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LARGO,FUERTE Y OJOS DE LINCE (Cuento Checo) Érase un viejo rey de un lejano País, que tenía solo un hijo, a quien amaba sobre todas las cosas. Una vez, considerando que era tiempo de pensar en el futuro, le dijo: —Me estoy haciendo viejo, hijo mío; pronto llegará el día en que no podré contemplar las flores, ni los arboles, ni sentir el cálido beso del sol. Pero antes de morir, quisiera verte felizmente casado con una buena esposa, para que nuestro amado país tenga un rey y una reina cuando yo muera. —¡Ah!, padre mío —contestó el príncipe —, no habléis de cosas tristes, pues espero que aun viviréis muchos años. Es claro que quiero casarme, pero no he encontrado todavía a la princesa que yo pueda amar. —Coge esta llave de oro —dijo entonces el rey—, y sube a la torre más alta del castillo. Mira cuidadosamente todo lo que hay arriba, y regresa a decirme que es lo que más te ha gustado. Tomó el príncipe la llave y subió por una escalera de caracol hasta la parte más alta del castillo. Vio ahí una puerta cerrada y, abriéndola, se encontró en un enorme salón cuyo techo azul se veía salpicado de doradas estrellas, y cuyo piso estaba cubierto con un tapete verde, tan suave como la más fina alfombra. Doce ventanas con marcos dorados dejaban entrar los rayos del sol a través de sus vidrieras de colores; en todas aparecía el retrato de una joven, más hermosa cada una que la anterior. Al contemplarlas, parecía que levantaban los ojos y le sonreían, y el príncipe casi esperaba que le dirigieran la palabra. Al llegar a la última ventana, vio que estaba cubierta por una cortina. Retiró la seda blanca, y contempló el retrato de una princesa tan hermosa como el día, y, sin embargo, tan triste como la noche, ataviada con una túnica blanca, y luciendo un cinto de plata y una corona de perlas. El príncipe se quedó extasiado y, sintiendo que la piedad por la tristeza de la joven, se convertía en amor, exclamó: ¡Será mi esposa, si es que existe, pues no podre amar a ninguna otra! Al pronunciar estas palabras, pareció que la princesa se sonrojaba y le sonreía dulcemente, y los otros retratos se desvanecieron, quedando solamente las once ventanas con vidrios de colores. Bajó el príncipe y refirió a su padre lo que había visto, y la elección que había hecho.

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LARGO,FUERTE Y OJOS DE LINCE(Cuento Checo)rase un viejo rey de un lejano Pas, que tena solo un hijo, a quien amaba sobre todas las cosas. Una vez, considerando que era tiempo de pensar en el futuro, le dijo:Me estoy haciendo viejo, hijo mo; pronto llegar el da en que no podr contemplar las flores, ni los arboles, ni sentir el clido beso del sol. Pero antes de morir, quisiera verte felizmente casado con una buena esposa, para que nuestro amado pas tenga un rey y una reina cuando yo muera.Ah!, padre mo contest el prncipe , no hablis de cosas tristes, pues espero que aun viviris muchos aos. Es claro que quiero casarme, pero no he encontrado todava a la princesa que yo pueda amar.Coge esta llave de oro dijo entonces el rey, y sube a la torre ms alta del castillo. Mira cuidadosamente todo lo que hay arriba, y regresa a decirme que es lo que ms te ha gustado.Tom el prncipe la llave y subi por una escalera de caracol hasta la parte ms alta del castillo. Vio ah una puerta cerrada y, abrindola, se encontr en un enorme saln cuyo techo azul se vea salpicado de doradas estrellas, y cuyo piso estaba cubierto con un tapete verde, tan suave como la ms fina alfombra. Doce ventanas con marcos dorados dejaban entrar los rayos del sol a travs de sus vidrieras de colores; en todas apareca el retrato de una joven, ms hermosa cada una que la anterior. Al contemplarlas, pareca que levantaban los ojos y le sonrean, y el prncipe casi esperaba que le dirigieran la palabra.Al llegar a la ltima ventana, vio que estaba cubierta por una cortina. Retir la seda blanca, y contempl el retrato de una princesa tan hermosa como el da, y, sin embargo, tan triste como la noche, ataviada con una tnica blanca, y luciendo un cinto de plata y una corona de perlas.El prncipe se qued extasiado y, sintiendo que la piedad por la tristeza de la joven, se converta en amor, exclam:Ser mi esposa, si es que existe, pues no podre amar a ninguna otra!Al pronunciar estas palabras, pareci que la princesa se sonrojaba y le sonrea dulcemente, y los otros retratos se desvanecieron, quedando solamente las once ventanas con vidrios de colores.Baj el prncipe y refiri a su padre lo que haba visto, y la eleccin que haba hecho.Desgraciadamente suspir el anciano rey, no deberas haber visto lo que estaba cubierto, pues te amenaza un gran peligro. Esa princesa es la prisionera de un brujo malvado que vive en el Castillo de Hierro.Muchos prncipes han tratado de rescatarla, pero ninguno ha regresado. Sin embargo, como has dado tu palabra, no puedes volverte atrs. Ve, hijo mo; regresa sano y salvo.El prncipe dio un beso de despedida a su padre, mont en su caballo y sali en busca de la princesa. Camin y camin, hasta que lleg a un sombro bosque. Penetr en l, pero era tan extenso e intrincado, que pronto se encontr perdido y no haca sino dar vueltas alrededor del mismo punto, temiendo no encontrar nunca la salida.De pronto, escuch una voz que lo llamaba: 0ye! Detente un momento!Se volvi el prncipe y contempl al hombremsalto del mundo, que corra hacia l.Tmame a tu servicio dijo la extraa figura al acercarse, y no te arrepentirs.Quin eres? pregunt el prncipe, y,sobretodo, qu sabes hacer?Me llamo Largo fue la respuesta, y hago honor a mi nombre. Te gustara tener el nido que est en la copa de aquel pino? aadi sealando al rbol ms cercano. Fcil!

LA BELLA DURMIENTE DEL BOSQUE(Cuento Francs) Haba una vez un rey y una reina que vivan sumidos en la ms honda tristeza, pues no tenan hijos. Pero, por fin, despus de aos de rogar al cielo, les fue concedida una nia, y el reino entero lo celebr con enorme alegra.El da del bautizo, el rey dio una fiesta maravillosa, e invit a siete hadas que por aquel entonces vivan en sus dominios, esperando que cada una concediera a la princesita un don especial, como ha sido siempre la costumbre de las hadas. Y mand poner, en la mesa, en el lugar de cada una de las hadas, un hermoso estuche de oro que contena un cuchillo, un tenedor y una cuchara del mismo metal, pero guarnecidos de brillantes y piedras preciosas.Las hadas mismas admiraban tan esplndido regalo y disfrutaban del banquete, cuando, inesperadamente, se abri la puerta del saln comedor, y entr un hada muy vieja, que no haba sido invitada. Haca cincuenta aos que no se la vea por los alrededores, y como seguramente haba permanecido encerrada en su torre del bosque durante ese tiempo, todo el mundo la crea muerta o encantada.El rey orden en el acto un lugar para ella, pero no pudo obsequiarle un estuche de oro, como a las otras hadas, pues solamente haba mandado hacer siete. La vieja hada estaba furiosa; anunci que el rey pagara caro el insulto, y amenaz entre dientes a la princesita.Al escucharla, el hada ms joven se retir silenciosamente de la mesa y se ocult cerca de la cuna de la recin nacida. Deseaba ser ella la ltima en conceder su regalo de bautizo, pues tema que el hada vieja, enojada como estaba, intentara vengarse, y ella podra, tal vez, contrarrestar en parte cualquier amenaza.Al terminar de comer, las hadas rodearon la cuna para conceder sus dones a la recin nacida. La primera, le anunci que llegara a ser la princesa ms hermosa del mundo; la siguiente, que tendra el ingenio de un ngel; la tercera, que todo lo que hiciera, lo hara con gracia inigualable; la cuarta, que bailara divinamente; la quinta, que cantara como un ruiseor; y la sexta, que tocara instrumentos musicales, con toda perfeccin.Llegle el turno al hada vieja. Se inclin sobre la cuna, y con la cabeza temblorosa, tanto por el despecho, como por la edad, predijo con voz chillona:

LOS TRES PRNCIPES(Cuento Lituano)Haba una vez tres prncipes, que al quedar solos con su hermanastra, se dirigieron a la regin de los grandes bosques en busca de fortuna.Estuvieron cazando; y un da vieron a una hermosa loba de piel'gris plata, que deambulaba por el bosque con sus tres cras. Tendieron inmediatamente sus arcos para matarlos, pero la loba les suplico:No tiris y os dar uno de mis lobeznos a cada uno. Con el tiempo, veris que ganasteis un fiel amigo gracias a vuestra buena accin.Los prncipes, que eran de corazn bondadoso, accedieron a la splica de la loba y prosiguieron su camino con tres pequeos lobeznos trotando a sus espaldas.A los pocos das, encontraron una zorra roja que jugueteaba con sus tres cachorrillos. Se dispusieron a matarlos, pero la zorra suplic:No tiris y os dar uno de mis cachorros a cada uno. No os arrepentiris, pues habris ganado un fiel amigo por vuestra buena accin.Accedieron los prncipes y continuaron su camino, seguidos cada uno, esta vez, de un lobezno gris plata y de un zorrito rojo.Habran pasado dos o tres das, cuando se cruzaron con una dorada y hermosa leona que vigilaba a sus tres cachorrillos. Volvieron los jvenes a preparar sus flechas, pero la Leona les rogo:No tiris v os dar uno de mis leoncitos a cada uno. Ms tarde veris que amigos tan buenos v fieles pueden ser mis cachorros.Accedieron los prncipes a los ruegos de la leona madre y siguieron su vagabundeo por el bosque, seguidos de los lobeznos de piel plateada, de los zorritos rojos y de los dorados leoncillos.Al caer el sol, llegaron a un punto de donde partan tres diferentes caminos, y en donde creca un abedul.El mayor de los hermanos tom una flecha, y lanzandola al rbol, propuso:Tiremos una flecha cada uno y busquemos nuestra fortuna por diferentes caminos. Cuando alguno de los tres regrese a este lugar, deber buscar las flechas clavadas en el rbol; si ve que brota leche de alguna de ellas, sabr que el que la tiro vive aun y est bien. Pero si ve sangre, sabr que est muerto o en gravsimo peligro.Dispararon tres flechas, y volvindose a su hermanastra, le preguntaron:Con cual de nosotros quieres marchar?Con el mayor contest la joven sin titubear. Alejronse, pues, los hermanos en tres direcciones, y la mozuela sigui al mayor. Detrs de cada prncipe,

Pero las cabras se atravesaban constantemente en su camino, y decidi sacarlas de la cueva. Quit la enorme piedra y se acurruc a la entrada, tocando y palpando cada cabra que sala, para asegurarse de que los lapones no se escapaban entre ellas. Viendo lo que haca el gigante, cogieron aqullos inmediatamente a cuatro de las cabras ms grandes, las mataron y se cubrieron con sus pieles. Cogiendo despus la mayor cantidad de oro y plata que pudieron, se mezclaron con los otros animales y se escurrieron en cuatro patas, sin que el gigante sospechara el engao de que estaba siendo vctima.En el momento de salir el ltimo lapn, el gigante lo detuvo, y acaricindole el lomo, le dijo, creyendo que hablaba con una de sus cabras:Pobrecitas de vosotras, tendris que errar solas por los campos, pues habis perdido a vuestro amo.Yempujndolo para que se reuniera con las otras cabras, cerr la entrada de la cueva y grit:Ahora, seor Don Nadie, t y tus amigos estis atrapados! Veremos quin es ms listo.Pero el lapn no iba a darle el gusto de creer que los haba vencido, y tan pronto como se quit de encima la piel, se levant y exclam:Pues no eres t el ms listo, seor gigante! Mis amigos y yo estamos ac afuera, y con una buena parte de tu tesoro.El gigante se qued pensando un largo rato, y saliendo de la cueva dijo, por fin:Bien, seor Don Nadie, tengo que admitir que eres t el ms listo, y para que veas que no te guardo rencor, pues admiro a un ladrn hbil, te regalo este anillo; salo para que te acuerdes de mi.Y quitndose un hermoso anillo de oro que tenia puesto, lo arroj en la direccin en que haba escuchado la voz.Lo recogi el lapn y se lo puso. Paro era un anillo mgico que empez a gritar :Aqu estoy! Aqu estoy!"El lapn quiso quitarse el anillo, cuando vio que el gigante ciego segua a la voz; pero no pudo hacerlo por ms que trat, y entonces se alej, corriendo, con el gigante pisndole los talones.Desesperado, sac su navaja y se cort el dedo en donde tena el anillo, arrojndolo a una profunda barranca. Todava le llegaba el grito:"Aqu estoy!iAqu estoy!"El gigante se abalanz tras la voz, muy' de cabeza hasta el fondo de la barranca y all terminaron sus das.

