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CUENTO 3
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LA IMPORTANCIA DE CONFIAR EN NUESTROS PADRES
Se estaba incendiando un edificio de nueve pisos en el centro de una ciudad muy
importante. Las personas al enterarse de que el edificio estaba en llamas, rápida-
mente ellos salieron de sus apartamentos a excepción de un pequeño niño de siete
años de edad que dormía solo en el octavo piso, pues su papá había salido a
comprar y su mamá estaba de viaje debido al trabajo.
El pequeño niño entró en un gran pánico, ya que a sus cortos siete años nunca
había vivido una experiencia tan aterradora y mucho menos haber sido despertando
de manera tan violenta por los gritos y el sonido de las sirenas de los carros de la
compañía de bomberos.
La desesperación del pequeño niño aumentaba cada vez más ya que al buscar en
cada una de las habitaciones de su apartamento a su padre, este no se encontraba
y solamente le había dejado una pequeña nota diciendo que iba a comprar algunos
alimentos para que juntos puedan disfrutar del desayuno diario.
El fuego se extendía, el fuego iba saliendo piso por piso; los bomberos intentaban
apagarlo, pero sus esfuerzos eran inútiles ya que el lugar además de estrecho había
sido invadido por centenares de personas curiosas que rodeaban el edificio
esperando el desenlace del desastre.
El edificio estaba totalmente en llamas, que avanzaban cada vez más en forma
amenazante y es que estas llamaradas de fuego encontraban a su paso ese
alimento como cartones y papeles que hacían pensar que iba hacer muy complicado
terminar con ese desastre que solo dejaba dolor y desesperación en los
espectadores de tan grande desgracia, teniendo los bomberos que pedir refuerzos a
otras unidades de la ciudad, al ver la magnitud de ese cada vez más amenazante
incendio.
El drama aumentó cuando supieron que había un niño en el octavo piso y el fuego
iba ya por el quinto piso. De repente, aparece el padre del niño preocupado al ver
ese cuadro y fue tan grande la desesperación que vivió al saber que su pequeño tan
solo y desprotegido lanzaba gritos de terror y este padre ya más temeroso de lo que
le podía suceder a su pequeño, corre de forma vehemente intentando ingresar al
edificio, por lo que tiene que ser contenido por los bomberos y otras personas que le
hacen comprender que debe mantener la calma y así poder también darle ánimos a
su niño.
ORDOÑEZ JULCA, Yamelí del Carmen 6° grado de primaria
Los bomberos hacen un último intento, pero las escaleras no podía llegar hasta las
paredes del edificio por haber fuego en todas ellas, entonces se escucha llantos del
niño, gritando; ¡Papi!; ¡Tengo miedo!
El padre lo escucha y llorando le dice: ¡Hijo! No tengas miedo, yo estoy aquí, no
tengas miedo.
Pero el niño no lograba verlo. ¡Papi no te veo! Solo veo humo y fuego.
Pero el padre sabe que está ahí en la ventana, porque el fuego lo ilumina y logra
decir en voz alta. Yo sí te veo, hijo. Has lo que te digo. Tírate, que aquí te agarramos
todos los que estamos abajo. ¡Tírate!
El hijo le dice: Pero yo a ti, no te veo. El padre le contesta: ¿Sabes cómo lo vas
hacer?; cierra los ojos y lánzate.
El niño le dice: Papi no te veo, pero allá voy.
El niño se lanzó y lo rescataron. Entonces el padre lo abrazó y llora con él, ambos
muy contentos. El hijo comprende que aunque no vea al padre sus palabras son
suficientes para confiar en él.
ORDOÑEZ JULCA, Yamelí del Carmen 6° grado de primaria