Cubanos, Carlos Montaner

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    Carlos Alberto Montaner

    LOS CUBANOSHISTORIA DE CUBAEN UNA LECCIN

    bcg

    Brickell Communications Group2006

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    Printed in U.S.A.Ilustracin de la portada: Humberto Calzada

    ISBN: 1-893909-24-7

    TODOS LOS DERECHOS RESERVADOSProhibida la reproduccin total o parcial en cualquier medio, seaelectrnico, mecnico, fotocopias o grabacin, sin el previo permisoescrito de bcg.

    2006 Carlos Alberto MontanerBRICKELL COMMUNICATIONS GROUP233 Brickell Ave., Suite H-1Miami, FL 33129

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    NDICE

    Prlogo 91 Los cubanos y sus remotos orgenes 13

    2 Indios, conquistadores y otros factores 253 Seas de identidad: azcar, tabaco,ron y caf 39

    4 La ilustracin y el impacto de lasrevoluciones norteamericana y francesaen Cuba 53

    5 Anexionistas, autonomistase independentistas 67

    6 De la insurreccin a la independencia 817 Del Maine a la repblica 95

    8 La Repblica mambisa (1902-1933) 1099 La Repblica revolucionaria (1933-1959) 12310 Instauracin del comunismo (1959-1963) 13711 La sovietizacin de Cuba 15112 La transicin posible 16513 Una Cuba futura 177

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    A los demcratas cubanos que, dentro dela isla, arriesgan sus vidas diariamente y

    sufren las consecuencias de su herosmopor conquistar la libertad para beneficio detodos sus compatriotas, incluidos los indi-ferentes y los que sirven a la dictadura.

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    PRLOGO

    PRLOGO

    Este libro est basado en una serie de televisin originadaen un curso universitario. El 24 de julio de 2004, anima-do por una grata experiencia previamente ensayada en elInstituto San Carlos de Cayo Hueso, el Instituto de EstudiosCubanos y Cubano-Americanos de la Universidad deMiami, dirigido por Jaime Suchlicki, me invit a dictar unseminario de un da bajo el ambicioso ttulo de Los cubanos:historia de Cuba en una leccin. Posteriormente, Hispavisin,una empresa de televisin fundada por el actor Jorge Flix,me pidi que convirtiera las notas de clase en una serie de13 captulos. se es el origen de este libro.

    El objetivo del curso era transmitir la esencia de la his-toria cubana a varios tipos muy diferentes de personas:el pblico en general interesado en un pas que, por lasrazones que fueren, lleva medio siglo de notoriedad in-ternacional; los exiliados de los primeros tiempos que, de-bido a su temprana emigracin, tenan algunas lagunasque deseaban llenar; sus hijos y nietos, criados en EstadosUnidos, y, por lo tanto, justificadamente ignorantes de la

    historia de la nacin de sus mayores; y los cubanos edu-cados en la interminable era de Castro, vctimas de unavisin distorsionada por la ideologa marxista que no bus-

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    caba otra cosa que justificar la existencia de la dictaduraen hechos pasados arbitrariamente interpretados. Luegose descubrira que exista una categora de asistentes alseminario, no prevista en el proyecto original, que se pre-sent en esa primera convocatoria: algunos diplomticosde diversos pases, sumados a latinoamericanos y norte-americanos interesados en averiguar cmo y por qu lahistoria de Cuba haba derivado hacia un desenlace tandramtico, prolongado y excntrico como ha sido la tira-na comunista.

    El propsito y los resultados del seminario me pare-cieron muy tiles. Hay muy buenas historias de CubaRamiro Guerra, Lev Marrero, Portell Vil, incluida lavaliosa sntesis escrita por el propio Suchlicki, pero leercuidadosamente varios centenares de pginas de esos ma-nuales requiere un esfuerzo que quienes no son estudian-tes regulares rara vez estn dispuestos a realizar.

    En todo caso, en qu consiste esta vaporosa historiaesencial de Cuba que debe saberse para poder entenderla experiencia del pueblo cubano? No poda ser escoger

    hechos muy notables las fundaciones de las villas y ciu-dades, el control y exterminio de las poblaciones indge-nas, los enfrentamientos con los piratas, las guerras de in-dependencia, etctera y situarlos en el tiempo. Esa es lafrmula convencional, muy vlida, pero tal vez incomple-ta. Haba algo an ms importante: discernir qu factoresinternacionales haban desencadenado ciertos aconteci-mientos en Cuba. Al fin y al cabo, Cuba era esencialmen-te un elemento ms del complejo mundo occidental. Enese caso, su historia fundamental slo poda entenderse

    dentro de un panorama muy general que no slo abarca-ba el mbito americano, sino tambin el europeo. La claveestaba en encontrar los hechos universales que le dieron

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    sentido y forma a nuestro mundo contemporneo y lograrsituar a los cubanos en ese contexto.Los cubanos, o los hispanocubanos, pues, que comen-

    zaron dependiendo de la casa de Trastmara, ms tardetuvieron reyes Habsburgos y Borbones, fueron parte im-portante de un enorme y belicoso imperio, sintieron loscoletazos de la Ilustracin, de las revoluciones americanay francesa, del liberalismo y de la expansin del capita-lismo, y mientras luchaban por crear la repblica propia,vivieron esa experiencia en la ajena, en la espaola de

    1873, precedida por un breve reinado italiano de escasacaladura, el de Amadeo de Saboya. Ms tarde, hasta laIsla llegaron las ideas radicales de anarquistas y marxis-tas, mientras los sindicatos dieron sus primeros pasos alritmo de los europeos, y todo ello ocurra bajo la sombray la influencia del gigante estadounidense donde, poco apoco, iba cobrando forma la nacin ms rica y poderosaque haba conocido la humanidad.

    Era ah, dentro de las coordenadas del gran panoramaoccidental, donde haba que encontrar la historia esencial

    de Cuba para luego llegar a entender la desgraciada etapade la segunda mitad del siglo XX, dominada por la dicta-dura comunista, cuando Castro arrastr la Isla hasta elvrtice mismo de la Guerra Fra. El reto consista en sinte-tizar todo esto en un largo da de conversacin y anlisis,y parece, afortunadamente, que fue posible.

    La obra concluye con dos optimistas ejercicios de futu-rologa: el primero imagina cmo los cubanos pueden des-embarazarse pacficamente de la tirana, si es que en la Islasuceden los cambios ms o menos como ocurrieron en la

    Europa del Este. El segundo describe qu puede sucederen una Cuba abierta a las libertades polticas y al merca-do. Esos dos textos ideales como colofn fueron adap-

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    tados de una conferencia dictada en Florida InternationalUniversity, en una serie auspiciada por el Presidente deesa institucin, el Dr. Modesto Maidique. El tema era her-moso: cmo puede ser Cuba en el 2020? Francamente, sise impusiera la racionalidad el futuro es muy prometedor.Slo que la premisa, claro, resulta muy problemtica.

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    REMOTOS ORGENES

    Comienzo por establecer mi puesto de observacin: estahistoria de los cubanos est narrada desde una perspec-tiva espaola o eurocentrista. El ngulo elegido es el eu-ropeo. Y es lgico que as sea. No es lo mismo contar lahistoria de Cuba con la visin de un indio siboney, de unnegro descendiente de esclavos, o la que pudo tener unchino cantons trasladado a Cuba en la segunda mitad delXIX en rgimen de servidumbre como consecuencia de ladisminucin de la trata de esclavos.

    Si elijo ese punto de vista es porque esa nacin a la quellamamos Cuba fue fundamentalmente definida desde losvalores, costumbres y percepciones espaolas, aunque atravs de los siglos se le fueran agregando enriquecedo-res elementos procedentes, por ejemplo, de las diferentesetnias negras procedentes de las grandes culturas africa-nas. Voy, pues, a hablar de Espaa para poder entendera Cuba.

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    Vayan por delante otras dos observaciones prelimina-res: como la mayor parte de los cubanos en alguna medidaproceden de familia espaola, no es ocioso recordar queuno de los rasgos ms curiosos de las personas provenien-tes de la Pennsula ibrica es la relativa estabilidad biol-gica o gentica de los moradores de esa zona del mundo.Durante decenas de miles de aos los habitantes de esaregin estuvieron semiaislados del resto de Europa debi-do al obstculo de los Pirineos, mientras los asentamien-tos griegos o las posteriores invasiones de cartagienses,

    romanos, visigodos o rabes nunca alcanzaron siquiera aluno por ciento de la milenaria poblacin autctona de laPennsula.

    Los orgenes culturales

    Los componentes tnicos y culturales bsicos de aquellosremotos antepasados de los cubanos probablemente fue-ron el celta y el ibero, ste ltimo grupo situado que enambas orillas del Mediterrneo occidental. Celtas e iberos

    se mezclaron, y esos pueblos de tronco celtibrico, fre-cuentemente visitados por navegantes griegos o feniciosque fundaron poblaciones en la costa del Mediterrneo es-paol, a lo largo de los siglos se fragmentaron en decenasde pequeos y diversos reinos eventualmente provistosde diferentes lenguas y diversos grados de complejidadsocial.

    Terminando el siglo tercero antes de Cristo, la Pennsulafue ocupada por las legiones romanas como resultado deuna guerra que originalmente no se libr contra los celtbe-

    ros sino contra los cartagineses, un poderoso reino de ori-gen fenicio radicado en el norte de frica, cuyas legioneshaban invadido lo que hoy es Espaa desde su territorio,

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    situado en donde en nuestros das se encuentran Tnezy Libia, expansin que le result peligrosa a la belicosaRoma, siempre muy pendiente del equilibrio de poderesen el Mediterrneo, y siempre temerosa de la expansinimperial de Cartago, su tradicional enemigo.

    Los romanos, tras su victoria sobre los cartagineses, ytras vencer la resistencia de otros pueblos de la Pennsulaibrica, a lo largo de varios siglos de ocupacin militar ypoltica dotaron paulatinamente a los celtberos de unalengua, el latn, de leyes e instituciones uniformes, y de

    construcciones urbanas calcadas de las edificadas en laPennsula Itlica. No siempre, claro, fue una ocupacinpacfica, y ni siquiera total, pues ah queda en la Espaamoderna una regin a la que llaman el pas vasco, enla que un buen nmero de sus habitantes, adems del es-paol, hablan el eusquera, una lengua prerromnica queno parece tener relacin con ninguna de las familias delenguas conocidas. Del eusquera tambin se dice que esla nica lengua hablada en Europa cuyos orgenes se re-montan a la edad de piedra, cuando nuestros antepasados

    habitaban en cavernas.En todo caso, si los cubanos hoy hablan y leen espa-

    ol es porque la Pennsula fue latinizada, y de ese tron-co, siglos ms tarde, se desprendi la lengua que hablanlos cubanos, con el acento y la entonacin de los abuelosandaluces, extremeos y canarios, muy numerosos en lacolonizacin de la Isla. Y si hoy los cubanos escriben esalengua con ciertos rasgos, es porque los romanos, a travsde los espaoles, nos transmitieron su alfabeto latino. Porotra parte, si hoy los cubanos cuentan con instituciones

    republicanas y Derecho Civil, es porque la forma en quelos romanos solucionaban sus conflictos y organizaban laconvivencia pblica sigue parcialmente viva en nuestros

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    comportamientos. Si nuestras familias se estructuran entorno a parejas formalmente monogmicas que transmi-ten sus propiedades a sus hijos por medio de la herencia,es gracias a la tradicin romana que les leg su visin eco-nmica y jurdica de las relaciones humanas.