EL NUNG-GUAMA

(Cuento Chino)Iba una pobre viuda, desde la ciudad, a visitar a sus venerables padres, llevndoles unos pastelillos que les haba preparado, cuando, de un grupo de bambes, salto justamente frente a ella, un Nung-Guama.iHeuch, heuch! aullo el Nung-Guama.La pobre mujer cay de rodillas, temblando de terror. Prefera que la devorara un tigre, o un dragn, o aun una serpiente, pero no un Nung-Guama; pues los Nung-Guamas son feroces carnvoros, y su plato favorito es la carne humana. Dame esos deliciosos pastelillos! rugi el NungGuama.No es posible describir la voz de un Nung-Guama, pues solamente el que la ha escuchado sabe cuan horrible es.No puedo sollozo la viuda. Son para mis venerables padres.Entonces te comer a ti gru el Nung-Guama. Ir a tu casa esta noche, te destrozare con mis garras, y te masticare a conciencia con mis enormes dientes. Heuch, heuch!La viuda dio un alarido y escondi el rostro. Cuando lo levant de nuevo, el Nung-Guama haba desaparecido; pero ella segua encogida en el suelo, temblando y chillando.Poco despus, pas un buhonero con su mercanca sobre la espalda.Honorable seora le dijo, por qu tiemblas y lloras?He visto un Nung-Guama contest la viuda sollozando, vendr esta noche a mi casa a despedazarme cruelmente y a devorarme.Ests segura de que era un Nung-Guama? pregunt el buhonero. Dime cmo era.Por supuesto que era un Nung-Guama! Exclam la viuda. Su cuerpo era como el de un toro, y su cabeza como un jarro de vino. Sus patas eran grandes y gelatinosas. Pude escuchar el ruido que hacan al caminar, flap-flap, flap-flap... Su piel era sucia, y las garras horriblemente grandes, con enormes uas.No hay duda de que era un Nung-Guama, y los Nung-Guamas son carnvoros dijo pensativo el buhonero. No puedo ayudarte, pero te regalare este paquete de agujas. Clvalas en tu puerta y tal vez el Nung- Guama se ensarte en ellas.Y diciendo esto, recogi su carga y sigui su camino.Pero la viuda segua tirada en el suelo, sollozando y gritando.Al poco rato, pas un campesino con una carretilla de majada para sus campos.Honorable seora le dijo, por qu lloras y gritas?He visto un Nung-Guama solloz la mujer, vendr esta noche a despedazarme y devorarme como solo ellos lo hacen.Cuando la viuda convenci al campesino de que si haba visto un Nung-Guama, djole aquel:Sin duda que fue un Nung-Guama lo que viste, y en verdad son carnvoros. No puedo ayudarte, pero aqu tienes un poco de estircol. Extindelo sobre tu puerta, y tal vez cuando el Nung-Guama se ensucie con el, se vaya.Y se fue el campesino a sus campos.Pero la viuda segua tirada en el suelo, sollozando y gritando.Poco despus, pas un vendedor de serpientes. Honorable seora le dijo, por qu sollozas y gritas?He visto un Nung-Guama contest llorando la viuda, vendr esta noche a despedazarme y devorarme como solo ellos lo hacen.Cuando la viuda convenci al vendedor de serpientes de que efectivamente haba sido un Nung-Guama lo que haba visto, djole aquel:Es verdad lo que has dicho; y, ciertamente, losNung-Guamas son carnvoros. No puedo salvarte, pero te dejo dos serpientes venenosas. Colcalas en tu palangana; si el Nung-Guama quiere lavarse las manos, las serpientes lo picarn, y tal vez se vaya.Y despus de recoger sus animales, el hombre sigui su camino.Pero la viuda segua tirada, temblando y llorando. A poco, pas un pescador con algunos pescados.Honorable seora le dijo, que haces aqu temblando v llorando?He visto un Nung-Guama explic la viuda sollozando, vendr esta noche a despedazarme y devorarme con su crueldad acostumbrada.Tan luego como la viuda demostr al pescador que realmente haba visto un Nung-Guama, oy que el hombre le deca:Es cierto que has visto un Nung-Guama, y los Nung-Guamas son carnvoros. No puedo protegerte, pero toma estos dos peces. No los guises, pues no te serviran; pero mtelos en la olla, tal vez el Nung-Guama, al sentirse picado por las serpientes, quiera lavarse sus heridas en el agua tibia de la olla, y entonces estos pescados le clavaran sus dientes, y el Nung-Guama puede enojarse tanto que tal vez se vaya corriendo a su casa.El pescador cargo su red, y sigue su camino.Pero la viuda continuaba encogida, gimiendo y sollozando.No tard en pasar un vendedor de huevos, anunciando su mercanca:; Huevos...!'Vendo huevos famosos por su probada antigedad! Honorable seora dijo, al ver a la viuda,por qu gimes y sollozas?He visto un Nung-Guama balbuce la mujer, vendr esta noche a despedazarme y devorarme en la forma cruel en que acostumbran hacerlo.Y empez la viuda a explicarle lo que haba visto.Sin duda que fue un Nung-Guama lo que viste, y sin duda que les gusta la carne le respondi el vendedor de huevos. No puedo salvarte, pero te regalare estos huevos; colcalos en los rescoldos de tu chimenea. Cuando el Nung-Guama haya sido mordido por los peces y las serpientes, empezarn a sangrar sus dedos, y el mejor alivio para eso es meterlos en ceniza suave y tibia. Si el Nung-Guama lo hace, los huevos deprobada antigedad reventarn en su cara, y su inaguantable hedor har que se aleje.Diciendo esto, el vendedor de huevos recogi con sumo cuidado el resto de su carga, y sigui su camino.A los cuantos minutos, pas, finalmente, un abastecedor de piedras de molino, caminando con dificultad bajo un ejemplar perfecto de su mercanca.Honorable seora le dijo, por que te hallas tan abatida y exhausta que no derramas ni una lagrima?He visto un Nung-Guama contest la viuda con voz ronca y cansada, vendr esta noche a hacerme pedazos y devorarme con la crueldad que los caracteriza.Tan pronto como la viuda le demostr6 que era en verdad un Nung-Guama lo que haba visto, el abastecedor de piedras de molino le dijo:Indudablemente fue un Nung-Guama lo que viste, e indudablemente se alimentan de carne. No puedo socorrerte; pero acepta este regalo. Es una piedra de molino, de enorme peso y excelente calidad. Culgala junto a tu cama. Tan pronto como el Nung-Guama se coloque bajo la piedra, corta la cuerda que la sostiene, y caer con fuerza sobre el despreciable crneo de la bestia. Te dejo, adems, esta barra de hierro, para que le des el golpe de gracia en caso de que haga falta.El hombre regres a su casa por otra piedra, y al acercarse la noche, la viuda recogi todos sus regalos.Pero antes, rendida por tantas emociones, se comi los pastelillos, olvidndose por completo de sus deberes para con sus venerables padres. Consigui despus varios cargadores para que la ayudaran a llevarse todo, y se dirigi a su hogar.Estaba segura que sera cruelmente devorada por el Nung-Guama; sin embargo, coloc los regalos exactamente como le haban dicho que lo hiciera.Era ya completamente de noche cuando termin de hacerlo; y quitndose sus ropas se meti en la cama.De pronto, en la mitad de la noche, se despert asustada al or un flap-flap, flap-flap, que se acercabamas y mas!...Escuch despus un horrible "ilieuch, heuch!", y la voz del Nung-Guama que aullaba:Abre la puerta, apetitosa viuda!Quiero despedazarte...! Quiero comerte...! Quiero devorarte...!Abre la puerta tu mismo, y entra, honorable NungGuama respondi la viuda fingiendo serenidad, pues ya estoy acostada.Rabioso, empuj la puerta el Nung-Guama, y al instante se oyeron sus horribles rugidos, pues las agujas se le haban clavado en las garras, y el estircol lo haba llenado de mugre.Ah, cuanta espina y cuanta suciedad...! Me las pagars. .. ! Ah, qu bien, aqu hay agua para lavarme las manos...!Ay, ay...!Me han picado unas serpientes. .. ! En qu antro me he metido. . . ? Ay, ay! Me han mordido unos tiburones...! Estoy desangrndome... ! Vaya! Cenizas tibias para detener la sangre! Heuch, heuch ... ! Me han echado bombas en los ojos. . . ! Oh. . . ! Destrozar a esta viuda, la cortar en pedazos y los masticar uno a uno! Dnde te has metido, criatura abominable?Y volvi a escucharse el flap-flap, flap-flap.Al llegar el animal cerca de la cama, cort la viuda la cuerda que sostena la piedra de molino, la cual cay, aplastando la cabeza del Nung-Guama como si fuera un huevo de probada antigedad. Salt la mujer inmediatamente de la cama, y lo remat golpendolo con la barra de hierro, por si acasoTranquila, por fin, se meti en la cama, y se durmi profundamente.Al da siguiente, la casa estaba hecha un verdadero desbarajuste. Quit la viuda la piel al Nung-Guama y vendi su esqueleto por tan buen precio, que pudo pagar todas sus deudas; y todava le qued una pequea cantidad. Y le qued tambin la piel del Nung-Guama que, despus de haber sido lavada y arreglada, le sirvi para mantenerla calentita en su cama, por el resto de sus das.

