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Cuenca Nazarena 2013

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Publicación de Semana Santa de Cuenca 2013

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Jorge Sánchez AlbendeaPresidente de la Junta de Cofradías de Semana Santa

Cuenca ya se encuentra preparada para conmemorar sus días más intensos. Este año el capricho lunar nos sitúa en la última semana de marzo, algo que, al parecer, es mucho mejor, pues esa inoportuna invitada que es la lluvia no suele hacer presencia cuando la Semana Santa cae íntegramente en el primer tercio del año. ¡Esperemos que así sea!, y que durante la próxima Semana de Pasión nuestros nueve desfiles procesionales se completen en su totalidad con el esplendor que les caracteriza.

Este año hemos conmemorado el XXX aniversario del fallecimiento de D. Luis Marco Pérez. En la revista que ahora tienes en tus manos encontraras un artículo dedicado a los actos que la Junta de Cofradías celebró con motivo de esta efeméride. Cuenca le debe mucho a tan insigne escultor e imaginero y conscientes de ello estamos intentando que parte de su obra, hoy oculta, quede expuesta para siempre en nuestro Museo de la Semana Santa. Sin duda un ambicioso proyecto que daría prestigio al Museo y el re-conocimiento que D. Luis Marco Pérez tan merecido tiene. A día de hoy sigue siendo el más grande artista que esta tierra ha dado.

Pero para portar las imponentes tallas labradas a golpe de gubia es necesario acompañarlas de unas andas a la altura de las cir-cunstancias. Por tal motivo los queridos hermanos Pérez del Moral, Nemesio y Modesto, también han sido reconocidos con una magnífica exposición donde gran parte de su obra ha sido mostrada. El cariño del mundo nazareno quedó puesto de manifiesto arropando de manera masiva esta extraordinaria muestra.

Como siempre, el trabajo ha sido intenso en el seno de la institución. Los actos previos han contado con una gran respuesta y los lugares de celebración han sido abarrotados. Las Hermandades, verdaderos motores de esta celebración, siguen dando realce a los días previos. Todo ello demuestra que la vida de nuestras Hermandades no debe limitarse al desfile procesional, que sin duda es el acto más importante y el que nos marcan nuestros tratados constitucionales, pero nuestra devoción debe ser constante a lo largo del año y nunca debemos olvidar lo que somos y lo que representamos.

Que fácil sería rellenar este saluda contando lo difícil que ha sido configurar un presupuesto digno. No lo voy hacer, no quiero caer en lo material, dejémoslo en que hemos sido capaces de lograrlo y de incorporar como colaboradores de la Semana Santa de Cuenca a nuevas entidades privadas. No obstante, si quiero llamar tú atención sobre algo que no debemos dejar pasar por alto, y es que la Semana Santa de Cuenca devuelve a su ciudad y tal vez multiplicado por un elevado número, lo que recibe de las instituciones. Y aún con este dato, son las hermandades que integran la Junta de Cofradías las que más aportan. Lo digo de forma muy telegráfica pero desde la más profunda convicción.

Si vas a participar en la Procesión Camino del Calvario como turbo quiero pedirte encarecidamente que tú comportamiento sea ejemplar y que reproches a aquel que no sabe ni comprende el verdadero significado del rito de Las Turbas. No nos podemos permitir otra noticia que no sea la de que todo ha sucedido con absoluta normalidad.

Es ahora cuando quiero animarte a participar y a solicitarte que lo hagas bajo las señas de identidad que nos son propias: RESPETO Y DEVOCIÓN. No olvides nunca lo importante que es “escuchar el silencio” a lo largo de los desfiles procesionales.

Gracias a todas las Juntas de Diputación, a los miembros de la Junta de Cofradías y a tantos y tantos nazarenos por su trabajo incansable. Mi reconocimiento especial a Antonio, Blanca, José Ramón, Rodrigo, José Javier y Joaquín, la Comisión ejecutiva, siempre estáis prestos y dispuestos con el único objetivo de engrandecer la Semana Santa de Cuenca, y eso es algo muy grande.

Y este año mi “pequeña licencia” tiene que ir para toda mi familia, pero esta vez con un recuerdo especial para la persona que me enseñó la esencia de la esta Semana Santa, de la Semana Santa de Cuenca, y que con tanto amor nos cosía las túnicas y los capuces: mi abuela.

¡Es Semana Santa!, disfrutad de ella y Feliz Pascua de Resurrección.

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Delegado Episcopal ante la Junta de Cofradías

Joaquín Ruiz Requena“La puerta de la fe” (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y per-

mite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Éste empieza con el bautismo (cf. Rm 6, 4), con el que podemos llamar a Dios con el nombre de Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del Señor Jesús que, con el don del Espíritu Santo, ha querido unir en su misma gloria a cuantos creen en él (cf. Jn. 17, 22). Profesar la fe en la Trinidad –Padre, Hijo y Espíritu Santo –equivale a creer en un solo Dios que es Amor (cf. 1 Jn. 4, 8): el Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor”1.

Al acercarse la Cuaresma y la Semana Santa de este año 2013, se nos invita a renovar de nuevo nuestro compromiso de fe, celebrando los misterios de la Pasión, de la Muerte y de la Resurrección de nuestro Señor.

Este año, en la carta apostólica “La puerta de la fe” de s.s. Benedicto XVI, se nos invita a “renovar y redescubrir el camino de la fe2” para renovar nuestro encuentro con Jesucristo.

Nuestra Semana Santa tiene su origen en la celebración anual, por parte de los cristianos, del Misterio de nuestra Fe: Pasión, Muerte y Resurrección.

Es en este núcleo donde se fundamenta nuestra fe, donde se fundamenta nuestro compromi-so de discípulos, de seguidores del Señor.

Una fe que no se impone, sino que se ofrece y se propone, principalmente con nuestro testimonio de vida, pero también con nuestro conocimiento del contenido de nuestra fe y con nuestra celebración de la fe en la asamblea litúrgica.

Es así como la luz de Jesucristo la llevamos en medio de nuestro mundo.

Una fe que implica un conocimiento de ella. La formación en el contenido de nuestra fe nos hace distinguir el mensaje de nuestra fe de lo que no lo es para poder dar razón de nuestra fe.

Es una fe de la que hacemos experiencia de vida, No tenemos sólo un conocimiento intelec-tual de ella, sino que queremos configurar toda nuestra existencia viviendo todos los momentos de nuestra vida desde el encuentro personal con Jesucristo. A partir de ahí vamos modelando nuestra vida cada día conforme al Evangelio.

Esta fe, que tiene un elemento personal, cada persona es la que se compromete a vivir de esta manera, no se queda el algo meramente individual sino que la celebramos comunitariamente a través de los diferentes actos litúrgicos.

Fue el encuentro con el Señor resucitado el que impulsó a los discípulos a profundizar la fe y a hacer experiencia de vida el evangelio. Que también a nosotros, contemplando los pasos por nuestras calles, acompañándolos como nazarenos con la tulipa o desfilando debajo de un banzo, el celebrar los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor nos lleve a profundizar nuestra fe y a ser testigos suyos en medio de nuestro mundo.

1. Carta Apostólica Porta Fidei, Ciudad del Vaticano 2011. 2. Carta Apostólica Porta Fidei, # 2, Ciudad del Vaticano 2011

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Entrevista

“Utilizaré mi Pregón para que la gente se encuentre con

el Señor, con Cristo”

Entrevista a José Javier Pérez Muñoz, Pregonero de la Semana Santa 2013

Por Rafael Redondo y José Ramón García Martínez

José Javier Pérez Muñoz nació en Valencia en 1964. Se ordena sacerdote en 1991 tras realizar los estudios en el Seminario Mayor de “San Julián” en Cuenca, siendo nombrado Vicario Parroquial de la Parroquia de San Pedro en la ciudad de Cuenca. Rápidamente entra en contacto con el mundo de las hermandades y cofradías conquenses y es nombrado Consiliario de la Venerable Hermandad del Ecce-Homo de San Miguel. El 19 de Julio de 2003 es nombrado Delegado Episcopal en la Junta de Cofradías, por el entonces Obispo de Cuenca Mons. D. Ramón del Hoyo. Puesto en el que permaneció hasta el pasado mes de agosto, cuando el Obispo actual Mons. D. José María Yanguas lo releva de su puesto para hacerse cargo de la Parroquia del pueblo conquense de Las Pedroñeras.

Tras ser propuesto por las hermandades del Ecce-Homo de San Miguel y de la Congregación para ser elegido pregonero de la Semana Santa de Cuenca 2013, resultas elegido por una amplia mayoría de los miembros de la Junta de Diputación de la Junta de Cofradías. Cuando Antonio Abarca, Vicepresidente de la institución te lo comunicó para confirmar tu aceptación, ¿qué sentiste?, ¿es un honor?¿una responsabilidad?.

Bueno, pues las dos cosas. Por una parte es un honor que la gente se haya acordado de mí, y por otra parte es una gran responsabilidad: durante unos días pasas a ser el centro de atención; a estar en el ojo del huracán; quieres hacerlo bien para no defraudar a nadie, transmitir un mensaje; tienes miedo al fracaso. Sí, la responsabilidad es muy grande… Pero estoy muy contento por el trabajo encomendado y espero que le guste a la gente. Pero más que gustar o no gustar, pienso que lo fundamental de este pregón es ayudar a la gente a que viva la Semana Santa, ayudar a los que se sientan nazarenos a que se encuentren con la Iglesia, con Dios, y más en este Año de la Fe. Quiero que mi pregón sirva para ayudar a que la gente se encuentre con el Señor, con Cristo.

