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Cultura popular/Cultura obrera en España alrededor de 1900 Author(s): Carlos Serrano Source: Historia Social, No. 4 (Spring - Summer, 1989), pp. 21-31 Published by: Fundacion Instituto de Historia Social Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40340197 . Accessed: 29/09/2013 22:58 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . Fundacion Instituto de Historia Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Historia Social. http://www.jstor.org This content downloaded from 147.8.31.43 on Sun, 29 Sep 2013 22:58:14 PM All use subject to JSTOR Terms and Conditions

Cultura popular/Cultura obrera en España alrededor de 1900

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Cultura popular/Cultura obrera en España alrededor de 1900Author(s): Carlos SerranoSource: Historia Social, No. 4 (Spring - Summer, 1989), pp. 21-31Published by: Fundacion Instituto de Historia SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/40340197 .

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CULTURA POPULAR/CULTURA OBRERA EN ESPANA ALREDEDOR DE 1900

Carlos Serrano

En su prologo a una interesante obra reciente, el historiador frances Jacques Le Goff escribe, con razon segun creo:

Au coeur de la designation d'une oeuvre, d'un objet, d'une litterature, d'un art, d'une religion, d'une culture comme "populaire", il y a en realite un rejet: le "populaire", c'est surtout ce qui w'est pas (savant, scientifique, rationnel, noble, etc.). l

Cultura subordinada, cultura jerarquizada, la cultura "popular" es indudable- mente esa otra cultura que la cultura sin adjetivos procura arrinconar, reservandola para aquellos que la cultura precisamente ha ido marginando. De este modo, la expresion "cultura popular" me parece remitir a por lo menos dos tipos de discursos, distintos pero que la practica suele confundir: opuesta a la cultura, a la cultura "culta", por un lado, por otro deja de instaurar en el interior mismo del campo cultural una especie de nivel -en el sentido en que se habla de "niveles de lengua"- para remitir mas bien a las condiciones sociales de la production cultural. De esta forma la cultura "popular" se convierte entonces en la cultura de las capas "popula- res", por oposicion a las "elites", en la cultura de las capas sociales "inferiores" frente a las "superiores", de los "dominados" frente a los "dominantes". En una sociedad socialmente diferenciada -pero 6que sociedad no lo es?- la cultura no es ese puro juego del espiritu que ella misma pretende ser, sino que se transforma en un operador social, cobrando una funcion de jerarquizacion, de "distincion" y de "reproduction" sociales esenciales,2 bajo la aparencia de su neutralidad o de su objetividad -por ejemplo cientifica. El debate cultural es un debate social, en el que todo tiende a asignar a los diversos grupos sociales implicados una cultura especifica que los especifique -y los encierre en esa especificidad. Asi es como los aparatos culturales dominantes producen facilmente una cultura "popular", esto es, una cultura destina- da a ser consumida por las capas "populares", convidadas de este modo a perennizar- se en su "incultura" y su subordination: ahi estan la prensa "popular" o la literatura que en Francia se califica como de "hall de estacion" -hall de gare- para atestiguarlo.

El movimiento obrero organizado, como lo hace necesariamente todo grupo social que trata de afirmar una identidad social, constituye una cultura propia al paso que se va constituyendo a si mismo en grupo diferenciado. Pero resulta que en esta cultura obrera naciente un rasgo parece destacar sobre todos los demas: contra la practica dominante, todo el esfuerzo obrero consiste en rechazar la idea que las capas "populares" estan condenadas a la cultura "popular" y en afirmar la necesidad de

1 Jacques Le Goff, "Preface", Genevieve Bolleme, Le peuple par 6crit, Paris, Seuil, 1986, p. 7. 2 Estas nociones provienen evidentemente de Pierre Bourdieu que las ha desarrollado ampliamente y

sistematizado en La Distinction, Paris, Editions de Minuit, 1979. I. This content downloaded from 147.8.31.43 on Sun, 29 Sep 2013 22:58:14 PM

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. una apropiacion de la cultura a secas por la clase obrera. No lo lograra sin dif icultades y sin contradicciones.

