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El artículo crítica el enfoque convencional o economía política de la pobreza (EPP), fundamento del nuevo enfoque (paradigma en ciernes) de la pobreza y el florecimiento humano que el autor ha desarrollado recientemente (se incluye un resumen del mismo). Los objetos de la crítica son: el utilitarismo, los enfoques de la opulencia o el ingreso real, la teoría neoclásica del consumidor, los enfoques de capabilities de Sen y Nussbaum, las definiciones de pobreza, y el objeto de la EPP (con- ceptos de necesidades, satisfactores y recursos). En los dos últimos casos es una crítica externa, que parte del nuevo enfoque desarrollado,muestra el reduccionismo múltiple de la EPP y por qué resulta inevitable en el paradigma vigente. P ALABRAS CLAVE: pobreza, florecimiento humano, crítica, necesidades, satisfactores. This paper presents a critique of the traditional approach or political economy of poverty (PEP), which is the basis of the new focus (or paradigm in the making) of poverty and human flourishing recently developed by the author (of which a summary is included).The critique analyses utilita- rianism, the opulence approach or real income approach, the neoclassical theory of consumer behaviour,Sen and Nusbaum’s capabilities approaches,the definitions of poverty and the object of study of PEP (the concepts of needs, satisfiers and resources). In the last two cases the critique is external and stems from the newly developed approach that shows the multiple reductionism in which PEP incurs and why it is unavoidable within the prevailing paradigm. KEY WORDS: poverty, human flourishing, critique, needs, satisfiers. Elementos para la crítica de la economía política de la pobreza Julio Boltvinik JULIO BOLTVINIK: El Colegio de México, México-Distrito Federal [email protected] Desacatos, núm. 23, enero-abril 2007, pp. 53-86. Recepción: 8 de octubre de 2006 / Aceptación: 8 de noviembre de 2006

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El artículo crítica el enfoque convencional o economía política de la pobreza (EPP), fundamento delnuevo enfoque (paradigma en ciernes) de la pobreza y el florecimiento humano que el autor hadesarrollado recientemente (se incluye un resumen del mismo). Los objetos de la crítica son: elutilitarismo, los enfoques de la opulencia o el ingreso real, la teoría neoclásica del consumidor, losenfoques de capabilities de Sen y Nussbaum, las definiciones de pobreza, y el objeto de la EPP (con-ceptos de necesidades, satisfactores y recursos). En los dos últimos casos es una crítica externa,que parte del nuevo enfoque desarrollado, muestra el reduccionismo múltiple de la EPP y por quéresulta inevitable en el paradigma vigente.

PALABRAS CLAVE: pobreza, florecimiento humano, crítica, necesidades, satisfactores.

This paper presents a critique of the traditional approach or political economy of poverty (PEP),which is the basis of the new focus (or paradigm in the making) of poverty and human flourishingrecently developed by the author (of which a summary is included).The critique analyses utilita-rianism, the opulence approach or real income approach, the neoclassical theory of consumerbehaviour, Sen and Nusbaum’s capabilities approaches, the definitions of poverty and the object ofstudy of PEP (the concepts of needs, satisfiers and resources). In the last two cases the critique isexternal and stems from the newly developed approach that shows the multiple reductionism inwhich PEP incurs and why it is unavoidable within the prevailing paradigm.

KEY WORDS: poverty, human flourishing, critique, needs, satisfiers.

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Elementos para la crítica de la economía política de la pobreza

Julio Boltvinik

JULIO BOLTVINIK: El Colegio de México, México-Distrito [email protected]

Desacatos, núm. 23, enero-abril 2007, pp. 53-86.Recepción: 8 de octubre de 2006 / Aceptación: 8 de noviembre de 2006

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1. CRÍTICA INTERNA Y CRÍTICA EXTERNA.CONTENIDO DEL ENSAYO

R ecientemente he terminado una extensa obraque esboza un nuevo enfoque de la pobreza yque la vincula estrechamente al concepto de flo-

recimiento humano. Este trabajo será referido de aquíen adelante como Ampliar la mirada (Boltvinik, 2006).El presente artículo tiene por objeto presentar los aspec-tos más generales de la crítica del estudio convencional(vigente, dominante o vulgar) de la pobreza, dominadopor la economía neoclásica, sobre la cual se ha apoyado laformulación del nuevo enfoque. Espero convencer al lec-tor de que el título de este artículo es correcto: que el ob-jeto de la crítica puede ser llamado economía política de lapobreza (EPP). Para que el lector pueda apreciar el resul-tado al cual esta crítica ha conducido, en la sección 2 sin-tetizo los elementos constitutivos del nuevo enfoque.

