Cuaderno Partido

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    Textos para la formacin sobre Partido

    Comisin de Formacin de la UJC- Madrid

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    ndice

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    Tema 1: La necesidad de un partido del proletariado..................................................................03

    Qu hacer? - V.I. Lenin....................................................................................................................03

    Tema 2: El partido de tipo bolchevique..........................................................................................13

    Qu hacer? - V.I. Lenin....................................................................................................................13

    Los fundamentos del leninismoJ.V. Stalin......................................................................................18

    El partido de la revolucinLudo Martens......................................................................................26

    Tema 3: Crtica, autocrtica y lucha de lneas................................................................................30El partido de la revolucinLudo Martens......................................................................................30

    Tema 4: Estrategia y tctica............................................................................................................52

    Los fundamentos del leninismoJ.V. Stalin......................................................................................52

    Tema 5: Partido y frente nico.....................................................................................................62

    La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismoV.I. Lenin..........................................62

    Cuestiones del leninismoJ.V. Stalin...............................................................................................65

    Sobre la tctica de lucha contra el imperialismo japonsMao Tse-tung......................................70Problemas tcticos actuales del frente nico anti-japonsMao Tse-tung......................................72

    El problema de la independencia y autodecisin dentro del frente nico Mao Tse-tung...76

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    La necesidad de un partido delproletariado

    V. I. Lenin

    Qu hacer?

    I. Dogmatismo y libertad de crtica

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    d. Engels sobre la importancia de la lucha terica

    []

    Sin teora revolucionaria tampoco puede haber movimiento revolucionario. Jams se insistirbastante sobre esta idea en unos momentos en que a la prdica de moda del oportunismo se une laaficin a las formas ms estrechas de la actividad prctica. Y para la socialdemocracia rusa, laimportancia de la teora es mayor an, debido a tres circunstancias que se olvidan con frecuencia.En primer lugar, nuestro partido slo empieza a organizarse, slo comienza a formar su fisonoma ydista mucho de haber ajustado sus cuentas con las otras tendencias del pensamiento revolucionarioque amenazan con desviar el movimiento del camino justo. Por el contrario, precisamente losltimos tiempos se han distinguido (como predijo hace ya mucho Axelrod a los economistas) por

    una reanimacin de las tendencias revolucionarias no socialdemcratas. En estas condiciones, unerror sin importancia a primera vista puede tener las ms tristes consecuencias, y slo gente

    miope puede considerar inoportunas o superfluas las discusiones fraccionales y la delimitacinrigurosa de los matices. De la consolidacin de tal o cual matiz puede depender el porvenir de lasocialdemocracia rusa durante muchsimos aos.

    En segundo lugar, el movimiento socialdemcrata es internacional por naturaleza. Esto nosignifica nicamente que debamos combatir el chovinismo nacional. Significa tambin que elmovimiento incipiente en un pas joven slo puede desarrollarse con xito a condicin de queaplique la experiencia de otros pases. Y para ello no basta conocer simplemente esta experiencia olimitarse a copiar las ltimas resoluciones adoptadas; para ello es necesario saber enfocar de modocrtico esta experiencia y comprobarla uno mismo. Quienes se imaginen cun gigantescos son elcrecimiento y la ramificacin del movimiento obrero contemporneo comprendern cuntas fuerzas

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    tericas y cunta experiencia poltica (y revolucionaria) se necesitan para cumplir esta tarea.

    En tercer lugar, ningn otro partido socialista del mundo ha tenido que afrontar tareasnacionales como las que tiene planteadas la socialdemocracia rusa. Ms adelante deberemos hablarde los deberes de ndole poltica y orgnica que nos impone esta tarea de liberar a todo el pueblo delyugo de la autocracia. Por el momento queremos sealar nicamente que slo un partido dirigido

    por una teora de vanguardia puede cumplir la misin de combatiente de vanguardia. Y para que ellector tenga una idea concreta, por poco que sea, de lo que esto significa, que recuerde a precursoresde la socialdemocracia rusa como Herzen, Belinski, Chernyshevski y a la brillante plyade derevolucionarios de los aos 70; que piense en la importancia universal que est alcanzando ahora laliteratura rusa; que ... pero basta con lo dicho!

    Aduciremos las observaciones hechas por Engels en 1874 a la significacin de la teora en elmovimiento socialdemcrata. Engels reconoce tres formas de la gran lucha de la socialdemocracia,y no dos (la poltica y la econmica) -como es usual entre nosotros -, colocando tambin a su lado

    la lucha terica. Sus recomendaciones al movimiento obrero, alemn, ya robustecido en losaspectos prctico y poltico, son tan instructivas desde el punto de vista de los problemas y lasdiscusiones actuales que el lector no nos recriminar, as lo esperamos, por reproducir un extensofragmento del prefacio al folleto Der deutsche Bauernkrieg [ La guerra campesina en Alemania],que desde hace ya mucho es una rareza bibliogrfica:

    Los obreros alemanes tienen dos ventajas esenciales sobre los obreros del

    resto de Europa. La primera es que pertenecen al pueblo ms terico de Europa yhan conservado en s ese sentido terico, casi completamente perdido por lasclases llamadas cultas de Alemania. Sin la filosofa alemana que le ha

    precedido, sobre todo sin la filosofa de Hegel, jams se habra creado el

    socialismo cientfico alemn, el nico socialismo cientfico que ha existido algunavez. De haber carecido los obreros de sentido terico, este socialismo cientficonunca hubiera sido, en la medida que lo es hoy, carne de su carne y sangre de susangre. Y demuestra cun inmensa es dicha ventaja, de un lado, la indiferencia portoda teora, que es una de las causas principales de que el movimiento obreroingls avance con tanta lentitud, a pesar de la excelente organizacin de algunosoficios, y de otro, el desconcierto y la confusin sembrados por el proudhonismo,en su forma primitiva, entre los franceses y los belgas, y, en la forma caricaturescaque le ha dado Bakunin, entre los espaoles y los italianos.

    La segunda ventaja consiste en que los alemanes han sido casi los ltimos

    en incorporarse al movimiento obrero. As como el socialismo terico alemnjams olvidar que se sostiene sobre los hombros de Saint-Simon, Fourier y Owen-tres pensadores que, a pesar del carcter fantstico y de todo el utopismo de susdoctrinas, pertenecen a las mentes ms grandes de todos los tiempos, habindoseanticipado genialmente a una infinidad de verdades cuya exactitud estamosdemostrando ahora de un modo cientfico -, as tambin el movimiento obreroprctico alemn nunca debe olvidar que se ha desarrollado sobre los hombros delmovimiento ingls y francs, que ha tenido la posibilidad de sacar simplementepartido de su experiencia costosa, de evitar en el presente los errores que entoncesno haba sido posible evitar en la mayora de los casos. Dnde estaramos ahorasin el precedente de las tradeuniones inglesas y de la lucha poltica de los obreros

    franceses, sin ese impulso colosal que ha dado particularmente la Comuna dePars?

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    Hay que hacer justicia a los obreros alemanes por haber aprovechado conrara inteligencia las ventajas de su situacin. Por primera vez desde que existe elmovimiento obrero, la lucha se desarrolla en forma metdica en sus tresdirecciones concertadas y relacionadas entre s: terica, poltica y econmico-prctica (resistencia a los capitalistas). En este ataque concntrico, por decirlo as,reside precisamente la fuerza y la invencibilidad del movimiento alemn.

    Esta situacin ventajosa, por su parte, y, por otra, las peculiaridades

    insulares del movimiento ingls y la represin violenta del francs, hacen que losobreros alemanes se encuentren ahora a la cabeza de la lucha proletaria. No esposible pronosticar cunto tiempo les permitirn los acontecimientos ocupara estepuesto de honor. Pero, mientras lo sigan ocupando es de esperar que cumplirncomo es debido las obligaciones que les impone. Para esto, tendrn que redoblarsus esfuerzos en todos los aspectos de la lucha y de la agitacin. Sobre todo los

    jefes debern instruirse cada vez ms en todas las cuestiones tericas,desembarazarse cada vez ms de la influencia de la fraseologa tradicional, propiade la vieja concepcin del mundo, y tener siempre presente que el socialismo,desde que se ha hecho ciencia, exige que se le trate como tal, es decir, que se leestudie. La conciencia as lograda, y cada vez ms lcida, debe ser difundida entrelas masas obreras con celo cada vez mayor, y se debe cimentar cada vez msfuertemente la organizacin del partido, as como la de los sindicatos.

    []

    II. La espontaneidad de las masas y la conciencia de la socialdemocracia

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    b. El culto a la espontaneidad. "Rabchaya Mysl"

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    Despus de sealar que el brazo con bocamanga azul no podr detener el desarrollo delmovimiento obrero, el artculo contina: " El movimiento obrero debe esa vitalidad a que el

    propio obrero toma, por fin, su destino en sus propias manos, arrancndolo de las manos de losdirigentes", y ms adelante se explana en detalle esta tesis fundamental. En realidad, la policaarranc a los dirigentes (es decir, a los socialdemcratas, a los organizadores de las Unin deLucha), puede decirse, de las manos de los obreros, pero las cosas son presentadas como si losobreros hubieran luchado contra esos dirigentes y se hubieran emancipado de su yugo! En vez deexhortar a marchar a volver atrs, a la lucha tradeunionista exclusiva. Se proclam que "la baseeconmica del movimiento es velada por el deseo constantes de no olvidar el ideal poltico", que ellema del movimiento obrero debe ser: "lucha por la situacin econmica" (); o mejor an: "losobreros, para los obreros"; se declar que las cajas de resistencia "valen ms para el movimientoque un centenar de otras organizaciones" (comparen esta afirmacin, hecha en octubre de 1897, conla discusin entre los "decembristas" y los "jvenes" a principios de 1897), etc. Frasecitas como,

    por ejemplo, la de que no debe colocarse en primer plano la "flor y nata" de los obreros, sino al

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    obrero "medio", al obrero de la masa; que la "poltica sigue siempre dcilmente a la economa"1,etc., etc., se pusieron de moda y adquirieron una influencia irresistible sobre la masa de la juventudenrolada en el movimiento, la cual slo conoca, en la mayora de los casos, retazos del marxismotal y como se exponan en las publicaciones legales.

