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Cultura regional · dad de las comidas comarcanas. ... «Dos Generacíones ... están dando luces sobre el pasado para poder dar respuestas al presente

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Tema central

Cultura regional

Universidad Autónoma 5

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Ensayo

La creación cultural en CaldasVivimos el Mejor Momento de su Inteligencia *

Otto Morales Benüez

Para situar lo que encarnamos en el panoramacultural colombiano y del continente, debemosrevisar varios matices, de los que se derivanmuchos otros, que nos acompañarán en esta trave-sía de meditación. Se menciona la primera gene-ración, como la que se integró con la «RevistaNueva», en 1904. Pero creo que antes es indis-pensable examinar varios sectores: el primero, elde la tradición oral. Alrededor del fogón se formóla gran categoría de intelectuales antioqueños.Nosotros de allá descendemos primordialmente.De ese interés por conservar la memoria colecti-va. De darle permanencia a lo que al campesino,al arriero, al trotamundos, al aventurero le fueocurriendo, como aporte a la síntesis de los días dela batalla del hombre. Debemos de intentar unalectura minuciosa de lo poco que queda todavía

* El presente escrito forma parte de un ensayo másamplio leídopor su autor en el teatroLos Fundadoresde Manizales, el 21 de marzo de 1993, durante larealización de los Juegos Florales, en los cualesactúa comoMantenedor. En laprimera parte hace unrecuento histórico-cultural de Caldas. El texto fuecedido por el autor especialmente para la revistaánfora.

sin análisis: allí está una concepción jurídica,pero, igualmente, 10 que entrañó su juicio delambiente que querían construir; lo que se propo-nían como ciudadanos pobres de un Estado quepoco les colaboraba en sus empeños; el combatesocial con compañías de poderosos tentáculos.Ello es válido para los otros sectores del GranCaldas. En Marrnato, verbigracia, tenemos vivala historia de las minas; sus relaciones con elimperialismo inglés; los enclaves negros quetanto han contribuído a la vida del occidente; lasleyendas, las fantasías, los endriago s de amor ylas grandes, amplísimas contribuciones a la varie-dad de las comidas comarcanas.

Otro sector que habría que analizar, serían losmaestros. Fueron centro de la civilidad local.Informaban de los más disímiles derroteros cultu-

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raIes. Sin sus enseñanzas académicas y de con-ducta personal y colectiva, es imposible explicar-se que, sin conseguir la categoría de departamento,-a pesar de que Rafael Uribe Uribe' propuso sucreación en 1886 y por cierto no se le ha rendidoningún reconocimiento por ser liberal- ya estuvie-ron organizándose por estos lados centros dediscusión literaria. Volviendo a la «RevistaNueva», allí estaban agrupados .novelistas, poe-tas, científicos, historiadores, doblados de hom-bres políticos.

En la que llaman la segunda generación -que parami sería la tercera o quizás la cuarta- el «CírculoBergerac» los aglutina. Editan la revista «Moti-vos» en 1917. Están quienes en el periodismo, elhumor, otra vez la poesía, y las pesquisas críticas,le han dado nombradía de grandeza a la inteligen-cia caldense. La cuarta o quinta, sería la de losgreca latinos. Aparecen varios movimientos queaún no tienen clasificación numérica. «LosMilenios», como lo dice Remando Salazar Patiñoen su admirable página de crítica literaria, «DosGeneracíones»" tenían «acendrado medioe-valismo intelectual. .. catolicismo intransigente yteologismo laico». Se nos vuelve a presentar elproblema religioso. Es aspecto que hay queescudriñar, sin que se enciendan voces de conde-na y de reprobación de los levitas. Matiz extrañí-

ttCaldas sólo ahoraprincipia a darsecuenta de lo que hasignificado la divisióndel departamento.

