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SEGUIMOS DANDO LA PELEA: capital humanidad vs. capital dinero Cub ile R e v i s t a m a r g i n a l p a r a l a p r o m o c ió n c u l t u r a l y literaria Año 3 / Número 18 / Mayo - Junio 2010

CUBILE 18

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REVISTA MARGINAL PARA LA PROMOCIÓN CULTURAL Y LITERARIA. Editada por Ediciones Madriguera y el Grupo Musaraña en Coro, estado Falcón-Venezuela desde julio de 2007. - Editorial SEGUIMOS DANDO LA PELEA: Capital humanidad Vs. Capital dinero. 1 - Nota literaria Hugo y el caballo de Ibrahím. Víctor Guanipa 2 – Aforismos El sagitario. R.J. Petit Castellano 3 – Cuentos El puente. Jairo Prieto 6 Dos en la ciudad. Vanessa Pereira 10 50 años y este olor a óleo que se queda en los huesos. Milagros Escobar 11 El mendigo. Natasha Moraes 12 – Poemas Daniel Ángel Paz 13 Joan Camargo 14 Miguel Antonio Guevara 15 César Seco 16 Antonio Robles 18 Vielsi Arias 19 – Cine Fantasmas y secretos. Alejandro García 20

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SEGUIMOS DANDO LA PELEA:capital humanidad vs. capital dinero

CubileRevista m

arginal para la promoción cultu

ral y literaria

Año 3 / Número 18 / Mayo - Junio 2010

Cubile-cubilis: Sustantivo neutro.

Lecho, cama; dormitorio; morada; nido;

guarida, madriguera.

Año 3, nº 18Mayo - Junio

2010

Depósito legal: pp200702FA2591

© Ediciones Madriguera

http://www.madriguera.ya.stedicionesmadriguera@[email protected] Chimpire, calle Purureche entre calles Cristal y Chevrolet #87. Coro.

Editores:- Ennio Tucci.- Mariana Chirino.- Jenifeer Gugliotta.

Colaboradores:- Anthony Alvarado.- Emilis González.- Camilo Morón.- Jhon González.- Ana Cristina Chávez.

Portada:- Obreros con aplanadora.

República Bolivariana de Venezuela

HECHO EL DEPÓSITO DE LEY

- EditorialSEGUIMOS DANDO LA PELEA: Capital humanidad Vs. Capital dinero.� 1

- Nota literariaHugo y el caballo de Ibrahím. Víctor Guanipa� 2

- AforismosEl sagitario. R.J. Petit Castellano� 3

- CuentosEl puente. Jairo Prieto� 6

Dos en la ciudad. Vanessa Pereira� 10

50 años y este olor a óleo que se queda en los huesos. Milagros Escobar � 11

El mendigo. Natasha Moraes � 12

- PoemasDaniel Ángel Paz� 13Joan Camargo� 14Miguel Antonio Guevara� 15César Seco� 16Antonio Robles� 18Vielsi Arias� 19

- CineFantasmas y secretos. Alejandro García� 20

SEGUIMOS DANDO LA PELEA: Capital humanidad vs. Capital dinero

“Cada uno es culpable ante todos, por todos y por todo”. F. Dostoievski

Desde hace unos años nos dimos a la tarea de construir una propues-ta cultural alternativa que presenta-ra una cara artesanal y autogestio-naria, no con el fin de contradecir, atacar o descalificar las maneras tradicionales de lograr una publica-ción, con la misma dificultad pero con el patrocinio del Estado o la em-presa privada. En cambio construir una propuesta que pudiera encon-trar su propia forma de existir. Así llegamos al Grupo Musaraña que se nos hizo familia y unas Ediciones Madriguera que de ser casa también nos permiten aprender (crecer).

En un sentido más orgánico

Esta propuesta está cimentada en la posibilidad de confiar en el otro, transitando por los momentos más difíciles y alegres de quienes lo oxigenamos. Es por esto que nos lle-na de gozo reconocer una parte de uno impreso en el otro, conviviendo en una conexión orgánica que nos lleva a conocernos y reconocernos constantemente para vislumbrar el paso siguiente y avanzar. Aunque no nos veamos sabemos que esta-mos ahí.

Capacidad creativa

La complejidad de nuestra exis-tencia como editorial alternativa nos lleva a emprender un viraje constante en nuestras propuestas, tanto estéticas como sistémicas que nos lleven a la consolidación de una forma propia, una personalidad sin-cera y tan contradictoria como no-sotros mismos.

Por esto nos hemos manteni-do trabajando sin miedo. Porque el miedo coarta la creatividad y la posibilidad de experimentar nuevas formas de llevar esas palabras hacia nuestros semejantes; la posibilidad de seguir llenando de vida este pro-yecto.

Sin importar lo que pase en lo sucesivo, hemos y seguiremos dan-do la pelea con nuestra humanidad contra la dependencia del dinero.