    Esto significaba someter por completo la conciencia a la espontaneidad; a la espontaneidad delos "socialdemcratas" que repetan las "ideas del seor V.V. , a la espontaneidad de los obreros quese dejaban llevar por el argumento de que conseguir aumentos de un kopek por rublo estaba mscerca y vala ms que todo socialismo y toda poltica; de que deban "luchar, sabiendo que lo hacanno para imprecisas generaciones futuras, sino para ellos mismos y para sus hijos" (editorial de nm.1 deR.Mysl). Las frases de este tipo han sido siempre el arma favorita de los burgueses de EuropaOccidental que, en su odio al socialismo, se esforzaban (como el "socialpoltico" alemn Hirsch)por trasplantar el tradeunionismo ingls a su suelo patrio, diciendo a los obreros que la luchaexclusivamente sindical es una lucha para ellos mismos y para sus hijos, y no para imprecisasgeneraciones futuras con un impreciso socialismo futuro. Y ahora, "los V.V. de la socialdemocracia

    rusa" repiten estas frases burguesas. Importa sealar aqu tres circunstancias que nos sern de granutilidad para seguir examinando las divergencias actuales.

    En primer lugar, el sometimiento de la conciencia a la espontaneidad, antes mencionado, seprodujo tambin por va espontnea. Parece un juego de palabras, pero ay!, es una amarga verdad.Este hecho no fue resultado de una lucha abierta entre dos concepciones diametralmente opuestas ydel triunfo de una sobre otra, sino que se debi a que los gendarmes "arrancaron" un nmero cadavez mayor de revolucionarios "viejos" y a que aparecieron en escena, tambin en nmero cada vezmayor, los "jvenes" "V. V. de la socialdemocracia rusa". Todo el que haya, no ya participado en elmovimiento ruso contemporneo, sino simplemente respirado sus aires, sabe de sobra que lasituacin es como acabamos de describir. Y si, no obstante, insistimos de manera especial en que el

    lector se explique del todo este hecho notorio; si, para mayor claridad, por decirlo as, aducimosdatos sobre Rabcheie Dielo del primer perodo y sobre las discusiones entre los "viejos" y los"jvenes" de principios de 1897 es porque hombres que presumen de "demcratas" especulan con elhecho de que el gran pblico (o los jvenes) lo ignoran. An insistiremos sobre este punto msadelante.

    En segundo lugar, ya en la primera manifestacin literaria del "economismo" podemosobservar un fenmeno sumamente original, y peculiar en extremo, que permite comprender todaslas discrepancias existentes entre los socialdemcratas y contemporneos. El fenmeno consistenteen que los partidarios del "movimiento puramente obrero", los admiradores del contacto msestrecho y ms "orgnico" (expresin de Rab. Dielo) con la lucha proletaria, los adversarios de

    todos los intelectuales no obreros (aunque sean intelectuales socialistas) se ven obligados a recurrir,para defender su posicin, a los argumentos de los "exclusivamente tradeunionistas" burgueses.Esto nos prueba que R. Mysl comenz a llevar a la prctica desde su aparicin y sin darse cuenta

    1Esto no quiere decir, naturalmente, que los obreros no participen en esa elaboracin. Pero no participan comoobreros, sino como tericos del socialismo, como los Proudhon y los Weitling; dicho con otras palabras, sloparticipan en el momento y en la medida en que logran, en grado mayor o menor, dominar la ciencia de su siglo yhacerla avanzar. Y para que lo logren con mayor frecuencia, es necesario preocuparse lo ms posible de elevar elnivel de conciencia de los obreros en general; es necesario que stos no se encierren en el marco, artificialmenterestringido, de las "publicaciones para obreros", sino que aprendan a asimilar ms y ms las publicacionesgenerales. Incluso sera ms justo decir, en vez de "no se encierren", que "no sean encerrados", pues los obreros

    leen y quieren leer cuanto se escribe tambin para los intelectuales, y slo ciertos intelectuales (de nfimacategora) creen que "para los obreros" basta relatar lo que ocurre en las fbricas y repetir cosas conocidasdesde hace ya mucho tiempo.

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    de ello el programa del Credo. Esto prueba (cosa queR. Dielo en modo alguno puede comprender)que todo lo que sea rendir culto a la espontaneidad del movimiento obrero, todo lo que sea aminorarel papel del "elemento consciente", el papel de la socialdemocracia, significa de maneraindependiente por completo de la voluntad de quien lo hace acrecentar la influencia de la

    ideologa burguesa entre los obreros. Cuantos hablan de "sobrestimacin de la ideologa", deexageracin del papel del elemento consciente, etc., se imaginan que el movimiento puramenteobrero puede elaborar por s solo y elaborar una ideologa independiente con tal de que los obreros"arranquen su destino de manos de los dirigentes". Pero eso es un craso error. Para completar lo queacabamos de exponer, aadiremos las siguientes palabras, profundamente justas e importantes,dichas por C. Kautsky con motivo del proyecto de nuevo programa del Partido SocialdemcrataAustraco:

    "Muchos de nuestros crticos revisionistas consideran que Marx ha afirmadoque el desarrollo econmico y la lucha de clases, adems de crear las condicionesnecesarias para la produccin socialista, engendran directamente la conciencia

    (subrayado por C. K.) de su necesidad. Y esos crticos objetan que el pas demayor desarrollo capitalista, Inglaterra, es el que ms lejos est de esa conciencia.A juzgar por el proyecto, podra creerse que esta sedicente concepcin marxistaortodoxa, refutada de la manera indicada, es compartida por la comisin queredact el programa austraco. El proyecto dice: "Cuanto ms crece el proletariadocon el desarrollo capitalista, tanto ms obligado se ve a emprender la lucha contrael capitalismo y tanto ms capacitado est para emprenderla. El proletariado llegaa adquirir conciencia" de que el socialismo es posible y necesario. En este ordende ideas, la conciencia socialista aparece como el resultado necesario e inmediatode la lucha de clase del proletariado. Eso es falso a todas luces. Por supuesto, elsocialismo, como doctrina, tiene sus races en las relaciones econmicas actuales,

    exactamente igual que la lucha de clase del proletariado; y lo mismo que estaltima, dimana de la lucha contra la pobreza y la miseria de las masas, pobreza ymiseria que el capitalismo engendra. Pero el socialismo y la lucha de clasessurgen juntos, aunque de premisas diferentes; no se derivan el uno de la otra. Laconciencia socialista moderna slo puede surgir de profundos conocimientoscientficos. En efecto, la ciencia econmica contempornea es premisa de laproduccin socialista en el mismo grado que, pongamos por caso, la tcnicamoderna; y el proletariado, por mucho que lo desee, no puede crear ni la una ni laotra; de la ciencia no es el proletariado, sino la intelectualidad burguesa(subrayado por C. K.): es del cerebro de algunos miembros de este sector dedonde ha surgido el socialismo moderno, y han sido ellos quienes lo han

    transmitido a los proletarios destacados por su desarrollo intelectual, los cuales lointroducen luego en la lucha de clase del proletariado, all donde las condicioneslo permiten. De modo que la conciencia socialista es algo introducido desde fuera(von au Ben Hineingetragenes) en la lucha de clase del proletariado, y no algo queha surgido espontneamente (urwchsig) dentro de ella. De acuerdo con esto, yael viejo programa de Heinfeld deca, con toda razn, que es tarea de lasocialdemocracia introducir en el proletariado la conciencia (literalmente: llenaral proletariado de ella) de su situacin y de su misin. No habra necesidad dehacerlo si esta conciencia derivara automticamente de la lucha de clases. Elnuevo proyecto, en cambio, ha transcrito esta tesis del viejo programa y la haprendido a la tesis arriba citada. Pero esto ha interrumpido por completo el cursodel pensamiento"

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    Puesto que ni hablar se puede de una ideologa independiente, elaborada por las propias masasobreras en el curso mismo de su movimiento, el problema se plantea solamente as: ideologaburguesa o ideologa socialista. No hay trmino medio (pues la humanidad no ha elaborado ninguna"tercera" ideologa, adems, en general, en la sociedad desgarrada por las contradicciones de clasenunca puede existir una ideologa al margen de las clases ni por encima de las clases). Por eso, todolo que sea rebajar la ideologa socialista, todo lo que sea separarse de ella significa fortalecer laideologa burguesa. Se habla de espontaneidad. Pero el desarrollo espontneo del movimientoobrero marcha precisamente hacia la subordinacin suya a la ideologa burguesa, sigue

    precisamente el camino trazado en el programa del Credo, pues el movimiento obrero espontneoes tradeunionismo, es Nur-Gewerkschaftlerei , y el tradeunionismo no es otra cosa que elsojuzgamiento ideolgico de los obreros por la burguesa. De ah que nuestra tarea, la tarea de lasocialdemocracia, consista en combatir la espontaneidad, en apartar el movimiento obrero de esteafn espontneo del tradeunionismo, que tiende a cobijarse bajo el ala de la burguesa, y enrolarlobajo el ala de la socialdemocracia revolucionaria. La frase de los autores de la carta "economista",publicada en el nm. 12 de Iskra, de que ningn esfuerzo de los idelogos ms inspirados podr

    desviar el movimiento obrero del camino determinado por la interaccin de los elementosmateriales y el medio material equivale plenamente, por tanto, a renunciar al socialismo. Y si esosautores fuesen capaces de pensar en lo que dicen, de pensar hasta el fin con valenta y coherencia como debe meditar sus ideas toda persona que acta en la palestra literaria y socialno les quedarams remedio que "cruzar sobre el pecho vaco los brazos innecesarios" y y ceder el terreno a los

    seores Struve y Prokopvich, que llevan el movimiento obrero "por la lnea de la menorresistencia", es decir, por la lnea del tradeunionismo burgus, o a los seores Zubtov, que lo llevanpor la lnea de la "ideologa" clerical-policaca.

    []

    Pero, preguntar el lector: por qu el movimiento espontneo, el movimiento por la lnea dela menor resistencia, conduce precisamente al predominio de la ideologa burguesa? Por la sencillarazn de que la ideologa burguesa es, por su origen, mucho ms antigua que la ideologa socialista,porque su elaboracin es ms completa y porque posee medios de difusin incomparablementemayores. Y cuanto ms joven sea el movimiento socialista en un pas, tanto ms enrgica deber ser,por ello, la lucha contra toda tentativa de afianzar la ideologa no socialista, con tanta mayordecisin se habr de prevenir a los obreros contra los malos consejeros que protestan de "laexageracin del elemento consciente", etc. Los autores de la carta "economista", al unsono con R.

    Dielo, fulminan la intolerancia, propia del perodo infantil del movimiento. Respondemos a eso: s,nuestro movimiento se encuentra, en efecto, en la infancia; y para que llegue con mayor rapidez a laedad viril debe contagiarse precisamente de intolerancia con quienes frenan su desarrollo

    prosternndose ante la espontaneidad. Nada hay ms ridculo y nocivo que drselas de viejosmilitantes que han pasado hace ya mucho por todos los episodios decisivos de la lucha!

