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1 Cuando canta un Alebrije Premio Obra para Títeres MAP 2008 Por Frino [email protected]

Cuando Canta Un Alebrije, por FRINO

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Cuando canta un alebrije, teatro de títeres que explora los terrenos de la fantasía y la identidad mexicana...

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Cuando canta un Alebrije Premio Obra para Títeres MAP 2008

Por Frino

[email protected]

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FRINO (Torreón, 1977). Sociólogo por la Universidad Autónoma de Coahuila.

En 2007 obtuvo el premio nacional de literatura INBA por la obra El vuelo de

Cliserio y ha obtenido el premio obra para títeres del MAP en dos ocasiones:

en 2008 por Cuando canta un alebrije y en 2009 por El bufón está de luto. En

2009 fue becario del FECAC en el área de dramaturgia. Es autor del poemario

¡Buen Viaje! Décimas sonetos octavas y liras para niños y de los discos Rolas

y De vuelta a la madera. Actualmente coordina talleres de creación lírica en

la Escuela de Música del Rock a la Palabra.

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Sinopsis

Pedro Linares es el mejor cartonero del mercado de Sonora, ubicado en el

corazón la ciudad de México. A sus treinta años, Pedro se gana la vida

haciendo diablos, judas y piñatas para las fiestas de la ciudad. Un día llega

hasta su taller el Mismísimo Diablo; por su fama, quiere llevárselo al infierno

para que le haga una escultura. Pero hay un problema: Pedro sólo puede entrar

en el infierno si cruza la puerta de entrada por su propio pie. Por una artimaña

del Diablo, Pedro cae en trance, su familia piensa que está enfermo. En su

delirio se encuentra con unos seres extraños de muchos colores y con alas,

antenas, plumas y cuernos: los Alebrijes. Al principio les tiene miedo, pero

después se da cuenta de que son amigables y que pueden ayudarlo. En el más

allá, Pedro tendrá que elegir entre dos puertas: una da al infierno, la otra

comunica al mundo de los vivos. ¿Encontrará el camino de regreso, o se

quedará para siempre en el inframundo?

Cuando canta un Alebrije no sólo rescata la historia del cartonero

Pedro Linares, inventor de los Alebrijes; es también un intento por llevar a la

escena las tradiciones populares ―como la versificación en décima espinela y

romance―, dentro de un contexto lúdico que busca ofrecer a los niños un

acercamiento al arte del Renacimiento, las fiestas populares y las leyendas

urbanas de la primera mitad del siglo XX en la Ciudad de México. Así, en boca

del Alebrije Pericote hacen contrapunto distintas voces que van desde Dante o

John Milton hasta Rigo Tovar. Emulando a La Divina Comedia, en Cuando

canta un Alebrije la palabra deja su papel de mero vehículo comunicador para

transformarse en uno de los personajes centrales de la historia y en la

verdadera llave que permitirá a Pedro regresar al mundo de los vivos.

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Personajes

Pedro Linares. Un joven cartonero del mercado de Sonora, en la ciudad de

México.

Mari Linares. Hermana de Pedro. Muchacha que viste con mandil y paliacate

en la cabeza.

El Mismísimo Diablo. Viste de traje y corbata. Es rojo, con cuernos, cola y

patitas de chivo. En el cuello trae colgada la llave de la puerta al otro mundo.

Pericote: Alebrije. Quetzal, pájaro poeta, tiene cola de pescado. Es el líder de

los Alebrijes, le gusta hablar en verso. Es admirador del poeta Virgilio que supo

conducir a Dante desde el infierno al Paraíso.

Cienperro, Raniposa: Otros Alebrijes.

Dante, Sor Juana Inés de la Cruz, Nezahualcóyotl: Miembros del Tribunal

Máximo de Almas

Algunos demonios menores

Requerimientos técnicos.

Una máquina de humo, luz negra, reproductor de discos compactos,

estroboscopio.

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para Gioconda Garrido, Beatriz de mi Comedia

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Mas ahora por tu bien pienso y discierno que ser debo tu guía y quien te lleve

desde este sitio humilde hasta otro eterno

La Divina Comedia Canto I

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Escena 1.

En una casa humilde en la ciudad de México, años 30. Hay un anafre, una

mesa, sillas, trastos y ollas colgando de las paredes. Al fondo hay una cama, y

amontonadas junto a ella se pueden ver varias piñatas, diablos y Judas

tradicionales. Un muchacho, Pedro Linares, trabaja en una figura de cartón: es

un diablito y al parecer le está dando los últimos toques. Con un pincel lo pinta

por aquí, por allá, le da un retoque…

Pedro: A ver, un poco más de rojo aquí… afilamos bien este cuerno de

acá…Bueno, este ya quedó. Hay que entregarlo antes de las seis en la calle de

Tacuba, mejor me doy prisa. [Termina, deja el pincel. Carga el diablito en la

espalda, abre la puerta y sale de escena. Se oyen sus pasos alejarse mientras

silba, la puerta queda abierta. Del otro lado, entra una joven barriendo, usa

mandil y una pañoleta amarrada en la cabeza. Es Mari, la hermana de Pedro.]

Mari: [Cantando y bailando al tiempo que barre] ¡Ay, no hay que llorar, que la

vida es un carnaval y es más bello vivir cantando! [De pronto, una corriente de

aire llega y le vuela la pañoleta de la cabeza. La muchacha voltea y se da

cuenta que la puerta está abierta.]

