CUANDO ME MUERA QUIERO QUE ME TOQUEN CUMBIA.rtf

Embed Size (px)

Citation preview

Cristian AlarcnCuando me mueraquiero que me toquen cumbiaVidas de pibes chorrosInvestigacin periodsticade Silvina SeijasndicePrlogo 15Captulo 1 21Captulo II 45Captulo III 71Captulo IV 83CaptuloV 99Captulo VI 129Captulo VII 149Captulo VIII 175Captulo IX 195Epilogo 215Agradecimientos 219 (...) El traidor vive entre dos lealtades; vive en el doble sentido, en el disfraz. Debe fingir, permaneceren la tierra balda de la perfidia, sostenido por los sueos imposibles de un futuro donde susvilezas sern, por fin, recompensadas. Pero de qu modo sern recompensadas en el futuro las vilezas del traidor?RICARDO PIGLIA, Respiracin ArtificialLlamo violencia a una audacia en estado de reposo enamorada de los peligros. Se la distingue en una mirada,en una forma de caminar, en una sonrisa, y es en ustedes en quienes produce oleajes. Los desconcierta.Esta violencia es una calma que los agita. JEAN GENET, Diario del ladrnLo que caracteriza el concepto de aventura y lo distingue de todos los fragmentos de la vida (...)es el hecho de que algoaislado y accidental pueda responder a una necesidad y abrigar un sentido.GEORGE SIMMEL, Sobre la aventuraPrlogoCuando llegu a la villa slo saba que en ese punto del conurbano norte, a unas quince cuadras de laestacin de San Fernando, tras un crimen, naca un nuevo dolo pagano. Vctor Manuel El Frente Vital,diecisiete aos, un ladrn acribillado por un cabo de la Bonaerense cuando gritaba refugiado bajo la mesa deun rancho que no tiraran, que se entregaba, se convirti entre los sobrevivientes de su generacin en unparticular tipo de santo: lo consideraban tan poderoso como para torcer el destino de las balas y salvar a lospibes chorros de la metralla. Entre los trece y los diecisiete aos el Frente robaba al tiempo que ganaba famapor su precocidad, por la generosidad con los botines conseguidos a punta de revlveres calibre 32, porpreservar los viejos cdigos de la delincuencia sepultados por la traicin, y por ir siempre al frente. La vidade Vctor Vital, su muerte, y las de los sobrevivientes de las villas de esa porcin del tercer cordn suburbanola San Francisco, la 25 de mayo y La Esperanza, son una incursin a un territorio al comienzo hostil,desconfiado como una criatura golpeada a laque se le acerca un desconocido. La invocacin de su nombre fue casi el nico pasaporte para acceder a losestrechos caminos, a los pequeos territorios internos, a los secretos y las verdades veladas, a la intensidadque se agita y bulle con ritmo de cumbia en esa zona que de lejos parece un barrio y de cerca es puro pasillo.Quizs hubiera sido mejor revelar la identidad de un asesino, la mecnica de un fusilamiento, un mensaje dela mafia, la red de poder de un polica corrupto, un crimen pasional cometido con una faca bien afilada.Detrs de cada uno de los personajes se podra ejercer la denuncia, seguir el rastro de la verdad jurdica, loque los abogados llaman autor del delito y el periodismo pruebas de los hechos. Pero me vi un daintentando torpemente respetar el ritmo bascular de los chicos ladrones de San Fernando, sentado durantehoras en la misma esquina viendo cmo jugaban al ftbol y sancionaban a las patadas al mal zaguero central.Me vi sumergido en otro tipo de lenguaje y de tiempo, en otra manera de sobrevivir y de vivir hasta la propiamuerte. Conoc la villa hasta llegar a sufrirla.Con el tiempo y el progreso del asfalto y la urbanizacin impuesta por el municipio, la villa San Francisco, ya sus costados norte la 25, y sur La Esperanza, se fueron convirtiendo en un barrio. Sobre el natural caos dela edificacin no planificada se trazaron algunas calles y algunos ranchos desaparecieron bajo las topadoraspara dar lugar al cemento y al orden. Pero la traza colonial slo logra dar la impresin de un barrio con esasfachadas en las que a pesar de la pobreza se ha puesto esmero. Es una delantera amable de la villa: entrecasa y casa, entre frente y frente, se abren los pasillos que llevan a los caseros de los fondos. Detrsde cada zagun se esconden las casillas de chapa mejoradas con improvisadas paredes de bloques oladrillos. Justo entre la 25 y La Esperanza ha quedado intacta una porcin de la vieja villa deranchos encimados con cuatro pasillos internos. En uno de ellos, al que se entra por la calle GeneralPinto, a una cuadra de su casa, fue asesinado el Frente Vital la maana del 6 de febrero de 1999.Muy de a poco el campo de accin en el lugar se fue ampliando para m, abrindose hasta dejarmeentrar a los expendios de droga, a las casas de los ladrones ms viejos y retirados, a losaguantaderos. Al principio slo poda circular por la cuadra del Frente, slo ver cmo, al llegar lahora de comer, las mujeres comenzaban a hacer una recoleccin sistematizada de prstamos entrelos vecinos de siempre. Media taza de aceite de un rancho, un poco de arroz de otro, una cebolla, unprecioso pedazo de carne ms all. Las madrazas en busca del faltante para resolver el hambre secruzaban de vereda a vereda rescatando porciones a reciclar con una pericia que evidenciaba elentrenamiento en la faena de llenar la olla del da, la inmediata necesidad de saciar los estmagos decada familia.Al Frente lo enterraron en una tumba del sector ms pobre del cementerio de San Fernando, dondeconviven los mausoleos seoriales de la entrada, y las pedestres sepulturas sobre la tierra.Adornados por flores de plstico, los muertos quedan como sembrados a lo largo de una planicie enla que resalta hoy la tumba de Vctor Vital. Resplandece entre las dems por las ofrendas. Grupos dechicos enfundados en sofisticados equipos de gimnasia y zapatillas galcticas se renen paracompartir con el Frente la marihuana y la cerveza. Las ofrecen para pedirle proteccin.San Fernando es ese partido del conurbano bonaerense cuya estacin del ferrocarril Mitre es casi laltima antes de llegar a Tigre, a poco del Ro de la Plata, entre Bccar y Carup: es la zona del pasdonde la brecha entre pobres y ricos es abismal. La fortuna ajena parece al alcance de la mano: allse da la maldita vecindad entre el hambre y la opulencia.A dos aos de mi llegada al barrio, los chicos de la generacin que creci sin el particular ycuestionable orden que defenda el Frente Vital, les roban a las ancianas y los nios del lugar.Buscan diez pesos para una prxima dosis de mentirosa altivez. Se conforman ya no con lareivindicacin del propio ser al tomar por asalto el status prohibido de las marcas famosas sino conun paraso artificial que da una bolsa de Poxirn o intoxicados con las pastillas diseadas paracalmar la angustia del perfecto pequeo burgus diluidas en el peor vino ofertado por elalmacenero, al que tarde o temprano asaltarn, simplemente porque los tiempos han cambiado encontra nuestra y ya no hay ley, no hay iguales, no existe el milagro de la salvacin.Como si l y su podero mstico incluyeran la condena y la salvacin, el mito del Frente Vital meabri la puerta a la obscena comprobacin de que su muerte incluye su santificacin y al mismotiempo el final de una poca. Esta historia intenta marcar, contar ese final y el comienzo de una eraen la que ya no habr un pibe chorro al que poder acudir cuando se busca proteccin ante elescarmiento del aparato policial, o de los traidores que asolan como el hambre la vida cotidiana dela villa.Captulo1Mara tena las manos metidas en el agua jabonosa de un fuentn cuando lleg la peor noticia de su vida. Loco! Vengan! Vamos a fijarnos! Est toda la yuta! Parece que lo agarraron al Frente!Mara retorca un jean en el patio del rancho de su novio Chaas. Viva all haca dos semanas, exilada porprimera vez de la casa de su familia, tras una discusin con su padrastro, un poco respetado dealer de lazona, miembro del clan de los Chanos. Loco! Parece que mataron al Frente!Los pibes de esa cuadra que desde afuera parece un barrio pero por dentro es puro pasillo, todos menos ellasalieron corriendo tal como estaban. Mara se qued parada all, sin volver la vista atrs, disimulando porpudor a causa de ese noviazgo corto pero in tenso que ya haba dejado de tener con el Frente. Prefiridecirse a s misma: Yo me hago la estpida. Especul con que si algo verdaderamente malo ocurra,alguien llegara a avisar. Por eso hizo como que frotaba la ropa, soportando las ganas de llegar tambin ella,ms rpido que ninguna, desesperadamente, a ver la suerte que haba corrido el chico de quien a pesar de laseparacin reciente, an estaba enamorada.Lo mataron al Frente dijo, despus de unos diez minutos una mujer del otro lado de su cerco.Mara lo escuch sabiendo que algn da poda suceder, pero jams tan pronto: ella trece y l diecisiete, yesas profusas cartas de amor que hablaban de un futuro que se le antojaba el nico aunque ahora estuvieracon otro, aunque su nuevo novio fuera uno de los amigos de Vctor, aunque el mundo se cayera. Salisecndose las manos en el pantaln, y anduvo una, dos, tres cuadras, cruz el descampado, y se meti en lavilla 25 de Mayo directo hacia el rancho de su madre, el mismo del que se haba escapado para refugiarse enla casa de Chaas. Apenas entr, se arroj a los brazos de la mujer, como haca mucho tiempo que no lohaca:Ma, me parece que lo mataron al Frente, acompaame le dijo llorando en su hombro.Laura estaba cubierta slo por una sbana, acalorada por el peso de la humedad que a las diez y media de lamaana anteceda a la tormenta; el cuerpo exhausto despus de una noche de Tropitango con el Frente, laschicas y el resto de los amigos que quedaban en libertad. La despert una bulla atpica para una maana desbado, una agitacin que de alguna manera preanunciaba la batalla que sobrevendra. Su madre no tard enalertarla. Le dijo, sin siquiera saludarla, con una voz spera pero sin embargo piadosa:Lau, me parece que lo mataron al Frente.Sali de la cama anestesiada, sin sentir el peso del cuerpo trasnochado, de los litros de alcohol que habatomado mientras bailaban por undcima vez en el centro de la pista con esos romances tortuosos entonadospor Leo Matiolli y su banda en el escenario, en vivo y en directo. Hizo la media cuadra de pasillo que laseparaba del potrero desierto que dejaba ver el esculido frente de la villa: Pareca como si estuvieran buscando al Gordo Valor! La cantidad de policas que haba!Los ms cercanos a Vctor se fueron arrimando todo lo que pudieron al rancho donde lo tenan encerrado. Sehaban escuchado los tiros. Varios haban visto de refiln cmo Vctor y tras l Luisito y Coqui, dos de losintegrantes de lo que la polica propagandiz como La Banda de Los Bananita, pasaban corriendo por elcorazn de la 25 con las sirenas policiales de fondo, cruzaban por el baldo que da a la San Francisco y seperdan en uno de sus pasillos metindose en el rancho de doa Ins Vera. Supieron por el veloz correo derumores de la villa que Coqui cay rendido en la mitad del camino, cuando al atravesar una manzana demonoblocks en lugar de seguir escapando intent esconderse en una de las entradas. Desde el momento delos disparos no hubo ms seales sobre lo que haba pasado. Nadie saba si Lus y el Frente estaban vivos.Los policas se vieron rodeados apenas se internaron en la San Francisco; con cada vez ms refuerzosintentaban disuadir a los vecinos de que se retiraran.Mauro avanz por entre los ranchos y consigui treparse