    []

    III. Poltica tradeunionista y poltica socialdemcrata

    []

    a. La agitacin poltica y su restriccin por los economistas

    Todo el mundo sabe que la lucha econmica de los obreros rusos alcanz gran extensin y seconsolid a la par con la aparicin de "publicaciones" de denuncias econmicas (concernientes a las

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    fbricas y los oficios). El contenido principal de las "octavillas" consista en denunciar la situacinexistente en las fbricas, y entre los obreros se desencaden pronto una verdadera pasin por estasdenuncias. En cuanto los obreros vieron que los crculos socialdemcratas queran y podanproporcionarles hojas de nuevo tipo que les decan toda la verdad sobre su vida miserable, sutrabajo increblemente penoso y su situacin de parias -, comenzaron a inundarlos, por decirlo as,de cartas de las fbricas y los talleres. Estas "publicaciones, de denuncias" causaban inmensasensacin tanto en las fbricas cuyo estado de cosas fustigaban como en todas las dems a las quellegaban noticias de los hechos denunciados. Y puesto que las necesidades y las desgracias de losobreros de distintas empresas y de diferentes oficios tienen mucho de comn, la "verdad sobre lavida obrera" entusiasmaba a todos. Entre los obreros ms atrasados se propag una verdaderapasin por "ser publicado", pasin noble por esta forma embrionaria de guerra contra todo elsistema social moderno, basado en el pillaje y la opresin. Y las "octavillas", en la inmensa mayorade los casos, eran de hecho una declaracin de guerra, pues la denuncia produca un efectoterriblemente excitante, mova a todos los obreros a reclamar que se pusiera fin a los escndalosms flagrantes y los dispona a defender sus reivindicaciones por medio de huelgas. Los propios

    fabricantes tuvieron, en fin de cuentas, que reconocer hasta tal punto la importancia de estasoctavillas como declaracin de guerra, que, muy a menudo, ni siquiera queran esperar a queempezase la guerra. Las denuncias, como ocurre siempre, tenan fuerza por el mero hecho de suaparicin y adquiran el valor de una poderosa presin moral. Ms de una vez bast con queapareciera una octavilla para que las reivindicaciones fuesen satisfechas total o parcialmente. Enuna palabra, las denuncias econmicas (fabriles) han sido y son un resorte importante de la luchaeconmica. Y seguirn conservando esta importancia mientras exista el capitalismo, que originanecesariamente la autodefensa de los obreros. En los pases europeos ms adelantados se puedeobservar, incluso hoy, que las denuncias de escndalos en alguna "industria de oficio" de un rincnperdido o en alguna rama del trabajo a domicilio, olvidada de todas, se convierten en punto departida para despertar la conciencia de clase, para iniciar la lucha sindical y la difusin del

    socialismo.

    Durante los ltimos tiempos, la inmensa mayora de los socialdemcratas rusos ha estadoabsorbida casi enteramente por esta labor de organizacin de las denuncias de los abusos cometidosen las fbricas. Basta con recordar Rab. Mysl para ver a qu extremo haba llegado esa absorcin ycmo se olvidaba que semejante actividad, por s sola, no era an, en el fondo, socialdemcrata,sino slo tradeunionista. En realidad, las denuncias no se referan ms que a las relaciones de losobreros de un oficio determinado con sus patronos respectivos, y lo nico que lograban era que losvendedores de la fuerza de trabajo aprendieran a vender a mejor precio esta "mercanca" y a lucharcontra los compradores en el terreno de las transacciones puramente comerciales. Estas denunciaspodan convertirse (siempre que las aprovechara en cierto grado la organizacin de los

    revolucionarios) en punto de partida y elemento integrante de la actividad socialdemcrata, peropodan conducir tambin (y, con el culto a la espontaneidad, deban conducir) a la lucha"exclusivamente sindical" y a un movimiento obrero no socialdemcrata. La socialdemocraciadirige la lucha de la clase obrera no slo para conseguir ventajosas condiciones de venta de lafuerza de trabajo, sino para destruir el rgimen social que obliga a los desposedos a venderse a losricos. La socialdemocracia representa a la clase obrera en sus relaciones no slo con un grupodeterminado de patronos, sino con todas las clases de la sociedad contempornea, con el Estadocomo fuerza poltica organizada. Se comprende, por tanto, que, lejos de poder limitarse a la luchaeconmica, los socialdemcratas no pueden ni admitir que la organizacin de denunciaseconmicas constituya su actividad predominante. Debemos emprender una intensa labor deeducacin poltica de la clase obrera, de desarrollo de su conciencia poltica. Ahora, despus del

    primer embate deZari eIskra contra el "economismo", "todos estn de acuerdo" con eso (aunquealgunos lo estn slo de palabra, como veremos enseguida).

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    Cabe preguntar: en qu debe consistir la educacin poltica? Podemos limitarnos a propagarla idea de que la clase obrera es hostil a la autocracia? Est claro que no. No basta con explicarlaopresin poltica de que son objeto los obreros (de la misma manera que era insuficiente explicarlesel antagonismo entre sus intereses y los de los patronos). Hay que hacer agitacin con motivo decada hecho concreto de esa opresin (como hemos empezado a hacerla con motivo de lasmanifestaciones concretas de opresin econmica). Y puesto que las ms diversas clases de lasociedad son vctimas de esta opresin, puesto que se manifiesta en los ms diferentes mbitos de lavida y de la actividad sindical, cvica, personal, familiar, religiosa, cientfica, etc., no es evidenteque incumpliramos nuestra misin de desarrollar la conciencia poltica de los obreros si noasumiramos la tarea de organizar una campaa de denunciaspolticas de la autocracia en todos losaspectos? Porque para hacer agitacin con motivo de las manifestaciones concretas de la opresines preciso denunciar esas manifestaciones (lo mismo que para hacer agitacin econmica eranecesario denunciar los abusos cometidos en las fbricas).

    Podra creerse que esto est claro. Pero aqu precisamente resulta que slo de palabra estn"todos" de acuerdo con que es necesario desarrollar la conciencia poltica en todos su aspectos.Aqu precisamente resulta que Rab. Dielo, por ejemplo, lejos de asumir la tarea de organizardenuncias polticas en todos los aspectos (o comenzar su organizacin), se ha puesto a arrastrarhacia atrs tambin aIskra, que haba iniciado esa labor. Escuchen: "La lucha poltica de la claseobrera es slo" (precisamente no es slo) "la forma ms desarrollada, amplia y eficaz de la luchaeconmica" (programa de Rab. Dielo: vase su nmero 1, pg. 3). "En la actualidad, lossocialdemcratas tienen planteada la tarea de dar a la lucha econmica misma, en la medida de loposible, un carcter poltico" (Martinv en el nm. 10, pg. 42). "La lucha econmica es el medioque se puede aplicar con la mayor amplitud para incorporar a las masas a la lucha poltica activa"(Resolucin del Congreso de la Unin y "enmiendas": Dos congresos, pg. 11 y 17): como ve el

    lector, Rab. Dielo est impregnado de todas estas tesis desde su aparicin hasta las ltimas"instrucciones a la redaccin", y todas ellas expresan, evidentemente, un mismo parecer de laagitacin y la lucha polticas. Analicen, pues, este parecer desde el punto de vista de la opinin,dominante entre todos los "economistas", de que la agitacin poltica debe seguira la econmica.Ser cierto que la lucha econmica es, en general, "el medio que se puede aplicar con la mayoramplitud" para incorporar a las masas a la lucha poltica? Es falso por completo. Medios "que sepueden aplicar" con no menos "amplitud" para tal "incorporacin" son todas y cada una de lasmanifestaciones de la opresin policaca y de la arbitrariedad autocrtica, pero en modo alguno slolas manifestaciones ligadas a la lucha econmica. Por qu los jefes de los zemstvos y los castigoscorporales de los campesinos, las concusiones de los funcionarios y el trato que da la polica a la"plebe" de las ciudades, la lucha con los hambrientos y la persecucin de los deseos de instruccin yde saber que siente el pueblo, la exaccin de tributos y la persecucin de las sectas religiosas, eladiestramiento de los soldados a baquetazos y el trato cuartelero que se da a los estudiantes y losintelectuales liberales; por qu todas estas manifestaciones de opresin y miles de otras anlogas,que no tienen relacin directa con la lucha "econmica", han de ser en general medios y motivos"que se pueden aplicar" con menos "amplitud" para hacer agitacin poltica, para incorporar a lasmasas a la lucha poltica? Todo lo contrario: es indudable que, en la suma total de casos cotidianosen que el obrero (l mismo o sus allegados) est falto de derechos o sufre de la arbitrariedad y laviolencia, slo una pequea minora son casos de opresin policaca en la lucha sindical. Para qurestringirde antemano la envergadura de la agitacin poltica y declarar que se "puede aplicar conms amplitud" slo uno de los medios, al lado del cual, deben hallarse, para un socialdemcrata,otros que, hablando en general, "pueden aplicarse" con no menos "amplitud"?

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    La socialdemocracia revolucionaria siempre ha incluido e incluye en sus actividades la luchapor las reformas. Pero no utiliza la agitacin "econmica" exclusivamente para reclamar delgobierno toda clase de medidas: la utiliza tambin (y en primer trmino) para exigir que deje de serun gobierno autocrtico. Adems, considera su deber presentar al gobierno esta exigencia no slo enel terreno de la lucha econmica, sino asimismo en el terreno de todas las manifestaciones engeneral de la vida sociopoltica. En una palabra, subordina la lucha por las reformas como la parteal todo, a la lucha revolucionaria por la libertad y el socialismo. En cambio, Martnov resucita enuna forma distinta la teora de las fases, tratando de prescribir infaliblemente la va econmica, pordecirlo as, del desarrollo de la lucha poltica. Al propugnar en un momento de efervescenciarevolucionaria que la lucha por reformas es una "tarea" especial, arrastra al partido hacia atrs yhace el juego al oportunismo "economista" y liberal.2

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    c. Las denuncias polticas y la necesidad de "infundir actividad revolucionaria"[]

    La conciencia de la clase obrera no puede ser una verdadera conciencia poltica si los obrerosno estn acostumbrados a hacerse eco de todos los casos de arbitrariedad y de opresin, de todos losabusos y violencias, cualesquiera que sean las clases afectadas; a hacerse eco, adems, desde elpunto de vista socialdemcrata, y no desde algn otro. La conciencia de las masas obreras no puedeser una verdadera conciencia de clase si los obreros no aprenden basndose en hechos yacontecimientos polticos concretos y, adems, actuales sin faltaa observar a cada una de las otrasclases sociales en todas las manifestaciones de su vida intelectual, moral y poltica; si no aprenden ahacer un anlisis materialista y una apreciacin materialista de todos los aspectos de la actividad yla vida de todas las clases, sectores y grupos de la poblacin. Quien orienta la atencin, la capacidadde observacin y la conciencia de la clase obrera de manera exclusiva o, aunque slo sea conpreferencia hacia ella misma, no es un socialdemcrata, pues el conocimiento de la clase obrerapor s misma est ligado de modo indisoluble a la completa claridad no slo de los conceptostericos o mejor dicho: no tanto de los conceptos tericos como de las ideas, basadas en laexperiencia de la vida poltica, sobre las relaciones entre todas las clases de la sociedad actual.