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simo, al cual he querido agregar antecedentes estanoche, que demanda un pulso firme para juzgartanto poder de contradicción entre los arrebatosmísticos y las dulzuras paganas. Esta dicotomíasingulariza la posición mental caldense. Losparticipantes de la Revista «Siglo 20», están enmedio del torbellino: los conflictos sociales quese evidencian en la vida colombiana; la miseriaque grita sus pavorosos dolores colectivos; laguerrilla que inclusive vuelve víctimas a variosseres de la cultura, del deporte, de la juventud deeste departamento. Que se apasionan por lasoleada gracia de la revolución intransigente: elChé Guevara haciéndoles guiños desde la picar-día de sus ojos de visionario continental. Lamúsica que los sacudía con otros ritmos; el teatroy la novela norteamericana, son ingredientes quelos influyen y proyectan. Escritores, ejerciendode profesores, se inclinan por valorar lo america-no, su realidad y sus incertidumbres. Naturalmen-te, al entrar a especificar qué es Indoamérica,toman la piel de nuestro propio contorno. Otrosson los que se llaman la nueva izquierda y obranrigurosos en clasificar la categoría de los valores .culturales.

Otros elementos integrados de lo que es Caldasculturalmente

Mientras se van delineando estos sectores de lavida intelectual, tenemos que reconocer que sehan acelerado varias circunstancias que han favo-recido el enriquecimiento de la producción crea-dora de Caldas. El hecho de que el mestizaje seacentuara en las investigaciones generales deIndoamérica, y que, en Caldas, se comprendieraéste con particular empeño de acierto para desta-car la unidad de aquella, fue entregando nuevosrecursos y' noticias para la valoración crítica,"Irrumpe la que he llamado «la generación de lasidentidades», en la que se hizo apreciable quetenía una peculiar manera de contemplar la exis-tencia, los temas históricos de la región, buscandorescatar la memoria de los pueblos, y deseandomezclar su creación con los derroteros de lasciencias humanas. Muchos han contribuído a

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fortalecer con sus criterios los «Encuentros de laPalabra», en Riosucio,"

Se han presentado sucesos históricos que nos hanasaltado y nos han llevado a la perplejidad. Cal-das sólo ahora principia a darse cuenta de lo queha significado la división del departamento. Ha-bíamos tenido mala educación al afmnar queaquí, en este centro, en esta ciudad excepcionalque es Manizales, -lo cual hay que pregonarlo,remarcarlo y reclamarlo sin sonrojo- contábamoscon unas calidades mentales que eran insupera-bles. Ello nos hizo vacilar, porque .detuvo laasimilación del golpe que sufríamos. Quizáscitando a Ernesto Sábato tengamos comprensióncercana a lo que nos aconteció: «Así como hay unegoísmo individual, existe un egoísmo de lospueblos, que con frecuencia se confunde con elpatriotismo. Y así como el individuo puedeacceder a la suprema categoría de persona ven-ciendo a sus insaciables apetitos, los países pue-den alcanzar esa categoría de nación que implicay respeta la categoría de humanidad; no de unahumanidad en abstracto, como postulaba ciertogénero de humanismo renacentista, sino laconstituída por la coexistencia de naciones dediferente color, credo y condición; no la abstractaidentidad,sinosudialéctica integración,delmismomodo que los instrumentos forman una orquestaprecisamente porque son distintos. y es en laescuela donde debe prepararse al niño para esadifícil pero no imposible doctrina, enseñando averno sólonuestrasvirtudessinonuestrosdefectos,y a advertir no únicamente las precariedades delos otros pueblos sino también sus grandezas».'

El caso escueto es que perdimos poder político.Hoy da igual que opine o se calle Caldas en elenfrentamiento de las circunstancias nacionales.No se tiene en cuenta en la composición degabinetes, direcciones nacionales, jerarquías ad-ministrativas en el café, o en otros centros dedecisión. No somos el primer productor delgrano, que nos daba una categoría que es innece-sario desconocer. Nuestros epígonos, rebajaronsuspreeminencias. Esa es la escueta y nomencio-

"Estas universidadesnuestras, están trans-formando el caráctermental de los caldenses.

"nada verdad, lo que afecta, sin dudas, la primacíaen los sectores culturales. Son quizás sutilezas,pero son las evidencias que nos golpean conrudeza. Con melancolía evoco cómo cuando sepropuso el despedazamiento de Caldas, aquí sedecía que lo esencial era conservar las buenasrelaciones para asegurar mercados para la inci-piente industrialización, que en esa época se re-saltaba.

