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Viaggio, Cristian Cuidados paliativos y magisterio de la Iglesia Vida y ética. Año 12 Nº 1, Junio 2011 Este documento está disponible en la Biblioteca Digital de la Universidad Católica Argentina, repositorio institucional desarrollado por la Biblioteca Central “San Benito Abad”. Su objetivo es difundir y preservar la producción intelectual de la institución. La Biblioteca posee la autorización del autor para su divulgación en línea. Cómo citar el documento: Viaggio, Cristian. “Cuidados paliativos y magisterio de la Iglesia”[en línea]. Vida y Ética. 12.1 (2011). Disponible en: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/cuidados-paliativos-magisterio-iglesia-viaggio.pdf [Fecha de consulta:..........] (Se recomienda indicar fecha de consulta al final de la cita. Ej: [Fecha de consulta: 19 de agosto de 2010]).

Cuidados paliativos y magisterio de la Iglesia - UCA · 2020. 11. 13. · Viaggio, Cristian Cuidados paliativos y magisterio de la Iglesia Vida y ética. Año 12 Nº 1, Junio 2011

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  • Viaggio, Cristian

    Cuidados paliativos y magisterio de la Iglesia

    Vida y ética. Año 12 Nº 1, Junio 2011

    Este documento está disponible en la Biblioteca Digital de la Universidad Católica Argentina, repositorio institucional desarrollado por la Biblioteca Central “San Benito Abad”. Su objetivo es difundir y preservar la producción intelectual de la institución.La Biblioteca posee la autorización del autor para su divulgación en línea.

    Cómo citar el documento:

    Viaggio, Cristian. “Cuidados paliativos y magisterio de la Iglesia”[en línea]. Vida y Ética. 12.1 (2011). Disponible en: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/cuidados-paliativos-magisterio-iglesia-viaggio.pdf [Fecha de consulta:..........]

    (Se recomienda indicar fecha de consulta al final de la cita. Ej: [Fecha de consulta: 19 de agosto de 2010]).

  • ARTÍCULOS

    INSTITUTO DE BIOÉTICA / UCA - VIDA Y ÉTICA AÑO 12 Nº 1 JUNIO 2011 41

    Dr. Cristian Viaggio

    . Médico (Universidad de Buenos Aires -UBA-)

    . Especialista en Urología

    . Especialista en Oncología

    . Certificado en Cuidados Paliativos

    . Director médico del Hospice Madre Teresa

    . Médico del Servicio de Oncología del Htal.Vicente López y Planes (Gral. Rodríguez, Pcia.de Bs. As.)

    . Médico de la Unidad de Cuidados Paliativos delHtal. Baldomero Sommer

    CUIDADOSPALIATIVOS YMAGISTERIO DELA IGLESIA

    Pa la bras cla ve· Cuidados Paliativos· Personalismo ontológico

    · Magisterio

    Key words· Palliative Care· Ontological personalism

    · Magisterium

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    VIDA Y ÉTICA

    Año 12 / No 1 / Junio de 2011

    [1] El presente trabajo es una síntesis de la tesis realizada por el autor para obtener el título de Magíster en ÉticaBiomédica que dicta el Instituto de Bioética de la Facultad de Ciencias Médicas de la UCA, defendida el 26 de mayo de2011. La versión completa puede consultarse en el Instituto de Bioética.

    RESUMEN [1]

    Para entender el Cuidado Paliativo,según el Personalismo ontológico y elMagisterio, se necesita una ética delcuidado, basado en el imperativo delamor al prójimo. El centro de toda laasistencia es la persona, el respeto porsu dignidad y la inviolabilidad de la vidahumana, sin dejar de hacer referencia alfin último trascendente que fundamen-ta toda la existencia. Se consideraimprescindible el diálogo integradorentre la fe, la razón y las ciencias quepermita iluminar los CuidadosPaliativos a través de una antropologíay filosofía moral que guíe la praxis delos profesionales y voluntarios.

    En el Hospice Madre Teresa se cuidaal enfermo hasta su fin natural inten-tando anunciar el Evangelio de la vida.Se ayuda a todas las personas a descu-brir, a la luz de la razón y de la fe, elsignificado a su existencia. Se trata deencontrar puntos de diálogo con los nocreyentes para promover la cultura dela vida sabiendo que la razón, ilumina-da por la fe, se libera de los límitespropios de la naturaleza humanaencontrando la fuerza necesaria paraelevarse al conocimiento del misteriode Dios.

    ABSTRACT

    According to the ontologicalPersonalism and the Magisterium theethics of care based on loving theneighbor as self is needed tounderstand the Palliative Care. Theperson is the center of the assistance,the respect of their human dignity andlife inviolability, with the focus on theultimate transcendental objectivewhich is the grounds for everyexistence. An integrating dialogueamong faith, reason and science is ofthe essence to enlighten PalliativeCare by means of a moralanthropology and philosophy whichlead professional and volunteer praxis.

    At Mother Theresa´s Hospice, theylook after the sick until their naturalend comes in an attempt to proclaimthe Life Gospel. Every person is helpedto discover the meaning of his/herexistence in the light of the reasonand the faith. All is about findingdialogue points with the non-believersto promote life culture being aware ofthe fact that reason enlightened byfaith is freed from the naturalboundaries of human nature andprovides the strength needed to riseup to God´s mystery.

  • “La grandeza de la humanidad estádeterminada esencialmente por su rela-ción con el sufrimiento y con el que sufre.”

    Benedicto XVI, Carta EncíclicaSpe salvi, n. 38

    INTRODUCCIÓN

    El motivo que me ha movilizado aefectuar esta tesis surge de la experien-cia, del estudio y de la reflexión que hevenido realizando durante el acompaña-miento de los pacientes con cánceravanzado, hasta el final de su vida. Laexperiencia clínica de asistir desde miespecialidad de origen, la Urología, amuchos pacientes con cáncer, y ver queen su fase final quedaban “abandonados”por el sistema de salud, con mucho dolory sufrimiento, fue un motivo importantepara iniciarme en los Cuidados Paliativos.Al comienzo, cuando me enfrentaba a un“paciente terminal” me generaba muchaangustia el no poder ayudarlo por notener una formación específica. A su vez,me sentía muy presionado por una“medicina utilitarista” donde lo másimportante era, y sigue siendo, el pacien-te recuperable y la variable económicacosto-beneficio, sin importar el sufri-miento de la persona enferma que seencamina hacia su final natural.

    La Organización Mundial de la Salud,la Organización Panamericana de la

    Salud y la Unión Internacional contra elcáncer sostienen que el cáncer es un pro-blema de salud pública mundial de pri-mer orden, que representa la segundacausa de muerte en los países desarrolla-dos, por detrás de las enfermedades car-diovasculares, y que es una de las prime-ras cinco causas de mortalidad en todo elmundo. Debido a la alta frecuencia delcáncer, a su diagnóstico tardío y a la difi-cultad de poder instaurar una terapéuti-ca curativa, comencé a observar cada vezmás que muchos pacientes transitabanhacia el final de su vida con mucho dolory sufrimiento. Esta etapa es vivida por lamayoría de los enfermos y sus familiarescon mucha desesperación, porque sonabandonados por una medicina que noencuentra un sentido al sufrimiento y vecada vez más la muerte como un fracaso.

    Todos sabemos que el dolor es uno delos síntomas que se presenta con mayorfrecuencia en los enfermos de cáncer yes el síntoma más temido por los pacien-tes. El desconocimiento de su prevalenciao el uso inadecuado de los diversosrecursos disponibles hace que las perso-nas que presentan un cáncer avanzadotengan un sufrimiento mayor que el quedebieran tener.

    La Medicina Paliativa ha surgido paradar una respuesta a este sufrimiento y sesigue desarrollando, en gran parte, comoresultado de la visión e inspiración inicialde Cicely Saunders, iniciadora del

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    Año 12 / No 1 / Junio de 2011

    [2] Cfr. CAPONNETTO, Mario, El Hombre y la Medicina, Buenos Aires, Scholastica, 1992, pp. 74-75.

    Movimiento Hospice en Europa y funda-dora del Hospice St Christopher’s enLondres, en el año 1967.

    Para una mayor compresión de latesis, he tomado de la experiencia clínicasituaciones cotidianas de personas enfer-mas y familiares angustiados que puedenresultar similares en todos los países, cul-turas y credos religiosos.

    Cuando me refiero a la “experienciaclínica” no me refiero sólo a los años quehe ejercido como médico y a las “pruebasacumuladas” desde la “objetivaciónexperimental”, sino que se trata de un“fenómeno” de reflexión personal y deuna “indagación existencial” sobre “lasnecesidades del paciente terminal y sufamilia”.

    Para poder entender cada situaciónclínica y descubrir su sentido he tenidoque profundizar en el estudio, primero delos Cuidados Paliativos, luego en laOncología Clínica y después en laBioética Personalista, para finalmenteadentrarme en el Magisterio de laIglesia.

    El primer dilema filosófico al que meenfrenté es que en la medicina no hay unconcepto único del hombre sino multi-

    tud de imágenes, ideas y concepcionesantropológicas. Pero además, esta medi-cina se presenta despreocupada de lofilosófico, no pudiendo hallar una “ideadel hombre” como punto de referenciade su praxis, y así termina siendoinfluenciada por las ideas antropológicasdominantes del modernismo y el pos-tmodernismo. Esta medicina se revelaincapaz e insuficiente para explicar alhombre como un todo, porque sus expli-caciones son parciales e incompletas. [2]

    Emprender el estudio sistemático dela Bioética personalista ontológicamentefundamentada y las enseñanzas delMagisterio me ha permitido como médi-co el diálogo integrador entre la fe, larazón y la ciencia. Las enseñanzas delMagisterio me han aportado mucha luzsobre algunos temas importantes, comoson: la Antropología, el concepto de per-sona, la moralidad, el sufrimiento, laesperanza, la muerte, la trascendencia ytodos los dilemas bioéticos relacionadoscon el final de la vida. Considero que esimprescindible el diálogo integradorentre la fe, la razón y las ciencias, poreso, como médico, me ha surgido lanecesidad imperiosa de iluminar losCuidados Paliativos con el Evangelio y elMagisterio de la Iglesia. Esta respuestasurge de la motivación que he tenido a

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    Cuidados paliativos y Magisterio de la Iglesia / ARTÍCULOS

    [3] JUAN PABLO II, Carta Encíclica Evangelium vitae, Ciudad del Vaticano, 1995, n. 65.[4] BENEDICTO XVI, Carta Encíclica Deus caritas est, Ciudad del Vaticano, 2005, n. 31.[5] LUGO, Elena, Bioética personalista, Córdoba, Patris Argentina, 2006, p. 107.[6] DERISI, Octavio Nicolás, Los fundamentos metafísicos del orden moral, 4ta. edición, Buenos Aires, EDUCA, 1980, p. 11.

    partir de la lectura de la Carta EncíclicaEvangelium vitae donde Juan Pablo IIhace referencia a los Cuidados Paliativos:

    “En la medicina moderna van teniendo augelos llamados ‘cuidados paliativos’, destinados ahacer más soportable el sufrimiento en la fasefinal de la enfermedad y, al mismo tiempo,asegurar al paciente un acompañamientohumano adecuado”. [3]

    Este hecho, sumado a la necesidad de“dar una respuesta cristiana, concreta einmediata”, [4] a los pacientes con cán-cer en fase terminal, fue el motivo paraque un grupo de voluntarios católicos,sacerdotes, profesionales y no profesio-nales, fundara en la ciudad de Luján, elHospice Madre Teresa (HMT).