al techo de la casilla cercada por un batalln depolicas en la que haban intentado refugiarse Vctor y su compinche, Luisito. Mauro era uno de los mejoresamigos del Frente, un. integrante fuerte de la generacin anterior de ladrones que haba, despus de pasardemasiado tiempo preso y tras la muerte de su madre, decidido alejarse del oficio ilegal y buscarse un trabajode doce horas para lo bsico, ya lejos de las pretensiones. Mauro haba influido en Vctor con sus consejossobre los viejos cdigos, el respeto y la tica delincuencial en franca desaparicin. Mauro recuerda bienque dorma con Nadia, su mujer, cuando lo despertaron los tiros. Le dije: Uy, los pibes. Porque siempreque se escuchan tiros es porque hay algn pibe que anda bardeando. Me levant, me puse un short y encarpara aquel lado.Apenas sali de su rancho una nena que vive a la vuelta y que lo saba amigo inseparable de Vctor, a pesarde que para entonces l ya comenzaba a dejar el choreo, le dijo la frase tan repetida aquella maana:Me parece que lo mataron al Frente.Corri hasta la entrada de la San Francisco. Un polica lo fren:No pods pasar.Mauro continu sin mirar atrs. El polica le chist. l sigui acercndose a Vctor.A vos te digo, no pods pasar.Qu no voy a poder pasar le dijo. Yo voy para mi casa, cmo no voy a poder pasar loco, si no hay unacinta ni nada.Durante unos minutos crey, incluso se lo dijo a Laura, que el Frente haba podido escapar. Este hijo deputa se les escap. Igual se trep al techo, para cerciorarse. Desde lo alto poda ver la mitad del cuerpo deLus saliendo de la puerta del rancho. Estaba inmvil, pareca muerto pero slo lo simulaba por el pnico alfusilamiento: Mand a pedir una cmara de fotos que no tard nada en llegar. Dispar varias veces pararegistrar lo que sospechaba que la Polica Bonaerense ocultara. Tema que Vctor estuviera herido y que, talcomo estaba marcado por la Bonaerense, dejaran que se desangrase al negarle la asistencia mdica. Por esoamenazaba con arrancar las chapas de la casilla si la polica no se decida a sacarlo de all. Hasta que Lus nopudo evitar que contra su voluntad las piernas comenzaran a temblarle. Uno de los uniformados se diocuenta:Che, guarda porque ste est vivo.Laura vio cuando lo retiraban del lugar en una camilla con la cabeza ensangrentada por el tiro que le roz elcrneo. Chaas consigui acercarse a l. Lus lloraba.El Frente, fijate en el Frente alcanz a decirle antes de que lo metieran en la ambulancia.Laura se preocup cuando unos minutos despus la segunda ambulancia que haba llegado para los supuestosheridos se fue vaca.Seor, y el otro chico? pregunt a uno de los uniformados con miedo a la respuesta.Est ah adentro, lo que pasa es que est bien le minti. Y por qu una de las ambulancias ya se fue? Porque est bien, nena! cerr el polica.Entre los que peleaban su lugar cerca del rancho tambin esperaba Matilde, confidente privilegiada delFrente, cmplice de hierro a la hora de dar refugio despus de un robo, cartonera y madre de Javier, Manuely Simn Miranda, sus mejores amigos, los chicos con los que a los trece haba comenzado en el camino deldelito. Matilde haba conseguido escurrirse hasta la puerta misma del rancho y desde ah hablaba con Mauroamotinado en el techo. Estuvo casi segura de que al Frente lo haban matado cuando presenci las preguntasy las evasivas entre Mauro y uno de los hombres de delantal blanco que entr al rancho con un par deguantes de ltex en las manos.Eh, qu onda con el pibe? Por qu no lo sacan? le pregunt Mauro.No, ahora vamos a ver intent evadirse el enfermero.Decme la verdad, decime si est muerto.No te puedo decir nada lo cort.Decile la verdad loco, no va a pasar nada. Est muerto, no?El enfermero ya no volvi a abrir la boca pero cuando volvi a pasar, bajando los prpados lentamente, loconfirm.Pato, el hermano mayor de Vctor estaba en su turno de doce horas en un supermercado donde ahora essupervisor. Su hermana Graciana ya se haba casado y se haba ido a vivir a Pacheco. Si no apareca unfamiliar la polica seguira retenindolo en el rancho de doa Ins Vera.Vayan a buscar a la madre que est trabajando en el supermercado San Cayetano de Carup propuso unchico.All partieron Laura y Chaas en un remise. Pero Sabina estaba en la sucursal de Virreyes. Volvieron albarrio. La gente segua acumulndose alrededor del rancho. A Virreyes corrieron a buscarla otros vecinos.Ven Sabina porque hay un problema con la polica.Pero dejalo que se lo lleven a ese guacho por atrevido. Yo no voy a ninguna parte se neg Sabina, comosiempre en lucha contra la pasin ladrona de su hijo menor, dispuesta a que lo metieran preso con laesperanza de que el encierro en un instituto lo reformara y lo convirtiera en un adolescente estudioso yejemplar.Venite que est adentro de una casa. Venite!La convencieron. Sabina pens: ste tom como rehn a alguien y est esperando que yo llegue paraentregarse, pero antes lo voy a trompear tanto.... No lleg a imaginar la muerte de su hijo hasta que el autose asom al barrio doblando por la calle Quimo Costa y pudo distinguir desde el otro lado del campito unmvil de Crnica TV y un helicptero sobrevolando la muchedumbre. Cuando vi el mosquero de gente yde policas me temblaron las piernas. Baj del remise y escuch que gritaban: Viene la mam! Viene la mam! atraves desesperada y los pibes y las mujeres iban abriendo paso alo largo de todo ese pasillo. Fue en ese momento en que se le uni como una guardaespaldas incondicionalMatilde, experta en reclamar por sus chicos y pelearse con la polica cada vez que caan presos. Juntasllegaron a la valla humana de policas que custodiaba el acceso al rancho. Sabina dijo, con los labiosapretados:Soy la madre y entr.Mara, la ex novia del Frente, en ese mismo momento caminaba sostenida por su madre hacia el campito queda a la vereda de la San Francisco por un lado y la 25 por el otro. Lo primero que vio fue la flaca silueta desu novio Chafas que saltaba en el medio del campo y gritaba. Todos gritaban, me mare de repente, no veanada, no entenda nada, me haba puesto muy nerviosa, temblaba, tena miedo y no saba bien de qu. Hastaque llegu a la puerta del rancho, porque me iban dejando pasar, y la vi a Sabina. Ella, Sabina Sotello,intentando conservar la calma, queriendo creer a pesar de todo que el sabandija haba tomado rehenes,pregunt intentando parecer tranquila: -Dnde est mi hijo?Una mujer polica de pelo corto, subcomisaria a cargo del operativo, la mir y no quiso contestarle.Yo soy la mam le dijo, dndole todos los motivos del mundo en uno para que le contestara.Sabina mir hacia los costados buscando el rostro de Vctor. Pero no alcanz a distinguirlo. Yo crea que melo iba a encontrar ah parado, qu s yo, y esta mujer no me deca qu haba pasado, as que me saqu. Laagarr del cuello del uniforme y la levant contra un ropero pequeo que haba en aquel cuarto de dos pordos.Dnde est mi hijo?Calmate, calmate.Dnde est mi hijo?Par, par, calmate.Sabina no dudaba en estrangularla si no hablaba, no se la quitaran de las manos si no le aclaraban qu habapasado con Vctor. Y entonces escuch el tecleo de una mquina de escribir sobre una pequea mesa. Ycuando escuchs eso ya te imagins, viste?, cuando estn escribiendo...El hombre que escriba a mquina desarrollaba en lenguaje judicial los hechos que haban llevado a la muertede Vctor Manuel Vital esa maana de febrero. La historia tiene domicilio: el nmero 57 de la calle GeneralPinto, esquina Frech. All, en la puerta de su casa, Vctor le dej en custodia a Gastn, el hermano mayor deChafas, las cadenas, las pulseras, los anillos de oro, los fetiches de status que siempre llevaba puestos.March, preparado para trabajar a encontrarse con otros dos adolescentes con quienes sola compartir losgolpes: Coqui y Luisito, dos ladrones tambin de diecisiete, y de otra villa con nombre catlico: Santa Rita.Ellos dos y dos hermanos hijos de un ladrn conocido como El Banana, se haran famosos tiempo despusde la muerte de Vctor en una de las primeras tomas de rehenes televisadas. Haban querido robar a unafamilia y en lugar de escapar rpido se haban entusiasmado con la cantidad de objetos suntuosos que habaen el chalet de Villa Adelina. Algo parecido a lo que les ocurri ese 6 de febrero cuando tardaron en robaruna carpintera a slo ocho cuadras de French y Pintos.Gastn intent persuadirlo: que no fuera, que se quedara esta vez porque el lugar tena un mulo, que en lajerga significa vigilador privado; que otros ya haban perdido intentando lo mismo. Vctor no quiso creerle.En menos de diez minutos estaba encaonando al dueo de la fbrica de muebles. En quince salan corriendodel lugar muy cerca de la mala suerte. Los dos patrulleros que rondaban la zona recibieron un alerta radialsobre el asalto. Tres NN masculino, de apariencia menores de edad se dirigen con direccin a la villa 25,escucharon. En el mvil 12179 iban el sargento Hctor Eusebio Sosa, alias El Paraguayo, y los cabosGabriel Arroyo y Juan Gmez. Y en el 12129 el cabo Ricardo Rodrguez y Jorgelina Massoni, famosa porsus modos, como La Rambito. Las sirenas policiales se escuchaban cada vez ms cerca. Vctor corra enprimer lugar, acostumbrado como ninguno a escabullir- se: en el ltimo tiempo ya no poda pararse enninguna esquina. Su sola presencia significaba motivo suficiente para una detencin. A sus espaldaspretendan volar Coqui y Luisito.No puedo ms! No puedo ms! escucharon quejarse a Coqui, que qued relegado en el fondo por culpade sus pulmones comidos por la inhalacin de pegamento.Rindose del rezagado, el Frente y Luis entraron por el primer pasillo de la San Francisco. Alicia delCastillo, una vecina de generosas proporciones, caminaba por el sendero con su hija de dos aos de un lado yla bolsa del pan en el otro. El Frente la agarr de los hombros con las dos manos para correrla: ya no llevabael arma encima. En seguida colaron rancho, como le dicen los chicos a refugiarse en la primer casillaamiga. La mujer que les dio paso para que se salvaran, doa Ins Vera, se par en la puerta como esperandoque pasara el tiempo y los chicos se metieron debajo de la mesa como si jugaran a las escondidas.Los policas haban visto el movimiento. Ni siquiera le hablaron, la zamarrearon de los pelos y a losempujones liberaron la entrada. Los chicos esperaban sin pistolas: Luisito me cont que se las dieron a doaIns, quien las tir atrs de un ropero. Lasdescartaron para negociar sin el cargo de tenencia en caso de entregarse. Lo mismo que el dinero: loguard ella debajo de un colchn y lo encontr la polica aunque nada de eso conste en las actas judiciales.En cuclillas bajo la mesa; el Frente se llev el ndice a los labios: Shh... callate que zafamos..., murmur; yvieron a una mujer polica y dos hombres entrar al rancho apuntando con sus reglamentarias. El sargentoHctor Eusebio Sosa, El Paraguayo, iba adelante con su pistola 9 milmetros. Pate la mesa con la pun-. tade fierro de su bota oficial; la dej patas arriba en un rincn. Vctor alcanz a gritar:No tiren, nos entregamos!Luis dice que murmuraron un no repetido: No, no, no, un no en el que no estaban pudiendo creer quelos fusilaran: Nos sali taparnos y decir no, no, como cuando te pegan de chico, me cont Luisito en unpabelln de la crcel de Ezeiza, condenado a siete aos de crcel por los robos que despus de la muerte delFrente sigui cometiendo, exultante al