    Quien visite Segovia podr ver un acueducto perfec-tamente conservado, y si viaja a Mrida, en Extremadura,sern las magnficas ruinas de un anfiteatro lo que les es-pera. Esa experiencia urbanizadora romana es muy im-portante porque ah est el fundamento de las formas de

    construccin que luego veremos en Cuba cientos de aosms tarde. Un romano de la poca de Pompeya, que des-pertara en Trinidad, podra encontrar un evidente pareci-do entre su villa sepultada por la lava del volcn Vesubioen el ao 79 de nuestra era, y el pequeo pueblo cubano,dotado de casas coloniales parecidas a los cortijos anda-luces, construcciones que a su vez se inspiran en las villasrurales romanas.

    En el terreno espiritual no fue distinto. Cuando Roma,por designio del emperador Constantino, se hizo cristiana

    a principios del siglo IV, las provincias siguieron el mismodestino, e Hispania, que era como llamaban a la antiguaIberia latinizada, acab convirtindose a la fe de Cristo. Elcristianismo entonces, y hasta hoy, adems de ser una fereligiosa desgajada del judasmo, era un circuito de asis-tencia social que curaba enfermos, casaba enamorados,enterraba muertos y educaba nios y adultos.

    Es decir, si hoy la mayor parte de los cubanos, aunquesea nominalmente, son cristianos, es porque Constantinoproclam el Edicto de Tolerancia y, alentado por su ma-

    dre, se convirti l mismo al cristianismo. Unos aos mstarde, otro emperador, de origen hispano, Teodosio, de-cret que el catolicismo era el credo oficial del Imperio, y

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    quienes no se sometieran a la nueva fe seran consideradosdementes y malvados. De ah que cuando un cubanodice ser catlico, apostlico y romano, est declarandono slo su filiacin espiritual, sino tambin la filiacin his-trica a la que pertenece.

    Ms an: la cosmovisin de los cubanos, la manera enque razonan, en que juzgan moralmente, o en que clasifi-can estticamente, es decir, los valores que prevalecen enel grupo, provienen directamente de la tradicin grecolati-na, a la que en su momento el judeocristianismo agreg un

    fuerte componente tico. Por eso es ah y entonces dndey cundo se inicia nuestra historia. La historia de Cuba,pues, no comienza con la llegada de Coln a Cuba, sinocontina en Cuba, en el Nuevo Mundo, una variante de lavieja historia espaola iniciada hace millares de aos en elMediterrneo.

    La huella del medievo

    Tras el colapso del imperio romano, ocurrido en el siglo

    V despus de Cristo, una tribu germnica muy latiniza-da, la tribu de los godos, ocup la Pennsula, en su mo-mento estableci la capital en Toledo, y en medio de fre-cuentes conflictos blicos gobern algo ms de 200 aos.No aadi demasiados elementos a la cultura imperante,pero por primera vez hubo un estado independiente en laPennsula ibrica que no estaba sujeto a una lejana autori-dad imperial.

    Los godos nos legaron algunas palabras que todavausamos, como espa, yelmo o espuela, todas aso-

    ciadas a actividades militares, e hicieron algunos buenosaportes al Derecho recopilando viejos y dispersos textosromanos. Asimismo, es probable que una buena parte de

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    esos espaoles y sus descendientes cubanos provistos deojos azules, tez clara y cabellos rubios provengan de es-tos germanos asentados en Espaa. Por lo pronto, algunosnombres y apellidos muy populares en Espaa o en Cubacomo lvarez, Rodrguez o Gonzlez tienen ese origengodo.

    En el 711, en medio de una guerra civil que divida a losgodos, irrumpieron los rabes y bereberes con unos cuantosmillares de soldados, y en un tiempo sorprendentementerpido consiguieron dominar las tres cuartas partes del

    territorio espaol. De esa aventura imperial rabe nosquedan unas cuatro mil palabras como lgebra, alcalde,alguacil y tantas otras, y nos quedan tambin ciertos ras-gos arquitectnicos mudjares que uno puede adivinar,no slo en construcciones cubanas, sino hasta en la Torrede la Libertad del centro de Miami o en el Hotel Biltmorede Coral Gables, primo hermano arquitectnico por larama vagamente neomudjar del Hotel Nacional de LaHabana.

    Sin embargo, esa invasin de los rabes y bereberes

    a Espaa siglos ms tarde tendra una insospechada im-portancia para los cubanos. En el medievo los rabes eranunos excelentes agricultores, y no slo conocan la caa,una gramnea procedente de la India que creca de formaasombrosamente rpida, sino tambin dominaban la tc-nica de fabricacin de azcar y la llevaron a la pennsulaibrica. Con el tiempo, ese cultivo y el proceso industrialque lo acompaaba se convertiran en el corazn econmi-co de Cuba y la isla llegara a ser conocida como la azuca-rera del mundo.

    Otra planta aclimatada por los rabes en Espaa fue elcaf. Cuenta la leyenda que unos pastores en Arabia ad-virtieron que las cabras adquiran una rara vitalidad cuan-

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    do masticaban las semillas de cierto arbusto, y decidieronhervirlas y probar ese brebaje amargo y oscuro. Habannacido el caf y la costumbre de estremecer el organismocon un buen estmulo matutino que, en el caso cubano, seconvirti en casi un delicioso vicio nacional.

    La victoria de los rabes en Espaa no fue total ni de-finitiva: en las montaas de Asturias se refugiaron unoscuantos godos nobles, y desde ah iniciaron una larga seriede batallas, llena de altibajos, para reconquistar el pas queles haban arrebatado los musulmanes. La lucha contra los

    rabes dur nada menos que 800 aos y en ella se forjel carcter guerrero de la Espaa cristiana. Por supuesto,ese largusimo perodo no fue slo de batallas y enfrenta-mientos: hubo prolongadas etapas de convivencia pacficay hasta de colaboracin. Siempre recordamos la figura delCid campeador como el gran hroe de los cristianos frentea los musulmanes, pero olvidamos que el legendario gue-rrero alguna vez estuvo al servicio de los moros en calidadde mercenario, algo que no era motivo de deshonra en esaetapa de la historia feudal.

    Lo que entonces aconteci en Espaa tiene importan-cia para la historia de Cuba y de toda Amrica Latina. LaReconquista fue una lucha por adquirir territorios, porcristianizarlos, por organizarlos a la manera europea me-dieval, por urbanizarlos de una cierta manera que remi-ta a las formas clsicas, y por establecer un cierto tipo deestado basado en la tradicin romano germnica. Lo quesucedi en Amrica a partir de 1492 debe mucho a estalarga experiencia.

    Pero antes del descubrimiento de Amrica toda la

    experiencia militar, jurdica, poltica y religiosa de laReconquista fue ensayada en otro sitio en el que no habamoros: las Islas Canarias. En efecto, el archipilago cana-

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    rio, situado frente a las costas africanas, de unos siete milquinientos kilmetros cuadrados de territorio, en el quehay dos islas de buen tamao, Las Palmas y Tenerife, fuereclamado para la soberana castellana por el aventureronormando Juan de Bethencourt en 1411, aunque los portu-gueses tambin pretendan controlarlo, disputa que debizanjar el papa, como era habitual en aquella poca.

    Las Canarias se conocan desde la antigedad clsicay aparecen en los escritos del griego Platn y de los roma-nos Virgilio y Plinio el Viejo. Se sabe que los comerciantes

    romanos y fenicios alguna vez llegaron a sus costas y rea-lizaron diversas transacciones con los aborgenes. Fueronellos, deslumbrados por el clima benigno y la belleza delas islas, quienes comenzaron a llamarles Afortunadasy, vagamente, las relacionaron con la mtica Atlntica, laciudad-isla desaparecida en el mar.

    Sus pobladores, los guanches, aunque haban desarro-llado algunos cultivos como el trigo y la cebada, que tos-taban y convertan en un polvo al que llamaban gofio,alimento luego muy popular en Cuba hasta entrado el si-

    glo XX, constituan un pueblo pobre escasamente tecnifi-cado, en el que eran frecuentes los caverncolas, es decir,quienes habitaban en cuevas. Criaban cerdos y cabras, nodisponan de centros urbanos ni de estructuras militarescapaces de hacerles frente a guerreros medievales euro-peos dotados de espadas, lanzas y ballestas, armas a lasque luego se agregaron mosquetes y diminutos caonesconocidos como lombardas.

    En general, los pequeos reinos guanches eran orga-nizaciones sociales poco complejas, carentes de escritura,

    que apenas podan defenderse de europeos que montabana caballo, se cubran el cuerpo con mallas resistentes, usa-ban armas atronadoras y contaban con perros feroces. De

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    manera que no es sorprendente que los aborgenes, pese ahaber presentado una fuerte resistencia, fueran aniquila-dos, apresados y vendidos como esclavos, o acabaran sien-do culturalmente absorbidos por los espaoles. Fenmenoeste ltimo bastante explicable, dado que, de acuerdo conlas crnicas de la poca, muchos de esos primitivos guan-ches eran altos, apuestos, y tenan ojos verdes y azules,como todava hoy pueden verse espordicamente entrelos bereberes de las montaas marroques, a cuyo troncotnico parece que pertenecan.

    Y qu tiene esto que ver con Cuba? Como queda di-cho, la Conquista de Canarias fue el ensayo general parala inmediatamente posterior conquista de Cuba. En lasAntillas, como les llamaron los descubridores a las otrasislas descubiertas en el Atlntico, tambin haba una civi-lizacin primitiva algo ms atrasada que la de los guan-ches, y tambin los espaoles llegaron decididos a so-juzgar a los moradores y a recrear los modos de vida quehaban conocido en la Pennsula.

    Pero todava existen otros vnculos ms claros: el pos-

    trer esfuerzo colonizador en las islas Canarias se llev acabo en los ltimos aos del siglo XV y la primera dcadadel siglo XVI, durante el reinado de los Reyes Catlicos,los mismos monarcas que financiaron y legitimaron elviaje de Cristbal Coln al Nuevo Mundo. Por otra parte,desde el primer viaje de Coln, por causa de las corrientesmarinas, con frecuencia Canarias se convirti en la ltimaescala hacia las llamadas tierras incgnitas o desconoci-das y en la primera antes de tocar puertos europeos.