    El HMT es una institución inspirada enel ejemplo de santidad de la MadreTeresa de Calcuta que se dedica a brindarasistencia y acompañamiento a lospacientes con cáncer terminal, teniendotambién por objeto el estudio, la refle-xión y la investigación médico-filosóficasobre los diferentes temas inherentes alos Cuidados Paliativos, sin perder laidentidad cristiana. Es una asociacióncivil sin fines de lucro cuya misión estácentrada en la asistencia y el acompaña-miento ambulatorio de los pacientes.

    Dentro de los Cuidados Paliativos hetomado para esta tesis los temas filosófi-cos que la mayoría de los autores separande la razón última de su ser o funda-mento trascendente que lo explica y jus-tifica. Muchos de estos autores niegan larealidad de la razón última del ser perso-na y tratan de explicar los fenómenosclínicos desde un “naturalismo empírico-experimental”. [5] El marco teórico estádefinido por el Personalismo ontológico,fundado en la filosofía realista aristotéli-co-tomista, erigido sobre bases ontológi-cas, y las enseñanzas del Magisterio, enlos diversos temas filosóficos y teológi-cos. De hecho, considero que en mi laborterapéutica como médico en el final de lavida, mis antecesores intelectuales noson los psicólogos y médicos sino los filó-sofos y teólogos cristianos, sobre todoTomás de Aquino. En este extraordinarioteólogo y filósofo he encontrado lamayoría de las respuestas a las preguntasque me he formulado durante el acom-pañamiento de los pacientes terminales.

    La ética tomista tiene su base en ladoctrina del ser, que es el fundamentoontológico último de toda realidad y elapoyo irreductible de todo concepto,capaz de ser captado como objeto por lainteligencia. [6]

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    [7] BENEDICTO XVI, Carta Encíclica Deus…, op. cit., n.31.[8] JUAN PABLO II, Carta Encíclica Evangelium…, op. cit., n. 82.[9] JUAN PABLO II, Carta Encíclica Fides et ratio, Ciudad del Vaticano, 1998, nn.16 y 43.[10] SGRECCIA, Elio, Manual de Bioética, 2da. ed., vol. I, Madrid, BAC, 2009, p. 15.

    Deseo que esta tesis pueda acercar lasenseñanzas del Magisterio a todas laspersonas de buena voluntad y, sobretodo, a los católicos que trabajan en elámbito de la salud y los CuidadosPaliativos. La importancia de describir elCuidado Paliativo, según el Personalismoontológico y el Magisterio, consiste enmostrar una escuela, o mejor aún, unaética del cuidado, basada en el “impera-tivo del amor al prójimo, que está graba-do en la misma naturaleza del hombre”.[7] El centro de toda la asistencia es lapersona, el respeto por su dignidad y lainviolabilidad de la vida humana, sindejar de hacer referencia al fin últimotrascendente que fundamenta toda laexistencia.

    En definitiva, desde el Hospice MadreTeresa intentamos anunciar el Evangeliode la vida, ayudando a todas las personasa descubrir, a la luz de la razón y de laexperiencia, el mensaje cristiano. Estemensaje ilumina plenamente al hombredando significado a su ser y a su existen-cia. Y también tratamos de encontrarpuntos de diálogo con los no creyentespara promover la cultura de la vida. [8]Sabemos que la razón y la fe no se pue-den separar, porque significaría restringiren el hombre la posibilidad plena de

    conocerse a sí mismo, al mundo y a Dios.La razón, iluminada por la fe, se libera delos límites propios de la naturalezahumana, encontrando la fuerza necesa-ria para elevarse al conocimiento delmisterio de Dios. [9]

    Sé que todas las palabras y expresio-nes para referirme a la vida y obra de laMadre Teresa de Calcuta no alcanzanpara definir a una de las mujeres másgrandes del siglo XX, cuyo legado hatrascendido todas las fronteras y susenseñanzas han penetrado el corazón detodas las personas, independientementede su cultura o religión.

    Para concluir, este trabajo quedaabierto a la investigación y al enriqueci-miento que otros autores puedan reali-zar, permitiéndonos dar una mejor res-puesta a las necesidades del enfermo ter-minal.

    LA BIOÉTICA PERSONALISTAONTOLÓGICAMENTE FUNDADA

    El Personalismo ontológicamentefundado surgió en Italia en el año 1985,quince años después de que Potter publi-cara su artículo sobre Bioética, [10] y

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    Cuidados paliativos y Magisterio de la Iglesia / ARTÍCULOS

    [11] Ibíd., p. 23.[12] Ibíd, p. 20. [13] Para ampliar el tema sobre la justificación epistemológica de la Bioética y los diferentes modelos bioéticos consul-tar: SGRECCIA, Elio, Manual de Bioética…, op. cit.

    tuvo lugar en la Facultad de Medicina yCirugía “A. Gemelli” de la UniversidadCatólica del Sagrado Corazón de Roma.Su fundador, monseñor Elio Sgreccia,mantiene una perspectiva filosófica quese define como Personalismo ontológica-mente fundamentado, de inspiracióntomista, y que busca estar en sintoníacon el pensamiento católico. [11] Laescuela sgrecciana ha dado una sólidajustificación para el respeto a la vidahumana. La antropología de fondo, con-juntamente con la fundamentación de losprincipios, surge como bioética alternati-va a la principialista anglosajona, la cualestá representada por el llamado Prin -cipialismo que se remite a Beauchamp yChildress (Principles of Biomedical Ethics).[12] Los cuatro principios formulados son:beneficencia, no maleficencia, autono-mía y justicia. Este modelo, a pesar de suendeble estructura epistemológica, hasido muy difundido en la medicina para latoma de decisiones de situaciones clínicas(ética clínica). Sabemos que es un mode-lo que se puede fundamentar sobre dife-rentes posturas deontológicas y filosófi-cas. [13] La crítica que se le realiza desdeel Personalismo ontológico es la falta dejerarquización de los “principios” y lafalta de fundamentación antropológica y

    filosófica basadas en una meta-bioéticapara la búsqueda del bien verdadero enel ser (el ser, que como inteligible abier-to a la inteligencia es verum). Es decir,estos “principios” no hacen referencia a“verdades prácticas primeras”, por lotanto no son “verdaderos principios”.

    La moralidad consiste en encarnar elprincipio máximo universal contenido enel ser, de “haz el bien y evita el mal”, enun acto particular, contingente y cir-cunstanciado:

    “Por eso es que los principios prácticos-mora-les no pueden no ser universales y necesarios.La universalidad refiere al carácter develadorde los principios como verdades y luces prime-ras en el discernimiento moral, porque en todaestimación concreta de los valores moralesestá implicada una estimación universal delvalor en sí mismo. Esto significa que hay ver-dades morales universales y que el hombretiene una inteligencia abstractiva capaz detrascender la coyuntura moral de las eleccio-nes para guiar rectamente su decisión en cadacaso. A su vez, que dichas verdades universa-les son también normativas por ser prácticas,es decir, son reglas determinadas, ciertas ynecesarias. La necesidad de los principiosmorales es consecuencia de la misma necesidadde realización del bien moral en la conducta en

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    [14] DONADÍO MAGGI DE GANDOLFI, María Celestina, “Aspectos históricos de los principios que soportan la Bioética”,en Principios de Bioética, Actas del Simposio, Buenos Aires, Fundación Alberto J. Roemmers, 1998, pp. 27-33.[15] SGRECCIA Elio, Manual de Bioética (I)…, op. cit., p. 55.

    vistas al fin cabal de la existencia humana. Deesta forma, los principios práctico-morales son,por una parte, la formulación ejemplar -comoverdades y valores primeros- de la ordenaciónde la naturaleza humana a su fin propio y, porotra, como imperativos últimos son el conteni-do de la ley natural”. [14]

    Todo modelo bioético que lleva anegar una “verdad objetiva, universal ytrascendente” para reemplazarla por la“verdad subjetiva y relativa del consenso”permite, en algunas situaciones, atentarcontra el valor y bien fundamental de lavida y la dignidad de la persona. ElioSgreccia, cuando se refiere a los diferen-tes “modelos bioéticos”, hace referenciaa esta ética relativista, diciendo que lasdecisiones clínicas no se pueden funda-mentar sobre paradigmas conceptualesadaptables a la solución de cada situa-ción particular:

    “Hay que añadir que, para razonar sobre losfundamentos, no basta con elaborar paradig-mas conceptuales adaptables a la solución decasos límite, basados simplemente en unaespecie de consenso pragmático y flexible,según las circunstancias. Más bien habrá quebuscar una verdadera justificación y, portanto, la demostración de la razón última porla que un determinado acto moral debe con-siderarse recto o no recto, lícito o ilícito, obli-gado o prohibido”. [15]

    El Personalismo ontológico es unaBioética que se fundamenta sobre la ver-dad objetiva, universal y trascendente,oponiéndose a la verdad sustentada en elrelativismo inmanente. Debido a que altérmino “trascendente” se lo asocia pura yexclusivamente con lo religioso, es consi-derado, muchas veces, como irracional.Por eso, considero que es importante acla-rar el término “trascendente” debido aque en la medicina, y muchas veces desdela Bioética, cuando se habla de trascen-dencia, se lo confunde con una posturareligiosa, sobre todo si la reflexión provie-ne desde la Iglesia o de algún bioeticistaque adhiere algún credo religioso.

    El término “trascendente” es utilizadono en sentido absoluto -como se puedeemplear en el sentido del Creador-, sinohaciendo referencia a que “la persona estrascendente desde el punto de vistaontológico y axiológico”. La persona, porsu capacidad de autoconciencia reflexiva(inteligencia) y autodeterminación(libertad), “supera” (va más allá), desde elnivel ontológico y desde su propio valor,al mundo material. El hombre es un indi-viduo que se guía por sí mismo mediantela inteligencia y la voluntad, no sóloexiste físicamente sino que hay en él unser más rico y más elevado, una existen-cia superior espiritual por el conocimien-

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    [16] Ibíd., p. 152.

    to y amor, [16] y que enaltece a las mis-mas funciones corporales.