La universidad nos llegó tardíamente. Cuandootras regiones la tenían consolidada, aquí andába-mos como sucedáneos de otros centros pedagógi-cos. No hay que desdeñar que quien hizo elprimer lanzamiento de la propuesta, fue un hom-bre de la entraña popular, comprometido con susluchas colectivas y que no había salido de ningúnclaustro. Esta historia hay que redimida. Comoigualmente un gobernador popular, de un pueblomuy cercano,le dio el impulso y tuvo convicciónde su urgencia Lo real, para orgullo de todos, esque han crecido los claustros. Esto aún no 10queremos destacar al confrontar lo positivo y lascarencias culturales. Ganamos en densidad. Sehan despertado varios centros de interés científi-co. Se han formado profesionales que ya andandandolecciones en las aulas mayores de la patria;dirigiendo las revistas más importantes; escri-biendo, quizás con menos primores estéticos,

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pero con mayor identidad con el pensamientocontemporáneo. Estas universidades nuestras,están transformando el carácter mental de loscaldenses.

En el teatro, hemos impulsado el movimiento anivel nacional, Cuando aquí se lanzó la iniciativa,se produjo expectativa en la república. Se impusouna agitación en el teatro universitario. Másadelante en las diversas modalidades de éste: eldel absurdo, el de la espontaneidad, el de laparticipación de los asistentes. Se consolidó unmovimiento teatral que ya es patrimonio de lacultural nacional. Teníamos un antecedente: elde Manuelucho, nuestro célebre titiritero popular.Era un ser humilde, asistido de sus muñecos queparece le regaló Casola cuando estuvo por nues-tras laderas. Manuelucho se instala con su arte en1914 proclamando que era «La mera astillaremediana». Esta es la que debemos volver atomar para armar la arquitectura del teatro nacio-nal, que espectacularmente dirigen con solvenciamanizaleños que vienen de estirpe de artistas.Debemos invocar a los curas Mafafo y Asmita,que lo acompañaron siempre, y que eran «cléri-gos rurales, ingenuos y bondadosos». Lo mismoque a la Chupamuertos, a Lucifer y Belcebú,María Natilla, Juaniquillo, don Absalón, Matilda,los hermanos Tarugo y Matraca López, «todospersonajes que revelan la manera de ser un pue-blo, sus costumbres y su lenguaje», como loseñala Beatriz Helena Robledo". Asistimos a unasucesión cultural, porque la inteligencia no dasaltos. Se apoya en esos recursos populares, quevan dando las líneas de dónde está la identidad deun pueblo.

Estamos en la mejor época cultural

Estas ligerísimas observaciones, que leo por invi-tación de la Alcaldía de la ciudad y del «Centrode Escritores» que presiden dos exploradores decaminos culturales: OrIando Sierra y el Dr. BonelPatiño Noreña, me permiten hacer una afirmacióncontundente: Caldas, el Gran Caldas, funcionan-do la integración cultural sin mezquindades, está

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"Tenemos los filósofosmás consagrados delpaís. En la actualidad,los mejores libros dememorias son decaldenses ... "

en el mejor instante de la creación intelectual.Tenemos los filósofos más consagrados del país.En la actualidad, fuera del expresidente CarlosLleras que publica su «Crónica de mi propiavida», los mejores libros de memorias son decaldenses: Jorge Gartner de la Cuesta, FranciscoJosé Ocampo y Hemán Jaramillo Ocampo. Loshumoristas conservan la gracia para desacralizarlas solemnes posturas, que nos han entregadotanto daño en el desenvolvimiento de lasinterrelaciones sociales y culturales. Los pinto-res, los escultores, gozan de renombre nacional,Varios, por encerrarse entre estas cómplices mon-tañas, no han alcanzado la nombradía que mere-census nombres y su obra. Los historiadores hanrecibido premios en México o reconocimientosuniversitarios en Rusia. Regresan, humildemen-te, sin alardes «centroeuropeístas» a trabajar losepisodios y los personajes con los cuales hemosido afirmando la grandeza regional. A ellos lesdebemos demasiadas denuncias del pretérito, queantes ni siquiera habíamos contemplado dentrodel avance integrador del departamento. Nosestán dando luces sobre el pasado para poder darrespuestas al presente. Otros han verificado laraíz de nuestra medicina a través de la popular; ohan analizado la guadua como integradora de lavida colecti va; o han comprobado cómo ha sido laformación universitaria en Colombia. Algunos le

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han querido dar contenido económico y social a lacolonización, pues no puede quedarse ese aconte-cimiento, el más caudaloso desde el punto de vistade la movilización de masas después de la inde-pendencia, en un relato episódico de aventuras delhacha, de la mujer abnegada y del perro fiel.Realmente, es una revolución en los criterios decontrolar la tierra.

