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Cuentos para el andén Nº41

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Cuentos para el andén nº41 recupera los textos de autor novel, con la participación un nuevo Taller Colaborador: Ítaca Escuela de Escritura, de Madrid. También escucharemos un poema musicado, tres microrrelatos que aterrizan desde Buenos Aires, dos desde España, hablaremos de una plataforma de crowdfunding social que acaba de nacer. Y más cosas, claro. No te quitamos más tiempo, esperamos que lo disfrutes.

Citation preview

metroligero [28]

brevemente [18]

Relatos en cadena

dindondin [20]

andéndos [7]

Tres microrrelatos, Roberto Perinelli

elmuro [3]

decamino [21]

entrecocheyandén [22]

La derrota del general Castro, Óscar Amador

cuentoscomochurros [12]

lapuertadelanevera [14]

octubre2015nº41

andénuno [5]

No moriré en París con Aguacero, Pedro Flores

En este número traemos un poema en dos versiones: la de tinta y la sonora, a

través de la canción a la que dio vida. Encuéntrala entre estos andenes.

diccionariodesaturno [15]

sinopsis [16]

Edita: Grupo Andén C/ Feijoo, 6 - 4ºA - 28010 Madrid | [email protected] | www.grupoanden.com

Comité editorial: Alejandro Moreno, Víctor García Antón, Leticia Esteban | Editora: Natalia Muñoz.

Asesores de contenidos: Sergi Bellver, Juan Carlos Márquez, Kike Cherta, Juan Martini (Buenos Aires, Argentina)

y Mónica Pano (Argentina)

Publicidad: [email protected] | Diseño: www.jastenfrojen.com

Ilustración: Coordinación: www.leticiaestebanilustracion.com

Ilustración portada e interior: © Alejandro Moreno

nove

dade

s

Con la colaboración de:

andéntres [10]

Dos microrrelatos, Marcos Ripalda

3

Cuentos para el andén nº41 recupera los

textos de autor novel, con la participación de

un nuevo Taller Colaborador: Ítaca Escuela de

Escritura, de Madrid. También escucharemos

un poema musicado, tres microrrelatos que

aterrizan desde Buenos Aires, dos desde

España, hablaremos de una plataforma de

crowdfunding social que acaba de nacer. Y

más cosas, claro. No te quitamos más tiempo,

esperamos que lo disfrutes.

Cuentos para el andén

@cuentosanden

[email protected]

www.grupoanden.com

Te escuchamos:

elmuro

Finalistas:

En el transcurso - Juan Francisco Sobrevals

Guadalajara (México)

Luz de Otoño - Enrique Pérez

Madrid (España)

Sin título - Rafael Ramírez

México D.F. (México)

Tema: Ventanas Ganadora: Ventana abierta. Víctor Fuenlabrada - Ontígola (España)

Concurso de fotografía Participa enviando tus fotos a [email protected] las bases y mira las fotos en Facebook y grupoanden.comTema del próximo concurso: Por los suelos

andénuno

5

NO moriré en París con aguacero.

No darán con mi rastro los sabuesos.

No moriré tampoco de un certero,

romántico derroche de mis sesos.

Invulnerable soy a todo acero

por gracia del aceite de tus besos.

Sin saber que ya soy tu prisionero

las prisiones se mueren por mis huesos.

Renuncio a un panteón en el Parnaso.

Que se queden los dioses sin mi genio.

Que se caigan mis letras de sus trazos.

Me encontrará queriéndote el ocaso:

Lo único que demando como premio

es morir escondido entre tus brazos.

Versión musicada por Andrés Molina

No moriré en París con AguaceroPedro Flores

tw Del libro-disco El hombre que bebió con Dylan Thomas. Ed. El ángel caído, 2014.Pedro Flores, (La Palmas de Gran Canaria, 1968). Desde la década de los 80, se ha dedicadoa la escritura de poesía, libros de relatos, obras de teatro y cuentos para niños. Ha sido gana-dor de numerosos premios literarios.