    Desde el punto de vista filosófico,“trascender” (de trans, más allá, y scan-do, escalar) significa pasar de un ámbitoa otro, atravesando el límite que lossepara. Este concepto de trascendenciaincluye, además, la idea de superación osuperioridad. En la tradición filosóficaoccidental, la trascendencia supone un“más allá” del punto de referencia. Serefiere a ir más allá de algún límite, sobretodo del límite espacio-tiempo, lo quesolemos considerar como mundo o uni-verso físico. Adquiere entonces un carác-ter de finalidad que ha de cumplirsecomo “lo más importante” o “esencial”convirtiéndose en el fundamento de laacción y el sentido de todo lo que sehace. Esta forma de obrar y de vivir hasido invadida por el pensamiento nihilis-ta y cerrado a la trascendencia, dondepareciera que lo importante es la socie-dad de las utilidades y del hedonismo.Trascendencia se opone, entonces, a lapura inmanencia en su sentido “subjeti-vista”. Lo trascendente es aquello que seencuentra “por encima” de lo puramenteinmanente. La inmanencia pura es, preci-samente, la propiedad por la que unadeterminada realidad permanece comocerrada en sí misma, agotando en ellatodo su ser y su actuar. La trascendenciasupone, por tanto, la inmanencia como

    uno de sus momentos, al cual se añade lasuperación que el trascender representa.Lo inmanente se tomaría entonces comoel mundo, es decir, lo que vivimos en laexperiencia; y lo trascendente se referiríaa la cuestión sobre si hay “algo más”, másallá del mundo que conocemos.

    Cuando la Bioética adhiere a una ver-dad subjetiva, relativa y no trascendentecae en la parcialidad de una “verdad pro-ducida o creada por el hombre” que ter-mina proponiendo una “ética de situa-ción y consenso pragmático”. Un ejemploclaro de esto es el caso de los niños conmalformaciones congénitas, que depen-den de la actitud de aceptación o recha-zo de su familia para que puedan vivir,sin importar el bien de la criatura. Otroejemplo, en el otro extremo de la vida, escuando un comité de Bioética decide, porconsenso y en conformidad con la fami-lia, suspender la alimentación e hidrata-ción de un enfermo en estado vegetativopersistente. Podría así enumerar múlti-ples situaciones donde esta ética sin pri-meros principios naturales y por ello evi-dentes, sostiene la decisión médica bajoun pragmatismo utilitarista y muchasveces autoritario.

    Por el contrario, el Personalismoontológico reacciona ante este relativis-mo pragmático y de consenso, propo-niendo una meta-bioética, fundada en el

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    [17] Immanuel Kant (1724 - 1804): filósofo alemán de mucha influencia en el pensamiento moderno. Su actitud críti-ca se despliega en su obra Crítica de la razón pura, donde examina la posibilidad, las condiciones y el modo de conoci-miento de la naturaleza, y se pregunta si es posible el conocimiento metafísico.[18] MARITAIN, Jaques, Lecciones fundamentales de la Filosofía moral, Buenos Aires, Club de lectores, 1966, pp. 7-10.

    ser persona, donde está inscripto el prin-cipio de “hacer el bien y evitar el mal”.Así, protegerá la vida del niño, sin califi-carlo por su capacidad física o intelec-tual, y la del enfermo en estado vegeta-tivo, justificando que todos somos igua-les en dignidad y tenemos derecho a lavida, desde la concepción hasta su finnatural.

    La pregunta que debemos hacernoses: ¿sobre qué filosofía se fundamenta laBioética de la verdad pragmática y delconsenso? Estos postulados éticos hanrecibido mucha influencia de la éticaidealista de Kant. [17] Jaques Maritainnos resume esta filosofía de la siguientemanera:

    “Nos propone una ética sin fin último, liberadade todo impulso hacia la felicidad o hacia elbien; una ética del imperativo categórico en elcual el universo de la moralidad o de la libertadestá totalmente separado de la naturaleza, y elcontenido de la ley debe ser deducido de suforma y de la esencia universalmente normati-va de la razón pura práctica”.

    De esta afirmación deducimos que elpensamiento kantiano elabora una éticaque no tiene fundamento ni en la meta-física ni en la filosofía de la naturaleza

    (ética natural) y la separa también detodo elemento revelado o sobrenatural.Es decir, el hombre sin una “verdad obje-tiva”, puede obrar incluso de una mane-ra que atente contra su propia naturale-za. [18]

    En conclusión, la Bioética, cómo éticaespecializada, necesita para su justifica-ción epistemológica subordinarse a lametafísica. Esta meta-bioética, funda-menta el juicio moral en la “verdad obje-tiva, universal y trascendente” que hundesus raíces en el ser y sus principios.

    Cuál es la antropología sobre la que se fundamenta el Personalismo ontológico

    Como mencionamos en la introducción,es importante formular una antropologíacapaz de señalar rumbos y objetivos nue-vos a la teoría y la praxis de los CuidadosPaliativos. Esta antropología, sobre la quese fundamenta el Personalismo sgrecciano,nos permite definir al hombre y, a partir deestas respuestas, podemos tener una visiónmás clara para poder acompañar y realizarlas intervenciones más adecuadas en estamisión de ayuda.

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    Cuidados paliativos y Magisterio de la Iglesia / ARTÍCULOS

    [19] RAMOS, A., Antropología teológica, Manual de iniciación, Buenos Aires, Ágape, 2007, pp. 91-95.[20] JUAN PABLO II, Varón y Mujer. Teología del cuerpo (I), 6ta. edición, Madrid, Palabra, 2005, pp. 15 y 16.

    El hombre, según Tomás de Aquino, es“espíritu encarnado o cuerpo espirituali-zado” en una unión substancial entre elco-principio orgánico y el co-principioespiritual. Así podemos decir que la per-sona humana presenta dos dimensioneso dos co-principios unidos de formasubstancial en una uni-totalidad y queactúan de manera simultánea. Cada co-principio es una sustancia incompleta,las cuales se unen formando una únicasustancia completa o “sustancia primera”según Aristóteles.

    Es importante mencionar que los cristia-nos hacemos referencia a una Antropologíacristiana. Ésta se apoya en la Filosofía(Antropología filosófica), que estudia al serhumano, su composición de cuerpo y almay su modo de realizarse, complementándo-se con la Teología (Antropología teológica),que estudia al hombre desde la perspectivade la Revelación cristiana, apoyándose en lafe, ya que con la fuerza sola de la razónnunca podríamos llegar a conocer al hom-bre en su plenitud.

    La Antropología teológica estudia alhombre según el dato revelado en laSagrada Escritura, es decir, lo que Diosdice sobre lo que el hombre es. Como noexisten definiciones en la Biblia, nosremitimos al relato del Génesis donde sepresenta la creación del hombre:

    “Dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra ima-gen y semejanza. Que tenga autoridad sobrelos peces del mar y sobre las aves del cielo,sobre los animales del campo, las fieras salva-jes y los reptiles que se arrastran por el suelo.Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagende Dios lo creó. Macho y hembra los creó”(Génesis 1, 26 y 27).

    El ser imagen no significa una repro-ducción o participación material del ser,en el Ser de Dios, sino que consiste en lacondición espiritual del hombre, que lepermite establecer una relación personalcon Dios. También, la imagen representael cuerpo ya que el hombre es concebidocomo una totalidad. Esto no quiere decirque Dios tenga cuerpo, sino que el cuer-po y el alma forman una única sustancia:la persona humana. [19]

    Esta idea de imagen es desarrolladapor Juan Pablo II en su catequesis:

    “El hombre, al que Dios ha creado ‘varón ymujer’, lleva impresa en el cuerpo, ‘desde elprincipio’, la imagen divina; varón y mujer cons-tituyen como dos diversos modos del humano‘ser cuerpo’ en la unidad de esa imagen”.

    Y en otra audiencia hace referencia alsignificado del cuerpo:

    “El cuerpo es expresión de la persona”. [20]

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    [21] HENNEZEL, Marie de, La Muerte íntima, Buenos Aires, Sudamericana, 1996, p. 28.

    LA PERSONA HUMANA

    “El ser humano no se reduce a lo quevemos o creemos ver. Siempre es infinita-mente más grande, más profundo de loque pueden decir nuestros limitados jui-cios. En fin, nunca ha dicho su últimapalabra, siempre avanza, siempre tiene elpoder de realizarse, es capaz de transfor-marse a través de las crisis y de las prue-bas de su vida”. [21]

    El hombre no se agota en lo quevemos o creemos ver. Según la escuelasgrecciana, el concepto de ser personaestá en su significado ontológico queestriba en una existencia y una esenciaconstituidas en la unidad cuerpo-espíritu,sin despreciar la importancia de la subje-tividad relacional y de la conciencia. Lapersona es entendida como la definíaBoecio: “sustancia individual de naturale-za racional”. El hombre es persona porquees el único ser viviente que es capaz de“reflexionar” sobre sí mismo, de autode-terminarse y de encontrar un sentido a suexistencia. El hombre posee una realidadcorpórea informada por un alma espiri-tual que la contiene y estructura, desde laconcepción hasta la muerte. La personahumana es una unidad, un todo, y no sóloparte de un todo. Es el punto de referen-cia, el fin y no el medio. Es la realidad que

    trasciende la economía, el derecho y lahistoria misma. No hay que confundir elPersonalismo ontológico con el indivi-dualismo subjetivista que se centra en laexacerbación de la autonomía y la liber-tad, sin hacer referencia al ser.

    De la reflexión profunda sobre el con-cepto de persona surge el respeto por sudignidad e integridad como bienesintrínsecos, siendo mucho más la perso-na que un mero instrumento o medio, nimucho menos algo reductible a sus com-ponentes y funciones, algo manipulableo sujeto a diseño.

    La Dignidad de la Persona humana

    El concepto de dignidad de la personahumana, según el Personalismo ontológico,está en el ser y es intrínseco a la persona.Sabemos que en la actualidad no hayacuerdo entre los diferentes sistemas bioé-ticos sobre el concepto de persona y dedignidad, pero la mayoría acepta que es “elvalor intrínseco que toda persona tiene porser humano”. Cualquiera sea la perspectiva,el hecho es que la Bioética surge comoreflexión racional para ayudar a los hom-bres a decidir si un avance tecnológico ouna determinada practica clínica esbuena o mala para los seres humanos.

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    [22] UNESCO, Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos, adoptada por la mayoría en la 33˚ sesión de laConferencia General del 19 de octubre de 2005 [en línea], disponible en: [consulta: 2 de mayo de2011].[23] BASSO, Domingo M., O. P. Nacer y morir con dignidad, 3ra. ed. ampliada, Buenos Aires, Depalma, 1991, pp. 25-33.[24] PONTIFICIO CONSEJO DE JUSTICIA Y PAZ, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, Ciudad del Vaticano, 2005,nn. 132-134.

    La Declaración Universal de losDerechos Humanos de las NacionesUnidas de 1948 y la reciente Declaraciónsobre Bioética y Derechos Humanos de laUNESCO [22] hacen de la dignidadhumana el primer principio y la basefundamental de todos los derechoshumanos. Luego de las experienciascolectivamente vividas de la pérdida dela dignidad humana: el Holocausto, laesclavitud y los genocidios realizados porparte de los totalitarismos ideológicos,las naciones y sus funcionarios centraronla atención mundial en su verdadero sig-nificado. Un hecho importante y llamati-vo es que estas declaraciones fueronacordadas entre naciones culturalmentedistintas, con diferentes religiones, cre-encias y pasado histórico.

