1
98 Los sábados de ABC SÁBADO 4/2/2006 ABC Bienvenidos al Kit Kat Klub frases que explican la llegada, aquí inadvertida, allí cómpli- ce, del nazismo revelan el tra- gicómico torpedo político de este género: «Esto pasará», «mire, conozco bien a los ale- manes y no...», «en unos me- ses gano un poco más de dine- ro y me voy», «yo no podría vi- vir lejos de Berlín», «pues los judíos que hayan hecho algo que se vayan». Literatura política Pocas obras habrán intentado describir en género musical —y con tal éxito— la emergen- cia de uno de los momentos más negros del hombre con- temporáneo, como el montaje de 1966 de Masteroff que llevó Bob Fosse en 1972 al cine. Pero ésa es, redundantemente, la venganza última del cabaret, cuya arte moral para el sarcas- mo risueño y la cruel interpre- tación cotidiana aún no había muerto al terminar la guerra en muchos de los sucesores del «Schall und Rauch» de Max Reinhardt. De hecho, el montaje fue un gesto de cole- gas para ayudar económica- mente al decaído escritor Christoph Isherwood (1904 -1986), el guionista Joe Maste- roff se rodeó de emigrados en Nueva York y la viuda de Kurt Weill, Lotte Lenya, fue la origi- naria «Fräulein Schneider». «Cabaret» viene de tasca en francés, de los platillos de pi- car que en ellos se compartían y donde, similarmente, los có- micos salpimentaban breve- mente sus ensayos ante una concurrencia beoda y disipa- da, antes de intentar el escena- rio. Rodolphe Salís abrió el pri- mero en 1880 —«Le Chat Noir» de París— pero desde el prime- ro alemán, el «Überbrettl» de von Wolzogen, el «Kabarett» adquirió un distintivo carác- ter alemán, con variantes «poé- tico-literaria» y «satírico-políti- ca», hasta el punto de que Kurt Weill ha sido probablemente su mayor autor musical, la can- tante Ute Lemper es hoy su in- signe apostol y, «Cabaret», la obra y el filme que identifican el género con Berlín. Pero el cabaret alemán na- ció en el sur, en Múnich y su eje cultural con Viena y Züri- ch (el «Cabaret Voltaire» de Hugo Ball). El distrito bohe- mio de Schwabing ha sido cu- na literaria para Wedekind, Tucholsky, Brecht, Mehring o Kästner, con antros como el «Elf Scharfrichter» o el «Sim- plicissmus», donde Isadora Duncan se sintió espoleada y se desnudó sobre una mesa. En la esquina de la Motzs- traße con la Kalckreuthstr. de Berlín, donde el barrio de Schöneberg se sumerge en el claroscuro noctámbulo del que era vecina Marlene Dietri- ch, se halla «Eldorado», el club donde el frustrado escri- J. I. GARCÍA GARZÓN Willkommen, bienvenues, welcome. Pasen y vean, el Kit Kat Klub abre sus puer- tas. El carnaval de los sue- ños rotos, de las ilusiones maltrechas y los mons- truos acechantes se reanu- da un día más en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid por tercera temporada consecutiva. Emcee, el maestro de ceremonias que encarna Armando Pita, da la bienvenida al público, que viaja en el túnel del tiempo hasta la Alemania de los años treinta. El espectáculo concebido por Sam Mendes y codirigi- do y coreografiado por Rob Marshall es de formidable contundencia escénica y de inquietante trasfondo moral; el final de la fun- ción es en este sentido sobrecogedor. Minuciosa- mente montado con los parámetros de calidad de sus versiones de Londres y Broadway, el «Cabaret» del Nuevo Alcalá es de primera categoría. En el plano interpretativo, Nata- lia Millán es una espléndi- da Sally Bowles, la cantan- te de un cabaret de mala muerte muy baqueteada por la vida y que, por un momento, cree que las cosas pueden cambiar. La capital más identificada probablemente con un género y una sola canción nunca llegó en realidad a ver representada «Cabaret» EL REGRESO DEL CABARET (Viene de la página anterior)

D060206 El regreso del cabaret 2

Embed Size (px)

DESCRIPTION

SÁBADO 4/2/2006 ABC frases que explican la llegada, aquí inadvertida, allí cómpli- ce, del nazismo revelan el tra- gicómico torpedo político de este género: «Esto pasará», «mire, conozco bien a los ale- manes y no...», «en unos me- ses gano un poco más de dine- ro y me voy», «yo no podría vi- vir lejos de Berlín», «pues los judíos que hayan hecho algo que se vayan». Literatura política (Viene de la página anterior)