Mari: ¡Peeeedro! ¡Ay! muchacho éste ¿Dónde estará? ¿Cuántas veces tengo

que decirle que cierre la puerta cuando salga? [Al barrer continúa hablando

para sí misma] ¡Peeedro! ¿De cuántos metros tiene la cola este ingrato que no

puede cerrar ni una puerta? Un día de estos se va a meter un mal aire a esta

casa y alguien se va a resfriar, pero ahorita mismo lo traigo de las orejas para

que la cierre… ¡Peeedrooo! [Sale de escena por el otro lado, la puerta sigue

abierta. Comienza música de suspenso, un violín en pizzicato dibuja escalas

menores que sugieren pasos furtivos. En efecto; por la puerta se asoma El

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Mismísimo Diablo. Después de asegurarse que nadie lo ve, entra en la casa.

Busca un escondite: intenta detrás del anafre pero se quema, adentro de una

olla pero no cabe, debajo de la cama o entre las piñatas; es inútil. Al fin,

observa el montón de diablos de cartón, se acomoda entre ellos y queda inmóvil

como una estatua. Regresa la hermana de Pedro.]

Mari: Este muchacho no aparece por ninguna parte, mejor la cierro yo. Pero

me va a escuchar cuando llegue…

[Mari cierra la puerta. Sigue barriendo, bailando y cantando. Llega hasta

donde está el Mismísimo, lo levanta, baila unos pasitos con él ―que permanece

inmóvil―, lo pone en la cama y barre el piso dándole la espalda. Él diablo se

levanta, y se acerca a ella con actitud amenazante, pero la joven voltea y el

Mismísimo recupera su postura de estatua. Después, la muchacha lo carga de

nuevo y lo devuelve a su lugar. Mari sale de la habitación bailando con la

escoba. Por la puerta entra Pedro de regreso, vuelve a dejar la puerta abierta. ]

Pedro: Hogar, dulce hogar… [Entra la hermana, ya sin la escoba]

Mari: ¡Pedro Linares! ¿Otra vez dejando la puerta abierta? Qué se me hace

que, o tienes cola de dinosaurio, o te dan toques la puertas, porque nunca te he

visto cerrar una.

Pedro: Bueno, no es para tanto hermanita, ya la iba a cerrar nomás estaba

esperando que se saliera una mosca que andaba por aquí.

Mari: Sí, cómo no. Tú y tus moscas. ¿Trajiste lo que te pedí?

Pedro: [Entregándole un paquete] Aquí está, dos tortillas y un kilo de chiles

jalapeños…

Mari: ¡Ay no, Pedro! Era AL- RE-VÉS. UN kilo de tortillas y DOS chiles

jalapeños. ¿Ya ves cómo eres de distraído?

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Pedro: Un kilo de torti… Ah, con razón la señora de la tortillería se me quedó

viendo muy raro.

Mari: Mejor siéntate a cenar y cuéntame cómo te fue con tu entrega de hoy.

[La muchacha comienza a manipular ollas. Pedro se acerca a la mesa] ¿Te

compraron todas tus piñatas?

Pedro: Eso sí, me fue muy bien. Pero no eran piñatas Mari, eran diablitos y

Judas para el festejo de la calle Tacuba. Me los van a pagar la próxima

semana…

Mari: ¿Qué? ¿Cómo que la próxima semana? ¿Y de qué vamos a vivir hasta

entonces? Tú siempre dando fiado Pedro, no entiendes que el que fía y fía tiene

hambre todo el día…

Pedro: Pero Mari, si los del almacén Tacuba son mis mejores clientes. Además

ni modo que vaya y se los quite, acuérdate que el que da y quita con el diablo se

desquita. [El Mismísimo, sin que lo vean, afirma con la cabeza]

Mari: [Sirviendo los dos platos en la mesa] Bueno, por hoy con esto estará

bien. Ya veremos cómo le hacemos mañana…

[Ambos comen en silencio. Cuando terminan, Pedro recoge los platos. Mari

hace señas de irse a otra parte de la casa, Pedro se despide de ella y se acuesta

en la cama, la habitación oscurece y se oyen los acordes de una cajita de

música. Por encima de la cama comienzan a saltar pequeñas ovejas. El

muchacho cae dormido y los borreguitos continúan brincando. De pronto, El

Mismísimo se acerca, espanta a los borregos, —¡úchala, vámonos, fuera!— y

sacude a Pedro dos, tres veces hasta despertarlo. Vuelve la luz blanca.]

Pedro: ¿Y ‘ora? ¿Tú quién eres? ¿De qué pastorela te escapaste?

El Mismísimo: [En tono solemne] Malas noches, Pedro. Yo soy el Mismísimo.

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Pedro: [Todavía bostezando y tallándose los ojos] ¿El mismísimo quién?

El Mismísimo: [Caminando lentamente alrededor de la cama] El Mismísimo…

Diablo. Lucifer, Belcebú, Satanás, Mefistófeles, El patas de cabra, Mandinga,

Leviatán y si no me lo crees ve mis cuernos, aquí están. [Agacha la cabeza para

que Pedro observe los cuernos]

Pedro: [Toca un cuerno con una mano] ¡Órale, qué cuernotes! No pues sí, ya

me quedó claro… ¿Y qué quiere a estas horas de la noche? ¿No puede regresar

mañana en horas de oficina?