    []

    2La exigencia de "dar a la lucha econmica misma un carcter poltico" es la manifestacinms patente del culto a la espontaneidad en la actividad poltica. La lucha econmica

    adquiere a menudo un carcter poltico de manera espontnea, es decir, sin la intervencin

    de los "intelectuales", que son el "bacilo revolucionario", sin la intervencin de los

    socialdemcratas conscientes. Por ejemplo, la lucha econmica de los obreros en Inglaterra

    adquiri tambin un carcter poltico sin participacin alguna de los socialistas. Ahora bien,

    la tarea de los socialdemcratas no se limita a la agitacin poltica en el terreno econmico:

    su tarea es transformar esa poltica tradeunionista en lucha poltica socialdemcrata,

    aprovechar los destellos de conciencia poltica que la lucha econmica ha hecho penetrar en

    los obreros para elevar a stos al nivel de conciencia poltica socialdemcrata. Pero los

    Martnov, en vez de elevar e impulsar la conciencia poltica que se despierta de manera

    espontnea, se prosternan ante la espontaneidad y repiten con machaconera, hasta dar

    nuseas, que la lucha econmica "incita" a los obreros a pensar en su falta de derechospolticos. Es de lamentar, seores, que este despertar espontneo de la conciencia poltica

    tradeunionista no les "incite"a ustedes mismos a pensar en sus tareas socialdemcratas!

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    Por qu el obrero ruso muestra todava poca actividad revolucionaria frente al salvajismo conque la polica trata al pueblo, frente a las persecuciones de las sectas, los castigos corporalesimpuestos a los campesinos, los abusos de la censura, las torturas de los soldados, la persecucin delas iniciativas culturales ms inofensivas, etc.? No ser porque la "lucha econmica" no le "incita apensar" en ello, porque le "promete" pocos "resultados palpables", porque le ofrece pocoselementos "positivos"? No; semejante juicio, repetimos, no es sino una tentativa de achacar lasculpas propias a otros, imputar el filistesmo propio (y tambin el bernsteinianismo) a la masaobrera. Debemos culparnos a nosotros mismos, a nuestro atraso con respecto al movimiento de lasmasas, de no haber sabido an organizar denuncias lo suficiente amplias, brillantes y rpidas contratodas esas ignominias. Si lo hacemos (y debemos y podemos hacerlo), el obrero ms atrasadocomprender o sentir que le estudiante y el miembro de una secta religiosa, el mujik y el escritorson vejados y atropellados por esa misma fuerza tenebrosa que tanto le oprime y le sojuzga a l encada paso de su vida. Al sentirlo, l mismo querr reaccionar, sentir un deseo incontenible dehacerlo; y entonces sabr armar hoy un escndalo a los censores, manifestarse maana ante la casa

    del gobernador que haya sofocado un levantamiento campesino, dar pasado maana una leccin alos gendarmes con sotana que desempean la funcin del Santo Oficio, etc. Hemos hecho todavamuy poco, casi nada, para lanzarentre las masas obreras denuncias omnmodas y actuales. Muchosde nosotros ni siquiera comprendemos an esta obligacin suya y seguimos espontneamente tras la"montona lucha cotidiana" en el estrecho marco de la vida fabril. En tales condiciones decir que"Iskra tiene la tendencia a rebajar la importancia de la marcha ascendente de la montona luchacotidiana, en comparacin con la propaganda de ideas brillantes y acabadas" (Martnov, pg. 61),significa arrastrar al partido hacia atrs, defender y ensalzar nuestra falta de preparacin, nuestroatraso.

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    El partido de tipo bolchevique

    V. I. Lenin

    Qu hacer?[]

    IVEl primitivismo en el trabajo de los economistas y la organizacin de los

    revolucionarios

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    c. La organizacin de los obreros y la organizacin de los revolucionarios

    Si el concepto de "lucha econmica contra los patronos y el gobierno" corresponde para unsocialdemcrata al de lucha poltica, es natural esperar que el concepto de "organizacin derevolucionarios" corresponda ms o menos al de "organizacin de obreros". Y as ocurre, en efecto;de suerte que, al hablar de organizacin, resulta que hablamos literalmente en lenguas diferentes.Por ejemplo, recuerdo como si hubiera ocurrido hoy la conversacin que sostuve en cierta ocasincon un "economista" bastante consecuente al que antes no conoca. La conversacin giraba en tornoal folleto Quin har la revolucin poltica? Pronto convinimos en que el defecto principal de estefolleto consista en dar de lado el problema de la organizacin. Nos figurbamos estar ya deacuerdo, pero, al seguir la conversacin, result que hablbamos de cosas distintas. Mi

    interlocutor acusaba al autor de no tener en cuenta las cajas de resistencia, las sociedades desocorros mutuos, etc.; yo en cambio, pensaba en la organizacin de revolucionarios indispensablepara "hacer" la revolucin poltica. Y en cuanto se revel esta discrepancia, no recuerdo habercoincidido jams con este "economista" sobre ninguna cuestin de principio!

    En qu consista, pues, el origen de nuestras discrepancias? Precisamente en que los"economistas" se apartan a cada paso de las concepciones socialdemcratas para caer en eltradeunionismo, tanto en las tareas de organizacin como en las polticas. La lucha poltica de lasocialdemocracia es mucho ms amplia y compleja que la lucha econmica de los obreros contralos patronos y el gobierno. Del mismo modo (y como consecuencia de ello), la organizacin de unpartido socialdemcrata revolucionario ha de ser inevitablemente de un gnero distinto que laorganizacin de los obreros para la lucha econmica. La organizacin de los obreros deber ser,primero, profesional; segundo, lo ms amplia posible; tercero, lo menos clandestina posible (aqu

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    ms adelante me refiero, claro est, slo a la Rusia autocrtica). Por el contrario, la organizacin delos revolucionarios debe agrupar, ante todo y sobre todo, a personas cuya profesin sea la actividadrevolucionaria (por eso hablo de una organizacin de revolucionarios, teniendo en cuenta a losrevolucionarios socialdemcratas). Ante este rasgo comn de los miembros de semejanteorganizacin debe desaparecer en absoluto toda diferencia entre obreros e intelectuales, sin hablarya de la diferencia entre las diversas profesiones de unos y otros. Esta organizacin debe sernecesariamente no muy amplia y lo ms clandestina posible. Detengmonos en estos tres puntosdistintos.

    En los pases que gozan de libertad poltica, la diferencia entre la organizacin sindical y laorganizacin poltica es completamente clara, como lo es tambin la diferencia entre lastradeuniones y la socialdemocracia. Por supuesto, las relaciones de esta ltima con las primerasvaran de manera inevitable en los distintos pases, en dependencia de las condiciones histricas,

    jurdicas, etc., pudiendo ser ms o menos estrechas, complejas, etc. (desde nuestro punto de vista,deben ser lo ms estrechas y lo menos complejas posibles); pero no puede ni hablarse de identificar

    en los pases libres la organizacin de los sindicatos con la organizacin del partidosocialdemcrata. En Rusia, en cambio, el yugo de la autocracia borra a primera vista toda diferenciaentre la organizacin socialdemcrata y el sindicato obrero, pues todo sindicato obrero, todo crculoestn prohibidos, y la huelga, principal manifestacin y arma de la lucha econmica de los obreros,se considera en general un delito comn (y a veces incluso un delito poltico!). Por consiguiente,las condiciones de Rusia, de una parte, "incitan" con gran fuerza a los obreros que sostienen lalucha econmica a pensar en las cuestiones polticas, y, de otra, "incitan" a los socialdemcratas aconfundir el tradeunionismo con la socialdemocracia (nuestros Krichevski, Martnov y Ca., quehablan sin cesar de la "incitacin" del primer tipo, no ven la "incitacin" del segundo tipo). Enefecto, imaginmonos a personas absorbidas en el 99 por 100 por "la lucha econmica contra lospatronos y el gobierno". Unas jams pensarn durante todo el perodo de su actuacin (de cuatro a

    seis meses) en la necesidad de una organizacin ms compleja de revolucionarios. Otras"tropezarn" tal vez con publicaciones bernsteinianas, bastante difundidas, y extraern de ellas laconviccin de que lo importante de verdad es "el desarrollo progresivo de la montona luchacotidiana". Otras, en fin, se dejarn quiz seducir por la tentadora idea de dar al mundo un nuevoejemplo de "estrecho contacto orgnico con la lucha proletaria", de contacto del movimientosindical con el movimiento socialdemcrata. Cuanto ms tarde entra un pas en la palestra delcapitalismo y, en consecuencia, del movimiento obrero razonarn esas personas -, tanto mspueden participar los socialistas en el movimiento sindical y apoyarlo, y tanto menos puede y debehaber sindicatos no socialdemcratas. Hasta ahora, tal razonamiento es completamente justo; perola desgracia consiste en que van ms lejos y suean con una fusin total de la socialdemmocracia yel tradeunionismo. En seguida veremos, por el ejemplo de los Estatutos de la Unin de Lucha de

    San Petersburgo, el nocivo reflejo de esos sueos en nuestros planes de organizacin.

    Las organizaciones obreras para la lucha econmica han de ser organizaciones sindicales.Todo obrero socialdemcrata debe, dentro de lo posible, apoyar a estas organizaciones y actuarintensamente en ellas. De acuerdo. Pero es contrario en absoluto a nuestros intereses exigir que slolos socialdemcratas puedan ser miembros de las organizaciones "gremiales", pues eso reducira elalcance de nuestra influencia entre las masas. Que participe en la organizacin gremial todo obreroque comprenda la necesidad de la unin para luchar contra los patronos y el gobierno. El fin mismode las organizaciones gremiales sera inaccesible si no agrupasen a todos los obreros capaces decomprender, por lo menos, esta nocin elemental, si dichas organizaciones gremiales no fuesen muyamplias. Y cuanto ms amplias sean estas organizaciones tanto ms amplia ser nuestra influencia

    en ellas, ejercida no slo por el desarrollo "espontneo" de la lucha econmica, sino tambin por elinflujo directo y consciente de los miembros socialistas de los sindicatos sobre sus camaradas. Pero

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    en una organizacin amplia es imposible la clandestinidad rigurosa (pues exige mucha mspreparacin que para participar en la lucha econmica). Cmo conciliar esta contradiccin entre lanecesidad de una organizacin amplia y de una clandestinidad rigurosa? Cmo conseguir que lasorganizaciones gremiales sean lo menos clandestinas posible? En general, no puede haber ms quedos caminos: o bien la legalizacin de las asociaciones gremiales (que en algunos pases haprecedido a la legalizacin de las organizaciones socialistas y polticas), o bien el mantenimiento dela organizacin secreta, pero tan "libre", tan poco reglamentaria, tan lose, como dicen los alemanes,que la clandestinidad quede reducida casi a cero para la masa de afiliados.