A esta revista hemos aprendi-do a llenarle la barriga con nuestra propia carne, nuestras verduras, fluidos y cereales, para que no se muera atada a una lata, a una bolsa plástica, en una vitrina.

Los editores

Editorial

� Nota Literaria

Navegando en las hojas de una Antología, me tope con Hugo... Él me mostró un caballo, un caballo cósmico que se llevó a un amigo suyo llamado Ibrahím. Me dijo que Ibrahím era uno de esos magos que están llenos de ciencia, de sueños y de amor a la vida pero que un día le ganó el cansancio, recogió sus sue-ños en una maleta, se montó en su caballo cósmico y se fue a vivir a otra galaxia... desde ese entonces, Hugo tuvo la seguridad que el galáctico ca-ballo estaba suelto por el aire y que

en algún momento vendría por él.No sé por qué pero yo sí creo que

Hugo se fue en ese caballo al igual que su amigo Ibrahím porque un ser como Hugo Fernández Oviol no po-dría dejar de existir así como así y mucho menos sepultarse debajo de la espesura del silencio porque Hugo representa la alegría; porque su mi-rada y esa hermosa cascada blanca que surge de su sonrisa siempre se-guirá fluyendo mientras que noso-tros, Los Mortales, sigamos escu-chando su poesía.

A la memoria del gran Hugo Fernández Oviol

Víctor Guanipa

-Los políticos: tara social cróni-cas, sofismas, inverecunda, dialécti-ca barata y retórica manida, cultura ligera y superficial.

-La democracia no admite adjeti-vos. La democracia es o no es.

-La justicia es ciega… Pero el hombre no lo es.

-Érase una vez, un país semibár-baro donde los alumnos se subleva-ban si los exhortaban a leer diccio-narios y obras literarias.

-La enseñanza en el aula debería

regirse por estas sentencias bíblicas: “No arrojéis perlas a los cerdos” (Mateo); “Hablé una vez, no volveré a hacerlo; dos veces no añadiré nada” (Job).

-El vulgo desdeña el discurso fic-cional pero es adicto a las telenove-las.

-Toda sociedad instaura un mo-delo de corrección lingüística, una norma culta. Aún es la cultura tol-teca prehispánica existió una clara conciencia del idioma, un respeto y cultivo de las formas consagradas

R. J. Petit Castellano

Aforismosismos

� Aforismos

como correctas. Tal como en el im-perio romano existió la dicotomía latín culto-latín vulgar, en la socie-dad tolteca hubo también una divi-sión análoga: tecpillatolli, la lengua literaria y de los discursos morales y pedagógicos; y macehualtolli, la len-gua familiar, de uso cotidiano o in-formal… Ahora, intelectuales-políti-cos de última hora pretenden hacer-nos creer que la norma culta es un artificio coercitivo de academias ul-traderechistas.

-La historia, para quienes detentan el poder polí-tico, es un medio de justificación del statu quo, un medio para apuntalar ese mismo poder.

-Intuyo que los reaccionarios son los más apresurados por autodeno-minarse “revolucionarios”, “izquier-distas”, “contestatarios”, entre otros calificativos que poco me dicen.

-El sistema educativo no ha lo-grado que los ruines, vándalos y hampones cambien; ¡son éstos los que han hecho que el sistema edu-cativo cambie!

-Si Aristóteles viviese, miraría consternado la decadencia en que ha caído su Liceo.

-Ahora muchos alumnos asisten a las instituciones no a escuchar cá-tedra sino musiquitas, a hacer fela-ciones y sodomías (y a filmar todo

aquello), a traficar droga, amedren-tar con armas y agredir docentes, esos proletarios.

-“Más que en ninguna otra par-te, la vida del poeta en Venezuela es doble: el poeta que a duras pe-nas sobrevive y el que va muriendo en sus sueños cada día” (Alejandro

Oliveros). Esto lo niegan solamente aquellos “poetas” que vegetan en el aparato burocrá-tico del país, que gozan de preben-das y devengan emolumentos que

cuadruplican el salario de un funcio-nario público cualquiera.

-Es un “poeta” de esos que se dicen “izquierdistas” “revoluciona-rios”; que adhieren, en fin, a la co-rriente política en boga. Ha llegado a ocupar un alto cargo en el aparato burocrático-cultural del país… Es un potentado con tufo a whisky… Y el ideal de este “poeta revolucionario” es, ahora, comprarse un novísimo carro.

-A bordo de su carro de último modelo, despotrica contra el capita-lismo y el calentamiento global.

-Hyundai Motors patrocina docu-mentales televisivos contra la polu-ción y el calentamiento mundial.

-“El mito de la revolución” (Juan Liscano).

-A bordo de su carro de último modelo, despotrica contra el capitalismo y el calentamiento global.

�Aforismos

-“Cultura” es un concepto supe-rior que no se cobija bajo ninguna bandera partidista.

