CUENTOS INFANTILES

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El ratn y el zorro El ratn y el zorro. Danny Vega Mndez, escritor de Panam. Cuento educativo de animales.

Cierto zorro maoso se burlaba de los dems, porque siempre le vea los defectos de sus compaeros. Adems, se consideraba el ms listo de todos los animales. A Don Gaviln le deca: Esas garras que tienen solo sirven para lastimar , y por eso nadie te quiere. Adems se encarg de decirles a todos en el bosque que Gaviln era un mal amigo. De Doa Iguana se mofaba porque ella tena la piel verde. Incluso un da mientras ella dorma le pint la legua de verde. La pobre no pudo comer por varios das. Don Conejo ya no haca tratos con l, pues siempre le menta y s quedaba con el dinero. Luego rea de l contndoles a todos que Don Conejo era muy tonto en confiar en los dems. Pero del que ms se burlaba era del Ratn de campo, pues deca que era dbil, pequeo y muy miedoso. En cierta ocasin casi lo mata de un susto. Y tal fue el espanto de Don Ratn que Zorro se ri por varias semanas. Sucede que una vez Don Zorro caminaba por el bosque cuando vio un pollito. Lo que l no saba era que el pollito era de hule. Cuando lo agarr: Pum! Cay la jaula de bamb; y por ms esfuerzos que hizo no pudo escapar. Zorro se llen se miedo, pues saba que los hombres lo anda ban buscando para matarlo All, en la prisin, reflexion en las virtudes de los dems: El Gaviln podra levantar la jaula con sus fuertes garras; la Iguana podra buscar ayuda corriendo de un rbol a otro; y Conejo, podra hacer un tnel para fugarse . Al instante, lleg Don Ratn que sin pensarlo dos veces comenz a roer el bamb y antes que llegaran lo humanos pudo escapar. Gracias, muchas gracias Ratn , le dijo. Pero Por qu lo hizo si yo siempre lo trato muy mal? Ratn de campo le respondi: Todos tenemos defectos, pero tambin grandes cualidades con las cuales todos debemos ayudamos los unos a los todos Desde ese da, ambos fueron los mejores amigos de todos en el bosque. Fin

El burrito inteligenteEl burrito inteligente. Carmen Mara Rondn Misle, escritora venezolana. Cuento sobre el valor de superar

