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U. E. Cuerpo de Cristo Fe y Alegría Ciencias Sociales 5º - Cuaderno de lecturas Prof. Ivan Reynaldo Laura A. Página | 1 Lectura Nº 1 Identidades asesinas Amin Maalouf Mi vida de escritor me ha enseñado a desconfiar de las palabras. Las que parecen más claras suelen ser las más traicioneras. Uno de esos falsos amigos es precisamente "identidad". Todos nos creemos que sabemos lo que significa esta palabra y seguimos fiándonos de ella incluso cuando, insidiosamente, empieza a significar lo contrario. Lejos de mí la idea de redefinir una y otra vez el concepto de identidad. Es el problema esencial de la filosofía desde el "conócete a ti mismo" de Sócrates hasta Freud, pasando por tantos otros maestros; para abordarlo de nuevo hoy se necesitaría mucha más competencia de la que yo ten go, y mucha más temeridad. La tarea que me he impuesto es infinitamente más modesta: tratar de comprender por qué tanta gente comete hoy crímenes en nombre de su identidad religiosa, étnica, nacional o de otra naturaleza. ?Ha sido así desde los albores de la historia o por el contrario hay realidades que son específicas de nuestra época? Es posible que algunas de mis palabras le parezcan al lector demasiado elementales. Pero es porque he tratado de reflexionar con la máxima serenidad, paciencia y lealtad que me han sido posibles, sin recurrir a ningún tipo de jerga ni a ninguna engañosa simplificación. En lo que se ha dado en llamar el "documentos de identidad" figuran el nombre y los apellidos, la fecha de nacimiento, una fotografía, determinados rasgos físicos, la firma y, a veces, la huella dactilar: toda una serie de indicaciones que demuestran, sin posibilidad de error, que el titular de ese documento es Fulano y que no hay, entre los miles de millones de seres humanos, ningún otro que pueda confundirse con él, ni siquiera su sosia o su hermano gemelo. Mi identidad es lo que hace que yo no sea idéntico a ninguna otra persona. Así definido, el término "identidad" denota un concepto relativamente preciso, que no debería presentarse a confusión. ?Realmente hace falta una larga argumentación para establecer que no puede haber dos personas idénticas? Aun en el caso de que el día de mañana, como es de temer, se llegara a "clonar" seres humanos, en sentido estricto esos clones sólo serían idénticos en el momento de "nacer"; ya desde sus primeros pasos en el mundo empezarían a ser diferentes. La identidad de una persona está constituida por infinidad de elementos que evidentemente no se limitan a los que figuran en los registros oficiales. La gran mayoría de la gente, desde luego, pertenece a una gran tradición religiosa; a una nación, y en ocasiones a dos; a un grupo étnico o lingüístico; a una familia más o menos extensa; a una profesión; a una institución; a un determinado ámbito social.... Y la lista no acaba ahí, sino que prácticamente podría no tener fin: podemos sentirnos pertenecientes, con más o menos fuerza, a una provincia, a un pueblo, a un barrio, a un clan, a un equipo deportivo o profesional, a una pandilla de amigos, a un sindicato, a una empresa, a un partido, a una asociación, a una parroquia, a una comunidad de personas que tienen las mismas pasiones, las mismas preferencias sexuales o las mismas minusvalías físicas, o que se enfrentan a los mismos problemas ambientales. No todas esas pertenencias tienen, claro está, la misma importancia, o al menos no la tienen simultáneamente. Pero ninguna de ellas carece por completo de valor. Son los elementos constitutivos de la personalidad, casi diríamos que los "genes del alma", siempre que precisemos que en su mayoría no son innatos. Aunque cada uno de esos elementos está presente en gran número de individuos, nunca se da la misma combinación en dos personas distintas, y es justamente ahí donde reside la riqueza de cada uno, su valor personal, lo que hace que todo ser humano sea singular y potencialmente insustituible. Puede que un accidente, feliz o infortunado, o incluso un encuentro fortuito, pesen más en nuestro sentimiento de identidad que el hecho de tener detrás un legado milenario. Imaginemos el caso de un serbio y una musulmana que se conocieron hace veinte años, en un café de Sarajevo, que se enamoraron y se casaron. Ya nunca podrán percibir su identidad del mismo modo que una pareja cuyos integrantes

Cuaderno de Lecturas Sociales Quinto

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Cuaderno de lecturas para el quinto de secundaria en la U. E. Cuerpo de Cristo Fe y Alegría en la materia de Ciencias Sociales

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Prof. Ivan Reynaldo Laura A. Página | 1

Lectura Nº 1

Identidades asesinas Amin Maalouf

Mi vida de escritor me ha enseñado a desconfiar de las palabras. Las que parecen más claras

suelen ser las más traicioneras. Uno de esos falsos amigos es precisamente "identidad". Todos nos

creemos que sabemos lo que significa esta palabra y seguimos fiándonos de ella incluso cuando,

insidiosamente, empieza a significar lo contrario.

Lejos de mí la idea de redefinir una y otra vez el concepto de identidad. Es el problema esencial

de la filosofía desde el "conócete a ti mismo" de Sócrates hasta Freud, pasando por tantos otros maestros;

para abordarlo de nuevo hoy se necesitaría mucha más competencia de la que yo ten go, y mucha más

temeridad. La tarea que me he impuesto es infinitamente más modesta: tratar de comprender por qué

tanta gente comete hoy crímenes en nombre de su identidad religiosa, étnica, nacional o de otra

naturaleza.

?Ha sido así desde los albores de la historia o por el contrario hay realidades que son específicas

de nuestra época? Es posible que algunas de mis palabras le parezcan al lector demasiado elementales.

Pero es porque he tratado de reflexionar con la máxima serenidad, paciencia y lealtad que me han sido

posibles, sin recurrir a ningún tipo de jerga ni a ninguna engañosa simplificación.

En lo que se ha dado en llamar el "documentos de identidad" figuran el nombre y los apellidos,

la fecha de nacimiento, una fotografía, determinados rasgos físicos, la firma y, a veces, la huella dactilar:

toda una serie de indicaciones que demuestran, sin posibilidad de error, que el titular de ese documento

es Fulano y que no hay, entre los miles de millones de seres humanos, ningún otro que pueda confundirse

con él, ni siquiera su sosia o su hermano gemelo.

Mi identidad es lo que hace que yo no sea idéntico a ninguna otra persona.

Así definido, el término "identidad" denota un concepto relativamente preciso, que no debería

presentarse a confusión. ?Realmente hace falta una larga argumentación para establecer que no puede

haber dos personas idénticas? Aun en el caso de que el día de mañana, como es de temer, se llegara a

"clonar" seres humanos, en sentido estricto esos clones sólo serían idénticos en el momento de "nacer";

ya desde sus primeros pasos en el mundo empezarían a ser diferentes.

La identidad de una persona está constituida por infinidad de elementos que evidentemente no se

limitan a los que figuran en los registros oficiales. La gran mayoría de la gente, desde luego, pertenece a

una gran tradición religiosa; a una nación, y en ocasiones a dos; a un grupo étnico o lingüístico; a una

familia más o menos extensa; a una profesión; a una institución; a un determinado ámbito social.... Y la

lista no acaba ahí, sino que prácticamente podría no tener fin: podemos sentirnos pertenecientes, con más

o menos fuerza, a una provincia, a un pueblo, a un barrio, a un clan, a un equipo deportivo o profesional,

a una pandilla de amigos, a un sindicato, a una empresa, a un partido, a una asociación, a una parroquia,

a una comunidad de personas que tienen las mismas pasiones, las mismas preferencias sexuales o las

mismas minusvalías físicas, o que se enfrentan a los mismos problemas ambientales.

No todas esas pertenencias tienen, claro está, la misma importancia, o al menos no la tienen

simultáneamente.

Pero ninguna de ellas carece por completo de valor. Son los elementos constitutivos de la

personalidad, casi diríamos que los "genes del alma", siempre que precisemos que en su mayoría no son

innatos.

Aunque cada uno de esos elementos está presente en gran número de individuos, nunca se da la

misma combinación en dos personas distintas, y es justamente ahí donde reside la riqueza de cada uno,

su valor personal, lo que hace que todo ser humano sea singular y potencialmente insustituible.

Puede que un accidente, feliz o infortunado, o incluso un encuentro fortuito, pesen más en nuestro

sentimiento de identidad que el hecho de tener detrás un legado milenario. Imaginemos el caso de un

serbio y una musulmana que se conocieron hace veinte años, en un café de Sarajevo, que se enamoraron

y se casaron. Ya nunca podrán percibir su identidad del mismo modo que una pareja cuyos integrantes

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sean serbios o musulmanes. Cada uno de ellos llevará siempre consigo las pertenencias que recibieron

de sus padres al nacer, pero ya no las percibirá de la misma manera ni les concederá el mismo valor.

Sigamos en Sarajevo. Hagamos allí, mentalmente, una encuesta imaginaria. Vemos, en la calle, a

un hombre de cincuenta y tantos años.

Hacia 1980, ese hombre habría proclamado con orgullo y sin reservas; "!Soy yugoslavo!";

preguntando un poco después, habría concretado que vivía en la República Federal de Bosnia-

Herzegovina y que venía, por cierto, de una familia de tradición musulmana.

Si lo hubiéramos vuelto a ver doce años después, en plena guerra, habría contestado de manera

espontánea y enérgica: "!Soy musulmán!" Es posible que se hubiera dejado crecer la barba reglamentaria.

Habría añadido enseguida que era bosnio, y no habría puesto buena cara si le hubiésemos recordado que

afirmaba orgulloso que era yugoslavo.

Hoy, preguntando en la calle, nos diría en primer lugar que es bosnio, y después musulmán; justo

en ese momento iba a la mezquita, añade, y quiere decir también que su país forma parte de Europa y

que espera que algún día se integre en la Unión Europea.

?Cómo querrá definirse nuestro personaje cuando lo volvamos a ver en ese mismo sitio dentro de

veinte años? ?Cuál de sus pertenencias pondrá en primer lugar? ? Será europeo, musulmán, bosnio...?

?Otra cosa? ?Balcánico tal vez? No me atrevo a hacer un pronóstico.

Todos esos elementos forman parte efectivamente de su identidad. Nació en una familia de

tradición musulmana; por su lengua pertenece a los eslavos meridionales, que no hace mucho se

agruparon en un mismo Estado y que hoy vuelven a estar separados; vive en una tierra que fue en un

tiempo otomana y en otro austriaca, y que participó en las grandes tragedias de la historia europea. Según

las épocas, una u otra de sus pertenencias se "hinchó", si es que puede decirse así, hasta ocultar todas las

demás y confundirse con su identidad entera. A lo largo de su vida le habrán contado todo tipo de

patrañas. Que era proletario, y nada más. Que era yugoslavo, y nada más. Y, más recientemente, que era

musulmán y nada más; hasta es posible que le hayan hecho creer, durante unos difíciles meses, !que tenía

más cosas en común con los habitantes de Kabul que con los de Trieste!

En todas las épocas hubo gentes que nos hacen pensar que había entonces una sola pertenencia

primordial, tan superior a las demás en todas las circunstancias que estaba justificado denominarla

"identidad". La religión para unos, la nación o la clase social para otros. En la actualidad, sin embargo,

basta con echar una mirada a los diferentes conflictos que se están produciendo en el mundo para advertir

que no hay una única pertenencia que se imponga de manera absoluta sobre las demás. Allí donde la

gente se siente amenazada en su fe, es la pertenencia a una religión la que parece resumir toda su

identidad. Pero si lo que está amenazado es la lengua materna, o el grupo étnico, entonces se producen

feroces enfrentamientos entre correligionarios. Los turcos y los kurdos comparten la misma religión, la

musulmana, pero tienen lenguas distintas; ?es por ello menos sangriento el conflicto que los enfrenta?

Tanto los hutus como los tutsi son católicos, y hablan la misma lengua, pero ?acaso ello les ha impedido

matarse entre sí? También son católicos los checos y los eslovacos, pero ?ha favorecido su convivencia

esa fe común? Con todos estos ejemplos quiero insistir en que, si bien en todo momento hay, entre los

componentes de la identidad de una persona, una determinada jerarquía, ésta no es inmutable, sino que

cambia con el tiempo y modifica profundamente los comportamientos.

Además, las pertenencias que importan en la vida de cada cual no son siempre las que cabría

considerar fundamentales, las que se refieren a la lengua, al color de la piel, a la nacionalidad, a la clase

social o a la religión. Pensemos en un homosexual italiano en la época del fascismo.

Ese aspecto específico de su personalidad tenía para él su importancia, es de suponer, pero no

más que su actividad profesional, sus preferencias políticas o sus creencias religiosas. Y de repente se

abate sobre él la represión oficial, siente la amenaza de la humillación, la deportación, la muerte -al elegir

este ejemplo echo mano obviamente de ciertos recuerdos literarios y cinematográficos. Así, ese hombre,

patriota y quizás nacionalista unos años antes, ya no es capaz de disfrutar ahora con el desfile de las

tropas italianas, e incluso llega a desear su derrota, sin duda. Al verse perseguido, sus preferencias

sexuales se imponen sobre sus otras pertenencias, eclipsando incluso el hecho de pertenecer a la nación

italiana -que sin embargo alcanza en esta época su paroxismo. Habrá que esperar a la posguerra para que,

en una Italia más tolerante, nuestro hombre se sienta de nuevo plenamente italiano.

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Muchas veces, la identidad que se proclama está calzada -en negativo- de la del adversario. Un

irlandés católico se diferencia de los ingleses ante todo en la religión, pero también se considerará, contra

la monarquía, republicano, y si no conoce el gaélico al menos hablará el inglés a su manera; un dirigente

católico que se expresara con el acento de Oxford parecería casi un renegado.

Esa complejidad -a veces amable, a menudo trágica- de los mecanismos de la identidad puede

ilustrarse con decenas de ejemplos. Citaré algunos en las páginas que siguen, unos de manera sucinta,

otros con más detalle, sobre todo los que se refieren a la región de la que procedo: Oriente Próximo, el

Mediterráneo, el mundo árabe y, en primer lugar, Líbano, un país en el que la gente tiene que preguntarse

constantemente por sus pertenencias, sus orígenes, sus relaciones con los demás y el lugar, al sol o a la

sombra, que puede ocupar en él.

Igual que otros hacen examen de conciencia, yo a veces me veo haciendo lo que podríamos llamar

"examen de identidad". No trato con ello -ya se habrá adivinado- de encontrar en mí una pertenencia

"esencial" en la que pudiera reconocerme, así que adopto la actitud contraria: rebusco en mi memoria

para que aflore el mayor número posible de componentes de mi identidad, los agrupo y hago la lista, sin

renegar de ninguno de ellos.

Vengo de una familia originaria del sur de Arabia que se estableció hace siglos en la montaña

libanesa y que se fue dispersando después, en sucesivas migraciones, por varios rincones del planeta,

desde Egipto hasta Brasil, desde Cuba hasta Australia. Tiene el orgullo de haber sido siempre, a la vez,

árabe y cristiana, probablemente desde el siglo Ii o Iii, es decir, mucho antes de que apareciera el islam

y antes incluso de que Occidente se convirtiera al cristianismo.

El hecho de ser cristiano y tener por lengua materna el árabe, que es la lengua sagrada del islam,

es una de las paradojas fundamentales que han forjado mi identidad. Hablar el árabe teje unos lazos que

me unen a todos los que a diario en sus oraciones, a muchas personas que, en su gran mayoría, la conocen

peor que yo; si alguien que va por Asia central se encuentra con un viejo erudito a la puerta de una

madrasa timurí, le basta con dirigirse a él en árabe para sentirse en una tierra amiga y para que él le hable

con el corazón, como no se atrevería jamas a hacerlo en ruso o en inglés.

La lengua árabe nos es común a él, a mí y a más de mil millones de personas. Por otra parte, mi

pertenencia al cristianismo -da lo mismo que sea profundamente religiosa o solo sociológica- me une

también de manera significativa a todos los cristianos que hay en el mundo, unos dos mil millones.

Muchas cosas me separan de cada cristiano, como de cada árabe y de cada musulmán, pero al mismo

tiempo tengo con todos ellos un parentesco innegable, en el primer caso religioso e intelectual, en el

segundo lingüístico y cultural.

Dicho esto, el hecho de ser a la vez árabe y cristiano es una condición muy específica, muy

minoritaria, y no siempre fácil de asumir, marca a la persona de una manera profunda y duradera; en mi

caso, no puedo negar que ha sido determinante en la mayoría de las decisiones que he tenido que tomar

a lo largo de mi vida, incluida la de escribir este libro.

Así, al contemplar por separado esos dos elementos de mi identidad, me siento más cercano, por

la lengua o por la religión, a más de la mitad de la humanidad; y al tomarlos juntos simultáneamente, me

veo enfrentado a mi especificidad.

Lo mismo podría decir de otra de mis pertenencias: el hecho de ser francés lo comparto con unos

sesenta millones de personas; el de ser libanés, con entre ocho y diez millones si cuenta la diáspora; pero

el hecho de ser ambas cosas, francés y libanés, ?con cuántos lo comparto? Con unos miles, como mucho.

Cada una de mis pertenencias me vincula con muchas personas; sin embargo, cuanto más

numerosas son las pertenencias que tengo en cuenta, tanto más específica se revela mi identidad.

Aunque me extienda un poco más sobre mis orígenes, debería precisar que nací en el seno de la

comunidad que se denomina católica griega, o melquita, que reconoce la autoridad del Papa si bien sigue

siendo fiel a algunos ritos bizantinos. A primera vista, eso no es más que un detalle, una curiosidad, pero

pensándolo mejor resulta que es un aspecto determinante de mi identidad; en un país como Líbano, donde

las comunidades más fuertes han luchado durante mucho tiempo por su territorio y por su parcela de

poder, los miembros de las comunidades muy minoritarias como la mía raras veces han tomado las armas,

y han sido los primeros en exiliarse. Personalmente, yo siempre me negué a implicarme en una guerra

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que me parecía absurda y suicida; pero esa forma de ver las cosas, esa mirada distante, esa negativa a

tomar las armas no deja de tener relación con mi pertenencia a una comunidad marginada.

Así que soy melquita. Sin embargo, si alguien se entretuviera un día en buscar mi nombre en el

registro civil -que en Líbano, como cabe imaginar, está organizado en función de las con fesiones

religiosas-, no me encontraría entre los melquitas, sino en la sección de los protestantes. ?Por qué? Sería

demasiado largo de explicar. Me limitaré a contar aquí que en nuestra familia había dos tradiciones

religiosas enfrentadas, y que durante toda mi infancia fui testigo de esa rivalidad; testigo y, en ocasiones

objeto de ella: si me matricularon en la escuela francesas, la de los jesuitas, fue porque mi madre,

decididamente católica, quería sustraerme a la influencia protestante que dominaba entonces la familia

de mi padre, en la que era tradicional enviar a los hijos a los colegios americanos o ingleses; y es por ese

conflicto por lo que soy francófono, y es por ello también por lo que, durante la guerra del Líbano, me

fui a vivir a París y no a Nueva York, a Vancouver o a Londres y por lo que comencé a escribir en francés.

?Más detalles todavía de mi identidad? Podría hablar de mi abuela turca, de su esposo, maronita

de Egipto, y de mi otro abuelo, muerto mucho antes de que yo naciera, del que me han contado que fue

poeta, librepensador, masón tal vez, y en cualquier caso violentamente anticlerical. Podría remontarme

hasta un tío tatarabuelo mío que fue el primero que tradujo a Moliére al árabe y que lo llevó, en 1848, a

las tablas de un teatro otomano.

Pero no lo haré, pues basta con esto, y pasaré a una pregunta: ?cuántos de mis semejantes

comparten conmigo esos elementos dispares que han configurado mi identidad y esbozado, en líneas

generales, mi itinerario personal? Muy pocos. A lo mejor ninguno.

Y es en esto en lo que quiere insistir: gracias a cada una de mis pertenencias, tomadas por

separado, estoy unido por un cierto parentesco a muchos de mis semejantes; gracias a esos mismos

criterios, pero tomados todos juntos, tengo mi identidad propia, que no se confunde con ninguna otra.

Extrapolando un poco, diré que con cada ser humano tengo en común algunas pertenencias, pero

que no hay en el mundo nadie que las comparta todas, ni siquiera que comparta muchas de ellas; de las

decenas de criterios que podría enumerar, bastaría con unos cuantos para establecer con claridad mi

identidad específica, que es distinta de la de cualquier otra persona, incluso de la de mi propio hijo o la

de mi padre.

Dudé mucho antes de ponerme a escribir las páginas precedentes. ?Debía extenderme así, desde

el principio del libro, sobre mi caso personal? Por un lado, y sirviéndome del ejemplo que mejor conozco,

quería decir de qué manera una persona puede afirmar a un tiempo, en función de algunos criterios de

pertenencia, los lazos que la unen a sus semejantes y lo que la hace singular. Por otro, no ignoraba que

cuanto más nos adentremos en el análisis de un caso particular, más riesgo corremos de que se nos

replique que se trata precisamente de eso, de un caso particular.

Al final me tiré al ruedo, convencido de que todo el que trate con buena fe de hacer también su

"examen de identidad" no tardará en descubrir que su caso es tan particular como el mío.

La humanidad entera se compone sólo de casos particulares, pues la vida crea diferencias, y si

hay "reproducción" nunca es con resultados idénticos. Todos los seres humanos, sin excepción alguna,

poseemos una identidad compuesta; basta con que nos hagamos algunas preguntas para que afloren

olvidadas fracturas e insospechadas ramificaciones, y para descubrirnos como seres complejos, únicos,

irreemplazables.

Es exactamente eso lo que caracteriza la identidad de cada cual, compleja, única, irremplazable,

imposible de confundirse con ninguna otra. Lo que me hace insistir en este punto es ese hábito mental,

tan extendido hoy y a mi juicio sumamente pernicioso, según el cual para que una persona exprese su

identidad le basta con decir "soy árabe", "soy francés", "soy negro", "soy serbio", "soy musulmán" o "soy

judío"; a quien, como yo acabo de hacer, enumera sus múltiples pertenencias se lo acusa al instante de

querer "disolver" su identidad en un batibu rrillo informe en el que todos los colores quedarían

difuminados. Sin embargo, lo que trato de decir es lo contrario. No que todos los hombres sean parecidos,

sino que cada uno es distinto a los demás. Un serbio es sin duda distinto de los demás serbios, y cada

croata distinto de todos los demás croatas. Y si un cristiano libanés es diferente de un musulmán libanés,

no conozco tampoco a dos cristianos libaneses que sean idénticos, ni a dos musulmanes, del mismo modo

que no hay en el mundo dos franceses, dos africanos, dos árabes o dos judíos idénticos. Las personas no

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son intercambiables, y es frecuente observar, en el seno de la misma familia ruandesa, irlandesa, libanesa,

argelina o bosnia, y entre dos hermanos que han vivido en el mismo entorno, unas diferencias en

apariencia mínimas que sin embargo les harán reaccionar, en materia de política, de religión o en su vida

cotidiana, de dos maneras totalmente opuestas, y que incluso pueden determinar que uno de ellos mate y

otro prefiera el diálogo y la reconciliación.

A pocos se les ocurriría discutir explícitamente todo lo que acabo de decir. Pero nos comportamos

como si no fuera así. Por comodidad, englobamos bajo el mismo término a las gentes más distintas, y

por comodidad también les atribuimos crímenes, acciones colectivas, opiniones colectivas: "los serbios

han hecho una matanza...", "los ingleses han saqueado...", "los árabes se niegan...". Sin mayores

problemas formulamos juicios como que tal o cual pueblo es "trabajador", "hábil" o "vago",

"desconfiado" o "hipócrita", "orgulloso" o "terco", y a veces terminan convirtiéndose en convicciones

profundas.

Sé que no es realista esperar que todos nuestros contemporáneos modifiquen de la noche a la

mañana sus expresiones habituales. Pero me parece importante que todos cobremos conciencia de que

esas frases no son inocentes, y de que contribuyen a perpetuar unos prejuicios que han demostrado, a lo

largo de toda la historia, su capa cidad de perversión y muerte.

Pues es nuestra mirada la que muchas veces encierra a los demás en sus pertenencias más

limitadas, y es también nuestra mirada la que puede liberarlos.

La identidad no se nos da de una vez por todas, sino que se va construyendo y transformando a

lo largo de toda nuestra existencia. Y se ha dicho en muchos libros, y explicado con detalle, pero no está

de más subrayarlo nuevamente: los elementos de nuestra identidad que ya están en nosotros cuando

nacemos no son muchos -algunas características físicas, el sexo, el color... Y además, ni siquiera entonces

todo es innato. No es que el entorno social determine el sexo, desde luego, pero sí determina el sentido

de esa condición; nacer mujer no significa lo mismo en Kabul que en Oslo, la feminidad no se vive de

igual manera en uno y otro sitio, como tampoco ningún otro elemento de la identidad...

Parecidas observaciones podrían hacerse en el caso del color. Nacer negro no significa lo mismo

en Nueva York, Lagos, Pretoria o Luanda; casi diríamos que no es el mismo color a efectos de la

identidad. Para un niño que viene al mundo en Nigeria, el elemento más determinante de su identidad no

es ser negro y no blanco, sino por ejemplo ser yoruba y no hausa. En Sudáfrica, ser negro o blanco sigue

siendo un elemento significativo de la identidad, pero no lo es menos la etnia -zulú, xhosa- a la que se

pertenece. En Estados Unidos, descender de un antepasado yoruba en vez de hausa es por completo

indiferente; es sobre todo entre los blancos donde el origen étnico -italiano, inglés, irlandés u otro- resulta

determinante para la identidad. Además, una persona que tuviera entre sus antepasados tanto a blancos

como a negros sería considerada "negra" en Estados Unidos, y en cambio "mestiza" en Sudáfrica o

Angola.

?Por qué el concepto de mestizaje se tiene en cuenta en unos países y no en otros? ?Por qué la

pertenencia a una etnia es determinante en unas sociedades y no lo es en otras? Para cada caso podrían

proponerse diversas explicaciones más o menos convincentes. Pero no es eso lo que me preocupa en este

momento. He citado esos ejemplos únicamente para insistir en que ni siquiera el color y el sexo son

elementos "absolutos" de la identidad... Con más razón, todos los demás son todavía más relativos.

Para calibrar lo que es verdaderamente innato entre los elementos de la identidad podemos

plantear un juego mental que es muy revelador: imaginemos a un recién nacido al que se lo saca de su

entorno nada más venir al mundo y se lo sitúa en otro entorno distinto; se comparan entonces las

"identidades" que podría adquirir, los combates que tendría que librar y los que se ahorraría... ?Hace falta

decir que no tendría recuerdo alguno de "su" religión de origen, ni de "su" nación o "su" lengua, y que lo

podríamos ver después luchando encarnizadamente contra quienes deberían haber sido los suyos? De

manera que lo que determina que una persona pertenezca a un grupo es esencialmente la influencia de

los demás; la influencia de los seres cercanos -familiares, compatriotas, correligionarios-, que quieren

apropiarse de ella, y la influencia de los contrarios, que tratan de excluirla. Todo ser humano ha de optar

personalmente entre unos caminos por los que se lo empuja a ir y otros que le están vedados o sembrados

de trampas; no es él desde el principio, no se limita a "tomar conciencia" de lo que es, sino que se hace

lo que es; no se limita a "tomar conciencia" de su identidad, sino que la va adquiriendo paso a paso.

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El aprendizaje se inicia muy pronto, ya en la primera infancia. Voluntariamente o no, los suyos

lo modelan, lo conforman, le inculcan creencias de la familia, ritos, actitudes, convenciones, y la lengua

materna, claro está, y además temores, aspiraciones, prejuicios, rencores, junto a senti mientos tanto de

pertenencia como de no pertenencia.

Y enseguida también, en casa, en el colegio o en la calle de al lado, se producen las primeras

heridas en el amor propio. Los demás le hacen sentir, con sus palabras o sus miradas, que es pobre, o

cojo, o bajo, o "patilargo", o moreno de tez, o demasiado rubio, o circunciso o no circunciso, o huérfano;

son las innumerables diferencias, mínimas o mayores, que tratan los contornos de cada personalidad, que

forjan los comportamientos, las opiniones, los temores y las ambiciones, que a menudo resultan

eminentemente edificantes pero que a veces producen heridas que no se curan nunca.

Son esas heridas las que determinan, en cada fase de la vida, la actitud de los seres humanos con

respecto a sus pertenencias y a la jerarquía de éstas. Cuando alguien ha sufrido vejaciones por su religión,

cuando ha sido víctima de humillaciones y burlas por el color de su piel o por su acento, o por vestir

harapos, no lo olvida nunca. Hasta ahora he venido insistiendo continuamente en que la identidad está

formada por múltiples pertenencias; pero es imprescindible insistir otro tanto en el hecho de que es única,

y que la vivimos como un todo.

La identidad de una persona no es una yuxtaposición de pertenencias autónomas, no es un

mosaico: es un dibujo sobre una piel tirante; basta con tocar una sola de esas pertenencias para que vibre

la persona entera.

Por otra parte, la gente suele tender a reconocerse en la pertenencia que es más atacada; a veces,

cuando no se sienten con fuerzas para defenderla, la disimulan, y entonces se queda en el fondo de la

persona, agazapada en la sombra, esperando el momento de la revancha; pero, asumida u oculta,

proclamada con discreción o con estrépito, es con ella con la que se identifican. Esa pertenencia -a una

raza, a una religión, a una lengua, a una clase...- invade entonces la identidad entera. Los que la comparten

se sienten solidarios, se agrupan, se movili zan, se dan ánimos entre sí, arrementen contra "los de

enfrente". Para ellos, "afirmar su identidad" pasa a ser inevitablemente un acto de valor, un acto

liberador...

En el seno de cada comunidad herida aparecen evidentemente cabecillas.

Airados o calculadores, manejan expresiones extremas que son un bálsamo para las heridas. Dicen

que no hay que mendigar el respeto de los demás, un respeto que se les debe, sino que hay que

imponérselo. Prometen victoria o venganza, inflaman los ánimos y a veces recurren a métodos extremos

con los que quizás pudieron soñar en secreto algunos de sus afligidos hermanos. A partir de ese momento,

con el escenario ya dispuesto puede empezar la guerra. Pase lo que pase, "los otros" se lo habrán

merecido, y "nosotros" recordaremos con precisión "todo lo que hemos tenido que soportar" desde el

comienzo de los tiempos.

Todos los crímenes, todos los abusos, todas las humillaciones, todos los miedos, los nombres, las

fechas, las cifras.

Por haber vivido en un país en guerra, en un barrio bombardeado desde el barrio contiguo, por

haber pasado una o dos noches en un sótano transformado en refugio, con mi joven esposa embarazada

y con mi hijo de corta edad -fuera el ruido de las explosiones, dentro mil rumores sobre la inminencia de

un ataque, y mil habladurías sobre familias pasadas a cuchillo-, sé perfectamente que el miedo puede

llevar al crimen a cualquiera. Si en vez de rumores que nunca se confirman hubiera vivido en mi barrio

una matanza de verdad, ?cuánto tiempo habría conservado la sangre fría? Si en vez de dos días hubiera

tenido que pasar un mes en aquel refugio, ?me habría negado a empuñar el arma que me habrían puesto

en las manos? Prefiero no hacerme esas preguntas con demasiada insistencia. Tuve la suerte de no pasar

por pruebas muy duras, de salir enseguida de la hoguera con los míos indemnes, tuve la suerte de

mantener limpias las manos y clara la conciencia.

Y digo "suerte", sí, porque las cosas habrían podido ser distintas si, cuando comenzó la

guerra en el Líbano, yo hubiera tenido dieciséis años en lugar de veintiséis, si hubiera perdido a un ser

querido, si hubiera pertenecido a otro ámbito social, a otra comunidad...

Después de cada matanza étnica nos preguntamos, con razón, cómo es posible que seres humanos

lleguen a cometer tales atrocidades. Algunas de esas conductas sin freno nos parecen incomprensibles,

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indescifrable su lógica. Hablamos entonces de locura asesina, de locura sanguinaria, ancestral,

hereditaria. En cierto sentido es locura, efectivamente. Es locura cuando un hombre, por los demás sano,

de espíritu se transforma de la noche a la mañana en alguien que mata. Pero cuando son miles o millones

los que matan, cuando el fenómeno se repite en un país tras otro, en el seno de culturas diferentes, tanto

entre los seguidores de todas las religiones como entre los que no profesan fe alguna, decir "locura" no

basta. Lo que por comodidad llamamos "locura asesina" es una propensión de nuestros semejantes a

transformarse en asesinos cuando sienten que su "tribu" está amenazada.

El sentimiento de miedo o de inseguridad no siempre obedece a consideraciones racionales, pues

hay veces en que se exagera o adquiere incluso un carácter paranoico; pero a partir del momento en que

una población tiene miedo, lo que hemos de tener en cuenta es más la realidad del miedo que la realidad

de la amenaza.

No creo que la pertenencia a tal o cual etnia, religión, nación u otra cosa predisponga a matar.

Basta con repasar los hechos sucedidos en los últimos años para constatar que toda comunidad humana,

a poco que su existencia se sienta humillada o amenazada, tiende a producir personas que matarán, que

cometerán las peores atrocidades convencidas de que están en su derecho, de que así se ganan el Cielo y

la admiración de los suyos. Hay un Mr. Hyde en cada uno de nosotros; lo importante es impedir que se

den las condiciones que ese monstruo necesita para salir a la superficie.

No me atrevo a dar una explicación universal para todas las matanzas, y aún menos a proponer

un remedio milagroso. Creo tan poco en las soluciones simplistas como en las identidades simplistas. El

mundo es una máquina compleja que no se desmonta con un destornillador. Pero no por ello hemos de

dejar de observar, de tratar de comprender, de especular, de discutir, de sugerir en ocasiones tal o cual

vía de reflexión.

La que recorre como una filigrana todo este libro podría formularse así: si los hombres de todos

los países, de todas las condiciones, de todas las creencias se transforman con tanta facilidad en asesinos,

si es igualmente tan fácil que los fanáticos de toda laya se impongan como defensores de la identidad, es

porque la concepción "tribal" de la identidad que sigue dominando en el mundo entero favorece esa

desviación; es una concepción heredada de los conflictos del pasado, que muchos rechazaríamos sólo

con pensarlo un poco más pero que seguimos suscribiendo por costumbre, por falta de imaginación o por

resignación, contribuyendo así, sin quererlo, a que se produzcan las tragedias que el día de mañana nos

harán sentirnos sinceramente conmovidos.

Desde el comienzo de este libro vengo hablando de identidades asesinas, expresión que no me

parece excesiva por cuanto que la concepción que denuncio, la que reduce la identidad a la pertenencia

a una sola cosa, instala a los hombres en una actitud parcial, sectaria, intolerante, dominadora, a veces

suicida, y los transforma a menudo en gentes que matan o en partidarios de los que lo hacen. Su visión

del mundo está por ello sesgada, distorsionada. Los que pertenecen a la misma comunidad son "los

nuestros”; queremos ser solidarios con su destino, pero también podemos ser tiránicos con ellos: si los

consideramos "timoratos", los denunciamos, los aterrori zamos, los castigamos por "traidores" y

"renegados". En cuanto a los otros, a los que están del otro lado de la línea, jamás intentamos ponernos

en su lugar, nos cuidamos mucho de preguntarnos por la posibilidad de que, en tal o cual cuestión, no

estén completamente equivocados, procuramos que no nos ablanden sus lamentos, sus sufrimientos, las

injusticias de que han sido víctimas. Sólo cuenta el punto de vista de "los nuestros", que suele ser el de

los más aguerridos de la comunidad, los más demagogos, los más airados.

A la inversa, desde el momento en que concebimos nuestra identidad como integrada por

múltiples pertenencias, unas ligadas a una historia étnica y otras no, unas ligadas a una tradición religiosa

y otras no, desde el momento en que vemos en nosotros mismos, en nuestros orígenes y en nuestra

trayectoria, diversos elementos confluentes, diversas aportaciones, diversos mestizajes, diversas

influencias sutiles y contradictorias, se establece una relación distinta con los demás, y también con los

de nuestra propia "tribu". Ya no se trata simplemente de "nosotros" y de "ellos", como dos ejércitos en

orden de batalla que se preparan para el siguiente enfrentamiento, para la siguiente revancha.

Ahora, en "nuestro" lado hay personas con las que en definitiva tengo muy pocas cosas en común,

y en el lado de "ellos" hay otras de las que puedo sentirme muy cerca.

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Pero, volviendo a la actitud anterior, es fácil imaginar de qué manera puede empujar a los seres

humanos a las conductas más extremadas: cuando sienten que "los otros" constituyen una amenaza para

su etnia, su religión o su nación, todo lo que pueden hacer para alejar esa amenaza les parece

perfectamente lícito; incluso cuando llegan a la matanza, están convencidos de que se trata de una medida

necesaria para preservar la vida de los suyos. Y como todos los que los rodean comparten ese

convencimiento, los autores de la mantanza suelen tener buena conciencia, y se extrañan de que los

llamen criminales. No pueden ser lo, juran, pues sólo tratan de proteger a sus ancianas madres, a sus

hermanos y hermanas, a sus hijos.

Ese sentimiento de que actúan por la supervivencia de los suyos, de que son empujados por sus

oraciones, de que, si no de manera inmediata sí al menos a largo plazo, lo hacen en legítima defensa, es

una característica común a todos los que en estos últimos años, en varios rincones del planeta, desde

Ruanda hasta la antigua Yugoslavia, han cometido los crímenes más abominables.

Y no se trata de unos cuantos casos aislados, pues el mundo está lleno de comunidades

heridas, que aún hoy sufren persecuciones o que guardan el recuerdo de antiguos padecimientos, y que

sueñan con obtener venganza. No podemos seguir siendo insensibles a su calvario; no podemos por

menos de apoyarlas en su deseo de hablar en libertad su lengua, de practicar sin temor su religión o de

conservar sus tradiciones. Pero de esa comprensión derivamos a veces hacia la indulgencia. A los que

han sufrido la arrogancia colonial, el racismo, la xenofobia, les perdonamos los excesos de su propia

arrogancia nacionalista, de su propio racismo y de su propia xenofobia, y precisamente por eso nos

olvidamos de la suerte de sus víctimas, al menos hasta que corren ríos de sangre.

!Es que nunca se sabe dónde acaba la legítima afirmación de la identidad y dónde se empieza a

invadir los derechos de los demás! ?No decíamos antes que el término "identidad" era un "falso amigo”?

Empieza reflejando una aspiración legítima, y de súbito se convierte en un instrumento de guerra.

El deslizamiento de un sentido al otro es imperceptible, natural, y todos caemos en él alguna vez.

Denunciamos una injusticia, defendemos los derechos de una población que sufre y al día siguiente nos

encontramos con que somos cómplices de unas muertes.

Todas las matanzas que se han producido en los últimos años, así como la mayoría de los

conflictos sangrientos, tienen que ver con complejos y antiquísimos "contenciosos" de identidad; unas

veces, las víctimas son sin remedio las mismas, desde siempre, otras, la relación se invierte: los verdugos

de ayer son hoy las víctimas, y viceversa. Pero esos términos no tienen sentido en sí mismos más que

para los observadores externos; para los que están directamente implicados en esos conflictos de

identidad, para los que han sufrido, para los que han sentido el miedo, sólo están el "nosotros" el "ellos",

la ofensa y la reparación, !nada más! "Nosotros" somos necesariamente, por definición, víctimas

inocentes, y "ellos" son necesariamente culpables, culpables desde hace mucho tiempo y al margen de lo

que hoy puedan estar padeciendo.

Y cuando nuestra mirada -la de los observadores externos- entra en ese juego perverso,

cuando asignamos a una comunidad el papel de cordero y a otra el de lobo, lo que estamos haciendo, aun

sin saberlo, es conceder por anticipado la impunidad a los crímenes de una de las partes. En conflictos

recientes hemos llegado a ver cómo algunas facciones cometían atrocidades contra su propia población

porque sabían que la opinión internacional acusaría espontáneamente a sus adversarios.

A esta forma de indulgencia se añade otra no menos desafortunada. La de los eternos escépticos

que, ante cada nueva matanza por razones de identidad, se apresuran a declarar que ha sido siempre así,

desde los albores de la Historia, y que sería iluso e ingenuo esperar que las cosas fueran a cambiar. En

ocasiones, las matanzas étnicas se ven, de manera consciente o no, como crímenes pasionales colectivos,

lamentables sin duda pero comprensibles y en todo caso inevitables, pues son "inherentes a la naturaleza

humana"...

Esta actitud de "dejar que maten" ha hecho ya muchos estragos, y el realismo en que pretende

basarse me parece un realismo usurpado. Que la concepción "tribal" de la identidad siga prevaleciendo

hoy en todo el mundo, y no sólo entre los fanáticos, es por desgracia la pura verdad. Pero hay muchas

concepciones que han estado vi gentes durante muchos siglos y que hoy ya no son aceptables, como por

ejemplo la supremacía "natural" del hombre con respecto a la mujer, la jerarquía entre las razas o incluso,

en fechas más recientes, el apartheid y otros sistemas de segregación. Antaño también se consideraba la

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tortura como práctica "normal" en la administración de justicia, y la esclavitud fue durante mucho tiempo

una realidad cotidiana que grandes personalidades del pasado se guardaron mucho de poner en

entredicho.

Después fueron imponiéndose poco a poco ideas nuevas: que todo ser humano tenía unos

derechos que había que definir y respetar; que las mujeres debían tener los mismos derechos que los

hombres; que también la naturaleza merecía ser preservada; que hay unos intereses que son comunes a

todos los seres humanos, en ámbitos cada vez más numerosos -el medio ambiente, la paz, los

intercambios internacionales, la lucha contra los grandes azotes de la humanidad-; que se podía e incluso

se debía intervenir en los asuntos internos de los países cuando no se respetaban en ellos los derechos

humanos fundamentales.

Así pues, las ideas que han estado vigentes a lo largo de toda la Historia no tienen por qué seguir

estándolo en las próximas décadas. Cuando aparecen realidades nuevas, hemos de reconsiderar nuestras

actitudes, nuestros hábitos; a veces, cuando esas realidades se presentan con gran rapidez, nuestra

mentalidad se queda rezagada, y resulta así que tratamos de extinguir los incendios rociándolos con

productos inflamables.

En la época de la mundialización, con ese proceso acelerado, vertiginoso, de amalgama, de

mezcla, que nos envuelve a todos, es necesario -!y urgente!- elaborar una nueva concepción de la

identidad. No podemos limitarnos a obligar a miles de millones de personas desconcertadas a elegir entre

afirmar a ultranza su identidad y perderla por completo, entre el integrismo y la desintegración. Sin

embargo, eso es lo que se deriva de la concepción que sigue dominando en este ámbi to. Si a nuestros

contemporáneos no se los incita a que asuman sus múltiples pertenencias, si no pueden conciliar su

necesidad de tener una identidad con una actitud abierta, con franqueza y sin complejos, ante las demás

culturas, si se sienten obligados a elegir entre negarse a sí mismos y negar a los otros, estaremos formando

legiones de locos sanguinarios, legiones de seres extraviados.

Me gustaría no obstante volver brevemente sobre los ejemplos que he puesto al comienzo del

libro: si consigue asumir su doble pertenencia, el hombre de madre serbia y padre croata no participará

jamas en ninguna matanza étnica, en ninguna "depuración"; si se siente capaz de asumir los dos

"elementos confluentes" que lo han traído al mundo, el hombre de madre hutu y padre tutsi no intervendrá

nunca en matanzas ni genocidios; y el joven francoargelino al que antes me refería, igual que el otro

germanoturco, no estarán jamás del lado de los fanáticos si logran vivir serenamente su identidad

compuesta.

También aquí sería un error ver en estos ejemplos únicamente casos extremos. En todos los

lugares en que hoy viven en vecindad grupos humanos de diferente religión, color, lengua, etnia o

nacionalidad; en todos los lugares en que existen tensiones más o menos antiguas, más o menos violentas

-entre inmigrados y población local, o entre blancos y negros, católicos y protestantes, judíos y árabes,

hindús y sijs, lituanos y rusos, serbios y albaneses, griegos y turcos, anglófonos y quebequeses, flamencos

y valones, chinos y malayos...-; sí, en todas las partes, en todas las sociedades divididas, hay un cierto

número de hombres y mujeres que llevan en su interior pertenencias contradictorias, que viven en la

frontera entre dos comunidades que se enfrentan, seres humanos por los que de algún modo pasan las

líneas de fractura étnica, religiosas o de otro tipo.

No nos estamos refiriendo a un puñado de marginados, pues se cuentan por miles, por millones,

y serán cada vez más. "Fronterizos" de nacimiento, o por las vicisitudes de su trayectoria, o incluso

porque quieren serlo deliberadamente, pueden influir en los acontecimientos y hacer que la balanza se

incline de un lado o del otro. Los "fronterizos" que sean capaces de asumir plenamente su diversidad

servirán de "enlace" entre las diversas comunidades y culturas, y en cierto modo serán el "aglutinante"

de las sociedades en que viven. Por el contrario, los que no logren asumir esa diversidad suya figurarán

a veces entre los más virulentos de los que matan por la identidad, y se ensañarán con los que representan

esa parte de sí mismos que querrían hacer olvidar. Es el "odio a uno mismo" del que tantos ejemplos

tenemos en todas las épocas de la Historia...

Mis palabras son, sin duda, las de un migrante, y las de un minoritario.

Pero me parece que reflejan una sensibilidad cada vez más compartida por nuestros

contemporáneos. ?No es característico de nuestra época haber convertido a todos los seres humanos, de

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algún modo, en migrantes y minoritarios? Todos estamos obligados a vivir en un mundo que se parece

muy poco al terruño del que venimos; todos hemos de aprender otros idiomas, otros lenguajes, otros

códigos; y todos tenemos la impresión de que nuestra identidad, tal como nos la venimos imaginando

desde la infancia, se encuentra amenazada.

Muchos se han ido de su tierra natal, y muchos otros, sin irse, ya no la reconocen. Ello se debe

sin duda, en parte, a una característica permanente del espíritu humano, que tiene una inclinación natural

a la nostalgia; pero se debe también a que al acelerarse la evolución hemos recorrido en treinta años lo

que antaño sólo se recorría en muchas generaciones.

Asimismo, la condición de migrante ya no es únicamente la de una categoría de personas

separadas de su medio nutricio, sino que además ha adquirido un valor ejemplar. El migrante es la víctima

primera de la concepción "tribal" de la identidad. Si sólo cuenta con una pertenencia, si es absolutamente

necesario elegir, entonces el migrante se encuentra escindido, enfrentado a dos caminos opuestos,

condenado a traicionar a su patria de origen o a su patria de acogida, traición que inevitablemente vivirá

con amargura, con rabia.

Antes de ser inmigrante, se es emigrante, antes de llegar a un país se ha tenido que abandonar

otro, y los sentimientos de una persona hacia la tierra que abandona no son nunca simples. Si se va porque

hay cosas que rechaza: la represión, la inseguridad, la pobreza, la falta de horizontes.

Pero muchas veces ese rechazo está acompañado por un sentimiento de cul¬pabilidad. Hay

personas cercanas a las que siente haber abandonado, una casa en la que ha crecido, tantos y tantos

recuerdos agradables. Hay asimismo lazos que persisten, los de la lengua o la religión, y también la

música, los compañeros de exilio, las fiestas, la cocina.

Paralelamente, no son menos ambiguos sus sentimientos hacia el país de acogida. Si se ha ido a

vivir a él es porque espera hallar allí una vida mejor, para sí mismo y para los suyos; pero junto a esa

esperanza ve con recelo lo desconocido -porque la relación de fuerzas es desfavorable para él-; teme

verse rechazado, humillado, está muy pendiente de toda actitud que denote desprecio, ironía o compasión.

El primer reflejo no es pregonar su diferencia, sino pasar inadvertido.

El sueño secreto de la mayoría de los migrantes es imitar a sus anfitriones, cosa que algunos

consiguen. Pero la mayoría no. Al no tener el acento correcto, ni el tono adecuado en la piel, ni el nombre

y apellido ni los papeles que necesitarían, su estratagema queda pronto al descubierto.

Muchos saben que no merece la pena ni siquiera intentarlo, y se muestran, por orgullo, como

bravata, más distinto de lo que son. Hay incluso quienes -?hace falta recordarlo?- van aún más lejos, y

su frustración desemboca en una contestación brutal.

No me detengo así en los estados de ánimo del migrante sólo porque ese dilema me resulte

personalmente familiar. También porque es en ese ámbito más que en otros donde las tensiones por causa

de la identidad pueden conducir a las desviaciones más criminales.

En los muchos países en que hoy conviven una población autóctona, portadora de la cultura local,

y otra llegada en tiempos más recientes con otras tradiciones distintas, se manifiestan tensiones que

influyen en los comportamientos individuales, en el clima social, en el debate político.

Es por eso aún más imprescindible que esas cuestiones tan pasionales se contemplen con cordura

y serenidad.

La cordura es una estrecha senda que discurre por la cresta de una montaña entre dos precipicios,

entre dos concepciones extremas. En el caso de la inmigración, la primera de esas dos concepciones

extremas es que la ve el país de acogida como una página en blanco en la que cada cual puede escribir lo

que quiera, o, peor aún, como un solar desocupado en el que cada cual puede instalarse con armas y

bagajes, sin cambiar lo más mínimo sus gestos ni sus costumbres. En la otra concepción extrema, el país

de acogida es una página ya escrita e impresa, una tierra cuyas leyes, valores, creencias y características

culturales y humanas ya se habrían fijado para siempre, de manera que los inmigrantes no tienen más

remedio que ajustarse a ellas.

A mi juicio, estas dos concepciones son por igual carentes de realismo, estériles y nocivas. Podría

decírseme que las he presentado como una caricatura. No lo creo, por desgracia.

Además, aun suponiendo que efectivamente así fuera, las caricaturas no son inútiles, pues nos

permiten calibrar lo absurdo de nuestras posiciones si las lleváramos hasta sus últimas consecuencias;

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habrá quienes seguirán obstinándose, pero los que tienen sentido común darán un paso adelante hacia el

evidente terreno del punto me dio, es decir, que el país de acogida no es ni una página en blanco ni una

página acabada, sino una página que se está escribiendo.

Su historia debe respetarse; y cuando digo historia lo digo como apasionado de la Historia, palabra

que para mí no es sinónima de vana nostalgia ni de retrógrado apego al pasado, sino que muy al contrario

comprende todo lo que se ha construido a lo largo de los siglos, la memoria, los símbolos, las

instituciones, la lengua, las obras artísticas, cosas a las que legítimamente nos podemos sentir unidos. Al

mismo tiempo, todo el mundo admitirá que el futuro de un país no puede ser una mera prolongación de

su historia; sería incluso desolador que un pueblo, cualquiera, venerara más su historia que su futuro; un

futuro que se construirá con cierto espíritu de continuidad pero con profundas transformaciones, y con

importantes aportaciones del exterior, como ocurrió en los grandes momentos del pasado.

?No habré hecho hasta aquí más que enumerar evidencias con las que todos estamos de acuerdo?

Es posible. Pero como las tensiones persisten, y se agravan, será entonces que esas verdades no son lo

bastante evidentes ni están tan profundamente aceptadas. Lo que trato de extraer de esas brumas no es

un consenso, sino un código de conducta, o al menos una serie de cautelas para unos y para otros.

Para unos y para otros, insisto.

En el planteamiento que yo suscribo hay constantemente una exigencia de reciprocidad, que es a

un tiempo deseo de equidad y deseo de eficacia. Es con ese espíritu con el que me gustaría decirles,

primero a los "unos":

"cuanto más os impregnéis de la cultura del país de acogida, tanto más podréis impregnarlo de la

vuestra"; y después a los "otros": "cuanto más perciba un inmigrado que se respeta su cultura de origen,

más se abrirá a la cultura del país de acogida".

Son dos "ecuaciones" que formulo de un tirón, pues "se sostienen entre sí", inseparablemente,

como en un taburete de tres patas. O, en términos aún más prosaicos, como las cláusulas sucesivas de un

contrato. Pues la cuestión tiene mucho de contrato, efectivamente, de un contrato moral cuyos elementos

ganarían al precisarse en cada caso particular: ?qué es lo que, en la cultura del país de acogida, constituye

el bagaje mínimo que toda persona se supone que ha de asumir, y qué es lo que legítimamente se puede

discutir o rechazar? Lo mismo vale decir de la cultura de origen de los inmigrados: ?qué componentes

de ella merecen ser transmitidos del país de adopción como una dote de gran valor, y qué otros -qué

hábitos, qué prácticas- deberían dejarse "en el vestuario"? Es necesario plantear estas preguntas, y que

cada cual haga el esfuerzo de reflexionar sobre ellas, caso por caso, aun cuando las diferentes respuestas

que se les puede dar no sean nunca totalmente satisfactorias. Yo mismo que vivo en Francia, no me

atrevería a enumerar todo lo que, en la tradición de este país, debería ser aceptado por los que quieren

tener en él su residencia; todas y cada una de las cosas que podría citar -un principio republicano, un

aspecto del modo de vida, un personaje destacado, un lugar emblemático-, todas sin excepción, podrían

legítimamente discutirse; pero sería un error sacar de ello la conclusión de que se puede rechazar todo a

la vez. Que una realidad sea imprecisa, imperceptible y fluctuante no quiere decir que no exista.

Una vez más, la clave es "reciprocidad": si acepto a mi país de adopción, si lo considero como

mío, si estimo que en adelante forma parte de mí y yo formo parte de él, y si actúo en consecuencia,

entonces tengo derecho a criticar todos sus aspectos; paralelamente, si ese país me respeta, si reconoce

lo que yo le aporto, si a partir de ahora me considera, con mis singularidades, como parte de él, entonces

tiene derecho a rechazar algunos aspectos de mi cultura que podrían ser incompatibles con su modo de

vida o con el espíritu de sus instituciones.

El derecho a criticar al otro se gana, se merece. Si tratamos a al guien con hostilidad o desprecio,

la menor observación que formulemos, esté justificada o no, le parecerá una agresión que lo empujará a

resistir, a encerrarse en sí mismo, difícilmente a corregirse; y a la inversa, si le demostramos amistad,

simpatía y consideración, no solamente en las apariencias sino con una actitud sincera y sentida como

tal, entonces es lícito criticar en él lo que estimamos criticable, y tenemos alguna posibilidad de que nos

escuche.

?Pienso acaso, al escribir estas palabras, en controversias como la que se ha producido en varios

países sobre el "velo islámico"? NO es lo esencial, aunque sí estoy convencido de que los problemas de

este tipo serían más fáciles de resolver si las relaciones con los inmigrados se abordaran con un espíritu

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distinto. Cuando sienten que su lengua es despreciada, que su religión es objeto de mofa, que se

minusvalora su cultura, reaccionan exhibiendo con ostentación los signos de su diferencia; cuando por el

contrario se sienten respetados, cuando perciben que tienen un sitio en el país que han elegido para vivir,

entonces reaccionan de otra manera.

Para ir con decisión en busca del otro, hay que tener los brazos abiertos y la cabeza alta, y la única

forma de tener los brazos abiertos es llevar la cabeza alta. Si a cada paso que da una persona siente que

está traicionando a los suyos, está renegando de sí misma, el acercamiento al otro estará viciado; si aquel

cuya lengua estoy estudiando no respeta la mía, hablar su lengua deja de ser un gesto de apertura y se

convierte en un acto de vasallaje y sumisión.

Volviendo brevemente a la cuestión del "velo", estoy seguro de que se trata de un comportamiento

nostálgico y retrógrado. Podría extenderme mucho para explicar por qué pienso así, a la luz de mis

convicciones y recordando diversos episodios de la historia del mundo árabe musulmán y de la larga

lucha de sus mujeres por la emancipación. Pero sería inútil, pues no está ahí el meollo de la cuestión. No

está en saber si nos enfrentamos a un conflicto entre arcaísmo y modernidad, sino en pensar por qué, en

la historia de los pueblos, la modernidad se ve a veces rechazada, por qué no se percibe siempre como

un avance, como una evolución positiva.

En la reflexión sobre la identidad, esta pregunta es esencial, y lo es hoy más que nunca. Y el

ejemplo del mundo árabe es a este respecto sumamente revelador.

Lectura Nº 2

Raza, etnicidad y nación a través del hip-hop alteño Maria Angela Riveros Pinto

Introducción

En los últimos años en la ciudad de El Alto, jóvenes aymaras urbanos se han apropiado del hip-

hop para hablar de la exclusión, la pobreza y el racismo, pero también para afirmar de manera positiva

su identidad aymara y la identidad como bolivianos. En este artículo se pretende reflexionar a partir de

una expresión cultural juvenil como es el hip-hop, cómo jóvenes alteños construyen su identidad con

diferentes y distintos referentes que vienen de la influencia de ritmos musicales desde la globalización,

la reafirmación de ser boliviano hasta la autoafirmación positiva de la identidad aymara.

En Bolivia, al igual que en muchos otros países, el hip-hop, un movimiento de carácter musical y

artístico que surge a finales de la década de los setenta en Bronx de NuevaYork. En Bolivia entró en el

gusto musical de jóvenes durante la década de los 80s, para finales de los 90, el hip-hop comenzó a ganar

fuerza y a circular entre aquellos grupos de jóvenes que conseguían estos materiales discográficos a

través de la piratería. Después, la producción de esta expresión artística se ve influenciada por los

acontecimientos de Octubre del 2003 y la Guerra del Gas, sobre todo en el caso de los hip-hoperos

alteños.

Este trabajo intenta aportar a la compresión de los movimientos culturales juveniles y la

construcción de las identidades en Bolivia y de forma particular en la ciudad de El Alto. Este artículo

forma parte de la tesis de maestría1 realizada entre el 2005 y el 2006 en la ciudad de El Alto,

principalmente en el grupo de raperos que forma parte de un programa radial “Rincón Callejero” de la

radio Wayna Tambo 101.7 FM del Cent.ro Cultural Wayna Tambo

El discurso contrahegemónico de “la raza”

Los raperos de la ciudad de El Alto no solo viven una discriminación constante por vestir con

ropa ancha, zapatillas y gorros, característica propia de la cultura hip-hopera, una discriminación que

podría entenderse como generacional ya que estamos hablando de una forma de vestir de una cultura

mundial juvenil, sino también por ser alteños, o por ser hijos de migrantes aymaras como muchos de

ellos se han reconocido. Esto supone una forma de ser culturalmente hablando y un color de piel, por eso

muchos de ellos han denunciado una constante discriminación y racismo de parte de la sociedad.

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Ellos no son solo raperos, son raperos o hip.-hopperos aymaras como ellos se auto identifican,

esto supone que asumen su identidad aymara urbana, muchos de ellos son hijos de aymaras de primera y

segunda generación de aymaras que han llegado a la ciudad de diferentes regiones del área rural. Esto ha

hecho que vivan el hip-hop desde lo marginal viviendo en una ciudad muchas veces postergada como es

la ciudad de El Alto pero también desde la cultura aymara urbana.

En este sentido varios de estos rapers han decidido cantarle no solo desde las calles y hablar de

estas como una posición de clase sino también de su condición cultural, es decir de sus orígenes y de su

identidad étnica. En este caso ellos afirman de manera positiva su pertenencia a la cultura aymara2 y más

allá de la denuncia han querido resaltar y revalorizar lo aymara, como parte de un resurgir de estos valores

que se estan dando en el país. Es de esta manera que los hip-hoperos en particular el grupo alteño Ukamau

y Ke retoma el discurso de “la raza”3, revirtiendo su contenido negativo.

En nuestro contexto es frecuente rechazar utilizar raza porque contiene una carga ne- gativa que

se relaciona al racismo basado en los aspectos fenotípicos de las persona. Dos raperos comentaron de la

siguiente forma en una entrevista grupal:

“Yo creo que ese concepto de raza lo han traído los españoles, raza tantos, esa palabra no es de

nosotros, de nosotros es algo como etnia, o no se, suyu … (MC?)

- Se comparte esa idea, porque a lo(s?) que dicen raza esa es una palabra de discriminación, es

como un insulto, no te digo hermano, me estas insultando, no?. O sea, es mi forma de pensar, la gente

extranjera dice esta raza, no me gusta, pero incluso molesta cuando hay gente que dice “uta, yo soy

blanco” o “tu eres de El Alto”, o sea la piel morena, esa raza.Yo estaba en el colegio Bolivar y siempre

escuchaba eso, eso que es raza: racismo …(MC?)”(Entrevista grupal Marzo, 2005)

Si raza tiene un contenido tan negativo, por qué utilizar este concepto como una forma de

resistencia en las letras de la canciones como sucede con el grupo Ukamau y Ke con su canción “La raza”

en su álbum denominado además “Para la raza”. En el contenido de la canción se habla de la raza aymara,

como grupo sometido pero que se levanta, se realzan sus valores se menciona a la wiphala, se hace

referencia a Tiwanacu y a el lago sagrado como símbolos que representan la fuerza de “raza aymara”.