-Juventud: ignorancia, bullicio, necedad, gregarismo, insolencias, esnobismo…

-No os preocupéis, juventud, “di-vino tesoro”, por vuestra estulticia, que ya en su momento Erasmo de Rotterdam señalaba ésta como un rasgo característico de la humana especie. Iros alborozados, pues, con vuestra estolidez.

-El feminismo, como el machis-mo, es un sexismo. Los feministas son sexistas.

-El discurso feminista es con-

tradictorio: habla de una ignota lu-cha de la mujer por abrirse paso en una sociedad que, supuestamente, le veda posibilidades de ascenso, cuando la realidad demuestra que la mujer ha ocupado desde hace tiem-po espacios que eran privativos del

varón. Las mujeres asisten a las uni-versidades, ejercen la abogacía, la medicina, las diversas ingenierías, la docencia; escriben libros, dirigen o ejecutar investigaciones, militan en partidos, se enrolan en la milicia, ejercen el periodismo, publican en prensa, se dedican al arte, al comer-cio, al deporte; llegan a hacer direc-toras de instituciones, rectoras de universidades, alcaldesas, goberna-doras, presidentas… ¿Qué demonios quieren, pues, los sectores feminis-tas? ¿Qué buscan? ¿De qué exclusión hablan? ¿Qué pretenden con sus cacareos repetitivos y fastidiosos? ¿Creen que “la conquista feminista” débese únicamente a la mujer, como si no fuera un logro SOCIAL?... Con-clusión: el discurso feminista es fal-

so (“La contradicción es la señal de

la falsedad” advertía Lautrémont).

-Círculos literarios: petulancia y poses.

-“Veintiún siglos después, esta sociedad sigue prefiriendo a Barra-bás” (Frank Blanco).

Para descolgarlo, tuvieron que desmontar varios tubos oxidados. Fue necesaria una maquinaria de última tecnología y veinte hombres corpulentos. El cielo se extendía frenético. Las nubes se incrementa-ban al costado de las altas monta-ñas, que serpentean al borde de la ciudad. Los ruidos de las casas cer-canas se incrementaban a medida que las horas del reloj de la iglesia avanzaban incesantes: una tras otra, unas tras otras, como destinadas al infinito. No hacía brisa.

Bandadas de tordos sobrevola-ban hambrientos...

El aire era espeso.Los hombres comenzaron a ar-

mar sus plataformas para descol-

garlo rápidamente. Tubo a tubo iban desmontando. Al sitio lo sumergie-ron maquinarias de diversos tama-ños y funciones; necesarias para desmontar lo que había que descol-gar. Abajo, las casuchas de zinc se mantenían alerta de los movimien-tos del puente; su pesado cuerpo que se explayaba en un arco flojo por el tiempo. Es domingo. Las ca-sas están siendo aseadas. Se escu-cha música: vallenato, salsa, y uno que otro reggaeton. Los andamios se forjaron a lo largo del puente.

-Diciembre es así, un puro aco-modo.

-Así es Clementina, así mismito es.

Ojos con rostros ocultos fisgan a

Para Neirlay Andrade, como prometido.

Cuento

El puentePor Jairo Prieto

�los obreros. Al costado de las casas, pasa el río que atraviesa la ciudad. Algunos niños del barrio, que viven a las orillas de la cloaca, compiten con barquitos de papel; mientras los hombres se mantienen arriba de los andamios golpeando con furor a los tubos mal armados del puente; de-rribando el asfalto con esa aflicción que tienen los apurados.

Los ecos de los martillazos y los camiones, se confundían con Héctor Lavoe.

Todo tiene su finalnada dura para siempre… El tiempo había hecho de las su-

yas al inmóvil cuerpo de metal, año tras año fue despellejándolo hasta sus últimas consecuencias: volverlo inservible y peligroso. Los barquitos bajan el río zigzagueando, los niños descamisados, boquiabiertos, ob-servan cómo se deslizan por el cau-dal sus barquitos destinados a nau-fragar en las turbulentas aguas de la inmensa cloaca. Ratas escamotean las orillas alimentándose, corriendo de un lugar a otro, como huyéndole de las miradas de los niños que se encuentran a sus cercanías.

Hace calor.Los hombres que desgastan el

puente, advierten a los niños del peligro de estar debajo del viejo ca-dáver. El cielo se pinta de un blanco pálido. En el acueducto las cuerdas se atraviesan entre sí; se tambalea a pesar de la telaraña de cuerdas que lo sostiene. De la tierra brota calor, a pesar de eso, sopla un viento apo-calíptico. Seco. Todo seco, como si estuvieran envueltos en llamas. Al

fondo se escucha el gloria al bravo pueblo. Las maquinarias se paran. Uno a uno abandonan su puesto de trabajo. Se descamisan y se zumban en cualquier esquina donde el sol no les pegue en la cara.

- ¡Hora de comer! - gritan a los que aún andan montados en los an-damios.