Como nazareno que eres, ¿qué crees que le falta a nuestra Semana Santa? ¿Tiene más espiritualidad o es más tradición y cultura?

Como nazareno creo que le falta espiritualidad, le falta organización en muchos aspectos, dejamos muchas cosas a la

improvisación. ¿Qué le sobra? Yo creo que nada, quizá algún “momento mágico”. Y como sacerdote, siempre he dicho que la Semana Santa se compone de unos desfiles procesionales donde los cristianos conmemoramos la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Cristo, y así lo escenificamos. Una procesión es un acto de fe. Nuestra Semana Santa surge de nuestros antepasados, de nuestros padres, de nuestros abuelos, de nuestros tatarabuelos. Ellos fueron los primeros que celebraron y escenificaron la Semana Santa y a ellos, indudablemente, les movió la fe. Esa celebración año tras año genera una tradición, y esa tradición termina por originar una cultura: una cultura gastronómica; una cultura musical; una cultura incluso de bebida como es el resoli; una cultura en la moda (una forma de vestir). Pero todo eso tiene que tener como fundamento la fe, si eliminamos la fe la tradición y la cultura se nos vienen abajo. Como sacerdote siempre he dicho que la Semana Santa debe estar cimentada en la fe.

No eres el primer sacerdote que pregona la Semana Santa de Cuenca, concretamente vas a ser el séptimo, ¿crees que es bueno o positivo para la iglesia conquense, o es puramente anecdótico?

Yo creo que es bueno, en la variedad está el gusto. Considero que es bueno que por el atril de San Miguel pasen todo tipo de personas, de profesiones, de formas de pensar… pero católicos, porque se habla de Dios para hombres y mujeres de Dios. Todo el mundo tiene algo que aportar, tiene algo que decir… y es bueno escuchar a los demás.

Eres el Consiliario de la Hermandad del Ecce-Homo de San Miguel, ¿de qué te sientes orgulloso de haber logrado?, ¿te falta algo, o te gustaría conseguir algo?

Lograr, lo que se dice lograr, no he logrado nada, he procurado sembrar. He trabajado mucho y con mucha ilusión. Estoy muy orgulloso de ser hermano, hermano desde el año 1991. He participado siempre en las procesiones y en todos los actos de la hermandad porque me gusta, lo vivo y lo siento. Yo no he hecho nada, he procurado sembrar desde el cariño, desde el amor, desde la cercanía, desde la comprensión, desde la paciencia, desde el humor. He trabajado para ayudar a la gente a encontrarse con Dios.

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Es importante que la gente viva la hermandad con espiritualidad. Que comprendan que una hermandad no es sólo un grupo de amigos, ni una peña para hablar de fútbol, sino que la hermandad es lo que nos une para acercarnos más a Dios, que es quien nos tiene que ayudar a ser mejores personas. Y, ¿qué me queda por hacer? Seguro que muchísimas cosas, porque los hombres somos limitados y aunque nos pongamos objetivos y metas siempre te queda por hacer. Me hubiera gustado, de haber tenido más tiempo, poder haber visitado a los hermanos cuando estaban enfermos; haber estado con las familias…pero, en fin, somos lo que somos, y más ahora que faltan sacerdotes, uno se siente muy limitado y llega hasta donde puede.

De igual forma, como Delegado Episcopal de la Junta de Cofradías, resume tus años trabajando con la Comisión Ejecutiva y cuéntanos de qué te sientes orgulloso y qué crees que te has dejado sin hacer.

Me siento orgulloso, muy orgulloso de haber representado al Sr. Obispo, de haber sido la voz de la Iglesia en determinados momentos y de haber conocido a un grupo maravilloso de personas que, como todos, tenemos nuestras virtudes y nuestros defectos. Me alegro de haber conocido a unas personas que quieren lo mismo que yo, que aman lo mismo que yo, que les gusta lo mismo que a mí… y que entre todos hemos formado un grupo de amistad con el que hemos trabajado mucho por la Semana Santa y por la ciudad de Cuenca, de lo que me siento muy feliz y orgulloso. Y de la misma forma que dijo nuestro Presidente, Jorge el día en que fue elegido, “yo aquí he venido para hacer amigos”. Y creo que me llevo un montón de amigos en el corazón. Si me siento orgulloso es de los amigos que dejo en la Junta de Cofradías. Y, ¿qué me he dejado por hacer? Pues no lo sé. Quizás haber estado más cerca de la gente, haberles acompañado más en sus problemas, en sus preocupaciones, en sus dolores, en sus enfermedades, en sus disgustos… en sus alegrías.

En tus alocuciones en la Juntas de Diputación y en las Generales de la Junta de Cofradías, siempre has representado al Sr. Obispo, tu norma era siempre agradecer a todos su esfuerzo para sacar adelante a las hermandades y la Semana Santa, ¿crees que se trabaja lo suficiente o se puede hacer más?

Es verdad que me gusta agradecer, es más, hay que ser agradecidos. Todos los que están al frente de las hermandades, de la Junta de Cofradías, tienen sus trabajos, tienen sus familias, sus hijos, sus problemas, su tiempo de ocio y descanso y no tiene que ser fácil abandonar todo esto para subir a la sede de la Junta de Cofradías y dedicar horas y horas a la Semana Santa, a veces con sus disgustos; ¡menos mal! que te queda la recompensa de la amistad. ¡Cómo no voy a dar las gracias a estas personas que, mes tras mes, año tras año, dedican mucho tiempo a la Junta de Cofradías para sacar la Semana Santa adelante!. La Iglesia tiene que ser la primera en reconocer el trabajo bien hecho de la Comisión Ejecutiva, de la Junta de Diputación, de las diferentes comisiones de trabajo, de las juntas de diputación de las distintas hermandades y cofradías. Desde aquí animo a que aparquen las diferencias, a que hablemos y nos escuchemos, que todos los problemas tienen solución. Con fraternidad, con amor, con humor, y con buena predisposición siempre se llega a un entendimiento y a encontrar soluciones.

En tus charlas con los nazarenos y amigos te gusta hacer catequesis, de hecho una frase tuya es: “La Iglesia debe estar presente en todos los momentos de la vida, sean religiosos o no.” Puedes explicar esto.

Como sacerdote me gusta hacer como el Señor. El Señor estaba en todas partes, en medio del mundo. Hablaba con todos; escuchaba sus

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problemas; intentaba ayudar; dar buenos consejos… Y la Iglesia debe evangelizar en todas las situaciones, bien sea en una homilía, en una alocución de una Junta de Diputación, o simplemente, paseando con las personas o tomando una caña después de una reunión. Lo importante es que la gente siempre pueda encontrar a Cristo y lo tenga presente en cualquier acto de su vida. Esta es la misión de la Iglesia y cualquier momento es bueno para evangelizar, proponiendo el Evangelio, no imponiendo.

Siempre es difícil hablar de uno mismo, pero, ¿cómo te definirías como sacerdote y como nazareno del Ecce-Homo?

Como sacerdote procuro estar con los demás, saber escuchar, ser cercano, sencillo, ponerme siempre en la situación del otro para comprender sus problemas y luego llevarlo a la oración y rezar por él.

Como nazareno del Ecce-Homo, me ha impresionado siempre su mirada, es una imagen muy especial para mí. Me emociona cuando el jueves previo al Viernes de Dolores, la Junta de Diputación de la Hermandad nos reunimos en la Iglesia de San Pedro, en un acto muy íntimo y muy bonito a nivel espiritual, para bajar la imagen a la Iglesia de San Miguel para el Pregón. Es uno de los momentos más emotivos y esperados en mi vida sacerdotal y como nazareno. El bajar el Ecce-Homo para el Pregón y subirlo al terminar te sientes parte activa de un acto tan importante para todos los nazarenos de Cuenca. Y luego el Miércoles Santo, en el silencio de la noche acompañar en procesión a la hermandad, acompañar al Señor en su Pasión por las calles de la ciudad de Cuenca. Es un momento impresionante, de amor, de sacrificio, a veces de dolor, de agotamiento, de cansancio y, sobre todo, cuando uno va debajo del capuz observa y ve las caras de la gente, ves a personas santiguarse, ves a gente llorando de emoción, el silencio y el respeto impresionante con el que la gente de las aceras contemplan la procesión, sientes que la gente está cerca de Dios.

Este año será especial para ti, por primera vez no estarás con nosotros en Semana Santa, ¿cómo lo vivirás?

Os echaré mucho de menos. Yo, en Las Pedroñeras, también celebraré la Semana Santa con sus procesiones y con sus hermandades. Una parte de mi corazón estará con todos vosotros. Rezaré por todos para que el Señor os ayude a ser cada día mejores personas y mejores cristianos-nazarenos. Sin duda alguna, os echaré mucho de menos.

Ahora, la pregunta oficial, ¿cómo va a ser tu pregón?Esa es la pregunta oficial, ¿verdad?... Dos discípulos de Cristo,

en una ocasión le preguntaron: “Maestro ¿dónde vives?” y Él les respondió: “Venid y lo veréis”. Pues eso es lo que os digo yo: que la gente venga y lo escuche.

En tu interior, cuando estés junto al atril en San Miguel, ¿dedicarás a alguien tu pregón?

Me acordaré mucho de mi padre que falleció el pasado mes de agosto. Él era conquense, y estoy seguro que, desde el Cielo, se sentirá muy orgulloso de mí.