Haba una vez en una aldea muy lejana, un burrito que soaba con estudiar pero nadie le haca caso. Slo se burlaban de l cuando deca que quera ir a la escuela a aprender. Toms lloraba triste. Lo hacan trabajar sin descanso, arriando carretas, cargando pajas y labrando la tierra. Lo mantenan ocupado para que no pensara ms tonteras. Toms no entenda el por qu de tanta injusticia, por qu no le daban una oportunidad de demostrar que era inteligente. Que tena el mismo derecho que todos a de estudiar, pero su fama de tonto lo segua a todos lados, as que decidi marcharse de all. Toms se alej hasta no ver ms su aldea, caminaba muy triste ya que ni sus padres lo apoy aban. Lleg al claro de un bosque y escuch a uno chicos riendo jugaban de lo ms alegres. Toms se acerc y los mir con asombro, ellos se dieron cuenta y lo saludaron cordialmente. -Hola amiguito Cmo ests? Qu haces por ac?-pregunt Carlitos el osito. -Yo estoy bien, un poco sorprendido de verlos ac no deberas estar en la escuela? -Quin eres nuestra madre ja ja? rieron burlones. - No pero yo dara cualquier cosa por estudiar y aprender y ustedes que si la tienen la desaprovechan? - Tu estudiar? -se ri burlndose Luisito el tigrecito - Pues si yo dijo molesto.- estoy seguro que se arrepentirn algn da. Adis. Sinti rabia, pero mientras ms se burlaban, ms fuerza le daba para seguir adelante. No descansara hasta encontrar a un profesor que de verdad lo aceptara en su clase y le diera una oportunidad. Sigui caminando hasta casi anochecer. Lleg a una casita, toc a la puerta y la seora tigresa atendi. -Hola hijito como estas, que deseas? - Disculpe seora, no quisiera molestar, pero vengo de muy lejos, y estoy cansado y hambriento. Si me da algo para comer y un sitio donde dormir, le compensar se trabajar muy duro. -Claro que si no lo dudo, cario pero los nios no son para trabajar duro sino para estudiar, jugar y aprender a obedecer a sus mayores. Para ms tarde cuando sea grande, hay leyes que respetar en nuestra sociedad y eso le ayudara a ser buenas personas. No te parece amiguito?- dijo sonriente la amable y dulce seora tigresa. -Ya lo creo que s, seora -Seora Amanda. -Claro que si seora Amanda. - Y dime mi linda criatura qu haces tan solo por ac y lejos de casa y tus padres? Toms cont a la seora tigresa toda su historia mientras esta le serva un plato de frijoles y pan. Ella lo escuch atentamente. Y finalmente hasta que ste termin su relato ella suspiro y dijo triste: -Qu historia ms triste mi pequeo, ojala mi Luisito fuera como tu y le gustara estudiar as. Ven, te digo algo: desde ahora este ser tu hogar, ac sers muy feliz y sers tratado como mereces. Hiciste bien en seguir tus sueos, nunca se debe renunciar a ellos, debes buscar dentro de tu corazn y que el te gui hasta tus sueos y luego a esforzarse muy duro para lograrlos. Sin embargo le escribiremos a tus padres y le diremos que estas bien, y en cuanto al trabajo colaborar un poco trabajando est bien eso, te crea responsabilidades. Ojala mi Luisito aprenda algo de ti. Asi fue como Toms encontr un nuevo hogar. Pas un tiempo all ayudando a la seora tigresa a hacer los mandados, limpiar el huerto y otras hacer tareas. El seor tigre tambin estaba complacido con su estada. Todos menos Luisito, a quien le molestaba que lo compararan con ese desconocido. Sin embargo, Toms siempre trataba de ayudarlo y hasta hacia sus tares y lo cubra en sus escapadas para no entristecer a su mam. La seora tigresa le ense a leer, contar, sacar cuentas. Tomas estaba feliz, hasta que un da un coche se detuvo al frente de la casita de sus protectores. Bajaron el seor y la seora burro. A Toms se le detuvo el corazn mientras lea un libro que la seora Amanda le haba prestado. Se acercaron a Toms, mirndolo severamente sin decir una sola palabra, pero ste levant la mirada desafiante. Nadie lo hara desistir. Estaba decidido a seguir adelante. Los seores tigres salieron a recibirlos. - Sintanse bienvenidos- dijeron. -As jovencito qu tienes que decir a tu fuga de la casa? -que si no lo haca de esa manera no me hubiesen dejado ir -Claro que no Quin te dijo a ti que los burros nacieron para aprender? -Pues no se si los burros nacieron o no para eso, pero yo si voy aprender. Es ms, ya se leer y escribir, sacar cuentas y no me ir de aqu.- dijo molesto Toms dio media vuelta y se alej. Su padre furioso se dispona a seguirlo y su esposa lo detuvo mirando a los seores tigres que los miraban sin decir nada. Ms tarde, en la sala de estar, tomaban te y galletas. Amanda le cont todo a sus padres que finalmente entendieron, y permitieron que Toms se quedara all. As fue como este pequeo que no se dej vencer por nada para lograr su sueo de estudiar y llegar a tener un ttulo universitario, fue a la escuela. Estudio mucho y sigui su camino al ser mayor. Consigui un trabajo y estudi mucho ms. Luisito, en cambio, slo llego a duras penas a mitad de escuela y comenz en trabajar en un taller mecnico su amigo oso se fue lejos y solo se supo que trabaja en una tienda de

ropa, la mam de tigrito acepto que no todos nacen para tener ttulos universitarios, lo importante es que siempre luchemos por ser mejor cada da, y ser una mejor persona en nuestro mundo, y ser feliz con lo que realicemos. Se lo que tu quieras ser pero con amor, y con libertad para ser cada da mejor en lo hagas Burro se gradu con honores de mdico, se cas, y sus padres se senta orgulloso de el, Luisito se hizo su mejor amigo al igual que sus padres de los paps de Toms. Fin

Federiquillo, el mentirosillo Federiquillo, el mentirosillo. Cuento Suizo extrado de Cuentos de Don Coco . Cuento sobre las mentiras.