En los trabajos que desarrollé en los dos decenios fina-les del siglo pasado, abordé lo que ahora, en retrospecti-va, puedo llamar la crítica interna del estudio de la pobrezao crítica interna de la EPP, en particular de su medición.El fruto propositivo, elaborado a partir de tal crítica in-terna, fue el Método de Medición Integrada de la Pobre-za (MMIP)1. El contenido central de la crítica interna delos métodos de medición de la pobreza usuales (directose indirectos) es que se basan sólo en una parte de las fuen-tes de bienestar de los hogares (sobre este concepto véasemás adelante el inciso 7.2) y que, por tanto, son incapacesde ordenar correctamente a los hogares en términos de sunivel de vida, lo que los lleva a una identificación parcialy sesgada de los hogares pobres. En el MMIP combino lainformación sobre las seis fuentes de bienestar en unaconcepción de la pobreza entendida como las carenciashumanas derivadas de las restricciones en dichas fuen-tes. En la segunda parte de Ampliar la mirada se exponeen detalle esta crítica interna y se confronta con el MMIP.

A pesar de la ampliación de la mirada en cuanto a lasfuentes de bienestar, la perspectiva desde la cual se haceesta crítica sigue siendo una que se sitúa de manera di-

recta en el eje del nivel de vida, al igual que los enfoquescriticados. Es decir, se trata de una crítica interna que se si-túa en el mismo paradigma metodológico en el cual seubican los objetos de la crítica. Identifico este paradigmametodológico como: “es válido estudiar la pobreza situán-dose, desde un principio, en el eje del nivel de vida”, locual conlleva el rechazo (implícito) de la vía consistenteen partir de un eje conceptual más amplio (como elque he llamado florecimiento humano). Este paradigmano está explícito en la formulación de ningún autor ysólo se percibe cuando uno se sale de él y formula unonuevo. Al formular el nuevo enfoque metodológico (lla-mémosle paradigma, aunque no lo sea ‘aún’) se identifi-ca la negación que conlleva y que consiste en sostenerque “es un error empezar por el eje de nivel de vida”cuan-do se estudian el nivel de vida, la pobreza y la desigualdad.A esta afirmación le he llamado tesis crítica y se presentaen el inciso 7.3 de este artículo.

Apoyándome en dicha tesis crítica y en los demás ele-mentos de crítica al estudio convencional de la pobrezaque aquí se sintetizan, y que en conjunto constituyen lacrítica externa de la economía política de la pobreza, heconstruido el nuevo paradigma que afirma que para lle-var a cabo adecuadamente el estudio de la pobreza y elnivel de vida es necesario definir primero los elementosconstitutivos del eje de florecimiento humano, es decir, de-finir qué es el florecimiento humano (lo cual supone ba-sarse en una reflexión sobre la esencia humana) y, a partirde ello, recortar perspectivas para ubicarse en el eje delnivel de vida, concebido (ahora) como la perspectiva eco-nómica del eje de florecimiento humano. Con ello po-demos identificar, aunque sea todavía en términos muygenerales, como se hace en Ampliar la mirada, cuálesson las potencialidades de los seres humanos y adoptaresas potencialidades como normas de referencia paracomparar, contra ellas, la situación observada de las per-sonas. Lo que los estudiosos de la pobreza y del nivel devida no habían hecho era reflexionar sistemáticamentesobre el ser humano (qué es, qué necesita, qué capacida-des y potencialidades tiene). Es esta la tarea que he em-prendido en la primera parte de Ampliar la mirada2. La

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1 El planteamiento consolidado original (hubo algunos otros prelimi-nares escritos en 1990 y 1991), se encuentra en Julio Boltvinik, 1992. 2 Aunque fue sólo en Ampliar la mirada donde emprendí esta tarea de

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bibliografía sobre esta materia está casi totalmente escin-dida de la de pobreza.