7

andéndos

Diferencia 1

EN cierta región de la selva africana las aves silban Bach, los

leones cantan Schubert y hasta los rinocerontes se atreven con

Mozart. Ahí también viven unos sapos que sólo croan, y viven

fastidiosos por el batifondo que escuchan alrededor.

Tres microrrelatosRoberto Perinelli

8

andéndos

tw Del libro: Actos que crean hábito. Macedonia Ediciones, 2014. Roberto Perinelli (Buenos Aires, 1940). Como dramaturgo estrenó más de 25 obras, trabajóen el Teatro San Martín, dirigió la Escuela Metropolitana de Arte Dramático y, actualmente,el Teatro del Pueblo. Como microficcionista integró los volúmenes Comitivas invisibles: cuen-tos breves de fantasmas (2008), La pluma y el bisturí (2006), 4 voces de la microficción argen-tina (2009) y Brevedades, antología argentina de cuentos re breves (2013).

Soledades

LAS tardes de domingo la del 5° H llama de urgencia al plo-

mero del consorcio, y le lee poemas. La mujer lo engaña, por-

que nada fue escrito por ella, sino por Neruda, Ungaretti, Auden

o Machado. El hombre también miente, inspecciona el water-

clos, afirma que los caños del artefacto tienen problemas y

escucha los versos mientras simula que está trabajando.

Incógnito

CUANDO se harta de caminar, el hombre encuentra descan-

so metiéndose dentro del bolsillo del saco. Allí en el fondo,

cómodo y adormilado, sólo debe evitar que sus manos, en

busca de las monedas para el diario o el atado de los cigarrillos,

den con su paradero.

10

andéntres

Prosopopeya

A aquel gato tuerto le pusimos Brandy porque nos gusta-

ba la sonoridad de la palabra. Además le hacíamos un home-

naje íntimo a mi abuelo, gran bebedor de este licor que

nunca faltaba en casa. Brandy, que vivió catorce años, fue un

gato con aspecto de rufián que adoptó los modales de mi

abuelo y hasta su pose. "Abuelo, ¿estás ahí?, le preguntaba al

gato, que amanecía enroscado entre nuestras piernas.

Si mi abuelo estaba, nunca se le ocurrió decírmelo o no

supo cómo.

En el primer aniversario de su muerte, mi mujer me acerca

la botella de brandy y la invito a que me acompañe, aunque

preferiría estar solo. Brindamos. A veces, cuando mi insomnio

me mantiene en vilo, oigo las pisadas de mi abuelo. Camina

por el pasillo, a oscuras, pegado a la pared, hasta alcanzar el

mueble-bar. Allí, mientras se pone una copita pronuncia un

tímido miau.

Dos microrrelatosMarcos Ripalda

andéntres

11

Juventud sin Dios

EL hombre monta en la bicicleta y se pega un trompazo

de manual nada más salir de su jardín.

Unos niños que han observado toda la secuencia -y que lo

vieron venir, todo hay que decirlo-, se empiezan a descojonar

mientras el hombre se convulsiona en el suelo.

Como las convulsiones van a menos conforme se suceden

los segundos, los niños se van desentendiendo del hombre y

se ponen a jugar con el balón, que es lo que les apetece y las

novedades duran lo que duran.

El hombre no lo sabe, pero le quedan 36 segundos para

morirse.

Hubiese bastado un bolígrafo en la tráquea, un estudiante

de medicina, una enfermera del montón, un aprendiz de chu-

rrero, un oficial de primera.

El duro balón de reglamento lanzado hacia una escuadra

imaginaria le da en la cocorota al hombre, que no dice nada

porque han pasado ya los 36 segundos.

Uno de los niños -el más flaco, un zagal eléctrico de tez

cenicienta- le advierte a otro niño -más entrado en carnes,

con los codos rebosantes de arañazos- que darle al vecino no

otorga puntos extras.

Por si acaso, el niño seboso le da otro balonazo en el

melón al hombre y suena toc.