El Mismísimo: No, Pedro, yo no espero nunca. Más bien vengo a darte

trabajo… Sabes, aunque no lo acostumbro mucho, voy a ser sincero contigo: el

infierno anda un poco mal últimamente, ya no nos caen tantos clientes como

antes. Mis asesores dicen que los humanos ya se acostumbraron a verme y que

necesito renovar mi imagen.

Pedro: Y a mí ¿por qué me busca?

El mismísimo: A eso iba. Me han dicho que tú haces los mejores diablos de

toda la ciudad, y estaba pensando en una gran estatua para decorar el salón de

las llamas. No es que no tenga buenos artistas allá, esos me sobran, pero esto

tiene que ser algo …diferente y novedoso, mmm… ¡Ya sé! ¡Un cambio de color!

¿Qué te parece? Imagínate qué trancazo: ¡UN DIABLO VERDE! ¿No sería

genial? [Pedro mueve la cabeza de un lado a otro, negando] Tienes razón,

luego me van a confundir con piñata de Shrek… [El Mismísimo da vueltas por

la habitación pensando, Pedro sólo observa] ¿Qué te parece cambiar el viejo

trinche por un violín, o mejor una guitarra eléctrica? Tú sabes, a la

competencia le funcionan esas cosas. ¡Bah! [En tono sarcástico] ¡Unas cuantas

alas, nubecitas por aquí y por allá y ya con eso tienen veinte siglos siendo el

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lugar de moda! ¿Y a mí? A mí que me lleve...¡ que me lleve el ángel! ¿Ves? Por

eso es que necesito tu ayuda, tú eres el experto en diablos.

Pedro: [Reflexivo] ¿Una escultura? ¿Cambiar el trinche, otro color? Bueno,

esta semana tengo mucho trabajo, pero si se da una vueltita hacia fin de mes

ya le tengo algo, ¿Como de qué tamaño la quiere?

El Mismísimo: Creo que no me estás entendiendo, Pedro. Lo que quiero es que

vengas a trabajar conmigo por un tiempo, digamos… indefinido. No se trata

sólo de cambiar mi imagen, eso es apenas el principio, tengo muchos

colaboradores, edificios enteros por remodelar, harta chamba y todo pagado

por adelantado, es más ¡Ponle precio! Qué dices, ¿le entras?

Pedro: No sé, hay algo que no me suena bien…

El Mismísimo: Si es por las prestaciones de ley no te preocupes, llevo una

excelente relación con los del Seguro Social, son mis principales proveedores.

Mira, es cierto que el lugar es algo cálido, pero con el tiempo uno se

acostumbra a todo. ¡Ándale, anímate! ¡Tú me dices y ahorita mismo te hago el

cheque!

Pedro: [Levantándose de la cama] Bueno, si me lo paga ahorita ¿Y para

cuándo estaríamos de regreso? Sabe usted, tengo que entregar un trabajo

pasado mañana…

El Mismísimo: Ja, ja ja ¿Pasado mañana? Creo que te vas a tardar un poquito

más, [en tono maligno] Digamos una eternidad… [Pedro, que ya iba detrás del

diablo, se regresa corriendo a la cama]

Pedro: Lo siento señor, pero no tengo planes de mudarme pronto de aquí.

Además, si usted es el mismísimo Cornelio ¿Por qué me ofrece dinero y me

pregunta si quiero ir? ¿Por qué no me lleva así nomás, como en los cuentos?

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El Mismísimo: Ojalá fuera tan fácil. [El mismísimo suelta un largo suspiro y se

sienta en la cama] Según las reglas del Tratado de Libre Comercio de Almas, al

Cielo o al Infierno debes entrar por tu propio pie, nadie puede llevarte a la

fuerza. Pero en este caso te conviene hacer tratos conmigo…créeme

Pedro: ¿Almas? ¿Infierno?¡Así menos le entro!

El Mismísimo: [Ya un poco molesto] ¡Pero por el amor de la competencia, qué

necedad! Mira Pedro, no me respondas ahora. Te voy a te voy a dar un par de

días para que lo pienses. Y para que no te distraigas, te voy a mandar a una

salita especial…

Pedro: No, muchas gracias. Y se me hace que usted ya se va [Pedro se levanta

de la cama y comienza a empujar a El Mismísimo hacia la puerta. El diablo

hace un ademán con el brazo y Pedro cae de nuevo en la cama, como

hipnotizado.]

El Mismísimo: [Mientras desaparece entre humo] No lo olvides Pedro, allá te

espero.

Oscuro.

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Escena 2.

[De ser posible, para esta escena los títeres deberán estar hechos de colores

fosforescentes, con materiales sensibles a la luz negra.]

