Cuadernos Del Tropico - Viaje de Bermejo a Tarija

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El gua Viaje de Bermejo a Tarija CUANDO EL CAMINO ES UN ESPECTCULO Continuando con nuestra propuesta de andar caminos y compartir esa experiencia con nuestros lectores a travs del relato, luego de haber ofrecido en nuestro sptim o Cuaderno una minuciosa crnica de la localidad fronteriza de Bermejo, ahora nos aventuramos en un viaje desde Bermejo hasta la histrica ciudad de Tarija (Bolivia ), por un emocionante camino, lleno de asombros, todo un espectculo de la LA PARTIDA Con mucho gusto tomo la posta. Como ya lo consign mi colega Abel Tejerina, el trmite para ingresar a Bolivia, por el paso fronterizo de Aguas Blancas (Argentin a), es simple y se lo puede hacer por el puente internacional o por el paso de c halanas, para arribar directamente en la ciudad boliviana de Bermejo, ubicada de l otro lado del ro homnimo. Es una poblacin de 40 mil habitantes, ubicada a una alt itud de 500 metros sobre el nivel del mar. Mi viaje arranca precisamente desde la terminal d e Bermejo. Teniendo las opciones del avin, el taxi expreso, el camin de carga y el colectivo de lnea (que aqu denominan flota ), elijo este ltimo, a condicin de viajar e n el primer asiento, para tener una visin amplia del paisaje. Son 180 kilmetros de recorrido hasta llegar a Tarija y prometen hacerlo en cuatro horas. Eso y las c ondiciones climticas (un sol radiante) auguran un viaje de privilegio. Y no es para menos. En mis viajes anteriores a Tarija no pude disfrutar en fo rma plena del paisaje, porque el colectivo era estrecho, el polvo del camino ing resaba a raudales por las pequeas ventanillas, la ruta era angosta e inestable, c on curvas y contracurvas, en su mayor parte por cornisa, con permanentes derrumb es. Se parta por la maana y se llegaba en la tarde, con una parada intermedia para comer. Ahora, en cambio, se me ofrece una ruta totalmente asfaltada, con siete tneles para atravesar, y una movilidad en buenas condiciones, bastante cmoda. Es l a nueva y promocionada ruta panamericana Bermejo-Tarija. Pero adems cuento con un excelente folleto-gua del camino, confeccionado y editado por mi amigo boliviano , el gelogo Jos Paz Garzn, quien me espera en la ciudad de Tarija. Qu ms se puede pedi r? EL PRIMER TRAMO Desde la ciudad fronteriza la ruta panamericana sigue la caprichosa trayector ia del ro Bermejo que hace de lmite entre Bolivia y Argentina. Sus aguas azul-verd osas desplazndose man-samente entre las piedras, una deliciosa e inofensiva posta l del invierno, se transforman en una correntada amplia y turbulenta en verano, despus de las primeras lluvias. Desde el camino asfaltado, que baja, sube y gira en cornisa de poca altura, puede verse permanentemente el ro y, del otro lado, la costa argentina. Es la selva subtropical tucumano-oranense, un paisaje de serra nas e intensa vegetacin, donde el verde se muestra en su ms amplia gama. Dispersas casitas de adobe, algunas plantas de bananos y naranjos y plantaciones de caas de azcar trepando la falda de los cerros es lo que se observa en el primer tramo de l territorio boliviano. Y el verdor, siempre el verdor. Pasamos los primeros tneles. Para quienes gustan de los paisajes aqu hay una fi esta para los ojos. En el tramo San Telmo-El limal la vegetacin parece crecer, la ruta trepa en espiral hacia la cresta boscosa de los altos cerros, los rboles se inclinan sobre la ruta, hasta convertirse en selva espesa al llegar a la zona d e Emboruz (nombre de un pueblo chiriguano, registrado por las antiguas crnicas), d escendiendo hasta el puente del ro homnimo, para ingresar luego en una suerte de p ausa entre tanto vrtigo. En este lugar, en pocas anteriores a la ruta asfaltada, s e detenan los vehculos para que los pasajeros bajaran a comer algo o cumplir con a lgunas otras necesidades, ya que el viaje era bastante ms largo que ahora. Entonc es, muchos se reponan del mareo, del vrtigo del viaje, sobre todo quienes no estab