Cuando pregunte como entendían ellos “la raza” y porque utilizaban este concepto uno de los miembros

del grupo Ukamau y Ke respondía de la siguiente manera:

“He, yo tengo un tema, yo soy Ukamau y Ke, el tema se llama “Estamos con la raza”, esa

influencia ha sido extranjera, particularmente como dices es mexicana, es chicano ese término, o sea esa

es la similitud, o sea los pueblos originarios mexicanos son igual que nosotros, igual que los aymaras

creo que parte por ese lado, porque yo al decir “estamos con la raza”, yo digo estoy con mi pueblo, no

estoy con mi pueblo originario, o sea más o menos, esa es la idea que quiero enfocar, pero yo creo que

ha sido una influencia nada más. (MC Lajuas)”. (Entrevista grupal, Marzo, 2005)

Aquí se habla de raza en un sentido de grupo de pueblo, de un nosotros, pero además encontramos

la influencia de una película, que han resignificado el contenido de raza en su sentido contrahegemónico.

En los años noventa varios jóvenes de la ciudad de El Alto fueron influenciados por la película “Blood

in Blood out” o en español “Sangre por Sangre”. La trama de esta película tiene como eje central la vida

de un joven chicano4 que entra a la cárcel de San Quintín por matar a un miembro de una pandilla. En

la cárcel las pandillas se constituyen en base a criterios raciales: Los “Mojados” son los mejicanos, “Osos

Polares” los anglosajones y los BGS son los negros. Entre los chicanos, de orígenes mexicanos se utiliza

el término de raza en base a lazos de hermandad de amistad y de origen étnico, la raza aquí se constituye

en un nosotros.

Es conocido el hecho de que esta película ha influenciado a los jóvenes para la conformación de

pandillas juveniles; sin embargo, aquí vemos que también su influencia en los jóvenes ha tenido otros

sentidos, el de un discurso contestatario contra la discriminación y el racismo. Para Zolov (1999) lo

chicano para los americanos mexicanos tiene un sentido de repudio hacia los valores coloniales, buscando

una identidad colectiva que se basa en la noción de raza, los atributos culturales y lingüísticos. Lo chicano

y la raza, adquiere entonces un significado entre los jóvenes de El Alto que se apropian de estos sentidos

en su propio contexto.

La raza en el caso de estos raperos alteños se constituye en un término que adquiere un sentido

de grupo, de un nosotros, para contestar de forma rebelde al racismo y la discriminación que viven

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cotidianamente por ser hijos de migrantes aymaras. Aquí estos jóvenes elaboran su propio discurso de

raza y revierten su contenido negativo en un sentido contrahegemonico, así elabora sus propias versiones

del discurso racial,

Orgullosos de ser hijos de mujeres de pollera

Muchas cosas han cambiado en el país después de los movimientos sociales del 2000. El año

1999 cuando realizaba el trabajo de campo para una investigación con jóvenes en la ciudad de El Alto,

ellos/ ellas manifestaban que entendían el aymara pero que no lo hablaban o más bien se avergonzaban

de hacerlo. Los propios padres eran quienes no querían que sus hijos hablen este idioma o que sus hijas

vistan pollera, por la carga discriminatoria que esto significaba. Se valorizaba más el idioma castellano

en el caso de los/las jóvenes, porque esto suponía la posibilidad de acceder a los espacios de la clase

dominante.

La discriminación y el racismo es un tema presente en nuestro país hace mucho tiempo; sin

embargo, es sólo hace poco tiempo, desde los hechos de Octubre, que el país parece haberse dado cuento

de la magnitud de este problema y la necesidad de resolver este para poder construir una nueva Bolivia.

Aunque hoy todavía se discrimina a una persona por el color de piel, el apellido, los orígenes culturales,

muchas cosas han cambiado después de Octubre del 2003 en las conciencias de algunos jóvenes que son

parte del movimiento de hip-hop en la ciudad de El Alto.

Es así que en el mes de marzo del año 2005, un grupo de jóvenes se reunían en un encuentro de

Breakdance y rap en el teatro Trono en la zona de Satélite de la ciudad de El Alto. Los grupos como el

público eran tanto de esta ciudad como de La Paz, cuando el grupo alteño Ukamau y Ke sube a la tarima

“para representar” su arte, llevando pantalones militares y chamarras anchas además de gorros de lana

negros, donde en colores rojo, amarillo y verde se lee Bolivia. Antes de comenzar a rapear se aseguran

de afirmar lo siguiente “nosotros somos orgullosos de ser hijos de pollera” e inmediatamente hay una

ovación del público conformando en su totalidad por jóvenes.

En particular este grupo de hip-hop no desaprovecha oportunidad para expresar que se sienten

orgullosos de sus madres que visten pollera. Al igual que en el caso de utilizar el aymara, la pollera es

retomada en estos últimos años como símbolo de reivindicación de identidad. Aunque es importante

notar que quienes recuperan esto como parte de la identidad son jóvenes varones y no mujeres, ya que

algunas mujeres jóvenes, hijas de mujeres de pollera optan por usar pantalón o vestido por la carga

discriminatoria que todavía esto significa. Si bien la pollera ha sido introducida durante la colonia por lo

españoles, hoy esta es retomada de manera positiva como parte de la identidad indígena urbana aymara.

Recuperar el idioma aymara

Otro aspecto fundamental para las identidades étnicas es sin duda recuperar los idiomas

originarios, sobre todo en el caso de estos jóvenes indígenas urbanos que como muchos han dejado de

aprender el idioma de sus padres y abuelos para no ser discriminados. Así comenta su experiencia uno

de los miembros del colectivo Waynarap:

“Hablamos en mi casa aymara todo eso y he visto en todo este tiempo que antes cuando era

pequeño iba a mi pueblo y ahí hablaban todos en aymara, pero con el tiempo esto se está perdiendo

mucho ya se avergüenzan y digamos dicen que el aymara que esto que el otro. Pero lo que nosotros

hemos querido hacer es resaltar mediante el hip-hop, que el aymara, que no se sientan avergonzados, sino

al contrario orgullosos de tener nuestra cultura y nuestra esencia, que no se pierda nuestra esencia”.( MC

Grover, Tertulias con Sabor a Coca “Que es pues siempre el hip-hop”, 29 de Abril del 2006)

Es en este contexto que estos jóvenes se apropian de un estilo musical global: el hip-hop para

afirmar de forma positiva las identidades indígenas urbanas recuperando el idioma aymara, sintiéndose

orgullos de sus orígenes, situación que habría sido poco probable hace algunos años atrás en nuestro país.

A pesar de que se puede pensar que el hip-hop es un estilo musical alienante, un grupo de jóvenes

en la ciudad de El Alto se ha apropiado de este para ponerle un sello propio. En la ciudad de El Alto el

movimiento cultural de hip-hop se está construyendo con características particulares que por su forma y

contenido ha sido denominado como un hip-hop indígena aymara o andino. Es así en el año 2005, un

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grupo de jóvenes de “Klanes del Alto” viajó al XVI encuentro de juventudes en Venezuela, dónde se

encontraron más de 25 países, en esta oportunidad la particularidad de este hip-hop se hizo evidente:

“Entonces cuando nos encontrábamos con alguno de ellos y me decía de dónde eres, de Bolivia

y que está haciendo, he venido para cantar hip-hop yaaa acaso hay hip-hop en Bolivia. Entonces ha

llegado el momento de subir a la tarima no, y de mostrar esta letra, esta esencia del aymara y mucha

gente se ha quedado sorprendida, por eso no. Yo he tenido la oportunidad de hablar con unos cuantos

raperos y ellos me decían uta que rico que por lo menos voz reconozcas que eres aymara. Mira hermano

yo soy de Puerto Rico y mi papa es de los Estados Unidos, mi madre es de Puerto Rico y al final y al

cabo yo ya no se de dónde soy, así. Yo no tengo una identidad, que bien que ustedes se sientan orgullosos

de ser descendientes de aymaras, de quechuas, pues no”. (MC Toriño/ Tertulias con Sabor a Coca “Que

es pues siempre el hip-hop”/ 29 de Abril del 2006)

En esta ocasión de intercambios entre varios países a través de un lenguaje común que se llama

hip-hop se expresa positivamente la particularidad que ha mostrado el hip-hop boliviano, específicamente

el alteño que se caracteriza no solo por la fusión de los ritmos andinos y los modernos, el contenido de

las letras sino también por la interpretación de las canciones en el idioma aymara. Si bien en otros países

de Latinoamérica como Brasil (Yudice, 1999), Ecuador (Pillai, 2002) o Cuba (Rodríguez, 2005) los

jóvenes que practican el hip-hop son afros o “mestizos”, en ninguno de estos casos se ha hablado de una

hip-hop indígena, andino o aymara como en el caso boliviano.

Los grupos de hip-hop que utilizan el idioma aymara lo hacen mezclando esto con el castellano,

difícilmente se encuentran canciones solamente en aymara. En otros casos utilizan el aymara solamente

para la parte del coro en la canción:

wacas achachilas/ wacas achachilas/ apus, apachetas/

apus, apachetas/ Pachamamas yanaptajeta/ pachamamas ayudanos/ Chajwañataqui/

pelearemos/ Janirinakaru atipjañataqui/ no nos venceran/

Jisa taqueni/ si todos/

Jiska jacha/ chicos, grandes/

nayraru sarañañi/ saldremos adelante/

(Para la raza/ Wilamasis mayacht’asiñani, Ukamau y ke)

El presente fragmento es uno de los más claros ejemplos del empleo de los dos idiomas antes

mencionados, del que rescatamos una parte de la letra en aymara. Esta letra expresa el sentimiento de los

componentes de Ukamau y Ke con relación a la unidad del pueblo aymara y a través de esta salir adelante

y hacerse escuchar. Es interesante notar que como en este caso el empleo del idioma aymara se remite a

palabras sueltas y cortas y no ideas demasiados elaboradas en este idioma.

Es importante mencionar que no sólo los grupos alteños rapean en aymara así lo hacen también

otros grupos hip-hoperos de la ciudad de La Paz. Estos son grupos de zonas o barrios marginales y en

cierta forma también excluidos de esta ciudad y que sienten que comparte los mismos orígenes sociales

con los grupos de hip-hop de la ciudad de El Alto, como ejemplos se puede mencionar a Pacha Lingo de

la zona de Villa Pabón o a Sangre Morena, por tanto las divisiones entre El Alto y la ciudad de La Paz

no son tan marcadas, lo más importante es compartir ciertos orígenes sociales.

Recuperando nuestra identidad a través de algunos símbolos

Para Mamani (2004) en Bolivia los movimientos sociales han puesto en escena entre 1980 - 2003

un conjunto de símbolos del poder indígena, ese el caso de la wiphala, los ponchos rojos o verdes, la hoja

de coca, la pollera y los awayus multicolores. En las expresiones culturales, y en particular en el

movimiento cultural de hip-hop de la ciudad de El Alto, este aspecto ha tenido continuidad, pero que ha

trascendido en la expresión oral a través de las canciones.

Un elemento simbólico que se utiliza frecuentemente en los conciertos, en los festivales o

encuentros de hip-hop es la wiphala. En diferentes momentos los grupos y MCs que suben a la tarima

hacen flamear esta bandera que en los movimientos sociales ha sido un símbolo importante. Si bien la

wiphala se constituye en un símbolo alterno a los símbolos nacionales, en el caso del movimiento de hip-

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hop este no necesariamente sustituye a la bandera boliviana ya que muchas veces ambas (wiphala y

bandera boliviana) se encuentran flameando en la tarima.

Por otro lado, ponchos, aguayos y coca7 son incluidos en tapas de discos, videos y otros medios

que utilizan los hip-hoperos para expresar su movimiento artístico. El disco del grupo Ukamau y Ke

“Para la raza” contiene un video en el que se incluyen elementos que los diferentes movimientos sociales

llevaban como un símbolo importante, como la wiphala, además de hombres con poncho y mujeres

cargando sus aguayos. Estos símbolos tampoco están ausentes del contenido de las canciones de algunos

de los grupos y MCs veamos un ejemplo:

Aquí está presente mi raza aymara/ Con mucho corazón/

Traigo los colores del arco iris/ De la wiphala de mi nación/

Collas, cambas los mismos paisanos bolivianos/ Nacidos en las tierras aymaras/

Amadas de mi pachamama/ Tierras sagradas/

(Wilamasis I, La Raza, Ukamau y Ke )

Esta canción hace mención a la wiphala, la cual se ha convertido en un referente muy claro de la

identidad colla o indígena, por eso es que este símbolo representa a la nación aymara. Sin embargo, es

interesante notar que en la canción también se hace referencia a los “collas” y “cambas”, en el sentido de

que ambos son bolivianos. Aunque existe en este, como en otros casos, una mirada de lo indígena

centrada en “lo andino” y “lo aymara”, cuando se dice que tanto collas como cambas han nacido en tierras

aymaras.

En el contenido de las letras de sus canciones también retoman ciertos símbolos del pasado como

lo son la cultura prehispánica de Tiwanaku. Estas ruinas hoy día son el eje del pasado remoto de los

antepasados de los aymaras, identificándose como tal, estos jóvenes incorporan no sólo al nombre de

Tiwanacu en sus canciones sino también los iconos como las estelas o las grandes construcciones de esta

ciudad, sin dejar de lado algunos referentes de la cultura Inka como el Collasuyo y/oTawantinsuyo. De

la misma manera esta simbología está incluida en las tapas de los CDs que han producido.

De la misma forma, retoman a los líderes rebeldes como Tupac Katari y Bartolina Sisa,

protagonistas del levantamiento indio de 1781 y el cerco a La Paz. Ambos fueron figuras importantes en

los movimientos sociales, que representan símbolos de poder indígena. Por ejemplo, era frecuente

escuchar mencionar a Katari en los discursos de Felipe Quispe, “el Mallku”, quien liderizó los

levantamientos sociales después del 2000. Veamos un ejemplo de esto en el fragmento de una canción:

Duro y fuerte como el monolito de Ponce/ Manifiesto y represento a mi raza de bronce/ Rápido y

ágil como el inesperado wanako/

Yo defiendo las tierras del gran Tiwanako/ Con agallas de mi gente, los aymaras/

Soy descendiente de Tupak Katari/

Soy su pariente, su ideología en mi mente/

Preparando la raza estuvo/

Durante siglos inconsciente/

Wilamasis I, La Raza, Ukamau y Ke

La utilización de símbolos y elementos indígenas aymaras en la expresión artística del hip-hop

alteño ha sido lo que más ha llamado la atención de la prensa nacional internacional e investigadores

sociales; sin embargo, es importante notar que esto no es nuevo en la historia de los movimientos

culturales juveniles. Los jipitecas (zolov, 1999) y los raztecas (Reguillo, 2000) en México, son un

antecedente de la que las culturas juveniles ya buscaron volver a sus orígenes y recuperar sus raíces8.

Si bien, en diferentes momentos de la historia las culturas juveniles han tenido esta tendencia de

recuperar valores indígenas, el hip-hop alteño se constituye en la expresión de esto en esta época. Sin

embargo existen otros elementos que constituyen al movimiento, uno de ellos es también el eje de lo

nacional, que también se encontró presente en otros movimientos culturales juveniles como el rock

mexicano que adquirió un tinte nacionalista en la década de los 70. En el siguiente acápite describiremos

como los hip-hoperos alteños entienden esto de “lo nacional” y como se articula este imaginario a la

recuperación de los valores indígenas aymaras.

“Lo nacional” en el discurso y la producción musical del hip-hop

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El discurso sobre “lo nacional” está vinculado a como entienden los grupos de hip-hop el país, es

decir Bolivia. En diversas actividades realizadas por el movimiento cultural de hip-hop no sólo de la

ciudad de El Alto sino también de La Paz los hip-hoperos han llevado la bandera boliviana en sus

representaciones en tarima, como ya lo he mencionado. Otro aspecto que se puede resaltar es el hecho

de que muchos de los grupos de hip-hop en nuestro país hacen énfasis en las letras de sus canciones a un

sentimiento de pertenencia a un país, nuestra patria Bolivia:

Boliviano hermano debemos avanzar y se caes hoy / Tu no debes desmayar/

Por nuestra patria todos debemos luchar/

(Hermano Boliviano,Klanes de El Alto Waynarap, MC Invisible, 2006)

Pertenecer a un país como Bolivia, significa la unidad del mismo reconociendo la diversidad que

existe al interior de este, aunque existen grupos de poder interesados en mantener sus privilegios. Así

que, luego de un proceso que derivó en un referéndum que consolidó la petición de autonomías de la

llamada “Media Luna”9 liderada por los miembros de la organización “nación camba” de la ciudad de

Santa Cruz y de un proceso de presión social ejercida por este para efectivizarlo, culmina en el llamado

“Cabildo del millón” que en cierta forma marca el momento más álgido de este proceso.

En el marco de este contexto sociopolítico por el que atravesaba el país surgen una gama de voces

a favor y en contra de las autonomías, entre ellas el movimiento de hip-hoperos de El Alto, quienes se

encontraban abiertamente contrarios a este proceso autonómico debido a que lo consideraban sólo como

una petición maniquea que encubría los verdaderos intereses de las oligarquías de Santa Cruz como lo

manifestaron en el programa radial “Rincón Callejero”10 días después del “Cabildo del millón”.

Durante este mismo periodo de tiempo el grupo Ukamau y Ke realiza la presentación de su disco

“Para la Raza” tanto en El Alto como en La Paz. Fue en la plaza Triangular de la zona de Miraflores de

la última de estas ciudades, donde ellos juntamente a otros MC’s manifestaron su total oposición a la

división de nuestro país a través de estas “supuestas autonomías”. En el evento se abrió el micrófono

para muchos jóvenes que querían expresarse, de esta forma la mayoría de ellos manifestaron que desean

una Bolivia unida y que no estaban de acuerdo con las autonomías. Sin embargo, esto no supone que

niegan el reconocimiento de la diversidad, así lo expresa esta canción:

Collas, cambas/ los mismos paisanos bolivianos/ nacidos en las tierras amadas aymaras/ (La

raza,Wilamasis I, Ukamau y Ke, 2004)

El enfoque de los hip-hoperos alteños, con relación a su pertenencia a un país, Bolivia,

caracterizado por sus diversidades, se fortalece con la idea de afirmación de una identidad indígena

aymara. El mensaje del movimiento cultural de hip-hop de El Alto es de pertenencia a un país único:

Bolivia, en el que se reconoce la pluriculturalidad o diversidad como ellos mismo lo manifiestan pero en

el que no se niega las raíces indígenas de los integrantes de este movimiento. De esta manera el mensaje

se puede resumir de la siguiente manera: “Soy boliviano pero también aymara”. Como ejemplo una parte

de la canción “Mi cultura”:

Bolivia patria mía/

hoy día para ti mi rima/

desde el fondo de mi corazón/

te entrego esta canción para tu cordillera nevada/

los andes cuatro mil cien de altura/

por siempre en el altiplano/

cerros y montañas cumbres nevadas/

tiwanacu ruinas/

sin saber sin conocer/

amo a mi patria para poder crecer/

no rechazo mi raíz indígena/

(Mi cultura,Seven Clan D- Calle,MC Grafo,2006)

En este sentido, los hip-hoperos de la ciudad de El Alto, están mostrando que afirmar las

identidades indígenas como la aymara, y que no necesariamente excluye la reafirma- ción de las

identidades nacionales, ambas pueden conjugarse y no se contradicen. Ellos expresan a través de su arte

que la identidad etnica así como la nacional pueden coexistir de forma armónica.

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Práctica de la alianza e integración nacional

El movimiento cultural de hip-hop se ha convertido en un espacio en el que no solamente se hace

arte sino también a través de él se plantean un encuentro y dialogo entre diversas culturas. De esta manera,

jóvenes que están en diferentes lugares del mundo vinculados a esta práctica artística tienen redes de

interacción en distintos niveles: internacional, nacional, local, que permite un intercambio constantes que

enriquece ambas partes, estableciendo redes de amistad, solidaridad y compromiso. En este caso el medio

a través del cual se tienden puentes para estos intercambios culturales es el hip-hop, que funciona como

el instrumento de comunicación de jóvenes de distintas culturas, es el “lenguaje común” que permite que

las diferencias que pueden tener estos jóvenes se comuniquen.

Pero este tipo de encuentros y festivales son constantes no sólo a nivel internacional sino también

nacional. En Bolivia la dinámica se da sobre todo entre ciudades como Cochabamba, La Paz, El Alto,

Oruro, Sucre. Las redes de apoyo se vinculan al intercambio musical, es decir circulación el material a

nivel nacional, colaboración reciproca para grabar canciones o demos, organización de festivales

musicales dónde se encuentran “todos”, se establecen alianzas y redes de solidaridad. Por ejemplo, él

disco de “Klanes del AltoWaynarap” que salió en Abril del 2006 fue elaborado gracias al esfuerzo de un

grupo de jóvenes alteños y el apoyo de un hip-hopero paceño “DJ Rico”.

Lo mismo sucede entre los hip-hoperos de la ciudad de La Paz y El Alto. Si “Waynarap” es

fundamental para el hip-hop entre los jóvenes de la ciudad de El Alto, en la ciudad de La Paz podemos

identificar a otros colectivos y grupos: uno es el que lidera Sdenka Suxo del programa “La nueva Flava”,

y otro es “Alfonseka Marraqueta Blindada”. Estos tres configuran lo que significa el movimiento de hip-

hop en las ciudades de La Paz y El Alto.

En la ciudad de La Paz cada domingo por la tarde en el dial es posible sintonizar un pro- grama

en el que se puede escuchar todo sobre el mundo del hip-hop en nuestra ciudad. Es “La nueva Flava” que

se emite todos los domingos de 13:00 a 17:00 12 por radio Constelación (100.5 Mhz FM) es conducido

por Sdenka Suxo, una de las pocas mujeres que lidera este tipo de movimiento. El programa es escuchado

por gente de la ciudad de La Paz y El Alto y además de poner música hip-hop tanto en español como en

inglés e informar de las diferentes actividades y festivales, tiene diferentes espacios en su estructura entre

los cuales se destaca “El nacional hip-hop” en el que se pasan discos o demos de los hip-hoperos del país.

La conductora de “La nueva Flava” es también miembro del grupo “LP La Paz”13, este es un

grupo hip-hopero que se ha logrado participar en diversas actividades de esta ciudad como por ejemplo,

los 101 años del diario, propagandas con la alcaldía como la que refiere al cierre de la principal vía de

tránsito como lo es la Pérez Velasco, con la frase: “en la Pérez no se para, ni se sube, ni se baja”. Además

“LP La Paz” forma parte de lo que es la O-KRU (Organización Comunidad de Raptivistas Urbanos), esta

organización participan diferentes raperos a nivel nacional, a través del mismo se realizan una serie de

actividades a nivel nacional e internacional; sin embargo, los raperos de “Waynarap” no participan en

esta organización.

En La Paz “Alfonseca” o “Marraqueta Blindada” es también parte de la actividad y en mun- do

hip-hopero de esta ciudad, el mismo que ha tenido mayor cobertura en los medios de comunicación así

como en Pubs de la zona de sopocachi. Como se mencionó antes, este fue uno de los raperos que trabajó

con un grupo de jóvenes en la ciudad de El Alto en la Radio Waynatambo y como parte de este proceso

se organizó “Klanes del AltoWaynarap”.

Estos tres ejes del hip-hop paceño y alteño realizan sus propias actividades en los espacios que

han creado pero también se interrelacionan para coordinar diferentes actividades. Es de esta manera que

en Febrero del 2005 en el encuentro de Breakdance y Rap se reunie- ron en el teatro Trono de ciudad

Satélite los tres sectores más importantes del hip-hop en la ciudad de La Paz y El Alto:“LP La Paz”,

“Marraqueta Blindada”, “WaynaRap”. En esta oportunidad los grupos raperos tanto de la ciudad de La

Paz como del Alto presentaron sus canciones en cuyo contenido se hacía énfasis en la unidad del país y

hace énfasis en lo nacional, lo boliviano en tanto que en el Alto además se hacía un énfasis en lo étnico

esto último tampoco está ausente en algunos grupos de hip-hop de La Paz, sobre todo aquellos de las

Villas y los barrios marginales de esta ciudad.

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Por tanto, también se establecen otro tipo de alianzas con otros grupos de la ciudad de La Paz que

hacen énfasis en lo nacional es decir lo que significa Bolivia, pero visto desde la cara indígena andina de

nuestro país. Es de esta manera que “WaynaRap” tiene una fluida relación con agrupaciones como “Pacha

Lingo” de la zona de Villa Pabón o el grupo MC Bolivia de la zona de Chaskipampa, Sangre Morena que

también es de la ciudad de La Paz o con MCs como “Perro Pequeño” también de esta ciudad. Estos

grupos están presentes en diferentes actividades que realizan los hip-hoperos de la ciudad de El Alto y

en sus canciones encontramos similares contenidos que hacen referencia a la cuestión étnica nacional.14

De esta manera, un aspecto común no sólo en los hip-hoperos de la ciudad de La Paz y El Alto,

sino del país, es un énfasis en lo nacional que básicamente se encuentra en resaltar Bolivia en sus

canciones. Se dan ciertos encuentros a raíz de estos temas en común; es también frecuente que las

diferencias culturales y procedencia social de los hip-hoperos generen distancias. Ahora si bien se dan

ciertos desencuentros entre algunos jóvenes que hacen hip-hop en la ciudad de El Alto y La Paz, se dan

más encuentros entre los jóvenes alteños y aquellos que viven en las zonas y barrios “marginales” de la

ciudad de La Paz, es decir existe una alianza de clase15 y etncidad.

Conclusiones Hay que especificar que los hip-hoperos alteños no se consideran políticos, más al contrario en

reiteradas oportunidades han manifestado que la política es “sucia y corrupta” y que no están de acuerdo

con ella. Pero si prestamos atención a las características de su movimiento este también tiene un sentido

político que nos está hablando de la Bolivia actual y sus diversos conflictos no resueltos, sus

contradicciones y sus cambios. Ellos están reflejando con su movimiento demandas de ciudadanía, como

el reconocimiento a la identidad aymara, que fue por mucho tiempo negada y excluida por el Estado –

Nación; pero también ponen de manifiesto su pertenencia a un país, Bolivia.

Las ideas de ciudadanía que los hip-hoperos alteños proponen, dejan en claro que afirmar las

identidades indígenas, como la aymara, no excluye ni se contradice con la reafirmación de la identidad

nacional en ningún momento, ya que ambas pueden combinarse y coexistir de manera armónica. En

Bolivia ambas identidades la étnica y la nacional coexisten en una “intercultura”, que está profundamente

historizada en la conciencia de los bolivianos (Aber- combrie, 2006). Por lo tanto, el movimiento cultural

de hip-hop alteño está planteando que en la Bolivia de hoy se puede ser aymara y ser boliviano.

Esta propuesta surge además desde una cultura global como es el hip-hop, lo que está

demostrando que estos jóvenes no sólo están logrando articular lo étnico y lo nacional sino también lo

moderno. En el país con frecuencia se tiende a pensar que los indígenas viven en el área rural y no en las

ciudades y peor aún que están vinculados a lo moderno, esto es lo que Nelson (1999) a denominado las

marcas hostiles de la identidad. Más allá de estos estereotipos sobre la identidad de los indígenas en

Bolivia, estos jóvenes alteños a través del conocimiento de la tecnología16 así como el acceso de los

medios de comunicación utilizan lo global para expresar sus demandas, para plantear sus propias luchas.

De esta manera lo global, esta cultura juvenil mundial como es el hip-hop adquiere aquí un sentido contra

hegemónico.

Lectura Nº 3

Despatriarcalización Coordinadora de la mujer

¿Qué es el patriarcado?

El patriarcado hace referencia a la forma de organizar la sociedad y el Estado alrededor de la

superioridad (supremacía) y del dominio del hombre en todos los ámbitos (económico, político, cultural)

y en todas las relaciones sociales (la familia, la comunidad, las instituciones, etc.).

Esta dominación masculina se funda en la diferencia de los órganos sexuales de

hombres y mujeres, a partir de la cual y de forma arbitraria se asignan roles y se divide el trabajo,

siempre en una relación de sometimiento (subordinación) de las mujeres El patriarcado considera el

sometimiento de las mujeres como algo ‘natural’ y legítimo, que no necesita justificarse y sobre esa idea

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falsa organiza la familia, la comunidad, la escuela, las organizaciones, la religión, los valores, las normas,

el cuerpo, la sexualidad, las formas y las expectativas de vida.

El patriarcado se ha adaptado a las diferentes formas de organización económica, social, cultural

y política que han surgido a lo largo de la historia, pero ha mantenido en mayor o menor medida su

distribución desigual de privilegios y derechos entre hombres y mujeres.

Según Marcela Lagarde en las sociedades premodernas existirían mayores grados de

supremacía masculina y de dominio patriarcal y por tanto un trato más injusto y discriminatorio hacia

las mujeres. En cambio en el mundo occidental, los poderes sobre las mujeres no serían totales, aunque

persistirían diferentes formas de opresión y desigualdad marcadas también por la clase, la etnia y otras.

A partir de ello se puede ver que el patriarcado se entrecruza con otras formas de dominación en

las sociedades y entre países y regiones. Estas otras desigualdades hacen que las relaciones sociales

sean más complejas. Al mismo tiempo, esa combinación de sistemas de dominación y poder, dificulta

que se pueda ver e identificar con claridad el dominio patriarcal en esas relaciones.

Los ejes de dominación que se entrecruzan con el patriarcal, son el colonial y el capitalista.

Conocerlos es importante para identificar y desmontar las relaciones de dominación patriarcal que

persisten o que se han modificado bajo nuevas formas en las actuales sociedades.

El eje patriarcal

Se basa en la dominación masculina sobre las mujeres. Sus pilares son:

1) Unaconstrucciónsocial1 del cuerpo que justifica como algo ‘natural’ (naturaliza) la apropiación

del cuerpo de las mujeres por parte de los hombres. Esta construcción define el ‘ser mujer’ por la

maternidad y se manifiesta en el dominio, control y castigo (disciplinamiento) de los hombres sobre el

cuerpo de las mujeres, también en los valores, la moral y las normas que definen y regulan la sexualidad

y la reproducción.

2) La división sexual del trabajo, también aceptada como natural, que permite la expropiación del

trabajo de las mujeres a través de su desvalorización o su no reconocimiento como trabajo (labores

domésticas, cuidado de otros) y también a través de la desigualdad en los diferentes ámbitos laborales y

salariales.

3) El ejercicio despótico del poder masculino que se manifiesta en la violencia física, psicológica,

sexual y simbólica contra las mujeres, que refuerza las prácticas de disciplinamiento en la relación de

dominador-dominada o en el auto-sometimiento de las mujeres.

4) La delimitación de un espacio doméstico–privado, donde deben desempeñarse

exclusivamente las mujeres, lo que determina que tengan una menor presencia en el espacio público o

que cuando la tienen enfrenten restricciones para ejercer su liderazgo y para realizar sus aportes no sólo

sobre sus derechos, sino sobre la mejora de la sociedad, lo que contribuye a su invisibilización histórica

- social.

5) La delimitación de un espacio público destinado sólo al ejercicio del poder masculino que no

permite que las mujeres acceden con facilidad al poder político, ya que su participación y representación

política no siempre significa un acceso al poder.

6) La reproducción del sistema de dominación patriarcal, a través de representaciones e

imaginarios simbólicos construidos sobre supuestas verdades que justifican no sólo la supuesta

inferioridad de las mujeres sino también el ejercicio del dominio masculino en todos los ámbitos de la

vida.

7) Este sistema de dominación también se reproduce materialmente a través de la división

sexual del trabajo y la concentración de la propiedad y la riqueza en los hombres, excluyendo a las

mujeres de un acceso equitativo a recursos, ingresos, trabajo y oportunidades.

8) La dependencia económica de las mujeres que se manifiesta en la falta de ingresos propios y

de acceso a bienes y recursos, que también está determinada por las pocas posibilidades de alcanzar

espacios de toma de decisión o posiciones de valorización y reconocimiento en sus familias y

comunidades, que no reconocen su trabajo y su contribución económica.

Alrededor de estos pilares se han creado normas, valores, instituciones y modelos de organización

de la vida cotidiana que ‘eternizan’ la división sexual del trabajo y el ordenamiento jerárquico de la

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sociedad y que, al ser aceptados como ‘naturales’, hacen invisible el dominio patriarcal. Esto explica la

negación y la condena a los cambios de situación y por qué la lucha para conseguirlos

El eje colonial

El eje colonial expresa un sistema de dominio y poder que se remonta a la colonización europea

(española) de la actual América Latina y que significó la imposición por la fuerza de un orden social y

cultural considerado ‘superior’ sobre los pueblos que habitaban originalmente estas tierras,

desconociendo y negando sus organizaciones sociales y sus formas políticas, culturales, sociales,

religiosas, económicas y de ordenamiento espacial.

La colonia dio lugar a un sistema de dominio sustentado y reproducido no sólo por la fuerza en

sus diferentes expresiones de violencia, sino con la construcción de un sistema ideológico sustentado

por la religión que permitió un sólido sistema de símbolos.

El eje capitalista

Está dado por una forma de producción donde el capital y los medios para realizar algún trabajo

son de propiedad privada. El capitalismo le ha dado nuevas funciones (refuncionalizado) el

patriarcado a través de los siguientes fenómenos:

1. Ha refuncionalizado la división sexual del trabajo para permitir la explotación, la expropiación

y la privación.

2. Ha renovado las formas de explotación de la fuerza de trabajo femenina, cuya participación

no es marginal, sino masiva, a través de las transformaciones mundiales y locales del mercado de trabajo.

3. Ha consolidado la reproducción de la fuerza de trabajo con mecanismos de familiarización

del trabajo doméstico y del cuidado, de responsabilidad casi exclusiva de las mujeres, lo que supone

una sobrecarga de trabajo, en lugar de ser de corresponsabilidad familiar, social y pública.

4. Ha dado lugar a la desigualdad en los salarios por igual trabajo entre hombres y mujeres.

5. Ha estimulado el masivo ingreso de las mujeres al mercado de trabajo en condiciones de

precariedad no sólo bajo relaciones formales, sino también en el denominado sector informal.

6. Ha fortalecido el monopolio masculino de la propiedad y la riqueza

7. Ha transnacionalización el trabajo doméstico y el del cuidado con un perfil

fundamentalmente ligado a la etnia (etnicización).

8. Ha fomentado el control del cuerpo de las mujeres por el Estado y el capital.

Se afirma que el patriarcado es anterior a la colonización y por tanto estuvo presente en todas las

culturas originarias del mundo. Desde esta perspectiva sería universal y adaptable a diversas sociedades.

Patriarcado y colonización poseen estructuras propias y autónomas, pero se articulan y coexisten

de diferentes formas en contextos históricos y culturales específicos. La confluencia de ambos durante

la colonia ha configurado las formaciones sociales de América Latina y de Bolivia.

La interrelación de los tres sistemas en un contexto de globalización y de posmodernidad además

de reproducir antiguas formas del patriarcado, configuran otras nuevas que se manifiestan en los distintos

ámbitos de la vida económica, social, política y cultural. Entre estas manifestaciones se han identificado:

las transformaciones del mercado de trabajo;

los cambios en la composición de la fuerza de trabajo;

las transformaciones en la organización de la producción;

el desarrollo tecnológico;

la ampliación de la mercantilización de la fuerza de trabajo en nuevas y antiguas formas de uso

intensivo.

El conocimiento de los ejes de dominación, que recoge la experiencia y el conocimiento

acumulado de las luchas feministas, permite identificar las distintas dimensiones que deberían incluirse

en la despatriarcalización y los ámbitos sobre los cuales incidir.

Igualmente, la compresión de la correlación entre patriarcado y coloniaje ha permitido el

surgimiento de su relación opuesta: despatriarcalización y descolonización, una articulación que sintetiza

la propuesta política con el lema: “No hay descolonización sin despatriarcalización”.

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¿Qué es despatriarcalización?

La despatriarcalización es un concepto todavía en construcción en el que confluyen largas e

históricas luchas de las mujeres en Bolivia y en el mundo con distintas miradas, lecturas, identidades,

posiciones y enfoques, pero también con elementos comunes sobre los cuales se busca construir un

único proyecto político liberador, cuya necesidad, viabilidad y alcances aún son objeto de discusión.

La despatriarcalización no sólo cuestiona e interpela un orden establecido que organiza el

Estado y la sociedad bajo una supuesta supremacía masculina, sino que es un proceso subversivo

que busca des- hacer, de-construir un sistema para dar lugar a uno nuevo, proyecta, por tanto, la

eliminación del patriarcado como condición de la igualdad.

Este proceso implica, asimismo, la reestructuración de las formas de pensar, de saber y de acción

política para viabilizar una nueva construcción social.

No obstante, al ser una propuesta en construcción, es posible que no exista un acuerdo sobre

ella y nos enfrentemos a un concepto que tenga muchos sentidos (polisémico), debido a los distintos

posicionamientos, enfoques y lugares desde donde se pretende su construcción social.

En todo caso es un debate inicial que exige una reflexión y un compromiso político de la acción

colectiva de las mujeres en el día a día. Es importante hacer notar que lo inicial no tiene que ver con el

tiempo transcurrido en el debate y su inclusión en la agenda, sino con la profundidad de la reflexión y

con los distintos ritmos, intensidades y temporalidades de los colectivos de mujeres para asignar y

apropiarse de los nuevos significados, en los diferentes contextos sociales, culturales y políticos.

Sin embargo, en su articulación con la descolonización, la despatriarcalización adquiere una

potencia transformadora de alcance estructural y global.

No hay descolonización sin despatriarcalización

La relación entre despatriarcalización y descolonización está dada por un propósito en común:

afectar el centro de la dominación que se expresa en doble dimensión: patriarcal y colonial y que de

manera conjunta han configurado relaciones específicas de dominación masculina y de negación

cultural, que han colocado a las mujeres en condiciones de servidumbre y de despojo de su condición

humana en el ejercicio de su sexualidad.

Tanto despatriarcalización como descolonización hacen referencia a un estado de igualdad. La

primera entre géneros y la otra entre pueblos y culturas. Ambas confluyen en negar las jerarquías

sociales, económicas, culturales y políticas. Son dos vías de desestructuración del Estado y de la

sociedad, que pretenden crear condiciones estructurales para construir relaciones igualitarias tanto entre

hombres y mujeres, como entre indígenas y no indígenas.

Se da en un contexto donde se afirman identidades y se da una expansión de la presencia de las

organizaciones sociales, lo que dibuja un nuevo espacio de actuación política multi-organizacional,

donde convergen diversos intereses y demandas de reconocimiento y de ejercicio de derechos.

Lectura Nº 4

Visión global de la minería de la plata boliviana en el siglo XIX Antonio Mitre

Hemos llegado al final de este trabajo. Recogemos ahora en apretada síntesis los temas centrales

de modo que podamos alcanzar una visión de conjunto del desarrollo de la minería de la plata boliviana

en el siglo XIX, Al realizar esta tarea proponemos una periodización de la evolución minera atendiendo

a los cambios que se observan en la relación de los factores regionales e internacionales.

El análisis nos revela la existencia de dos grandes fases claramente definidas y separadas por los

años 1871-73, los cuales constituyen un hito importante por las transformaciones que entonces se

producen a nivel local e internacional. El primer gran ciclo abarca desde fines del período colonial (c.

1810) hasta 1871 aproximadamente. Durante esta fase los precios internacionales de la plata se

mantuvieron altos y estables en oposición a los ofrecidos por los Bancos de Rescate. La producción, si

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bien no permaneció estacionaria, registró índices muy bajos. Finalmente la minería continuó

evolucionando sobre pautas todavía coloniales y articuló un espacio económico regional de considerable

importancia. El proteccionismo manifiesto en la política monetaria y fiscal reflejó esa situación. Los años

1872-73 marcan la ruptura con ese estado de cosas. Dos hechos se suceden en aquella época: primero, a

nivel local se establece el comercio libre de las pastas y minerales de plata a la vez que se resuelve el

problema de la moneda feble, eliminándose, de esta manera, las dos barreras institucionales que

obstaculizaban la integración del sector minero al mercado mundial. Por otra parte, en el orden externo,

Alemania al adoptar el patrón oro y poner a la venta sus reservas de plata acaba provocando la crisis en

los precios internacionales de este metal.

A partir de ese año se inicia la segunda fase de la plata boliviana que va más o menos de 1872 a

1895. Este nuevo ciclo, conocido como el del "auge”, se caracteriza por los siguientes fenómenos:

primero, descenso constante en el precio internacional de la plata, y segundo, crecimiento acelerado de

la producción hasta finales de siglo. Al promediar el año 1895 la producción de plata comienza a perder

relevancia, y al terminar la década ya son la goma elástica y el estaño los productos de exportación más

importantes de la balanza comercial boliviana.

Dentro de estas dos grandes fases es posible reconocer sub-períodos que, sin apartarse de las

tendencias generales de los ciclos mencionados, poseen características propias. El primero, que

denominamos "regresivo”, se extiende, aproximadamente, de 1810 a 1830. El sector minero se hallaba

entonces en un estado de caos que no era sino la continuación de la tendencia decadente que se observa

en la última fase del período colonial y que se vio agravada por el impacto destructivo de las guerras de

Independencia. Minas inundadas, maquinaria destrozada e ingenios paralizados ocupan las descripciones

del panorama minero en los documentos de la época. José María Dalence nos habla de 1.800 minas

despobladas en Potosí y su Cercado, 1.519 en Porco y otras tantas en Chichas. La exactitud de las cifras

no interesa mayormente; ellas bastan para reflejar ¡la magnitud de la crisis. Las minas en servicio

producen muy poco y más del 50% de la plata refinada proviene de la recolección de residuos acumula-

dos en desmontes.

Durante la fase de reconstrucción (1830-1850) se realizan los primeros intentos de rehabilitación

de la industria minera sin alterar fundamentalmente la estructura tradicional de su funcionamiento. El

esfuerzo estatal y privado se combinan en una primera tentativa por encontrar soluciones a los problemas

básicos del sector minero. Entre los obstáculos, la escasez de capitales ocupó, desde un principio; la

atención del Estado. Los esfuerzos desplegados por los gobiernos republicanos tendientes a atraer

inversiones Extranjeras no tuvieron ningún efecto. Ante la ausencia de inversiones extranjeras fueron los

capitales de la región los que iniciaron la reconstrucción de la industria minera. Veamos de dónde

provenían esos recursos.

Al crearse la República la ausencia de capitales de inversión en la minería ya era notoria. Hacía

algún tiempo que, debido a las mejores ganancias que reportaba la actividad mercantil, se prefería

emplear el dinero en ese campo. La efervescencia liberal de los primeros años de vida independiente

acentuó esa tendencia provocando un súbito, aunque efímero, auge comercial. De hecho, la expansión

no tenía condiciones para continuar por mucho tiempo, se i le oponían serios obstáculos. En primer

término, el auge comercial fue provocado artificialmente por el crédito inglés; retirado el crédito se

eliminaba una de las palancas más importantes de la expansión mercantil. Por otro lado, ésta quedaba

supeditada al crecimiento de la producción minera, la cual, sabemos, atravesaba una fase de franca

depresión. Finalmente, la política proteccionista y la defensa del comercio regional y local a través de la

emisión de moneda feble restringieron el radio de acción del comercio ultramarino. Como resultado de

ese proceso, un reducido número de firmas nacionales y extranjeras consiguieron controlar el espacio

que restaba y monopolizar la comercialización de productos europeos, Los pequeños revendedores que

hasta entonces habían sacado partido de una coyuntura favorable, se vieron ahora obligados a salir de ese

campo de actividad. El capital acumulado en el comercio al ser desplazado de esa forma y sin otra área

de inversión alternativa se dirigió al sector minero. El gobierno parece que captó la disponibilidad de

esos recursos e inició una campaña destinada a promover la formación de asociaciones mineras de capital

nacional. El llamado del gobierno encontró eco y gradualmente se organizaron las primeras compañías

de acciones bajo la dirección de los viejos mineros coloniales.

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La concentración de recursos, sin duda pequeños, permitió iniciar las obras de desagüe en las

minas y los trabajos de rehabilitación en los ingenios. Era común entonces que parte de los gastos se

costeasen con las ganancias obtenidas de la recolección primitiva de minerales provenientes de alguna

mina abandonada. Las asociaciones mineras se mantuvieron en pie merced a la sobre-explotación de la

fuerza laboral. La jornada de trabajo fue extendida hasta límites difíciles de imaginar. Ese mecanismo

permitió la rentabilidad de las operaciones mineras por períodos más o menos prolongados. Sin embargo,

a mediano plazo, los trabajos de reconstrucción demoraron mucho tiempo y terminaron por consumir los

recursos invertidos. La disminución gradual de rodados, el aumento de los costos de producción y la total

inadecuación de los métodos de beneficio para tratar los minerales más ricos obtenidos del laboreo

profundo, determinaron el fracaso de la mayor parte de las empresas. Disueltas las asociaciones, sus

propiedades pasaron a manos de un grupo de comerciantes nacionales, quienes en algunos casos habían

desempeñado el papel de habilitadores de los distritos mineros. Ese grupo pasaría a imprimir un nuevo

rumbo al desarrollo de la minería boliviana.

En la fase de reconstrucción los costos de producción aumentaron debido, sobre todo, a los precios

del azogue y al bajo rendimiento de los minerales. Con la casi completa paralización de Huancavelica,

las minas de Almadén en España pasaron a ser las únicas proveedoras de mercurio para la minería

boliviana y americana. Los altos costos del transporte así como el monopolio ejercido por las casas

comerciales hicieron subir el precio del azogue en un 300% de su valor original. Ese hecho,

conjuntamente con los malos procedimientos de beneficio que consumían hasta 16 onzas de mercurio

por marco de plata, ocasionando pérdidas considerables en las operaciones de relave, incidía en el alza

de los costos de producción. El problema se complicó aún más por la existencia del monopolio fiscal que

obligaba a los mineros a vender sus pastas al Banco de Rescate a precios menores que los del mercado

libre. En estas condiciones la explotación de la mano de obra devino la pieza fundamental del sistema.

La abolición formal de la mita que, pese a los esfuerzos tendientes a resucitarla, había perdido

importancia en la última fase del período colonial, era señalada ahora como ¡la causa responsable del

estancamiento minero. El gremio de azogueros, en los documentos de la época, se quejaba repetidas

veces por la falta de brazos y por la presencia) irregular de indios en las minas e ingenios. Los trabajadores

—se dice— permanecen sólo el tiempo necesario para ahorrar el dinero suficiente que les permita pagar

la contribución indígena a la que están sujetos por ley. Esta situación explicaría las oscilaciones que se

advierten en el número de trabajadores disponibles en distintas épocas del año. Sin embargo, visto el

problema desde otro ángulo, la relación causal de los factores cambia radicalmente. De hecho, se podría

pensar que la escasez de mano de obra y las fluctuaciones que se observan en su ¡abastecimiento fueron

más bien el resultado directo de las condiciones precarias en las que se desenvolvió la minería del

período, incapaz de mantener contingentes de trabajadores de manera más o menos permanente. La

desaparición de los pueblos mineros, la naturaleza irregular de la producción y la discontinuidad en los

suministros de azogue influyeron, ciertamente, en la llamada “crisis laboral”.

El período que comprende los años de 1857 a 1872 puede considerarse de transición. En esta fase

se preparan las condiciones para el posterior ingreso del capital extranjero. A mediados de siglo surge

una nueva generación de mineros que, conformada por personas dedicadas hasta entonces al comercio

de productos europeos, tomó el control de las minas más importantes del país: Pula- cayo, Guadalupe,

Real Socavón de Potosí y otras. Este grupo introdujo una mentalidad moderna en la solución de los

problemas que afectaban a la minería del país. Fueron traídos de Europa equipos de ingenieros,

mecánicos y administradores que realizaron transformaciones importantes en la conducción de las

empresas. Los distritos de Potosí, Huanchaca y Colquechaca fueron objeto de estudios pormenorizados,

los cuales se dieron a publicidad como parte de una campaña destinada a atraer inversiones extranjeras.

Durante esta época se experimentaron con éxito nuevos métodos de amalgamación que llegaron a

implantarse en pequeña escala. Por primera vez se utilizó el sistema de transporte sobre rieles en los

socavones, se construyeron caminos carreteros para unir los centros de beneficio con las minas y se

procuró aumentar la potencia de los ingenios mejorando las obras de captación de aguas.

Las empresas de este período lograron, de hecho, la integración vertical de la industria minera al

unificar las fases de extracción y refinado bajo una misma dirección. De esta manera se consiguió

coordinar mejor ambas esferas de la producción, permitiendo ahorros sustanciales. Las empresas mineras

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se convirtieron en operaciones prácticamente autosuficientes. Al calor de dichas transformaciones se

produce el renacimiento de los pueblos mineros; pequeños rancheríos y villas que hasta entonces se

hallaban dispersos comienzan a agruparse para conformar poblaciones de unos cientos o miles de

habitantes en torno al influjo revitalizador de las minas y centros de beneficio. El resurgimiento de los

pueblos mineros permitió, sin duda, un aprovechamiento más efectivo de los recursos humanos, que

ahora se hallaban concentrados en una misma área. La presencia permanente de trabajadores, albañiles,

carpinteros, mecánicos, etc. en los pueblos mineros garantizaba la marcha regular de las operaciones en

minas e ingenios. Más aún, la concentración demográfica hizo posible el empleo de mano de obra

adicional a bajo costo, reclutada entre los miembros de las familias de los trabajadores: mujeres y niños

principalmente. A partir de esta fase las quejas relativas a la falta de brazos, desaparecen gradualmente

como resultado de este proceso.

En el período de transición se produce, por otra parte, una baja notable en los precios del azogue

como consecuencia de los descubrimientos de yacimientos de mercurio en California. La producción

empieza entonces a ascender poco a poco, obstaculizada por la capacidad limitada de los centros de

beneficio y por las barreras institucionales que afectan la libre comercialización de las pastas de plata.

La magnitud de los cambios realizados en las empresas mineras significó, sin embargo, un costo

demasiado grande para los recursos del capital nativo. Las compañías se vieron pronto en la necesidad

de solicitar préstamos para cubrir los gastos. En tales circunstancias, los contactos previamente

establecidos con las casas comerciales e industriales de la costa fueron casi siempre de-terminantes.

Algunas empresas no pudieron registrar balances favorables por períodos largos en los que el monto de

los intereses se fue acumulando rápidamente al punto que se vieron obligados a declararse en quiebra y

pasar, así, a manos de sus acreedores extranjeros. Otras empresas aunque trabajaron con beneficio no

consiguieron expandirse. Resultaba claro que el futuro crecimiento de las compañías mineras dependía

de la capacidad que tuviesen para expandir sus establecimientos de beneficio, mediante la introducción

de mejores maquinarias de molienda, la construcción de nuevos hornos de fundición y el aumento de

fuerza motriz para poder refinar el creciente volumen de minerales extraídos del laboreo profundo. Para

este fin se requerían capitales que, en buena parte, fueron captados en el exterior. Antes, sin embargo, se

tuvieron que resolver dos cuestiones fundamentales de orden interno: el monopolio fiscal que confería al

Estado la exclusividad en la compra de las pastas de plata y la acuñación de moneda feble.

Fruto de la herencia colonial que continuó impregnando las estructuras económicas de la

República durante la primera mitad del siglo XIX fue la preservación del monopolio fiscal sobre las

pastas de plata. De acuerdo con la ley, los mineros estaban obligados a vender su producción de plata al

Banco de Rescate de Potosí o, más tarde, a los bancos secundarios. Una vez comprobada la ley y peso de

la plata introducida, se les pagaba a precios establecidos por el gobierno. Si bien éstos aumentaban

periódicamente, permanecían de todos modos inferiores a los del mercado libre. Mas el monopolio no

era la única causa del descontento minero. Íntimamente relacionada con esta práctica se hallaba el

problema de la feble. Por primera vez durante el gobierno del general Santa Cruz, el gobierno acudió a

la emisión de moneda de menor peso y ley como un medio de solucionar sus problemas financieros y

aliviar, al mismo tiempo, la escasez de circulante. Esta medida, concebida como un expediente temporal,

llegó a institucionalizarse en los futuros gobiernos al punto que, a mediados de siglo, la acuñación de

pesos fuertes había cesado casi por completo y la moneda feble era la única en circulación. En verdad, la

emisión de moneda feble tenía un significado más profundo y obedecía a la necesidad de continuar

alimentando el espacio mercantil de las regiones vinculadas al mercado minero de Potosí. Por otra parte,

el gobierno derivaba considerables beneficios de esta milagrosa multiplicación de panes.11 El monopolio

fiscal y la moneda feble representaban para el minero un impuesto indirecto que fluctuó entre el 15 y el

25 por ciento del valor de la producción. Los mineros vieron claramente que cualquier programa

destinado a atraer inversiones debía contemplar la pronta solución de esos problemas.

La oposición del sector minero al monopolio fiscal y la feble fue tenaz durante la fase de

transición, dando origen a una larga controversia entre dos fracciones de la clase dominante. De un lado,

los librecambistas —mineros y comerciantes— para quienes la doctrina del laissez-faire ' y el derecho

consecuente del libre comercio constituían mandatos impostergables de la "civilización”. La oposición

la formaban los intereses proteccionistas que controlaban1 la producción de manufacturas coloniales y

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para los cuales el libre cambio significaba la pérdida gradual pero inevitable de los mercados regionales

tradicionalmente articulados por la circulación de la plata de Potosí. La emisión de moneda feble era una

de las piezas claves para el funcionamiento del sistema regional. Por eso, la preservación de la política

monetaria era defendida con tanto ahínco por los proteccionistas que contaban con el apoyo de los

gremios de artesanos. En 1857 el grupo minero-mercantil promueve la dictadura de José María Linares

y, a partir de entonces, la tendencia librecambista comienza a ganar rápidamente terreno. La minería es

ya la fuerza económica y social dominante, y desde sus posiciones en el Congreso auspicia la reforma

institucional del país. El proceso de liberalización culmina con el decreto del 8 de octubre de 1872 que

establece el: comercio libre de las pastas y minerales de plata en toda la República. Otra ley emitida en

1873 prohibió de manera definitiva la acuñación de moneda feble. Se iniciaba, así, la crisis del antiguo

sistema regional.

El período del auge va de 1872 a 1895 aproximadamente, y se caracteriza por un notable

incremento en la producción de plata. A partir de 1873 la crisis desatada por las ventas de plata realizadas

por el gobierno alemán ocasionan el descenso en los precios internacionales de este metal, los cuales

continuarán bajando por el resto del siglo. Este fue el problema más serio que confrontó la minería del

país. La sobrevivencia de las empresas dependió de la capacidad que tuvieron de reducir los costos de

producción al máximo. Unas cuantas compañías —especialmente las que contaban con la participación

de capitales externos— pudieron hacer frente al desafío; las más sucumbieron o fueron absorbidas en el

transcurso de esta fase. Veamos cómo se dio este proceso.

El período 1872-1895 corresponde al primer ciclo importante de inversiones extranjeras en la

minería del interior del país. En realidad la penetración externa en el sector de la producción se dio con

anterioridad en el litoral boliviano, como resultado de la creciente expansión económica de la oligarquía

chilena impulsada por el capitalismo europeo. Ya durante el gobierno de José Ballivián (1841-1847) se

hicieron concesiones a empresas foráneas para la explotación de guano y salitre. Durante la infeliz gestión

de Mariano Melgarejo (1864- 1871) se facilitó aún más la penetración económica internacional. Los

mismos grupos comerciales e industriales que operaban en el litoral boliviano pasaron a controlar, en

primer término, el sistema bancario; luego la minería del interior y, por último, el ferrocarril. De esa

manera se acabó conformando una apretada red de intereses que llegó a controlar los puntos neurálgicos

de la economía nacional.

El capital extranjero al ingresar en el sector minero siguió la ruta inicialmente trazada por la

oligarquía boliviana. Al comienzo se concentró en un número reducido de minas notables por su riqueza:

principalmente Pula- cayo y Real Socavón de la Virgen de Oruro. Por lo general, las compañías

organizadas o reorganizadas con capital extranjero fijaron sede fuera del país. Esa situación, y el hecho

de que buena parte de los accionistas eran connotados miembros de la clase dirigente chilena, incidieron

para que las disputas entre las empresas y el gobierno boliviano amenazara en degenerar en

confrontaciones de carácter internacional. La Guerra del Pacífico (1879) revelaría hasta qué punto los

intereses foráneos controlaban la economía del país. Y mostraría claramente el grado de dependencia de

la oligarquía boliviana frente al capital extranjero. La oligarquía nacional confrontó entonces una

situación difícil al verse escindida entre sus sentimientos de fidelidad a la patria y la defensa de sus

intereses económicos. Muy pronto, sin embargo, esa aparente contradicción sería resuelta sumariamente.

La oligarquía, que hasta ese momento había gobernado a través de las Cámaras, tomó el control directo

del gobierno y postuló que sus intereses de clase eran, de hecho, los intereses de la nación. Reunida bajo

los principios del partido conservador —no muy diferentes a los de la oposición liberal— la oligarquía

minera gobernó el país hasta la Revolución Federal de 1898 en un período caracterizado por la bárbara

represión a que fueron sometidos los indios. El capital extranjero aumentó en esta etapa su dominio y los

sectores más importantes de la economía nacional quedaron en manos de particulares. Este proceso

culminó con el Tratado de Tregua firmado con Chile en 1884 que, a más de dar por concluido el estado

de guerra, fijó tarifas preferenciales a los productos importados de aquel país en detrimento de la

producción nacional.

Al promediar la década de 1880, los precios de la plata acusaron un rápido descenso y como

consecuencia se desató una fuerte tendencia inflacionaria. El tipo de cambio que se hallaba a 49 d. por

peso boliviano en

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1870 bajó a 29 d. en 1889. El costo de vida subió el doble y los productos importados

experimentaron un alza correspondiente. Los costos de producción de plata imitaron esta tendencia

debido sobre todo al aumento en los precios del combustible importado. Resultaba obvio entonces que

la única forma de mantener los índices de ganancia era a través de una reducción drástica de los costos

de producción. La construcción del ferrocarril a la costa fue la solución encontrada: el ferrocarril no sólo

reducía considerablemente los costos de transporte sino que permitía también la inmediata

comercialización de cantidades apreciables de mineral crudo, cuyo costo de producción era muy

pequeño. Pese a la oposición pública boliviana, que vio en el ferrocarril un arma estratégica de alcances

militares, los planes de construcción se llevaron a cabo y la línea Uyuni-Antofagasta quedó terminada en

1889. Las compañías recurrieron entonces a la exportación masiva de desmontes y minerales crudos de

baja ley, lo cual ocasionó la disminución de las operaciones en los centros de beneficio. Este proceso

determinó más tarde el cierre gradual de los mismos. La fase de extracción, en cambio, fue objeto de un

marcado desarrollo. La clausura de los establecimientos metalúrgicos acentuó la función del país como

productor de materias primas. Por otra parte, la conclusión del ferrocarril, complemento del tratado de

1884, hizo posible la conquista de los mercados nacionales por los productos que entraban por

Antofagasta.

Estas transformaciones implicaron gastos considerables de capital, el cual fue reunido por medio

de la venta de acciones en el mercado europeo. Paralelamente al proceso de internacionalización de las

compañías se observa un desplazamiento aún más notorio de los mineros nacionales. Durante esta etapa

algunas de las empresas menores, arruinadas por la baja de los precios, fueron absorbidas por las grandes

compañías a través de un típico proceso de consolidación/expansión que caracteriza el período de la

crisis. Otras, no pudiendo comercializar con éxito su producción, cayeron a merced de las casas

comerciales rescatadoras de mineral. Esta fue una de las razones por; la cual muchas minas de estaño,

que tuvieron un papel secundario durante el auge de la plata, acabaron en manos de extranjeros en las

postrimerías del siglo XIX.

Hacia 1895 comienza el descenso en la producción de plata. Al finalizar el siglo el panorama de

las minas más importantes nos recuerda mucho la época oscura de las primeras décadas republicanas: los

socavones de Pulacayo se hallan inundados y la explotación de Colquechaca es, otra vez, el resultado de

la acción primitiva de los cacchas. La acentuación de la crisis de precios, el surgimiento paralelo del

estaño que alcanza cotizaciones más elevadas y la demanda creciente de goma elástica acaban por

precipitar la ruina del metal blanco.

Un balance general de los resultados producidos por el fugaz renacimiento de la plata muestra

que, cuantitativamente, la modernización de la estructura productiva afectó a poquísimas empresas.

Cualitativamente, fortaleció el circuito mina – puerto de exportación, provocando la crisis del antiguo

sistema regional y de los grupos sociales vinculados a él: artesanos y dueños de obrajes, principalmente.

La especialización del sector minero ocasionó la decadencia de la industria metalúrgica y quebró la

antigua unidad del complejo mina/establecimiento de beneficio. Como resultado de este proceso la

economía del país fue adquiriendo uno de los rasgos que hasta hoy la caracterizan: exportar minerales

para importar casi todos los productos de la industria, desde fósforos hasta máquinas.

El capital acumulado por la oligarquía minera no concurrió a dinamizar otros sectores de la

producción, se consumió con rapidez en las bancarrotas financieras de fines de siglo, en la compra de

tierras, en la construcción de palacios y en campañas presidenciales. Los vínculos que unían a la

oligarquía con las formas sociales derivadas del latifundio fueron reforzados.

Hemos trazado esquemáticamente las tendencias más significativas de la evolución minera del

siglo XIX. El cuadro se halla todavía incompleto. Aún quedan por estudiarse muchas cuestiones

importantes como, por ejemplo, la relación de la agricultura con la minería; la conformación del

proletariado minero a través de la historia de sus luchas sociales y políticas; el desarrollo de la pequeña

y mediana minería; las estructuras ideológicas y culturales sobre las que se levanta el poder oligárquico;

y las múltiples formas bajo las cuales esta época se hace presente en nuestra penosa vida contemporánea.