Muchas gracias a todos de corazón.

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La primera vez que salió en procesión era apenas un retoño en los brazos de su madre. Él de aquello no se acuerda, pero sí conser-va el recuerdo de desfilar —“dando guerra”, puntualiza Juan Pedro Huerta, cartelista de la Semana Santa de Cuenca 2013— detrás del Guión del San Pedro Apóstol con su primo, cuando apenas contaba años con los dedos de una mano. De familia semanasantera (no en vano su bisabuelo, José Gallego, esculpió la Cruz desnuda de Jerusalén y uno de sus abuelos estuvo muy ligado a la fundación de la V. H. de San Pedro Apóstol), lleva la Pasión en la sangre. Algo más de tres décadas, ocho hermandades e incontables procesiones (a tulipa, bajo el banzo, como capataz de banceros y entre la tur-ba) a las espaldas después, este licenciado en Imagen y Sonido y Bellas Artes ha sido el encargado de diseñar el cartel de la Pasión conquense de 2013. Se lo dedica en especial a su padre —fallecido en 2002— porque “él era pintor pero no se pudo dedicar a ello de forma profesional y me metió a mí la ilusión por seguir su estela”. Honor, orgullo y lujo son las palabras que más repite cuando se le pregunta qué supone para él ser cartelista de Pasión en Cuenca. Y

junto a ellas, le hace especial ilusión a Juan Pedro una cosa: que en la colección de carteles de Semana Santa de su madre, a partir de este año, también estará el que él ha concebido para Cuenca.

¿Cómo es el cartel de la Semana Santa de Cuenca 2013?Es como si estuviera hecho en tres partes. Tiene una parte que

es Cuenca en una especie de vista aérea nocturna de la ciudad por la que está pasando la procesión. Justo a su lado, presidiendo la escena a la izquierda, aparece el Ecce-Homo del Jueves, el de San Gil. Que es obra de Marco Pérez. Y, casualidades de la vida, resulta que este año es el XXX aniversario de su muerte. Lo cierto es que no lo sabía cuando tuve la idea para el cartel, pero incluso eso ha venido bien. Y la tercera parte son las letras del miserere, detrás del Ecce Homo y de la vista aérea.

¿Por qué el texto del miserere? Porque cada vez que pensaba en el cartel o que lo veía, no sé por

qué, me venía el miserere a la cabeza. Que de hecho para encontrar

“La Peculiar luz de las calles de Cuenca en

Semana Santa es una de las cosas más bellas”

Entrevista a Juan Pedro Huerta, Cartelista de la Semana Santa 2013

Por Berta López, Periodista

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la tipografía para las letras del miserere revolucioné casi a media Cuenca (sonríe). Conté con un par de amigos que también contro-lan mucho de Semana Santa, José Urbano Elche y Pedro Vergaz, para ver si me encontraban el miserere más antiguo escrito. Fue imposible encontrarlo, incluso miramos en los archivos musicales de la Catedral pero no encontramos nada y finalmente utilicé una tipografía que adapté de otras tres para conseguir la que finalmente aparece en el cartel.

¿Por qué concibió el cartel de esta manera?La idea principal que yo tenía es que quería que saliese Cuen-

ca. Que no fuera como un cuadro sino como un cartel. Y como lo que vamos a anunciar es que es Semana Santa en Cuenca, tenía claro que quería que se viera la ciudad. Al principio no tenía muy claro tampoco cómo se iba a ver Cuenca, pero a través de un trabajo de filmación de imágenes aéreas de la ciudad que hice con Producciones Play hace unos años, había unas fotos de la ciudad, guardé una hace tiempo y pensando en si podría aprovecharla para el diseño del cartel, de ahí salió la parte de la ciudad que aparece en él.

Ha elegido la imagen del Santísimo Cristo de Ecce Homo (San Gil) como motivo principal. ¿Qué le ha llevado a ello?

El Ecce Homo me vino porque necesitaba algo que diese mucha fuerza en el cartel. La imagen de Cuenca es nocturna y un poco apagada, así que por contraste necesitaba una imagen fuerte, que fuera muy imponente. El rostro que tiene es uno de los más expresi-vos, me inspira mucho. Hay mucha tristeza y mucho patetismo en ella. Me gustó mucho. Y además soy hermano también (sonríe). Así que decidí elegir esa imagen.

Además es la primera vez que aparece el Ecce Homo de San Gil como tal en un cartel de Semana Santa.

Que yo recuerde o haya visto, y creo que he visto todos los carteles de Semana Santa de Cuenca, sí. Sí que han dicho que la corona de espinas sí que ha salido porque es la que tomó como modelo Luis Muro en su cartel en 2009, pero como imagen, creo que es la primera vez.

¿Cuándo empezó a trabajar en el cartel? Pues me puse en octubre. Pero tuve un problema... (se ríe ahora

con cara de alivio y llevándose las manos a la cabeza). Yo utilizo mucho la tinta china en mis obras. Y este cartel lleva muy poca por-que el problema que tuve es que se me cayó un tintero, a finales de octubre, encima del cartel cuando ya tenía prácticamente el Cristo acabado. Con lo que tuve que rehacerlo entero desde diciembre hasta una semana antes de entregarlo. Así que eliminé la tinta china (risas).

Entiendo entonces que ha sido más complicado realizar el trabajo que pensar el diseño.

Bueno... Sí, es posible. Realmente me costó pensar lo que iba a hacer menos que ejecutarlo. Imagina que llevas un mes y medio de trabajo y se pierde entero: otra vez vuelta a empezar, los nervios por si no llegas... Vamos, que quité la tinta china casi completamente.

¿Qué materiales y técnicas ha utilizado? Pues mira, está hecho en papel de 320 gramos, que es satinado.

Y luego he usado un poco de tinta china y cera al óleo. Lo que haces con esto es pintar más con los dedos o con difuminos que realmente con pincel.

El formato ¿es el habitual de cartel? No. Es un formato grande, tenía claro que quería volver a los

carteles grandes de antes porque me daba la sensación de que los anteriores, que son todos muy buenos, adolecían de falta de tama-ño, salvo el de Antonio Mancheño, que también era grande. A mi siempre me han gustado los carteles grandes de antes, que se veían bien desde cualquier punto. Así que es de 100x60. Y además he conseguido que la Junta de Cofradías lo deje en el tamaño original, de modo que creo que será bastante impresionante visto en la calle.

Cuando recibe la llamada de la Junta de Cofradías para decirle que ha sido elegido cartelista, ¿tenía ya alguna idea de cartel en la cabeza? Un artista conquense ¿siempre tiene una idea de cartel... por si acaso?

Bueno, cuando la Junta me llamó no tenía ninguna idea. En ese mismo momento no. Pero sí es cierto que ideas tenía porque llevo unos años exponiendo sobre Semana Santa en Cuenca, he hecho

citaciones, carteles para el concierto del Huerto... Cosas que hacen que tengas ideas. Pero, cuando me llamaron, al menos yo me quedé tan perplejo pensando en la que se me venía encima y en qué iba a hacer yo, que acepté sin saber qué iba a pintar. Para mí es todo un honor, sinceramente. Y una responsabilidad muy grande. Yo que soy nazareno de Cuenca de toda la vida, que me involucro en la Se-mana Santa, que la vivo y que para mí es la semana más importante del año... te aumenta la responsabilidad. Y el miedo.

¿Qué reacción cree que tendrá la gente cuando vean su cartel en la calle?

Pues no lo sé. Yo espero que les guste. Yo por lo menos perso-nalmente me he quedado muy a gusto. He hecho un trabajo que para mí es muy satisfactorio, sabiendo que se va a ver un año entero por toda Cuenca. Alguna vez hasta pienso que llegará un momento en que me cansaré yo mismo de verlo (risas).

Para mí que los conquenses no se cansan de ver su cartel ¿eh? (Risas) No, no, qué va, eso es verdad. Siempre te gusta verlo. Y

bueno, he pasado más o menos un mes antes de que se presentara el cartel en que todo el mundo que me conoce me preguntaba y me intentaba sacar información sobre cómo era el cartel. Sobre todo nazarenos que conozco de otras hermandades y amigos de toda la vida. Siempre iban por las mismas preguntas: ¿Habrás hecho algo de tu hermandad? O me preguntaban “qué día de la semana sale, dinos sólo eso”, para intentar sacarlo por descarte. Yo creo que va a gustar. Seguro. Seguro.

¿Se lo mostró a alguien antes de presentarlo a la ciudad?Sí, se lo he enseñado a mi familia, a mi madre y a mi hermana

y a un par de amigos de mucha confianza. Y también a uno de los amigos que me ayudaron en la búsqueda de la tipografía del miserere.

¿Es difícil guardar el secreto? Es súper difícil. Muy difícil. La gente es muy lista, ya te digo.

La gente te venía con esas preguntas que parece que no te están preguntando, pero sí. Es muy difícil. Lo que sí he cuidado es que no

saliera una imagen en ningún sitio antes de que se presente. Porque si te cuentan como es, bueno. Pero si lo ves... se pierde el misterio, la emoción del momento en que se descubre, el día de la presentación.

Para un artista de Cuenca ¿qué supone diseñar el cartel de su Semana Santa?

