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Cultura Ostionoide: Un Desarrollo Algroalfarero Antillano Luis A. Chanlatte Baik Introducción Una de las principales incógnitas en el estudio de las culturas aborígenes antillanas, ha sido establecer los fundamentos necesarios, basados en evidencias arqueológicas, que ofrezcan una explicación lógica de cómo se originó el desarrollo cultural conocido como ostionoide. Por varias décadas, los ostionoides se convirtieron en la máxima preocupación de los investigadores profesionales, dando por resultado la elaboración de diversas hipótesis y teorías. Unas postulan la entrada a Las Antillas de varias migraciones agroalfareras, mientras que otras consideran a los igneris o saladoides, la única migración ceramo-agrícola, de donde surgen los ostionoides, como resultado de un proceso evolutivo unilineal que culmina con los tainos. Los primeros intentos con pretensión de dotar a Las Antillas de un esquema cultural, que sirviera de base para los futuros trabajos investigativos, corresponden al Dr. Froelich Rainey (1935), a quien muy merecidamente se le dedica este Decimoprimero Congreso Internacional de Arqueología del Caribe. Durante los veranos de 1934 y 35, el Dr. Rainey realizó excavaciones en los sectores arqueológicos de Canas, Ponce; Monserratte, Luquillo; Barrio Coto, Isabela y Punta Ostiones, Cabo Rojo, observando la presencia de tres culturas diferentes. A la más antigua, por su disposición estratigráfíca debajo de la otra, la llamó Cultura del Cangrejo (más tarde saladoide o igneri) identificada por la abundancia de cangrejos (jueyes) en sus restos alimenticios y una cerámica de buena calidad, pintada de rojo y de blanco. (Rainey, 1935). Al segundo grupo en el orden estratigráfico, le dio el nombre de Cultura de la Concha (posteriormente ostionoide) por la gran cantidad de caracoles existentes en sus capas residuales. El tercer grupo corresponde a los tainos, reconocidos como el desarrollo más tardío de los aborígenes antillanos. En conclusión, Rainey postula para Puerto Rico dos culturas diferentes y una tercera fase tardía, que es en donde se desarrollan los grandes cemíes y los aros monolíticos. Las cuales consideró que tentativamente podían presentarse así: 3. Cultura reciente problemática (tainos). 295

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Cultura Ostionoide: Un Desarrollo Algroalfarero Antillano

Luis A. Chanlatte Baik

Introducción

Una de las principales incógnitas en el estudio de las culturas aborígenes antillanas, ha sido establecer los fundamentos necesarios, basados en evidencias arqueológicas, que ofrezcan una explicación lógica de cómo se originó el desarrollo cultural conocido como ostionoide.

Por varias décadas, los ostionoides se convirtieron en la máxima preocupación de los investigadores profesionales, dando por resultado la elaboración de diversas hipótesis y teorías. Unas postulan la entrada a Las Antillas de varias migraciones agroalfareras, mientras que otras consideran a los igneris o saladoides, la única migración ceramo-agrícola, de donde surgen los ostionoides, como resultado de un proceso evolutivo unilineal que culmina con los tainos.

Los primeros intentos con pretensión de dotar a Las Antillas de un esquema cultural, que sirviera de base para los futuros trabajos investigativos, corresponden al Dr. Froelich Rainey (1935), a quien muy merecidamente se le dedica este Decimoprimero Congreso Internacional de Arqueología del Caribe.

Durante los veranos de 1934 y 35, el Dr. Rainey realizó excavaciones en los sectores arqueológicos de Canas, Ponce; Monserratte, Luquillo; Barrio Coto, Isabela y Punta Ostiones, Cabo Rojo, observando la presencia de tres culturas diferentes. A la más antigua, por su disposición estratigráfíca debajo de la otra, la llamó Cultura del Cangrejo (más tarde saladoide o igneri) identificada por la abundancia de cangrejos (jueyes) en sus restos alimenticios y una cerámica de buena calidad, pintada de rojo y de blanco. (Rainey, 1935).

Al segundo grupo en el orden estratigráfico, le dio el nombre de Cultura de la Concha (posteriormente ostionoide) por la gran cantidad de caracoles existentes en sus capas residuales. El tercer grupo corresponde a los tainos, reconocidos como el desarrollo más tardío de los aborígenes antillanos.

En conclusión, Rainey postula para Puerto Rico dos culturas diferentes y una tercera fase tardía, que es en donde se desarrollan los grandes cemíes y los aros monolíticos. Las cuales consideró que tentativamente podían presentarse así:

3. Cultura reciente problemática (tainos).

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2.- Cultura arauaca (ostionoide) 1.- Cultura del cangrejo (saladoide-igneri)

(Rainey, 1935: 13-14).

En el 1940 Rainey publicó su volumen correspondiente al Scientific Survey of Porto Rico and the Virgin Islands, donde detalla con mayor amplitud los conceptos de sus clasificaciones. En esta publicación Rainey hace un señalamiento que todos los investigadores antillanos debemos tener siempre muy presente:

"Cuando la excavación No. 2 se terminó, después de cinco semanas de excavación en el yacimiento de Canas, estuvo claro que dos períodos de ocupación estaban representados en el montículo más grande, por dos estratos distintos y separados de residuos materiales. No había ningún estrato estéril entre dos capas culturales que pudiera representar un lapso de tiempo entre los dos períodos de ocupación, pero su ausencia no es necesariamente indicación de ocupación continua en el yacimiento, ya que en la superficie tampoco había acumulación de tierra estéril después de más de cuatrocientos años" (Rainey, 1940: 12).

Lo importante de estas observaciones, es que Rainey ve dos períodos de ocupación, identificados por la dieta y la producción artesanal de ambos grupos, cuyas diferencias son notables. Hoy nuestras investigaciones demuestran arqueológicamente, que la segunda ocupación no corresponde a otra migración posterior a los igneris, sino a una transformación cultural de los primeros habitantes antillanos: los arcaicos. Queda demostrado además, que la segunda ocupación tampoco es el producto de un proceso evolutivo de la primera.

