Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano Nº52 La persistencia de las desigualdades de género

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    Como citar este documento: Gentili, Pablo. La persistencia de las desigualdades de gneroen Cuadernos del

    Pensamiento Crtico Latinoamericano N 52. CLACSO, abril de 2012. Publicado en La Jornada de Mxico,Pgina 12de Argentina y Le Monde Diplomatique de Bolivia, Chile y Espaa.

    LA PERSISTENCIA DE LAS DESIGUALDADES DE GNERO

    PABLO GENTILIDoctor en Educacin. Profesor de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro (UERJ).

    Secretario Ejecutivo Adjunto de CLACSO y Director de FLACSO / Brasil.

    HIPOCRESA DE GNERO

    Hace algunas semanas fue publicado el nuevo Informe sobre elDesarrollo Mundial 2012 Igualdad de Gneroy Desarrollo, producido por el Banco Mundial. El documento ofrece un pormenorizado anlisis de lasdisparidades en materia de gnero, especialmente en los pases ms pobres (la persistencia de altas tasas demortalidad en las nias; las desigualdades educativas; los diferenciales de ingreso; las dificultades de lasmujeres en hacer or su voz, entre otras). La informacin disponible contrasta con la visin pobre y

    reduccionista que posee esta agencia con respecto al desarrollo humano y a los derechos ciudadanos.

    Para el Banco Mundial, la igualdad de gnero merece ser defendida porque genera un incremento en lacompetitividad econmica, mejora la productividad de las prximas generaciones (ya que las mujeres controlanmejor los ahorros familiares y cuando son ms educadas y sanas poseen hijos ms educados y sanos),adems de aumentar la representatividad y la pluralidad de opiniones en las sociedades modernas. Ni unapalabra acerca de los derechos humanos, ni mucho menos, alguno de los principios de la Declaracin que losconsagra, la cual, para el Banco Mundial, seguramente es un resabio del pasado a ser descartado por su bajoaporte a la productividad del trabajo.

    Un rasgo nada anecdtico pone en duda el deslumbramiento tardo que el Banco Mundial demuestra por laigualdad entre hombres y mujeres: se trata de una institucin que nunca ha tenido entre sus directores a un serhumano del sexo femenino. Desde 1946 hasta la fecha, todos los presidentes del Banco Mundial han sidohombres, blancos, occidentales y, claro est, anglosajones. Un recorrido por la galera de personalidadesilustres que ha dirigido la entidad permite ver que sus rostros son bastante semejantes, comparten el mismotipo de peinado y, en algunos casos, hasta el mismo tipo de calvicie. No menos llamativo es que su Junta deGobernadores, constituida por 187 miembros responsables por definir y formular las polticas del organismo,posee slo 16 mujeres. Quizs el tema no sera tan grave si no fuera porque el propio Banco Mundial reconoceque la igualdad de gnero es un elemento importante para el dinamismo econmico de las sociedades. Unaseal de alerta relevante ya que, los que componen la Junta de Gobernadores de la institucin, no son otrosque los propios ministros de economa de los diferentes pases del mundo. Dicho en otras palabras,actualmente, menos del 9% de los ministros de economa de todo el planeta, son mujeres. Lo cual, segn el

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    propio Banco Mundial defiende en su Informe de 2012, puede ser un verdadero peligro para el progreso de la

    humanidad.La discriminacin de gnero en los espacios de poder no se limita, claro, a la baja participacin femenina enlos ministerios de economa o en los directorios de las grandes empresas nacionales o multinacionales. Lapersistencia de la desigualdad de gnero se pone en evidencia en algunas instituciones que, a diferencia delBanco Mundial, suelen defender los principios y prcticas progresistas y democrticas. Me refiero a lasuniversidades pblicas latinoamericanas y a las personas que ejercen su gobierno.

    Reconozco que suele ser ms fcil y tranquilizador criticar el Banco Mundial que a las universidades pblicas.Sin embargo, analizar la relacin entre la discriminacin de gnero y el gobierno universitario puede serrelevante, al menos, por dos motivos.