Los escritores actuales, jóvenes en el brío y reso-lución para afrontar las demandas académicas, seequipan en universidades prestigiosas de EstadosUnidos. Con sus experiencias y su erudición,comparten los desvelos comunitarios. Las facul-tades de las universidades, están graduando pro-fesionales que se dedican, devotamente, a laexploración de lo inmediato del Gran Caldas.Andan cercade lo telúrico y de lo más apremianteen los interrogantes de Colombia. Ejercen supoder mental al denunciar la propia ardentía hu-mana. No sé por qué persisten voces agoreras queafirman que sufrimos de mermas mentales. Resa-bios del propio afán por tener mejor porvenir. Esoes lo único que explica esas continuas invitacio-nes al silencio y a la condena de lo que nos debeenorgullecer.

Pero es bueno repasar nombres de alta categoríaen la escritura de los asuntos económicos. Hijos

"¿En qué otra época,Caldaspuede presentaruna lista tan amplia denovelistas y cuentistas?Sólo ahora.Igual aseveración sepuede hacer en lapoesía. "

son de la ciudad y en ella se formaron. Desde lasmás altas tribunas orientadoras de la moneda, hancomunicado sus principios que siguen marcandorutas al pensamiento nacional. Hay lingüistas quetienen ya una densa obra, poderosamente dinámi-ca en los menesteres del ordenamiento del valor ycontenido de las palabras. Que están vinculadosa publicaciones tan densas en el mundo científicocomo el «Atlas Lingüístico etnográfico colom-biano», del Instituto Caro y Cuervo, que se juzgaejemplar en el mundo. O estudiosos que handiscriminado el idioma peculiar en un fabuladorcomo Tomás Carrasquilla y que han recibido elpremio nacional por su contribución insuperable.¿En qué otra época, Caldas puede presentar unalista tan amplia de novelistas y cuentistas que vandesde las sutilezas de la interioridad, de la recrea-ción de las aldeas y de los caminos, hasta lacomplejidad de la ciudad? Sólo ahora. Igualaseveración se puede hacer en la poesía. Antesnos quejábamos de que eran pocos los poetas y sinaliento de permanencia en su riqueza lírica. Hoy,mujeres y hombres, en palabras de «mágicoconjuro» revelan su universo lírico. Poetas que,además de su propia creación, traducen los gran-des musagetas del griego, del latín, del francés.Ensayistas que se aprecian en el país y en elextranjero, disertan con destreza y rica erudiciónsobre los textos que caen bajo la mirada de suhondura crítica. Contamos con periodistas, tantoayer, como hoy, proyectados hacia el porvenir,que cuentan con las virtudes de escribir una prosaennoblecida por la estirpe de la cultura que admi-nistran y reparten. Folcloristas nuestros son cita-dos nacional e intemacionalmente por variosfactores: por sus libros llenos de sabiduría en elescrutinio popular; por las realizaciones en lacreación de lo auténtico en danzas, cantos y rit-mos comarcanos. Prosistas y poetas que vuelvenlas miradas de penetración lírica hacia la infancia.Humanistas de densidad en la diversidad de losgéneros que utilizan: poesía, ensayistas de medi-taciones severas, traductores de cantores que handeslumbrado el panorama mundial. Igualmentehemos contado, y aún muestran su gracia humanae intelectual para contar lo que es la historia local,

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en personajes o en sucesos y van ampliando elcírculo de las preocupaciones acerca de la región.Profesores de varias ramas que ordenan, metódi-ca y científicamente la tradición intelectual, so-cial, política y señalan los rumbos del futuro. Sonescritores que tienen el sentido del valor fecundantede los zumos de la tierra y de su importancia sobrelos hombres que tratan de usufructuaria, engran-decerla y volverla noble estímulo para campesi-nos eruditos en las artes virgilianas de su destino.

