Cuentos de mediación II

Y colorín colorado,

en estos cuentos

se ha mediado

Educando en la gestión positiva de conflictos

El gato con botas no se lleva bien con su vecino

Gema Murciano

Después de acabar su jornada laboral en el castillo de su amo, el Marqués de Carabás, el Gato con botas entró en su nueva casa.

Para agradecerle sus servicios, el Marqués, le había comprado una lujosa casita en una urbanización, muy cerquita del castillo, y aunque al principio el Gato con botas era feliz, poco a poco empezó a llegar muy triste a su casa.

Y todo tenía una explicación, unos dos meses después de decorar la casa, el vecino de abajo empezó a molestarle con la música muy alta, parecía que le estaba esperando, porque a los 10 minutos de estar,

JOSE MANUEL ROMÁN (2 AÑOS)

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sonaba la música atronadora, y al son de esa música ruidosa, tenía que limpiar la casa, prepararse la cena y llevar las cuentas del Cas-tillo, el pobre Gato con botas tenía unos dolores de cabeza...

Un día, coincidió con una gatita persa que vivía en el tercero, y como le vio tan triste le dijo:

—¿Pero qué te pasa Gato que tienes esa cara tan triste?,¿Acaso el Marqués ya no quiere ser tu amo y te ha despedido?,¿Te hacen daño las botas?

—No, Gata, no, son los vecinos de abajo, cada vez que llego a casa me ponen la música tan alto que siempre tengo dolor de cabeza, el médico ya no sabe que recetarme, y como duermo mal, tengo que tener mucho cuidado para que no me eche la bronca el marqués.

—¿Y no has intentado hablar con ellos?

—Sí, pero no hacen caso, no sé que hacer. el Gato estaba tan triste que casi se pone a maullar

—¿Y si los llevas a mediación? A mí me solucionaron un problema con mi hermana y mi madre...

—¡Qué buena idea gata!, no se como no se me había ocurrido, ¡ire-mos a mediación!

El Gato con botas entró como una flecha en su casa. Mientras lla-maba a la asociación de mediación que resolvió el problema laboral de los granjeros, la música empezó a sonar ¡otra vez!. Como pudo explicó lo que le pasaba, y dos días después le devolvieron la llamada para quedar con él, pues el vecino de abajo había dicho que quería resolverlo rápidamente.

Dicho y hecho, dos días después el Gato Con Botas se encontró con su vecino, un amigo de Garfield. Le vio muy desmejorado, con unas ojeras...

El gato con botas no se lleva bien con su vecino 5

El mediador les preguntó quién quería empezar, el Gato con Botas, tenía tantas ganas de resolver que empezó él.

—¡Es un mal vecino! ¡No para de molestar y hacer ruido!

—¿Que yo hago ruido?¿Pero no te oyes?

—¡Tu casa parece una discoteca!

—¡Y la tuya un tablao flamenco!

—Uy lo que me ha dicho, ¿lo ha oído mediador? ¡No se puede hablar con él, y así dos meses!

—¿Que no se puede hablar conmigo? ¡pero si con tanto ruido que haces no puedes oír ni tú¡

—¡Tú haces el ruido!

—¡No, tú!

Viendo como se ponían las cosas, el mediador, les interrumpió- A ver si he entendido bien, usted dice que la casa de su vecino parece una discoteca, y usted que la suya un tablao flamenco, ¿verdad? ¿Me cuentan de uno en uno lo que pasa? Seguro que podemos encontrar una solución.

-Yo llego a casa muy cansado porque trabajo con el Marqués de Ca-rabás, al llegar sólo quiero limpiar y ordenar mi casa rápidamente y hacer bien las cuentas del Castillo, pero éste pone la música tan alta, que no puedo ni concentrarme, y estoy cansado y triste.

-Mire yo trabajo cazando ratones por la noche, y duermo por el día, pero no puedo descansar porque siempre hay ruidos repetitivos, toc, toc, toc, toc, y claro, ya que no puedo dormir ni descansar, aprovec-ho para ensayar las canciones de mi grupo.

—Vaya, veo que tienen un problema de ruidos... si pudiese dormir por el día, ¿usted no tendría que ensayar cuando llegase Gato a su

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casa?

—Ayyyy si pudiese dormir, no estaría tan cansado y con tantas ojeras y sólo ensayaría los sábados en el local de uno del grupo.

—Gato, si usted pudiera dormir, ¿estaría tan triste y le regañaría el Marqués por las cuentas?

—No, estaría todo como siempre.

—Por lo que he entendido bien parece que los ruidos que hace sin querer Gato con Botas al llegar a su casa le despiertan, y como ya no puede dormir, aprovecha para ensayar, y el ruido que genera el ins-trumento musical, impide que descanse Gato... Quiero hacerles una pregunta, ese toc, toc, toc, toc... ¿Podría ser el taconeo de las botas? ¿Es posible Gato, que llegue usted tan casando y con tantas ganas de acostarse que se le olvide quitárselas?

—¡¿Cómo va a ser el taconeo de mis botas?! ¡No piso tan fuerte! Y además. se me enfrían mucho los pies...

—Si, es ese el problema, yo podría confeccionarte unos calcetines...

—Si quieres podríamos probar a quitarme las botas a ver si así pode-mos descansar los dos...

—¡Me parece buena idea!

Los dos firmaron el acuerdo ante el mediador, y al día siguiente cu-ando Gato llegó a casa se encontró un paquete con unos calcetines de rayas.

Una semana después el mediador se encontró con los dos, estaban descansados y felices, ¡habían quedado con la Gata persa!

Y colorín colorado, en este cuento se ha mediado.

Cuentos de mediación IIEstos cuentos forman parte de un proyecto de difusión de la mediación llevado a cabo sin ánimo de lucro y con la finalidad de dar a conocer a la población en general otra manera de abordar y solucionar los conflictos.

Dicho proyecto no habría sido posible sin el auspicio de las siguientes entidades:

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www.editorialreus.es www.asociacionpactum.org

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www.mediaicam.es www.coam.org www.asimediamediacion.es

www.mediators.es www.juristasmediacion.com www.mediacionsoluciona.com

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