    En primer lugar, porque el aumento en la participacin de las mujeres en la enseanza superiorlatinoamericana, ha sido impresionante a lo largo de las ltimas tres dcadas. Muchas de las universidades dela regin tienen ms mujeres que hombres entre sus estudiantes y muchas carreras antes masculinas se hanfeminizado velozmente. En segundo lugar, porque las universidades han sido uno de los espacios ms activosen la produccin del discurso feminista y progresista comprometido con la lucha por la igualdad de gnero y la

    justicia social. Ya que las universidades latinoamericanas tienden a ser ms femeninas que masculinas yconstituyen la fuente inspiradora de la lucha contra la discriminacin sexual, sera de esperar que sudesempeo en materia de igualdad fuera mejor que el que ostenta el Banco Mundial.

    Y lo es. Pero poco, muy poco.

    Un relevamiento que hemos realizado en las 200 universidades ms importantes de Amrica Latina y elCaribe, pone en evidencia que slo 16% de ellas poseen mujeres a cargo de sus rectorados. El resto, 84%,son dirigidas por hombres. Nada mal si se lo campara con las universidades europeas, donde las mujeresconstituyen el 59% del estudiantado y slo 9% estn gobernadas por ellas y 18% de los catedrticos son delsexo femenino.

    De las 20 universidades ms destacadas de Amrica Latina, slo una tiene como rectora una mujer.Naturalmente, los ranking sobre calidad de las universidades nunca consideran la igualdad de gnero como unelemento positivo a ser ponderado. Al menos un dato es alentador: las mujeres han superado a los obispos enla direccin de las principales universidades latinoamericanas.

    Igualdad de gnero?Distribucin entre rectores y rectoras en 200 universidades latinoamericanas y caribeas

    Pas Rectores Rectoras

    Argentina 18 4Chile 5 -Paraguay 1 -Uruguay 3 -Mxico 47 10Brasil 13 2Bolivia 5 1Colombia 15 4Ecuador 12 -

    Per 17 4

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    Cuba 4 2

    Hait 1 -Puerto Rico 2 -Rep. Dominicana 12 1Costa Rica 1 1El Salvador 2 -Guatemala 2 -Honduras 2 1Nicaragua 3 1Panam 3 1

    168 32Total 200

    Elaboracin propia, a partir de informaciones disponibles en las bases de datos de la Unin de Universidades de Amrica Latina y elCaribe y de la Red de Macro-Universidades de Amrica Latina y el Caribe

    No deja de ser curioso que las instituciones de educacin superior tengan una aguda capacidad para juzgar ala sociedad y muy poca para juzgarse a s mismas.

    En efecto, la discriminacin de gnero opera, como lo demuestran numerosas investigaciones acadmicas,porque encuentra su anclaje en una cultura institucional y en una serie de factores que se ocultan por detrs deargumentos tcnicos o supuestamente objetivos para justificar o naturalizar las ventajas de los hombres sobrelas mujeres. Antes, las evidencias utilizadas para explicar por qu ellos solan tener el privilegio del mando y

    ellas la obligacin de la obediencia, se centraban bsicamente en la dbil capacidad cognitiva y emocional delas mujeres y en el temple, el coraje y la inteligencia varoniles. Las cosas han cambiado y en las universidadescasi nadie cree en semejantes tonteras. Sin embargo, si esto es as, no deja de llamar la atencin que tanto elacceso a cargos como la distribucin de beneficios y ventajas acadmicas, se establezcan entre hombres ymujeres como si ambos fueran iguales y sus trayectorias de vida no enfrentasen ciertas especificidades como,por ejemplo, la maternidad. Cmo es posible que se compare con los mismos parmetros cuantitativos laproductividad acadmica de dos personas de 40 aos, si una de ellas ha sido madre una, dos o tres veces y laotra no? La produccin acadmica profesional comienza, de manera general, a los 25 aos, momento en elque tambin, para muchas mujeres, se inicia el perodo de la maternidad. Si el ingreso a la carrera docente seproduce a los 35, es obvio que las mujeres que han sido madres corren con cierta desventaja. Los hijos, claro,ofrecen muchas alegras, pero no cuentan puntos en los sistemas de evaluacin acadmica que se utilizan

    para determinar quin manda y quin obedece, quin gobierna y quin acata en nuestras universidades.Tambin, cunto ganan unas y otros. En la medida en que los salarios docentes se componen cada vez msde premios e incentivos a la productividad acadmica, las desigualdades de ingreso entre hombres y mujeresen el campo universitario no tender a disminuir sino probablemente a aumentar.

