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LA MEDIACIÓN DEL CUERPO EN LA INTERSUBJETIVIDAD: EL CUERPO EN EL CENTRO DE LA RACIONALIDAD Julia Blanco Martínez. Universidad Autónoma de Madrid A partir de la primera pregunta planteada como hilo conductor en esta mesa, ¿Es posible reapropiarse de la racionalidad desde una perspectiva encarnada? plantearemos la necesidad de esta perspectiva, presente y voluntariamente olvidada en la tradición filosófica, para hablar de racionalidad. En su obra The Concept of Mind, Gilbert Ryle desarrolla un análisis de la doctrina oficial acerca de lo mental. Aquí nos centraremos en el estatus que esta doctrina otorga al cuerpo. Siguiendo el análisis de Ryle, esta doctrina que procede principalmente de Descartes, sostiene que todo ser humano posee un cuerpo y una mente, a través del siguiente argumento: 1) Tengo una idea clara y distinta de mí mismo, en cuanto que yo soy sólo una cosa que piensa, y no extensa 2) Tengo una idea distinta del cuerpo, en cuanto que él es sólo una cosa extensa, y no pensante Conclusión: ese yo (es decir, mi alma, por la cual soy lo que soy), es enteramente distinto de mi cuerpo, y puede existir sin él. Y aunque al aproximarme al fuego siento calor, e incluso dolor si me aproximo algo más, no hay con todo razón alguna que pueda persuadirme de que hay en el fuego algo semejante a ese calor, ni tampoco a ese dolor; sólo tengo razones para creer que en él hay algo, sea lo que sea, que excita en mí tales sensaciones de calor o dolor.1 Descartes no podía negar las pretensiones de la mecánica de Galileo capaz de ofrecer una teoría aplicable a todo cuerpo espacial, pero tampoco podía abandonar sus convicciones morales y religiosas, según las cuales el alma no puede someterse a una explicación mecánica. Así, desarrolla una teoría paramecánica: El cuerpo humano no es una máquina ordinaria, dado que algunas de sus operaciones están gobernadas por otra máquina dentro de él, de un tipo muy especial2 El fantasma de una máquina, una 1 DESCARTES, R., Meditaciones Metafísicas, Madrid, Espasa-Calpe, 1970 2 RYLE, G., El Concepto de lo Mental, Barcelona, Paidós, 2005, p. 34

Cuerpo e Intersubjetividad

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#ZaragozaPiensa. Mesa: Crisis de la corporalidad y del sujeto identitario. Julia Blanco

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  • LA MEDIACIN DEL CUERPO EN LA INTERSUBJETIVIDAD: EL CUERPO

    EN EL CENTRO DE LA RACIONALIDAD

    Julia Blanco Martnez. Universidad Autnoma de Madrid

    A partir de la primera pregunta planteada como hilo conductor en esta mesa, Es posible

    reapropiarse de la racionalidad desde una perspectiva encarnada? plantearemos la

    necesidad de esta perspectiva, presente y voluntariamente olvidada en la tradicin

    filosfica, para hablar de racionalidad.

    En su obra The Concept of Mind, Gilbert Ryle desarrolla un anlisis de la doctrina oficial

    acerca de lo mental. Aqu nos centraremos en el estatus que esta doctrina otorga al cuerpo.

    Siguiendo el anlisis de Ryle, esta doctrina que procede principalmente de Descartes,

    sostiene que todo ser humano posee un cuerpo y una mente, a travs del siguiente

    argumento:

    1) Tengo una idea clara y distinta de m mismo, en cuanto que yo soy slo una cosa que

    piensa, y no extensa

    2) Tengo una idea distinta del cuerpo, en cuanto que l es slo una cosa extensa, y no

    pensante

    Conclusin: ese yo (es decir, mi alma, por la cual soy lo que soy), es enteramente distinto

    de mi cuerpo, y puede existir sin l.