Sin saber cómo llegó, Pedro se encuentra en un bosque muy oscuro. Hay

árboles, arbustos, matorrales y hongos multicolores. A lo lejos se escuchan

truenos y el aullido de un coyote. Pedro avanza cauteloso entre los troncos de

los árboles, tratando de averiguar en donde está. Algunos relámpagos [un

estroboscopio] iluminan la escena sólo unos segundos. De pronto, se oyen

pasos acercándose y Pedro decide ocultarse detrás de uno de los troncos,

asomando sólo parte de la cabeza para mirar. Vuelve a escucharse el aullido

del coyote, ahora más cerca. Por el lado izquierdo, entra ¿una rana? ¡Una rana

azul con rojas alas de mariposa! Avanza un par de saltos, mira al cielo y aúlla:

¡Aúuuu! Mirándola bien, no puede ser una rana porque aúlla y tiene alas,

aunque sí lo parece… [Terminan los relámpagos pero sigue la penumbra, sólo

ilumina la luz negra]

De pronto, por el mismo lado que llegó la rana hará su entrada un… ¿Un

perro rosa con ocho patas? Bueno, un perro rosa con ocho patas que, al

parecer, va a ladrar porque abre el hocico en actitud amenazante y: ¡Cuac,

cuac, cuac! [Para este punto, Pedro ya está más que sorprendido: aún detrás

del árbol se frota los ojos y no puede creer lo que ve.]

Unos segundos más tarde, después de la Raniposa y el Cienperro, llega un

pájaro Verdi-rojo-amarillento, con cola de pescado y una antenita solitaria que

termina en una pelotita le sale de la cabeza. ¿Este si ladrará? ¿Rebuznará?

Pedro observa intrigado. El personaje abre el pico, pero solo sale un ruido

extraño: Tuuu-tuuu. Los otros dos animales lo imitan: Tuuu-tuuu. El pez-ave

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vuelve a abrir el pico y el extraño sonido brota de nuevo: Tuuu-tuuu. Los otros

dos responden: tuuu-tuuu. El extraño pájaro/pez hace un tercer intento y

entonces sí sale su verdadero canto: Tuuu-tuuuvimos un sirenito, justo al año

de casados, con el cuerpo de perico, pero cola de pescado. Tuvimos un

sirenito… [Los tres seres extraños bailan en fila, haciendo un trenecito, sin

percatarse de la presencia de Pedro que sigue oculto tras el árbol. Cuando

pasan cerca de él, el muchacho se integra a la fila, cantando y bailando con

ellos. De pronto los alebrijes se percatan de su presencia y suspenden el baile.]

Pedro: [Aún baila] Tuvimos un sirenito… ¿Podemos empezar otra vez? Es

muy divertido...

[Los alebrijes se miran entre sí, al parecer no comprenden de donde salió

Pedro]

Pedro: [Se acerca a ellos, los seres extraños retroceden] Sólo una vez más,

por favor…

Seres: [Cuando ven a Pedro acercarse corren de un lado a otro gritando]

¡Alebrijes! ¡Alebrijes!

Pedro: ¿Qué? ¿Alebrijes? ¿Dónde? ¿Cómo, qué es eso? [Comienza a correr

como ellos y a gritar, alarmado. ¡Alebrijes, Alebrijes! Los seres se calman y él

sigue dando vueltas como loco. Los demás personajes lo observan. Por fin el

ave se decide y da un paso al frente, le habla.]

Pericote: Te saludo peregrino, que desde rumbos remotos nos visitas…

Pedro: Terremotos ¿Cuáles terremotos?

Pericote: Quiero decir que seas bienvenido, peregrino de ignotas tierras

Pedro: Ignotas tierras nel, yo soy mexicano pero no diré nada hasta que

venga mi abogado

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Pericote: Dinos al menos porqué te convulsionas de esa manera, forastero.

¿Es que tienes diarrea?

Pedro: ¿Qué tiene de malo mi forma de bailar? Ahí como la ven, me llaman

“El trompo del mercado de Sonora”. [Comienza a dar pasos de baile] Se me

hace que es pura envidia 1, 2, 3, izquierda, 1, 2 ,3 derecha…

Pericote: Al menos responde, ¿es que buscas a Beatriz?

Pedro: Oh, hijo. Qué pasotes das. Qué Beatriz ni que Beatriz. No digas que te

vale gato flaco que ya sábanas paquetes de hule loco. Estás hablando con Pedro

Linares, el mejor diablero del mercado de Sonora, corazón de la heroica

Merced Balbuena, capital del universo y barrios anexos…

Pericote: [volteando a ver a sus compañeros] ¿Pasotes?¿Hule loco? Creo que

esa era la contraseña, ¡el momento ha llegado! Bienvenido al inframundo. Es

mejor que me presente/ y no olvides lo que dije/ Yo me llamo Pericote/ y ellos

son ¡Los Alebrijes! [Pericote presenta a sus amigos]

Alebrijes: [a coro] ¡Alebrijes! ¡Alebrijes!

Pericote: Ahora dinos, forastero/ la razón de tu visita/ ¿o como Caperucita/

te extraviaste en el sendero?

Pedro: ¿Extraviarme? ¿Yooo? ¡Ja! Por favor, si soy una brújula humana…

Bueno, la razón de mi vista es muy sencilla. Verás, la razón de mi visita es, lo

cierto es que yo vine, ¿extraviarme? Sí, cómo no…bueno, mi visita… nomás

díganme una cosa ¿En dónde estoy?

Pericote: Tu problema, mi amigo, es el mismo que tuvo Dante hace siete

siglos. Por fortuna él fue conducido por el guía de guías, el gran poeta Virgilio,

que lo llevó sano y salvo hasta el Paraíso con Beatriz. Hoy, nosotros estamos

aquí para ayudarte…

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Pedro: A ver, vamos por partes ¿Por qué no te explicas? A mí no me hables

de ese tal Emilio que ni conozco. A mí háblame claro.