Un niño despistado aulla gol.

tw Relatos inéditosMarcos Ripalda es licenciado en Periodismo, diseñador gráfico y cuentista postirónico, término queacuñó con el beneplácito de su madre. Nacido en Sanlúcar de Barrameda en 1976, actualmente es jefede diseño del diario HOY de Extremadura. Publica un relato semanal en blogs.hoy.es/marcosripalda.

cuentoscomochurros

12

Los malosmodales

cuentoscomochurros

13

SOY una ciudadana europea. Llevo una semana atrapada en

el vuelo Madrid, Buenos Aires, Madrid de la compañía Lufthansa.

He hecho el viaje de ida y vuelta cuatro veces y aún no he podi-

do desembarcar por los malos modales de la gente. Me duelen

las rodillas. Estoy harta de los pistachos. He pasado todas mis

vacaciones en el asiento de un avión.

Cada vez que llegamos a destino (ya sea en Ezeiza o en

Barajas, en esto los argentinos y los españoles son igual de male-

ducados) la gente se levanta de su asiento, baja del portamaletas

su equipaje de mano, se pone los abrigos y colapsa el pasillo de

extremo a extremo. Yo intento permanecer tranquila, sonreír. Le

advierto a mi vecino de asiento (yo tengo ventanilla, él tiene pasi-

llo), que la cosa está dura, que o espabilamos o nos quedamos a

pasar la noche allí. Luego siempre es igual. Salen todos en estam-

pida, las azafatas se desentienden, nadie te cede el paso, todo

son malos modales. Las puertas del avión se cierran enseguida y

solo da tiempo a bajarse a unos pocos. El resto nos quedamos en

el avión, con los periódicos abandonados y las mantas.

Las horas entre vuelo y vuelo son bastante agradables. Somos

varios los atrapados y ya nos conocemos las caras. Charlamos,

leemos las revistas. A ratos logramos echar un sueño. El martes

hicimos escala técnica en Copenhague y unos franceses muy

educados consiguieron escapar. Les dije adiós por la ventanilla.

He probado a encerrarme en el baño, a hablar con el coman-

dante. No hay manera. La gente sabe los trucos y yo cada vez

estoy más débil por la mierda de cenas que nos sirven. Soy una

ciudadana europea. Ruego a las autoridades aeroportuarias que

se pongan en contacto con mi familia, que avisen al consulado.

Necesitamos un poco de aire fresco y que cambien por favor las

películas.

tw Colaboración mensual con Cuentos como Churros: ellos eligen unade las cuatro fotografías seleccionadas de El muro y cocinan con ellaun rico churro que publicamos aquí. La fotografía es de Juan FranciscoSobrevals, finalista de nuestro Concurso de Fotografía de este mes.

Hugo PassasUn deseo... Encontrartedetrás de los puntos

suspensivos.

Batman

Qué mejor cosa puede

mostrarse frente a los ojos,

sujeta con un imán, que

una lista de deseos.

PerseoSi no quieres reparar tus

errores haz como el

gobierno: mételos

en el congelador y

espera cuatro años.

Juan Carlos SantaSiempre tan impulsivo,intento reparar lo queaún no se ha roto. Me

sentaré a esperar.

Manolilup

Con permiso no

hay aventura.

Eva RuizCon su permiso, le

dejo el menú para losdesaguisados de la

vida. La Psicocinera.

Ana Tomás GarcíaSi tienen permiso para

saciar su hambre

intelectual...

¿A qué esperan?

Permiso

Iván Pacheco

Deberías reparar la puerta

de la nevera! No quiero

seguir dejándote notas

pegadas con sal al hielo.

https://hugopassas.wordpress.com/

https://fotosdesdelabase.wordpress.com/

Déjale una nota al mundo en La puerta de la nevera: www.grupoanden.com

RReeppaarraarr

DDeesseeoo

14

lapuertadelanevera

BANCO

1. Lugar donde se

ntarse a esp

erar la

muerte de una hipoteca. Limbo

2. Poder ejecutiv

o transversa

l a todos

los gobiernos. Malder

INFANCIA

1. Estado m

ental esp

ontáneo y creativo. Suele

durar aproxim

adamente diez años, aunque hay

casos en lo

s que dura varia

s décadas.

