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TALLER DE COMPOSICIÓN Tercer Ciclo – Primer Semestre 2015 Estudiante: DANIEL QUISPE CONDE COD: 10158-6 CUENTO: El NIÑO QUE NO QUERÍA MORIR Érase una vez, un niño huérfano y hambriento; en una estación de trenes del altiplano boliviano allá por la década de 1930. Se llamaba Antonio, pero todos le conocían como Antuco, el chico que ayudaba a los viajeros a llevar las maletas y cargar los bultos. Tenía alrededor de escasos 7 años, y era costumbre verlo trajinar en los andenes y pasillos de aquella populosa estación de ferrocarril. Era un lugar que a menudo se abarrotaba de viajeros de todas partes: comerciantes, soldados, campesinos y trabajadores del ferrocarril... Eran tiempos difíciles, y Antuco sobrevivía aquí, en esta estación del ferrocarril; solo, desprotegido, y casi siempre con el estómago vació. No tenía casa ni familia; y dormía en un vagón en desuso que estaba arrinconado en el depósito de maquinarias viejas de la estación. Antuco trabajaba desde muy temprano. Cuando los viajeros salían de los trenes, Antuco corría a ellos, les ofrecía su ayuda y con insistencia lograba tomar los equipajes, y aunque la mayoría de las bolsas y maletas eran pesadas, sus pequeñas manos y su débil espalda hacían el esfuerzo de cargarlos. Algunos, al verlo, se conmovían y exclamaban: ¡AhhPobre chico! Y le recompensaban con algunos centavos o con algo de pan, que casi siempre era insuficiente; pero no quedaba de otra. 1