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    La moraleja es simple: si comenzamos por crear firmemente una fuerte organizacin derevolucionarios, podremos asegurar la estabilidad del movimiento en su conjunto y alcanzar, almismo tiempo, los objetivos socialdemcratas y los objetivos netamente tradeunionistas. Pero sicomenzamos a constituir una amplia organizacin obrera con el pretexto de que es la ms

    "accesible" a la masa (aunque, en realidad, ser ms accesible a los gendarmes y pondr a losrevolucionarios ms al alcance de la polica), no conseguiremos ninguno de estos objetivos, no nosdesembarazaremos de nuestros mtodos primitivos y, con nuestro fraccionamiento y nuestrosfracasos continuos, no logramos ms que hacer ms accesibles a la masa las tradeuniones del tipode las de Zubtov u Ozerov.

    En qu deben consistir, en suma, las funciones de esta organizacin de revolucionarios?Vamos a decirlo con todo detalle. Pero examinemos antes otro razonamiento muy tpico de nuestroterrorista, el cual (triste destino!) vuelve a marchar al lado del "economista". La revista paraobreros Svoboda (nm. 1) contiene un artculo titulado La organizacin, cuyo autor procuradefender a sus amigos los "economistas" obreros de Ivnovo-Voznesensk.

    "Mala cosa esdice- una muchedumbre silenciosa, inconsciente; mala cosa es un movimientoque no viene de la base. Vean lo que sucede: cuando los estudiantes de una ciudad universitariaretornan a sus hogares durante unas fiestas en el verano, el movimiento obrero se paraliza. Puedeser una verdadera fuerza un movimiento obrero as, estimulado desde fuera? En modo alguno

    todava no ha aprendido a andar solo y lo llevan con andaderas. Y as en todo: los estudiantes se vany el movimiento cesa; se encarcela a los elementos ms capaces, a la crema, y la leche se agria; sedetiene al "comit" y, hasta que se forma otro nuevo, vuelve la calma. Adems, no se sabe qu otrose formar, quiz no se parezca en nada al antiguo; aqul deca una cosa, ste dir lo contrario. Elnexo entre el ayer y el maana est roto, la experiencia del pasado no alecciona al porvenir. Y todoporque el movimiento no tiene races profundas en la multitud; porque no son un centenar de bobos,

    sino una docena de inteligentes quienes actan. Siempre es fcil que una docena de hombres caigaen la boca del lobo; pero cuando la organizacin engloba a la multitud, cuando todo viene de lamultitud, ningn esfuerzo, sea de quien sea, podr destruir la obra" (pg. 63).

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    "Es ms fcil cazar a una docena de inteligentes que a un centenar de bobos". Este magnficoaxioma (que les valdr siempre los aplausos del centenar de bobos) parece evidente slo porque, enel curso de su razonamiento, han saltado de una cuestin a otra. Comenzaron por hablar, y siguenhablando, de la captura del "comit", de la captura de la "organizacin", y ahora saltan a otracuestin, a la captura de las "races profundas" del movimiento. Est claro que nuestro movimiento

    es indestructible slo porque tiene centenares y centenares de miles de races profundas, pero no setrata de eso, ni mucho menos. En lo que se refiere a las "races profundas", tampoco ahora se nos

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    puede "cazar", a pesar de todo el primitivismo de nuestro trabajo; y, sin embargo, todos deploramos,y no podemos menos de deplorar, la caza de "organizaciones", que rompe toda continuidad delmovimiento. Y puesto que plantean la cuestin de la caza de organizaciones e insisten en tratar deella, les dir que es mucho ms difcil cazar a una docena de inteligentes que a un centenar debobos; y seguir sostenindolo sin hacer ningn caso de sus esfuerzos para azuzar a la multitudcontra mi "espritu antidemocrtico", etc. Como he sealado ms de una vez, debe entenderse por"inteligentes" en materia de organizacin slo a los revolucionarios profesionales, sin que importesi son estudiantes u obreros quienes se forjen como tales revolucionarios profesionales. Pues bien,yo afirmo: 1) que no puede haber un movimiento revolucionario slido sin una organizacin dedirigentes estable que guarde la continuidad; 2) que cuanto ms vasta sea la masa que se incorporeespontneamente a la luchay que constituye la base del movimiento y participa en l -, tanto msimperiosa ser la necesidad de semejante organizacin y tanto ms slida deber ser sta (pues contanta mayor facilidad podrn los demagogos de toda laya arrastrar a los sectores atrasados de lamasa); 3) que dicha organizacin debe estar formada, en lo fundamental, por hombres que hagan delas actividades revolucionarias su profesin; 4) que en un pas autocrtico, cuanto ms restrinjamos

    el contingente de miembros de dicha organizacin, incluyendo en ella slo a los que hacen de lasactividades revolucionarias su profesin y que tengan una preparacin profesional en el arte deluchar contra la polica poltica, tanto ms difcil ser "cazar" a esta organizacin, y 5) tanto mayorser el nmero de personas de la clase obrera y de las obras clases de la sociedad que podrnparticipar en el movimiento y colaborar en l de un modo activo.

    Invito a nuestros "economistas", terroristas, y "economistas-terroristas" a que refuten estastesis, las dos ltimas de las cuales voy a desarrollar ahora. Lo de si es ms fcil cazar a "una docenade inteligentes" que a "un centenar de bobos" se reduce al problema que he analizado antes: si escompatible una organizacin de masas con la necesidad de observar la clandestinidad ms rigurosa.Jams podremos dar a una organizacin amplia el carcter clandestino indispensable para una lucha

    firme y tenaz contra el gobierno. La concentracin de todas las funciones clandestinas en manos delmenor nmero posible de revolucionarios profesionales no significa, ni mucho menos, que estosltimos "pensarn por todos", que la multitud no tomar parte activa en el movimiento. Alcontrario: la multitud promover de su seno a un nmero cada vez mayor de revolucionariosprofesionales, pues sabr entonces que no basta con que unos estudiantes y algunos obreros queluchan en el terreno econmico se renan para constituir un "comit", sino que es necesarioformarse durante aos como revolucionarios profesionales, y "pensar" no slo en los mtodosprimitivos de trabajo, sino precisamente en esta formacin. La centralizacin de las funcionesclandestinas de la organizacin no implica en modo alguno la centralizacin de todas las funcionesdel movimiento. La colaboracin activa de las ms amplias masas en las publicaciones clandestinas,lejos de disminuir, se decuplicar cuando una "docena" de revolucionarios profesionales centralicen

    las funciones clandestinas de esta labor. As, y slo as, conseguiremos que la lectura de laspublicaciones clandestinas, la colaboracin en ellas y, en parte, hasta su difusin dejen casi de seruna obra clandestina, pues la polica comprender pronto cun absurdas e imposibles son laspersecuciones judiciales y administrativas con motivo de cada uno de los miles de ejemplares depublicaciones distribuidas. Lo mismo cabe decir no slo de la prensa, sino de todas las funcionesdel movimiento, incluso de las manifestaciones. La participacin ms activa y ms amplia de lasmasas en una manifestacin, lejos de salir perjudicada, tendr, por el contrario, muchas msprobabilidades de xito si una "docena" de revolucionarios probados, no menos adiestradosprofesionalmente que nuestra polica, centraliza todos los aspectos de la labor clandestina: edicinde octavillas, confeccin de un plan aproximado, nombramiento de un grupo de dirigentes para cadadistrito de la ciudad, para cada barriada fabril, cada establecimiento de enseanza, etc. (se dir, ya

    lo s, que mis concepciones "no son democrticas", pero ms adelante refutar de manera detalladaesta objecin nada inteligente). La centralizacin de las funciones ms clandestinas por la

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    organizacin de revolucionarios no debilitar, sino que reforzar la amplitud y el contenido de laactividad de un gran nmero de otras organizaciones destinadas a las vastas masas y, por ello, lomenos reglamentadas y lo menos clandestinas posible: sindicatos obreros, crculos obrerosculturales y de lectura de publicaciones clandestinas, crculos socialistas, y democrticos tambin,para todos los dems sectores de la poblacin, etc., etc. Tales crculos, y organizaciones sonnecesarios en todas partes, en el mayor nmero y con las funciones ms diversas; pero es absurdo yperjudicial confundirestas organizaciones con la de los revolucionarios, borrar las fronteras entreellas, apagar en la masa la conciencia, ya de por s increblemente oscurecida, de que para "servir"al movimiento de masas hacen falta hombres dedicados de manera especial y por entero a la accinsocialdemcrata, y que estos hombres deben forjarse con paciencia y tenacidad comorevolucionarios profesionales.

    S, esta conciencia se halla oscurecida hasta lo increble. Con nuestro primitivismo en eltrabajo hemos puesto en entredicho el prestigio de los revolucionarios en Rusia: en esto radicanuestro pecado capital en materia de organizacin. Un revolucionario blandengue, vacilante en los

    problemas tericos y de estrechos horizontes, que justifica su inercia con la espontaneidad delmovimiento de masas y se asemeja ms a un secretario de tradeunin que a un tribuno popular,carente de un plan amplio y audaz que imponga respeto incluso a sus adversarios, inexperto einhbil en su arte profesional (la lucha contra la polica poltica), no es, con perdn sea dicho, unrevolucionario, sino un msero artesano!

    Que ningn militante dedicado a la labor prctica se ofenda por este duro epteto, pues en loque concierne a la falta de preparacin, me lo aplico a m mismo en primer trmino. He actuado enun crculo que se asignaba tareas vastas y omnmodas, y todos nosotros, sus componentes,suframos lo indecible al comprender que no ramos ms que unos artesanos en un momentohistrico en que, modificando ligeramente la antigua mxima, podra decirse: Dadnos una

    organizacin de revolucionarios y removeremos a Rusia de sus cimientos! Y cuanto ms a menudohe tenido que recordar la bochornosa sensacin de vergenza que me daba entonces, tanto mayor hasido mi amargura contra los seudosocialdemcratas que "deshonran el nombre de revolucionario"con su propaganda y no comprenden que nuestra misin no consiste en propugnar que se rebaje alrevolucionario al nivel del militante primitivo, sino en elevar a este ltimo al nivel delrevolucionario.

