el Delta occidental cobra importancia el robo en los domicilios, a los que se refieren el 21,2 %

de los entrevistados. En el Llobregat, el robo en los domicilios lo cita un 35,5 % de los entrevistados (en esta zona también se consideró el hecho más frecuente en la ciudad) y, cuando se refieren al barrio hay, además, un 19,6% de los entrevistados que afirman que el hecho más frecuente es el robo en las tiendas.

En el Vallès hay un elevado porcentaje de personas que se refieren al robo de objetos del interior de los vehículos (el 40,2 % pero, pese a esta fuerte concentración de respuestas, hay un 17,4% que menciona el robo en los domicilios como hecho más frecuente, y un 13,8% que cita el robo en las tiendas. En el Besós, el robo de objetos del interior de los coches lo apunta el 47,3 % pero, además, se refieren a robos y atracos en la calle el 18,2% y el 12,8%, respectivamente. Por su parte, en Barcelona, más que en ninguna otra zona, se mencionan los atracos a personas y los robos. Los datos anteriores se recogen en el siguiente cuadro:

Hechos delictivos provocan más miedo Más de la tercera parte de los entrevistados afirma que el hecho delictivo que les produce más miedo es la violencia y las amenazas. Si a este porcentaje le

añadimos los que corresponden a otros hechos que también implican violencia, se comprueba que son la principal p reocupación de los entrevistados, pues concentran el 3 % de las respuestas.

 

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La relación de esta información con la correspondiente al hecho más frecuente en el barrio y en la ciudad permite ver que los hechos violentos, que son los que más miedo producen, se consideran más frecuentes en la ciudad que en el barrio. El barrio y la ciudad aparecen, pues, nuevamente diferenciados. La ciudad refuerza la imagen de inseguridad, mientras que el barrio refleja la de ser un lugar tranquilo y seguro. Sin embargo, esta imagen puede verse distorsionada en algunas zonas por los hechos contra los domicilios.  

Las respuestas sobre lo que da más miedo varían mucho según las características de los entrevistados. Se ha observado que los atracos y la violencia dan más miedo a los hombres y las violaciones a las mujeres, mientras que los hechos delictivos dan un miedo semejante a ambos sexos.

Con la edad aumenta el miedo a los hechos violentos, con la única excepción de las agresiones sexuales, que espantan más a los más jóvenes. El miedo al robo en los domicilios también varía según la edad, siendo los más mayores quienes más lo citan, con un 13,8% de mayores de 65

años, frente al 5,2 % de los menores de 25.

Cuando se establece la relación entre las experiencias de victimización de los entrevistados y el miedo a los distintos tipos de hechos delictivos, se comprueba que la victimización sólo influye en el caso de victimizados a causa de sus domicilios o comercios. Los delitos contra la persona parece que dan el mismo miedo a los victimizados que al resto, es decir, mucho.

El análisis de las respuestas desagregadas por zonas permite observar que en casi todas ellas los hechos que dan más miedo son los que afectan a las personas, y especialmente los hechos violentos. Las excepciones son el Delta occidental y el Llobregat, cuya mayor frecuencia corresponde en ambos casos a los robos domiciliarios.

Causas de la delincuencia y medidas para resolverla

Según los entrevistados, las drogas y el paro son las dos causas que más influyen en el aumento de la delincuencia, lo cual se deduce de la evaluación otorgada a una lista de posibles causas de la delincuencia.

 

Respecto a las medidas que deberían adoptarse para resolver la delincuencia, se hicieron dos preguntas paralelas: la primera buscaba una respuesta espontánea sobre las medidas que el entrevistado considera más eficaces para resolver el problema de la delincuencia. La segunda se formuló a partir de un listado y pedía una valoración para cada medida.

La hipótesis que justifica la introducción de ambas preguntas en el cuestionario es que la primera pregunta, la espontánea, refleja más opciones y actitudes primarias, normalmente expresadas a partir de la vivencia de la inseguridad, mientras que la segunda pregunta, al partir de un listado que hay que ir puntuando, racionaliza más las respuestas.

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El siguiente cuadro resume los resultados obtenidos a partir de la pregunta abierta:”¿Cuál es la principal medida que

habría de aportar la Administración para resolver el problema de la delincuencia ? (mencionar dos medidas)”:

A la vista de los datos reflejados en el cuadro, hay que resaltar la coherencia de las respuestas recogidas en el mismo con las que se dan a anteriores preguntas. Dos temas son considerados como principales causas del aumento de la delincuencia: las drogas y el paro. Y las medidas van dirigidas a corregir estos dos problemas. Así, el 33 % de los entrevistados (23,3 % más 9,7 %) opinan que la Administración tendría que resolver el problema del paro y el 31,2 % mencionan el problema de la droga. De estos últimos, el 17 % piensa que sería necesario controlar más el tráfico de drogas, mientras que el 4,2 % apunta hacia la necesidad de reinsertar a los delincuentes y drogadictos.

Si las medidas del cuadro anterior las agrupamos según la punitividad que implican, y dando cada entrevistado dos respuestas, encontramos que las medidas punitivas, es decir, lo que suele calificarse de mano dura, son citadas por el 58,4 % (36,3 % más 22,1 %) de los entrevistados, lo que responde, como se explicó anteriormente, a la inseguridad y el miedo. El 62,1 % (39,2 % más 22,9 %) menciona medidas no punitivas. De éstas, el 33 % (23,3 %más 9,7 %) se refieren al paro, y el 29,1 % al resto de medidas. El porcentaje restante corresponde al grupo no contesta y al de otras medidas.

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Paralelamente a la pregunta anterior se hacía otra que solicitaba la evaluación de 1 a 9 de medidas concretas, dándose las respuestas siguientes:

Las respuestas anteriores pueden interpretarse de forma significativamente contrapuesta a los resultados obtenidos en la respuesta espontánea porque, aunque el tema de la droga sigue figurando en primer lugar del ranking, otras medidas que implican mano dura —como por ejemplo, incrementar la policía o reimplantar la pena de muerte— pierden importancia y ocupan los últimos lugares.

En cambio, otras medidas de efectos a mucho más largo plazo o de prevención pasan a ocupar los primeros lugares, como el aumento de la vigilancia nocturna, la ayuda y rehabilitación a los drogadictos, asistencia a las víctimas, etc. Se puede observar cómo las medidas más efectivas a corto plazo pasan a tener puntuaciones relativamente bajas.

Al analizar las respuestas teniendo en cuenta las características de los entrevistados, se observa que las mujeres otorgan puntuaciones más elevadas que los hombres a todas las medidas excepto a la justicia más dura, la persecución de los traficantes de drogas y la pena de muerte,

casos en los que las evaluaciones de hombres y mujeres son casi idénticas.

A medida que los entrevistados son más mayores tienden a puntuar más alto. Únicamente se registran dos excepciones y ambas están ligadas a la reinserción tanto de drogadictos como de delincuentes: ambas propuestas obtienen puntuaciones más altas de los jóvenes, y tienden a disminuir con la edad.