Además, la tarea emprendida en Ampliar la mirada meha permitido formular una respuesta propia (basada enGyörgy Márkus) a la pregunta sobre los elementos cons-titutivos de los ejes conceptuales aplicables al estudio delflorecimiento humano, el nivel de vida y la pobreza: el de-sarrollo de las fuerzas esenciales humanas (necesidadesy capacidades).

Es decir, que el nuevo enfoque construido tiene dospilares: 1) la definición metodológica (o nuevo paradig-ma metodológico) consistente en derivar el eje del nivelde vida del eje de florecimiento humano; y 2) la defini-ción del contenido conceptual de ambos ejes, consisten-te en identificar el desarrollo de las fuerzas esencialeshumanas como su elemento constitutivo. Para lograr loprimero era necesario fundar, sobre la base de la críticadel camino metodológico directo, el camino indirectopropuesto para llegar al eje del nivel de vida. Es la tesiscrítica. Para lograr lo segundo era necesario fundar la res-puesta propia por dos vías:

1. Una crítica de las respuestas existentes. A lo largo deAmpliar la mirada se critican de manera indirecta, através del análisis del pensamiento de Amartya Sen,las respuestas del utilitarismo (incorporando también lacrítica a éste de John Rawls) que sostiene que el ele-mento constitutivo es la utilidad; la respuesta de Rawlsque postula como tal “los bienes primarios”; y el de losbienes y servicios o ingreso real (que Sen llama de laopulencia). De manera directa (e indirecta a través devarios autores) se critican, además, el enfoque de loscapabilities y functionings de Sen (capítulo 8); la teoríaneoclásica del consumidor (capítulo 10); y las concep-ciones y definiciones de pobreza de diversos autores.Todas estas críticas, a la par de la tesis crítica, constitu-yen la crítica externa de la EPP.

2. Un análisis constructivo de las mejores respuestas (quegiran en torno a las necesidades humanas o conceptos

cercanos) a la pregunta sobre la definición de los ele-mentos constitutivos del eje de florecimiento humano(EFH), la cual constituye lo que he llamado la primerapregunta fundacional. La lectura de diversos autores sehizo, esencialmente, como búsqueda de la respuesta adicha pregunta. La siguiente idea de Marx sirvió depunto de partida y se sometió, de una manera más bienimplícita, a prueba con las ideas de los diversos auto-res que se examinan en la primera parte del libro: lariqueza humana como desarrollo de las capacidades ynecesidades humanas (fuerzas esenciales humanas) que

manera sistemática, era una necesidad sentida desde muchos años atrásy había llevado a cabo una búsqueda fragmentaria, que ha quedadoplasmada en Boltvinik, 1990: cap. 1, así como en Boltvinik y Hernán-dez Laos, 1999.

Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México, ca. 1965.

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constituyen una unidad dialéctica, lo que Marx llamódeterminaciones reflexivas3. La lectura minuciosa deMaslow, Fromm, Maccoby, Max Neef, Doyal y Gough,Nussbaum, Desai, Alkire, confirmó que los mejoresanálisis de las necesidades humanas terminan vinculán-dolas, entrelazándolas, con las capacidades humanas(aunque casi siempre de manera implícita, no conscien-te). La postulación del desarrollo de la unidad necesi-dades-capacidades, de las fuerzas esenciales humanas,como el elemento constitutivo del EFH es consecuenciade un hallazgo reiterado: esta unidad está en el fondo delos conceptos y argumentos de dichos autores.

La crítica externa presentada en este ensayo compren-de cinco aspectos: 1) la crítica de Sen y Rawls al utilitaris-mo, complementada con la crítica del primero al enfo-que de la opulencia y otros enfoques cercanos (sección 3);2) una síntesis de la crítica externa a la teoría neoclásica delconsumidor realizada en el capítulo 10 de Ampliar la mi-rada (sección 4) que complementa las críticas al utili-tarismo; 3) una ultra-síntesis de las críticas al enfoque delas capabilities de Sen narradas y desarrolladas en Am-pliar la mirada (sección 5); 4) la crítica de las definicio-nes convencionales de pobreza (sección 6); y 5) la críticadel objeto de la EPP a través de sus “mapas conceptuales”,que reconstruyo con sus conceptos de necesidades, satis-factores y recursos (sección 7), que incluye la tesis críticay muestra el reduccionismo múltiple que la EPP conlle-va. A diferencia de la crítica interna que he venido ha-ciendo por casi cinco lustros, la que aquí presento no esuna crítica de los métodos de medición y de sus implica-ciones de política pública, pero la complementa al con-centrarse en la fundamentación conceptual de la EPP. Enlos dos últimos aspectos la crítica se lleva a cabo contras-tando las posturas criticadas con el nuevo enfoque, loque hace evidente su carácter externo.