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Lectura Nº 5

La Revolución Federal Pilar Mendieta Parada

Bolivia llega a fines del siglo XIX presa de varias contradicciones internas gestadas desde su

comienzo como República independiente. Esta situación desemboca en una guerra civil conocida como

“Revolución Federal”. Entre los motivos más importantes para el estallido de esta guerra conflicto interno

se encuentran: la rivalidad entre partidos y entre élites, protagonizada por liberales y conservadores en

su lucha por el poder, en manos de estos últimos durante casi 20 años.

A ello se sumaron problemas de orden regionalista entre los departamentos de La Paz y

Chuquisaca, y finalmente, sobrevino la decadencia de la economía de la plata y el surgimiento del eje del

norte ocasionado por el auge del estaño.

Fue así que a fines de 1899, un conflicto provocado por la promulgación de una ley que declaraba

a la ciudad de Sucre, capital definitiva de la República, sirvió de excusa para que los liberales paceños

declararan la guerra abierta al gobierno del presidente Fernández Alonso, organizando una junta de

gobierno compuesta por los máximos dirigentes liberales. Después de varios meses de lucha, los

liberales, que habían enarbolado las banderas del Federalismo, derrotaron a las fuerzas conservadoras en

la batalla del Segundo Crucero cerca de Paria (Oruro).

Las consecuencias inmediatas de este triunfo se manifiestan en el traslado de la sede de gobierno

a la ciudad de La Paz, en el abandono de la posición federalista y en el comienzo de un nuevo período

político en nuestra historia republicana: la Era liberal.

La rebelión indígena de 1899

Paralelamente a este conflicto se desarrolla, a lo largo y ancho del altiplano, una de las más

importantes rebeliones indígenas que registra nuestra historia. Dicha rebelión está relacionada con la

usurpación de “tierras de comunidad” que, en las décadas precedentes, había sido promovida por la Ley

de Ex-vinculación de 1874. Esta situación provocó la tenaz resistencia de las comunidades afectadas.

En un principio, el movimiento indígena apoyaba a los liberales, quienes, durante muchos años

habían realizado una paciente labor de instigación en el campo. No se sabe exactamente cuál fue el

compromiso entre los liberales y Pablo Zárate, “El Willka”, máximo líder de las huestes aymaras. Sin

embargo, se cree que éste estaba fundamentado en promesas relacionadas a la devolución de tierras de

comunidad. Zárate, había sido parte de un movimiento de caciques apoderados, los cuales, durante

muchos años, habían protagonizado una lucha de carácter legal en contra de las leyes de ex-vinculación.

Sin embargo, en determinado momento de la lucha, los indígenas, imaginándose tal vez el

rompimiento de los liberales a sus compromisos, al calor de los acontecimientos, encauzaron su lucha

hacia fines propios. Su propuesta varió según la posición de sus líderes y es por esto que hubo, dentro de

su movimiento, posiciones que fueron desde el pacto, la deserción, hasta la instauración de gobiernos

totalmente autóctonos, como fueron los casos de Peñas y de Mohoza. Esta situación trajo como

consecuencia hechos de violencia; entre los más importantes están: el incendio de varias haciendas en el

norte de Potosí, así como las masacres de Ayopaya y de Mohoza. Según Ramiro Condarco (1983), los

indígenas se propusieron: 1) la restitución de sus tierras de origen, 2) el exterminio de la raza blanca y

mestiza, 3) la constitución de un gobierno indígena, 4) el desconocimiento de las autoridades.

Lo cierto es que, a pesar de tomar la rebelión indígena un derrotero distinto a la de sus

circunstanciales aliados, la presencia de Zárate y sus huestes fue muy importante para el triunfo del

Partido Liberal. Esto gracias al profundo conocimiento que tenían de su medio geográfico y al elevado

número de sus combatientes.

El envío de tropas armadas para obligar a los indígenas a aceptar la realización de la revisita, en

cumplimiento de las leyes de exvinculación de 1874 reglamentada por la Convención de 1880, y proceder

al reparto de tierras y al pago de tributos, fue una constante en las décadas que precedieron a la revolución

federal de 1899.

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U. E. Cuerpo de Cristo Fe y Alegría Ciencias Sociales 5º - Cuaderno de lecturas

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La usurpación de las tierras de comunidad provocó conflictos y resistencia en todas las regiones

afectadas. Existen indicios que hacen suponer que las revisitas dieron lugar a alianzas coyunturales entre

los vecinos e indígenas, afectados ambos por las nuevas leyes y por la falta de títulos.

Para el año 1898, poco antes de la rebelión indígena, los ánimos estaban exaltados entre los

comunarios, no sólo de Mohosa, provincia Inquisivi, sino de todas las comunidades, afectadas por la

usurpación de tierras.

La Revolución Federal de 1899

La última década del siglo XI fue, sin duda, uno de los momentos más conflictivos de la historia

republicana. Tensiones de diversa índole originadas en las propias contradicciones estructurales, hicieron

eclosión en la llamada Revolución Federal. Tres fueron los factores más importantes para el estallido del

conflicto:

1. La lucha política entre Liberales y Conservadores. Hacia fines de la década de 1890 los

liberales, cansados de la mañosa manera en que sus rivales habían logrado mantenerse por años en el

poder enarbolaron la bandera del federalismo y plantearon el traslado de la capital a la ciudad de La Paz.

2. Detrás de la coyuntura política existía un cambio estructural que tenía que ver con la

creciente importancia económica de La Paz, cuyas élites precisaban unificar el poder político y el

económico en la región.

3. Los liberales contaban con el apoyo de fuerzas aymaras que, en los últimos años habían

sido instigadas bajo promesas relacionadas con la devolución de sus tierras.

A fines de 1898, la situación derivó en una confrontación política abierta, pues los principales

caudillos liberales se organizaron en una Junta de vecinos que proclamaron la federación y por tanto la

revolución.

La Rebelión Indígena de 1899

Las masas indígenas, a finales del siglo XIX atravesaban una profunda crisis a consecuencia de

la usurpación de tierras. Su intervención en la guerra federal obedeció entonces a causas externas y, sobre

todo, a las promesas aparentemente hechas por los liberales a los largo de varios años de presunta

instigación en el campo.

Pablo Zárate llamado “el Willka”, fue sin duda el caudillo máximo de la sublevación. Su

trayectoria política se remonta a varios años atrás cuando, junto a otros apoderados, lucharon por la

defensa de sus tierras. Zárate, originario de fe provincia Aroma era reconocido como un jefe aymara de

indiscutible autoridad. Junto a él lucharon del lado liberal, Juan Lero, Feliciano Willca. Mauricio Pedro

y otros.

La presencia de Zarate y sus huestes fue muy importante para el triunfo liberal gracias al profundo

conocimiento que tenían de su medio geográfico y al elevado número de su ejército. En determinado

momento de la lucha, sin embargo, casi en las postrimerías de la guerra y del triunfo, el movimiento

indígena a comenzó a tomar otro rumbo, el propio.

Esta sublevación, ocasionada por el descontento de los habitantes de las áreas rurales, encontró

en el liderazgo de Pablo Zárate “El Willka” una guía para su liberación y se encaminó a derrotar a la

clase dominante en su conjunto. La masacre de Mohosa y de Ayo Ayo: el proyecto de constituir un

gobierne indígena y autónomo en Peñas, así como el asalto a varias haciendas, fueron suficiente prueba

de sr intención autonomista.

La Masacre de Mohoza

Uno de los hechos más dramáticos provocados por la insurrección indígena fue la llamada

“masacre de Mohoza”. Los acontecimientos se desarrollaron de la siguiente manera. La guerra civil se

hallaba hacia el mes de enero de 1899 en pleno desarrollo. Sin embargo, las fuerzas liberales no habían

obtenido la capitulación de ninguna capital importante. Por ello, el general Pando decidió organizar varias

expediciones para ampliar la revolución. Fue así que Arturo Eguino, natural de Inquisivi, estuvo

encargado de organizar el Escuadrón Pando destinado a extender el conflicto a la ciudad de Cochabamba.

El 28 de febrero, el Escuadrón Pando, come se lo llamó, llegó al pueblo de Mohoza (Inquisivi).

Los atropellos y arbitrariedades que cometió la tropa en contra de la población en su conjunto, sumada

al malestar en que se encontraba la población indígena por los efectos de la rebelión, entre otros factores,

tuvieron como consecuencia la cruenta matanza de dicho Escuadrón, y, los soldados fueron muertos en

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el interior de la Iglesia. Uno a uno, los miembros del Escuadrón fueron torturados a golpes de macana y

palos; con porras de piedra, cuchillos y hachas, y arrancados sus testículos, lenguas. La violencia indígena

parecía no tener límite. Después de 14 horas de masacre, durante las cuales se ordenó también el saqueo

de las casas de vecinos, los indígenas decidieron, al mando de su apoderado Lorenzo Ramírez, organizar

un gobierno autóctono y extender su autoridad a las haciendas vecinas.

Reacción de las autoridades y el proceso de Mohoza

Grande fue la sorpresa de Pando al enterarse de lo ocurrido en Mohoza. Sin embargo, actuó con

astucia y aunque sabía el peligro que significaba el alzamiento indígena no tomó medidas inmediatas,

pues aun necesitaba de su ayuda. Sólo después de haber ganado la batalla del Segundo Crucero (10 de

abril de 1899) y de haber festejado junto con Zárate Willka el triunfo en la ciudad de Oruro, Pando

exhortó a los indígenas a retornar a sus estancias y ayllus y mandó a apresar a los líderes de la rebelión,

olvidando las promesas hechas. A esta altura, la rebelión indígena se hallaba completamente perdida.

La corresponsabilidad del nuevo régimen liberal con respecto al levantamiento indígena no era

desconocida para los detractores del régimen, ni para la opinión pública en general. Por ello, era necesario

para las nuevas autoridades borrar su participación en aquel engorroso hecho. Fue por esto, entre otras

cosas, que el nuevo gobierno decidió iniciar varios procesos judiciales encaminados a develar los sucesos

y castigar a los culpables de Peñas, Ayo Ayo y Mohoza.

El proceso de Mohoza fue sin duda uno de los acontecimientos jurídicos más notables de su

tiempo, puesto que se intentó juzgar a toda una comunidad indígena dónde los implicados sumaban más

de 250 personas. Una de características más importantes de dicho proceso fue la visión particularmente

racista con que fuera llevado a cabo.

El veredicto final del proceso de Mohoza, después de cuatro años de debates, compendió 32

condenas máximas. Las ejecuciones tuvieron lugar por grupos en la plaza de Mohoza. Para entonces

Lorenzo Ramírez, considerado por las autoridades el responsable de la masacre junto a Zárate Willka,

había muerto Juan Lero, el cacique de Peñas, murió en la cárcel antes de oír su sentencia. En cuanto a

Pablo Zárate, el “temible Willka”, el fiscal que estudió su causa declaró su inocencia al no existir

suficientes pruebas de culpabilidad. Sobre su muerte existen versiones. Condarco sostiene que fue

ejecutado al ser trasladado a la ciudad de La paz en la hondonada de Chojllunkeri, por los comisionados

que lo custodiaban.

Lectura 6

Zárate el “Temible Willka” Ramiro Condarso

Al decidirnos a dar por concluido el presente trabajo, consideramos indispensable formular, a

manera de breve esbozo de síntesis, un último conjunto de reflexiones:

Perspectiva Histórica.

La rebelión acaudillada por Pablo Zárate Willka, en el curso de los últimos años del pasado siglo,

fue una de las más grandes conmociones sociales promovidas y realizadas por la población indígena de

Bolivia. Ni antes ni después, registra el acontecer nacional un movimiento similar de tan vastas

proporciones ni de tan ambiciosos fines e impresionantes hechos.

Precedida por aisladas reacciones emocionales y locales contra la creciente expansión del

latifundio, fue la más acabada expresión de las aspiraciones de reivindicación agraria y emancipación

social y política de las nacionalidades indígenas de la República de Bolivia.

Apreciada en la natural perspectiva histórica configurada por la sucesión de los hechos históricos

que le preceden desde la fundación de la República, fue la culminación de dos grandes procesos de

conflagración social ocurridos entre las minorías dominantes del país y las mayorías agrarias del mismo,

procesos gestados y provocados por dos causas: La primera se hallaba representada, en primer lugar, por

el menospreciado estado de opresión económica y social en que, dentro la subsistente sociedad de castas,

se encontraban las poblaciones indígenas convertidas, a partir de la conquista peninsular, de prósperas y

florecientes nacionalidades en castas subyugadas, y, en segundo lugar, por la natural necesidad de

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liberación resultante de ese estado. La segunda, que en realidad no es nada más que un particular

fenómeno de las generales condiciones de opresión económica anteriormente mencionadas, se

encontraba encarnada por la conversión de la propiedad comunal en pertenencia particular, por un lado,

y en la consiguiente tendencia a la recuperación de la tierra usurpada.

La creciente acentuación experimentada por estos agentes de perturbación social a raíz de la

progresiva ruina industrial de la nación en los primeros años de vida republicana, ocasionaron esos dos

grandes procesos de conmoción social en el campo.

El primero se inició por efecto de la usurpación de tierras comunarias autorizada por el decreto

de 20 de marzo de 1866 y por la ley de 28 de septiembre de 1868, llegó a su instante de crisis con los

muchos levantamientos consiguientes expediciones punitivas ocurridas en los años 1869 y 1870, y

culminó con la intervención de las comunidades indígenas en la insurrección que abatió y derrocó al

responsable de esas medidas depredatorias.

El segundo se inició como consecuencia del despojo de tierras de comunidad operado al amparo

de las leves de ex-vinculación promulgadas entre los años 1874 y 1895 alcanzó su mayor desarrollo en

los años 1895 y 1896 y terminó con la rebelión indígena provocada por la revolución político-regional

proclamada a fines de 1898 en la ciudad de La Paz.

Cuando, con anterioridad a este pronunciamiento, la/ plutocracia del sur, representada por las

fracciones políticas conservadoras, tomó el poder, la gran mayoría de la población indígena se hizo adicta

fanática del partido liberal. Admitió la prédica demagógica de aquél y cifró sus esperanzas de una vida

mejor en les fementidos propósitos pregonados por los agentes proselitistas de ese partido

Llegado el año 1898, la crisis política entre las facciones en pugna, por un lado y la social entre

los pueblos del norte y del sur por el otro, alcanzaron su momento de mayor vicisitud.

Proclamada en La Paz la mal llamada revolución federal, como directa consecuencia de ambas,

fraternizaron en esa ciudad los partidos políticos rivales con el aparente propósito de perseguir la

realización de un fin común’.

Como la rebelión, en las condiciones que los revolucionarios se encontraban, importaba una

empresa descabellada, acudieron aquéllos a la utilización de recursos extremos: Gestionaron la

adquisición de armas en la vecina República Peruana y llamaron en su auxilio a la población campesina

tradicionalmente adicta ya al partido liberal cuya jefatura dirigió, a la postre, la revolución.

La participación de las nacionalidades autóctonas en la guerra civil emergente, llevó al terreno de

la lucha las particulares tendencias de emancipación y reivindicación de la población campesina.

Las proporciones nacionales de la guerra civil generalizaron el levantamiento en la mayor parte

de la zona andina e hicieron posible la unificación de miras y la centralización del alzamiento indígena

bajo un solo mando, excluida la actitud disidente de algunas comunidades indígenas cismáticas como la

de Umala.

La violencia de la guerra civil enconó y estimuló el furor bélico de colonos y comunarios, de tal

suerte que en determinado momento de la guerra civil, el levantamiento indígena comenzó a orientarse

gradual y paulatinamente hacia metas propias, inevitable resultado de las particulares ambiciones con

que la población indígena concurría a la conflagración civil.

La lucha prosiguió, y, en medio de la atmósfera de iniquidad y barbarie desatada por la rebelión

del norte, acabó por abrirse paso una fuerte corriente de liberación social puesta en marcha, con empuje

vigoroso, por una gran parte de la población aborigen encabezada por Zárate Willka y por un puñado de

audaces caudillos indígenas.

Es grandemente penoso que, en lo concerniente a estas tendencias, la escasez de documentos no

nos permita hacer afirmaciones con absoluta entereza de convicción, afirmaciones claramente

formuladas. Es, por otra parte, desalentador tener que sentirnos obligados a confesar nuestra íntima

inconformidad con las muchas lagunas e interrogantes que infortunadamente deben permanecer sin

solución ni respuesta. No son pocos los frutos provechosos de nuestro empeño inquisitorio, pero son

muchas también las sombras que impiden la deseable percepción del campo estudiado. Diferentes y

crecidos en número han sido los escollos y dificultades que nos fue imperioso salvar y superar para

obtener nociones aproximadas de la realidad sujeta a examen. Muchas son las sugestiones procedentes

de la tradición oral, y escaso el número de los testimonios veraces que las confirman o rectifican. Por

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esto, muchas de nuestras aseveraciones no tienen otro carácter que el de simples enunciados hipotéticos

sujetos a verificación posterior, aunque los esclarecimientos de esta segunda edición les proporcionen

mayor elocuencia, firmeza y verosimilitud.

En tal situación se encuentra la conjetura según la cual el caudillo Zárate Willka fue el inspirador

y promotor de las tendencias de liberación total, demostradas por la población indígena en el curso de la

guerra civil y con posterioridad a ella. Por desgracia, no existen documentos que permitan aseverar con

convencimiento absoluto este aserto. Tal suposición se halla fundada en declaraciones judiciales de

sindicados y testigos, y en inferencias expuestas por jueces, defensores y acusadores públicos, y no en

testimonios que, a semejanza de las proclamas o cartas confidenciales, sean capaces de revelar

directamente que, en efecto, Zárate Willka indujo a las poblaciones autóctonas a levantarse contra las

minorías blancas.

Sin duda, la proclama de Caracollo formulada por los Willka en 28 de marzo de 1899, sólo

conocida por el autor con posterioridad a la primera edición de este libro, es un documento que contribuye

grandemente a iluminar la responsabilidad de Zárate Willka en la obra de reorientación y consiguiente

conversión del movimiento autóctono de apoyo a la revolución liberal del norte en movimiento

independiente de emancipación indígena. Gracias a ella sabemos, por ejemplo, que Zárate Willka

profesaba la doctrina según la cual: la sociedad andina debía retornar un día al antiguo orden prehispánico

o por lo menos a uno parecido, y esto hace suponer su intención de favorecer, en los hechos, la vuelta del

mismo aprovechando el estado de guerra ("Pachacuti") en el que intervino.

No es tampoco desestimable, como elemento de verificación, el sugestivo hecho constituido por

la estrecha unidad de pretensiones demostradas por todos aquellos levantamientos iniciados a instancias

de Pablo Zárate Willka con el aparente propósito de coadyuvar a la revolución del norte.

Es sugerente que justamente los levantamientos producidos por obra de las instrucciones escritas

de Zárate Willka se hallen animados, por lo menos, de cinco pretensiones: 1a La restitución de las tierras

de origen. 2a La guerra de exterminio contra l-as minorías dominantes. 3a La constitución de un gobierno

indígena. 4a El desconocimiento de las autoridades revolucionarias. 5a El reconocimiento de Zárate

Willka como jefe supremo de la insurrección autóctona.

Tales circunstancias se presentan, de modo uniforme, en los sucesos de Mohoza, Peñas y Sacaca,

es decir, en tres series de acontecimientos ocurridos una vez que Zárate Willka solicitó a las parcialidades

indígenas de esos lugares su concurso a las fuerzas revolucionarias. Ninguna de esas circunstancias, por

el contrario, se presentan en la rebelión de Umala, lo que parece indicar que fue realmente Zárate Willka

el promotor de las tendencias de liberación que tuvo su más audaz expresión en la constitución del

gobierno indígena de Peñas.

Causalmente considerada la rebelión indígena acaudillada por Zárate Willka resulta de causas

que, de manera esquemática, se reducen a cuatro: dos necesarias y dos contingentes. Es la primera, el

estado de opresión social de las mayorías campesinas, y la segunda, la creciente expansión del latifundio

en perjuicio de las tierras de comunidad. La tercera se halla encarnada por la acción instigadora

desplegada por los revolucionarios de', norte en su desesperado empeño de imponer sus ambiciones de

poder. La cuarta, finalmente, se encuentra representada por las provocaciones y agravios infligidos a los

indígenas por las fuerzas beligerantes.

La rebelión indígena fracasó, por otra parte, debido a las siguientes causas: 1a La deficiencia de

los elementos bélicos utilizados por las huestes de Zárate Willka. 2a La conducta disidente de muchas

comunidades indígenas aimaras incondicionalmente puestas al servicio de los intereses políticos de los

revolucionarios. 3a La actitud represiva de las fuerzas rebeldes. 4a La prematura conclusión de la guerra

civil.

Fuentes Prehispánicas de Inspiración en la Ideología del Movimiento.

Hoy más que ayer, finalmente, nos encontramos lejos de considerar a los levantamientos

campesinos como simples y desordenadas reacciones del instinto o del espíritu de represalia provocado

por el resentimiento nacido de la opresión en el fuero interno de los expoliados labriegos andinos.

Ellos se levantaron, sin duda, al calor de esos incentivos pero, ante todo, no sólo por estímulos de

orden incidental o por factores de hecho, sino por obra de una conciencia básicamente iluminada por sus

antiguas tradiciones histórico-políticas y religiosas.

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Tal hecho no tiene nada de particular. Ha ocurrido también en otras latitudes que por lo

enteramente distantes de las nuestras no admite ser concebido como resultado de ninguna dependencia

genética posible.

El doctor don Manuel Sarkisyanz, de la Universidad de Heidelberg, por ejemplo, nos ha hecho

conocer las más sobresalientes características del ‘budismo popular mesiánico como ideología de las

rebeliones campesinas birmanesas durante la décimonovena y vigésima centurias, y es sorprendente

comprobar como el concepto del declive del orden moral del mundo como síntoma de la terminación de

un ciclo fue, allí como aquí, el pensamiento que condicionó la creencia en la proximidad del retorno de

la regeneración de la sociedad y en la consiguiente necesidad de seguir al conductor mesiánico, en nuestro

caso: el Willka, hombre-sol o jefe sagrado y providencial predestinado al triunfo.

Tal convergencia es enteramente explicable si recordamos que —como lo ha explicado José

Imbelloni— tanto el sudeste del Asia como la zona andina pertenecen al mismo ámbito de los grandes

estados protohistóricos del mundo, y —sin que nos sea imprescindiblemente necesario admitir las

conclusiones difusionistas del expresado etnólogo—preexistían, por lo mismo, en una y otra, en lo

esencial, las analogías seculares que hicieron posible la referida convergencia.

Lo evidente de todo es que —según acabamos de sugerir— el mito de las cuatro edades y sus

consiguientes convicciones cíclicas regenerativas particularmente la relativa a la esperanza mesiánica de

una nueva edad, "son compartidas —en términos del profesor Sarkisyanz— por las más representativas

culturas humanas, desde las arcaicas o protohistóricas hasta las ‘postmedievales' en contextos de

religiones universales" profesadas precipuamente por las poblaciones campesinas, tal como lo han

documentado, aparte del profesor Sarkisyanz en 1955, Clemeñalleto en 1979 respecto al "catolicismo

rural" como ideología de los "levantamientos rurales filipinos", y Servier en 1967 respecto a la "tradición

de los paraísos terrestres" o "islas benditas".

Quizá la universalidad de tales "arquetipos" míticos se explica —más que por la preexistencia de

una sola tradición universalmente difundida en tiempos protohistóricos— por la observación

espontáneamente universal del acaecer natural del día y la noche, del mes lunar y del año solar, y de la

vuelta cíclicamente repetida de las estaciones, observación independientemente posible, de acuerdo con

los principios básicos de la teoría de la convergencia postulada en el siglo pasado por Adolfo Bastián, a

la que no es ajeno el análisis de la universalidad del concepto de la regeneración cíclica del mundo vegetal

prioritaria y seductoramente estudiado y documentado por James Frazer en La Rama de Oro.

Tales conceptos filosóficos básicos no pudieron ser, así, simple herencia muerta del pasado

protohistórico sino corolario permanente de una función viva, propia de las sociedades rurales

ordinariamente contraídas a la observación de las regularidades anuales gracias a las cuales la vida se

regenera cíclicamente. Desde este punto de vista, quizá no es casual que Willka en jaqaru signifique sol,

es decir el astro que siempre vuelve.

El Liberalismo y Federalismo del Movimiento Indígena

Si bien no cabe duda que la ideología de la rebelión campesina acaudillada por Zárate Willka se

encontraba fundamentalmente inspirada en el tradicional pensamiento prehispánico superviviente

particularmente relativo al concepto del acaecer histórico cíclico y consiguiente proximidad de una nueva

edad esencialmente parecida a la prehispánica, no conviene olvidar que tal pensamiento sólo tuvo lugar

en las bases tradicionales de inspiración, y que las nacionalidades de origen se encontraban en una época

completamente diferente dentro de la cual ellas habían adoptado nuevas concepciones religiosas y —

quizá— también políticas.

Quizá entre los jefes indígenas de mayor ilustración los hubo de entendimiento capaz de concebir

el liberalismo como ideología no sólo adversa a los privilegios externos de casta y a las inherentes

instituciones socio-económicas de prestaciones de servicio personal, obviamente existentes en las

relaciones entre patrones y autoridades, por un lado, e indígenas por el otro, sino, también, como

ideología explicablemente contraria a los privilegios internos de casta como los representados por la vieja

institución del cacicazgo hispano-colonial en sus formas supervivientes o vicariantes.

No hay que olvidar, pues, que, en el curso de la guerra civil, hubo familias indígenas a las que la

población nativa hostilizó y aún exterminó. Tal el caso de la familia Warachi de Ancocala en Carangas,

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literalmente acabada, según carta de 29 de marzo de 1899 del comandante militar de Llanquera: el

ciudadano liberal don Miguel G. Zorrilla, a Pando.

El federalismo, por su parte, tampoco, dejó de ser, al parecer, ajeno a las inquietudes innovadoras

de la población indígena en campaña

Políticamente dentro el liberalismo cabía el federalismo. Quizá ni Willka ni los suyos ni la gran

masa indígena deseaba por gobernantes al jefe de una familia teocrática con rango de monarca o

emperador o inka. El propio Willka dijo en juicio haber luchado por la defensa de, las "instituciones

republicanas". Es evidente que el nombre Willka denota sol o hijo del sol y parece apuntar hacia el

concepto teocrático de la autoridad y el poder, pero, quizá, este nombre tenía más de nacionalmente

simbólico que de otra cosa, y en lo que atañe a Zárate Willka denotaba al parecer, más que nada, persona

de alto rango político y social representativa de una época de regeneración.

Tal hecho se halla sugerido por la existencia de tres Willka con títulos y rangos mas o menos

idénticos. Naturalmente el triunvirato se hallaba jerárquicamente ordenado de Pablo Zárate Willka, a

Manuel Willka y a Feliciano Willka, como es natural que haya sido así en una organización suprema de

mando.

Dentro del orden general de la República, Willka y los suyos aspiraban, al parecer, a tener acceso

al segundo puesto de la misma, constitucionalmente a la vice-presidencia, por lo menos por de pronto.

No otra cosa parece significar que cientos de documentos indígenas proclamaban a Pando y Willka'1

juntos como los artífices del nuevo orden de cosas.

De tal suerte que cuando la tradición urbana nos asegura que Willka había concebido

atrevidamente la 'osadía' de compartir el poder con Pando, tal idea era, en lo esencial, fundamentalmente

cierta.

Quizá ello suponía la necesidad de un acuerdo de proporciones para una alianza entre el partido

liberal y los jefes de la población indígena, pero éste es hecho que continúa en el misterio, pues Parido,

a tenor de la tradición urbana, negó todo entendimiento contractual con Willka, sobre la cuestión, a

diferencia de éste que parece haberlo afirmado; pero no hay que perder de vista que Pando y los liberales

—mientras confesaban en documentos reservados la participación de Willka y los suyos en las

operaciones del ejército federal— negaban de manera expresa y explícita toda conexión del movimiento

liberal con el indígena.

Es, además, pues, muy sospechoso que en el numeroso archivo de Pando sólo haya quedado una

sola carta de Zárate Willka, y nada menos que de 1896. Hay razón para preguntarse sin duda: ¿qué pasó

con las de 1898 y 1899 en un archivo tan cuidadosa y escrupulosamente conservado?

Por otra parte, es difícil imaginar que Zárate Willka haya alentado un movimiento indígena tan

vasto sin contar con la expectativa de éxito anticipadamente fundado en un acuerdo previo.

Tales convenios resultarían de conversaciones habidas entre Pando y Willka, tanto con

anterioridad a los acontecimientos detonantes de fines de 1898, cuanto de entendimientos más precisos

y claros establecidos en el curso de los hechos de presión y fuerza sucesivamente ocurridos a lo largo del

tiempo de duración de la guerra civil de 1899, especialmente en aquellos instantes de incertidumbre poco

anteriores a la llegada de armamento para los revolucionarios de Lima, o en los que, con alguna

posterioridad a la recepción del mismo, Pando como guerrero competente consideró que, con todo, la

situación del llamado ejército federal era aún tan comprometida que hubo momentos en que, a instancias

de un movimiento de ánimo muy hondo, confesó públicamente sus propósitos de ‘disciplinar y armar la

indiada' (1 de febrero), poco después de la retirada del ejército constitucional de Viacha.

Lo evidente es que una vez surgida la revolución al impulso de las ambiciones políticas de los

liberales y de los intereses regionalistas de los conservadores de La Paz, bajo el engañoso ropaje de la

federalización, la mayor parte de la población campesina —no sólo de La Paz sino de la zona andina da

Bolivia— la apoyó decididamente no sólo por liberal o anti-con- servadora, sino por federalista o

anticentralista.

La sugestión llegó, al parecer, a seducir de una manera amplia la expectativa indígena que todo

parece indicar que la población nativa creyó que aquélla estaba llamada a abrir el camino definitivo de

su liberación.

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En efecto, la población indígena creyó en que el triunfo del movimiento iba a traer consigo la

posibilidad de su acceso al nombramiento de corregidores sin esperar procedieran —de acuerdo con la

ley de 23 de enero de 1826 confirmada por la Carta Magna en lo posterior— por vía gubernativa de las

autoridades centrales, y así comenzaron a nombrarlos por voto directo de la comunidad aún en los casos

de mayor sujeción a la causa liberal como en los de Corque y Huachacalla, hacia mediados de marzo de

1899.

La descentralización del poder no sólo debía afectar a la constitución de las autoridades locales

sino a las de la propia estructura central donde, al parecer, debía caber la representación política de la

población campesina, concretamente ejercida por Zárate Willka y por los otros Willka que con su simple

—aunque ilusoria— pretensión a formar parte de la cúpula de gobierno encarnaban —de por sí y de

hecho— la dramática ‘búsqueda de expresión nacional' de la población indígena andina como

nacionalidad de origen o como ‘roca madre" de las otras nacionalidades filiales de posterior

conformación, pues no hay que olvidar que la nacionalidad —según Mac Iver y Page— se refleja ante

todo en el deseo de "tener un gobierno común especial o exclusivamente propio".

De ahí la grandeza y la importancia de las aspiraciones que con la suya personifica y simboliza el

ínclito caudillo indígena don Pablo Zárate Willka.

Entre ambos extremos: el de cúspide y el de la base político-administrativa, las autoridades

intermedias debían también surgir de acuerdo con el implícito principio de la descentralización federal,

y de ahí el hecho, al parecer nada casual, de haber nombrado la población campesina, tanto autoridades

de alto, medio y menor rango, de una manera aparentemente caótica y anárquica.

En el curso del precedente relato, en efecto, hemos visto que mientras se instituyeron Willka´s,

es decir autoridades de primer rango político-administrativo y militar, en el norte; hubo por lo menos dos

presidentes en el sur: el uno en Peñas: Juan Lero, y el otro en Challoma de Sacaca: Mariano Gómez, cuya

autoridad no dejaba de reconocer expresamente la superior de Zárate en el primer caso, y la del

"Presidente Villca" en el segundo.

Todo esto quería decir que, mientras Zárate Willka pretendía ejercer la representación máxima de

las nacionalidades andinas de origen dentro el contexto de la estructura política de la República, los otros

dos Willka adoptaban el rango de primer y segundo vice-presidentes, pues no hay que olvidar que el

tercer Willka: Feliciano Willka se tituló también "presidente".

No hay que perder de vista, además, que los tres Willka constituyeron, al parecer, un consejo de

Estado de carácter colegiado y de índole confederativa, tanto por la naturaleza misma" de las tradicionales

instituciones confederativas propias del ayllu milenario, como por ser probablemente los tres Willka, de

tres diferentes circunscripciones territoriales de importancia para el destino del movimiento.

En aparente contradicción con la supremacía de los Willka, vemos, en el sur, según anticipamos

ya, dos "presidentes": Lero y Gómez, pero se trata en todo caso, de dos 'presidencias' de jurisdicción

local, dado que ambas reconocen la autoridad suprema de Zárate Willka, de una manera muy similar a

las "presidencias departamentales" instituidas por la ley 19 de 11 de diciembre de 1825, y posteriormente

llamadas prefecturas.

La propia duplicidad de rango de "presidente" y "ministro" de Juan Lero, parece ratificar la

explicación, pues mientras éste era "presidente" ante sus vasallos de Peñas, no era más que "ministro"

ante Zárate Willka, quien —en su carta de 20 de marzo— lo llamaba "Gobernador".

Finalmente, por debajo de esta suerte de gobernaciones rurales de orden regional que pudieron

establecerse con diferentes nombres sin desdeñar los simplemente castrenses como el de Lorenzo

Ramírez de Mohosa,- se constituyeron —sin aguardar reforma constitucional previa— los corregimientos

cantonales ordinarios y de capitales de provincia —según anticipamos ya— por voto directo de la

comunidad indígena zonal.

Por lo que externamente se ve, no dudamos que los indígenas de 1899 no sólo habían abrazado

de manera más sincera que los liberales del mismo año, los principios del federalismo, sino que sus

concepciones federalistas eran más orgánicas, más liberales, más republicanas y más revolucionarias que

las de los federalizadores nominales del primer trimestre de 1899. No podía ser de otro modo, todos los

hechos ocurridos en el levantamiento indígena de 1899 acaecieron a impulsos del sentimiento nacional

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U. E. Cuerpo de Cristo Fe y Alegría Ciencias Sociales 5º - Cuaderno de lecturas

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que —según Mac ¡ver y Page— es un ‘sentimiento esencialmente democrático" (59) y ante todo

fundamentalmente innovador en su clásico estado de ‘búsqueda de expresión'.

Desde luego, el deber quererse como entre hermanos" los "hijos de una sangre": "blancos" e

"indianos", deontológica- mente formulado por la proclama de Caracollo —de una manera por tanto algo

diferente al sentido querer ser una nación de hermanos con que el juramento del Rütli coronó la busca de

expresión estatal de la nación suiza—, fue el llamado más sobre-saliente y admirable que un vástago de

las nacionalidades de origen pudo haber hecho a la sinceridad con que la nación dominante debió abrazar

su propio vouloir-vivre collectif sin desmedro del ‘querer ser de sí mismo de su milenaria ‘roca madre'

dentro de una sola comunidad republicana, para la cual, proponía la proclama —sin dejar de manifestar

implícitamente la integridad de su propia búsqueda—, el ideal de una nueva convivencia entre hermanos"

sin sentimiento de exclusión alguno.

Lectura 7

Era del Estaño Rolando Jordan Pozo

Este ensayo hace un recuento de los principales hechos que dieron lugar al nacimiento, auge y

declinación de la minería del estaño, la industria con mayor influencia sobre la economía y sociedad

bolivianas de los últimos cien años. Asimismo, identifica las relaciones que surgen entre minería y

sociedad, mediadas por el Estado, en cada fase del periodo, y plantea hipótesis acerca del creciente

abismo que las separa.

En el último siglo, la industria del estaño y la economía boliviana mostró fluctuaciones extremas

originadas en la inestabilidad de precios que, a su vez, resultaron del ciclo industrial de la economía

mundial. Estas fluctuaciones se transmitieron directamente a la economía y sociedad bolivianas,

mediante ciclos sucesivos de auge y crisis. Este ensayo hace un seguimiento de la evolución de la

industria, su impacto sobre la economía nacional y la urdimbre de relaciones que se articulan entre

propietarios mineros y otros grupos de influencia: oligarquía de la tierra, empresarios, burocracia civil y

militar, clase media y trabajadores mineros en cada fase del ciclo.

Para explicar esta urdimbre de relaciones de interés, se hace un examen de los factores por detrás

de la renta minera y las pugnas distributivas que se generan. A este efecto, se parte del análisis de las

condiciones naturales, técnicas y de mercado asociadas a la industria minera del estaño en cada uno de

los periodos identificados, para luego aislar sus tendencias. No se pretende medir éstas debido a la escasez

y dudosa calidad de la información disponible.

Durante el siglo XX se pueden identificar tres periodos en el mercado: precios en ascenso, entre

1900 y 1929; inestables con tendencia a la baja hasta 1985; y el derrumbe de precios, desde ese momento

hasta ahora.

Cada uno de estos periodos viene acompañado de profundos cambios en la política económica,

respectivamente: liberalismo, proteccionismo y otra vez liberalismo. Asimismo, el desarrollo de la

minería y los métodos de producción se adecúan en cada fase a la declinación en la calidad de las reservas,

cuando la respuesta óptima debió ser mayores inversiones y economías de escala. Por tanto, no se observa

a corto plazo una correlación positiva entre variaciones de precios y producción, aunque ella sí existe a

largo plazo.

La explotación del estaño surgió en la economía boliviana, al empezar el siglo, con el impulso de

precios reales en ascenso que llevaron la producción hasta sus niveles máximos en 1929. Esta fase

expansiva coincidió con la vigencia del modelo económico liberal. De 1930 a 1963 se observa una

tendencia sostenida a la baja y una gran inestabilidad de precios. La producción mostró un

comportamiento similar a partir de la gran depresión de 1929. Se puede plantear la hipótesis de que la

débil respuesta de la producción a los cambios en los precios se explica por la inversión insuficiente y la

vigencia del modelo proteccionista. Desde 1930 no se hicieron inversiones en exploración y nuevas

tecnologías de extracción minera, en cambio se privilegió la inversión en concentración para mejorar la

eficiencia de la producción partiendo del capital y las reservas existentes.

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Aunque precios y producción experimentaron una recuperación lenta pero sostenida de 1964 a

1980, la aparición de rendimientos naturales decrecientes en la producción minera hizo que la

productividad descendiera y los costos mineros se disparasen. Bolivia se volvió el país de más alto costo

de producción de estaño en el mundo. Esta situación encontró cierto alivio con alzas temporales de precio

pero con el colapso del precio del estaño en agosto de 1985, la industria del estaño y el modelo

proteccionista boliviano entraron en crisis y dieron lugar al retorno del modelo económico liberal. A

partir de 1985, empezó una transición hacia la minería moderna. Precios y producción de estaño empiezan

y terminan el siglo XX con los mismos niveles.

Liberalismo Económico y Auge del Estaño (1900-1929)

En los primeros veinte años del siglo XX se desarrolló y entró en auge la minería del estaño. El

contexto de libertad de comercio, libre movimiento de capitales, convertibilidad de la moneda, bajos

impuestos y estabilidad monetaria, ofrecían un ambiente propicio y de bajo riesgo para hacer inversiones

a largo plazo. Los mineros apostaron inicialmente a la plata y al estaño. Los desmontes con minerales

complejos de alta ley permitieron una transición suave hacia la minería del estaño. Se explotaron también

y de manera selectiva ricos depósitos de estaño solamente. El ambiente de febril actividad minera recibió

el impulso de un mercado con exceso de demanda y precios altos que traían rentas altas. En este periodo

de precios y calidad de reservas elevados, la presión fiscal fue muy baja y la creciente deuda externa

respaldó la construcción de ferrocarriles e infraestructura económica para vincular los Andes a los puertos

del Pacífico.

La transición de la plata al estaño empezó en el siglo XIX y la minería del estaño floreció en la

primera década del nuevo siglo bajo condiciones de mercado y calidad de recursos excepcionalmente

favorables. Ambos factores hicieron que las rentas fueran muy altas. Entre 1890 y 1910 se puede

identificar una enorme cantidad de mineros de éxito que, con poco capital y usando el sistema del anticipo

del comerciante ("habilito"), obtenían altas ganancias. El éxito fue efímero y se mantuvo en tanto el

acceso a la reserva era fácil y de alta ley, partiendo de desmontes ricos en plata y estaño, o desde vetas

potentes de estaño que afloraban en superficie.

Desde el siglo XIX se desplegó para el estaño un mercado internacional en expansión, impulsado

en Europa y Estados Unidos por el tránsito de la industria pesada hacia la industria liviana que buscaba

mejorar la calidad de vida y consumo de la población. La rápida subida de la demanda de estaño, debido

a sus propiedades de alta resistencia a la corrosión, hizo posible el desarrollo de la industria de la hojalata

y soldadura, y la demanda superó por mucho a la oferta. El precio del estaño por consiguiente muestra

una tendencia ascendente hasta los años 1914-1917. La Primera Guerra Mundial dificultó los embarques

de estaño a las bolsas de Londres. El precio subió de 94 libras esterlinas por tonelada larga (TL) en 1890

hasta 155 libras en 1910: 2,6 veces en veinte años.

El auge de la plata en el siglo XIX favoreció el desarrollo del estaño por los menores costos de

transporte con el ferrocarril de Oruro-Antofagasta. El ferrocarril fue un factor determinante para la

obtención de la renta diferencial de ubicación y permitió aplicar métodos de producción modernos. A

principios de siglo, 40% de la producción de estaño tiene un origen común con la plata. Los yacimientos

más favorecidos fueron los de estaño que estaban ubicados cerca a la estación del ferrocarril. En ese

orden siguen en importancia las colas y desmontes con similar ventaja de ubicación.

Conforme los yacimientos minerales se alejaban del ferrocarril, sólo eran explotados los de mayor

calidad y potencia. En un principio se empleaban métodos selectivos de extracción, de la veta al saco

(con más de 50% de contenido de estaño) y la explotación de "guía" mina. En los yacimientos de colas

y desmontes la fase más importante resultaba ser la clasificación del mineral por palliris que descartaban

contenidos inferiores a 10% y el resto era sometido a procesos de fundición en mangas hasta obtener un

metal crudo y muy sucio de estaño.

Los yacimientos de mayor éxito fueron los más próximos al ferrocarril y que tenían minerales de

estaño solamente: La Salvadora y Uncía de propiedad de Simón I. Patiño; Huanuni de la empresa minera

El Balcón; Llallagua de propiedad de Pastor Saínz, posteriormente bajo control de capitales y accionistas

chilenos, y por la Cía. Minera Oploca con base en Santiago de Chile.

En los distritos con yacimientos complejos de plata y estaño próximos al ferrocarril -Virgen del

Socavón, San José, Itos y Atocha- la explotación selectiva de desmontes y colas con ricos contenidos de

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estaño resultó ser lo más atractivo. Los grupos mineros de mayor crecimiento accedieron a rentas

diferenciales altas que, inicialmente, se emplearon en la modernización de las operaciones mineras de

extracción y transporte.

En la segunda década, a excepción de la Primera Guerra Mundial (1914-1917), la capitalización

de la minería y su grado de mecanización se aceleró. Los industriales mineros Simón I. Patiño y Félix A.

Aramayo modernizaron los métodos de extracción, concentración y transporte de minerales. Patiño

construyó el ferrocarril Uncía-Machacamarca y se introdujo un andarivel o cable aéreo de cuatro

kilómetros para el transporte del mineral de la mina la Salvadora al ingenio de Miraflores. Aramayo

construyó un andarivel movido a vapor de Tasña a Uyuni. Se generalizó el uso de líneas Decauville y se

instalaron andariveles en Avicaya de Abelli (Oruro) para el transporte del mineral de la mina al ingenio,

en reemplazo de la fuerza motriz animal. Se construyeron los ramales de ferrocarril de Río Mulatos-

Potosí, Uyuni-Uncía, el ramal Oruro-Cochabamba para la mina Berenguela y, finalmente, el ferrocarril

Arica-La Paz, que abrió la competencia sobre el tramo a Antofagasta y permitió cierta rebaja de fletes.

La política de fletes del ferrocarril favoreció a los establecimientos mineros ubicados en el norte

del país, ya que aquéllos estaban en función inversa a la distancia y volumen transportados. El flete de

Oruro a Antofagasta era apenas 77% del flete de Potosí a Antofagasta.3 Asimismo, en los yacimientos

más alejados al ferrocarril, el costo de transporte se llevaba casi toda la utilidad. El problema del

transporte se complicaba a medida que la distancia entre mina e ingenio y de éste a la estación de

ferrocarril se hacía más larga. La salida del productor minero en estos casos era la explotación selectiva

e irracional de reservas de estaño (Milluni, Quechisla y Chorolque).

Capitalización y Crecimiento

El crecimiento de la producción boliviana de estaño fue explosivo en las primeras décadas: subió

de un promedio de 9.000 toneladas largas en 1900, a 22.000 en 1920. El crecimiento promedio anual de

la producción en los primeros veinte años fue de 15%. Para llegar a este resultado el Estado debió ampliar

la red de ferrocarriles, causando una fuerte escalada de la deuda externa que se quintuplicó entre 1900 y

1922. Las empresas de estaño con mayor crecimiento debieron reinvertir parte de sus utilidades en

técnicas de producción y transporte para abaratar sus costos de producción.

En el siguiente periodo de 1922 a 1929, se dio el primer boom de materias primas. Por presión de

los acreedores externos, el Estado aplicó mayor presión tributaria sobre la minería y sobrevaluó la

moneda. Con ello se logró satisfacer la presión de comerciantes, banqueros y terratenientes por un

consumo suntuario barato. La presión social se agudizó, luego de la sangrienta masacre de Uncía en

1919, expresada en leyes sociales en favor de los trabajadores. Fue un periodo de auge con aguda

confrontación entre minería y sociedad por controlar las rentas mineras.

El incremento en la capacidad productiva minera de las principales empresas, les permitió

construir carreteras. Así, el camino Uncía- Challapata de Patiño se usó para el empleo de carretas en el

transporte de barrilla (concentrado de estaño). En 1920, Guggenheim Brothers realizó la más importante

inversión norteamericana en minería: una carretera estable desde el ingenio Molino hasta la estación

Eucaliptos, además de un cable de seis millas de largo para la conexión de la mina con el ingenio, en el

yacimiento de Caracoles. Alrededor de 1921, se introdujo el uso de camiones livianos para el transporte

de minerales.

La escasez de mano de obra fue un factor que limitó la expansión de la minería del estaño. El

carácter estacional de la mano de obra no especializada, la competencia por brazos por parte de los

ferrocarriles y las salitreras del norte de Chile, agudizaron la falta de mano de obra en una sociedad donde

la mayoría de los campesinos estaban ligados a la tierra por relaciones de servidumbre. La respuesta de

la industria minera no apuntó a construir un mercado del trabajo y un mercado interno, sino a la

mecanización de las operaciones de extracción y beneficio.

El Estado intentó, sin éxito, convertir a los indígenas de las tierras de comunidad en personas

libres. Por eso se los despojó de sus tierras de comunidad mediante la aplicación de las leyes de

exvinculación desde el último tercio del siglo XIX. Alternativamente los empresarios optaron, a medida

que las vetas profundizaban y empobrecían, por una mecanización que alcanzó muy pronto su límite

natural. La escasez de brazos fue un problema recurrente a partir de 1920. La capitalización minera se

vio favorecida por la recesión que siguió a la Primera Guerra Mundial y provocó la paralización de los

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trabajos de construcción de ferrocarriles y el retorno de la mano de obra, ocupada en las salitreras de

Chile. El exceso de mano de obra ocasionó la baja de salarios.

En la recesión de 1920 bajaron los precios del estaño, pero la respuesta de la industria fue distinta.

Las grandes empresas acumularon producción, aprovechando su liquidez, y disminuyeron los excedentes

de empleo. Las pequeñas y menos mecanizadas, bajaron producción y empleo. Las medianas trataron de

compensar la caída en los ingresos aumentando su producción.

Los impuestos a la exportación de minerales representaban en promedio 2,9% del valor de las

exportaciones netas4 en la primera década, valor que apenas subió a 4,2% de 1911 a 1919.5 En un

ambiente de estabilidad monetaria y con la vigencia del patrón oro, el Estado renunció a una mayor

participación en las rentas mineras. A cambio permitió la capitalización de empresas nacionales con

acciones cotizadas en el exterior.

En los primeros veinte años Estado y minería construyeron toda la infraestructura económica que

posibilitó el crecimiento minero de los años veinte, ampliaron la capacidad de concentración de minerales

y compensaron el empobrecimiento de reservas. Asimismo, las empresas se vincularon con flujos de

inversión, bolsas y comercialización externos, y se integraron con la fundición internacional mediante la

empresa más grande de la época: la Patiño Mines Enterprises (PME) en Delaware, Estados Unidos.

El Boom y el Liberalismo: la Presión Fiscal y Monetaria

La década de los veinte fue de prosperidad para la minería y la economía nacional pero, a

diferencia del periodo anterior, las altas rentas mineras ya no se apoyaron en la calidad del recurso natural

sino en inversiones y tecnología para bajar costos y aprovechar la ventaja de los precios del estaño en

ascenso. Esta prosperidad no llegó a los mineros de las décadas anteriores, ya que eran pocas las empresas

que reinvertían sus rentas para mecanizar y modernizar sus operaciones. Las que podían sortear el desafío

del descenso en la calidad y eficiencia productiva, construyeron una industria rentable.

Fue una década de importantes inversiones nacionales y extranjeras en exploración y desarrollo

de reservas, y de gran expansión de las capacidades de extracción y procesamiento. Según Mitre, se

registraron hasta 1925 inversiones de empresas de origen chileno, norteamericano y europeo, aunque sin

el éxito de las nacionales. El crecimiento del valor de las exportaciones y el importante flujo de inversión

externa, despertaron las exigencias de la sociedad por una mayor presión fiscal sobre la minería. La

abundancia de divisas provocó la sobrevaluación de la moneda nacional abaratando la importación de

bienes de consumo suntuarios.6

Dos acontecimientos trascendentales en esta década son la bolivianización de la empresa chilena

Llallagua, gran éxito bursátil de Simón Patiño, y la constitución de una empresa transnacional establecida

en Delaware, Estados Unidos, con acciones cotizadas en Nueva York. Patiño logró bolivianizar

Llallagua, de forma gradual y secreta, con la adquisición de acciones en las bolsas de Santiago y

Valparaíso a través de la compañía American Smelting. El anuncio público lo hizo Patiño, en Santiago

de Chile, sólo cuando controlaba más de 50% de las acciones de Llallagua. Mucho se ha polemizado

acerca de las razones que tuvo Patiño para constituir la PME en Estados Unidos. Algunos historiadores

sostienen que fue impulsado por el alza en Chile del impuesto a la transferencia de propiedades mineras,

hecho que también ocurrió en Bolivia donde no sólo se duplicó la tasa de 2% a 4%, sino que además se

amplió la base tributaria del valor de la mina al de todos sus activos. Lo cierto es que Patiño declaró a la

prensa chilena que su decisión de no invertir y radicar en Chile respondía a la necesidad de optimizar sus

inversiones y rendimientos en el nuevo centro financiero mundial: Estados Unidos.

El mercado del estaño en los años veinte, luego de superada la recesión de 1920-1922, mostró un

persistente déficit de oferta dado el crecimiento de la demanda que no pudo ser acompañada de un

aumento de la oferta. Los precios subieron de 159 libras esterlinas (£) por TL en 1922 hasta £291 por TL

en 1926. La producción se incrementó a más del doble, subiendo de 19.086 toneladas métricas finas

(TMF) en 1921 hasta el récord de 47.191 TMF en 1929. La inversión y economías de escala en extracción

y concentración de minerales fueron tan importantes que el crecimiento se prolongó dos años después de

que los precios bajaron (1928-1929).

Las exportaciones de Bolivia entre 1921 y 1927 casi se duplicaron: de 67 millones de dólares

hasta 127 millones. De este total más de 90% correspondían a exportaciones de minerales. Este

incremento nos da una idea de la magnitud del boom de materias primas que experimentó Bolivia debido

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a la inversión, precios y volúmenes de producción en ascenso. La floreciente industria del estaño de los

años veinte se basó en inversiones para compensar los rendimientos decrecientes y no así en minerales

de alta ley. Mitre informa que el ingenio Miraflores de Patiño necesitaba, en 1909, 2,2 ton de mineral

para obtener una tonelada de barrilla de 65% de contenido de estaño; en 1919 esta relación era de 14 a 1.

El esfuerzo industrial realizado por la Patiño Mines es tan importante que la capacidad de

tratamiento diario en todos sus ingenios subió, en pro-medio, de 480 toneladas por día (tpd) en 1925

hasta 2.350 tpd en 1929.7 Esta es la respuesta al descenso de 41 % en la ley de cabeza del mineral. Las

inversiones en exploración amplían las reservas en 59%. Las mejoras tecnológicas permitieron minimizar

las pérdidas de recuperación de estaño en todo el proceso de producción minera, habiendo bajado, en el

mismo periodo, en tan sólo 4%. Estas mejoras de eficiencia posibilitaron a la empresa una disminución

de 21% en sus costos unitarios de producción. Un hecho importante fue la introducción de energía

eléctrica en la minería. En 1924 se inauguró una planta eléctrica en Llallagua y para el año 1929 la

empresa Bolivian Power del Canadá proveía de energía eléctrica a las minas de alrededor de Oruro y La

Paz.

La contribución de la minería a la economía nacional subió en impuestos directos y se reforzó

con el aporte en divisas baratas, expandiendo el consumo de bienes importados y generando aranceles

para el Estado. Por otra parte, la sobrevaluación de la moneda boliviana, como resultado de la gran

afluencia y abundancia de divisas, redujo el impacto de la minería sobre el mercado regional e interno.

La provisión de alimentos, vestidos e insumos de origen nacional, que permitían cierto impacto sobre la

agricultura e industria, se minimizó por la competencia de bienes importados a menor precio y mejor

calidad. De 1923 a 1927 la moneda boliviana se apreció en 12% contra la libra esterlina y en 17% contra

el dólar.8 Sólo se mantuvo el impacto positivo en términos de la monetización del campo, mediante el

pago de salarios a la mano de obra estacional ocupada en el sector minero, la misma que retornaba con

recursos monetarios a sus lugares de origen.

La política tributaria hacia el sector minero se modernizó a partir de 1920 con la introducción del

impuesto progresivo sobre las utilidades de las empresas mineras. Este régimen tributario de compleja

administración operó con eficiencia después de que los bancos acreedores externos condicionaron nuevos

empréstitos como el Nicolaus, de condiciones desventajosas para el país, a que el gobierno otorgase la

administración tributaria a la Comisión Fiscal Permanente (CFP), constituida por dos representantes de

los bancos acreedores y un representante del Estado, para asegurar el repago de la deuda externa.

El nuevo impuesto progresivo a las utilidades -de 4% hasta 50% sobre la utilidad neta- se

introdujo en 1923 y fue eficientemente administrado por la CFP, pese a que no establecía previsiones

para el arrastre de pérdidas. La contabilidad de las empresas mineras estaba sometida a tal control por la

CFP que los costos y el capital no podían ser inflados artificialmente. En este periodo también se

incrementó en 25 % el impuesto a las exportaciones. Considerando toda la contribución fiscal de la

minería, se tiene que entre la primera y tercera década ella se triplicó desde 2,9% del valor de exportación

neta en el periodo 1900-1910, a 4,2% entre 1911-1919 y hasta llegar a 8,8% promedio entre 1921-1929.

El año de mayor presión tributaria fue 1925 cuando subió a 11,6% del valor de las exportaciones netas.

En 1925 se promulgó el Código Saavedra y dos años después se creó la Superintendencia de

Minería, instancia administrativa para la solución de disputas emergentes de las concesiones mineras.

Este fue un instrumento legal moderno que ofreció seguridad jurídica al concesionario, simplificó los

procedimientos y trámites mineros, instituyó el principio de utilidad pública de la minería y de

obligaciones sociales del concesionario, y consolidó instituciones mineras como la prioridad, la

caducidad, la nulidad, expropiación y servidumbre, que se mantuvieron sin cambios hasta la reforma

jurídica del año 1997.

En respuesta a las presiones sociales y regulaciones crecientes en política tributaria, monetaria y

social, las empresas mineras organizaron la Asociación de Industriales Mineros (AIM) para reclamar por

la libertad de empresa y por las excesivas regulaciones que afectaban la libre contratación e

incrementaban los costos de producción. En general la actitud del gremio empresarial fue siempre

contestataria frente a las demandas del Estado, terratenientes y comerciantes que trataban de compartir

las rentas, y frente a las clases medias y trabajadores que buscaban mejores condiciones de vida. Se creó

así una relación de tensión y conflicto en la pugna por la distribución de la renta minera. No hubo

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mecanismos de mediación a largo plazo para la solución de estas tensiones, de modo de satisfacer las

legítimas necesidades del Estado y la sociedad y, al mismo tiempo, preservar las necesidades del

desarrollo a largo plazo de la industria minera.

La década de los veinte es de grandes desafíos. La minería privada se bolivianizó y concentró

para luego encarar, con éxito, el problema del des-censo en la calidad de las reservas mediante

inversiones con economías de escala y nuevas tecnologías en extracción y beneficio de minerales. Bolivia

invirtió en infraestructura vial y económica moderna. Sin embargo se observa la ausencia de una política

que relacionara la minería con la agricultura de gran escala y el incipiente sector manufacturero. La

política de divisas baratas y abundantes apuntaba a debilitar y a impedir estos lazos con el mercado

interno.

La Crisis: del Liberalismo al Proteccionismo (1930-1951)

La gran depresión de 1929 frenó el auge del estaño. El precio empezó a caer en 1927, aunque

producción y exportaciones subieron en 1928 y 1929 gracias a las inversiones de principios de los años

veinte. En 1930 Gran Bretaña abandonó el patrón oro y Bolivia le siguió. La aguda escasez de divisas

obligó al país a suspender el servicio de la deuda externa, cuyo pago se reanudó un cuarto de siglo después

en 1958. El precio promedio del estaño en 1926 fue de 68 centavos de dólar por libra fina, baja a 67 cts

en 1927, a 47 cts en 1929 y a 25 cts en 1932. Este último año el precio disminuyó a un tercio de su valor

corriente de 1926.

Este shock negativo de precios fue resultado del exceso de oferta y de la caída en la demanda

mundial provocada por el colapso de la industria del automóvil en Norteamérica y Europa. El Consejo

Internacional del Estaño (CIE) no pudo evitar la tendencia a la baja en los precios pese a su programa de

restricción de la oferta mundial aplicada mediante cuotas a la exportación de estaño, en rigor durante tres

períodos consecutivos: 1931 - 1933, 1934-1936 y 1937-1941. Consiguientemente, la disminución del

valor monetario de las exportaciones bolivianas a partir de 1930 resulta de precios más bajos y menores

volúmenes de exportación.

El tránsito de un periodo de auge a otro de crisis profunda y prolongada, fue enfrentado por el

gobierno mediante un radical cambio de la política monetaria y fiscal. La minería realizó un ajuste

estructural en producción y empleo. Los graves problemas sociales y la pobreza desembocaron en la

Guerra del Chaco. Los efectos económicos y sociales de una guerra absurda y la depresión mundial

exacerbaron el atraso y la marginalidad social en el país, y dejaron profundas huellas en la conciencia de

la sociedad civil. La crisis puso en evidencia la fragilidad del modelo capitalista construido desde el año

1872. Este capitalismo se estructuró a base de una minería de exportación primaria que sólo se amplió -

a través del consumo suntuario importado- a funcionarios, terratenientes, comerciantes y banqueros, y a

ciertos sectores de las ciudades. La tecnología usada en la minería y el atraso feudal del país limitaron el

impacto directo e indirecto sobre la economía nacional.

El Estado debió mediar entre intereses contrapuestos y esa función no la desempeñó con equilibrio

y eficiencia. Dada la debilidad del Estado y sus instituciones, no hubo una estrategia de largo plazo para

conciliar intereses contrapuestos entre los que generaban las rentas y quienes pugnaban por compartirla.

De 1930 a 1951, tres fueron los ejes del proteccionismo: la administración de las cuotas de

exportación fijadas por el CIE, la política de control de cambios y la política tributaria expansiva. El

Estado utilizó estos poderosos instrumentos de intervención en el mercado, cuando precios y producción

minera bajaban, intentando inclinar la balanza a favor de los usuarios de divisas baratas. Con un mercado

externo en recesión y una debilitada y disminuida industria minera, se evidenció el deterioro de la

productividad minera.

El CIE fue creado en 1930 para alcanzar el objetivo de estabilizar los precios, mediante el

mecanismo de regulación de la oferta y asignación de cuotas a la exportación a los países productores,

con la expectativa de que el mercado eliminara el exceso de oferta de estaño de forma gradual y ordenada.

El mercado del estaño experimentó tres periodos sucesivos de control de exportaciones en la década de

los años treinta: 1931 a 1933, de 1934 a 1936 y de 1937 a 1941. Bolivia recibió una cuota elevada que

guardó relación con el nivel y composición de su producción del año 1929, cuando Patiño representaba

40% de la producción nacional. Este patrón de distribución se mantuvo hasta 1938, cuando adoptó como

referente el año 1937.