Pericote: Más claro no puede ser/ repito lo que ya dije/ todo puede suceder/

cuando canta un Alebrije

Alebrijes: ¡Alebrijes, Alebrijes!

Pedro: Ah, con que quieres jugar al Pedro Infante. [De abajo del escenario

saca una guitarra. En el sonido se escuchan acordes huapangueros y entre los

silencios del fraseo Pedro lanza la primera copla]

Pedro: Ya no le des tantas vueltas con tu picote amarillo habla un poco más sencillo tienes la lengua muy suelta y las palabras revueltas discúlpame si te ofendo pero desde aquí estoy viendo que a ti te falta un tornillo. [Le pasa la guitarra a Pericote] Pericote: Cuando salen del panal buscan flores las abejas no me sorprenden tus quejas y parece natural que escuches todo tan mal -no es falta de educación- lo que pasa es que el jabón no ha tocado tus orejas [Le devuelve la guitarra a Pedro] Pedro: Tendré sucias las orejas pero es más feo no tener lo digo por aquel ser que en el espejo refleja una criatura compleja cruza de atún con gallina ¿sabes quién es? Adivina Tú… lo debes conocer [Una vez más va la guitarra a manos de Pericote] Pericote: Necio es aquel que confunde al Quetzal con la gallina la primera es ave fina

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la segunda, de corral Y te digo que hace mal quien canta sin argumento es su voz la del jumento tocando la mandolina Pedro: ¿A quién le dices jumento? porque, a mí, no me va el saco aunque me veas así, flaco cuídate de mi talento Yo las compongo en el viento no me asusta tu comedia tus coplas de enciclopedia ni tu voz de pajarraco Pericote: Permíteme forastero dame tan sólo un segundo no te pongas furibundo no es eso lo que yo quiero Mejor, responde primero qué te trajo a este lugar ¿Por qué vienes a cantar tus coplas al otro mundo?

[Diciendo esto se vuelve a escuchar el trueno, esta vez más fuerte y regresan

los relámpagos]

Pedro: ¿A do.. do.. dónde? Alebrijes: [Responden los tres] ¡Tus coplas al otro mundo! ¡Al otro mundo!

¡Alebrijes, alebrijes!

Pedro: ¿Ustedes dicen al otro mundo, el más allá?

Pericote: [Afirmando con la cabeza] El Otro, el parnaso, la estación final, ni

más ni menos…

Pedro: Pero no puede ser ¿Por qué? ¿Cómo? …¿Estoy muerto? [Grita, se

azota contra un árbol] Noooo, ¡soy muy joven para colgar los tenis!

Pericote: Cálmate, amigo. Todavía no estás muerto.

Pedro: [Recuperando la calma] Ah, ¿no? Ya lo sabía…

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Pericote: Bueno, técnicamente no. Pero estás bien cerquita, sólo te falta

cumplir algunos sencillos trámites. Verás; por alguna razón, tu alma se separó

de tu cuerpo y necesita encontrar el camino de regreso.

Pedro: Ah, eso suena fácil. ¿En dónde pasa el metrobús?

Pericote: Nada de metrobús, estás hablando del espíritu. Pero aquí está

Pericote, —pájaro poeta y discípulo de Virgilio—, para ayudarte a encontrar la

salida ¿Ves aquellas dos puertas? [Los matorrales del ciclorama se apartan y

dejan ver dos puertas iguales, una junto a la otra] Es muy fácil. Tienes que

elegir una de las dos. Si eliges la correcta, tu alma regresará a la tierra y

podrás seguir viviendo…

[Pedro se dirige rápido a la puerta más cercana, cuando está a punto de

abrirla Pericote le habla]

Pericote: Claro que si te equivocas de puerta, tu alma se irá directo al

infierno… [Pedro se regresa a donde está el Quetzal]

Pedro: ¿Cómo? ¿Qué dices? ¿Al infierno?

Pericote: Derechito a tatemarte, sí señor…

Pedro: ¡Pero yo no quiero ir allá!

Pericote: Bueno, por lo general nadie quiere eso

Pedro: No entiendes. Tengo que trabajar mañana

Pericote: ¿Mañana? [Voltea hacia el público] Escúchame bien Pedro, esta no

es una decisión fácil. Algunos han pasado aquí siglos, tratando de adivinar cuál

es la puerta que deben abrir. Ya sabes las reglas: puerta correcta, de regreso al

mundo, puerta incorrecta, derechito al microondas. Ah, una cosa más. Tienes

que darte prisa, porque si algo le ocurre a tu cuerpo antes de que recupere el

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alma, no servirá de nada que encuentres el camino de regreso, tu espíritu se

quedará sin hogar, serás sólo un fantasma errabundo.

Pedro: Oye Pericote, ¿y tú no me puedes ayudar? Seguro que sabes cuál es la

buena. [Pedro comienza a andar entre los arbustos, moviendo las ramas de

aquí para allá, parece buscar algo]

Pericote: Oh Beatriz, dama refulgente, dime qué hacer con este forastero….

[Mientras habla Pericote, Pedro ha descubierto un tercer marco entre los

matorrales, mas alejado de los otros dos]

Pedro: Lo sabía, ¡Una tercera puerta! Esta es la entrada al Cielo, ¿no es así?