Sandra

http://d

esiertosyjardines.blogspot.com.es/

2. Situación de cualquier p

ersona en

estado natural. Antonio

http://e

lpaseodelcancerbero.blogspot.com.es/

CONDENA

1. Vivir siempre de lu

nes a viernes, s

in fines d

e

semana. Rosi García

http://d

ibujandounpensamiento.blogspot.com.es/

2. Sentencia inversa

mente proporcional a la

magnitud del d

elito. Luciana

Una nueva civilización está empezando de cero en

Saturno, aún no tienen claros algunos conceptos,

¿les echas una mano con el diccionario?

Participa en www.grupoanden.com

2

3

1

15

diccionariodesaturno

16

sinopsis

Tenemos el título del próximo éxito editorial, nos falta la

sinopsis ¿nos ayudas? Participa en www.grupoanden.com

«Peligro»Tres personas perdidas dentro de un túnel en Nueva Zelanda,

un árbitro que pita un injusto penalty en Portugal y un hermo-

so colibrí que bate incansable sus alas en Canadá guardan una

increíble relación en este electrizante relato de Thomas

Mínguez. Nunca una editorial fue tan imprudente. ¡Peligro!

Peguer

«El escritor»Ella es la Musa de las Letras, buscando desesperadamente un

escritor. La telepatía ha cambiado la forma en que los humanos

cuentan sus historias. Él, es uno de los pocos que saben leer y

escribir. Los dos aunarán sus fuerzas, para conseguir que el

mundo lea un libro de nuevo.

Perseida | http://perseida14.blogspot.co.uk/

El espectadorSemana 4 de concurso: 5 de octubre de 2015Ganadora: Ana Sarrías Oteiza

El puñetero ojo de la cerradura sigue rozando. Pero mi

llave abre de todos modos, como siempre. Me descalzo y

voy cruzando de puntillas el pasillo hasta la habitación de

los niños. Están preciosos. Parece mentira todo lo que han

crecido en un año. Les doy un beso en la frente y les arro-

po. Después entro en la habitación de los padres. Me acer-

co hasta su cama y les observo conteniendo la respiración.

Me pregunto por qué no pudimos ser nosotros. Cómo se

torció todo. Y cómo es que nunca cambiaron el bombín.

DomóticaSemana 5 de concurso: 12 de octubre de 2015Ganadora: Paloma Casado Marco

—¿Y cómo es que nunca cambiaron el bombín si

encontraban rastros extraños cuando volvían? —Al princi-

pio eran solo hojas secas y hierbas del jardín y supusimos

que abriría las ventanas para airear las habitaciones.

Nunca imaginamos que una casa inteligente también

tuviera emociones, hasta que comenzó a soñar con mari-

posas. Después llegaron los pájaros y anidaron en los

armarios de la cocina. Lo peor de todo, es que le apasiona

la poesía y ahora se pasea declamando por el salón, un

señor con levita que se parece a Pushkin.

octu

bre

18

brevemente

DesacordesSemana 6 de concurso: 19 de octubre de 2015Ganador: Asier Susaeta Díez de Baldeón

Un señor con levita que se parece a Pushkin, es el refle-

jo que le devuelve el escaparate; sorprendido, se gira para

observar los efectos del paso del tiempo, "quién te ha

visto y quién te ve". Todavía con la honra magullada, reco-

ge los restos de su violín en el macuto y examina las heri-

das de Amadeus, el pobre animal se ha llevado las patadas

más certeras al intentar defenderle de esos rapados. Tras el

parte de daños, caminan torpemente hasta su esquina de

Postas con San Cristóbal para presenciar como la ciudad

amanece; y respira aliviado, vuelven a ser invisibles.

19

brevemente

tw Relatos finalistas de octubre de 2015 del concurso Relatos en Cadena, organi-zado por la Cadena SER y Escuela de Escritores. Puedes leer todos los seleccio-nados en www.escueladeescritores.com o www.cadenaser.com.