Finalmente el Dr. Rainey concluye advirtiendo que "trabajos futuros pueden llegar a descubrir el centro de difusión de las dos culturas representadas en el depósito de Canas, ya que es obvio que la cultura tardía no se desarrolló directamente de la cultura temprana". (Rainey, 1940: 61).

Lamentablemente el Dr. Rainey se vio forzado a suspender sus investigaciones en Las Antillas en el año de 1936, para cumplir con otros compromisos profesionales. Confiándole esta responsabilidad a su discípulo, el Dr. Irving Rouse, quien ya le había acompañado en la excavaciones de Fort Liberté, en Haití, durante en verano del 1935.

El Dr. Rouse trabajó varios sitios arqueológicos en Puerto Rico, durante los veranos de 1936, 37 y 38, revisando además los que ya había estudiado el Dr. Rainey. Con estas investigaciones Rouse confirma la presencia de las dos culturas superpuestas encontradas por Rainey en Canas. En ese momento Rouse considera intrusivo el diseño inciso fino entrecruzado. Posteriormente (1948) el Dr. Ricardo Alegría, arqueólogo puertorriqueño, excava en Hacienda Grande, Loíza, obteniendo numerosas muestras de cerámica con el diseño inciso fino entrecruzado, estimándolo un componente cultural del igneri temprano. Argumento que también convence a Rouse, al incluirlo en sus clasificaciones.

En el verano de 1936, Rouse investigó el área arqueológica de Las Cuevas, Trujillo Alto, realizando un sondeo de reconocimiento. Los resultados obtenidos en Las Cuevas, específicamente, integrados al producto de otras exploraciones realizadas en las localidades de Barranquita, Cidra y Coamo, impulsaron al Dr. Rouse a crear otro esquema, está vez basados en estilos cerámicos y períodos de tiempo. Fundamenta sus criterios, en una supuesta

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evolución cultural que él había observado, al estudiar los materiales estratigráficamente. Esto dio por resultado, que las clasificaciones del Dr. Rainey cayeran en desuso y en el más rápido olvido.

Con esos ingredientes culturales, el Dr. Rouse desarrolla su cuadro de tiempo y espacio, donde establece dos grandes etapas: una arcaica y otra agrícola y alfarera (representada por la gente igneri o saladoide) la cual subdivide en cuatro períodos y varios estilos cerámicos. Rouse considera que de esa única migración, procedente de Saladero en el Bajo Orinoco, Venezuela (cuya entrada a Las Antillas sitúa aproximadamente dos centurias Antes de Cristo) se origina una evolución unilineal, que produce los desarrollos culturales ostiones y tainos.

Durante casi cuarenta años, este esquema fue la base clasificatoria y reglamentaria, para todas las investigaciones arqueológicas antillanas y venezolanas. Hasta que en el 1981 los arqueólogos del Centro de Investigaciones Arqueológicas de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, postulan un novedoso esquema al cual se presenta como modelo teórico que servirá de fundamento explicativo de los procesos culturales observados, mediante el estudio de los materiales arqueológicos antillanos.

Los nuevos conceptos socioculturales, producto de los programas investigativos del Centro de Investigaciones Arqueológicas, plantean tres migraciones procedentes de diferentes áreas suramericanas: una arcaica y dos agroalfareras. El origen de los arcaicos no está en discusión en esta ponencia.

Hemos nominado las dos migraciones agroalfareras, como: Agro-I o Complejo Cultural La Hueca y Agro-II o igneri, siguiendo el orden de entrada a Las Antillas, según nuestras consideraciones. El esquema también contempla la transformación cultural de los arcaicos en agroalfareros, o Agro-III (ostionoides, elenoides, esperanzoides, meillacoides y otros), mediante la constante interrelación con los primeros grupos agroalfareros. En la presente ponencia, expondremos las evidencias arqueológicas que nos condujeron a producir este esquema y modelo teórico de los desarrollos culturales antillanos.

Nuestro esquema y modelo teórico concluye señalando que los Agro-I, en su etapa tardía, pasan a ser lo que hoy conocemos como tainos o Agro-IV y los Agro-II, más lentos en sus proceso migratorio, parecen que se diluyen en el tiempo o sus debilitados remanentes poblacionales, fueron absorbidos por la rápida explosión demográfica de los Agro-III.

Nuestros Primeros Esquemas

Nuestro primer esquema fue presentado en el 1981 (Chanlatte, 1981: 15). Está fundamentado en migraciones y procesos culturales, los cuales dividimos en tres partes o secciones.

I. En esta sección presentamos la llegada de los primeros grupos agroalfareros, a las costas de Venezuela y cómo ocurren las comunicaciones e interrelaciones culturales entre estos tres grupos étnicamente diferentes: uno arcaico costero y dos agroalfareros. Este fenómeno socio-cultural incorpora a los Agro-1 nuevas experiencias, evidenciadas por los artefactos líticos y de concha

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recuperados en sus depósitos residuales. Las mismas circunstancias, posteriormente, modifican y enriquecen la cultura y la artesanía de los Agro-I I o saladoides costeros-insulares.

El arribo a la costa, de estos dos grupos de tecnología agraria, inicia un período de adaptación al medio ambiente marino y a una nueva ecología que introducirá modificaciones en sus hábitos alimenticios, de tradición fluvial y de bosques tropicales.

II. En la segunda parte observamos cómo los Agro-I partiendo desde las costas de Venezuela, comienzan a ocupar las islas de Las Antillas Menores, manteniendo su patrón de asentamiento de establecerse en áreas llanas cultivables y cercanas a fuentes de agua potable. Las relaciones arcaicas y agroalfareras se mantienen inalterables y a renglón seguido, por la misma ruta entran los Agro-II, asentándose siempre en las cercanías de las instalaciones Agro-I. Estos asentamientos se pueden considerar costeros, aunque siempre se localizan a poco más de un kilómetro del litoral marino, preferiblemente manglero.