    Tampoco debe llamar la atencin que las mujeres llegan muy poco a los Rectorados, pero lo hacen muchoms que los hombres a las Secretaras Acadmicas. El dato podra ser interpretado como un avance en lalucha por la igualdad de gnero o, menos efusivamente, como una redefinicin de la divisin sexual del trabajoen el gobierno universitario: los hombres se ocupan de las tareas relevantes y las mujeres de cuidar a los hijos,en este caso, la poblacin estudiantil.

    Las universidades, ese espacio que tanto nos ha ayudado a pensar que en la divisin social del trabajo se

    tejen las races de la discriminacin y la exclusin, parecen no ser capaces de observar que la distribucin

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    sexual de responsabilidades acadmicas no tiene nada de natural ni, mucho menos, es producto del mrito o

    de la capacidad de unos sobre otras.Que ms mujeres estn al mando de nuestras universidades no garantiza que la calidad acadmica de lasmismas vaya a mejorar. Tampoco que la productividad del trabajo de docentes y alumnos aumentar, comosugiere el Banco Mundial cuando pretende encontrarle razones a la igualdad de gnero. Se trata de unacuestin de derechos. Y cuando los derechos se respetan, mejora la calidad democrtica de nuestrasinstituciones acadmicas y, por aadidura, de nuestras sociedades.

    Nuestro cuerpo nos pertenece contina siendo una de las banderas del movimiento feminista. Hombres ymujeres debemos luchar para que ampliemos esa expresin de libertad a todas las instituciones fundamentalespara el gobierno de la sociedad. Que las universidades pertenezcan tambin a las mujeres debera ser elhorizonte de cada uno de los que trabajamos en el campo acadmico, haciendo que las declaraciones por la

    igualdad de gnero dejen de ser una inocultable hipocresa.

    DISCRIMINACIN Y ANONIMATO

    El Servicio Diplomtico es uno de los mbitos ms sexistas dentro de la administracin pblica de cualquierpas del mundo. Las tradiciones corporativas y el espritu aristocrtico se combinan haciendo de ste uno delos espacios menos permeables a la igualdad de gnero dentro de los Estados democrticos.

    En Argentina, como en muchos otros sitios, el ingreso a la carrera diplomtica se realiza mediante un complejoproceso selectivo. Desde los aos 60, esta tarea es ejecutada por el Instituto del Servicio Exterior de la Nacin

    (ISEN), dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Adems de la seleccin de los nuevosdiplomticos, el ISEN tiene por funcin capacitarlos de manera permanente. El competitivo proceso deseleccin se lleva a cabo mediante un conjunto de pruebas de conocimiento en diversos campos acadmicos:Derecho Constitucional e Internacional Pblico, Historia Poltica y Econmica Argentina, Historia de lasRelaciones Polticas y Econmicas Internacionales, Economa y Comercio Internacional, Teora Poltica,Cultura General y temas de actualidad econmica internacional. Adems, se realizan pruebas de aptituddiplomtica y exmenes psicolgicos, entre otros.

    Desde la creacin del ISEN, hasta casi mediados de los 90, slo un 15% de las 50 vacantes disponibles parael acceso a la carrera diplomtica eran ocupadas por mujeres. La cuota, aunque no tena carcter oficial,funcionaba de manera efectiva. Las pruebas no eran superadas por ms de 5 o 6 mujeres en cada proceso

    selectivo. Sin embargo, hace casi 20 aos, los exmenes de ingreso al servicio exterior argentino dejaron deser nominales y pasaron a ser annimos. Desde entonces, el acceso a la carrera diplomtica se produce deforma casi equilibrada entre hombres y mujeres. De los 50 seleccionados en 2010, 23 postulantes eran desexo femenino, mientras que en el 2011, 24.