EL NIO Y LOS LOBOS(Cuento Piel Roja)HABA una vez un guerrero piel roja, sencillo y generoso, y ms dado a amar que a odiar, quien, cansado de las crueldades de su tribu y de la mezquindad y dureza de corazn de sus amigos, decidi alejarse de ellos.As que se adentr en el bosque con su mujer y sus hijos, abri un claro en las orillas de un tranquilo arroyuelo, y construy all su choza al estilo indio. Durante muchos aos vivi feliz en su nuevo hogar, del que se alejaba nicamente para cazar animales salvajes cuya carne les serva de alimento, y cuyas pieles usaban para cubrirse durante los crudos inviernos.Lleg, sin embargo, el momento en que el guerrero enferm, y adivinando que iba a morir, llam a su mujer y a sus tres hijos.Voy a dejaros les dijo, para ir en busca de las regiones de la Cacera Feliz. T, esposa ma, compaera de mi vida, me seguirs antes de muchas lunas. Pero vosotros, hijos mos, sois jvenes y tenis vuestras vidas por delante. En el curso de ellas, tropezaris con la maldad y el egosmo, de los cuales hu para disfrutar de paz en estos bosques. Mi corazn se sentir tranquilo si me prometis amaros siempre y no abandonar a vuestro hermano menor.Nunca! le respondieron, levantando la mano en seal de promesa solemne.Al escuchar esto, el piel roja, tranquilizado, dej caer la cabeza, y su espritu vol en busca de las regiones de la Cacera Feliz.Antes de la octava luna, tal como lo haba anunciado, su mujer lo sigui, dejando solos a los tres hijos. Pero antes de morir, volvi a suplicar a los dos mayores que no abandonaran a su hermano menor, pues era demasiado pequeo y no podra bastarse a s mismo.Nunca! prometieron; y tambin ella se alej tranquila a reunirse con su esposo.Mientras la nieve cubri la tierra y el viento helado aull entre los pinos con ms fuerza que los lobos, cumplieron los muchachos su promesa y cuidaron de su hermano menor con gran ternura y cario.Pero cuando lleg la primavera y los primeros brotes de hierba asomaron sobre la tierra, el mayor de los tres hermanos, que era ya mozo, sinti que su corazn se inquietaba, y un gran deseo se apoder de l por conocer las gentes de la tribu de su padre y unirse a ellas en sus danzas guerreras.Comunic estos pensamientos a su hermana, quien le respondi:Querido hermano, no me extraa que desees mezclarte con los jvenes guerreros, ya que aqu nunca vemos a ninguno de nuestros semejantes. Pero temo que si buscamos satisfacer nuestros propios deseos, abandonaremos a nuestro hermano pequeo y olvidaremos nuestra promesa.El joven no quiso escucharla. Por el contrario, recogi su arco y sus flechas, se cubri con su manta, y una madrugada se alej por el bosque. Lleg el verano, y pas; cay la nieve una vez ms, y desapareci, pero nada volvieron a saber del hermano ausente.Con el correr del tiempo, el corazn de la hermana empez igualmente a tornarse frio y egosta. Consideraba al pequeo como una carga y un obstculo cruel que le impeda dirigirse a la aldea india donde los jvenes guerreros bailaban alrededor del Ttem, mientras las jovencitas los aplaudan.Y un da le dijo al nio:Aqu tienes comida que ser suficiente hasta la prxima luna. No te alejes de la choza. Yo voy a buscar a nuestro hermano, que se ha perdido, y cuando lo encuentre, regresare con l.Recogi su manta, tom su hacha y camin a travs del obscuro bosque hasta llegar a la aldea, en donde inmediatamente se enter de que su hermano viva all con su joven esposa y era ya un guerrero notable. Al saber esto, no tuvo prisa alguna por volver a la choza solitaria, y cuando otro joven guerrero la escogi por esposa, pens nicamente en l, y olvid por completo a su hermano pequeo, abandonado en el bosque.Este, mientras tanto, segua viviendo completamente solo. Al principio todo march bien, pues al terminarse la comida que su hermana le haba dejado, pudo salir al bosque y alimentarse de bellotas y races.Lentamente desapareci as el verano, y cuando el viento empez de nuevo a soplar entre los pinos, al mismo tiempo que los lobos aullaban, y volvi la nieve a caer, Sintise el pequeo en el ms terrible desamparo. Por las noches se acurrucaba en la choza o se esconda entre los rboles, aventurndose a salir nicamente durante el da, a recoger las migajas que los lobos dejaran.Poco despus, vindose tan solo, sin ninguna compaa humana, empez a hacerse amigo de los lobos. Cuando escuchaba su salvaje cacera en el bosque, los segua para estar cerca a la hora en que la presa mora. Y mientras los lobos la devoraban, se sentaba con ellos, hasta que llegaron a conocerlo y le dejaban algunas sobras. Si los lobos no le hubieran socorrido as, seguramente hubiera muerto helado bajo la nieve.Desapareci sta, al fin; el hielo se fundi en el lago que llamaban Gran Mar de Agua, y los lobos huyeron hacia la ribera en busca de comida. El nio se les uni, feliz en la radiante primavera.Y ocurri que un da, el hermano mayor, el gran guerrero, pescaba en su canoa cerca del lago, cuando escuch de repente, entre los pinos, la voz de un nio que cantaba como los indios:"0h, hermano mo! venhermano! Convirtindome estoy en nio lobo, Pronto ser un enorme lobo."Y al terminar el canto, se perdi la voz en un largo y triste aullido, el aullido de un lobo.El guerrero sinti que la vergenza y el temor se apoderaban de su corazn, al recordar la promesa hecha a sus padres y el amor que senta por su hermano.Rpidamente amarr su canoa, salt a tierra y corri a la orilla, gritando en direccin de los arboles:- hermano, hermanito, Ven! aqu estoy!Pero el nio era ya casi un lobo, hasta el punto de no haber podido terminar su canto en lenguaje humano, sino con aullidos de lobo.El guerrero volvi a llamarlo angustiosamente: -- hermano, hermanito!iVen, ven...!Pero mientras ms gritaba, mas rpidamente hua el pequeo, como huyen los lobos de los cazadores indios, buscando seguridad entre sus hermanos. Segn se iba alejando, su piel se volva cada vez ms gruesa. Pronto estuvo corriendo a cuatro patas, y un momento despus aullaba como los lobos..., hasta que desapareci en las profundidades del bosque.Con gran vergenza y remordimiento en su corazn regres el guerrero a la aldea, y l y su hermana lloraron hasta el ltimo da de sus vidas por la promesa no cumplida y por la prdida de su hermano pequeo que, por culpa de ellos, se haba convertido en lobo.

EL HADA DEL LAGO(Cuento Gals)Hace muchsimos aos, en la brumosa Gales del Norte, y sobre la falda de la montaa, vigilaba un pastor sus rebaos. El da era obscuro y las nubes flotaban bajas sobre las montaas, ocultando el alto pico de Snowdon a su vista, haciendo que las onduladas aguas del lago que se extenda a sus pies, aparecieran grises y fras, como si fueran de acero.De pronto, al mirar el pastor hacia las colinas lejanas, le pareci que el sol asomaba en algn punto del firmamento, pues las aceradas nubes tornbanse de un suave color dorado y reflejaban su brillo sobre el lago.

Pero, al dirigir su vista hacia el lago, descubri que la luz provena de una pequea islita cercana a la playa, situada no muy lejos del lugar desde donde l contemplaba el magnfico espectculo, apoyado sobre su bastn. No era, sin embargo, de la isla en s de donde proceda la dorada luz, sino de una doncella, que de pie sobre la isla, peinaba su dorada y radiante cabellera; y al fijarse en ella, vio que era la joven ms hermosa que haba contemplado en su vida, o que contemplara en sus ms dulces sueos...

Verla y amarla, fue todo uno; el corazn del pastor lati con fuerza al contemplarla. Con labios entreabiertos, y respirando apenas, baj lentamente a la orilla, hasta que slo una estrecha faja de agua lo separaba de la hermosa doncella.Violo, entonces, ella, y sonrindole dulcemente avanz unos pasos y extendi sus brazos. Sin pensar en lo que haca, sac el pastor de su morral el queso y el duro pan que su madre le haba dado para su cena.Sigui avanzando la joven, deslizndose sobre la superficie del agua como si fuera tierra firme. Pero cuando estuvo ms cerca y vio lo que el pastor tena en sus manos, cant con dulce voz:

No podrs, no, con ese queso alimentarme...No podrs, con pan duro, conquistarme.

Extendi, entonces, el pastor sus manos, pero ella neg con la cabeza, y desapareci en el lago.

Al llegar esa noche el pastor a su casa, refiri a su madre lo que le haba sucedido.-No podr vivir sin ella! -termin-. No podr vivir, si no logro que el hada del lago sea mi esposa.

Al da siguiente, como el hada haba cantado que no le gustaba el pan duro de cebada, la mujer prepar un pan tierno y suave, y el pastor corri a la orilla del lago.Poco despus, apareci la hermosa doncella deslizndose sobre el agua, mientras l le tenda el pan y el queso, y la llamaba suavemente.Pero cuando estuvo cerca y vio la joven lo que el pastor le ofreca, volvi a cantar, con triste voz:

No podrs, no, con ese queso alimentarme...No podrs, con pan tierno, conquistarme.

Y a pesar de que el pastor le tenda sus brazos, y la llamaba, movi la joven la cabeza de un lado para otro, y volvi a desaparecer en el lago.

Cuando lleg a su casa, el muchacho refiri a su madre lo que haba sucedido con el pan suave y tierno.-Morir si no puedo conquistarla -repeta tristemente-. No podr vivir, a menos que logre que el hada del lago sea mi esposa.Horne entonces su madre una hogaza especial; no era ni demasiado dura, ni demasiado suave; sino bien doradita por fuera, suave y esponjosa por dentro.

Al da siguiente, corri el pastor nuevamente al lago, y no se movi en todo el da, mirando con ojos ansiosos hacia la islita. Pero el hada no apareca, y las nubes eran ms negras y densas que nunca, hasta que el lago volvi a ser una fra plancha de gris acero.Pero, en el momento en que, desesperado, se dispona el pastor a alejarse, vio dos o tres pequeas vacas que parecan caminar sobre el agua; y un momento despus, vio a la hermosa doncella, caminando detrs de los animales.Corriendo, lleg el joven hasta la orilla, y an se aventur unos pasos en el agua helada, sosteniendo el pan y el queso, y llamando a la joven.Lleg sta, en cuanto escuch su voz, y despus de tomar el pan y el queso, y de probarlos, cant:

Con este queso s podrs alimentarme...Pan tan suave, y tan doradoque ha logrado conquistarme.

Extendi entonces el pastor su mano hacia ella, confesndole su amor y dicindole que morira, a menos que quisiera ser su esposa. Tom el hada la mano del pastor y permiti que la llevara tierra adentro.-Tambin te amo -dijo ella suavemente-, y ser tu esposa; una esposa tan buena, como cualquier joven de tu mundo. Pero, recuerda que si me pegas tres veces, me perders. Al tercer golpe, volver al palacio de mi padre, que est bajo el lago, y jams regresar.Prometi el pastor, desde luego, que nunca la golpeara, y al subir por la colina y llegar a la cumbre, se volvi el hada y cant:

Ven, jaspeada vaquilla, de blancas manchas;vengan, mi hermosa vaca de lunaresy mis cuatro vacas coloradas;ven t, la del largo y blanco cuelloy t la vaca negra y la castaa.Ven, toro blanco, ven conmigo.Venid, venid todos, con vuestra duea.

Mientras cantaba, surgieron del lago varios animales que se les acercaron; y al entonar otra dulce balada, aparecieron cuatro enormes bueyes de color obscuro para tirar del arado, y un rebao de borregos con espesos y brillantes vellones.Era la dote del hada del lago. El pastor la llev hasta su hogar; se casaron, fueron muy felices, y tuvieron tres hijos.

Poco despus del nacimiento del tercero, precisamente el da en que iban a bautizar al pequeo, el pastor dijo a su esposa:-Est muy lejos la iglesia para ir hasta all a pie, con los nios. Trae los caballos e iremos en la carretela.-Cmo no! -contest la esposa-. Pero mientras treme mis guantes que dej en la casa.Recogi el pastor los guantes de su esposa, pero cuando sali con ellos en la mano, vio que an no haba ido por los caballos. La empuj ligeramente del hombro, con los guantes, y le dijo:-Desobediente! Corre por los caballos!-Es el primero -contest ella con una mirada extraa, y se alej por los corceles.

Pasaron los aos... El pastor y su esposa prosperaron notablemente. No haba en toda Gales del Norte, leche o mantequilla como la que producan las vacas del hada; ningunas tierras estaban tan bien cultivadas como aquellas que abra el arado tirado por los bueyes mgicos; y no haba lana mejor ni ms fina, que la que se hilaba de los vellones de los borregos mgicos.

Un da, celebrbase la boda de la hija del seor del castillo cercano al lago; casbase la joven con un rico pero anciano caballero. Nuestros amigos estaban entre los invitados, y de pronto, la esposa hada estall en lgrimas.Su esposo la toc, molesto, en el hombro, murmurando:-Cllate, o se ofendern! Y por qu lloras, despus de todo?-Porque s que esa pareja va a empezar a sufrir muy pronto - contest, y aadi sollozando:-Y nosotros tambin, pues me has pegado ya dos veces, sin motivo. Ten cuidado, mucho cuidado, pues el tercer golpe, ser el ltimo.

Sigui pasando el tiempo; el pastor se haca viejo y los tres hijos del matrimonio, hombres hechos y derechos, estudiaban para hbiles y expertos mdicos.

Y sucedi por aquel entonces, que el seor a quien pertenecan todas las tierras de los alrededores, muri, y el pastor y su esposa hada acudieron al funeral. Y mientras todos lloraban desconsolados, empez la mujer a rer alegremente.Sorprendido y abochornado, la arrastr el pastor hacia afuera y cubriendo los labios de su esposa con cierta violencia, le dijo:-Te parece correcto rerte en momentos como stos?-Me re -contest ella-, porque el hombre que acaba de morir, ha dejado atrs todas sus penas y preocupaciones; en cambio t, empezars ahora con ellas, pues me has pegado por tercera vez. Debo abandonarte y regresar al lago.

Al terminar de decir estas palabras, pas frente a la iglesia, y avanzando por la falda de la colina, se dirigi al lago, mientras cantaba:

Ven, jaspeada vaquilla, de blancas manchas;vengan, mi hermosa vaca de lunaresy mis cuatro vacas coloradas;ven t, la del largo y blanco cuelloy t la vaca negra y la castaa.Ven, toro blanco, ven conmigo.Venid, venid todos, con vuestra duea.