En esta segunda parte todavía los primeros agroalfareros estaban receptibles a recibir de los arcaicos isleños conocimientos de la tecnología pesquera y de la navegación marina. Además siguen adquiriendo nuevas experiencias en la utilización y confección de artefactos y de adornos corporales líticos y de concha, algo nuevo para gente que procede de tierra adentro.

Los Agro-II también aumentan sus incorporaciones culturales, ya iniciadas en las costas venezolanas, como una consecuencia lógica de su continua vecindad con los arcaicos y los Agro-I. Estos últimos enriquecen su producción artesanal, agregando a la cerámica pintada que los identifica, diseños incisos y adornos modelados, además de otros motivos y artefactos líticos y de concha.

III. Finalmente la tercera sección está integrada por los diferentes desarrollos locales antillanos, representados por los Agro-III y los Agro-IV.

Según nuestras apreciaciones, producto de las investigaciones realizadas en tres de los depósitos ostionoides más representativos de la isla de Puerto Rico, los Agro-III, constituyen el resultado de una lenta transformación de los arcaicos, hasta convertirse en agroalfareros. Este es el tema de nuestra ponencia.

La continua vecindad, la observación, así como las posibles relaciones socio-económicas que debieron ocurrir entre los arcaicos y los Agro-I y posteriormente con los Agro-II, debieron desarrollar nuevas prioridades en ese pueblo primitivo, convirtiéndose en agricultores y ceramistas incipientes, hasta llegar a crear sus propios patrones artesanales, en cuya cerámica vamos a encontrar reflejados rasgos Agro-I y Agro-II.

Entre las causas principales que motivan el posterior auge cultural Agro-III, es de considerarse la extraordinaria explosión demográfica que las evidencias arqueológicas nos señalan, ocurrida en las costas sur y oeste de Puerto Rico. Este crecimiento poblacional obligó a poner más énfasis en la agricultura, motivando a su vez el abandono gradual del litoral marino, adentrándose algunos grupos en el interior de la isla. Allí adquieren mayor dependencia de la agricultura y al imponerse un patrón de asentamiento más estable y sedentario, su organización socio-política y su religión se refuerzan. Este es el momento en que su organización social pasa

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de tribal a cacical, cambio que debió ocurrir en un espacio de tiempo de 1000 años aproximadamente (Esquema No. 1).

Los Agro-IV representan la culminación de un desarrollo paulatino, ocasionado por transformaciones en la estructura social y económica de los Agro-I y de los Agro-III, las cuales van a reflejarse significativamente en su organización política y religiosa. Están representados por los grupos denominados tainos, en Las Antillas Mayores y sus equivalentes en la Menores. Es en esa etapa cuando se desarrollan la grandes tallas líticas y posiblemente las de madera, que ponen de manifiesto la sensibilidad estética del aborigen antillano.

Independientemente, los Agro-III y IV durante sus movimientos de traslación entre las islas de Puerto Rico y de Santo Domingo, también producen una serie de subgrupos (identificados como tal por la profusión de estilos cerámicos) en los que podemos observar características y técnicas cerámicas de los dos, así como la supervivencia muy marcada de su pasado arcaico, tanto en sus patrones alimenticios, como en sus artefactos líticos y de concha. De estos podemos citar dos ejemplos clásicos: a los elenoides y a los meillacoides.

Posteriormente vimos la necesidad de ampliar estos conceptos con un segundo esquema que explicara específicamente el período agroalfarero antillano. (Chanlatte y Narganes, 1983: 84).

El esquema numero dos abarca un espacio de tiempo, que transcurre desde 200 años antes de Cristo al 1492, fecha del Descubrimiento de América. En este esquema elaborado en el 1983, dividimos el período agroalfarero antillano en dos etapas: la primera comprende una cronología aproximada de 200 años antes de Cristo a 600 años después de Cristo y está representada por las primeras migraciones agroalfareras antillanas: los Agro-I, Fase La Hueca y los Agro-II, Fase Igneri.

La segunda etapa con una cronología aproximada de 600 al 1492 después de Cristo, corresponde a los desarrollos locales y está integrada por los Agro-III, identificada por la gente ostionoide y otros grupos subtaínos, esto es, los arcaicos transformados en agroalfareros tras un largo proceso de aculturación y los Agro-IV, que representan las expresiones más tardías de los Agro-I en la parte suroeste de La Española y que incluye los diferentes grupos tainos en otras áreas de Las Antillas Mayores (Esquema No. 2).

Modelo Teórico

Para desarrollar nuestra teoría de que todos los grupos subtaínos antillanos (Agro-III) son el resultado de un lento proceso de aculturación, que transforma a los arcaicos en agroalfareros, fue preciso elaborar un tercer esquema para exponer gráficamente el modelo teórico y señalar cómo debió ocurrir ese proceso cultural en la isla de Puerto Rico (Chanlatte y Narganes, 1985).

El esquema número tres contempla en primer lugar, a los arcaicos como la población inicial de Las Antillas, organizados en bandas. En el segundo paso, los arcaicos comparten el territorio insular con los primeros agroalfareros, originándose el comienzo de las interrelaciones, de donde

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surgen los complejos culturales Agro-III tempranos. Más tarde se organizan en tribus como los Agro-I y los Agro-II.

La tercera sección comprende el período tardío de los Agro-III y a los Agro-IV que representan lo que se conoce como etapa taina de Puerto Rico, hasta el momento histórico. Esta es la época en que los primeros pobladores antillanos (particularmente los Agro-I) alcanzan un mayor nivel cultural, impulsados por nuevas necesidades, posiblemente de orden demográfico y económicas, entre otras. Tales condiciones los conducen a organizarse en cacicazgos y posteriormente en confederaciones cacicales, lo que les garantizaría el control político y económico de una determinada región. Este último tipo de organización social está reportada en Santo Domingo por los primeros Cronistas de América, sin que esto implique que todos los desarrollos locales hubiesen alcanzado el mismo nivel cultural, en las otras islas del archipiélago antillano. Histórica y arqueológicamente se ha podido comprobar, que aún en la época del Descubrimiento existían reductos poblacionales de tradición arcaica, en los extremos occidentales de Cuba y de La Española.