    Y aunque al aproximarme al fuego siento calor, e incluso dolor si me aproximo algo

    ms, no hay con todo razn alguna que pueda persuadirme de que hay en el fuego algo

    semejante a ese calor, ni tampoco a ese dolor; slo tengo razones para creer que en l

    hay algo, sea lo que sea, que excita en m tales sensaciones de calor o dolor.1

    Descartes no poda negar las pretensiones de la mecnica de Galileo capaz de ofrecer una

    teora aplicable a todo cuerpo espacial, pero tampoco poda abandonar sus convicciones

    morales y religiosas, segn las cuales el alma no puede someterse a una explicacin

    mecnica. As, desarrolla una teora paramecnica: El cuerpo humano no es una

    mquina ordinaria, dado que algunas de sus operaciones estn gobernadas por otra

    mquina dentro de l, de un tipo muy especial2 El fantasma de una mquina, una

    1 DESCARTES, R., Meditaciones Metafsicas, Madrid, Espasa-Calpe, 1970 2 RYLE, G., El Concepto de lo Mental, Barcelona, Paids, 2005, p. 34

  • mquina carente de extensin, que no se rige por las leyes de la mecnica. Describi la

    mente con un vocabulario puramente negativo.

    Hablamos, as, de dos vidas: una externa y pblica que acaece al cuerpo y otra interna

    y privada que acaece a la mente y que subsiste sin el cuerpo. Se supone que hay un tipo

    de existencia fsica y un tipo de existencia mental, aun cuando las conexiones entre estos

    mbitos resultan un misterio porque no parecen pertenecer definitivamente a ninguno de

    los dos. Cmo es que un proceso mental, como querer algo, puede causar movimientos

    en la lengua?3

    Ryle describe esta doctrina oficial como El dogma del Fantasma en la Mquina. No nos

    detendremos en la demostracin que ofrece Ryle acerca del gran error categorial que

    supone presentar los hechos de la vida mental como si pertenecieran a la misma categora

    lgica que los objetos fsicos, porque lo que queremos aqu es destacar un punto en el

    origen de este error que resulta fundamental para el tema que nos ocupa.

    Tenemos, como vemos, un acceso privilegiado a nuestro contenido mental,

    exclusivamente al nuestro. Por lo tanto, esta doctrina supone que una persona no puede

    reconocer diferencias entre expresiones lingsticas significativas y no significativas, o

    entre comportamiento mecnico e intencional excepto en el caso de uno mismo. Esto es,

    no puede establecerse la diferencia entre un hombre y un robot. La vida interior de

    cualquier ser humano puede ser racional o no, independientemente de su comportamiento,

    dado que ambos estn separados y nosotros slo tenemos acceso a este ltimo.

    En consecuencia, es poco probable o imposible para cualquier ser humano pretender

    ser cuerdo u obrar consistentemente, dado que le estara vedada la posibilidad de

    comparar su propio comportamiento con el de los dems () Si mi argumento es

    correcto, se diluye la consagrada oposicin entre Mente y Materia, sin reducir una a la

    otra.4

    Sin embargo, busco en esta ponencia sealar ese otro salto ilcito que hace Descartes, y

    que resulta ligeramente ms sutil porque no aparece en un argumento explcito, aunque

    podemos citar un momento en el que este se hace claro, en la meditacin II

    3 Ibd., p. 33 4 Ibd., p. 36

  • ya es cosa, para m manifiesta ahora, que los cuerpos (...) no son conocidos porque los

    vemos y los tocamos, sino porque los entendemos o comprendemos por el pensamiento,

    veo claramente que nada hay que me sea ms fcil de conocer que mi propio espritu5

    En este fragmento observamos por un lado el argumento expuesto por Descartes del

    dualismo cuerpo-mente, pero hay algo ms: es el salto del yo al nosotros lo determinante

    aqu. En la meditacin VI Descartes sita tambin en la distincin mente-cuerpo la

    distancia entre la inteleccin o concepcin pura y la imaginacin. Esta ltima, en tanto

    que es distinta de la inteleccin (siendo esta la esencia del espritu) depende de algo que

    no es el espritu, y concluir que es el cuerpo, al que el espritu est tan junto y unido

    que puede aplicarse a considerarlo siempre que quiera6

    A partir de estas dos citas, vemos cmo para conocer a los dems individuos necesito la

    mediacin de mi cuerpo, que a travs de la sensibilidad entra en contacto con otros

    cuerpos. A continuacin, estableciendo una analoga basada en un nico caso, mi propio

    caso, infiero que los otros cuerpos que se me aparecen estn regidos por otras mentes,

    como conozco que ocurre con mi mente y mi cuerpo. Ryle seala la inmensa dificultad