recordar los viejos tiempos despus de tanto, el da de su cumpleaosveintiuno.Y describi sin parar la escena final: Silbaron en el aire estrecho de aquella miserable habitacin de dos pordos cinco disparos a quemarropa. Luis supo que los fusilaban; como impulsado por un resorte salt hacia lapuerta. En el aire una bala le roz el crneo. Qued con la mitad del cuerpo afuera del rancho, ganndolemedio metro al pasillo. Se desmay. El Frente intent protegerse cruzando las manos sobre la cara como sicon ellas tapara un molesto rayo de sol. Luisito recuper la conciencia a los pocos minutos, pero se quedpetrificado tratando de parecer un cadver.El Frente falleci casi en el momento en que el plomo policial le destruy la cara. Las pericias dieron cuentade cinco orificios de bala en Vctor Manuel Vital. Pero fueron slo cuatro disparos. Uno de ellos le atravesla mano con que intentaba cubrirse y entr en el pmulo.. Otro ms dio en la mejilla. Y los dos ltimos en elhombro. En la causa judicial el Paraguayo Sosa declar que Vctor muri parado y con un arma en la mano.Pero la Asesora Pericial de la Suprema Corte, por pedido de la abogada Mara del Carmen Verd, hizodurante el proceso judicial un estudio multidisciplinario. Los especialistas debieron responder, teniendo encuenta el ngulo de la trayectoria de los proyectiles, a qu altura debera haber estado la boca de fuego paraimpactar de esa manera. Teniendo en cuenta las dimensiones de la habitacin y la disposicin de losmuebles, si los hechos hubieran sido como los relat Sosa, l debera haber disparado su pistola a un metrosesenta y siete centmetros de altura. Esto significa que para haber matado al Frente, tal como dijo ante lajusticia, Sosa debera haber medido por lo menos tres metros treinta centmetros.Con el rostro enrojecido por la presin del estrangulamiento la mujer polica, elevada diez centmetros delsuelo por la fuerza de la mujer que la tena del cuello, le dijo finalmente a Sabina:Su hijo est muerto. Ah est, no lo toque.En el piso de tierra yaca Vctor, con la frente ancha y limpia que le dio sobrenombre, sobre un charco desangre, bajo la mesa sobre la que escriban el parte oficial de su muerte.Sabina solt un grito de dolor. Su llegada a la escena de los hechos haba provocado un silencio slo alteradopor el ruido que haca el helicptero suspendido sobre el gento. Ese alarido y el llanto que lo precedifueron suficientes para que quienes esperaban perdieran la esperanza: un polica haba masacrado a VctorManuel El Frente Vital, el ladrn ms popular en los suburbios del norte del Gran Buenos Aires. Tenadiecisiete aos, y durante los ltimos cuatro haba vivido del robo, con una diferencia metdica que lovolvera santo; lo que obtena lo reparta entre la gente de la villa: los amigos, las doas, las novias, loshombres sin trabajo, los nios.Yo saba que todo el mundo lo quera pero no pensaba que iban a reaccionar as. Porque hasta la seora deochenta aos empez a tirar piedras, cuenta Laura. As comenz la leyenda, estall como lo hacen slo loscombates. Como una seal todo poderosa, entienden en la villa, el cielo se oscureci de golpe, cerrndose lasnubes negras hasta semejar sobre el ranchero una repentina noche. Y comenz a llover. La violencia de latormenta se agit sobre la indignacin de la turba. Bajo el torrente los vecinos de la San Francisco, la 25 y LaEsperanza dieron batalla a la polica. La noticia sobre el final del Frente Vital corri por las villas cercanascomo slo lo hacen las novedades trgicas. Llegaron de Santa Rita, de Alvear Abajo, del Detalle. A la mediahora haba casi mil personas rodeando a ese chico muerto y ciento cincuenta uniformados preparados parareprimir. Llegaron los carros de asalto, la infantera, el Grupo Especial de Operaciones, los perros rabiososde la Bonaerense, los escopetazos policiales.Cuando comenzaron los tiros, Laura consigui acercarse a su amigo hasta quedar refugiada en uno de losranchos que dan al lugar donde lo mataron. Justo donde estaba haba un agujerito y pude ver cmo losacaban y cmo los hijos de puta se rean y gozaban de lo que haban hecho. Los vigilantes lo sacarondestapado, como mostrndoselo a todo el mundo... no lo sacaron como a cualquier cristiano. Yo lo vi, vi laszapatillas que en la planta tenan grabada una y bien grande. Era la marca que Vctor le haba hecho a laszapatillas, la misma y que ahora dibujan los creyentes en las paredes descascaradas del conurbano junto a loscinco puntos que significan muerte a la yuta, muerte a la polica.Son los mismos cinco puntos que tienen tatuados en diferentes lugares del cuerpo los amigos de Vctor quefui conociendo a medida que me intern en la villa. Son cinco marcas, casi siempre del tamao de un lunar,pero organizadas para representar un polica rodeado por cuatro ladrones: uno el vigilante en el centrorodeado por los otros equidistantes como ngulos de un cuadrado. Es una especie de promesa personal hechapara conjurar la encerrona de la que ellos mismos fueron vctimas, me explicaron los pibes, aunque suelenser varias las interpretaciones y no hay antroplogo que haya terminado de rastrear esa prctica tumbera. Esedibujo asume que el ladrn que lo posee en algn momento fue sitiado por las pistolas de la Bonaerense, yque de all en ms se desafa a vengar su propio destino: el juramento de los cinco puntos tatuados auguraque esa trampa ser algn da revertida. El dibujo pretende que el destino fatal recaiga en el prximoenfrentamiento sobre el enemigo uniformado acorralado ahora por la fuerza de cuatro vengadores. Por esopara la polica el mismo signo es seal inequvoca de antecedentes y suficiente para que el portador sea unsospechoso, un candidato al calabozo.Son cinco puntos gigantescos, como las fichas de un casino, los que se grab en su ancha espalda Simn, elmenor de los hijos de Matilde, un poco ms abajo que las sepulturas, el dragn y la calavera. Y la mismamarca tiene, en el bceps abultado del brazo derecho, Javier, el mayor de sus hermanos. Manuel, el delmedio, se los tatu en la mano. Y Facundo, el cuarto miembro de lo que precariamente fue una bandita,especie de hermano de los dems y sobre todo compinche ntimo del Frente, se los hizo sobre el omplatoizquierdo la primera vez que estuvo preso en una comisara a los quince aos. El odio a la polica es quizs elms fuerte lazo de identidad entre los chicos dedicados al robo. No hay pibe chorro que no tenga un cadobajo la metralla policial en su historia de prdidas y humillaciones. Para estos chicos la muerte de su amigoes una de esas heridas que se saben incurables; con las que se aprende a convivir: se veneran, se cuidan, sealivianan con algn ritual, se cuecen con el recuerdo y con las lgrimas. Y como si el destino hubiera queridopreservarlos o privarlos del momento fatuo del velorio y el funeral de un ser adorado, los tres estaban presosel da que un polica bonaerense asesin al dolo.La tarde anterior al crimen Simn pudo hablar por ltima vez con Vctor: llam Simn desde el telfonopblico al que tienen acceso los chicos internados en el Instituto Agote. Nos cagamos de risa un rato.Jodamos, que pa, que p-p-p. Que pum. Que pam. Y l en un momento me dijo:Mir, maana te voy a mandar una chomba, una bermuda guacho...No pasa nada, guacho: Qu me ests diciendo?Eh, vos sabs que somos re amigos...No pasa nada guacho, bueno, todo bien.Cortaron entre risas y cargadas, como suele ser cuando dos chicos conversan, yendo de la medicin delingenio del otro, del ejercicio de la esgrima verbal permanente, al afecto que llega siempre con rodeos,disfrazado de lealtad o de respeto.Esa noche Simn se durmi pensando otra vez en el da en que regresara a la calle y aor estar en la villa,haber vuelto al rancho despus de un hecho con los bolsillos llenos de billetes para sumergirse en elTropitango, o en Metrpolis, la bailanta de Capital.Al da siguiente volvi a marcar el diecinueve y pidi va cobro revertido con la casa de su amiga Laura. Delotro lado escuch en la voz de ella el aturdimiento que deja la muerte, la angustia que precede a la entrega deuna psima noticia. Laura estaba con Mariela, su novia de entonces.No, mejor decile vos escuch Simn.No, decile vos... se filtr por el tubo.Qu te pasa? casi grit en el silencio carcelario del Agote.Qu me tienen que decir, guachas?!Eh! Guachas! Pnganse las pilas!Lo. mataron al Frente.Cundo?!Hace un rato.Ustedes estn re locas. Si yo ayer habl con l!Laura se larg a llorar. l no pudo ms que creerle. Ni siquiera necesit que le contaran los detalles. Sabacun marcado estaba Vctor Vital por la polica de San Isidro. No pudo ms que cortar y subir a la celda,encerrarse an ms dentro del encierro, para llorar solo.Arm un porro enorme gastando toda la marihuana que le quedaba, lo encendi, aspir profundo, y sin largarel humo puso en un grabador, que le haban regalado, los temas que escuchaba el Frente. Primero cumbiacolombiana, cumbia de sicarios, despus el grupo mexicano Caaveral. Al final puso una cancin que elFrente escuchaba como parte de su personal religin.Cuando me muera quiero que me toquen cumbia,! y que no me recen cuando suenen ios tambores,! y que nome lloren porque me pongo muy triste,! y que no me lloren porque me pongo muy triste,! no quiero coronasni caritas tristes,! slo quiero cumbia para divertirme.Facundo tambin haba cado poco tiempo antes del asesinato en el que por ms deseos y mensajesconjuradores de la muerte, el barrio haba llorado a mares. Haba sido despus de un robo con Chafas, en elque un patrullero los cruz, cuando silbando bajo volvan al barrio despus de haber robado una panadera.Chafas se demor dos minutos de ms porque qiso antes de invertir en pastillas pagar la cuota de un crditoque haba pedido en la zona. Facundo termin internado en el Instituto de Recuperacin de Adictos deMonseor Ogenovich en Mercedes que ms tarde se hara famoso por las denuncias sobre malos tratos ytorturas a menores. Ese da tambin supo del crimen por la televisin. Fue un desastre. Le agarr un ataquede nervios, empez a romper cosas, luch con los celadores, quiso saltar el alambre, se quiso escapar, yentonces le pegaron mucho. Despus, como l segua con problemas, fuimos y lo encontramos muy mal. Lodrogaban mucho y temblaba solamente de lo drogado que lo tenan. Lo inyectaban y estaba todo lastimado,la boca lastimada, la ceja lastimada, todo el cuerpo raspado del alambre porque lo haban bajado de lospantalones y se haba raspado con las pas. De ah lo trasladaron a una comunidad para adictos en FlorenciaVarela. Ah se repuso, estaba con psiclogos, me cont una tarde de la ltima primavera su abuela, una delas Mai umbanda del barrio. Fue a travs de Facundo que Luis conoci al Frente, y a su vez a travs de Luisque el Frente se cruz con Coqui, el otro integrante de Los Bananita con quienes fue a robar por ltima vez.Ese 6 de febrero Manuel estaba detenido por el ltimo robo fallido en la comisara ira. de San Fernando.Con los pibes del calabozo mirbamos Siempre Sbado por Canal 2. Cuando vino el corte empezamos ahacer zapping. De repente apareci en Crnica TV un cartel: Primicia. San Fernando.Par loco, que yo vivo ah fren Manuel al que manejaba el control remoto del televisor colgado afuerade la celda.Reconoci las calles, los ranchos, el potrero. Y vio que sacaban en una camilla el cuerpo de alguien. Aunqueenfocaban desde lejos, crey reconocer