Esta otra cultura, la cultura "popular", surge en un espacio propio, en los tenitorios de la no-cultura y, si acaso, de la barbaric La cultura, en Espaiia y hacia 1900, ha conquistado sus lugares: ateneos, circulos, algunas pocas bibliotecas piiblicas o privadas, un par de Universidades, que tienen en comiin el ser, o el querer ser, lugares sagrados de los cuales la ciencia habria expulsado el vicio: saber y virtud se confunden. Pero frente a esos templos venerados a los que se iba a comulgar en el culto del eterno y puro saber, la cultura "popular" impone otro espacio, donde se roza con el vicio y crece como insolita flor de los estercoleros. Se la encuentra en los campos incultos, entre campesinos ignorantes, nace en un pueblo analfabeto. Sin embargo los rudos labradores o jornaleros a que remite pueden hacer valer algunos argumentos: en una optica a menudo conservadora, ino se les ha considerado a menudo como los valedores, posiblemente ingenuos pero por eso mismo mas valiosos aiin, de unos valores que se pretendia exaltar? Mas generalmente, del tradicionalismo de Fernan Caballero a la tradicionalidad de Menendez Pidal, la cultura del siglo xix no ha sido demasiado ingrata con la cultura "popular" rural, y le ha reconocido su funcion, a veces hasta algunas calidades. Por todos estos motivos, el agro espanol de 1900 ha sido percibido a la vez como el lugar esencial de la a-cultura y como la sede de una cultura primera, esencial, cuna de todas las tradiciones y, por lo mismo, garante de la continuidad historica. El infierno cultural, para un espanol culto de 1900, se encuentra en otros lugares: en vez de buscarlo en la aldea se le encuentra en la urbe.

Un nuevo mundo esta naciendo entonces, inquietante, perverso, agresivo: la barriada, los suburbios, esas afueras de la que las novelas de la epoca comienzan a dibujar la imagen amenazadora, de la que pueden en cada momento surgir las hordas. La Horda precisamente, La Busca, incluso La Bodega, pintan asi la ciudad penetra- da, la ciudad violada por los salvajes que acampan a sus puertas. Un nuevo espacio se esta creando -en la realidad social pero tambien en el imaginario-, que viene a borrar las fronteras, hasta entonces bien delimitadas, de los territorios legitimos e ilegitimos. Pero en todas partes, en la barriada como en la ciudad propiamente dicha, un lugar aiin mas especifico simboliza y resume por si solo esa cultura "popular" juzgada radicalmente inaceptable. La taberna, el despacho de vino, el figon y todas su variantes, en los que reina la trinidad del vicio -vapores de alcohol, calor de las mujeres, lubricidad de los espectaculos- se afirman como los antros privilegiados de esa cultura "popular" irremediablemente opuesta a la cultura: el cafe cantante, en el que nace el flameco, tan denigrado por las almas cultas a finales del siglo pasado, es un buen ejemplo de ello. Pero la taberna tiene tambien otro papel, esencial: frente al Casino de una Vetusta pintado por Clarin, o al Circulo caballista jerezano descrito por Blasco Ibanez y analizado hoy por Antonio Miguel Bernal y Jacques Lacroix como centro de la sociabilidad masculina de los grupos dominantes, 3 es ella la sede de la sociabilidad popular y obrera, la academia del pobre, porque ahi es donde se realizan los intercambios, se lee el periodico, se comenta el acontecimiento; y, si viene al caso, donde se puede fundar un partido socialista... Aunque muy minoritarias, algunas voces tempranas supieron reconocer esta funcion cultural de la taberna, como el anarquista Pedro Esteve por ejemplo, con su Memorandum de 1900, o el

.i 3 A. M. Bernal y J. Lacroix, "Aspects de la sociabilite andalouse-les associations sevillanes (XIX*-XXe S.)", Melanges de la Casa de Veldzquez, T. XI, 1975.

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reformador Adolfo Posada que evoca en Socialismo y reforma social de 1904 una hipotetica futura "taberna sin alcohol" que pudiera convertirse en un "centro de sociabilidad verdadera".4 Pero, denunciada a menudo como lugar de perversion moral, la taberna es vista tambien como posible cuna de un peligro social, de tal modo que al fin y al cabo no se sabe ya lo que condenan los bienpensantes: iSe bebe porque se es revolucionario, o se es revolucionario porque se bebe? Incluso Blasco Ibaiiez acudira a mezquinas asimilaciones de este tipo cuando en El Intruso quiera aludir veladamente a Facundo Perezagua, el lider socialista de Vizcaya, acusandole de vender conjuntamente alcohol y socialismo. Menos literario, el testimonio de Gerard Chastagnaret muestra que del dicho al hecho no habia mucho trecho: despues de los motines mineros de mayo de 1898 en La Union, al que las autoridades locales detienen primero es un trovero, cantante en un cafe local...5