En el período Agro-III surgen en diferentes sectores de todas las islas, por donde pasaron las primeras migraciones agroalfareras, innumerables desarrollos locales bajo las mismas condiciones de los ostionoides, entre ellos: los elenoides, los esperanzoides, los meillacoides y otros.

Obviamente el desarrollo Agro-III que representan los ostionoides, es más dramático en Puerto Rico y posteriormente en el este de la República Dominicana, debido a que son las islas de mayor tamaño en el paso de las migraciones Agro-I y Agro-II. En Las Antillas Menores hasta ahora, no se observan con mucha claridad las evidencias de este proceso de transformación cultural, porque es de suponerse que en sus fragmentados y pequeños territorios, se sentaron las bases para mejorar las relaciones arcaicas-agroalfareras, iniciadas en las costas de Venezuela y que luego se consolidan y logran su máxima productividad en la isla de Puerto Rico, con el surgimiento de los ostionoides. Es aquí, donde las evidencias arqueológicas e históricas, parecen señalar que éstos, en su momento culminante, tomaron el control de casi toda la isla.

En Puerto Rico, los Agro-IV, representados por Capa en el centro de la isla, es la manifestación cultural más tardía de los Agro-III y no un desarrollo final de los Agro-I, según parece ocurrid en el oeste de la isla de Santo Domingo. Las informaciones del Dr. Rainey respaldan estos conceptos, cuando reporta que durante sus excavaciones en Orocovis y en Monserrate, Luquillo, Puerto Rico, obtuvo varias muestras fragmentadas de aros monolíticos en los primeros niveles de los depósitos estudiados, correspondientes a la Cultura de la Concha (Rainey, 1940: 99, 102-104). En nuestras excavaciones en Tecla, Guayanilla, también hemos obtenido fragmentos de codos y de aros monolíticos en los estratos ostionoides. Además, tenemos casi por seguro, que en Puerto Rico, Santo Domingo y en Jamaica, todavía a nivel histórico quedaban remanentes poblacionales de las etapas primarias Agro-III.

Nuestro modelo histórico supone que una vez superada la barrera de la desconfianza y las reservas mutuas, estos pueblos dieron paso a un proceso de intercambios tecnológicos y culturales. Durante esa etapa de los Agro-I y los Agro-II se favorecen de las aportaciones arcaicas, mientras que estos últimos se transforman lentamente en agroalfareros. Esto es, los arcaicos no son necesariamente absorbidos ni desaparecen como pueblo, para darle paso a los

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extraños visitantes, sino que incorporan el modo de producción agrícola, además de asimilar gran parte del bagaje cultural de estos, tales como: religión, organización social y otros aspectos culturales.

Ahora bien, qué fenómeno social viabiliza estos procesos culturales? En nuestra hipótesis consideramos, que los naborías pudieron ser el puente natural que estableció el orden sistemático de interrelación, mediante el cual los arcaicos se transformarían en agroalfareros. Estimamos que una de las mejores posibilidades para explicar las interrelaciones arcaico-agroalfarero, debió ser la utilización de algunos miembros de los grupos arcaicos, en un tipo de servicio o colaboración que mas tarde se conocerá como naborías.

Según Oviedo, "Naboría es un indio que no es esclavo, pero está obligado a servir aunque no quiera." (Oviedo: Sumario-cap. X:186; Tejera, Emilio, 1977: 1081). Esta práctica pudo proliferar por lo ventajoso para las dos comunidades, según transcurrió el tiempo y aumentó la mutua confianza y la necesidad de incorporar mayor fuerza de trabajo.

Los "naborías" arcaicos que colaboraron con los primeros agroalfareros: huecoides e igneris, realizarían su aprendizaje, mientras fungían de ayudantes en las diversas actividades cotidianas de la aldea. Entre estas, debieron emplearlos en la agricultura y en otros aspectos rutinarios de la dinámica doméstica, tales como los elementos básicos en la elaboración de la cerámica y otros trabajos. Partícipes del quehacer diario, es factible que también adquirieran conocimientos de sus creencias religiosas y de la organización social. Suponemos que todo ese caudal de nuevos conocimientos, que lentamente y por generaciones fueron adquiriendo los "naborías", serían debidamente aprovechados por las comunidades arcaicas vecinas. Tales circunstancias establecen la posible explicación, o el porqué observamos en la artesanía Agro-III rasgos característicos, de los dos primeros pobladores agroalfareros de Las Antillas.

De estas observaciones podemos inferir, que no todos los arcaicos fueron asimilados o integrados a través del tiempo, por los colonizadores agroalfareros, sino que estos lograron mantener una relativa soberanía, aportando la utilización de los "naborías" como la relación social más conveniente para ambos. De este intercambio los arcaicos obtendrían conocimientos y metodologías, que fortalecerían sus patrones socio-económicos y culturales, mientras que los agroalfareros incorporaban más fuerza de trabajo productivo, a sus actividades domésticas. Además, este tipo de interrelaciones crearía un clima favorable de relativa convivencia y garantizaría un ambiente de paz aceptable.

Consideramos que en las etapas tardías de estos desarrollos culturales, fue cuando más se aprovechó la utilización de los naborías, como factor inicial para la formación del siguiente paso socio-cultural, en aquellos grupos que estaban en proceso de transformarse en estados cacicales. Lo que requiere un exceso de producción y de mayor fuerza de trabajo, para consolidar el nuevo orden social, establecer las normas políticas y lograr el control socio-económico de una región.