Cuento_el Niño Que No Quería Morir

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TALLER DE COMPOSICIN Tercer Ciclo Primer Semestre 2015Estudiante: DANIEL QUISPE CONDE COD: 10158-6CUENTO:El NIO QUE NO QUERA MORIRrase una vez, un nio hurfano y hambriento; en una estacin de trenes del altiplano boliviano all por la dcada de 1930. Se llamaba Antonio, pero todos le conocan como Antuco, el chico que ayudaba a los viajeros a llevar las maletas y cargar los bultos. Tena alrededor de escasos 7 aos, y era costumbre verlo trajinar en los andenes y pasillos de aquella populosa estacin de ferrocarril. Era un lugar que a menudo se abarrotaba de viajeros de todas partes: comerciantes, soldados, campesinos y trabajadores del ferrocarril... Eran tiempos difciles, y Antuco sobreviva aqu, en esta estacin del ferrocarril; solo, desprotegido, y casi siempre con el estmago vaci. No tena casa ni familia; y dorma en un vagn en desuso que estaba arrinconado en el depsito de maquinarias viejas de la estacin.Antuco trabajaba desde muy temprano. Cuando los viajeros salan de los trenes, Antuco corra a ellos, les ofreca su ayuda y con insistencia lograba tomar los equipajes, y aunque la mayora de las bolsas y maletas eran pesadas, sus pequeas manos y su dbil espalda hacan el esfuerzo de cargarlos. Algunos, al verlo, se conmovan y exclamaban: AhhPobre chico! Y le recompensaban con algunos centavos o con algo de pan, que casi siempre era insuficiente; pero no quedaba de otra.Entre las migajas que reciba como pago haba pedazos de pan, algunos puados de tostado, de vez en cuando una fruta, y en el mejor de los casos algn resto de torta o pastel dulce. Antuco los reciba de buena gana y con gratitud, luego se iba a un lugar tranquilo, que l bien conoca, donde poda comer, descansar y recobrar el aliento.Otras veces, Antuco, aprovechando su corta edad y su baja estatura, se adentraba en los trenes de pasajeros , que hacan una parada para que los pasajeros puedan bajar a comer; y mientras ellos coman; Antuco aprovechaba para sentarse en aquellos suaves y cmodos asientos, y dejaba que su imaginacin volara hacia el futuro; y se vea a s mismo, como un pasajero de tren que viajaba a conocer otros destinos, lugares lejanos donde no tendra que sufrir tanto; y especialmente, donde no pueda pasar hambre. Un da, cuando azotaba el frio invierno del Altiplano; Antuco caminaba por la estacin, algo desanimado y triste. De pronto vio a un hombre que bajaba del vagn de pasajeros; era el tren que vena desde Villazn y que haca su parada momentnea. Antuco lo abord sin ms demora, y despus de saludarlo con amabilidad, le dijo que poda ayudarle a llevar su maleta. Este hombre, un viajero desconocido, pero de buenos sentimientos, se qued admirado ante la actitud y la labor del pequeo Antuco, y accedi a ir con l.Este viajero, aunque bien vestido, denotaba tristeza; tena la mirada perdida e interiormente estaba cargado de gran pesimismo. Rpidamente busc una banqueta cerca del andn y se sent abruptamente, estaba turbado y derrotado, como si estuviera cansado de vivir. Antuco se sent a su lado y advirtiendo la condicin de su acompaante le dijo: oiga caballero qu le sucede?... el viajero trat de reponerse, y como el sufriente que necesita desahogarse, le cont a Antuco los motivos de su gran tristeza y sobre todo le dijo que no tena una razn para seguir viviendo.Despus de esto el viajero mir a Antuco con gran inters y le pregunt: y t quin eres? Cuntame de ti. Antuco jams haba tenido una conversacin de sus problemas y necesidades, pero ante la sincera pregunta del viajero accedi a contarle los tristes captulos de su corta vida. Le cont que era hurfano, que viva en un viejo vagn, que tena que trabajar a esa corta edad para conseguir algo de comer, lo que fuera con tal de sobrevivir.El viajero qued grandemente conmovido y sucedi que se entristeci ms todava. Luego se puso a reflexionar negativamente y en voz alta. Reclamaba a Dios acerca del sufrimiento en el mundo, de por qu le tuvo que pasar a l, tambin se lamentaba del sufrimiento del pequeo Antuco. Y al final se sus lamentos cargados de pesimismo dijo: -creo que lo mejor para nosotros sera la muerte, en esta vida sufrimos demasiado. Y mirando a Antuco le repiti las mimas palabras: Acaso no sera mejor, tambin para ti, la muerte?Antuco algo asustado guard silencio por un momento; y despus de razonar en su mente frgil e inocente de un nio de 7 aos, le respondi al viajero, y le dijo: sabe caballero, realmente yo he sufrido mucho, pero aun as, no quisiera morir! sabe por qu? El viajero abri los ojos en seal de reciprocidad y lo mir ms atentamente. Antuco prosigu y dijo: yo no quiero morir hasta primero haber comido un segundo entero (se refera a un plato de comida especial) completo y solo para l.Tan lamentable haba sido la vida de este pequeo que nunca haba podido comer un plato convencional, de esos que se venden en los comedores. Todo lo que haba comido hasta entonces eran, sobras, restos de comidas, mitades pero nunca un plato entero solo para l. El viajero qued estupefacto, de pronto se le pas la pena y le pareci gracioso lo que acababa de escuchar, aunque saba que era realmente cierto.Haba muchas cosas para comer en aquel lugar, y luego de una mirada rpida el viajero decidi por una opcin, porque el tiempo de parada de su tren era corto. Entonces el viajero le dijo: -sabes hijo, no me gusta comer solo, que te parece si me acompaas a comer, yo te invito. Antuco no poda creerlo; jams haba tenido una invitacin as, y jams se haba sentado a comer oficialmente en una mesa y que le sirvieran un plato solo para l. La idea le pareci fabulosa y rpidamente acept.Ambos entraron a comer, cambiaron el tema de la conversacin a temas del porvenir con esperanza y nuevos propsitos; se hicieron grandes amigos. El viajero invit a Antuco a proseguir el viaje, juntos. Desde ese da el viajero aprendi a valorar la vida y antuco encontr un padre que lo acogi. Ambos prosiguieron el viaje, Y vivieron felices

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