Quienes se autodefinen de centro dan puntuaciones más elevadas que el resto de los entrevistados a aumento de policías, iluminación de la calle y aumento de vigilancia nocturna. Los que se autocalifican de derechas puntúan más alto justicia más dura, pena de muerte para los delitos de sangre y penalizar el consumo de drogas. Finalmente, los que se confiesan de izquierdas puntúan más alto que el resto a programas de reinserción de delincuentes y programas de ayuda y rehabilitación de drogadictos. Hay dos medidas en las que todos están de acuerdo: perseguir a los traficantes de drogas y crear centros de asistencia a las víctimas.

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Agrupando las respuestas por zonas resultan ser muy similares. Únicamente es destacable la menor puntuación que reciben las medidas relativas a incrementar

el número de policías y penalizar el consumo de droga por parte de los entrevistados del Delta occidental y del Llobregat, y la más elevada que otorgan los del Besòs a ambas medidas:

Opiniones sobre la policía y la justicia Se pidió a los entrevistados que hicieran una valoración de 1 a 9 del sentimiento de protección que les inspira la policía y la puntuación media resultante fue de 4,55 puntos, variando las puntuaciones según las características de los entrevistados. Los hombres se muestran un poco más críticos que las mujeres, pero las diferencias son pequeñas, siendo la puntuación media de 4,48 y 4,62, respectivamente. Los jóvenes son quienes dan valoraciones negativas en mayor proporción. Así, los menores de 25 años dan una puntuación media del 3,9, mientras que los de 65 años o más llegan a una media de 5,1 puntos. Quienes han sido víctimas de algún hecho

delictivo puntúan más bajo que los no victimizados, siendo así para los cuatro tipos de victimización. Los que se autocalifican de izquierdas son los más críticos, mientras que los que se muestran más satisfechos son los de derechas, aunque la diferencia es reducida: 4,5 de puntuación media para los de izquierdas y 4,9 para los de derechas. Tampoco se diferencian mucho las puntuaciones de las distintas zonas, puesto que en todos los casos se sitúan por debajo de los 5 puntos, resultando especialmente críticos los entrevistados de las zonas del Llobregat y del Delta occidental, tal como puede verse en el siguiente cuadro.

Zonas Puntuación Delta baix 4,58 Delta occidental 4,07 Llobregat 3,95 Vallés 4,89 Besòs 4,19 Barcelona 4,74

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Las opiniones de los entrevistados sobre leyes y el sistema judicial se recabaron a partir de un listado de frases con las que debían definir su acuerdo o desacuerdo, obteniéndose unos resultados que indican

una opinión muy crítica de la justicia, pero las también de las actitudes de ciudadanos. Con lo que todo el mundo está de acuerdo es con la lentitud de la justicia española  

 

Según las características de los entrevistados, las respuestas indican que las mujeres, las personas mayores y las de menor nivel de estudios son quienes en mayor medida suscriben las frases que implican más severidad. También la derecha se muestra de acuerdo con las ideas que suponen mayor rigor y dureza.

Las diferentes opiniones que se observan entre las diferentes zonas permiten establecer una clasificación entre zonas más liberales y zonas de línea más dura. Entre las primeras están el Delta occidental y el Besòs y entre las segundas, el Llobregat y el Delta baix.

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Valoración de las distintas administraciones

Los entrevistados otorgan puntuaciones muy bajas a la hora de valorar la política de seguridad ciudadana que desarrollan los

tres niveles de la Administración, central, autonómica y local.

Sin que se registren grandes diferencias, las mujeres otorgan a las tres Instituciones puntuaciones más altas que los hombres. La valoración aumenta con la edad, con la única excepción del grupo de los que tienen entre 45 y 50 años, que se muestran ligeramente más críticos que el grupo anterior. A medida que se incrementa la renta de los entrevistados baja la puntuación que otorgan a las tres administraciones. Por otra parte, los victimizados son más críticos con las tres instituciones que el resto de los entrevistados, y las diferencias se agudizan cuando los victimizados en su persona y en su domicilio evalúan la actuación del ayuntamiento.

Los que se autocalifican de derechas son más críticos con el Gobierno central y con el ayuntamiento y, en cambio, otorgan puntuaciones más elevadas que los otros entrevistados a la Generalitat. Los de izquierdas, en cambio, hacen todo lo contrario, dando máximas puntuaciones al ayuntamiento y al Gobierno central y mínimas a la Generalitat. Se observan importantes diferencias cuando se tiene presente las distintas zonas. No obstante, las zonas del Delta occidental y el Vallès son menos críticas con la Generalitat y el ayuntamiento, mientras que los más críticos con estas dos instancias son las zonas del Delta baix y de Barcelona:

Sobre cuál de las instituciones ha de responsabilizarse de la seguridad ciudadana, la mayoría de los entrevistados consideran que las tres han de actuar conjuntamente y coordinar sus políticas. Las mujeres concentran sus respuestas en mayor medida en la idea de que la política de seguridad ha de hacerse desde todas las instancias de la Administración (60 % de respuestas).

A medida que aumenta la edad, las respuestas se concentran más en la alternativa todas las instancias de la Administración tendrían que preocuparse de la seguridad. En cambio, los más jóvenes, con el 19,7 % de las respuestas en este sentido de los menores de 25 años, apoyan más la idea de que debe ser el ayuntamiento el responsable de velar por la seguridad ciudadana.

Administración

Puntuación

Gobierno central

4,4

Generalitat

4,7

Ayuntamiento

4,8

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A medida que aumenta el nivel de instrucción de los entrevistados se incrementa el porcentaje de quienes consideran que el ayuntamiento es el que debería hacerse cargo de la seguridad ciudadana, mostrando esta opinión el 10 % de los que no tienen estudios y el 20 % de los titulados.

Entre los que se autocalifican de derechas aumenta la frecuencia de quienes responden que la administración que se ha de encargar de la seguridad ciudadana es el Gobierno central (12,1 %) y la Generalitat (18 %) mientras que los de centro e izquierda concentran sus respuestas en mayor medida en la idea de que todos los niveles de la Administración han de responsabilizarse de las cuestiones de seguridad ciudadana.

Son notables las diferencias por zonas, pues mientras en el Vallès el 24 % considera que la seguridad ha de garantizarla el ayuntamiento, en el Delta Occidental se declaran partidarios de que la responsabilidad deben compartirla los tres niveles de la Administración.

Se puede afirmar en general que, según un importante porcentaje de entrevistados, todas las instituciones dan un trato demasiado benevolente a los delincuentes. En especial se considera que el aparato judicial —leyes y jueces— resulta excesivamente transigente, pero esta crítica, según el 29,9 % de los entrevistados, alcanza también a la policía.

Una reducida proporción de entrevistados afirma que el trato que reciben los delincuentes es demasiado duro. La policía es la institución que recibe una crítica más elevada en este sentido, con un porcentaje del 12,9% de entrevistados que la acusan de excesiva dureza.

Hay 10 puntos de diferencia entre hombres y mujeres que responden no sabe, pero,

salvo en este punto, pierden sentido los comentarios en relación con la variable sexo.