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dindondin

Concurso de Cortometraje Documental LaCiudad de México, Ciudad de ciudades

Convocatoria abierta hasta el 19 de noviembre México DF (México)

http://www.cultura.df.gob.mx

Jazz, jazz, jazzHasta el 24 de enero de 2014Círculo de Bellas Artes. Madrid (España)

Entrada: 4 €

http://www.circulobellasartes.com

La Menesunda según Marta MinujínHasta el 30 de noviembreMuseo de Arte Moderno de Buenos

Aires.

Capital Federal (Argentina)

Entrada: 20 $ (los martes, entrada libre)

http://www.buenosaires.gob.ar/museoartemoderno

XIII Premio Iberoamericano de relatosEntrega de trabajos hasta el 1 de diciembreCádiz (España)

Premio: 12.000€

http://www.escritores.org

Microwd es una plataforma de crowdlending

social que ayuda a mujeres de Nicaragua que no

tienen acceso a líneas de crédito tradicionales,

gracias a la financiación por medio de inversores

en España.

Se pueden financiar proyectos desde 300€ a

1.000€ que suelen servir para que las mujeres

puedan comprar una vaca, pollos o un refrigera-

dor…negocios muy básicos con muy poco ries-

go. A día de hoy se han concedido 43 préstamos

con un 100% de repago. El inversor, tras un año,

recibe el total del préstamo junto a un 8% de

beneficio, además de haber ayudado a empujar

el negocio de una mujer nicaragüense.

tw La idea es estar centrados en Nicaragua, hacer crecer laregión dónde tenemos una demanda de 4.000-5.000 préstamosy luego podremos pensar en abrir en otros países. Ahoramismo, nuestro foco es hacer que los 40 préstamos que hemosdado ya se puedan convertir en 400 y que todos respondamosmanteniendo la tasa de repago en 100% o similar.

http://www.microwd.es

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decamino

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Para Jesús Barrio, él sabe por qué

EL General Castro, héroe de guerra que en aquellos días de

contienda era tan solo Capitán Castro, reconquistador de posi-

ciones perdidas, azote de comunistas y repúblicas, adalid del

ejército nacional, baluarte de la patria que ahora inaugura

carreteras, besa y abraza niños en pose que no desperdician los

fotógrafos oficiales para acrecentar su leyenda, me tiende la

mano a mí, uno más entre la multitud que le aclama, anónimo

veterano de guerra, lisiado reconvertido a mendigo, beneficia-

rio de una pensión que se diluye en chatos de vino para olvidar

obuses y bayonetas, republicanos y nacionales, rojos y falangis-

tas. Me ofrece la mano que ya ha ofrecido a cientos y que cien-

tos han estrechado. Apretones de sumisión, apretones de

admiración, apretones de conformismo, apretones de manos

de vencedores orgullosos y vencidos complacientes entre víto-

res de señoras peripuestas, para las que la guerra fue una suce-

sión de titulares en portadas de periódicos matinales, y aplau-

sos de caballeros elegantes, cualificados opinadores de la con-

tienda que organizaban tertulias en cafés de postín mientras

las bombas estallaban en otra parte. Yo le ofrezco la mía, y

ambas se enlazan en un abrazo desigual; la mano del prohom-

bre y la del paria.

El General Castro me mira a los ojos con superioridad y con-

fianza, como lo hizo con su tropa en aquel páramo olvidado

junto al río Ebro, donde nos obsequió con una arenga cuarte-

lera de honor, valor y patria antes de arrojarnos al terreno que

La derrota del general CastroÓscar Amador Vicente Alumno de Ítaca Escuela de Escritura