    de sustentar las afirmaciones acerca de otras mentes en una analoga basada en un nico

    caso. Este es sin lugar a dudas un problema crucial, sin embargo, centraremos nuestro

    planteamiento en otra cuestin ntimamente unida a la primera: como se pone de

    manifiesto, incluso en la doctrina cartesiana tradicional es necesario reconocer el papel

    mediador del cuerpo en la relacin intersubjetiva. El sujeto moderno ha tratado de olvidar

    este papel. El salto ilegtimo de Descartes para superar el solipsismo oculta el momento

    en el que se hace patente el papel inevitable de la corporalidad para dar cuenta de la

    identidad del ser humano. Es esta unin la que, segn el planteamiento de Descartes,

    inferimos que se produce en todos los dems cuerpos que observamos que manifiestan un

    comportamiento anlogo al nuestro. Resulta poco lcito realizar una inferencia de este

    tipo basada en un nico caso, el propio, dir Ryle. Sin embargo, lo fundamental aqu es

    que se hace patente que sin presuponer el papel central del cuerpo en la intersubjetividad,

    resulta imposible hablar de un nosotros, tanto desde la doctrina oficial como desde la

    posicin crtica de Gilbert Ryle.

    5 DESCARTES, R., Op. Cit., 1970, p. 102 6 Ibd., p. 136

  • As, la premisa que sirve como hilo conductor para nuestro planteamiento es: no es

    posible hablar de racional (y por tanto tampoco de establecer una distincin entre racional

    e irracional) fuera del cuerpo.

    Es necesario abordar ahora uno de los argumentos de Wittgenstein contra el lenguaje

    privado, que nos servir para plantear una perspectiva opuesta a la doctrina cartesiana que

    sin embargo refuerza la tesis que hemos planteado: es necesario asumir el cuerpo como

    centro de intersubjetividad. En primer lugar, es importante aclarar a qu denominamos

    lenguaje privado: llamamos lenguaje privado a un lenguaje en el que uno pudiera anotar

    o expresar sus vivencias internas sus sentimientos, estados de nimo, etc.- para su uso

    propio. () Las palabras de este lenguaje deben referirse a lo que slo puede ser

    conocido por el hablante7. El argumento que emplea Wittgenstein contra la posibilidad

    de un lenguaje privado en el pargrafo 258 de sus Investigaciones Filosficas, plantea la

    hiptesis de un individuo que, asociando el signo S a una determinada sensacin,

    escribe este en un calendario cada da que tiene dicha sensacin. Lo que Wittgenstein

    seala es que no existe ningn criterio de correccin para que el individuo pueda decidir

    si la conexin entre S y esta sensacin es correcta cada vez que escribe en el calendario.

    El uso de una palabra necesita una justificacin que todos entiendan8. Poder comprobar

    la diferencia entre S y la sensacin slo es posible a travs de reglas pblicas y

    compartidas.

    Hemos visto que las meditaciones de Descartes defienden la existencia de un lenguaje

    as, dado que todo conocimiento verdadero procede de este acceso privado y privilegiado

    a nuestro contenido mental, a aquello que nuestro espritu conoce de forma clara y

    distinta. Wittgenstein pone de manifiesto que el lenguaje del individuo funciona slo

    cuando es intersubjetivo, cuando entra en contacto con la comunidad humana. As, los

    criterios de correccin que determinan la posibilidad del lenguaje son intersubjetivos, y

    por lo tanto corporalmente mediados. El marco de referencia en que se vinculan signo y

    significado es la prctica, la accin. Cuando alguien dice siento dolor, para Wittgenstein

    no est nombrando ni describiendo un estado interno: est expresando dolor.

    Como conclusin sealaremos, a modo de propuesta para un futuro anlisis, el papel de

    la corporalidad sobre lo irracional. La tradicin seala como parte intrnseca de la fe que

    7 WITTGENSTEIN, L., Investigaciones Filosficas, Barcelona, Editorial Crtica, 2010, pargrafo 243 8 Ibd., par. 261

  • su camino se sita fuera de la percepcin sensible. Sin embargo, tal vez hoy sea necesario

    emprender el camino inverso: el misterio de lo irracional necesita encarnarse para ser

    efectivo. Sin el componente corporal no podemos hablar tampoco de conocimiento

    irracional.