Federico era un hermoso nio; pero toda la gente de la aldea lo llamaba Federiquillo, el mentirosillo. Cuando por la noche vea volar un murcilago, gritaba escandalizado: - He visto volar un dragn en persona! Y, cuando despus de jugar un buen rato en el jardn de su abuela, afirmaba -grave y firmemente que haba arrancado, durante horas enteras, las peores malezas de la tierra. -Federiquillo, di la verdad! -lo reprenda su madre y, a su vez, Federiquillo gritaba indignado: -Mam, esta es le pura verdad! Es y seguir siendo Federiquillo, el mentirosillo -deca enojado su padre; y recurra de vez en cuando al severo castigo. Un da, apareci hecho trizas el tazn preferido de l padre: -Federiquillo, qu has hecho? -grit su madre. -Nada -minti el nio. Estaba en la cocina cuando vi cmo la mesa empezaba a moverse. Todos los tazones saltaron y el de pap, ms alto que ninguno. De pronto empez a dar crculos, resbal, cay y s e rompi. Lo he visto con mis propios ojos! -Mientes! Y lo ms triste es que t mismo crees tus mentiras. Ojal se te erizaran los cabellos cuando no digas la verdad! -Yo no miento nunca! -grit Federiquillo, y se puso a patalear. Entonces, sinti sobr e su cabeza un raro cosquilleo; y percibi un rumor en sus odos, como cuando el gato ronronea. Se llev las manos a los cabellos. Se haban rizado! Obstinado, se dirigi al cuarto de su madre, cogi las tijeras y quiso cortarse los cabellos. Pero no pudo : eran tan fuertes como alambres. -Madre, yo he sido quien ha roto el tazn! -grit horrorizado. Al momento, se normalizaron sus cabellos y se le enrollaron en suaves rizos, recuperando su belleza. Y as sucedi desde entonces: si menta, se le erizaban l os cabellos ferozmente. Y cuando despus deca la verdad, volvan a la normalidad. Pero si esto suceda en la escuela, tena el inconveniente de que se burlaba de l toda la clase, puesto que le gritaban: -Federiquillo, el mentirosillo! Federiquillo, el mentirosillo! Gracias a ello, Federico perdi la costumbre de mentir. Y sus padres se sintieron felices. Su madre le regal un libro de cuentos; y su padre, una ejemplar historia de ladrones. Esta dio mucho que pensar al nio. Los ladrones de la historia negaban cuanto se les antojaba. Pero, al final, reciban muy severos castigos; y despus ya no podan decir ninguna palabra ms. Fin

El anciano, el ngel y el muecoEl anciano, el ngel y el mueco. Escritora de cuentos infantiles de Buenos Aires, Argentina. Cuentos de ngeles. Cuentos de muecos.

Don Ramiro era un fabricante de muecos. Desde pequeo le haba gustado fabricar todo tipo de muecos en diferentes materiales. Era un hombre muy hbil, pero muy egosta, por esa razn no tena amigos. No haba querido casarse y an menos tener hijos. Para l, siempre estaban primero sus necesidades que las de cualquier otra persona. Era avaro con sus empleados y no conoca la caridad. No era un hombre querido, pero eso jams le haba importado. Desde joven, haba vivido en la ms absoluta soledad. Ya anciano, con el peso de los aos y la soledad sobre sus espaldas, empez a preguntarse por qu haba llegado a esa edad con la nica compaa de sus inanimados muecos. Pasaba el da pensando en qu era lo que haba hecho mal, pero su mente acostumbrada a pensar primero en l, no le permita darse cuenta que una vida de egosmo se paga con la soledad ms absoluta. Una noche, el anciano estaba trabajando en lo que llamaba su obra maestra , un gran mueco de madera a escala natural que, en rigor de verdad, mucho se le pareca. El mueco tena un gesto adusto, una expresin poco simptica. Daba la impresin que estaba hecho para ahuyentar a los nios y no atraerlos. Cansado de trabajar, se qued dormido sobre el mueco. Esta es mi oportunidad Dijo su angelito de la guarda, que dicho sea de paso, tena las alitas cadas por la tristeza de no haber podido cambiar el destino del anciano. El ngel haba tratado toda la vida ablandar el corazn de Don Ramiro, pero le haba sido imposible. Pareca que el anciano posea una fra roca, en lugar de un tibio corazn. Viendo que el hombre estaba profundamente dormido y sin siquiera tocarlo, le vant al gran mueco de madera y le dijo: Tu me vas a ayudar. El angelito despert al anciano, le gui un ojo y lo salud afectuosamente. Don Ramiro, no sala de su asombro. Supuso que estaba soando, pero cuando el pcaro ngel le tir de la oreja, se dio cuenta que lo que ocurra era real. Mira que me has dado trabajo hombre! Exclam el ngel. No puede ser, es imposible! Exclam el hombre. Qu es lo que no puede ser? Que tu ngel te de un tirn de orejas? Se que no es comn, pero no me has dejado otra opcin Toda la vida tratando de ablandar esa roca que tienes por corazn! No entiendo, no entiendo Deca Don Ramiro tomndose la cabeza y caminando hacia atrs. Qu es lo que no entiendes? Qu te haya tirado de la oreja o cmo llegaste a este punto tan triste de tu vida? Lo primero ya te lo expliqu, eres duro de entendederas. Ahora te explicar lo realmente importante, sintate. El ngel intent tomar la mano al anciano, quien la retir como si hubiese tocado una brasa caliente. Yo puedo solo Dijo molesto y se sent dispuesto a escuchar, pero no de muy buena gana. Ser mejor que te explique de modo que puedas entender. Tom la obra maestra que Don Ramiro estaba fabricando y dijo: Haremos de cuenta que ste eres tu. Cada parte de este mueco te pertenece. Est armado como si fueses tu mismo y cobra vida. Veremos cmo se comporta. Cmo pretendes que se comporte? No es ms que un mueco Dijo enojado Don Ramiro. Veo que seguimos sin entender. Ya no es un mueco, eres tu mismo y a travs de l, voy a mostrarse qu te llev a estar en la ms absoluta soledad Replic el angelito.