la ropa de su amigo.Ojal que no, pero para m se es el Frente les dijo a ios de su ranchada.Comparta celda con dos chicos del mismo barrio y con un pibe de Boulogne que haba sido compaerodel Frente. Todos se quedaron callados. Al final cuando casi lo suban a la ambulancia lo reconoc por la yen las suelas. Pens que estaba muerto, por cmo lo llevaban. Despus vino una banda de tiros de la gorra, depiedrazos de la gente. No lo poda creer. Era Crnica en directo y se vea todo el barrio. Yo haba cado hacaun mes y me quera matar porque no estaba ah con l, porque si hubiramos estado juntos capaz que nopasaba lo que pas. Me puse re mal. Me quera matar, ya no me importaba nada despus de eso. Decan quehaban quemado a un vigilante, que lo haban herido, que era una batalla campal.Se vean mujeres pateando patrulleros, escupiendo a la cara de los miembros del Grupo Especial deOperaciones. La polica tuvo que armar un cordn contra el que los amotinados arremetieron una y otra vez:a uno de los uniformados lo hirieron en tina pierna, a otro le quebraron la clavcula de un palazo. Sabinajams se olvidar de Matilde, la madre de Manuel, Simn y Javier, tan lejana hasta entonces, tan en la veredade los chorros, donde ella nunca quiso abrevar, siempre sancionando con el desprecio la actividad ilegal desu hijo. La rememora corriendo entre los tiros, bajo la lluvia, embarrada hasta las rodillas y perdiendo lasojotas en la lucha. Como Mara que en el fragor dej las suyas clavadas en el barrial.La batalla fue de tal magnitud que Sabina Sotello tuvo que salir del estupor, respirar profundo, y pensar enqu hacer para calmar la sed de venganza por la muerte de su hijo. Sospechaba que la polica disparara conbalas de plomo y tema que, en lo extenso del enfrentamiento, la vecindad se hiciera de las armas escondidasen villas aledaas por el rumor de una razia que lo asolara ese fin de semana. La venganza estaba demasiadocerca de los deudos enardecidos que no paraban de arrojar piedras y palos contra los uniformados y susescudos transparentes. y0 pensaba que iban a matar a alguien ms y tuve que reaccionar. Sabina cruz elpasillo y habl ante la multitud:Yo les pido por favor que me dejen terminar, que paremos un poco porque puede haber otra vctima, queparemos, as, estos hijos de puta se van! dijo.Lentamente los combatientes fueron abandonando la furia y dejando la tarde libre a la pena. Para colmollova tanto, que llova como si fuera llorar, dice Chafas, el desgarbado morocho que, contra la tempestaddesatada, caminaba blandindose contra el viento con una sombrilla roja enorme que pareca sacada de unaplaya familiar de la costa, una imagen de surrealismo nipn en medio de la miseria.Sabina regres a la casilla donde el fiscal y los funcionarios judiciales esperaban una seal para abandonar lavilla, aterrorizados ante la posibilidad franca del linchamiento. Ellos en definitiva salieron agarrndosecomo pollos mojados de mi brazo y de Matilde, me cont Sabina varias veces a lo largo del tiempo en elque reiteramos esas conversaciones pausadas mientras me acompaaba a recorrer el largo viaje que lareconstruccin de aquella muerte me llev a iniciar sin fecha de regreso.Matilde no volvi a separarse de Sabina. Como si las balas hubieran dado en cualquiera de sus propios hijos.De alguna manera Vctor haba sido durante esos aos de asaltos y fuego casi un hijo para ella. Juntas, lasdos mujeres partieron a la comisara para los trmites burocrticos a los que siempre se condena al familiardel chico acribillado. Pasaron cinco horas en la seccional hasta que les dijeron que tardaran en entregarles elcuerpo. Sabina suele recordar rindose con ternura que Matilde, avergonzada de sus pies desnudos por laprdida de las ojotas, sentada en un banco de la seccional, trataba de disimular tapndolos el uno contra elotro, escondindolos como una nia bajo el asiento.Esa tarde, la de la muerte, Manuel habl con su madre desde la comisara por telfono: le rog quegestionara su visita al velorio, un traslado que los jueces suelen conceder a los reos cuando sufren la muertede un familiar cercano. Pero, aunque obtuvieron la autorizacin judicial, no se lo permitieron ellas, suspropias madres. Hasta hoy, a Manuel y a Simn les duele que los hayan privado de esa ceremonia dedespedida, pero el clima que haba en el velorio era tan enrarecido que a Matilde y a Sabina les pareci unpeligro inmenso el operativo. Las armas que haban desaparecido del barrio por el nimor de las raziasvolvieron apenas asesinaron al Frente. Nunca vi tantos fierros juntos, me dijo Sabina sobre la calidad deios bolsillos de los deudos de su hijo. Sitrasladaban a los hermanos hasta la casa de French y General Pintos, donde velaban a Vctor, deban hacerlopolicas de la comisara ira., compaeros de la Rambito y Sosa, cmplices a ios ojos de todos, tan culpablesde la muerte injusta como el que gatill.La polica, adems, no se haba quedado tranquila despi.s del marasmo del sbado. El resentimiento de loshombres de la primera de San Fernando no termin con la represin de ese da. Manuel lo supo desdeadentro. Estaba detenido en esa seccional cuando ocurri todo. Apenas lo mataron vinieron a gozarme yentonces se arm un bondi, discut y le tir un termo de agua hirviendo a un cobani. Con los pibes lopeleamos y me queran sacar solo afuera para cagarme a trompadas. Me llevaron a la comisara deBoulogne,y despus me volvieron a la ira. Ah estaba sin hacer nada, pensaba noms, me quera matar. Medio por ponerme a escribir. No paraba de recordar.Llovi todo el da y toda la noche. Y a pesar del tiempo enfurecido desde el momento de la muerte no dejde haber deudos esperando el cuerpo en la puerta de Pinto 57. ccTuvimOs que esperar tres das para que noslo entregaran. Me queran dejar velarlo dos o tres horas, los mand a la puta que los pari, les dije que yo loiba a velar el tiempo que quisiera, el tiempo que yo crea que l se mereca. Yo les discuta, les deca queellos en ese momento eran empleados mos, que les pagaba el sueldo y que ellos iban a hacer lo que yo lesdijera. Lo velamos ac por el hecho de que la gente a veces no tiene para viajarcuenta Sabina en el cuarto donde estuvo el cadver de Vctor. Esto era un mundo, gente que yo no habavisto en mi vida que llegaba de todas partes.Fue una romera. La cuadra de French entre Pinto e Ituzaing se llen de chicos y chicas que armaban gruposen los cordones de la vereda, una multiplicacin de esas esquinas que se esparcen por los rincones delconurbano norte. Despus los pibes que venan empezaron a juntar plata para comprar coronas me contChaas, que esa noche amaneci all. Siempre que pasa algo as alguien saca un cuaderno y van juntandopara comprarle las coronas que el finadito se merece. La mayora de ellos estaban armados. Hubo quien enuna esquina se puso a disparar como homenaje en medio del responso y Pato, el hermano mayor de Vctor,tuvo que imponer orden, llamar a la tranquilidad a los amigos; Los patrulleros de la ira. nunca dejaron derondar la casa durante las veinticuatro horas que dur la despedida final. Cada tanto hacan sonar las sirenasgolpeando con su presencia. Sabina intentaba que nadie respondiera a la provocacin. Chaas dice queestaban tan enfierrados que podan pararse delante de un mvil policial y destruirlo con un cargador porcada uno de los vengadores. Se contuvieron hasta la maana siguiente, el martes, cuando casi a las nuevesacaron el atad de la cocina y lo subieron al carro fnebre. Hasta ah lleg la compostura. Una salva caticade balas hacia el cielo despidi a Vctor Manuel El Frente Vital. Y esos disparos comenzaron a transformarsu muerte en una consagracin, su ausencia en una posible salvacin.Eran tantos que fueron necesarios dos micros y un camin con acoplado para trasladar el cortejo entero.La fila de autos, todos los remises de la zona y os que ese fin de semana haban sido robados, daba la vueltacompleta bordeando la villa 25.A lo largo de Quimo Costa, sobre el borde del descampado, una hilera de jvenes vaciaba los cargadoresdisparando hacia el barro reseco del baldo. Salimos de ac y dimos la vuelta por los lugares donde lsiempre andaba. Cuando la pompa fnebre se asom frente a la villa los tiros sonaban como en Navidad. Asfue la despedida de Vctor, recuerda orgullosa Sabina. Lo enterraron con las banderas de Boca y de Tigrecubriendo el cajn. Y entre las decenas de coronas haba una igual a la que haba pedido durante sus ltimosmeses, acosado por la polica: Si me agarran, que me hagan una corona con flores de Boca, haba dichocomo bromeando sobre un futuro anunciado.CaptuloIIPasaron dos aos desde el da que pis por primera vez la villa. As qued bautizado desde el principio eseterritorio que pareca inexpugnable, aunque en realidad sean tres las villas en las que se cruzan los personajesde esta historia: la villa, maana voy a la villa, estoy de asado en la villa, -tengo un cumpleaos en lavilla, este domingo me espera un pibe en la villa. La villa fue al comienzo un territorio mnimo, acotado,unos pocos metros cuadrados por donde me-poda mover. El extraamiento del forneo al conocer lospersonajes y el lugar, el lenguaje, los cdigos al comienzo incomprensibles, la dureza de los primerosdilogos, fue mutando en cierta cotidianeidad, en la pertenencia que se siente cuando se camina una cuadra yse cruzan saludos con los vecinos, se comenta con alguno el tiempo, se pregunta por dnde andarn lospibes, siempre tan difciles de ubicar, sin horario alguno, respirando a bocanadas el momento inmediato, elmomento mismo en el que se est sin que una prxima actividad, un compromiso tomado, le ponga puntofinal al presente por imposicin del futuro.Cuando conoc a Sabina Sotello no imaginaba que tanto tiempo despus seguira yendo a visitarla, quehablaramos decenas de veces por telfono y que me retara como una mam preocupada por un hijo cuandodesapareciera por demasiado tiempo. Tampoco poda calcular que al fin de la historia sera ella misma quienme guiara, sin saberlo, hasta los secretos de las villas donde rein el Frente acompandome con su talante ysu presencia de madre hacia los ranchos donde nunca antes me haban dejado entrar. Faltaba casi un mes parael cumpleaos de Vctor Vital, el 29 de julio, una fecha en la que ella, la familia y los amigos organizan cadaao una inmensa chocolatada para los chicos de la zona, matizada con el juego del embolsado y la carrera deesques de madera preparados con tablas conseguidas en un aserradero por su hijo mayor. Me esperaba con eluniforme de vigiladora privada en la puerta de un supermercado de San Isidro. S, Sabina, la mam delladroncito muerto y canonizado, se ganaba haca tiempo la vida con un empleo elegido adrede en lasantpodas del oficio ilegal de su hijo.Hubo un momento, me dijo en el remise que nos llevaba desde el cemento poblado de la Panamericana haciala villa, en que ya no supo qu ms hacer para frenarlo, para convencerlo de que dejara el delito. Entonces seinscribi en un curso de seguridad. Vctor lo tom como una broma, como un detalle que haca todava mspintoresca su eleccin taimada por hacerse del dinero ajeno. J! La madre vigilante y el hijo chorro!, ledijo cuando ella se lo cont. A ver cuando me entregs un hecho Sotello, la gozaba en pleno auge. Entregarun hecho es aportar los datos necesarios para que un lugar sea asaltado.Antes