Estimamos también, que a los "naborías" arcaicos correspondió la propagación de la lengua de los colonizadores agroalfareros, hasta convertirla en el idioma general de las islas antillanas, lo que clarifica la existencia de tres lenguas aborígenes reportadas por los Cronistas en la isla de Santo Domingo:

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"... tres lenguas había en esta isla distintas (La Española) que la una o la otra no se entendían; la una era de la gente que llamábamos de Macorix de abajo y la otra de los vecinos del Macorix de arriba (...) la otra lengua fue la universal de toda la tierra, y esta era la más elegante y más copiosa en vocablos, y más dulce el sonido; en esto la de Xaragua, como dije arriba, en todo llevaba ventaja y era muy más prima ..." (Las Casas, Tomo v, pág. 486; Tejera Emiliano: Palabras Indígenas, pág. 346).

Como información documental que respalda nuestra teoría, además de la cita anterior, transcribimos a continuación otra información del Padre Las Casas, referente al tipo de relaciones arcaicas-agroalfareras, aún vigente en la época histórica:

"En la isla de Cuba (...) cuando pasó la gente de esta isla Española, y poco a poco sojuzgo a la de aquella, que era una gente simplísima y mansuetísima (la misma que la de los lucayos) tuviéronlos como por esclavos y llamábanlos exbuneyes (...) pef° ninguna o casi ninguna diferencia era entre los hijos y aquellos que habían sojuzgado". (Las Casas: Apologética, Tomo i, pág. 149, BAE, Madrid, 1958).

Esperamos que este modelo teórico sirva de patrón para la aplicación de la etapa Agro-III, en las otras islas de Las Antillas (Esquema No. 3).

Evidencias Arqueológicas

Las evidencias arqueológicas materiales y antropofísicas, que presentamos a continuación, son claros exponentes de que los desarrollos locales Agro-III, surgen como resultado lógico de las relaciones entre los arcaicos y las primeras migraciones agroalfareras: Agro-I y Agro-II.

Patrón de asentamiento

En Puerto Rico hemos podido observar un patrón invariable de asentamiento, donde los depósitos Agro-II más tempranos fueron sistemáticamente cubiertos por una segunda ocupación superpuesta, que corresponde a los ostionoides en su etapa inicial de aculturación. En los niveles más superficiales de estos estratos culturales, es frecuente colectar también algunas evidencias cerámicas elenoides.

Este patrón de sentamiento sugiere, que una vez abandonadas las aldeas igneris, fueron metódicamente ocupadas por los ostionoides. Este comportamiento quizás se deba a que en ese momento, resultaba más fácil ocupar el área de habitación desocupada, hasta tanto se familiarizaban con su nuevo estilo de vida.

Tal fenómeno cultural también está señalando que fue a los Agro-II a quienes les tocó competir con el empuje del desarrollo Agro-III, posiblemente por la condición de segunda migración o por su tendencia a permanecer períodos prolongados en áreas determinadas.

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Algo contundente que respalda el origen arcaico de los Agro-III, es la constitución de sus depósitos residuales. En estos podemos apreciar la extraordinaria acumulación de conchas marinas, lo que refleja un pueblo con una alta dependencia del mar y no de la agricultura. Esto también nos dice que los arcaicos, a pesar de haber incorporado la agricultura a su sistema socio-económico, continuaron por mucho tiempo fíeles a su dieta ancestral. En los depósitos Agro-III la concha es tan abundante, que forman verdaderos estratos compactos, sugiriendo la presencia de un pueblo agroalfarero, cuya economía todavía mantiene una gran dependencia de los ecosistemas marinos, como supervivencia de su cercano origen arcaico. Esta circunstancia ha dado motivo, para que los montículos residuales de los ostionoides, se les identifiquen popularmente con el nombre de "concheros".

Los restos alimenticios constituyen una evidencia contundente, que separa diametralmente los componentes representativos de la base económica de los pueblos Agro-III y la que corresponde a los Agro-I, Agro-II y Agro-IV. Como ya hemos señalado, los depósitos residuales del los Agro-III, son ricos en conchas marinas, mientras que en aquellos correspondientes a los Agro-I, II y IV, la concha está presente, pero en minoría con relación a las evidencias residuales de peces, aves y reptiles, como un complemento a la base económica agrícola de estos pueblos.

En los restos alimenticios podemos observar notables diferencias en las especies marinas y terrestres, aprovechadas por los Agro-II y los Agro-III. Hemos explicado que en su etapa temprana, los ostionoides ocuparon las viviendas abandonadas por los igneris, produciendo una doble estratigrafía cultural en el mismo orden de ocupación. Al estudiar esta superposición cultural, muy frecuente en la costa sur de Puerto Rico, además de las diferencias artesanales ya indicadas, vemos una marcada diversidad en las preferencias alimenticias de estos dos grupos.

En los niveles ostionoides abundan los Strombus costatus, los Strombus pugilis, el Murex y la Crassostrea rhizophorae (ostiones). En los igneris hay mayor utilización de los Strombus gigas, las aves, los peces, el cangrejo (jueyes), el carey, la hicotea y las neritinas.

Cerámica y otros artefactos

En su etapa temprana observamos en la cerámica Agro-III correspondiente al desarrollo ostionoide, la presencia de vasijas naviculares de extremos altos, semejantes a las que identifican la tradición cerámica Agro-I. Generalmente lucen un engobe rosado, color que no consideramos diagnóstico cultural de los Agro-II, ya que el único asomo de color en la cerámica Agro-I, es rellenar su ornamentación incisa con una pasta rosada. Otra característica huecoide presente en los ostionoides son las vasijas-efigies con un extremo figurativo y el otro tabular representando extremidades o piernas.

La presencia en los depósitos residuales igneris, de una cerámica pobremente elaborada que obviamente proviene de manos inexpertas (posiblemente arcaicas) la estamos señalando como producto de jóvenes aprendices.

Asociados a la cerámica están los artefactos utilitarios procedentes de su tradición arcaica, aunque ligeramente mejorados para su función en los nuevos usos. Frecuentemente están pulidos en la zonas funcionales y fueron confeccionados principalmente en concha y en piedra.

