Cuerda floja IMPRENTA.indd 1 13/08/10 02:12 p.m.ceape.edomex.gob.mx/sites/ceape.edomex.gob.mx/files/436.pdfy en la noche el crucigrama que resuelvo bajo tu falda-niña jugando en mis

Cuerda floja_IMPRENTA.indd 1 13/08/10 02:12 p.m.

Gobierno del Estado de México

E D I T O R

CONSEJO CONSULTIVO DEL BICENTENARIODE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO

Enrique Peña Nieto

Presidente

Luis Enrique Miranda Nava

Vicepresidente

Alberto Curi Naime

Secretario

César Camacho Quiroz

Coordinador General


Heber QuijanoCUERDA FLOJA

15Gobierno del Estado de México

E D I T O R

CONSEJO CONSULTIVO DEL BICENTENARIODE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO

Enrique Peña Nieto

Presidente

Luis Enrique Miranda Nava

Vicepresidente

Alberto Curi Naime

Secretario

César Camacho Quiroz

Coordinador General


C U E R DA F L OJA

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o procedimiento, sin la autorización previa del Gobierno del Estado de México, a través del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal.

Cuerda floja© Primera edición. Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de México

DR © Gobierno del Estado de México Palacio del Poder Ejecutivo Lerdo poniente no. 300, colonia Centro, C. P. 50000, Toluca de Lerdo, Estado de México.

ISBN

© Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal. 2010 www.edomex.gob.mx/consejoeditorial [email protected]

Número de autorización del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal CE: 205/1/48/10

© Heber Quijano

Impreso en México

Consejo Editorial: Luis Enrique Miranda Nava, Alberto Curi Naime, Raúl Murrieta Cummings, Agustín Gasca Pliego, David López Gutiérrez.

Comité Técnico: Alfonso Sánchez Arteche, José Martínez Pichardo, Rosa Elena Ríos Jasso.

Secretario Técnico: José Alejandro Vargas Castro.

Enrique Peña NietoGobernador Constitucional

Alberto Curi NaimeSecretario de Educación


C U E R DA F L OJA



Me quedo en tus pupilas, sin convite a tu fiesta de fantasmas.Adentro todos trenzan sus efímeros lazos,yo solo afuera, y sin amor, mas prisionero,

yo, mozo de cordel, con mi lamento, a tu ventana,yo, nuevo triste, yo, nuevo romántico.

Gilberto Owen. Al espejo


E L V É RT I C E


E L V É RT I C E



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L A I N O C E N C I A

I

Cantada con la punta de mis dedosbajo una lluvia que huele a ruinasa piel envejecida y desvencijadaen que los siglos gotean sus vocablospor los vértices de tu pelvis la inocencia es tu nombre desmoronándose en su silencioatisbado apenas por mis ecosy sus trizados pliegos

también la lunale dibuja el perfil más serenodonde bajan a beber tus palomasa catar tu fronda limpia de siluetas

y en la nocheel crucigrama que resuelvobajo tu falda-niña jugando en mis pupilas-salta la cuerda del trapeciocon que el piso me ata los pies

Y hay un vuelo de sudoresque se irisan cascada en el rocío


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y es tu nombre, de nuevo,el rápido relámpago de resplandoresque ilumina el sombrío umbralen que me hinco las sienescon su mímica muda

y estallan, palpitantes,los alveolos en mis pulmonesy su malcerrada jaula de leonesque salen a pasear su impaciencia

Y nada queda ya de mi balbuceosino la palabra difusa,breve, -torpe simulacro del mundo-que en el filo del espejocanta su estribillo en la punta de los nervios en las lenguas de los diablos

mientras desobedienterasgan mis manos tu entrepiernacon la punta de los dedos


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II

Pero nada queda de la daga que duerme su lengua donde dominan los duendesla desesperación despiadada,donde los segundos duranel acecho de los predadoresdosificando sus dardos de miedo

Y duele ya el doble la distanciay la duda y el desdén de lápidasque anidan en mis dedosdanzando de puntitas al golpe de los dados


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III

Encendida la luzel pudor te adormecedonde apenas toco tu nombreque se columpiacon su río desbocado

Y te doy mis párpadospara envolverte mientras afueraamanece Y apenas balbuceono te vayas quédate una nocheuna vez más.