    Es evidente que el motivo que explica que antes del anonimato slo 15% de las vacantes fueran cubiertas pormujeres, no tena nada que ver con la capacidad acadmica de las aspirantes ni, mucho menos, con lavocacin diferenciada entre hombres y mujeres para el ejercicio de la funcin diplomtica. La seleccinnominal operaba como un eficiente mecanismo de discriminacin en uno de los primeros paseslatinoamericanos en que las mujeres consiguieron transponer las puertas de las universidades.

    Entraban menos mujeres al servicio diplomtico porque los encargados de corregir las pruebas saban que

    eran eso: mujeres. Imagino que algunas razones de peso deberan tener para considerar que las candidatas

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    de sexo femenino no tendran las condiciones suficientes para ejercer el cargo al que aspiraban. Cuando

    dejaron de saberlo, algunos aristcratas de la diplomacia nacional quizs descubrieron que no es lainteligencia lo que separa a los hombres de las mujeres en las sociedades democrticas.

    Siendo as, una vez superada la barrera de entrada, se supone que, en los ltimos 20 aos, el serviciodiplomtico argentino, ha vivido una primavera democrtica en lo que respecta a la igualdad de gnero? Notanto. Al asumir Cristina Fernndez de Kirchner, apenas 5% de los embajadores a cargo de representacionesen el exterior eran mujeres. Algo ms que las que haba a comienzos del siglo XX, es verdad, aunque bastantepoco si se consideran los avances que, en materia democrtica, experiment la sociedad argentina en losltimos 100 aos. De hecho, desde inicios del siglo XIX hasta la actualidad, slo una mujer ha ejercido el cargode Ministra de Relaciones Exteriores de la Argentina. Y lo ha hecho por menos de dos meses. Se trat deSusana Ruiz Cerrutti, quien asumi el cargo mientras conclua el gobierno de Ral Alfonsn en medio de unagravsima crisis institucional. Actualmente, de las 30 embajadas ms importantes de la Argentina, slo dos sonocupadas por mujeres: la de Mxico y la de Gran Bretaa. Ninguna de ellas fue alumna del ISEN. Tampoconinguno de los ms de 70 embajadores que tuvo la Argentina en su principal representacin diplomtica, la deEstados Unidos, ha sido mujer.

    Las desigualdades siempre buscan hacia delante su va de escape. Es all donde se instalan, parapermanecer.

    Las dificultades para que una mujer llegue a ocupar el cargo de embajadora por las vas corrientes de lapromocin en la carrera diplomtica, son enormes en la Argentina, como en casi todo el mundo. Superado elescollo del proceso selectivo, las mujeres del servicio diplomtico argentino deben abrirse camino con unmonumental esfuerzo en un universo sexista y discriminador. Algunas llegan, claro est. Y lo hacen gracias a

    su sacrificio y a su extraordinaria capacidad de trabajo. Muchas, con iguales mritos, sin embargo, vanquedando por el camino, en un pas en el que parece ser ms fcil que una mujer llegue a la Presidencia de laRepblica que a la Cancillera.

    Las mujeres argentinas han conseguido superar muchas de las barreras que les impedan ejercer losprincipales puestos de comando y de direccin dentro de la sociedad. Lo han hecho, entre otras razones,gracias a la democratizacin del sistema educativo. Falta, sin embargo, un largo camino por recorrer.

    Las desigualdades de gnero persisten. La lucha por superarlas, tambin.

    MALDITOS MERCADOS

    Parece indudable que existe una relacin muy estrecha entre las oportunidades que una persona tiene en elsistema escolar y las que le ofrecer el mercado de trabajo. A mayor nivel educativo, mejores niveles deempleo y mejores salarios. Las ventajas en materia de ingresos y la calidad de los empleos dependen enbuena medida del nivel educativo alcanzado por una persona. Una afirmacin que tiene plena validez entiempos de prosperidad y que se pone en evidencia en el contexto de una profunda crisis econmica como laque vive buena parte del mundo actualmente. Los ms preparados para evitar los riesgos del desempleo y laprecarizacin laboral son los que tienen ms altos niveles educativos y han sido educados en las mejoresescuelas.