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El Estado administró las cuotas de exportación como un mecanismo para financiar el déficit fiscal,

obtuvo préstamos de las empresas mineras y, asimismo, financió una parte de los costos de la Guerra del

Chaco porque tenía cerrado el acceso al crédito externo. La emisión monetaria fue usada para cubrir el

déficit fiscal restante, de modo que condujo a que la inflación promedio anual del país subiera de un

dígito en la década de los veinte a 26% entre 1930 y 1936. Sin embargo, sólo en el primer periodo de

control (1931 -1933), Bolivia produjo más que la cuota, de modo que la tensión por la participación en

las cuotas se trasladó al seno de los propios productores mineros: grandes, medianos y pequeños. El

Estado intentó arbitrar estos intereses y, para lograr una mejor participación en las cuotas, se organizó en

1939 la Asociación Nacional de Mineros Medianos. En los dos restantes periodos de control, la

producción boliviana fue inferior a la cuota.

La política de cambios diferenciales complementó el control de ex-portaciones y, cuando el

Estado impuso la entrega obligatoria de divisas al Banco Central de Bolivia, estableció un "señoraje" por

la diferencia entre el tipo de cambio oficial irreal y el del mercado. En el año 1932, 32% de las divisas

debían ser entregadas al Estado, 42% en 1934 y finalmente, el 7 de junio de 1939, el presidente Germán

Busch estableció la política de entrega obligatoria de 100% de las divisas al Estado. La reacción de la

industria minera fue inmediata: disminuir la producción minera. En 1937 se creó el Banco Minero

(Bamin) como una sociedad mixta con participación igualitaria entre Patiño y el Estado, para comprar,

comercializar y otorgar financiamiento minero (habilito), que estaba bajo el control absoluto de

Hochschild, Phillip Brothers y Duncan Fox. En 1939 el Estado estatizó el Bamin.

Por otra parte, la política tributaria expansiva tenía en el impuesto implícito por diferencial en el

tipo de cambio, el generador de ingresos para el gobierno, contribuyendo con 59% de todos los impuestos

pagados por la minería. El peso de los impuestos a la minería se incrementó de 9% del valor neto

exportado por minerales en la década de los veinte hasta 10,2% vigente en la década de los treinta. No

obstante que la presión tributaria fue mayor, bajaron las recaudaciones del fisco en este periodo debido

a la disminución de los volúmenes de producción y exportación de estaño. La mayor parte de los

impuestos pagados por los mineros tenían como base la producción. Por su naturaleza, este impuesto

ciego alentó la explotación selectiva e irracional de las reservas de minerales, y aceleró el agotamiento y

el cierre temprano de operaciones marginales.

La respuesta de la industria minera ante un contexto económico interno y externo tan desfavorable

no se dejó esperar. La producción minera empezó a declinar sostenidamente hasta la Segunda Guerra

Mundial. Las inversiones cayeron a su nivel más bajo y la caída en la ley de cabeza de los yacimientos

continuó su curso. En Llallagua la ley del yacimiento bajó de 4,1 % en 1930 hasta 3,3% en 1939. En la

mina Animas de Aramayo, de 6% al 4,4% en el mismo periodo. Esta situación afectó más a las

operaciones pequeñas y de alto costo. Las empresas cerraron sus operaciones marginales, trabajando sólo

las más grandes y eficientes. Patiño dejó de trabajar en Araca y Oploca, y se concentró en Llallagua,-

Aramayo cerró Animas, Tasña y Chocaya, y sólo producía en Chorolque.

La producción de estaño bajó en 1933 a 14.957 ton, un tercio del nivel de 1929. En 1935 se inició

una lenta recuperación pero a partir de 1940, cuando se eliminó la entrega obligatoria de divisas y la

brecha del tipo de cambio, y al impulso de precios en alza, se recuperó la producción hasta llegar a 42.740

en 1941 y a 43.168 ton el año 1945.

Una excepción notable fueron las inversiones realizadas por el grupo Hochschild que, en pleno

periodo de crisis de los años treinta, compró la mina Colquiri, concentró y consolidó sus derechos en

Unificada, desarrolló ambas minas e instaló una planta hidroeléctrica en Colquiri con el impulso del

financiamiento de la Metallgesellshaft y el interés de asegurarse materia prima para la fundición

Berzelius de Alemania.

Un ejemplo de que la ausencia de mercados internos y de trabajo en el país fueron los obstáculos

más importantes para la transformación de la renta minera en inversiones en otros sectores, se dio en

1939 con la entrega obligatoria de 100% de las divisas al Banco Central. En estos años se acumuló tal

nivel de depósitos en bolivianos en los bancos que éstos dejaron de pagar tasas de interés a sus ahorristas.

La escasez de oportunidades de inversión en otros sectores distintos a la minería, el clima de inversión

deteriorado y la ausencia de voluntad política para impulsar las transformaciones en la agricultura feudal

explican la ausencia de inversiones en otros sectores.

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En la primera mitad de los cuarenta el precio del estaño subió por el impacto de la Segunda Guerra

Mundial sobre el comercio del estaño. La influencia norteamericana fue dominante y, ante el riesgo de

quedarse sin materias primas, luego de la ocupación nazi del sudeste de Asia, Estados Unidos llevó

adelante, a través de la Metals Reserve Service (MRS), un con-trato de compra y financiamiento de

estaño a precios negociados. Todas las empresas se adhirieron al contrato excepto la Patiño Mines, que

siguió ex-portando a Inglaterra.

Las empresas mineras medianas y pequeñas se beneficiaron con préstamos y asistencia técnica, y

con mejoras tecnológicas en concentración: mesas Sullivan para recuperar estaño fino de colas y lamas

de los ingenios. Impulsado por los altos precios del estaño, Hochschild introdujo el método de

preconcentración sink and float en Colquiri, para elevar la ley y mejorar la recuperación. Este nuevo

proceso se usó en el ingenio Victoria con capacidad de tratamiento de 5.000 tpd. Para lograr esta

producción, Patiño introdujo el método de extracción masiva block caving en Catavi. Más tarde,

Unificada instaló su propia planta de preconcentración. El alza de la producción de estaño duró poco

(1940-1946), y fue impulsada por la subida de precios.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, la producción vuelve a caer desde el pico de 1945, 43.168

ton, hasta un nuevo nivel bajo de 31.714 ton en 1950. Es decir descendió en 25% en cinco años. La pugna

entre mineros, gobierno y sociedad se exacerbó bajo una tensión política y social creciente. Con los

precios del estaño en descenso y falta de exploración, bajaron los ingresos y las rentas mineras y la crisis

minera arrastró a la economía del país. La secuela del fracaso en el Chaco creó condiciones para un

cambio profundo y se plantearon soluciones radicales.

El modelo liberal, con un Estado débil, fue incapaz de construir instancias de mediación a largo

plazo que conciliaran los intereses de desarrollo de la minería y de mayor progreso y bienestar para la

sociedad. La inestabilidad de precios del estaño se transmitía a la economía: los precios altos provocaban

prosperidad en el consumo, altas utilidades y rentas, disponibilidad de divisas baratas e ingresos fiscales

para sostener la creciente burocracia civil y militar. Estas fases eran seguidas por periodos de precios en

descenso, donde se producía el proceso inverso, con presiones fiscales crecientes y de tipo de cambio

sobre la minería la que, a su vez, respondía bajando el nivel de inversiones, cambio tecnológico y

producción.

Desde 1929 hasta 1952 la economía boliviana intentó cambiar su economía abierta y primaria,

hacia otra donde el Estado iba a dirigir el desarrollo hacia adentro, usando políticas fiscales, tipo de

cambio y tasas de interés orientadas a retener los excedentes mineros y promover la diversificación y

desarrollo industrial. Al contrario, la intervención estatal creó distorsiones y oportunidades para el

arbitraje de mercados con igual resultado: mayor consumo suntuario y ningún desarrollo del país. Al

fracasar en su intento, el reformismo civil y militar dejó abiertas las compuertas para la Revolución de

Abril.

Nacionalización y Diversificación (1952-1985)

En 1951 los proyectos liberal y del nacionalismo militar no resolvieron la contradicción entre un

crecimiento minero excluyente, con distribución concentrada del ingreso, y el atraso del resto del país

donde la supervivencia de formas de producción feudales y artesanales en la agricultura y las ciudades

actuaban como freno a la expansión del desarrollo capitalista. Las exportaciones de estaño y otros

minerales en 1952 significaron 60% y 92% respectivamente del total exportado, igual a la estructura de

1929: estaño 75% y minerales 90%.

El 31 de octubre de 1952 el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) nacionalizó los tres

grupos mineros: Patiño Mines, Aramayo y Hochschild, y revirtió al dominio del Estado sus concesiones

mineras encargando a la Corporación Minera de Bolivia (Comibol) su administración. El Estado asumió

el objetivo de controlar y usar la renta minera para sustituir importaciones e industrializar el país,

objetivos que ya estaban contenidos en el Plan Bohan de 1949.

Algún analista ha planteado que una sociedad mixta habría podido redundar en mayores

beneficios y menores costos para el Estado. Esta discusión parece irrelevante si vemos que el Estado le

asignó a Comibol la función de financiar el proyecto de diversificación económica, debiendo cumplir

dos objetivos contradictorios: maximizar el aporte fiscal y obtener divisas baratas para la economía

nacional y, simultáneamente, cubrir la deuda social acumulada, contratando trabajadores despedidos.

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Ante el dilema de ser una empresa rentable y eficiente o subir empleo y salarios, la Comibol optó

por el segundo objetivo. Comibol desarrolló un modo de ser caracterizado por el objetivo de maximizar

la producción minera a corto plazo, con independencia de los costos y la rentabilidad. El éxito y

promoción de los administradores estatales se medía por los aumentos de producción y la transferencia

de excedentes al Estado, y no por la rentabilidad y eficiencia técnica y económica de su gestión. En

realidad, la gestión empresarial estuvo mediada por la cogestión obrera con derecho a veto, reflejando el

poder de las organizaciones sindicales: la Central Obrera Boliviana (COB) y la Federación Sindical de

Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB). La injerencia sindical en la gestión económica fue eliminada

de Comibol en la década de los cincuenta con el Plan Triangular.

Durante la vigencia del modelo proteccionista estatal, los ingresos de la Comibol y de la minería

privada en general (mediana, pequeña y cooperativas), se vieron afectados por distorsiones en las política

de cambio, tributaria y arancelaria, con el resultado de que se dejó de invertir en exploración y

explotación minera. Por otra parte, se amplió el impacto de los shocks negativos de precios sobre la

economía nacional y las empresas y se redujo el efecto positivo de precios en alza. En las fases expansivas

del ciclo, la renta minera financió booms artificiales de construcción y favoreció, con divisas baratas, los

bienes de capital e insumos importados empleados por los sectores que orientaban su producción al

mercado interno y la sustitución de importaciones: petróleo, agricultura e industria en el oriente.

De 1952 a 1956 la transferencia de recursos de la minería fue muy elevada y, de hecho, afectó los

ingresos mineros y comprometió su futuro (capital y reservas mineras). La paradoja fue, otra vez, que la

presión fiscal se incrementaba cuando los precios bajaban y viceversa El impuesto implícito por tipo de

cambio fue creciendo y llegó a representar más de 50% del ingreso minero bruto. El gobierno eliminó en

abril de 1953 los tipos de cambio diferenciales y estableció dos tipos de cambio. El oficial fue fijado a

190 bolivianos por dólar hasta 1956, precio con el que se pagaban las divisas al sector minero y se

asignaba a sus beneficiarios: agropecuarios y agroindustriales del oriente, industriales y comerciantes.

Regía también el tipo de cambio del mercado, usado para pagar los costos mineros importados. La brecha

entre ambos tipos de cambio se fue ampliando hasta ser cinco veces mayor en 1953, nueve veces en 1954,

21 veces en 1955 y en 1956, 41 veces el tipo de cambio oficial.

El déficit creciente de Comibol fue cubierto con emisión monetaria, siendo ésta una de las causas

de la alta inflación de entre 1952 y 1956. La falta de control técnico, económico y social en Comibol (el

empleo aumentó de 24.000 a 36.000 dependientes) fue total y la producción de estaño disminuyó a 18.013

ton en 1958, casi la mitad de la producción de 1951 (33.664 ton). Una vez más, la presión fiscal en

ascenso se manifestó en una menor contribución de excedentes, por el deterioro de producción y precios.

Con el plan de estabilización monetaria de 15 diciembre de 1956, se retornó a la política de tipo

de cambio fijo (11,87 bolivianos por dólar que se mantuvo por 16 años hasta 1972), se bajaron a cuatro

los bienes de pulpería con precios congelados para los trabajadores de Comibol y se aplicó una regalía

minera en función a la ley del mineral exportado. Más tarde, tomando como base las recomendaciones

del informe Ford Bacon and Davis, se ejecutó el Plan Triangular con un financiamiento de 58 millones

de dólares, aportando capital de trabajo y racionalizando el empleo. El ajuste de las operaciones de

Comibol se aplicó de 1961 a 1969 en un escenario de precios en ascenso pero inestables.

Las actividades de exploración y desarrollo minero fueron postergadas indefinidamente. Siguió

el deterioro en la ley de cabeza en Catavi, de 3,3% en 1950 hasta 1,28% en 1956. Como la premisa fue

incrementar la producción a corto plazo, se dio lugar a un frenesí productor de mineral quebrado y

extraído que condujo a mayor dilución del mineral, con un incremento en el volumen concentrado desde

un millón de ton en 1950 hasta 1,45 millones de ton en 1955; consiguientemente los costos subieron y la

producción bajó. Con el Plan Triangular se privilegiaron las inversiones en concentración, para aumentar

la producción por mayor eficiencia de las plantas metalúrgicas.

En 1975 Comibol tenía un potencial de producción de ingresos equivalente a sólo 7% de 1950 y

de 10% de 1956. Mientras la ley de cabeza del mineral de estaño había bajado en 68% desde 1961 a

1972, el volumen de mineral tratado en los ingenios sólo se incrementó en 19%. En ausencia de

inversiones en economías a escalas, la producción boliviana de estaño llegó a ser la de mayor costo en el

mundo. La introducción de procesos suplementarios de tratamiento generaba sólo un aumento temporal

de la producción y a largo plazo la producción tendía a caer.

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Prof. Ivan Reynaldo Laura A. Página | 45

Colapso del Modelo Proteccionista Estatal

Dado que la meta para Comibol era maximizar divisas y excedentes, con productividad y

rendimientos decrecientes, su logro llevaba a operar con costos crecientes. Las pérdidas de Comibol

fueron recurrentes: se incrementaban en las fases recesivas de precios y presionaban sobre el déficit fiscal

y de balanza de pagos; bajaban el nivel de reservas internacionales netas y cuando el financiamiento o

las donaciones externas eran insuficientes, el gobierno recurría a la devaluación de la moneda. Así se

ajustaban los costos mineros a la baja, se reducía el empleo y se aplicaban reestructuraciones

administrativas. Luego volvían a subir los costos hasta el siguiente déficit, y así sucesivamente hasta una

nueva devaluación.

Este modelo de funcionamiento, con la devaluación monetaria como mecanismo de ajuste del

déficit, dejó intactos los factores de falta de competitividad de Comibol: el contexto macroeconómico

adverso que transfería excedentes en mayor cuantía que las utilidades y rentas mineras generadas, y

desalentaba inversión en exploración y en economías a escala con tecnologías nuevas. En definitiva,

condicionaba a los administradores de Comibol a maximizar la producción y no la rentabilidad.

En los años setenta la economía boliviana experimentó su segundo boom externo en el siglo XX,

con precios de materias primas y acceso a la deuda externa muy favorables. El manejo macroeconómico

del boom fue tan inapropiado como en los años veinte. El Estado se encargó de captar todas las rentas de

recursos mineros y de hidrocaburos mediante la política tributaria y su complemento: el dólar barato. Las

rentas de recursos aumentaron al ritmo en que subían los precios, pero la expansión del gasto en consumo

suntuario del estamento rentista subió en mayor cuantía, y la brecha fue cerrada con una alta y onerosa

deuda pública. Nuevamente el contexto macroeconómico alentó el consumo suntuario importado y

desalentó la inversión en los sectores exportadores. Bolivia vivió una expansión de la construcción y

sufrió los efectos desindustrializadores del abaratamiento de los bienes importados (la "enfermedad

holandesa").

Entre los dos booms, de los años veinte y los setenta, se destacan dos diferencias. En el primero,

el Estado liberal inclinó la balanza en favor de la clase rentista: la minería privada demandó la

devaluación del boliviano, menor presión fiscal y rechazó la regulaciones sociales del Estado. En los

años setenta, al ser el Estado sujeto y objeto de la política proteccionista, Comibol y YPFB se sumaron

a la ineficiencia y el consumismo. La minería mediana que había recibido un fuerte impulso en los años

cuarenta, se consolidó en los años sesenta y más tarde se adaptó y sobrevivió a la alta presión fiscal,

obteniendo el incentivo de la rebaja de 50% de los impuestos y regalías por "sobreproducción" minera.

Otra diferencia es que en los años veinte esta política económica se aplicó sobre una minería en

crecimiento y en renovación tecnológica. En la década de los setenta, la industria minera es de alto costo

y no competitiva. De 1972 a 1980 los precios de los minerales subieron en 5,5 veces, mientras la presión

fiscal a la minería (por regalías e impuesto a la exportación) se incrementó en 6,6 veces. La minería

contribuyó en estos nueve años con 733 millones de dólares en impuestos directos, representando una

presión fiscal equivalente a 28% del valor de la exportación neta y a 26% del total de ingresos corrientes

recaudados por el gobierno.

El Estado instaló en los años setenta la fundición de estaño con 30.000 ton de tratamiento al año

y estableció la entrega obligatoria de concentrados de estaño a la fundición. Con ello el productor minero

debía pagar costos superiores a los del mercado externo a la Empresa Nacional de Fundiciones (Enaf)

que ejercía prácticamente el monopolio en la comercialización de estaño. Las fundiciones se instalaron

con exceso de capacidad e inversiones y financiamiento inflados. El paradigma de lo que no debe hacerse

fue la fundición de plomo/plata de Karachipampa, con una inversión de 200 millones de dólares que no

funcionó porque "olvidaron" la ausencia de materia prima. Una historia parecida se escribió con las

plantas de La Palca y Machacamarca.

El deterioro de las condiciones de productividad en Comibol se aceleró paradójicamente durante

el periodo de precios y endeudamiento elevados. La calidad del mineral extraído bajó en 26% (de 0,76%

en 1972 hasta 0,58% en 1980), pero el volumen de mineral tratado subió sólo en 11% (de 3.402 TMT en

1972 hasta 3.782 TMT en 1980). El empleo aumentó de 23.700 a 26.500 trabajadores y los costos de

producción subieron en 45% hasta 1980.

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En 1980 se eliminó el impuesto a la exportación y se rebajaron las regalías a la industria minera,

dejando de lado un estudio de la Universidad de Harvard que recomendaba un sistema tributario mixto

de regalía mínima y un impuesto progresivo a las utilidades mineras. (Este se aplica en 1997 con el nuevo

Código de Minería).

A partir de 1981, los precios de los minerales muestran un cambio de tendencia hacia la baja

sostenida. Bajo un contexto de política fiscal y monetaria expansivas y la suspensión del servicio de la

deuda y del financiamiento externos, la presión social y laboral y la escasez de divisas determinaron una

escalada de los déficits de Comibol. En 1984 esta empresa dejó de transferir recursos netos al resto de la

economía y al contrario requería subsidios de la economía boliviana que así cayó en una espiral

inflacionaria. Técnica, administrativa y financieramente en quiebra, Comibol se convirtió en un factor

inflacionario. El colapso del modelo proteccionista estatal fue consecuencia de 55 años de políticas

inapropiadas que extrajeron renta minera, en forma ciega y rígida, de una industria en profunda crisis

sólo aliviada temporalmente cuando los precios subían. Pese a los excedentes transferidos, el uso

inadecuado de estos recursos por parte del Estado y la clase rentista sólo produjo booms transitorios de

consumo, generando un ambiente de desconfianza e inestabilidad y creando una brecha abismal entre

minería y sociedad que postergó el desarrollo a largo plazo de la minería.

Ajuste Estructural: el Retomo al Liberalismo (1986-2000)

En agosto de 1985 se aplicó un programa de ajuste estructural para frenar la hiperinflación y se

restauró el liberalismo luego de medio siglo de estancamiento minero bajo el proteccionismo.

Simultáneamente, en octubre de 1985, se derrumbó el precio del estaño a menos de la mitad y luego de

13 años de una política de regulación de la oferta por el CIE, el estaño subió de precio al margen de los

fundamentos del mercado. Los efectos fueron desastrosos, el estaño experimentó pérdidas irreversibles

en el consumo de hojalata y productores de nueva generación irrumpieron con bajos costos, desplazando

a la producción boliviana.

El nuevo contexto macroeconómico estableció señales adecuadas para la inversión y producción

de bienes transables, como el tipo de cambio único, flexible y administrado (crowning peg), se eliminó

el monopolio de la fundición en la comercialización interna y externa, se liberaron los mercados de bienes

y del trabajo, se levantaron las áreas de reserva fiscal, se aprobó la transformación de Comibol (de

productora en administradora de cartera y activos), se fijaron reglas claras del juego en materia ambiental

y, finalmente se reformó y modernizó el Código de Minería simplificando los procedimientos mineros,

otorgando seguridad jurídica a los concesionarios e incorporando a la minería al régimen tributario

general con el pago de una regalía mínima denominada impuesto complementario a la minería.

La industria minera boliviana, gracias a una inversión de 615 millones de dólares de 1986 a 1998,

se diversificó y modernizó. En 1980 el estaño, junto al wolframio y el antimonio, representaban 71% de

la producción nacional. En 1998, 81 % de la producción se concentró en zinc, oro y plata. La estructura

institucional de la producción también cambió. En 1980 Comibol aportaba con 63% del valor de la

producción minera nacional. En 1998, 94% fue generado por la minería privada (mediana y

cooperativas). El estaño y la minería representaban, en 1980, 37% y 65% de las exportaciones bolivianas.

En 1998 el zinc y la minería bajaron a 17% y a 40% de la exportación nacional.

Esta transformación incluye dos procesos simultáneos: el derrumbe de la minería tradicional

(estaño, wolframio y antimonio) por el agotamiento de reservas y la falta de nuevas inversiones. En el

nuevo escenario la producción de estaño se "informaliza": los productores pequeños y cooperativas

sobreviven precariamente sin generar excedentes y sacrificando la calidad y nivel de reservas y pagando

a los trabajadores ingresos inferiores al mínimo de subsistencia. Por otra parte, emerge una producción

moderna con dos segmentos: la minería polimetálica (zinc, plomo y plata) y la de minerales preciosos de

baja ley (oro y plata). El mérito de este grupo minero fue su inserción en el mercado mundial de capitales,

para revertir el efecto de la caída de precios de 60% de 1980 a 1998, mediante inversiones con economías

de escala y tecnología que permitieron incrementar su producción en 47% en dicho periodo. Sin embargo,

el valor real de la producción de 1998 representa menos de la mitad de 1980.

Lecciones del Siglo XX. El Futuro

Al finalizar el siglo XX la minería vive una crisis similar a la de fines del siglo XIX: acaba el

ciclo del estaño y empieza la transición a la minería moderna. La transformación de la minería de pequeña

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escala y depósitos subterráneos hacia la minería masiva a cielo abierto supone la construcción de una

industria nueva y no la "reingeniería" de la existente. La transición es difícil y compleja, y requiere de

un modelo liberal con una presión fiscal competitiva con el mercado externo.

La transición al estaño ocurrió gracias a la complejidad de los yaci-mientos de estaño y plata, a

las instituciones, infraestructura, servicios y capacidad empresarial legada por la plata. En cambio, la

minería moderna debe descubrir nuevas reservas de metales preciosos y polimetálicos, y necesita crear

nueva infraestructura, servicios y capacidad empresarial ampliada. La mayor demanda de insumos y

servicios podría crear un mercado interno capaz de integrar verticalmente la minería a la industria. Las

rentas y divisas que generan son mayores por empresa y se plantea el desafío de sembrar los excedentes

mineros en la agricultura de exportación de las tierras bajas del norte.

La minería moderna debe ser menos vulnerable a shocks externos de precios y capitales y, en lo

interno, aportar excedentes más estables para el desarrollo. La lección que nos deja el siglo XX es que el

desarrollo de la agricultura capitalista de exportación es posible sin sacrificar el desarrollo de la minería

a largo plazo. Las políticas económicas deben ser apropiadas: abandono del dólar barato, tributos que

graven progresivamente las utilidades y un Estado que evite la evasión y aliente la libertad de capitales,

mercancías y tecnología. Un desafío pendiente es fijar bases para una relación estable y permanente entre

minería, Estado y sociedad, que concilie los legítimos intereses de desarrollo a largo plazo de la economía

nacional y de la propia minería con el objetivo de corregir el desequilibrio regional del país.

Una minería ambientalmente limpia y que destine parte de la renta al desarrollo sostenible de la

región y la comunidad, nos aproximará a ese objetivo. Los desafíos para el siglo XXI son promover y

consolidar la minería moderna y vencer el atraso mediante el uso productivo del excedente minero

sembrando los recursos naturales no renovables en una agricultura moderna de exportación en las tierras

bajas. El altiplano y los valles pueden vencer su postergación viendo y proyectando su imagen en el

desarrollo de Santa Cruz de la Sierra. Una alta dosis de optimismo y confianza en que el futuro del

occidente de Bolivia depende del aprovechamiento de sus importantes riquezas minerales y la existencia

de mano de obra barata debiera generar expectativas favorables al cambio tecnológico, la educación, la

información y el conocimiento, para generar proyectos productivos orientados a la exportación. La

ausencia de agresividad e innovación en el sector empresarial no debe ser óbice para emprender

nuevamente el camino del progreso en el altiplano y los valles.

Lectura 8

Líderes Indígenas Aymaras Roberto Choque

Los líderes indígenas que se han analizado en este trabajo, corresponden al período entre la

primera y cuarta década del siglo XX. De ellos, unos eran apoderados o apoderados generales, otros eran

caciques y los demás actuaron como intelectuales o educadores en el proceso de la reivindicación de

tierras de origen. Es necesario recalcar que, todos de acuerdo a sus posibilidades se destacaron por su

perseverancia, tenacidad, capacidad y decisión, sobresaliendo como líderes indiscutibles. Estos líderes

tuvieron diferentes cualidades de liderazgo, desarrollaron sus actuaciones en escenarios que tenían

características diferentes y enfrentaron a adversarios de tendencias políticas diferentes pero que tenían

intereses semejantes.

Las coyunturas políticas fueron importantes porque permitieron a los caciques o apoderados

poder realizar con algunas ventajas sus gestiones, especialmente para denunciar los abusos excesivos de

sus explotadores que tenían influencias en los gobiernos de turno. Todo dependía de las circunstancias,

porque también les tocó enfrentar momentos de riesgo y peligro para sus propósitos. Lo cierto es que en

esa lucha histórica de los líderes indígenas aymaras contra las autoridades locales y los hacendados o

vecinos de los villorrios que habían expoliado las tierras de origen a muchos comunarios, nuestros líderes

ofrendaron, en varios casos, sus vidas.

Pese a que las vastas tierras siempre fueron de propiedad ancestral de los indígenas, durante la

república, la élite de origen criolla, española y mestiza fue favorecida por la ley de exvinculación de 1874

para adquirir las tierras de la comunidad indígena, convirtiendo a los poseedores originarios en colonos

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de las haciendas. Durante los gobiernos del Partido Constitucional o Conservador, entre 1884 y 1899, la

expansión de haciendas fue considerable hasta generar las rebeliones indígenas. Asimismo, durante los

gobiernos liberales, los terratenientes, políticos o gamonales, se apoderaron de más tierras, expandiendo

sus propiedades, especialmente en la región del lago Titicaca.

Por una parte, los mismos liberales pretendieron dar alguna solución a través de la reforma

educativa, estableciendo la educación indigenal con el objetivo de incorporar la población indígena a la

nacionalidad boliviana. Sin embargo, para otros políticos de la época, la educación indigenal era el

mecanismo de la redención o liberación del indio de sus explotadores. Durante largo tiempo, dos sectores

sociales enfrentados, explotadores y explotados, tuvieron que librar una serie de batallas con resultados

adversos para quienes no eran escuchados por las autoridades.

Eduardo Leandro Nina Quispe, apoderado general de su comunidad, Taraqu, pronto apareció

en el escenario educativo como maestro indígena en la ciudad de La Paz. Su actuación entre 1922 y 1934,

evidentemente no se limitó a la educación indigenal, sino también se ocupó de la defensa de las tierras

de origen, reconociendo los títulos coloniales (composición de tierras) frente a la aplicación de la ley de

exvinculación de 1874 que destruía la comunidad indígena con la expoliación de tierras de origen

mientras sus propietarios originarios eran sometidos al colonato de la hacienda.

Para luchar contra ese proceso era conveniente actuar con la propagación de la actividad

educacional en las comunidades originarias. Ese esfuerzo se pudo realizar con un grupo de maestros

indígenas, además del apoyo de los propios caciques apoderados. Para avanzar fue importante lograr la

fundación de varias escuelas indigenales en el altiplano del departamento de La Paz, incluyendo su

comunidad. Otro instrumento que empleó Nina Quispe, fue la creación del Centro Educativo Qullasuyu,

presidido por un directorio. Éste estaba estructurado por un grupo de indígenas a nivel de provincias, y

representantes de todos los departamentos del país.

Mediante dicho Centro buscaba abarcar con la educación indigenal a todo el territorio de Bolivia.

Pero el activismo de Nina Quispe en las postrimerías de la guerra del Chaco chocó con las tendencias

políticas e ideologías anarquistas, por esa razón, fue acusado de realizar propaganda comunista. Los

contactos de Nina Quispe con los políticos Hernando Siles, Daniel Salamanca y los Saavedra, de

tendencia radical liberal y nacionalista, debieron seguramente influir en su manera de pensar sobre la

política educativa y su contacto con Arturo Posnansky probablemente le dio más luces sobre la cultura

Tiwanaku como parte del Qullasuyu. Por su parte, sus contactos con diferentes dirigentes políticos e

indígenas, incluso con los militares, debió influir en su comportamiento intelectual. Esto lo haría ver

como contrario a los intereses patronales, o podía hacerlo ver como un peligro para la Legión Cívica.

Para Nina Quispe, la educación indigenal de acuerdo a su percepción tuvo una línea a seguir. Su estrategia

para enfrentar la situación que vivían los comunarios la encaminó a través de la escuela basando su lucha

en las premisas de la justicia y la verdad. Por esas razones, fue juzgado por la justicia militar y

encarcelado durante la guerra del Chaco acusado de ser comunista.

Faustino Llanqui, junto a su hijo Marcelino Llanqui, protagonizaron una insurrección de

magnitud en Jesús de Machaqa. Paulatinamente, el enfrentamiento entre indios y vecinos (mestizos) se

fue complejizando más, mucho más, cuando fue nombrado corregidor una persona no apreciada por los

comunarios. La lucha permanente de los comunarios fue contra la autoridad local, el corregidor, quien al

contar con el apoyo de los vecinos, aprovechó de esa circunstancia. Por otra parte, al interior de los ayllus

o comunidades de Jesús de Machaqa casi siempre existían momentos de convulsión ocasionados por

cuestiones internas y por linderos con los vecinos. Antes de sobrevenir la sublevación, existían

movilizaciones de los comunarios vinculadas con los colonos de Laquyu, atrincherados en las serranías

de Waqi y Jesús de Machaqa. Esto indicaba que estratégicamente estaban aliados entre los indios de

Waqi y los de Machaqa para enfrentar a los terratenientes de la región de Waqi-Tiwanaku. Por esa razón,

las autoridades locales pensaron en la necesidad de tener un escuadrón del regimiento Abaroa en Jesús

de Machaqa.

Los machaqueños estaban preparando el terreno para una coyuntura política, aprovechando la

crisis política liberal y el surgimiento del Partido Republicano. En 1919 aparece Faustino Llanqui

marcando su liderazgo en toda la comunidad de Jesús de Machaqa. Después de haber logrado las

garantías de parte de las autoridades y los mandones de Jesús de Machaqa fue nombrado como cacique

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apoderado de sus doce ayllus. Llanqui se convirtió en una figura importantísima en el escenario de la

lucha contra los vecinos de Jesús de Machaqa. El rechazo enfático al nombramiento de Lucio Estrada

como corregidor del cantón de Jesús de Machaqa debió ser decisivo para conseguir el apoyo de la gente

a favor de él y para luchar contra las autoridades locales: judicial, política y eclesiástica del pueblo. Como

estrategia, tanto Faustino Llanqui como su hijo Marcelino, ambos con cierta preparación intelectual, se

empeñaron en enseñar el empleo de armas de fuego a los comunarios, además de alfabetizar a los niños

en las dos escuelas ambulantes que estaban a su cargo. Cada vez más, se acentuaba la tensión entre los

comunarios y los vecinos de Jesús de Machaqa hacia el mes de noviembre de 1920 con la decisión de

nombramiento de autoridades locales de origen indígena, lo que significaría el fin de la hegemonía de los

vecinos mestizos del pueblo de Jesús de Machaqa. En el terreno político, con vista hacia el futuro,

anteriormente, Faustino Llanqui, Hipólito Forra, Blas Ajacopa y todo los jilaqatas decidieron apoyar a la

Junta de gobierno del Partido Republicano, porque la revolución del 12 de julio de 1920 significaba para

ellos tener una oportunidad para conseguir la liberación de sus opresores, ya que los indios tanto liberales

como republicanos podían gobernarse por ellos mismos. La prensa evidenciaba que el partido gobernante

había apoyado su principal acción en el elemento indígena, aunque éste no formaba parte de la ciudadanía

boliviana por la falta de instrucción elemental.

Se percibía que la tensión entre los indígenas comunarios y el corregidor Lucio T. Estrada podía

llegar a un estallido en cualquier momento. En ese entonces, la tiranía de dicho corregidor con sus abusos

inhumanos se había intensificado contra los comunarios de Jesús de Machaqa. Para liberarse de esa

situación y por no encontrar justicia por parte de las autoridades superiores, los comunarios de Jesús y

San Andrés de Machaqa decidieron aplicar su propia justicia el 12 de marzo de 1921 con el costo de

bienes y vidas.

Después, como respuesta del gobierno vendría la masacre de indígenas a cargo de un escuadrón

del regimiento Abaroa. Faustino y su hijo Marcelino Llanqui, acusados de la hecatombe de Machaqa,

estuvieron en la cárcel varios años, incluso sentenciados a la pena de muerte, lo cual se modificaría como

consecuencia de los cambios políticos. El impacto de la sublevación de Jesús de Machaqa hacía ver que

todo el altiplano y los valles del departamento estaban en estado de tensión con una serie de

sublevaciones. Con la sublevación de 1921 el gobierno se preguntaría ¿qué tipo de autoridad buscaban

los comunarios de Jesús y San Andrés de Machaqa? Según Bautista Saavedra y J. Quintín Mendoza,

buscaban el tipo de autoridad de Manku Inka del siglo XVI que resistió a la invasión hispana. Asi, Jesús

de Machaqa, en defensa del sistema comunitario debía convertirse en el otro Willkabamba de resistencia

contra los abusos. Aunque Bautista Saavedra, que en algún momento se mostró a favor de los indígenas,

una vez a la cabeza del Partido Republicano, acusaba a los sublevados de Jesús de Machaqa de querer el

comunismo inkaico. Posteriormente, la lucha emprendida por los machaqueños, continuó hasta después

de la guerra del Chaco porque ya se percibía que el indio con el tiempo llegaría al poder, empezando

desde el poder local.

En la región de Prudencio F. Callisaya, Waqi, Tiwanaku y Taraqu, entre 1901 y 1906, las

haciendas se expandieron notoriamente. Allí, estaban asentados los hacendados del partido liberal:

Benedicto Goytia y el Tcnl. Julio Sanjinés, comandante del regimiento Abaroa. Goytia, propietario de la

hacienda Pituta, con su administrador y sus colonos promovían frecuentes ataques a los comunarios de

Sullkata. Esto se tornaba contraproducente porque también los comunarios se resistían y se producían

ataques a las propiedades de Goytia, como había acontecido con Qupajira y Pituta. Como efecto de ello,

el ambiente era de zozobra, especialmente para los vecinos del pueblo de Waqi por las alarmas de

sublevación.

Hacia 1914, Prudencio E Callisaya aparece entre los indígenas de las provincias Umasuyu,

Camacho, Larikaxa, Loayza, Ingavi, Sikasika y Pakaxa, acusados de la sublevación. En esa oportunidad

los indígenas de las referidas provincias, como resultado de una denuncia sobre una supuesta sublevación

general, solicitaron a la Cámara de Diputados la cesación de las persecuciones que sufrían. Las gestiones

efectuadas por Callisaya ante las autoridades de la prefectura, del legislativo y del ejecutivo en demanda

de justicia y amparo, no tuvieron ningún resultado favorable para los comunarios.

Prácticamente, la lucha de Callisaya contra los referidos potentados liberales fue bastante

persistente y dramática. Desgraciadamente, su lucha incansable llegaría a truncarse por efecto de sus

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enemigos: Goytia y Sanjinés. Una conjunción de actores y acciones provocaría la captura de Callisaya y

su muerte en el cuartel militar de Waqi en febrero de 1920. La causa de Prudencio F. Callisaya fue clara

dentro del horizonte político del momento. Su lucha la llevó hasta las últimas consecuencias, hasta dar

su vida. Por esa razón, posteriormente, en 1929, fue declarado como mártir de Waqi.

En la provincia Pakaxa, encontramos a Francisco Tancara, cacique apoderado de Qalaqutu y

Qaqinkura. Tancara también centró su lucha en la defensa de las tierras de origen de su comunidad. No

se sabe exactamente sus contactos con los demás caciques apoderados que estaban en la misma defensa,

aunque se conoce que tuvo más cercanía con Santos Marka T'ula. Su protagonismo estaría entre 1900 y

1921, período de convulsión indígena en todo el altiplano paceño, especialmente como consecuencia de

la sublevación de Jesús de Machaqa de 1921. Él fue designado como apoderado por nueve jilaqatas de

Qalaqutu para representar, en nombre de ellos, en las gestiones ante cualquier juzgado de la nación,

autoridades administrativas, militares y eclesiásticas, superiores e inferiores. Con ese mandato, se

convertía en otro cacique apoderado de las comunidades de Qalaqutu y Qaqinkura de la provincia Pakaxa.

En sus gestiones dirigidas hacia la revalidación de los títulos de composición de su comunidad, tuvo que

enfrentar a las autoridades locales: subprefecto, corregidor e intendente de la policía de las dos

comunidades a las que representaba.

El principal opositor a las gestiones de Tancara fue el corregidor de Qalaqutu que contradecía a

Tancara manifestando que él estaba engañando a su gente con la revalidación de los títulos coloniales.

Por su parte, Tancara replicaba al corregidor indicando que éste desconocía el principio de autoridad ya

que desprestigiaba el respeto que merecía la ley. Para Tancara, era más importante que la autoridad

acatara el respeto a la ley y el título de propiedad otorgado por la Corona de España a los comunarios.

En represalia a la réplica del cacique apoderado, el corregidor empezó a obstaculizar sus

gestiones, por ejemplo, ordenando a la gente que no hiciera la ramada de dinero que servía para pagar el

honorario del abogado patrocinante. Por ese enfrentamiento, Tancara en 1918 propuso nombres de

algunos comunarios para ser elegidos como corregidor de cantón Qalaqutu. Para esa época, el sugerir

nombres para el cargo de corregidor podía resultar algo osado viniendo de un indígena. En 1921, Tancara

manifestaba abiertamente su desacuerdo con las imposiciones de los curas que obligaban a pasar fiestas

y erogar una serie de gastos con los servicios personales. Ante los reclamos que surgían con frecuencia,

posteriormente, se emitiría una disposición legal para cortar esos abusos

Santos Marca Tola [Marka T'ula] fue una figura descollante entre los caciques apoderados. Tuvo

ascendencia cacical que se remontaba al siglo XVI, es decir a "don Juan Tola" de 1580 aproximadamente.

Al igual que la labor emprendida por los demás líderes indígenas, su lucha fue larga y azarosa, llena de

incidentes y privaciones de libertad en varias ocasiones. Empezó como cacique apoderado desde

principios del siglo XX en un período largo de convulsiones indígenas y cambios políticos, 1900 y 1945.

En ese lapso, compartió los avatares de su lucha con Mateo Al faro de Qaqayawiri (Pakaxa), Dionisio

Paxsipati de Tiwanaku (Ingavi) y Rufino Willka de Jachakachi (Umasuyu), cuando realizaba sus

gestiones ante las autoridades de los poderes del Estado. Esto le permitió estar al tanto de los incidentes

y los conflictos de los comunarios y colonos de haciendas con sus explotadores en el altiplano y en los

valles del departamento de La Paz y del interior de la república. La búsqueda de títulos coloniales fue

muy importante para Santos Marka T'ula, aunque ello generó problemas insalvables con los expoliadores

de tierras.

Desde principios de 1912, Eusebio y Humberto Monroy habían entrado de acuerdo con los

comunarios interesados para buscar los títulos de composición de la colonia en los archivos y biblioteca

de Lima, obligando a los indígenas de la provincia de Pakaxa a poner su cuota, especialmente a los

caciques del interior de la república. Para Marka T'ula esa situación resultaba algo extraña. Entonces,

estando ya como cacique apoderado, exigió a los Monroy que presentaran los documentos conseguidos

de la biblioteca de Lima, pero éstos nunca pudieron presentar ningún documento. Sólo se supo sobre el

manejo de algunos documentos falsificados.

Aunque el contexto de la época que le tocó vivir fue de permanentes rebeliones indígenas, su

escenario de actuación estuvo más bien un poco lejos de los centros convulsionados de rebeliones. En

las circunstancias difíciles que tuvo que enfrentar, su esposa fue capaz de reemplazarlo reclamando por

él ante las autoridades demandando por sus derechos civiles y las garantías personales.

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Sus acciones continuaron tanto durante el gobierno de Bautista Saavedra como durante los

gobiernos civiles y militares hasta después del Primer Congreso Indigenal en 1945. Dentro de su larga e

incansable lucha, encontramos su constancia de liderazgo hasta donde sus fuerzas físicas y mentales le

pudieron alcanzar.

Mecanismos utilizados para la compra de tierras comunitarias

Según las denuncias de los caciques apoderados y los testimonios de los mismos comunarios, los

expoliadores de tierras comunitarias de origen habían utilizado algunos mecanismos de extorsión, entre

los que se encuentran:

1. Venta obligada de tierras.

2. Préstamo de dinero con hipoteca de tierras, luego venta obligada.

3. Venta de una sayaña para involucrar a otras.

4. Mediante amenazas y engaño con promesas.

5. Fingiendo actos de posesión judicial.

6. Mediante vicios de procedimiento judicial.

Estrategia política para llegar al poder

La lucha de Prudencio F. Callisaya contra los potentados liberales de alguna manera es

comparable con la de Túpak Katari, porque ambos pagaron su lucha con su vida. Por su parte, Francisco

Tancara al enfrentar resueltamente a las autoridades locales había percibido la ligazón entre las

autoridades locales, departamentales y nacionales contra los intereses de los explotados indígenas.

Asimismo, Santos Marka T'ula, a través de su larga trayectoria de lucha dejó bastante información sobre

cómo un líder indígena podía luchar sin desmayo, además de soportar todo el peso de los sojuzgadores.

Por otra parte, los líderes indígenas de Jesús de Machaqa entendieron la aparición del Partido

Republicano como el cambio político hacia el indígena. Comprendieron que el indígena podía llegar al

poder mediante uno de los políticos del Partido Republicano. Ensayaron incluso el nombramiento de las

autoridades política-judicial- eclesiástica del cantón Jesús de Machaqa con nominaciones de indígenas.

Esa acción, considerada como una osadía en esa época, atemorizó a los vecinos, pero los líderes Faustino

y Marcelino Llanqui no detuvieron su lucha. Incluso habían dado su apoyo al golpe de Estado efectuado

por el Partido Republicano en junio de 1920. Pero luego de los eventos de 1921 en Jesús de Machaqa, el

propio Bautista Saavedra y alguna gente intelectual se habían alterado ante un posible surgimiento del

comunismo inkaico como en la época de Manku Inka que había resistido a la invasión española entre

1535 y 1572. Es necesario resaltar que los líderes de Jesús de Machaqa ya tenían la idea que algún día el

indio llegaría al poder.

Por otro lado, Eduardo Leandro Nina Quispe, había planteado su idea de renovación de Bolivia

mediante la Sociedad República del Qullasuyu y el Centro Educativo Qullasuyu. De ese proceso,

surgieron dos ideas muy importantes para la proyección política del indígena del siglo XX. Primero, para

los líderes machaqueños era importante empezar asumiendo el poder local, sustituyendo a los mestizos

del pueblo y después buscar la coyuntura del cambio de gobierno, en ese caso con la llegada del Partido

Republicano al poder. Segundo, la idea de Nina Quispe iba más allá con la renovación de Bolivia que

tenía que ser mediante la educación, es decir el cambio a través de un Estado intercultural. Esas dos ideas

centrales durante todo el siglo XX estuvieron funcionando en todas las manifestaciones políticas,

sociales, culturales y económicas.

Desde las rebeliones lideradas por Tupak Katari y Bartolina Sisa queda en la memoria de los

pueblos originarios que, Katari nunca negoció la lucha aun cuando estuvo a punto de ser ejecutado.

Podemos recordar también a otros líderes que dieron todo para defender la causa indígena manteniendo

la firmeza de los ideales que persiguieron hasta las últimas consecuencias. Si bien han transcurrido los

años, si bien los tiempos y las circunstancias han cambiado, pero, para los pueblos originarios la lucha

continúa.

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Lectura Nº 9

Documentos para la II Guerra Mundial Compilación

1. El Ultimátum francés a Alemania 3 de septiembre de 1939

Excelentísimo Señor:

No habiendo recibido el 3 de septiembre a las 12 horas del mediodía, ninguna respuesta

satisfactoria del gobierno del Reich al escrito que entregué a V.E. el 1 de Septiembre, a las 22

horas, tengo el honor de comunicarle, por encargo de mi gobierno, lo siguiente:

El gobierno de la República Francesa considera su deber recordar, por última vez, la grave

responsabilidad que ha tomado sobre sí el gobierno del Reich al haber abierto las hostilidades contra

Polonia sin declaración de guerra y no haber aceptado la proposición de los gobiernos de la República

Francesa y de Su Majestad británica de suspender toda acción de ataque contra Polonia y declararse

dispuesto a una retirada inmediata de sus tropas de territorio polaco.

El gobierno de la República tiene por ello el honor de poner en conocimiento del gobierno del

Reich que se ve obligado desde hoy 3 de Septiembre, a las 17 horas, a cumplir las obligaciones contraídas

por Francia con Polonia en el Tratado Franco-Polaco y que el gobierno alemán conoce.

Coulondre

Embajador de Francia en Berlín

2. El Ultimátum británico a Alemania 3 de septiembre de 1939

Excelentísimo Señor:

En el comunicado que tuve el honor de dar a conocer a V.E. el 1 de Septiembre, informaba a V.E,

siguiendo las instrucciones del Secretario para Asuntos Exteriores de Su Majestad, que el gobierno de

Su Majestad del Reino Unido cumplirá sin demora sus obligaciones con Polonia, si el gobierno alemán

no está dispuesto a dar al gobierno de Su Majestad del Reino Unido seguridades satisfactorias de que el

gobierno alemán suspende toda acción de ataque contra Polonia y está dispuesto a retirar in mediatamente

sus tropas de territorio polaco.

Aunque este comunicado fue dado a conocer hace más de veinticuatro horas, no ha obtenido

ninguna respuesta habiendo, por el contrario continuado y aumentado los ataques alemanes contra

Polonia. Por ello, tengo el honor de informar a V.E. que, en el caso de que hasta las 11 horas de la mañana

(hora de verano británica) de hoy, 3 de Septiembre, no sea dada una seguridad satisfactoria en el sentido

antes mencionado, por el gobierno alemán y llegue a Londres a manos del gobierno de Su Majestad,

existirá, desde ese momento, un estado de guerra entre los dos países.

Neville Henderson

Embajador del Reino Unido en Berlín

3. Churchill: el discurso de «sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor»

Debemos recordar que estamos en las fases preliminares de una de las grandes batallas de la

historia, que nosotros estamos actuando en muchos puntos de Noruega y Holanda, que estamos

preparados en el Mediterráneo, que la batalla aérea es continua y que muchos preparativos tienen que

hacerse aquí y en el exterior. En esta crisis, espero que pueda perdonárseme si no me extiendo mucho al

dirigirme a la Cámara hoy. Espero que cualquiera de mis amigos y colegas, o antiguos colegas, que están

preocupados por la reconstrucción política, se hagan cargo, y plenamente, de la falta total de ceremonial

con la que ha sido necesario actuar. Yo diría a la Cámara, como dije a todos los que se han incorporado

a este Gobierno: «No tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor».

Tenemos ante nosotros una prueba de la más penosa naturaleza. Tenemos ante nosotros muchos,

muchos, largos meses de combate y sufrimiento. Me preguntáis:

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¿Cuál es nuestra política?. Os lo diré: Hacer la guerra por mar, por tierra y por aire, con toda nuestra

potencia y con toda la fuerza que Dios nos pueda dar; hacer la guerra contra una tiranía monstruosa,

nunca superada en el oscuro y lamentable catálogo de crímenes humanos. Esta es nuestra política.

Me preguntáis; ¿Cuál es nuestra aspiración?. Puedo responder con una palabra: Victoria, victoria

a toda costa, victoria a pesar de todo el terror; victoria por largo y duro que pueda ser su camino; porque,

sin victoria, no hay supervivencia. Tened esto por cierto; no habrá supervivencia para todo aquello que

el Imperio Británico ha defendido, no habrá supervivencia para el estímulo y el impulso de todas las

generaciones, para que la humanidad avance hacia su objetivo. Pero yo asumo mi tarea con ánimo y

esperanza.

Estoy seguro de que no se tolerará que nuestra causa se malogre en medio de los hombres. En

este tiempo me siento autorizado para reclamar la ayuda de todas las personas y decir: «Venid, pues, y

vayamos juntos adelante con nuestras fuerzas unidas.

Discurso de Churchill a la Cámara de los Comunes

13 de mayo de 1940

4. Propuesta de Unión franco-británica 16 de junio de 1940

En este momento sumamente fatal de la historia del mundo moderno, los Gobiernos del

Reino Unido y de la República francesa hacen esta declaración de unión indisoluble e inflexible

resolución en la defensa común de la justicia y la libertad contra el sometimiento a un sistema que reduce

la Humanidad a una vida de robots y esclavos.

Los dos Gobiernos declaran que Francia y Gran Bretaña no serán en adelante ya dos naciones,

sino una Unión franco-británica.

La constitución de la Unión instituirá organismos comunes para la defensa, la política exterior, la

hacienda y la economía.

Todo ciudadano francés gozará inmediatamente de la ciudadanía británica; todo súbdito británico

se convertirá en ciudadano francés.

Los dos países compartirán la responsabilidad de la reparación de los daños de la guerra,

dondequiera que se produzcan en sus territorios, y los recursos de ambos, puestos en común, se aplicarán

por igual a este fin.

Durante la guerra, habrá un solo gabinete de Guerra, y todas las fuerzas de Gran Bretaña y de

Francia, en tierra, mar y aire, se pondrán bajo su dirección. Gobernará desde el lugar donde mejor pueda

hacerlo. Los dos Parlamentos quedarán formalmente asociados. Las naciones del Imperio británico están

formando ya nuevos ejércitos. Francia mantendrá las fuerzas adecuadas en tierra, mar y aire. La Unión

hace un llamamiento a los Estados Unidos para que fortalezcan los recursos económicos de los Aliados

y presten su poderosa ayuda material a la causa común.

La Unión concentrará toda su energía contra el poder del enemigo, dondequiera que la batalla pueda

darse. Y así venceremos.

Propuesta redactada por Jean Monnet con la colaboración de consejeros británicos,

entre ellos John Maynard Keynes

16 de junio de 1940

5. De Gaulle: Discurso en Londres 18 de junio de 1940

Los líderes que, desde hace muchos años, están a la cabeza de los ejércitos franceses, han

formado un gobierno. Este gobierno alegando la derrota de nuestros ejércitos, se ha puesto en

contacto con el enemigo para el cese de las hostilidades.

Es cierto que hemos sido y seguimos estando sumergidos por la fuerza mecánica terrestre y aérea

al enemigo. Infinitamente más que su número, son los carros, los aviones y la táctica de los alemanes,

los que nos hacen retroceder. Son los carros, los aviones y la táctica de los alemanes, los que han

sorprendido a nuestros líderes hasta el punto de llevarle a donde ahora se encuentran.

Pero ¿se ha dicho la última palabra? ¿Debe perderse la esperanza? ¿Es definitiva la derrota? ¡No!

Creedme a mí que os hablo con conocimiento de causa y os digo que nada está perdido para

Francia. Los mismos medios que nos han vencido pueden traer un día la victoria.

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¡Porque Francia no está sola! ¡No está sola! ¡No está sola! Tiene un vasto imperio tras ella. Puede

formar un bloque con el Imperio británico que domina los mares y continua la lucha. Puede, como

Inglaterra, utilizar ilimitadamente la inmensa industria de Estados Unidos.

Esta guerra no está limitada al desdichado territorio de nuestro país. Esta guerra no ha quedado

decidida por la batalla de Francia. Esta guerra es una guerra mundial. Todas las faltas, todos los retrasos,

todos los padecimientos no impiden que existan, en el universo, todos los medios para aplastar un día a

nuestros enemigos. Fulmina dos hoy por la fuerza mecánica, podemos vencer en el futuro por una fuerza

mecánica superior: va en ello el destino del mundo.

Yo, general De Gaulle, actualmente en Londres, invito a los oficiales y soldados franceses que se

encuentren o pasen a encontrase en territorio británico, con sus armas o sin ellas, invito a los ingenieros

y a los obreros especialistas de las industrias de armamento que se encuentren o pasen a encontrarse en

territorio británico, a ponerse en contacto conmigo. Ocurra lo que ocurra la llama de la resistencia

francesa no debe apagarse y no se apagará.

Charles de Gaulle

Londres, 18 de junio de 1940

6. La Carta del Atlántico 14 de agosto de 1941

El Presidente de los Estados Unidos de América y el Primer Ministro representante del Gobierno

de S. M. en el Reino Unido, habiéndose reunido en el Océano, juzgan oportuno hacer conocer algunos

principios sobre los cuales ellos fundan sus esperanzas en un futuro mejor para el mundo y que son

comunes a la política nacional de sus respectivos países:

1. Sus países no buscan ningún engrandecimiento territorial o de otro tipo.

2. No desean ver ningún cambio territorial que no esté de acuerdo con los vo tos libremente expresados

de los pueblos interesados.

3. Respetan el derecho que tienen todos los pueblos de escoger la forma de gobierno bajo la cual

quieren vivir, y desean que sean restablecidos los derechos soberanos y el libre ejercicio del gobierno a

aquellos a quienes les han sido arrebatados por la fuerza.

4. Se esforzarán, respetando totalmente sus obligaciones existentes, en extender a todos los Estados,

pequeños o grandes, victoriosos o vencidos, la posibilidad de acceso a condiciones de igualdad al

comercio y a las materias primas mundiales que son necesarias para su prosperidad económica.

5. Desean realizar entre todas las naciones la colaboración más completa, en el dominio de la economía,

con el fin de asegurar a todos las mejoras de las condiciones de trabajo, el progreso económico y la

protección social.

6. Tras la destrucción total de la tiranía nazi, esperan ver establecer una paz que permita a todas las

naciones vivir con seguridad en el interior de sus propias fronteras y que garantice a todos los hombres

de todos los países una existencia libre sin miedo ni pobreza.

7. Una paz así permitirá a todos los hombres navegar sin trabas sobre los mares y los océanos.

8. Tienen la convicción de que todas las naciones del mundo, tanto por razones de orden práctico como

de carácter espiritual, deben renunciar totalmente al uso de la fuerza. Puesto que ninguna paz futura puede

ser mantenida si las armas terrestres, navales o aéreas continúan siendo empleadas por las naciones que

la amenazan, o son susceptibles de amenazarla con agresiones fuera de sus fronteras, consideran que, en

espera de poder establecer un sistema de seguridad general, amplio y permanente, el desarme de tales

naciones es esencial. Igualmente ayudarán y fomentarán todo tipo de medidas prácticas que alivien el

pesado fardo de los armamentos que abruma a los pueblos pacíficos.

Franklin D. Roosevelt - Winston Churchill

14 de agosto de 1941

7. Discurso de Stalin llamando a la resistencia 3 de Julio de 1941

¡Camaradas!, ¡Ciudadanos! ¡Hermanos y Hermanas! ¡Hombres de nuestro Ejército y nuestra

Marina!. ¡Me dirijo a vosotros, mis amigos!

El pérfido ataque militar a nuestra tierra, iniciado el 22 de junio por la Alemania de

Hitler, continúa.

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A pesar de la heroica resistencia del Ejército Rojo, y aunque las más selectas divisiones enemigas

y las mejores unidades de la fuerza aérea han sido hechas pedazos y han encontrado su muerte en el

campo de batalla, el enemigo sigue avanzando, lanzando fuerzas de refresco al ataque.

Las tropas de Hitler han logrado capturar Lituania, una considerable parte de Letonia, el Oeste de

la Rusia blanca y parte del Oeste de Ucrania. La fuerza aérea fascista está ampliando el ámbito de

operaciones de sus bombardeos y está bombardeando Murmanks, Orsha, Mogilev, Smolensk, Kiev,

Odessa y Sebastopol. Un grave peligro se cierne sobre nuestro país.

¿Cómo puede haber sucedido que nuestro glorioso Ejército Rojo haya rendido un número de

nuestros ciudadanos y distritos a los Ejércitos fascistas? ¿Es realmente cierto que las tropas de la

Alemania fascista son invencibles, como es pregonado sin cesar por los jactanciosos propagandistas

fascistas? ¡Por supuesto que no!

La historia muestra que no hay ejércitos invencibles, y nunca han existido (...) Lo mismo debe ser

dicho hoy del ejército fascista alemán de Hitler. Este ejército aún no se ha encontrado con una seria

resistencia en el continente europeo. Sólo en nuestro territorio ha encontrado una resistencia seria, y si

como resultado de esta resistencia las mejores divisiones del ejército fascista alemán de Hitler han sido

derrotadas por nuestro Ejército Rojo, significa que este ejército, también puede ser machacado y será

machacado como lo fueron los ejércitos de Napoleón y Guillermo.

No puede haber duda de que esta efímera ventaja militar para Alemania es sólo un episodio,

mientras que la tremenda ventaja política de la URSS es un serio y permanente factor, que tienen el deber

de formar las bases para el logro de los éxitos militares decisivos del Ejército Rojo en la guerra contra la

Alemania fascista (...)

En caso de una retirada forzosa de las unidades del Ejército Rojo, todo el material rodante debe

ser evacuado; al enemigo no debe dejársele ni una sola máquina, ni un solo vagón, ni una sola libra de

grano o un galón de fuel. Las granjas colectivas debe ser trasladadas con sus ganados y entregar su grano

a la custodia de las autoridades estatales para su transporte a la retaguardia (...) En las áreas ocupadas por

el enemigo, unidades guerrilleras, montadas y a pie, deben formarse, los grupos deben organizarse para

combatir a las tropas enemigas, fomentar la guerra de guerrillas por todas partes, volar puentes, carreteras

(...). En las regiones ocupadas las condiciones deben ser insoportables para el enemigo y todos sus

cómplices (...)

Esta guerra con la Alemania fascista no puede ser considerada como una guerra ordinaria. No

sólo es una guerra entre dos ejércitos, es también una gran guerra del pueblo soviético contra las fuerzas

del fascismo alemán. El objetivo de esta guerra nacional de nuestro país contra los opresores fascistas,

no es sólo la eliminación del peligro que pende sobre nuestro país, sino también ayudar a todos los

pueblos europeos que sufren bajo el yugo del fascismo alemán.

En esta guerra de liberación no debemos estar solos. En esta guerra tendremos aliados leales en

los pueblos de Europa y América, incluidos los alemanes que están esclavizados por los déspotas

hitlerianos. Nuestra guerra por la libertad de nuestro país se mezclará con la de los pueblos de Europa

y América por su independencia, por las libertades democráticas. Será un frente unido de pueblos

defendiendo la libertad y contra la esclavitud y las amenazas de esclavitud del ejército fascista de Hitler

(...) Camaradas, nuestras fuerzas son innumerables. La arrogancia enemiga pronto les descubrirá su coste.

Juntos en el Ejército Rojo y en la Armada, miles de trabajadores, granjeros colectivos e intelectuales

están alzándose para golpear al enemigo agresor (...) Con el fin de asegurar la rápida movilización de

todas las fuerzas de las gentes de la URSS, y rechazar al enemigo que traicioneramente atacó nuestro

país, ha sido formado un Comité Estatal de Defensa en cuyas manos ha sido delegado

enteramente el poder del Estado. El Comité Estatal de Defensa ha entrado en funciones y ha

llamado al servicio militar de nuestro pueblo para reunirse en torno al partido de Lenin-Stalin y alrededor

del Gobierno soviético así como abnegadamente para apoyar al Ejército Rojo y a la Armada, para

demoler al enemigo y asegurar la victoria.