Las personas mayores afirman en mayor proporción que las jóvenes que el trato que las instituciones dan a los delincuentes es bueno, aunque esta tendencia queda desdibujada por el elevado porcentaje de no respuesta que se dan en los grupos de más edad.

Los que se autocalifican de izquierda son quienes en mayor proporción reflejan el trato duro, en especial cuando se refieren a la policía.

Territorialmente, las respuestas a estas tres preguntas registran fuertes variaciones. Hay que destacar el elevado porcentaje de falta de respuestas que hay en algunas zonas, especialmente cuando se refieren a la policía, que llegan a superar el 50 % de los entrevistados en caso del Llobregat.

Por otra parte, prácticamente nadie, en ninguna de las zonas, suscribe que sea demasiado duro el trato que los legisladores dan a los delincuentes cuando hacen las leyes y los jueces cuando las aplican. En el caso de la policía, depende de las zonas, pero la oscilación es relativamente reducida y refleja que hay acuerdo entre los porcentajes de quienes afirman que la policía da un trato demasiado duro a los delincuentes, que va del 6,2% en la zona del Llobregat al 14% en el Besòs.

De hecho, es en el Besòs donde los entrevistados muestran menos intransigencia. El porcentaje de los que afirman que el trato es demasiado duro es, en los tres casos, el más elevado de todas las zonas. Sin embargo, hay que señalar que las diferencias no son muy fuertes y, además, se han de tomar con reservas debido al elevado porcentaje de falta de respuestas que se da en todas las zonas.

 

 

marinapiegari
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El presente informe, que resume brevemente un trabajo mucho más amplio del Institut d’Estudis Metropolitans de Barcelona, se refiere a la evolución de la seguridad en Barcelona. Se trata del segundo análisis temporal de la encuesta de victimización en la ciudad —el primero se llevó a cabo el año pasado y recogía los cambios operados entre 1983 y 1988—, que incorpora los datos de 1989.

Éste es el segundo informe sobre la evolución de la seguridad que se lleva a cabo en Barcelona. El primero fue realizado el pasado año, y recogía los cambios operados entre 1983 y 1988. Ahora se trata de añadir un eslabón más a la serie —la información corresponde al año 1989 —y reconsiderar el análisis efectuado, comprobando si se han mantenido las tendencias o si han sufrido variaciones importantes.

En el informe del año pasado se hizo constar la dificultad —y a veces la imposibilidad— de realizar análisis temporales, ya que la serie es, todavía, muy corta. Ahora, aun teniendo una información más, la dificultad persiste, pues para algunas variables existen datos correspondientes a siete años y para otras, a tres años.

Pero hay más, la serie que tenemos hasta ahora nos lleva a formular la hipótesis de que la delincuencia es un hecho social en cuyas raíces desempeñan un papel muchos factores. Se trata, por lo tanto, de un ciclo inducido en el cual pueden actuar varios de estos factores.

En nuestro caso, a partir del análisis temporal se va perfilando una asociación entre la victimización y el ciclo económico. En efecto, primero disminuye el desempleo, después la victimización. Cuando se estudia la victimización no se está realizando un estudio temporal de variables que actúen cíclicamente, sino que se va

La evolución de la seguridad en la ciudad de Barcelona (1983-1989) Juli Sabaté

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comprobando hasta qué punto la variación de la economía produce un efecto inducido respecto a la victimización.

Además, en la explicación de la victimización, y por lo tanto también en su evolución, intervienen, por una parte, las medidas directas sobre la seguridad ciudadana, que actúan como amortiguador de la problemática en época de crisis y producen mejoras espectaculares en época de actividad económica y, por otra, medidas a largo plazo relacionadas con el bienestar social y el desarrollo (que no crecimiento) económico.

La tendencia o comportamiento a largo plazo no puede ser estudiada a partir de una serie que recoge observaciones de siete años (información máxima que poseemos), y menos cuando se trata de variables relacionadas con el modelo social y económico en que se insertan, tal como se ha explicado anteriormente.

Como ya se ha dicho, la victimización parece seguir, con un cierto retraso, la evolución del ciclo económico y el incremento de medidas públicas y privadas.

Pero habrá que confirmar esta hipótesis con observaciones posteriores.

En cuanto a la estacionalidad, a pesar de no poderse garantizar un estudio cuidadoso de esta componente, se ha podido ofrecer una cierta explicación, que ha tendido a significar la importancia del invierno —época de máxima normalidad ciudadana— como la época de máxima intensidad delictiva. También resulta significativo el porcentaje de domicilios en los que se roba durante el verano, cuando la gente está de vacaciones.

Índices de victimización

El primer índice global de victimización (año 1983) era del 20,8 %; en el año siguiente fue del 29,1 % (sufrió un incremento de casi el 40 %); después mantuvo, durante tres años, una cierta estabilidad entre el 25 % y el 26 %; en 1988 descendió casi cuatro puntos (del orden del 15 %) quedando en el 21,6 % y en el último año ha conservado la misma tendencia a la baja, situándose en un 17,6 % (reducción de un 18,5 %).

 

 

Existe una estrecha relación entre el nivel socioeconómico del distrito y el grupo constituido partiendo del índice de

victimización. En efecto, hasta 1988, los tres distritos de rentas más elevadas (l’Eixample, Les Corts y Sarrià-Sant

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Gervasi) han tenido siempre un índice superior al promedio de la ciudad. Hasta 1988, cuatro distritos de renta más bien baja (Nou Barris, Sant Andreu, Sant Martí i Sants) la han tenido siempre inferior. Sant Martí y Sants, siguen, en 1989, manteniéndose por debajo del promedio de la ciudad. Los distritos medios (Gràcia y Horta-Guinardó), además de Ciutat Vella, se han movido alrededor de la media. El hecho de que el distrito I se encuentre en este grupo no tiene nada de extraño, ya que en sus barrios se combinan características de zona socioeconómica baja —que situarían al distrito por debajo de la media de Barcelona— con los componentes de centralidad que hacen aumentar el índice de victimización.

En 1989 los entrevistados de Les Corts han sido los menos victimizados de la ciudad, mientras que los de Nou Barris y Sant Andreu han quedado por encima del promedio. La explicación —en un año de reducción de los índices— radica en las medidas de protección que los primeros han tomado en mayor grado y en la menor reducción relativa de la victimización de los segundos.

En lo que se refiere a la tendencia seguida por la victimización en los distritos, se observa una cierta tendencia a la homogeneización de la victimización: las diferencias entre los índices máximo y mínimo se han ido reduciendo a lo largo de estos siete años. Así, la máxima diferencia en 1983 fue de 21,4 puntos; en 1984 de 18,1; en el año siguiente bajó hasta 14,9; el siguiente ya sólo era de 10,6; en 1987 subió algo, 12,2; en el año 1988 volvió a descender a 11,2 y, finalmente, en el último año se redujo a casi la mitad: 7,4.

Índices de los cuatro indicadores de seguridad

Para hacer operativos los índices de victimización, analizamos cuatro indicadores de seguridad, esto es, los hechos contra los vehículos, contra los domicilios, contra los negocios y los hechos contra la seguridad personal.