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V E N E R O D E L U Z

Sobre tu costadose pliega tu cabellera,se torna ondulante vela -en popa a tus pulmones-como una marea que bailotea sus pliegues y se empalma sobre su dorso,

sus cervicales se estremecenhasta romper en lascas su simientey centellean sobre tu torsoy me despeñoy salpica la luz sobre tu costadoen sus acompasadas cascadassus alas de guacamayase pliegan a barlovento.



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C O N J U R O

Abre la puerta para que salgan huyendo los silencios perseguidos por los sabuesos en la noche sospechosaBurlando, fugitivos, los bramidos con que arrancan su persecución los cernícalosRápidos como los fuegos artificiales detonados por los suspiros de los balcones ajenos y ausentesEnsortijados entre tu frágil maleza pélvica en la que se alzan los andenes del infierno.Tomados de la mano, como niños, cruzamos la mirada al sonido de la cigarra.Encandilados por los faroles, los adoquines reflejan en el cielo los pasos lentos de las nubes.Suena simultáneamente tu gemido lúbrico que simula un espasmo sorprendido, ingenuo, confesional,Entonces llueve un fragor de sudor -mar de rezos perdón pecado por mi gran culpa-,Signa el granizo su caligrafía de cartógrafo seminal sobre tu vientre vacío y se revela:Anda, abre el cerrojo de un pudor alimentado por los ritos de destejer por las noches las mecedorasMientras te mueves al vaivén de las tijeras para que tus piernas puedan volar sobre mis hombros Observando cómo germinan los silencios poscoitales, y suben por las redes que destejen las ansias, apenas saciadas, al cerrar la puerta.



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19

A P E T I T O

Ámamemordiéndote la ropahasta astillar tus encías,cubriéndote el rostro,descubriendo la luz que asomasu tímido rubory en el mediodía resplandece

a todas luces: ámamela sombra escondidatras tu espalda,abrevando de la cuencacual ciervo nocturnoacechado en su vértigoantes de fingir la huida

Ámameaterida bajo la lluviaque te asalta, sorprendida,y sublima su espaciocon la crecida del cansancioy te muerde mariposapor la ruta de las hormigasque anidan, subterráneas, y en tus ingenuos impulsos se apilany te dentellean cuando estás a solas.



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U N A L L U V I A V E R A N I E G A

Desde tus labios brinca una luz que se esconde niebla entre la marañadesde tu cuello una orquídea brinda sus cigarras a la lluvia veraniegadesde tus uñas se siembra una rara cosecha de abedules y tu gesto se comprime en tus branquias de sirena que descubren la frescura del airey tu irisada piel iza las velas para nadar hacia la Osa Mayory te queda volando una mariposa que aletea sus alas trigales, -mitad del pubis-donde brinca una luz de puerta que se abreuna niebla de pantera nocturna entre la malezauna fuente que visitan las lechuzas

una lluvia veraniega empaña las ventanas

los grillos anuncian la velada.



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C A N C I Ó N D E A M O R ( A B U S O S A M A G R I T T E )

Cuánta piedra se resquebraja,cuánta fugitiva esperanza escapa entre las olas,cuánta eternidad se distiendecuando un par de estatuasnadan sin derrotero

con qué hilo se enhebra la sábanacon la que duerme el mar,con qué voz se delfinanlas sirenas,en qué modulaciones se sirenan los delfines

al fondo del silenciovan embarcaciones incendiadasentre llamas blancas,y llueve cada domingoentre fogatas de nubessobre la piedra, sobre la estatua,sobre la lenta, callada, cariciaque olvida tu memoriay se disipa en tu mirada.


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Nadie imagina la nocheen que las estatuas se levanteny pregunten:¿cuánto tiempo llevo aquí? E L V É RT I G O


E L V É RT I G O



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I N C Ó G N I T A S

I

Al ver la zarza ardiendo, intentó escapar por la cerradura. Surge entonces, de la sombra, un destello que enmudeció al telar por el que se destejían tus dedos. Rocío marítimo sobre el asfalto, nació de tu boca una palabra, en silencio.

Al llegar a tu cueva, sacaste duendes de las grietas para adornar las paredes que en gacelas te desvisten. ¿Cómo, entonces, de tu sueño la pupila une las líneas paralelas?