    La dignidad nadie puede asignarla oquitarla, es inalienable e innegociable,siendo objeto de respeto moral y tam-bién legal. Por lo tanto, toda conductahumana que atente o viole esta dignidades intrínsecamente mala y pasible enprincipio de juicio moral.

    La dignidad humana está presentedesde la concepción (embrión unicelular)

    hasta la muerte natural. El espíritu o almaespiritual, con inteligencia y voluntad,confiere al hombre dignidad, superioridady posibilidad de hacerse aun mayor de loque la naturaleza lo proveyó. Esta supe-rioridad, que va más allá de las fronterasnaturales, descansa según la Teología cris-tiana en la imagen y semejanza de Dios.[23] El hombre por su espiritualidad supe-ra a la totalidad de las cosas y penetra enla estructura más profunda de la realidad.Cuando reflexiona, intuye su dignidadúnica, se siente único e irrepetible recono-ciendo tener en sí mismo la espiritualidady la inmortalidad de su alma. Sabe que se“diferencia de cualquier viviente”. Estaafirmación coloca al hombre en la cúspi-de de la creación y lo transforma en unfin. En ningún caso la persona humanapuede ser instrumentalizada con finessociales, de investigación científica, eco-nómicos o políticos. El Personalismo onto-lógico coloca a la persona en el centro dela reflexión, llegando a la conclusión deque una sociedad justa puede ser realiza-da solamente en el respeto de la dignidadtrascendente de la persona humana. [24]

    En mayo de 2007, la ConferenciaGeneral del Episcopado Latinoamericano

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    [25] EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, Aparecida, Documento Conclusivo, V Conferencia General delEpiscopado Latinoamericano y del Caribe, Brasil, 2007, nn. 104-113.[26] CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción Dignitas personae, Ciudad del Vaticano, 2008, n. 1.[27] Ibíd., nn. 36 y 37.[28] PELLEGRINO, Edmund, “La experiencia vivida de la dignidad humana”, Bioética y Persona, Buenos Aires, EDUCA,2008, pp. 327-335.

    y del Caribe manifiesta en el DocumentoConclusivo de Aparecida “la buenanueva de la dignidad humana”:

    “Bendecimos a Dios por la dignidad de la per-sona humana, creada a su imagen y semejan-za. Nos ha creado libres y nos ha hecho sujetosde derechos y deberes en medio de la creación.Le agradecemos por asociarnos al perfeccio-namiento del mundo, dándonos inteligencia ycapacidad para amar; por la dignidad, querecibimos también como tarea que debemosproteger, cultivar y promover”.“Alabamos a Dios por los hombres y mujeres deAmérica Latina y el Caribe que, movidos por sufe, han trabajado incansablemente en defensade la dignidad de la persona humana, especial-mente de los pobres y marginados”. [25]

    La Instrucción vaticana Dignitas per-sonae se refiere a la reflexión ética sobrela dignidad, fundamentalmente en losnuevos problemas relativos a la procrea-ción, a la investigación en seres humanosy a las nuevas propuestas terapéuticasque comportan la manipulación delembrión o del patrimonio genéticohumano:

    “A cada ser humano, desde la concepciónhasta la muerte natural, se le debe reconocerla dignidad de persona. Este principio funda-

    mental, que expresa un gran ‘sí’ a la vidahumana, debe ocupar un lugar central en lareflexión ética sobre la investigación biomédi-ca, que reviste una importancia siempremayor en el mundo de hoy”. [26]

    Sabemos que el hombre está llamadoa transformar la creación, ordenando susmuchos recursos a favor de la dignidad yel bienestar integral de todos y cada unode los hombres. Respetar la dignidad dela persona humana como fundamento delos derechos y de los imperativos éticos,contribuye al “progreso”real de la huma-nidad, construyendo una sociedad máshumana y solidaria. [27]

    Para finalizar, existe la necesidad desensibilizar a los médicos y otros profesio-nales de la salud para que defiendan ladignidad del enfermo, tratando de serhumildes y esforzándose por dejar de ladola indiferencia, la arrogancia y la ineptitudque muchas veces transmiten en su prác-tica cotidiana, haciendo que las personasvivan una “experiencia de indignidad”.[28] La Madre Teresa de Calcuta, modelode vida para los que hemos fundado elHospice, y quien ha entregado su vida alcuidado de los enfermos y moribundos,sostenía que ella se dedicaba a ayudar a

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    “morir con dignidad”, a procurar la buenamuerte del enfermo desahuciado, delabandonado, del desposeído. Miles y milesde moribundos murieron con dignidadacogidos con amor entre sus brazos. Todosellos, al morir se descubrieron como “unalguien eminentemente valioso”, al morirse sintieron reconocidos en su dignidad,respetados y amados. Aquellos cuya vidase encuentra disminuida o debilitada tie-nen derecho a un respeto especial, debenser atendidos para que lleven una vida tannormal como sea posible.

    PRINCIPIOS DE LA BIOÉTICA PERSONALISTA ONTOLÓGICAMENTEFUNDADA

    El Personalismo ontológico enunciacuatro principios:

    1. El principio de defensa de la vida física.2. El principio de libertad y responsabilidad.3. El principio de totalidad o principio terapéutico.4. El principio de sociabilidad y subsidiaridad.

    En el marco de este artículo describirésolamente tres principios: defensa de lavida física; libertad y responsabilidad; y elprincipio de sociabilidad y subsidiaridad.

    1. El principio de defensa de la vidafísica

    El concepto “vida física” hace refe-rencia a la vida orgánica, fundamentoúnico y unificado de todo el desarrollode la persona. Reconocemos que estaexpresión es reductiva y no expresacorrectamente la concepción integral dela persona, uni-totalidad de cuerpo yespíritu. La vida física del hombre norepresenta algo extrínseco a la persona,sino que representa el valor constitutivofundamental y no absoluto o total de lapersona. No es un valor absoluto, porquela vida corporal (física) no agota toda lariqueza de la persona, la cual es tambiénespíritu, y por esto trasciende como tal alcuerpo mismo y a la temporalidad. Elcuerpo o corporeidad es, respecto de lapersona, co-esencial, es su encarnaciónprimera, fundamento único en el cual ypor el cual la persona se realiza y entraen el tiempo y en el espacio. El cuerpo lepermite a la persona la expresión de losdemás valores como la libertad y sociabi-lidad. Es decir, la persona sin su cuerpono podría llevar a cabo sus actos huma-nos y no podría relacionarse con lasdemás personas. Por lo tanto, si el cuer-po no es un “bien total”, las preguntas aresponder son: ¿cuál es el “bien total”? y¿cuál es la implicancia clínica de esteconcepto? Elio Sgreccia nos dice:

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    [29] El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe; designa un testimonio que llega hasta la muerte. El már-tir da testimonio de Cristo, muerto y resucitado, al cual está unido por la caridad. Da testimonio de la verdad de la fe yde la doctrina cristiana. Soporta la muerte mediante un acto de fortaleza. Catecismo de la Iglesia Católica, 3ra. ed.,Madrid, Impresos y Revistas, 1993, n. 2473.[30] SGRECCIA, Elio, Manual de Bioética (I)…, op. cit., p. 219.

    “Por encima de ese valor ‘fundamental’ sóloexiste el bien total y espiritual de la persona,que podría requerir el sacrificio de la vida cor-poral sólo cuando ese bien espiritual y moral nopudiera lograrse sino a través del sacrificio de lavida; y en ese caso, al tratarse de un bien espi-ritual y moral, no podría ser impuesto jamáspor otros hombres, sino que desplegarse comodon libre. El mártir [29] entrega legítimamentesu vida sólo cuando no hay otro camino pararealizar el bien moral de la persona y de lasociedad; y en ese caso, de todos modos, quienes responsable de esta situación es responsabletambién de la pérdida de esa vida”. [30]

    Cuando hablamos de bien total yespiritual, éste pareciera ser un conceptorelacionado con la religión, más concre-tamente con la tradición cristiana, y nouna visión ética racional frente a lasdiferentes tomas de decisiones a la quedebe enfrentarse la medicina.

    Defensa de la vida y eutanasia

    Otro punto importante en el análisis ydesarrollo de este principio, es no dar porsobreentendida la postura sobre la euta-nasia y el suicidio asistido.

    La palabra eutanasia, por su etimolo-gía, en la antigüedad significaba “muer-

    te dulce”, sin sufrimientos atroces. En laactualidad se refiere a causar la muertepor piedad, para atenuar los dolores a losenfermos incurables o para que niñosmalformados no vivan una vida desdi-chada que también podría causar cargasdemasiado pesadas para sus familias o ala sociedad.

    Desde la Bioética personalista no sólose define a la eutanasia, sino que se laconsidera como una práctica inmoral,porque la vida es un don y bien funda-mental que nadie, ni siquiera la mismapersona que sufre, puede suprimirla. Lavida humana es el fundamento de todoslos bienes, la fuente y condición necesa-ria de toda actividad humana y de todaconvivencia social.

    La Madre Teresa de Calcuta, quien haentregado su vida al cuidado de losenfermos y moribundos, sostenía que ellase dedicaba a ayudar a morir con digni-dad, respetando la vida hasta su finnatural como don proveniente de Dios.

    El Magisterio de la Iglesia es claro ensu postura de rechazo frente a la eutana-sia. Los principales documentos quehacen referencia a la misma son:

  • ● Declaración sobre la eutanasia Iura etBona, publicada por la Congregación para laDoctrina de la Fe en el año 1980: “Por euta-nasia se entiende una acción o una omisiónque por su naturaleza, o en la intención, causala muerte con el fin de eliminar cualquierdolor. La eutanasia se sitúa, pues, en el nivelde las intenciones o de los métodos usados”.“Es necesario reafirmar con toda firmeza quenada ni nadie puede autorizar la muerte de unser humano inocente, sea feto o embrión, niñoo adulto, anciano, enfermo incurable o agoni-zante. Nadie, además, puede pedir este gestohomicida para sí mismo o para otros confiadosa su responsabilidad ni puede consentirloexplícita o implícitamente. Ninguna autoridadpuede legítimamente imponerlo ni permitirlo.Se trata, en efecto, de una violación de la leydivina, de una ofensa a la dignidad de la per-sona humana, de un crimen contra la vida, deun atentado contra la humanidad”.