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Cultura Ostionoide: Un Desarrollo Agroalfarero Antillano

Restos óseos y prácticas funerarias

Otro argumento determinante lo encontramos en el aspecto antropofísico, que nos sugieren las osamentas localizadas en depósitos puros ostionoides, sin mezclas ni superposiciones culturales. Las osamentas ostionoides obtenidas en nuestras investigaciones, corresponden a gentes fornidas y de una estatura mayor que los restos óseos encontrados en enterramientos igneris y tainos. Los cráneos y las extremidades son de gran tamaño. Los maxilares y sus dentaduras denotan una fortaleza extraordinaria. En estos cráneos no hemos observado que se practicaran deformaciones fronto-occipital.

Esas características osteológicas también fueron corroboradas cuando excavamos un área ostionoide en La Caleta, D.N., República Dominicana (1973-74) donde exhumamos individuos que sobrepasaban los seis pies de estatura. Como información documental histórica, todos los casos de "gigantismo" reportados por los cronistas, mientras se realizaba la conquista de estas islas, corresponden a las áreas ostionoides.

Religión

En los Agro-III encontramos las primeras evidencias líticas del cerní de tres puntas, muy especialmente en los depósitos ostionoides. Trabajos posteriores podrán determinar de cuál de los dos primeros agroalfareros tomaron el modelo.

Con relación a los adornos corporales y a las representaciones cosmológicas de los Agro-III, particularmente aquellos correspondientes a los ostionoides, es fácil observar la estrecha similitud morfológica y cuantitativa con la lapidaria Agro-I. Aunque la calidad estética de su producción artesanal es inferior y la utilización de las materias primas varían. La diferencia más notable se observa en los trabajos de concha, ya que los Agro-III prefirieron aprovechar la familia de los grandes Strombus. Susto les permitió aumentar considerablemente el tamaño de sus tallas, pero sin apartarse del esquema morfológico y temático de los Agro-I. En conclusión, este es otro aspecto de convergencia cultural, que demuestra materialmente el aprendizaje de los arcaicos, producto de su larga vecindad con los Agro-I y los Agro-II, hasta convertirse en sociedades agroalfareras estables.

Otros Investigadores

Otros investigadores antillanos ofrecen un valioso material informativo, que respalda nuestras teorías referentes a que los Agro-III son los grupos arcaicos transformados en agroalfareros, aunque sus conceptos interpretativos y conclusiones no coinciden exactamente con los nuestros.

Recientemente el arqueólogo Juan José Ortíz Aguilú, excavó en el sitio de Bois Neuf (1983) en la costa central-oeste de Haití, donde localizó dos asentamientos aborígenes correspondientes a los estilos cerámicos de Rouse, Meillac y Carrier. Las evidencias cronológicas obtenidas mediante el método de termoluminiscencia, los sitúan coexistiendo en el tiempo uno frente al otro, separados por el rio Seche: 1.450 d.C. para los Meillac y 1.375 d.C. para los Carrier.

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Ortíz Aguilú obtuvo otras fechas muy reveladoras en estos asentamientos mediante el método de radiocarbono (C-14): una muestra de hueso humano obtenida en el depósito Meillac, aportó una cronología de 1.500 d.C. y otra de carbón 1.430 d.C. Estas fechas sitúan al Meillac en la época protohistórica, como la evidencia arqueológica más tardía para ese estilo antillano. También queda demostrado que el desarrollo Meillac no es el producto de una evolución cultural unilineal. En nuestro concepto, los grupos meillacoides representan otro caso típico de arcaicos antillanos transformados en agroalfareros. Con esto no queremos decir que el arqueólogo Ortíz Aguilú comparta nuestros criterios y conceptos.

En ese mismo año (1983) el arqueólogo Agamemnon Gus Pantel presenta una ponencia en el seminario sobre la situación de la investigación de la cultura taina, celebrado en Madrid del 12 al 13 de abril de 1983, en la que se refiere a las investigaciones de Ortíz Aguilú, en Haití. Pantel considera que los dos asentamientos cerámicos tardíos de Bois-Neuf, con abundantes "artefactos líticos lascados, que antes se suponían pertenecientes al precerámico, considerándolos como un elemento preceramista en un yacimiento ceramista" (Pantel, 1983: 13).

Según nuestras teorías y clasificaciones de los dos depósitos de Bois-Neuf, por sus componentes culturales, corresponden al modelo típico Agro-III como resultado de grupos arcaicos tardíos transformados en agroalfareros por aculturación, según el avance de las corrientes colonizadoras ceramoagrícolas, de este a oeste. Es obvio que la abundante presencia de artefactos líticos en un depósito agroalfarero, no es otra cosa que la supervivencia de las tradiciones arcaicas. Lo mismo ocurre con la concha cuando ésta se encuentra en gran número, formando a veces estratos compactos y una discreta presencia de cerámica, que denota el inicio del proceso de transformación cultural. Los depósitos ostionoides de Tecla, Guayanilla, son un buen ejemplo de esa etapa.

El investigador dominicano Manuel Antonio García-Arévalo, hace una buena aportación al estudio del desarrollo Agro-III de Las Antillas, especialmente de Puerto Rico y la República Dominicana. Tales conceptos están contenidos en una ponencia presentada por García-Arévalo en el Simposio sobre Problemas de la Arqueología Antillana, celebrado en Ponce, Puerto Rico, del 30 de agosto al lo. de septiembre de 1978.

García-Arévalo pone de manifiesto una serie de preocupaciones que merecen un análisis más cuidadoso y extenso, lo cual no es posible en este corto trabajo. A continuación citaremos sin comentarios personales, tres de los aspectos que consideramos de mayor interés para nuestro modelo teórico.