an acostumbrados a estos periplos, tan llenos vueltas y ascensiones. Ahora el co lectivo pasa raudamente por all, sin detenerse para nada. Tambin los comedores mue stran sus puertas cerradas. EL CAN DE ALARACHE Emboruz es simplemente un breve respiro, acaso para tomar impulso hacia las nu evas alturas. Ahora el camino es pura cornisa, como los niveles del infierno de Dante. Se suceden los tneles, uno ms prolongado que otro (de hasta 800 metros de l ongitud) que atraviesan las montaas. A la izquierda, abajo, serpentea el ro Bermej o por una angostura de piedras, y a la derecha, sin mrgenes ni banquina, se levan tan abruptamente los paredones de roca desnuda hacia las cumbres, dejando en som bra el camino. All pueden verse claramente las diferentes capas geolgicas. No hay respiro. Estamos encerrados entre altas montaas. Nuestras cabezas giran de un lad o al otro, observando las moles. Estamos en el can de Alarache y nos acercamos a L a Mamora. Los rboles han disminuido en sus dimensiones y los picos de las montaas se van desnudando de vegetacin, como la cabeza de un fraile. Sin embargo, si dete nemos el vehculo y prestamos atencin, vendr sobre nosotros un fragor de pjaros, con chillidos de monos y alboroto de loros que descienden desde una gigantesca pared vegetal, en el costado argentino. Durante todo el trayecto vemos pequeos derrumbes y obreros trabajando en la ru ta, reparando algn tramo. Es la lucha constante del hombre por controlar la Natur aleza, la que se desborda una y otra vez sobre la obra humana, sin darle tregua. El camino se enancha por momentos, en otras se enangosta ante el desmo-ronamien to de la banquina, siempre girando. En cada curva cerrada, el colectivo hace sen tir su bocina, anticipando cualquier encuentro, aunque el trfico no es intenso. S in embargo, detenerse ante un obstculo dara lugar a una larga hilera de vehculos, con choferes dispuestos a esperar su oportunidad de paso, pues conocen sobradame nte los avatares del camino. Tampoco hay otra salida. Estamos en la regin del Alt o Bermejo. LA MAMORA Llegando a la localidad boliviana de La Mamora es posible observar, desde gra n altura, el nuevo puente internacional sobre el ro Bermejo y la ruta que lleva a Los Toldos, en la Republica Argentina. La vista es panormica. Tambin puede verse, a los lejos, el casero de El condado, tambin en territorio argentino. En realidad , es una convergencia de montaas y de ros procedentes de ambos pases. All, cerca del puente internacional, en el centro de un paisaje espectacular, confluyen los ros Condado y Oroza para dar nacimiento al portentoso Bermejo. El verde y las pelad uras de color amarillo caracterizan el paisaje. Sabemos, dentro del ngulo que for ma el encuentro de los dos ros y cubierta por la espesa vegetacin se encuentra La c apilla , un sitio tambin mencionado por las antiguas crnicas de viaje. Este camino por Bolivia es la nica forma de acceder a Los Toldos. Es decir, pa ra viajar a esta localidad argentina debe hacerse por territorio de Bolivia, hac iendo el tramo de ruta Bermejo-La Mamora y de all volver a ingresar a la Repblica Argentina. Los habitantes de Los Toldos, distante 18 kilmetros hacia el Sur, tie nen estrecha relacin con la localidad fronteriza de La Mamora, donde tambin funcio na una barrera de aduana y un control militar. La Mamora es un pueblo pintoresco, un casero colgado de la falda del cerro, asom ando empinadamente sobre las profundidades del ro Oroza. Estamos a una altitud de 1.200 metros y nos restan 95 kilmetros para llegar a Tarija. Camiones de carga d etenidos frente a los comedores de platos tpicos, animales conducidos por paisano s annimos, nios jugando en los callejones, constituyen postales inolvidables donde el tiempo parece haberse detenido. Se entender, no estamos frente al rido y desolado paisaje de la puna, sino en u na regin de profundos vallescon deliciosos arroyos, flores y habitantes dispuesto s a la conversacin. Ahora la ruta gira hacia el Norte, en sentido opuesto al territorio argentino , siguiendo esta vez la trayectoria del ro Oroza. Pasamos por un lugar denominado La Merced , alguien comenta sobre su tradicional fiesta religiosa. El paisaje empi eza a desnudarse de vegetacin, cobra nueva altura, el color que domina ahora es e

l gris pardo, salpicado de pequeos arbustos verdes. Hay casitas dispersas, hasta en los lugares ms increbles, colgadas de la falta de los cerros. Pasan arrieros, v emos gente llevando bultos, familias silenciosas andando por el borde del camino , pequeas figuras en la amplitud del paisaje. El camino sigue siendo de cornisa, trepando cada vez ms alto y dejando abajo, muy abajo el ro. Pronto la cercana del pueblo de Oroza, situado en un valle que p uede verse desde lo alto, nos anuncia el descenso, que es largo y caprichoso, en tre altos paredones, como tierra cortada por un gigantesco cuchillo. LTIMO TRAMO Finalmente, una vez abajo (es la sensacin que tenemos), pasamos por el histrico pueblo de Padcaya, que se encuentra a una altitud de 2.100 metros. Es un casero antiguo, en su mayor parte constituido por viviendas de adobe y tejas, que tiene origen en una pascana de arrieros y campeadores del siglo XVIII. Hay memorias d e batallas y luchas por la independencia entre sus piedras. Una acertada decisin ha desviado la ruta por un costado del centro urbano, impidiendo de esta manera la alteracin de una tranquilidad pueblerina, el aire antiguo de sus estrechas cal les, con sus vendedores de comida sobre las veredas de laja y la presencia de ca mpesinos llegados desde las lejanas rurales. Un letrero indica: El camino a Chaguaya , donde se desva una ruta hacia el Oeste, perdindose entre altos cerros. Se trata de un santuario - La virgen de Chaguaya - vi sitado por permanentes peregrinos, venidos tanto de Bolivia como de Argentina.