Los cuatro indicadores muestran una tendencia decreciente aunque con diferencias entre ellos. Los índices que han experimentado una mayor reducción entre

1988 y 1989 son los de los vehículos y de seguridad personal. Hay que decir que el que más ha disminuido es el de vehículos, si bien en el año anterior había experimentado una reducción menor. En los tres años analizados, el índice de seguridad personal ha pasado del 10,7% al 5,8 %, mientras que el de vehículos ha oscilado del 12,9% al 8,0%. Una reducción del 46 % y del 38 %, respectivamente.

Por otra parte, si entre 1987 y 1988 podía parecer que el único terreno en el que había una cierta estabilidad era el de los negocios, en ese último año el índice de victimización de estos últimos ha disminuido en términos relativos un 31 %.

La distribución de estos índices en los diez distritos de la ciudad permite efectuar algunas consideraciones. La primera es que en los hechos contra los vehículos, en el pasado año todos los distritos han reducido la victimización. La única excepción la constituye Nou Barris, que ha registrado un ligero incremento, suavizándose las diferencias entre distritos. De todos modos, a pesar de las variaciones, sigue en cabeza el distrito de Sarrià-Sant Gervasi, el de más alto nivel socioeconómico de toda Barcelona.

La segunda consideración es que los hechos contra domicilios han disminuido en todos los distritos sin excepción, y esta reducción ha conllevado que sólo en Ciutat Vella y en el Eixample el índice supere los 3 puntos.

La tercera es que los hechos contra negocios han aumentado en el último año únicamente en Ciutat Vella, se han mantenido en Sants-Poble Sec y han disminuido en los distritos restantes. Es preciso recordar que en Ciutat Vella habían experimentado una reducción espectacular entre 1987 y 1988, y que ahora han sufrido un incremento sin alcanzar el índice de 1987. Por lo tanto, si se consideran los tres años en su conjunto, se puede afirmar que la victimización de los negocios ha disminuido en todos los distritos.

Finalmente, en lo que se refiere a la seguridad personal la tónica del último año ha sido también la mejora: en todos los distritos ha disminuido la victimización, con la excepción de Gràcia, que ha registrado

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un ligero aumento del índice, y de Nou Barris y Sant Andreu, donde se ha mantenido. Hay que señalar que en algunos distritos la reducción de hechos contra la seguridad personal ha sido espectacular: un 35,6 % en Sarrià-Sant Gervasi, un 31% en Sants-Montjuïc, un 30,1% en Horta-Guinardó y un 24 % en Ciutat Vella. En el caso de Gràcia, el ligero aumento de este año iba precedido de una reducción muy intensa en el año anterior y, por lo tanto, la evolución de la seguridad personal en los tres últimos años ha sido claramente positiva también en este distrito.

Recuerdo de la victimización

La evolución de la victimización ha sido de incremento desde 1983 hasta 1986. En los dos últimos años, por el contrario, se registra una considerable reducción. Ello se debe, en primer lugar, a que desde 1987 el trabajo de campo se realiza al comienzo del año, lo que simplifica el cuestionario (antes se realizaba la encuesta en el mes de mayo y se pedía esta información por partida doble: una para los primeros meses del año en curso, y otra para el año anterior).

En segundo lugar, la persistencia del recuerdo de victimización va ligada, en parte, a su excepcionalidad. Y la delincuencia ya no es un dato excepcional, sino uno de los inevitables costes sociales propios de la vida en toda gran ciudad. Parece que la gente lo va asumiendo de este modo y, por lo tanto, la fuerza del impacto de la victimización en su recuerdo se va debilitando paulatinamente.

Por otra parte, la delincuencia ha mostrado tendencia a disminuir, y si los años 1988 y 1989 han visto cómo se reducía la victimización, es lógico que también disminuya su recuerdo.

De todos modos, el porcentaje de recuerdo espontáneo ha ido disminuyendo en relación a la victimización: en 1983 representaba cerca del 75 %, mientras que en 1987 ya era del 50 % y en el último año es del 43 %. O sea, baja la victimización, pero aún más el recuerdo de la misma.

Hora y estacionalidad de los hechos

Los datos de los tres años de la serie confirman todo lo dicho en la primera parte del informe de este año. Esto es, que la noche es la hora de máxima intensidad delictiva en lo que se refiere a los vehículos (es cuando se encuentran aparcados) y los negocios (es cuando se hallan vacíos); que los hechos contra la seguridad personal pasan sobre todo por la tarde (cuando hay más gente por la calle), y que los hechos contra los domicilios, a pesar de estar más distribuidos a lo largo de todo el día, tienen lugar principalmente por la tarde y por la noche y en menor medida al mediodía y por la mañana. En los tres años analizados, prácticamente el 60 % de los hechos contra los vehículos han ocurrido por la noche.

En cuanto a la estacionalidad, la mayor parte de los hechos contra los vehículos, los negocios y la seguridad personal han ocurrido en invierno. Esta mayor frecuencia puede ser debida a que en invierno es cuando la ciudad tiene más vida: circulan más automóviles, trabajan todos los negocios, está todo el mundo y todo el mundo va por la calle. Y también puede reflejar una definición colectiva del invierno como época de normalidad —por lo tanto, asimilando a ella hechos que han podido ocurrir con anterioridad o con posterioridad. Por el contrario, la mayoría de domicilios han sido robados en verano, época en la que acostumbran a encontrarse vacíos.

La distribución estacional de los hechos delictivos registra una cierta constancia, si bien se observa una tendencia al aumento en verano y una disminución en otoño.

Los cuatro tipos de hechos delictivos siguen diferente distribución estacional, siendo el verano la peor época para los domicilios. Con todo, en el año 1988 más de una tercera parte de los hechos ocurrieron en invierno, y en 1989 casi un 30%.

En lo que se refiere a los hechos contra los negocios, se observa una importante diferencia entre la estacionalidad del primer año (1987) y los restantes, diferencia que puede explicarse por la ampliación del concepto negocios: cuando sólo se estudiaban los comercios, casi la mitad de los hechos tuvieron lugar en invierno; a partir de 1988, al incluir otros tipos de negocios, se han equilibrado algo el

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invierno y el verano (la época de vacaciones de los negocios).

Los hechos contra la seguridad personal tienen una estacionalidad relativamente estable durante los tres años, y el 40 % ocurren en invierno.

Las medidas de protección

La evolución de la estructura de protección de los bienes materiales (vehículos, domicilios y negocios) tiene una formulación bastante estable, a pesar de que en el último año se observa un incremento generalizado de las medidas.

Las medidas preventivas más fuertes son las más adoptadas (parking, puertas reforzadas); además, parece que aumenta el porcentaje de entrevistados que las utilizan. Las demás medidas preventivas (alarmas, desconectadores de batería, bloqueadores de dirección, timbres en la entrada, etcétera), si bien se han incrementado en el último año, siguen siendo menos utilizadas, con la excepción del timbre en la entrada, que actualmente se encuentra instalado en un 50,7 % de los negocios.