García-Arévalo hace la observación muy acertada de que "es en Puerto Rico donde se produce el primer cambio significativo cuando la cultura igneri comienza a ser reemplazada por otra cultura portadora de una cerámica que si bien conserva algunos elementos decorativos del estilo de Cuevas, marca ya el inicio de una nueva serie con formas, modalidades decorativas y técnicas de manufactura diferentes, siendo evidente que esta cerámica aparece asociada a una dieta que también difiere en cuanto a la selección de las especies alimenticias" (García-Arévalo: p.2 1978 Copia mecanografiada).

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Continúa exponiendo qué: "Debemos cuestionarnos, por lo tanto, si la cultura ostionoide fue una evolución local de los igneri causada por la incidencia de factores ecológicos o si por lo contrario fue generada por la influencia de nuevos grupos culturales" (García-Arévalo: p.3 -1978 - Copia mecanografiada).

Y agrega: "Nos induce a pensar que la Formación ostionoide y, posteriormente la del estilo Chicoide no obedece a un proceso continuado y lento de evolución "in situ", sino a la incorporación thás ó menos violenta de nuevas modalidades ya definidas aunque, como producto o transculturacidh entre los grupos, perduran en las mismas algunos elementos del estilo anterior" (García-Arévalo: p.3- Copia mecanografiada).

Maício Veloz-Mággiolo es otro arqueólogo que ha realizado uña intensa labor investigativa, de los grupos arcaicos y de los estilos cerámicos locales en Las Antillas. En su más reciente publicación al respecto " Los Modos de Vida Meílacoides y sus Posibles Orígenes" ofrece valiosos conceptos e informaciones arqueológicas, que estamos ponderando con mucha atención.

À continuación citaremos algunos aspectos que consideramos de gran interés para las investigaciones de los diferentes desarrollos culturales del aborigen antillano.

Informa Veloz-Maggioló: "No habiendo evidencia de la evolución local ni documentación arqueológica en todo él arco antillano es de rigor suponer que las cerámicas rneillacoides son el resultado de una migración prehistórica que penetra en la isla de Santo Domingo y apoya sus patrones decorativos en una bien elaborada cerámica ostionoide producto de agricultores con organización segmentaría que aceptan la fusión del grupo étnico nuevo generando una rápida conversión en su patrón de asentamiento y en su concepción del medio ambiente".

Es importante recalcar que la ocupación ostionoide no es común a este sector del Valle xle Cibao sino que lo es a casi toda la isla de Santo Domingo y que sin embargo solo en el Valle del Cibao se produce la asimilación de los patrones decorativos rneillacoides.

En numerosos lugares de la República Dominicana se presentan las fases ostionoides precediendo a fases chicoides y es evidente que en muchos casos la cerámica chicoide revela una procedencia ostionoide con algunos desarrollos locales. Sin embargo, no es posible establecer con precisión que la decoración chicoide se haya producido de manera intempestiva como acontece con las cerámicas rneillacoides de las cerámicas del Cibao" (Veloz-Maggiolo, 1980: 310).

Expone Veloz-Maggiolo: "En la ocupación del Valle del Cibao que comprende las fases de Cutupú y Río Verde se hace evidente que poco antes del año 800 d'.C. comienza a incrementarse el uso de tipos modelados manteniéndose la pintura roja. Aproximadamente hacia el año 800 d.C. se presenta bruscamente un nuevo sistema decorativo que utilizando las formas de vasijas ostionoides y la decoración precedente aporta una tipología completamente nueva que modifica todo el sistema de modelado, haciéndolo representativo de aspectos tanto antropomorfos como zoomorfos" (Veloz-Maggiolo, 1981: 307-308).

"El análisis de ambos gráficos de seriación parece revelar que en los principios del siglo ocho grupos ostionoides procedentes de Puerto Rico penetraron en la parte oriental del Valle del

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Cibao aprovechando las cuencas relacionadas con el río Yaque del Norte, pasando luego a la costa Atlántica nororiental de la isla y ubicándose en la desembocadura del río Joba en el transcurso de unos 80 o 100 años" (Veloz-Maggiolo, 1981: 308).

Finalmente no queremos concluir sin referirnos a los conceptos que Ripley Bullen, aporta en el 1970, considerando que una cerámica burda y muy tardía de Las Antillas Menores, localizadas en el sitio Lavoutte en Santa Lucía, correspondía a un supuesto desarrollo caribe al cual él llama suazey. Esta interpretación no se ha podido corroborar con posterioridad.

Bullen consideró que: "Las formas cerámicas suazey son las más tardías de Las Antillas Menores y los indios Caribes fueron los habitantes de estas islas cuando ocurrió el descubrimiento por los europeos, es pues una correlación razonable, el igualar la cerámica suazey con la ocupación Caribe" (Bullen: p.74-1970).

Estos y otros arqueólogos e investigadores como el Prof. Jalil Sued-Badillo, ofrecen valiosas informaciones, que contribuyen positivamente a completar nuestros esquemas culturales para Las Antillas. Es verdad que no coincidimos exactamente en los criterios interpretativos, encaminados a explicar la presencia de componentes Uticos, así como otras características de tradición arcaica, frecuentes es depósitos residuales agroalfareros, tempranos y tardíos.

Particularmente, nuestras teorías están aportando sólidos argumentos arqueológicos y documentales, que tienden a despejar la incógnita cultural de los ostionoides, sin que tengamos que recurrir a interpretaciones basadas en sistemas filosóficos, no científicos, como es el determinismo.

Esperamos que en algún momento muy cercano, podamos sentarnos a dilucidar con un máximo de altura profesional, las pequeñas diferencias conceptuales, en busca de una sola vertiente teórica que merezca el consenso general de los investigadores antillanos.

Conclusiones

1. Los trabajos del Dr. Rainey en Puerto Rico (1934-35) postulan las primeras clasificaciones de la arqueología antillana y establecen la presencia de más de una migración agroalfarera para nuestro archipiélago.

2. El R. Irving Rouse continua las investigaciones del Doctor Rainey (1936,37 y 38) desarrollando sus propias teorías basadas en una sola migración agroalfarera antillana, de la cual, producto de una supuesta evolución unilineal, se desprenden los desarrollos cerámicos: ostionoides y tainos. Rouse excava en Canas, Ponce y considera intrusiva la presencia en los estratos igneris, del diseño inciso fino entrecruzado (cross hatched).