Salieron las vacas que descansaban en los establos, algunas arrastrando sus pesebres. Poco despus, aparecieron los bueyes, tirando an del arado, y despus los borregos y todas sus cras. Siguieron los animales al hada del lago; subieron por la colina, bajaron por el camino y desaparecieron en las negras aguas del lago...Y nunca ms se les volvi a ver. An se nota la huella que dej el arado, a lo largo de la colina, por donde avanzaron los bueyes siguiendo a su duea...

El viejo pastor llor amargamente la prdida de su esposa hada. Sus hijos trataban de consolarlo, dicindole:-No llores, padre. Con seguridad que est pendiente de nosotros, y algn da tal vez regrese.Y todas las noches, an despus de muerto su padre, los tres hijos caminaban hasta la orilla del lago, llamando a su madre. Y una clara noche, de luna llena, vino, por fin, hacia ellos, joven y hermosa como el da en que el pastor la vio por primera vez.Los salud cariosamente, les dijo que los amaba como siempre y prometi ayudarlos cuando se encontraran en alguna dificultad.-Ahora -aadi-, os he trado estas plantas mgicas, para que, al usarlas, os convirtis en los mdicos ms famosos de toda Gales. Esta es Buenavista, para curar todas las enfermedades de los ojos; esta, es Hierba fresca, para cortar la fiebre; y esta es rnica, para toda clase de llagas y heridas. Plantadlas y cuidadlas, y seris conocidos y afamados en todo el mundo.Se despidi de ellos y volvi al lago. Todo lo que vaticin, result verdad. Crecieron las plantas, y los hijos, nietos y biznietos de los tres mdicos, las usaron, y todos los habitantes de Gales tuvieron motivo para bendecir, desde ese da, el nombre del hada del lago.