2. SÍNTESIS DEL NUEVO ENFOQUE DE LAPOBREZA Y EL FLORECIMIENTO HUMANO

La visión recientemente desarrollada del florecimientohumano4 y de la pobreza se puede sintetizar en los si-guientes párrafos:

1. Defino lo bueno como florecimiento humano, al queentiendo como desarrollo de las fuerzas esencialeshumanas, es decir, como desarrollo y satisfacción denecesidades, y desarrollo y aplicación de capacidades.

2. El objetivo último de las políticas públicas debería ser(en un Estado ideal, probablemente utópico) el plenoflorecimiento humano de todos.

3. Distingo riqueza y pobreza humanas de riqueza y po-breza económicas. Dentro de cada una distingo la di-mensión del ser y la del estar (ser o estar rico/pobre).El ser de la riqueza (pobreza) humana caracteriza a quiennecesita mucho (poco) y ha (no ha) desarrollado suscapacidades en profundidad y en extensión. El estarde la riqueza/pobreza humana se define por el grado desatisfacción de las necesidades y de aplicación de lascapacidades efectivamente desarrolladas por el indi-viduo.

4. El florecimiento humano lo podemos concebir, siguien-do a Marx y a György Márkus, como la realización dela esencia humana en la existencia individual concre-ta, la medida en la cual el individuo se despliega librey multilateralmente a través del desarrollo y amplia-ción de sus necesidades y capacidades, que tienden,como su conciencia y su ser social, a la universalidad.

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3 Véase, al respecto, György Márkus, 1986: 53, así como el capítulo deesta obra traducido en este número de Desacatos y la presentación, ami cargo, de dicho texto.

4 Podría haber elegido términos más conocidos como bienestar o de-sarrollo humano, pero ambos están cargados de significados ajenos ydistantes al planteamiento desarrollado en Ampliar la mirada. Bienes-tar, además, sólo alude (en el mejor de los casos, cuando no se asociacon el utilitarismo) a las necesidades pero no a las capacidades. Desa-rrollo humano, que sería un término más amplio (y, por tanto, más cer-cano a florecimiento) está cargado de ciertos significados particularesderivados del enfoque en la materia del Programa de las Naciones Uni-das para el Desarrollo (PNUD), por una parte, y de una corriente de lapsicología por la otra. Florecimiento humano, como dice Thomas Po-gge, conlleva la evaluación “más comprehensiva, todo-inclusiva, de lacalidad de las vidas humanas. Es un concepto más amplio que muchosotros conceptos que señalan evaluaciones más específicas —inclu-yendo las de placer, bien-estar (wellbeing), bienestar (welfare), opulen-cia y virtud […]” (2002: 27).

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El ser humano necesita ir más allá de la satisfacción desus necesidades deficitarias (los tres primeros nivelesen la jerarquía de Maslow: necesidades fisiológicas, deseguridad y de afecto/pertenencia). Para el florecimien-to humano se requiere también que, a través del tra-bajo o del amor, o mejor de los dos, la persona realicelo que potencialmente es como ser humano, como serque comparte la esencia de la especie: su potencial deuniversalidad, de libertad, de creatividad, de conciencia.