Para mí es un orgullo. Es un acto de responsabilidad grande porque en Cuenca esto es lo que más se vive. En Cuenca casi todo el mundo está involucrado en la Semana Santa, de una manera o de otra. Y los que somos de Cuenca lo tenemos como algo muy grande. Por eso para mí es muy especial que hayan pensado en mí y me hayan elegido, con toda la gente que hay, a mí que además soy un chaval que no se ha movido tanto como otros artistas y no tiene quizá tanto reconocimiento. Por todo eso, para mí es un lujo.

Y para un nazareno, desde el punto de vista personal, ¿qué supone?

( Juan Pedro reflexiona un momento) Para un nazareno, para mí que soy pintor, es una de las cosas más grandes que me podían haber pasado. Para mí es un auténtico honor. Y quiero que se note que conozco la Semana Santa. Porque la vivo.

¿Cuáles son esos momentos de la Semana Santa, además del miserere, que te han servido de inspiración para el cartel? ¿Cuál es tu visión de la Semana Santa de Cuenca?

A mí me gusta mucho sobre todo la luz que hay por las calles en Semana Santa. La luz de Cuenca para mí es muy particular, porque es ese naranja amarillento tan bonito y que queda perfecto con las imágenes. Es cierto que con ella no se aprecia tanto el color o la policromía de las tallas porque esa luz prácticamente lo mata todo, pero esa luz, ese silencio, esa oscuridad sólo rota por la luz naranja de las velas de las tulipas... a mí me encanta. Y luego me inspiran momentos como la salida del Jesús de las seis de la maña-na, por ejemplo. Es un momento en que no sabes ni qué sientes, que te dan ganas de sonreír y de llorar. Son cosas que no se pueden explicar con palabras, que son un sentimiento. Serán los “genes conquenses” (risas). Y yo los tengo.

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Qué mejor manera que iniciar con la poética mía personal este homenaje escrito a la mujer:

Mujer de Cuenca, mujer al fin soñada;mujer así nacida del ensueñode quien fue en el soñar, Jesús su dueño,amo y señor, mujer al fin creada

Para hacer del amor altar en cadalatido, en toda frente, en el empeñodel que tiene constancia por un sueñoy plasma su ilusión en la mirada.

Por eso, mujer, mujer de Cuencadama, nazarena y mujer serenatal vez, sin más, la mejor costureraque hace del Pregón, su alma entera.

Tendríamos que evocar, en alto contenido simbiótico, el importante papel de la mujer en todos los campos de nuestra sociedad.

Quizás, por simple curiosidad, podríamos hacer, con senci-lla referencia introductoria, una breve semblanza del acontecer femenino en la historia del mundo.

¿Qué ha sido de la mujer a lo largo de la historia?No sería necesario hacer un recorrido de la historia de la

humanidad desde los primeros movimientos humanos, léase la Prehistoria, pasando por la Edad de los pueblos antiguos o bien llegar a esa oscura Edad Media, donde la dama ocupaba ese es-pacio mítico entre la doncella, el hada, la princesa y la concu-bina. No haría falta más que leer cualquier ensayo, contenido histórico o, simplemente, biografía de reinas para saber cómo y de qué manera era el lugar ocupado en aquella sociedad funda-mentada en la religión como mentalidad de vida.

El dominio del señor feudal, impuesto por ley divina, sobre sus siervos y vasallos, dominio sin duda –con derecho de per-nada- en el que sólo el hombre ocupaba espacio en la nobleza poderosa y privilegiada; la época de cruzadas en el que el cin-

turón de castidad sirvió de emblema de honor a quienes despre-ciaban la honestidad como vínculo obligado; las sociedades de reconquista cristiana en repoblaciones y señoríos donde siempre el Marqués, Duque o Maestre era ocupado por varón y nunca hembra; las órdenes militares de dominio machista, generadores del poder en tierras y dominios; etc., etc., servirían de santo y seña en su recorrido.

Cierto es, que siempre hubo ejemplos de sacrificio obligado frente al reto del poder en una sociedad totalmente machista o de dominio del hombre. Mujeres que enarbolaron la bandera de la igualdad en épocas sin retorno, en momentos imposibles, siempre sucumbieron en tiempo y pasado, en ese intento de de-mostrar socialmente cuál era su valor, su puesto y su mérito, haciendo de la vida la prenda en juego. No hay duda que, reinas hubo y de razón, mujeres que pudieron levantar el brazo con la firmeza de su carácter o quizás de la suerte de su tiempo histó-rico: Agripina, Medea, Helena de Troya, Isabel la Católica, Leo-nor de Aquitania, Juana de Arco y, si cabe, unas poquitas más, pero todas siempre bajo el pasado y presente de una sociedad de hombres que les envolvía y presionaba, frente a unas trabas heredadas de dominio y sumisión.

Para nuestro recuerdo, Leonor de Plantagenet, reina y señora de Cuenca, esposa fiel de Alfonso VIII, la que a buen recuerdo nos trae su empeño en hacer de la iglesia cristiana de Santa Ma-ría, una catedral solemne, la que ahora impera como prototipo de estilo único y personal. Ella, sin duda, sería pionera en la mujer cristiana conquense, la que luego abriría sus brazos a la tradición de nuestra Semana de Pasión.

Pero dejemos atrás, por tiempo y forma, aquellos siglos pasa-dos, porque tiempos nuevos debían de llegar. Era necesario en el acontecer del ser humano encontrar las condiciones que permi-tiesen escalar el contenido liberal de su función. El ser humano como tal y, por razón de origen, siempre se ha fundamentado en la igualdad de su condición pero, cierto es, que desde los primeros espacios del contenido religioso que ha guiado y sigue guiando el sentido de la evolución humana, colocaba a la mu-jer en segunda fila de jerarquía. La Biblia ya nos habla de Eva, en el camino de Jesús se encuentra una Virgen como madre y señora que no ejerce su mando real, en el Islam, Alá y Mahoma

Por Miguel Romero Sáiz

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conducen el camino recto de una civilización que deshumaniza totalmente la condición de mujer, ocupada y arrastrada a la os-curidad del servilismo más esclavo, en oriente, Confucio o Buda nunca dieron sentido femenino a sus condiciones de fe. Ese, sin duda, ha sido el camino de la historia en ese lugar de desigual-dad política, social, económica y, si cabe, humano.

Por eso, era necesario un cambio. Era necesaria una modifi-cación del concepto vital en una sociedad de dominio varonil. La idea compartida de que las mujeres sufren, de que la opre-sión, la falta de solidaridad, el efecto de conciencia servilista, el egoísmo del desequilibrio compartido, la defenestración en el espacio familiar y el simplemente hecho de caminar tras el macho, tal cual hace la especie animal como concepto de ser irracional, obligaba a un concepto revolucionario enmarcado en ese feminismo como movimiento de lucha por la reivindicación de una igualdad en todo su más variado y amplio significado de palabra.

Tenía que pasar, desgraciadamente mucho tiempo, demasia-do siempre, para que las ideas ilustradas, ideas merecedoras de un cambio brutal en la mentalidad social, llegasen sin tapujos y titubeos, y abrieran una pequeña puerta a la salida oscura de su umbral femenino. Y eso, lo iba a dar el Siglo de las Luces, el siglo de las ideas, de los cambios, de la razón. Esta época que enfatizaba políticamente la igualdad y la Revolución Industrial, que originaría grandes cambios políticos y sociales, proporcio-narían una ambiente favorable a finales del XVIII y principios del XIX para la aparición del feminismo y otros movimientos reformadores.

Por lo tanto, el feminismo es ese movimiento que las muje-res han tenido que realizar a lo largo de la historia para poder alcanzar la igualdad política, social y económica de la que go-zaban los hombres.

Este movimiento siguió tres líneas básicas de actuación: por un lado, la exploración de una nueva solidaridad y conciencia, por otro, la realización de campañas a favor de temas públicos y por último, el estudio del feminismo.

Cierto es, por tanto, que la Ilustración, aquel siglo XVIII que tanto aportó a la sociedad mundial fue la que sentaría las bases de ese progreso de igualdad femenina. Si primero fue Olimpia de Gouges en 1791 con la Declaración de los derechos de la mu-jer y la ciudadanía en Francia, luego seguiría desde Gran Bretaña la escritora Mary Wollstonecraft con su reivindicación de acceso a la educación por parte de la mujer.

Sin embargo, eran curiosos los estereotipos que definían por entonces a la mujer española y europea, en aquellos años de finales del XIX y principios del XX. En la moda, por ejem-plo, la mujer se regía por la moral casta y repleta de escrúpulos que no permitía, entre otras cosas, el enseñar el tobillo o llevar un jersey escotado. La multitud de prendas que componían el atuendo femenino escondía eficazmente el cuerpo, el cual era tallado estrechamente por fajas y corsés. En 1915, antes de la Re-pública, se produjo un “destape” que conmocionaría al mundo por completo. Se acortaron las largas faldas permitiendo mostrar los tobillos e incluso algunos centímetros de pierna. El indispen-sable corsé pasó a ser sustituido por el sujetador, gracias a Coco Chanel quien, al diseñar esta inédita ropa, provocó en ellas un toque de libertad, que ya se reflejaba durante la Primera Guerra Mundial. Su éxito fue rotundo. Los nuevos tejidos que mostró fueron creados en oposición a las telas finas y poco tupidas de la época. Se produjeron los primeros cortes de pelo -radicales femeninos-, el empleo del maquillaje con llamativas tonalidades como los pintauñas o pintalabios rojos y el uso de pantalones. Sin embargo, no tuvo una larga duración esta etapa. En 1934 re-

gresó la represiva moda del corsé que estilizaba la figura aprisio-nando las caderas y la silueta de la mujer. Una moda que acabó con la ilusión e una ida liberada de torturas y opresiones.