En lo que se refiere al seguro —medida reparadora por excelencia—, ha aumentado de forma espectacular en el último año, tanto para los domicilios como, especialmente, en el caso de los negocios.

Es preciso recordar que el seguro no impide el robo o el atraco, pero permite restablecer buena parte de lo perdido.

Si el año 1988 se caracterizó por la reducción de medidas de protección personal, que afectó prácticamente a todas las estudiadas, el año 1989 implica un giro de 180 grados: todas las medidas, excepto el arma y los objetos de defensa, aumentan de forma espectacular. Algunas llegan incluso a doblar los porcentajes del año anterior.

La denuncia

El índice global de denuncia de 1983 se aproximaba al 40 o/e; en el siguiente año descendió en más de 12 puntos; se estabilizó y volvió a disminuir en 1986, que señaló el punto más bajo. Después ha vuelto a aumentar lentamente hasta llegar casi al índice inicial, tal como muestra el gráfico.

Las variaciones experimentadas por la denuncia son interesantes porque constituyen un buen indicador de la confianza que los ciudadanos tienen respecto a las autoridades responsables de la seguridad. Evidentemente, hay mucha gente que presenta la denuncia para poder cobrar el seguro, pero hay otra, especialmente la victimizada por hechos contra la persona, que no responde a la motivación apuntada.

 

El gráfico muestra que desde 1987 se ha producido un importante aumento en la

denuncia de los cuatro tipos de hechos, pero especialmente de los hechos contra la

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seguridad personal: se ha pasado del 28,5 % al 38 %. Como se ha dicho, éste es un indicador válido del nivel de confianza del

ciudadano en las autoridades y, más concretamente, en la policía.

 

La seguridad en el barrio

El índice de denuncia de los hechos contra domicilios se ha incrementado en un 26 % en el período considerado, aun habiendo disminuido en el año 1987. Y el índice de denuncia de los vehículos es el único que ha disminuido en el último año.

Los distritos que puntúan por encima de la media y los que lo hacen por debajo de la media de la ciudad son los mismos todos los años. Esto puede interpretarse en el sentido de que existen barrios considerados como más peligrosos que otros y que esta percepción no ha variado en todo el período observado. Los distritos que se sitúan por encima de la media de Barcelona son el Eixample, las Corts-Pedralbes, Sant Gervasi-Sarrià y Gràcìa, o sea, los distritos de clase alta y media. Los distritos que dan puntuaciones por debajo de la media son, por el contrario, los de clase media baja o baja: Ciutat Vella, Nou Barris y Sant Andreu. Finalmente, hay distritos que se mueven alrededor de la media, Horta-Guinardó y Sant Martí, y que, por lo tanto, unos años aparecen en el primer grupo y otros en el segundo.

La evolución de las puntuaciones a lo largo del periodo observado es paralela a todos los distritos, es decir, cuando la puntuación media tiene una tendencia creciente, esta tendencia se observa prácticamente en todos los distritos y cuando la tendencia

general es a la baja, todos tienden a disminuir las puntuaciones.

La evolución seguida parece indicar —a partir de unos valores bastante bajos que implican una problemática compleja— una cierta mejora hasta el año 1986, para volver a decaer después y remontar de nuevo a partir de 1987. De hecho, el descenso, que corresponde al año 1987, puede parecer extraño (por demasiado agudizado), pero los datos de 1988 y 1989 le dan coherencia, ya que parece ser el punto bajo de un ciclo que otra vez inicia una evolución ascendente.

Si esta información se compara con la que se tiene respecto al índice de victimización por distritos, se comprueba que realidad e imagen se encuentran totalmente disociadas. Más aún, se observa que en la mayor parte de los casos están asociadas de forma inversa: los entrevistados de los distritos más victimizados son los que consideran sus barrios más seguros, y los distritos en los que no ocurre casi nada son considerados inseguros.

Este contrasentido encuentra su explicación en la construcción social de inseguridad, por una parte, y en la racionalidad de los hechos delictivos por otra. De este modo, la imagen (también la de seguridad) va ligada al prestigio y, por lo tanto, los barrios de alto standing son más seguros, y nadie lo discute. La

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victimización, por el contrario, se halla ligada a la rentabilidad y, en consecuencia, nadie va a robar automóviles donde no los hay, ni se atraca o roba a quien no tiene dinero.

La seguridad en la ciudad

Al tiempo que en la encuesta se preguntaba por la seguridad del barrio, se pedía la opinión sobre la de la ciudad. Los resultados de los diferentes años son los que se indican en la tabla.

 

Los distritos muestran un mayor acuerdo que al puntuar la seguridad en los barrios: las motivaciones respecto a la media de la ciudad siempre son muy reducidas.

En general, la imagen de seguridad del propio barrio siempre ha sido superior a la de la ciudad. Sólo los entrevistados de Ciutat Vella han valorado siempre el nivel de su barrio por debajo del de la ciudad, pero en el último año, los vecinos del distrito I han evaluado por igual la seguridad de Ciutat Vella y la de Barcelona.

Hay dos distritos en los cuales, en algunos años, se han dado al barrio puntuaciones inferiores a las de la ciudad. En concreto, esta situación se observa en Nou Barris (1983, 1984 y 1987), Sant Martí (1983 y 1984), Sant Andreu (1985) y Horta-Guinardó (1985).

Los distritos que puntúan por encima de la media al referirse a la ciudad puntuaban también por encima al evaluar et barrio. Y es otra vez el distrito I et que se conserva más por debajo de la media de la ciudad. Esta coincidencia hace pensar en una cierta proyección de la problemática del propio barrio sobre el conjunto de la ciudad: cuando el barrio se considera peligroso, toda la ciudad aparece como peligrosa, y a la inversa.

La seguridad y las preocupaciones ciudadanas

La encuesta trata de establecer, en una evaluación de 1 a 9, cuáles son las cuestiones relacionadas con la seguridad ciudadana que más preocupan a la gente:

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A partir de los datos de la tabla se comprueba que los registrados entre 1988 y 1989 son relativamente moderados: por un lado, todas las cuestiones que en 1988 quedaban por encima de los 7 puntos se mantienen en 1989; por otro, el orden que

se puede establecer a través de las evaluaciones es casi idéntico en los dos años. La única variación importante es la que se refiere a la preocupación por el aumento del coste de la vida, que en 1988 ocupaba el primer lugar y ahora baja al tercero:

 

Del análisis del pasado año se deducía que la preocupación por los robos, atracos y agresiones ha ido disminuyendo cada año. Y efectivamente, este año se comprueba que la evaluación que recibe esta cuestión es prácticamente la misma que la correspondiente a 1988.

La preocupación por los efectos que la inflación puede tener sobre la seguridad personal fue aumentando año tras año, y el

mayor aumento se observó entre 1987 y 1988, posiblemente por el incremento registrado en los precios de la vivienda. La encuesta del año 1989 muestra que esta preocupación empieza a disminuir, cuando menos en importancia relativa.

Por otra parte, la preocupación por la contaminación de la ciudad ha aumentado 4 décimas más que en 1988, y se ha situado en el segundo lugar en el ranking.