    La relacin quizs sea obvia. Sin embargo, los vnculos entre educacin, empleo y bienestar son bastante ms

    complejos que los que enuncian buena parte de los analistas del mercado de trabajo.

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    De hecho, las mujeres fueron el sector de la poblacin que ms ha mejorado posiciones dentro del sistema

    escolar. El aumento en las tasas de escolarizacin femeninas ha sido extraordinario durante los ltimos treintaaos, particularmente en pases como Brasil, hoy la sexta economa del planeta.

    Si la relacin entre educacin y empleo fuera todo lo efectiva que se afirma que es, las oportunidades laboralesde las mujeres deberan haber aumentado de forma directamente proporcional a sus logros educativos. Perono fue as. El mercado de trabajo es un mbito mucho ms refractario a la igualdad de gnero que el sistemaeducativo. Al mundo laboral parece costarle trabajo la idea de que hombres y mujeres deben tener los mismosderechos, las mismas oportunidades y el mismo trato.

    Aunque las mujeres tienen hoy niveles educativos iguales o superiores a los de los hombres, sus empleossiguen siendo los ms precarios; su acceso a los puestos de comando y direccin sigue siendo muy limitado oabsolutamente escaso; sus salarios mucho o muchsimo ms bajos que los de los hombres, inclusive cuando

    ejercen los mismos puestos y poseen los mismos niveles de escolaridad.En varios pases latinoamericanos, a mayor escolaridad, mayor la diferencia salarial entre hombres y mujeres.Las mujeres con bajos niveles educativos reciben cerca del 70% de la remuneracin de los hombres queposeen su misma trayectoria escolar. Sin embargo, cuando se trata de mujeres con ms de 12 aos deescolaridad, sus remuneraciones suelen corresponder a menos del 60% que las percibidas por los hombrescon la misma formacin.

    Parecera ser que a las mujeres les va mucho mejor en la escuela que en el mercado de trabajo. Cuanto msestudian, el mercado despliega su misoginia con sorprendente eficacia y las recompensa con ms desigualdadrespecto a los hombres, no con menos.

    En Brasil, el nmero de jvenes entre 18 y 24 aos cursando estudios universitarios pas del 22 al 48% en 10aos. Los principales beneficiarios de este crecimiento fueron los sectores tradicionalmente excluidos de lasuniversidades, como las clases medias emergentes y, dentro de ellas, las mujeres.

    Sin embargo, cuando se comparan los ingresos y las oportunidades de empleo entre un hombre y una mujerblancos, ambos con una edad entre 20 y 24 aos, que viven en un centro urbano y que poseen slo estudiosprimarios completos, el hombre tiene un ingreso promedio de USD 203 y una probabilidad de 76% de estarempleado. La mujer, un ingreso de USD 124 y 41% de chances de estar empleada. En Brasil, las diferenciassalariales llegan a 40% a favor de los hombres y las oportunidades de empleo caen drsticamente cuando lascandidatas son mujeres.

    Diferenciales de ingresos y probabilidad de empleo en jvenes urbanos segn niveles educativos

    Niveleducativo

    CategoraIngreso del

    trabajo promedios(USD)

    Probabilidad de estarempleado/a

    Primariacompleta(20-24 aos)

    Hombre blanco 203 76,2

    Hombre negro 157 76,1

    Mujer blanca 124 41,0

    Mujer negra 96 40,0

    Secundariacompleta(20-24 aos)

    Hombre blanco 274 83,7

    Hombre negro 213 83,6

    Mujer blanca 167 52,7

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    Mujer negra 158 52,6

    Curso deMedicinacompleto(25-29 aos)

    Hombre blanco 1.562 96,8Hombre negro 1.206 96,8

    Mujer blanca 956 87,0

    Mujer negra 692 86,0

    Curso deDerechocompleto(25-29 aos)