EL PRNCIPE Y EL HADA(cuento rabe)HABA una vez un Sultn, Seor de todas las Indias, que tena tres hijos, el prncipe Husein, el prncipe Al,y el prncipe Ahmed. Eran los tres ingeniosos,bien parecidos y valientes; y al hacerse hombres, enamorronse de su prima la princesa, que no saba a cul elegir.El Sultn estuvo tambin largo tiempo indeciso, hasta que al fin resolvi: - Se casar con la princesa el que demuestre ser el mejor de los tres. Por tanto, hijos mos, tomad cada uno el oro que os haga falta y un criado de confianza; disfrazaos y salid en busca de fortuna. Regresad dentro de un ao, y aquel de vosotros que haya conseguidoel presente ms maravilloso, un presente raro, curioso y mgico, ser el esposo de la princesa. Pareci ste un excelente plan a los prncipes, quienes emprendieron el viaje a la maana siguiente. Salieron juntos de su palacio, vestidos como sencillos comerciantes y acompaados de tres oficiales disfrazados de esclavos. Sin embargo, los hijos del Sultn montaban hermosos caballos e iban provistos de una buena cantidad de oro. Caminaron todo el da y por la noche llegaron a una posada, situadaprecisamente en un cruce de caminos. Mientras cenaban decidieron salir al punto en direcciones distintas.Cada cual tomara uno de los caminos que partan de la posada, y, al finalizar el ao, se encontraran en aquel mismo lugar. Compararan entonces los presentes que hubieran conseguido, antes de presentarse a su padre. Muy temprano, a la maana siguiente, montaron en sus caballos, se dijeron adis y empezaron su aventura. El prncipe Husein, que era el mayor de los tres, viaj durante meses hasta que lleg a la ciudad de Bisnagar, que le pareci ser la ms rica de todas las ciudades del mundo. Cuantos hombres y mujeres encontraba por las calles, lucan collares, pulseras y pendientes de piedras preciosas, y se asombraba ante la variedad de los artculos expuestos para su venta, en los bazares. Fatigado al fin de tanto caminar, sentse a descansar en la tienda de un amable comerciante.A poco se sorprendi al ver, parado enfrente de la tienda, a un hombre que llevaba un trozo de alfombra comn y corriente, de unas dos varaspor lado, y por el que peda la fabulosa suma de treinta bolsas de oro. -Seguramente he entendido mal!-exclam el prncipe Husein-.Cmo es posible que esa alfombra tan insignificante valga esa cantidad? - Oh, mi seor! contest el hombre-. Te asombrars an ms cuando te diga que no me separar de ella por menos de cuarenta bolsas. -Siendo as -dijo el prncipe-, debe tener algn hechizo para hacerla tan valiosa. - Has adivinado, extranjero- contest el hombre-.Si te sientas sobre ella y deseas estar en cualquier sitio del mundo, al instante la alfombra volar a ese sitio, y te llevar, adems sinningn peligro y con absoluta seguridad. El prncipe, pensando en sus planes, dijo: - Si tiene en verdad el poder que dices, adems de pagarte las cuarenta bolsas de oro, te har un esplndido regalo; y estimar que he hecho un buen trato. - Oh, extranjero contest el hombre-, sintate conmigo en la alfombra, y desea estar en el lugar donde residesen estaciudad.As, cuando lleguemos, no necesitars ir muy lejos para darme lascuarenta bolsas de oro, pues no creo que lleves contigo tal cantidad. Se sent el prncipe en la alfombra, y dese estar en su residencia. Inmediatamente, la alfombra lo transport hasta su casa, con tal rapidez, que casi comenzabaa darse cuenta de que volaba, cuando se encontr sentado en sus habitaciones. Pag las cuarenta bolsas por la alfombra y aadi una buena cantidad de piezas de oro. Y confiado en que sera l quien se casara con la princesa, se qued en Bisnagar, hasta que casi termin el ao, admirando las maravillas que encerraba la ciudad. Cuando lleg el da en que deba encontrarse con sus hermanos, se sent en su Alfombra Mgica, y en unos cuantos minutos, lleg a la posada de la encrucijada. El prncipe Al, mientras tanto, se haba dirigido a Chiraz, la capital de Persia. Llevaba all poco tiempo, cuando se sorprendi al escuchar, en la calle, a un hombre que ofreca un tubo ordinario de marfil, como de dos palmos de largo, por el enorme precio de treinta bolsas de oro. - Con toda seguridad o mal- exclam el prncipe-. Cmo puede valer tanto ese tubo de marfil, tan comn y corriente? -Oh, mi seor! contest el hombre-. Te asombrars an ms cuando sepas que no lo vender por menos de cuarenta bolsas. - Entonces dijo el prncipe-, debe tener un hechizo singular para ser tan costoso. - Has descubierto la verdad, extranjero dijo el hombre-. No tienes sino tomarlo en tus manos, mirar a travs de l por cualquiera de sus extremos, y desear ver lo que quieras. El prncipe, que pensaba en el objeto de su viaje, dijo: - Si puedes probarme que con este anteojo-espa puedo ver lo que deseo, lo comprar no solamente por las cuarenta bolsas de oro, sino que te har, adems, un generoso regalo. Y an pensar que he hecho una excelente compra. El hombre puso el anteojo mgico en las manos del prncipe Al, dicindole: -Mira por este extremo, y piensa en la persona que ms desearas ver. El prncipe mir a travsdel anteojo, y dese ver a la princesa, a quien amaba sobre todas las cosas. Inmediatamente le pareci tenerla delante, ms hermosa que el da, sentada entre sus doncellas, que le peinaban su magnfica cabellera y la vestan con preciosas sedas y ricas joyas. Al ver esto, el prncipe pag las cuarenta bolsas de oro, y aadi un buen puado de monedas. Y sintindose seguro de casarse con la princesa, permaneci en Chiraz, gozando de los paseos y diversiones de la ciudad, antes de emprender su viaje de regreso a la posada en el cruce de caminos. Mientras sucedan todas estas cosas, el prncipe Ahmed haba hecho un largo viaje hasta la ciudad de Samarcanda. Entre las maravillas del lugar, ninguna le sorprendi tanto como la manzana artificial que ofreca un hombre en el mercado, por no menos de treinta bolsas de oro. - Sin duda no entend bien exclam el prncipe. Cmo puede una cosa tan fea costar tanto oro? -Oh, seor contest el hombre-, tu asombro ser an mayor cuando te diga que posiblemente no la venda por menos de cuarenta bolsas de oro. - Eso me hace pensar dijo el prncipe- que hay algo mgico en la manzana, y te suplico que me lo digas. - Es verdad lo que has dicho, extranjero -contest el hombre-. Si juzgas solamente por lo que ves, la manzana vale poco. Pero cuando te diga cules son sus virtudes, sabrs apreciar su valor. No hay enfermedad, por dolorosa o grave que sea , que no pueda curar; y por muy cerca de la muerte que el enfermo se encuentre, al instante sana, solo con oler esta mgica fruta. El prncipe, que no olvidaba sus planes, dijo: - Si puedes probarme esas artes mgicas de la manzana, te dar adems de las cuarenta bolsas de oro, diez ms. Y pensar que he hecho una gran compra. Mientras el prncipe y el hombre hablaban, un buen nmero de personas se haba juntado a su alrededor, y una de ellas exclam: -Tengo unamigoque se est muriendo. Si vens pronto, podris demostrar los poderes de la Manzana Mgica. El prncipe acept inmediatamente la proposicin, y cuando llegaron al cuarto del enfermo, acerc la manzanaa la nariz del moribundo. El hombre salt del lecho al instante, completamente curado. Al ver esto, el prncipe pag las cincuenta bolsas de oro, y regres gozoso a la posada, seguro de que sera el esposo de la princesa. Fue el ltimo en llegar; pero lo hizo, sin embargo, el da que finalizaba el ao en que los tres hermanoshaban resuelto dar por terminada su aventura. Empezaron inmediatamente a contarse sus hazaas, y a jactarse de sus compras maravillosas. - Nada puede ganarle a mi Alfombra Mgica!- exclam el prncipe Husein-.Imaginad: mi criado y yo hemos venido desde Bisnagar en unos instantes, con solo sentarnos sobre ella y desear estar aqu! -Ciertamente, hermano mo, tu Alfombra Mgica es una de las cosas ms maravillosas del mundo concedi el prncipe Al-. Pero mi Anteojo-Espa Mgico, lo es an ms. Con slo mirar por l y desear ver a la persona que quieras, la vers inmediatamente, por muy escondida o lejana que est. No espero que creis en mis palabras en mis palabras sin probarlas; as que tomad el Anteojo-Espa y ved si digo la verdad. El prncipe Husein lo tom en sus manos, y mirando a travs de l, exclam. - Deseo ver a mi amada prima, la princesa! No haba terminado de decir estas palabras, cuando, con gran sorpresa, vieron vieron sus hermanos que temblaban sus manos, y se tornaba ms plido que la muerte. - Oh, prncipes, hermanos mos! grit-. Todos nuestros trabajos han sido en vano. Acabo de ver a nuestra amada princesa, moribunda, rodeada de sus doncellas. Le quedanslo unos momentos de vida. El prncipe Al arrebat el Anteojo a su hermano, y despus de una rpida mirada, se dej caer lleno de angustia. Pero el prncipe Ahmed exclam: -Oh, hermanos mos, si no perdemos tiempo, podremos salvar la vida de nuestra prima, la princesa. Ved la maravilla que yo he trado: una manzana tan valiosa como la alfombra o el anteojo, y an ms, pues curar cualquier enfermedad, y si la persona que sufre esta a las puertas de la muerte , se restablecer al instante, slo con olerla. - Si esto es cierto- dijo el prncipe Husein-, subamos todos a mi Alfombra Mgica, y deseemos estar al lado de nuestra amada princesa. Y como lo propuso, lo hicieron. Un momento despus, los tres prncipes estaban en la habitacin de la princesa, mientras las doncellas se retiraban o corran asombradas por la sbita aparicin de los hermanos. Inmediatamente, el prncipe Ahmed se arrodill junto al lecho, incorpor a la moribunda princesa con un brazo, y acerc a la nariz la Manzana Mgica. No tard la joven en abrir los ojos, y unos momentos despus, daba la bienvenida a sus primos con su acostumbrada gracia, rogndoles que salieran de su habitacin mientras se levantaba y se vesta. Los tres prncipes corrieron aarrodillarse a los pies de su padre, y no solamente le mostraron las maravillas que haban trado, sino que le refirieron el buen uso que haban hecho de ellas.- Y ahora, rey, larga vida os d Dios! le dijeron-. Resolved cul de nosotros puede reclamar a la princesa como su esposa. El Sultn se acarici la barba pensativamente. - El prncipe Ahmed ha salvado la vida de la princesa con la Manzana Mgica dijo-,pero no hubiera podido llegar a tiempo a no ser por la Alfombra Mgicadel prncipe Husein; y ninguno de vosotros hubierais sabido el peligro que corra, a no ser por el Anteojo-Espa Mgico del prncipe Al. NoNo puedo decir cul es el vencedor, aun cuando los tres habis probado ser merecedores de vuestra prima. Deberemos hacer otra prueba. Id, templad vuestros arcos, llevad vuestras flechas, y esperadme en las murallas de la ciudad. Aqulcuya flecha llegue ms lejos, ser el esposo de la princesa al caer el sol. Poco despus, los tres prncipes, uno al lado del otro estaban con las flechas preparadas en los arcos. El prncipe Husein tir primero. A continuacin, el prncipe Al lanz su dardo , que cay unos pasos ms lejos que el de su hermano. Por ltimo, el prncipe Ahmed tens su arco, y su flecha vol fuera del alcance de la vista, desapareciendo tan misteriosamente, que ni la ms cuidadosa bsqueda logr descubrirla. As que se declar vencedor al prncipe Al y grandes y hermosos fueron las fiestascon que se celebr la boda. Pero el prncipe Husein no se encontraba presente , pues desilusionado, haba renunciado al mundo y a su derecho al trono. Era derviche, es decir, monje mahometano, y viva en el desierto, ayunando y dedicando su vida aadorar a Al el Misericordioso. El prncipe Ahmed tampoco estuvo en la boda, puessegua buscando su flecha. Y no pudiendo encontrarla, sigui la direccin en que haba desaparecido, lejos, rumbo a las montaas, con el corazn invadido de tristeza. Lleg por fin a un enorme acantilado que le cerraba el paso. Y all, con gran asombro, descubri su flecha brillando sobre la hierba, a casi cuatro leguas del lugar donde la haba lanzado. - Parece obra de brujera! exclam-. No hay hombre que pueda disparar una flecha a esa distancia. Mientras haca este comentario, not que la flecha apuntabaa una cueva, en la entrada de la cual desembocaba una vereda; y al avanzar hacia ella, vio en el interior una extraa puerta de hierro. El prncipe la abri sin dificultad, y penetr en la montaa. Esperaba encontrar tinieblas; pero, por el contrario, despus de avanzar unos pasos , lleg a un espacio ms iluminado an que el mundo exterior. Y lo primero que vio, fue un magnfico palacio, resplandeciente de oro y piedras preciosas. No tuvo tiempo de admirarlo, sin embargo, pues inmediatamente avanz hacia l, desde el palacio, la princesa ms hermosa que nunca haba soado contemplar. Al acercarse al, exclam: - Bienvenido, prncipe Ahmed a mi palacio. El prncipe, queestabaextraordinariamante sorprendido, dijo: -Oh, hermosa seora, no encuentro palabras para alabaros. Pero decidme, os suplico, cmo sabis mi nombre, cuando yo ni siquiera tena noticia de este maravilloso lugar, tan cercano, sin embargo, a la ciudad de mi padre, el Sultn. -Oh, prncipe fue la respuesta-, yo soy un hada, hija de un poderoso genio, y mi nombre es Banu. No debe sorprenderte que conozca tu nombre, pues te he seguido a ti, y a tus hermanos, durante algn tiempo. Fui yo la que mand la Manzana Mgica a Samarcanda para que pudieras comprarla, as como la Alfombra Mgica a Bisnagar para el prncipe Husein, y el Anteojo Mgico a Chiraz, para el prncipe Al. Pero no poda verte desposado con una persona tan inferior como la princesa, tu prima. As que cuando disparasteis vuestras flechas, yo volaba invisible sobre vosotros, tom tu flecha y la traje hasta la entrada de mis posesiones. Aqu podrs encontrar felicidad y riquezas, pues yo, y todo lo que tengo, ser tuyo. El prncipe Ahmed contempl labelleza del hada Banu, y le pareci que jamshaba visto nada igual, ni haba conocido el amor, hasta ese momento. As que se casaron ese mismo da, y durante seis meses fueron completamente felices. Al cabo de ese tiempo, el prncipe, dijo a su esposa: - Corazn de mi corazn, una sola cosa me impide ser completamente feliz. Durante todo este tiempo, mi amado padre debe creerme muerto. Permteme ir a visitarlo y a llevarle el consuelo de que vivo. Pero el hada Banu le dijo, con acento de reproche: - Es acaso, oh, prncipe, que te ests cansando de m y buscas una excusa para dejarme? El prncipe, ante estos recelos, no volvi a mencionar su deseo de visitar al Sultn, aunque continuamente hablaba de l. Pero lleg el da en que el hada supo que el Sultn estabaverdaderamente triste por la desaparicin de su hijo. No haba vuelto a saber de l, y los mensajeros que haba mandado en todas direcciones no lograban averiguar nada. Mand, por fin traer a una bruja y le orden que usara de todas sus artes para descubrir el paradero del prncipe. -Oh, mi rey, a pesar de todas mis artes, lo nico que puedo decirte es que el prncipe Ahmed vive an. Un poder superior al mo me impide saber ms. Enterada de esto, el hada Banu dijo al prncipe: - Amado mo, veo que continas ansioso de visitar al Sultn, tu padre, y s que es esa ciertamente la nica razn que tienes para desear salir de aqu. Toma veinte hombres, y ve sin temor. Pero te suplico que no le digas con quin te has casado, ni dnde vivimos. El prncipe prometi guardar el secreto del hada,y sali con sus veinte guardias, vestidos con ricas ropas cubiertas de joyas, y montando magnficos caballos. El Sultn recibi feliz, y con lgrimas de alegra, al hijo desaparecido, sin forzarlo a traicionar el secreto de sus riquezas o de su matrimonio. Pero en torno al Sultn haba seores y visires que envidiaban las riquezas y evidente felicidad del prncipe Ahmed. Pronto su envidia se convirti en odio, y conspiraron entre ellos para destruirlo. Empezaron por insinuar al Sultn que el prncipe proyectaba matarlo y apoderarse del trono. El Sultn se ri de ellos. Pero despus de varias visitas del prncipe, quin llegaba siempre inesperadamente y con sus guardas cada vez ms lujosamente ataviados, se dio a pensar si no habra algn propsito oculto en todo aquello, que escapaba a sus ojos. Llam nuevamente a la bruja y le orden que descubriera, en la montaa, el lugar donde se dirigan el prncipe y sus acompaantes. La bruja se disfraz de inocente anciana y se sent en el camino, cerca del lugar donde el prncipe pareca desvanecerse en la falda de la montaa. Cuando este y sus guardas pasaron por el lugar, ni se fijaron en la miserable vieja; pero ella los vigilaba atentamente y vio cmo se dirigan en fila hacia una cueva, no lejos de dnde ella se encontraba. Tan pronto como desaparecieron, sigui sus huellas por la vereda hasta la entrada de la cueva. Pero no vio ms que la slida pared de roca, pues la magia de la puerta de hierro del hada Banu, era tal, que ninguna mujer mortal poda verla. El Sultn, sin embargo, insista en saber ms, as que la bruja esper la siguiente visita del prncipe Ahmed, y cuando calcul que estaba prxima se tendi entre las rocas, junto a la boca de la cueva, fingiendo estar gravemente enferma. Poco despus sali el prncipe en su caballo, acompaado de sus criados, y cuando vio a la pobremujer, tirada en el suelo, quejndose, se volvi y orden a dos de ellos, que la levantaran y la llevaran a la presencia del hada Banu. - Oh, seora ma y amor mo dijo-,te suplico que cuidesde esta pobre anciana que encontr tendida entre las rocas. Creo que si no la hubiramos socorrido ahora, pronto hubiera muerto. - Oh, seor mo, luz de mis ojos respondi el hada-, cumplir tus deseos. Mi corazn se alegra al ver la bondad del tuyo. Pero te advierto que esta mujer no es lo que aparenta, y puede haber venido a hacerte algn mal. -No puede ser, -ri el prncipe-, pues nunca he ofendido a nadie, y no creo que exista quien me desee algn dao. Y se fue a visitar al Sultn, mientras que los criados llevaban a la bruja al palacio del hada Banu, y le daban unos tragos de agua de la Fuente de los Leones, con la que se lograban curaciones an ms maravillosas que con la Manzana Mgica. Cuando pareci revivir, la bruja visit el palacio entero, y finalmente fue recibida por el hada Banu, que estaba sentada en su trono de oro puro, incrustado de joyas. El hada le habl amablemente y orden a dos de sus criados que la acompaaran durante parte del camino que conduca a la ciudad del Sultn. Cuando la dejaron y desaparecieron en la roca, la bruja se apresur a regresar y buscar la puerta, pero tampoco en esa ocasin logr ver nada. Cuando refiri al Sultn todo lo que haba visto, se mostr ste ms preocupado. Los perversos visires le aconsejaban que aprehendiera al prncipe, pero la bruja le aconsej que no lo hiciera. - Todos sus acompaantes son genios disfrazadosle dijo-. Nunca podrs capturarlos. Desaparecern en el airey corrern a traer al hada Banu para rescatar al prncipe, y se vengarn de ti. No, tu tctica deber ser avergonzar al prncipe hasta que no se atreva a salir del palacio de su esposa. Estas hadas y estos genios pueden hacer maravillas, pero su poder tiene un lmite. Pdele al prncipe regalos ms y ms difciles de encontrar. Cuando le hayas pedido uno que el hada no pueda conseguir, se esconder avergonzado, y nunca te volver a molestar. El Sultn escuch este malvado consejo, y lo acept gustoso. As, en la siguiente visita del prncipe, le dijo: - Hijo mo, ha llegado a mis odos que ests casado con un hada. Mi temor es que hayas sido engaado por un espritu maligno salido del Sheol,el Lugar de los Demonios. As que te suplico que la sometas a una prueba (pues si se trata efectivamente de un espritu maligno, solamente podr causar dao), pidindole tres maravillosos regalos que beneficiarn no nicamente a m, sino tambin a mis sbditos. Ve , y pdeleprimero una tienda, tan pequea, que pueda sostenerla en una sola mano cuando est enrollada, y sin embargo, tan grande al extenderla, que pueda cubrir a todo mi ejrcito. El prncipe Ahmed qued descorazonado al or las palabras de su padre. Ni por un momento dud de la bondad del hada Banu, y pens que era asunto de honor demostrar a su padre la bondad de su esposa. Sin embargo, lo que el Sultn peda pareca no solamente difcil, sino absolutamente imposible. Cuando regres al palacio estaba tan afligido, que el hada pronto adivin que algo suceda. - La anciana que creas moribunda, era realmente una malvada bruja que mandaron para espiarme dijo a su esposo-. Tu padre est rodeado de visires malvadosque sienten envidia de tu buena fortuna. Sin duda te ha pedido alguna maravilla que demuestre no solamente mi poder, sino mi amor por ti. El prncipe le confes que estaba en lo cierto. - Nunca podr volver a ver a mi padre exclam- , pues me ha pedido algo extraordinario que nunca se ha visto en el mundo: una tienda tan pequea que cuando est plegada pueda tenerse en la mano, pero que al extenderse sea tan grandecomo para cubrir a todo su ejrcito. El hada sonri. - Prncipe mo dijo-, siento mucho que una pequeez como esa te haya causado tanta pena. Y volvindose a una de sus esclavas le orden: Ve al lugar donde guardo mi tesoro y trae contigo el pabelln ms grande que encuentres. Cuando el hada puso en la mano del prncipe un objeto no mayor que una bolsita de seda, pens que se burlaba de l. Pero cambi de parecer cuando vio la bolsita extendida en el gran espacio que exista detrs del palacio. Era una tienda que podra cubrir no solamente el ejr-cito del Sultn, sino otro ms de la misma magnitud! El prncipe dio las gracias al hada Banu, y corri con su tesoro a la corte de su padre. El Sultn se mostr encantado con el regalo; pero como los visires envidiosos y la bruja seguan aconsejndolo mal, insisti: -Maravilloso, sin duda alguna, oh, hijo mo, es el pabelln del hada. Sin embargo, pudo haber sido hecho por un maligno genio para atrapar a los fieles, aunque no he salido an a pelear en el desierto sin ms proteccin que la tienda que has trado. Por lo tanto, que el segundo maravilloso regalo, sea un frasco de agua de la Fuente de los Leones, la que, segn he odo decir, puede curar todas las enfermedades. Una vez ms el prncipe se sinti invadido de tristeza; pero el hada pronto supo la causa, y le dijo con su encantadora sonrisa: - Oh, mi seor y luz de mi vida! No te aflijas por eso, sino por el contrario, monta en tu caballo y sal sin temor. Lleva contigo otro caballo, con un borrego acabado de matar, dividido en cuatro porciones, y esta bola de hilo. Tan pronto como dejes la puerta de hierro en la montaa, tira la bola hacia adelante, y vers cmo se desenredar y te guiar hasta el Castillode los Leones. En la reja encontrars dos leones de guardia, cuyos rugidos atraern a los otros dos que duermen dentro del castillo. Cuando los cuatro animales te ataquen, arrjales una porcin de borrego a cada uno, y no temas, pues ya no te harn ningn mal. Pero t, sigue la bola de hilo hasta que veas la Fuente de los Leones, y llena en ella tu frasco, sin bajar del caballo. Despus ve al palacio del Sultn, sin volver tu mirada ni a la derechani a la izquierda, y todo saldr bien. El prncipe Ahmed obedeci al pie de la letra las instruccionesdel hada Banu. Cuando hubo llenado su frasco con agua de la Fuente de los Leones, sali del castillo y se dirigi al palacio de su padre. Dos de los leoneslo siguieron, con gran alarma de las personas con quienesse cruz, pero los animales no intentaron ningn dao, y regresaron a vigilar su fuente, tan pronto como vieron que el prncipeentregaba el frasco al Sultn. El prncipe crey que su padre quedara satisfecho, pero la bruja y los visires lo haban cambiado por completo y era ya tan malvado como ellos, por lo que su nica idea era avergonzar al hada Banu y hacer que el prncipe Ahmed desapareciera para siempre. As que, incitado por su odio y por la bruja, pidi algo que pareca del todo imposible. - Oh, hijo mo dijo al prncipe-, no me queda ms que una cosa que pedirte, que demostrar, sin dejar lugar a dudas, el poder de tu esposa. Treme un hombre no msalto que una cuarta, pero cuya barba sea tan larga como una vara; que, adems de hablar, pueda cargar sobre su hombro una barra de hierro de veinte arrobas, y la maneje con la facilidad con que se usa un bastn. El prncipe Ahmed mir a su alrededor desesperado, pero los visires se rieron abiertamente de l, y an el Sultn sonri malvolamente. Regres a toda prisa al hada Banu,y exclam: -Ya hasta mi padre me odia y se burla de m! Me ha pedido algo imposible. Nunca podr visitarlo en lo futuro, ni mantener mi cabeza levantada. Pero cuando dijo al hada de lo que se trataba, le sonri sta con su msdulce sonrisa, y le dijo: - Oh, mi rey, fuente de mi felicidad, lo que te pide el Sultn es conocer a mi hermano Schaibar! Al decir esto arroj unas gotas de un precioso perfume al fuego, del que se levant una densa nube de humo. Al desvanecerse sta, dijo la princesa: -Aqu est mi hermano Schaibar, que ha venido a conocerte, esposo mo y luz de mis das. Y all estaba ciertamente un pequeo duende, no ms alto que una cuarta, pero con una barba negra tan larga como una vara, y llevando sobre el hombro una pesada y enorme barra de hierro, como si fuera un bastn. El prncipe Ahmed se dirigi al palacio de su padre con aquel extrao compaero, y cuantas personas encontraba, se retiraban aterrorizadas; as que llegaron, sin ningn obstculo, ante el trono mismo del Sultn. - Aqu estoy!- grit Schaibar, adelantndose hacia l-.Queras conocerme, y he venido. Qu es lo que deseas? Pero en lugar de contestarle, el Sultn se alej con una mirada de disgusto en los ojos. Al momento, Schaibar enloqueci de furia. - No puedo perdonar este insulto! bram, y antes de que el prncipe Ahmed supiera lo que estaba sucediendo, haba levantado la barra y atacado al Sultn dejndolo instantneamente muerto. Volvise entonces y golpe en la misma forma a los malvados visires. Por ltimo, mando traer a la bruja, y la desbarat de un solo golpe. - Har lo mismo con todos, y destruir vuestra ciudad amenaz-, a menos que os inclinis ante el prncipe Ahmed y le juris fidelidad y lealtad, pues desde ahora es vuestro Sultn! Todos, excepto los visires muertos, haban amado siempre al prncipe; as que se mostraron encantados de servirle. El Sultn Ahmed dio a su hermano, el prncipeAl, una provincia entera para que reinara en ella, y hubiera hecho lo mismo con el prncipe Husein, siste aslo hubiera querido. Despus mand por el hada Banu, quien fue proclamada Sultana; y desde entonces gobernaron con justicia sobre su pueblo, y fueron felices toda la vida