de ser custodia y de manejar un arma, Sabina haba hecho un largo camino de esfuerzos por lograr unaestabilidad econmica que le permitiera darle a los suyos lo que ella nunca haba tenido. Para ir a la escueladesde el rancho en el que vivan cerca del pueblo chaqueo de Las Palmas, Sabina y sus dos hermanosvarones caminaban cada maana varias leguas. Iban descalzos. Vivan en un retazo de campo seco, pobrescomo los ms pobres. Tena catorce aos cuando se enamor de un gendarme, un amor de primaveraprohibido. Su padre, obrero del ingenio azucarero, odiaba los uniformes. Cuando supo que estabaembarazada me dio una paliza con esos ltigos que usan para arrear los animales. Me sangraba la espalda yyo me revolcaba como las vboras del dolor. Por eso lo maldije a mi viejo.El gendarme quiso que vivieran juntos y asumir la paternidad del nio, pero la amenaza familiar era tanfuerte que Sabina continu sola. Despus del parto escuch que su padre quera anotar al beb como propio.Apenas pudo se levant al alba y march al pueblo. Lo llam Julio Csar y lo inscribi como su hijo. Alregresar volvieron a apalearla. Tuvo que esperar un ao hasta que su hermano mayor, que haba partido aBuenos Aires, le enviara dinero para el pasaje.Lleg a San Fernando a trabajar cama adentro en la casa de una familia acomodada. All conoci a la mujerque se transformara en su madre para el resto de la vida. Justo en esa casa trabajaba tambin la que despusyo tom como mi verdadera mam, Odulia Medina. Se encari conmigo y como yo no tena a nadie meempez a invitar a su casa cuando estaba de franco. En el barrio son tan chusmas que ella les dijo a todos queyo era la hija de su marido, de una seora anterior. Y empec a decirle pap a l y mam a ella. Me quisierontanto que termin viviendo con ellos, en la casita que est ac a la vuelta.Volvi a enamorarse de un hombre que pareca bueno y sera padre de su segundo hijo. Pero todo fue peor.Compraron un terreno en Jos C. Paz y se fueron a vivir juntos. Pato tena dos aos cuando escap de l y delos golpes hacia la casa de sus nuevos padres. Lo intent otra vez, con un tercer amor. Se mud con susnuevos suegros, qued embarazada de Graciana, y tampoco dur. Pero para entonces ella ya haba hecho uncurso de fotografa y poda vivir de tomar imgenes escolares, casamientos, cumpleaos de quince y algunascampaas polticas del peronismo. l era tornero. Ganaba lo suyo pero lo dilapidaba en alcohol y juerga, seiba los viernes y apareca los lunes. Fue en esa poca que lleg Vctor.Soport hasta que muri la suegra, nico reaseguro de proteccin en esa convivencia tortuosa con el padre desu ltimo hijo. Haban abierto una cuenta bancaria en comn con su marido y un buen da se encontr con elsaldo en cero, derrochado en mujeres y alcohol. La historia termin un medioda en que ella estabapreparando canelones. Estall una discusin y l le puso un revlver en la cabeza frente a los chicos.Despus, con un Cristo de yeso que ella veneraba prendindole velas, se puso a hacer tiro al blanco.Ella haba hecho algunos conocidos tomando fotos, entre ellos un puntero poltico con llegada en lacomisara de Otero. Le cont lo que haba pasado. Y all se lo llevaron preso del forro del culo. Entoncesaprovechamos para escapar, cargamos todo en una camioneta y nos metimos en la villa. Fue cuando comprel ranchito que ahora es esta casa y nos instalamos, record un da en un bar en la esquina del hospital deSan Fernando, despus de visitar a un nio en agona atrapado en la terapia intensiva.Vctor Vital casi no vivi con su padre. Lo conoci slo por los escndalos que de vez en cuando haca en lapuerta del rancho, acosando a Sabina y amenazndola con que la iba a matar. Fue su madre la que sedesvivi por darle desde las zapatillas Adidas hasta el mejor guardapolvo. Pero ella misma dice que por eseafn por el trabajo no pudo controlarlo. Como arrancamos otra vez solos yo no estaba nunca en casa. Tenaque laburar para alimentarlo bien. Y Vctor se me fue de las manos. Sin que me diera cuenta empez con ladroga, y de ah en adelante ya no hubo manera de frenarlo. A los trece aos ya empezaron las denunciaspoliciales, el robo de las bicicletas, zapatillas, pavadas que se afanaban al principio, pero no era eso lo que yoesperaba para l, yo lo nico que quera era que estudiara. Sabina cuenta que entonces ella lo anot en uncurso de computacin cerca de la estacin de San Fernando. l sala a horario con su carpeta abajo del brazo.Pero la dejaba en la casa de un amigo y se lanzaba a la calle con coartada y todo. Yo se la peda para ver loque haca y siempre se la haba olvidado. Hasta que fui a hablar con la maestra y ella me cont que nuncahaba ido.El Frente empez a apartarse del sagrado camino que para l haba imaginado su madre cuando tena doce ytodava estaba en el sptimo grado. La escuela le resultaba un aburrimiento insufrible y la calle le dabavrtigo pero lo seduca. As que uno de sus primeros fraudes fue fingir una dolencia para no ir a clases.Aprovech el da que cay jugando para simular un dolor de quebradura en el brazo. Manuel lo conoci enese momento. l se empezaba a escapar y a juntarse con nosotros. Andaba, me acuerdo, con el brazoenyesado, pero se lo haba hecho enyesar l soio para no ir al colegio. Era mentira, nosotros sabamos y nosmatbamos de risa por eso. Despus la madre se enter cuando lo llev a un mdico. Ah lo empezamos aconocer. Nos bamos juntos para Belgrano: con mis hermanos, el Javier y el Simn, ya robbamos por esoslados. Era una poca de bicicletas re caras, las vendamos a doscientos pesos.Manuel recuerda con cierta ternura los fetiches de la clase media de mediados de los noventa, la aparicinmasiva de esas bicicletas de metal ultraliviano, esas bicicletas que se levantan con apenas el anular, bicis dedecenas de cambios, aerodinmicas; bicis voladoras del menemismo consumista que los chicos de SanFernando acarreaban persistentes para reducirlas no muy lejos de sus casas. Manuel es el hermano del medioen la familia Miranda, uno de los hijos de Matilde, uno de los mejores amigos de Vctor y un gran ladrn,aunque hoy en total distanciamiento del camino del delito. Lo conoc despus de meses de espera porquecuando llegu a la villa pagaba un robo a mano armada en la crcel de Olmos. Su figura, la mirada mezcla derencor y dulzura infantil en algunos fotos que me mostr Matilde; su delgadez, la seriedad en la que sepercibe cierta actuacin, la impostura de las cejas arqueadas en una versin adolescente y hermosa demaldad, y las ancdotas de Sabina sobre esa relacin obsesiva entre Manuel y Vctor me mantuvieronpendiente de su posible libertad, de alguna salida transitoria; casi tanto como con el tiempo esperara unavisita autorizada a Simn, su hermano menor preso en el cerradsimo Instituto Almafuerte. En los encendidosdas de diciembre de 2001 dbamos por seguro que saldra en libertad el primer da de 2002. Pero un informede conducta y un trmite retrasado hizo que fuera yana la esperanza de su madre, la de sus hermanos, la ma.Vio el horizonte pampeano, una larga extensin de tierra vaca que ahoga los ojos del reo al salir del penal deOlmos recin en marzo, despus de un ao y ocho meses.Lo conoc finalmente en la oscura cocina de la casa de Estela, su hermana mayor, madre de cuatro nioscandorosos que se pelean por el control remoto de la tele para dejarla siempre en una de accin. Manuelpareca tranquilo, dueo de la casa, saba que haca mucho que pretenda entrevistarlo. Yo estabafrancamente nervioso. Pensaba en cmo hara para ser ante l un recio periodista que recorre la villa conprestancia, con todo el respeto necesario para ganarme sus favores de chico recin salido a la calle.Tomamos cerveza. Ahogu rpido, en tres vasos, mi repentina timidez. Comenzamos hablando de suinfancia. Ocho aos tena cuando sali a la calle. Vagueaba, me iba por ah. Venda artculos de limpiezacon un amigo, cont, mientras los sobrinos se le colgaban de los brazos y sentaba a la ms pequea sobresus piernas. Ante las primeras confesiones me fui acostumbrando a escuchar, a prestar una especial atencina su fraseo rumbero de oraciones cortas respiradas hacia adentro. De los tres hermanos varones, quefinalmente terminara conociendo, Manuel era el ms retrado y el menos sociable de todos. Manuel tendrala capacidad de apaciguar mi ansia por preguntar, de guardrmela bajo los pliegues del dilogo cotidianosobre el tiempo, o simplemente sepultar mis inquietudes con el silencio, suavizndole la cara afilada y largabajo lo profundo de sus ojos verdes. Siento que de alguna extraa manera aprendo algo de su parquedad,respetando los minutos que pueden mediar entre una observacin ma y una tibia exclamacin suya, entreuna mirada de maldad y una carcajada por el chiste obsceno.La primera vez que Manuel cay preso con el Frente fue por un desperfecto tcnico. La moto de Vcto; unaXR 100 que le haba comprado Sabina con ahorros y muchas horas extras como vigiladora privada, sedescompuso despus de haber asaltado una estacin de servicio ESSO en Martnez. Esa tarde Manuel robvestido con unas bermudas y una camiseta de Boca. Dice que ese da no dispar: slo tuvo que levantarse laremera y dejar ver ci fierro apretado entre el cierre y la pelvis antes de jurarle a su vctima: Dame la plataporque te mato.Se quedaron varados cerca del Hipdromo de San Isidro. Tuvieron que arrastrar la moto hasta un taller paraque la arreglaran. Cuando estuvo lista Manuel pag con una bolsa de monedas recin robadas, frescas, dira-se todava tibias de las ltimas manos que las tocaron.Quedate lo que sobra, le dijo al empleado agradecido y chusma. No alcanzaron a hacer diez cuadrascuando los encerraron con media docena de patrulleros. Ellos tenan pensado hacer ese da eso que luego iosdiarios llaman raid. Iban hacia una casa de artculos deportivos de la que ya les haban cantado el dato.Haca un mes que Manuel estaba en la calle; vena del peor mal trago para un menor de edad, el Almafuerte.Y fue a parar a la comisara de Balneario, en cuyo calabozo tuvo que escuchar durante la primera visita,mudo, las recriminaciones y los consejos de Sabina. Tal como Matilde, la mam del Frente vea en larelacin de estos dos chicos ladrones el origen de todos los males de sus juventudes descarriadas. Desdeentonces fue prohibida esa mala junta. El afecto y la lealtad en el robo y los vicios los llev a laclandestinidad. Disearon un sistema de seas por el que desde una esquina a la otra, desde la de Sarratea yFrench, donde vivan los Miranda, hasta la de French y Pinto, la casa del Frente, se ponan de acuerd enjuntarse en tanto tiempo, en tal sitio, a los cabezazos, como en las viejas pistas de baile.Nos vean juntos por el barrio y pensaban cualquiera, me cont Manuel en un atardecer desasosegado deotoo. Igual que ahora, aunque yo no ande robando, si te ven con algo nuevo puesto nos preguntan si nosestamos yendo a robar a Capital, me explic sobre las veces que l y Chaas se pusieron ropa seria pantaln pinzado, camisa, chalequito de lana o de descarne, zapatos de vestir para visitar Buenos Aires.Cuando volvemos nos preguntan de dnde venimos, si hicimos algo, si nos fue bien. El estigma del chorrose convierte con el tiempo en algo asumido an despus de salir del crculo vicioso del delito; pero, reconoceManuel, se vive con cierto odio cuando ya no se asalta, cuando se intenta el rescate, cuando las