Por lo pronto, dejaré de dibujar con filigranas y plantas de raíces retorcidas las nubes para provocar la lluvia, aunque en la última reunión de fantasmas nos despedimos a mares.


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II

Escala la luz de tu carne hacia el infierno y tiende la distancia un cometa, como niño jugando béisbol con los muertos, amarrando las avispas a su dedo. El desvelo entre llamas es siempre el mismo, la sombra que escondes, el edén que destejes a dos manos. No pierde sangre la sed cuando bebe viñedos secos, frutos escarchados, inviernos. Cuánta ceguera la de tus labios, cuánta sordera de marinero, cuánto más quieres naufragar.

Mientras mis golondrinas van a tecolotas tus pupilas, el silencio se esconde bajo la galaxia, como niña tendida en la arena escudriñando el sonido de las olas. Pero la arena no es un caracol. Entre líneas, detenido: el sueño.


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III

Esas ropas, qué vaivén su caminar en círculos concéntricos, qué redondo viajar de hojarasca. Entonces caminamos desnudos, en desbandada, con la estampida de los parpadeos, de primavera a otoño, de párpado a cielo, sobre el liso cordaje lumbar, izado el velamen de tus nervios, mientras el viento se llevaba la ropa sucia, húmeda todavía.

Bajo el frío arrullo de la arena fusta, látigo, puente de súbita convulsión: vértigo, vientre. Has asombrado los mares con tu simple estertor.


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IV

Y anocheció sobre el vientre una espuma de luna.

Naufragó qué oleaje de nubes en turbulencias, giros, virutas de huesos que entre las avispas parecen pavesas al alba. Mis dedos crepitando de chispas se esparcían de arena, yo era un reloj de mareas cada nueva luna que atisba por la cerradura.


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V

En la sombra de tu sonrisa nace un helecho negro, una lechuza roja espanta la luz del sol con su mirada. La zarza nace de tu pecho en una ortiga y su semilla en su textura de hierro candente, de Mar Rojo separadas las orillas. En una brisa de pintura rupestre tus dedos de pétalos en la desértica espalda se desvanecen.

Acuchillada la garganta, borbotea buganvilias la primavera y florecen en tu sonrisa buitres, hastiados de saciar mi ansiedad cuando, en tu mirada, queda preñada la sombra. Hay algo que murmuras mientras sueñas, no tiene nombre.


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VI

Un desfile de sombras, al borde de las fronteras del sueño, parte la noche por la mitad y cruza el muro. Las estampidas de la marcha fúnebre hollan en las balas sedientas. Cae la muerte en un vaivén, se tiñe de siluetas mi voz y corre hacia la ventana; huyen del eco, se esconden, estremecidos, los ecos. Hasta los duendes huyen por la cerradura.

Mientras abro los ojos, en el cuello nos gritan algo las puntas de los dedos, ¿los oyes?


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VII

Pero no se oye nada. Se esconden minúsculos diablos en las orejas de los duendes al crepitar de la zarza. Quiebro las cadenas de la memoria y un vendaval estalla en mi rostro en las astillas de las filigranas. Asomo la nariz para saber si todavía percibo algún olor de aquella sombra que murmuras. No se oye nada. Tengo la voz atada por cientos de filamentos. No leo nada en las líneas del mar. Nada corta más. Soy una cascada entre tus dedos.



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T R Í P T I C O

I

Sube en espiral el gemido,se sumerge en su eco submarino,bajo la marea mortecina de la velaapenas vislumbra su costadoy reverbera en arterias su ramaje,mientras roza la punta del cieloatizando su vaivén estremecidoque irisa al viento el velamen la superficie de su plumaje.Y entrelaza con tus costillaslos pliegues de su tímido vueloque suspira su cansancioal complacido compás del oleaje.En espiral sube su sudoral rocío de la nubeque fronda su follaje


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II

Con tu desfile de caobael pasillo canta su rocío de almendray la incandescencia su lividezy la avidez galopalas praderas que el cansancio escampa

Divide tu estampa la planiciemientras la fronda escarchala humedad que se ventila,y divide mi dactilar superficieel espasmo, a la luz de las espumaque estila nadar su cocoa,y corona la copa que el bosque cobija,y enarbola la columna vertebralel vértigo que espiga su pistilopor donde escurre la almendraal menor contacto derretiday en espirales sumergida


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III

Y se construye de vapor un muro,y se erige la transpiración y fluye,es afluente que deshiela tu cabellocomo nube que se irisa y llueve,mientras la sangre sube los ladrillospor las columnas medievales del castilloque la fronda en su rocío aprisiona.El vaho sucumbe bajo las burbujasque por tu boca se descubren,y rasga el cielo su cortina vertebralque se desgaja y estalla sus costillasen húmedo y rotundo estruendo espiral.