    ● Carta Encíclica Evangelium vitae, JuanPablo II, año 1995, nn. 64 y 65: “Cuando pre-valece la tendencia a apreciar la vida sólo en lamedida en que da placer y bienestar, el sufri-miento aparece como una amenaza insoporta-ble, de la que es preciso librarse a toda costa”.“El hombre, rechazando u olvidando su rela-ción fundamental con Dios, cree ser criterio ynorma de sí mismo y piensa tener el derechode pedir incluso a la sociedad que le garanticeposibilidades y modos de decidir sobre la pro-pia vida en plena y total autonomía”.“En semejante contexto es cada vez más fuertela tentación de la eutanasia, esto es, adueñarsede la muerte, procurándola de modo anticipa-do y poniendo así fin ‘dulcemente’ a la propiavida o a la de otros. En realidad, lo que podríaparecer lógico y humano, al considerarlo en

    profundidad se presenta absurdo e inhumano.Estamos aquí ante uno de los síntomas másalarmantes de la ‘cultura de la muerte’, queavanza sobre todo en las sociedades del bienes-tar, caracterizadas por una mentalidad eficien-tista que presenta el creciente número depersonas ancianas y debilitadas como algodemasiado gravoso e insoportable”.

    ● Carta de los agentes sanitarios, elaborada porel Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud,año 1995, especialmente los nn. 147 y 148:“La piedad suscitada por el dolor y por el sufri-miento hacia enfermos terminales, niñosanormales, enfermos mentales, ancianos, per-sonas afectadas por enfermedades incurables,no autoriza ninguna eutanasia directa, activao pasiva. Aquí no se trata de ayuda prestada aun enfermo, sino del homicidio intencional deuna persona humana”.“El personal médico y de enfermería -fiel aldeber de estar siempre al servicio de la vida yasistirla hasta el final- no puede prestarse aninguna práctica eutanásica ni siquiera antela solicitud del interesado, aun menos de susparientes. En efecto, las personas no poseenun derecho eutanásico, porque no existe elderecho de disponer arbitrariamente de lapropia vida. Ningún agente de la salud, porconsiguiente, puede hacerse tutor ejecutivode un derecho inexistente”.

    ● Dignidad de la persona en estado terminal,Pontificia Academia para la Vida, Vº AsambleaGeneral, año 1999, n. 10: “Con fuerza y abso-luta convicción rechazamos todo tipo deeutanasia, a saber, recurrir a acciones u omi-siones con las que se pretende procurar lamuerte de una persona con el fin de evitarle elsufrimiento y el dolor”.

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    [31] ACADEMIA PONTIFICIA PARA LA VIDA, Respetar la dignidad del moribundo. Consideraciones éticas para la euta-nasia [en línea], disponible en: [consulta: 2 de mayo de 2011].[32] SGRECCIA, Elio, Manual de Bioética (I)…, op. cit., p. 898.

    ● Respetar la vida del moribundo -Consideraciones éticas sobre la eutanasia,Pontificia Academia para la Vida, año 2000:“La legitimación de la eutanasia es una compli-cidad perversa del médico, el cual, por su iden-tidad profesional y en virtud de las inderogablesexigencias deontológicas a ella vinculadas, estállamado siempre a sostener la vida y a curar eldolor, y jamás a dar muerte ‘ni siquiera movidopor las apremiantes solicitudes de cualquiera’(Juramento de Hipócrates)”.“La eutanasia, es decir, el acto de poner findeliberadamente a la vida de un paciente,tanto a petición del paciente mismo como porsolicitud de sus familiares, es inmoral”. [31]

    ● Carta Encíclica Caritas in veritate - Sobreel desarrollo humano integral en la caridad yen la verdad, Benedicto XVI, 2009, n. 75: “Porotro lado, se va abriendo paso una mens euta-nasica, manifestación no menos abusiva deldominio sobre la vida, que en ciertas condi-ciones ya no se considera digna de ser vivida”.

    En todos estos años de asistencia a lospacientes con cáncer avanzado son muypocas las personas que solicitan de formaexplícita la eutanasia. La mayoría de lospacientes solicitan no tener dolor y si esposible, reducir el sufrimiento:

    “Quien pide morir pide, en realidad, ser ayu-dado a vivir de otra manera: a veces le es sufi-ciente poder experimentar que su dolor es

    compartido por otros, para conseguir elabo-rarlo positivamente”. [32]

    Muchas veces, son los familiares losque solicitan la eutanasia por no poderencontrar un sentido al sufrimiento de suser querido. Algunos familiares noentienden lo que significan los CuidadosPaliativos o los cuidados de final de vida.Piensan que el equipo tratante se empe-ña en sostener la vida y el sufrimiento demanera indefinida, al punto que termi-nan criticando o renegando de los cuida-dos. Hay que emprender un camino juntoa ellos para comprenderlos y contener-los; por eso se considera que la unidad detratamiento es el “paciente y la familia”.La mayoría termina comprendiendo quela vida es un don y bien fundamental yque nadie puede quitarla. Sabemos que atodos nos cuesta “comprender” el sufri-miento y que el verdadero sentido sepuede encontrar en lo trascendente y,sobre todo para los cristianos, en el granmisterio Pascual. Si bien, como mencio-namos anteriormente, la mayoría termi-na respetando la vida, no todos terminancomprendiendo el sufrimiento y el senti-do del cuidado compasivo. A propósitode esto, voy a transcribir y comentar laopinión escrita de uno de los hijos de unpaciente que ha fallecido de cáncer en la

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    [33] Se ha trascripto textualmente del libro que está a disposición de los familiares para canalizar sus inquietudes, inclu-so con la puntuación empleada por el hijo.

    Unidad de Cuidados Paliativos delHospital Baldomero Sommer: [33]

    “El sufrimiento no es redención, ni para losmuertos ni para los vivos. Prolongar la agoníade un moribundo no nos hace ni más sabios nimás humanos… mucho menos divinos… Noestoy cuestionando el carácter lícito o ilícitode la eutanasia, pero sí hacer algunas correc-ciones a la terapia paliativa, educar a la comu-nidad médica y a la sociedad incluida parapoder decidir juntos la mayor o menor conve-niencia en casos concretos, teniendo en cuen-ta que lo que cada persona entiende por‘morir bien’ o morir dignamente depende desus valores culturales, religiosos y morales… yque además del dolor físico está el dolor emo-cional y existencial, no tan sencillo de paliartecnológicamente, y no sólo del moribundo,sino también de los que permanecemos vivos.Gracias por todo y a todos, la atención ‘huma-na’ fue impecable en este contexto”.

    Hay que ser muy respetuosos deldolor y del sufrimiento del paciente, ytambién del sufrimiento de los familiaresque permanecen junto a él. Estas líneasfueron escritas inmediatamente despuésde fallecer su papá y retirarse de laUnidad de Cuidados Paliativos, por eso esque comprendo en el contexto de agota-miento y sufrimiento que fueron escritas.No pretendo hacer una crítica o un aná-lisis profundo de este comentario, sino

    exponer algunos planteos comunes quelos familiares suelen hacer en el contex-to de una agonía prolongada. Cuando unenfermo empieza a necesitar más cuida-dos, y los recursos materiales y humanosson escasos o nulos, empieza la tentaciónde la eutanasia. Esto se acrecienta cuan-do la aceptación de la muerte inminentede su ser querido es completa e inevita-ble. No es solicitada de manera directa,pero sí con este comentario: “¿no se lepuede dar algo para que no sufra más,sabiendo que es inevitable que se va amorir?” Esto se hace más solícito cuandola persona en agonía no fallece dentro delplazo esperado y se dilata unos días más,como fue el caso de nuestro paciente. Poreso, en este contexto de dolor, de deses-peración y de falta de sentido trascen-dente de la vida empiezan a surgir senti-mientos y pensamientos contradictorios,a tal punto que muchas veces las explica-ciones dadas no logran satisfacer sugrado de demanda e inquietud. Todossabemos que durante la agonía se acom-paña al enfermo con los cuidados ordina-rios, sin intentar prolongar la vida y elsufrimiento (encarnizamiento terapéuti-co) y que dentro de estos cuidados estácontrolar el dolor, acompañar a la familiay brindar la asistencia espiritual confor-me a las creencias del paciente. En estecaso, está claro que el hijo entiende y

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    [34] JUAN PABLO II, Carta Encíclica Evangelium…, op. cit., n. 66.

    destaca el cuidado compasivo y humanís-tico, pero le quedan dudas sobre algunascuestiones éticas en el final de la vida.

    No ha sido éste el enfermo, pero,muchas veces durante el cuidado en la ago-nía, se requiere realizar una sedación en laagonía, que es moralmente lícito y no eseutanasia. Más adelante me detendré sobreeste tema tan importante, porque si no esbien realizado y bien explicado a la familia,puede surgirles la duda a algunos de ellos sise trata o no de una eutanasia.

    La eutanasia no es un derecho ni unapráctica de piedad

    El hombre desde siempre ha intentadoatenuar la angustia que le produce el sufri-miento y la muerte. Lo ha intentado ate-nuar, por un lado, a través del gran desa-rrollo de la tecnociencia, buscando cadavez más la cura para las diferentes enfer-medades. También ha tratado de dar res-puestas desde diferentes posturas filosófi-cas y/o posturas y prácticas religiosas rela-cionadas con lo trascendente. En este con-texto, la posmodernidad llega con su pro-pia manera de responder al interrogantedel sufrimiento y la muerte. Es una épocaen la que el hombre ha banalizado lasgrandes cuestiones porque carece de res-puestas racionales y trascendentes. Lo tras-cendente es considerado como irracional,insignificante, trivial y muchas veces ridi-

    culizado. Esta postura, cargada de nihilis-mo, parte de la filosofía posmodernaactual que apunta directamente contra ladignidad del hombre. La posmodernidadacepta este anti-humanismo al pensar queel hombre no es más que un viviente, partede la naturaleza, sin esa cualidad intrínse-ca espiritual que lo hace diferente: el serpersona y tener dignidad. Esta posturavacía cada vez más al hombre de su verda-dero sentido y fin último trascendente, alpunto que el sufrimiento le genera un sin-sentido absoluto. En esta interpretaciónhan quedado atrapados los defensores dela eutanasia. Para ellos, el hombre es “lacosa” que sufre, y en vez de generar unaactitud de comprensión, de ayuda, de ali-vio de su angustia, de atenuación de sussufrimientos y dolores, da lugar a la falsapiedad de la muerte. Y como si esto fuerapoco, lo quiere legitimar no sólo desde laperspectiva moral sino jurídica, transfor-mándolo en un “derecho”:

    “Se llega, además, al colmo del arbitrio y de lainjusticia cuando algunos, médicos o legis-ladores, se arrogan el poder de decidir sobrequién debe vivir o morir. […] Cuando el hombreusurpa este poder, dominado por una lógica denecedad y de egoísmo, lo usa fatalmente para lainjusticia y la muerte. De este modo, la vida delmás débil queda en manos del más fuerte; sepierde el sentido de la justicia en la sociedad yse mina en su misma raíz la confianza recíproca,fundamento de toda relación auténtica entrelas personas”. [34]

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    Cuidados paliativos y Magisterio de la Iglesia / ARTÍCULOS

    [35] Ibíd., n. 68.[36] Ídem.