3. El Dr. Ricardo Alegría, excava en Monserrate, Luquillo (1947) y en Hacienda Grande, Loiza (1948). Apoyado en los resultados de estas investigaciones, Alegría disiente de Rouse en dos aspectos: Primero, la apreciable cantidad de diseños incisos entrecruzados presentes en la cerámica de Hacienda Grande, le hacen considerar este rasgo como parte integral de las características de ese desarrollo, argumento que también convence a Rouse y lo incluye en sus

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clasificaciones, como un componente temprano igneri. Segundo, Alegría no ve en los rasgos culturales de los ostionoides la evolución unilineal que rouse postula y coincide con Rainey en que se trata de otra migración posterior a los igneris. Estos dos arqueólogos apoyan sus conceptos en la circunstancias de que en Puerto Rico, las evidencias materiales tempranas de estos dos pueblos, están superpuestas en el mismo depósito, diferenciándose por la calidad de sus componentes cerámicos y los restos alimenticios que integraban su dieta.

4. En el año 1975 los arqueólogos del Centro de Investigaciones Arqueológicas de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rio Piedras, pusimos en práctica un programa investigative orientado a establecer la ruta migratoria antillana de los Agro-II o igenris. Como resultado de diez años de intensa labor, desarrollamos nuevas teorías y creamos varios esquemas basados en inmigraciones y en procesos culturales. Presentamos además, un modelo teórico que pondera la entrada a Las Antillas de dos migraciones tempranas agroalfareras, a las que denominamos Agro-I y Agro-II y dos desarrollos locales: Agro-III y Agro-IV.

5. En nuestro modelo teórico consideramos a los Agro-III como el resultado de un transformación cultural de los arcaicos, por aculturación a través de largas interrelaciones con los primeros agroalfareros antillanos. Las evidencias arqueológicas y antropofisicas ya expuestas, colocan a los Agro-III no en calidad de una migración o invasión posterior a los igneris, sino como la etapa donde los arcaicos, primeros pobladores de Las Antillas, adoptan los nuevos modos de producción y la organización socio-religiosa, que traen los colonizadores agroalfareros.

No obstante los nuevos esquemas, consideramos que la nomenclatura del Dr. Rouse puede continuar utilizándose para identificar tipologías cerámicas específicas. Esto es, que los dos modelos pueden coexistir, ya que la finalidad de los nuevos conceptos no es reemplazar o desplazar las clasificaciones de Rouse, sino agregar otras perspectivas en el ámbito conceptual del panorama arqueológico antillano.

6. Las nuevas teorías consideran que los "naborías" arcaicos, desempeñaron un papel muy importante en los futuros desarrollos antillanos. Ya que, a la vez que cumplían con sus tareas rutinarias, adquirían por aprendizaje espontáneo, los principales conocimientos de la gente donde servían voluntariamente. De esta manera tan sutil e inadvertida, los improvisados "naborías" sirvieron de puente de aculturación, constituyéndose en portadores de los nuevos y útiles conocimientos, que más tarde transformarían la vida simple de los pueblos arcaicos antillanos,en auténtica comunidades agroalfareras. A los "naborías" arcaicos debió corresponder también, la responsabilidad de aprender y de propagar la lengua de los primeros agroalfareros, haciéndola general en todas las islas, conservando los arcaicos sus propias formas de expresión. Estas prácticas o tipo de servicios, debió ser tan rutinaria que aún prevalecía a la llegada de los europeos. Los arqueólogos del Centro de Investigaciones Arqueológicas del Recinto de Rio Piedras, Universidad de Puerto Rico, consideramos que este fenómeno de aculturación se produjo en todas las islas, muy especialmente en las mayores, al mismo ritmo que se producía el continuo movimiento migratorio de los diferentes grupos agroalfareros.

También hemos podido observar que las comunidades igneris fueron abiertas en su organización social, manifestándose más receptibles a introducir en sus características tradicionales otros

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rasgos culturales. Esta condición no está presente en los depósitos residuales Agro-I o huecoides, quienes al parecer mantuvieron un comportamiento más hermético, en cuanto a sus relaciones con los vecinos arcaicos y los Agro-II. En los depósitos Agro-I, encontramos una impecable uniformidad de calidades artesanales y de rasgos culturales, desde la superficie hasta el fondo. Mientras que en los depósitos Agro-II, se aprecian las evidencias artesanales Agro-I.

Cronología

A continuación expondremos las fechas radiocarbónicas de algunos de los depósitos más significativos del desarrollo Agro-III, en Puerto Rico. En este listado observamos una secuencia cronológica ascendente, que marca el momento en que ya se pueden detectar como agroalfareros y su existencia hasta casi el Descubrimiento de América.

Tecla, Guayanilla Monserrate, Luquillo Villa Taina, Cabo Rojo Punta Ostiones, Cabo Rojo Santa Elena, Toa Baja Duey Bajo, San Germán Esperan/a, Vieques (?)

460-600 d.C. 710 d.C.

780-1120 d.C. 820-1050 d.C. 890-1210 d.C. 1280-1435 d.C.

Sin Fecha

A continuación presentamos un breve modelo predictivo, atendiendo a los resultados de nuestras investigaciones.

1. Mientras más al este de la isla de Puerto Rico, las fechas de los grupos arcaicos transformados en agroalfareros, cronológicamente serán más tempranas.

2. Hacia el oeste antillano las fechas de arcaicos culturados serán más tardías.

3. Hacia el oeste se observará mayor cantidad y variedad de estilos cerámicos, que cubrirán grandes y pequeñas extensiones.

4. Los depósitos con un alto porcentaje de concha tienen una origen arcaico cercano.

5. El tamaño de los restos óseos identifican a los agroalfareros antillanos de origen arcaico.

Estas son las interrogantes a investigar (?).

Referencias

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