5. Sin embargo, durante el largo periodo de la alienación,de la prevalencia de la división social espontánea deltrabajo, pueden coexistir la creciente universalidaddel ‘ser humano’, es decir, la multilateralidad social,con la creciente unilateralidad de los individuos. Portanto, resulta necesario realizar la evaluación tanto anivel societal como individual, subdividiendo el eje deflorecimiento humano en estos dos niveles, llamándo-le progreso social al primero y desarrollo de las fuerzasesenciales humanas al segundo. El progreso social lo po-demos concebir como la constitución de los presupues-tos de un desarrollo irreprimido y rápido de las fuerzasesenciales humanas. Siguiendo lo planteado en el pa-rágrafo 3, tanto el nivel societal como individual deleje de florecimiento humano se subdivide en dos: ladimensión del ser y la del estar. A nivel societal se dis-tinguen la creación de las condiciones (presupuestos)para el desarrollo de las necesidades y capacidades (enla dimensión del ser) y la creación de las condicionespara la satisfacción de las necesidades y para la aplica-ción de las capacidades (en la dimensión del estar). Anivel individual se subdivide en el ser y el estar de lapobreza/riqueza humana.

6. Cuando se recorta el eje conceptual de florecimientohumano para quedarse únicamente con la perspecti-va económica del mismo, se delimita el eje conceptualde nivel de vida, en el que podemos ubicar la pobreza/riqueza económica. El eje del nivel de vida es, entonces,la perspectiva económica del florecimiento humano.Si bien en ambos ejes está el ser humano con todas susnecesidades y capacidades, el ser humano completo,en el eje del nivel de vida lo miramos sólo desde la pers-pectiva económica: desde el punto de vista de los recur-sos y condiciones económicas (empleo y condiciones

de trabajo, por ejemplo). Igual que con pobreza/ri-queza humana, en la pobreza/riqueza económicapodemos distinguir la dimensión del ser y del estar. Lapobreza económica es sólo el primer obstáculo a vencerpara que el florecimiento humano sea posible. Pero esun obstáculo que la inmensa mayoría de los habitantesdel planeta no han superado. El otro obstáculo im-portante es la alienación. Si la persona se ve obligada,para sobrevivir, a vender lo único que posee, su propiocuerpo y mente y las capacidades y conocimientos, po-cos o muchos, que haya podido desarrollar; si lo únicoque posee lo usa alguien más por ocho o más horasdiarias, ¿qué es la persona? Si en ese uso que otro hacede sus capacidades humanas la persona no se sienterealizada, no siente sus fuerzas esenciales transforman-do al mundo y transformándose a sí misma, si sólosiente cansancio y tedio, si siente el producto del tra-bajo como algo ajeno, y si además éste le pertenece,efectivamente, al patrón, ¿qué sentido tiene que la pagarecibida sea suficiente para sobrevivir si al día siguiente,y al año siguiente, será igual? Esto es lo que Marx llamóla alienación. La pobreza y la alienación son los dos obs-táculos fundamentales para el florecimiento humano.

7. Podemos entonces distinguir cuatro conceptos de po-breza/riqueza: 1) humana del ser; 2) humana del es-tar; 3) económica del ser; 4) económica del estar. Estascategorías son distintas a la categoría usual de pobreza,que si bien se acerca a la económica del estar, tampococoincide con ella, por dos razones: primero, porque lausual no se deriva de un recorte del eje de florecimien-to humano sino que se aborda directamente comoparte del eje de nivel de vida; y segundo, porque inclu-so en las mejores aplicaciones suele incorporar sólo unaparte de las necesidades humanas (casi siempre las lla-madas materiales), en contraste con la perspectiva eco-nómica de todas las necesidades humanas en el nue-vo enfoque desarrollado, y deja fuera las capacidadeshumanas (en el sentido usual del término, que no pue-de identificarse con las capabilities ni los functionings deSen5).

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5 En Ampliar la mirada la obra de Sen se analiza en dos extensos capí-tulos. Ahí se documenta el sentido auténtico de los términos capabi-

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8. Al introducir capacidades para constituir la dupla ne-cesidades-capacidades, y además al hacer explícitoque el eje del nivel de vida es sólo un eje derivado delde florecimiento humano, la lógica del estudio de es-tos temas (pobreza, nivel de vida, florecimiento hu-mano) se transforma radicalmente. Se hace evidentela interacción entre necesidades y capacidades. La per-sona bien alimentada, sana y educada puede desa-