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La evolución de la seguridad en la ciudad

La encuesta de 1989 muestra que la mayoría de entrevistados opinan que la seguridad de Barcelona ha seguido igual (49,4 %), aunque para un porcentaje

bastante importante (28 %) ha mejorado y para algunos (15,7 %) ha empeorado.

La información sobre las respuestas que se han ido dando a esta pregunta a lo largo del período 1983-1989 constituye una serie de datos reunidos en la tabla siguiente.

Como puede verse, el porcentaje de personas que afirma que la seguridad sigue igual ha tendido a aumentar. En cambio, los porcentajes de los que dicen que ha empeorado o que ha mejorado siguen tendencias opuestas —por lo menos hasta 1987—, como puede observarse claramente en el gráfico: hasta 1985 aumenta el porcentaje de los que afirman que ha mejorado y disminuye el de los que dicen que ha empeorado. La tendencia se invierte a partir de ese año (1985) y hasta 1987, en que los incrementos de ambos porcentajes siguen tendencias paralelas.

La conclusión que se deriva de la observación de los datos de la tabla es que los vecinos de Barcelona tienen una visión positiva de la evolución de la seguridad en la ciudad. Pero es preciso matizar más el análisis: si esta información se relaciona con la obtenida en la evaluación de la seguridad se comprueba que cuando los entrevistados afirman que todo sigue igual, o incluso que ha mejorado, parten de situaciones de fuerte inseguridad, y por lo tanto están diciendo que la ciudad se mantiene insegura, o que mejora pero a partir de una situación problemática. Por otra parte, en el último año parece insinuarse un nuevo cambio de tendencia:

aumenta ligeramente el porcentaje de los más críticos.

Las causas de la delincuencia y las medidas para atenuarla

La evolución de la opinión de los entrevistados sobre las causas de la delincuencia y las medidas que habría que tomar para atenuarla queda reflejada en las dos tablas siguientes, que recogen los datos desde el año 1983. Para la comprensión de la primera tabla hay que tener en cuenta que antes de 1987 se preguntaban las tres causas más importantes de un listado predefinido; en el año 1987, la pregunta fue substituida por una que pedía una valoración (de 1 a 9) de cada una de las cuestiones que aparecían en la lista; en el año 1988, fue agregada otra pregunta (espontánea) sobre las dos causas más frecuentes del incremento de la delincuencia, y finalmente, en 1989 se han vuelto a reducir las preguntas y se ha adoptado la fórmula de 1987: evaluación de un conjunto de causas predefinidas.

Respecto a la segunda tabla, las variaciones a lo largo de los años han sido muy parecidas.

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Opinión sobre las instituciones

Desde 1983 se han ido formulando tres preguntas relativas a la policía. Se referían a la eficacia, la dedicación y la protección que ofrece. Este año (1989) se han eliminado las dos primeras y se ha conservado la tercera. A partir de las respuestas de la población entrevistada se puede afirmar que los ciudadanos se sienten poco protegidos.

Con todo, la puntuación ha aumentado respecto a la de 1988: de 4,6 puntos ha pasado a registrar una media de 4,74 puntos. Las opiniones de los entrevistados sobre las leyes y la justicia reflejan dos actitudes: desconfianza —tanto hacia el funcionamiento como en lo que se refiere a la voluntad de colaboración— y punitividad. Esto es lo que puede intuirse a través del análisis de las respuestas que los entrevistados dan a una serie de frases que se han ido formulando cada año:

El acuerdo en la lentitud de la justicia es tan grande que casi se puede hablar de unanimidad.

La crítica relativa a la severidad de los jueces, que mostraba clara tendencia a disminuir, ha vuelto a aumentar de modo notorio, y la proporción de los que consideran que no existe colaboración entre los ciudadanos y la justicia se mantiene estable alrededor del 83 %.

También se pedía la opinión sobre el trato que reciben los que delinquen por parte del Parlamento (cuando hace las leyes), la

Justicia y la policía. Alrededor de un 53 % de los entrevistados consideran que los jueces son demasiado benévolos, y un 52 % que lo es el Parlamento cuando elabora las leyes (estas cifras muestran un incremento respecto al año anterior). La opinión sobre los policías se halla más repartida: un 34 % piensa que son demasiado benévolos (en el año 1988 el porcentaje era del 25%) y un 13 % que son demasiado duros (5 puntos por encima de 1988). Finalmente, en lo que se refiere a la opinión sobre la responsabilidad de la Administración, la tabla que sigue recoge la información referida a todos los años estudiados:

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Cada vez son menos los entrevistados que creen que ha de ser el Gobierno central quien se ocupe de la seguridad ciudadana y, en cambio, son cada vez más los que consideran que sería necesario que los distintos niveles de la Administración

actuaran conjuntamente en materia de seguridad ciudadana: de un 20,2 % que opinaban así en 1983 a un 58,7% que lo suscriben en el año 1989.

Finalmente, en la tabla que sigue se recogen las evaluaciones que corresponden a las políticas de seguridad

ciudadana desarrolladas desde los distintos niveles de la Administración.

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marinapiegari
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Los días 15 y 16 de octubre de 1990 se celebró en Barcelona el Seminario Internacional «Instrumentos y metodología para el conocimiento del fenómeno delincuencial». El seminario fue promovido por el Ayuntamiento de Barcelona (Concejalía de Vía Pública) y el Fórum des Collectivités Territoriales Européennes pour la Sécurité Urbaine (asociación de entidades públicas locales, con sede en París, cuya finalidad principal consiste en promover el debate internacional y el intercambio de información en materia de seguridad ciudadana). De la organización del encuentro se ocupó el Institut d’Estudis Metropolitans de Barcelona, el centro de investigación sobre temas urbanos que —por encargo del Ayuntamiento de Barcelona y la Mancomunidad de Municipios del Área Metropolitana de Barcelona— realiza la encuesta de victimización en esta ciudad. En el presente artículo se detallan, en primer lugar, cuáles fueron los objetivos y el contenido del seminario y, a continuación, se recogen las conclusiones del mismo, divididas en dos partes: consideraciones y recomendaciones.

El conocimiento estadístico de la inseguridad ciudadana Oriol Nel·lo

Tres eran los objetivos generales que las instituciones patrocinadoras se proponían cubrir con la celebración del seminario. En primer lugar, establecer el grado de desarrollo de cada una de las aproximaciones metodológicas y estadísticas al hecho delincuencial. Disponer de este estado de la cuestión resulta esencial para establecer hasta qué punto están y pueden estar cubiertas las necesidades de información de las ciudades europeas y los distintos grupos sociales que en ellos residen respecto al tema de la inseguridad ciudadana.

En segundo lugar, emitir recomendaciones en dos direcciones: mejoras a introducir en los sistemas existentes y medidas a tomar para coordinar las distintas fuentes de información y líneas de análisis.

El tercer objetivo de los organizadores era avanzar hacia el establecimiento de un sistema de observación e información sobre la delincuencia que permita establecer comparaciones, intercambio de experiencias y coordinación de políticas entre las distintas ciudades europeas.