Pericote: No, ése es el baño [Se escucha jalar una cadena de inodoro, el agua

que se va y de la puerta del baño sale el Cienperro: ¡Cuac, Cuac, Cuac! que se

había ido momento antes]

Pedro: Tienes razón, es al fondo a la derecha…

Pericote: Bueno, ya lo sabes. Hoy que andas por estos lares/ Tan cerquita de

la muerte/ te deseo buena suerte/ amigo, Pedro Linares.

Pedro: ¿Te vas a poner a cantar otra vez? ¿En estos momentos?

Pericote: ¿Momentos? Esto es la eternidad, para mí no hay tiempo, cualquier

rato es bueno para cantar… Pero para que veas que me caíste bien, voy a tratar

de inspirarte.

Ya está cerrada con tres candados

no sé decirte cuál es la buena

pero presiento, con esta antena

que tu camino está de este lado… [Señalando la puerta de la izquierda]

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Pedro: Ya sé, ¡tengo un método que no falla! De tin marín de do pingué,

cúcara mácara que ésta merito fue… [Señala la otra puerta, la derecha.

Pericote le señala la de la izquierda pero no hay caso, Pedro está confiado]

Pedro: ¡Nos vemos Pericote, hasta luego Alebrijes, muchas gracias por todo!

[Pedro abre la puerta, los alebrijes brincan, hacen señas de que no es por allí,

que es la otra, pero Pedro está muy seguro de su decisión y atraviesa el marco.

Sale de escena, dejando la puerta abierta. Pericote ve por fin su oportunidad

para igualar los méritos de Virgilio.]

Pericote: [A los niños del público] ¡No!, Pedro se fue por la puerta incorrecta.

Piensa Pericote, rápido, piensa. Oh Beatriz, ayúdame, dame inspiración ¿Qué

haría Virgilio en este caso? [Camina de un lado a otro, apurado, de pronto se

detiene] ¡Eso es! Virgilio, poeta de poetas, me has dado la respuesta. [Pericote

se cuela por la puerta abierta, tras él van los Alebrijes.] ¡Allá vooooy!

Oscuro.

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Escena 3.

[Sigue oscuro, sólo se ve a Pedro que avanza cauteloso, buscando a su

hermana]

Pedro: Maaari, Maaari. ¡Ya regresé!

[De pronto se encienden luces rojas, anaranjadas y amarillas que vienen de la

parte baja del escenario. Es una especie de calabozo. En las paredes hay

algunas antorchas y grilletes, también una cortina roja que al parecer cubre

una ventana y una puerta similar a la que ya ha cruzado Pedro. Frente al

muchacho se encuentra El Mismísimo, vestido de traje, con algunos diablos

menores. Lleva en el cuello la llave de la puerta que conduce al mundo de los

vivos.]

El Mismísimo: Bienvenido, Pedro. Me da gusto verte otra vez.

Pedro: ¿Qué pasó? ¿Qué le hizo a mi casa? ¿Dónde está Mari?

El Mismísimo: ¿Tu casa? ¿No entiendes? Desde hoy esta es tu casa, Pedro.

Pedro: Pero yo elegí la puerta correcta.

El Mismísimo: [Volteando a ver a los otros demonios] ¿No son graciosos los

humanos? Siempre creen que toman la decisión correcta. Llevan diez mil años

tomando las decisiones correctas, y sin embargo, cada vez tienen más

violencia, más hambre y más pobreza… Y pensar que todo se lo debo a una

quijada de burro, ¡qué magnífica inversión!

Pedro: ¡Quiero regresar a mi casa!

El Mismísimo: Sí, eso dicen todos. “Yo soy bueno, mi alma es pura, yo no

debería estar aquí”. Ahórranos la molestia de escuchar tus lloriqueos Pedro.

Toma este folleto, en él encontrarás las respuestas a las preguntas más

comunes de nuestros clientes. [Le pasa un tríptico a Pedro]

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Pedro: [leyendo el papel] ¡Felicidades! Ahora que usted ha decidido vivir en

el infierno el resto de sus días… [Se interrumpe] ¿Pero qué estoy haciendo?

¡No, yo no elegí venir acá! ¡Quiero regresar a mi casa!

El Mismísimo: Cálmate hombre, tal vez estarás ansioso por conocer tu

nuevo taller. Tú nos dirás cuándo quieres comenzar a trabajar.

Pedro: Qué taller ni qué nada, ya le dije que yo ya me voy de aquí. [Trata de

abrir la puerta pero es inútil, está cerrada con llave]

El Mismísimo: Eso va a estar un poquito difícil, recuerda las reglas, llegaste

acá por tu propio pie.

Pedro: Pero fue con engaños, y eso es trampa, no se vale.

El Mismísimo: ¿Y con quién crees que estás tratando muchachito? ¿Con la

madre Teresa de Calcuta? Aquí, se vale todo, en especial el engaño y la

mentira. Y entre más sucia sea la trampa, mejor. Si no hiciéramos todos los

días un esfuerzo por ser más deshonestos, en cualquier descuido esto se nos

hubiera vuelto un Paraíso.

[En ese momento llega, por la izquierda, Pericote, seguido del Cienperro y la

Raniposa.]