armas a losumo sirven para la defensa en el interior del propio territorio, para la intimidacin, quizs para la venganza.En el caso de ellos dos, de esa pareja maldita, Manuel, el sobreviviente, el viudo, considera que fue la policay los jueces quienes los rotularon tempranamente con el sello de la peligrosidad y la violencia como si laportaran en la sangre, como si se trataran de males incurables y congnitos. Desde que camos la primeravez nadie nos quera ver juntos. Los mismos vigilantes les tiran sa a las madres, les dicen que vamos encana porque nos juntamos, que si no nos juntramos no seramos as. Fijate con quin anda y con quin sejunta. Se lo devolvemos pero ac no lo queremos ver ms, les dicen y ellas les creen, pero despus por finun da no les creen ms.Era apenas mirarse. Y la calle se les converta en un prado de posibilidades. La moto propia del Frente un daqued secuestrada en el patio de una comisara para siempre porque Sabina se neg a reclamarla otra vez,con el sueo de que Vctor sin movilidad dejara de robar. Las alternativas eran la moto del hermano, a quienhaba que jurarle por la virgen y la madre que no se la usara para faenas ilegales, o el auto del cuado, quesola ser ms solcito. A veces, cuando rescataba algo en qu andar me deca te espero ac a la vuelta.Llegbamos al lugar, parbamos a media cuadra, y caminando entraba al local, o entraban atrs mo, todobien, pum pum, cao, sala, Senta el acelerador de la moto y nos bamos. En todos lados as. Hasta que l secompr un Jeep. Como vemos, el Frente progresaba en cuanto a recursos, hasta pudo ahorrar sin dejar deceder ante los pedidos de los dems cada vez que se lo convocaba. Con un estilo entre paternalista y burln,canchero pero de una generosidad que lo exima de que su ego imponente fuera rechazado, el Frente podadonar lo que llevaba en el bolsillo para la causa ms incorrecta o la ms loable de todas; no haba distingosmorales en sus ddivas, en sus salvaciones cotidianas de la carencia ajena, ni en sus regalos intencionados. ElFrente daba lo que tena con un desapego que an hoy, tal como lo recuerdan los unos y los otros en la villa,parece haber sido la bondad amoral de un nio prdigo. El derroche ms que la pura generosidad es lo quemejor puede calificar el carcter de Vctor Manuel Vital. Y la fiesta era, por supuesto, el mximo y msbrillante escenario del gasto del dinero robado.El baile de los chicos que para cuando mueren quieren cumbia es una ceremonia funeraria convertida encarnaval; es dedicarle lo ganado en ese rapto de violencia que implica acercarse demasiado a la muerte, alfrenes de las pistas, a los latidos frenticos que slo puede dar la cocana, a la distorsin de imgenes,colores y significados que regalan las pastillas mezcladas con alcohol. Como una reverencia hacia unpaganismo villero histrico y a lo que podra definirse tambin como un vitalismo de suburbio extremo, oextremo vitalismo suburbano, el Frente y sus compaeros, como Manuel, entregaban gran parte del botn alconsumo de alcohol en jarras y se lo gastaban en el zarandeo de cuatro mil venidos desde todos los puntosdel conurbano norte, en micros que pasan por ios recovecos ms pobres a acarrear a la masa que viaja comosea a ver las bandas nuevas sobre el escenario del Tropitango. El Tropi es ese boliche de Panamericana y 202al que han bautizado con justicia la Catedral de la cumbia villera y en el que se ha instituido como tragopredilecto la jarra loca todo tipo de alcohol y la cantidad de pastillas que cada uno alcance a meterle.Con doscientos mangos un viernes... Uy!: baile, mujeres, escabio, ropa, aora Manuel desde su molesta ymodesta legalidad actual. A veces andaba con la billetera re zarpada, ya no se poda ni abrir ni cerrar, nada.Pero cuando sos guacho te la olvids, no te importa la plata que agarrs, la gasts como si nada, como si tequedara poco.Para no morir en seguida, para resistir en la calle al poner el cuerpo es que algunos pibes le ruegan al Frente.Antes de salir a laburar le doy un beso a la foto que tengo en un marco con los colores de Tigre, me contChafas sentado contra la pared de los nichos de cemento, bajo la misma sombra que llega a la tumba delmilagrero. Chaas, un flaco casi raqutico, pelo carpincho siempre con gomina, cejas tupidas, labios gruesos,hablar lento, dieciocho aos y padre de dos nios, se enorgullece de que l y el Frente tenan el mismoestilo. Porque si algo el Frente no descuidaba era la personal esttica con la que pretenda diferenciarse.Chaas intenta conservar esa prestancia. Lleva pantalones anchos, bien planchados, con una raya perfecta,una chomba Lacoste impecable, y zapatillas Nike, un modelo en color blanco que tuvo que tener dos das enremojo despus del barrial del ltimo baile. Muchas veces me dicen: Sabs cmo me hacs acordar alFrente vos? l andaba perfumado, se baaba como tres veces al da. Las bermudas, las camisitas, los jeans,los chalequitos, las Nike. Adora llevar las Nike limpias: salta los charcos que dej la ltima lluvia como sifuera una bailarina en tut, en puntas de pie, para no mancharse el calzado. Tiene dos gruesas cadenas de oroen el cuello, una pulsera gruesa y un reloj que hace pensar en el burgus que lo debe haber lucido antes deque se lo quitaran a punta de pistola, en la mueca izquierda. Yo nunca trabaj con l, nunca rob hastadespus que lo mataron, pero l cada vez que me vea, pum!, me invitaba. De punta en blanco iban a darsepanzadas con el Frente en los restoranes chinos del centro de San Fernando. Viajbamos todos en remise,despus de cenar bamos al pool, y al baile. A veces te agarraba y te deca dale Chaas, vamos a pilcharnosy salamos al shoping.Chafas es un ladrn diferente, intermedio entre la generacin de pibes chorros con cierto cdigo como elFrente, Manuel o Javier, y la inmediatamente posterior, la de los ladrones menos preparados, menoscuidadosos, ms dbiles y vulnerables, aqullos que salieron con desesperacin y cada vez menos sangre ala calle durante los ltimos tres aos. Manuel mismo me cont, cuando compartamos una cena entre los tres,que no robaban con Chaas. l era otra onda. Era ms pibito, nosotros habamos empezado antes, y aparte loveamos a l y decamos no da. En esa mesa Chaas, completamente cado por haberse pasado el daaferrado a la bolsita de Poxirn, slo dijo para explicar: Aparte, por respeto a mi viejo. Meses ms tardeme dara cuenta, aunque nunca se me ocult realmente el asunto, que el pap de Chafas era uno de losdealers de la villa.A Chafas lo vi por primera vez en la casa de Sabina, sentado con las manos cruzadas, recin cambiado, conla diccin levemente entorpecida pero frases claras y de fundamentos inteligentes. Fue l quienverdaderamente me introdujo en la leyenda del Frente, el que me hizo imaginar a ese pibe sensible y malditoque haba dejado tanta huella. Por un lado Chaas defenda y divulgaba, como un estandarte que nuncabajar, la figura del amigo muerto: me fue colmando de historias sobre una bondad intrnseca a Vctor, ysobre la mediacin que ejerca entre los ms violentos y los ms frgiles del territorio. En cada relato sobre elsignificado de la devocin surge la comparacin entre los tiempos que corrieron hasta que muri, y lo queluego pas en la villa: el bardo, en lunfardo el lo, la locura, el irrespeto, la traicin, el robo a los vecinos, alos que no tienen. El Frente impona, bajo mtodos cuestionables, cierto orden en los estrechos lmites de suterritorio. Chaas lo recuerda no tanto como ladrn sino como una especie de monitor de la villa. Chaas,carente ya de ese respaldo que le permita caminar tranquilo por sus calles y pasillos, ahora vive inquieto.Ya no es como era antes. Cuando estaba l nadie bardeaba, ahora quieren ser ms que vos, no existen y selas dan de guapos. l era slo mirarlos y: Qu onda ustedes?. O: Resctense! Este es mi barrio!. Por sino queda claro Chafas reproduce un dilogo:Vos sos un atrevido! As no, loco! reprendi el Frente a uno que se haba quedado con el revlver quele haba prestado un vecino de la villa.No, Frente, par, por favor par intent defenderse el osado.Tomtela guacho, no te quiero ver ms ac!y lo agarr a cachetazos, cuenta Chafas sobre el atrevido que quebr esas leyes viejas como la pobrezaque han pasado a desuso de la mano del crecimiento exponencial de la pobreza. Ese pibe, el expulsado,volvi al barrio tiempo despus del crimen. Sabina Sotello lo dice a su manera: Jams vino alguien adecirme mir Sabina, tu hijo me falt el respeto, tu hijo me hizo lo, le peg a un hijo mo. Por nada havenido una persona a quejarse, la que s vino fue siempre la polica.Ms que quejarse con su madre, lo que los vecinos hacan era apaarlo. Cuando le dieron un tiro que le cortun tendn en el brazo, una mujer de la cuadra lo cur, otra le puso la vacuna antitetnica, y Sabina tuvocomo explicacin que se haba cado de una moto. Si se camina la villa las mujeres, sobre todo ellas, cuentancasi siempre la misma ancdota: entraban a su casa y se lo encontraban sentado mirando tele, escondido de lapolica. Qu hacs ac? And a tu casa, le decan. Y l les sonrea, les peda que no fueran malas y les dabaplata para que le trajeran Coca-Cola y comida preparada. Todas dicen haber claudicado ante sus modales.Como ante sus modales enloqueca la Bonaerense. Era tremendo cuando caa preso y les haca la vidaimposible, dicen.Son dos los elementos que esgrimira cualquiera de sus fieles para que canonizaran al Frente: su generosidadcon el producto de los robos y el respeto que impona como enemigo intransigente de la polica y vileropreservador del orden informal. No hay quien no marque un antes y un despus de su muerte en la vida de lavilla. Era un nene cuando me cort la cama doble porque no usbamos la de arriba para regalrsela a unchico que dorma en el piso, explica su madre, la persona que ms repudi y detest su relacin con eldelito. Sac tu plata sucia de ac! Mettela en el culo!, lo rechazaba Sabina. Y ese dinero mal habidoprovocaba la ira de su hermano, un trabajador de doce horas diarias como supervisor de un supermercado,cuando lo vea en malos pasos. Si yo lo llegaba a agarrar robando, lo parta a trompadas, dice. Sinembargo, Pato se enorgullece. No de lo que robaba, pero s de lo que haca con la plata. Esta relacinconflictiva con su familia explica la generosidad de Vctor. No tena en qu gastar, no deba dejar la mitad delo ganado en manos de una madre desesperada por la miseria, como les ocurra a sus amigos. La tena tansuelta en los bolsillos como la necesidad del que se cruzara. Me acuerdo de una noche que no lo dejaronentrar al Tropi porque le encontraron un papel para armar y l se vino. Ese da andbamos los dos igualesvestidos, con pantaln pinzado marrn, campera de cuero, camisita blanca y chalequito. Me pregunt si tenaplata Yo tena quince pesos y l doce. As que dijo: bueno, vamos a comer. En eso sali otro pibe, que lepidi un peso para morfar algo. Se lo dio. Llamamos un remise para irnos al Sporting, un restaurante al quesiempre bamos en San Fernando. Vino el coche, toc bocina, nos subimos los dos y el pibito sali corriendopara engancharse. Vctor se mataba de risa y le deca apurate, apurate. El pibito desesperado y el auto quetena que ir lo ms rpido que pudiera. Apurate, dale, le deca Vctor, y lo dej en el barrio. Era maldito aveces en esas cosas. Entramos re bacn al Sporting y pedimos milanesa de