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I M P R O V I S A C I Ó N P A R A U N D E S N U D O

I

A media luz, la tinta destila su aroma acre sobre el lienzo, devoto de un misticismo de gárgolas, grullas y gaviotas, ferviente en su impaciencia virginal, impasible en su angustia temerosa de tragedias.

Se esparce lúbrica y se tiende paloma al cielo, cascada de matices acompasados de tibios y tímidos gemidos —sutil presagio espástico—. De pronto el aire canta canela y vainilla en húmedas brisas, rocío.


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II

A medio tono, sube la electricidad su cauce por músculos y tendones, se tensa la cuerda floja, salta el acróbata al vacío mientras se desmorona el trapecio. Suaves espasmos se tienden sobre pélvicas capas cromáticas. Fingida testigo, la caoba crepita su bronceado sudor, irisado arco iris, atisbo.


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III

A la mitad del cuerpo, la tersura deshilvana sus tejidos, como el deshielo lustral. El lienzo se desabrocha sus botones y te bajas la falda hasta el monte que cobija la sonata de los grillos, que susurran, a tu oreja, su nocturna serenata a la orilla del acantilado dactilar. Un poco más. Tus alas se tienden más allá de las aristas, de la cornisa. Germinas gaviota por los escarpes en que estallan las olas su ulular al óleo del caballete.


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IV

A medianoche te despiertas, complacida. Tomas un poco de agua y de nuevo nadas, sirena en el oleaje de mi cuerpo, a la deriva.


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B O C E T O S M A L D I B U J A D O S

Tu eco

se escucha como parvada de algodones,bandera que ondea los trinosque se acurrucan al alba en mis cajones

se escucha como estela de lechuzaluchando para salvar su vigilia,a la luz de la luna,al acecho de la lluvia,asomándose, suspendida,bajo los brazos de los cedroscomo destello albo que levita

se escucha en las migraciones de las mariposas,en los resplandores del estíoen sus frutos y en el rechinidoque acuchilla mi oídocuando cierras la puerta,cuando apagas la luz, cuando cierras el libro.


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Tu esperanza

prendida de la luz de los cometascamina como catarinasobre el perfil de tus hombrosy baja, cascada de langostas,por el caudal del grito

hilvanada en la piedad del ruegoalivia su agobio de fantasmasentre el brillo del arrullo nocturnoy el candor de la vela izada,de la suerte echada,de la tímida sangre que palpitaa la deriva por desconocidas latitudes perdida sin mapa.


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Tu asombro

es atisbo de eternidadcontando los instantes como iguana a la luz del sol

es la fragancia del contenido deseoestallando sus filamentos más profundoscomo lluvia que anhela el pisoy no cae, suspendida,

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e

n

d

i

e

n

t

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es fragua que no enciendela centella efervescente de su mecha—pólvora mojada en su propio rocío—

es la niebla que se quiebraen el trillar de ópticos fotonesen un parpadeo.


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Tu calma

se tiende como el musgo a veces impasiblesobre la hogueraque se alza en la marañaa veces sedienta de dragones,a veces cansada de fracasos,pero siempre llovizna las cenizasy lubrica tu falda tableadade adolescente ingenua.


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Tu impaciencia

tiene el hollín y el rostro de mineraque le derrumba las piernas a las montañascon las cristalinas temperaturas de los caballos que cabalgan en los ríos desbocados del deshielo,con la pálida música de las esporas que se despiertan de su letargo en los solsticios,con el crujido inocente de las mariposas que copulan en las ramas de los enebrosy sale del carbón incandescente que se acumula y se comprime y se ennegrece hasta la estrella

así es la noche.