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    J.V. Stalin

    Los fundamentos del Leninismo

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    VIII. El Partido

    En el perodo prerrevolucionario, en el perodo de desarrollo ms o menos pacfico, cuandolos partidos de la II Internacional eran la fuerza predominante en el movimiento obrero y las formasparlamentarias de lucha se consideraban las fundamentales, en esas condiciones, el Partido no tenani poda tener una importancia tan grande y tan decisiva como la que adquiri ms tarde, en lascondiciones de choques revolucionarios abiertos. Kautsky, defendiendo a la II Internacional contra

    los que la atacan, dice que los partidos de la II Internacional son instrumentos de paz, y no deguerra, y que precisamente por eso se mostraron impotentes para hacer nada serio durante la guerra,en el perodo de las acciones revolucionarias del proletariado. Y as es, en efecto. Pero, qusignifica esto? Significa que los partidos de la II Internacional son inservibles para la lucharevolucionaria del proletariado, que no son partidos combativos del proletariado y que conduzcan alos obreros al Poder, sino mquinas electorales, apropiadas para las elecciones al parlamento y parala lucha parlamentaria. Ello, precisamente, explica que, durante el perodo de predominio de losoportunistas de la II Internacional, la organizacin poltica fundamental del proletariado no fuese elPartido, sino la minora parlamentaria. Es sabido que en ese perodo el Partido era, en realidad, unapndice de la minora parlamentaria y un elemento puesto a su servicio. No creo que sea necesariodemostrar que, en tales condiciones y con semejante partido al frente, no se poda ni hablar de

    preparar al proletariado para la revolucin.

    Pero las cosas cambiaron radicalmente al llegar el nuevo perodo. El nuevo perodo es el delos choques abiertos entre las clases, el perodo de las acciones revolucionarias del proletariado, elperodo de la revolucin proletaria, el perodo de la preparacin directa de las fuerzas para elderrocamiento del imperialismo y la conquista del Poder por el proletariado. Este perodo planteaante el proletariado nuevas tareas: la reorganizacin de toda la labor del Partido en un sentidonuevo, revolucionario, la educacin de los obreros en el espritu de la lucha revolucionaria por elPoder, la preparacin y la concentracin de reservas, la alianza con los proletarios de los pasesvecinos, el establecimiento de slidos vnculos con el movimiento de liberacin de las colonias y delos pases dependientes, etc., etc. Creer que estas tareas nuevas pueden resolverse con las fuerzas delos viejos partidos socialdemcratas, educados bajo las condiciones pacficas del parlamentarismo,equivale a condenarse a una desesperacin sin remedio, a una derrota inevitable. Hacer frente aestas tareas con los viejos partidos a la cabeza, significa verse completamente desarmado. Huelgademostrar que el proletariado no poda resignarse a semejante situacin.

    He aqu la necesidad de un nuevo partido, de un partido combativo, de un partidorevolucionario, lo bastante intrpido para conducir a los proletarios a la lucha por el Poder, lobastante experto para orientarse en las condiciones complejas de la situacin revolucionaria y lobastante flexible para sortear todos y cada uno de los escollos, que se interponen en el camino haciasus fines.

    Sin un partido as, no se puede ni pensar en el derrocamiento del imperialismo, en laconquista de la dictadura del proletariado.

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    Este nuevo partido es el Partido del leninismo.

    Cules son las particularidades de este nuevo partido?

    1)El Partido como destacamento de vanguardia de la clase obrera. El Partido tiene que ser,ante todo, el destacamento de vanguardia de la clase obrera. El Partido tiene que incorporar a susfilas a todos los mejores elementos de la clase obrera, asimilar su experiencia, su espriturevolucionario, su devocin infinita a la causa del proletariado. Ahora bien, para ser un verdaderodestacamento de vanguardia, el Partido tiene que estar pertrechado con una teora revolucionaria,con el conocimiento de las leyes del movimiento, con el conocimiento de las leyes de la revolucin.De otra manera, no puede dirigir la lucha del proletariado, no puede llevar al proletariado tras de s.El Partido no puede ser un verdadero partido si se limita simplemente a registrar lo que siente ypiensa la masa de la clase obrera, si se arrastra a la zaga del movimiento espontneo de sta, si nosabe vencer la inercia y la indiferencia poltica del movimiento espontneo, si no sabe situarse por

    encima de los intereses momentneos del proletariado, si no sabe elevar a las masas hasta lacomprensin de los intereses de clase del proletariado. El Partido tiene que marchar al frente de laclase obrera, tiene que ver ms lejos que la clase obrera, tiene que conducir tras de s al proletariadoy no arrastrarse a la zaga del movimiento espontneo. Esos partidos de la II Internacional, quepredican el "seguidismo", son vehculos de la poltica burguesa, que condena al proletariado alpapel de instrumento de la burguesa. Slo un partido que se site en el punto de vista deldestacamento de vanguardia del proletariado y sea capaz de elevar a las masas hasta la comprensinde los intereses de clase del proletariado, slo un partido as es capaz de apartar a la clase obrera dela senda del tradeunionismo y hacer de ella una fuerza poltica independiente.

    El Partido es el jefe poltico de la clase obrera.

    He hablado ms arriba de las dificultades de la lucha de la complejidad de las condicionesde la lucha, de la estrategia y de la tctica, de las reservas y de las maniobras, de la ofensiva y de laretirada. Estas condiciones son tan complejas, si no ms, que las de la guerra. Quin puedeorientarse en estas condiciones?, quin puede dar una orientacin acertada a las masas de millonesy millones de proletarios? Ningn ejrcito en guerra puede prescindir de un Estado Mayor experto,si no quiere verse condenado a la derrota. Acaso no est claro que el proletariado tampoco puede,con mayor razn, prescindir de este Estado Mayor, si no quiere entregarse a merced de susenemigos jurados? Pero, dnde encontrar ese Estado Mayor? Slo el Partido revolucionario delproletariado puede ser ese Estado Mayor. Sin un partido revolucionario, la clase obrera es como unejrcito sin Estado Mayor.

    El Partido es el Estado Mayor de combate del proletariado.

    Pero el Partido no puede ser tan slo un destacamento de vanguardia, sino que tiene que ser,al mismo tiempo, un destacamento de la clase, una parte de la clase, ntimamente vinculada a stacon todas las races de su existencia. La diferencia entre el destacamento de vanguardia y el resto dela masa de la clase obrera, entre los afiliados al Partido y los sin-partido, no puede desaparecermientras no desaparezcan las clases, mientras el proletariado vea engrosar sus filas con elementosprocedentes de otras clases, mientras la clase obrera, en su conjunto, no pueda elevarse hasta elnivel del destacamento de vanguardia. Pero el Partido dejara de ser el Partido si esta diferencia seconvirtiera en divorcio, si el Partido se encerrara en s mismo y se apartase de las masas sin-partido.

    El Partido no puede dirigir a la clase si no est ligado a las masas sin-partido, si no hay vnculosentre el Partido y las masas sin-partido, si estas masas no aceptan su direccin, si el Partido no goza

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    de crdito moral y poltico entre las masas.

    Hace poco se dio ingreso en nuestro Partido a doscientos mil obreros. Lo notable aqu es lacircunstancia de que estos obreros, ms bien que venir ellos mismos al Partido, han sido enviados al por toda la masa de los sin-partido, que ha intervenido activamente en la admisin de los nuevosafiliados, que no eran admitidos sin su aprobacin. Este hecho demuestra que las grandes masas deobreros sin-partido ven en nuestro Partido su partido, un partido entraable y querido, en cuyodesarrollo y fortalecimiento se hallan profundamente interesados y a cuya direccin confan de buengrado su suerte. No creo que sea necesario demostrar que sin estos hilos morales imperceptibles quelo unen con las masas sin-partido, el Partido no habra podido llegar a ser la fuerza decisiva de suclase.

    El Partido es parte inseparable de la clase obrera.

    Nosotros -dice Lenin- somos el Partido de la clase, y, por ello, casi toda la clase (y entiempo de guerra, en poca de guerra civil, la clase entera) debe actuar bajo la direccin de

    nuestro Partido, debe tener con nuestro Partido la ligazn ms estrecha posible; pero seramanilovismo y "seguidismo" creer que casi toda la clase o la clase entera pueda algn da,bajo el capitalismo, elevarse hasta el punto de alcanzar el grado de conciencia y de actividadde su destacamento de vanguardia, de su partido socialdemcrata. Ningn socialdemcrata

    juicioso ha puesto nunca en duda que, bajo el capitalismo, ni aun la organizacin sindical(ms rudimentaria, ms asequible al grado de conciencia de las capas menos desarrolladas)est en condiciones de englobar a toda o a casi toda la clase obrera. Olvidar la diferencia queexiste entre el destacamento de vanguardia y toda la masa que gravita hacia l, olvidar eldeber constante que tiene el destacamento de vanguardia de elevar a capas cada vez msamplias a su avanzado nivel, sera nicamente engaarse a s mismo, cerrar los ojos ante lainmensidad de nuestras tareas, restringir nuestras tareas. (v. t. VI, pgs. 205-206)

    2) El Partido como destacamento organizado de la clase obrera. El Partido no es slo eldestacamento de vanguardia de la clase obrera. Si quiere dirigir realmente la lucha de su clase, tieneque ser, al mismo tiempo, un destacamento organizado de la misma. Las tareas del Partido en elcapitalismo son extraordinariamente grandes y diversas. El Partido debe dirigir la lucha delproletariado en condiciones extraordinariamente difciles de desarrollo interior y exterior; debellevar al proletariado a la ofensiva cuando la situacin exija la ofensiva; debe sustraer alproletariado de los golpes de un enemigo fuerte cuando la situacin exija la retirada; debe inculcaren las masas de millones y millones de obreros sin-partido e inorganizados el espritu de disciplinay el mtodo en la lucha, el espritu de organizacin y la firmeza. Pero el Partido no puede cumplirestas tareas si l mismo no es la personificacin de la disciplina y de la organizacin, si l mismo no

    es un destacamento organizado del proletariado. Sin estas condiciones, ni hablar se puede de que elPartido dirija verdaderamente a masas de millones y millones de proletarios.

    El Partido es el destacamento organizado de la clase obrera.