    No es de extraar, pues, el claro parentesco que acerca

    y asemeja el paisaje urbano y hasta humano de los isleoscanarios y cubanos a ambos lados del Atlntico. Durantesiglos fue muy intenso el trfico entre los dos archipila-

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    gos, y una buena parte de la poblacin cubana, especial-mente en las zonas rurales, descenda de canarios.La madre de Jos Mart, Leonor Prez, por ejemplo,

    haba nacido en Canarias y a ella se debe que el acento yla entonacin con que Mart hablaba el espaol no fueransimilares a los del padre valenciano, sino a los de la madrecanaria. En el principio, fue Canarias. De alguna forma,ah comenz todo. Y comenz, precisamente, cuando casitermina la conquista de Canarias, en 1492.

    Antesala del DescubrimientoEn efecto, en 1492 ocurren tres sucesos importantes: pri-mero, Granada, el ltimo reino moro de Espaa, es de-rrotado y ocupado por las tropas de Isabel de Castilla yFernando de Aragn, los Reyes Catlicos; segundo, losjudos que se niegan a convertirse al catolicismo son ex-pulsados del territorio espaol, y, tercero, Cristbal Colndescubre Amrica mientras intenta llegar a las islas de lasespecias frente al litoral de China.

    Coln es un experimentado marino genovs nacido en1451. A los 25 aos naufraga frente a las costas de Portugal,donde luego se casa y arraiga. Aparentemente, unas cartasmarinas de Toscanelli lo convencen de que navegando ha-cia el oeste poda llegar a China y Japn. Tal vez ha odohistorias de marinos que dicen haber encontrado unas is-las desconocidas en el Atlntico. Comienza entonces unatenaz gestin para lograr el respaldo econmico y polticode alguien poderoso que crea en su proyecto. En aquellapoca ninguna persona instruida dudaba que la tierra era

    redonda algo que ya haban demostrado los gegrafosgriegos muchos siglos antes pero pareca poco probableque se pudiera atravesar el desconocido y temible ocano.

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    Por otra parte, si se quera llegar a las islas de las especias,pareca menos inseguro bordear el continente africano,cuyo contorno comenzaba a ser familiar, que lanzarse a lodesconocido.

    Coln trat sin xito de convencer al rey portugusJuan II de las virtudes de su proyecto, y luego, en 1486,lo intent con Isabel y Fernando, los Reyes Catlicos deCastilla y Aragn, pero aunque stos lo escucharon conalgn inters, estaban demasiado ocupados en derrotar alrey moro Boabdil, el ltimo monarca de la nica regin

    islmica que quedaba en Espaa: el reino de Granada.Finalmente, en abril de 1492, cuatro meses despus dela derrota de los rabes, en el Campamento de Santa Fe una pequea ciudad diseada y construida para orga-nizar desde ella el asalto final al reino moro, Coln y losReyes Catlicos firmaron un documento en el que se pac-taban las condiciones mediante las cuales los monarcasespaoles financiaban la pequea expedicin que inme-diatamente se armara. Este documento se conocer comoCapitulaciones de Santa Fe porque estaba dividido

    en captulos y en l se establecern ciertos acuerdos queluego resultarn inaceptables para la Corona de Castilla.Segn el texto, Coln sera declarado almirante de la flota,virrey y gobernador de las tierras que descubriera, y reci-bira una dcima parte de todos los beneficios obtenidos.

    Tras establecer el acuerdo, Coln se traslad a la costapara reclutar a los tripulantes y abordar los buques: doscarabelas llamadas La Pinta y La Nia y una nao ca-pitana, la Santa Mara. La tripulacin, de unos noven-ta hombres, como sola ocurrir, estuvo formada por una

    mezcla variopinta de aventureros, pero entre ellos Colnse cuid de hacerse acompaar por un culto judo polglo-ta de apellido Torres, versado en hebreo, por si haba que

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    comunicarse en esa lengua con los presuntos moradoresde allende el Atlntico.Las tres naves zarparon en agosto desde Palos, un puer-

    to en la costa Atlntica de Huelva, muy cerca del conventode la Rbida donde Coln alguna vez haba recibido ayu-da y cobijo. El plan de navegacin estableca que en pocosdas estaran en tierras asiticas, en el fabuloso Cipangoque Marco Polo haba descrito en el siglo XIII.

    La ltima escala fue en la isla de La Gomera, enCanarias, y desde ah pusieron rumbo a occidente. Sin em-

    bargo, el viaje comenz a prolongarse ms de lo previstoy Coln debi afrontar un conato de rebelin. Finalmente,cuando estaban a punto de retornar a Espaa derrotados,un marinero llamado Rodrigo de Triana avist tierra firmey dio aviso a sus compaeros. Era el 12 de octubre, y setrataba de una pequea isla de las Bahamas a la que losindgenas llamaban Guanahan. Coln no tard en des-cubrir que los amables aborgenes que lo recibieron eranterriblemente pobres y carecan de oro. Poco despus, el27 de octubre, lleg a un territorio mucho mayor al que

    puso por nombre Juana, en honor de la hija de los ReyesCatlicos. Los indgenas la llamaban de otra forma: Cuba.Como era muy larga, Coln ni siquiera estaba seguro deque fuera una isla y muri sospechando que era tierra con-tinental. Le pareci, eso s, el lugar ms hermoso que ojoshumanos vieron.

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    INDIOS,

    CONQUISTADORES YOTROS FACTORES

    Cmo fue la gestacin del cubano? Cmo y cundocomenz a hornearse esa criatura? En realidad, muy al

    principio, aunque nadie lo advirtiera, en la frontera delos siglos XV y XVI, cuando se inicia la conquista deAmrica, y, por lo tanto, de Cuba. En ese punto de lahistoria se trenzan dos factores fundamentales y muy di-ferentes que con el tiempo acabarn por darle sentido yforma a la sociedad de la Isla: los conflictos de la Coronade Castilla con los otros poderes europeos que le dispu-taban sus supuestos derechos sobre Amrica, y los intere-ses contradictorios entre la Corona y los conquistadoresque en su nombre comenzaban a colonizar las posesiones

    de ultramar.Cuando se produce el Descubrimiento, hay en Castillauna casa reinante que proclama su soberana sobre los te-

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    rritorios encontrados. Es la casa de Trastmara y a ella per-tenecen tanto Isabel de Castilla como Fernando de Aragn,los llamados Reyes Catlicos, ambos emparentados entres por la rama castellana. Se subrayaba, por cierto, lo decatlicos por un motivo casi infantil: el gran rival de losreyes de Espaa era el de Francia, y ste haba sido de-clarado Cristiansimo por el Papa Alejandro VI, el PapaBorgia, as que para equilibrar la balanza, el no demasia-do santo Sumo Pontfice en 1496 design Catlicos a losmonarcas hispanos.

    Isabel y Fernando, casados muy jvenes 17 aos l,18 ella, aunque Fernando ya tiene un par de hijos con-cebidos en aventuras extramatrimoniales adolescentes,buscaban gloria y poder en la conquista de nuevos terri-torios o en el control de vas martimas que facilitaran elcomercio. Isabel fue una mujer devota y con carcter, sinduda ambiciosa y decidida. Fernando, por su parte, po-sey cierto instinto para la intriga poltica y las pugnasinternacionales. Cuando Maquiavelo redacta El Prncipe ydescribe al soberano que para bien de sus sbditos combi-

    na la mano dura y el pragmatismo, la buena intencin y latctica inescrupulosa, lo har pensando precisamente enFernando de Aragn. Es su admirado modelo.

    Los dos eran, ciertamente, piadosos en el orden religio-so, y hasta exista en Fernando un elemento de mesianismoque lo haca creerse destinado por Dios para llevar a cabograndes victorias, sentimiento que lo llev a soar con unagran cruzada para reconquistar Jerusaln de manos de losturcos infieles, pero formaban, adems, una pareja suma-mente belicosa que no conoci la paz desde el momento

    mismo en que Isabel, en 1474, reclam sus derechos al tro-no de Castilla, desatando con ello una cruenta guerra civilque tambin se libr contra Portugal y Francia, enemigos

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    de las pretensiones de Isabel y de su entonces joven y fla-mante esposo Fernando.En aquellos tiempos, aunque no siempre, naturalmen-

    te, se recurra a la guerra para conseguir una conquista te-rritorial o para neutralizar a un enemigo poderoso. La otrafrmula era la cama. Los reyes casaban a sus hijos con uncriterio estratgico para lograr ampliar o mantener el po-der. Los Reyes Catlicos no fueron una excepcin, y si lapareja haba contrado matrimonio para fortalecer los de-rechos dinsticos sobre la Corona castellana, mucho ms

    calculados y complejos fueron los enlaces pactados de suscinco hijos e hijas. A Isabel, que llevaba el nombre de sumadre, la casaran con el prncipe portugus Don Alfonso.Pero cuando ste muri, la desposaran con Manuel, here-dero de Alfonso, llamado el Afortunado. A su vez, cuandola que muere es Isabel, los Reyes Catlicos casan con eljoven viudo a otra hija, a Mara. y, posteriormente, cuandosta tambin fenece, insisten una vez ms y le dan en ma-trimonio a Leonor, nieta de los Reyes Catlicos y, por lotanto, sobrina poltica de su marido. A Juan lo casarn con

    Margarita de Austria, hija del emperador Maximiliano Iy Mara de Borgoa, pero por si no resultaba suficiente-mente fuerte el vnculo con esa casa reinante, a Juana laentregaran a Felipe, hermano de Margarita. Catalina, alos 16 aos ser asignada en matrimonio a Arturo, herede-ro del trono britnico, quien slo tiene 15, pero como stemuere a los pocos meses, aparentemente sin consumarcarnalmente la unin, la casarn en seguida, adolescen-te, virgen y viuda, con el hermano siguiente del fenecidoArturo, Enrique, de apenas 11 aos, el futuro Enrique VIII,

    el temible Barbazul de la leyenda, con quien varios aosdespus tendr una hija, Mara Tudor, la famosa y supues-tamente despiadada Blody Mary que reinara sobre los

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    ingleses con mano dura en un intento fallido de restable-cer en Inglaterra el catolicismo de obediencia romana.El objetivo de esas bodas era obvio: fortalecer las alian-

    zas con Portugal, Inglaterra y con el Imperio Austriacofrente al reino de Francia, el gran enemigo de Aragn en lalucha por controlar Italia y otras zonas del Mediterrneo,y garantizar la hegemona de los reinos espaoles. Sin em-bargo, el azar y la muerte, o la incapacidad inesperada deciertos herederos, provoc el ms irnico de los resultados:Fernando e Isabel fueron los ltimos reyes de una dinasta

    espaola la de los Trastmara, dando paso a la llegadaal poder de los Habsburgo.Y as fue: mientras los conquistadores espaoles ave-

    cindados en Cuba creaban las primeras ciudades y domi-naban el territorio, en 1517 la Corona espaola estrenabauna nueva dinasta. El nieto de Isabel y Fernando, llama-do Carlos, llegaba al trono. Su padre Felipe el Hermoso,muerto muy joven, era un descendiente de los Habsburgo,la casa reinante en Austria y Alemania. Carlos era hijo de Juana, luego llamada la Loca con bastante razn, por-

    que probablemente desarroll una forma aguda de esqui-zofrenia, enfermedad que tal vez tena un origen heredita-rio por la rama britnica de la familia. En honor de Juanase precisamente fue el nombre que Coln le asignara ala isla de Cuba, aunque la palabra indgena acabara porimponerse.