    Aunque surjan legislaciones queatenten contra la vida, y el derecho no sederive de la ley moral natural, Juan PabloII nos advierte que los cristianos sabemosque “hay que obedecer a Dios antes quea los hombres”:

    “Una de las características propias de los aten-tados actuales contra la vida -como ya se hadicho- consiste en la tendencia a exigir sulegitimación jurídica como si fuesen derechosque el Estado, al menos en ciertas condiciones,debe reconocer a los ciudadanos y, por con-siguiente, pretender su realización con la asis-tencia segura y gratuita de médicos y agentessanitarios [35]”.

    La dignidad única e irrepetible decada hombre es su ser propio, está en elacto primero constitutivo de la persona,lo más perfecto en toda la naturaleza. Nilas personas con algún deterioro intelec-tual o capacidades diferentes, ni losancianos, ni los débiles, ni aquellos quese hallen en cualquier otra condición devida, por más crítica o precaria que éstasea, pierden esa dignidad máxima einviolable de ser persona. El hombre, enla era de la tecnociencia, que dispone deimpresionantes recursos para atenuar eldolor y acompañar al que sufre, parece,por el contrario, elegir bajo razón de“piedad”, un camino distinto, el de “eli-minar a la persona para curar el dolor”.Esta “nueva piedad”, propuesta muchas

    veces por razones personales, culturaleso económicas, intenta imponer la euta-nasia como un “derecho a una muertedigna”, anteponiendo la libertad perso-nal de decisión sobre la vida, o sometién-dose al consenso de la mayoría, como sila opinión de la mayoría pudiera estarpor encima del derecho a la vida. Comoveremos luego, cuando comentemos elprincipio de “libertad y responsabilidad”,la libertad de decisión de la persona tienelímites dado que hay bienes de los queno puede disponer libremente, como lavida humana. Tampoco existe un “dere-cho a la propia muerte”, que supone con-siderar la vida como un bien relativo ypatrimonial más del que se puede dispo-ner -algo que la persona tiene-, que dealgo que la persona es y que la hace serexistente. Algunas opiniones más radica-lizadas sostienen que en una sociedadmoderna y pluralista hay que reconocer-le a cada persona una plena autonomíapara disponer de su propia vida y de lavida de quien aún no ha nacido. [36] Estasupuesta “nueva piedad” no es más queuna “falsa piedad” que atenta contra elprincipal derecho que tenemos las perso-nas, que es el derecho a la vida. Privar auna persona de su vida constituye unainjusticia porque la persona humana estádotada de una dignidad, de un valor queexige respeto incondicional, y dañarlaintencionalmente implica atacar directa-

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    [37] Ibíd., n. 66.[38] Ibíd., nn. 66-67.[39] El derecho natural se deriva de la ley natural. La ley natural es la participación de la ley eterna en la criatura racio-nal. Por lo tanto el derecho natural determina lo que es justo en sí mismo por ley natural, es decir, lo que le correspon-de al hombre según su naturaleza. El hombre no crea el derecho natural, lo descubre en la realidad al percibir los bien-es humanos fundamentales y la forma racional de buscarlos. Este derecho le manda “respetar la vida” y sobre este dere-cho natural se fundamenta la obligatoriedad del derecho positivo.[40] BASSO, Domingo M., Nacer…, op. cit., p. 459.

    mente uno de los bienes humanos fun-damentales.

    Juan Pablo II en la Carta EncíclicaEvangelium vitae se refiere a la eutana-sia como una “falsa piedad” y una preo-cupante perversión:

    “La eutanasia […] debe considerarse como una‘falsa piedad’, más aún, como una preocupan-te ‘perversión’ de la misma. […] El gesto de laeutanasia aparece aún más perverso si es rea-lizado por quienes -como los familiares-deberían asistir con paciencia y amor a suallegado, o por cuantos -los médicos-, por suprofesión específica, deberían cuidar al enfer-mo incluso en las condiciones terminales máspenosas”. [37]

    Y nos presenta la “verdadera compa-sión” y la “verdadera piedad” siendo soli-darios con el dolor de los demás a travésdel camino del amor:

    “La verdadera ‘compasión’ hace solidarios conel dolor de los demás, no elimina a la personacuyo sufrimiento no se puede soportar”. […] Elcamino del amor y de la verdadera piedad, alque nos obliga nuestra común condiciónhumana y que la fe en Cristo Redentor, muer-to y resucitado, ilumina con nuevo sentido […]

    brota del corazón del hombre ante el supremoencuentro con el sufrimiento y la muerte,especialmente cuando siente la tentación decaer en la desesperación y casi de abatirse enella, es sobre todo aspiración de compañía, desolidaridad y de apoyo en la prueba”. [38]

    Considerar la eutanasia un “derecho”que requiere legalizarse es un error.Muchas de las peticiones de legislaciónson un síntoma de nuestro fracaso paradesarrollar una respuesta adecuada a losproblemas de los pacientes terminales.También, detrás de este pedido, muchaspersonas muestran miedo de padecer undolor insoportable no sólo físico sinotambién moral y espiritual. La eutanasiano es un derecho, porque un “derechohumano” se sustenta sobre el derechonatural, [39] donde el principio de justi-cia considera ilícito el destruir una vidahumana inocente. Entonces, en sentidoestricto, la eutanasia es “el homicidioejecutado por razones de piedad”. [40]

    La Organización Mundial de la Salud,en el año 1990, a través del panel deexpertos para el Alivio del Dolor yCuidados Paliativos, llega a la conclusiónde que, con el desarrollo de los métodos

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    [41] WORLD HEALTH ORGANIZATION, Cancer Pain Relief, Ginebra, WHO, 1990.[42] GÓMEZ SANCHO, Marcos, Medicina Paliativa, Madrid, Arán Ediciones S.A., 1999, p. 1194.[43] Holanda: Aumentan las cifras de eutanasia [en línea], disponible en: [consulta: 18 de mayo de 2011].

    modernos de cuidados paliativos, cual-quier legislación sobre eutanasia volun-taria es completamente innecesaria.Dicho organismo estableció que “losgobiernos deben asegurar que han dedi-cado especial atención a las necesidadesde sus ciudadanos en el alivio del dolor ylos cuidados paliativos antes de legislarsobre la eutanasia”. [41]

    La reconocida y prestigiosa médica, K.Foley, del Memorial Sloan Kettering deNueva York, a través de su experiencia encuidados paliativos y tratamiento deldolor, llega a la conclusión de que, des-pués de los grandes progresos en el con-trol del dolor logrados en los últimos diezaños, resulta completamente inadmisiblediscutir sobre las opciones de terminar lavida de un paciente sin antes haberleasegurado el acceso a especialistas en eltratamiento del dolor y control de sínto-mas en el cáncer avanzado. [42]

    En Holanda, la eutanasia se encuentralegalizada y las opiniones siguen siendocontrovertidas sobre la utilización de lamisma. La institución oficial de monitoreode la eutanasia legal en Holanda ha reco-gido 2.500 eutanasias oficiales en 2009,doscientas más que en el año anterior.

    Muchos afirman que sólo el 80% de lassolicitudes se registran oficialmente,generando esto desconfianza en las per-sonas que padecen una enfermedad ter-minal y no aceptan este tipo de prácticas.El director de la Coalición de Prevenciónde la Eutanasia, Alex Schadenberg,comenta que en Holanda existe ademásotra categoría: el “suicidio asistido”, quesupone unas 400 personas al año, y unatercera categoría es la de la gente “seda-da terminalmente” sin permiso expreso yla de los niños pequeños en los que serealizó eutanasia y que tampoco lo hanpedido. [43] El último informe delGobierno, del año 2005, recogía unos 550casos de estos tipos de eutanasia sin peti-ción expresa. Precisamente porque noconsta la petición, los médicos la practi-can, nadie la penaliza y está permitido,pero no se registra en las cifras oficiales deeutanasia. Según la ley holandesa, paraeliminar a un enfermo que pide la euta-nasia, éste debe “sufrir dolor insoporta-ble”, el médico que le practica la eutana-sia debe “estar convencido” de que elenfermo toma una “decisión informada” yun segundo médico debe estar de acuerdocon el primero. Schadenberg afirma que elgobierno de Holanda no recoge informa-ción sobre cuántas personas asesinadas

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    [44] Cfr. ídem.[45] MOLINA, José Alberto, (2007), Ética de la sedación en los cuidados paliativos, (Tesis de Maestría en Ética Biomédica-Universidad Católica Argentina), p. 1.[46] Ibíd., pp. 12-15.[47] Agonía: es el estado que precede a la muerte mientras la vida se extingue gradualmente. Se caracteriza por un dete-rioro físico severo, debilidad extrema, alteración de la conciencia y de la capacidad de comprensión. Se puede acompa-ñar de estertores agónicos que son respiraciones ruidosas que se producen por la acumulación de secreciones en la farin-ge y los bronquios, provocando más incomodidad a quien los oye que al propio enfermo.

    tenían minusvalías y tampoco da cifrassobre el número de niños que padecíanalguna discapacidad, y se les practicóeutanasia a petición de sus padres. [44]

    La sedación paliativa no es eutanasia

    Para el Personalismo ontológico, lasedación paliativa se aplica como medio decuidado y alivio del sufrimiento, teniéndo-se que aplicar luego de discernir la situa-ción clínica correcta. Es decir, el dilemabioético consistirá en discernir la formamás adecuada para tomar la mejor deci-sión y asegurar una praxis correcta. [45]

    “La sedación paliativa consiste en laadministración deliberada de una droga,en las dosis y combinaciones requeridas,para disminuir la conciencia de una per-sona con una enfermedad avanzada oterminal pero con expectativa de vida desemanas o meses, para aliviar adecuada-mente uno o más síntomas refractarios;ello se produce con el consentimientoexplícito, implícito o delegado delpaciente. La sedación paliativa puede seruna sedación continua o intermitente,

    superficial o profunda”. Esta sedación esun medio terapéutico que no terminacon la vida del enfermo y se utiliza cuan-do nos enfrentamos a síntomas refracta-rios a los tratamientos disponibles. [46]Las causas más frecuentes de sedaciónpaliativa son la disnea (percepción defalta de aire o ahogo), hemorragias seve-ras y en menor escala el dolor no contro-lado o sufrimiento total.

    La sedación en la agonía [47] consisteen la administración deliberada de fár-macos para lograr el alivio de un sufri-miento físico y/o psicológico antes de lamuerte. Es muy frecuente que estepaciente se encuentre con una falla en lacognición (delirio), perciba dolor o faltade aire (disnea) y se encuentre muy exci-tado. Estos síntomas son refractarios atratamientos habituales y requiere unasedación. En nuestra experiencia, lasedación en la fase final o en la agonía esmás frecuente que la sedación paliativa,siendo el síntoma más habitual el delirio.La importancia es hacer un correctodiagnóstico del delirio, es decir, estable-cer si es reversible o no, para no realizar

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    [48] SGRECCIA, Elio, Manual de Bioética…, op. cit., p. 878.

    sedaciones apresuradas y mal indicadas,ya que en un 35% de las veces puede serreversible o mejorarse con medicacionesantipsicóticas, sin llegar al extremo de lasedación. Podría ocurrir que un pacienteen manos inexpertas sea sedado y fallez-ca antes de tiempo por una sedación malindicada.