Entonces, pregunto, ¿no estamos en el más altositial de un acontecimiento cultural como el delGran Caldas? Contamos con una merma y esa esla que con vierte esa espléndida nómina de creado-res, en seres casi viviendo en el anonimato: lafalta de crítica, para develar la densidad de quie-nes nos enorgullecen. Estamos padeciendo miopíaen el juicio valorativo. No alcanzamosautoconciencia de lo que somos y no estamoshaciendo ningún esfuerzo por adquirirla. Deindividualidades cerradas, colocadas en la cúspi-de, hemos caminado hacia una larga lista denombres que mueven los amplios círculos y varie-dad de obras de la comunidad. No están afiliadosa unos cánones estrictos de la estética de hacealgunos años, sino que su búsqueda se confundecon la urgencia de escudriñar y relievar los funda-mentos sociales de la vida de su pueblo. Rebasanlos límites del individuo absorto. Están compro-metidos con la materia humana de su región y conlas preocupaciones que atraviesan el alma con-temporánea. En vez de solazarse en la evocaciónde culturas ajenas a nuestra circunstancia -a pesarde que se conozcan- se entusiasman con puntua-lizar lo que limita su propia vida y la de lacolectividad. Es otro enfoque. La historia no essólo la que crean y reparten los grandes paísesimperialistas. Es, también, la que nos sucede adiario. Son generaciones que se han visto antesucesos de la mayor significación: la presencia dela narrativa indoamericana como incitadora de lade los continentes de donde tradicionalmente nosenviaban las reglas y los signos producidos por lavanguardia poética. Han aceptado que el saber delo nacional y lo autóctono, es lo que está marcan-

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do ampliamente la reconocida creación intelec-tual en el universo. Los escritores caldenses seestán interrogando sobre su propia experiencia,partiendo de lo circunstancial que modela susexistencias. Pero ello sin resabio provinciano, nilimitación comarcana. Ya advirtieron que se creacon igual sentido en profundidad y riqueza, si setoma lo propio con densidad conceptual y noblezaexpresiva.

No hemos ejercitado el potencial de la crítica,como fuente de creación y de revelación. No se hahecho un frente mental para disciplinamos en eljuicio de lo nuestro. Es un defecto que viene deque la palabra pública ha tenido restricciones.Todavía se quiere ejercer vigilancia sobre la inte-ligencia. Así, naturalmente, lo que engendramoses la falta de credibilidad. No puede hacerse siaún persisten las tendencias pesimistas que frenansu capacidad de irradiación. Durante años se hacreído que algunos pocos tienen el monopolio dela verdad. Es un defecto de la educación recibiday que he tratado de denunciar, en sus límitesrestritivos, que nos afecta, en forma defmitiva.No desconozcamos lo que decía el crítico: «eldescreído se autoexcluye; niega pero no se sientenegado». La obligación es despertar la convicciónreal de lo que representamos. No seguir dando

"Los escritores caldensesse están interrogandosobre su propia expe-riencia, partiendo de locircunstancial quemodela sus existencias,sin resabio provinciano,ni limitación comarcana.

"

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vueltas sobre fantasmas que pesan sobre la vidacultural, deteniéndola. Que nadie pueda sentirseen la zona de la marginalidad intelectual. Quecada uno sopese la obligación de regresar sobrenuestra historia y el porvenir. En un libro quepubliqué hace pocos años, «Cátedra Caldease»,'marqué, sin ningún afán magistral, varios temasque deberían ser permanente indagación. Cumplícon ese deber y pensé con Paul Valery quien dijoque «la misión del marinero no es llegar, espartir». Allí quedan las rutas. Cada uno las puedetomar para rectificarlas y avanzar hasta el puertode la claridad intelectual.

Directrices hacia el futuro:

Para terminar, me permitiría someter algunasdirectrices hacia el futuro:

Primera: Es indispensable hacer un examenintegral de los grupos, factores y bizarrías espiri-tuales en que se ha desenvuelto el departamento,desde la colonización. No desdeñar lo oral, puesse trata de aprisionar la memoria colectiva de unpueblo.

Segunda: Resulta aconsejable señalar cuándo seprodujo el deslinde de la tradición de una literatu-ra de naturaleza tan singular y eminente como laantioqueña, ya que procedemos de esa estirpe.Esta separación tiene implicaciones hondas queno se han tratado de puntualizar. Nos daría muchavislumbre para la tarea del futuro. Algunos valo-res de las primeras generaciones y de las máscercanas, el gran cuentista y escritor Adel LópezGómez y el humorista Rafael Arango Villegas, -para mencionar los más caracterizados-, mantu-vieron el estilo, el idioma y la gracia mental delrelato que de la Antioquia nutricia venía en donessupremos.