En el recuerdo para seguir esos logros igualatorios, dos mu-jeres españolas contemporáneas: Clara Campoamor y Victoria Kent, podrían servir de ejemplo de lucha y de consecución de espacios en aquellos intentos políticos y sociales de la España de mitad del XX.

Y ahora, tiempos nuevos son. El cambio y el desarrollo so-cial y sistemático, han predeterminado los nuevos conceptos igualatorios en casi todos los campos. La lucha sigue, pero se ha avanzado mucho.

Hoy nos trae aquí, la igualdad de la mujer en el campo de las tradiciones, religiosas en este caso, donde la Semana Santa es vínculo indeleble de todo un sentimiento común, compartido, sentido, deseado y fiel a una idea: compartir el credo religioso a la Biblia del Catolicismo como contenido mediático de fe cristiana.

Y es que, amigos, la mujer en su papel nazareno, es la copia real del espíritu de sacrificio, del buen hacer, solidaridad y ge-nerosidad que abandera a la mujer conquense, porque ahí, nos muestra su parte más sensible dentro de la espiritualidad del ser humano. Se vive, se siente, se entrega…

En la Semana Santa de Cuenca podríamos hablar de tres estrados donde la mujer comparece como eje determinante, en alguno, y luchadora para el trato igualatorio, en otros:

1. MUJER NAZARENA (Cofrade, Camarera, Bordadora, Bancera, etc.)

“La mujer entiende por generosidad, principalmente, el molestarse por los demás, está dentro de su praxis femenina; el hombre, no molestar a los demás. Ahí, hay parte de ese peculiar feminismo que las hace solemnes en muchos ámbitos de la vida. Tal vez, aquí, sea uno de ellos.”

Mucho tiempo ha condicionado el papel de nuestras mujeres conquenses en esta Semana de Pasión. De siempre, la labor de Camarera, fundamental para el desarrollo procesional, ha sido un sello de identidad de muchas familias. Ejecutar las labores adecuadas, con ese toque especial y virtuoso que saben dar, en ese ámbito privilegiado del feminismo, ha creado la escuela del brillo, elegancia, solemnidad y virtuosismo de estas labores den-tro de cada una de las diferentes Cofradías Nazarenas.

Desde la aparición de las Cofradías, incluso en tiempos gre-miales, allá por el siglo XVI, la mujer empezó a ocupar ese lugar en la trastienda, encargada de aquellas labores de cuidado, lim-pieza, adorno, gastronomía y ropas.

Un tiempo más tarde, cuando los Gremios devocionaban hacia una imagen religiosa como patrón/a del mismo, la labor de la mujer pasó a ser la de conservación y cuidado de todo lo necesario para que el patrón o patrona de cada Cofradía estuvie-ra a punto en sus celebraciones.

La imaginería procesional de cada Hermandad y el desplie-gue de habilidades preciosistas que empiezan a ser importantes a partir del siglo XVIII, dará lugar y condicionará la labor de las Camareras, encargadas de preparar y acondicionar “con sus mejores galas” cada una de las imágenes que componen esa tra-dición secular y ancestral de nuestros pueblos y ciudades.

No solo la talla, no solo la orfebrería litúrgica y ornamental, no sólo las luces y la música, la cera y el incienso, los exornos florales y el acompañamiento penitencial, sino también, todo aquellos que da vida a la organización y cuidado, teniendo así

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cabida entre sus menesteres que, con amor y habilidad, prepara-ban y siguen preparando para el lucimiento.

Por eso, son muchas y, quizás, en la referencia uno peque por no poner a todas o a las que más merecen, pero perdonar si con ello cometo la falta, aunque no quisiera que algunas como representantes del resto, tuvieran por lo menos referencia: las re-cordadas Herminia Pardo, Mª Sol del Pozo y Virginia del Pozo, entre las que fieles a su tradición siguen con esa encomiable labor, Encarnación Sanchis, Leonor Nieto, Pilar Martínez, Mª Carmen Montero, Concepción Serrano, Beatriz Gómez o Mª Engracia Pastor, entre otras muchas.

Pero, entre esta labor, destaca por habilidad y destreza, el bordado, el rico y habilidoso bordado imaginero conquense. Para que las Camareras puedan preparar las imágenes, con ma-yor o menor lucimiento, tiene principal protagonismo, el bor-dado de sus vestimentas, con sus materiales, dibujos y diseños, deslumbrando y admirando al espectador, que embelesado con-templa el entramado de motivos, sin saber exactamente donde reposar su mirada, admirando la complejidad y la riqueza del trabajo decorativo bordado para tal fin. Ahí, una de nuestras sastras más queridas: Carmen Román García.

En Cuenca, ha habido larga tradición de grandes bordado-ras. Entre todas, habría que colocar sobremanera a Encarnación Román Checa, -la que desgraciadamente nos dejará en el 2008-. Maestra bordadora con premios en su haber y Artesana Textil con doctorado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fer-nando, ha sabido hacer más grande nuestra Semana Santa. Las

hermandades conquenses de Nuestra Señora de la Soledad de San Agustín, de la Soledad del Puente, de María Santísima de la Esperanza, de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Medinaceli, de San Juan Evangelista o del Santo Entierro con la Soledad, entre otras, saben bien de su arte con esas magníficas prendas de vestir, diseñadas y bordadas por esta gran mujer.

Habría que mencionar a otras manos, otros talleres, que han dejado y siguen haciéndolo, su arte del bordado, tal cual las Ma-dres Esclavas del Santísimo Sacramento (Las Blancas) o la Es-cuela Taller de bordado de San Julián, los talleres de Esperanza Elena Caro o de Patrocinio Soto Ferrer.

Entre todos una magnífico elenco de maravillas del borda-do, motivos vegetales, hojas de cardo, pámpanos de vid, flores de pétalos sencillos o pétalos reunidos, el bordado de realce y los festones de canutillo, los hilos de oro y plata, la pedrería, lentejuelas, deshilados sobre rasos, sedas, terciopelos, tules, etc., dan riqueza a la alta variedad que nuestros pasos imagineros acogen con solemnidad.

Artistas de la restauración o de la escultura, aunque menos abundantes ahí están, cuyo papel, cada vez más significativo, algunos quedan para la historia y otros, ahora proliferan en esos talleres encargados de la restauración de imágenes, de andas, de vestidos, de capas y mantones.

Como escultoras, quizás por recordar su vínculo a Sisante, Luisa la Roldana, aquella escultora madrileña que tuvo a bien esculpir el Jesús Nazareno que esta localidad alberga y que tiene la virtud de procesionar cada cien años.

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2. MUJER PREGONERA(Artista, poeta, narradora, periodista…)

“Hay dos maneras de difundir la luz: siendo la vela o siendo el espejo que la refleja”, esta frase de Edith Wharton,

nos induce al personalismo de cómo afrontar la vida en cada momento y en cada escena.

Un aspecto donde la mujer ha dado muestras especiales es, sin duda, en la creación literaria y artística. A la labor del borda-do como muestra de maravilloso arte y del que ya hemos hecho alusión, hay que añadir con letras mayúsculas, a las escritoras que han podido demostrar su devoción y amor a esta Semana de Pasión.

Cierto es que las puertas para poder dar a conocer su es-fuerzo creativo han tardado demasiado en abrirse, pero cierto es también como han sabido aprovechar ese momento y repre-sentar con dignidad y hechura su insigne aportación. Ahí, Leo-nor Culebras, Carmen Herráiz, Acacia Uceta, Aurora Garrote Armero, Elena Fernández de la Muela –como firme promesa- o Acacia Domínguez Uceta, en su gran labor de periodista.

Leonor Culebras nos habla de esta manera tan sutil: “Un pájaro de luz se ha posado en el último peldaño que nos lleva

hacia ti…Abre sus alas para ver si se ilumina la Noche más oscura y cruel de Tu Agonía… La luz de tulipa intermitente, frena el vaivén del

Paso entre las filas y se aureola con fervor mariano…” En ello, marca su devota compostura ante la Cruz desnuda de Jerusalen.

Carmen Herráiz, nos escribe bellas palabras en lo que ella titula Semana de Nazareno:

“Tumulto morado que embellece las calles de Cuenca. Ecos de años, en los que algunos que ya no están con nosotros, nos contaban su Sema-na Santa…Música de marchas. Un sonido que se acerca…pasos sutiles de horquillas en las piedras; ritmo que sube a golpes la calle empina-da…al Calvario y allí, después, silencio majestuoso.”

La joven Elena Fernández, desde el corazón de la adolescen-cia nos relata:

“Cuenca, lleva en el cuerpo y en el alma la Pasión y Muerte de Cristo, sentida hasta los huesos, en esas marchas procesionales, viejas y solemnes; en ese silencio contemplativo y sobrecogedor de las gentes. Cuenca, se hace templo y plegaria.”

Aurora Garrote, inmersa en su Semana Santa, la que tanto vive, nos cuenta tiempos pasados, aquellos felices años 20 de la Semana Santa en la Prensa, como esa fuente más fiel, del conocimiento del papel que juega esta tradición religiosa en la cultura conquense de principios de siglo. Ella, escribe y es-cribe de cada Paso cuando se le pide, pregona en otras tierras lejanas nuestra Pasión, asiente con su esfuerzo en esas Juntas Directivas y hace de su Cuenca, la más bella ciudad devota y sentida.