LA HISTORIA DE YARA(Cuento Brasileo)All, en las clidas selvas tropicales por donde se desliza el Gran Ro, vivan un joven y una doncella. Cae el sol con tal fuerza sobre aquellas tierras, que sus habitantes duermen durante el da, y hasta los bosques permanecen silenciosos, escuchndose su rumor solamente durante el crepsculo.Julia viva en la ciudad a orillas del ro, desde que tena memoria; pero Alonso vena de otro pas y no conoca los peligros de la selva encantada.Vio Alonso a Julia por primera vez en un festival al que acudan visitantes de muchas millas a la redonda. Contemplaba el joven las danzas de las mozas, que lucan sus vestidos rojos o azules, y blancas rosas en sus negras cabelleras, cuando, de pronto, se fij en una doncella que eclipsaba a las dems. Vesta de blanco, se adornaba con flores de granada, y de tal manera destacaba entre sus compaeras, que el joven no tena ojos sino para ella.Termin la fiesta, pero pareca que Alonso segua vindola; y como no poda conciliar el sueo, sala a baarse, por las noches, en un profundo estanque de la cercana selva. Hiciese lo que hiciese, el rostro de la jovencita apareca constantemente en su imaginacin, por lo que, decidido, trat de convertir sus deseos en realidad.Y una noche sali en busca de Julia. Cuando llegaba a su hogar, tuvo la buena fortuna de salvar a la moza de un perro furioso que la atacaba.Desde entonces, fue siempre bien recibido en el hogar de Julia, y al poco tiempo, se comprometan en matrimonio.Todos los das, al terminar su trabajo, Alonso caminaba por las orillas de la selva, donde los loros, de alegres colores, chillaban sobre las veredas serpenteantes que conducan al hogar de Julia. Paseaban los dos un rato, bajo las hermosas estrellas del sur, que brillaban en la aterciopelada y obscura noche; eran ms felices cada da.Una noche, sin embargo, Alonso pareca preocupado, y Julia le pregunt:Amor mo, qu hiciste anoche al ir a tu casa?Lo de siempre contest el joven. Como haca tanto calor, camin hasta el estanque de la selva, donde me he baado tantas noches, desde que llegu a estas tierras. Pero anoche sucedi algo extrao... Al salir del agua, me pareci escuchar una voz que cantaba con la dulzura de un ruiseor; no pude, sin embargo, comprender las palabras. Cuando termine de vestirme, busque por todos lados, pero no encontr nada.Al escuchar esto, la doncella palideci y se echo a temblar; pues, habiendo pasado toda su vida en la selva tropical tan cercana al Gran Rio, haba odo contar cosas terribles de los seres que se escondan en sus orillas o en las profundidades de los bosques; y sobre todo, la historia de Yara, la terrible, que buscaba jvenes prximos a casarse para apoderarse de ellos. Alonso! Suplic Julia. Promteme una cosa!Lo que t mandesEs algo de lo cual depende nuestra felicidad. Vamos! Ri Alonso, se trata por lo visto de algo serio, y debo estar serio yo tambin. Promteme que no volvers a baarte en ese estanque! suplic Julia. Flor de mi corazn! Contest Alonso. Me he baado ah muchas veces, y nada malo me ha ocurrido hasta ahora!Hasta ahora! Exclam Julia. T lo has dicho. Pero puede ocurrirte cualquier da. Promtemelo, te lo suplico!Que es lo que te preocupa? pregunt Alonso. escuchaste el canto? pregunt a su vez la joven.Por supuesto que lo escuch! Pero un simple canto no puede hacer ningn dao.Es que, despus del canto, viene ella! solloz Julia. Y ella, significa la muerte.Reina de mi alma! Es que te has vuelto loca? pregunt Alonso, alarmado.Ah! No, no! Murmur Julia, abrazndose a l . Digo la verdad. La voz que escuchaste, era la voz de Yara.Yara! exclam Alonso, sin poder contener la risa; risa que un momento despus se hizo dura e histrica. Oh, has visto a Yara! dijo Julia entrecortadamente. Solamente los que la han visto ren de esa manera.Y al decir esto, cay al suelo, desmayada.Cuando volvi en s, prometile el joven lo que con tanto ahnco le peda, aun cuando seguMe siento ms tranquila dijo ella, cuando le jur que no volvera al estanque hasta despus de su boda. El poder de Yara es enorme, y la magia de su canto es tal, que atrae a los hombres y los, hace olvidarse de todo. Ya ha sucedido antes; hay muchas jvenes que han perdido a sus prometidos y viven solas, con el corazn destrozado. Ahora, promtemetambin que si la magia de su poder te llamara al estanque, llevars esto contigo.Y le entreg una rara concha de gran tamao y matizada de hermosos colores, que sac de un estuche. Despus inclinada sobre ella, enton un suave canto.Aqu la tienes aadi. Llvala siempre encima; si alguna vez oyes el canto de Yara, acerca la concha a tu odo, escuchars mi voz y no la de ella. Lo que no s, es si mi canto opacara al de Yara.Cuando regres Alonso a su casa esa noche, era ya tarde y la luna brillaba sobre el Gran Rio. La selva pareca fresca e incitante, como si lo invitara a penetrar en ella y a baarse en el estanque.Pero resisti la tentacin, y la felicidad de Julia fue su mejor recompensa.A la tercera noche, sin embargo, el extrao canto de la selva lo llamaba con tal insistencia, que olvid la promesa hecha a su novia, y se encamin, por entre los arbustos, al estanque.Al Ilegar, .mir cuidadosamente a su alrededor, pues senta que algo extrao flotaba en el aire, y aun cuando record la advertencia de su amada, no acababa de creer en la historia de Yara.Ya iba a echarse al agua, cuando algo le hizo volver la cabeza. Y vio como un rayo de luz se filtraba entre los arboles y enredaderas iluminando a una bellsima joven, que se ocultaba a medias entre los helechos y las flores.El pnico invadi su corazn. Recogi sus ropas y regres a su casa tan de prisa como pudo.A la maana siguiente volvi al estanque; pero no logr descubrir nada extrao.Debo estar loco se dijo. Por prestar odo a las historias de Julia, empiezo a ver visiones y a espantarme de todo.Durante el da se sinti inquieto y febril v no pudo concentrarse en su trabajo. Por la noche visit a Julia, mas no quiso decirle nada de su aventura de la noche anterior, aunque ella pareca haber adivinado algo.Mariana lo sabrs todo, corazn de mi corazn le. Prometi Alonso, pensando en sus planes.Se despidi de prisa y regres a su casa.Decidido, cogi su pistola de dos caones y, despus de cargarla, la coloc en su cinturn, donde guardaba tambin la concha que Julia le haba dado; luego, corri hacia el estanque. Un gran silencio lo rodeaba; solo se escuchaban los chillidos de los pjaros nocturnos, y el lejano rugido de un jaguar persiguiendo su presa.Se recost el joven contra un rbol cercano al estanque, y al poco rato, invadido de un extrao y dulce sopor, empez a escuchar el canto... Era como un murmullo suave, llamndolo...Quien est ah? pregunt con dificultad, ponindose en pie.No logr distinguir nada. Sus ojos miraban hacia las negras aguas del estanque, sintiendo que una fuerza superior le impeda apartarlos de ah.Y fue entonces cuando vio a lo lejos, sobre el obscuro estanque, lo que pareca ser el reflejo de una estrella. o el resplandor de una luz, que creca y se acercaba Sinti pnico, pero era tal el hechizo que lo embargaba, que no pudo moverse.En seguida, las aguas se abrieron y surgi, iluminada por la luz de la luna, la bellsima joven de quien haba huido la noche anterior. Trat Alonso de correr, de cerrar los ojos, pero no pudo hacerlo. Contra toda su voluntad, avanz unos pasos...Que hermosa era la aparicin: los brazos tendidos, los labios entreabiertos, los ojos brillantes Y, de pronto, pens Alonso en Julia y trat de asirse a ella en sus pensamientos, con todo su amor.Por un momento pareci que el hechizo se rompa. Conoca el joven el peligro en que se encontraba; y dando un grito, sac su pistola, apunt a Yara y dispar. La detonacin despert los ecos salvajes de la selva, mas estos se desvanecieron pronto. De nuevo apunt hacia la hermosa figura y volvi a disparar. Pero esta segua avanzando hacia l, sonriendo dulcemente, con los brazos extendidos para abrazarlo.Como ltimo recurso, cogi Alonso su pistola por la culata y dio un paso adelante, decidido a golpear a Yara, quien pareci asustarse, pues retrocedi ante el brazo amenazador. Pero cuando sinti Alonso que el agua mojaba sus pies, comprendi que lo nico que hacia la aparicin era atraerlo al crculo de su poder. Desesperadamente trat de resistirse.Pero ya estaba bajo el hechizo de Yara, y la pistola cay de sus manos; la mujer se mova en el agua, y lo llamaba con los brazos abiertos, mientras la luna arrancaba de las ondas plateados reflejos.Empez a cantar, y la magia de su canto pareca estremecer todo el ser de Alonso, quien sinti que toda resistencia era intil..., tonta..., indeseable...Vencido, dej caer sus brazos; pero al hacerlo, su mano derecha roz la bolsa que colgaba de su cinturn. Y algo repentino le hizo deslizar sus dedos en ella, y sacar la concha. El canto de Yara se hizo aun ms dulce, ms tierno, ms atrayente...Pero Alonso mantuvo la concha junto a su odo, y un momento despus llegaba a l la voz de Julia, suave y amorosa, hablndole de la felicidad verdadera, de los dulces goces del hogar, de las maravillosas promesas que se haban cruzado entre ellos.La voz de Yara se fue desvaneciendo; Alonso se irgui, firme y seguro. Mir a su alrededor, pero Yara haba desaparecido; solo vio las quietas aguas del estanque, las estrellas en el aterciopelado firmamento, y el lejano brillo del Gran Rio. No se escuchaba ms rumor que el dulce canto de los pjaros nocturnos.Alonso dio media vuelta y avanz hacia la dorada maana ... La maana en que Julia seria su esposa.