Tercera: Deber inminente es indicar que fué yqué es el greco-latinismo. Este representa un hitoculminante en el avance intelectual caldense. Asídebe aceptarse y presentarse al escrutinio públi-co. Hay que evitar que se convierta en obsesión

"La obligación es desper-tarla convicción real de loque representamos. Quenadie pueda sentirse en lazona de la marginalidadintelectual. "

para invariablemente denigrarlo, sin valorarlocríticamente. Allí hay nombres que, en todas lasépocas, brillarán en el concierto intelectual co-lombiano. Aceptamos su supremacía, enuncian-do los problemas colombianos y caldenses. Perono permitir que perturbe la creación hacia elfuturo. Después de ellos, hemos asistido a muchasrevoluciones culturales. Como es natural, se haescrito en otros estilos, han despuntado concep-ciones disímiles de lo universal y lo local, laspresiones de la educación, son diferentes. Valo-remos, exaltemos y situemos críticamente algrecolatinismo y no nos detengamos, embelesa-dos, a mirar su resplandor para tratar de apagarloy, así, con equívocos, encontrar nuestro sitio enCaldas.

Cuarta: Debemos comprometemos con la histo-ria local y con la cultura popular. De ambas,surgirán nuestras guías mentales.

Quinta: La Universidad de Caldas -vuelvo arepetir por décima vez esta propuesta- tiene laobligación de organizar la más completa biblio-grafía de escritores, poetas, músicos, pintores,escultores, etc. y de las más disímil es manifesta-ciones de la cultura regional. Igualmente, con-centrar las críticas que su obra ha suscitado, para

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ordenar los materiales que demandan nuestrosinvestigadores, como colaboración a sus afanesacadémicos.

Sexta: Para hacer el análisis crítico de los valoresregionales, no podemos descuidar la integracióncultural con Risaralda y el Quindío. Somos lamisma vena de la inteligencia frente a las mismasaudacias mentales. Los límites administrativos,no deben impedir las identidades en las vehemen-cias espirituales.

Séptima: El examen de Caldas debe hacerse condenuedo, denunciando lo que atormenta, acorralay deprime el desarrollo de las potenciales delpueblo. No se debe callar.

Octava: La primera tarea, la primordial, que nosabre las perspectivas más generosas, es despojar-nos de prejuicios. Cuando hayamos logrado ésto,estamos con la opción más noble para proyectar-nos sin mezquindades.

Novena: Hay un compromiso insoslayable: elsigno de la escritura se ha mantenido en unatemperatura de claridad y de belleza en la forma.Por intrincados que sean los estudios que seacometan, no deben menguarse esas dos noblesfuentes de expresión.

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Estas palabras en relación con el mejor tiempo dela inteligencia de Caldas tienen un sólo propósito:proponer una liberación. Alcancémosla comomanera dinámica de conquistar el porvenir inte-lectual.

1 URIBE Uribe, Rafael. «Estatua de Caldas». Discur-so en el Congreso Nacional en 1886. En VI En-cuentro de la Palabra. Manizales: Ed.Ingrumá.1990.

2 SAlAZAR PATlÑO. Hernando. Dos Generaciones;diez escritores. Casa de Poesía Fernando MejíaMejía.Manizales: Ediciones Vellón de Nube. N2 3.

J MORALES Benitez, Otto Memorias del Mestizaje.Bogotá: Plaza & Janés. Segunda edición. 1984

• MORALES Benitez, Otto. «La generación de lasidentidades». En: III Encuentro de la Palabra.Manizales: Ed. Ingrumá.

5 SABATO. Ernesto. «Educación y Crisis del Hom-bre». En: Apologiar y rechazar. Barcelona: SeaBarral.

6 ROBLEDO. Beatriz Helena. «Hilos para una histo-ria. los títeres en Colombia». En Boletín Cultural yBibliográfico del Banco de la República. Bogotá: N212.

7 MORALES Benttez, Otto. Cátedra Caldense. Bogo-tá: Carlos Valencia editores. 1984.