pollo a la napolitana con cervezay Fanta. Justo estaba comiendo y a m me agarr un dolor de muelas que no pude seguir, y como quedaba lamitad, me dice: Quers llevrtelo? Me lo traje en una bandeja. Ese da la pasamos bien.En un pasillo escondido de la villa 25 de Mayo, por donde cruz escapando Vctor la maana de su muerte,Paran, pelo teido de rubio, bermudas, pecas y gorro con visera, cuenta que una vez lo hicieron juntos. Eranellos dos, menores de edad, y un muchacho mayor. Robaron un supermercado disfrazados de pibes deescuela que iban acompaados por el profesor de gimnasia. Llegaron, con sus estaturas infantiles, vestidoscon el delantal blanco que usan los chicos en edad escolar, y los cuadernos bajo el brazo, ideales paraesconder los fierros, la popular manera de decir armas en este pas. El ms grande iba en equipo de gimnasiaAdidas. Suponan que Vctor pareca el profesor de Educacin Fsica y Paran su alumno. Entraron metidosen sus roles. Vital sac un revlver calibre 38 y mir a las cajeras y a los clientes a los ojos. Se supona,porque tenan un dato aportado por alguien del negocio, que haba veinte mil pesos en las oficinas. Secomplic, estaban cerradas. Decidieron quedarse con lo de las cajas. Tranquilos, hacemos lo nuestro y nosvamos. Por favor no se pongan nerviosos, nadie va a salir lastimado, dice Paran que el Frente lanz alpblico presente. Salieron del lugar otra vez como estudiantes, y con unos dos mil trescientos pesosguardados entre sus garabatos. Claro, reconoce el mismo Paran, que no hubo mejor robo que aquel caminrepartidor de lcteos de la empresa La Serensima lleno, repleto de comida. Fue el mejor, s, incluso para losdevotos que ahora repasan sus aventuras de ladrn como a cuentas de un rosario.Sabina camina hacia la casa de la mujer que fue la de su hijo y la madre de sus mejores y ms cercanoscompinches en el robo: Matilde. En el camino va saludando a quien se le cruza. En las villas el saludo essigno de respeto, importante como el nombre. Y Sabina es importante como lo fue su hijo. No slo es unamujer a la que se acude si se tiene un problema con la polica, porque ahora activa junto a los organismosdefensores de los derechos humanos y otros familiares de chicos fusilados, sino que es ella, su sonrisa, algode lo que qued tras la muerte de Vctor. Ella es ante el mundo la mam del Frente. Quizs por eso, a pesarde tanto haber combatido las malas juntas de su hijo menor, me muestra disimulando y orgullosa a la vez, elhistrico camin de La Serensima. Es uno de esos refrigerantes que llevan por los comercios la distribucindiaria de leche. Pues los pibes, el Frente junto a Manuel y Simn, los hijos de Matilde, lo secuestraron, lovaciaron todo en esos carros tirados por caballos en que muchos en la villa juntan cartones por las noches, ylo repartieron a la manera en que durante la dcada del setenta hicieron los militantes de las organizacionesarmadas. El botn fue a parar tambin a las crceles: los mejores quesos argentinos terminaron saciando elhambre de algunos presos de La Nueva, Devoto, Caseros, Sierra Chica, Olmos. El Frente tena la idea fijade que los chiquitos comieran yogur y no caramelos cuenta Matilde en su casa llena de sillones enanos queha levantado en la calle mientras recolecta papel y cartones para vivir. Cuando iba al kiosco se le parabanaliado, le pedan y l les compraba. Con el camin la villa se llen de lcteos, de yogur, de leche cultivada,de cosas que nunca se haban podido tener.Con sus explicaciones Chaas fue quien me hizo comprender que el espacio en la zona estaba cada vez msacotado a las proximidades del domicilio propio, que cruzar algunas fronteras muy prximas y cotidianaspoda significar la muerte. Asentado cerca de la villa La Esperanza, Chaas vive con su padre, una hermanamenor y un hermano mayor en un rancho con cocina, una pieza para l, y otras dos en el fondo. De vez encuando, intermitentemente durante los ltimos cuatro aos, ha convivido tambin con Mara, la mam de susdos hijos de tres aos, la ex novia del Frente que lavaba ropa cuando supo que algo le haba pasado al chicodel que continuaba enamorada. Cuando empezamos los dos tenamos catorce, ellos se pelearon una vez queel Frente estaba preso. Ah nos metimos, pero igual despus estuvo todo bien como amigos con l, seguimosvindonos. Mara qued embarazada a las pocas semanas de que lo mataron. Fueron mellizos y a uno lobautizaron Vctor Manuel.En la casa de Chaas pasamos varias comilonas y fiestas. Algunos ponamos el asado, su padre frea unasriqusimas empanadas de carne. Luego con Chafas y el resto de sus amigos de esa porcin de villa nosmovamos hacia la esquina donde pasbamos el tiempo muerto de un domingo o un feriado entre las visitasde otros pibes, las cargadas al peatn, y algn picado de ftbol que yo siempre mir desde afuera. Circulabauna jarra o un enorme vaso con vino y alguna pastilla de Rohipnol o Artane que los chicos slo me ofrecanal comienzo. Una sola vez prob un trago que me result venenoso: sent casi sin mediar tiempo entre eltrago y el mareo un sbito embotamiento que me dej perplejo ante la lentitud y la extraeza con quetranscurri el tiempo despus de beberlo.Hasta la esquina sola llegar Mara con los nenes para dejrselos un rato a Chaas y al resto de la barra. Enesos momentos, cuando sus hijos estaban junto a l, Chaas nunca aspiraba la bolsita de pegamento. En mitercera jornada en San Fernando, Chaas gastaba los ltimos pegotes que quedaban adentro de un sachet deleche vaco. Y se paranoiqueaba con los dos pibes que miraban apostados en la entrada de uno de los pasillosde la San Francisco, nosotros apoyados contra un paredn ante una canchita donde jugaban varios chorros yun polica del barrio. Orejita alertaba al chico que lo acompaaba con otra bolsita en la nariz, Orejita,todo mal, aqullos nos tienen ganas. Haban tenido un encontronazo con los Sapitos, una banda de lo que enla villa llaman ratas o rastreros, pibes que sacados por las pastillas roban en el mismo lugar en el queviven. En esos das Chaas no poda caminar por cualquier sitio en su cada vez ms estrecho continente. Ascomo deba estar presto a un ataque traicionero de ios Sapitos, no poda aparecer ya por la villa de donde essu novia Mara. Est todo mal, corte que te dan una pualada por la espalda. Y por la espalda tira la gorra,me dijo Chafas y no supe en ese momento que esa frase encerraba varios conflictos internos a los que luegome costara demasiado acceder.Chaas no poda cruzar entre otras cosas por el odio de su suegro, el Chano, padrastro de Mara. Pero hastaella misma le resultaba peligrosa, segn me explic entre el sopor del poxi. Estoy separado de mi seorasomos amigos. Pero no todo el tiempo porque a veces me ve con alguien y le pintan esos berretines de pegarPero no me lo dice a m, no viene y me dice qu te pasa, dejala o lo que sea, no, va y le pega a la mina. Yeno voy mucho para el barrio de ella, a veces pasa un tiempo largo que no veo a los bebes, porque capaz quevas para all y corte que te bardean. All venden mucha droga, son transas, y entre los chorros y los transasest todo mal. Vos tens que meter cao para darle de comer a ellos. O sea: si quers tomar merca, a quinle das la plata? A ellos. Ya veces te da por las bolas tener que chorear para los transas. Hay gente buena ygente mala; bueno, ellos son malos. Son malos y atrevidos. Yo creo que estn muy resentidos. Estuvieronmal adentro y quieren revanchear con la gente. Ayer mataron a uno ah. Le metieron un par de pualadas. Yas todos los das. Por ah pintan ellos y la noche es de terror. Por eso ayer vinimos enfierrados, tenamos lacampera de cuero y el cao abajo con otro pibito que andaba laburando tambin. Hay que cuidarse siempreporque estos giles te tiran por la espalda y te arruinan. La otra vez pas por ah y estaba en la esquina elchabn que ms bardea, el Tripa, y me salud como si nada: Que tal?. Pero no me confo porque sontraicioneros.Un chiflido se escucha desde del grupo que deja pasar la tarde en un rancho de enfrente. All una mujer nosvende sndwiches de milanesas gigantes y cerveza que ofrece a travs de la ventana de su casa. En la puertalos muchachos de la villa se juntan y miran al tro que formamos contra el paredn. Me llama a m, diceChaas y levanta un brazo para saludar con toda la cortesa que un conocido merece. En eso se nos acerca elJilguerito, un nio de nueve aos que pedalea con destreza una bicicleta de muchos cambios. Es el hijo deotro ladrn del barrio, pariente lejano del Frente Vital. Contale, Jilguero, cmo te regalaba cosas el Frente,le dice el Orejita, el partenaire de Chaas. Contale de esa vez que comieron yogur como una semana,insiste. Y el Jilguerito se re y dice que s, que el Frente era el ms bueno de todos, el mejor, y que por eso ltambin tir piedras el 6 de febrero.El Tripa era uno ms en la familia de los Chanos, un rosario de hermanos dedicados a vender cocana quehaban abierto cada uno su propio kiosco, varias bocas de expendio concentradas en unos cien metroscuadrados. La relacin de odio y necesidad que viven los consumidores y los transas lleg en el invierno delao 2000 al lmite de su violento equilibrio. Los Chanos, pero sobre todo el Tripa, haban acumulado msenemigos que clientes. El Tripa era de los que borracho y drogado se pona a gritar en el medio de la villaque l era el transa ms intocable de todos.El Tripa es ese tipo de personaje al que los chicos ladrones de esta historia llaman rata. Una rata, pero conmucho ms poder que los Sapitos, pibes de la generacin posterior, sin la proteccin con que el Tripasiempre cont. Es casi una regla: los transas son odiados no slo porque son para los chorros la trampa a laque estn condenados por la adiccin, sino porque la inmensa mayora cuenta con proteccin policial parafuncionar en su negocio. El Tripa no era slo un transa amigo de la polica. Era tambin un ejemplar dignodel odio de la villa por su actitud de mandams cruel, por hacer exhibicin del poder que le otorgaba laimpunidad. Los hart con la violencia cotidiana de sus aprietes y de sus robos miserables. Frente a la villa 25hay un barrio de monoblocks en el que viven familias de clase media baja que intentan diferenciarse de susvecinos villeros. No se meten. Ven, pero jams intervienen en los movimientos ilegales. Apuestan a que alactuar como testigos ciegos y sordos se les permita una vida tranquila, se los excluya del robo y la extorsin.Pero el Tripa, en su locura, no los dejaba afuera de su radio de accin. Enloquecido por el consumo podasacarles las plantas del balcn o lo que llevaran encima. Con slo mirarlos y mostrarles el fierro siemprecargado deban entregarle las zapatillas, la billetera, el cinto, los centavos para pagar el transporte al salir atrabajar.El Tripa era la anttesis del Frente Vital. Fue inevitable que en el transa creciera el odio al pibe qe se ganabala voluntad de sus vecinos con su demagogia de ladrn dadivoso y su talante de predicador del respetopara con los de su misma clase. Si el Frente reparta el dinero robado financiando la fiesta de cada fin desemana o los paales y los medicamentes de los hijos de otros pibes chorros, el Tripa era el que les quitaba,amparado en su inmunidad de sopln de la polica, lo poco que tenan. El Tripa era capaz de ponerle uncuchillo en el cuello a un chico de trece aos para sacarle