    Carlos haba sido educado en Flandes, su idioma era elfrancs, aprendi a hablar castellano de adulto, y antes deser proclamado rey por los espaoles lo fue por las Cortes deBruselas. Poco despus fue seleccionado como Emperador

    del Sacro Imperio Romano Germnico y rein con el nom-bre de Carlos I de Espaa y V de Alemania. En realidad, lahistoria lo conoce como el emperador Carlos V.

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    Estas rivalidades entre los distintos reinos europeostienen un supremo inters para los cubanos. Cuba surgeen medio de un conflicto internacional y as vivir du-rante siglos, probablemente hasta nuestros das. Espaa,Francia, Portugal, Inglaterra y luego Holanda se disputanel mundo y las zonas de influencia. La poltica internacio-nal entonces estaba dominada por la idea del equilibriode poderes, y cuando un monarca sobrepasaba en fuerzay riqueza a sus adversarios, los otros intentan destruirloo debilitarlo en el campo de batalla. Inglaterra, Francia y

    Holanda, sencillamente, no aceptaban las bulas papalesdictadas por Alejandro VI a fines del siglo XV un papade origen valenciano, por las que conceda la soberanasobre Amrica a Espaa y a Portugal.

    En Europa, adems, esos mismos poderes se hacan laguerra entre ellos y contra Espaa en una lucha perennepor alcanzar la supremaca o por evitar que otros la alcan-zaran. As que estos conflictos se extendieron casi inme-diatamente al Nuevo Mundo, y comenzaron a afectar aCuba directa y asiduamente, convirtiendo el Caribe en un

    frecuente campo de batalla.Carlos V, pues, era rey de los cubanos o de los his-

    panocubanos, pues de alguna manera debemos llamarlesa los habitantes de esa isla, como consecuencia del te-rritorio americano que heredaba de su abuela Isabel deCastilla, de la misma manera que era rey de Npoles yotros territorios italianos que haban sido conquistadospor la Corona de Aragn, cuyo monarca era su abueloFernando. Aragn entonces inclua casi toda Catalua yproyectaba su influencia en el Mediterrneo occidental,

    aunque en el pasado los catalanes haban llegado hastaGrecia y Constantinopla, hoy capital de Turqua con elnombre de Estambul.

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    En esta etapa, cuando se instaura en Espaa la casa deHabsburgo, es cuando comienza a producirse lo que algu-nos historiadores llaman la Reconquista de Amrica. Elreino de Castilla el imperio estaba formado por distintosEstados que conservaban sus leyes y sus fueros decidetomar el control estricto de los territorios americanos, res-tndoles poder a los conquistadores, aunque se crea la fic-cin de que hay un Reino de Indias que coexista dentrodel imperio con los otros estados.

    En el segundo cuarto del siglo XVI, al inicio de la dinas-

    ta de los Habsburgo, comienzan a llegar los primeros es-clavos negros a Cuba. En realidad, no era nada extrao. Laesclavitud haba existido desde haca milenios en Europa,frica o Asia. En Sevilla, por ejemplo, en el momento deldescubrimiento de Amrica existan unos cuantos millaresde esclavos negros y rabes. No fue hasta finales del sigloXIX que esa institucin desapareci en Occidente, aunquetodava hoy se practica intensamente en algunos pases defrica y Asia.

    Las motivaciones esenciales de los conquistadores es-

    paoles eran de carcter material. Al margen de los hono-res y las distinciones de clase que obtenan asunto muyimportante en esa poca, buscaban oro, tierras, riquezas,aventuras y mujeres. Extremo que solan quedar refleja-dos en los peculiares acuerdos entre la Corona y los je-fes conquistadores, verdaderosjoint-ventures en los que laCorona aportaba la legitimidad y la proteccin soberana,mientras los conquistadores ponan la mano de obra y elcapital. Los conquistadores pactaban conservar una parteimportante de las riquezas halladas, mientras la Corona se

    reservaba el 20% del botn: el intocable quinto real gene-ralmente protegido por celosos funcionarios enviados enlas expediciones.

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    Las motivaciones de los religiosos, en cambio, solanser de otra ndole: obligados por la misin evangelizadoraque deducan del Nuevo Testamento, intentaban cristia-nizar a los indios paganos y ganar sus almas para la fecatlica. Pero, adems de centrarse en las cuestiones espi-rituales, el cristianismo era el gran sistema de asistenciasocial de la poca: educaba nios, cuidaba a los enfermosy enterraba a los muertos. Con frecuencia, los objetivos es-pirituales de los religiosos chocaban con los intereses ma-teriales de los conquistadores, deseosos de explotar a los

    nativos hasta la extenuacin y la muerte.

    Los indios

    Los indios cubanos estaban divididos en por lo menos tresetnias que posean diferentes grados de avance material.Los guhanatabeyes eran caverncolas muy pobres y atra-sados, los siboneyes tenan un nivel medio de desarrollorelativo, mientras los tanos gozaban de una mayor com-plejidad social. Las tres, sin embargo, culturalmente per-

    tenecan al vasto grupo de los arahuacos, una familia quese extiende desde Brasil hasta el Caribe, aunque tambinhubo antiguas migraciones que incluan la Florida. Entodo caso, los indocubanos desaparecieron rpidamentecomo consecuencia de las enfermedades infecciosas con-tradas por el contacto con los europeos. Es verdad queel trato brutal de los conquistadores, como denunciara elPadre Las Casas, un dominico muy influyente, provocinnumerables muertes, pero las enfermedades fueron lacausa ms devastadora, y muy especialmente la viruela.

    Como los grupos indgenas que poblaban la isla per-tenecan a una cultura dbil, carente de escritura, sin cen-tros urbanos ms all de unos pobres caseros formados

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    por bohos que luego se incorporaron al urbanismo ruralazucarero como bateyes, prcticamente nada de su tradi-cin pas a los europeos, salvo la ingestin de yuca, demaz y de algunas frutas locales, la siembra y consumo detabaco, y algunas palabras como huracn, el dios tano dela tormenta, o canoas, las embarcaciones obtenidas de tron-cos ahuecados. Junto a estas palabras comunes quedantambin algunos nombres propios, como el del caciqueHatuey, proveniente de la vecina isla de Santo Domingo,quien les hizo frente a los espaoles hasta que fue captura-

    do y condenado a la hoguera por no aceptar (o probable-mente no entender) la fe catlica. Queda tambin, cmono, mezclado con la olla espaola, el ajiaco cubano, dondese unen la yuca, el maz y otros vegetales con carnes y ve-getales llegados de Espaa: el pollo, la vaca, el chivo, lacebolla o el ajo.

    No obstante, la desaparicin de los indios no quieredecir que no quedara de ellos siquiera un rastro biolgico.Por el contrario: los conquistadores espaoles, aunque a lolargo del primer siglo apenas fueron unos pocos millares,

    eran casi siempre jvenes varones que no tenan inconve-niente en aparearse profusamente con muchas mujeresindias con las que tuvieron abundante descendencia. DeVasco Porcayo de Figueroa, un conquistador especialmen-te cruel y sexualmente muy inquieto, se dice que tuvo has-ta 200 hijos mestizos.

    La colonizacin

    Terminada la conquista, que en Cuba fue fcil y rpida,

    lleg la etapa de colonizacin, y el objetivo resultaba muyclaro: reproducir en Cuba (y en toda Amrica) las formasde vida dejadas en Espaa. Construir pueblos y ciudades,

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    calles y caminos, iglesias, casas y palacios como los quehaba en Espaa, pero con los escasos recursos con queentonces contaban.

    La primera colonizacin de Cuba se hizo de oriente aoccidente bajo la direccin del sevillano Diego Velzquez,quien ostentaba el cargo de Adelantado. Ese recorridode este a oeste tena un lgico origen: el punto de parti-da de los colonizadores fue la cercana isla de la Espaolaque hoy comparten Hait y Repblica Dominicana. Laprimera ciudad fundada fue Baracoa en 1511, y, a partir

    de ese momento: Bayamo en 1513; Trinidad 1514; SanctiSpritus 1514; Santa Mara del Puerto Prncipe, luego lla-mada Camagey, originalmente situada en Nuevitas, en1514; Santiago de Cuba 1515 primera capital de Cuba,y La Habana, tambin en 1515, buen puerto martimo que,por su proximidad al territorio continental americano, amediados de siglo, de hecho, acabara convirtindose en lacapital de la Isla, rango que alcanzara oficialmente a prin-cipios del siglo siguiente. Curiosamente, lo que primerollam la atencin de los colonizadores que descubrieron

    La Habana fue la existencia de abundante chapapote queusaron para calafatear los barcos.

    Naturalmente, en las primeras dcadas del siglo XVIesas fundaciones apenas consistan en la construccin dealgunas casonas de madera muy endebles, erigidas cercade un ro, en las que vivan unas pocas docenas de fami-lias. Los restos de esos orgenes urbanos primitivos sloson observables en La Habana y Santiago de Cuba, puesen el resto de esas siete villas originales no existieron cons-trucciones estables de mampostera hasta el siglo XVIII.

    Esas primeras ciudades o villas tenan varios destinosque determinaban el perfil urbano de cada una de ellas.Podan ser puertos para comerciar, para proteger las l-

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    neas martimas o para lanzar nuevas expediciones; podanserpresidios, como entonces se les llamaba a los cuartelesque servan para asegurar el territorio arrebatado a los na-tivos, centros administrativos o centros agroindustrialesdesde los cuales controlar la produccin minera o, en sumomento, agrcola.

    Generalmente se elega el mejor emplazamiento conrelacin al fin que se le haba asignado a la villa, y, en lamedida de lo posible, se desarrollaba el trazado urbano deacuerdo con las viejas directrices romanas mantenidas en

    la tradicin espaola, con plazas centrales y calles parale-las que se entrecruzaban como en un damero.