EL PEQUEO BUNYIP

(Cuento Australiano) Hace muchos, muchos aos, en el otro extremo del mundo, los jvenes guerreros negros corran, y bailaban al sol; y mientras ms calentaba ste, ms felices eran, ms corran, y ms brincaban al bailar:Haban salido de caza, para llevar comida a sus familias, que vivan en pequeas cuevas hechas en las montaas. Mientras corran y bailaban, disparaban sus flechas, viendo quin las tiraba ms lejos. Lo mismo hacan con sus bumerangs, mostrando su habilidad en recoger estas curvas y extraas armas, que siempre volvan a las manos de sus expertos tiradores.Llegaron hasta los estanques de la llanura pantanosa, ms all del desierto de piedra, y cortaron juncos para tejer canastas en las que llevaran races, que para ellos eran alimento tan sabroso como las cebollas.Estamos perdiendo el tiempo dijo de pronto el jefe de la tribu. Traed a las mujeres y a los nios, pues el sacar races es trabajo fcil y ellos pueden hacerlo. Nosotros pescaremos anguilas, o lo que buenamente encontremos en los estanques.Los jvenes se entusiasmaron, desenredaron sus hilos de pescar, hechos de corteza de mimosa, y empezaron a buscar carnada. La mayora escarb en el lodo buscando gusanos, que ensartaban en sus anzuelos. Pero el hijo del jefe sac de su morral un trozo de carne cruda que haba llevado para su comida, y, sin que nadie lo viera, lo puso en su anzuelo.No lograban pescar nada, y mientras tanto, el sol descenda por el cielo, tornndose rojo. Pareca que tendran que regresar a sus hogares sin comida, y lamentaban no haber llenado sus canastas con las sabrosas races.De pronto, el hijo del jefe vio que su hilo se hunda en el agua sin que l pudiera sujetarlo. Ayudadme! grit . He pescado un enorme pez!Halaron todos con fuerza y, por fin, sacaron su pesca. Era una mezcla de ternera y foca, con una cola grande y ancha. Se miraron con horror, pues saban lo que era, aunque ninguno lo haba visto antes, pero sus padres y abuelos les haban hablado de aquel extrao animal. Es un Bunyip! exclamaron. Es un pequeo Bunyip, la cra del Gran Bunyip! Devolvmoslo pronto al agua!Pero el hijo del jefe se neg a hacerlo.Entonces, se oye un terrible lamento mas all del estanque, Y vieron salir de su madriguera a la madre del pequeo Bunyip. Avanz hacia los jvenes, furiosa,Con un brillo amenazador en sus ojos amarillos.- Djalo ir! Djalo ir! suplicaban sus amigos.! No lo hare! grit el hijo del jefe. Yo lo he pescado y lo conservar. Le promet a la joven que amo que le Llevara comida para tres das, para ella y toda su familia. Tal vez no puedan comerse el Bunyip, pero les servir de diversin a sus hermanos y hermanas. Tal vez as gane su amor.Lanco su venablo hacia la Gran Bunyip, se ech sobre los hombros al pequeo, y corri a su hogar, seguido de sus compaeros, sin pensar ni por un momento en la pena de la madre por la prdida de su hijo.El sol se acercaba a su ocaso, y la planicie se envolva en sombras, aunque arriba, en las montaas, todava brillaba la luz del da. Los guerreros corran, atravesando sin miedo el valle, sin acordarse de la madre Bunyip. Pronto olvidaron sus temores.Y fue entonces cuando escucharon un ruido sordo y extrao, que avanzaba hacia ellos. Miraron a sus espaldas y vieron que el agua suba y que el pequeo estanque donde haban pescado el Bunyip, casi haba desaparecido._ Qu es esto? se preguntaban unos a otros. No hay nubes, no ha llovido, y sin embargo, el agua est subiendo. Est ms alta que nunca.Era verdad, el agua suba. De momento, quedaron paralizados; pero inmediatamente empezaron a correr de nuevo. El hijo del jefe era el que corra ms de prisa, a pesar del pequeo Bunyip que llevaba sobre sus hombros.Pronto llegaron a la falda de la montana y se apresuraron a subir. Al llegar a la cumbre, se pararon a descansar.Aqu estamos seguros se decan unos a otros. Hemos escapado de la creciente del estanque de la Gran Bunyip.Pero al mirar hacia abajo, vieron que no estaban a salvo. Toda la planicie estaba cubierta de agua, que pronto alcanz las copas de los rboles, los cuales no tardaron en desaparecer del todo. Y el agua segua subiendo montana arriba.Corran y corran los guerreros. Llegaron por fin a la aldea, donde los ancianos se sentaban a la entrada de sus cuevas, bajo la luz del crepsculo, mientras los nios jugaban y las mujeres se dedicaban a chismear.Cuando los habitantes de la aldea vieron al pequeo Bunyip, aun los nios comprendieron que algo terrible iba a suceder.El agua! El agua! gritaban los jvenes. Y todos vieron como cubra la montaa a sus espaldas. Corrieron a la cima del acantilado que estaba ya rodeado de agua, que pronto lleg a la cumbre misma. Yo te salvar! Grit el hijo del jefe, cogiendo a la joven que amaba, aquella por la que haba pescado el Bunyip. Yo te salvar Te llevare a la punta de aquel rbol; estoy seguro que el agua no llegar hasta all.Trat de subir, pero sinti frio en los pies; mir hacia abajo y grit... No tena pies, sino unas garras enormes, semejantes a las de un gigantesco pjaro.

Volvi su vista hacia la joven y vio que lo que tena en sus brazos era un gran pjaro negro. Mir a sus amigos; todos se haban convertido en pjaros que aleteaban torpemente en el agua. Quiso taparse la cara con las manos; pero tampoco tena manos: eran las alas de un pjaro. Trat de hablar y solamente brot de su garganta un ruido raro, y not que su cuello se haba hecho largo y esbelto...Senta el agua en la cintura. De pronto, la joven y el empezaron a nadar. Se mir en el agua, y se vio convertido en un cisne negro, uno de tantos de una enorme parvada.Y este fue el origen de los cisnes negros.Nunca volvieron a ser hombres y todava se llaman entre si con un lenguaje extrao que no es el lenguaje de los hombres, ni tampoco el canto de los pjaros.El pequeo Bunyip fue salvado por su madre. El agua regres con ellos a su estanque. Y no ha vuelto a saberse de una inundacin tan grande.Los negros del otro extremo de la tierra, no se acercan al estanque donde viven los Bunyips, pues dicen que es ms seguro permanecer alejados. No saben si un Bunyip asomara su cabeza y arrastrara a uno de ellos al agua, con sus enormes quijadas.Dicen que en su morada bajo el agua tienen hermosos tesoros. Pero nadie los ha visto. Tal vez los cisnes negros los hayan visto, tal vez fueron ellos los que contaron su historia. Pero lo que nadie sabe, es lo que los cisnes negros se dicen mientras vuelan durante la noche, llamndose tristemente unos a otros...

ABU NOWAS Y SU ESPOSA(Cuento Tunecino)Haba una vez un hombre llamado Abu Nowas, favorito del sultn, a quien visitaba con frecuencia en su palacio de la ciudad de Tnez.Un da, se present Abu Nowas en el gran saln donde descansaba el monarca y, llorando amargamente, le dijo:Poderossimo seor, mi esposa ha muerto...Todos tenemos que morir contest el sultn. Y una esposa muerta no es una cosa tan terrible; te conseguir otra fcilmente.Y orden al gran visir que llamara a la sultana.El pobre de Abu Nowas ha perdido a su esposa dijo el soberano a la sultana, cuando esta se present.Le conseguiremos otra! Exclam la sultana. No ser tarea difcil. Hay una joven entre mis doncellas que le puedo ceder.Mand traer a la joven, y tanto esta, como Abu Nowas, se mostraron encantados uno con otro. Celebrse la boda con gran pompa; el sultn y la sultana les hicieron valiosos regalos y la flamante pareja se instal con toda clase de lujos y comodidades.Fueron muy felices durante algn tiempo, pero gastaban el dinero a manos llenas, sin detenerse a pensar en lo que haran cuando se les hubiera terminado.Y un da, descubrieron que haba desaparecido hasta el ltimo centavo y que lo nico que les quedaba, era una tnica y una sobrecama a cada uno.Qu haremos? pregunt Abu Nowas. Si me presento ante el sultn y le pido dinero, me arrojara de su puerta. Tal vez si t hablas con la sultana, ella quiera ayudarnos..._Sera mejor que t veas al sultn opin la esposa . Yo no sabra ni cmo empezar, pero t acabars ablandndole el corazn.No es tan sencillo como parece murmur Abu Nowas. Pero, en fin, tal vez pueda hacerlo... Si, t qudate aqu; le dir que has muerto y que necesito dinero para enterrarte.Se frot nuestro amigo pimienta en los ojos, y se present ante el sultn baado en lagrimas y con los ojos irritados por la pimienta.Qu te sucede, Abu Nowas? pregunt el sultn. Ah, noble seor, mi esposa ha muerto! gimote Abu Nowas.Todos tenemos que morir respondi el sultn. Ha muerto repiti Abu Nowas, y no tengo dinero para enterrarla.Dadle cien piezas de oro orden el sultn a su gran visir.Cont el visir las monedas, las entreg a Abu Nowas, y se alej este, con los ojos hinchados y llorando todava, pero con el corazn rebosndole de contento.Al llegar a su casa, mostr el oro a su esposa y dijo:No est mal..., aunque temo que no nos durar mucho. As, pues, ahora ve t a ver a la sultana. Llora a lgrima viva: nos queda mucha pimienta an. Dile que he muerto y que no tienes con qu enterrarme, pues antes de morir vend todo lo que posea y malgast el dinero.