La cultura "popular" -obrera- se elabora como puede, donde puede, y las mas veces en un lugar sobre el que pesa'la mirada desaprobadora del patron, del cura, del intelectual. Y de esa mirada, el propio movimiento obrero es muy consciente. En ocasiones, hasta llega a hacerla suya, sabiendo perfectamente que nunca faltaria quien estuviese dispuesto a encerrar la rebelion proletaria en los calabozos de la inmorali- dad. De ahi viene que la cultura obrera militante este tan a menudo caracterizada por una firme voluntad de virtud, que se ampara en los modelos que le ofrece la tradicion de un cristianismo mitico: los "santos laicos", tan tipicos del final del siglo xix, provienen de la vieja oposicion republicana (con Pi y Margall a su cabeza), pero tambien de las huestes acratas (con sus "apostoles" que estudia Jacques Maurice y que se dirian escapados de una iconografia piadosa si no se conociese la realidad ascetica de la vida de un Fermin Salvochea). A esa tradicion pertenece tambien la imagen de Pablo Iglesias, el "abuelo" de la tradicion hagiografica socialista que insiste asi sobre la imagen, benevola a la par que severa, del fundador: prueba de que el culto a los padrecitos del pueblo son menos recientes y menos exclusivos en la historia de la cultura obrera de lo que se piensa a veces... Como quiera que sea, el hecho es que estos hombres son buenos y ejemplares, aparecen como dechados de virtudes. Y esas mismas virtudes de que son ejemplo, la literatura militante las recoge y las populariza en el relato o en el poemilla para que en su combate contra la explotacion el trabajador sepa evitar tambien las trampas del vicio que la arma la burguesia: la joven y tierna hija de proletario seducida y abandonada constituye un topico del relato moralizador anarquista desde los cuentos de los anos 1880 hasta las novelitas de los anos 1930.6 Por identicas razones, pero mas concretamente acaso, el Partido Socialis- ta lanza en 1904 una gran campana destinada a conseguir, a traves del recien creado Instituto de Reformas Sociales, el cierre de los despachos de vino los domingos (iasi, por cierto, como la prohibition de las corridas de toros!). De una forma u otra, lo que aparece a traves de estos pocos ejemplos, y en particular en esa voluntad de apartarse de los peligros de la inmoralidad, es la voluntad progresiva del movimiento obrero de

4 Pedro Estreve, A los anarquistas de Espana y Cuba. Memorandum, Paterson, N. J., imp. de El

Despertar, 1900; Adolfo Posada, Socialismo y reforma social, Madrid, Fernando Fe, 1904, p. 164. Sobre este asunto de la taberna y del movimiento obrero, he tratado de presentar una primera sintesis en "Le vin du proletaire", comunicacion al Coloquio de Besangon, diciembre de 1988, cuyas actas estan en prensa.

5 Gerard Chastagnaret, Le secteur minier dans leconomie espagnole au XIXesiecle (tesis de Estado), Aix-en-Provence, Universidad, 1985, 5 t.

6 Ver Lily Litvak (ed.), El Cuento anarquista (antologia), Madrid, Taurus, 1982; Bngitte Magnien (y otros), "Le discours amoureux dans La Novela Ideat-Tristes topiques", Le Discours des groupes domines, Paris, Universite de la Sorbonne Nouvelle-Paris III, 1987. I.

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apartarse de los sitios donde ha nacido y de conseguir un lugar propio, tan necesario a su organization como a su ideologia. Desde luego, habria toda una encuesta que desarrollar sobre esa conquista progresiva de la autonomia del espacio, del local, del edificio, que afirman en el espacio social, frente a los edificios de los propietarios, la presencia institutional del movimiento obrero: ateneos obreros, casinos obreros..., surgen a finales del siglo xix, pero una etapa nueva se abre cuando se inicia el movimiento de creation de las casas del pueblo, poco estudiado hasta la fecha fuera de un trabajo apresurado de Victor Manuel Arbeloa.7 Un hito esencial en este desarrollo es entonces el nacimiento de la Casa del pueblo de Madrid, que acoge a partir de 1910 al PSOE y las organizaciones sindicales o culturales afines. Esta proyeccion en la piedra de la organization obrera no deja de tener consecuencias hasta hoy, con el agudo debate que ha opuesto no hace mucho a la UGT, las CCOO y la CNT sobre el reparto del antiguo patrimonio sindical incautado al final de la Guerra civil.

Nacida en contacto con la cultura "popular", la cultura obrera aspira a apartarse de esta y a tomar sus distancias: contra la cultura dominante, la cultura obrera afirma su presencia, pero frente a la cultura "popular", marca sus diferencias y se instala. Rechazada y marginalizada, la cultura "popular" vacilaba entre los bajos fondos de la mala vida y los grandes espacios de la errancia. Periodicamente, pero para un tiempo drasticamente limitado, se veia reconocido el derecho a ocupar la calle o la plaza; pero estaba claro que una vez acabado su tiempo, el carnaval recogeria sus bartulos para irse con la musica a otra parte. Pero el movimiento obrero repudia esa permanente provisionalidad, busca sus muebles, aspira a un hogar ya que esta hecho para durar. el local, el edificio, se convierten de este modo en conquistas sobre el tiempo.