El Mismísimo: ¿Qué mala broma es ésta? Aquí no se permiten mascotas. Lo

dice muy claro el folleto, punto catorce.

Pericote: Nada de mascotas, yo soy Pericote, pájaro poeta, quetzal del más

allá y abogado de Pedro Linares, aquí presente.

El Mismísimo: ¿Abogado? ¿Y para qué quiere un abogado este batidor de

engrudo?

Pericote: ¿Cómo que para qué? Toda alma tiene derecho a un juicio justo.

El Mismísimo: Él llegó acá por su propio pie…

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Pericote: Tú lo sabes, Mismísimo. Está en la letra chiquita que nadie lee: me

refiero al Tribunal Máximo de Almas y la prueba de los tres secretos.

El Mismísimo: ¿Los tres secretos? No me hagas reír, eso tiene siglos que no

se usa. Además, nunca nadie pudo adivinarlos. Pura tramitología…

Pedro: ¿Alguien puede explicarme de qué se trata?

El Mismísimo: ¿Ves? ¡Ya lo estás confundiendo!

Pericote: No lo confundo, tiene derecho a saber que aún le queda una

oportunidad de regresar.

El Mismísimo: Sí, una en cien mil millones.

Pericote: Una es una.

Pedro: ¿Regresar al mundo? ¿Cómo?

Pericote: Verás. Las reglas dicen que para estos casos tan confusos, los

recién llegados tienen el derecho de llamar al Tribunal Máximo de Almas.

Basta con llamarlos en voz alta y ellos vendrán. Una vez que estén aquí, el

diablo te hará tres preguntas que debes responder acertadamente para poder

salir del inframundo. La leyenda dice que un alma sincera no tendrá problemas

para leer los tres secretos del Diablo. Lo único malo es que hasta hoy nadie ha

logrado revelar los tres secretos.

Pedro [en tono solemne]: ¡Reclamo mi derecho a comparecer ante La Gran

Tribuna de los espíritus!

Pericote: [A Pedro, en secreto] Tribunal Máximo de Almas…

Pedro: Ah, eso… El Tribunal Máximo de Almas.

[Entre humo aparecen tres personajes: Uno viste con túnica y ramas de olivo

en la cabeza, una mujer vestida de monja lleva una gran pluma en la mano y

un tercero viste una playera de la selección mexicana de futbol y cabello muy

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rizado. Se presentan: Yo soy Virgilio y vengo porque un alma en apuros me

necesita, Yo soy Sor Juana Inés de la Cruz y vengo porque un alma en apuros

me necesita, y el tercero: Yo soy Hugo Sánchez y vengo supliendo al poeta

Nezahualcóyotl que manda decir que…, oh, aquí llega el poeta. En eso entra

Nezahualcóyotl y toma su lugar, se va Hugo. Soy el poeta Nezahualcóyotl y

vengo porque un alma en apuros me necesita.]

Pericote: ¿Virgilio? Órale maestro, dame tu autógrafo, tú eres mi fan. Digo,

yo soy tu ídolo. No, bueno, yo te admiro mucho desde que estaba en el

cascarón.

El Mismísimo: [Bostezando] Terminemos de una vez con esta farsa…Me

aburro.

Pericote: [solemne] Gran Jurado, he aquí quien los llamó. Pedro Linares, el

mejor cartonero del mercado de Sonora, corazón de la heroica Merced

Balbuena, capital del universo y barrios anexos. No digan que les vale gato

flaco que ya sábanas paquetes de hule loco… [después, volteando hacia Pedro]

¿Lo dije bien?

Pedro: Al tirísimo carnal, me cae.

El Mismísimo: Bueno, ¡ya, ya! Comencemos con las preguntas que esto ya

me está cansando... [Saca un papel y comienza a leer apresurado saltando

partes] Hoy a 3 de setiembre de 1930…bsmmsñ... El contrato que celebran el

Mismísimo Diablo…bs pfbsmmm… El alma de Pedro Linares msmnñn… Al

demonio con los protocolos, ¡va la primera pregunta!

De los secretos del diablo, quiero saber el primero, responde bien por tu

alma, ¿cuántas estrellas hay en el cielo?

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El Mismísimo: [Macabro, dirigiéndose a los niños del público] Ja, ja, ¿hay

alguien aquí que sepa eso? ¿Quién de ustedes puede ayudar a este pobre

espíritu? Tu alma casi es mía, Pedro.

[ Pedro y Pericote se secretean, un poco más atrás, los miembros del

Tribunal Máximo de Almas esperan la respuesta. Por fin Pedro da unos pasos

al frente]

Pedro: El alma no tengo en venta y por ello te respondo triste demonio sabiondo las estrellas son sin cuenta pues no hay manos ni osamenta que las alcance a contar y si te da por dudar de este sencillo artesano cuéntalas tú con la mano ahora puedes empezar

[Los miembros del Tribunal Máximo afirman con la cabeza al tiempo que

hacen exclamaciones de sorpresa ad libitum: Oh, sí, qué respuesta, claro, él

sabe los secretos, es un alma pura]

El Mismísimo: [estupefacto] ¿Quéee?¡Chiripas de principiante! Además es

mi culpa por ponerte primero la más fácil. Pero vas a ver que de ésta no pasas:

De los secretos del diablo, quiero saber el segundo, responde bien por tu alma

¿Cómo se puede obtener oro partiendo del plomo?