Obedeci la esposa, y cuando fue llevada ante la sultana, lloraba amargamente.Qu te sucede? pregunt la sultana.Noble seora, mi esposo, Abu Nowas, ha muerto llorique la falsa viuda. Y no tengo dinero para enterrarlo, pues antes de morir vendi todo lo que tena y malgast su fortuna.Toma doscientas piezas de oro dijo la sultana. Tanto tu esposo Abu Nowas como t nos habis mostrado siempre adhesin y lealtad. Hazle un buen entierro, y usa el resto del dinero para lo que te haga falta.Bes la mujer los pies de la sultana, cogi el dinero y corri a su casa a celebrar con su marido su buena fortuna, y a pensar como gastaran el dinero.Tenemos que estar preparados dijo Abu Nowas, reflexionando. Esta noche, cuando el sultn visite a la sultana, esta le va a decir: "Abu Nowas ha muerto", y el sultn contestara: "No, no es l, sino su mujer la que muri"; y enviaran un mensajero para averiguar la verdad.Todo sucedi como lo haba pensado el astuto Abu Nowas; al terminar el sultn los negocios del da, hizo su visita acostumbrada a la sultana.El pobre Abu Nowas ha fallecido! exclam la sultana en cuanto vio entrar a su marido.No, no es l quien ha muerto, sino su esposa contest con toda calma el sultn.Estas equivocado! exclam la sultana. No hace ni dos horas que ella vino a verme, diciendo que su esposo haba dejado de existir y que como haba gastado toda su fortuna, no tenia con que pagar el entierro.Pero si el mismo Abu Nowas estuvo conmigo esta maana! contest el sultn, ya no con tanta calma. El pobre tena los ojos hinchados de tanto llorar...

Discutieron largamente, y por fin, el sultn dijo:Enviare al portero a la casa de Abu Nowas, para que averige la verdad.Oh, noble sultn! inform el hombre a su regreso, inclinndose profundamente ante su amo. Cuando llegue, encontr a Abu Nowas sentado en el suelo, llorando desconsolado. Su esposa estaba tendida sobre el lecho. Levante la sobrecama para asegurarme de que efectivamente haba muerto, y t comprob sin que me quedara duda de ningn gnero. Es la esposa de Abu Nowas la que muri).Dice esto nada ms para darte gusto, y por no contradecirte! grit la sultana, enfadada.Mande) entonces esta llamar a su criado de ms confianza y despus de explicarle lo que suceda, le orden:Ve a la casa de Abu Nowas, y cuando regreses, ms te vale decirnos la verdad, o te arrepentirs...Dirigise el criado a la casa de Abu Nowas, y cuando regrese, se incline ante el sultn, y le dijo:0h, noble sultn! Cuando llegu a la casa de Abu Nowas encontr a su esposa llorando amargamente, sentada en el suelo. Y sobre el lecho, yaca Abu Nowas. Levante la sobrecama para ver su rostro y, no hay duda, es l quien ha muerto.; Pero si te digo que lo vi en este mismo palacio, hace solo unas cuantas horas! grit el sultn, furioso. yo tambin vi a su esposa en este mismo palacio, hace solo unas cuantas horas! grit la sultana, exasperada.Solo quedaba una cosa por hacer, antes de que se volvieran completamente locos: id en persona a la casa de Abu Nowas y desenmaraar todo aquel enredo. Orden el sultn que prepararan su gran palanqun dorado, y acompaado de la sultana, se presentaron en la casa de Abu Nowas.Al entrar, contemplaron, tendidos sobre el lecho, los cuerpos de Abu Nowas y su esposa, cubiertos con la sobrecama. Levantaron la punta, y vieron los rostros de los esposos, lvidos y afilados.

Se miraron uno a otro, estupefactos, y el sultn exclam: Dara mil piezas de oro al que pudiera explicarme la verdad!En el acto salt Abu Nowas, y dijo: Dmelas, noble seor, pues yo puedo explicarte todo, y nadie las necesita tanto como nosotros!El sultn y la sultana, inmviles durante unos segundos, soltaron grandes carcajadas, pues, qu otra cosa podan hacer, sino perdonar a sus servidores por la broma que les haban gastado? Les entregaron las mil piezas de oro. Abu Nowas y su esposa empezaron una nueva vida, con tan generosa ayuda.

EL HIJO DEL JEFE LOBO(Cuento piel Roja)Muy muy al norte, y sobre las playas del gran ocanolos pieles rojas de la tribu Tlingit haban levantado o sus chozas y tiendas, y vivan en una pequea aldea construida con pieles y cortezas de abedul.Y ocurri que un ao se sinti una gran hambre en la regin, y muchos de los indios murieron. Era en verdad terrible contemplarlos sentados, envueltos en sus mantas, esperando la muerte, demasiado dbiles y desesperanzados para moverse.Pero haba entre ellos un nio que no se daba por vencido. Da tras da, coga su arco, cargaba las flechas sobre su espalda, y sala a los bosques en busca de comida para su madre y para l.Una maana, mientras vagaba como de costumbre por el bosque, encontr un extrao animalito parecido a un perro, pero que no era exactamente un perro. Como era gordezuelo, de fina piel y simptico, no tuvo corazn para matarlo, a pesar de su hambre. As que lo cubri con su manta y lo llev a su choza. Una vez en ella, le quit el lodo y la nieve, y despus le pinto la cabeza y las patas con la pintura roja de los guerreros, para poder distinguirlo cuando salieran juntos de caza.Al da siguiente, el nio se despert temprano y sali a cazar con su nuevo compaero. Y se mostr este tan rpido y astuto, que en poco tiempo haban cazado entre los dos unos cuantos gallos silvestres, los cuales representaban la comida de varios das. Y esa noche pudieron invitar a algunos de sus amigos a cenar.Poco despus, volvi a salir el nio de caza, y estando en el bosque se dio cuenta de repente de que su pequeo compaero ya no estaba con l. Peg su odo a la tierra y oy claramente, aunque muy lejano, un dbil y ansioso lamento. Siguiendo el sonido como solamente un piel roja sabe hacerlo, el nio descubri pronto una cueva, en el fondo de la cual el perro haba dado muerte a uno de los grandes borregos de la montaa..Eres de verdad un perro? Pregunt el muchacho. No podra asegurarlo... Quisiera saber lo que eres... Pero te tratare como debe ser tratado un perro.Y cuando guisaron la carne, dio a su camarada el mejor de los trozos.Unas semanas ms tarde vino a ver al nio el marido de su hermana y le dijo:Voy a salir a cazar. Prstame tu perro, pues me ser de gran utilidad.El muchacho no se atrevi a negarle tal favor a aquel enorme y torvo guerrero; remolonamente se dirigi a la pequea perrera que haba hecho para su extrao amigo, y se lo entreg a su cuado, no sin antes pintarle la cabeza y las patas, como siempre lo haca.Dale lo mejor de la presa, como lo hago yo le suplic.Pero el hombre no contest. Recogi el animalito, lo puso en su manta, y se alej hacia el bosque.Era el guerrero un hombre mezquino y avaro, y cuando su compaero de caza mat un rebao entero de borregos salvajes, le arroj solamente un trozo de entraas que nadie hubiera comido, exclamando:Toma!Es bastante para una criatura como t!El animal mir lo que le daba, y dndole la espalda, huy hacia las montaas, aullando fuertemente.

En vista de lo sucedido, el guerrero se vio obligado a cargar con el rebao entero; y ya haba obscurecido cuando, tambalendose, lleg a la aldea.El nio lo esperaba ansiosamente, y le pregunt: Dnde est mi perrito?No me sirvi para nada! Gru enojado el guerrero . Se escapMs tarde suplicaba el nio a su hermana:Dime lo que le hizo al perro! No quera prestrselo pues tema que sucediera esto.Le arroj las entraas de un borrego contest la esposa del guerrero; pero, por lo visto, es demasiado delicado para comerlas, y escap a las montaas.Cuando oy esto el nio, se volvi tristemente y decidi salir en busca de su camarada. Pronto descubri las huellas de sus patas y manchas de pintura roja entre la hierba.Sigui caminando hasta llegar ms lejos de lo que ningn valiente tlingit haba llegado, trep a las montanas, y encontr por fin un enorme lago negro, tan extenso que no poda ver ninguno de sus dos extremos. Las huellas del perro se perdan en la playa, y lejos, en la orilla opuesta, distingui una aldea con chozas y cabaas, cuyos habitantes parecan estar practicando algn juego, pues hasta l llegaban claramente voces y sonidos apasionados.Si pudiera cruzar las negras aguas! suspir.Apenas haba pronunciado estas palabras, cuando la tierra se abri junto a l, y una nube de humo subi hacia el aire.Entra! grit una voz desde la nube, y obedecindola, se encontr cara a cara con una viejecita. Para que has venido, hijo mo? pregunt cuando el muchacho estuvo frente a ella. Para qu has venido a visitar a los "Indios Vagabundos Eternos"?Encontr un pequeo animalito. Era como un perro explic el muchacho. Me ayudaba a conseguir comida para mi gente, y yo lo amaba. Pero el esposo de mi hermana fue el causante de que huyera, y est perdido.Sus gentes viven ms all del lago respondi la anciana. Debes saber que no es un perro ordinario, sino el hijo de Jefe Lobo. Su aldea es aquella, desde donde llegan las voces de los sbditos de Lobo.El nio mir al otro lado del lago, y agach la cabeza tristemente, pensando:"Cmo podr llegar a la aldea de Jefe Lobo?"Mi pequea canoa est por aqu dijo la anciana, como si el muchacho hubiera hablado en voz alta."Es muy chica, y temo que se hunda con mi peso", pens el muchacho, al ver que se trataba de un juguete.Nuevamente le habl la anciana:Llvala hasta la orilla del lago dijo, y sacdela una vez antes de subirte. Vers cmo cabes en ella perfectamente. Una vez dentro, extindete y desea ardientemente llegar a la otra orilla. No necesitars ni remar.Obedeci el nio, y fcilmente lleg a la orilla opuesta. Al tocar tierra, cogi la canoa, la sacudi, e inmediatamente volvi a encogerse hasta convertirse en el juguete que le haba dado la viejecita. El muchacho se la meti en un bolsillo antes de dirigirse a la aldea. Dnde est la tienda del jefe? pregunt a un grupo de nios que jugaban con la cola del arco iris.Al otro extremo respondieron, sin dejar de jugar.As que nuestro hroe sigui caminando hasta llegar a un espacio abierto donde arda un hermoso fuego, alrededor del cual se sentaban muchas personas. De un lado estaba Jefe Lobo, y de repente vio a su amiguito jugando alegremente cerca de su padre.Wah! Wah! grit de pronto el jefe. Hay una criatura de la raza de los hombres entre nosotros! Desapareced, sbditos de los Lobos!Y repentinamente obedecieron todos, menos el pequeo lobo, que corri hacia el muchacho, lo olfate e inmediatamente lo reconoci. Cuando Jefe Lobo vio esto, se torn visible de nuevo y dijo al muchacho:No temas, soy tu amigo. Yo mismo mande a mi hijo a ayudarte cuando tu gente mora de hambre. Mi corazn y el de todo mi pueblo rebosa alegra, pues has venido a buscarlo, y le has puesto la pintura guerrera de los Hombres Rojos. Ahora todos la tendremos, v se poda distinguir un Lobo desde muy lejos, gracias al rojo de sus patas y de su hocico.Jefe Lobo call para aadir despus:

Pero no creo que permitir que mi hijo regrese contigo. Te hare en cambio dos singulares regalos. Toma ese dardo hecho de pluma de ganso, colgado en la pared de mi tienda. Si llegas a encontrar un oso, dirige la punta hacia l, y vers como vuela de tu mano y mata al oso. Y toma esta otra pluma de mi manta; si la colocas al lado de cualquier persona, por enferma que est, sanar. Pero si la