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Luego, qué decir de las dos únicas pregoneras que invadie-ron de amor y bella narrativa nuestro preludio. Cierto es, que desde 1945 tuvieron que pasar veinticuatro años para que una mujer, en este caso la poeta Acacia Uceta, nos pregonara; y casi otros tantos, para que Julia Sarro en 1991 volviera a ocupar el estrado del privilegio siendo mujer.

Acacia, cuando elegida fue para pregonar nuestra Semana Mayor y alegre por el compromiso como mujer por lo que ello representaba, dijo:

Yo supe que era mayo porque una mariposaentró por la ventana y escribió en torno míoun mensaje que hablaba de amor y de dulzura.después, como una ofrenda a mi humana grandeza,se consumió las alas en la vela encendida”“Cuenca que es una ciudad remansada en sí misma, contenida y

casi asfixiada en su grandeza, soberbia en su plenitud y humilde en su trato, desborda todas las esencias acumuladas durante el año en su Semana Mayor. Y hace una Semana Santa trasunto de su personali-dad: Una Semana humilde y soberbia, grandiosa y limitada al mismo tiempo. Una eclosión de valores reprimidos, de audacias latentes y de insospechados esfuerzos estalla en estos días para que Cuenca se abrace a su Redentor y viva con El y para El cada minuto de la Pasión.”

Cuando se escucha la voz de Julia Sarro, solo es posible un dulce silencio, como si acabara de pasar, volando claro, un án-gel. Así la describía el crítico Florencio Martínez Ruiz, porque, según él, Julia lleva en sí un discreto encanto de olvidada viole-ta, o de nota perdida de un acorde en su condición de esposa de Segundo Pastor.

Tengo celos de su forma que acaricias;Del cabello de sus cuerdas descentradas;del sonar con que enamora sus oídosal pulsarla;de su carne de maderatersa y suave…de pensar que quedarácuando me vaya…”

En su bello Pregón Julia Sarro nos habla poéticamente de su Cuenca y de su Semana Mayor. Nos lo hace en escritura com-pacta y a vuelo de verso suelto:

“Si, aquí esos días del Misterio Pascual-Pascua, significa paso, tránsito, esto es el del Señor de la Muerte a la vida, de la ignominia a la gloria: nuestra propia Redención; las personas y la Naturaleza misma, sienten la presencia activa de la Salvación. Todo está espiritualizado: la ciudad alta con sus montes - ¿cómo Gólgotas? El campo es aroma: sabina de fruto azulado, romero, tomillo, espliego, como mirra serra-na; y el cantueso que remata su esbelta varita con un penacho morado, como capuz de peregrino.”

Ved, por los predios del viento,paso a paso, la argamasa.El ala pasa y repasay no se explica el portento.¡Sin plumas y sin cimientocasas en vuelo…¡La cal se ha vuelto loca. El cristaldel río mira. Y las nubes.Rodeado de querubesDios en su alto barandal.”

Y la poética es cielo y tierra a la vez, luz y sombra desorbita-da, belleza a raudales, por eso Cuenca abre su caserío a la poesía y ahí la mujer es dueña y señora. Muchas, de ahora, nos recrean en versos de melancólica nostalgia y abren, tanto como pueden, su sentimiento a la Semana más grande que Cuenca ofrece. Ahí, la mujer tiene su gran protagonismo. Recitemos algunos de estos poemas:

(De mi libro los Rostros de la Pasión. Leer)Mujeres poetas que ha dedicado su alabanza a nuestra Se-

mana Santa:- Mª Dolores Prieto (Poema al rostro de la Magdalena transi-do por el dolor. Pág. 43)

- Elena Sáiz Sepúlveda (Poema a la Virgen de la Amargura. Pág. 59)

- Albana María Maeso Collada (Poema a la Soledad del Puente. Pág. 103)

- Leonor Culebras (Romance para una Soledad-de San Agus-tín. Pág. 123)

- Acacia Uceta (Día del Viernes Santo. Pág. 151)- Amparo Ruiz (Virgen del Amparo. Pág. 171)

3. MUJER DIRECTIVA Y ORGANIZADORA

Esta faceta ha sido la más costosa. Cierto es, que hay que remontarnos a la década de los 60 para empezar a ver como la mujer nazarena empieza a hacerse un hueco necesario dentro de nuestra Semana Mayor. Lo es desde el momento en que toma partido en sus desfiles, al ver que la ausencia de hombres pone en peligro las procesiones de siempre. Es por esos años, cuando algunas mujeres forman parte de las filas de determinadas her-mandades ejerciendo el papel de nazarenos/as.

Ya queda atrás aquel papel de la mujer, fuera del entramado de los desfiles, para dedicar su labor a preparar todo lo necesa-rio para poder procesionar: Las túnicas, los capuces, tulipas o las comidas necesarias, mientras el hombre, tanto adulto como joven, daba vida a las diferentes Cofradías en la preparación de los Pasos, en los banzos y el las filas, con todos los cargos y res-ponsabilidades que ello conlleva.

Ahora, en este último tercio del siglo pasado, la mujer queda totalmente integrada en el entramado organizativo de nuestra Semana de Pasión, formando parte de Juntas de Diputación de algunas de las Hermandades y como no podía ser menos, en la propia Junta de Cofradías.

En estos últimos años, la creación de la Asociación de Mu-jeres Cofrades de Cuenca ha dado un paso firme y decisivo para hacer patente el carácter reivindicativo de ellas, sirviendo de cauce para que muchas mujeres con fuertes raíces nazarenas puedan implicarse más y que con el tiempo, la igualdad entre sexos sea un auténtica realidad en todas y cada una de nuestras Hermandades.

Esta Asociación intenta fomentar la valoración de la mujer en la Semana Santa, no solo de Cuenca, sino de todas aquellas ciudades con fuerte tradición nazarena. Con la inflexión de su puesta en valor, han servido de potente eslabón para que la so-ciedad conquense sepa aceptar lo que es una realidad palpable y lo que, de una u otra manera, debe servir de equilibrio total en la igualdad de sexo como parte fundamental de la comunidad nazarena de Cuenca.

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Aquí, Lucía de la Osa y Loli Llandres abren telón, pero otras muchas le secundan en ayuda, ilusión, amor y devoción. Las Mujeres Cofrades de Cuenca nos hacen valer su Luz del Capuz, su Escuela Nazarena y sus Jornadas Espirituales, donde la Cul-tura hace profunda simbiosis con la fe en Cristo y su Pasión. Un ejemplo y una emoción. Aplaudamos, sin duda, esta magnífica y especial apuesta que Cuenca expresa.

A ellas dedico mi homenaje y mi alocución.

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Jesucristo es la manifestación de Amor más grande que Dios nos ha dado.

El Evangelio nos indica que: Jesús, pan vivo bajado del Cielo, tiene ahora otro desarrollo “El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.

Donde verdaderamente Jesús entregó su carne por la vida del mundo, fue sobre todo en la Cruz. Estas palabras apuntan tam-bién claramente a la Eucaristía, donde celebramos y participamos sacramentalmente de su entrega en la Cruz.

Nosotros cuando celebramos la Eucaristía, acogiendo la pa-labra y participando del Cuerpo y Sangre de Cristo, tenemos la suerte de que “vemos, venimos y creemos” en El, le reconocemos, y además sabemos que la Fe que tenemos en un Don de Dios, que es el que nos atrae.

Tenemos motivos para alegrarnos y sentir que estamos en el camino de la vida, ya que tenemos vida en nosotros, porque nos la comunica el mismo Cristo Jesús con su Palabra y con su Eucaris-

tía. La vida que consiguió para nosotros cuando entregó su carne en la Cruz por la salvación de todos y de la que quiso que en la Eu-caristía pudiéramos participar al celebrar el memorial de la Cruz.

El Sacramento expresa este vínculo de comunión, sea en la dimensión invisible que, en Cristo y por la acción del Espíritu Santo, nos une al Padre y entre nosotros, sea en la dimensión vi-sible, que implica la comunión en la Doctrina de los Apóstoles, en los Sacramentos y en el Orden Jerárquico. La íntima relación entre los elementos invisibles y visibles de la comunión eclesial, es constitutiva de la Iglesia como Sacramento de Salvación. Sólo en este contexto tiene lugar la celebración legítima de la Eucaristía y la verdadera participación en la misma. Por tanto, resulta una exigencia intrínseca a la Eucaristía que se celebre en la comunión y, concretamente, en la integridad de todos sus vínculos.

Precisamente en este sentido, el Catecismo de la Iglesia Cató-lica establece “Quién tiene conciencia de estar en pecado grave, debe recibir el Sacramento de la Reconciliación antes de acercarse

Meditación sobre el pecado y los sacramentos de

la reconciliación y eucaristíaPor Antonio Carrasco Huertas

Secretario de la Real y Venerable Hermandad de Nuestra Señora de la Luz

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a comulgar”. Deseo, por tanto reiterar que está vigente, y lo estará siempre en la Iglesia, la norma con la cual el Concilio de Trento ha concretado la severa exhortación del Apóstol Pablo “debe pre-ceder la confesión de los pecados, cuando uno es consciente de pecado mortal”.