No quiero volver aqui -aunque sea un punto esencial- sobre la voluntad de conquista del tiempo, precisamente, que a partir de 1890 se inscribe al frente de las luchas obreras, con la revindication de esos famosos "tres ocho" a traves de los cuales el proletario manifestaba su aspiration a un tiempo plenamente suyo. Pero ese tiempo personal todavia a conquistar tenia por completo un tiempo colectivo a reconquistar: apenas nace, y por el mero hecho de nacer, el movimiento obrero se piensa en la historia y, proclamando una identidad presente, busca un pasado hasta entonces ignorado. Asi es como Fernando Garrido empieza su monumental Historia de las clases trabajadoras de 1871 con estas palabras harto significativas:

Llenas estan las bibliotecas [...] de historias generates de imperios y naciones [...], pero la historia de las clases trabajadoras, de los laboriosos obreros [...] sin los cuales la humanidad no podria existir sobre la tierra, esa historia no la hemos encontrado en ninguna parte.

Esta reconstruction del pasado historico es lenta en Espana, y hay que esperar el final del siglo para que un socialista, Juan Jose Morato, trate de aplicar al caso espanol el concepto de "modos de production" de Marx.8 Pero lo esencial no esta

.1 7 Victor Manuel Arbeloa, Las Casas del pueblo (prologo de Justo Martinez Amutio), Madrid, ed.

Manana, 1977. 8 Sobre estos aspectos, ver Carlos Serrano, "Histoires ouvrieres du 19e s. espagnol: culture populaire

et culture historique", Y. R. Fonquernes-A. Esteban (eds.), Culturas populares-diferencias, divergencias, conflictos, Madrid, Casa de Velazquez-Universidad Complutense, 1986, y "Juan Jose Morato y la historia", estudio preliminar a la reedicion de las Notas para la historia de los modos de production en Espana (primera edition, Biblioteca socialista, L. Parra y M. Torres ed., Madrid, 1897) en Estudios de Historia social, n.° 26-27, 1983, III-IV, pp. 455 ss.

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ahi. Sea cual sea la orientation adoptada, el caso es que se va en busca del tiempo perdido y que, contra la historia de senores y principes, se pasa a afirmar la del esclavo, del siervo, del asalariado. Y es que solo pensandose en la historia el proletariado puede llegar a pensar tambien su liberation: el pasado es esencial, como garantia de un futuro, puesto que mostrar el origen y el desarrollo de la domination es afirmar, contra toda trascendencia, que es un producto historico y, como tal, que puede tener un termino. De esta forma, el movimiento obrero asigna un sentido al tiempo, lo orienta, le da una perspectiva. Y si esta se opone evidentemente a la del tiempo de los poderosos, tambien esta en ruptura con la de la cultura "popular", con la atemporalidad del mito y de la leyenda, o el tiempo reiterativo y siempre identico a si mismo que declina una naturaleza omnipotente, un calendario liturgico, una tradition festiva: al eterno retorno, el movimiento obrero opone la imagen aproxima- da de un posible fin de la historia, a veces enunciado en la forma de un final de los tiempos. Es dificil negar, en efecto, que existe cierta tonalidad profetica en la cultura obrera, un toque de milenarismo en la biisqueda de la Revolution o de la Huelga general. Tal militante que grita "viva el fuego purificador"9 parece reanudar gestos y comportamientos antiguos de la cultura de los "fanaticos del apocalipsis", y su denuncia de las ignominias de la Iglesia suenan como lejanos ecos de las imprecacio- nes contra la "puta de Roma" proferidos por los desheredados lanzados a la conquista de la Nueva Jerusalen: el analisis de Norman Cohn 10 es aceptable, siempre y cuando se precise que este profetismo no ha estado nunca desvinculado del reconocimiento explicito de las exigencias del presente. Nadie duda de que tal o cual militante ha sonado con el hundimiento estrepitoso del Estado, de la burguesia y de la explota- cion, que abriria paso al surgimiento de un mundo armonioso; y no faltan los proyectos de Arcadia en la literatura finisecular, mas alia incluso de las fronteras culturales del anarquismo: el Manolin -reeditado no hace mucho por el malogrado Antonio M.a Calero- de inspiration republicana, es, de hecho, una Utopia mas. " Pero el activista visionario esta hermanado con el humilde combatiente de lo cotidiano y a veces ambos se confunden en una misma figura: la Utopia se nutre de esta sustancia, asi fecundada a su vez de una carga de esperanza.

Se carece en Espana de un estudio sistematico sobre la cultura de la huelga como la llevada a cabo en Francia por Michelle Perrot. Pero cabe pocas dudas de que si en la action, en esa action compartida, los trabajadores espanoles exigen unas ventajas materiales, al mismo tiempo se fijan objetivos simbolicos. Por lo demas, el movimien- to obrero organizado ha tendido muy pronto a ritualizarse: desde el segundo certamen socialista (de 1889, pero cuyas actas se editaron en 1890), los anarquistas se dotan de un himno ("Hijos del pueblo que oprimen cadenas...", por cierto compuesto al parecer por un militante socialista, Carratala Ramos), reivindican una bandera -que es todavia a esas alturas la bandera roja. Socialistas y anarquistas comparten por otra parte un mismo calendario de la revolution, con sus fechas de solemnidad, aniversa- rio de la Comuna, el 1 1 de noviembre (en que se conmemora la ejecucion de los "martires" de Chicago en 1887) o el 1.° de Mayo.