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Tu nombre

fiera de invisibles fauces con los sauces embosca alondraspara alimentarse de su cantoy trina las más sacrílegas blasfemiascon las flautas de los carrizos

escondido bajo párpados profanadoscomo lápidas de genocidas,bajo la escarcha moradade las pústulas que se guardanbajo la almohaday de la que sólo hablanlos pergaminos de los viejos ancestros:me pregunto,¿con qué crucifijos ultrajo tu silencio?


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Tu imprecisión

es la seda de los murciélagossaliendo a bocanadas de los rinconesy de las aristas de las cavernascomo alacranes que se erizanen arco iris de malos presagios es la colina que se desgajaen los albores del diluviocomo estampida de cipreses es también un silencio agudomal afinadoque atraviesa los filamentos de la lluvia,que se repliega como los cuernos del carneroy estampa su estruendoen el eco del salmón asido a la boca del oso

pero, a pesar de todo,cada día se escapa de las rendijasy huye por los andenescon quién sabe qué pretextos.


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Tu desdén

se parece a una niña recién bañadacon su diadema de diamantesesparcidos por el piso,o al orgullo del asesinoque no dejó huella de su crimen,o a la reina de las hormigasque han invadido otro hormigueropara postergar su parasitario linaje,o a la implosión del corajeque me estalla desde las manos,o al vértigo del suicidaal empuñar un relicario¿o estoy equivocado?



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M I T O L O G Í A S

I

Quise descifrar la estructura del universo y conocí, en el instante mismo de la revelación, la infinitud del sueño, pesada, espesa, sombría, como la culpa del inocente en la hoguera. Entre crepúsculos cobaltos y albas bermejas, Sherezada me contó entonces su historia: soy una princesa que teje el insomnio.

Al apagar el cigarro, cayó dormida. Quise descifrar los balbuceos de su sueño. Pero no pude dormir, contando los maderos de la pira.


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II

Cuando el paraíso cayó en pedazos entre las zarzas ardientes y las orquídeas susurrantes, a mis brazos cayó un ángel tímido, pálido y sin fe, como gota de lluvia que se adelantó al diluvio. Era del linaje de los condenados, de las huestes de la soberbia, del engaño, de la lujuria. Y con ellos se liberó.

La humedad que me instruyó con estridentes gemidos e ignominiosas torturas, se volvió celestial. Había perdido la fe. Desde entonces, no sirve la confesión.


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III

La cacería depende de fingir la mirada del topo, la cautela del acecho y la persuasión de la hiena.

Aprendiz de brujo, se me hizo arena la presa en la impaciencia de la daga que quiere perder la inocencia entre el instinto de conservación y el ánimo asesino. En el filo del colmillo, cacé la malicia de la zorra, pero escapó entre mis dedos apresurados por adelantar la gula al hambre, el lujo a la necesidad.

Afilé los ojos, calculé la zarpa, volé en círculos cernícalos, en laberínticos acechos. Forjé la dentadura y me abalancé, como la última avalancha del deshielo, con el sigilo de la pantera. Aún no acabo de roer la sangre.


5656

IV

Dicen los pelícanos que el mar tiene sonidos que cautivan: la osadía de los delfines en brama, la llovizna de las medusas al agonizar, el ajetreo espiral del mar saliendo de las entrañas del caracol en un parto acústico. Levé el ancla de plomo encasquillado y la mortaja que traía en el pecho, solo, en altamar, a la deriva.

Tras varias leguas adentro y semanas de coloquio con calamares, la tempestad cobijó la noche con un manto tan sutil que pensé me arropaba también el asedio del naufragio.

Desperté un día liliputiense con la lluvia por smoking, y la amnesia que segaba larvas de mi memoria, como costra de la duramadre. A lo lejos, tierra a la vista, con su destello bruñido y su olor a molusco. Como una estatua de piedra, yacía una sirena. Callé al instante, invadido por una nostalgia de mar. Me acerqué tímidamente. Su silencio tenía herrumbre en las comisuras: enmudecida.

Hoy, desde el muelle, escucho el sonido de las olas.


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V

Cuando abres los ojos y la pupila parpadea piedras. Cuando la retina recibe una luz marmórea y el ácido cambia de colores. Cuando la humedad sabe salada y la sed no teje imágenes, tócate el cuerpo y apártate de la muerte. Tócate los dedos y palpa la tersura del deseo. Toca, ahora, el espejo, y mira en tus cabellos biseladas serpientes de cristal cortado.