rrollar ciertas capacidades de trabajo. Aquí queda clarocómo la satisfacción de necesidades hace posible el de-sarrollo de capacidades en las personas. Pero en las so-ciedades capitalistas, las capacidades individuales tienenque venderse en el mercado de trabajo para poderseaplicar. Esta venta puede ser para un trabajo de sobrevi-vencia (Franz Kafka haciendo un trabajo que odia enuna oficina) o para un trabajo de autorrealización (uncientífico haciendo investigación de punta en un la-boratorio público o privado). En el primer caso el in-dividuo sólo aplica algunas de sus capacidades meno-res, mientras que en el segundo aplica sus capacidadesfundamentales y las desarrolla. En el primer caso selogra la supervivencia; en el segundo, el florecimientohumano con las restricciones que este concepto pue-de tener bajo el capitalismo. Pero las capacidades tienenque venderse no sólo para aplicarse (y seguirse desarro-llando) sino para hacer posible la satisfacción de las ne-cesidades, que a su vez hacen posible la reproducciónde la capacidad. Esta circularidad, esta integralidad en-tre capacidades y necesidades, se pierde en los enfoquesactuales que sólo miran, en el mejor de los casos, un la-do del asunto.

9. Estamos acostumbrados a pensar en las necesidadesen términos de satisfacción. Pensamos en ellas en tér-minos estáticos, como si el bebé recién nacido tuvieselas mismas necesidades que la persona adulta. Para ilus-trar qué se quiere decir con el desarrollo de las necesi-dades, podemos empezar por hablar de extensión delas mismas. Si, por ejemplo, tomamos el esquemade necesidades de Maslow (necesidades fisiológicas, se-guridad, amor y pertenencia, estima y autorrealización,que conforman su jerarquía de necesidades, más dosnecesidades no incluidas en ella: las cognitivas y las es-téticas) resulta claro que no todas las personas adultashan desarrollado las siete necesidades: los ‘pobres’ (enel sentido convencional, por eso lo escribo entre co-millas simples, mientras más extrema sea su pobrezamás tajante es lo que sigue) pueden estar dominadospor las necesidades fisiológicas y las demás necesida-des pueden casi no existir. Otras personas que no son‘pobres’ pueden haber quedado atrapadas en algunanecesidad insatisfecha, como el afecto, y no haber de-

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lities y functionings y se argumenta que no pueden traducirse al espa-ñol sin confundir al lector. Ninguno de los dos se refiere a las capaci-dades humanas en el sentido usual del término, que es el que nos per-mite hablar, por ejemplo, de capacidades psicomotoras, cognitivas,destrezas y habilidades. Capabilities se refiere más bien a oportunidadeseconómicas derivadas de los recursos que se poseen, mientras quefunctionings se refiere a estados del individuo o la persona. Para apre-ciar que ninguno se acerca al concepto de capacidades, basta notar queno tiene sentido hablar del desarrollo y la aplicación de las capabilitieso de los functionings, y que Sen nunca habla de tal desarrollo y aplica-ción, a pesar de que son éstos los elementos centrales cuando hablamosde capacidades.

San Rafael, ciudad de México, 1957.

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sarrollado la necesidad de estima ni la de autorrealiza-ción; muchos no desarrollan las necesidades estéticas,y en cuanto a las cognitivas, la mayor parte se quedaen los niveles elementales de las mismas, que son losniveles asociados a la satisfacción de las necesidades bá-sicas iniciales. Por tanto, sí es posible hablar del desa-rrollo de las necesidades en el sentido de su extensión.Una persona con las necesidades extensionalmente de-sarrolladas tendrá las siete necesidades identificadaspor Maslow y predominará en ella la motivación alcrecimiento, siendo la autorrealización la necesidadprimordial. Pero por desarrollo de las necesidades tam-bién debemos entender su desarrollo cualitativo, su hu-manización creciente o, quizás de manera más clara, suprofundización. Tómese la necesidad de entendimien-to o, como la formula Erich Fromm, la necesidad deun marco de orientación y devoción. Muchas perso-nas se aferran a la educación religiosa recibida y danpor satisfecha esa necesidad. Para otras, en cambio, esuna búsqueda interminable. Quien desechó el mito bí-blico de Adán y Eva puede buscar apasionadamenteentender a fondo el origen del ser humano. Hay en-tonces una gama muy amplia para el desarrollo de es-ta necesidad. Por otra parte, prácticamente todas lasnecesidades humanas están siempre humanizadas, in-cluyendo las fisiológicas, como lo está la alimentaciónen el gourmet. Este segundo sentido de desarrollo delas necesidades humanas es el de profundización y hu-manización.