Para discutir estos temas de forma operativa, el seminario fue concebido como una reunión de trabajo restringida, especializada e intensiva. Así, se invitó a participar en ella a una selecta representación de autoridades locales europeas y a un reducido número de expertos internacionales. El número total de participantes fue de 50, procedentes de siete países comunitarios: Bélgica, España,

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Francia, Gran Bretaña, Holanda, Italia y Portugal. Es de señalar, asimismo, el número y la significación de grandes ciudades europeas cuyos gobiernos consideraron oportuno estar representados de forma específica en el encuentro: Barcelona, Birmingham, Lisboa, Lyon, Madrid, Rotterdam, Estrasburgo y Turín.

Los debates fueron organizados alrededor de una relación introductoria, cuatro talleres temáticos y un debate general, los cuales se realizaron de manera sucesiva durante los dos días del encuentro. Cada uno de los cuatro talleres estuvo dedicado a una de las grandes aproximaciones metodológicas al conocimiento estadístico del fenómeno delincuencial. Los talleres se abrían con una ponencia introductoria en la que un experto internacional planteaba el tema, seguían las réplicas de aquellos expertos que, conociendo de antemano el texto presentado, habían preparado comunicaciones al mismo, y finalmente se entraba en el debate general del tema propuesto.

Los talleres temáticos fueron los siguientes:

• Las estadísticas oficiales. Ponentes: Philippe Robert, director del Groupe Européen de Recherche sur les Normativités del Centre National de Recherche Scientifique (Francia); Patrick Hebberecht, del Instituto de Criminología de la Universidad de Gante (Bélgica); G. Korteland, responsable de investigación de la Policía Municipal de Rotterdam, y G.C. Smulders, jefe del programa de prevención de aquella ciudad.

• Los informes de autodenuncia. Ponente: Paul Ekblom, del Departamento de Investigación y Planificación del Ministerio del Interior británico. Réplica: Gabriel Hualde, sociológico de la Fundación Bartolomé de Carranza en Pamplona, Navarra.

• Los observatorios locales de riesgo social. Ponente: Philippe Estébe, del Cabinet TEN de París. Réplicas: Margo Bajardi, de la Concejalía de la Juventud del Ayuntamiento de Turín, y Ghislaine Selvan y Jean Pierre Gros, de la Comunidad Urbana de Estrasburgo.

• Las encuestas de victimización. Ponente: Juli Sabaté, del equipo de investigación

sobre la encuesta de victimización de Barcelona en el Institut d’Estudis Metroplitans de esta ciudad. Réplicas: Renée Zauberman, investigadora del CESDIP de París, y Francisco Pascual, sociólogo del Gobierno Regional de Castilla-León.

El seminario fue abierto por Jordi Borja, concejal de Relaciones Territoriales del Ayuntamiento de Barcelona, y por Vicent Delbos, de la Délégation Interministérielle à la Ville francesa, en representación de Gilbert Bonnemaison, presidente del Fórum. Claudine Bansept, secretaria general del Fórum des Collectivités Territoriales Européennes pour la Securité Urbaine, presentó las conclusiones políticas del encuentro. La sesión de clausura fue presidida por Joan Torres, concejal de Vía Pública del Ayuntamiento de Barcelona. De la dirección científica del seminario fueron responsables Philippe Robert y Oriol Nel·lo. Este último estuvo a cargo, asimismo, de la relación introductoria, la moderación de las sesiones y la presidencia del debate general de las conclusiones.

Los participantes en el seminario acordaron aprobar las conclusiones científicas que a continuación se detallan, las cuales constan de dos partes: unas consideraciones generales y unas recomendaciones dirigidas a los poderes públicos.

Consideraciones generales

Después del debate de las ponencias y las comunicaciones presentadas, que permitieron obtener una panorámica completa del estado actual de la cuestión en Europa occidental, los participantes en el seminario internacional acordaron aportar las siguientes consideraciones:

• De la necesidad del conocimiento. La delincuencia y el sentimiento de inseguridad que a ella se asocia son uno de los problemas sociales que los ciudadanos europeos consideran, de manera más reiterada, como motivo de preocupación. Para hacer frente a este fenómeno, los poderes públicos y los ciudadanos precisan disponer de un conocimiento profundo y completo sobre su extensión y su naturaleza, tanto desde el punto de vista cualitativo como cuantitativo.

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La obtención y la aplicación de este conocimiento requieren plantearse la definición del objeto de estudio, la metodología o metodologías a emplear y la utilización de los datos.

• De la definición del objeto de estudio. Existen, como es sabido, distintas definiciones del hecho delincuencial: la definición social o popular, la policial, la judicial. De esta diversidad se deriva la existencia de varias aproximaciones que, al definir de forma distinta el objeto de estudio, utilizan metodologías distintas y ofrecen evaluaciones sobre la extensión del fenómeno que difieren notablemente entre sí. Esta multiplicidad de fuentes y métodos, a menudo poco compatibles, supone un problema evidente a la hora de diseñar y aplicar políticas para hacer frente a la delincuencia en las ciudades. Sin embargo, esta situación es difícilmente solventable, puesto que —siendo la noción misma de delincuencia una construcción social— es imposible establecer una definición objetiva de la misma. Las autoridades locales y los ciudadanos deberán, pues, aceptar la inevitabilidad de esta diversidad de enfoques y resultados.

• De la contextualización de los datos y los discursos. Frente a la existencia de esta diversidad de definiciones del objeto de estudio resulta inútil discutir qué aproximación es «mejor)) y cuál «peor». Cada fuente de información puede ser buena (o mala) en sus propios términos, puesto que —partiendo de una definición determinada del hecho delincuencial— mide una realidad distinta a la evaluada por otras fuentes. Es por ello que autoridades y ciudadanos deben aproximarse siempre a los datos sobre la delincuencia en forma crítica, contextualizando la información recibida con datos acerca de: el actor que la produce, el uso primario al que está destinada, las circunstancias en las que se ha generado, la definición del objeto de estudio empleada, la metodología seguida y el universo estudiado.

• De la necesaria compatibilización de las fuentes de información. Ahora bien, precisamente porque la utilización de una teoría de fuentes es inevitable, los agentes productores y receptores de información deben realizar esfuerzos para conseguir que los datos sean compatibles y comparables. Este esfuerzo de

compatibilización debe efectuarse en dos direcciones: entre los distintos métodos de análisis y entre los distintos territorios para los cuales la información es recogida. Sólo así se conseguirá una visión de la realidad lo más compleja y completa posible, premisa esencial para cualquier tipo de actuación pública.