[Nuevamente se reúnen Pedro y Pericote a deliberar mientras el Mismísimo

sonsaca a los niños, ¿Quien le ayuda a Pedro? ¿Hay alguien aquí que sepa la

respuesta? Por fin Pedro da un paso al frente, se hace un silencio]

Pedro: Uy, ésta sí me la pusiste facilita. Mira: Vas al monte de piedad a empeñar tus soldaditos y con ese dinerito que era plomo, en realidad

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compras a la brevedad una cadena de oro así obtendrás con decoro sin que nadie se resista el sueño del alquimista: a partir del plomo, oro [Una vez más, los miembros del tribunal asienten, gustosos. El Mismísimo

está enojado. Pedro y Pericote hacen reverencias al público y al Tribunal.]

El Mismísimo: [haciendo berrinche se dirige a los niños] ¡No se vale! ¡Eso es

trampa! ¡Árbitro vendido! Díganle algo…

[Molesto, el Mismísimo embiste a Pedro, que alcanza a quitarse de su

camino. En el sonido se escuchan acordes de guitarra y palmeos de flamenco,

el infierno es ahora la Plaza México. Pericote quita la cortina roja de la ventana

del fondo (sujeta con velcro) y se la da a Pedro, que reacciona con Verónicas,

Portas Gayola y Chicuelinas. Pericote, los otros Alebrijes y los miembros del

Tribunal festejan cada pase de capote que da Pedro ante las embestidas del

Mismísimo, invitando al público a sumarse al coro. Oooooleee, ooooleeee,

oooleeeee… Por fin, el Mismísimo se detiene, del otro lado del escenario está

Pedro, el Tribunal y los alebrijes corean Pedro, Pedro, Pedro…El muchacho

triunfante, da el paseíllo: lento, airoso, recibiendo la ovación… A la voz del

Mismísimo se interrumpe todo]

El Mismísimo: A ver, a ver, aquí todavía no hay nada escrito. Falta una

pregunta, la más difícil de todas. De los secretos del diablo, quiero saber el

tercero, responde bien por tu alma, de la gallina y el huevo ¿qué fue primero?

[Por tercera vez, Pedro y Pericote intercambian opiniones mientras el

mismísimo interroga a los presentes, ¿Quién sabe qué fue primero? Al fin,

Pedro da dos pasos al frente. Se hace silencio. Espera unos segundos y voltea a

ver a Pericote que le hace señas de que hable con confianza. Pedro avanza un

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paso más, el Mismísimo también da un paso hacia Pedro. Al fin se escucha la

voz del muchacho.]

Pedro: La trampa está en suponer que son cosas diferentes por eso dice la gente que falta por resolver si antes en aparecer fue la gallina o el huevo el argumento no es nuevo pues saben, aquí en China que el huevo será gallina y fue la gallina un huevo [Los miembros del Tribunal asienten con la cabeza, Pericote aplaude, regresa

el coro: ¡Pedro, Pedro, Pedro! El Mismísimo se quita la llave que trae en el

cuello y se la da al artesano, todos festejan con excepción del cornudo. Pedro

abre la puerta que comunica con el mundo y sale, dejándola una vez más

abierta, tras de él van los Alebrijes. La escena termina cuando el humo blanco

lo cubre todo.]

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Epílogo.

[Una vez más, la habitación de Pedro. Los judas y los diablitos siguen allí. El

muchacho está en la cama, dormido. Despierta súbitamente. Hasta él llega

Mari, su hermana.]

Mari: Pedro, ¡Ya despertaste, qué bueno! ¿Cómo te sientes? ¿Quieres comer

algo?

Pedro: Pericote, ¿Dónde está Pericote?

Mari: ¿Quién es Pericote? ¿Dé que hablas? Tuviste una pesadilla Pedro,

tenías mucha fiebre…

Pedro: No fue un sueño, Mari.

Mari: Te digo que lo soñaste, yo estuve aquí, cuidándote todo el tiempo.

Pedro: Entonces tengo que hacer los retratos de mis amigos, para que nunca

se me olvide cómo son. Ellos me ayudaron a regresar, el mundo tiene que

conocerlos.

Mari: ¿A regresar de dónde? Mejor te preparo algo de comer, debes estar

hambriento. Voy a comprar tortillas, no me tardo [Mari sale de escena]

Pedro: Vaya, qué sueño tan extraño, parecía muy real.

[Pasan unos segundos en silencio. Pedro se acerca y observa uno de los

diablitos de cartón. Le toca los cuernos, le da unos golpecitos para ver si se

mueve. Nada. Regresa a la cama, pensativo]

Pedro: Vaya si fue un sueño extraño…

[Pedro está acostado en silencio. Después, aun recostado emite levemente un

sonido: Tuuu-Tuuu. Tras unos segundos, lejos, se escucha una respuesta: tuuu-

tuuu]

Pedro: ¿Pericote? Tuuu-tuuu

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[La respuesta se oye más cerca: tuuu-tuuu]

Pedro: [Levantándose de la cama, animado, al tiempo que llegan Pericote y

los Alebrijes, todos entonan al unísono]

Todos: Tuuu-tuuu- Tuvimos un sirenito, justo al año de casados, con el cuerpo

de perico pero cola de pescado, tuvimos un sirenito, justo al año de casados…

Telón.