    Cuando hablábamos de eutanasiahacíamos referencia a la importancia de lacorrecta utilización de la sedación paliati-va, ya que mal indicada o mal entendidapuede resultar un procedimiento eutaná-sico. De hecho, un ejemplo claro de seda-ción mal indicada lo vemos en el reportemencionado por Alex Schadenberg, enHolanda, cuando menciona que una “ter-cera categoría de eutanasia” es la de lagente “sedada terminalmente” sin per-miso expreso. Otro ejemplo que puedomencionar de cuando la sedación paliati-va es mal entendida, ocurrió en nuestraUnidad de Cuidados Paliativos. La hija deuna paciente con cáncer de mama que seencontraba internada y transitaba su finalde vida, le comenta a otro familiar: “no tepreocupes, cuando se está por morir leaplican una inyección y terminan con elsufrimiento”. La hija, hacía referencia a loque se conoce como sedación en la ago-nía y que es éticamente correcta realizar-la cuando está bien indicada. Por supues-to que se detectó esta falla en la comuni-

    cación y se procedió a explicarle bien elconcepto de sedación paliativa, pudién-dose subsanar el mal entendido.

    La primera persona que desde elMagisterio de la Iglesia ha abordado estetema fue el papa Pío XII, confirmadoluego por la Declaración de la SagradaCongregación:

    “Es lícito usar analgésicos, aunque esto puedacomportar un riesgo de acortar la vida, si nohay otro medio de aliviar el dolor; es lícito eluso de analgésicos que privan del uso de laconciencia, con tal que el paciente haya teni-do tiempo de cumplir con sus deberes religio-sos y morales para consigo mismo, para con sufamilia y la sociedad. Pero “no es lícito privaral moribundo de la conciencia propia sin ungrave motivo”. [48]

    Observamos que la sedación paliativa“bien indicada y correctamente realizadano es eutanasia” porque:

    La intención no es provocar la muer-te sino disminuir la conciencia o dormiral paciente para aliviarle el sufrimientoante un síntoma que no se puede con-trolar con otro tratamiento.

    El medio utilizado es proporcionadoal efecto buscado. Es decir, se utilizanpsicofármacos a dosis de sedación y no adosis letales.

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    [49] PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LA SALUD, Carta de los agentes sanitarios, Ciudad del Vaticano, 1995,n. 53.[50] Ibíd., n. 125.

    La sedación paliativa bien realizadaes moralmente correcta.

    El rechazo del ensañamiento terapéuticono es eutanasia

    El encarnizamiento o ensañamientoterapéutico es tratar de prolongar la vidaa toda costa. Es decir, se realizan inter-venciones médicas no adecuadas a lasituación real del enfermo. Estas inter-venciones son desproporcionadas a losresultados que se podrían esperar, o bienson demasiado gravosas para él o sufamilia. Cuando se prevé que la muertees inminente e inevitable, se puederenunciar a los tratamientos que prolon-gan la vida a través de un mayor sufri-miento, si no hay beneficios reales parael enfermo.

    Las personas que asistimos a pacientesoncológicos y en cuidados paliativos,todos los días nos enfrentamos a decisio-nes clínicas difíciles. Estas decisiones ver-san sobre la aplicación de determinadasterapéuticas o no, fundamentalmentecuando sabemos que éstas no tienen unfin curativo. Cuando una terapia no tieneun fin curativo, tiene un fin paliativo. Poreso sabemos que a la debida competenciatécnico-profesional se debe agregar unaformación ética adecuada que permita

    tener una conciencia bien formada en losverdaderos valores humanos, para enten-der el significado de la enfermedad y darsentido a la misma para convertir cadacaso clínico individual en un encuentrohumano. [49] En este encuentro clínicodebe existir el respeto mutuo entre elpaciente y el agente de salud. La base deeste respeto está dada por la honestidaden la relación médico-paciente, centradasobre una comunicación efectiva. Estacomunicación tiene que estar centrada enla sinceridad y en la verdad. Verdad que sehace difícil decirle a quien está cerca de lapartida suprema. La proximidad de lamuerte hace difícil y dramática la notifi-cación de una verdad, pero sabemos quela comunicación entre el que está murien-do y sus asistentes no puede establecersesobre el fingimiento. Es decir, existe underecho de la persona a estar informadasobre su propio estado de salud. [50]Cuando una persona esté bien informaday se haya logrado una buena alianza tera-péutica entre el médico y el paciente,recién en este momento quien está enfer-mo podrá rechazar un tratamiento queconsidera para si mismo fútil o nocivo. Enesta situación, del concepto de futilidadde un tratamiento se deriva el rechazo alensañamiento terapéutico, es decir,rechazar la utilización de las terapiasmédicas o quirúrgicas (excepto las ordina-

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    [51] SGRECCIA, Elio, Manual de Bioética (I)…, op. cit., p. 877.[52] LUGO, Elena , Relación Médico-Paciente, Buenos Aires, Edigraf, 2003, p. 51[53] JUAN PABLO II, Carta Encíclica Evangelium…, op. cit., n. 65.[54] JUAN PABLO II, Carta Encíclica Veritatis splendor, Ciudad del Vaticano, 1993, n. 31.

    rias) que son desproporcionadas respectode los efectos previsibles. [51]

    Desde el Personalismo ontológico afir-mamos que es moralmente lícito rechazarel ensañamiento terapéutico y que elmédico debe esforzarse por lograr unentendimiento empático con el pacientepara que el mismo se sienta una personaintegrada espiritual, emocional, social yfísicamente, aun cuando ciertos aspectosfisiológicos o anatómicos estén y perma-nezcan defectuosos o funcionen mal. [52]

    Para concluir y reforzar esta visión desdeel Magisterio de la Iglesia, citaré a JuanPablo II en la Carta Encíclica EvangeliumVitae, donde deja claro la licitud moral delrechazo al ensañamiento terapéutico:

    “Hay que examinar si los medios terapéuticosa disposición son objetivamente proporciona-dos a las perspectivas de mejoría. La renunciaa medios extraordinarios o desproporcionadosno equivale al suicidio o a la eutanasia; expre-sa más bien la aceptación de la condiciónhumana ante la muerte”. [53]

    2. El principio de libertad y responsabilidad

    “Los problemas humanos más debatidos yresueltos de manera diversa en la reflexión

    moral contemporánea se relacionan, aunquesea de modo distinto, con un problema cru-cial: la libertad del hombre”. [54]

    Es necesario detenerse sobre estepunto porque no hay acuerdo entre lasescuelas de Bioética sobre cuáles son los“límites” de la libertad y de la autonomía,sobre todo cuando la decisión delpaciente es contraria a un derecho pri-mario y esencial como es el “derecho a lavida”, o cuando el ejercicio de su auto-nomía entra en conflicto con los princi-pios morales del agente salud.

    El Personalismo ontológico, a diferen-cia del Principialismo anglosajón, no sólodefine la libertad desde la metafísica,sino que la considera esencial para que elhombre, conforme a su naturaleza racio-nal, pueda llegar a la plenitud de su ser,es decir, a la perfección.

    Los animales no tienen libertad paraactuar porque están determinados por suinstinto biológico, es decir, actúan de formadeterminada según su naturaleza. La liber-tad es una propiedad exclusiva de la esen-cia y naturaleza del hombre, es decir, del serracional. La dignidad humana requiere queel hombre actúe según su conciencia y libreelección, y no bajo la presión de un ciegoimpulso interior o de la mera coacción

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    [55] PONTIFICIO CONSEJO DE JUSTICIA Y PAZ, Compendio…, op. cit., n. 135.[56] LOZANO BARRAGÁN, Javier, “Fundamentos filosóficos y teológicos de la Bioética”, publicación del Instituto deBioética, UCA, Vida y Ética, año 4, n. 2, Buenos Aires (diciembre, 2003), pp. 27-28.[57] JUAN PABLO II, Carta Encíclica Veritatis…, op. cit., n. 32.[58] Ibíd., n. 61.

    externa. [55] El hombre posmoderno pare-ciera haberse “liberado” de todas las atadu-ras, límites o coacciones propuestos por lamoralidad clásica y tradicional, llamadatambién pensamiento fuerte:

    “La profundidad del razonamiento a partir delos primeros principios, de la intuición deesencia, de lo que está más allá de lo experi-mentable empíricamente, se rechaza así como‘fábula metafísica’, catalogada despectiva-mente como ‘pensamiento fuerte’ y afirmadacomo etapa superada”. [56]

    Este hombre se ha auto-construidoconforme a una moral subjetiva, no tras-cendente y, según él, libre de todo pre-juicio social o religioso. En definitiva, hadesvinculado la libertad de la verdadmetafísica y ha llegado a exaltar la liber-tad hasta el extremo de considerarlacomo un absoluto, que sería la fuente delos valores. [57]

    El Magisterio ha sido claro en su pos-tura filosófica y teológica con respecto ala libertad y ha propuesto siempre su vín-culo inseparable con la Verdad. Llegamosasí a la primera conclusión: el hombreobra de manera responsable siempre queactúe conforme a la verdad:

    “La verdad sobre el bien moral, manifestada enla ley de la razón, es reconocida práctica yconcretamente por el juicio de la conciencia,al cual lleva a asumir la responsabilidad delbien realizado y del mal cometido; si el hom-bre comete el mal, el justo juicio de su con-ciencia es en él testigo de la verdad universaldel bien, así como la malicia de su decisiónparticular”. [58]

    El tema de la libertad, es tambiénobjeto de estudio de la Teología. Desde laTeología católica, afirmamos que: lalibertad depende fundamentalmente dela verdad, dependencia que ha sidoexpresada de manera límpida y autoriza-da por las palabras de Cristo: “Conoceréisla verdad y la verdad os hará libres” (Jn,8, 32). Así sabremos cuál es el límite del“principio de autonomía” que las dife-rentes escuelas de Bioética respetan ypromueven en la relación médico-paciente. Podemos afirmar que la verda-dera esencia de la libertad, en cuantopropiedad exclusiva del hombre, seencuentra en el espíritu.

    Dijimos que ser responsable es obrarconforme a la recta razón. Así podemosafirmar que todo acto humano libre espasible de juicio moral. A decir de Basso:

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    [59] BASSO, Domingo M., O. P. Los Fundamentos…, op. cit., p. 195.[60] SGRECCIA, Elio, Manual de Bioética (I)…, op. cit., p. 222.[61] JUAN PABLO II, Carta Encíclica Evangelium…, op. cit., n. 65.[62] SGRECCIA, Elio, Manual…, op. cit., pp. 40-43.[63] BENEDICTO XVI, Carta Encíclica Caritas in veritate, Ciudad del Vaticano, 2009, n. 74.