Otros hombres echan un líqui-do azul sobre el río, tiñéndolo por completo. Después que las mujeres preguntaron varias veces para qué echaban eso al agua, (preocupadas por sus hijos que juegan a sus ori-llas) un obrero respondió que era para descontaminarlo. Sólo se escu-chaba el ruido de las máquinas, que además, no era muy fuerte porque los camiones estaban recién com-prados; casi sin uso, se notaba por la carrocería y el plástico que aún tienen los muebles.

- Esto es calor de lluvia.Los obreros estaban uniforma-

dos, haciéndole propaganda al can-didato político. Otras personas en-tregaban volantes mientras detrás del viejo cadáver, levantaban una valla gigante con el rostro perfuma-do y maquillado, con la mano en la mejilla, como un pensador, al me-jor estilo de Rodin, del aspirante al cargo burocrático. Iban rebajando la anchura del asfalto de la larga calle, talando algunos árboles para reha-cerla más ancha. Por la manera que aquellos hombres devoraban el es-queleto construido en 1956 se les notaba una magna experiencia.

Arriba, los postes de luz tamba-leaban por causa de la pesada ma-

Cuento

El puente

� Cuento

quinaria, que iba y venía con un apu-ro prodigioso. Bastó medio día para que el carapacho metálico estuviera totalmente en el suelo. Sin dinami-ta, sin mucha bulla, el viejo cuerpo ya estaba en pedacitos sobre los ca-miones que iban y venían, una y otra vez.

Desde las orillas, los niños miran la deconstrucción del puente. Ven entre los barrotes colocados por los obreros alrededor del cadáver (por seguridad de los chismosos), cómo los lomos de las maquinas se mue-ven quitando tubos y concreto.

La tarde era seca y nublada.A los barquitos se los tragó el

agua sucia. La carretera asfaltada que serpentea al pie de la baranda del puente y el borde de los acanti-lados, donde comienzan a palparse los techos de los ranchos, se escu-cha el rumor del río, las regaderas de los bañitos roñosos, el sonido de la televisión, la radio, los gritos de los bebés y Héctor Lavoe que se re-pite y repite… la construcción del nuevo puente no es motivo de ale-gría en el lugar, la gente se pregunta cuál será el precio a pagar… el humo que brota de los camiones no es es-peso, se puede distinguir a lo lejos a un tumulto de gente tomando cer-veza para regular el calor, riendo, observando la manera que aquellos obreros montaban el nuevo puente, que desde muchos años atrás le ha-bían prometido reconstruir.

El sitio es puro smog. El puente ahora es más ancho,

cómodo para los peatones del ba-rrio La Línea, penetrado por la sole-

dad desde 1956 que construyeron el puente, desde ahí no se le veía al go-bierno ejecutando nada, afirmaban los más ancianos del pueblo.

- Sí son desgraciados, no Cle-mentina. Cómo se ve que necesitan votos.

- Sí Jacinta, así es, nos necesitan, así es.

Comiendo y hablando, comiendo y hablando y señalando. Las dos vie-jas sentadas a la orilla de la calle, en sus mecedoras de madera carco-mida.

En el río los niños siguen com-pitiendo con objetos flotables, y, al otro extremo, cerrando la orilla invi-sible de la cloaca, el inclinarse de las columnas de otros ranchos, donde los uniformados hacen listas para los posibles beneficiarios de becas para sus hijos, neveras, lavadoras, o algún material de construcción. El puente está rodeado por una barria-da inmensa, un montón de barrios dentro del barrio. Para los aspiran-tes a las gobernaciones se han he-cho un sitio adecuado para sus cam-pañas electorales. La población en los últimos años se ha incrementa-do prodigiosamente, sin titubeos. Al esconderse el sol, ya el puente esta-ba listo para el uso. Su inauguración repentina sorprendió a los habitan-tes del sector. Fueron años de bue-nos puentes por todos lados. Puen-tes con nombres de ellos mismos. Puentes con afiches del presidente, fotos políticas por todas partes.

- Esa es la mejor manera de hacer política Clementina, esa es.

- Así parece, un puro prometer.

�Cuento

- Agradecer lo que hacen, hay que ser agradecido

- Ni que fueran buenas gentes, ese es su deber ¿entonces para qué se ponen de candidatos? Al puro ro-bar…

Caminando de aquí para alláCaminando es lo que voy…Los años pasaron, y los ranchos

se extendieron talando los conta-dos árboles del barrio; rodeando el puente reconstruido. A sus orillas nacieron llantén, escoba amarga, patitos que cubrieron las aguas su-cias llenas de sapitos. Monte y mon-te creció iluminando de verde, blan-co y amarillo las orillas de la cloaca. El olor fétido se incrementaba con el invierno. La agresividad de las llu-vias y del sol, dilataron el esqueleto que yacía a la intemperie. Se desco-lorió (¿decoloró?), su cuerpo comen-zó a aflojarse. “Las estructuras las fabrican pero no las mantienen”, de-cían algunos vecinos del sector. Sa-pitos y libélulas se incrementaban. Hacían sonidos abusivos en la tem-porada de aparearse. Las lluvias se deslizaban sólo de noche, “la pesada manía del cielo en hacernos la vida de cuadritos”, murmuraba un ancia-no tirado al borde de la acera. Algu-nos vecinos, producto de los baches del puente, no podían cruzarlo.