entrecocheyandén

23

entrecocheyandén

el enemigo, en un alarde de orgullo republicano, había recupe-

rado en pocos días, mientras festejábamos en verbenas de

pueblo una victoria no consumada. Y nosotros, soldados ya

veteranos, forzosamente experimentados en matar y no morir,

cumplimos órdenes una vez más. Muestra en su pecho,

expuestas en un traje militar perfectamente almidonado, su

catálogo de condecoraciones. Indecente plusmarquista de

medallas y reconocimientos, miserables premios obtenidos a

cambio de la sangre de otros, que mataron a su vez a otros tan-

tos, para que hoy, entre aplausos y ovaciones de esta multitud

subyugada, luzca orgulloso tales galardones. Cuelga de su

cinto una heroica espada, quizá la misma espada que levantó

un mediodía de abril en un monte de Cataluña, días después

de acabada la guerra, para ordenar el fusilamiento de Ramón,

el hermano pequeño que todos tenemos, o tuvimos; alegre,

impulsivo, demasiado generoso en lo que cree son su ideales,

quien, junto con otro soldado hambriento, quiso saciar su ham-

bre fraguada tras jornadas de latas de sardinas insípidas y pan

mohoso, con dos gallinas escuálidas robadas en una granja,

con las que hicieron un caldo acuoso e inconsistente. El inflexi-

ble Capitán Castro, ya en vías de promoción y ascenso, encon-

tró en la traición de estos dos muchachos motivo para demos-

trar a sus hombres la manera en que había que tratar la indisci-

plina. Los mandó fusilar, antes de asistir a una comida de elogio

y reconocimiento que le brindaba la cúpula militar franquista,

donde se hartó de embutidos, vino de la tierra y cordero lechal.

Su mano es blanca, propia de una señorita de provincias, de

dedos largos y finos, de manicura perfecta. Uñas que jamás han

guardado tierra y mugre de trinchera bajo ellas, dedos que

hace ya mucho que no sostienen un fusil, que ni siquiera en

tiempos de guerra lo sostuvieron, tan solo movían piezas de

madera sobre un mapa extendido en una mesa; batallones,

ejércitos, divisiones de artillería, que ilustraban la que sería próxi-

ma victoria del Capitán Castro, el brillante estratega. La mía es

ancha, morena, dedos cortos, cuarteados, callosos, usó fusiles y

25

entrecocheyandén

pistolas, devino ejecutora de bayonetas caladas, curtida con

mil tipos de mugre, con sangre, destrozada por el frío, acostum-

brada a sostener chuscos de pan entre orines y muerte de trin-

chera bajo proyectiles y bombardeos, abocada en la paz a

mendigar limosnas de almas caritativas, a sostener escasos

tazones de sopa o acartonados mendrugos de pan en come-

dores de beneficencia, y eso ya es más de lo que pudimos

comer aquellos días en la orilla del Ebro, donde el Capitán

Castro, aupado en la cima de la llamada Cota 206, su atalaya de

oficial al mando, supervisó nuestro despliegue, vio avanzar sus

peones de carne y hueso por el terroso tablero, bajo el torren-

te de obuses republicano. Piezas que quedaban desparrama-

das en trozos sanguinolentos al ser vencidas, en vez de ser reti-

radas a un lado. Cubiertos por un diluvio de artillería retoma-

mos las trincheras abandonadas, confiándonos a su protección

húmeda y arcillosa. Incluso desde aquel agujero donde yo,

como tantos otros desgraciados, esperaba la orden de ataque,

oculto del último aliento de furia tricolor, sentía sus prismáticos

golpeándome en el cogote. El Capitán Castro. El que nunca

había perdido una batalla, ni nunca la perdería.

Me estrecha la mano con fuerza, como lo tiene que hacer

un hombre. Su mano engulle la mía, la devora, la fagocita, la

abraza entre sus dedos tentaculares. Mi mano casi parece des-

integrarse, la mano de un estudiante de pueblo hecha a los

papeles, las plumas y los libros, que más tarde se curtió en

faena cuando le entregaron un fusil y le señalaron quién era el

enemigo, que se endureció con duros inviernos y veranos abra-

sadores, arrastrándose bajo matojos, reptando por montes y

barricadas, que perdió la sensibilidad al apartar a los camaradas

muertos y rebuscar tabaco de picadura en sus ropas, preciado

tesoro de batalla guardado entre fotografías de madres dolien-

tes y futuras novias desoladas. El apretón llega a su cenit, al

momento presuntamente fraternal que iguala y acerca a dos

hombres, pero que resulta ser un rompeolas, una barrera que

distingue y separa al impetuoso, elegante y bien plantado

entrecocheyandén

26

General y al desgastado y consumido mendigo.