Simbolos, estructuracion del tiempo, construction del espacio, una serie de rasgos esenciales surgen asi para contribuir a definir una cultura obrera que rompe a la vez

9 "iFuego!", El Esclavo (Tampa, Fla.), n.° 55, 26 de junio de 1897. 10 Norman Cohn, Les Fanatiques de I' Apocalypse, Paris, Payot, 1983. 11 Antonio Maria Calero (ed.), Esteban Beltran, Socialismo agricola. Segunda parte de Manolin

(leyenda popular), Madrid, Editora Nacional, 1979. I. This content downloaded from 147.8.31.43 on Sun, 29 Sep 2013 22:58:14 PM

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con la(s) cultura(s) dominante(s) y con la(s) cultura(s) "populates)" tradicionales, y que trata de configurar una clase obrera bien diferenciada ya de un Pueblo sin perfiles definidos. Para lograr estos fines, la produccion cultural del movimiento obrero tiende entonces a dotarse de sus propios aparatos de produccion y difusion, primero una prensa, ediciones luego, sus conjuntos artisticos en fin: los orfeones destinados a amenizar una reunion, pero tambien a tocar la miisica del himno partidario, son una pieza principal de este dispositivo, en el que caben tambien las compaiiias teatrales, como la Compania de declamation del anarquista Cortiella, o la Agrupacion artisti- co-socialista del PSOE, que nace a finales del siglo pasado y cuyo objetivo declarado era, segiin el reglamento de 1909,

despertar en la clase trabajadora la aficion a las bellas artes [...], y procurar dar a estas una direction marcada hacia lo que deben ser en el porvenir, una vez establecida la igualdad economical2

Sin embargo, cuando el movimiento obrero trata de representarse a si mismo, o cuando se describe mediante un poeta espontaneo o un profesional de la literatura militante, estas mismas aristas bien marcadas que dibujan su perfil tienden a esfuminarse. Anarquistas y socialistas son solidarios desde este punto de vista, y el vocabulario que usan los acerca los unos a los otros: en el poema, la parabola, el relato, el "trabajador consciente" del discurso teorico desaparece para dejar surgir en su lugar al "pobre", al "siervo", al "esclavo", al "paria", enfrentados a un mundo de "ricos" o de "seiiores". Renace asi todo un vocabulario tradicional, que me parece ser la contrapartida del enfoque historico adoptado. Cada uno, siervo, esclavo o asalaria- do, esta teoricamente situado en un momento preciso de la historia, pero afectivamen- te es visto como la encarnacion transitoria de una esencia comun, esa explotacion cuya permanente identidad en el tiempo era tanto mas facil de promulgar en Espana cuanto que el escaso desarrollo industrial excluia la presencia de un abundante proletariado fabril. Esa negation paradojica de la historia, expresada en nombre del devenir historico, reaparece en otras ocasiones, como en la elision sistematica, en la literatura militante, de toda referencia al presente, de toda evocation de las luchas concretas. En esta literatura, se suele preferir lo general, la abstraction -con su expresion privilegiada, la alegoria- o el drama personal: la mas veces es en su honor donde el protagonista del teatro obrero o de la novelita militante de 1900 se siente herido.

Su propia logica llevaba al movimiento obrero hacia semejante literatura. Sin embargo, no la forjaba solo; antes bien, iba a buscar los moldes retoricos y formales en su entorno cultural inmediato. 6No dominan entonces todavia los escenarios Echegaray, el Dicenta de Juan Jose! 6No impera la zarzuela que, a la hora de mostrarse "social", saca a escena, con La Verbena de la paloma, los celos del trabajador honrado frente al viejo rico? Los militantes, cuando se ponen a escribir, se inspiran de esta cultura que les rodea, quieranlo o no. Pero, de hecho, parecen quererlo.

La prensa socialista o anarquista, cada una a su manera y con sus preferencias, divulga una cultura literaria, espaiiola o extranjera, cuyo inventario sistematico queda por establecer pero sobre la cual se tienen ya diversas informaciones. Al lado de los

.1 12 Citado por Pascal Deloris, "El centro cultural de la calle de Piamonte: la Casa del Pueblo de Madrid" (memoire de maitrise), Universite de Tours (dir. J. L. Guerena), 1982.

