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4. Cuando el padre se ausenta Cuando nace un niño, se tiene la tendencia a considerar que se establecen primero relaciones privilegiadas con la madre y que el niño se identifica más con la madre que con el padre. A menudo ocurre que cuando el padre se ausenta por algunos días o semanas, al regresar el niño no lo acepta o le pone mala cara. Y entonces el padre se siente despechado... Sí. Ante todo hay que comprender que el tiempo no es el mismo para el niño y para un adulto. Para un niño dos días, tres días son dos se- manas, tres semanas... Dos días es mucho tiempo para él. Cuando el padre se marcha debe avisárselo al niño y sobre todo decirle: “Pensaré en ti”. También conviene que la madre le hable del padre ausente a fin de que éste continúe exis- tiendo en la palabra de la madre. Y cuando los padres regresan no deben asombrarse de que el hijo les haga mala cara o pa- rezca indiferente. No deben manifestar su sentimiento de des- pecho, sino que han de comportarse con toda naturalidad: “¡Hola, como estás hija mía!” Al poco tiempo, el niño tomará a reconocer al padre y dará vueltas alrededor de él. 39

cuando el padre se ausenta

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capitulo 4 sin editar del libro de F. Dolto llamado Niño agresivo o niño agredido

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4. Cuando el padre se ausenta

Cuando nace un niño, se tiene la tendencia a considerar que se establecen prim ero relaciones privilegiadas con la madre y que el niño se identifica más con la madre que con el padre. A menudo ocurre que cuando el padre se ausenta por algunos días o semanas, al regresar el niño no lo acepta o le pone mala cara.

Y entonces el padre se siente despechado... Sí. Ante todo hay que comprender que el tiempo no es el mismo para el niño y para un adulto. Para un niño dos días, tres días son dos se­manas, tres semanas... Dos días es mucho tiempo para él. Cuando el padre se marcha debe avisárselo al niño y sobre todo decirle: “Pensaré en ti” . También conviene que la madre le hable del padre ausente a fin de que éste continúe exis­tiendo en la palabra de la madre. Y cuando los padres regresan no deben asombrarse de que el hijo les haga mala cara o pa­rezca indiferente. No deben manifestar su sentimiento de des­pecho, sino que han de comportarse con toda naturalidad: “ ¡Hola, como estás hija mía!” Al poco tiempo, el niño tomará a reconocer al padre y dará vueltas alrededor de él.

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40Tampoco debe el padre que regresa precipitarse sobre su

hijo para besarlo. Los padres no lo saben, pero hasta los tres años, el niño no siente esos abrazos y besos como algo bueno, pues no sabe adónde irán a parar. (Sobre todo porque el niño ama mucho y para él, cuando es pequeño, amar significa lle­varse a la boca lo que ama. Devorar, signo de amor, es algo que está muy cerca del canibalismo que es reemplazado por algún tabú en el momento del destete.) Los padres creen que besando al niño le manifiestan su amor y que el niño al besarlos les manifiesta el suyo. Eso no es cierto, o mejor dicho es un ritual que se le impone al niño, que éste soporta y que no manifiesta nada. El niño manifiesta su amor llevándole sus juguetes al padre, trepando a sus rodillas, dándole su muñeca. En ese momento, el padre que ha estado ausente debe decirle: “Estoy contento de volver a verte”. Y refiriéndose al objeto que el niño acaba de traerle: “ ¡Ah, pero qué bonito es! Me alegra que me lo hayas traído” . Y así todo se arreglará, porque el objeto que interesa al niño interesa también al papá.

En lo que se refiere a separaciones temporales, hemos reci­bido muchas cartas de padres que deben viajar por obligación: camioneros, representantes de firmas comerciales, periodistas de radio y de televisión; todos se preguntan si su ausencia no representa un gran drama en la vida del hijo, que se ve casi constantemente separado del padre. Algunos hasta contemplan la posibilidad de cambiar de profesión. ¿Cómo experimenta el niño esa separación?

Todo depende de la manera en que se le hable. Si el padre le explica lo que hace cuando está ausente, si le cuenta a su hijo (aun cuando éste parezca no comprenderlo) que conduce un camión, que trabaja en la televisión o que es representante comercial o cualquier otra actividad profesional, de una manera viva, con palabras sencillas, éstas permanecerán en el oído del niño. Y cuando el padre no está presente, la madre debe también recordárselo a los niños y decirles que el padre trabaja,

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Cuando el padre se ausenta / 41que piensa en ellos y que pronto regresará. Si los nifios son bastante grandes, se les puede mostrar el calendario: “ ¿Ves?Este día regresará tu padre. ¿Qué harás para tu papá? ¿Un lindo dibujo? A él le gustará mucho” . La madre debe hablar del padre cuando está ausente; después de la tercera o cuarta ausencia el nifio consciente —un niño es “consciente” ya a los doce, catorce o dieciocho meses— sabrá muy bien que cuando el padre se marcha regresará y que durante su ausencia, todos piensan en él, puesto que hablan de él.

Otra cosa importante: no hay que hacer creer al niño, sobre todo cuando éste se hace un poco molesto, difícil, colérico, desobediente —lo que ocurre generalmente entre los dieciocho y los veintidós meses—, que el padre, al regresar, hará las veces de gendarme. Que la madre no diga: “Se lo diré a tu padre” . Eso sería muy, pero muy torpe, porque de esta manera el niño acumulará una multitud de pequeños sentimientos de culpa­bilidad que asociará con la idea del regreso del padre. Y ese sentimiento de malestar empañará la alegría del retorno. Tam­poco se trata de excluir al padre por estar ausente. A veces, niños ya mayores piden a la madre que no cuente al padre algo que han hecho y de lo que están poco orgullosos. Si se trata de tonterías de poca importancia, la madre deberá res­ponder con buen criterio: “Por supuesto que no le diré nada; tú sabes que has obrado mal y no habrías hecho eso si tu padre hubiera estado aquí; no voy a molestarlo con estas cosas ¿e niños” . Si, en cambio, se trata de algo serio que la madre siente la necesidad de referir al padre, no debe mentirle al hijo, pero tampoco debe amenazarlo con decírselo al padre, como si se tratara de apelar a una fuerza punitiva. La madre debe acostumbrar al hijo a considerar al padre como un auxiliar inteligente que ella tiene y como el responsable, junto con ella, en cuanto a tom ar medidas que ayuden al niño a superar sus dificultades. En suma, cuando el padre está ausente, es impor­tante mantener en todos los niños, cualquiera sea su edad, el pensamiento de su presencia-y de la confianza que en él tiene.