• De la compatibilidad de los métodos de análisis. La compatibilidad entre las distintas aproximaciones es dificultada no solo por las diversas definiciones del objeto de estudio sino también por otra serie ce elementos fácilmente enmendables. Así, las entidades productoras de información en cada territorio deberán coordinar sus actuaciones para establecer, en la medida de lo posible, la correspondencia entre las series temporales y el tipo de división territorial que emplean para la obtención y presentación de sus datos. Por otra parte, deberán especificar los presupuestos teóricos y la metodología utilizada en cada caso (carácter proactivo o reactivo de los contenciosos reseñados, referencia a hechos o a personas, etc.) y tratar de evitar los errores’ técnicos más corrientes en cada una de ellas (dobles cómputos, lagunas, etc.). Estas medidas —relativamente fáciles de aplicar— no permitirán, claro está, alcanzar la plena comparabilidad de los datos en términos científicos, pero aumentarán en gran manera la utilidad y la inteligibilidad de la confrontación de informaciones obtenidas por distintos métodos. Ello resulta de singular importancia para el uso crítico de las informaciones por parte de administradores y ciudadanos al que se aludía más arriba.

• De la compatibilidad de los datos obtenidos en distintos territorios. La confrontación de datos obtenidos en distintos territorios es también necesaria: por una parte, porque permite una mejor comprensión de las causas y consecuencias del problema y, por otra. Porque posibilita sentar las bases reales para la coordinación de políticas frente a la delincuencia. Esto último es especialmente importante en un momento en que la inseguridad ciudadana deviene un problema europeo. Problema europeo no solo porque es motivo de preocupación por una parte muy relevante de la población del continente, sino también porque la creciente integración del mercado y la alta movilidad de factores sobre el

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espacio continental hacen que el problema de la delincuencia en cada localidad afecte, además de sus propios ciudadanos, a un número siempre mayor de transeúntes europeos. Urge, pues, establecer un sistema de indicadores estadísticos sobre la extensión del hecho delincuencial en las mayores ciudades europeas. Porque, de la misma manera que sólo si se dispone de datos específicos podrán acometerse políticas específicas, sólo si se poseen datos comparables podrán reclamarse y emprenderse políticas comunes a escala europea

• De la utilización de los datos. Los datos relativos al hecho delincuencial pueden ser útiles a las autoridades locales para información propia y de los ciudadanos, para la programación de políticas de prevención y control y para su intervención mediadora en caso de conflicto. No obstante, la obtención, el tratamiento y la utilización de estas informaciones debe estar sujeta a una serie de prevenciones prácticas y consideraciones éticas elementales. En primer lugar, es necesario evitar el fetichismo, tan extendido, por los datos estadísticos: la búsqueda de cifras e indicadores sobre el hecho delincuencial solo cubre su plena utilidad cuando se realiza en función de políticas concretas de actuación. En segundo término, ha que ser consciente de las limitaciones. metodológicas ya mencionadas, sobre las que sería ocioso insistir. En tercer lugar, es necesario que las autoridades tengan presente que el mismo proceso de recolección y divulgación de datos puede contribuir a estigmatizar socialmente determinados territorios, ciudadanos y grupos de ciudadanos, aumentando así su marginalidad. Finalmente, resulta perentorio, también desde un punto de vista científico que este proceso de recolección y divulgación sea realizado por las autoridades con todas las garantías de respeto a la intimidad, a la seguridad y a la propia imagen del que son acreedores todos los ciudadanos.

Recomendaciones

A partir de las consideraciones reseñadas, los participantes en el coloquio «Instrumentos y metodología para el conocimiento del fenómeno delincuencial» acordaron realizar las siguientes recomendaciones a los poderes públicos:

• Impulsar el análisis científico, ampliar el conocimiento. El conocimiento y el análisis científico son requisito indispensable para el diseño y la correcta aplicación de políticas públicas frente a la inseguridad ciudadana. Analizando el estado de la cuestión, resulta claro que el nivel de desarrollo y de difusión de los métodos de conocimiento y análisis sobre el tema es todavía deficiente. Por tanto, es imperioso que los poderes públicos locales, regionales, estatales y europeos fomenten programas de estudio riguroso y regulares sobre el hecho delincuencial.

• Potenciar la escala local, vincular in formación y actuación. En estos estudios, hay que considerar con particular atención la escala local. Escala que, por otra parte, resulta especialmente interesante desde un punto de vista analítico y, por otra, es aquélla en la que se han de desarrollar las políticas de información, prevención, mediación y control que afectan de manera más directa al ciudadano. La utilidad de los datos y de las políticas será tanto más alta cuanto mayor sea la vinculación entre la recolección de los primeros y la aplicación de las segundas. Las autoridades locales, en tanto quieran estar implicadas en el diseño y aplicación de estas políticas, deberán proveerse de los oportunos instrumentos de conocimiento del fenómeno en el medio local.

• Respetar al ciudadano, socializar la información. La recogida, tratamiento y difusión de los datos relativos a la seguridad ciudadana plantean diversas cuestiones de índole ética. Los poderes públicos deberán asegurar que este proceso se realice con escrupulosa observación del respeto a la imagen, la intimidad y la integridad jurídica tanto de las personas victimizadas como de las implicadas en comisión de delitos y de los ciudadanos en general. Y ello no sólo por elementales consideraciones éticas, sino también para salvaguardar la validez y la fiabilidad científica de los datos. En este sentido, resulta igualmente necesario que la información sobre el hecho delincuencial se socialice con la máxima transparencia especificando en cada caso el carácter de los datos y sus limitaciones.

• Compatibilizar los datos, aunar los esfuerzos. Las distintas aproximaciones al

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conocimiento del hecho delincuencial (estadísticas policiales y judiciales, encuestas de victimización y de autoacusación, observatorios locales de riesgo social) responden a diversas definiciones del objeto de estudio y, por lo tanto, cubren diferentes extensiones del mismo. Para que sean realmente útiles a autoridades y ciudadanos, es necesario adoptar medidas técnicas que, además de mejorar la calidad de cada una de las fuentes, contribuyan a que las distintas aproximaciones sean lo más compatibles posible. Este esfuerzo de compatibilización debe dirigirse no sólo a aproximar los estudios elaborados con distintos métodos sobre el mismo territorio, sino también a los estudios elaborados con el mismo método en distintos territorios.

• Profundizar el debate, mantener el intercambio. Para avanzar en esta dirección es necesario continuar el debate y el intercambio de experiencias entre expertos científicos y administradores públicos procedentes de distintos países europeos. Esta continuidad es esencial para profundizar en el conocimiento de las técnicas a emplear y las políticas que en ellas pueden basarse. El Forum Europeen des Communautés Territoriales pour la Sécurité Urbaine puede proveer un marco idóneo para la continuidad de este debate.

• Iniciar experiencias piloto, coordinar políticas. El debate científico y el intercambio de experiencias ha de ir acompañado de actividades que permitan probar, en distintas ciudades europeas, los avances conseguidos. Sólo así podrá irse construyendo un cuerpo de teoría común que resulte en la utilización de métodos compatibles de conocimiento y, en el futuro, en la coordinación a escala europea de políticas locales frente a la inseguridad ciudadana. Es por ello que los participantes en el seminario consideran especialmente satisfactorio que del mismo emerja el compromiso de cinco ciudades europeas (Birmingham, Lisboa, Lyon, Rotterdam y Barcelona) de constituir un grupo de trabajo —animado por la ciudad de Barcelona— para intercambiar experiencias y avanzar en la adopción de métodos compatibles en el conocimiento y la prevención de la inseguridad ciudadana.

 

marinapiegari
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