    “Cada acción humana es moral, valedecir, debe ser un medio para alcanzar laverdadera felicidad”. [59]

    En el punto anterior, dejamos claroque la vida es un don y bien fundamen-tal. El derecho a la vida es el primero detodos los derechos de la persona.Sabemos que para ejercer nuestra auto-nomía primero tenemos que estar vivos.Por eso, antes que el derecho a la liber-tad está el derecho a la vida, siendo estederecho una “verdad” enraizada en la“ley natural”. Podemos afirmar, entonces,que la libertad utilizada de manera res-ponsable debe hacerse cargo de la vidapropia y de la ajena. Esta afirmación pre-senta hoy día muchas controversias,sobre todo en el llamado “derecho a laeutanasia”, en el cual, en nombre de lalibertad de elección, se cree que una per-sona tiene el “derecho de decidir” lasupresión de su propia vida. Este princi-pio ratifica la “obligación moral” que elpaciente tiene de colaborar en los cuida-dos ordinarios y necesarios para salva-guardar la vida y la salud, propia y ajena,siendo la eutanasia o el suicidio asistidouna inmoralidad. [60] Afirmamos, junto aJuan Pablo II, que ciertamente existe la

    obligación moral de curarse y hacersecurar. [61]

    Por qué incorporar la Teología Moral

    Un error que se comete muy seguido,debido al excesivo espíritu racionalistade algunos profesionales, es no incorpo-rar a la Teología moral, desconociendo, oa veces, negando, que sea una disciplinaque también está dedicada al estudio dela conducta del hombre. Estudia los actoshumanos reflexionando acerca de losdatos de la fe en relación con su fin últi-mo sobrenatural. Esta reflexión de laTeología Moral, la fe y la revelación no essólo importante para la comunidad delos creyentes, sino también para la “cul-tura en general”, sabiendo que muchasde sus conclusiones llegan a coincidircon las de la Filosofía moral. [62]

    Los Cuidados Paliativos no debencerrarse a la trascendencia y a la religión,porque ante el problema tan dramáticodel sufrimiento y la muerte, razón y fe seayudan mutuamente. [63] Por eso nopodemos desestimar las creencias reli-giosas a la que pertenecen los pacienteso las creencias en las que han sido edu-

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    [64] FABRO, Cornelio, Drama del hombre y el misterio de Dios, Madrid, Ediciones Rialp, 1977, pp. 278-279.

    cados. La experiencia religiosa es muyimportante, sobre todo en cuestionesmorales. La práctica clínica en estos añosme ha mostrado que la mayoría de lospacientes han sido educados bajo unavisión cristiana. Estos valores emergen enla conciencia moral de los enfermos,sobre todo al final de la vida. Como diceCornelio Fabro, la conciencia moral estáíntimamente ligada a la experiencia reli-giosa, siendo la religiosidad inseparablede la naturaleza humana:

    “La conciencia moral, a la que está estricta-mente ligada la experiencia religiosa, consti-tuye la orientación más profunda de laconciencia humana, tanto en el conocer comoen el obrar” y “al hablar de experiencia reli-giosa no se quiere indicar sólo una experien-cia particular o reservarla a la parte afectiva yemocional (irracional), como han pretendidoel romanticismo y el positivismo, sino que se laconsidera como una ‘situación general’ de lasactividades superiores de la conciencia”. [64]

    La Teología moral se presenta como laciencia de la felicidad sobrenatural por-que muestra los caminos que a ella con-ducen. Los preceptos que enseña tienensentido precisamente por la promesa dela bienaventuranza eterna que Dios hahecho a quienes los cumplen. Ayuda alhombre a guiar sus actos y es, por tanto,una ciencia eminentemente práctica. En

    su vida terrena, que es un caminar haciael Cielo, el hombre necesita de esa orien-tación con el fin de que su conducta seadecue a la Ley de Dios.

    Es muy importante que toda cienciaque interviene en este proceso de acom-pañamiento en el final de la vida, “sedeba” articular o “abrirse” a un diálogointerdisciplinar que haga referencia a unorden, a una prioridad y a una subordina-ción epistemológica. La epistemología,por definición, hace referencia al conoci-miento llevado adelante por las diferentesciencias. Todas las ciencias con sus distin-tos saberes, que tengan por objeto deestudio al hombre y su conducta en rela-ción con su fin último, “deben” subordi-narse de forma jerárquica. Es decir, unaciencia que se ubica en un primer gradodel saber se debe subordinar a la cienciasuperior, que le aporta los conocimientossuficientes para que pueda demostrarciertos principios que no tienen evidenciasino en una ciencia superior. Veremosdurante el desarrollo de esta tesis que laÉtica o Filosofía moral está subordinada ala Antropología filosófica y ambas estánsubalternadas por la Metafísica.

    La Teología es una ciencia especulati-va en cuanto busca conocer a Dios, perotambién es práctica porque su conoci-

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    Cuidados paliativos y Magisterio de la Iglesia / ARTÍCULOS

    [65] RAMOS, Alejandro, Antropología…, op. cit., pp. 8-12.[66] RATZINGER, Joseph, Naturaleza y misión de la Teología, Buenos Aires, Ágape, 2007, p. 53.[67] LEVINE, Stephen, ¿Quién muere?, Buenos Aires, Era Naciente, 1982, p. 27.[68] JUAN PABLO II, Carta apostólica Salvifici doloris, Ciudad del Vaticano, 1984, n. 5.

    miento lleva a actuar de determinadamanera para poder alcanzar el fin sobre-natural, que es el mismo Dios. Es la máselevada de las ciencias por la dignidad desu objeto de estudio, que es Dios. [65]

    El problema que observo en la prácti-ca es que muchos profesionales, católicoso no, consideran que la Teología y laautoridad eclesiástica aparecen comouna instancia ajena a la ciencia, porquela ciencia sólo puede seguir sus propiasleyes; y su ley es que en ella no cuentaotra cosa que lo racional. Consideran a laTeología y al Magisterio como anticientí-fico, desacreditando a la Teología en elámbito profesional y académico. [66]

    En conclusión, sin un orden epistemo-lógico y diálogo integrador entre las dis-tintas disciplinas, cada profesional inter-preta al enfermo conforme a su propiaconcepción del hombre y sistema devalores, cayendo en un subjetivismo radi-calizado que aporta más confusión quecertezas, e incluso realizando trabajoscientíficos con conclusiones erróneas.Estoy convencido de que todos los queparticipamos de los Cuidados Paliativos,estamos obligados a definir qué enten-demos por persona, cuerpo, alma, ser,

    existencia, trascendencia, sufrimiento,conciencia moral y psiquis.

    Sufrimiento Moral al final de la vida

    “Cuando llegamos al final de la existenciaanalizamos cómo ha sido nuestra participa-ción y nos preguntamos que hacer para morircon plenitud siendo que hemos vivido entanta parcialidad”. [67]

    “El sufrimiento moral es el ‘dolor del alma’. Setrata, en efecto, del dolor de tipo espiritual yno sólo de la dimensión ‘psíquica’, es decir, deldolor que acompaña tanto el sufrimientomoral como el físico. La extensión y la multi-formidad del sufrimiento moral no son cierta-mente menores que las del físico; pero a lavez, aparece aquí como menos identificado ymenos alcanzable por la terapéutica”. [68]

    La moralidad representa las cualidadesde las acciones humanas que las hacenbuenas o malas, y la ciencia que estudialas características morales de los actoshumanos es la ética natural o filosófica.

    Sin llegar a conclusiones definitivas,espero describir lo que observo en lamayoría de las personas, cuando su vidase encuentra amenazada por la muerte.Es cierto que todas las personas enfermas

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    [69] José Carlos Bermejo es fraile, profesor del Camillianum, Doctor en Teología con especialización en Pastoral Sanitaria.Francisco Petrillo es sacerdote, profesor académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Delegado de la O.M.D.en Chile.[70] BERMEJO, José Carlos y PETRILLO, Francisco, Aspectos espirituales en los Cuidados Paliativos, Santiago de Chile, ed.Clínica Familia, 2000, pp. 10-11.[71] NOUWEN, H. J. M., La memoria viva de Jesucristo, Buenos Aires, Guadalupe, 1987, p. 21.

    no son iguales, pero en la mayoría de lospacientes terminales he observado unpatrón de comportamiento similar alfinal de la vida.

    Una característica particular es quedurante la fase final de la vida, el sufri-miento guarda una íntima relación defondo con cuestiones morales no resuel-tas y que se hacen más evidentes al finalde la vida.

    José Carlos Bermejo y FranciscoPetrillo [69] hacen referencia a que unade las experiencias más comunes en laetapa final de la vida es la mirada haciaatrás, que le permite al paciente tomarconciencia del propio pasado, comovimos en nuestro ejemplo anterior. Estaexperiencia del sentimiento de culpa, sino es bien conducida, es una de las for-mas que adquiere la angustia. [70] Estedato de la experiencia me ha llevado apreguntarme: ¿por qué el sufrimientomoral se hace más evidente en estaetapa? ¿existe algún patrón único deconocimiento que nos lleve a reflexionarsobre el fin último del hombre y cómodeberíamos comportarnos para poderalcanzarlo? ¿qué relación existe entre el

    obrar humano y la espiritualidad? ¿quéentendemos por esperanza? ¿qué relaciónhay entre psicología y espiritualidad?

    La primera tarea de quien quiere ayu-dar al enfermo terminal, desde el puntode vista espiritual, tiene que ofrecer unespacio para que los recuerdos hirientesdel pasado puedan aflorar y ser traídos ala luz sin miedo. [71]

    Seguramente, los temas sobre la mora-lidad en el final de la vida no se encuen-tren desarrollados en los textos clásicos deCuidados Paliativos de forma específica,pero “la moralidad” y “la espiritualidad” síestán muy bien estudiadas por diferentesautores, sobre todo en la tradición de lafilosofía y teología católicas.

    Desde la práctica clínica, observo queel proceso de reflexión que realiza elpaciente al final de su vida es vividocomo una experiencia de vida, y tambiénla importancia que tiene durante el pro-ceso de tomas de decisiones el descubriresta situación para que la persona enfer-ma pueda ser conducida al encuentroconsigo misma y con el Bien Supremo.Este encuentro le permite reflexionar

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    [72] BERMEJO, José Carlos y PETRILLO, Francisco, Aspectos espirituales..., op. cit., p. 12.[73] GARRIGOU-LAGRANGE, R., Las tres edades de la vida interior, cap. III: Del Organismo Espiritual, Buenos Aires, Ed.Desclée de Brouwer, 1944, p. 55.

    sobre cuál es el verdadero sentido de lavida, pudiendo experimentar un creci-miento moral y espiritual que lo conduz-ca a la felicidad y sobre todo a la paz deespíritu. La persona enferma inicia unproceso de pacificación necesario paraserenarse consigo mismo, con los demásy con Dios. Según C. Bermejo este proce-so no se consigue únicamente con elsacramento de la reconciliación:

    “El proceso de pacificación […] no se consigueúnica y necesariame