El Ministerio abrió una comisión para la reconstrucción de los puen-tes. Descolgaron los del oeste que se balanceaban. Descolgaron los que se tenían que descolgar. Al pasar los años, el puente, de nuevo con el asfalto agrietado, tenía baches que podrían atascar las ruedas de un ca-

mión. Era el día a día de los vecinos. Los habitantes, estaban a la buena de Dios y el puente a las colabora-ciones de los vecinos. Lo pintaban, le tapaban los baches con tierra, y, cuando se podía se le colocaba ce-mento.

Era diciembre, el mes de pintura, de armonía con el ambiente, de ha-cer lo que el gobierno no hacía.

- Este diciembre cumple mi hijo ya cinco años de muerto.

- Ya han pasado cinco y ese mal-dito todavía sigue matando por ahí.

- Somos pobres Jacinta, a los po-bres no nos escucha ni Dios.

- No blasfemes Clementina, no seas pecadora. Dios te puede casti-gar.

- Más…El aire se humedece al transcurrir

las horas. La gente resignada esperaba las

elecciones, esperaban con sus con-signas desgastadas por las gene-raciones anteriores, consignas que años tras años el odio era mayor. Se decían unos a otros que no valía la pena exigir tanto, pero algunos, los más frágiles, promulgaban un esta-llido.

- Hay que conformarse doña, hay que conformase con lo que hay. Tendremos que esperar otras elec-ciones para que vuelvan acomodar el puente.

- No mijo, ya basta de esperar; hay que agarrar lo que es nuestro…

En la madrugada llovió intensa-mente. La calle que atravesaba el puente estaba vacía y muda. Esa no-che llovió hasta el amanecer.

�0 Cuento

Cuando desperté, aun estaba allí. Eran más o menos las 6 de la mañana. Unos pequeños rayos de sol atravesaban la cortina y alum-braban su cara; pero él no desper-taba, estaba agotado. Los vasos de whisky, las líneas de coca; los vicios necesarios para soportar la verdad estaban tirados en el suelo; así el orgullo, los deseos, y las ganas.

Fuera de la casa, se empezaba a escuchar el caos de la ciudad. En silencio yo lo observaba. Detalla-ba su nariz perfilada, la que quería que nuestros futuros hijos hereda-ran, me detenía en su cabello largo, en su barba de limosnero que mi

piel disfrutaba tanto; su boca gran-de y libertina me hacia recordar las veces de risas escandalosas, de música de los 70, de besos enamo-rados, de momentos en que cora-zoncitos rojos se dibujaban sobre nuestras cabezas como comiquita de Disney.

¡Qué cursi! ¡Qué idiota! No deja-ba de pensar en qué pudimos fallar. La discusión de la noche anterior fue larga y sincera. Su distancia, su desinterés por la realidad; mis exigencias, lo aburrida que me ha-bía vuelto gracias al trabajo fueron sólo algunos de los motivos que ambos vomitamos cuando el tedio,

��Cuento

la hipocresía y la indiferencia se hi-cieron insoportables e inevitables.

Cuando él despertó, yo seguía allí. Seguro miró mi cuerpo. Estoy segura de que me deseó comple-tamente en ese momento. Luchó consigo mismo para no tocarme, para no hacer lo que siempre ha-cía después de cada pelea. Esta vez era diferente. Esta vez era necesa-rio levantarse de la cama e irse sin beso de despedida. Esta vez él sen-tía que era para siempre.

Mientras recogía sus cosas, en-contró la carta de amor que una vez le escribí. En la que le pedía que aprendiera a bailar salsa, en

la que celebraba su espíritu libre y le prometía risas y música por lo que me quedaba de vida. Se llevó también mi foto, en la que aparez-co desnuda y que él mismo tomó mientras dormía. Recordó aquella vez que llegamos tarde de “Pacha-mama”. “Una noche rocanrolera” como le gustaba llamar los jueves en la noche. Ese jueves repetido en el que nos demostramos amor en una cama vieja y el voyeurismo se hizo foto.

Escucho Love Street y pienso en él. Son casi las 10am y él ya no está.