¡Cuidado!, no vayas a petrificarte.


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VI

Mírame tejiendo con silencios tu deseo. Mírame enhebrando cada una de las palabras para hacer un arco iris en que se pierda el horizonte. Mírate viéndome tejer silencios con tus deseos. Mírame viéndote verme enhebrando arco iris en el rompecabezas de tu mirada. ¿Quién puede verte mirándote deshilar el tejido del tiempo?


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VII

Bajo el talón tengo la muerte esperando sentada sobre sus tobillos. Alejándose, como la estela que deja la flecha en el aire, en el secreto de tu semblante, mi caballo espera parir cuchillas cuando estalle en el rumor de tu vientre la batalla. La humedad es talle, el deseo fugitivo. ¿Cómo se incendiará Troya sin Helena que se asombre de sus ruinas al umbral de su muerte?



0061

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T E S A L I A

I

El secreto pende de la espalda, se cuelga arete del tañido de la flauta, siente arquear sus músculos, sus latidos hacen siglos de siembra y la mirada escapa a las sombras de las ratas.

Muérdago, centeno, cáñamo y hueledenoche bambolean su piedad nocturna. En el mar las hembras afinadas en cellos comparten las burbujas y sus siluetas de búhos y lobos. Hay un convite de luces y cometas. Es un ritual de piedra, sagrado cataclismo de estrellas, conducido por un grupo de hechiceras, viudas de Hamelin.

Habitantes de Tlön, sirenas nocturnas, se pintan el rostro con polvo de estrella y danzan en círculos concéntricos -siluetas del infierno sideral- que derraman sus pupilas en los dedos anillados de Saturno. Estas yermas cortesanas, concubinas de los ángeles, evocan su vientre, pletórico de semen y se introducen perlas que les florecen orquídeas en la frente. El aquelarre es vendaval y caja de Pandora, agolpa la sangre entre las vísceras.


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II

La niña del balcón, después de su novenario a las hadas, sale a besarle la frente al dragón que tiene por mascota. La niña del moisés platica con la luna una letanía de nanas, mientras la luna se rasca la espalda con los tréboles del patio. El mar gitano se vuelca sobre sí y, bajo su alfombra, un arco iris de pescados —acuíferos fuegos artificiales— le susurran al caracol el eco de las olas. Yo lo repito cuando reposo en tu ombligo, acostado en el musgo.

Las pirámides afinan los instrumentos del mundo. Los delfines truecan su sinfonía por el silencio de las ballenas. En el estrado de los arrecifes las estrellas de mar se fingen obeliscos y atisban orgías en los ojos de los tritones. Hay un espasmo de espuma donde radica la luminiscencia. Una galaxia se tiende a mis pupilas, antes del conjuro. Tú, sólo me diriges la mirada.


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III

A las doce de la noche, el universo voltea hacia Tesalia, cábala de tu nombre. Los poetas mastican a Baudelaire, láudano entre sus dientes, y vociferan una elegía. Mencionan heréticas oraciones para conjurar satélites de la aurora boreal. Abisinia segrega el cáncer de Rimbaud; Granada, la bala de García Lorca.

La bóveda celeste ha cambiado de perfil. Y cuando es la medianoche sobre Grecia se postra la frente. Tesalia y sus hechiceras invitan a bailar, extasiadas en su propio paroxismo, a la luna llena… y la prostituyen.


64

IV

Desciende su escalera de nube y baila sobre el prado ardiente como el cráter huérfano de aerolitos. Los grillos aplauden una sonata en tres compaces: la luna baila un vals. El cielo suda estrellas fugaces: la luna baila, con el celo de la loba, su órbita de nubes y deja en el piso una fecunda alfombra de esperma. Los lobos invocan cortejos al hombre: la luna ebria se bambolea. Las flores supuran su seducción: la luna blande la atmósfera, inasible florete. Los enamorados se lloran el alma a cada beso: la luna sacude tus caderas.

Y te miro la sombra que me estoca, te miro la espina dorsal en tus cabellos. Se templa el hierro de tus dedos en mi ciénega cervical. La luna baila alrededor del caldero: soy un esbozo, la noche. Peregrino de tus altares, soy sacrilegio, y Tesalia se alumbra de brujas.