¡Todas nuestras fuerzas para apoyar a nuestro heroico Ejército Rojo a nuestra gloriosa Armada

Roja! ¡Todas las fuerzas del pueblo para la demolición del enemigo!

¡Adelante, a por nuestra victoria!

Stalin, Moscú, 3 de julio de 1941

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8. Declaración de guerra de Japón 8 de diciembre de 1941

Nos, Emperador de Japón por la gracia del cielo, hacemos saber que declaramos la guerra a los

Estados Unidos de Norteamérica y al Imperio británico. La nación entera, con voluntad unida, movilizará

todas sus fuerzas a fin de que nada sea olvida do para alcanzar nuestros objetivos de guerra.

Asegurar la estabilidad en Asia Oriental y contribuir a la paz mundial son los fines de nuestra

política. En verdad que ha sido inevitable y muy alejado de nuestros deseos el ver a nuestro Imperio

cruzar ahora sus fuegos con Norteamérica y Gran Bretaña. Más de cuatro años han pasado desde que

China no acertó a comprender las verdaderas intenciones de nuestro Imperio y comprometió la paz

del Extremo Oriente, aunque el Gobierno nacional chino haya sido restablecido en Nankín y el Japón

sostenga con él relaciones de buena vecindad y colaboración. El régimen que continuó viviendo en

Chungking ha contado con la protección de Estados Unidos y Gran Bretaña. Estas naciones fomentaron

sus preparativos militares en los cuatro costados de nuestro Imperio para desafiarle. Obstaculizaron el

comercio en el Pacífico y rompieron, finalmente, las relaciones económicas.

Hemos esperado con paciencia, en la esperanza de que nuestro Gobierno lograría restablecer la

paz; pero nuestros adversarios no demostraron el menor espíritu de conciliación. De no poner remedio a

este estado de cosas, no solamente se anularían los esfuerzos realizados por nuestro Imperio durante

numerosos años para la estabilización del Asia Oriental, sino que se ponía en peligro también la existencia

de nuestra nación.

Tenemos confianza en que la labor que nos ha sido legada por nuestros antepasados será

muy pronto restablecida en el Asia Oriental.

9. Declaración de las Naciones Unidas 1 de enero de 1942

Declaración conjunta de los Estados Unidos de América, el Reino Unido de la Gran Bretaña e

Irlanda del Norte, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, China, Australia, Bélgica, Canadá,

Costa Rica, Cuba, Checoslovaquia, República Dominicana, El Salvador, Grecia, Guatemala, Haití, India,

Luxemburgo, Países Bajos, Nueva Zelanda, Nicaragua, Noruega, Panamá, Polonia, Unión del África del

Sur y Yugoslavia.

Los Gobiernos signatarios, habiendo expresado su adhesión al programa común de propósitos y

principios que incorpora la Declaración conjunta del Presidente de EE.UU. y el Primer Ministro del

Reino Unido, de fecha 14 de agosto de 1941, conocida como Carta del Atlántico;

Convencidos de que es esencial obtener una victoria absoluta sobre sus enemigos para defender

la vida, la libertad, la independencia y la libre profesión de cultos, así como preservar los derechos

humanos y la justicia, tanto en su propio suelo como en otras tierras, y estando en el presente empeñados

en la lucha común contra fuerzas bárbaras e inhumanas que tratan de subyugar al mundo;

Declaran:

1. Que cada Gobierno se compromete a utilizar todos sus recursos, tanto mili tares como económicos

contra aquellos miembros del «Pacto Tripartito» y sus adherentes con quienes se halle en guerra;

2. Que cada Gobierno se compromete a prestar su colaboración a los demás signatarios de la presente

y a no firmar por separado con el enemigo ni amnistía ni condiciones de paz; Podrán adherirse a esta

Declaración otras naciones que estén prestando o lleguen a prestar ayuda material, y que contribuyan a

la lucha por derrotar el hitlerismo.

Washington, 1 de enero de 1942

10. Armisticio de Italia 3 de septiembre de 1943

Las condiciones de armisticio siguientes son presentadas por el General D. G. Einsehower,

Comandante en Jefe de las Fuerzas Aliadas, en virtud de la autoridad que se le ha conferido por los

Gobiernos de los Estados Unidos y de la Gran Bretaña, en interés de las Naciones Unidas, y aceptadas

por el Mariscal Pietro Badoglio, Jefe del Gobierno italiano:

1. Cesación inmediata de toda actividad hostil por parte de las fuerzas armadas italianas.

2. Italia empleará todos los medios para que sean negadas a los alemanes aquellas facilidades que puedan

ser utilizadas contra las Naciones Unidas.

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3. Todos los prisioneros o internados, ciudadanos de las Naciones Unidas, deberán ser entregados

inmediatamente al Comandante en Jefe Aliado y ninguno de ellos podrá ser ni ahora ni más tarde

evacuado a Alemania.

4. Traslado inmediato de la Marina de Guerra y de la Aviación italiana a los puntos indicados por el

Comandante en Jefe y estipulación detallada de las condiciones de su desarme.

5. La Marina Mercante italiana podrá ser requisada por el Comandante en Jefe

Aliado para las necesidades de su programa militar-naval.

6. Rendición inmediata de Córcega y de todos los territorios italianos tanto insulares como

metropolitanos a los Aliados, para ser utilizados como bases de operaciones o para los demás fines que

los Aliados puedan juzgar útiles.

7. Garantía inmediata de libre utilización para los Aliados de todos los campos de aviación y puestos

militares del territorio italiano por las fuerzas alemanas. Estos puestos y terrenos deberán ser protegidos

por las fuerzas armadas italianas mientras no se ocupen por los Aliados.

8. Regreso inmediato a Italia de todas las fuerzas armadas italianas que toman parte en la guerra actual,

cualquiera que sea la región en que estas fuerzas están combatiendo actualmente.

9. Garantía del Gobierno italiano de que en caso de necesidad serán empleadas todas las fuerzas armadas

de que él disponga en el cumplimiento pronto y exacto del presente armisticio.

10. El Comandante en Jefe de las Fuerzas Aliadas se reserva el derecho de adoptar todas las medidas

que juzguen necesarias en protección de los intereses de las Fuerzas Aliadas para la realización de la

guerra, y el Gobierno de Italia se compromete a adoptar todas las medidas administrativas o de cualquier

otro carácter que puedan ser ordenadas por el Comandante en Jefe; en particular, el Comandante en Jefe

establecerá el Gobierno militar aliado en las partes del territorio italiano donde lo juzgue necesario para

el interés militar de las Naciones Unidas.

11. El Comandante en Jefe de las Fuerzas Aliadas tendrá pleno derecho a imponer todas las medidas de

desarme, de desmovilización y desmilitarización.

12. Las otras condiciones de orden político, económico y financiero que Italia estará obligada a cumplir,

le serán comunicadas en fecha posterior.

Las condiciones del presente Armisticio no serán dadas a la publicidad sin la aprobación previa

del Comandante en Jefe Aliado. El texto en inglés se considerará como texto oficial.

G. Castellano - W. B. Smith

11. Los Acuerdos de Teherán 1 de diciembre de 1943

Las Potencias participantes en la Conferencia han convenido:

1. Que en Yugoslavia, los partisanos deben recibir todo el material y equipo que sea posible y que también

deben ser ayudados por operaciones de comandos.

2. Que, desde el punto de vista militar, es altamente deseable que Turquía entre en guerra junto a los

Aliados antes de fin de año.

3. Tomar nota de la declaración del mariscal Stalin en el sentido de que si Turquía entra en guerra contra

Alemania y, en consecuencia, Bulgaria declara la guerra a Turquía, o la ataca, la URSS se pondrá

inmediatamente en estado de guerra contra Turquía. Las Potencias presentes en la Conferencia estiman

además que podrán valerse de este hecho explícitamente en las próximas negociaciones para hacer entrar

a Turquía en la guerra.

4. Tomar nota de que la "Operation Overlord" (lo que posteriormente fue el desembarco en Normandía)

será desencadenada en mayo de 1944, en conexión con una operación en el sur de Francia. Esta última

operación se emprenderá en las proporciones permitidas por la importancia del material de desembarco.

Además, la Conferencia toma nota de la declaración del mariscal Stalin, según la cual las

tropas soviéticas desencadenarán una ofensiva, casi en el mismo momento, para impedir el transporte

de tropas alemanas del frente del Este al frente del Oeste.

5. Convenir que los Estados Mayores militares de las tres potencias deberán permanecer desde

ahora, en estrecho contacto a la vista de la inminencia de las operaciones en Europa. Se ha decidido, en

particular que los Estados Mayores deberán establecer para estas operaciones, un segundo plan destinado

a engañar al enemigo e inducirlo al error.

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F. D. Roosevelt - J. Stalin - W. Churchill

12. Declaración de Dumbarton Oaks sobre las Naciones Unidas. 7 de octubre de 1944

Debería establecerse un organismo internacional con el nombre de Naciones Unidas, cuyo

Estatuto contemplara las disposiciones necesarias para hacer efectiva las propuestas siguientes:

I. Los fines del Organismo deberían ser:

1. Mantener la paz y la seguridad internacionales; y con este fin, tomar medidas colectivas efectivas para

la prevención y eliminación de las amenazas a la paz y la su presión de actos de agresión u otros

quebrantamientos de la paz, y para lograr por medios pacíficos el ajuste y la solución de controversias

internacionales que pudieran derivar en quebrantamientos de la paz.

2. Fomentar relaciones de amistad entre las naciones y tomar otras medidas adecuadas para fortalecer la

paz universal.

3. Lograr la cooperación internacional en la solución de los problemas económicos y sociales y otros

problemas humanitarios internacionales.

4. Proporcionar un centro donde armonizar la acción de las naciones en la consecución de estos fines.

II. Para lograr los fines expuestos en el capítulo I, el Organismo y sus miembros deberían actuar de

acuerdo con los principios siguientes:

1. El Organismo se fundamenta en el principio de la igualdad soberana de todos los Estados amantes de

la paz.

2. A fin de asegurar a todos los Miembros los derechos y beneficios inherentes a la condición de

Miembros de la Organización, éstos se comprometen a cumplir con las obligaciones por ellos asumidos

en conformidad con el estatuto del Organismo.

3. Los Miembros del Organismo deberán dirimir sus controversias por medios pacíficos de modo que no

se quebranten la paz y la seguridad internacionales.

4. Los Miembros del Organismo se abstendrán de usar en sus relaciones internacionales la amenaza o la

fuerza en cualquier forma que sea incompatible con los fines de la Organización.

5. Los Miembros del Organismo prestarán toda clase de ayuda al organismo en cualquier acción que éste

emprenda, en conformidad con las disposiciones del Estatuto.

6. Los Miembros del Organismo se abstendrán de prestar ayuda a un Estado contra el cual el Organismo

esté desarrollando alguna acción preventiva o compulsiva. El Organismo debería garantizar que los

Estados que no son miembros de él actuarán de acuerdo con los principios expuestos hasta donde fuera

necesario para mantener la paz y la seguridad internacionales.

III. Todos los Estados amantes de la paz deberían tener la oportunidad de ser miembros.

IV. 1. El Organismo debería tener como cuerpos principales los siguientes: a) una Asamblea General;

b) un Consejo de Seguridad; c) una Corte de Justicia y d) una Secretaría. (...)

13. Acuerdos de la Conferencia de Yalta Las Naciones Unidas. 4/11 de febrero de 1945

Ha sido decidido:

1° Que se convocará para el miércoles 25 de abril de 1945 una Conferencia de las Naciones Unidas sobre

la organización mundial y que se celebrará en los Estados Unidos de América.

2° Las naciones invitadas a esta Conferencia serán: a) Las Naciones Unidas, tal como existían al 8 de

febrero de 1945, y b) Las naciones asociadas que hayan declarado la guerra al enemigo común antes del

1 de marzo de 1945.

3° Que el Gobierno de los Estados Unidos, en nombre de las tres potencias, consultará al Gobierno de

China y al Gobierno Provisional de Francia, sobre las de cisiones adoptadas durante presente Conferencia

concerniente al proyecto de organización mundial.

4° Que el texto de la invitación que se dirigirá a todas las naciones que participarán en la Conferencia

será el siguiente:

El Gobierno de los Estados Unidos de América, en su propio nombre y en el de los Gobiernos del

Reino Unido, de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, de la República de China y del

Gobierno Provisional de la República Francesa, invita al Gobierno de... a enviar representantes a

una Conferencia de las Naciones Unidas que se celebrará el 25 de abril de 1945, o en fecha

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inmediatamente posterior, en San Francisco, en los Estados Unidos de América, para preparar una

organización internacional general para el mantenimiento de la paz y la seguridad.

Los Gobiernos arriba mencionados proponen que la Conferencia considere como constitutiva de

una base para una Carta, las propuestas de establecimiento de una organización internacional general

hechas públicas en octubre último, a continuación de la Conferencia de Dumbarton Oaks, (...)

Mecanismo de voto

1.° Cada miembro del Consejo de Seguridad tendrá un voto.

2.° Las decisiones del Consejo de Seguridad sobre las cuestiones de procedimiento deberán adoptarse

con el voto afirmativo de siete miembros.

3.° Las decisiones del Consejo de Seguridad sobre todas las demás cuestiones deberán adoptarse con el

voto afirmativo de siete miembros (…)

J. V. Stalin - F. D. Roosevelt - W. Churchill

14. Acuerdos de la Conferencia de Yalta. Declaración sobre la. Europa liberada. 4/11 de febrero

de 1945

El Premier de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, el primer Ministro del Reino

Unido y el Presidente de los Estados Unidos de América serán consultados en el interés común de los

pueblos de sus países respectivos y de los de la Europa liberada. Afirman conjuntamente su acuerdo para

determinar una política común de sus tres Gobiernos durante el período temporal de inestabilidad de la

Europa liberada, con el fin de ayudar a los pueblos de Europa liberados de la dominación de la Alemania

nazi, y a los pueblos de los antiguos Estados satélites del Eje, a resolver por medios democráticos sus

problemas políticos y económicos más apremiantes.

El establecimiento del orden en Europa y la reconstrucción de las economías nacionales deben

realizarse mediante procedimientos que permitan a los pueblos liberados destruir los últimos vestigios

del nazismo y del fascismo y establecer las instituciones democráticas de su elección. Estos son los

principios de la Carta del Atlántico: derecho de todos los pueblos a elegir la forma de gobierno bajo la

que quieren vivir; restauración de los derechos soberanos y de autogobierno en beneficio de los pueblos

que fueron privados por las potencias agresoras.

Con el fin de crear las condiciones en las cuales los pueblos liberados podrán ejercer estos

derechos los tres Gobiernos ayudarán conjuntamente a los pueblos de todo Estado liberado de Europa, o

todo Estado europeo antiguo satélite del Eje, cada vez que estimen que la situación lo exige: a) Para crear

las condiciones de la paz interior; b) Para adoptar las medidas de urgencia destinadas a socorrer a los

pueblos desamparados: c) Para constituir autoridades provisionales gubernamentales ampliamente

representativas de todos los elementos democráticos de estas poblaciones y que se comprometerán a

establecer, tan pronto como sea posible, mediante elecciones libres, gobiernos que sean la expresión de

la voluntad de los pueblos, y d) Para facilitar en todos los lugares donde sea necesario tales elecciones.

Los tres Gobiernos consultarán a las demás Naciones Unidas y a las autoridades provisionales o

los otros Gobiernos de Europa, cuando se examinen problemas que les interesen directamente.

Cuando los tres Gobiernos estimen que las condiciones en un Estado libre de Europa o en un país

anteriormente satélite de Europa hacen necesaria una acción determinada, se consultarán inmediatamente

acerca de las medidas a tomar para asumir sus responsabilidades comunes definidas en la presente

declaración.

Por esta declaración reafirmamos nuestra fe en los principios de la Carta del Atlántico, nuestra

fidelidad a la Declaración de las Naciones Unidas y nuestra determinación de construir en

cooperación con las otras naciones pacíficas, un orden mundial que se inspire en las leyes de la paz,

de la seguridad, de la libertad y del bienestar general de toda la humanidad.

Al publicar esta declaración, las tres potencias expresan la esperanza de que el Gobierno

Provisional de la República Francesa quiera asociarse a ellas mediante el procedimiento sugerido.

J. V. Stalin - F. D. Roosevelt - W. Churchill

15. Acuerdos de la Conferencia de Yalta. Resoluciones sobre Alemania. 4/11 de febrero de 1945

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U. E. Cuerpo de Cristo Fe y Alegría Ciencias Sociales 5º - Cuaderno de lecturas

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III Desmembramiento de Alemania

Se ha convenido que el Artículo 12 a) de las condiciones de rendición para

Alemania será modificado como sigue:

El Reino Unido, los Estados Unidos de América y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas

detentarán la autoridad suprema eh lo concerniente a Alemania. En el ejercicio de esta autoridad tomarán

las medidas que estimen pertinentes para la paz futura y la seguridad, comprendiendo el desarme

completo, la desmilitarización y el desmembramiento de Alemania. (...)

IV Zona de ocupación francesa y Consejo de Control para Alemania

Se ha convenido que una zona de Alemania, que ocuparán las fuerzas francesas, será atribuida a

Francia. Esta zona será tomada de las zonas inglesa y americana, y su extensión será fijada por ingleses

y americanos tras consulta con el Gobierno Provisional francés.

También se ha convenido que el Gobierno Provisional francés será invitado como miembro para

formar parte del Consejo de Control Aliado para Alemania.

V Reparaciones

Ha sido aprobado el Protocolo siguiente:

Conversaciones entre los Jefes de los tres Gobiernos en la Conferencia de Crimea sobre las

reparaciones alemanas en especie

1.° Alemania deberá rembolsar en especie las pérdidas sufridas por su causa por los países aliados durante

la guerra. Las reparaciones deberán ser percibidas, prioritariamente, por las naciones que han soportado

el fardo más pesado de la guerra, que han sufrido las pérdidas más pesadas y que han contribuido a la

victoria sobre el enemigo.

2.° Las reparaciones en especie serán exigidas de Alemania en las tres formas siguientes: a) Traslado en

los dos años que sigan a la rendición de Alemania o al cese de toda resistencia organizada, de los bienes

situados tanto en el territorio mismo de Alemania como fuera de este territorio (equipamiento, máquinas-

herramientas, barcos, material rodante haberes alemanes en el extranjero, acciones en las industrias, los

transportes y todas las demás empresas en Alemania, etc. ); estos traslados se efectuarán, sobre todo, con

la intención de destruir el potencial de guerra de Alemania; b) Entregas anuales de mercancías de

producción corriente durante un período aún no fijado; c) Utilización de la mano de obra alemana.

3.° Para la aplicación, según los principios mencionados, de un plan detallado del cobro de las

reparaciones debidas por Alemania, se reunirá en Moscú una Comisión Aliada de Reparaciones. Se

compondrá de tres representantes: uno por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, otro por el

Reino Unido y otro por los Estados Unidos de América.

4.° En lo concerniente a la determinación del importe total de las reparaciones, como de su distribución

entre los países que han sufrido la agresión alemana, las de legaciones soviética y americana han

convenido lo que sigue:

La Comisión de Reparaciones de Moscú tomará como base de discusión en sus estudios iniciales

la proposición del Gobierno soviético, según la cual la suma total de las reparaciones, de acuerdo con los

puntos a) y b) del parágrafo 2°, será de 20.000 millones de dólares y que el 50 por 100 de esta suma será

para la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

La delegación británica ha sido de la opinión de no mencionar cifra alguna acerca de las

reparaciones durante el estudio de la cuestión de las reparaciones por la Comisión de Moscú.

La proposición soviético-americana mencionada más arriba ha sido presentada a la Comisión

como una de las proposiciones que serán examinadas.

VI Grandes criminales de guerra

La Conferencia ha decidido que la cuestión de los grandes criminales de guerra será objeto de

una investigación por los tres ministros de Asuntos Exteriores que presentarán un informe en tiempo

oportuno, tras el final de la Conferencia.

J. V. Stalin - F. D. Roosevelt - W. Churchill

16. Acuerdos de la Conferencia de Yalta. Resoluciones sobre Polonia 4/11 de febrero de 1945

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Tras la liberación total de Polonia por el Ejército Rojo se ha creado en este país una situación

nueva. Lo cual hace necesario la creación de un Gobierno Provisional polaco que cuente con una base

más amplia de lo que era posible antes de la reciente liberación de las regiones occidentales de Polonia.

El Gobierno Provisional que actualmente funciona en Polonia deberá, en consecuencia, reorganizarse

sobre una base democrática más amplia, de forma que incluya a los jefes democráticos que residen en la

misma Polonia y a los que se encuentran en el extranjero. Este nuevo gobierno deberá llamarse Gobierno

Polaco Provisional de Unidad nacional. Los señores Molotov, Harriman y sir A. Clark Kerr son

autorizados para formar una Comisión que consulte, en primer lugar, en Moscú a los miembros del actual

Gobierno Provisional polaco, y a los otros jefes democráticos polacos, de Polonia y del extranjero, con

el fin de reorganizar el gobierno actual según los principios más arriba mencionados. El Gobierno

Provisional Polaco de Unidad Nacional deberá comprometerse a la celebración de elecciones libres y

sin coacción, desde el momento en que sea posible, sobre la base del sufragio universal y del escrutinio

secreto. Todos los partidos democráticos y antinazis tendrán derecho a tomar parte en estas elecciones y

a presentar candidatos.

Cuando se haya constituido un Gobierno Provisional Polaco de Unidad Nacional, según los

principios arriba mencionados, el Gobierno de la U. R. S. S., que mantiene actualmente relaciones

diplomáticas con el actual Gobierno de Polonia, el Gobierno del Reino Unido y el Gobierno de los

Estados Unidos de América, establecerán relaciones diplomáticas con el nuevo Gobierno Provisional

Polaco de Unidad Nacional, e intercambiarán embajadores, cuyos informes permitirán a sus Gobiernos

respectivos mantenerse al corriente de la situación en Polonia.

Los tres Jefes de Gobierno consideran que la frontera oriental de Polonia debe seguir la Línea

Curzon (básicamente la línea Oder-Neisse) con, en determinadas regiones, algunas rectificaciones que

van desde cinco a ocho kilómetros a favor de Polonia. Reconocen que Polonia deberá beneficiarse de un

sustancial crecimiento territorial al Norte y al Oeste. Es timan que el nuevo Gobierno Provisional Polaco

de Unidad Nacional deberá ser consultado de inmediato sobre la extensión de este crecimiento territorial

y que el trazado final de la frontera occidental de Polonia no podrá, en consecuencia, fijarse más que en

la Conferencia de paz.

J. V. Stalin - F. D. Roosevelt - W. Churchill

17. Acuerdos de la Conferencia de Yalta. Resoluciones sobre Japón 4/11 de febrero de 1945

Los Jefes de las tres grandes potencias -la Unión Soviética, los Estados Unidos de América y la

Gran Bretaña- han acordado que en los dos o tres meses que sigan a la capitulación de Alemania y al fin

de la guerra en Europa, la Unión Soviética entrará en guerra con el Japón junto con los Aliados, a

condición de que:

1.º Que sea mantenido el statu quo en Mongolia Exterior (República Popular de Mongolia);

2.º Que sean restablecidos los derechos de Rusia, violados por la agresión pérfida del Japón en 1904, a

saber: a) Retorno a la Unión Soviética de la parte meridional de Sajalín y de todas las islas vecinas; b)

Internacionalización del puerto comercial de Dairen, garantía de los intereses prioritarios de la Unión

Soviética y restablecimiento del arrendamiento de Port Arthur como base naval de la U. R. S. S; c)

Explotación en común del ferrocarril del Este chino y del ferrocarril del Sur de Manchuria, que abre una

salida hacia Dairen, mediante el establecimiento de una compañía soviético-china, entendiéndose que los

intereses prioritarios de la Unión Soviética serán garantiza dos y que China conservará su plena soberanía

en Manchuria.

3.° Las Islas Kuriles serán entregadas a la Unión Soviética.

Se entiende que el acuerdo concerniente a la Mongolia Exterior, los puertos y los ferrocarriles

arriba mocionados exigirá el asentimiento del Generalísimo Chiang Kai Chek. El Presidente de Estados

Unidos tomará las medidas destinadas a la obtención de este asentimiento, siguiendo el consejo del

Mariscal Stalin.

Los Jefes de las tres grandes potencias han convenido que estas reivindicaciones de la Unión Soviética

recibirán una satisfacción incondicional tras la derrota de Japón.

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Por su parte, la Unión Soviética se declara dispuesta a concluir con el Gobierno nacional chino

un Pacto de amistad y de alianza entre la U. R. S. S. y China para aportar a China el apoyo de las fuerzas

armadas soviéticas en la liberación de China del yugo japonés.

J. V. Stalin - F. D. Roosevelt - W. Churchill

18. Capitulación de la Alemania nazi, 7 de mayo de 1945

1. Nosotros, los abajo firmantes, en nombre del Alto Mando alemán, entregamos por el presente

instrumento, sin condiciones al Mando Supremo de las Fuerzas Expedicionarias Aliadas y, al mismo

tiempo, al Alto Mando Soviético todas las fuerzas terrestres, navales y aéreas que hasta el presente

estaban bajo control alemán.

2. El Alto Mando alemán dará inmediatamente a todas las autoridades milita res, navales y aéreas

alemanas y a todas las fuerzas que están bajo control alemán la orden de cesar todas las operaciones

activas a las 23,01 horas, de la Europa Central, del 8 de mayo, y de permanecer en las posiciones que

ocupen en aquel momento. Ningún navío, embarcación o avión podrá ser hundido o destruido y las

respectivas quillas, máquinas y equipos no podrán ser objeto de daño alguno.

3. El Alto Mando alemán transmitirá inmediatamente a los Comandantes interesados todas las demás

órdenes dadas por el Comandante supremo de las Fuerzas Expedicionarias Aliadas y por el Alto Mando

soviético y garantizará su cumplimiento.

4. La presente Acta de rendición militar se hace sin perjuicio de otra y se sustituirá por un acta general

de capitulación impuesto por las Naciones Unidas o en nombre de ellas y aplicable a toda Alemania y a

las fuerzas armadas alemanas.

5. En el caso de que el Alto Mando alemán o ciertas fuerzas puestas bajo su control no se conformen con

la presente acta de rendición, el Comandante Supremo de las Fuerzas Expedicionarias Aliadas y el Alto

Mando soviético adoptarán medidas punitivas o aquellas otras que juzguen apropiadas.

En nombre del Alto Mando alemán: Jodl En presencia: Por el Mando Supremo de las Fuerzas

Expedicionarias Aliadas W. B. Smith. Por el Alto Mando soviético: Ivan Susparoff. Por el Alto Mando

francés: General F. Sevez.

Reims (Francia) a las 02:41 del 7 de mayo de 1945 de 1945

19. Intervención de Truman en la Conferencia de San Francisco. 26 de junio

La Carta de las Naciones Unidas que acabáis de firmar es una sólida estructura sobre la cual

podremos edificar un mundo mejor y la Historia os honrará por ello. Entre la victoria en Europa y la

victoria final sobre el Japón, en la más devastadora de las guerras, habéis logrado una victoria sobre la

misma guerra. Fue la esperanza de esta Carta lo que contribuyó a sostener el valor de los pueblos afligidos

en el transcurso de los días más difíciles de la guerra, porque es una declaración de fe inconmovible

hecha por las naciones de la tierra: fe en que la guerra no es inevitable y fe en que es posible mantener la

paz

(...) La Constitución de mi propio país nació en una asamblea general que, como ésta, estuvo

formada por delegados que sustentaban muchos puntos de vista distintos. (...). Como nuestra propia

Constitución, esta Carta será ampliada y mejorada con el correr del tiempo. Nadie afirma que en la

actualidad sea un instrumento final ni perfecto. No ha sido vaciada en un molde fijo, y con el cambio de

las condiciones del mundo serán necesarios reajustes. Pero estos reajustes serán de paz y no de guerra.

(...) Hubo muchos que dudaron que pudiera llegarse a un acuerdo entre estas cincuenta naciones,

tan diferentes por su raza y religión, por su idioma y su cultura. Pero estas diferencias fueron borradas

con una inquebrantable unidad de determinación: encontrar un medio para acabar con las guerras.

(...) De este conflicto han surgido naciones militarmente poderosas, totalmente adiestradas y

equipadas ahora para la guerra. Pero no tienen derecho a dominar el mundo. Es más bien el deber de

estas naciones el de asumir las responsabilidades de dirigir la marcha de todos hacia un mundo de paz.

Es por eso por lo que hemos dispuesto aquí que la fuerza y el poderío deben emplearse no para hacer la

guerra, sino para mantener el mundo en paz y libre del temor de la guerra.

Con su propio ejemplo, las naciones poderosas del mundo deben alumbrar el camino de la justicia

internacional. Este principio es la guía espiritual por la cual se debe cumplir la Carta; no por las palabras

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solamente, sino por actos concretos, continuados y de buena voluntad. Hay un momento para hacer planes

y hay otro momento para actuar. El momento de actuar es ahora. Por lo tanto, que cada uno en su propio

país y conforme a sus propias modalidades procure la inmediata aprobación de esta Carta y que la

convierta en algo con vida.

(...) Deben eliminarse las barreras comerciales artificiales y antieconómicas con el fin de que el

nivel de vida del mayor número de gente posible sea elevado en todas las partes del mundo, pues el estar

libres de la necesidad es una de las cuatro libertades fundamentales por las cuales nos esforzamos todas

las naciones grandes y poderosas del mundo, que deben asumir la dirección en este terreno económico

como en los demás.

Con este documento tenemos buenas razones para esperar una declaración de derechos

internacionales que sean aceptables por todas las naciones del universo interesadas en ello. Esa

declaración de derechos debe ser tanto parte de la vida internacional como nuestra propia declaración

de derechos es parte de nuestra constitución. La Carta está dedicada al logro y a la observación de los

derechos humanos, y a las libertades fundamentales. A menos que podamos lograr esos objetivos para

todos los hombres, para todas las mujeres, de todas partes y sin distinción de raza, lengua o religión, no

podemos tener paz y seguridad permanentes. Con esta Carta, el mundo empezará a esforzarse para que

llegue el momento en que se permita que todos los seres humanos sean dignos de vivir decentemente

como gente libre.

(...) Esta oportunidad muestra nuevamente la continuidad de la Historia. Por esta Carta habéis

dado realidad al ideal de ese gran estadista de hace una generación: Wilson. Con esta Carta habéis

avanzado hacia la meta por la cual el valiente jefe de esta segunda guerra mundial trabajó, luchó y dio su

vida: Roosevelt. Con esta Carta habéis llevado a la realización los objetivos y propósitos de muchos

hombres de amplia visión en vuestros propios países y que han dedicado sus vidas a la causa de la

organización de la paz mundial.

A todos nosotros, a todos nuestros países, nos ha sido confiada ahora la labor de convertir en

acción esas palabras que habéis escrito. En nuestra acción decidida des cansan las esperanzas de los que

han caído, de los que viven ahora y de los que todavía no han nacido a las esperanzas de un mundo de

países libres, con niveles de vida apropiadamente elevados, que trabajarán y cooperarán en una amistosa

y civilizada comunidad de naciones. Esta nueva estructura de paz se está levantando sobre sólidos

cimientos.

No dejemos pasar esta oportunidad suprema para establecer el imperio mundial de la razón, de

poder crear una paz duradera bajo la guía de Dios.

Harry Truman

20. Carta de las Naciones Unidas. 26 de junio de 1945

Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas resueltos a preservar a las generaciones venideras

del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos

indecibles, a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en 1a dignidad y el valor de la

persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y

pequeñas, a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las

obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional, a promover el

progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad, y con tales

finalidades a practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos, a unir nuestras fuerzas para

el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, a asegurar, mediante la aceptación de

principios y la adopción de métodos, que no se usará; la fuerza armada sino en servicio del interés

común, y a emplear un mecanismo internacional para promover el progreso económico y social de

todas los pueblos, hemos decidido aunar nuestros esfuerzos para realizar estos designios

Por lo tanto, nuestros respectivos Gobiernos, por medio de representantes reunidos en la ciudad

de San Francisco que han exhibido sus plenos poderes, encontrados en buena y debida forma, han

convenido en la presente Carta de las Naciones Unidas, y por este acto establecen una organización

internacional que se denominará las Naciones Unidas.

CAPITULO I

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U. E. Cuerpo de Cristo Fe y Alegría Ciencias Sociales 5º - Cuaderno de lecturas

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PROPOSITOS Y PRINCIPIOS

Artículo 1

Los Propósitos de las Naciones Unidas son:

1. Mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para

prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la

paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho

internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir

a quebrantamientos de la paz;

2. Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de

derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otros medidas adecuadas para fortalecer

la paz universal;

3. Realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de

carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo y estímulo del respeto

a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por

motivos de raza, sexo, idioma o religión; y

4. Servir de centro que armonice los esfuerzos de las naciones por alcanzar estos propósitos

comunes.

Artículo 2

Para la realización de los Propósitos consignados en el Artículo 1, la Organización y sus Miembros

procederán de acuerdo con los siguientes Principios:

1. La Organización está basada en el principio de la igualdad soberana de todos sus

Miembros.

2. Los Miembros de la Organización, a fin de asegurarse los derechos y beneficios inherentes a su

condición de tales, cumplirán de buena fe las obligaciones contraídas por ellos de conformidad con esta

Carta.

3. Los Miembros de la Organización arreglarán sus controversias internacionales por medios pacíficos

de tal manera que no se pongan en peligro ni la paz y la seguridad internacional ni la justicia.

4. Los Miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la

amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de

cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas.

5. Los Miembros de la Organización prestaron a ésta toda clase de ayuda en cualquier acción que ejerza

de conformidad con esta Carta, y se abstendrán de dar ayuda a Estado alguno contra el cual la

Organización estuviere ejerciendo acción preventiva o coercitiva.

6. La Organización hará que los Estados que no son Miembros de las Naciones Unidas se conduzcan de

acuerdo con estos Principios en la medida que sea necesaria para mantener la paz y la seguridad

internacionales.

7. Ninguna disposición de esta Carta autorizará a las Naciones Unidas a intervenir en los asuntos

que son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados, ni obligará; a los Miembros a someter

dichos asuntos a procedimientos de arreglo conforme a la presente Carta; pero este principio no se opone

a la aplicación de las medidas coercitivas prescritas en el Capítulo (...)

San Francisco, 26 de junio de 1945

Lectura Nº 10

La guerra con Paraguay y su impacto Raúl Calderón Jemio

Introducción

Desde principios del siglo XX, los liberales bolivianos pusieron en marcha un ambicioso proyecto

de modernización con el objetivo de organizar el Estado y dinamizar la economía del país. Sin embargo,

después de algunos años quedó claro que el proyecto sólo beneficiaba a la élite minera y terrateniente, y

a algunos sectores de la clase media. Por lo tanto, en la década de 1920, surgieron movimientos que

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empezaron a cuestionar el modelo liberal. Al iniciarse los años 1930, las acciones contra el sistema se

intensificaron a medida que la creciente descomposición estatal fue acelerada por factores económicos

externos. Ante esto, la élite respondió dirigiendo la atención del país hacia las fricciones fronterizas con

el Paraguay, que derivaron en una larga guerra en la cual decenas de miles de jóvenes bolivianos

perdieron la vida y en la que Bolivia cedió casi una quinta parte de su territorio (alrededor de 250.000

Km2.)

El presente trabajo se concentra en las causas, el transcurso y el impacto de la guerra con el

Paraguay. Asimismo, coincidiendo con lo planteado por René Zavaleta Mercado, enfatiza que las

acciones bélicas que inició el gobierno boliviano en 1932, intentando salvar un sistema estatal en crisis,

fueron un rotundo fracaso, a pesar de la entrega de los combatientes, y tuvieron resultados totalmente

opuestos.

La crisis del sistema

La élite vinculada con la economía de exportación había realizado esfuerzos que iban desde la

mejora de la administración pública hasta la organización de la educación boliviana a la europea, y

esperaba que con una mayor vinculación al mercado mundial el país progresara sin obstáculos. Pero la

fe en un progreso ilimitado no era compartida por todos los sectores de la sociedad. Hacia 1920, ideas

radicales cobraron vigencia en el país y surgieron intelectuales y dirigentes sindicales de izquierda.

Empezaron a debatirse temas como la servidumbre en los latifundios, el reconocimiento de los ayllus

indígenas y los derechos de los trabajadores, Además, simultáneamente aparecieron organizaciones

femeninas que plantearon la necesidad de superar prejuicios tradicionales y reconocer los derechos de la

mujer. En las universidades también se inició la lucha por la Autonomía. Con el paso del tiempo, los

planteamientos fueron radicalizándose y los intelectuales izquierdistas vinculados al movimiento laboral

organizado empezaron a exigir la socialización de las riquezas naturales y la reforma agraria.

En el campo, particularmente en el altiplano, las contradicciones del Estado legado por los

liberales se manifestaron de manera más aguda. Desde el siglo XIX, se inició la expansión de la hacienda

a costa de las tierras comunales de los ayllus, desencadenando una fuerte lucha. En base a experiencias

previas, los comunarios perjudicados respondieron a través de reclamos legales presentados por caciques

y apoderados contra terratenientes y autoridades corruptas. Sin embargo, a pesar de la legitimidad de las

denuncias, el gobierno respondió con la persecución de los representantes comunales. Durante la década

de 1920, consecuentemente, el conflicto se intensificó y los comunarios recurrieron a la lucha violenta.

Las rebeliones de Jesús de Machaca, en 1921, y del Norte de Potosí, Chuquisaca y del altiplano de La

Paz, en 1927, que fueron reprimidas por tropas enviadas por el gobierno, son claros ejemplos.

El descontento y la tensión social se hicieron más fuertes con la crisis económica mundial que se

inició en 1929. El descenso de los precios del estaño fue un duro golpe a la economía boliviana que

dependía casi totalmente de las exportaciones de ese mineral. Las cifras son dramáticamente elocuentes:

entre 1927 y 1932 los precios del estaño cayeron vertiginosamente en un 60 %, con el consiguiente

impacto sobre diferentes sectores de la sociedad.

La secuela de la crisis de la minería fue la suspensión del pago de la deuda externa, el caos fiscal,

la reducción del presupuesto estatal, el desempleo y la miseria. Ante esta situación, la izquierda y las

organizaciones laborales redoblaron esfuerzos para tratar de cambiar un sistema que prometía la

prosperidad y estaba obteniendo como resultado lo contrario. También los comunarios indígenas

intensificaron su lucha para defender los ayllus, su autonomía e identidad.

Por otro lado, la élite vinculada a la exportación quedó ante un conflicto de gran escala en vez del

ansiado progreso.

Diplomacia errante y aprestos bélicos

A fines de la década de 1920 y principios de la de 1930, el gobierno boliviano redescubrió un

conflicto fronterizo que se había iniciado varias décadas atrás. La imprecisa demarcación de las fronteras

bolivianas, la incapacidad de los diplomáticos y la insuficiente ocupación de los territorios fronterizos,

contribuyeron a que los países vecinos de Bolivia ambicionaran y tomaran por la fuerza dichos territorios.

El conflicto suscitado con el Paraguay entra claramente dentro de este patrón.

Ya a mediados del siglo XIX, el Paraguay había empezado a ocupar territorios pertenecientes a

los departamentos de Tarija y Chuquisaca, conocidos como el Chaco Boreal. El gobierno de Bolivia

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respondió mediante reclamos a nivel diplomático durante casi 70 años, intentando resolver el problema.

En total, 12 misiones, conformadas por personajes prominentes, fueron enviadas sin ningún resultado.

En las primeras décadas del siglo XX, Bolivia siguió buscando una salida concertada. No

obstante, la respuesta paraguaya fue continuar con la gradual ocupación, la concesión de tierras del Chaco

a empresarios argentinos, el establecimiento de colonias menonitas y la construcción de una serie de

puestos militares conocidos como fortines.

Anticipando un conflicto bélico, y buscando fortalecer el control interno, desde principios del

siglo XX el gobierno boliviano se había preocupado por modernizar al ejército. El reclutamiento fue

extendido a 1a población rural y se profesional izó el comando. La tarea de adiestramiento inicialmente

estuvo a cargo de oficiales franceses y alemanes. Posteriormente, en 1911, la influencia alemana desplazó

a la francesa con la llegada de una misión compuesta por 16 oficiales y suboficiales, comandados por el

mayor Hans Kundt, formado en la Academia de Guerra de Berlín. Además, en 1926, Bolivia firmó un

millonario contrato con la firma Vickers de Inglaterra para mejorar el equipo militar. El pedido

inicialmente presentado a la compañía incluía: 36.000 rifles, 3.0 ametralladoras, 50 piezas de artillería y

seis aeroplanos de combate.

Sin embargo, estos aprestos militares no ayudaron a frenar al Paraguay. En 1928, la precariedad

de la posesión boliviana del. Chaco, que favoreció la penetración paraguaya, fue descrita con precisión

por el Coronel Miguel Alaiza, quien había prestado servicios en ese territorio: “La situación mediterránea

de las zonas del Oriente y Sudeste ocupadas por Bolivia, zonas alejadas de los centros ciudadanos,

carentes de vías de comunicación fluvial, de caminos carreteros o de hierro, ha constituido y constituye

ahora mismo una barrera que ha detenido brazos y capitales extranjeros, impidiendo así la colonización

e industrialización de esas importantes tierras”.

Evidentemente, el oficial concebía que la ocupación efectiva consistía en la presencia de

“extranjeros”, de acuerdo al criterio de la élite de la época; pero sus palabras eran una serie advertencia

tomando en cuenta que en 1927 y 1928, durante el gobierno de Hernando Siles (1926-1930), se

produjeron los primeros incidentes menores entre patrullas bolivianas y paraguayas.

Corresponde destacar que el litigio con el Paraguay se produjo por un territorio agreste, alejado

de las regiones más pobladas de Bolivia y desconectado de ellas. Además, hay que precisar los motivos

que llevaron al gobierno boliviano de Daniel Salamanca (1931-1934) a suspender las tratativas

diplomáticas e iniciar acciones militares. Los estudios más serios sobre este tema sugieren que ante la

incapacidad de controlar la crisis interna del país, los gobernantes decidieron volcar la atención hacia un

conflicto externo para tratar de descargar la tensión social existente.

De la “guerra interna” a la guerra con el Paraguay (1930-1932)

En los primeros años de la década de 1930, la gravedad de la crisis económica y política permitió

que intelectuales y obreros radicales anticipen que la élite gobernante trataría de mantenerse a flote

convirtiendo los problemas internos en una guerra internacional. La opinión pública esperaba que en

cualquier momento estalle el conflicto en la frontera del sudeste.

La década se inició con agitación social y política pues en 1930, Hernando Siles había intentado

prorrogar su mandato, provocando un levantamiento en La Paz, en el cual participaron estudiantes

universitarios, sectores populares y finalmente el Ejército. El corolario del movimiento subversivo fue la

destitución del Presidente. Una Junta Militar, apoyada por los principales partidos tradicionales, se hizo

cargo del gobierno y luego de intensas disputas internas, y ante la continuación de la inestabilidad,

entregó la presidencia a través de un Referéndum a un representante de la élite caracterizado por sus

férreos principios y estricto accionar, Daniel Salamanca.

El nuevo Presidente, al iniciar su gestión se definió como anti-radical y anti-obrero, y denunció

la amenaza “comunista” que se cernía sobre Bolivia haciendo serias advertencias a aquellos que

intentaran subvertir el orden imperante. Salamanca no sólo lanzó advertencias contra la izquierda, pues

cuando tuvo problemas con los trabajadores respondió duramente. Para combatir las supuestas acciones

comunistas, más resultado de la miseria imperante que de la difusión de doctrinas radicales, el gobierno

recurrió a los despidos políticos, la represión violenta, los confinamientos y los exilios. De manera

simultánea, esta misma violencia fue empleada contra intelectuales y estudiantes de izquierda.

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Pero el autoritarismo no pudo frenar los esfuerzos que hicieron en la clandestinidad dirigentes

obreros y activistas. Además, el Presidente se encontraba en una posición política muy difícil al carecer

de apoyo parlamentario y estar sometido a sus antiguos rivales políticos. Por si esto fuera poco, el

gobierno no tuvo éxito en sus esfuerzos para controlar la situación económica que continuaba siendo

caótica. Consecuentemente, en 1932 Salamanca optó por maximizar el carácter del peligro externo, las

agresiones paraguayas, para mejorar su situación interna y eliminar la fuerte oposición que tenía.

Inicialmente, Salamanca planteaba que era necesario salvar por medio de una línea de fortines la

parte del Chaco que todavía no había sido ocupada por el Paraguay, aproximadamente la mitad del

territorio que originalmente pertenecía a Bolivia. Mas en junio, cuando la línea iba a ser cerrada, se

produjeron los incidentes de Laguna Chuquisaca. Dicha Laguna ya se encontraba custodiada por soldados

paraguayos durante un año, al descubrirla, el comando boliviano ordenó tomarla. Un reducido

destacamento boliviano se encargó de cumplir la misión provocando la huida de los paraguayos. Esta

acción, aparentemente sin mucha trascendencia, inició la guerra.

El presidente boliviano tuvo conocimiento de las circunstancias y dejó que las acciones sigan su

curso. El suponía que se podía continuar con una campaña rápida y sorpresiva que haría prevalecer los

derechos bolivianos y convencería al gobierno de .Asunción sobre la necesidad de firmar un tratado

definitivo. Además, Salamanca esperaba que la campaña fortalecería a su propio gobierno. El 19 de julio,

por consiguiente, una guerra en gran escala ya estaba en marcha.

El alto mando militar, que en ese momento como en lo posterior se hallaba dividido, advirtió al

Presidente que era sumamente peligroso iniciar una guerra completa en el sudeste, tomando en cuenta

que el ejército no estaba preparado. No obstante, Salamanca se empecinó asumiendo la responsabilidad.

Hay que añadir que con sus disputas internas y desinformación, el mismo Estado Mayor General

contribuyó a la actitud presidencial cerrada y excesivamente confiada. De esta manera, un conflicto

evitable, que pudo resolverse por medio del arbitraje, se convirtió en un trágico enfrentamiento bélico.

Apoyo inicial y una serie de fracasos (1932-1934)

Inicialmente, el gobierno de Salamanca recibió apoyo de varios sectores de la población,

especialmente la clase media, que pensaban que con la guerra superarían sus problemas económicos. Las

tropas recién incorporadas compartían ese optimismo y, en general, pensaban que podrían vencer a sus

adversarios paraguayos rápidamente. Pero este entusiasmo fue efímero, pues pronto se produjeron los

primeros fracasos con los cuales la desmoralización y el contento empezaron a cobrar cuerpo.

La rápida y sorpresiva movilización total que quiso dirigir el obstinado Salamanca no funcionó,

pues el Estado y el ejército entrenado por oficiales alemanes no estaban adecuadamente preparados para

responder a las necesidades de una guerra. Había división entre el poder civil y el poder militar, y entre

los comandantes no imperó la unidad de criterio. El resultado fue que, por encima del sacrificio de

oficiales y soldados, las acciones no tuvieron ni la planificación ni la coordinación necesarias, y ni

siquiera se sacó provecho de los avances iniciales. Al desencadenarse las acciones militares el ejército

boliviano contaba en la zona de operaciones sólo con 1.500 efectivos y un total de 22 camiones, y esta

situación no varió durante meses mientras el Paraguay realizó una movilización general mucho más

efectiva. Salamanca y varios oficiales de alto rango actuaron al margen de la realidad y creyeron que la

modernización del ejército boliviano realizada en las décadas previas lo hacía imbatible y, además,

subestimaron la capacidad del rival.

El Presidente, y los oficiales del alto mando que estaban de acuerdo con la guerra, no tomaron en

cuenta seriamente que con pésimas rutas y pocos vehículos era difícil enviar refuerzos, abastecimientos

y municiones al Chaco. Tomaba dos meses llegar desde el altiplano al escenario de los combates. Hasta

Villazón se viajaba por tren, y de allá a los alejados fortines se viajaba en camión y a pie.

Como era de suponer, los desastres llegaron en muy poco tiempo. Del 9 al 29 de septiembre, se

produjo la batalla de Boquerón, luego que la avanzada boliviana tomó el fortín del mismo nombre. En

este choque 600 bolivianos atrincherados tuvieron que resistir durante 20 días, hasta que fueron rebasados

por la contraofensiva y posterior cerco de 15.000 paraguayos. Lo trágico es que el alto mando boliviano

obligó a los defensores del fortín a mantener la posición sin enviar refuerzos, municiones, víveres ni

medicinas. Esta insensibilidad de quienes dirigían la guerra provocó justificada indignación entre los

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combatientes, sentimiento que fue compartido en la retaguardia y se expresó a través de manifestaciones

que exigían la renuncia de Salamanca.

Después de la exitosa defensa boliviana de Kilómetro 7, del 2 al 13 de diciembre, ante la presión

popular que continuaba, el Presidente tuvo que traer de Alemania a Hans Kundt, quien años antes había

tenido a su cargo el adiestramiento del ejército y logró ascender al grado de general. A su llegada, Kundt

de manera arrogante prometió una victoria rápida. No obstante, la ofensiva que lanzó fue un fracaso y se

convirtió en retirada. En 1933, se produjeron los frustrados ataques de Nanawa J, Gondra y Nanawa II

que, a pesar de algunos éxitos parciales como la toma de Alihuatá que precedió al fracaso de Gondra,

mostraron la ineficacia de la estrategia de ataque frontal masivo que empicó repetidamente Kundt

subestimando a oficiales jóvenes que sugerían una estrategia más flexible. El saldo fue trágico. Sólo en

Nanawa II, el 9 de julio, murieron 2.000 bolivianos en nueve horas de combate lo cual obligó a Kundt a

detener la ofensiva.

Posteriormente, los desastres prosiguieron. Entre el 15 de octubre y el 12 de diciembre, dos

divisiones bolivianas, más de 8.000 efectivos, fueron rodeadas en Campo Vía y obligadas a capitular.

Este último fracaso hizo que Salamanca finalmente decidiera el relevo del orgulloso pero ineficiente

Kundt.

Un aymara que como tantos otros fue incorporado al ejército a la fuerza a sus 17 años, Esteban

Yapu Mamani describió claramente los sufrimientos de los combatientes que el general alemán mandó a

atacar sin considerar las pérdidas que provocaba su estrategia: '‘Era muy boscoso. Por falta de agua

pasábamos mucha sed y por falta de comida andábamos hambrientos. Nosotros estábamos cerca del

campo de batalla y escuchábamos los disparos. Más tarde aparecieron los soldados que habían peleado

antes: andaban todos harapientos; al vernos lloraron...”. En particular, los soldados aymaras y quechuas,

que eran el grueso del ejército, fueron los que más bajas tuvieron por los desaciertos de Kundt. Respecto

a la participación indígena en los inútiles ataques frontales, Yapu dijo: “En primera línea íbamos los

indios del altiplano. A veces nos daban a sorber pisco. Los altiplánicos íbamos sin miedo. Con todo eran

muchos los que no sabían manejar armas y esos eran los que caían”.

El general Enrique Peñaranda, quien había vivido muchos años en los fortines del Chaco, se hizo

cargo del mando en reemplazo de Kundt. El nuevo comandante reconstruyó el ejército boliviano, pero

después de algunos meses de equilibrio y la victoria de Cañada Cochabamba (Strongest), el 25 de mayo

de 1934, la situación nuevamente empeoró. Las fuerzas paraguayas tomaron Picuiba y forzaron la retirada

boliviana de El Carmen. El corolario de estos desastres y de las constantes desinteligencias entre el

Presidente y el alto mando, fue el apresamiento de Salamanca en Villa Montes por los militares el 27 de

noviembre, cuando se disponía a relevar a Peñaranda. El movimiento rebelde depuso al Presidente y lo

reemplazó por el Vice-presidente, José Luis Tejada Sorzano que ejercería la presidencia durante casi dos

años (1934-1936). Posteriormente, en diciembre, las tropas bolivianas fueron nuevamente batidas en

Picuiba y tuvieron que retirarse hasta las defensas de Villa Montes.

Presión sobre la población civil

Siguiendo la investigación realizada por Rene Arze Aguirre, hay que enfatizar que mientras se

producían los desastres del ejército, se intensificó la presión del gobierno sobre la población civil. La

tragedia no sólo se vivió en el frente, sino también en la retaguardia, constituyéndose en una experiencia

traumática.

Muy pronto, después del inicio de la conflagración, los obreros e indígenas empezaron a resistir

el reclutamiento. Como respuesta, el gobierno organizó los escuadrones militares de retaguardia, que en

las ciudades y el campo se dedicaron a atrapar jóvenes que no deseaban enrolarse. Además, los

escuadrones cometieron atropellos y llevaron a cabo saqueos con lo cual se hicieron sumamente

impopulares. La presión se ejerció especialmente en el altiplano sobre los comunarios y colonos de

hacienda.

Después que se produjeron los primeros fracasos bolivianos, el 27 de diciembre de 1932, por

ejemplo, los comunarios de Calamarca presentaron un reclamo al Prefecto por los abusos cometidos por

dos soldados encargados del reclutamiento. Además, los comunarios solicitaron garantías para proseguir

con sus labores cotidianas. Los abusos no sólo vinieron de las patrullas militares. También hubieron

terratenientes y autoridades provinciales que aprovecharon la coyuntura para apropiarse de tierras de

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comunidad. Esta actitud en varios casos obligó a los comunarios a reaccionar violentamente en defensa

de sus derechos.

Al empezar 1933, con el incremento de las exigencias del gobierno, los conflictos en el altiplano

se hicieron más intensos. Los comunarios de Pucarani invadieron el pueblo y mataron a un vecino, como

una forma de rechazo al reclutamiento y las exacciones. La respuesta gubernamental no se hizo esperar.

Tropas del ejército ejecutaron a dos cabecillas aymaras y aviones de combate ametrallaron a los

comunarios rebeldes. Al terminar el año, el gobierno cometió un nuevo atropello, apresó a un destacado

educador y dirigente aymara, Eduardo Leandro Nina Quispe, a quien sindicó junto con otros cabecillas

aymaras de llevar adelante acciones subversivas.

Los apresamientos provocaron a principios de 1934, levantamientos en las provincias Los Andes,

Ingavi, Omasuyos y Camacho. Nuevamente los comunarios de Pucarani tomaron el pueblo y esta vez

dieron muerte al Juez Instructor y cortaron la línea telegráfica. Mientras tanto, en Guaqui los comunarios

atacaron la estación de ferrocarril y destrozaron un tren. También en Tiahuanacu colonos de varias

haciendas chocaron con vecinos del pueblo. Estos levantamientos fueron duramente reprimidos por tierra

y por aire, dejando como saldo varios muertos, cuando empezaban a extenderse a otras regiones

altiplánicas y de valle. La represión no se detuvo ahí. A fines de febrero, un escuadrón de retaguardia de

tendencia fascista creado por Salamanca, la Legión Cívica, atacó varias comunidades altiplánicas

acusando a los aymaras de “derrotistas” y “comunistas” e impuso estado de sitio en toda la región

lacustre.

En el Oriente también hubo malestar social. En el departamento de Santa Cruz, indígenas

orientales atacaron haciendas y pequeñas poblaciones. Asimismo, grupos de cuatreros, compuestos por

desertores, fueron un dolor de cabeza para las autoridades de Santa Cruz y especialmente de Chuquisaca

donde se convirtieron en una amenaza para los hacendados. Este malestar, igual que en el altiplano, fue

producto de la protesta ante las desmedidas exigencias del gobierno.

Cabe mencionar que la redoblada presión estatal no sólo afectó a la población rural. También

personas pertenecientes a las clases mayoritarias, y medias, de los centros urbanos estuvieron sometidas

a los abusos y atropellos cometidos durante los reclutamientos y requisiciones. Además varios jóvenes

de izquierda, cuya ideología tenía un carácter pacifista, tuvieron que dejar el país para eludir la

incorporación al ejército y radicaron en países vecinos desde donde llevaron adelante una campaña contra

la guerra.

Desgaste y cese de hostilidades (1935)

Con el derrocamiento de Salamanca, subió la moral de los militares bolivianos y se incrementó

el presupuesto bélico. Esto permitió en febrero de 1935 una exitosa defensa de Villa Montes. La batalla

fue un fracaso para los paraguayos, que ya alejados de sus fuentes de abastecimiento lanzaron 134

infructuosos asaltos, en los cuales perdieron 50 efectivos. Posteriormente, las fuerzas bolivianas

recuperaron los puntos estratégicos de Tarairí, Charagua y Pozo del Tigre.

Cuando la contraofensiva boliviana perdió ímpetu, se pasó a una guerra de posiciones y trincheras

a lo largo de todo el frente, con la cual se llegó al armisticio. Los paraguayos habían agotado sus recursos

y, consecuentemente, prefirieron mantener el territorio que ya habían tomado sin correr el riesgo de

penetrar a los contrafuertes andinos. Por otra parte, los bolivianos tomaron como victoria importante el

haber repelido el ataque a Villa Montes y la recuperación de territorios estratégicos. Además, sabían que

en tierras más bajas los paraguayos podían seguir siendo un rival muy difícil de derrotar. En este

momento, los contendores se declararon dispuestos al cese del fuego y las iniciativas de Tejada Sorzano

recibieron acogida en Asunción. Un factor importante que también hay que añadir es que con el

agotamiento del Paraguay, su incondicional aliada Argentina se mostró más favorable a las negociaciones

contribuyendo a la paz con su nueva postura.

El 13 de junio de 1935, en Buenos Aires se acordó el armisticio. Al mediodía del 14 de junio,

cesaron los disparos. De esta manera, Bolivia daba fin a una conflagración en la que terminó entregando

el vasto territorio interpuesto entre los ríos Paraguay y Pilcomayo, dejando allá miles de vidas jóvenes.

En los tres años de guerra, 65.000 bolivianos cayeron en combate o por enfermedades, murieron como

prisioneros o desaparecieron. Esta dramática cifra equivale al 25 por ciento del total de combatientes

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bolivianos movilizados. El Paraguay, por su parte, perdió 36.000 soldados, un poco más del 25% de todos

los combatientes que llevó al Chaco.

Durante los meses que siguieron a junio, los combatientes fueron desmovilizados gradualmente,

bajo supervisión de una Comisión Neutral. Los ex-combatientes bolivianos se concentraban en Tarija,

antes de dirigirse a sus respectivos distritos, y allá recibían su libreta de desmovilización, un temo

ordinario confeccionado en la Argentina, un par de calzados y 10 Bs. En las despedidas abundaban líricos

discursos y sonrisas. Irónico resulta relatar que el 5 de noviembre, cuando retomó a La Paz el genera!

Peñaranda acompañado por su Jefe de Estado Mayor el controvertido y ambicioso coronel David Toro,

los generales, jefes y oficiales de la guarnición ofrecieron un costoso almuerzo; en el cual de acuerdo al

lujosamente impreso menú los invitados se sirvieron “Fileí poisson sauce Americame” y “Voau vet aux

iegummes” y brindaron con “vino blanco”, ‘San rouge” y “champagne Luribay”. En lo que se refiere al

alto mando, terminaba la guerra tal cual la empezó: alejado de la realidad.

Legado

La generación de la guerra, especialmente en la época final y en los años posteriores, estuvo

convencida que la lucha fue por los yacimientos petrolíferos. Hay que aclarar que este fue un error.

Bolivia y Paraguay lucharon por un territorio en el cual hipotéticamente existía petróleo, y las tan

desprestigiadas compañías transnacionales tuvieron un papel a lo sumo secundario. La Standard Oil, que

operaba en Bolivia, sabía dónde estaban las reservas importantes y prestó poco interés a la guerra aparte

de la especulación en la venta de gasolina al ejército. Su contraparte, la Royal Dutch Shell que tenía

inversiones en Paraguay, también tuvo una influencia mínima en el desarrollo de las acciones. En todo

caso, empresarios argentinos fueron los que más alentaron y apoyaron los esfuerzos bélicos paraguayos.

La guerra en lo que corresponde a la responsabilidad boliviana tuvo un claro origen político. El

gobierno apeló al estado de emergencia para mantenerse en pie, y en particular Salamanca quiso

fortalecer su posición a través de una aventura militar. Sin embargo la decisión fue autodestructiva y

produjo resultados diferentes. La guerra no ayudó a superar la crisis; al contrario, la reflejó y la

profundizó. Después de la conflagración la élite vinculada a la exportación ya no recuperaría su fuerza,

más que temporalmente, y quedaría desubicada. Además, como dijo un ex-combatiente e intelectual

nacionalista, Augusto Céspedes: “El sufrimiento colectivo experimentado, en un mismo tiempo y lugar

por hombres de diferentes clases y regiones, por oficiales en contacto con civiles, creó una afinidad en la

protesta”.

No debe sorprender pues, que en los años posteriores a la guerra se produjeran grandes

transformaciones. En el ámbito político surgió el nacionalismo revolucionario como nueva corriente

interpelatoria y reapareció una izquierda revitalizada con sus diferentes tendencias y matices.

