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Cuando de nuevo te diga te quiero sabrás que llegó la primavera, y mientras yo escancio el relente de la noche en las tinajas del tiempo seguiremos

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Cuando de nuevo te diga te quiero sabrás que llegó la primavera,

y mientras yo escancio el relente de la nocheen las tinajas del tiempo

seguiremos brindando por la vidacon el vino nuevo del lagar

mientras blanquea aún de nieve la montañay el agua fresca de la fuente

canta baladas de río hacia el marbajo la luna color naranja

que emerge redonda con sabor a madre desde el fondo del mar.

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En cada rincón vital del alma una a una fotografié y junté

las páginas iniciales de tu vida y la mía

para tejer credencialesque según se alejara la tardey de golpe cayera la noche

dormidos para siemprequedaran los recuerdos en el libro oro y nácar

de nuestros íntimos secretossellados con un beso.

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Como cuando aquel día ido,siendo yo todavía un niño,

grabé tu nombre con el cincel del viento

en el árbol ausente de mis sueños.Y se encendieron, de pronto,

las luces todas,tatuadas de azul, por la mañana,

en el marco intemporalde los espejos diáfanos del agua.

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Recuerdo que me quedé en silencio columpiando en mi mente

tu mirada en la míasobre el carrusel multicolor del tiempo.

Y es que lo nuestro fue, oh memoria sagrada

guardada como se guardan huesos de santo en un relicario,

una casa abierta, sin puertas,por donde transitar pudiera

libremente, como un peregrino, el color de la inocencia intemporal

de nuestra alejada infancia.

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Hoy no hay casa, ni árbol, ni nadie que nos abra la puerta,

pero nos queda en la distanciael recuerdo a media luz

de los sueños más limpios e inocentesde la infancia,

golpeando insistentesla memoria entornada

de otro tiempo, de otra edadalertada de inocencia,

que si ha mucho prescribió, en ausencia,

espera aún la llegada de una nueva primavera.

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Cuando de nuevo te diga te quiero sabrás que llegó la primavera,y mientras yo escancio el relente de la nocheen las tinajas del tiemposeguiremos brindando por la vidacon el vino nuevo del lagarmientras blanquea aún de nieve la montañay el agua fresca de la fuente canta baladas de río hacia el marbajo la luna color naranjaque emerge redonda con sabor a madre desde el fondo del mar.En cada rincón vital del alma una a una fotografié y juntélas páginas iniciales de tu vida y la míapara tejer credencialesque según se alejara la tardey de golpe cayera la noche dormidos para siemprequedaran los recuerdos en el libro oro y nácar de nuestros íntimos secretossellados con un beso. Como cuando aquel día ido,siendo yo todavía un niño,grabé tu nombre con el cincel del viento en el árbol ausente de mis sueños.

Y se encendieron, de pronto, las luces todas,tatuadas de azul, por la mañana, en el marco intemporalde los espejos diáfanos del agua. Recuerdo que me quedé en silencio columpiando en mi mentetu mirada en la míasobre el carrusel multicolor del tiempo.Y es que lo nuestro fue, oh memoria sagradaguardada como se guardan huesos de santo en un relicario,una casa abierta, sin puertas,por donde transitar pudiera libremente, como un peregrino, el color de la inocencia intemporal de nuestra alejada infancia.Hoy no hay casa, ni árbol, ni nadie que nos abra la puerta, pero nos queda en la distanciael recuerdo a media luz de los sueños más limpios e inocentesde la infancia,golpeando insistentesla memoria entornada de otro tiempo, de otra edadalertada de inocencia, que si ha mucho prescribió, en ausencia,espera aún la llegada de una nueva primavera.

Juan Manuel del Río