Dos en la ciudadPor Vanessa Pereira

��

El olor a trementina, a óleo, invade todo. Ella sentada en silencio, sola, en su oficina; en la zona reserva-da para las pinturas que van a ser exhibidas luego, rememora tantas diversas formas, colores, texturas. Formas compañeras, a través de los días, del tiempo vivido. Ojos ala-dos, se pasean por las imágenes.50 años, la vida pasada inevitable-

mente se hace presente, la reflexión que no cesa, se agudiza, pronto lle-gará su próximo cumpleaños.Tantos mundos recreados, en un

contexto social materialista, que pa-rece preferir la finitud de una tran-sacción monetaria a la eternidad de

la metáfora expresada; necesario instrumento para la sobrevivencia del alma. A ella le sorprenden toda-vía, esos valientes a contracorrien-te, que se van quedando pedazo a pedazo en esas formas, en la luz, en las sombras, en las obras.La vida es como esos lienzos, esos

dibujos, se dice a sí misma. Jajaja! Se ríe. ¡Vaya! ¡Qué frase manida! ¡Qué lugar común! ¡Qué palabras gastadas!...y levantándose, cesa la carcajada y calla. Qué verdaderas se sienten esas

frases. La verdad es tan inevitable como los recuerdos.¿Cada pincelada, será un amor?

50 años y este olor a óleo que se

queda en los huesos(Breve relato introspectivo)

Por Milagros Escobar

Cuento

��

¿Cada color, Amarillo Jazmín? ¿Rojo Milagritos? Las hijas.¿Cada sombra, cada luminosidad,

algún momento?Frente al caballete, sentados, to-

dos estamos cada día, reinventán-donos por el puro placer de hacer-lo, por la pura necesidad de soñar. Piensa ella. Algunos le tienen miedo al lienzo

vacío, se apresuran. Algunos saben esperar la madurez de la fruta; fruta venenosa a veces, fruta dulce, a ve-ces. Unos somos “Barrocos”; nues-tra vida está adornada por arabes-cos profusos e intrincados, imposi-bles de leer con los códigos conoci-

dos, otros somos como el “Minimal Art” pretendemos resumirlo todo en pocos elementos, imposible ser definidos sólo por ellos. 50 años, convocan a la conjetura,

a las hipótesis, a los prolegómenos, a los epitafios, a las mil y unas no-ches, tal vez de eso se traten todos los cumpleaños.Regresando al escritorio, se sien-

ta. Abruptamente, entra su jefe, avi-

sándole que están llegando las obras para la próxima exposición, juntos se van a recibirlas, y así, se inicia el círculo de nuevo.

50 años y este olor a óleo que se

queda en los huesos

Cuento

�� Cuento

Tiene pierna y media. La mitad que le falta la suple con un palo de escoba amarrado con un muñón de trapos y se equilibra precariamente con la ayuda de una muleta pre-his-tórica. Siempre está sucio y droga-do, y tiene hambre, se le nota.

Brincotea entre los primeros ca-rros de la cola en un semáforo con-currido.

Hoy estaba yo ahí, de primera en la hora pico, y oí unos golpes autori-tarios en la ventana del copiloto. Era

él, exigiendo con el compás de la muleta, el pago del peaje a su mala estrella. Nos miramos a los ojos. Desplegó una sonrisa-mueca llena de vacíos. Automáticamente miré al lado contrario mientras sentía el rubor en mis mejillas encendido por las brasas de su mirada.

Arranqué mi auto lo más rápido que pude, secándome la humedad que la vergüenza trajo a mis ojos.

Perdóname Dios mío, porque he pecado…

Por Natasha Moraes

El mendigo

��Poesía

Décima al bicentenario

I

El diecinueve de abrilde mil ochocientos diezsufre el imperio un revésfue conminado en su atril.El anhelado regir del mantuano detentorse vuelca contra el pretorCapitán Vicente Emparan.La libertad se declaraconsolidarla es honor.

II

Entendiendo el escenarioque nos presenta la historia,celebremos con euforiael año bicentenario.Dos siglos, que planetariosson setenta y tres mil díasdefendiendo la utopíael sueño de libertades la única heredad que Bolívar legaría.

III

Conmemorar en presentelas empresas del pasadoreinterpretando el legadode ancestros irreverentes.Es refrescar nuestras mentesen decoro y dignidadpara que la libertadse haga firme y verdaderay no sea una quimerade doscientos años más.

IV

Que reivindique la historiaa todos los que han caídomilicias y pueblo unidosen la lucha por la gloria.Y se detenga la norianefasta del despotismo,alejando el egoísmode obtusos obnubiladosque al imperio se han plegadoenfermos de consumismo.

V

La fecha no se limitaa la conmemoraciónes materializaciónde independencia infinita.Otro verso se recitaverso de idea y de accióncon más participaciónde las voces desoídasBicentenario, sentidasvivas en revolución.