Paralelamente, el movimiento de los trabajadores prosiguió su proceso de organización e intensificó su

lucha para obtener reconocimiento y lograr reivindicaciones cada vez mayores. En estas acciones, las

mujeres tuvieron un papel importante y. lograron conformar los primeros sindicatos femeninos. También

los oficiales que habían sufrido junto a sus tropas conformaron gobiernos que plantearon proyectos

avanzados que perseguían la justicia social y el control de los recursos naturales; aunque no lograron

superar la brecha entre las buenas intenciones y la práctica. Y no se debe perder de vista que aymaras y

quechuas, que llevaron sobre sus espaldas el peso del conflicto, volvieron a sus hogares con nuevas

experiencias y antiguos anhelos fortalecidos, lo cual condicionó una intensificación de las disputas con

terratenientes y autoridades exportadoras. Además, la población indígena estrechó sus lazos con obreros

e intelectuales radicales sentando las bases para futuras acciones coordinadas y en gran escala. Si es que

algún legado bueno pudo dejar la guerra, hay que mencionar que permitió ver la crisis generada por un

modelo de Estado que no correspondía a la realidad, creando, con sufrimiento y dolor, condiciones para

que las nuevas generaciones intentaran construir una sociedad mejor.

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Lectura Nº 11

Documentos de la Revolución Rusa Compilación

I. RUSIA ZARISTA

1. Situación del campesino ruso en la época zarista

«Aunque los campesinos pagaron su liberación, no lograron ser hombres libres; siguieron estando

atados por veinte años más; se les redujo a la más ínfima condición y así han estado hasta hoy: podían

ser azotados, tenían que pagar impuestos especiales, no tenían derecho a salir libremente de la comuna

semifeudal, ni disponer a su albedrío de sus tierras y menos aún establecerse en cualquier otro territorio

del Estado ruso.»

LENIN, Apud HILL, Christopher: La revolución rusa.» Arici, Barcelona, 1969.

2. Peticiones dirigidas al zar por los manifestantes del 9 de enero de 1905.

«¡Señor! Nosotros, obreros de San Petersburgo, nuestras mujeres, hijos y ancianos inválidos,

llegamos ante ti para impetrar justicia y protección. Estamos en la Miseria, oprimidos y cargados con

trabajo excesivo, tratados como esclavos que deben soportar pacientemente su amarga suerte y callar.

Creemos ser preferible morir que prolongar insoportables sufrimientos. Hemos abandonado el

trabajo y declarado a los patronos nuestro propósito de no reintegrarnos al mismo hasta que satisfagan

nuestras demandas. Pedimos pocas cosas. Nuestra primera petición es que los patronos examinen con

nosotros las Peticiones. Esto ha sido rechazado, así como el derecho de hablar de nuestras necesidades

(...).

También han considerado ilegal nuestro deseo de disminuir el horario de trabajo hasta las ocho

horas diarias, de convenir el salario (...), de que se mejoren las condiciones de trabajo. Según los patronos,

todo es ilegal; nuestras demandas, un crimen,

¡Señor! Estamos aquí Más de 300 000 hombres solamente por sus apariencias y aspecto.

Cualquiera que entre nosotros intente elevar su voz para defender los intereses de la clase obrera será

aprisionado y deportado (…).

¡Señor!, ¿Esto es conforme con las leyes divinas, en cuya virtud gobernáis? Por esto, nos hemos

congregado cerca de los muros de tu palacio. Es aquí donde buscamos el último saludo. No rehúses

proteger a tu pueblo. Sácale de la tumba de la arbitrariedad, de la miseria Y de la ignorancia.

Ordena inmediatamente convocar a los "representantes de todas las clases y órdenes del

pueblo ruso. Y para esto, manda que las elecciones a la Asamblea Constituyente se hagan según

el sufragio universal, secreto e igual. Es nuestra petición más importante.»

Apud. VOILLIARD Y otros: «Documents d'Histoire, II, Armand Colia, París,

1964, págs. 102-103. EN: J.. González Fernández, Historia del Mundo Contemporáneo, Edit. Edebe,

Barcelona 2001, p.152

3. El domingo sangriento

«Domingo, 22 de enero, Un día penoso. Se han producido grandes desórdenes en San Petersburgo

por que unos obreros querían subir Palacio de Invierno. Las tropas han abierto fuego en varios lugares

de la ciudad; ha habido muchos muertos y heridos. ¡Dios mío, qué penoso y que triste! Mamá ha llegado

de la ciudad y ha ido directamente a misa. (...)

Diario de Nicolás II. Apud MARTINEZ DEGRAIN: “Los días rojos”.

Historia 16, Nº 7. Madrid, 1976.

4. Del Extremo Oriente. El rescripto de Nicolás II. 1905

He aquí ese documento:

<<Nos. Conformándonos a las últimas y sagradas voluntades de nuestros antepasados que nos

han precedido en el trono, y pensando sin cesar en la felicidad del Imperio que Dios nos ha confiado,

observaremos sin modificar en nada os principios inquebrantables sobre los cuales está fundado el

Imperio, y consideramos como deber de nuestro gobierno consagrar nuestros esfuerzos, dedicar sin

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descanso nuestra solicitud a los necesitados del país, distinguiendo lo que responde realmente a los

intereses del pueblo ruso, de las tendencias que con demasiada frecuencia se orientan a las falsas

direcciones y sufren el influjo de pasajeras circunstancias.

Si la necesidad de tal o cual innovación se comprueba con certidumbre. Nos consideramos

entonces como necesario proceder a su realización, aún cuando esta medida provoque la entrada en la

legislación de innovaciones esenciales.

Nos no dudamos que, en lo que queda de una empresa tan compleja, nos encontraremos en

comunión de sentimientos con aquellos de nuestros súbditos que penetrados de leales pensamientos, vean

con perspicacia donde se encuentre realmente la prosperidad de la patria, queremos decir, en la

conservación de la pública tranquilidad y en la constante satisfacción de las cotidianas necesidades del

pueblo.

Nuestra más viva solicitud va primeramente a la clase mas numerosa de los que compones

nuestros pueblo, a la clase se campesinos que queremos organizar para bien de sus intereses y de su

bienestar. Nos queremos hacer saber que esta cuestión está en estudio. Ha sido entregada a un examen

concienzudo, lo mismo que los primitivos proyectos del Ministerio del Interior, cuya detallada indicación

ha sido dada en su lugar respectivo.

En este momento se toman deliberaciones en las que tercian los miembros más eminentes y los

más competentes de la administración y se refieren a las cuestiones más importantes que interesan a los

campesinos. Estas cuestiones se dilucidan a la luz de su ciencia y según los datos de investigaciones

hechas sobre las necesidades generales de la clase agrícola por las comisiones locales.

Nos hemos dispuesto que estos trabajos que constituyen una legislación que toca a los campesinos

sean incorporados a la legislación general del imperio. Así será facilitada a tarea de asegurar de modo

permanente, la seguridad de esta clase a la que una ordenanza imperial reconoce la independencia y la

plenitud de sus derechos de ciudadanos libres.

Examinando después el segundo grupo de reivindicaciones populares verdaderamente dignas,

Nos reconocemos como urgente para regularizar y vigorizar la administración del estado para la

seguridad de la vida pública.

1º tomar medidas eficaces para la protección de las leyes y su cumplimiento sin reservas, atendido

que las leyes son lemas firme sostén del trono en un imperio autocrático. A este efecto, Nos consideramos

como el primero de los deberes para todas las autoridades que Nos están sometidas y sobre todos los

territorios sobre los cuales Nos reinamos, la aplicación integral e igual de estas leyes para con todos.

Quien quiera que nos las aplique será legalmente responsable de estos arbitrarios procederes.

Para ello se facilitará quienes sean víctimas de estros tratamientos arbitrarios, los medios de obtener

justicia.

2º confiar a las instituciones locales y municipales el cuidado de tomar la mayor parte posible

en la administración, haciendo justicia a las reivindicaciones locales de diversos órdenes y

concediendo, por otra parte, a las localidades, la independencia, necesaria dentro de los límites

fijados por la ley, y de convocar en comisiones análogas, a formar parte de estas instituciones a los

representantes de todas las fracciones de la población interesadas en los negocios locales, a fin de dar

satisfacción, en la más amplia manera posible, a los deseos de esta población; de crear a demás de los

zemstvos del Gobierno y de los zemstvos del distrito y en estrecha relación con ellos, instituciones

públicas que se ocupen en la administración local y e la prosperidad de los negocios sobre territorios de

corta extensión.

3º a fin de conservar y de hacer observar la igualdad de toda clase de persona delante de los

tribunales, introducir en la administración judicial la unidad necesaria de asegurar a las instituciones

jurídicas la estabilidad e independencia indispensables.

4º con el propósito de favorecer la extensión de las medidas ya tomadas para mejorar la suerte

de los obreros de fábricas, talleres y todo linaje de industrias, trabajar por instituir en su favor un seguro

por el Estado.

5º revisar las leyes de excepción dictadas en un tiempo en que los enemigos del orden público

desplegaban una actividad criminal sin ejemplo, y cuya promulgación había sido acompañada de una

extensión considerable de poderes arbitrarios de las autoridades administrativas, y a esforzarse en

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restringir lo más posible los territorios a los cuales ellos se aplican y , de igual modo, limitar a los únicos

casos en que la seguridad de Estado sea realmente amenazada, las restricciones que por esas leyes se

hace a los derechos particulares.

6º proceder a una revisión de las leyes que conciernen a los derechos de disidentes y súbditos

que pertenecen a religiones heterodoxas o no cristianas, o a cualquiera otra religión. Nos deseamos

afirmar con nueva fuerza el vivo deseo que en nuestro manifiesto de 11 de marzo de 1903,

manifestábamos desde el fondo de nuestro corazón, de proteger y hacer inviolable por leyes

fundamentales del imperio, la tolerancia en asuntos de creencias, y de tomar desde luego,, en el orden

administrativo los medios convenientes para hacer desaparecer toas las limitaciones ala libertad religiosa

que no están directamente indicadas en la ley.

7º de ordenar una revisión de las ordenanzas existentes que limitan los derechos de los extranjeros

y en ciertos puntos del imperio, de los nacionales. Aquellas disposiciones subsistían, que en el porvenir

sean exigidas por los intereses actuales del imperio y por el bien del pueblo ruso.

8º de hacer desaparecer de las ordenanzas en actual vigor que afectan a la prensa, las restricciones

superfluas y dará la palabra impresa los límites claramente especificados por la ley: así será acordada a

la prensa nacional facultad de cumplir dignamente su noble misión y de ser la verdadera intérprete de los

esfuerzos nacionales para bien da la Rusia.

Nos prescribiremos en un porvenir muy próximo y apoyándonos sobre estos principios, una

serie de grandes innovaciones interiores, una parte de la cual preparada conforme a las instrucciones por

Nos precedentemente dadas, está ya presta a ser sometida a un examen preliminar. Nos juzgamos útil

someter los programas que acaban de ser formulados, a un examen que debe versar sobre los medios

más propios para asegurar su rápida y completa realización y su incorporación a la serie de nuestras

instituciones políticas; y sobre el modo de hacer más estrecha la unión de las diversas partes de la

administración.

La comisión de ministros debe examinar todos los puntos tratados aquí, buscar el mejor medio de

realizar nuestras intenciones y prestarnos el más breve plazo posible las decisiones sobre la dirección que

debe darse a las medidas de que se trata en la presente ordenanza de los asuntos que nos hemos señalado.-

NICOLAS II>>

En: SUCESOS Nº 131 del 24-2-1905, páginas 36-38. Nº 132 del 3-3-1905, páginas 36-38

5. La revolución de 1905 en el Imperio Ruso

La guerra ruso-japonesa de 1904-1905, que convirtió al Japón en la primera potencia del

Extremo Oriente, fue causa de grandes trastornos en la Rusia zarista, que preludiaron la revolución

bolchevique de 1917. A la agitación de carácter político-social emprendida por los partidarios de una

liberalización del régimen, se unió la revuelta de los elementos alógenos del Imperio contra la opresión

nacional y los intentos de rusificación que sufrían. El diplomático francés Maurice Bompard legó de

aquellos acontecimientos el siguiente testimonio.

“Los desórdenes fueron multiplicándose en Rusia en el transcurso del verano de 1905; al llegar

el otoño, se extendían a todo el Imperio, variando de carácter y de intensidad según las regiones.

En Finlandia, el movimiento era puramente político. Finlandia no estaba ligada a Rusia más que

a través de un vínculo personal, dado que el Emperador era su Gran Duque. La autonomía de Finlandia

había siempre sido respetada, al igual que su constitución independiente. Nicolás, con miras a una mayor

unidad, decidió subordinar la dieta de Finlandia al Consejo del Imperio y someter a los finlandeses al

servicio militar ruso. La indignación cundió por doquier. El gobernador, general Bobrikof, adoptó

severas medidas en contra de los recalcitrantes y acabó siendo asesinado en junio de 1904, en las

escalinatas del Palacio del Gobierno. Desde entonces el descontento y los desórdenes fueron en aumento

y, periódicamente, se producían graves disturbios.

El Cáucaso estaba ensangrentado por las luchas que oponían a los tártaros y los armenios. En

Bakú, se enzarzaban en verdaderas batallas que ocasionaban centenares de víctimas. Las explotaciones

petrolíferas de la península de Apseron estaban en llamas. Fue necesario destacar tropas para que

abriesen una brecha con el fin de que el Sha de Persia, procedente de San Petersburgo, pudiese

reintegrarse a sus Estados.

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En Transcaucasia, los tártaros habían puesto el cerco a Choucha donde se habían refugiado

numerosos armenios. También tenían lugar numerosos disturbios en las zonas rurales de Georgia, donde

el régimen feudal mantenía unas huellas que resultaban insoportables para las poblaciones campesinas

de nuestra época.

En Polonia, los disturbios adoptaban las formas más variadas. En los centros industriales, los

obreros se declaraban en huelga una y otra vez, y dichas huelgas, las más de las veces, cobraban un sesgo

revolucionario e iban acompañadas de desórdenes en la vía pública. En el campo, se producían violentas

manifestaciones dirigidas contra la desmesurada extensión de las propiedades de la nobleza y esas

manifestaciones degeneraban, a menudo, en actos de violencia. En cuanto a la burguesía, ésta arremetía

contra el régimen ruso y, a este respecto, hallaba el asenso general...

En las provincias bálticas, las perturbaciones revistieron aún mayor gravedad. Si bien eran de

carácter agrario, como en Rusia propiamente dicha, no ofrecían exactamente el mismo cariz ya que se

complicaban con la cuestión de las nacionalidades. Los letones que pueblan esas provincias han sido

desposeídos de sus tierras en el curso de los siglos anteriores por los caballeros teutónicos y, en la época

de la cual hablo, menos de doscientas familias alemanas detentaban aún las tres cuartas partes del suelo,

en tanto que los letones autóctonos no poseían más que el veinticinco por ciento restante. Cuarenta años

antes que los mujiks de Rusia, habían sido liberados de su condición de siervos por Alejandro I, pero sin

que les fuese concedida tierra alguna, de tal suerte que formaban un inmenso proletariado agrícola.

Poseídos de un odio atávico en contra de los propietarios, los campesinos letones se comportaban con

el mayor salvajismo. Prendían fuego a los castillos y a sus dependencias, robaban el ganado, asolaban

las plantaciones y mataban a los barones baltos que caían entre sus manos... Al gobierno ruso no se le

ocurrió más solución que la de instituir un Gobierno General para las tres provincias bálticas y asambleas

provinciales elegidas, análogas a los Zemstvos de Rusia Central”.

MAURICE BOMPARD: : Mon ambassade en Russie (París 1908), Págs. 182-186.

6. Trotski: Revolución de 1905

Bajo las condiciones contemporáneas rusas la preponderancia social de la población industrial

sobre la rural es incomparablemente mayor que en ningún momento de las viejas revoluciones europeas

y, además, un proletariado industrial claramente definido ha reemplazado a las caóticas plebes. Sin

embargo hay algo que no ha cambiado: sólo un partido que tiene tras de sí a las masas revolucionarias

urbanas y que no tiene miedo -por devoto respeto a la propiedad privada burguesa- de revolucionar la

propiedad feudal puede confiaren el campesinado en tiempos de revolución. En la actualidad sólo el

partido socialdemócrata se encuentra en tales condiciones.

En: j. González Fernández, Historia del Mundo Contemporáneo, Edit. Edebe, Barcelona 2001, p. 152.

7. La naturaleza de la revolución rusa. 1905

En lo que a sus tareas directas e indirectas concierne, la rusa es una revolución

'burguesa" porque se propone liberar a la sociedad burguesa de las cadenas y grilletes fiel absolutismo y

de la propiedad feudal. Pero la principal fuerza conductora de la revolución rusa es la clase obrera y por

ello es una revolución proletaria en lo que a su método respecta. Muchos pedantes que insisten en

determinar el papel histórico del proletariado por medio de cálculos aritmético o estadísticos o en

establecerlo mediante analogías históricas formales, se han mostrado incapaces de digerir esta

contradicción. Ven a la burguesía como el líder de la revolución rusa, enviada por la providencia.

Intentan envolver al proletariado, que de hecho marchó á la cabeza de los acontecimientos en todos los

estadios de los levantamientos revolucionarios, en los pañales de su propia inmadurez teórica. Para esos

pedantes, la historia de una nación capitalista repite la historia de otra con algunas divergencias más o

menos importantes. Hoy son incapaces de ver el proceso unificado del desarrollo del mundo capitalista,

que se traga a todos los países que encuentra a su paso y que crea, de las exigencias nacionales y

generales del capitalismo, una amalgama cuya naturaleza no puede comprenderse mediante la

aplicación de clihés, sino únicamente mediante el análisis materialista.

No puede haber analogía de desarrollo histórico entre Inglaterra, pionera del capitalismo, que ha

estado creando nuevas formas sociales durante siglos y que también ha creado una poderosa burguesía

como expresión de estas nuevas formas y, por otro lado, las colonias de la actualidad, a las que el capital

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europeo envía carriles, coches dormitorios, tuercas y cerrojos, para uso de la administración colonial, y

después, con rifles y bayonetas, conduce directamente a los nativos de su medio ambiente primitivo

a la civilización capitalista: no puede haber analogía de desarrollo histórico, por cierto, pero existe una

profunda conexión interna entre ambos.

La gran Revolución Francesa ha sido verdaderamente una revolución nacional. Pero más aún:

aquí, dentro de un marco nacional, la lucha mundial del orden burgués por la dominación, por el poder y

por el triunfo total encontró su clásica expresión.

En 1848 la burguesía ya era incapaz de desempeñar un papel similar. No quería y no podía asumir

la responsabilidad de una liquidación revolucionaria del orden social que obstruía el camino de su propia

dominación. Su tarea consistió en introducir en el viejo orden ciertas garantías esenciales, no de su propia

dominación política, sino sólo del poder compartido con las fuerzas del pasado. No sólo fracasó en

conducir a las masas al asalto del antiguo orden: utilizó a éste como defensa contra las masas que

intentaban impulsarlo. Su conciencia se rebeló contra las condiciones objetivas de su dominio. Las

instituciones democráticas se reflejaban en su mente no como meta y propósito de su lucha sino como

amenaza a su bienestar. La revolución no podía ser hecha por la burguesía sino contra ella. Por eso, una

revolución triunfante en 1848 hubiese necesitado una clase capaz de marchar a la cabeza de los

acontecimientos a pesar de la burguesía, una clase preparada no sólo para impulsar a la burguesía por la

fuerza de su presión sino también, en el momento decisivo, para apartar de su camino el cadáver político

de la burguesía.

Ni la pequeña burguesía ni el campesinado estaban capacitados para hacerlo. La pequeña

burguesía era hostil no sólo al pasado inmediato sino también al futuro posible, al mañana. Se encontraba

todavía encadenada por relaciones medievales incapaz de resistir a la 'libre' industria; todavía se centraba

en las ciudades pero rendía su influencia a la media y alta burguesía; sumergida en sus prejuicios,

ensordecida por el rugir de los acontecimientos, explotadora y explotada codiciosa e impotente en su

codicia, la pequeña burguesía provinciana era incapaz de dirigir los acontecimientos mundiales.

El Campesinado: se encontraba privado de iniciativa independiente en un grado aún mayor.

Disperso, alejado de las ciudades que eran los centros nerviosos de la política y la cultura, mentalmente

embotado, con los horizontes intelectuales cercados como sus praderas y campos, indiferente hacia todo

lo que las ciudades habían creado mediante la invención y el pensamiento, el campesinado no podía tener

ninguna significación dirigente. Satisfecho en cuanto le quitaron de los hombros la carga de los diezmos

feudales, les pagó a las ciudades -que habían luchado por sus derechos- con ingratitud: los

campesinos liberados se volvieron fanáticos del "orden".

El intelectual democrático: desprovisto de fuerza de clase, trotaba detrás de la burguesía liberal

como si ésta fuese su hermana mayor. Actuaba simplemente como su furgón de cola. La abandonó

en los momentos de crisis. Sólo le reveló su propia impotencia. Fue confundido por sus

contradicciones –que aun no habían madurado plenamente- y llevó consigo esta confusión a todos los

sitios donde fue.

El Proletariado: era demasiado débil y contaba con muy poca organización experiencia y

conocimiento. El desarrollo capitalista había llegado lo suficientemente lejos como para necesitar la

destrucción de las antiguas relaciones feudales pero no como para promover a las clases trabajadoras –

producto de la nuevas relaciones de producción- a la posición de una fuerza política decisiva. El

antagonismo entre el proletariado y la burguesía había ido demasiado lejos para permitir que la

burguesía asumiera el papel de liderazgo nacional sin temor, pero no para permitir al proletariado asumir

dicho papel.

Trotski: La Revolución de 1905, Pág. 59-60

II. REVOLUCION 1917

8. Lenin y su concepción de la revolución

"La peculiaridad del momento actual en Rusia es el paso de la primera etapa de la revolución, que

ha dado el poder a la burguesía por carecer el proletariado del grado necesario de conciencia de clases y

de organización, a su segunda etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado y de los sectores

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pobres de los campesinos, Este paso se caracteriza, por una parte, por un máximo de legalidad (Rusia es

actualmente de todos los países beligerantes, el más libre del mundo); por otra por la falta de violencia

contra las masas, y finalmente por la confianza irreflexiva de estas en el gobierno de los capitalistas, los

peores enemigos de la paz y del socialismo Esta situación peculiar exige de nosotros capacidad para

adaptamos a las condiciones especiales de la labor del partido entre grandes masas del proletariado que,

nunca vistas hasta ahora, acaban de despertar a la vida política"

Vladimir Ilich Lenin "Tesis de Abril 1917".

En: j. González Fernández, Historia del Mundo Contemporáneo, Edit. Edebe, Barcelona 2001, p. 154.

8. Lenin visto por J. Reed, periodista norteamericano

«Eran justamente las ocho y cuarenta cuando una tempestad de aplausos anunció la entrada de la

presidencia con Lenin, el gran Lenin. Una silueta rechoncha, concentrada: una gran cabeza redonda,

calva, hundida entre los hombros; unos ojillos, una nariz roma, la boca grande y generosa, la mandíbula

pesada... Estaba perfectamente afeitado, pero su barba, tan conocida antes y que en adelante sería eterna,

empezaba ya a despuntar en su rostro. El traje raído, el pantalón demasiado largo. Poco agraciado

físicamente para ser el ídolo de la multitud, fue amado y venerado, sin embargo, como Pocos jefes en el

curso de la Historia. Un extraño jefe popular; jefe por el único poder del espíritu. Sin brillantez, sin

humor, intransigente y distante, sin ninguna particularidad pintoresca, pero con el poder de explicar ideas

profundas en términos simples, de analizar concretamente situaciones y en posesión de la más grande

audacia intelectual (...). Por fin, Lenin se levantó. Apoyándose en el borde de la tribuna, pasea sobre la

concurrencia sus ojuelos parpadeantes, aparentemente insensible a la inmensa ovación (...). Cuando ésta

se terminó, dijo sencillamente:

- Ahora pasamos a la edificación del orden socialista. Nuevamente estalló en la sala una formidable

borrasca humana.

- En primer lugar, es necesario adoptar medidas prácticas para realizar la paz.»

(John Reed: Diez días que estremecieron al mundo. Barcelona, los libros de Pion,

1 982. En: Prats, Historia del Mundo Contemporáneo, dit. Anaya, Madrid, 1996. p. 67)

9. El poder para los soviets

El paso del poder a los soviets significa hoy, en la práctica, la insurrección armada. Renunciar a

la insurrección armada equivaldría a renunciar a la consigna más importante del bolchevismo “todo el

poder a los soviets” y a todo internacionalismo proletario- revolucionario en general. Pero la

insurrecci6n armada es un aspecto especial de la lucha política sometido a leyes especiales, que deben

ser profundamente analizadas (...).

Marx resume las enseñanzas de todas las revoluciones, en lo que a la insurrección armada se

refiere, citando las palabras de Danton, el mayor maestro de táctica revolucionaria que hasta hoy

se conoce: "¡De l'audace, de llaudace, encare de l'audace!"

Aplicado a Rusia y al mes de octubre de 1917, esto quiere decir:

- Ofensiva simultánea, y lo más súbita y rápida posible, sobre Petrogrado, ofensiva que deberá

partir indefectiblemente de fuera y de dentro, de los barrios obreros, de Finlandia, de Reval, de

Cronstandt, ofensiva de toda la flota y concentración de una superioridad gigantesca de fuerzas

contra nuestra “guardia burguesa”. (Los junkers) formada por unos 15.000 o 20.000 hombres (acaso

más) contra las tropas de nuestra "Vendeé" (una parte de los cosacos), etc.

- Combinar nuestras tres fuerzas principales, la flota, los obreros y las unidades militares, de tal

modo, que por encima de todo, podamos ocupar y conservar, cualquiera que sea el número de bajas

que cueste: a), la central de teléfonos; b), la central de telégrafos; c), las estaciones ferroviarias, y

d), los puentes, en primer término.

- Seleccionar a los elementos más decididos (nuestras "tropas de choque" y a la juventud obrera,

así como a los mejores marinos) y formar con ellos pequeños destacamentos destinados a ocupar los

puntos más importantes y a participar en todos los sitios en las operaciones de más importancia, como

por ejemplo:

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Cercar y aislar a Petrogrado, apoderarse de la ciudad mediante un ataque combinado de la

flota, los obreros y las tropas: he aquí una misi6n que requiere habilidad y triple audacia.

Formar con los mejores elementos obreros destacamentos armados de fusiles y bombas de mano

para atacar y cercar los 'centros" del enemigo (escuelas militares, centrales de telégrafos y teléfonos,

etc.).

La consigna de estos elementos debe ser: antes perecer todos que dejar pasar al enemigo.

El triunfo de la revolución rusa y de la revoluci6n mundial depende de dos o tres días de lucha.»

(Consejos de un ausente. Carta de Lenin al Comité Central, 8 de octubre de 1917.) En: Prats, Historia

del Mundo Contemporáneo, Edit. Anaya, Madrid 1996, p. 69

10. El «soviet» de Petroqrado

«Camaradas proletarios, trabajadores de todos los países (...).

Nosotros, soldados y obreros rusos, unidos en el seno del Soviet de los diputados de obreros y

soldados, os enviamos nuestros saludos calurosos y os informamos de un gran suceso. La democracia

rusa ha derribado el despotismo de los zares y ha entrado totalmente en la familia de las naciones

como miembro igual a las demás y como una poderosa fuerza en el combate para nuestra liberación.

Nuestra victoria es una gran victoria para la libertad y la democracia. El pilar de la reacción en el mundo,

el "gendarme de Europa", ha desaparecido. Ha de ser enterrado para siempre. Viva la libertad. Viva la

solidaridad internacional del proletariado y viva su combate para la victoria ¡¡no¡ (...).

Los pueblos de Rusia expresarán su voluntad en una Asamblea constituyente, que será pronto

convocada sobre la base de¡ sufragio universal, directo, igual y secreto. Se puede ya predecir con

confianza que una república democrática se instaurará en Rusia. El pueblo ruso posee ahora una libertad

total (...).

Trabajadores de todos los países: tendiendo nuestras manos como hermanos por encima de las

montañas de los cuerpos de nuestros muertos (...) os hacemos un llamamiento para restaurar la unidad

internacional (...).

¡Proletarios de todos los países, uníos!

El Soviet de los diputados de obreros y soldados de Petrogrado.»

(Declaraci6n del Soviet de Petrogrado a todos los pueblos, 27 de marzo de 1917.) En: Prats, Historia

del Mundo Contemporáneo, Edit. Anaya, Madrid 1996, p. 69

III. STALIN CONSOLIDA LA REVOLUCIÓN

11. Satlin: "Un partido fuerte"

"La conquista y el mantenimiento de la dictadura del proletariado son imposible sin un partido

fuerte por su cohesión y su férrea disciplina. Pero la férrea disciplina dentro del partido es inconcebible

sin la unidad de voluntad, sin la unidad de acción completa y absoluta de todos sus miembros.

De aquí se desprende que la existencia de fracciones es incompatible con la unidad del partido y

con su férrea disciplina. Huelga demostrar que la existencia de fracciones conduce a la existencia de

diversos centros y que la existencia de diversos centros significa la ausencia de un centro general dentro

del partido, el quebrantamiento de la unidad de la voluntad, el debilitamiento y la descomposición de la

dictadura. Naturalmente los partidos de la Segunda Internacional, que luchan contra la dictadura del

proletariado y no quieren llevar a los proletarios al poder, pueden permitirse ese liberalismo que supone

la libertad de existencia de fracciones, pues ellos no necesitan parta nada una disciplina férrea. Pero los

partidos de la Internacional Comunista, que basan todo su trabajo en la tarea de la conquista de la

dictadura del proletariado y de su consolidación, no pueden admitir ni el liberalismo ni la libertad de

existencia de fracciones. El partido es la unidad de voluntad, que excluye todo fraccionamiento y toda

división de poderes dentro del partido"

José Stalin, Los Fundamentos del Leninismo. 1924. En. Prats, Historia del Mundo

Contemporáneo, Edit. Anaya, Madrid, 1996, p. 70

12. Las depuraciones y «purgas» estalinistas

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«Desde mis años jóvenes había comenzado mi trabajo bajo la dirección de Vladimir llich

Lenin; Me instruía a su lado, desempeñaba las tareas que él me encomendaba (...). Y he aquí que

en 1937, camaradas, yo corrí la suerte de muchos. Ocupaba un puesto de dirección en el comité regional

del Partido en Leningrado y, naturalmente, fui arrestado también (...); sentí un inmenso terror no por mí

mismo, sino por el Partido. No podía comprender por qué motivo se arrestaba a los viejos bolcheviques

(...).

Ni al instante, ni durante dos años y medio de prisi6n, ni cuando se me envió luego deportado a

un campo (donde he pasado 17 años), había acusado entonces a Stalin (...). Apreciaba a Stalin, sabía que

él había poseído grandes méritos antes de 1934, y lo defendía.

Camaradas, heme aquí de vuelta, enteramente rehabilitado. Era el momento justo en el que se

desarrollaba el XX Congreso del Partido. Fue aquí donde supe, por primera vez, la cruel verdad sobre

Stalin.

El gran mal causado por Stalin no estaba solamente en el hecho de que muchos de nuestros

mejores (miembros) hubiesen desaparecido, sino en que reinaba la arbitrariedad, en que se fusilaba sin

juicio, en que los inocentes eran arrojados a la prisión. Toda la atmósfera creada entonces en el

Partido era contraria al espíritu de Lenin, era su disonancia.»

(Testimonio de un prisionero. XX Congreso del PC de la URSS. En Cahiers du comunismo, 1

diciembre de 1961.) En: Prats, Historia del Mundo Contemporáneo, Edit.

Anaya, Madrid 1996, p. 71)

13. Una economía planificada A. Los planes quinquenales

«La tarea esencial del plan quinquenal consistía en transformar a la URSS en un país industrial

para eliminar hasta el final a los elementos capitalistas, extender el frente de las formas socialistas de la

economía y crear una base económica para la supresión de las clases en la URSS, para la construcción

de una sociedad socialista.

La labor esencial del plan quinquenal consistía en crear en nuestro país una industria capaz

de reequipar y reorganizar, sobre la base del socialismo no solamente la industria en su conjunto, sino

también los transportes así como la agricultura.

La tarea esencial del plan quinquenal consistía en hacer pasar la pequeña economía rural parcelada

a la vía de la gran economía colectivizada, asegurar de este modo también la base económica del

socialismo en el campo y liquidar así la posibilidad de restauración del capitalismo en la URSS.

Finalmente, la labor del plan quinquenal consistía en crear en el país todas las condiciones

técnicas y económicas necesarias para aumentar al máximo la capacidad de defensa, para permitirle

organizar una respuesta vigorosa a todas las tentativas de intervención armada, a todos los intentos de

agresión armada del exterior, o de donde quiera que vengan.»

(J. Stalin: Doctrine de l´URSS. París, 1938.)

En: Prats, Historia del Mundo Contemporáneo, Edit. Anaya, Madrid 1996, p. 72

La colectivización de la agricultura

«Stalin decidió en 1928 la liquidación del kulak (campesino como clase) y de la colectivización

de los campesinos pobres y medios. Los kulaks se resistieron y se entabló una lucha feroz. Durante el

invierno de 1929-1930, la sexta parte del mundo conocido soportó una verdadera guerra civil. Centenares

de millares de familias fueron desposeídos de sus bienes y desterradas al norte.

En los pueblos, los que permanecían se adherían en masa a los koljoses, pero primeramente

sacrificaban sus animales antes de cederlos a las granjas colectivas. El valor de esta experiencia

comunista era casi nulo; puesto que no se inscribían en los koljoses sino obligados y forzados bajo una

formidable presión económica y administrativa.

Allá donde se producía alguna vacilación se enviaba a la tropa, junto a agitadores. Hubo

centenares de revueltas, mucho más graves en el Cáucaso y Siberia (...).

Más del 600/o de las familias campesinas están hoy día agrupadas en koljoses; En las tierras más

productivas, como el Kouban, no quedan. Por decirlo así, más explotadores individuales. Estos koljoses

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son, en su mayoría, artels, es decir, asociaciones sólo de los medios de producción: Tierra, útiles,

animales de labor y mano de obra son puestos en común, conservando cada familia su casa y su cercado.»

(G. Lucían: Six ans ó Moscou. París, 1937. En: Prats, Historia del Mundo

Contemporáneo, Edit. Anaya, Madrid 1996, p.72)

Lectura Nº 11

Tesis de Pulacayo Tesis Central de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia

I. FUNDAMENTOS

1.- El proletariado, aún en Bolivia, constituye la clase social revolucionaria por excelencia. Los

trabajadores de las minas, el sector más avanzado y combativo del proletariado nacional, definen el

sentido de lucha de la FSTMB.

2.- Bolivia es país capitalista atrasado. Dentro de la amalgama de los más diversos estadios de evolución

económica, predomina cualitativamente la explotación capitalista, y las otras formaciones económico-

sociales constituyen herencia de nuestro pasado histórico. De esta evidencia arranca el predominio del

proletariado en la política nacional.

3.- Bolivia, pese a ser país atrasado, sólo es un eslabón de la cadena capitalista mundial. Las

particularidades nacionales representan en sí una combinación de los rasgos fundamentales de la

economía mundial.

4.- La particularidad boliviana consiste en que no se ha presentado en el escenario político una burguesía

capaz de liquidar el latifundio y las otras formas económicas pre-capitalistas; de realizar la unificación

nacional y la liberación del yugo imperialista. Tales tareas burguesas no cumplidas son los objetivos

democrático-burgueses que inaplazablemente deben realizarse. Los problemas centrales de los países

semicoloniales son: la revolución agraria y la independencia nacional, es decir, el sacudimiento del yugo

imperialista; tareas que están estrechamente ligadas las unas a las otras.

5.- “Las características distintivas de la economía nacional, por grandes que sean, forman parte

integrante, y en proporción cada día mayor, de una realidad superior que se llama economía mundial; en

este hecho tiene su fundamento el internacionalismo obrero.” El desarrollo capitalista se fisonomiza por

una creciente tonificación de las relaciones internacionales, que encuentran su índice de expresión en el

volumen del comercio exterior.

6.- Los países atrasados se mueven bajo el signo de la presión imperialista, su desarrollo tiene un carácter

combinado: reunen al mismo tiempo las formas económicas más primitivas y la última palabra de la

técnica y de la civilización capitalistas. El proletariado de los países atrasados está obligado a combinar

la lucha por las tareas demo-burguesas con la lucha por las reivindicaciones socialistas. Ambas etapas -

la democrática y la socialista- “no están separadas en la lucha por etapas históricas sino que surgen inme-

diatamente las unas de las otras”.

7.- Los señores feudales han amalgamado sus intereses con los del imperialismo internacional, del que

se han convertido en sus sirvientes incondicionales. De ahí que la clase dominante sea una verdadera

feudal-burguesía. Dado el primitivismo técnico sería inconcebible la explotación del latifundio si el

imperialismo no fomentara artificialmente su existencia arrojándole migajas. La dominación imperialista

no se la puede imaginar aislada de los gobernantes criollos. La concentración del capitalismo se presenta

en Bolivia en un alto grado: tres empresas controlan la producción minera, es decir, el eje económico de

la vida nacional. La clase gobernante es mezquina en la misma medida en que es incapaz de realizar sus

propios objetivos históricos y se encuentra ligada tanto a los intereses del latifundismo como a los del

imperialismo. El Estado feudal-burgués se justifica como un organismo de violencia para mantener los

privilegios del gamonal y del capitalista. El Estado es un poderoso instrumento que posee la clase

dominante para aplastar a su adversaria. Solamente los traidores y los imbéciles pueden seguir

sosteniendo que el Estado tiene la posibilidad de elevarse por encima de las clases sociales y de decidir

paternalmente la parte que corresponde a cada una de ellas.

8.- La clase media o pequeña-burguesía, es la más numerosa y, sin embargo, su peso en la economía es

insignificante. Los pequeños comerciantes y propietarios, los técnicos, los burócratas, los artesanos y los

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campesinos, no han podido hasta ahora desarro-llar una política de clase independiente y menos lo podrán

en el futuro. El campo sigue a la ciudad y en ésta el caudillo es el proletariado. La pequeña burguesía

sigue a los capitalistas en las etapas de “tranquilidad social” y cuando prospera la actividad parlamentaria.

Va detrás del proletariado en los momentos de extrema agudización de la lucha de clases (ejemplo: la

revolución) y cuando tiene la certeza de que será el único que le señale el camino de su emancipación.

En los dos extremos la independencia de clase de la pequeña burguesía es un mito. Evidentemente, son

enormes las posibilidades revolucionarias de amplias capas de la clase media, basta recordar los objetivos

de la revolución democrático-burguesa, pero también es cierto que no pueden realizar por sí solas tales

objetivos.

9.- El proletariado se caracteriza por tener la suficiente fuerza para realizar sus propios objetivos e incluso

los ajenos. Su enorme peso específico en la política está determinado por el lugar que ocupa en el proceso

de la producción y no por su escaso número. El eje económico de la vida nacional será también el eje

político de la futura revolución.

El movimiento minero boliviano es uno de los más avanzados de América Latina. El reformismo

argumenta que no puede darse en el país un movimiento social más adelantado que el de los países

técnicamente más evolucionados. Tal concepción mecanicista de la relación entre la perfección de las

máquinas y la conciencia política de las masas ha sido desmentida innumerables veces por la historia.

El proletariado boliviano, por su extrema juventud e íncomparable vigor, por haber permanecido casi

virgen en el aspecto político, por no tener tradiciones de parlamentarismo y colaboracionismo clasista y,

en fin, por actuar en un país en el que la lucha de clases adquiere extrema beligerancia, decimos que por

todo esto el proletariado boliviano ha podido convertirse en uno de los más radicales. Respondemos a

los reformistas y a los vendidos a la rosca que un proletariado de tal calidad exige reivindicaciones

revolucionarias y una temeraria audacia en la lucha.

II. EL TIPO DE REVOLUCION QUE DEBE REALIZARSE

1. Los trabajadores del sub-suelo no insinuamos que deben pasarse por alto las tareas democrático-

burguesas: lucha por elementales garantías democráticas y por la revolución agraria antí-imperialista.

Tampoco negamos la existencia de la pequeña burguesía, sobre todo de los campesinos y de los artesanos.

Señalamos que la revolución democrático-burguesa, si no se la quiere estrangular, debe convertirse sólo

en una fase de la revolución proletaria.

Mienten aquellos que nos señalan como propugnadores de una inmediata revolución socialista en Bolivia,

bien sabemos que para ello no existen condiciones objetivas. Dejamos claramente sentado que la

revolución será democrático-burguesa por sus objetivos y únicamente un episodio de la revolución

proletaria por la clase social que la acaudillará.

La revolución proletaria en Bolivia no quiere decir excluir a las otras capas explotadas de la nación, sino

la alianza revolucionaria del proletariado con los campesinos, los artesanos y otros sectores de la

pequeña-burguesía ciudadana.

2. La dictadura del proletariado es una proyección estatal de dicha alianza. La consigna de revolución y

dictadura proletarias pone en claro el hecho de que será la clase obrera el núcleo director de dicha

transformación y de dicho Estado. Lo contrario, sostener que la revolución democrático-burguesa, por

ser tal, será realizada por los sectores “progresistas” de la burguesía y que el futuro Estado encarnará la

fórmula de gobierno de unidad y concordia nacionales, pone de manifiesto la intención firme de

estrangular al movimiento revolucionario en el marco de la democracia burguesa. Los trabajadores una

vez en el poder no podrán detenerse indefinidamente en los límites democrático-burgueses y se verán

obligados, cada día en mayor medida, a dar cortes siempre más profundos en el régimen de la propiedad

privada, de este modo la revolución adquirirá carácter perma-nente.

III. LUCHA CONTRA EL COLABORACIONISMO CLASISTA

1. La lucha de clases es, en último término la lucha por la apropiación de la plusvalía. Los proletarios

que venden su fuerza de trabajo luchan por hacerlo en mejores condiciones y los dueños de los medios

de producción (capitalistas) luchan por seguir usurpando el producto del trabajo no pagado, ambos

persiguen objetivos contrarios, resultando estos intereses irreconciliables. No podemos cerrar los ojos

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ante la evidencia de que la lucha contra los patronos es una lucha a muerte, porque en esa lucha se juega

el destino de la propiedad privada. No reconocemos, contrariamente a nuestros enemigos, tregua en la

lucha de clases. La presente etapa histórica, que es una etapa de verguenza para la humanidad, sólo podrá

ser superada cuando desaparezcan las clases sociales, cuando ya no existan explotados ni explotadores.

Sofisma estúpido de los colaboracionistas que sostienen que no debe irse a la destrucción de los ricos,

sino a convertir a los pobres en ricos. Nuestro objetivo es la expropiación de los expropiadores.

2. Todo intento de colaboración con nuestros verdugos, todo intento de concesión al enemigo en nuestra

lucha, es nada menos que una entrega de los trabajadores a la burguesía. La colaboración de clases quiere

decir renunciamiento de nuestros objetivos. Toda conquista obrera, aun la más pequeña, ha sido

conseguida después de cruenta lucha contra el sistema capitalista. No pode-mos pensar en un

entendimiento con los sojuzgadores porque el programa de reivindicaciones transitorias lo subordinamos

a la revolución proletaria.

No somos reformistas, aunque entregamos a los trabajadores la plataforma más avanzada de

reivindicaciones; somos, sobre todo, revolucionarios, porque nos dirigimos a transformar la estructura

misma de la sociedad.

3. Rechazamos la ilusión pequeño-burguesa de solucionar el problema obrero dejando en manos del

Estado o de otras instituciones que tienen la esperanza de pasar por organismos equidistantes entre las

clases sociales en lucha. Tal solución, enseña la historia del movimiento obrero nacional y también del

internacional, ha significado siempre una solución de acuerdo con los intereses del capitalismo y a costa

del hambre y de la opresión del proletariado. El arbitraje obligatorio y la reglamentación legal de los

medios de lucha de los trabajadores es, en la generalidad de los casos, el comienzo de la derrota.

En lo posible, trabajamos por destrozar el arbitraje obligatorio.

4. La realización de nuestro programa de reivindicaciones transitorias, que debe llevarnos a la revolución

proletaria, está subordinada siempre a la lucha de clases. Estamos orgullosos de ser los más intransigentes

cuando se habla de compromisos con los patronos. Por esto es una tarea central luchar y destrozar a los

reformistas que pregonan la colaboración clasista, a los que aconsejan apretarse los cinturones en aras de

la llamada salvación nacional. Cuando existe hambre y opresión de los obreros, no puede haber grandeza

nacional: eso se llama miseria y decrepitud nacionales. Nosotros aboliremos la explotación capitalista.

IV. LA LUCHA CONTRA EL IMPERIALISMO

1. Para los trabajadores mineros lucha de clases quiere decir, sobre todo, lucha contra los grandes

mineros, es decir, contra un sector del imperialismo yanqui que nos oprime. La liberación de los

explotados está subordinada a la lucha contra el capitalismo internacional.

Porque luchamos contra el capitalismo internacional representamos los intereses de toda la sociedad y

tenemos objetivos comunes con los explotados de todo el mundo. La destrucción del imperialismo es

cuestión previa a la tecnificación de la agricultura y a la creación de la pequeña y pesada industrias.

Ocupamos la misma posición que el proletariado internacional porque estamos empeñados en destruir

una fuerza también internacional: el imperialismo.

2. Denunciamos como a enemigos declarados del proletariado a los “izquierdistas” alquilados al

imperialismo yanqui, que nos hablan de la grandeza de la “democracia” del Norte y de su prepotencia

mundial. No se puede hablar de democracia cuando son sesenta familias las que dominan los Estados

Unidos de Norte América y cuando esas sesenta familias chupan la sangre de los países semicoloniales,

como el nuestro. A la prepotencia yanqui corresponde una descomunal acumulación y agudización de

los antagonismos y contradicciones del sistema capitalista. Estados Unidos es un polvorín que espera el

contacto de una sola chispa para explosionar. Nos declaramos solidarios con el proletariado

norteamericano y enemigos irreconciliables de su burguesía que vive de la rapiña y opresión mundiales.

3. La política imperialista, que define la orientación de la política boliviana, está determinada por la etapa

monopolista del capitalismo. Por esto la política imperialista no puede menos que ser de opresión y

rapiña, de incesante transformación del Estado en un dócil instrumento en manos de los explotadores.

Las posturas de “buena vecindad”, “panamericanismo”, etc., no son sino disfraces que utilizan el

imperialismo yanqui y la feudal burguesía criolla para engañar a los pueblos de Latinoamérica. El sistema

de la consulta diplomática recíproca; la creación de instituciones bancarias internacionales con dinero de

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los países oprimidos; la concesión de bases militares estratégicas para los yanquis; los contratos leoninos

sobre la venta de materias primas, etc., son diversas formas de la descarada entrega de los países

sudamericanos por sus gobernantes al imperialismo voraz. Luchar contra este entreguismo y denunciar

toda vez que el imperialismo muestre la garra, es un deber elemental del proletariado.

Los yanquis no se conforman con señalar el destino de las composiciones ministeriales, van más lejos:

han tomado para sí la tarea de orientar la actividad policial de los países semicoloniales, no otra cosa

significa la anunciada lucha contra los revolucionarios anti-imperialistas.

V. LUCHA CONTRA EL FASCISMO

1. Nuestra lucha contra el imperialismo tiene que ser paralela a nuestra lucha contra la feudal-burguesía

entreguista. El antifascismo se convierte, en la práctica, en un aspecto de tal lucha: la defensa y

consecución de garantías democráticas y la destrucción de las bandas armadas y mantenidas por la

burguesía.

2. El fascismo es producto del capitalismo internacional. El fascismo es la última etapa de

descomposición del imperialismo, pero, con todo, no deja de ser una fase imperialista. Cuando se

organiza la violencia desde el Estado para defender los prívilegios capitalistas y destruía físicamente al

movimiento obrero, nos encontramos en un régimen de corte fascista. La democracia burguesa es un lujo

demasiado caro, que solamente países que han acumulado mucha grasa a costa del hambre mundial

pueden darse. En países pobres, como el nuestro, por ejemplo, los obreros en un momento determinado

están condenados a enfrentarse con la boca de los fusiles.

Poco importa el partido político que tenga que recurrir a medidas fascistizantes para servir mejor los

intereses imperialistas. Sí se persiste en mantener la opresión capitalista, el destino de los gobernantes

está ya escrito: la violencia contra los obreros.

3. La lucha contra los grupículos fascistizantes está subordinada a la lucha contra el imperialismo y la

feudal-burguesía. Los que, pretextando luchar contra el fascismo, se entregan al imperialismo

“democrático” y a la feudal-burguesía también “democrática” no hacen otra cosa que preparar el camino

para el adve-nimiento inevitable de un régimen fascistizante.

Para destruir definitivamente el peligro fascista tenemos que destruir el capitalismo como sistema.

Para luchar contra el fascismo, lejos de atenuar artificialmente las contradicciones clasistas, tenemos que

avivar la lucha de clases.

VI. LA FSTMB Y LA SITUACION ACTUAL

1. La situación revolucionaria del 21 de julio, creada por la irrupción a la calle de los explotados privados

de pan y de libertad y la acción defensiva y beligerante de los mineros, impuesta por la necesidad de

defender las conquistas sociales logradas y conseguir otras más avanzadas, ha permitido a los

representantes de la gran minería montar su máquina estatal, gracias a la traición y complicidad de los

reformistas que pactaron con la feudal-burguesía. La sangre del pueblo sirvió para que sus verdugos

consolidaran su posición en el poder. El hecho de que la Junta de Gobierno sea una institución provisional

no modifica en nada la situación creada.

Los trabajadores mineros hacen bien en colocarse a la expectativa frente a los gobernantes y exigirles

obliguen a las empresas a cumplir las leyes que rigen en el país. No podemos ni debemos solidarizarnos

con ningún gobierno que no sea el nuestro propio, es decir, obrero. No podemos dar ese paso porque

sabemos que el Estado representa los intereses de la clase social dominante.

2. Los ministros “obreros” no cambian la naturaleza de los gobiernos burgueses. Mientras el Estado

defienda a la sociedad capitalista, los ministros “obreros” se convierten en vulgares proxenetas de la

burguesía. El obrero que tiene la debilidad de cambiar su puesto de lucha en las filas revolucionarias por

una cartera ministerial burguesa, pasa a las filas de los traidores. La burguesía idea a los ministros

“obreros” para poder engañar mejor y más fácilmente a los trabajadores, para conseguir que los

explotados abandonen sus propios métodos de lucha y se entreguen en cuerpo y alma a la tutela del

ministro “obrero”.

3. Las próximas elecciones darán como resultado un gobierno al servicio de los grandes mineros, por

algo será el producto de elecciones que nada tienen de democráticas. La mayoría de la población, los

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indígenas y un enorme porcentaje del proletariado, por los obstáculos que pone la Ley Electoral y por ser

analfabetos, está imposibilitada de concurrir a las urnas electorales. Sectores de la pequeña-burguesía,

corrompidos por obra de la clase domi-nante, determinan el resultado de las elecciones. No nos hacemos

ninguna ilusión con respecto a la lucha electoral.

Los obreros no llegaremos al poder por obra de la papeleta electoral, llegaremos por obra de la revolución

social. Por esto, podemos afirmar que nuestra conducta frente al futuro gobierno será la misma que frente

a la actual Junta de Gobierno. Si se cumplen las leyes, en hora buena, para eso están puestos los

gobernantes. Si no se llegan a cumplir, enfrentarán nuestra más enérgica protesta.

VII. REIVINDICACIONES TRANSITORIAS

Cada sindicato, cada región minera, tienen sus problemas peculiares y los sindicalistas deben ajustar su

lucha diaria a esas peculiaridades. Pero existen problemas que, por sí solos, sacuden y unifican a los

cuadros obreros de toda la nación: la miseria creciente y el boycot patronal que se hacen cada día más

ame-nazantes. Contra esos peligros la FSTMB propugna medidas radicales.

1. Salario básico vital y escala móvil de salarios.

La supresión del sistema de pulpería barata y la excesiva desproporción existente entre standard de vida

y los salarios reales, exigen la fijación de un salario básico vital.

Como sostuvo el Tercer Congreso Minero (Catavi-Llallagua, marzo de 1946), ese salario vital debe ser

complementado con el sistema de la escala móvil de salarios. Evitemos que la curva del alza de los

precios no pueda nunca ser alcanzada por los reajustes periódicos de salarios.

Pongamos fin a la eterna maniobra de anular los rea-justes de salarios mediante la depreciación del signo

monetario y por la elevación, casi siempre artificial, de los precios de los medios de subsistencia. Los

sindicatos deben encargarse de controlar el costo de la vida y exigir a las empresas el aumento automático

de salarios de acuerdo a dicho costo. El salario básico, lejos de ser estático debe seguir a la curva del

aumento de los precios de los artículos de primera necesidad.

2. Semana de 40 horas de trabajo y escala móvil de horas de trabajo.

La tecnificación de las minas acelera el ritmo del trapajo del obrero. La propia naturaleza del trabajo en

el subsuelo convierte la jornada de ocho horas en excesiva y que aniquila en forma inhumana la vitalidad

del trabajador. La lucha misma por un mundo mejor exige que en alguna medida se libere al hombre de

la esclavitud de la mina. Por esto, la FSTMB luchará por la consecución de la semana de cuarenta horas,

jornada que debe ser complementada con la implantación de la escala móvil de horas de trabajo.

La única manera de luchar eficazmente contra el peligro permanente del boycot patronal contra los

obreros, está en conseguir la implantación de la escala móvil de horas de trabajo, la que permitirá

disminuir la jornada de trabajo en la misma proporción en que aumenta el número de desocupados. Tal

disminución no debe significar una disminución del salario, puesto que éste es considerado vital

necesario.

Solamente estas medidas nos permitirán evitar que los cuadros obreros sean destrozados por la miseria y

que el boycot patronal aumente artificialmente el ejército de desocupados.

3. Ocupación de minas.

Los capitalistas pretenden contener el ascendente movimiento obrero con el argumento de que están

obligados a cerrar sus minas en caso de tener pérdidas. Se pretende poner un dogal a los sindicatos

presentándoles el espectro de la cesantía. Además, la paralización temporal de las explotaciones, lo

demuestra la experiencia, solo ha servido para burlar los verdaderos alcances de las leyes sociales y para

recontratar a los obreros, bajo la presión del hambre, en condiciones verdaderamente vergonzosas.

Las grandes empresas tienen el sistema de doble contabilidad. Una para exhibirla ante los obreros y pagar

los impuestos al estado y otra para establecer el monto de dividendos. No podemos ceder en nues-tras

aspiraciones ante los guarismos de los libros de contabilidad.

Los obreros que han sacrificado sus vidas en aras de la prosperidad de las empresas tienen el derecho de

exigir no se les niegue trabajar, aun en épocas que no sean bonancibles para los capitalistas.

El derecho al trabajo no es una reivindicación dirigida a tal o cual capitalista en particular, sino al sistema

en su conjunto, por esto no puede interesarnos el lamento de algunos pequeños empresarios quebrados.

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Si los patronos se encuentran incapacitados de otorgar a sus esclavos un pedazo más de pan; si el

capitalismo para subsistir se ve obligado a atacar el salario y las conquistas alcanzadas; sí los capitalistas

responden a todo intento reivindicacionista con la amenaza del cierre de sus instalaciones, no les queda

a los trabajadores más recurso que ocupar las minas y tomar por su cuenta el manejo de la producción.

La ocupación de las minas por si misma sobrepasa el marco del capitalismo, puesto que plantea la

cuestión de saber quién es el verdadero dueño de las minas: Los capitalistas o los trabajadores. La

ocupación no se debe confundir con la socialización de las minas, se trata solamente de evitar que el

boycot patronal prospere, que los trabajadores sean condenados a morirse de hambre. Las huelgas con

ocupación de minas se convierten en una de los objetivos centrales de la FSTMB.

Por tales proyecciones, es evidente que la ocupación de las minas adquiere categoría de medida ilegal.

No podía ser de otro modo.

El Decreto Supremo de la Junta de Gobierno prohibiendo la incautación de las minas por los obreros no

afecta nuestra posición. Sabíamos que no es posible contar en tales casos con la colaboración

gubernamental y teniendo la evidencia de no obrar bajo el amparo de las leyes, no nos queda más recurso

que ocupar las minas sin derecho a índeminízación alguna en favor de los capitalistas.

La ocupación de las minas debe hacer surgir los Comités de Minas, que deben formarse con la

concurrencia de todos los trabajadores, incluso de los no sindicalizados. Los Comités de Minas deberán

decidir los destinos de la mina y de los obreros que intervienen en la producción.

4.- Contrato colectivo de trabajo.

En nuestra legislación el patrón puede escoger libremente entre el contrato individual y colectivo. Hasta

la fecha y porque a las empresas así les interesa, no ha sido posible llevar a la práctica el contrato

colectivo. Tenemos que luchar porque se establezca una sola forma de contrato de trabajo: el colectivo.

No se puede permitir que la prepotencia del capitalista arrolle al trabajador individual, incapaz de dar un

libre consentimiento, porque no puede existir libre consentimiento allí donde la miseria del hogar obliga

a aceptar el más ignominioso contrato de trabajo.

a) El contrato colectivo de trabajo debe ser, sobre todo, revocable en cualquier tiempo por la sola voluntad

de los sindicatos; b) de adhesión, es decir, obligatorio aun para los no sindicalizados, el obrero que vaya

a contratarse encontrará ya preestablecidas las condiciones pertinentes; c) no debe excluir las condiciones

más favorables que se hubiese conseguido mediante contratos individuales; d) su ejecución y el contrato

mismo deben estar controlados por los sindicatos.

El contrato colectivo debe tomar como punto de partida nuestra plataforma de reivindicaciones

transitorias.

5.- Independencia sindical.

La realización de nuestras aspiraciones será posible si somos capaces de liberamos de la influencia de

todos los sectores de la burguesía y de sus agentes, de “izquierda”. La sífilis del movimiento obrero

constituye el sindicalismo dirigido. Los sindicatos cuando se convierten en apéndices gubernamentales

pierden su libertad de acción y arrastran a las masas por el camino de la derrota.

Denunciamos a la Confederación Sindical de Trabajadores de Bolivia (CSTB) como una agencia

gubernamental en el campo obrero. No podemos confiar en organizaciones que tienen su secretaría

permanente en el Ministerio del Trabajo y envían a sus miembros a realizar propaganda gubernamental.

La FSTMB tiene absoluta independencia con relación a los sectores burgueses, al reformismo de

izquierda y al gobierno. Realiza una política sindical revolucionaria y denuncia como traición toda

componenda con la burguesía o con el gobierno.

6.- Control obrero en las minas.

La FSTMB apoya toda medida que tomen los sindicatos en sentido de realizar un efectivo control de los

obreros en todos los aspectos del funcionamiento de las minas. Tenemos que romper los secretos

patronales de explotación, de contabilidad, de técnica, de transformación de minerales, etc., para

establecer la directa intervención de los trabajadores como tales en dichos “secretos”. Ya que nuestro

objetivo es la ocupación de las minas, tenemos que interesarnos en sacar a la luz del día los secretos

patronales.

Los obreros deben controlar la dirección técnica de la explotación, los libros de contabilidad, intervenir

en la designación de empleados de categoría y, sobre todo, deben interesarse en publicar los beneficios

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que reciben los grandes mineros y los fraudes que realizan cuando se trata de pagar impuestos al Estado

y de contribuir a la Caja de Seguro y ahorro obrero.

7.- Armamento de los trabajadores.

Hemos dicho que mientras exista el capitalismo, la represión violenta del movimiento obrero es un

peligro latente. Si queremos evitar que la masacre de Catavi se repita tenemos que armar a los

trabajadores. Para rechazar a las bandas fascistas y a los rompehuelgas, forjemos piquetes obreros

debidamente armados.

¿De dónde sacar armas...? Lo fundamental es enseñar a los trabajadores de base que deben armarse contra

la burguesía armada hasta los dientes; los medios ya se encontrarán. ¿Hemos olvidado acaso que

diariamente trabajamos con poderosos explosivos?

Los piquetes sindicales deben organizarse militarmente y a la brevedad posible.

8.- Bolsa prohuelga.

Las empresas tienen un arma de control en las pulperías y en los miserables salarios que obligan a los

obreros a no tener más recursos que las remuneraciones diarias. La huelga tiene su peor enemigo en el

hambre que sufren los huelguistas. Para que la huelga llegue a feliz término se tiene que eliminar la

adversa presión familiar. Los sindicatos están obligados a destinar una parte de sus ingresos a engrosar

las bolsas pro-huelga, para poder, en su caso otorgar, a los obreros el socorro necesario.

9.- Reglamentación de la supresión de la pulpería barata.

Ya dijimos que el sistema de pulpería barata permitía a los patronos un enriquecimiento indebido a costa

del salario del trabajador. La simple supresión de las pulperías baratas no hace sino agravar la situación

de los trabajadores y se convierte en una medida contraria a sus intereses.

Para que la supresión de pulperías baratas cumpla su función debe exigirse que el reglamento respectivo

complemente dicha medida con la escala móvil de salario, y el establecimiento del salario básico vital.

10.- Supresión del trabajo a “contrato”.

Las empresas, para burlar la jornada máxima legal y explotar en mayor medida al trabajador, han ideado

las diversas modalidades de trabajo que se llaman “contratos”. Estamos obligados a romper esta nueva

maniobra capitalista que se utiliza con fines de rapi-ña. Que se establezca el único sistema del salario por

jornada diaria.