    Un Estado incmodo para todos

    Detengmonos un momento en la composicin tnica deCuba en esa primera etapa de la Conquista y Colonizacin:pese a tratarse de una poblacin exigua, hay una clase do-minante blanca, formada por los espaoles; hay criollosblancos, es decir, hijos de parejas blancas nacidos en Cuba;

    hay una creciente capa de mestizos, generalmente hijos depadres blancos y madres indias y negras; hay negros es-clavos, y quedan muy pocos indios que van camino de laextincin cultural total.

    Pero nadie estaba conforme. Los criollos blancos noeran vistos con demasiadas simpatas en la Metrpoli, queen su momento les neg ciertos cargos administrativos oeclesisticos. Los mestizos, negros e indios contaban conpocos recursos y ocupaban un espacio inferior en la escalasocial y econmica. Sin embargo, ni siquiera la clase domi-

    nante blanca estaba muy satisfecha con el tipo de Estadoque se iba creando en la Isla, y no la haca nada feliz quela Corona, alentada por los religiosos, le impusiera ciertos

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    lmites a la explotacin de los indgenas, a quienes hacantrabajar arduamente en un rgimen llamado de enco-miendas que en la prctica resultaba una forma encubier-ta de esclavitud.

    Por otra parte, la Corona recortaba cada vez ms lasfacultades de los funcionarios radicados en Cuba, y desdeSevilla y Valladolid dictaba leyes y ordenanzas sin dejarespacio al autogobierno. Toda la gran jerarqua vena deEspaa: capitanes generales, obispos, jueces y oidores. LaCorona, adems, incumpla los pactos establecidos con

    los Conquistadores. Coln, por ejemplo, muri en 1506defraudado por los Reyes Catlicos, quienes se negaron acumplir con las Capitulaciones de Santa Fe. Hernn Corts,que zarpar desde Cuba para derrotar al imperio azteca,al final de su vida, transcurrida en Europa bajo la influen-cia melanclica de los recuerdos de su increble aventuramexicana, se quejar cidamente del desleal comporta-miento de la Corona para la que conquist un imperio.

    La desconfianza mutua entre la metrpoli y la coloniaes, pues, el sentimiento que prevalece y envenena las re-

    laciones trasatlnticas. Para la Metrpoli y sta era unavisin propia de la poca la funcin de la colonia eraservir sus intereses econmicos y polticos y enriquecer alos poderes coloniales. Por eso el comercio se centraba enpuertos exclusivos de Espaa y se concedan privilegios alos cortesanos ms prximos a la Corona.

    Obviamente, hay razones que explican la desconfianzade la Corona hacia los administradores de un territorio si-tuado a miles de kilmetros de Castilla: no haba ningunagaranta de que existiera un fuerte sentimiento de lealtad

    entre los sbditos y los monarcas. La entronizacin de laCasa de Habsburgo en Castilla no haba sido sencilla nideseada. Cuando Carlos V se convierte en rey tiene que

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    enfrentar una sublevacin peligrosa en Castilla. Prontoconocer rebeliones importantes en Mxico y en Perque son sofocadas con gran fiereza. En Cuba no faltarontampoco serios conflictos entre los propios conquistado-res, y si no hubo ms, fue porque tras la muerte de DiegoVelzquez en 1524, fecha que aproximadamente coincidicon el agotamiento de la explotacin del oro, la Isla dejde tener inters para los espaoles, que preferan emigrarhacia territorio continental siguiendo la huella fabulosa delas grandes civilizaciones indgenas de Mesoamrica y de

    los Andes.

    Los otros poderes imperiales

    Sin embargo, los grandes peligros que vivi Cuba enel siglo XVI no provinieron de los conflictos con losindios ni entre los propios conquistadores, sino de losataques de los corsarios y piratas franceses y britni-cos que asediaban y se apoderaban de las poblacionescosteras para saquearlas o pedir rescate. Santiago de

    Cuba y La Habana sufrieron esa suerte, algo que be-nefici a Bayamo, pues al estar tierra adentro se en-contraba mejor protegida. No obstante, esos violentosepisodios reflejos de las guerras que se libraban enEuropa generaron una curiosa ventaja para los cuba-nos: obligaron a la Corona a fortalecer las defensas dela Isla, enviando carpinteros, albailes, herreros, inge-nieros militares y carpinteros de ribera para construirfortines y navos de guerra, factor que aceler el pro-ceso de urbanizacin del territorio. Con esos tcnicos

    y obreros especializados llegaban las guarniciones mi-litares y los funcionarios de alto rango acostumbradosa vivir con ciertos lujos.

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    A esa fuente indirecta de enriquecimiento se suma-ba otra mucho menos visible: el contrabando. Como laCorona intentaba controlar todas las transacciones comer-ciales mediante un rgimen de monopolio, los vecinos delos pueblos costeros procuraban aliviar sus necesidadesmediante el comercio clandestino con las islas prximas,sin importar demasiado si estaban bajo bandera enemiga oprotestante. Esta densa trama internacional contribuy demanera decisiva a moldear el destino de Cuba y de los cu-banos, e incluso, si se quiere, nos imprimi cierto carcter.

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    AZCAR, TABACO, RONY CAF

    Cuando los monarcas espaoles comenzaron a entenderla geografa del Nuevo Mundo, especialmente tras cono-cer la cartografa de Amrico Vespucio, se dieron cuenta

    de que Cuba era la llave del Golfo y el antemural delas Indias. Esta fatalidad geogrfica determin que LaHabana se convirtiera en un escaln hacia la conquista deNorte y Sudamrica y la ciudad adquiriera un extraordi-nario valor estratgico, adems de volcar sobre ella unagran cantidad de visitantes que casi desde el principio dela colonizacin fueron dndole a la villa un carcter cos-mopolita y cierto refinamiento que nunca perdera.

    Esta circunstancia provoc que la ciudad con el trans-curso del tiempo deviniera en un puerto muy activo, con

    buenos astilleros para fabricar barcos, cuarteles para al-bergar soldados, y grandes fortalezas militares y murallascapaces de protegerla del asedio de piratas, corsarios o na-

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    ciones determinadas a conquistarla. La ciudad, en conse-cuencia, se llen de carpinteros, albailes, herreros y otrosobreros especializados.

    Al aumentar la presencia espaola en Cuba, bsicamen-te en La Habana y Santiago, pero tambin en Camagey,la burocracia se hizo ms densa y comenzaron a llegarfuncionarios encumbrados, militares de alto rango y hastanobles, lo que gener la construccin de palacetes y casasde cierta fastuosidad. Sin embargo, los gastos del sectorpblico aumentaban mucho ms que la pobre recauda-

    cin fiscal, lo que exiga el peridico envo de dinero parasostener a la colonia. Ese dinero, situado en La Habanasubsidio por eso llamado el situado generalmenteproceda del virreinato de Mxico.

    Eventualmente, La Habana se convirti en Audiencia,y esta designacin administrativa traa encapsulados y enforma embrionaria todos los elementos de capitalidad ocabeza de Estado, lo que explica que, a principios del si-glo XIX, cuando se produce la independencia de AmricaLatina, el inmenso territorio colonial espaol se fragmen-

    tar en una veintena de repblicas surgidas casi siemprede las fronteras dejadas por las distintas Audiencias esta-blecidas por las autoridades coloniales.

    Cuba ganadera

    A todas esas personas, naturalmente, haba que alimen-tarlas. Desde el segundo viaje de Coln los conquistado-res espaoles trasladaron a Cuba ganado vacuno, cerdos,cabras chivos, les decan los cubanos, caballos y burros,

    y muy pronto se hizo evidente que los pastos cubanos, es-pecialmente en la sabana camageyana, resultaban mag-nficos para la cra y multiplicacin de estos animales, in-

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    cluso sin el cuidado de vaqueros, pues era frecuente quese tratara de rebaos salvajes que crecan casi sin controldada la ausencia de depredadores carnvoros. Al no exis-tir felinos como los pumas o los tigrillos que habitaban enotras regiones de Amrica, y en un territorio en donde nisiquiera haba serpientes venenosas, tras el indispensableperiodo de aclimatacin natural, todas estas especies em-pezaron a ser muy abundantes.

    Una consecuencia biolgica de esta circunstancia, ob-servada por algunos viajeros, es que, probablemente de-

    bido a la abundancia de protena animal y leche de vaca,pocas generaciones ms tade los cubanos alcanzaronmayor estatura y corpulencia que los peninsulares de laMetrpoli. Pero ms evidente an fue el impacto econmi-co de esta produccin ganadera: ya a a fines del siglo XVICuba exportaba pequeas cantidades de cueros y carnessaladas, lo que en los siglos siguientes ech las bases denumerosas teneras y carniceras que abastecan a la po-blacin local y a las flotas que recalaban en la Isla.

    Cuba marinera

    Dentro de ese contexto, era predecible la fabricacin debarcos. Una isla larga, con vocacin comercial y un cre-ciente nmero de ciudades costeras conectadas median-te navegacin de cabotaje, necesitaba barcos de todo tipopara desenvolverse, y como estaba dotada de excelentesrboles maderables, muy pronto aparecieron unos pri-mitivos astilleros. El primer barco se construy en 1496bajo instrucciones de Coln. Luego, el gobernador Diego

    Velzquez orden la fabricacin de una decena de buquesde diferente calado. A partir de ese punto, en el primercuarto del siglo XVI, comenz esa actividad, que no se de-

    SEAS DE IDENTIDAD: AZCAR, TABACO, RON Y CAF

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    tuvo hasta principios del siglo XX, aunque el periodo demayor expansin fue el siglo XVIII, cuando algunos de losmejores barcos de la marina de guerra espaola se cons-truyeron en Cuba: en 1769, tras dos aos de intenso tra-bajo, fue botado en los astilleros de La Habana el barco deguerra Santsima Trinidad, uno de los mayores de cuantosentonces navegaban en el mundo, con cuatro puentes, 140caones y 250 pies de largo. Fue hundido por los inglesesen 1805, en la batalla de Trafalgar, y se calcula en 300 elnmero de tripulantes que murieron en combate o se aho-

    garon.Los astilleros ms grandes estaban situados en LaHabana, y durante mucho tiempo una de las atraccionesms famosas de la capital cubana lleg a ser una enormegra de origen britnico a la que llamaban La Machina,traduccin de machine, que se utilizaba para manipular ycolocar sobre cubierta los grandes mstiles que requeranlos hermosos veleros de la poca. La Machina, reparaday modificada en numerosas ocasiones, estuvo en uso du-rante los siglos XVIII y XIX, e incluso acompa a los cu-

    banos durante el establecimiento de la Repblica, pues nofue hasta 1903 que la desguazaron. El fin de La Machinaen cierta manera fue el acta de defuncin de la industrianaval cubana, que slo existi y fue vigorosa mientras losbarcos eran de madera y la produccin estaba mucho mscerca del arte minucioso de la ebanistera que de las tcni-cas industriales complejas.