La Eucaristía y la Penitencia son dos Sacramentos estrecha-mente vinculados entre sí. La Eucaristía, al hacer presente el Sa-crificio Redentor de la Cruz, perpetuándolo sacramentalmente, significa que de ella se deriva una exigencia continua de conver-sión, de respuesta personal a la exhortación que san Pablo dirigía a los cristianos de Corintio: En nombre de Cristo os suplicamos: ¡Reconciliaos con Dios! Así pues, si el cristiano tiene conciencia de un pecado grave está obligado a seguir el itinerario penitencial, mediante el Sacramento de la Reconciliación para acercarse a la plena participación en el Sacrificio Eucarístico.

La Eucaristía crea comunión y educa a la comunión. San Pa-blo escribía a los fieles de Corintio manifestando el gran contraste de sus divisiones en las asambleas eucarísticas con lo que estaban celebrando, la Cena del Señor.

Consecuentemente, el Apóstol les invitaba a reflexionar sobre la verdadera realidad de la Eucaristía con el fin de hacerles volver al Espíritu de comunión fraterna.

La Fe es la respuesta del hombre a la acción de Dios, la Fe es propia de las personas que peregrinan y su itinerario es camino de Fe, aunque nadie puede estar obligado a abrazar la Fe, aún siendo imprescindible para creer y para la salvación del ser humano, pero los cristianos hemos adquirido el compromiso de dar testimonio

de la Gracia de la Fe que hemos recibido de Dios, y este testimo-nio lo daremos en nuestra familia, en nuestro trabajo así como en cualquier entorno que podamos movernos, este testimonio debe-mos darlo de palabra y de obra.

No os pido decía Jesús, que hagáis más penitencia, más ayunos y rezos, ni que vengáis más al templo con vuestras ofrendas. Yo os pido un corazón nuevo porque os traigo un vino nuevo, que es alegría y gracia. Os pido que creáis, que tengáis la Fe de Abraham. Creed que Dios viene, que ya está aquí. Confiad en El. Es Padre, no juez. El os protege y es Pan bajado del Cielo (Eucaristía pan consagrado) y el que come de este pan vivirá para siempre ya que este pan es la carne de Cristo para la vida del mundo.

Por ello, Cristo es pan de vida en el sacramento de la Euca-ristía.

Jesús nos ha dado el ejemplo de una vida gastada por los de-más, de una vida hecha “Pan partido para el mundo”, como bien decía el lema del Congreso Eucarístico mundial celebrado hace algunos años en Lourdes.

La Eucaristía, es síntesis de la verdad del amor más grande y de la belleza de la Luz de Dios, comunicada a los hombres, posee un alto grado de fuerza de producir mundo: de crear y recrear la comunidad cristiana.

Este es el sentido del “Amor Fraterno” la producción de un “mundo” de significados existenciales tan hondos como la Euca-ristía no es para quedarse entre los muros de una Iglesia o Capilla, sino para abrirse proclamando la posibilidad de un mundo dife-rente, basado en el ser y no en el tener.

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La llama de Tu Amor está encendidaun cirio en cada esquina resplandeceCuenca, de cera virgen se enriquece

subiendo la calleja retorcida…

Con izado pábilo, suspendida,prende banzo y tulipa, que se ennoblece

esas andas de plata, donde crecela flor y el río -“La Pasión, la Vida”.-

Unas gotas de cera derretidavan marcando la ruta del Calvario,

cirios que entre las hoces serpenteancomo blancas palomas que aleteanmientras Cuenca refleja tu Sudario.

(A Jesús Nazareno)Cirios

Leonor Culebras

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Sombras se ciernen en tu capillaal despertar la mañana.Ángel oscuro te muestra

el amargo cáliz.Y tú, arrodillado, con rostrocomplaciente y humillado,

aguantas y soportas la ignominia.

Inmerso en dudas,pues grande es la exigencia

y te asalta la tentación de dejarlo,de huir, de salir corriendo

sin mirar atrás.¡Cobarde! Te dices

y destierras el vil pensamiento.

Regresas a tu soledad y sufrimiento,amarga hiel y cáliz imperturbable.

Pero permaneces impávido en la oscuridady por más que se eleve la mañana y la luz,

aguantas en tus sombras de dudasdeseando que pase el momento,

el día, las horas, los minutos.

Acaso, ¿es justo lo que quieres de mí?No sé lo que pretendes,

pero aquí me tienespostrado ante tu palabra

en las tinieblas de la mente.

Sé fuerte para aguantartanto sufrimiento,y sudarás, sudarás

sangre y dolorporque grande es la campaña,

campaña que te espera.

A nuestro padre Jesús Orando en el Huerto (De San Antón)

En una Mañana de Estío

Ricardo López Jaén

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Don. Fernando León Cordente Martínez nació en el pueblo de Molinos de Papel, un pequeño pueblecito a seis kilómetros de la capital y muy cerquita de la localidad de Palomera, el día 5 de Septiembre de 1945. Ambos pueblos en los que su tío, Don Fernando Martínez Castillo, atendía como sacerdote y que pese a su ceguera, no le impedía realizar con normalidad todas sus labo-res pastorales, dada la gran memoria e inteligencia que tenía.

De niño asiste a las escuelas del Panteón donde también vive, propiedad de los señores de la Cuba y Clemente. A los 12 años ingresa en el seminario menor Santiago Apóstol de Uclés, aunque no percibe beca de la Fundación instituida por Dña. Gregoria de la Cuba y Clemente, al contrario que muchos otros sacerdotes. Años más tarde pasa al Seminario Conciliar de San Julián de la capital conquense.

Canta Misa el día 1 de agosto de 1969, día de Santa Ana en la Capilla de las Esclavas del Santísimo (Las Blancas) de la Plaza Mayor.

El 12 de octubre de ese mismo año, día de la Virgen del Pilar, toma po-sesión de las parroquias de Cañaveruelas y Alcujate, donde permanecerá du-rante 27 años, celebrando aquí sus “Bodas de Plata” como sacerdote. Como regalo por este aniversario, el obispo Don José Guerra Campos delega en él para que pueda administrar la Confirmación, llevándolo a cabo el día de Nuestra Señora de la Asunción.

En la actualidad, continúa su labor pastoral en la localidad de Huete don-de lleva veinte años residiendo.

Ha sido consiliario de las hermandades de Jesús entrando en Jerusalén (la Borriquilla) y de la Santa Cena, y actualmente pertenece a numerosas hermandades de nuestra Semana Santa.

La primera pregunta se ha convertido en clásica: ¿Qué le vino a la mente cuando se enteró de que la Junta de Cofradías le iba a hacer un homenaje?

Lo primero sorpresa y segundo gratitud. Pues uno se siente muy reconfor-tado, aunque yo todo lo hago por amor a nuestra Semana Santa y a Cuenca, sin esperar ninguna recompensa. Aunque, como se suele decir en estos casos, a nadie le amarga un dulce. Pero, vamos, ante todo sorpresa y gratitud.

Como sabe, la idea partió de sus compañeros sacerdotes de la parroquia de El Salvador a propuesta de las hermandades allí establecidas, ¿esto le hace que para usted tenga un mayor significado?

Sí, claro que sí. Para mí tiene un significado muy especial porque implica la vinculación que tengo con esta Iglesia tan nazarena, de la que yo me siento como el vice párroco. Yo le tengo mucho cariño, ya que pertenezco a varias hermandades que tienen allí su sede eclesiástica. Sabía que los sacerdotes y los cofrades de esta parroquia me tenían mucho afecto, igual que yo a ellos, pero creo que este reconocimiento es mayor del que yo merezco. El que ha-yan organizado esto, dadas las muchísimas obligaciones que tienen, es muy significativo para mí.

Seguro que su tío sacerdote influyó para que usted siguiera sus mismos pasos, pero su vocación nazarena, ¿de quién y dónde le vino?

Sí, mi tío fue decisivo. Él hizo nacer y desarrollar en mí la fe sacerdotal. Un día siendo yo muy pequeño, lo acompañé a Palomera para decir Misa. En el camino, me dijo que si llegaba a ser sacerdote me regalaría su cáliz, que para él tenía mucho valor y es el que usó todos los días en la Parroquia.

Por Alfredo López Pérez

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Siempre hemos estado muy vinculados a la Semana Santa. Mi madre era maestra en Fuentes, donde vivíamos, y mi padre nos traía, a mi hermano y a mí, en bicicleta para no perdernos ningu-na procesión, sobre todo la de Jueves Santo y la del Santo Entierro.

Lo de salir presidiendo viene de cuando yo estaba en el semi-nario, una vez Don Pepe Arcas, vicario de la parroquia de El Sal-vador, me propuso la opción de salir revestido en las procesiones. Yo se lo comenté a mis padres y a estos les pareció un gran honor poder compartir la presidencia de nuestra Semana Santa. Y, desde entonces hasta ahora, estoy muy contento de poder seguir hacién-dolo hasta que las fuerzas me acompañen.

Según su opinión, ¿cree que los consiliarios de las hermandades están suficientemente integrados en las mismas, o debería haber más relación entre ambos?

Yo pienso que, en general, se deberían encarnar más en la Se-mana Santa, aunque hay honrosas excepciones. Pero en más de un caso se toma este hecho como una carga u obligación, y yo creo que, aparte de ser un elemento pastoral muy importante porque está muy arraigada a nuestras gentes, debe ser una coyuntura pas-toral muy buena para acercarnos a Cristo y más en este Año de la Fe, y llevar la cultura religiosa de la que tanto habló el Beato Juan Pablo II, aprovechando los elementos que tenemos de religiosidad, siendo la Semana Santa uno de ellos.