    Hombre blanco 1.219 92,8

    Hombre negro 942 92,7

    Mujer blanca 747 73,6

    Mujer negra 576 73,5

    Curso dePedagoga

    completo(25-29 aos)

    Hombre blanco 677 94,0

    Hombre negro 523 94,0

    Mujer blanca 414 77,5Mujer negra 317 77,4

    Nota: USD 1,00 = R$ 1,83. Elaboracin propia sobre informacin disponible en la base de datos del Espelho deEducao e Renda Retornos da Educao no Mercado de Trabalho, Fundao Getlio Vargas. Sobre microdatos delCenso 2000 / IBGE.

    Los datos son elocuentes y reafirman que a mayor nivel educativo mejores salarios. Sin embargo, tambinponen en evidencia algunos de los factores que operan en los procesos de discriminacin y segregacin en elmercado de trabajo que la propia educacin no consigue superar o limitar. En efecto, cuando se comparatransversalmente en una misma categora los retornos econmicos obtenidos por la educacin (por ejemplo,en los hombres blancos), los avances son progresivos. Mientras tanto, cuando la comparacin se realiza entre

    categoras, las desigualdades son notables. En Brasil, un hombre blanco de 20 a 24 aos con escolaridadprimaria completa tiene un ingreso superior al de una mujer negra con nivel universitario incompleto (USD 203y USD 174, respectivamente). Ntese que, en el cuadro presentado, la diferencia salarial entre un hombreblanco con estudios secundarios completos y una mujer negra con curso universitario de pedagoga completoes slo de 16% a favor de la mujer (USD 274 en el hombre, USD 317 en la mujer). O sea, una mujer negra queha superado todas las barreras de la discriminacin, abrindose paso con un enorme esfuerzo hasta concluirsus estudios universitarios, ganar en promedio USD 43 ms que un hombre blanco que ha concluido susestudios secundarios. Esto, claro, si la mujer negra consigue un empleo, ya que sus chances de estarempleada sern menores que las de un hombre blanco con estudios secundarios. 8 de cada 10 hombresblancos con estudios secundarios completos estn empleados, mientras que 7 de cada 10 pedagogas negraslo estn.

    La educacin parece ser una buena inversin si las mujeres negras se comparan consigo mismas ensituaciones de menor escolaridad. Cuando ellas lo hacen con el desempeo que tienen los hombres blancosen el mercado de trabajo, el resultado puede ser un poco desalentador.

    Dicho en otros trminos, es verdad que para obtener mejores ingresos en el mercado de trabajo hay que tenerms educacin. Sin embargo, si se ha nacido hombre y de piel blanca, el beneficio econmico de la educacines mucho mayor que cuando se ha nacido mujer y negra. De manera general, los hombres blancos ganan eldoble que las mujeres negras con los mismos niveles educativos y un poco menos que el doble que lasmujeres blancas. Aunque las mujeres y la poblacin negra mejoraron significativamente sus posiciones dentrodel sistema escolar, los mercados de trabajo se han mantenido tan sexistas y racistas como lo eran hacealgunas dcadas atrs.

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    Por ms que las personas mejoren sus posiciones en el sistema educativo, lo que definir sus salarios no ser

    slo su nivel de conocimientos ni el tipo de escuela en la que han estudiado, sino, fundamentalmente, el colorde su piel y su gnero. En otras palabras, ms all de su escolarizacin, cuando las personas llegan almercado de trabajo sern clasificadas en virtud de criterios sexistas, racistas y discriminadores que limitarn demanera clara sus mritos educativos.

    La escuela, an con todos sus problemas, sigue siendo un lugar bastante ms hospitalario que el mercado detrabajo.

    Las notas del presente Cuaderno han sido publicadas en diversas entradas del blog Contrapuntos firmado porel autor en el peridico espaol El Pas: http://blogs.elpais.com/contrapuntos/

    http://blogs.elpais.com/contrapuntos/http://blogs.elpais.com/contrapuntos/