    Cuba azucarera

    Al margen de la privilegiada geografa, la otra circunstan-cia que le dio sentido y forma a la nacin cubana fue laindustria azucarera. Los rabes haban llevado esta planta

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    a Espaa y con ella la forma de crear azcar. En el sur de lapennsula ibrica y en Canarias se produca azcar desdeel medievo, entonces una sustancia muy costosa a la quese le atribuan ciertas facultades medicinales adems de sucondicin de edulcorante.

    Ya en el siglo XVI comenz a experimentarse en Cubacon las primeras siembras y cosechas de azcar, descu-brindose que el suelo de la Isla arrojaba resultados mag-nficos. Sin embargo, no es hasta fines del siglo XVI que losfrailes dominicos obtienen un prstamo de la Corona para

    desarrollar empresas azucareras en la Isla. A principios delXVII ya aparecen los primeros trapiches destinados a pro-ducir para el consumo local y para comercio internacionala muy pequea escala, frecuentemente realizado con con-trabandistas provenientes de otras islas que visitaban ellitoral cubano para intercambiar mercancas y alimentos.

    Esa industria, y la del tabaco, tuvieron un notable im-pulso a partir de 1655, cuando los ingleses se apoderan deJamaica y ocho mil espaoles, muchos de ellos agriculto-res de origen canario, emigran a Cuba y les dan un enr-

    gico impulso a estos cultivos. Esa ola migratoria muyconsiderable si tenemos en cuenta la poblacin cubanade la poca inaugurara lo que luego sera una constan-te en la historia de Cuba: la masiva llegada a la Isla deespaoles y otros europeos que se asientan en la rica co-lonia tras ser desplazados de su hogar tradicional. Es ascomo a lo largo de los aos llegan a Cuba refugiados deSanto Domingo, colonos franceses de Hait, y numerososdesplazados de Louisiana y Florida, cuando esos territo-rios quedaron bajo soberana estadounidense en el primer

    cuarto del siglo XIX.En la medida en que se fue desarrollando la agroindus-

    tria azucarera, fue aumentando progresivamente el nme-

    SEAS DE IDENTIDAD: AZCAR, TABACO, RON Y CAF

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    ro de esclavos negros que se necesitaban para el dursimotrabajo de sembrar, cortar y moler la caa. Y mientras semultiplicaba el nmero de esclavos, tambin lo haca el desus ricos propietarios. Ese crescendode la industria azucare-ra, muy leve en el siglo XVI, tmido en el XVII, importanteen el XVIII e impetuoso en el XIX, especialmente despusde la introduccin de la mquina de vapor y del tren, ge-ner una burguesa azucarera que el brillante historiadorMoreno Fraginals ha llamado la sacarocracia cubana.

    Esa sacarocracia tena, por fuerza, que ser instruida,

    porque el cultivo de la caa, su transformacin en azcary su exportacin, integraba agricultura, industria y co-mercio de una manera compleja que exiga cierto grado derefinamiento intelectual, relaciones, viajes y conocimientode idiomas, lo que fue moldeando a un patriciado criollorazonablemente culto y eficiente que utilizaba los benefi-cios de sus empresas exportadoras para viajar al extranje-ro y adquirir conocimientos. Pars, Filadelfia y New Yorkeran los destinos favoritos de estos cubanos adinerados, yen los salones de la aristocracia europea o en la Bolsa de

    New York, Pars y Londres no tardaron en notar la presen-cia de millonarios azucareros cubanos.

    A mediados de los aos cuarenta del siglo XX se hizofamoso el lema de sin azcar no hay pas, pero la influen-cia de los azucareros cubanos trascenda los lmites insula-res. Por aquellas fechas, el magnate cubano Julio Lobo erael factor ms importante en la determinacin mundial delos precios de este producto. En esa etapa, casi el sesentapor ciento del azcar que se produca en la Isla estaba enmanos de hacendados cubanos, mientras el capital norte-

    americano perda fuerza relativa de manera creciente.La produccin y comercializacin del azcar, por otra

    parte, lejos de concentrar la riqueza en pocas manos, con-

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    tribua a dispersarla: casi cuarenta mil colonos indepen-dientes sembraban y cosechaban la caa, y luego un cente-nar y medio de centrales o ingenios azucareros la molan yprocesaban. Exista, adems, una legislacin especial quebeneficiaba a los trabajadores ms humildes, desde loscortadores hasta los que hacan el acopio en carretas y va-gones, de manera que reciban remuneraciones especialescuando el precio internacional del azcar exceda ciertoslmites. En total, unas trescientas mil personas derivabansu sustento de manera directa de la industria azucarera, lo

    que converta este rubro en la ocupacin clave de la socie-dad cubana y, de cierta forma, contribua a perfilar lo quepudiera llamarse una cultura azucarera que le confera a lasociedad un acento peculiar.

    No obstante, al tratarse de una industria fuertementevinculada a los acontecimientos internacionales, este fac-tor confera a la economa cubana un carcter abierto queunas veces beneficiaba a los cubanos y otras los perjudi-caba. Las guerras napolenicas, por ejemplo, y el bloqueonaval decretado por los ingleses a principios del siglo XIX

    para perjudicar a los franceses, motivaron que el belicosoemperador convocara un concurso a inventores y agricul-tores para que obtuvieran azcar de una planta distinta ala caa. Fue as como surgi el azcar de remolacha, unfuerte competidor del azcar de caa, y hasta azcar obte-nida de la uva que no result demasiado rentable.

    Otras guerras, sin embargo, acabaron enriqueciendo yfortaleciendo a los azucareros cubanos. Una de ellas fuela de la independencia norteamericana a fines del XVIII,pero la que provoc las consecuencias ms espectaculares

    en Cuba fue la Primera Guerra mundial, entre 1914 y 1918,y los cuatro aos posteriores, cuando la libra de azcarpas rpidamente de dos a treinta centavos, provocando

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    En efecto, los ingleses avecindados en el Caribe, a partir deunas melazas obtenidas de la caa de azcar, destilaronuna fuerte bebida a la que llamaron rumbullion, algo ascomo tumulto, que muy pronto comenz a formar partede la dieta habitual de los marinos britnicos. Y, como todolo que suceda con los usos y costumbres ingleses, desdeel ftbol hasta el parlamentarismo, muy pronto la bebidaempez a fabricarse en las colonias espaolas y Cuba nofue una excepcin. Con el tiempo, el ron se mezclara conotros elementos, y surgiran tres componentes bsicos de

    la identidad culinaria cubana: el mojito, el daiquir y elcubalibre.A fines del XIX, en Oriente, un cubano de origen ca-

    taln de apellido Bacard le dara nombre al ms famosoron de todos los tiempos, la marca de bebida alcohlica,por cierto, ms reconocida y recordada en todo el mundo.Curiosamente, las ventas de la empresa Bacard a princi-pios del siglo XXI ocho mil millones de dlares anualesmultiplicaban por quince el valor de las ventas de todo elazcar producido en Cuba, parodjico dato para lo que

    comenz siendo un subproducto de una materia desecha-da tras la obtencin del azcar.

    Cuba tabaquera

    Otro indiscutible universal rasgo de identidad de los cu-banos es el tabaco. Tanto, que la palabra habano designaa la planta, ya transformada en un aromtico vicio, loque no deja de ser una injusticia, pues el mejor tabaco nose cultiva en la capital cubana sino en el microclima de

    Vuelta Abajo, en la provincia de Pinar del Ro, y tal vezen Remedios, en la provincia de Las Villas. Por qu esaarbitrariedad de llamarle habano a lo que debi llamarse

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    vueltabajero? Porque fue en La Habana, en 1717, dondela Corona espaola cre un monopolio para exportar laproduccin tabacalera cubana rumbo a Sevilla, atropelloque provoc una verdadera revuelta entre los vegueros,saldada con el ahorcamiento en 1723 de once pequeosempresarios agrcolas en la Calzada de Jess del Monte,brbaro suceso que no impidi que, rpidamente, el taba-co exportado desde La Habana fuera considerado el mejordel mundo.

    Fumar tabaco era una costumbre de carcter casi ms-

    tico o religioso entre los indios tanos, quienes experimen-taban cierto grado de adormecimiento cuando aspirabanel humo de las hojas de esta planta a travs de la nariz.La primera vez que los europeos observaron esta curiosaprctica fue durante el primer viaje de Coln a Cuba. ElAlmirante envi a dos de sus ms cultos marinos, entreellos al polglota judo Luis de Torres, para que se encon-trara con los emisarios del emperador chino y les entre-gara unas cartas de presentacin, pero, para espanto delos espaoles, no haba chinos, y lo que hallaron fueron

    algunos nativos con tizones encendidos en la mano queechaban humo como si se estuvieran quemando. A esasplantas los indgenas les llamaban cohiba o cohoba.

    A partir de ese momento, lentamente, el hbito de fu-mar tabaco fue extendindose entre algunos colonizadoresespaoles, y algo ms tarde entre el resto de los poderesimperiales que merodeaban por el Caribe: ingleses, france-ses y holandeses, hasta que se constituy un mercado in-teresante no slo en las colonias, sino tambin en Europa,donde la nicotina comenz a reclutar adictos despreve-

    nidos. A principios del siglo XVII ya se dicta una cdulareal espaola que ordena la siembra y cosecha de tabacoen Cuba, pese a que, a ratos, la Iglesia catlica condena el

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    acto de fumar, tal vez porque ve en ello una mezcla de cos-tumbres paganas y el fuego eterno del infierno. Los mdi-cos de la poca tampoco se ponan de acuerdo. Algunospensaban que ese hlito caliente deba ser bueno para elasma, mientras otros opinaban lo contrario. Incluso, lle-g a creerse que respirar tabaco seco semipulverizado, elrape, con el consecuente estornudo posterior, poda teneralgn efecto teraputico benfico.

    Los agricultores canarios fueron los grandes tabaquerosde Espaa en Cuba. Paulatinamente, mediante el mtodo

    de tanteo y error, fueron mejorando las tcnicas de cultivoy seleccin, aprendiendo las mejores combinaciones de ho-jas y tripa, hasta llegar a confeccionar puros excelentes y decalidad uniforme que se conformaban al gusto de los fuma-dores. Con el tiempo, esos puros adoptaron nombres co-merciales que se haran mundialmente famosos: Partags,Romeo y Julieta, Montecristo, o los Churchill, que llevabanel apellido del famoso Primer Ministro britnico, gran afi-cionado precisamente a la marca creada en su honor.

    En su momento, las grandes marcas de tabaco, para

    evitar las falsificaciones, desarrollaron unos bellsimosanillos impresos llamados vitolas, surgidos gracias al per-feccionamiento de la industria litogrfica. Esas vitolas,a su vez, se convirtieron en los primeros reclamos de lapublicidad moderna en el mundo, y hasta se afirma quela noticia de que las bellas cubanas enrollaban los purossobre sus muslos agregaba al producto un atractivo com-ponente ertico que contribua a las ventas.