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Agrupacidn socialista de Villargordo del Jucar 1920

escritos de los padres fundadores (Marx, Bakunin, Kropotkin...), se hallan con frecuencia fragmentos de un fondo cultural comun que va de Heine (pocas veces utilizado) a Victor Hugo (mucho mas frecuente), los naturalistas franceses (Zola, Maupassant...), el teatro simbolista (Ibsen), Tolstoy evidentemente... En este conjunto, no abundan los autores espaiioles y, cuando aparecen, son a menudo autores de segunda fila, como Sinesio Delgado, verdadera mina literaria (6?) para la prensa obrerista. En terminos generales, y para referirse a una literatura de mayores vuelos, no parece que para la prensa obrera hubiera existido nadie o casi nadie antes de Galdos: desde este punto de vista el opiisculo de Jose Martinez Ruiz, Literatura anarquista, aparece como una exception al reivindicar una serie de autores del pasado. Esta presencia masiva de autores extranjeros -cuyo numero tiende sin embargo a disminuir despues de 1898 en los extraordinarios que anualmente edita El Socialista para el 1.° de Mayo, ejemplo-tipo de un modo peculiar de difusion cultural-13 traduce mas una necesidad que una voluntad: la cultura obrera espanola parece utilizar abundantemente la prensa obrera extranjera y, en muchos casos, tomar prestadas sus referencias. Si ulteriores investigaciones confirmasen el hecho, podria verse en esto una manifestation mas de lo que me parece un rasgo esencial de esta literatura obrera militante: su dependencia.

La invention, la innovation, formal o tematica, cuentan menos aqui que la reproduction o la difusion de modelos establecidos por la cultura, en completa _

13 Carlos Serrano, "El Socialista ante el Primero de mayo", Estudios de Historia social, n.° 38-39, 1986, III-IV. L

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ruptura con las referencias a la cultura "popular". La prensa militante no dice nada sobre los romances de ciegos, sobre las canciones o la miisica traditional, sobre ese flamenco que sin embargo esta produciendo un genero intimamente ligado al trabajo como es la minera -siempre dolorosa, a menudo rebelde, casi nunca militante-, sobre las representaciones de titeres. Mas sintomatico aiin, esta misma prensa permanece muda en todo lo referente a fiestas, romerias y demas manifestaciones tradicionales, por no hablar de las corridas de toros que denuncia. Los escritores que editan en las paginas de estos periodicos utilizan las formas rebuscadas de un metrica culta, las delicias de los versos de arte mayor.14 El esfuerzo cultural y literario va dirigido principalmente a apropiarse todos estos elementos cultos, para ponerlos al alcance de las capas mas populares, y nadie parece sonar entonces realmente en la constitution de una cultura obrera radicalmente nueva, forjada con elementos propios y que saldria armada del muslo de un Jupiter proletario. Al contrario, hay como una obsesion de mimetismo en esta voluntad cultural obrera, que, por cierto, no es ningiin fenomeno propiamente espanol. Jacques Ranciere invita a interrogate sobre el sentido que conviene dar, metodologicamente, a esa idea de que el mundo obrero deberia reivindicar un universo cultural propio cuando en realidad todo muestra que trata principalmente de apoderarse del entorno cultural del momento. En el preambu- lo a su libro La Nuit des proletaries, Ranciere se pregunta entonces:

Qu'est-ce qui est en jeu dans l'etrange tentative de reconstruire le monde autour d'un centre que ses occupants ne songent qu'a fuir?15

Como quiera que sea, esta claro que lo que se escribe o se lee en medios obreros a finales del siglo pasado no esta protegido por no se sabe bien que linea de demarcation ideal. Muy por lo contrario, los inventarios de bibliotecas obreras muestran un arraigo en la cultura media del momento. La de la Sociedad de ebanistas de Madrid incluye unos 400 titulos en 1912-1913, pero solo 92 de los mismos han sido prestados aquel ano: la mitad de estos ultimos esta constituida por relatos de fiction (desde el Quijote o las Mil y una noches hasta Galdos, Dicenta, Ciges Aparicio -el mas frecuente pedido- en cuanto a los espanoles; Dumas, Daudet, Eugene Sue y sobre todo Zola para lo que a extranjeros se refiere); la otra mitad la componen libros de literatura cientifica o tecnica, de filosofia o de historia. 16 Unos veinte anos antes, en 1893, la biblioteca del Ateneo obrero barcelones, con sus 846 volumenes, ofrecia un fondo politico todavia dominado por el pensamiento progresista decimononico (de Garrido a Proudhon, de Lammenais a Castelar), una abundante literatura historica, pocas obras de fiction o de creation literaria. A la inversa, la Biblioteca circulante del Ateneo obrero de Gijon, que cuenta con 2.283 titulos en 1917, presenta un panorama politico completamente renovado, que va de Marx a los teoricos anarquistas, de Nietzsche a Joaquin Costa, una mayoria de obras de creation literaria, desde los

J 14 Sobre este gusto por las formas cultas en la retorica militante, vease lo que escribe Juan Diaz del

Moral en su clasica Historia de las agitaciones campesinas andaluzas, Madrid, Alianza, 1969, p. 223: "Los grupos literarios de los campesinos cordobeses siguen siempre iguales rumbos: les entusiasma el estilo apasionado y altisonante, saturado de imagenes [...] y sobre todo las palabras nuevas para ellos, los vocablos raros y, por lo tanto, preciosos, no usados en el lenguaje corriente. iLos manes de Lucano y de Gongioea siguen recibiendo culto en la campina!"