la campera. O de sacarle la bicicleta a un pibe dediez. El Frente Vital fue el nico ladrn de la zona que lo enfrent y le escupi el piso gritndole que era unbuchn.Las peleas comenzaron como debe ser, en una esquina. Al principio eran frases gastadoras. El Tripa nosoportaba el carcter desafiante de Vctor Vital. No toleraba su desplante, la manera en que lo miraba sinbajarle la vista. Mucho menos la popularidad. Intent medir el lmite del Frente, hasta que lo cans. Comol supuestamente era el ms tumbero y nunca fue nada, lo quera turrear, no se bancaba la chapa de Vctor.Para m siempre fue por la envidia, porque el Frente era el Frente y l no era nadie. Llegaba el Vctor y todoslo adulaban a l. Hasta que lleg un momento en que el Frente le dijo en la cara: Yo te voy a cagar a tiros avos, cuenta Mauro, el viejo ladrn que el da del fusilamiento ante la horda policial quera arrancar laschapas del rancho en el que yaca su amigo. Ah se empezaron a agarrar y el guacho le demostr que no letena miedo. Tal como luego lo hara Mauro para salvarlo a l, en uno de los enfrentamientos con el Tripa,el Frente se subi a las chapas de un rancho para desafiar a su enemigo. Sal rata! Sucio! Ortiba! Polica!Te voy a matar! Dos veces se tirotearon en los pasillos de la villa. Otra en el campito, de punta a punta,como en las pelculas del Far West.El Frente morira frente a ese terreno baldo treinta y seis das despus del ltimo combate con el Tripa. ElFrente iba por la Berutti, camino hacia su casa, desde Quimo Costa y Pinto, el Tripa estaba en la esquina. Ledijo algo. Nadie recuerda qu. Pero sacaron las armas. El Frente le dispar primero. El Tripa se escondi enel primer pasillo de la villa 25. Ah se qued agazapado. Los Chanos salieron a defender al Tripa, a tirar ellostambin. El Frente retrocedi hasta la esquina de la San Francisco. El Tripa sali entonces del pasillo y cruzal campito. Del otro lado, el Frente y Manuel le disparaban apuntndole a la cabeza. El Tripa se burlaba aprudente distancia. Bailaba como enloquecido, con los parientes cubrindole la retaguardia. Tir gil!, legritaba. Fue el 31 de diciembre. Los tiros se confundan con los petardos de las fiestas.CaptuloIIIEl cuerpo macizo de Vctor Vital se meca quebrando la cintura al ritmo de la cumbia colombiana que legustaba. Haba robado, tena dinero en los bolsillos, y nada le faltara esa noche para iluminar la oscuridad delos quince pibes y pibas que bailaban armando una ronda. Entre todas ellas, l miraba ms que a ninguna aPaola, una pelirroja de sonrisa ancha y dientes grandes, flaquita y bien formada, pero sobre todo hermosa almoverse y sonrerle cada vez de esa manera. Ella era de la villa Santa Rita, vecina de Coqui y Luisito. Habaido con sus amigas y por esos contactos conoci a Laura y a Mariela. l esper a que el grupo se confundieraen el marasmo de bailanteros desbocados y la agarr de las manos como sacndola a bailar. Pero el rocellama al roce, y de repente llega el empujn inapropiado, la mirada torva, la demasiado fija, y nadie sabeexactamente cmo se arm la pelea. A Vctor lo agarraron de atrs dos de seguridad y arrastrndolo de lospelos, torcindole el brazo, lo sacaron del baile. Tras l, salieron los otros.La discordia continu entre los de uno y otro bando en las puertas del Elep, una bailanta que hasta hace untiempo estaba en la ruta 197, cerca de las vas. Y la polica se hizo presente. Paola se qued a un costado conel resto de las chicas y termin de fascinarse con Vctor cuando lo vio enfrentarlos. No s ni cuntosvigilantes lo haban fajado ese da. Pero l los invit a pelear. Sobre todo a uno que es de por ac cerca. Ledeca que le iba a romper la boca. Despus salimos corriendo porque tiraban balas de goma. Y vinimos paraac, cuenta Paola, con un beb en los brazos. Sabina la escucha y se entera de esos pormenores que a ella leestaban vedados. A m esa maana los pibes vinieron a decirme que al Frente se lo llevaron preso y yo mequed preocupadsima, hasta que aparece por all por la punta con Paola gritndome Eh, Sotello!. Yo loquera matar. Pero l estaba muy contento de que haba peleado y zafado. Claro, se lo quisieron llevar, perono, porque yo lo haba agarrado de la mano y se los saqu a la fuerza, hasta que pudimos salir corriendo, seenorgullece.Se pusieron de novios. Pero esos noviazgos de que nos veamos a cada rato, re Paola. l empez a ir a sucasa, a visitarla bien peinado, perfumado, en combinacin de tonos. Ella lo iba a ver a la San Francisco. Yotena diecisiete, y l creo que era un poco ms chico que yo, diecisis... Yo, de edad, era ms grande. Ybueno, pasamos unas fiestas en mi casa, con Sabina. Y despus no s por qu nos alejamos... cmo te puedodecir? Era muy mujeriego. Yo estaba ac un da y lo llamaban por telfono, entonces una pelea va, una peleaviene, nos fuimos alejando un poco... Pero era muy bueno de corazn. Yo siempre le pregunto a la gente dequ signo sos?, y si me dicen de Leo, yo digo el mejor signo, a pesar de que son mujeriegos. Porquesaben tratar a una mujer, en el sentido de que no van a las manos, mucho cario, mucho amor, mucho paradar... Eso para m vali mucho, porque fue el nico novio que tuve que me supo tratar A m me toc mucholo que le pas, pero son cosas del destino. A veces pensamos en hacerla abuela a Sabina, pero ramos muychicos...Laura, la mejor amiga del Frente, una de las pocas chicas del grupo que no pas por sus brazos, se acuerdade Paola porque cuando Vctor le deca chueca, ella le contestaba culo negro. Es que era culn, diceMara, en la misma conversacin de ex novias del Frente. Y al poco tiempo all atrs por la villa 25 leempezamos a decir culo negro, re Laura recostada sobre la mesa de la casa de Sabina donde ella, Mara yla Negra, una tercera ex noviecita del Frente, rememoran sus aventuras con el mismo chico.Y a m me deca... cmo era que me deca? quiere acordarse Laura. Culo-ca! gritan todas las otras a coro.Yo una vez pas toda seriecita: Hola Frente. Cmo te va?. Bien, culo-ca! Y vos? Y ah me qued...O como despus nos deca con la Negra, las Melli, las dos con el culo cado.Las chicas se ren del Frente como en pequeos actos de inocente venganza. Comparten las ancdotas de susamoros con l sin recelo, despojadas de la envidia profunda que podra animar a las ex novias de cualquierhombre que an estuviera vivo. l las conoci a casi todas cuando era un nene de primaria con el brazoenyesado y fueron vindolo crecer, hacerse de ese carcter y esa fama que lo llev en tan poco tiempo acierta cima dentro del barrio, a ese escaln superior en el que se ubica el que tiene vida de ladrn y logra elrespeto de los vecinos con su conducta en el interior del propio territorio. Pero las chicas lo recuerdan alcomienzo como un boludo, un chiquiln, como alguien que luego sorprendi al pasar al lugar de losganadores. Nosotras cuando empez a irle bien con las pibas decamos mir el boludo este, tan boludo queera y al final se las volte a todas, dice Laura en la reunin de compinches y las chicas festejan. Laura yValeria eran las que aportaban las coartadas de Vctor y sus varias novias. l se las arreglaba para que no sele juntaran y si se juntaban se haca bien el estpido, dice Mara.El Frente no poda cortar fcilmente ninguna de sus relaciones. Desde los trece que se fue enganchando condiferentes chicas del barrio y de otras villas. Una de las que ms lo perdi de amor fue Beln, hasta que sefue a vivir a Entre Ros. Ac enfrente, en uno de los pasillos de ac enfrente. Me acuerdo que los sbadoshacamos joda en la casa de la piba, y siempre peda comer pizza... nos haca pizza la seora. Despus,cuando ya era la hora de irse a dormir cada uno a su casa, salamos y la chica se quedaba despierta por l.Esperbamos que el padre se acueste a dormir. Ella tena la pieza que daba al pasillo de la calle, entoncesnosotros con el Frente nos quedbamos en la punta del pasillo, ella nos haca seas y yo lo haca entrar alFrente por la ventana para que se quede ah... , recuerda Valeria, la cmplice. Y Laura sostiene que Belnfue la nica novia en serio: Antes de que le pase lo que le pas estaba por irse a Entre Ros, le habapropuesto a la madre y todo que lo acompaara. l quera ir a los carnavales para ver a la chica.Esas relaciones cortas pero intensas que tuvo Vctor provocan desde ternura hasta odio en las mujeres de suvida reunidas a recordar. Una de las que peor humor les causa es la de una chica de otro barrio con la queestuvo a punto de irse a vivir cuando ella haba quedado embarazada. Despus de aquel fracaso Laura,Mara, la Negra y hasta Sabina la recuerdan con un dejo de desprecio. Estaba muy contento, deca quequera rescatarse, se haba puesto las pilas, haba pintado todos los muebles, haba puesto todo para tener elbeb. Me deca: Vos quers ser la madrina? Porque yo me voy a poner las pilas para mi hijo... Despusestbamos re calientes cuando nos enteramos todo lo que hicieron. Por ah, si hubiese... est bien, uno notiene que echarle la culpa al pasado, ni ponerse a pensar si hubiese pasado esto, no hubiese pasado lo quepas... pero por ah, si no se hubiese sacado el beb, o l hubiese sido pap, no le hubiese pasado lo que lepas. Pero bueno, es el destino. Cuando te llega, te llega, pienso yo.Mara, es la que ms enamorada, a pesar del paso del tiempo, parece an del dolo muerto. En ella, con sucuerpo moreno y largo, la cara angulosa, el flequillo Stone, el silencio sobre una mirada tajante, se dio ladialctica de ser un da la novia, y al poco tiempo la novia del amigo, en este caso Chafas. Casi todas lasmujeres de la villa reconocen que maliciosamente hicieron cuentas con los dedos de las manos para descartarla posibilidad de que los mellizos de Mara, Vctor Manuel como el Frente y Joel, sean en realidad hijosdel ladrn santificado, y no de Chaas. Pero las cuentas no dan. Mara qued embarazada un mes despus delasesinato del Frente. Yo la conoc en la casa de Sabina una de las primeras noches que cenamos en esa cocinadonde la televisin siempre est encendida. Ella entr con los bebs, la haba llamado especialmente Chaasporque quera que conociramos a sus hijos.Mara es una mujer de genio corto, de manos fciles. Del rancho en el que viva con Chafas y su familiaMara se volvi al de su madre y su padrastro, Chano, el dealer que siempre detest que se juntara con elFrente. El verdadero padre de Mara s lo estimaba y con l solan pasar largas tardes de charla. El padrebiolgico de Mara es, en realidad, el hermano de su padrastro. Su madre pas a casarse con el hermano delque era su marido durante una larga estada en la crcel. Silenciosamente, Mara no parece hacer ms quereiterar esa vieja traicin.Mara es una chica dulce cuando habla pero en ese tono casi ldico que asume resuena cada tanto unaancdota en la que la violencia llega como un ramalazo irrefrenable. Hace algunos meses Chaas tuvo quequedarse varios das en su casa, con algunas huellas moradas de lo que fue la ltima gran pelea con Mara. Elle minti, le dijo que no saldra. No falt quien le contara que lo haban visto con otra. Los encontr en lacama que haban compartido. Y se ensa con los dos. Ya nos separamos otra vez. Somos as, que nospeleamos, nos arreglamos. Anoche me fui al baile y l no estaba, pero me da igual a m si est todo bien otodo mal. Aparte l est en el baile y yo hago de cuenta que no est, porque yo ni hola le digo cuando pasopor al la