    En la segunda mitad del XIX, los cubanos, adems deexportar puros a Estados Unidos, como consecuencia de

    los conflictos y las guerras intestinas comenzaron a ex-portar empresarios tabaqueros y operarios. Primero seestablecieron masivamente en Cayo Hueso. Luego algu-

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    nos marcharon a Tampa y a New York, en la medida enque el consumo de puros aumentaba vertiginosamente enEstados Unidos.

    Cuba cafetera

    Si los espaoles trajeron el azcar a Cuba y a otras islas delas Antillas, parece que el caf fue una aportacin francesaa la colonizacin de Martinica a principios del siglo XVIII,de donde posteriormente se expandi a algunas de las islas

    del Caribe. En todo caso, la gran agroindustria cafetaleracubana surge, como tantas cosas en la historia de este pas,como consecuencia de la emigracin en masa de los cafi-cultores franceses avecindados en Saint Domingue, comoentonces le llamaban a Hait, tras la sangrienta revolucinpopular de esclavos que a fines del siglo XVIII y principiosdel XIX expuls a decenas de milares de franceses, blancosy mestizos, poco antes de declararse la primera repblicade Amrica Latina. Muchos de aquellos colonos franceses,dado que Francia y Espaa eran entonces aliadas, fueron

    a parar a Cuba.La derrota de los colonos franceses de Hait fue una

    clara victoria para Cuba. Con ellos llevaron la tcnica delcultivo del caf y unos refinados hbitos de vida desco-nocidos por los hispanocubanos. Crearon bellsimas y efi-cientes plantaciones en lugares intrincados de las monta-as de Oriente y de Pinar del Ro, recorridas por caminosbien trazados y puentes, en donde instalaban casas ajar-dinadas, secaderos, molinos y hasta bibliotecas. Fue conellos que los cubanos conocieron el minu y la contradan-

    za, y fue en los aristocrticos hogares de estos refugiadosdonde por primera vez vieron en Cuba pianos de cola yotros carsimos instrumentos musicales.

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    En Santiago de Cuba, los franceses, instalados en un ba-rrio exclusivo llamado Tvoli, crearon un teatro para hacerrepresentar obras de Moliere y de Racine, mientras variosdelicados orfebres inauguraban lujosas joyeras destina-das a abastecer a la naciente burguesa cubana. Mientrastanto, en el otro extremo de la Isla, en la pinarea Sierra delos rganos, fundaron 37 de estos fabulosos cafetales, cu-yas ruinas recientemente han sido declaradas patrimoniode la Humanidad por la UNESCO.

    Pero si bien existe una perspectiva econmica del cul-

    tivo del caf, hay otra social y hasta biolgica muy im-portante en la cultura cubana. Esa costumbre cubana deingerir frecuentemente buches de un caf fuerte y dulce,o tazas de caf con leche, alguna consecuencia fisiolgicadebe tener en la sociedad, al extremo de que un famosoendocrinlogo espaol, el doctor Pittaluga, lleg a pen-sar que el carcter inquieto y a veces hasta violento delos cubanos poda deberse a esos constantes trallazos decafena a que sometan el organismo. Queda, por ltimo:el caf no ya como bebida, sino como sitio, muy espaol,

    donde se bebe, y en donde los cubanos solan reunirse adiscutir de todo lo humano y lo divino. A fines del sigloXIX el ms famoso estaba en la calle Prado, en la llama-da acera del Louvre, donde los tacos cubanos asles decan hablaban de poltica y retaban a los espao-les antes de unirse a los rebeldes. En los aos cincuentadel siglo XX, ese carcter de pea central se desplaz alVedado, a 12 y 23, al Carmelo y a otros sitios clave en losque se discuta con pasin en torno a humeantes tazasde caf. Se ha dicho que Cuba, en suma, es el lugar con-

    cebido por Dios para alegrar la sobremesa: dulces, caf,ron y un buen puro. Puede ser, pero la Isla, permanente-mente situada en el corazn de los conflictos, crucero de

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    Amrica, no poda escapar a las convulsiones e influen-cias exteriores.

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    LA ILUSTRACIN

    Y EL IMPACTO DELAS REVOLUCIONES

    NORTEAMERICANA Y

    FRANCESA EN CUBA

    En 1700 vuelve Espaa a cambiar de dinasta y otra fa-milia, esta vez de origen francs, asume la soberana deCuba: los Borbones. Tras morir sin descendencia Carlos II,el ltimo rey ibrico de los Habsburgo, la Corona france-sa plante su derecho a la sucesin al trono espaol, peroinmediatamente se opusieron Inglaterra y otras casas rei-nantes europeas. Hubo una violenta guerra mundial, sal-dada con ms de un milln de muertos y, finalmente, en1713 fue internacionalmente reconocida la nueva monar-qua mediante la Paz de Utrecht. En virtud de ese tratado,los hispanocubanos se convirtieron en sbditos de Felipe

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    V, nieto del rey francs Luis XIV, quien tampoco hablabacastellano cuando lleg a gobernar a los espaoles rodea-do de consejeros y expertos franceses.

    Pero con los franceses tambin llegaron los grandes fo-cos de tensin que bullan en Europa y muy especialmenteen Francia. Las ideas de la Ilustracin comenzaron a circu-lar copiosamente en Espaa y sus colonias. Los enciclope-distas, y entre ellos Voltaire y Rousseau, fueron ledos conmucho inters, as como las teoras cosmolgicas del bri-tnico Isaac Newton, de la que sus lectores tambin deri-

    vaban ciertas conclusiones polticas: exista, en efecto, unainteligencia superior que gobernaba el movimiento de losastros. Pero de esa razn universal se derivaba el culto porla otra razn: los actos de gobierno tenan que estar funda-dos en la racionalidad y el consentimiento de los ciudada-nos. Si los astros se guiaban por reglas inmutables, cmolos hombres iban a ser gobernados caprichosamente?

    A lo largo del siglo XVIII fue abrindose paso en todoOccidente, Cuba incluida, el culto por la razn y la con-viccin generalizada de que el objetivo de la organizacin

    social era lograr el progreso material y la prosperidadcreciente para el conjunto de la poblacin, pero todo ellodeba coincidir con un clima de libertades en el que cupie-ran quienes pensaban de un modo diferente, dado que latolerancia y el respeto por la libertad de pensamiento y ex-presin deban ser rasgos de la nueva etapa en que entra-ba la Humanidad. Esas ideas, naturalmente, chocaban conla ideologa de las casas reinantes europeas, convencidasde las virtudes de la Ilustracin en beneficio de la socie-dad, siempre que fueran administradas bajo el control y la

    mano dura de la Corona: era lo que luego los historiadoresllamaron el despotismo ilustrado.

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    Todos contra InglaterraEspoleados por el espritu de la Ilustracin, tres aconte-cimientos estremecieron enrgicamente a Occidente y, almenos dos de ellos, a Cuba: la Guerra de los Siete Aos,ms conocida en Estados Unidos como Indian wars, laRevolucin americana generadora del establecimiento dela primera repblica moderna, y la Revolucin francesa.

    En 1756 Inglaterra y Francia entran en la llamada Guerrade los Siete Aos, otro conflicto mundial que se rie des-

    de Canad hasta la India, pasando por Europa central. LaCorona espaola, ligada por lazos de sangre a Pars, parti-cipa como aliada de los borbones franceses y, como conse-cuencia de ello, en 1762 una gran expedicin naval inglesase apodera de La Habana tras un fiero combate. La ocupa-cin dura varios meses, el trato a los derrotados es suma-mente benigno, y Gran Bretaa abre el puerto al comerciointernacional. Los hispanocubanos, cada vez ms cubanosque hispanos, ven cmo esos casacas rojas los beneficianen el campo econmico y multiplican exponencialmente

    los lazos comerciales con las ricas Trece Colonias america-nas. Adems de esas libertades econmicas, los hispanocu-banos descubren una atmsfera ms tolerante en materiapoltica y religiosa, y se producen algunas uniones entrelos soldados britnicos, algunos de ellos provenientes delas colonias de Norteamrica, y muchachas cubanas des-lumbradas por las sorprendentes tropas de ocupacin, tandiferentes a los temidos piratas o corsarios de antao. Deaquellos tiempos queda un poemilla satrico en el que selamenta que la sociedad est consternada porque las mu-

    chachas de la ciudad se embarcan con sus nuevos noviosrumbo al Norte escondidas en los bocoyes de arroz.

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    Tan pronto se retiran los ingleses de La Habana en vir-tud del Tratado de Pars de 1763, los cubanos obtienen uninesperado beneficio: la Corona espaola decide aceptarla apertura del comercio, pone fin a algunos privilegiosinjustos, e inicia un gran programa de obras pblicas enla Isla, especialmente en la capital. Carlos III, un monarcailustrado, entenda que la mejor manera de conservar lacolonia era mejorando la calidad de vida de sus remotossbditos, trato aconsejado por tres de las mejores cabezasde su gabinete: Pedro Pablo de Abarca, Conde de Aranda,

    Jos Moino, conde de Floridablanca y Pedro Rodrguez,Conde de Campomanes. En pocos aos La Habana darun verdadero salto cualitativo y se llenar de hermosasfuentes y avenidas que la convertirn en una de las ciuda-des ms armnicas de la Amrica hispana. De aquel perio-do datan el Palacio de los Capitanes Generales y el Palaciodel Segundo Cabo, sedes de la autoridad colonial, obrasmaestras de la arquitectura civil cubana. La catedral de LaHabana, comenzada a construir a mediados de siglo, fuetambin terminada por entonces.

    En 1763 los ingleses se marchan de La Habana peroa cambio se quedan (por un tiempo) con la Florida, has-ta entonces gobernada administrativa y eclesisticamen-te desde Cuba, mientras los franceses pierden sus pose-siones en Canad. Como parte del arreglo, la Louisianafrancesa pasa a formar parte del ya fatigado imperio es-paol. Lo que Inglaterra deseaba era que los franceses notuvieran una peligrosa presencia en Norteamrica desdedonde pudieran amenazar las Trece colonias creadas enla costa Atlntica, consideradas entonces una de las zonas

    ms ricas y mejor educadas del planeta, por lo menos en loconcerniente a su poblacin blanca de unos tres millonesde habitantes.

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    La revolucin americanaPero como suele ocurrir tantas veces, el clculo estratgi-co britnico result contraproducente. Las milicias de lasTrece Colonias, al actuar codo a codo junto a tropas brit-nicas en la Guerra de los Siete Aos, y al hacerlo muy efi-cazmente, desarrollaron ciertos vnculos entre ellas que seconvirtieron en un fuerte cohesivo nacional y la idea de laindependencia empez a cobrar bro. Fue durante esa gue-rra, sin que nadie lo advirtiera ni Londres lo sospechara,

    cuando comenz a gestarse el surgimiento de los EstadosUnidos de Amrica.