Un cañonazo desde la Cota 206 dio la orden de avance, un

cañonazo enérgico que resonó por el campo de batalla, super-

poniéndose a explosiones, disparos y gritos. Salimos de los

parapetos, fusil en mano, bayoneta calada, y corrimos hacia

adelante, ni un paso atrás, siempre hacia delante, para poner en

marcha la maquinaria de guerra, engrasada con sangre de jóve-

nes, con el fin derramar sangre de otros jóvenes. El Capitán

Castro ya pronunció la frase ni un paso atrás en aquel margen

del Ebro, mucho antes que un dictador genocida, de bigote

importante y moral inexistente, la acuñara como suya. En esa

contraofensiva, legítima, justificada y feroz, avanzamos como

animales sobre aquel páramo de la ribera del Ebro, seres desce-

rebrados que se movían por instinto de lucha y supervivencia,

confiando en la suerte, en la presupuesta inmunidad que otor-

gaba la veteranía, encomendados al amparo que conceden

una coalición de vírgenes y santos colgantes de una cadena al

cuello.

El General Castro afloja la presión de sus dedos, se da por

satisfecho con el apretón de manos al mendigo tullido, uno

más, uno de tantos vasallos, voluntarios forzados o compla-

cientes, que le reconoce como puntal de la nación, como el

bienhechor que les liberó de la inútil república que estaba

arruinando el país, que ahora firma documentos, concede per-

misos y proyecta obras, que sonríe a desgraciados cojos que

perdieron parte de su humanidad en batallas olvidadas. Sin

embargo, yo le retengo. Ejerzo presión con mi mano cuarteada

y callosa, apelo a ese retazo de orgullo rancio que aún me

queda.

Avanzábamos, cuando cayó a mi lado un furioso obús, hen-

chido de rabia y agónica dignidad republicana. El frente des-

apareció, me encontré inmerso en una demente centrifugado-

ra en la que daba vueltas sobre mí mismo, viendo ante mis ojos

un carrusel imposible; cielo, suelo, humo, sangre, cielo, sangre,

27

entrecocheyandén

suelo, hasta que mi espalda encontró la tierra y todo se hizo

noche. Allí quedó mi pierna, pulverizada por un proyectil de la

república en los estertores de su existencia, convertida en

abono de cardos y matojos.

Veo en sus ojos rabia contenida. El gran General, el ministro

eficaz y fiel al régimen intenta soltar su mano de la inesperada

trampa. Yo aprieto más y más, con las pocas fuerzas que me

concede la justicia rencorosa que me mueve día a día. Me mira

con odio, da un tirón, pero yo aguanto, y el odio da paso al des-

concierto. Su mano tiembla dentro de la mía, laxa, sus dedos

han perdido el vigor marcial que transmitían segundos antes.

Da otro tirón que a punto está de derribarme. Vuelven a mí los

obuses y trincheras, regresa el olor a muerte; dura tan solo un

instante, ya que un último tirón, desesperado y enérgico, alen-

tado por ese sentimiento que quizá nunca antes ha experimen-

tado el glorioso General, separa nuestras manos, y el benefac-

tor de la patria se aleja de mí con rostro descompuesto. Es en

la distancia donde recupera su gallarda expresión oficial; soy

vuestro líder y vosotros mis súbditos leales, y desde allí me

escupe una última mirada, más letal que un pelotón de fusila-

miento, antes de estrechar otras manos.

tw Óscar Amador Vicente, Madrid 1973. Soñador de bolígrafo y libreta, trovador urbano, compilador de historias perdidas,escriba de argumentos aún por definir, cronista de este y de otros mundos.Publicaciones, relatos y premios en: http://oscaramadorautor.blogspot.com.es/

28

tw Kokoro es un personaje singular, que se cuela en CpA, para contarte historias en pocas palabras.

© Jasten Fröjen

metroligero - holakokoro