El mueco comenz a moverse toscamente. Se pareca bastante al anciano en sus rasgos, pero sobre todo en su mirada: fra y hostil. Dio vuelta su cabeza de madera de un lado hacia el otro, mirando a los otros muecos y se detuvo en Don Ramiro, quien no sala de su estupor. Emocionado, por primera vez en su vida, el anciano quiso tomar la fra mano del mueco, pero ste la retir del mismo modo que l lo haba hecho con el ngel momentos atrs. El mueco era su obra maestra, casi ese hijo que no haba querido tener cmo era posible entonces que se negara a tomar su mano? Intent acariciarle el cabello hecho con lana oscura y una vez ms sinti el rechazo de su criatura. Es evidente que no quiere relacionarse contigo Dijo el angelito Djalo, a ver si lo quiere hacer con todos los otros muecos que tienes aqu. El ngel movi su mano y el mueco gir su cabeza mirando hacia las estanteras repletas. Lejos de caminar hacia sus iguales, se alej a un rincn del taller y ah se qued slo. Se apoy contra la pared y fue cayendo hasta quedar sentado. Esta visto que est hecho a tu imagen y semejanza, no quiere relacionarse con nadie y terminar como tu, slo y sin ser amado. El anciano camin hasta el rincn y una vez ms lo quiso tomar de la mano para ayudarlo a levantarse. Yo puedo solo Dijo el mueco y se levant por las suyas. No se a quin me recuerda Dijo con cierta picarda el angelito Te das cuenta que acta igual que tu? No quiere estar con nadie, no quiere que nadie lo toque. Terminar sus das solo, como tu lo ests y lo seguirs estando si no cambias de una buena vez. Eso hice yo con el mueco ms hermoso de todos los que fabriqu? Pregunt en voz alta y con lgrimas en los ojos el anciano. No respondi el ngel muy serio esta vez Eso hiciste contigo y con tu vida, que es mucho peor. Puedes darle otro destino? No quiero que mi mueco sea lo que es Solloz Don Ramiro, Imposible. Yo protejo hombres, no muecos. Si hasta ahora no he podido cambiarte a ti, mal podra cambiar a esta criatura de madera. Aunque, a decir verdad, tu corazn es tan duro que tal vez sea ms fcil cambiar el de este mueco que el tuyo. Hazlo entonces, no quiero que sufra Pidi el anciano. Imposible Volvi a contestar el angelito- Hazlo tu, ya te dije, yo me encargo de ustedes los hombres y los hombres de sus criaturas y sus vidas. Empieza por cambiarle esa fea expresin que tiene. Nadie querr comprarlo, los nios llorarn al verlo. Y prosigui: Imagina si tu sufres por la soledad de un mueco de madera, cunto ms he sufrido yo por tu aislamiento y egosmo. Creo que empiezas a entender. Te dejo para que puedas pensar, pero no te dejo solo, aunque tampoco me quieras a mi, yo siempre estar contigo. Dicho esto el ngel se esfum. El anciano qued mirando al mueco cuya efmera vida se esfum, solo en su taller, como siempre haba querido estar, rodeado nada ms que de seres de madera, tela o cartn. El haber visto reflejada la soledad en su criatura ms amada y las palabras del ngel, lo hizo reflexionar sobre su propia vida. Lo primero que hizo fue cambiar la expresin del mueco, lo hizo sonriente y afable. Lo coloc en la vidriera y se qued viendo cmo lo miraba la gente que pasaba. La reaccin era diferente. Tom entonces, todos y cada uno de los muecos y les cambi la expresin a todos. Coloc los ms que pudo tambin en la vidriera y vio, que la gente se acercaba an ms. Decidi pararse en la puerta del comercio a ver qu pasaba. Se detuvo una seora con su pequeo, quien miraba con gran entusiasmo los sonrientes muecos, ahora mucho ms atractivos. En un momento, el nio levant su mirada y al ver el adusto gesto del anciano, rompi en llanto y se escondi en las polleras de su madre. Don Ramiro se dio cuenta que no era suficiente con cambiar la expresin de los muecos, deba cambiar l en primera instancia para revertir su soledad. Y as lo hizo, remodel su comercio, pinto caras alegres y por sobre todo se dibuj una sonrisa en su rostro y en su alma. Poco a poco la gente fue conociendo a otro Ramiro y lo empez a querer. El anciano jams terminara de agradecer a su angelito el bien que le haba hecho. Un angelito que, dicho sea de paso, ahora tena sus alitas bien erguidas y orgullosas. Fin