    La idea del Partido como un todo organizado est expresada en la conocida frmula, expuestapor Lenin en el artculo primero de los Estatutos de nuestro Partido, donde se considera al Partidosuma de sus organizaciones, y a sus miembros, afiliados a una de las organizaciones del Partido.Los mencheviques, que ya en 1903 rechazaban esta frmula, proponan, en su lugar, el "sistema", deautoadhesin al Partido, el "sistema" de extender el "ttulo" de afiliado al Partido a cualquier"profesor" y a cualquier "estudiante", a cualquier "simpatizante" y a cualquier "huelguista" que

    apoyara al Partido de un modo u otro, aunque no formara ni desease formar parte de ninguna de susorganizaciones. No creo que sea necesario demostrar que este original "sistema", de haber arraigado

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    en nuestro Partido, habra llevado inevitablemente a inundarlo de profesores y estudiantes y a sudegeneracin en una "entidad" vaga, amorfa, desorganizada, que se hubiera perdido en el mar de los"simpatizantes", habra borrado los lmites entre el Partido y la clase y malogrado la tarea delPartido de elevar a las masas inorganizadas al nivel del destacamento de vanguardia. Huelga decirque, con un "sistema" oportunista como se, nuestro Partido no habra podido desempear el papelde ncleo organizador de la clase obrera en el curso de nuestra revolucin.

    Desde el punto de vista del camarada Mrtov -dice Lenin- las fronteras del Partidoquedan absolutamente indeterminadas, porque "cualquier huelguista" puede "declararsemiembro del Partido". Cul es el provecho de semejante vaguedad? La gran difusin del"ttulo". Lo que tiene de nocivo consiste en que origina la idea desorganizadora de laconfusin de la clase con el Partido. (v. t. VI, pg. 211)

    Pero el Partido no es slo la suma de sus organizaciones. El Partido es, al mismo tiempo, elsistema nico de estas organizaciones, su fusin formal en un todo nico, con organismossuperiores e inferiores de direccin, con la subordinacin de la minora a la mayora, con

    resoluciones prcticas, obligatorias para todos los miembros del Partido. Sin estas condiciones, elPartido no podra formar un todo nico y organizado, capaz de ejercer la direccin sistemtica yorganizada de la lucha de la clase obrera.

    Antes -dice Lenin-, nuestro Partido no era un todo formalmente organizado, sino,simplemente, una suma de diversos grupos, razn por la cual no poda de ningn modoexistir entre ellos ms relacin que la de la influencia ideolgica. Ahora somos ya un partidoorganizado, y esto entraa la creacin de una autoridad, la transformacin del prestigio delas ideas en el prestigio de la autoridad, la sumisin de las instancias inferiores a lasinstancias superiores del Partido. (v. t. VI. pg. 291)

    El principio de la subordinacin de la minora a la mayora, el principio de la direccin de la

    labor del Partido por un organismo central suscita con frecuencia ataques de los elementosinestables, acusaciones de "burocratismo", de "formalismo", etc. No creo que sea necesariodemostrar que la labor sistemtica del Partido como un todo y la direccin de la lucha de la claseobrera no seran posibles sin la aplicacin de estos principios. El leninismo en materia deorganizacin es la aplicacin indefectible de estos principios. Lenin califica la lucha contra estosprincipios de "nihilismo ruso" y de "anarquismo seorial", digno de ser puesto en ridculo yrepudiado.

    He aqu lo que dice Lenin, en su libro "Un paso adelante" a propsito de estos elementosinestables:

    Este anarquismo seorial es algo muy peculiar del nihilista ruso. La organizacin delPartido se le antoja una "fbrica" monstruosa; la sumisin de la parte al todo y de laminora a la mayora le parece un "avasallamiento"... la divisin del trabajo bajo ladireccin de un organismo central le hace proferir alaridos tragicmicos contra latransformacin de los hombres en "ruedas y tornillos"... la sola mencin de los estatutos deorganizacin del Partido suscita en l un gesto de desprecio y la desdeosa... observacin deque se podra vivir sin estatutos.

    Est claro, me parece, que los clamores contra el famoso burocratismo no son ms queun medio de encubrir el descontento por la composicin de los organismos centrales, no sonms que una hoja de parra... Eres un burcrata, porque has sido designado por el Congresosin mi voluntad y contra ella! Eres un formalista, porque te apoyas los acuerdos formales delCongreso, y no en mi consentimiento. Obras de un modo brutalmente mecnico, porque teremites a la mayora "mecnica" del Congreso del Partido y no prestas atencin a mi deseode ser cooptado. Eres un autcrata, porque no quieres poner el poder en manos de la vieja

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    tertulia de buenos compadres! (v. t. VI. pgs. 310 y 2)

    3)El Partido como forma superior de organizacin de clase del proletariado. El Partido es eldestacamento organizado la clase obrera. Pero el Partido no es la nica organizacin de la claseobrera. El proletariado cuenta con muchas otras organizaciones, sin las cuales no podra luchar con

    xito contra el capital: sindicatos, cooperativas, organizaciones fabriles, minoras parlamentarias,organizaciones femeninas sin-partido, prensa, organizaciones culturales y educativas, uniones de la

    juventud, organizaciones revolucionarias de combate (durante las acciones revolucionariasabiertas), Soviets de Diputados como forma de organizacin del Estado (si el proletariado se hallaen el Poder), etc. La inmensa mayora de estas organizaciones son organizaciones sin-partido, y slounas cuantas estn directamente vinculadas al Partido o son ramificaciones suyas. En determinadascircunstancias, todas estas organizaciones son absolutamente necesarias para la clase obrera. Puessin ellas no sera posible consolidar las posiciones de clase del proletariado en los diversos terrenosde la lucha, ni sera posible templar al proletariado como la fuerza llamada a sustituir el orden decosas burgus por el orden de cosas socialista. Pero cmo llevar a cabo la direccin nica, con talabundancia de organizaciones? Qu garanta hay de que esta multiplicidad de organizaciones nolleve a incoherencias en la direccin? Cada una de estas organizaciones, pueden decirnos, acta ensu propia rbita y por ello no pueden entorpecerse las unas a las otras. Esto, naturalmente es cierto.Pero tambin lo es que todas estas organizaciones tienen que desplegar su actividad en una mismadireccin, pues sirven a una sola clase, a la clase de los proletarios. Quin -cabe preguntarse-determina la lnea, la orientacin general que todas estas organizaciones deben seguir en su trabajo?Dnde est la organizacin central que no slo sea capaz, por tener la experiencia necesaria, detrazar dicha lnea general, sino que, adems, pueda, por tener el prestigio necesario para ello, movera todas estas organizaciones a aplicar esa lnea, con el fin de lograr la unidad en la direccin yexcluir toda posibilidad de intermitencias?

    Esta organizacin es el Partido del proletariado.El Partido posee todas las condiciones necesarias para lo primero, porque el Partido es el

    punto de concentracin de los mejores elementos de la clase obrera, directamente vinculados a lasorganizaciones sin-partido del proletariado y que con frecuencia las dirigen; segundo, porque elPartido, como punto de concentracin de los mejores elementos de la clase obrera, es la mejorescuela de formacin de jefes de la clase obrera, capaces de dirigir todas las formas de organizacinde su clase; tercero, porque el Partido, como la mejor escuela para la formacin de jefes de la claseobrera, es, por su experiencia y su prestigio, la nica organizacin capaz de centralizar la direccinde la lucha del proletariado, haciendo as de todas y cada una de las organizaciones sin-partido de laclase obrera organismos auxiliares y correas de transmisin que unen al Partido con la clase.

    El Partido es la forma superior de organizacin de clase del proletariado.

    Esto no quiere decir, naturalmente, que las organizaciones sin-partido, los sindicatos, lascooperativas, etc., deban estar formalmente subordinadas a la direccin del Partido. Lo que hacefalta es simplemente, que los miembros del Partido que integran estas organizaciones, en las quegozan de indudable influencia, empleen todos los medios de persuasin para que las organizacionessin-partido se acerquen en el curso de su trabajo al Partido del proletariado y aceptenvoluntariamente la direccin poltica de ste.

    Por eso, Lenin dice que el Partido es "la forma superior de unin de clase de los proletarios",

    cuya direccin poltica debe extenderse a todas las dems formas de organizacin del proletariado(v. t. XXV. pg. 194).

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    Por eso, la teora oportunista de la "independencia" y de la "neutralidad" de las organizacionessin-partido, que produce parlamentarios independientes y publicistas desligados del Partido,funcionarios sindicales de mentalidad estrecha y cooperativistas imbuidos de espritupequeoburgus, es completamente incompatible con la teora y la prctica del leninismo.

    4) El Partido como instrumento de la dictadura del proletariado. El Partido es la formasuperior de organizacin del proletariado. El Partido es el factor esencial de direccin en el seno dela clase de los proletarios y entre las organizaciones de esta clase. Pero de aqu no se desprende, nimucho menos, que el Partido pueda ser considerado como un fin en s, como una fuerza que sebaste a s misma. El Partido no slo es la forma superior de unin de clase de los proletarios, sinoque es, al mismo tiempo, un instrumento del proletariado para la conquista de su dictadura, cuandosta no ha sido todava conquistada, y para la consolidacin y ampliacin de la dictadura, cuando yaest conquistada. El Partido no podra elevar a tal altura su importancia, ni ser la fuerza rectora detodas las dems formas de organizacin del proletariado, si ste no tuviera planteado el problema

    del Poder, si las condiciones creadas por el imperialismo, la inevitabilidad de las guerras y laexistencia de las crisis no exigieran la concentracin de todas las fuerzas del proletariado en un sololugar, la convergencia de todos los hilos del movimiento revolucionario en un solo punto, a fin dederrocar a la burguesa y conquistar la dictadura del proletariado. El proletariado necesita delPartido, ante todo, como Estado Mayor de combate, indispensable para la conquista victoriosa delPoder. No creo que sea necesario demostrar que, sin un partido capaz de reunir en torno suyo a lasorganizaciones de masas del proletariado y de centralizar, en el curso de la lucha, la direccin detodo el movimiento, el proletariado de Rusia no hubiera podido implantar su dictadurarevolucionaria.

    Pero el proletariado no necesita del Partido solamente para conquistar la dictadura; an le es

    ms necesario para mantenerla, consolidarla y extenderla, para asegurar la victoria completa delsocialismo.