Citation preview

Page 1: D060206 El regreso del cabaret 2

98 Los sábados de ABC

SÁBADO 4/2/2006 ABC

Bienvenidosal Kit Kat Klubfrases que explican la llegada,

aquí inadvertida, allí cómpli-ce, del nazismo revelan el tra-gicómico torpedo político deeste género: «Esto pasará»,«mire, conozco bien a los ale-manes y no...», «en unos me-ses gano un poco más de dine-ro y me voy», «yo no podría vi-vir lejos de Berlín», «pues losjudíos que hayan hecho algoque se vayan».

Literatura políticaPocas obras habrán intentadodescribir en género musical—y con tal éxito— la emergen-cia de uno de los momentosmás negros del hombre con-temporáneo, como el montajede 1966 de Masteroff que llevóBob Fosse en 1972 al cine. Peroésa es, redundantemente, lavenganza última del cabaret,cuya arte moral para el sarcas-mo risueño y la cruel interpre-tación cotidiana aún no habíamuerto al terminar la guerraen muchos de los sucesoresdel «Schall und Rauch» deMax Reinhardt. De hecho, elmontaje fue un gesto de cole-gas para ayudar económica-mente al decaído escritorChristoph Isherwood (1904-1986), el guionista Joe Maste-roff se rodeó de emigrados enNueva York y la viuda de KurtWeill, Lotte Lenya, fue la origi-naria «Fräulein Schneider».

«Cabaret» viene de tasca enfrancés, de los platillos de pi-car que en ellos se compartíany donde, similarmente, los có-

micos salpimentaban breve-mente sus ensayos ante unaconcurrencia beoda y disipa-da, antes de intentar el escena-rio. Rodolphe Salís abrió el pri-mero en 1880 —«Le Chat Noir»de París— pero desde el prime-ro alemán, el «Überbrettl» devon Wolzogen, el «Kabarett»adquirió un distintivo carác-ter alemán, con variantes «poé-tico-literaria» y «satírico-políti-ca», hasta el punto de que KurtWeill ha sido probablementesu mayor autor musical, la can-tante Ute Lemper es hoy su in-signe apostol y, «Cabaret», laobra y el filme que identificanel género con Berlín.

Pero el cabaret alemán na-

ció en el sur, en Múnich y sueje cultural con Viena y Züri-ch (el «Cabaret Voltaire» deHugo Ball). El distrito bohe-mio de Schwabing ha sido cu-na literaria para Wedekind,Tucholsky, Brecht, Mehring oKästner, con antros como el«Elf Scharfrichter» o el «Sim-plicissmus», donde IsadoraDuncan se sintió espoleada yse desnudó sobre una mesa.

En la esquina de la Motzs-traße con la Kalckreuthstr. deBerlín, donde el barrio deSchöneberg se sumerge en elclaroscuro noctámbulo delque era vecina Marlene Dietri-ch, se halla «Eldorado», elclub donde el frustrado escri-

J. I. GARCÍA GARZÓNWillkommen, bienvenues,welcome. Pasen y vean, elKit Kat Klub abre sus puer-tas. El carnaval de los sue-ños rotos, de las ilusionesmaltrechas y los mons-truos acechantes se reanu-da un día más en el NuevoTeatro Alcalá de Madridpor tercera temporadaconsecutiva. Emcee, elmaestro de ceremonias queencarna Armando Pita, dala bienvenida al público,que viaja en el túnel deltiempo hasta la Alemaniade los años treinta.

El espectáculo concebidopor Sam Mendes y codirigi-do y coreografiado por RobMarshall es de formidablecontundencia escénica yde inquietante trasfondomoral; el final de la fun-ción es en este sentidosobrecogedor. Minuciosa-mente montado con losparámetros de calidad desus versiones de Londres yBroadway, el «Cabaret»del Nuevo Alcalá es deprimera categoría. En elplano interpretativo, Nata-lia Millán es una espléndi-da Sally Bowles, la cantan-te de un cabaret de malamuerte muy baqueteadapor la vida y que, por unmomento, cree que lascosas pueden cambiar.

La capital másidentificada

probablemente conun género y una

sola canción nuncallegó en realidad aver representada

«Cabaret»

EL REGRESO DEL CABARET

(Viene de la página anterior)