La luna llena baila, una vez más, cuando abres las piernas e, indulgente, me preñas la avidez.

E L VAC Í O


E L VAC Í O



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H U Y E D E M Í

Huye de míy de mi manadaque escampa en la cañadadonde los muertos salen a chapotear mi fragua de sangradas encías y su triturar la carne putrefactarecién exhumada

Huye del vientoque me trae a carcajadaslas lápidas hirviendoentre las osamentasque un día tenían nombrey me decían, al alba:un poco más, más

Huye de mi hoja afiladacomo jauría de hienaspeleando a dentelladasla paciencia del buitre

Sí, huye

Una vez másporque mi quijada-robada, claman los burros-


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ha de hundirseen la inocenciapara estallar su melodíaentre las puntas de mis dedos.


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J A Q U E

¿A qué te quedas, Dama? si no hay caballo blanco que te ayudeni juegan rojos ni azules

si no hay abismo al que te asomesni mar que te atormente,aunque a medianoche enciendas una velapara negarle a tus demoniosla mirada desnuda, indefensa,y pedirle a Dios sea clementey se apiade de la Damaantes de que llegue el jaque.



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R E P O R T E F O R E N S E

Cuando me veas,cuéntame las cloacas en el rostroy dime cómo he cambiado,cómo se escarchan las cenizasy se yerguen las nubesmástiles de sedaen los filamentos de tus ojosencataratados

cuando me veasrestregado el polvo de las callesy el sudor enyesado en el semblante,cuando el fuego y las pavesasse tornen potros de hierroy viva confinadoa una silla de ruedas,cuando la muerte toque tu puertadime, amor, ¿con cuánto te quedas?

cuando me veascon la llaga supurando cienomientras la noche se queda ciega,


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cuando me veascierra los ojos,nena,cierra los ojos y reza.


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A E S T A H O R A

A esta hora un viento azulle levanta la falda a las hadasque se muerden las uñaspudorosas sorprendidasdel violeta crepuscularcon que se mecen los tordosen su primera menstruación

A esta hora un lívido fuegocalienta la lecheque maman los murciélagosde las fauces de la loba,

su nido de aguamalasse finge ubre de arrecifesmientras te guiñan las mantarrayas

A esta hora, alguien apaga las lucesse tienden neones los manglaresy sufren los lagartos su falso camuflaje

Se arida la maderamientras caminas iguanapor las enredaderas que te asedian


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-como beso de despedida-al pie del quirófano, del divorcio de la sobredosis…


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E S T A N O C H E

I

Esta noche rompe las lucesun despiadado ruido que no callasu estampida no estalla

silenciosa bomba sobre mi espaldatriza sus lascas suena al eco de las uñaslas esquirlas ampuladasdesmembrándome,una a una,-dos veces diez-hasta en la puntade los dedos de los pies


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II

Ven conmigo una vez másesta nocheaunque los gatosnos traigan una torpe serenatay suenen las sirenassu piélago amnióticosu féretro cavernosopor las calles

Entre cristantemos y ciriosvámonos de una vez,vámonos, niña del rubor helado,a jalarle la cola al Diablo


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III

Amor míodime tu nombre esta nocheque cabalga desnudacon su húmedo pelaje Amor míovente conmigoaunque en tu trabajose den cuentaque vienes un pocodespeinaday en tu casacon el cabello mojado


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IV

Un donadie soypero mi nombre(en tu intimidad)aún guarda la coronade esta nocheque aún no acaba,

todavía.


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A L A D E R I VA

I

Navegué siglos de nubesobre la montañosa balsay en su río malva de mujer menstrualmaduré en la tapia que a la luna envuelve

Navegué tu perfil menguantesobre la laja ancestralque ilumina por dentro tu frentebiselada al trasluz de la lluvia

Basaltos deja tu estelaal vaivén del ciclo australque repiten tus migraciones:

Ave de los cometas


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II

Navegué las rupestres cavernaslas pétreas y azarosas líneas,su mágico cromo martajadosu estallido de granay su bermeja pasta de agua

Navegué rápidos arroyos en la rústica ráfagacon que te despierta matinalel manso eco de la brisa:

Alondra de las estepas


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III

Navegué el azogue y su esqueletoen su serpentino deshieloy la turba incandescentese erizaba rígida en la palmacomo la estampida de las olasque empujaban el vendavalcon sus dedos las estrellas de mar:

Gacela de las mareas


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IV

Navegué las metálicas ondasen su edicto, su hostia, su cirio,

Esparcidas golondrinas espiralesvolaban desde las campanas

Del árbol de la plazanavegué a rastras la cortezay el quiosco en rito ancestral,impaciente te seguí hasta la ventana:

Paloma virreinal


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V

Navegué las costas epidérmicas-manadas, desconocidas ballenas-su aleteo simula los espasmos con que, agobiadas, desmayanal borde sinuoso del litoral,que algunos llaman playa

Navegué de noche su cansancioa la orilla del manantialque a oscuras apenas asomala cuenca abdominal:

Gaviota de las literas


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VI

Navegué mil noches la marea,escalé voces escarpadas

En su eco fingía la luzatisbar la silueta reservada el destello que se esparce como rayo por tu cortina vertebral:

Sirena de resplandores


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VII

Y naufraguéde noche a tu costadoboca arriba a tu entusiasmorepetí el vértigo a bocanadascuando boqueas la espiralen que se retuercen las agallas con asfixia demencial

Naufragué tus ojos en blancoasolado el torbellino del temblorNaufragué en gajos mis pupilasen el silencio de tu silencio

Si amanece una vez másal polvo de mis dedos maceradosdejo mis labios amordazadosen ropajes de escombrohasta que abres la puertay te vas.



Y porque nuestra razón nos aparta violentamente del abismo, por eso nos acercamos a él con más ímpetu. No hay en la

naturaleza pasión de una impaciencia tan demoniaca, como la del que, estremecido al borde de un precipio, piensa en arrojarse en él.

Edgar Allan Poe



Í N D I C E

EL VÉRTICE

LA INOCENCIA11

VENERO DE LUZ15

CONJURO17

APETITO19

UNA LLUVIA VERANIEGA21

CANCIÓN DE AMOR(ABUSOS A MAGRITTE)

23


EL VÉRTIGO

INCÓGNITAS27

TRÍPTICO35

IMPROVISACIÓN PARA UN DESNUDO39

BOCETOS MAL DIBUJADOS43

MITOLOGÍAS53

TESALIA61


EL VACÍO

HUYE DE MÍ67

JAQUE69

REPORTE FORENSE71

A ESTA HORA73

ESTA NOCHE75

A LA DERIVA79


Cuerda floja de Heber Quijano se terminó de imprimir en

agosto de 2010, en los talleres de Grupo Editorial JANO

S.A.de C.V., ubicados en Lerdo poniente, no. 864, esquina

Agustín Millán, col. Electricistas Locales, C.P. 50040,

Toluca, Estado de México. La edición consta de 1 000

ejemplares y estuvo al cuidado del Consejo Editorial

de la Administración Pública Estatal. Corrección de

estilo: Blanca Leonor Ocampo. Concepto diagramático

y de diseño: Maresa Oskam-Roux y Hugo Ortíz.

Supervisión en imprenta Pedro Ortega. La

tipografía utilizada es: Minion Pro de Adobe

Systems Incorporated, diseñada por Robert Slimbach.

Cuerda floja de Heber Quijano se terminó de

imprimir en agosto de 2010, en los talleres de

Grupo Editorial JANO S.A.de C.V., ubicados en

Lerdo poniente, no. 864, esquina Agustín Millán,

col. Electricistas Locales, C.P. 50040, Toluca,

Estado de México. La edición consta de 1 000

ejemplares y estuvo al cuidado del Consejo Editorial

de la Administración Pública Estatal. Corrección

de estilo: Blanca Leonor Ocampo. Concepto

diagramático y de diseño: Maresa Oskam-Roux y

Hugo Ortíz. Supervisión en imprenta Pedro Ortega.

La tipografía utilizada es: Minion Pro de Adobe

Systems Incorporated, diseñada por Robert Slimbach.


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Cuerda floja IMPRENTA.indd 1 13/08/10 02:12 p.m.ceape.edomex.gob.mx/sites/ceape.edomex.gob.mx/files/436.pdfy en la noche el crucigrama que resuelvo bajo tu falda-niña jugando en mis