15 Jacques Ranciere, La Nuit des proletaires (archives du reve ouvner), Pans, Fayard, 1981 p. 11. 16 Luis Monguio, "Una biblioteca obrera madnlena en 1912-1913 , Bulletin Hispanique, t. LXXVII,

n.° 1-2 (enero-junio de 1975).

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clasicos hasta Balzac, la integralidad de las obras de los novelistas espaiioles de la Restauracion, todo lo que Unamuno llevaba publicado para aquella fecha... Mas alia de posibles diferencias locales o regionales, estos pocos inventarios que han sobrevivi- do al paso de los tiempos parecen dibujar una cronologia y apuntan a un cambio posible en el mundo cultural obrero, que se iria modernizando, sin cambiar por lo mismo de naturaleza fundamental: en 1893, en 1912 o en 1917 lo que estas bibliotecas ofrecen es un surtido de la cultura libresca circundante, y habra que esperar los afios 30 para que un autentico cambio se produzca en este terreno. De momento, la cultura asi vehiculada no pasa de ser mas que una derivation peculiar de lo que Jose Carlos Mainer ha calificado acertadamente de "cultura democratica" mas que principalmente obrera, que se alimenta ampliamente de las lecturas de la pequena burguesia. En esta linea de interpretation, el mismo J. C. Mainer ofrece un ejemplo muy ilustrativo de las ambigiiedades de esta orientation que quisiera a la vez recuperar las obras pero preservarse de la ideologia explicita de sus autores: asi es como la Revista socialista pone en guardia a sus lectores de 1904 de esta forma:

Las novelas de Blasco [Ibanez] deben leerse siempre, y El Pueblo [el periodico de Blasco, C. S.] no debe leerse nunca.17

Esta dependencia frente a una cultura exterior se traduce, en otro piano, por la excepcional longetividad de las formas esteticas cuando entran en el circuito de la cultura obrera: los derivados del naturalismo afloran en los relatos de la prensa militante mucho tiempo despues que el naturalismo haya dejado de ser la escuela dominante en la production novelesca habitual; del mismo modo, la formula de la "novela breve", cuyo apogeo se situa generalmente en el primer cuarto del siglo xx, conoce un brillante rebrote que dura hasta la Guerra civil, con La Novela Ideal animada por Federico Urales. Este retraso estetico se debe en gran parte a la ausencia de reales escritores del movimiento obrero. Durante tiempo, este ha tenido unos profesionales de la escritura (A. Ortiz, Melia, Morato... para los socialistas; Lorenzo, Montseny, Corominas... para los anarquistas), que reparten su tiempo entre la actividad militante, la propaganda y la creation literaria propiamente dicha. En realidad, su esfuerzo parece estribar sobre todo en la tentativa de divulgar entre el pueblo y los medios obreros las formulas mas establecidas de la literatura contempo- ranea, siempre y cuando sea posible asignarle un contenido critico.

Se puede objetar, con razon, a la description que acabo de hacer que toda cultura literaria o artistica concierne solo a unos grupos minoritarios de militantes cultos, lectores, y que, por otra parte, la cultura obrera vivida debia acercarse mas a la cultura "popular" de lo dicho hasta ahora. Es probable, en particular, que el obrero participara en las diversas manifestaciones de la cultura tradicional a la que, localmente por lo menos, trataba de recuperar para sus propios fines: en su mencionada obra, Gerard Chastagnaret muestra los conflictos que surgen en torno a las fiestas tradicionales -romeria, corridas...- en un pueblo minero como Linares, donde patronos y obreros pugnan por orientar a su guisa el contenido de la feria local; asi mismo, una fiesta tan tradicional como el carnaval es el objeto de manipulaciones y

17 Jose Carlos Mainer, "Notas sobre la lectura obrera en Espana, 1890-1930", trabajo que, editado inicialmente en 1977, ha sido recogido y muy ampliado en La Doma de la quimera (ensayos sobre nacionalismo y cultura en Espana), Barcelona, Universidad Autonoma, Escola Universitaria de traductors i interprets, 1988. J. C. Mainer es tambien quien ofrece los datos sobre las dos bibliotecas obreras antes mencionadas. I.