Poema de Daniel Ángel Paz Ríos

�� Poesía

Poema de Joan Camargo

PERO NO VEO LA SANGRE, MENOS MALVEO A UN IMPERIO TEMBLANDO DE TERRORVEO A UN PUEBLO LEVANTÁNDOSE CON VALORNACEN HOY LOS SUEÑOS SIN PENSAR

Veo una gran batalla librara mi pueblo bravo si señor veo los aceros de la razónblandear contra el odio y el temorescucho un caballo blanco galoparla batalla por la vida crece en furorPERO NO VEO LA SANGRE MENOS MAL

Se levantan aquellos que un díafueron tierra, fueron hambre y solse levanta con orgullo y razónconociendo el valor de sus vidasveo al rico gritar de horrorVEO A UN IMPERIO TEMBLANDO DE TERROR

Como ríos corren al marcorren a las plazas los calores de las manos, y los corazonescorren a la esquina los peonesse levanta un pueblo que dormidoolvida lo que es vivir sin dolorVEO A UN PUEBLO LEVANTÁNDOSE CON VALOR

Nace hoy la esperanza, el díano hay sangre en las plazaspero hay vida, hay mar , hay cielohay tranquilidad y consuelonacen los sueños de tierra y casade tener hijos y de amarNACEN LOS SUEÑOS SIN PENSAR..

��Poesía

Poema de Miguel Antonio Guevara

Hay un ruido que se escurre por debajo de las puertas

Para avanzar, giro sobre mí mismociclón por lo inmóvil habitado.

Jean Tardieu.

Hay un ruido que se escurre por debajo de las puertas,se diluye en la actividad nocturna de los objetos, en la casa.En la cocina,más bien en su atmósferareposa un olor a frutas maduras.Ya en el estudio corretea y hace gárgaras la incertidumbre,la llama de una vela cómplice con el viento escurridizo del ventanal que resiste apagarse.En la mesa un compás que rechaza hacer círculos imperfectos,el sillón principal muestra la forma de una espalda, que insiste a diario en inmortalizarse.Hay un ruido que se escurre por debajo de las puertas…

�� Poesía

La muerte viaja en bicicleta

Tal vez sea porque camino a la escuela salió de una esquina y acabó con mi distracción. Tal vez sea porque nunca pude montarla, indomable potro; geometría de hierro. En alguna calle nos vimos luego. Yo era niño aún y ella me llevaba por el medio sonreído hasta que salió la pared. Era sólo un sueño. Pero el sol desnuda la angustia cuando la luna calla. La vi pasar sola y al rato estaba de vuelta con un esqueleto. Se había detenido en mis ojos como un jarrón, como una pelota, pero no era ni un jarrón ni una pelota. Era sólo ella.

Tal vez sea llanto por verla partir en los pies de mi hermanoIsrael pedaleando y yo sin poder hacerlo.Tal vez por ese otro llanto al rodarla unos metros luego ycaer sucesivamente cuantas veces quise subir sin poder arrancarla de ese no poder. Ella está aquí, sola, sin ese nadie que fui y sigo siendo. A la vuelta de sus ruedas estaba mi vida y no lo sabía, al ritmo de sus pedales iba mi soledad a la que un cigarro a escondidas le bastaba para volar.Se había detenido en mis ojos como una casa, como un árbol, pero no era una casa ni un árbol. Era sólo ella.

Tal vez sea porque quise montar a mi novia y también la derribó en la esquina sin darse la vuelta.Tal vez porque su timón endurecido me enfrío las manos.Porque mi amigo solía llevarme a ver a mi novia y me daba el timón mientras él pedaleaba.-Volverá por esta calle o por aquella otra- me decía.Pero no volvía y se hacía tarde y yo me iba envuelto en su

Poema de César Seco

��Poesía

ausencia, y un día la vi venir sola sin mi amigo y no sedetuvo, siguió de largo y fue engullida por las nubes.Se había detenido en mis ojos como una calle, como una luna, pero no era una calle ni una luna. Era sólo ella.

Tal vez porque nunca fue mía siéndolo del todo.Tal vez porque ese todo era la velocidad que sigilosa pasaba dejándome siempre detrás, con estos ojos viajando a esos parajes donde algún día ella podía detenerse de verdad.Porque no hay razón para que siga viva en mi recuerdo siendo ese algo como si no existiera, pero ella aguarda siempre al otro lado del arcoíris.Se había detenido frente a mí como un sol de dos caras, como la geometría invisible de mi recorrido, y no supe qué decirle antes que partiera.

Tal vez sea por esto que llueve sobre ella.

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Poema de Antonio Robles

Chamán de los muertos vivientes

Yo me río y me burlo de los exitosos.Soy el chamán de los muertos vivientes de mi ciudad y de todas lasciudades del mundo.En mis signos vitales hay una espesa sombra que me hace fantasmaen los últimos rincones de la tierra.Yo me río y me burlo de los escritores.Soy el vocero de los muertos vivientes.Por eso he caminado incinerando magnolias en las avenidas de la muerte.Y diseño ritos esquimales en las tumbas secretas.Y penetro en los siglos y resucito plegarias y personajes legendarios enterrados.Fraternizo y soy parte de los muertos vivientes y ellos me dan sus palabras.Yo me río y me burlo de los poetas burócratas y catedráticos universitarios- exitosos sociales con sus rostros pálidos por el efecto del aire acondicionado.