Don José Guerra Campos y yo compartíamos la frase del Evangelio: “No rompas la caña cascada y no apagues el pábilo vacilante”, por eso la religiosidad que hay en la Semana Santa no hay que apagarla, sino que vaya ardiendo cada vez más. Afortuna-damente se ha andado bastante terreno en este asunto.

Usted que conoce tan bien nuestra Semana Santa, ¿con cuál se quedaría: con la actual o con la de hace 50 años?

Me quedaría un poco con las dos, porque en las dos hay valo-res muy provechosos, aunque yo siempre me he distinguido por ser tradicional. Hay que aprovechar los elementos modernos que son muy valiosos, pero sin llegar a tirar todo lo antiguo por la borda, porque sería una imprudencia pastoral. Cogería lo mejor que cada época haya aportado. Pero puestos a elegir me quedaría con lo antiguo.

Como usted sabe, nuestra Semana Santa en los años 80 entró en decadencia, y fue gracias a la incorporación de la mujer cuando todo empezó a resurgir, ¿cuál es su opinión al respecto?

Muy favorable, porque yo he sido siempre un defensor de los valores de la mujer. Precisamente, esta mañana, aprovenchado el

evangelio de Jesús en las Bodas de Caná, lo he resaltado. Y pienso que la incorporación de la mujer en las filas de nuestra Semana Santa ha sido uno de los aciertos más importantes, incluso me atrevería a decir que el mayor de todos.

¿Qué le parece que su compañero José Javier Muñoz, ex delegado episcopal, sea el pregonero de este año?

La verdad es que es una tarea muy difícil, ya que llevamos unos años que hemos tenido excelentes pregoneros y cada año parecen superarse. José Javier es una persona con gran capacidad, que ha estado muchos años dentro de la Junta de Cofradías y que sabrá seguir manteniendo el listón muy alto. Creo que oiremos un gran pregón.

En tantos años como lleva participando en Semana Santa, ¿ha habido para usted alguna procesión realmente especial que le gusta-ría mencionar?

Sí, la verdad es que ha habido una muy alegre y otra muy triste. La alegre fue el año que celebré mis “Bodas de Plata” des-filando, fue para mí algo extraordinario que nunca olvidaré. Por el contrario, el año triste fue cuando se suspendió la procesión Camino del Calvario. Al llegar al Salvador y ver que la capilla del Jesús estaba cerrada con cadenas, me emocioné y no pude conte-ner las lágrimas.

Y para terminar la entrevista ¿cómo ve el futuro de nuestra Se-mana Santa?

Pues el futuro de nuestra Semana Santa dependerá de todos nosotros. Por parte del clero debemos aprovechar esta cultura re-ligiosa que aporta la celebración de la Semana Santa, y por parte de los nazarenos no podemos dejar de “arrimar el hombro al ban-zo”. Y ambos, juntos, tenemos que saber captar los elementos de los tiempos y, como decía en la entrevista que me hicieron con motivo de mis Bodas de Plata, la Iglesia en el Evangelio ha tenido respuesta para todos los tiempos, entonces, tenemos que buscar la que nos da para el siglo XXI. Y termino con los versos de Antonio Machado: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”. El camino de nuestra Semana Santa depende de todos nosotros y de nuestro comportamiento.

Muchas gracias Don Fernando por invitarme a su casa, Palacio Episcopal de Huete del siglo XVIII. Hoy 21 de enero de 2013, día de San Sebastián, a pesar del frío que hace en esta antigua sede de verano de obispos, la entrevista se ha desarrollado en un clima muy acogedor. Que Dios le dé salud para poder tenerle muchos años desfi-lando en nuestra Semana Santa.

Opinión

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El 20 de abril de 2012 fallecía Modesto Pérez del Moral. El hermano que llamó para avisarme sintió al otro lado del teléfono la emoción que la noticia hizo aflorar en mí, que ignoraba además el adverso y grave trance que su salud venía atravesando desde hacía unos días.

Ese día partía al cielo y terminaba su paso por este mundo, que comenzó casi noventa años atrás; y recordé…

Su padre, Francisco Pérez Aguilera, también carpintero, se ha-bía trasladado con la familia desde nuestra ciudad hasta la cerca-na localidad de Villalba de la Sierra, donde las obras del Salto le ofrecían trabajo. Allí nació Modesto, el menor de sus hijos, y allí falleció prematuramente cuando su pequeño contaba apenas once meses de edad.

Tras ello volvieron a Cuenca, primero a la calle Santo Domin-go, para residir después en el edificio en el que se abre la puerta de San Juan, donde abrieron su primer taller finalizada la guerra civil, tristísima contienda que les asestó también su trágica dentellada, al llevarse la vida de Gil Francisco, el segundo de los hermanos, mayor que nuestros protagonistas, con quien dieron sus primeros pasos en el noble oficio de la madera: Nemesio y Modesto, juntos desde entonces en el trabajo cuando ya lo estaban en su vida, muy unidos; como siempre los recordaremos.

Las primeras andas que salieron de su carpintería para nuestros desfiles, fueron las que en 1942 construyeron para Nuestra Señora de las Angustias, reemplazadas en la siguiente década por las ac-tuales, de Amancio Contreras. Después, en 1945, vinieron las del Sagrado Corazón de Jesús, y más adelante, y enumeradas según cro-nología procesional, las andas de Santa María Magdalena, Nuestro Padre Jesús de Medinaceli, las primeras de la Santa Cena de Octavio Vicent, El Prendimiento, las de Jesús en el Pretorio, San Pedro Após-tol, Nuestra Señora de la Amargura con San Juan Apóstol, las tres con las que sucesivamente desfiló el Santísimo Cristo de las Miseri-cordias desde 1958 hasta principios de los años noventa del pasado siglo, Oración del Huerto de San Antón, Jesús con la Caña, las pri-meras con las que salió en procesión el Paso de Jesús Caído y la Ve-rónica de Leonardo Martínez Bueno, Nuestro Padre Jesús Nazareno - del Puente -, que hoy son de Jesús de Medinaceli de Ocaña, bajo diseño de Luis Marco Pérez, al igual que las que portaban la Imagen de Nuestra Señora de la Soledad – del Puente – entre principios de los años cincuenta y mediados de los sesenta, las actuales de Jesús Caído y la Verónica del Viernes Santo, San Juan Evangelista, tam-bién trazadas por Marco Pérez, El Encuentro, las dos que ha tenido La Lanzada, Santísimo Cristo de la Luz, las de Cristo Descendido que desfiló en Cuenca hasta finales de los años ochenta, Jesús Re-sucitado y Nuestra Señora del Amparo. Igualmente, los pasos de la Exaltación y el Descendimiento han tenido andas de los hermanos Pérez del Moral, aunque hace tiempo que las sustituyeron.

En otros casos, reformaron, mejoraron o completaron las inicialmente construidas en otros talleres, cambiando la estruc-tura, o añadiendo molduras, tallas ornamentales o pies de faro-les, como hicieron en las del Santísimo Ecce-Homo de San Gil, Cristo de Marfil, Cristo de la Agonía, Nuestra Señora de la So-ledad y de la Cruz, en las primeras que tuvieron Jesús entrando en Jerusalén, el Nazareno del Puente de José Capuz, San Juan Evangelista de Marco Pérez, y Jesús Caído y la Verónica, o en las anteriores a las actuales de Nuestra Señora de la Amargura con San Juan Apóstol.

Fuera de nuestra ciudad, no podemos dejar de mencionar dos: la carroza que hicieron para el Yacente de Guadalajara, gemela de las andas de Jesús Resucitado de Cuenca, y la que porta cada año a San Sebastián por las calles de Villalba del Rey, realizada con el estilo y la magistral talla que tienen las de la hermandad de El Prendimiento.

Este apresurado repaso a la parte de su obra dedicada a los desfiles pasionales, encierra no sólo una prolífica y brillantísima producción, sino una rotunda capacidad para captar la persona-lidad de cada hermandad y la estética de su Imagen o Paso, adap-tando a ello el diseño de las andas, lo que da lugar a una rutilante riqueza estilística.

Pero no sólo fueron artistas procesionales. También es posible disfrutar de su obra en las iglesias de El Salvador, San Pedro, en la del convento de las Madres Justinianas, San Esteban o Nuestra Señora de la Paz, entre otras.

Yo fui uno de esos muchos niños conquenses que se esca-paban de su barrio, sobre todo en cuaresma, para curiosear por la puerta del taller de aquellos carpinteros que se nos antojaban como eran; pura bondad, siempre dispuestos a poner sabiduría e ilusión al servicio de la Semana Santa. En su ebanistería, que para nosotros era la de los sueños, surgían de la desnuda madera las más bellas andas, o sanaban desperfectos de las Imágenes que tallaran escultores, que en ellos encontraron expertas manos en las que confiar su obra.

Les recuerdo en las puestas en andas de El Salvador, revesti-dos con impecable mono, bajando con mimo la cruz de su Cristo Solera abajo, o ya dentro de la iglesia, trabajando sin descanso hasta que los Pasos quedaban colocados sobre sus bancos, espe-rando la luz del Viernes Santo.

Los años pasaron, y aquellos pequeños que buscaban en la puerta de su taller pedacitos de la esencia de nuestra Semana San-ta, se hicieron banceros, al tiempo que ellos se iban retirando calladamente, con la misma humilde discreción con la que tanto habían ayudado a reconstruir nuestros desfiles pasionales, más brillantes y hermosos de lo que nunca fueron antes de la terrible fractura de la contienda civil.

Por José Manuel Alarcón Sepúlveda

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