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recuperaciones diversas en La Coruna como bien muestran Gerard Brey y Serge Salaiin. 18 Pero nada de esto impide que la cultura "culta" de los militantes progrese con el siglo y vaya ganando un piiblico cada vez mas amplio, sobre todo cuando un significativo retroceso del analfabetismo permita una autentica explosion de la lectura obrera, de que son testimonio las tiradas, excepcionales, de los fasciculos de La Novela Ideal 19

Hace ya unos anos, Maurice Molho trataba de definir lo que a sus ojos constituia la especificidad de la cultura "popular", e insistia en su dimension funcional, esto es, sobre su vinculo organico con "la funcion misma del pueblo, que es el trabajo" (traduzco yo, C. S.). Coherente en esta linea, y reivindicando cierto "radicalismo", Molho no queria considerar como "popular" mas que la literatura que "emana del pueblo", siendo este a la vez "emisor y receptor de su propio mensaje". Pero la practica cultural parece mostrar que la literatura obrera no asume realmente esa funcionalidad y que se nutre de otras fuentes que de si misma: iHabria, pues, en nombre del "radicalismo", que excluirla de la literatura de "los grupos subalternos e instrumentales" que, en la linea de los escritos de Gramsci, Maurice Molho define como constitutivos del "pueblo"? Me parece que muy por lo contrario esta voluntad de acceder a la cultura que demuestra la cultura obrera es uno de sus rasgos especificos mas patentes, asi como, por lo demas, su marcada tendencia a cantar otra cosa que el trabajo. Jacques Ranciere, en otro trabajo reciente, tiene a este proposito una hermosa formula:

L'univers des militants ouvriers, c'est un univers d'heliotropes, tournees vers un soleil qui est celui de la culture des autres.20

Esto me sugiere un ultimo tipo de observation. En una sociedad marcada por la division social del trabajo, se afirma periodicamente la Utopia contestataria -o, por lo menos, lo que a mi me parece ser tal- de la palabra espontanea y de la creation liberada: desde este punto de vista, no puede haber sorpresa en el hecho de que sean los anarquistas los que, en Espafia, se dejaron mas facilmente llevar por el ensueno del relato o del poema militante. Pero entre esas miles de paginas asi escritas, icuantas siguen siendo legibles hoy de otro modo que como testimonio de una gigantesca sed de cultura? Al fin y al cabo, la cultura obrera, en su esfuerzo por escapar a los moldes de la cultura "popular", al ghetto cultural en el que se pretendia encerrarla, acabaria por descubrir que necesitaba a sus "intelectuales", a unos profesionales de la cultura. Este acercamiento entre unos y otros se realizara en Espafia, pero de una forma bastante paradojica. Antes de reunirse bajo las banderas de la escritura militante, muchos escritores espafioles habian redescubierto, en efecto, la cultura "popular", esa misma cultura "popular" de la que el movimiento obrero habia querido apartarse a toda costa: baste recordar ahora todo lo que las obras de Lorca, de Valle-Inclan o de Rafael Alberti deben a la poesia o incluso a la lengua popular, a la tradition de la

.1 18 Gerard Brey y Serge Salaun, "Los avatares de una fiesta popular: el carnaval de La Coruna en el

siglo xix". (En breve sera publicado por Historia Social). 19 Carlos Serrano, Relato breve y literatura militante: en torno a La Novela Ideal , Y. K.

Fonquernes-A. Egido (eds.), Formas breves del relato, Madrid-Zaragoza, Casa de Velazquez-Universidad de Zaragoza, 1986.

20 Maurice Molho, "Sur le concept de 'populaire' dans la litterature espagnole", Melanges de la Casa de Velazquez, t. X (1974); Jacques Ranciere, "La maladie des heliotropes-Notes sur la 'pensee ouvriere'", Ethnologie francaise, XIV, 1984, 2.

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farsa o del retablo de titeres. "Haciamos pequenos teatros, teniamos un guinol", cuenta Rafael Alberti, rememorando la campana electoral del Frente Popular. 21 Por un extrano vuelco de las cosas, algunos de estos escritores, cuando se comprometan al lado del movimiento obrero, le llevarian entonces a modo de dote la lection estetica asi aprendida y procurarian fundamentar su creation militante en esas tradiciones renovadas. Surgiria entonces un proyecto cultural nuevo, intimamente ligado a un clima politico y social especifico, que parecia implicar toda una nueva conception de la relation entre "pueblo", "clase obrera" e "intelectuales": de hecho se trataba de una etapa historica distinta, acaso de otra historia, seguramente de una autentica ruptura con la tradition cultural obrera de principios de este siglo.

21 Rafael Alberti, "Octubre del 34 en la poesia", Estudios de Historia social, n.° 31, 1984, octubre-diciembre. I.

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