Yo me río de la ley del rebaño y siento frenéticas ganas de huir-escapar.Con los exitosos no hay vida ¿y para qué coño la poesía?Y deliro en las sombras y escribo en paisajes polares huyendo de lasconvenciones de cuervos electrónicos.Soy el chamán de los muertos vivientes. Dirijo los salmos en los jardines de piedra.Y me alegro de caminar en la lluvia púrpura hacia el paraje Antártico yglaciar de los olvidados.Y me asaltan sueños malvados y terribles entre ventiscas y arrebatos antisociales.

En los años 80 y comienzo de los 90 yo pasaba las noches en una oscura plaza entertulias de malandros (muertos sociales) y ahí me encontré con la poesía. Y ahí descubrí a Kool and the Gang.Yo expreso oraciones grises en las ceremonias de los muertos vivientes.Los exitosos tienen su status quo.¿Y para qué coño la poesía?

��Poesía

Poemas de Vielsi AriasEncontré a mis parientes sentados en el patio

Vicente Gerbasi

Ellos hacían caminos, movían distancias.Subían y bajaban cargamentos. Limpiaban conucos, desnudaban cerros para sembrar.La tarde los reunía a la mesay el calor del fogón acercaba los brazos.Ese brillo que cosía los saboresllenaba el silencio. La casa, plena en olores, los veía llegar y despedirse.

Voy detrás de mí, por ese caserío…

Nuestras llaves siempre fueron las mismas.Nadie quería mudarse, pero el río creció y nos fuimos.

�� El séptimo cielo - cine

Benjamin Esposito (Ricardo Darin) acaba de jubilarse después de trabajar por treinta años como secretario en un juzgado de instrucciones en Buenos Aires. El tiempo no le ha hecho olvidar un horrendo crimen cometido contra una joven y hermosa mujer a la cual él ayudó a resolver el caso, tampoco puede olvidar a Irene (Soledad Villamil) su jefa inmediata de la que aún se encuentra enamorado en secreto. Benjamin comienza a escribir una novela basada en el

homicidio de la joven, reviviendo fantasmas del pasado, develando secretos ocultos, abriendo una nueva página en una historia que permaneció inconclusa por largos años.

La película argentina El Secreto de sus Ojos, ganadora este año del Oscar de la academia como mejor película extranjera, es sin exageración alguna extraordinaria desde cualquier punto de vista que se le mire, su director Juan José Campanella demuestra poseer un

Alejandro Garcí[email protected]

EL SECRETO DE SUS OJOS, Argentina, 2009Dirección: Juan José CampanellaGuión: Juan José Campanella, Eduardo SacheriMúsica: Federico Jusid, Emilio KaudererFotografía: Félix MontiElenco: Ricardo Darin, Soledad Villamil, Guillermo Francella, Pablo Rago,

Javier Godino, otros.

Fantasmas y secretos

��El séptimo cielo - cine

sublime y excelso conocimiento de lo que es el complejo arte de hacer buen cine. Campanella junto a Eduardo Sacheri, este último autor de la novela “La Pregunta de sus ojos” de la cual se basa la película, logran edificar un guión sólido, correctamente hilvanado por las líneas temporales en que se encuentra narrado el relato, con cierto aire de melancolía, de tiempo olvidado, como quien observa con nostalgia una vieja fotografía.

La química entre sus protago-nistas es inmediata y presenciamos maravillados la metamorfosis entre el personaje de la historia y el ac-tor que lo representa con una natu-ralidad increíble, Ricardo Darin con-mueve con una actuación soberbia, demoledora, un hombre común que se debate entre sus propias limita-ciones laborales y un hondo deseo de hacer justicia en una sociedad

delimitada en rancias castas socia-les, de donde proviene la soberbia y juvenil Irene Menéndez-Hasting, interpretada a sus anchas por la ac-triz Soledad Villamil, todo un mano-jo de temple, belleza, inteligencia y sentimientos encontrados en una sola mujer. El comediante Guillermo Francella le da vida a Pablo Sando-val, el ayudante apasionado de las copas de Benjamin, que sabe más de la vida de lo que aparenta, Fran-cella alejándose completamente de su típica faceta de cómico logra un personaje memorable.

Pero no todo es belleza en el filme, bajo el aterciopelado esteticismo de El Secreto de sus Ojos se esconde un sombrío thriller de impunidad, complicidad e injusticia social todo enmarcado en los años mas terribles del país austral, un Tour de Force entre un cine del más alto nivel y las pasiones mas bajas del ser humano.

Fantasmas y secretos

MILAGRO SON ELLOS, MILAGRO ES QUE LOS HOMBRES NO RENUNCIEN A SUS VALORES CUANDO EL SUELDO NO LES ALCANZA PARA DAR DE COMER A SU FAMILIA, MILAGRO ES QUE EL AMOR PREVALEZCA Y QUE TODAVÍA CORRAN LOS RÍOS CUANDO HEMOS TALADO LOS ÁRBOLES DE LA TIERRA. ERNESTO SÁBATO