VIII. ACCION DIRECTA DE MASAS Y LUCHA PARLAMENTARIA.

1.- Reivindicamos el lugar de preeminencia que corresponde, entre los métodos de lucha proletaria, a la

acción directa de masas. Sabemos sobradamente que nuestra liberación será obra de nosotros mismos y

que para conseguir dicha finalidad no podemos esperar colaboración de fuerzas ajenas a las nuestras. Por

esto, en esta etapa de ascenso del movimiento obrero, nuestro, método preferido de lucha constituye la

acción directa de masas y dentro de ésta la huelga y la ocupación de minas. En lo posible evitemos las

huelgas por motivos insignificantes, a fin de no debilitar nuestras fuerzas. Superemos la etapa de las

huelgas locales. Las huelgas aisladas permiten a la burguesía concentrar su atención y sus fuerzas en un

solo punto. Toda huelga debe nacer con la intención de convertirse en general. Algo más, una huelga de

mineros debe extenderse a otros sectores proletarios y a la clase media. Las huelgas con ocupación de

minas están a la orden del dia. Los huelguistas desde el primer momento deben controlar los puntos

claves de la mina y sobre todo los depósitos de explosivos.

Declaramos que al colocar en primer plano la acción directa de masas, no negamos la importancia de

otros métodos de lucha.

Los revolucionarios deben encontrarse en todas partes donde la vida social coloque a las clases en

situación de lucha.

2.- La lucha parlamentaria es importante, pero en las etapas de ascenso del movimiento revoluciona-rio

adquiere un carácter secundario. El parlamentarismo para jugar un papel trascendental debe subordinarse

a la acción directa de masas.

En los momentos de reflujo, cuando las masas abandonan la lucha y la burguesía se apropia de los puestos

que aquellas han dejado, puede el parlamentarismo colocarse en un primer plano. De un modo general,

el parlamento burgués no resuelve el problema fundamental de nuestra época: el destino de la propiedad

privada. Tal destino será señalado por los trabajadores en las calles. Si bien no negamos la lucha

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parlamentaria, la sometemos a determinadas condiciones. Debemos llevar al parlamento a elementos

revolucionarios probados, que se identifiquen con nuestra conducta sindical. El parlamento debe ser

convertido en tribuna revolucionaria. Sabemos que nuestros representantes serán una minoría, pero

también que se encargarán de desenmascarar, desde el seno mismo de las cámaras, las maniobras de la

burguesía. Y, sobre todo, la lucha parlamentaria debe estar directamente ligada a la acción directa de

masas. Diputados obreros y trabajadores mineros deben actuar bajo una sola dirección: los principios de

la presente Tesis Central.

3.- En la próxima lucha electoral nuestra tarea consistirá en llevar un bloque obrero, lo más fuerte posible,

al parlamento. Recalcamos que siendo antiparlamentaristas no podemos dejar libre este campo a nuestros

enemigos de clase. Nuestra voz se escuchará también en el recinto parlamentario.

IX. A LA CONSIGNA BURGUESA DE UNIDAD NACIONAL, OPONGAMOS EL FRENTE

UNICO PROLETARIO

1. Somos soldados de la lucha de clases. Hemos dicho que la guerra contra los explotadores es una guerra

a muerte. Por esto destrozaremos todo intento colaboracionista en las filas obreras. El camino de la

traición se abrió con los famosos frentes populares, es decir, los frentes que, olvidando la lucha de cla-

ses, unen a proletarios, pequeñoburgueses y algunos sectores de la misma burguesía. El frente popular

ha costado muchas derrotas al proletariado internacional. La expresión más cínica de la negación de la

lucha de clases, de la entrega de los oprimidos a sus verdugos, del punto culminante de la degeneración

de los frentes populares es la llamada “unidad nacional”. Esta consigna burguesa ha sido lanzada por

boca de los reformistas. “Unidad nacional” significa unidad de los burgueses con sus sirvientes para

poder maniatar a los trabajadores. “Unidad nacional” significa derrota de los explotados y victoria de la

rosca. No podemos hablar de “unidad nacional” cuando la nación está dividida en clases sociales

empeñadas en una guerra a muerte. Mientras exista el régimen de la propiedad privada sólo los traidores

o los agentes a sueldo del imperialismo, pueden atreverse a hablar de “unidad nacional”.

2. A la consigna burguesa de “unidad nacional” opongamos el Frente Unico Proletario (FUP). La

unificación en un bloque granítico de los explotados y de los elementos revolucionarios es una imperiosa

necesidad para destrozar al capitalismo que está unificado en un solo bloque.

Porque utilizamos los métodos de la revolución proletaria y porque no nos salimos del marco de la lucha

de clases es que forjaremos el FUP.

3. Para evitar las influencias burguesas, para convertir en realidad nuestras aspiraciones, para movilizar

a las masas hacia la revolución proletaria, necesitamos del frente único proletario. Los elementos

revolucionarios que se identifiquen con nuestras declaraciones fundamentales y las organizaciones

proletarias (ferroviarias, fabriles, gráficos, choferes, etc.), serán muy bien recibidos en el frente único

proletario. En los últimos días la CSTB agita la consigna de frente de izquierdas. Hasta ahora no se sabe

con qué fines se pretende formar tal frente. Si sólo se trata de una maniobra pre-electoral y se quiere

imponer una dirección pequeñoburguesa -pequeñoburguesa es la CSTB- declaramos que nada tenemos

que ver con tal frente de izquierdas.. Pero, si se permitiese imponer el pensamiento proletario y si sus

objetivos fueran los que contempla esta Tesis, iríamos con todas nuestras fuerzas a dicho frente, que, en

último caso, no sería sino más que un frente proletario con pequeñas variaciones y diferente

denominación.

X. CENTRAL OBRERA

La lucha del proletariado precisa un comando único. Necesitamos forjar una poderosa CENTRAL

OBRERA. La historia de la CSTB enseña la forma en que debemos proceder para lograr nuestro intento.

Cuando las federaciones se convirtieron en instrumentos dóciles al servicio de los partidos políticos de

la pequeña burguesía, cuando pactaron con la burguesía, dejaron de ser representantes de los explotados.

Es nuestra misión evitar las maniobras de los burócratas sindicales y de las capas artesanales corrompidas

por la burguesía. Sobre una base verdaderamente democrática debe organizarse la central de los

trabajadores bolivianos. Estamos cansados de los pequeños fraudes para conseguir mayorías. No vamos

a permitir que una organización de un centenar de artesanos pueda pesar en la balanza plebiscitaria igual

que la Federación de Mineros que cuenta con cerca de setenta mil obreros. El pensamiento de las

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organizaciones mayoritarias no debe ser anulado con el voto de organismos casi inexistentes. El

porcentaje de influencia de las diferentes federaciones debe estar determinado por el número de afiliados.

Además, es nuestra tarea entregar a ella un programa verdaderamente revolucionario que debe inspirarse

en lo que en este documento exponemos.

XI. PACTOS Y COMPROMISOS

1. Con la burguesía no tenemos que realizar ningún bloque, ningún compromiso.

2. Con la pequeña burguesía como clase y no con sus partídos políticos, podemos forjar bloques y firmar

compromisos. El frente de izquierda, la Central Obrera, son ejemplos de tales bloques, pero teniendo

cuidado de luchar porque el proletariado sea el director del bloque. Si se pretende que vayamos a

remolque de la pequeña burguesía debemos rechazar y romper los bloques.

3. Muchos pactos y compromisos con diferentes sectores pueden no ser cumplidos, pero aun así son un

poderoso instrumento en nuestras manos. Esos compromisos, si se los contrae con espíritu

revolucionario, nos permiten desenmascarar las traiciones de los caudillos de la pequeña burguesía, nos

permiten arrastrar a las bases a nuestras posiciones. El pacto obrero-universitario de julio es un ejemplo

de cómo un pacto no cumplido puede convertirse en arma destructora de nuestros enemigos. Cuando

algunos universitarios descalificados ultrajaron a nuestra organización en Oruro, los trabajadores y

sectores revolucionarios de la universidad atacaron a los autores del atentado y orientaron a los

estudiantes. En todo pacto debe colocarse como punto de partida las declaraciones contenidas en el

presente documento.

El cumplimiento de un pacto depende de que los mineros iniciemos el ataque a la burguesía, no podemos

esperar que tal paso lo den los sectores pequeñoburgueses. El caudillo de la revolución será el

proletariado.

La colaboración revolucionaria de mineros y campesinos es una tarea central de la FSTMB, tal

colaboración es la clave de la revolución futura. Los obreros deben organizar sindicatos campesinos y

trabajar en forma conjunta con las comunidades indígenas. Para esto es necesario que los mineros apoyen

la lucha de los campesinos contra el latifundio y secunden su actividad revolucionaria con los otros

sectores proletarios estamos obligados a unificarnos, a tal unificación debemos llevar también a los

sectores explotados del taller artesanal: oficiales y aprendíces.

Pulacayo, 8 de noviembre de 1946.

Lectura Nº 12

Del Descubrimiento Petrolífero a la Explosión del Gas Carlos Miranda Pacheco

La primera explotación comercial petrolera en el mundo occidental data de mediados del siglo

pasado. Es, sin embargo, en el transcurso del siglo XX que el petróleo y sus derivados invaden y marcan

nuestra vida en innumerables formas. Así, la industria adquiere dimensiones gigantescas sin precedentes.

Por esta razón Daniel Yergin, en su célebre Historia del petróleo, sostiene que los antropólogos del futuro

denominarán al ser humano de este siglo como el "hombre de los hidrocarburos".

Originalmente la refinación y comercialización del petróleo fueron destinadas a la elaboración

del kerosene o "luz blanca" para la iluminación. Esta actividad se tornó febril en Norteamérica y Europa,

y amplió horas útiles a una sociedad en pleno desarrollo industrial. Hacia 1900 grandes emporios

empresariales estaban consolidados y en expansión.

Las primeras concesiones petroleras en Bolivia fueron otorgadas en 1865 y no tuvieron ningún

resultado práctico. La Ley de 27 de enero de 1900, la primera que hace referencia al tema de los

hidrocarburos, incorporó la explotación petrolera en el ámbito de la legislación minera existente. La

industria petrolera habría de desenvolverse, a lo largo del siglo, dentro de marcos legales cambiantes.

Bolivia ha dado una vuelta completa en su legislación y práctica pe-trolera: primero, la apertura

total a la inversión privada en 1921; luego la reversión de las concesiones y confiscación de bienes de la

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Standard Oil constituyó una primera nacionalización y condujo a una situación de mo-nopolio de facto

en 1936 con la creación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB); el Código de Petróleo

de 1955 intentó la coexistencia de YPFB y las empresas concesionarias privadas; en 1969 se nacionalizó

la Bolivian Gulf Oil Company (Bogoc); la Ley General de Hidrocarburos de 1972 representó la transición

a un monopolio estatal flexibilizado que restringía el capital privado a las fases de exploración y

producción; y por último en 1996 se permitió la inversión privada en todas las actividades de la industria.

Como se ve, el itinerario legal petrolero ha pasado de inversión privada a inversión privada.

Los Promotores

Los primeros años, por el escaso conocimiento científico y tecnológico de la industria, se

solicitaron concesiones de pequeña dimensión para la exploración de regiones donde se conocían

afloramientos de petróleo; se creía, al igual que en la minería, que la actividad consistía en explotar una

veta.

La personalidad de esa época fue, sin duda, Luis Lavadenz. En 1909 inició los trámites para

obtener una concesión petrolera de un millón de hectáreas en Santa Cruz. Este trámite, novedoso para la

época, generó una ola de peticiones, todas especulativas, con el fin de interesar a alguna empresa petrolera

que pudiera aportar el capital y la tecnología necesarias. Lavadenz, en 1910, trató de reunir capitales

nacionales para iniciar una empresa petrolera; pero sus intentos fueron infructuosos. En su obstinada

actividad especulativa, Lavadenz se trasladó a Inglaterra logrando asociarse con Percival Farqhuar,

legendario inversionista inglés. Financiados por Farqhuar se realizaron estudios geológicos en 1912 y se

internó al país el primer equipo de perforación hasta cerca de Cuevo, en Santa Cruz. En 1913 se perforó

el primer pozo petrolero exitoso en Bolivia. El informe que transmitía las buenas noticias coincidió con

la notificación de Farqhuar sobre la quiebra de la compañía y la instrucción de que el equipo fuera

repatriado a Inglaterra.

Mientras tanto, en el escenario mundial, sucedieron dos hechos tras-cendentales que proyectarían

la industria petrolera a dimensiones insos-pechadas. Por un lado, la aparición masiva del motor a

combustión interna propulsado por gasolina; por otro, en 1911, la armada británica decidió utilizar

petróleo y sus derivados como combustibles en vez de carbón. Desde entonces el petróleo se caracteriza

por su incalculable valor como com-bustible y por ser un recurso estratégico para la seguridad de las

naciones.

La Primera Guerra Mundial frenó los esfuerzos de Lavadenz y otros concesionarios empeñados

en gestiones similares. En 1916 se estimó que las concesiones llegaban a treinta millones de hectáreas.

Por esta razón -rescatando un concepto del gobierno de Tomás Frías que estableció por decreto: "el

petróleo y otros bitúmenes como propiedad del Estado"- el gobierno del general Ismael Montes, mediante

Ley de 12 de diciembre 1916, prohibió la otorgación de nuevas concesiones, declaró reserva fiscal al

resto del territorio nacional, e impuso una regalía a favor del Estado de 10% de las concesiones existentes.

Terminada la contienda mundial -que reafirmó el valor y la importancia del petróleo- se desató una

campaña empresarial en el mundo para la búsqueda y obtención de campos y áreas petroleras. La lucha

se volvió despiadada ,al extremo de que Inglaterra y Estados Unidos terminaron enfrentándose por el

acceso a ciertas regiones del planeta.

Un incidente conmocionó los centros de poder de Europa y Norteamérica. En 1919 dos geólogos

de la Standard Oil fueron apresados a su arribo a Bagdad por el gobernador inglés y puestos a disposición

de la policía local. La reacción de Estados Unidos no se dejó esperar y rápidamente formuló e impuso su

política de "puertas abiertas" para lograr el acceso global a los intereses empresariales norteamericanos,

comprometiendo el apoyo oficial de Washington. Como una repercusión de la política de puertas abiertas,

en 1920 el gobierno de José Gutiérrez Guerra levantó la reserva fiscal impuesta en 1916. En esos años

muchos geólogos recorrieron el país, en especial el sudeste, y empezaron a conformar un cuadro

geológico y estratigráfico de las áreas potenciales e inclusive a delinear posibles campos óptimos para

realizar perforaciones -que en última instancia, aún ahora, es el paso final para encontrar petróleo. La

mayoría de los geólogos pertenecían a empresas a las que se les ofrecía propiedades. Organismos

oficiales del gobierno argentino, luego de realizar estudios en el norte de su país, ingresaron también a

Bolivia y efectuaron relevamientos de gran detalle que sirvieron como importantes elementos de

referencia para el desarrollo nacional y para las políticas del gobierno argentino en materia petrolera.

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Con el levantamiento de la reserva fiscal se reinició el otorgamiento de concesiones. En 1920 se

concedieron áreas a la compañía Caupolicán- Calacoto, de capitales chilenos y bolivianos, para explorar

en el departamento de La Paz -ésta fue la primera empresa que hizo trabajos de perforación en el

altiplano- y finalmente a Jorge de la Reza para realizar exploraciones en el Chapare. En ese escenario,

Luis Lavadenz vendió todos sus intereses a la Richmond Levering Co. de Nueva York, transfiriendo sus

derechos a 2,3 millones de hectáreas en los departamentos de Tarija, Chuquisaca y Santa Cruz. Richmond

Levering envió a sus geólogos para examinar las concesiones adquiridas y revisar muchas de las

anteriormente mencionadas. Apoyados en sus observaciones, y en las de sus antecesores,1 el trabajo

realizado por estos geólogos constituyó probablemente la mejor síntesis del conocimiento geológico

petrolero de ese tiempo.

El 10 de junio de 1921 el gobierno de Bautista Saavedra promulgó la Ley orgánica del petróleo,

el primer instrumento legal dedicado a la industria que incorpora conceptos modernos: la fiscalización

del Estado, la obligación de construcción de refinerías para procesar la producción obtenida dando

prioridad al abastecimiento del mercado interno, una regalía para el Estado, el impuesto a las utilidades,

y la obligatoriedad de la devolución de 20% del área concedida al iniciar la producción comercial. Hasta

esa época llegó la romántica historia de los promotores bolivianos que intentaron por veinte años

establecer empresas petroleras en el país con el apoyo de tecnología y capitales extranjeros.

GRAFICO 1

Perforación (1912-1998)

La Standard Oil de New Jersey

El gobierno norteamericano aplicó la legislación antimonopólica al imperio petrolero, creado por

David Rockefeiler, denominado Standard Oil. Esto obligó a Rockefeiler a dividir su imperio en varias

compañías, la más importante de las cuales fue la Standard Oil de New Jersey. En 1920, la Standard Oil

de New Jersey, al celebrar su cincuentenario, anunció su interés "en toda zona productora,

independientemente del país en que se encuentre". Fue así que registró el 16 de noviembre de 1921 la

Standard Oil de Bolivia, y compró las concesiones de Richmond Levering y otros; a su vez solicitó un

millón adicional de hectáreas.

Desde el inicio de la Standard Oil se generaron reacciones negativas porque presentó las

concesiones que adquiría como un hecho consumado sin autorización previa y porque solicitó

modificaciones a los contratos de concesión. Si bien la Standard Oil era de gran solvencia técnico-

financiera, también arrastraba la estela de su mala imagen en Norteamérica por su célebre juicio con el

gobierno norteamericano.

La oposición en el Parlamento fue liderada por Abel Iturralde. Bautista Saavedra, que en ese

momento se encontraba en la oposición, respaldó a Iturralde; sin embargo, el 25 de junio de 1923, como

Presidente de la República, aprobó el contrato con la Standard Oil. Ese comienzo irregular y altamente

discutido marcó fatídicamente a esta empresa. La Standard Oil inició rápidamente sus operaciones y con

gran efectividad: en 1924 descubrió el campo Bermejo; en 1926 Sanandita; en 1927 el más prolífico y

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prometedor, Camiri; en 1929 Camatindi; y en 1931 instaló una refinería elemental en Sanandita y otra

en Camiri.

Mientras tanto, los vientos de guerra entre Bolivia y Paraguay soplaban cada vez más fuerte por

la ambigüedad de fronteras en la zona del Chaco. Este ambiente de tensión fue alimentado por la Standard

Oil, que en 1927 solicitó oficialmente a Argentina la construcción de un oleoducto a Salta y el libre

tránsito de la producción boliviana en territorio argentino. Argentina rechazó esta solicitud.

La presión de la Standard Oil interesada en obtener vías de exportación indujo al presidente

Hernán Siles a enviar una carta al Congreso para gestionar un oleoducto por el Chaco para acceder al río

Paraguay, argumentando que el crecimiento de la producción petrolera boliviana no podía someterse a

las imposiciones argentinas ni a la oposición paraguaya para construir un oleoducto a través de la zona

en litigio. Lo anterior, más otros incidentes de tipo militar, demuestran que la guerra era casi inevitable.

Ante este panorama, la Standard Oil inició acciones que contribuyeron a su expulsión de Bolivia.

En 1931 empezó a retirar equipo y maquinarias del país. Al año siguiente, cuando estalló el conflicto, el

primer acto de la Standard Oil fue declararse neutral. Basada en su "neutralidad" se rehusó a contribuir

con fondos al Estado boliviano, no obstante que todas las empresas en mayor o menor medida financiaron

el esfuerzo bélico -recordemos que el país estaba aún sufriendo los efectos del crash de 1929. Más aún,

durante el conflicto se negó a abastecer de combustible a las Fuerzas Armadas bolivianas. Esto obligó al

Estado a intervenir los campos de la Standard Oil en Camiri, logrando no sólo aumentar la producción

sino también elaborar gasolina para la aviación -producto que la Standard Oil había declarado no podía

ser elaborado en esa refinería. Esta conducta hostil de la empresa dio pie a la tesis de que la Guerra del

Chaco fue provocada por la pugna entre la Standard Oil y la Royal Dutch Shell. No existen elementos

objetivos para aceptar esa hipótesis: la disputa territorial databa de muy lejos y la Shell no estaba presente

en Paraguay; más aún los acuerdos de Achancarry de 1931, al establecer el cártel petrolero mundial,

muestran que esta zona de América del Sur había sido asignada a la Standard Oil.

La caducidad de las concesiones y la confiscación de los bienes de la Standard Oil en Bolivia han

sido actos legales del Estado, aunque el proceso fue dilatado y distorsionado por la óptica externa.2 Esta

decisión tuvo su inicio en la denuncia de ilegalidad que hizo Iturralde, cargo que no fue defendido en las

cortes competentes y que en cierto modo fue disipado por el descubrimiento de los campos antes

indicados. Después del cese de hostilidades del 14 de junio de 1935, el problema legal con la Standard

Oil volvió a tomar actualidad. Así, el 22 de octubre, losé Luis Tejada Sorzano inició un proceso de fraude

contra la empresa que fue reforzado por la denuncia de exportaciones clandestinas de petróleo de Bermejo

en 1926 y 1927; este hecho fue probado y admitido por la Standard Oil.

Con un golpe de Estado, el general David Toro sucedió a Tejada Sorzano, proclamando un

gobierno "militar socialista", que se caracterizó por la adopción de medidas contradictorias para

mantenerse en el poder. La Standard Oil aprovechó la situación y en 1936 obtuvo la promulgación de un

decreto supremo que pretendía cambiar la ley vigente y una resolución ministerial. Para tal efecto declaró

que había cumplido todas sus obligaciones de ley. No obstante, el mismo gobierno el 13 de marzo de

1937, mediante decreto supremo, dictaminó la caducidad de las concesiones y confiscación de los bienes

de la compañía, por haber violado su contrato y por traición a la patria durante la guerra. Se estaban

viviendo los efectos de la contienda del Chaco y este acto fue posiblemente el más popular en el país. La

compañía rechazó los cargos, apeló ante la Corte Suprema de Justicia y recurrió al Departamento de

Estado de Estados Unidos. Desde entonces hasta 1941, el Departamento de Estado apoyó el caso de la

Standard Oil y presionó al gobierno de Bolivia negándole la ayuda económica que necesitaba con toda

urgencia.

El ingreso de Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial y la necesidad de acordar con Bolivia

el abastecimiento de minerales estratégicos, hicieron que el Departamento de Estado disminuyera su

presión y que el caso de la Standard Oil pasara a segundo plano. Durante ese periodo (1936- 1941) el

Estado libró una intensa batalla diplomática y finalmente admitió un acuerdo transaccional en enero de

1942, por el cual en abril firmó un convenio con la Standard Oil y pagó la suma de 1.792.375 dólares. A

esa compensación se le dio la forma de adquisición de estudios geológicos, acordándose a su vez que el

arreglo era definitivo para las dos partes. Así, se cerró este capítulo de la primera compañía petrolera

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privada en nuestro país, dejando en el exterior una imagen de inseguridad para la inversión privada y, a

nivel local, resentimiento y hostilidad.

La Guerra del Chaco fue un gran desastre, pero en términos petroleros el área potencialmente

productora fue salvaguardada. Hasta el presente no se han podido encontrar yacimientos de petróleo en

el Chaco paraguayo, en cambio en Bolivia el área recuperada después del cese de hostilidades es parte

integrante del terreno tradicionalmente productor.

YPFB, su Creación y su Monopolio de Facto

YPFB fue creado mediante Decreto Supremo de 21 de diciembre de 1936 como resultado de una

serie de factores. Los militares habían adquirido conciencia de la importancia del petróleo por los

problemas vividos en la contienda. La guerra sacudió tan fuertemente que toda la población cuestionaba

el sistema existente y especialmente el papel de la empresa petrolera privada que se declaró "neutral".

Dionisio Foianinni, durante el gobierno del general Toro, encabezó el grupo proempresa estatal, con un

fuerte respaldo de Germán Busch que logró la promulgación del histórico decreto de la creación de

YPFB, basado en la Ley Orgánica del Petróleo.

A partir de la creación de YPFB, los acontecimientos empezaron a suceder con gran

vertiginosidad. El 16 de enero de 1937 se levantó la reserva fiscal establecida por la ley de 1921 y se

dotó a YPFB de dos áreas. Ese mismo día se promulgó otro decreto supremo que establecía que

"cualquier" gestión que tuviera relación directa o indirecta con la riqueza petrolera antes de su resolución

debía ser elevada en consulta a YPFB para que ésta evaluara su conveniencia a la luz de sus planes

actuales o futuros. En marzo de ese año se declaró la caducidad de la Standard Oil y se encomendó a

YPFB el manejo de las áreas revertidas y sus instalaciones. Casi simultáneamente se estableció por

decreto la exclusividad de YPFB en la comercialización interna del petróleo y derivados y se le dio un

pequeño capital de arranque. Algunos meses después se aprobó su ley orgánica, estableciendo su primer

directorio.

Es interesante anotar que tanto en el decreto ley de creación de YPFB y su ley orgánica, así como

en el levantamiento de las áreas de reserva fiscales, se establecía claramente la facultad de YPFB de

asociarse con terceros para la explotación de petróleo, y no se le asignaba facultades monopólicas, es

decir, que cualquier empresa podía solicitar concesiones. El pleito con la Standard Oil ahuyentó a los

intereses privados, representando en la práctica un monopolio de facto por parte de YPFB. Denominar la

empresa petrolera estatal boliviana YPFB no es fruto de la casualidad o el deseo de imitar a la estatal

argentina Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). Refleja la influencia que YPF tuvo sobre Foianinni

mucho antes de la creación de YPFB, y el juego geopolítico argentino que adoptó el desarrollo petrolero

boliviano al seguir los lineamientos de la política petrolera argentina. En consecuencia el Estado

argentino y YPF prestaron rápidamente ayuda a la naciente empresa boliviana.

Los primeros profesionales de YPFB fueron jóvenes becarios que se formaron en diferentes

disciplinas en Argentina. Esta especialización fue posible gracias al apoyo de la estatal argentina. Al

poco tiempo se seleccionó y envió otro grupo de jóvenes estudiantes a México para lograr su formación

académica en la industria petrolera. Los posteriores ejecutivos de YPFB emergieron de ambos grupos.

Al mismo tiempo YPF facilitó el equipo y las maquinarias a crédito para reactivar los pozos que dejó la

Standard Oil. Así, en 1939 YPFB perforó con gran éxito su primer pozo en Sanandita. Adicionalmente

Argentina otorgó a la producción de YPFB libre tránsito por su territorio y abatió las barreras arancelarias

que había levantado a la producción de Standard Oil antes de la guerra. En síntesis, con una rapidez

extraordinaria, YPFB logró estructurarse y funcionar como una empresa petrolera e influenciar

fuertemente en la conducción de la política petrolera nacional.

El derrocamiento del general Toro por el general Busch no disminuyó el impulso con el que se

estableció YPFB. El gobierno de Busch, que mantuvo su apoyo a la empresa estatal, tomó dos medidas

de trascendental importancia: por un lado, suscribió con Brasil el convenio de vinculación ferroviaria y

de aprovechamiento de petróleo en el área de Santa Cruz en cooperación con el gobierno del Brasil,

sentando las bases para los futuros tratados de Roboré de los cuales se origina la exportación de gas al

Brasil; y, por otro lado, se profundiza el principio de las regalías departamentales que ya había sido

establecido en 1929 por el gobierno de Hernando Siles y que destinaba 11 del 30% de la regalía nacional

a favor de las circunscripciones productoras.

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Busch, mediante Decreto de 15 de marzo de 1938, estableció el pago de 11 % de la producción a

favor de los departamentos productores, medida que después de 1957 sería reivindicada por los

departamentos, formando parte indisoluble de toda legislación petrolera a partir de esa fecha. La trágica

muerte de Busch fue seguida por rápidos cambios de gobierno hasta que en 1940 se eligió al general

Enrique Peñaranda, en cuya agenda de gobierno YPFB no tenía un lugar preponderante; aunque en 1941

YPFB logró un gran impulso en su producción, alcanzando los 230.000 barriles por año (bpa), cifra que

triplicaba la reportada por la Standard Oil antes de su caducidad.

El escenario estaba dominado por la Segunda Guerra Mundial, con su consecuente influencia en

la vida nacional. Como uno de los frutos de la influencia norteamericana se instaló en Bolivia la misión

Bohan, que efectuó el primer intento de planificación del desarrollo del país; en esa época se creó la

Corporación Boliviana de Fomento. A través de esta agencia YPFB accedió a créditos que le permitieron

introducir por primera vez en Bolivia la tecnología de ese momento: perforación con equipos de tipo

rotatorio en vez de los de percusión heredados de la Standard Oil y obtenidos de Argentina. Con esta

nueva tecnología se reabrieron las perforaciones en Bermejo, lográndose en 1942 alcanzar 334.000 bpa.

El incremento de volumen empezó a ser exportado a Argentina, constituyendo la primera exportación

formal de petróleo boliviano.

El golpe de Estado de 1943, por un grupo de militares jóvenes que gozaban del apoyo del

Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), nuevamente impulsó el desarrollo petrolero y se

iniciaron las negociaciones para construir el primer oleoducto Camiri-Cochabamba y la construcción de

una refinería en esa localidad. De esta forma Camiri se convirtió en el campo de mayor producción,

eliminando la competencia entre Sanandita y Bermejo. En 1952 la Revolución Nacional llevó al poder a

Víctor Paz Estenssoro y a su partido, el MNR. El advenimiento de un gobierno revolucionario y

nacionalista coincidió con la madurez de los cuadros técnicos de YPFB que promovían el plan Camiri,

consistente en el desarrollo acelerado de ese campo. Hasta esos años YPFB, al ser el único abastecedor

de combustible, no tenía la capacidad de oferta con producción propia -el plan Camiri tenía por objetivo

eliminar esa diferencia.

El gobierno atendió el planteamiento interno de YPFB, que era promocionado al más alto nivel,

dado que el hermano del Presidente de la República, losé Paz Estenssoro, tenía las riendas de YPFB en

calidad de presidente. El gobierno potenció YPFB desviando fondos de la minería recientemente

nacionalizada para la compra de equipos modernos de perforación y todo el material necesario. Estas

medidas rápidamente rindieron resultados espectaculares; la producción de Camiri subió de 1,58 millones

de barriles por año (MMbpa) en 1953 a 2,8 MMbpa en 1954, superando con creces la demanda interna.

A partir de ese año el país ingresó a una nueva etapa económica petrolera; dejó de ser importador y se

volvió autosuficiente, e inclusive obtuvo excedentes para su exportación a Argentina. YPFB empezaba

a convertirse en el paradigma del Estado nacionalista independiente.

La inyección de fondos y los resultados obtenidos en producción -que son complementados con

la construcción del oleoductos de Camiri a Santa Cruz, otro a Yacuiba y de un poliducto de Cochabamba

a La Paz- consolidaron a YPFB, que mostraba una producción en ascenso sostenido. Sin embargo, las

medidas nacionalizadoras de la minería, que era sin duda la industria de mayor envergadura en el país,

mantenían un ambiente de desconfianza exterior para la inversión privada.

En el afán de atraer inversión, el gobierno celebró un contrato con Glenn MacArthy. En

septiembre de 1952 el gobierno le asignó un área de contrato en el área de YPFB, en la provincia Gran

Chaco de Tarija. El contrato no pudo ser ejecutado a cabalidad por este empresario por la pésima

administración y por los malos resultados obtenidos en los pozos perforados,- el contrato fue cancelado

en 1957.

GRAFICO 2

Producción y Consumo de Petróleo y Condensado (1937-1999)

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¿Coexistencia de la Empresa Estatal y Privada? La Nacionalización de Bogoc

El amplio soporte popular y el fervor revolucionario con el que el MNR ascendió al poder en

1952 planteaba a su primer gobierno el reto de emprender y financiar reformas de profundidad y largo

alcance para lograr las trans-formaciones que preconizaba. La experiencia de recurrir sólo a la inversión

privada, como con la Standard Oil, no dejó saldos positivos. Los excelentes resultados logrados por el

monopolio de facto de YPFB habían sido posibles con transferencias de ahorro interno que, de todas

maneras, eran limitados,- por tanto, la inversión privada extranjera era insoslayable.

El gobierno emprendió la elaboración de un nuevo instrumento legal tratando de lograr una

normatividad que permitiera el desarrollo de la industria impulsando a YPFB, atrayendo inversión

externa y manteniendo los acuerdos de 1938 con Brasil. Así, nació el Código del Petróleo, bautizado por

la oposición como Código Davenport por haber sido redactado con el asesoramiento del bufete

norteamericano Davenport-Shuster. El código se promulgó el 26 de octubre de 1955 y fue elevado a

rango de ley el 24 de enero de 1958. Este código fue duramente criticado en un contexto de fervoroso

nacionalismo y medidas revolucionarias. Las observaciones fundamentales eran: por un lado, la

introducción del factor de agotamiento, contradictoria e ilógica norma, que aunque reconocía la

propiedad del Estado sobre los hidrocarburos, le otorgaba al operador el descuento de 27,5% de la

producción por estar explotando un recurso no renovable,- por otro, la tributación de 30% sobre

utilidades, que establecía un sistema de cálculo difícil de lograr. Los efectos del código se hicieron notar

de inmediato, con la llegada del capital extranjero privado. Se lograron tres contratos de operación

conjunta con YPFB en su área y concesiones a 14 compañías extranjeras para 13,8 millones de hectáreas.

Estas, más otras 14,4 Mha del área reservada para YPFB, formaron un conjunto de 28,2 millones de

hectáreas para la exploración.

En primera instancia, los contratos con YPFB aparentaron tener los rendimientos más rápidos. El

18 de octubre de 1957 YPFB firmó un contrato con un consorcio de cuatro empresas norteamericanas

denominado Chaco Petrolero SA, para exploración y explotación. Estas empresas efectuaron la

perforación de siete pozos, todos sin éxito comercial y en 1962 renunciaron al área. Paralelamente, en

1957 YPF argentino perforó con éxito una estructura denominada Madrejones al norte de su país y que

se extendía en territorio boliviano, logrando producción de gas y condensado [petróleo muy liviano con

grandes cantidades de gas). El gobierno convocó a una licitación internacional para desarrollar

Madrejones boliviano que fue adjudicada al consorcio norteamericano Bolivian Oil Co. La compañía

logró perforar seis pozos. El campo se comportó de manera errática y las producciones de gas y petróleo

declinaron aceleradamente. En 1967 el campo fue cerrado y devuelto a YPFB. En ese periodo, y por un

tiempo limitado, Bolivia exportó por primera vez gas a Argentina de modo irregular, al precio de ocho

centavos de dólar por millar de pies cúbicos.

Después de lograr el autoabastecimiento en 1954, YPFB continuó su trayectoria ascendente: los

volúmenes de producción se superaban cada año. Las refinerías de Cochabamba y Santa Cruz fueron

complementadas con centros de acopio en las localidades de segunda importancia. Las estaciones de

servicio de YPFB empezaron a proliferar y se inició la producción de lubricantes. Con todos estos hechos,

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la empresa se vigorizó y su actividad exploratoria se extendió más allá de su área asignada. El rombo con

las siglas de YPFB se volvió el logotipo más reconocido en todo el país. La quimera de 1936 se tornó en

una realidad nacional; por eso el periodo 1954- 1958 se conoce como los años dorados.

Bogoc empezó sus operaciones con meditada cautela. Acompañó muy de cerca la elaboración del

código y, una vez aprobado, al igual que las otras compañías, tramitó áreas bajo concesión. Paralelamente

puso énfasis en un contrato de operación conjunta con YPFB en la zona de la estatal Mandeyapecua, al

sudeste de Camiri. Esta empresa exigió a YPFB construir un oleoducto de exportación de Sica Sica a

Arica y colaboró adelantando cinco millones de dólares. Bogoc había asimilado la experiencia de la

Standard Oil y ante todo se aseguró de contar con un medio de exportación, esta vez hacia el Pacífico. El

oleoducto fue considerado en la industria como una proeza técnica de la época. Bogoc realizó un gran

esfuerzo perforando más de veinte pozos en el área del contrato, pero los resultados terminaron siendo

negativos. Ante el fracaso en Madeyapecua se replegó el contrato con YPFB y trasladó la actividad a sus

concesiones en Santa Cruz.

En julio de 1960, Bogoc logró el primer pozo productor en el campo de Caranda, al norte de Santa

Cruz, y a partir de ese momento el rol protagónico pasó a esta empresa. Caranda, además de ser el primer

campo productor fuera del área de YPFB, constituye un hito en el pensamiento geológico. La búsqueda

de petróleo estaba fundamentalmente dirigida hacia formaciones del devónico (más o menos 400

millones de años de antigüedad). En Caranda, Bogoc logró una producción de niveles del carbonífero

(más o menos 350 millones de años de antigüedad). En 1961, Bogoc descubrió en Santa Cruz el campo

de Colpa; en 1962, Río Grande. Caranda se convirtió pronto en el mayor campo de petróleo del país, y

Río Grande y Colpa en los más grandes campos de gas y condensado. Por la falta de descubrimientos

propios, las reservas de YPFB se fueron menguando rápidamente,- por su lado Bogoc amplió sus

operaciones de exploración a Santa Cruz.

Los resultados de las campañas exploratorias fueron magros en relación al costo de las mismas.

A partir de 1962 la producción empezó a declinar,- paralelamente los esfuerzos de las compañías

privadas, con la excepción de Bogoc, también fueron negativos: ninguna pudo descubrir yacimientos

nuevos -el oleoducto de exportación por Arica estaba sin utilización. La suma de estos acontecimientos

trasladaron el centro de gravedad de la industria de Camiri a Santa Cruz.

A partir de 1965 la producción se alejó apresuradamente de la demanda por la incorporación de

los volúmenes de Bogoc. Ese año se logró la producción de 40.000 bpd. Las reservas de petróleo

mostraban que Bogoc superaba en diez veces las de YPFB; simultáneamente aparecía un nuevo actor en

la escena: el gas natural. Las reservas de Bogoc eran también diez veces mayores que las de YPFB. Los

volúmenes producidos eran espectaculares,- pero los rendimientos por tributos al Estado crecieron muy

poco.

El factor del agotamiento y el sistema de cálculo de utilidades hicieron sentir sus efectos

justificando plenamente las críticas iniciales al código.

Por otro lado afloró otra gran falla del código: fue concebido sólo para el petróleo. En todos sus

artículos la palabra gas era mencionada tres veces y gasoducto nunca. Sólo el gas vendido tributaba

regalías y como no se tenía mercado para este hidrocarburo, el Estado no percibió un centavo por

volúmenes cada vez mayores que acompañaban los de petróleo en Colpa y Río Grande, con el agravante

de que la mayor parte era quemado. El código fue bautizado definitivamente como Código Davenport y

el tema de la nacionalización empezó a flotar en el ambiente.

Bogoc agravó la situación: en 1967 firmó un contrato de venta por veinte años con Gas del Estado

de Argentina sólo para su producción, y conformó la sociedad Bolsur con William Brothers Co. Esta

sociedad obtuvo la concesión exclusiva para la construcción del gasoducto de Bolivia a Argentina

(Colpa- Yacuiba). La reacción de YPFB y gran parte de la opinión pública se tornó adversa a la empresa

norteamericana. YPFB declaró una huelga general e hizo sentir su fuerza. Por primera vez el país

experimentaba la escasez de combustibles. El presidente René Barrientos solucionó rápidamente la

huelga revocando la concesión a Bolsur, y logró que se conformara una nueva sociedad: Yabog,

constituida en partes iguales por YPFB y Bogoc, con el compromiso de que los campos de YPFB aporten

también a la exportación de gas.

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Las nubes de tormenta amenazaban a Bogoc. En abril de 1968 el gobierno puso en suspenso la

aplicación del código, y creó el Consejo Nacional del Petróleo y Petroquímica para estudiar las reformas

que serían introducidas. Bogoc tomó medidas desesperadas; renunció al factor de agotamiento y ofreció

suministrar hasta diez millones de pies cúbicos (MMPC) de gas de sus campos a precio cero para

consumo interno. Esta medida en vez de ser recibida con beneplácito terminó siendo rechazada porque

no tributaría regalías a las regiones productoras.

Barrientos murió y fue sucedido por su vicepresidente, derrocado unos meses más tarde por el

general Alfredo Ovando. Este conformó un gobierno con políticos jóvenes de conocida oposición a

Bogoc, entre ellos, Marcelo Quiroga Santa Cruz. La derogación del Código del Petróleo en septiembre

de 1969 fue uno de los primeros actos del nuevo gobierno.

El contrato de venta a Argentina fue subrogado a Yagob (YPFB-Bogoc). El financiamiento

destinado inicialmente a Bolsur para el gasoducto con el aporte del Banco Mundial (BM) y el New York

Common Retirement Fund (NYCRF), en partes iguales, fue subrogado también a Yabog. En medio de

esa turbulencia política en 1969 se inició la construcción del gasoducto y las plantas de tratamiento de

Colpa y Río Grande para comenzar las entregas en mayo de 1970.

El viejo adagio "política y petróleo forman una mezcla explosiva", nuevamente se hizo realidad.

El 17 de octubre de 1969 el gobierno del general Ovando decretó la nacionalización de Bogoc,

confiscando todos sus bienes y revirtiendo sus concesiones con el compromiso de un pago indemniza-

torio. Por segunda vez Bolivia dejaba estupefacta a la comunidad petrolera mundial. Recordemos que en

1937 caducó la Standard Oil, la compañía petrolera norteamericana más grande del mundo de ese tiempo,

y esta vez, en 1969, nacionalizó la tercera compañía petrolera más poderosa del planeta.

Para esa fecha todas las compañías extranjeras que ingresaron con el Código del Petróleo habían

dejado el país, con excepción de la Atlantic Richfield, que aún mantenía una concesión en el norte de

Santa Cruz. Esta concesión fue legal y silenciosamente caducada. La reacción de la Gulf Oil Corporation,

la casa matriz, fue fulminante: declaró el embargo a cualquier exportación de petróleo boliviano, paralizó

el suministro de cañería para el gasoducto y se suspendieron los créditos del BM y del NYCRF; a ello se

sumaron las medidas de presión del gobierno de Estados Unidos. Bolivia quedó cercada y aislada hasta

el momento en que Bogoc no estuvo satisfecha con la situación. El embargo redujo la producción

nacional a lo necesario: para el consumo interno y para exportación a Argentina que, consecuente con

sus propios intereses, no acató el bloqueo. A esto se sumó que los ingresos fueron menguados por regalías

de las regiones productoras. La opinión pública nacional estaba dividida porque la situación era diferente

a la confrontada con la Standard Oil en 1937, que sí contó con el apoyo masivo de la población.

Mientras todo esto sucedía el ambiente político interno se alteró nuevamente. El general Ovando

fue sustituido por un breve gobierno de facto a mando del general Juan José Torres. Un golpe de Estado

llevó a la presidencia al coronel Hugo Banzer con el respaldo de las Fuerzas Armadas y los partidos

Falange Socialista Boliviana (FSB) y MNR. Este cambio estabilizó el ambiente político. En el escenario

petrolero los problemas fundamentales eran:

1. Acordar la indemnización

2. Concluir la construcción del gasoducto a Argentina

3. Solucionar la disminución de regalías a los departamentos productores

4. Llenar el vacío legal causado por la derogación del Código del Petróleo

La decisión fue negociar directamente con la compañía nacionalizada; para este objetivo el

gobierno contrató a la firma francesa Geopetrole para auditar las inversiones de Bogoc y establecer el

monto indemnizatorio. Esta empresa determinó que el monto de inversiones indemnizables alcanzaba

aproximadamente a 138 millones de dólares; la Central Obrera Boliviana (COB), con la participación

activa de YPFB, estableció ese monto en 112 millones; por su lado Bogoc exigía 183 millones.

Finalmente se acordó la suma de 102 millones de dólares, a la que se gravó con un impuesto de 22%, que

representó el pago neto de 78 millones de dólares con la aceptación de la Gulf Oil Corporation.

Acordado el monto indemnizatorio, se emprendió la negociación con el BM para la reconstitución

del financiamiento y la conclusión del gasoducto a Argentina. La pausa obligada de la construcción

reportó sobrecostos a los montos originales, y la necesidad de fondos extras para concluir las plantas de

tratamiento de gas que Bogoc había iniciado con sus propios recursos y que constituían una parte

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indispensable del gasoducto. Se reconstituyó el financiamiento necesario con el BM, el N'YCRF y la

incorporación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), bajo las siguientes condiciones:

1. La operación de los campos de la ex-Bogoc, que sería realizada por una repartición

autónoma de YPFB denominada división Santa Cruz

2. La finalización del gasoducto y sus facilidades accesorias hasta mayo de 1972

3. La ampliación del contrato de venta de gas por veinte años a partir de 1972

4. El establecimiento de un sistema de fideicomiso de los ingresos por exportación de

petróleo y gas de los campos nacionalizados destinados en orden de prioridad para: el pago a los entes

financiadores, la indemnización a Bogoc, la provisión de fondos a la división Santa Cruz, un fondo de

reserva, y el remanente a YPFB

5. La garantía del Banco Central de Bolivia y un tercer país

La división Santa Cruz fue rápida y eficientemente restablecida con personal de YPFB, un

reducido número de ex funcionarios de Bogoc que permaneció en el país, y la supervisión de consultores

externos. Con la compra de las acciones a Bogoc, Yabog fue establecida como una subsidiaria de YPFB.

Esta restableció los contratos de provisión de cañería, maquinaria y de construcción del gasoducto. La

forma de pago de la indemnización a la ex-Bogoc fue acordada con la Gulf Oil Corporation, destinándose

25% de los ingresos por exportación de petróleo y gas de la división Santa Cruz mediante el sistema de

fideicomiso. La garantía del Banco Central de Bolivia fue otorgada y además la garantía del Banco de la

Nación Argentina.

La cooperación del gobierno argentino y de Gas del Estado, consecuente con su política de apoyo

a YPFB desde 1936, fue prestada de buen grado, sobre todo porque el futuro suministro de gas boliviano

representaría 40% del consumo argentino. La angustia y oposición de los entonces comités de obras

públicas por disminución de regalías fue paliada con asignaciones fijas del Tesoro General de la Nación

(TGN). Finalizada la negociación se reiniciaron las operaciones de producción y construcción del

gasoducto y plantas de tratamiento.

GRAFICO 3

Producción y Destino Gas Natural (1953-1998)

Al mismo tiempo, el ambiente petrolero mundial estaba muy agitado. La Organización de Países

Exportadores de Petróleo (Opep) logró en 1972 la duplicación del precio de referencia del petróleo;

luego, el conflicto armado del Medio Oriente y el embargo árabe provocaron una escalada espectacular

de precios, de 2,50 dólares por barril hasta 15. Esta coyuntura internacional de precios facilitó que los

compromisos se cumplieran meticulosamente. A los nueve años de reiniciada la operación de los campos

de la ex-Bogoc, la indemnización fue totalmente pagada. La operación de exportación de gas representó

una de las operaciones mejor ejecutadas por YPFB y el Estado boliviano, y de óptimo rendimiento

financiero. El volumen exportado en los veinte años de contrato alcanzó 1.388 MMPC; al precio fijo

pactado origi-nalmente hubiera representado 311 millones de dólares. Con la eliminación de este precio

y la evolución del mismo se lograron 3.989 millones de dólares.

Sólo faltaba el último punto de la agenda. La industria se encontraba en un vacío legal. Ante la

escalada de precios era imperativo aprovechar esa coyuntura para lograr nuevas inversiones privadas.

Por tanto, se elaboró una nueva ley con profesionales nacionales, denominada Ley General de Hidro-

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carburos, que daba por finalizado el intento de coexistencia entre la empresa estatal con caracteres

monopólicos y las empresas privadas concesionarias.

Reapertura del Monopolio Flexibilizado

En marzo de 1972 se promulgó la Ley General de Hidrocarburos, en consonancia con los tiempos

políticos mundiales. El Estado mantenía la propiedad sobre todos los yacimientos de hidrocarburos;

YPFB fue encomendada a la exploración y producción en todo el territorio nacional; por su parte la

inversión privada se ejecutaba mediante contratos de operación con YPFB a riesgo del contratista. El

operador dividía la producción de petróleo y gas en porcentajes iguales (50/50) con el Estado. YPFB

pagaba las regalías del total de la producción, y fue dotada del monopolio de transporte, refinación y

comercialización. Con el fin de acelerar el desarrollo de la industria, la ley intentó mantener el monopolio

de la empresa estatal al otorgarle la facultad de celebrar contratos de exploración y explotación con

empresas privadas. La coyuntura favorable de precios y el hecho de contar con la producción y las

importantes reservas que se obtuvieron de la nacionalización de Bogoc hicieron que el gobierno, al igual

que otros anteriores, depositara sus esperanzas en un gran crecimiento de los ingresos petroleros.

La ley tuvo una rápida y entusiasta acogida de la comunidad petrolera por estar acompañada de

impecables credenciales: Bolivia estaba cumpliendo meticulosamente sus compromisos con Bogoc, el

BM y otros financiadores del gasoducto a Argentina, y exportaba los mayores volúmenes de gas y

petróleo de su historia. Las condiciones políticas internas mostraban una férrea autoridad del gobierno;

y sobre todo las condiciones externas eran muy favorables. Los precios altos del petróleo y la inseguri-

dad de abastecimiento del Medio Oriente ocasionaron la tendencia a buscar petróleo en otras regiones;

en ese momento las empresas contaban con flujos extraordinarios de dinero, debido justamente a los

precios altos -los famosos "petrodólares". También YPFB fue beneficiaría de esta coyuntura; en 1974

logró la cifra de 47.000 bpd, que hasta la fecha no ha sido alcanzada. De igual manera la producción de

gas natural subió rápidamente a 400 MMPC por día (MMPCD) y la exportación a 150 MMPCD.

La Ley General de Hidrocarburos estuvo vigente hasta 1990 y durante ese periodo el país

experimentó la actividad petrolera más intensa en toda su historia. La exploración abarcó, con diferentes

grados de intensidad, todas las regiones con potencial petrolero en todo el territorio nacional. YPFB y

otras veinte compañías privadas lograron perforar 121 pozos exploratorios, la mayoría de ellos en la zona

tradicional; pero también se realizaron perforaciones en el altiplano, al norte de Cochabamba, en Beni y

Pando. La búsqueda de petróleo se expandió mucho más allá de la zona tradicional de Tarija, Chuquisaca

y Santa Cruz.

La exploración de YPFB estaba muy activa: la empresa estatal fue la primera en perforar tres

pozos en el altiplano, seguida por las empresas privadas que perforaron otros cuatro. Lamentablemente

ninguno de ellos logró obtener resultados. En su afán de establecer una nueva comarca petrolera, YPFB

inclusive intentó descubrir petróleo con otro enfoque geológico, buscando acumulaciones no en los

clásicos anticlinales sino en acuñamientos estratigráficos -prolongaciones de formaciones que contenían

petróleo y que por los movimientos tectónicos se han ido acuñando contra las rocas ígneas- ubicados al

este de Santa Cruz. En esta búsqueda de petróleo e intento de descubrir yacimientos de segundo orden,

YPFB perforó 12 pozos exploratorios, todos sin éxito. El resultado total de la exploración privada y de

YPFB representó el descubrimiento de 26 nuevos campos y la ampliación de la zona productora, desde

el sudeste del territorio que tradicionalmente abarcaba Tarija, Chuquisaca y Santa Cruz, hasta el noreste

de Cochabamba, en la zona del Chapare.

En la década de los setenta, todos los precios de las materias primas, al igual que el petróleo,

alcanzaron el nivel más alto de su historia y la agroindustria del este del país ingresó también a un periodo

de expansión. La suma de todos estos factores inició un proceso acelerado de demanda interna. Las

refinerías de Cochabamba y Santa Cruz fueron duplicadas en su capacidad hasta 45.000 bpd. La

producción de gas subió rápidamente hasta alcanzar 500.000 MMPCD y exportar 200.000 MMPCD. Al

mismo tiempo el consumo interno de este energético se estableció en el país, lle-gando en 1990 a los 50

MMPCD. Como una lógica consecuencia del aumento de producción de gas y condensado, el gas licuado

de petróleo comenzó en forma acelerada a ser parte del consumo de energéticos en el mercado interno, y

de manera ocasional de la exportación. Todo este proceso fue estimulado por otra alza de precios de los

hidrocarburos en 1978 provocada por la crisis de Irán, que impulsó los precios a niveles de treinta dólares

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por barril. Este auge de actividad y sus consecuentes ingresos parecían indicar que la apuesta al desarrollo

del sector, como motor de la economía, esta vez había sido la correcta.

Desde 1975 se inició un proceso ascendente de transferencias de los ingresos de YPFB al Estado,

hasta llegar a constituir un 65% del TGN. El panorama mundial era similar al boliviano en los años

setenta; pero en la década de los ochenta cambió fundamentalmente. El mundo desarrollado tomó

medidas para contener la demanda incontrolada de petróleo, fue detenida la euforia de precios altos y el

precio del petróleo comenzó un sostenido decremento. En consecuencia, a partir de 1983 la actividad

exploratoria de petróleo inició un franco proceso de declinación. YPFB, para sustentar sus trabajos

exploratorios, empezó a recurrir a préstamos externos. Simultáneamente el país vivió un proceso político

casi caótico por el agotamiento de los regímenes militares de facto y el ingreso desordenado hacia la

democracia que recién en 1985 iniciaría su consolidación. En ese año sólo cuatro compañías privadas

además de YPFB estaban perforando y la producción cubría escasamente la demanda interna; el auge

petrolero se había esfumado con la misma rapidez con que apareció en la década de los años setenta.

En 1990 el gobierno intentó dar otro impulso a la industria para recuperar el auge de la década de

los setenta: derogó la Ley General de Hidrocarburos y promulgó otra Ley de Hidrocarburos que

flexibilizaba aun más la anterior introduciendo la figura de contratos de asociación en exploración y

explotación, así como en todas las otras actividades. Esta nueva ley surtió efectos positivos de

exploración en los primeros años. La flexibilización de la ley y la apertura hacia una economía de

mercado iniciada en 1985 permitieron el ingreso de veinte compañías extranjeras; de esta manera la

perforación exploratoria tomó un nuevo ritmo acelerado.

Con la nueva ley se perforó hasta 1996 un total de 147 pozos, de los cuales 44 eran exploratorios,

y hasta abril de 1996 se descubrieron 14 nuevos campos, todos ellos de gas y condensado, con la

excepción de los campos de la empresa Maxus que había iniciado sus actividades en la legislación

anterior, pero que se convirtió en la mayor productora de petróleo después de YPFB. No obstante lo

anterior, los resultados de producción que iban acompañados por un incremento sostenido de la demanda

interna mantenían un ajustado balance entre producción y demanda, dejando tan sólo volúmenes

marginales de exportación.

El repunte de actividades exploratorias en el país duró hasta 1994 y a partir de ese año empezó a

decaer ostensiblemente. YPFB y las empresas privadas volvieron a un ritmo de siete pozos exploratorios

por año. En el contexto internacional la economía había cambiado radicalmente; la desaparición de la

bipolaridad, con la caída del muro de Berlín y las reformas políticas de la antigua Unión Soviética, abrió

de par en par la adopción mundial de la economía abierta de mercado; y la globalización de la economía

hacía que las inversiones en exploración fueran extremadamente com-petitivas. La producción del

petróleo cubría apretadamente la demanda interna y el único rubro de exportación era el gas natural, en

virtud del contrato de venta con Argentina que finalizaba en 1992. En esas circunstancias Brasil irrumpió

espectacularmente en el escenario nacional. En noviembre de 1991 Petrobras y representantes de la

industria brasileña efectuaron una visita a La Paz para definir la exportación de gas natural de Bolivia al

Brasil, anhelado proyecto nacional que desde 1973 había perseguido persistentemente nuestro país:

primero, en 1974, con un tratado de complementación económica que no pudo ser materializado,

fundamen-talmente por la oposición política y por falta de certidumbre sobre las reservas de gas

nacionales del país, que en gran parte estaban comprometidas con un contrato de provisión por veinte

años a Argentina; segundo, en 1984, se trató a nivel político de iniciar el proyecto, celebrándose una

entrevista de los presidentes Hernán Siles Zuazo y Joáo Baptista de Figueiredo en Santa Cruz que

naufragó por la cerrada oposición política de todos los partidos y la entonces poderosa Central Obrera

Boliviana. Esa fue una gran oportunidad perdida, los precios del gas estaban en sus mejores momentos y

los costos de construcción todavía eran bajos.

En 1988, finalizando el gobierno de Paz Estenssoro, el proyecto de exportación fue objeto de otro

acuerdo político al máximo nivel para establecer una importante planta termoeléctrica en Puerto Suárez,

la cual debería proveer electricidad en base a gas en vez del proyecto original de transportar gas hasta

San Pablo. El proyecto fracasó por falta de financiamiento, ocasionado fundamentalmente por el BM que

demandaba participación privada en el emprendimiento. La visita de Petrobras, acompañada por el

empresariado de su país, en noviembre de 1991, tuvo un gran impacto; durante tres días los representantes

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de aproximadamente 50% del producto interno de Brasil vinieron a expresar su deseo de contar con gas

boliviano en San Pablo. Por primera vez en el aeropuerto de El Alto se estacionaron más de una veintena

de aviones ejecutivos.

El timing brasileño fue perfecto: en unos meses más expiraba el contrato con Argentina y Brasil

necesitaba gas. Gobierno, industria y Petrobras habían llegado al convencimiento de que lograr el

autoabastecimiento de petróleo con la producción de Petrobras -no obstante los éxitos de la estatal

brasileña- era una utopía y por tanto no podían correr el riesgo de que la producción boliviana de gas

fuese nuevamente comprometida a Argentina por largo plazo. Por otro lado, Bolivia no podía dejar de

exportar gas, el precario autoabastecimiento de combustibles era acompañado inevitablemente de

grandes producciones de gas. La exportación boliviana a Argentina, que en su inicio había representado

40% del consumo argentino, para 1992 era tan sólo de 12%. En síntesis, Brasil estaba corriendo el riesgo

de comprar gas boliviano reexportado por Argentina.

La visita brasileña concretó una carta de intenciones que fue la base para el contrato de venta de

gas, iniciado ese mes de julio, y que luego hizo posible la construcción del gasoducto Río Grande a

Campinhas (a 100 km. de San Pablo) y que será extendido hasta Porto Alegre. La carta de intenciones,

que fue concretada mediante un primer contrato celebrado en 1993 y modificado sucesivamente en 1994

y 1995 hasta lograr en 1998 el contrato vigente, amplió nuevamente el horizonte a la industria petrolera

nacional y a su vez constituyó la piedra fundamental para su transformación, definiendo su destino en las

dos primeras décadas del siglo XXI.

Capitalización y Privatización de YPFB

En 1993 se celebraron elecciones generales para el periodo 1993 – 1997. El estado de la industria

bajo el monopolio de YPFB era el siguiente:

Adicionalmente se tenía un contrato de venta de gas al Brasil de 16 millones de metros cúbicos

por día (MMm3/día), combinado con la construcción de un gasoducto de 28 pulgadas de diámetro con

una capacidad máxima de 24 MMm3, que se extendería desde Río Grande (Santa Cruz, Bolivia) hasta

Campinhas (Brasil); este proyecto tenía un monto aproximado de mil millones de dólares. Una cláusula

suspensiva del contrato declaraba que si hasta agosto de 1994 no se lograba su financiamiento podía ser

resuelto.

Impulsado por las reformas hacia una economía abierta, el consumo interno creció rápidamente

y fue estrechamente abastecido por la producción nacional, por lo que se hizo necesario importar cada

vez mayores volúmenes de diesel. Por otro lado, estaban operando en el país 22 empresas extranjeras con

15 contratos de operación, tres de recuperación mejorada y cuatro de asociación. El TGN continuaba

percibiendo 65% de los ingresos de YPFB por la venta de productos refinados y la exportación de gas a

Argentina, que había sido extendida hasta la posible concreción del contrato de venta de gas al Brasil.

El gobierno elegido emprendió las reformas de segunda generación; se privatizaron sus

principales empresas estatales mediante un proceso de "capitalización".3 En esas condiciones la agenda

petrolera consistía en consolidar el contrato de venta al Brasil, promulgar una nueva Ley de

Hidrocarburos (porque la existente era inadecuada para el nuevo esquema), capitalizar YPFB, y

establecer un sistema de regulación que permitiera el funcionamiento ordenado del sector, una vez que

el Estado se replegara definitivamente de su papel de empresario al de formulador de políticas, normador

y regulador.

El contrato con Brasil fue prioritariamente atendido, la apertura del mercado brasileño y su

consiguiente gasoducto constituían el mejor atractivo para lograr mayores inversiones en exploración y

producción. Los volúmenes y el calendario de entregas influenciarían en la configuración de la futura ley

dado que las reservas probadas de gas no alcanzaban a cubrir la totalidad ae la capacidad del nuevo

gasoducto. La magnitud de las inversiones para el gasoducto tenía otro problema mayor. Intentado

solucionar este aspecto y con el objeto de lograr mejor posición negociadora con Petrobras, YPFB

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seleccionó a Enron Corporation como su socio para el futuro gasoducto, con una participación de 40%.

A su vez, Petróleo Brasilero (Petrobras) también se asoció con un consorcio, que estaba conformado por

la compañía petrolera australiana Broken Hill Proprietors (BHP), la norteamericana Tenneco y

capitalistas brasileños.