    Seguramente -dice Lenin-, hoy casi todo el mundo ve ya que los bolcheviques no sehubieran mantenido en el Poder, no digo dos aos y medio, sino ni siquiera dos meses ymedio, sin la disciplina rigurossima, verdaderamente frrea, de nuestro Partido, sin el apoyototal e indefectible prestado a l por toda la masa de la clase obrera, es decir, por todo lo queella tiene de consciente, honrado, abnegado, influyente y capaz de conducir tras de s o dearrastrar a las capas atrasadas. (v. t. xxv, pg. 173)

    Pero qu significa "mantener" y "extender" la dictadura? Significa inculcar a las masas demillones y millones de proletarios el espritu de disciplina y de organizacin; significa dar a las

    masas proletarias cohesin y proporcionarles un baluarte contra la influencia corrosiva del elementopequeoburgus y de los hbitos pequeoburgueses; reforzar la labor de organizacin de losproletarios para reeducar y transformar a las capas pequeoburguesas; ayudar a las masasproletarias a forjarse como fuerza capaz de destruir las clases y de preparar las condiciones paraorganizar la produccin socialista. Pero todo esto sera imposible hacerlo sin un partido fuerte porsu cohesin y su disciplina.

    La dictadura del proletariado -dice Lenin- es una lucha tenaz, cruenta e incruenta,violenta y pacfica, militar y econmica, pedaggica y administrativa, contra las fuerzas y lastradiciones de la vieja sociedad. La fuerza de la costumbre de millones y decenas de millonesde hombres es la fuerza ms terrible. Sin un partido frreo y templado en la lucha, sin unpartido que goce de la confianza de todo lo que haya de honrado dentro de la clase, sin unpartido que sepa pulsar el estado de espritu de las masas e influir sobre l, es imposiblellevar a cabo con xito esta lucha. (v. t. XXV, pg. 190)

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    El proletariado necesita del Partido para conquistar y mantener la dictadura. El Partido es uninstrumento de la dictadura del proletariado.

    Pero de esto se deduce que, con la desaparicin de las clases, con la extincin de la dictaduradel proletariado, deber desaparecer tambin el Partido.

    5) El Partido como unidad de voluntad incompatible con la existencia de fracciones. Laconquista y el mantenimiento de la dictadura del proletariado son imposibles sin un partido fuertepor su cohesin y su disciplina frrea. Pero la disciplina frrea del Partido es inconcebible sin launidad de voluntad, sin la unidad de accin, completa y absoluta, de todos los miembros delPartido. Esto no significa, naturalmente, que por ello quede excluida la posibilidad de una lucha deopiniones dentro del Partido. Al revs: la disciplina frrea no excluye, sino que presupone la crticay la lucha de opiniones dentro del Partido. Tampoco significa esto, con mayor razn, que ladisciplina debe ser "ciega". Al contrario, la disciplina frrea no excluye, sino que presupone la

    subordinacin consciente y voluntaria, pues slo una disciplina consciente puede ser una disciplinaverdaderamente frrea. Pero, una vez terminada la lucha de opiniones, agotada la crtica y adoptadoun acuerdo, la unidad de voluntad y la unidad de accin de todos los miembros del Partido escondicin indispensable sin la cual no se concibe ni un Partido unido ni una disciplina frrea dentrodel Partido.

    En la actual poca de cruenta guerra civil -dice Lenin- el Partido Comunista slopodr cumplir con su deber si se halla organizado del modo ms centralizado, si reina dentrode l una disciplina frrea, rayana en la disciplina militar; y si su organismo central es unorganismo que goza de gran prestigio y autoridad, est investido de amplios poderes y cuentacon la confianza general de los afiliados al Partido. (v. t. XXV, pgs. 282-283)

    As est planteada la cuestin de la disciplina del Partido en las condiciones de la luchaprecedente a la conquista de la dictadura.

    Otro tanto hay que decir, pero en grado todava mayor, respecto a la disciplina del Partidodespus de la conquista de la dictadura:

    El que debilita, por poco que sea -dice Lenin-, la disciplina frrea del Partido delproletariado (sobre todo en la poca de su dictadura), ayuda de hecho a la burguesa contrael proletariado. (v. t. XXV, pg. 190)

    Pero de aqu se desprende que la existencia de fracciones es incompatible con la unidad del

    Partido y con su frrea disciplina. No creo que sea necesario demostrar que la existencia defracciones lleva a la existencia de diversos organismos centrales y que la existencia de diversosorganismos centrales significa la ausencia de un organismo central comn en el Partido, elquebrantamiento de la unidad de voluntad, el debilitamiento y la descomposicin de la disciplina, eldebilitamiento y la descomposicin de la dictadura. Naturalmente, los partidos de la IIInternacional, que combaten la dictadura del proletariado y no quieren llevar a los proletarios a laconquista del Poder, pueden permitirse un liberalismo como la libertad de fracciones, porque nonecesitan, en absoluto, una disciplina de hierro. Pero los partidos de la Internacional Comunista, queorganizan su labor partiendo de las tareas de conquistar y fortalecer la dictadura del proletariado, nopueden admitir ni el "liberalismo" ni la libertad de fracciones.

    El Partido es la unidad de voluntad, que excluye todo fraccionalismo y toda divisin del poderdentro del Partido.

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    De aqu, que Lenin hablara del "peligro del fraccionalismo para la unidad del Partido y para larealizacin de la unidad de voluntad de la vanguardia del proletariado, condicin fundamental delxito de la dictadura del proletariado". Esta idea fue fijada en la resolucin especial del X Congresode nuestro Partido "Sobre la unidad del Partido".

    De aqu, que Lenin exigiera "la supresin completa de todo fraccionalismo" y "la disolucininmediata de todos los grupos, sin excepcin, formados sobre tal o cual plataforma", so pena de"expulsin incondicional e inmediata del Partido" (v. la resolucin "Sobre la unidad del Partido").

    6) El Partido se fortalece depurndose de los elementos oportunistas. El fraccionalismodentro del Partido nace de sus elementos oportunistas. El proletariado no es una clase cerrada. A lafluyen continuamente elementos de origen campesino, pequeoburgus e intelectual,proletarizados por el desarrollo del capitalismo. Al mismo tiempo, en la cspide del proletariadocompuesta principalmente de funcionarios sindicales y parlamentarios cebados por la burguesa a

    expensas de los superbeneficios coloniales, se opera un proceso de descomposicin. "Esa capa -diceLenin- de obreros aburguesados o de "aristocracia obrera", enteramente pequeoburgueses por sugnero de vida, por sus emolumentos y por toda su concepcin del mundo, es el principal apoyo dela II Internacional, y, hoy da, el principal apoyo social (no militar) de la burguesa. Porque sonverdaderos agentes de la burguesa en el seno del movimiento obrero, lugartenientes obreros de laclase de los capitalistas, verdaderos vehculos del reformismo y del chovinismo" (v. t. XIX, pg.77).

    Todos estos grupos pequeoburgueses penetran de un modo o de otro en el Partido, llevando aste el espritu de vacilacin y de oportunismo, el espritu de desmoralizacin y de incertidumbre.Son ellos, principalmente, quienes constituyen la fuente del fraccionalismo y de la disgregacin, la

    fuente de la desorganizacin y de la labor de destruccin del Partido desde dentro. Hacer la guerraal imperialismo teniendo en la retaguardia tales "aliados", es verse en la situacin de gente que sehalla entre dos fuegos, tiroteada por el frente y por la retaguardia. Por eso, la lucha implacablecontra estos elementos, su expulsin del Partido es la condicin previa para luchar con xito contrael imperialismo.

    La teora de "vencer" a los elementos oportunistas mediante la lucha ideolgica dentro delPartido, la teora de "acabar" con estos elementos dentro del marco de un partido nico es una teorapodrida y peligrosa, que amenaza con condenar al Partido a la parlisis y a una dolencia crnica,que amenaza con entregar el Partido a merced del oportunismo, que amenaza con dejar alproletariado sin Partido revolucionario, que amenaza con despojar al proletariado de su arma

    principal en la lucha contra el imperialismo. Nuestro Partido no hubiera podido salir a su anchurosocamino, no hubiera podido tomar el Poder y organizar la dictadura del proletariado, no hubierapodido salir victorioso de la guerra civil, si hubiese tenido en sus filas a los Mrtov y a los Dan, alos Potrsov y a los Axelrod. Si nuestro Partido ha conseguido forjar dentro de sus filas una unidadinterior y una cohesin nunca vistas, se debe, ante todo, a que supo librarse a tiempo de la escoriadel oportunismo y arrojar del Partido a los liquidadores y a los mencheviques. Para desarrollar yfortalecer los partidos proletarios, hay que depurar sus filas de oportunistas y reformistas, de social-imperialistas y social-chovinistas, de social-patriotas y social-pacifistas.

    El Partido se fortalece depurndose de los elementos oportunistas.

    Teniendo en las propias filas a los reformistas, a los mencheviques -dice Lenin-,no esposible triunfar en la revolucin proletaria,no es posible defenderla. Esto es evidente desde el

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    punto de vista de los principios. Esto lo confirman con toda claridad la experiencia de Rusiay la de Hungra... En Rusia, hemos atravesado muchas veces por situaciones difciles, en queel rgimen sovitico habra sido irremediablemente derrotado si hubiesen quedadomencheviques, reformistas, demcratas pequeoburgueses dentro de nuestro Partido... EnItalia, donde, segn la opinin general, las cosas marchan hacia batallas decisivas entre elproletariado y la burguesa por la conquista del Poder del Estado. En tales momentos, noslo es absolutamente necesario expulsar del Partido a los mencheviques, a los reformistas, alos turatistas, sino que puede incluso resultar til apartar de todos los puestos deresponsabilidad a quienes, siendo excelentes comunistas, sean susceptibles de vacilaciones ymanifiesten inclinacin hacia la "unidad" con los reformistas... En vsperas de la revoluciny en los momentos de la lucha ms encarnizada por su triunfo, la ms leve vacilacin dentrodel Partido puede echarlo todo a perder, hacer fracasar la revolucin, arrancar el Poder demanos del proletariado, porque este Poder no est todava consolidado, porque lasarremetidas contra l son todava demasiado fuertes. Si en tal momento, los dirigentesvacilantes se apartan, eso no debilita al Partido, sino que fortalece al Partido, al movimientoobrero, a la revolucin. (v. t. XXV, pgs. 462, 463 y 464)

    Ludo Martens

    El partido de la revolucin[]

    1.1. LA FORMACIN DE UN NCLEO DIRIGENTE ESTABLELa existencia de un ncleo estable de cuadros revolucionarios bien formados es de una

    importancia decisiva para poder desarrollar al partido y conseguir la victoria en la futura revolucin.

    La experiencia nos ensea que la formacin del ncleo es un proceso de larga duracin. Slopuede llegar a formarse a travs de la participacin en la lucha de clases y despus, a travs de lasabundantes luchas contra las lneas oportunistas. Este proceso de tan larga duracin debe ser

    organizado, lo ms posible, de forma consciente, por la seleccin, la formacin, poniendo a pruebaa nuevos cuadros y vigilando permanentemente la