    La oportunidad se produjo en el momento en que elparlamento britnico, con el objeto de salvar de la banca-rrota a una compaa que ejerca el comercio en rgimende monopolio, impuso ciertos gravmenes abusivos a lascolonias sin tener en cuenta el consentimiento de los sb-ditos, quienes invocaron el viejo principio recogido en laCarta Magna del siglo XIII: no son legtimos los impuestossin representantes del pueblo que los aprueben, no taxa-

    tion without representation. En consecuencia, en 1773 ungrupo de norteamericanos, disfrazados de indios, aborda-ron unos navos de transporte en la Baha de Boston y ti-raron por la borda varios centanares de paquetes de t va-lorados en diez mil libras de la poca. Irritada, la Coronainglesa decidi sofocar por la fuerza la incipiente rebelin,pero a la postre slo logr desencadenar una revolucinen toda la regla.

    Cuando en 1776 los norteamericanos se alzaron enarmas, los franceses vieron la oportunidad de vengar los

    agravios de la Guerra de los Siete Aos y de retomar los te-rritorios franceses de Canad, mientras los espaoles pla-nearon recuperar la Florida y Gibraltar, enclave situado al

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    sur de Espaa, en el Mediterrneo, que haban perdido aprincipios del siglo XVIII durante la Guerra de Sucesinlibrada para implantar la dinasta borbnica.

    En 1779 Espaa, de la mano de Francia, le declar laguerra a Gran Bretaa, asignndole a Cuba el papel deprincipal plataforma desde la cual se ayud a los insu-rrectos americanos. De La Habana salieron pertrechosde guerra, explosivos y dinero para auxiliar a las tropasde Washington. Tambin una expedicin al mando deBernardo de Glvez que toma San Carlos de Panzacola

    y expulsa a los ingleses. En realidad, en la batalla deYorktown fue mayor el nmero de soldados espaoles ehispanocubanos que de soldados franceses o norteameri-canos enfrentados a los ingleses. Sin embargo, el nombrede Lafayette es mucho ms conocido y respetado por losnorteamericanos que el de Glvez. Y hay una explicacinpara eso: Espaa particip en esa guerra como un aliadodirecto de Francia e indirecto de Estados Unidos.

    La revolucin norteamericana tuvo xito finalmente,pero se trataba de una aventura peligrosa para la Corona

    espaola. A partir de ese momento los cubanos adquirieronun enorme respeto por el tipo de gobierno establecido enel vecino pas: una repblica organizada con arreglo a lasideas de los grandes constitucionalistas de la mejor tradicinliberal britnica. Ya no sera un monarca quien impusierasu augusta voluntad, sino el pueblo mediante representan-tes elegidos, aunque todos estaban sujetos a la autoridad deun pacto legal escrito, una Constitucin, que garantizaba losderechos individuales. El Estado resultante, adems, dividala autoridad en poderes que equilibraban su peso, evitando

    la supremaca de cualquiera de las tres ramas en que se frag-mentaba el gobierno: la ejecutiva, la legislativa y la judicial.

    Tras la experiencia americana, los cubanos tuvieron

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    amplias noticias de la Revolucin Francesa de 1789 y de laaparicin de nuevos objetivos sociales. De las tres consig-nas de los revolucionarios franceses libertad, igualdad,fraternidad, la que acabara por ser ms trascendente se-ra la segunda: la bsqueda de la igualdad. Pero de una cu-riosa manera: la igualdad que originalmente se procuraba,que consista en la desaparicin de las odiosas distincio-nes sociales, deriv hacia una interpretacin econmica. Apartir de cierto momento lo que algunos defendan era laigualitaria posesin y disfrute de los bienes materiales: era

    el nacimiento del socialismo.

    La revolucin francesa golpea en Cuba

    Si bien la Revolucin Americana fue vista con simpata porla clase dirigente criolla, la Revolucin Francesa desperta-ra emociones contradictorias. Las noticias de los motinescallejeros resultaban preocupantes, pero con cierta ilusinse conoci muy pronto la Declaracin Universal de losDerechos del Hombre y la aparicin de un nuevo sujeto

    histrico, el ciudadano, depositario de la soberana nacio-nal. Haba surgido una categora diferente a la del sbditosujeto a la autoridad del monarca: compareca ante la his-toria el ciudadano colocado bajo la autoridad de la ley. Sinembargo, Espaa y sus colonias, que haban ayudado a losrevolucionarios norteamericanos, en una primera fase seopusieron vehementemente a los franceses, y cuanto suce-di a partir de ese momento tuvo un extraordinario impac-to en la historia cubana y de todas las colonias de Amricahispana, aunque entonces no se viera claramente.

    En efecto, pasara mucho tiempo hasta que la intelli-gentsia cubana advirtiera la existencia de una diferenciafundamental entre las revoluciones de Estados Unidos y

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    Francia. La revolucin norteamericana, sostenida por lasideas pergeadas por los britnicos John Locke y JamesHarrington un siglo antes, se haba hecho con el objeto deproteger a los individuos de las arbitrariedades cometidaspor el Estado, asumiendo la previa existencia de unos dere-chos naturales anteriores a cualquier tipo de organizacinpoltica o forma de autoridad. En la revolucin francesa,en cambio, muy influida por los escritos de Jean-JacquesRousseau, prevaleci la idea del derecho de las mayorasa imponer su criterio, incluso por la fuerza, si ello redun-

    daba en beneficio del pueblo, entidad que desde enton-ces entra con gran mpetu en la historia y da origen a lastendencias revolucionarias y a numerosos atropellos. Noes una casualidad, pues, que algunos emblemticos pro-tagonistas de aquella poca convulsa se convirtieran enpersonajes admirados por los revolucionarios latinoame-ricanos: Danton, Saint Just, Mirabeau o Robespierre serandesde entonces nombres citados con admiracin por mu-chos cubanos. Lo mismo sucedi con instituciones polti-cas revolucionarias de aquel tumultoso periodo, como el

    Directorio, que muchas dcadas ms tarde sera reiterada-mente invocado por los cubanos en sus violentas querellasrepublicanas frente a Gerardo Machado, Fulgencio Batistay Fidel Castro.

    En todo caso, no tard Espaa y por ende, Cuba enentrar en guerra con la Francia revolucionaria. El detonan-te fue la ejecucin en 1793 de Luis XVI primo del rey es-paol Carlos IV, y de su esposa Mara Antonieta. Anteeste hecho sangriento, varias monarquas le declararon laguerra a Francia y las tropas espaolas cruzaron sus armas

    con las de Pars, pero sin gran fortuna. El resultado fuela capitulacin de Espaa y la transformacin de facto delpas en una especie no declarada de protectorado francs.

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    El primer gran impacto producido por esa subordina-cin de Espaa ante Francia ocurrira en 1803, un ao an-tes de que Napolen se convirtiera en emperador de losfranceses: Louisiana, que por un breve periodo haba sidoespaola, y ya estaba otra vez bajo soberana francesa, fueapresuradamente vendida a los Estados Unidos por lacantidad casi simblica de tres millones de dlares, adqui-sicin con la que Estados Unidos duplicaba sbitamente elpermetro de su territorio.

    Qu se propona Napolen enajenando el territorio

    francs de esa manera? El propsito era muy claro: per-judicar a los ingleses fortaleciendo a la Unin Americana.Con esa venta se evitaba que los ingleses se apoderarande la Louisiana. Napolen tema que los ingleses le abrie-ran un frente en territorio americano y prefiri sacrificarla enorme colonia el ltimo reducto francs en territo-rio continental norteamericano en beneficio de EstadosUnidos.

    El segundo episodio que afect a los franceses y a loscubanos ocurri en el Caribe. En la vecina Hait, la pobla-

    cin negra, poco despus de que la Asamblea Francesadeclarase la abolicin de la esclavitud, tom el camino delas armas, liquid a las autoridades coloniales francesas,derrot, con la ayuda de la malaria, a un cuerpo expedi-cionario enviado por Napolen, y cometi todo gnero dedesmanes contra los terratenientes blancos y los mulatosafrancesados que hasta entonces la haba explotado cruel-mente. Finalmente, los revolucionarios haitianos procla-maron la primera repblica latinoamericana en mediode una verdadera orga de sangre y entonces se deca

    de violaciones de mujeres blancas.Poco despus de estos hechos, los cubanos recibiran

    en el occidente del pas a los emigrados espaoles que

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    volvan de Louisiana, muchos de ellos de origen canario,mientras en la regin oriental atracaban numerosas goletascon varios millares de exiliados franceses que trasmitansus cuentos de horror a la ya asustada poblacin cubana.

    La consecuencia psicolgica de la revolucin haitianaen la conciencia poltica de los criollos cubanos no puedeminimizarse. Si, por una parte, ya puede hablarse de unaidentidad particular, la cubana, bastante perfilada, por laotra hay que admitir que esa identidad surge acompaadapor el miedo al ejemplo haitiano. Al menos una tercera

    parte de la poblacin cubana estaba formada por negrosesclavos o por mestizos discriminados y carente de dere-chos: qu sucedera en Cuba si llegara la independencia?Si no exista la tutela de Madrid, no se reproducira enCuba el dramtico desenlace haitiano?

    La visin liberal

    En la Cuba de principios del siglo XIX esos temores semezclaban con cierto auge econmico e intelectual. Las

    actividades de los puertos martimos y el capital que seacumulaba e inverta en el azcar, las mieles y el tabacogeneraban excedentes capaces de financiar expresiones ar-tsticas notables. Las lites criollas no slo se hacan ricas,sino instruidas, y expresaban su creatividad en el cultivode la literatura y la msica. El primer poema notable cono-cido escrito en Cuba se titul Espejo de paciencia, lo redacten 1608 Silvestre de Balboa, y en l describa los infortu-nios de un obispo secuestrado por los piratas. En 1720, losdominicos lograron el ansiado permiso para introducir

    en Cuba la imprenta, y con ella a un tcnico belga, CarlosHabr, capaz de operarla. Los primeros impresos fueronsermones y textos religiosos, pero eso cambiara paulati-

  • 8/9/2019 Cubanos, Carlos Montaner

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    namente a partir de 1728, cuando los dominicos que ha-ban estado junto a los vegueros durante la revuelta deunos aos antes, tras casi un siglo de tenaz insistencia,consiguieron autorizacin de la Corona para crear y di-rigir la Universidad San Gernimo de La Habana. Pocodespus la imprenta de Habr comienza la impresin delecciones y tesis de grado.

    De 1730 es la obra de teatro del habanero Santiago Pita:El prncipe jardinero y fingido cloridano, de clara influencia ita-liana