Con esta nueva configuración el contrato fue renegociado, lográndose ampliar el diámetro a 32

pulgadas e incrementando su capacidad a 30 MMm3/ día, y obteniéndose la participación cruzada del

consorcio YPFB-Enron, mayoritario en el tramo boliviano y minoritario en el Brasil, y lo inverso para el

consorcio de Petrobras. Asimismo, se lograron aumentos de precios y Petrobras obtuvo la primera opción

para la totalidad de la capacidad del gasoducto, además del acceso a un área de exploración con reservas

descubiertas. La asociación YPFB-Enron fue duramente criticada y ese contrato también tuvo que ser

modificado para atender los puntos observados.

Los contratos de venta y de construcción del gasoducto fueron finalizados en septiembre de 1996,

comprometiéndose Petrobras a financiar la construcción bajo la modalidad "llave en mano" y además

pagando por adelantado tarifas de transporte por un volumen de 6 MMm3/día adicionales a los 16

MMm3/día contratados. Paralelamente fue llevada a cabo la capitalización de YPFB. Los campos

productores fueron divididos en dos paquetes que después de una licitación se adjudicaron a las empresas

Chaco SA (Amoco-norteamericana) y Andina SA (YPF SA, Pérez Companc, Pluspetrol, consorcio

argentino) con el compromiso de inversión de 307 millones de dólares y 265 millones de dólares

respectivamente; el sistema de oleoductos y gasoductos existentes, a Transredes SA (Enron, Shell), por

263 millones de dólares. En todas las empresas, las capitalizadoras tienen 50% de las acciones, los fondos

de pensiones 34% y los trabajadores 16%. Estos últimos pueden pagar el valor de sus acciones a precio

preferencial hasta 1999.

La Ley de Hidrocarburos promulgada el 30 de abril de 1996 y sus reglamentos constituyen el

marco legal para todas estas transformaciones. Esta ley mantiene al Estado como propietario de los

hidrocarburos en el subsuelo y únicamente permite la exploración, explotación, producción y

comercialización a través de contratos de riesgo compartido de YPFB con inversionistas privados. El

Estado por medio de YPFB provee el área mediante un proceso de licitación y la información que posea.

Las inversiones son realizadas a solo riesgo del adjudicatario. Los contratos son por cuarenta años y no

se limita a los inversionistas el número de contratos.

Todos los titulares de los contratos están obligados a pagos de patentes en función del área de

contrato, regalías departamentales de 12% de la producción, y una participación de YPFB de 6% de la

producción. Se establecen dos categorías de producción: la primera es la existente a la fecha de la

capitalización, que paga 13%; y la segunda es la nueva, que paga 19% adicionales. Todos los contratos

conforme al código tributario pagan 25% sobre sus utilidades. El transporte pasa a ser sujeto de

concesiones no exclusivas otorgadas a inversores privados, y reguladas por la Superintendencia de

Hidrocarburos por un máximo de 40 años; esta actividad se declara como un servicio público con el

derecho de obtener una tasa de retorno razonable y de acceso abierto. Las actividades de refinación y

comercialización serán ejercidas mediante permisos de operación por la iniciativa privada, sujetas al pago

del impuesto de 25% sobre utilidades. Las empresas capitalizadoras se hicieron cargo de sus actividades

en abril y mayo de 1997 y todos los contratos de exploración fueron convertidos en contratos de riesgo

compartido.

La transición de empresa pública monopólica a tres empresas privadas se realizó sin mayores

inconvenientes y en 1999 se concluyó la construcción del gasoducto al Brasil, la producción de petróleo

se incrementó a 45 mil bpd, y las reservas de gas, fruto de la exploración de las compañías, subieron en

30%, garantizando el contrato de venta de gas. A su vez Petrobras hará uso de su opción de adquirir 30

MMm3/día a partir del 2005. Por otro lado, está autorizada la construcción de otro gasoducto al Brasil

que partiendo de cerca de Roboré llegará a San Matías y finalmente a Cuiaba. De esta forma para el año

2000 se tendrán dos gasoductos al Brasil y dos a la Argentina, consolidando la concepción estratégica de

convertir a Bolivia en el centro de abastecimiento y transporte de gas para el cono sur.

Balance y Enseñanzas de un Siglo

Un balance apretado de la industria petrolera boliviana en el siglo XX es el siguiente:

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1. El sueño de otro posible Maracaibo enclavado en los Andes, basado en el mito de Bolivia

como emporio de riquezas naturales creado por la historia del cerro rico de Potosí y los yacimientos de

estaño, se desvaneció luego de la exploración metódica a través de compañías petroleras con probada

capacidad financiera y tecnológica. El tamaño de los campos descubiertos y las características de los

horizontes productores no permiten acumulaciones de envergadura mundial, demostrando ahora que

Bolivia no es ni será en el futuro un país petrolero de importancia mundial. Con relación al gas natural

el panorama es mejor. Lo anterior no significa que nuestro país cuente con acumulaciones de gas a nivel

mundial, pero sí de importancia regional. Bolivia, para los mercados a corto y mediano plazo, es

importante como proveedor de gas para su consumo interno y para los países vecinos.

2. Dada la incipiente industrialización del país, las reservas actuales y prospectivas de

petróleo y gas son suficientes para su autoabastecimiento a mediano plazo. En el contexto anterior, el gas

natural constituye en primera instancia un hidrocarburo destinado a exportación. Su explotación y

transporte demandan altos costos de producción e inversiones de gran calibre en gasoductos, todo lo cual

a su vez requiere contar con mercados seguros a largo plazo.

3. Una especie de electrocardiograma y radiografía del desarrollo petrolero boliviano

constituyen las curvas de perforación de pozos (Gráfico 1), producción y consumo de petróleo (Gráfico

2) y producción y destino del gas natural (Gráfico 3) que se acompañan.

4. La perforación exitosa y su consiguiente producción y comercialización responden

directamente a las inversiones que se realizan. Estas a su vez han estado fuertemente influenciadas por

la legislación petrolera existente y las circunstancias mundiales imperantes.

Por las consideraciones anteriores los gráficos nos muestran claramente que:

• La Ley Orgánica del Petróleo de 1921 permitió que se materializaran las

inversiones privadas de la Standard Oil y se iniciara la producción comercial de petróleo (véanse

gráficos 1 y 2, la década de los años veinte).

• Con el monopolio de facto de YPFB y la transferencia de fondos de la minería

nacionalizada, esta empresa se desarrolló alcanzando el autoabastecimiento (véanse gráficos 1 y

2, décadas de los años cuarenta y cincuenta).

• El Código del Petróleo logró inversiones importantes y los mejores resultados en

cuanto a número de pozos y producción de petróleo, manteniendo el autoabastecimiento y dando

lugar al inició de la producción comercial de gas natural en las décadas de los años cincuenta y

sesenta (véanse gráficos 1, 2 y 3).

• La nacionalización de Bogoc y la Ley General de Hidrocarburos con su

modificación en 1990 logran un ritmo casi ininterrumpido de perforación y una producción que

mantiene el autoabastecimiento; impulsan el consumo interno de gas y permiten su exportación a

la Argentina (véanse gráficos 1, 2, y 3; décadas de los años setenta, ochenta y noventa).

• La actual Ley de Hidrocarburos insinúa sus buenos resultados por la recuperación

súbita del número de pozos perforados, aumento de producción de petróleo y los últimos

descubrimientos de gas en Tarija efectuados en 1999 (véanse gráficos 1, 2, y 3).

5. Un hecho importante. En todos los casos la justificación para la promulgación de todas las

leyes citadas ha sido muy similar: que la posible existencia de grandes depósitos de recursos

hidrocarburíferos sólo pueden ser desarrollados con el concurso de la inversión extranjera; y que los

frutos de un desarrollo acelerado de ese potencial servirán para lograr grandes avances en el resto de la

economía nacional. En otras palabras, todos los gobiernos que promulgaron las diferentes leyes apostaron

su destino al desarrollo exitoso del sector petrolero. Los resultados hasta la fecha no han llenado las

expectativas de los creadores de esas leyes que, partiendo de la apertura total a la iniciativa privada en

1921, transitaron por el monopolio del Estado y nuevamente en 1996 señalaron al sector privado como

el ejecutor del desarrollo de la industria.

6. Los dos hechos más significativos para nuestra industria petrolera han sido: primero,

lograr el autoabastecimiento de combustibles a partir de 1954 y, segundo, el inicio de la exportación de

gas natural en 1972 que se mantiene hasta la fecha y se proyecta en mayores dimensiones para el futuro.

La exportación de petróleo ha sido importante por poco tiempo y luego se ha mantenido a niveles

marginales.

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7. YPFB ha jugado un papel muy importante. No sólo ha sido la empresa que logró lo

indicado, sino que adicionalmente vertebró todo el país (excepto Pando y Beni) con oleoductos y

gasoductos, el medio más económico y confiable de abastecimiento de combustibles. Por otro lado, ha

constituido un soporte permanente al TGN; lamentablemente por ese hecho y su politización no pudo

alcanzar las dimensiones necesarias para exploración a gran escala.

8. Volviendo a las curvas 1, 2, y 3, éstas muestran las dos Bolivias del siglo XX. La Bolivia

petrolera comienza con el descubrimiento comercial en 1924 y llega hasta 1978. A partir de 1972 sale a

la luz la Bolivia gasífera que es la que ingresa al siglo XXI.

9. El examen del conjunto deja una interrogante que no se podrá con-testar: se lograron los

mejores resultados con la coexistencia de YPFB y la empresa privada, ¿no habría sido el mejor modelo

para lograr el desarrollo acelerado que se ha buscado afanosamente?

Se puede especular que quizá hubiera sido lo óptimo, siempre y cuando YPFB fuera aislada del

manejo político y se mejorara sustancialmente los términos de la empresa privada en su relación tributaria

con el Estado.

10. Además de las condiciones mundiales imperantes en la industria pe-trolera, la influencia

de las políticas petroleras argentina y brasileña han sido un factor de enorme importancia en el desarrollo

de aconte-cimientos fundamentales en nuestra industria, tales como la creación de YPFB, la exportación

de petróleo y sobre todo de gas natural.

11. En Bolivia se han perforado 1.498 pozos que han proporcionado in-formación geológica.

El área potencial para exploración y posible producción se estima en aproximadamente 110.000

kilómetros cuadrados, dentro de los cuales se tienen aproximadamente 17.000. Esta área al este del país

donde se origina la producción desde 1924 es denominada área tradicional y se va insinuando al noreste.

El altiplano es todavía una incógnita petrolera.

12. La industria petrolera es quizá la máxima expresión del capitalismo,- pero curiosamente

en un siglo de existencia los empresarios privados bolivianos no han logrado acceder de forma

significativa a sus verdaderas entrañas: la exploración y la explotación. Lo más cercano a empresas

petroleras bolivianas son la Sol Petroleum, con una pequeña área, el campo de Palmar del Oratorio, y

Petrolex que está asociada con YPF SA en el área de Lagunillas.

Bajo la sombra de YPFB y las empresas petroleras se cuenta con muchas y eficientes empresas

de servicios, pero todas ellas en la periferia de las genuinamente petroleras.

13. Estamos ingresando al siglo XXI con dos rasgos importantes. Por un lado, el gas natural

es nuestro mayor rubro de producción, el hidrocarburo más importante para las próximas décadas por ser

el combustible fósil menos contaminante. Por otro, la privatización de la industria petrolera en nuestros

dos grandes mercados, Argentina y Brasil, está siendo afectada por la nueva forma de globalización pe-

trolera que plantea serias interrogantes. Al igual que en Bolivia y en Argentina, próximamente en el

Brasil, las agrupaciones empresariales transnacionales presentarán nuevas formas de comportamiento,

diferentes a las del siglo que termina porque estarán inscritas en la globalización de la economía. Los

planes o designios nacionales de la industria petrolera nacional estarán en gran parte supeditados a las

decisiones de empresas que operan a nivel mundial.

Lectura Nº 13

De la Subsistencia a la Competencia Internacional Juan Demeure V.

En el transcurso del siglo XX se han producido profundos cambios en la estructura agraria del

país, pudiéndose distinguir tres grandes etapas: la primera mitad del siglo caracterizada, en gran medida,

por la continuidad y consolidación de estructuras tradicionales; la de grandes transformaciones

estructurales con un papel activo del Estado, que va de 1952 a 1985; y el periodo que se inicia en 1985

con los ajustes estructurales, la aplicación de la nueva política económica y la expansión de la agricultura

empresarial.

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Por la desigual incidencia de los cambios de la agricultura en las diferentes regiones, se ha ido

conformando, especialmente en la segunda mitad del siglo, una estructura profundamente distinta a la

que existía al principio de éste. Se ha pasado del predominio absoluto de una agricultura tradicional

andina a la primacía de la agricultura empresarial y de los productos agroindustriales en el oriente del

país. Mientras que en el occidente del país no se han producido cambios significativos, la agricultura ha

adquirido un gran dinamismo en la región de Santa Cruz.

Entre los principales factores que han influido en forma constante en la evolución de la agricultura

boliviana en el transcurso del siglo, se destacan la dispersión de los recursos y de la población en la región

andina y la abundancia de tierras en el oriente, la falta de vías de comunicación y el aislamiento de

grandes regiones del país, la limitación de los mercados, la disponibilidad de mano de obra barata y el

bajo nivel tecnológico.

La Situación de la Agricultura en la Primera Mitad del Siglo

A principios de siglo la situación de la agricultura se caracterizaba por el atraso en el que se

encontraba tanto por su carácter rudimentario como por la escasa extensión de los cultivos. Si bien en

1907 el Ministerio de Colonización y Agricultura calculaba la superficie destinada al cultivo en cuatro

millones de hectáreas y consideraba que sólo la mitad era cultivada efectivamente, es obvio que esta

mitad incluía una proporción importante de tierras en descanso. La información agrícola que se tenía

correspondía al área andina, donde se encontraban los centros de poder de la República, mientras que se

prestaba poca atención a las lejanas y aisladas regiones del oriente y norte del país.

Desde mediados del siglo XIX se desarrolló una corriente de pensamiento que atribuía el atraso

de la agricultura andina a los sistemas de producción comunitarios. La postulada modernización

implicaba la destrucción de esos sistemas, considerados arcaicos, y su sustitución por unidades de

producción de carácter empresarial.

Además del decreto de 1866 del presidente Mariano Melgarejo que declaraba como propiedad

del Estado las tierras de las comunidades originarias, estas ideas dominaron las políticas y leyes agrarias

de fines del siglo XIX e inicios del presente siglo.

De un modo general, el periodo de 1880 a 19201 se caracterizó, en el occidente del país, por una

expansión del latifundio. Existen varios estudios sobre los aspectos políticos de esa época y su impacto

sobre las estructuras agrarias, pero se tiene poca información sobre la producción y la economía

agropecuaria. Dado que la atención de la política nacional estaba concentrada en los conflictos entre las

comunidades y las haciendas en la región andina, hay pocas referencias al resto del país, con excepción

de las tierras baldías y del territorio de colonias en el norte y noroeste.

La Revolución Federal, que se constituye en una bisagra entre los dos siglos, tuvo una estrecha

relación con el mundo rural. La gran sublevación que se produjo en el altiplano en 1899 fue, en cierta

forma, consecuencia de la serie de levantamientos de las últimas décadas del siglo anterior como

resistencia de la población rural a la política de usurpación de tierras de comunidades iniciada por el

gobierno de Mariano Melgarejo y a las leyes de expropiación de tierras de comunidades originarias

dictadas por los gobiernos conservadores. Entre éstas se destacan las leyes de ex vinculación (1874) y de

"revisita" de tierras originarias, las disposiciones catastrales de la década de los ochenta y las normas

legales sobre tierras baldías. Las leyes de ex vinculación disolvían legalmente las comunidades andinas,

consideradas desde entonces como "ex comunidades", mientras que la de revisita confirmaba derechos

de propiedad en forma individual, mediante la inspección de documentos y terrenos. Este derecho de

propiedad individual permitió la venta de tierras y dio lugar a que hacendados y vecinos de pueblo

compraran parcelas, especialmente en el altiplano paceño, dejando a los comunarios como colonos de

haciendas. Estas medidas tuvieron un impacto menor en otras regiones donde había una mayor presencia

de haciendas, como en Yungas y en los valles de Cochabamba, o donde hubo una mayor resistencia de

las comunidades, como en Oruro y en el norte de Potosí, y no se aplicaron en el oriente del país.

Con estos antecedentes, en el momento de la Revolución Federal, la situación política confusa y

la perspectiva de un cambio de régimen abrieron, en opinión de los caciques del levantamiento, la

posibilidad de modificar las políticas agrarias de las décadas anteriores. Sin embargo, después de haber

sido utilizada por los liberales para facilitar su victoria, la sublevación fue sometida y descabezada y se

mantuvieron las políticas agrarias. No se produjeron los cambios estructurales que se habían vislumbrado

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y se consolidó, en términos generales, el ordenamiento jurídico existente. Las leyes vigentes fueron

ratificadas y complementadas, robusteciendo el dominio de los propietarios de haciendas. Se ratificó la

obligación del pago de la contribución territorial o impuesto "indigenal" por los poseedores de tierras y

la exención del tributo por los colonos de las haciendas, por no ser propietarios y estar obligados a la

prestación de servicios. Asimismo se mantuvo el impuesto predial rústico de los propietarios de

haciendas, como un porcentaje variable sobre las rentas líquidas. El impuesto predial se originaba en los

registros catastrales, mientras que el impuesto territorial de las comunidades indígenas se fundaba en las

operaciones revisitarias. El uno gravaba la producción, mientras que el otro gravaba la propiedad.

Se ingresa de este modo al nuevo siglo con las mismas tendencias imperantes en la región andina

al final del siglo anterior, en cuanto a la estructura agraria, a la expansión del régimen de haciendas, al

"colonato" y al "pongueaje". Los nuevos actores políticos pertenecían a los mismos sectores de la

sociedad. Las operaciones de revisita a las tierras de las comunidades, iniciadas en 1881, siguieron

realizándose con todo rigor durante los gobiernos liberales, dando lugar a resistencias, especialmente en

el departamento de Oruro, y a más de una sublevación en el altiplano paceño y en el norte de Potosí. Sólo

hacia el final del periodo liberal se suavizó su aplicación.

En este ambiente convulsionado, en 1904, 1905 y 1910 se presentaron crisis agrícolas y una

escasez de alimentos que los gobiernos de turno atribuían a fenómenos meteorológicos, sin reconocerlas

como consecuencias de las políticas agrarias que llevaban a los comunarios a vivir en estado de

permanente resistencia en defensa de la propiedad sobre sus tierras, en lugar de dedicarse a la producción

agrícola. Ante esta situación, las autoridades reaccionaron con la importación de alimentos de primera

necesidad y la distribución de víveres.

En el oriente del país la situación era muy distinta. Desde la época colonial esta región se

caracterizó por la abundancia de tierras, la escasez de población y la inexistencia de vías de

comunicación. A partir de la etapa inicial de conquistadores-encomenderos, a lo largo de los siglos XVIII

y XIX, se desarrolló una economía rural de haciendas caracterizada por el control sobre tierras

abundantes, la ausencia de impuestos, la disponibilidad de mano de obra sometida a la autoridad

patriarcal del patrón y la tecnología rudimentaria. Este sistema tradicional se mantuvo sin grandes

modificaciones hasta la primera mitad del siglo XX, postergando el evidente potencial agropecuario de

la región.

En este contexto, la producción tradicional del oriente fue destinada fundamentalmente al

autoconsumo, con excepción del abastecimiento de mercados subregionales, como Potosí en el siglo

XVIII y las minas de plata del sur del país en la segunda mitad del siglo XIX, que favorecieron la

producción de azúcar, algodón y ganado. Este último periodo de bonanza para la región de Santa Cruz

terminó abruptamente, aun antes del fin del auge de la plata, por efecto de la construcción de vías férreas

que empezaron a vincular el occidente del país con los países vecinos, abriendo el mercado nacional a

los productos importados y cerrándolo a la producción cruceña puesta en situación de desventaja por las

dificultades y el alto costo del transporte.

Mientras concluía el ciclo de la plata en el sur del país y se cerraba este mercado para los productos

cruceños, se abría en el norte otro ciclo económico, el de la goma, que alcanzó su apogeo en la primera

década de este siglo. El auge de la goma no sólo abrió mercados para la producción cruceña sino que

provocó un importante movimiento migratorio hacia el norte, reduciendo la mano de obra en las

haciendas cruceñas, con el consecuente mejoramiento de las condiciones de trabajo a fin de retener la

mano de obra e incrementar la producción para responder a la demanda y aprovechar los altos precios

del momento. La construcción del ferrocarril Madera-Mamoré vinculó las regiones gomeras con Brasil

e introdujo la competencia de los productos tropicales importados. Al concluir los ciclos de la plata y de

la goma, la economía cruceña, basada en la producción agrícola, entró en una profunda crisis,

íntimamente relacionada con su aislamiento y la falta de acceso a los mercados.

En lo que se refiere a aspectos institucionales, los gobiernos liberales dirigieron sus esfuerzos

hacia la introducción de cambios en las instituciones del sector agrícola, con modificaciones sucesivas

en el ministerio del sector, la organización de juntas de fomento, la creación de un Banco Agrícola, de

existencia efímera, la regionalización del país y la creación de granjas modelo. Todo eso en el entendido

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de que el atraso del sector radicaba en el aspecto técnico y se debía al sistema primitivo y rutinario

practicado por el indígena sin considerar la posibilidad de revisar la estructura de la propiedad.

Respecto al oriente del país, los gobiernos liberales aplicaron una política firme para el ejercicio

del dominio estatal y la promoción de la colonización agropecuaria en las tierras vírgenes. En 1900 el

gobierno del general José Manuel Pando estableció los límites del Territorio Nacional áe Colonias, con

una extensión de 309.227 kilómetros cuadrados en el norte y noroeste del país, y creó el Ministerio de

Colonización. Posteriormente, distintas disposiciones legales, entre ellas la Ley de Tierras Baldías de

1905, estaban orientadas a facilitar el acceso a la tierra de toda persona que quisiera trabajarla. A partir

de esta ley se expandió ostensiblemente la §jan propiedad privada a costa de las tierras fiscales,

llegándose a adjudicar alrededor de 6,7 millones de hectáreas, según la Memoria del Ministerio de

Colonización de 1917, sin tomar en cuenta las extensas concesiones territoriales otorgadas a grandes

empresas, tales como el Sindicato Fomento del Oriente Boliviano, la Bolivian Company y L’Afrícaine y

a compañías ferroviarias que, en conjunto, sobrepasaron los cincuenta millones de hectáreas. En cuanto

a la goma, en virtud de la Ley de Estradas Gomeras dictada en 1895 por Mariano Baptista, la Casa Suárez

Hnos. inscribió en 1917 en el Registro Nacional de Concesiones unas veinte propiedades gomeras con

cuatro millones de hectáreas.

Al final de la primera década del siglo surgió una tendencia a controlar la expansión de las grandes

propiedades y concesiones. En 1909 se empezó a limitar la aplicación de la Ley de Tierras Baldías en

distintas regiones del país y en 1910 el presidente Eliodoro Villazón propuso un proyecto de ley para

suspender la venta de tierras fiscales, comprobar las obligaciones de cultivar y poblar las tierras

concedidas y declarar la caducidad de las concesiones en las cuales esas obligaciones no se hubieran

cumplido. En 1912 se presentó un proyecto de tributación rural destinado a combatir el latifundio

improductivo, obligando a cultivar una sexta parte de la superficie. Finalmente, en 1915 se promulgó la

ley por la cual se suspendía la venta de tierras baldías en toda la República, considerando que las

concesiones no habían contribuido a la colonización y a la intensificación agrícola y pecuaria, y se otorgó

un plazo de cinco años a los latifundistas para cumplir las obligaciones de colonizar y poblar.

Posteriormente surgieron voces de crítica a la ausencia de política agraria, planteando la función social

de la propiedad y condenando el absentismo.

La estructura agraria existente en la región andina en 1920 se mantuvo vigente bajo distintos

regímenes hasta la Guerra del Chaco (1932-35). Los acontecimientos que se produjeron con motivo de

la guerra tuvieron impacto en la situación agraria y ahondaron la crisis latente. La movilización de la

población rural, incluyendo numerosos colonos, alteró el sistema de prestación de servicios personales

en las haciendas, tanto por la ausencia de mano de obra como por la sustitución de colonos, y provocó el

abandono de cultivos en las comunidades y en las haciendas.

En cuanto al oriente, a pesar de antiguas presiones regionales por la vinculación con el occidente

del país, sólo con motivo del conflicto en el Chaco se habilitó un primer camino transitable para

automotores de Cocha- bamba a Santa Cruz. Por otra parte, Santa Cruz se encontró en una situación

geográfica favorable para el abastecimiento de vituallas a las tropas.

A partir de entonces, las ideas políticas propicias a la introducción de reformas en el sistema

agrario y a la organización y politización del sector campesino socavaron las bases del sistema agrario

imperante en la región andina. En 1945 se realizó el Primer Congreso "Indigenal" y se abolió el

pongueaje, sin modificar el régimen de tenencia de la tierra ni el sistema de prestación de servicios.

Por otra parte, la preparación de un programa de cooperación entre Bolivia y Estados Unidos dio

lugar a una misión dirigida por Mervin Bohan en 1941. El informe de la misión comprende un diagnóstico

de la economía boliviana, con énfasis en el quinquenio 1936-1940, que constituye el primer estudio

metódico de la economía boliviana. Uno de los puntales del Plan Bohan fue la expansión y diversificación

de la producción agrícola para lograr, por una parte, un mayor grado de autoabastecimiento,

incrementando los niveles de consumo de la población, con la consiguiente sustitución de importaciones

y liberación de divisas para la importación de bienes de capital, y, por otra parte, el desarrollo de

productos tropicales para la exportación. Ambas medidas requerían el desarrollo de las comunicaciones,

incluyendo caminos de vinculación entre Santa Cruz y el occidente del país, entre Tarija y Villamontes,

y caminos de penetración a Alto Beni en el norte de La Paz. Para el desarrollo del sector agrícola el plan

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proponía el impulso de la producción de azúcar, arroz, carne, madera y algodón, la irrigación de

Villamontes y la creación de estaciones experimentales de agricultura y ganadería. Se recomendaba una

activa intervención del Estado que debía incluir la modificación de la política impositiva, gravando las

tierras improductivas, el estímulo a la producción, sin caer en el subsidio a la baja producción, y la

instalación de complejos agroindustriales. En forma inmediata el Plan Bohan fue aplicado sólo

parcialmente, con medidas inconexas, tales como la creación en 1942 de la Corporación Boliviana de

Fomento, como instrumento ejecutor del plan, y el inicio de la vertebración caminera.

Este periodo concluye con el "Informe de la misión de asistencia técnica de las Naciones Unidas

sobre Bolivia" (1951), conocido como Informe Keenleyside, que propuso un programa de desarrollo que

debía favorecer la importación de capital, dar prioridad a las inversiones de fomento para el desarrollo

de la minería, industria y agricultura, e impulsar la agroindustria y la explotación forestal. Dado el clima

de agitación política el programa no fue ejecutado.

La Situación de la Agricultura en Vísperas de la Reforma Agraria

Hasta la reforma agraria de 1953 se mantuvo, sin variaciones signifi-cativas, una situación

caracterizada por la coexistencia de varias formas de tenencia de la tierra en la región andina. La

propiedad comunal mantenía una importante presencia, especialmente en el altiplano y la alta cordillera,

a pesar de su desestructuración y debilitamiento por las medidas aplicadas desde 1866. Por otra parte,

existían las haciendas, con un importante componente de trabajo no asalariado bajo distintas formas

(peones, colonos, pegujaleros, arrenderos, etc.), en poder de una élite que también tenía mtereses en la

minería, el sector más dinámico de la economía nacional. Era también significativa la pequeña propiedad

individual con trabajo familiar en los Yungas de La Paz, los valles de Cochabamba y los valles

mesotérmicos de Santa Cruz, entre otras regiones. En los llanos predominaban las grandes haciendas y

estancias ganaderas de tipo tradicional.

A pesar de su importancia, sólo una parte minoritaria de las haciendas podían considerarse como

empresas agrícolas por la aplicación de mejoras tecnológicas agrícolas, la introducción de animales de

razas mejoradas y cierta especialización en la producción.

La mayor parte de la información existente sobre la situación del agro en esa época se refiere a

las estructuras agrarias y a los conflictos que se produjeron en el sector rural, existiendo un gran vacío

de información sobre la producción hasta la realización del primer censo agropecuario en 1950. La

producción comercial provenía fundamentalmente de las haciendas y de la pequeña propiedad, mientras

que la producción de las comunidades estaba principalmente destinada a la propia subsistencia, mediante

el autoconsumo o el trueque.

El primer censo agropecuario nacional, con las limitaciones propias de la falta de experiencia y

de la complejidad de la tarea, proporciona datos que ayudan a conocer la situación de la tenencia de tierra

y de la producción agropecuaria en el país, en el contexto de la estructura agraria vigente antes de la

reforma agraria.

La superficie total con cultivos indicada en el censo confirma la hipótesis inicial, según la cual

los dos millones de hectáreas bajo cultivo mencionadas en documentos oficiales de principios de siglo

incluían tierras en descanso, práctica común en la agricultura andina y especialmente en las

comunidades.2

Si se compara la superficie cultivada con la superficie total de tierras bajo diferentes formas de

tenencia, se constata que no existían diferencias significativas entre haciendas y comunidades, en las

cuales la relación era de 2,3% y 2,4%, respectivamente. Estos datos muestran que, a pesar de las políticas

favorables a las haciendas de fines del siglo pasado y de principios del presente, las comunidades

mantenían extensiones considerables de terreno y que en ellas la proporción de tierras bajo cultivo no era

significativamente mayor que en las haciendas.

Mientras que las haciendas, con una superficie total de 1.500 hectáreas y cultivada de 35,5 por

hacienda, pertenecían a un solo propietario, las tierras comunitarias, con un total de 1.900 hectáreas y 45

cultivadas por comunidad, pertenecían a varias decenas o centenas de familias.

Ahora bien, el análisis por regiones muestra claramente que la vigencia de las comunidades era

especialmente importante en la región del altiplano que, según el censo, correspondía a los departamentos

de La Paz, Oruro y Potosí. En esta región se concentraba 86% de las comunidades del país, con 95% de

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la superficie que les correspondía en todo el territorio nacional, pero sólo 35% de las haciendas del país.

En cambio, en los valles, que corresponden a los departamentos de Chuquisaca, Cochabamba y Tarija,

había un claro predominio de la hacienda y de la pequeña propiedad, que ocupaban 57% y 28% de las

superficies totales, respectivamente, y de la pequeña propiedad y de los arrendatarios y medieros que

representaban 70% y 19% de las unidades de producción.

En cuanto al tamaño de las propiedades, el censo indica una gran polarización. Mientras que 50%

de las unidades censadas tenían menos de tres hectáreas y ocupaban sólo 0,13% de la superficie total,

15% de las unidades tenían 100 ha y más y ocupaban 98% de la superficie total. Estos datos incluyen las

comunidades que, como se ha visto anteriormente, ocupaban grandes superficies y eran consideradas en

el censo como unidades de producción.

En lo que se refiere a los cultivos, los que ocupaban mayor superficie eran el maíz (18%), papa

(17%), cebada (15%), trigo (13%) y otros cultivos andinos, como oca, papalisa, quinua y cañahua (7%),

con un total de 70%. Los únicos cultivos significativos en el oriente eran el arroz (15.602 ha), la caña de

azúcar (13.721 ha) y la yuca (3.949 ha) que, en conjunto, representaban 5% de la superficie cultivada del

país.

Respecto a los rendimientos, el censo indica promedios nacionales por hectárea, de 1.118 kg de

maíz, 1.674 kg de papa, 539 kg de trigo, 716 kg de cebada en grano, 1.655 kg de arroz en chala y 34

toneladas de caña de azúcar. Todos bajísimos. Para los cultivos netamente andinos, sólo en algunas

propicias de La Paz, Cochabamba, Chuquisaca, Potosí y Tarija se registraron rendimientos superiores a

4.000 kg/ha de papa, 1.000 kg/ha de trigo y 1.500 tg, ha de cebada, que reflejan la presencia de algunas

haciendas progresistas o de un sector significativo de pequeña propiedad, aunque eran casos ¿alados con

poca incidencia en los rendimientos promedios a nivel nacional En la mayoría de las haciendas, con

fuerte absentismo de los propietarios, se utilizaban las prácticas tradicionales de los colonos bajo la

dirección de mayordomos y caciques. En el caso del maíz, además de algunas provincias de los

departamentos mencionados, se observan rendimientos superiores a 1.500 kg/ha en el conjunto del

departamento de Santa Cruz y algunas provincias del Beni por las condiciones climáticas favorables.

El mismo censo indica la existencia de 2,2 millones de cabezas de ganado vacuno, de las cuales

51 % estaban en los departamentos de Beni y Santa Cruz, y de 7,2 millones de ovinos y 1,2 millones de

camélidos con-centrados en la región andina.

La Reforma Agraria y el Papel del Estado

En este contexto se decretó y aplicó la reforma agraria, que constituye el punto de partida de un

proceso de profundo cambio en la vida rural del país v el telón de fondo de su evolución y de los diversos

programas emprendidos desde entonces. En relación con el mundo rural, sin entrar en un análisis político

más completo, se puede señalar en forma sintética que la reforma agraria rompió estructuras tradicionales

de tenencia, abolió prestaciones de trabajo obligado y gratuito, generalizó la organización sindical de la

población rural con el objetivo de luchar por la defensa y consolidación de los cambios operados por la

Revolución Nacional en la estructura política, económica y social y de asegurar la aplicación de cambios

en la estructura agraria.

La reforma agraria tuvo muchos otros efectos: estableció nuevas formas de organización y

movilización social, generalizó la pequeña propiedad en la región andina del país, liberó fuerzas

productivas, favoreció el proceso de colonización hacia tierras nuevas, ampliando la frontera

agropecuaria, y provocó una redistribución de la producción y del ingreso agropecuario. A más largo

plazo, la reforma agraria estabilizó socialmente a la población rural.

Según el Instituto Nacional de Reforma Agraria, la titulación de tierras entre 1953 y 1993 alcanzó

a más de 650.000 beneficiarios, con una superficie de 44 millones de ha, la mayor parte de los cuales

(70%) se encuentran en los departamentos de La Paz, Cochabamba y Potosí.

La importante modificación de la tenencia de la tierra causada por la reforma agraria en las zonas

andinas se hizo dentro de un enfoque de asignación individual de la tierra a los campesinos, con una

generalización de la pequeña propiedad que, en tres cuartas partes de los casos, no alcanzaba a cinco

hectáreas. Este proceso de redistribución de tierras tuvo que enfrentar numerosos conflictos y careció de

los servicios de apoyo necesarios, con las consiguientes distorsiones y frustraciones.

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U. E. Cuerpo de Cristo Fe y Alegría Ciencias Sociales 5º - Cuaderno de lecturas

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En la región de Santa Cruz la aplicación de la reforma agraria no afectó la integridad de las

haciendas. Sólo liberó la mano de obra que tuvo la posibilidad de instalarse en otras tierras, gracias a la

abundancia de éstas. La reducción de la mano de obra en las haciendas dio origen a un proceso de

modernización, inicialmente muy incompleto, por cierto, por no estar motivado por la búsqueda de mayor

productividad.

Más allá del proceso de redistribución de tierras, en 1954 el gobierno preparó el "Plan inmediato

de política económica del gobierno de la Revolución Nacional" que retomó y viabilizó muchos elementos

de los Informes Bohan y Keenleyside en un contexto global profundamente modificado por la Revolución

Nacional y, especialmente, por la reforma agraria. De su aplicación surgió el Estado del 52, que

emprendió acciones de envergadura en el desarrollo de las áreas de Santa Cruz y Villamontes y en la

ejecución del proyecto ganadero de Reyes, en el departamento del Beni.

Estas acciones se inscribían en la estrategia de diversificar e incrementar la producción

agropecuaria, especialmente en el oriente que ofrecía mayor potencial. Comprendían una serie de

elementos, como el desarrollo de vías de comunicación, con la construcción de la carretera Cochabamba-

Santa Cruz, concluida en 1957, y de caminos de penetración en el norte de Santa Cruz que abrieron la

región a la migración y a los mercados. Respecto al transporte hay que señalar también el impacto que

tuvo el desarrollo de la aviación, especialmente en el oriente, al permitir el transporte de productos

agropecuarios, en particular de la carne. El Plan incluyó también la mecanización mediante la creación

en 1955 por el Servicio Agrícola Interamericano (SAI) de un pool de maquinaria en Montero, con el

objeto de acelerar el desmonte para ampliar el área agrícola, con precios subvencionados. Otro elemento

relevante fue la instalación de procesadoras agroindustriales, en la cual tuvo un papel fundamental la

Corporación Boliviana de Fomento. Al final de la década de los cincuenta se había instalado el ingenio

azucarero de Guabirá (1956), existían tres ingenios privados, se habían importado 35 peladoras de arroz

y una desmotadora de algodón y se había establecido una primera planta industrializadora de leche en

Cochabamba, a partir de la cual se desarrolló una política de fomento lechero.

Por otra parte, se reforzaron los servicios de extensión agrícola y Ü oraciones experimentales.

Finalmente, como el desarrollo del oriente implicaba también poblar la región, se promovió la migración

interna y la inmigración.

Este conjunto de medidas ha sido la base del desarrollo de la región de Santa Cruz, primero en el

área integrada del norte y luego en un ámbito más amplio. Mediante esas acciones el Estado se convirtió

en el factor decisivo para el desarrollo de una agricultura comercial de envergadura y surgimiento de

sectores dinámicos de empresarios modernos.

En relación a la producción agropecuaria, en el año de la reforma agraria y en los cuatro años

siguientes se registró una baja del valor de la producción entre 8 y 14%. Al quinto año se volvió a valores

similares a los de 1952 y a partir de 1961 se superó en forma sostenida y creciente los valores anteriores

a la reforma, fundamentalmente gracias al incremento de la producción en el área de Santa Cruz.

El Movimiento de Colonización

En el oriente del país, en los años que siguieron a la reforma agraria, se produjo una expansión

de la frontera agrícola tanto por la dotación de tierras al sector empresarial como por el importante

movimiento de migración interna de pequeños agricultores andinos hacia las tierras de colonización de

Santa Cruz, del Alto Beni en el norte de La Paz y del Chapare en el norte de Cocha- bamba. Este

movimiento tuvo su mayor auge en las décadas de los sesenta a los ochenta, alcanzando a una población

que, según distintas fuentes, supera las sesenta mil familias, bajo formas de colonización dirigida y

espontánea.

Este movimiento migratorio, además de descongestionar algunas zonas andinas de expulsión,

tuvo como efecto la expansión de ciertos cultivos alimentarios, especialmente del arroz en el norte de

Santa Cruz, y la generación de una disponibilidad de mano de obra esencial para la agricultura

empresarial y el desarrollo agroindustrial en la región de Santa Cruz. Por otra parte, cabe señalar la

importancia de las colonias japonesas y menonitas que, con mayores extensiones de tierras y un mayor

grado de tecnología y de capitalización que los colonos del país, han hecho importantes aportes a la

agricultura regional, especialmente en los cultivos de arroz, soya y trigo y en la lechería.

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En el Chapare el movimiento migratorio tiene estrecha relación con el cultivo de la coca que se

difundió paulatinamente en los años sesenta y setenta hasta alcanzar su mayor auge desde mediados de

los años ochenta, llegando a superar las cuarenta mil hectáreas. Por tratarse de coca "excedentaria", es

decir no destinada al consumo tradicional de la hoja de coca, el cultivo de coca en esa región está

vinculado a actividades delictivas de procesamiento de cocaína que han dado lugar a acciones de

erradicación del cultivo y de represión, creándose una situación conflictiva en la región.

Por otra parte, los programas de desarrollo alternativo, especialmente de promoción de otros

cultivos, ejecutados por los distintos gobiernos, no han tenido siempre la acogida favorable de los

agricultores ni los resultados esperados. Ha quedado claro que muchos de los productores que se

encuentran en el Chapare han migrado a esa región para cultivar coca o participar en actividades conexas

y que no les interesa quedarse en el Chapare para dedicarse a otros cultivos.

Por otra parte, la difusión del cultivo de la coca en el Chapare, por su carácter intensivo y

generador de ingresos altos en comparación con otros cultivos, ha contribuido a la depredación de

amplias áreas de la región, a la invasión de tierras baldías y a la extensión del minifundio. Este conjunto

de factores ha distorsionado las características originales de una zona de colonización y ha desalentado,

o por lo menos limitado, la realización de inversiones empresariales que hubieran favorecido el desarrollo

agropecuario y agroindustrial de la región. Los avances en los últimos años del siglo en la erradicación

de la coca podrían contribuir a crear un ambiente más favorable para las inversiones y el desarrollo

agropecuario del Chapare.

Los Cambios en las Últimas Décadas

En las décadas que siguieron a la reforma agraria hasta el Decreto Supremo 21060, mediante el

cual se adoptaron medidas de ajuste estructural y se implantó la nueva política económica, hubo una

cierta continuidad entre los distintos gobiernos. Aunque con diferencias de intensidad y un progresivo

desgaste, se tuvo una economía fuertemente estatizada, orientada al fortalecimiento del aparato

productivo y al desarrollo de la agricultura, priorizando la agroindustria del oriente, con el incremento

del autoabastecimiento y la consiguiente sustitución de importaciones.

Durante este periodo el Estado subvencionó a empresas públicas y privadas, muchas de ellas poco

eficientes. Por otra parte, la facilidad de acceso al crédito para el sector empresarial incentivó la inversión

en el sector agropecuario y llegó a tener, a pesar de la utilización poco eficiente del crédito en muchos

casos, un impacto importante en la ampliación del área agrícola. De 1950 a 1982 el departamento de

Santa Cruz recibió 55% de los créditos del Banco Agrícola de Bolivia. De 1964 a 1981 este banco otorgó

330 millones de dólares a los distintos cultivos en Santa

Cruz, de los cuales el algodón y la caña de azúcar absorbieron más de la mitad, sin contar los

créditos del resto de la banca pública y privada que, = partir de la década de los setenta, canalizó

importantes recursos. A la facilidad de obtención del crédito se añadió la aplicación de tasas de Interés

negativas y los bajos niveles de recuperación.

Mientras en el occidente se generalizaba el minifundio improductivo, en el oriente la agricultura

extensiva, depredadora y de baja productividad, incorporaba progresivamente elementos de

modernización que convivían con a. agricultura tradicional de bajo nivel tecnológico de la mayor parte

de los pequeños agricultores. Se intensificó la agricultura en las áreas mejor servidas por infraestructura

vial o industrial en el norte de Santa Cruz y se inició una evolución hacia una agricultura intensiva en

algunas colonias extranjeras.

En este contexto se han producido cambios fundamentales en la composición del sector

agropecuario y la distribución geográfica de la producción. La superficie cultivada en el departamento

de Santa Cruz, que era de 5S.242 ha en 1950, tuvo un notable incremento, hasta superar el millón de

hectáreas al final del siglo. Cultivos, como los de maíz, arroz y caña de azúcar, cuyas superficies en el

departamento de Santa Cruz, según el censo de 1950, eran de 19.177, 10.150 y 10.548 ha, han llegado a

99.300, 83.776 v 75.120 ha, respectivamente en el año agrícola 1996-97. Otros cultivos, casi o totalmente

inexistentes en el censo de 1950, como la soya, girasol, trigo, algodón y sorgo, han llegado a sumar, hacia

fines de siglo, alrededor de 800.000 ha, de las cuales más de 60% corresponde a la soya. En cuanto a los

rendimientos, no se nota cambios significativos en los veinte últimos años, con excepción de la soya y

del maíz.

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En cambio, los seis departamentos total o principalmente andinos han tenido un crecimiento de

superficie agrícola muy moderado. Los principales cultivos han tenido un crecimiento de sólo 30% entre

el censo de 1950 y 1997, sin que se verifique una sustitución significativa por otros cultivos. En cuanto

a rendimientos, el único producto importante que ha registrado un incremento significativo desde el censo

de 1950 es la papa, manteniéndose todavía en el nivel muy bajo de 6.000 kg/ha. Este es también el único

cultivo en el cual se ha hecho un uso importante de abonos minerales y de pesticidas, además del uso

tradicional de abono orgánico. Aunque de poca magnitud, hay que señalar algunos subsectores dinámicos

en la región de los valles, tales como la viticultura en el sur del país y la horticultura en distintas zonas.

El cuadro que se incluye a continuación muestra en forma sintética los grandes cambios que se

han producido en la agricultura en la última mitad del siglo. Mientras la superficie de los principales

cultivos andinos ha tenido un incremento de 30%, en el departamento de Santa Cruz la superficie de los

principales cultivos se ha multiplicado por más de diez veces entre 1950 y el inicio de la década de los

noventa y por más de veinte veces hasta fines de siglo. Se ha producido de este modo una inversión de

la importancia de las distintas regiones.

Evolución de los Principales Cultivos por Región (en hectáreas)

En cuanto a la ganadería, en los departamentos de Santa Cruz y del Beni el ganado vacuno se

cuadruplicó entre 1950 y fines de siglo, representando actualmente 71 % de la población ganadera del

país, mientras que en resto del país el incremento ha sido de 63%. El ganado ovino, concentrado

fundamentalmente en la región andina, tuvo un incremento de sólo 14 % en el mismo periodo,

manteniendo rendimientos que se encuentran entre los más bajos del mundo. En cambio, la población

camélida tuvo un -cremento de cerca de 140%, pasando de menos de 1,2 millón a más de 2,8 millones.

A pesar de su estado actual muy deficiente, la cría de camélidos constituye una actividad en la cual el

país tiene ventajas comparativas.

Cabe mencionar la gran importancia que reviste el sector forestal SL el país, tanto por su cobertura

como por su participación creciente en las exportaciones. Bolivia posee importantes áreas boscosas que

cubren alrededor de medio millón de kilómetros cuadrados, es decir cerca de 50 % del territorio nacional,

concentradas principalmente en el este y norte del país. En las últimas décadas se ha intensificado la

CULTIVO/AÑO 1950(a) 1972(b) 1991(c) 1997(d)

(a) I Censo Agropecuario (1950); (b) Ministerio de Asuntos Campesinos y Agropecuarios, Diagnóstico del sector agropecuario (1974); (c) Instituto

Nacional de Estadística; (d) Instituto Nacional de Estadística; (e) la región andina incluye los departamentos de La Paz, Oruro, Cochabamba, Chuquisaca, Potosí y

Tarija.

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explotación Je los bosques, con serios problemas relacionados con el otorgamiento JI discriminado de

concesiones y la falta de control, tanto en éstas como ir las reservas. La exportación de madera ha

alcanzado en los últimos i±3s los 80 millones de dólares anuales, alrededor de 6% del total de

exportaciones del país, de los cuales 80% corresponde a madera aserrada, ion escaso valor agregado.

Salvo excepciones, la explotación forestal se realiza con un criterio minero, como si se tratara de un

recurso no renovable, sin un manejo adecuado y sin desarrollar acciones de reposición, la reciente Ley

Forestal (1996) establece normas para la utilización sostenible y la protección de los bosques, bajo la

autoridad del Ministerio de Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente, y crea la Superintendencia Forestal

y el Fondo Nacional de Desarrollo Forestal, como organismos regulador y financiero, respectivamente.

Como parte de la masa forestal, en el norte del país existen extensas areas de árboles de castaña

(Bertholletia excelsa), con una cantidad de árboles estimada en 17 millones. La exportación de castaña,

conocida internacionalmente como nuez de Brasil, alcanza en los últimos años a 10.000 ton, por un valor

de aproximadamente 30 millones de dólares, que actualmente representan 70% de la producción mundial.

Una consecuencia del crecimiento de sector agropecuario en su conjunto es su mayor

participación en las exportaciones, pasando de volúmenes del orden de 50 millones de dólares anuales

en la primera mitad de la década de los ochenta a alrededor de 400 millones en los últimos años, es decir

de alrededor de 5 % a más de un tercio del valor de las exportaciones del país. Se destaca el subsector

oleaginoso que representa alrededor de la mitad de las exportaciones del sector agropecuario.

Con los incrementos de producción antes mencionados, la participación de Santa Cruz en el PIB

nacional, que era de 2,6% en 1952, alcanzó a 14,5% en 1965 y 18,7% en 1980. En cuanto a la población,

ésta pasó de 9% del total del país en 1950 a 15,4% en 1976 y 21,2% en 1992.

A pesar de su crecimiento, que fue del orden de 2,5% anual en las últimas décadas, la participación

del sector agropecuario en la economía nacional ha bajado de 30% en la década de los cincuenta a 15%

en los últimos años del siglo, debido al mayor crecimiento de otros sectores de la economía,

especialmente del sector terciario. Hay que tomar en cuenta también que, en el mismo periodo, el

porcentaje de población rural ha bajado de 74% a alrededor de 40% a fines de siglo. Desde el censo de

1976 no crece la población rural en cifras absolutas y, actualmente, las áreas rurales andinas muestran

una disminución constante de población.

En este proceso de desarrollo agropecuario de la región de Santa Cruz han jugado un papel

importante diversas asociaciones de productores, desde la Federación de Cañeros y la Federación

Nacional de Cooperativas Arroceras, creadas en 1961 y 1964, respectivamente, hasta la Cámara

Agropecuaria del Oriente (CAO), fundada en 1966, que agrupa hoy a asociaciones de una decena de

subsectores.

A diferencia del oriente, en el occidente del país las acciones de la principal organización del

sector rural, la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), han

tenido poca relación con la producción.

La Situación Actual del Sector Agropecuario

Así como los cambios generales que se han producido en el país indican un considerable

dinamismo de la agricultura en el oriente, aquéllos muestran también un estancamiento y, en muchos

casos, una regresión de las áreas rurales andinas, que se caracterizan por una gran dispersión de la

población y de las áreas agrícolas, niveles de tecnología rudimentarios con escasa innovación, reducidos

periodos de trabajo, baja productividad y limitado acceso a servicios técnicos y financieros.

Durante varias décadas, hasta la implantación del programa de ajuste estructural en 1985, el

Estado mantuvo servicios de extensión y crédito agrícola en las áreas rurales que, a pesar de su estructura

nacional, tuvieron una cobertura limitada y una intensidad muy irregular. Otros programas y proyectos

estatales específicos tuvieron impactos reducidos, a pesar de la magnitud de los recursos utilizados. Sólo

algunos de ellos, junto con las acciones de algunas organizaciones no gubernamentales, tuvieron el

enfoque adecuado y la continuidad suficiente para influir en forma palpable en los factores de producción,

demostrando la posibilidad de un mejoramiento significativo de los rendimientos y de la productividad

agropecuaria. Mientras tanto, otras organizaciones dedicaron una gran parte de sus esfuerzos a acciones

de carácter asistencialista o a actividades políticas y, en algunos casos, a mantener el statu quo, dentro de

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un enfoque conservacionista de las prácticas tradicionales fuera de contexto histórico y no siempre con

información sólida.

Las acciones que permiten llegar a resultados positivos comprenden la capacitación técnica, la

introducción de innovaciones de bajo costo, la conservación y mejoramiento de suelos, la fertilización

adecuada, el acceso al equipamiento, a los insumos y al crédito, el fortalecimiento de los servicios

técnicos de apoyo, la aplicación de resultados de investigaciones apropiadas, el mejoramiento de la

infraestructura vial, obras de riego y otras, dentro de un concepto de agricultura sostenible.

Lamentablemente muchos de estos aspectos no han recibido la atención necesaria. Es forzoso

reconocer la debilidad de la investigación y su reducida contribución a la agricultura andina, por su

aislamiento con relación a la problemática de los agricultores, la inadecuada asignación de prioridades,

la escasa consideración de los aspectos de productividad y rentabilidad y la falta de continuidad. Se debe

añadir a esto la falta de canales adecuados y eficientes para la transferencia de los resultados obtenidos.

Por el contrario, en el oriente ha habido un aporte significativo de la investigación agropecuaria realizada

en las últimas décadas por el Centro de Investigación de Agricultura Tropical (Ciat), en gran medida por

su relación con el sector productivo, que le ha permitido trabajar en respuesta a la demanda de las

asociaciones de productores y con su apoyo.

Tampoco se ha dado la atención necesaria al tema de conservación de suelos, con la grave

consecuencia de la degradación de grandes extensiones de tierras en las diferentes regiones del país. En

la alta cordillera y el altiplano, dentro de los sistemas tradicionales de rotación, se cultivan muchas tierras

que no tienen vocación agrícola y muchos terrenos en descanso están sometidos al sobrepastoreo del

ganado, principalmente ovino, y no mantienen la cobertura necesaria para su regeneración y el control

de la erosión. En los valles del sur y del centro del país se presentan graves problemas de erosión que

han reducido considerablemente las áreas cultivables. En el oriente, el desmonte de áreas boscosas,

mediante el sistema de tala y quema, sin tomar las precauciones necesarias ni realizar un manejo

adecuado de los suelos, ha contribuido a la depredación de extensas áreas.

En cuanto al crédito, si bien ha tenido un efecto importante en la ampliación del área agrícola y

en el desarrollo de la agroindustria en Santa Cruz, ha sido poco accesible al pequeño agricultor andino.

Otro factor limitante del desarrollo agrícola, que se agudiza en la región andina, es la confusión

reinante en cuanto a la pequeña propiedad. Por ausencia de definiciones claras en ese sentido se han

multiplicado los convenios informales de alquiler, aparcería, compañía y otros, para el uso de las tierras

agrícolas, especialmente entre personas ausentes o de edad y pequeños agricultores progresistas que

llegan de este modo a cultivar ex-tensiones mucho mayores que las que poseen. Estos no logran

consolidar legalmente su situación, entrar al mercado de tierras, tener acceso al crédito ni constituirse en

un sector dinámico de la pequeña agricultura.

Algunas de las reformas efectuadas en los últimos años, que han modificado profundamente el

país, han tenido un impacto especial en el mundo rural. Tal es el caso de la Ley de Participación Popular,

promulgada en 1994, que ha significado un profundo cambio en la distribución de los recursos del Estado

y en la descentralización de responsabilidades en cuanto a los servicios de salud y de educación, a la

promoción del desarrollo rural y al mantenimiento de los caminos secundarios.

La Ley del Servicio Nacional de Reforma Agraria, más conocida como Ley Inra (Instituto

Nacional de Reforma Agraria), presentada como una segunda reforma agraria y promulgada en octubre

de 1996, ha suscitado en el país grandes debates y movilizaciones campesinas. En lo que respecta a los

campesinos y a sus comunidades en la región andina del país, la ley ha sido denunciada por algunos

políticos y dirigentes campesinos como una amenaza a la propiedad de las tierras y una apertura para el

retorno de la gran propiedad. Sin embargo, además de frenar el proceso de concentración de tierras en

manos de particulares en el oriente del país, la ley consolida la pequeña propiedad y el "solar campesino",

estableciendo su carácter indivisible e inembargable y eximiéndolos del pago de impuestos. Declara

también a las tierras comunitarias de origen como inalienables, indivisibles y colectivas.

Estas medidas, si bien protegen al pequeño propietario, a las comunidades y especialmente a los

pueblos indígenas del oriente del país, producen también efectos contrarios, al poner limitaciones a la

plena libertad de disponer de la propiedad. Impiden la constitución de un mercado de tierras, obstaculizan

el fortalecimiento de un sector dinámico de pequeños agricultores, limitan la formación de un mercado

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de capitales, hacen del mundo campesino un ambiente de alto riesgo para la colocación de créditos

comerciales y para la inversión, contribuyendo de este modo a mantener la situación de marginalidad del

mundo rural andino.

Aun en el oriente, la región más dinámica del país, donde hay un alto nivel de mecanización y de

uso de pesticidas y herbicidas, la situación de la agricultura es todavía muy deficiente en aspectos como

el manejo de los suelos y la fertilización mineral y orgánica, que es prácticamente nula a pesar de contar

con una población ganadera importante y grandes cantidades de residuos agroindustriales aprovechables

para la producción de abonos orgánicos. Existen márgenes importantes para reducir los costos unitarios

de la agricultura y elevar su productividad, mediante un mejor control de los factores variables del sistema

productivo, en la preparación de los suelos, la mejor utilización de la maquinaria agrícola, la siembra, las

labores culturales, la aplicación de niveles adecuados de fertilización, el manejo de la cosecha y, en

general, mediante la práctica de una agricultura de mayor precisión y más enciente. Es, además,

indispensable desarrollar una agroindustria que pueda dar a los productos agropecuarios y forestales un

mayor valor agregado.

La Agricultura Boliviana y el Panorama Mundial

No se puede considerar la situación nacional de la agricultura sin referirse al panorama mundial.

Hace cien años, con los resultados de la Trímera revolución agrícola moderna, basada en la sustitución

de los barbechos por praderas artificiales y cultivos y en el aumento del ganado, con incremento de

estiércol y de fuerza de trabajo, la diferencia de productividad del trabajo agrícola entre las agriculturas

menos productivas y las más productivas del mundo era de uno a diez.

En pocas décadas, la segunda revolución agrícola, con la motorización, la selección genética, la

fertilización mineral, los tratamientos y otros factores, ha multiplicado la productividad de la agricultura

de los países desarrollados en varias decenas de veces, mientras que los países en vía de desarrollo han

quedado, en gran parte, al margen de este proceso.

A fines de siglo la diferencia en productividad entre la agricultura manual menos productiva y la

agricultura motorizada más productiva es de uno a quinientos. Entre un productor andino tradicional y

un agricultor progresista de un país desarrollado la diferencia es del orden de uno a trescientos. Un

productor de semilla de papa tecnificado produce lo que producen cincuenta agricultores andinos en los

pocos programas de multiplicación de semilla existentes en el país.

Si bien ya eran importantes las diferencias a finales del siglo XIX, en este siglo se ha producido

una explosión de las desigualdades de productividad y de ingresos entre las diferentes agriculturas del

mundo, por la doble revolución agrícola y de los transportes y la liberalización del comercio

internacional. El impresionante avance de la agricultura moderna junto con la revolución de los

transportes ha puesto en competencia todas las agriculturas del mundo.

Los cereales y otros productos alimenticios sustituibles por ellos han sido los primeros afectados

por la competencia de la agricultura de los países desarrollados y por la caída de precios. Por sus bajos

precios los cereales han desplazado en los mercados y en el consumo popular a productos alimenticios

locales tradicionales o a sistemas de cultivos asociados o agroforestales, que se han vuelto menos

competitivos. Los precios reales del trigo a nivel de productor son ahora tres veces menores que a

principios de siglo.

Algunos de los cultivos tropicales de exportación, en los cuales se han especializado algunos

agricultores de países en vía de desarrollo, han seguido el mismo proceso, en función al incremento de

su productividad o de la competencia de productos sustitutivos de los países desarrollados, como en el

caso del azúcar y de las oleaginosas, o de la fabricación de productos sintéticos. En los países en vía de

desarrollo, entre ellos Bolivia, los cultivos de exportación están incorporando progresivamente los

avances de la revolución agrícola, beneficiando principalmente a las grandes empresas y muy poco a los

pequeños agricultores, por los requerimientos de motorización y mecanización pesada.

Los únicos productos que escapan, hasta cierto punto, a la competencia de la importación son

aquellos rápidamente perecederos destinados al mercado local como frutas, hortalizas, huevos, leche y

otros, que se transforman en productos "naturalmente protegidos" y que se producen para el mercado de

las principales ciudades, con las limitaciones propias del bajo poder adquisitivo de una gran parte de la

población urbana.

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En las últimas décadas, este panorama mundial coloca en una situación de crisis a sectores

crecientes del campesinado de los países en vía de desarrollo. Las agriculturas subequipadas y poco

productivas se han visto forzadas a competir con formas de agricultura mucho más productivas, con la

consiguiente baja de precios. Con ingresos que se sitúan debajo del umbral de renovación, estas

agriculturas no disponen de los recursos necesarios para invertir y progresar y han entrado en un proceso

de descapitalización. Los sistemas de producción con un alto grado de autoconsumo y con capacidad

limitada de renovación y explotación de la fertilidad de sus ecosistemas entran en crisis y terminan en un

estado de regresión.

Esta situación mundial se ve acentuada por las políticas de subsidio y protección a sus agricultores

que los países desarrollados aplican y seguirán probablemente aplicando, a pesar de los avances

alcanzados al respecto en recientes reuniones y acuerdos internacionales. Sería utópico esperar que en

nuestro país el Estado pueda contrarrestar estas medidas, no sólo por la falta de medios, sino porque no

corresponde al modelo económico imperante y porque nuestra historia nos ha mostrado que los subsidios

estatales han estimulado la ineficiencia, perpetuando la dependencia de los agricultores en relación al

Estado. Al respecto, los rendimientos de nuestra agricultura son elocuentes y no son los subsidios los que

podrían contribuir a elevarlos.

Ante esta situación, nuestra agricultura está amenazada y lo estará más en el futuro próximo, tanto

en el mercado internacional como local, por la competencia de agriculturas más eficientes y con precios

unitarios más bajos. Este peligro se cierne no sólo sobre la agricultura empreñen la agroindustria del

oriente, sino también sobre la agricultura tradicional andina, amenazando a productos tan importantes

como la papa y el maíz. La respuesta más realista, y probablemente la única, es la búsqueda de una mayor

productividad de la agricultura, a todos los niveles, empresarial y pequeña, con las características propias

de cada tipo de agricultura.