10. La esperanza de muchos seres humanos, que vivenpara sobrevivir, está fincada en el tiempo libre. Almargen del trabajo de sobrevivencia, piensan que enel tiempo libre podrán hacer lo que siempre han que-rido hacer o convertirse en lo que siempre quisieronser (como Kafka, que escribía en el tiempo libre quele dejaba un trabajo que odiaba). La mayoría, sin em-bargo, termina desperdiciando ese valioso, escaso oabundante tiempo libre frente al televisor viendo pro-gramas chatarra que ni siquiera lo enriquecen cultu-ralmente.

11. Dos consecuencias de este enfoque son: la ruptura ra-dical con las visiones disciplinarias usuales y la supe-ración de los conceptos construidos a partir de ellas.

La visión del ser humano completo requiere unacomprensión transdisciplinaria como punto de par-tida, antes de poder abordar fructíferamente las pers-pectivas disciplinarias, como la económica del nivelde vida.

3. LAS CRÍTICAS DE SEN Y RAWLS AL UTILITARISMO6

Amartya Sen define las teorías de la utilidad como las queven valor sólo en la utilidad individual, definida en térmi-nos de alguna métrica psicológica como placer o felici-dad. La importancia moral de las necesidades, en esta inter-pretación, se basa sólo en la noción de utilidad, dice Sen,quien distingue el utilitarismo del bienestarismo. El pri-mero se propone maximizar la utilidad social total, igua-lando las utilidades marginales de todos. En el segundose mantiene la utilidad como valor único pero no se bus-ca maximizar la utilidad social total.

Si se acepta el principio primo que la igualdad de las uti-lidades totales de todas las personas es valiosa, dice Sen,el utilitarismo debe ser condenado. Introduce aquí la di-versidad humana, concepto que se repetirá una y otra vezen su obra, y que en este caso explica que la igualaciónde las utilidades totales de cada persona y la igualación desus utilidades marginales arrojen resultados diferentes.Sen también critica al utilitarismo usando el “método delas implicaciones del caso”: entre un lisiado que obtieneun bajo nivel de utilidad de un nivel dado de ingreso yun mago del placer, el utilitarismo concentraría el ingre-so en el segundo, mostrando que no percibe el principioprimo mencionado.

La crítica central de Sen al bienestarismo hace notarque la adaptación que el pobre lleva a cabo para reconci-liarse con su situación significa que puede sentir un granplacer con muy pequeñas cosas, por lo que en la métrica

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6 Lo expresado en esta sección es una apretada síntesis de la sección 7.1de Ampliar la mirada. Las obras de Sen en las cuales me he basadopara el análisis de su crítica al utilitarismo son Sen, 1980, 1987 y 1992.Las críticas de Rawls al utilitarismo las he obtenido indirectamente, deSen y de Cohen (véase adelante).

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de la utilidad los pobres resignados pueden ser muy eficien-tes productores de utilidad. Esta crítica y la de los gustoscaros de Rawls (véase adelante) son simétricas y, para re-saltarlo, conviene llamar crítica de gustos baratos a la crí-tica que lleva a cabo Sen. Combinando ambas críticas po-dríamos concluir que la medición de la utilidad (si fueseposible) podría ubicar en mejor posición (utilidad totalmás alta) a los pobres que a los ricos. Por tanto, el iguali-tarista bienestarista que busca igualar la utilidad total detodas las personas exigiría transferencias de los pobres alos ricos. Pero, paradójicamente, el utilitarista transferiríarecursos de los ricos a los pobres, que son “magos del pla-cer”, para aumentar la utilidad social total. Sen no recha-za del todo el enfoque bienestarista: lo que rechaza esque el bien-estar pueda ser juzgado exclusivamente entérminos de sus utilidades.

G. A. Cohen (1993) identifica las críticas de gustos ofen-sivos y de gustos caros de Rawls con el utilitarismo. Laprimera sostiene que el placer derivado de discriminar aotros o someterlos a libertades disminuidas no debe con-tar en el cálculo de la justicia. La segunda rechaza que sedeba proveer al gourmet con un ingreso más alto que ala persona de gustos modestos, ya que los ciudadanos sonresponsables de sus preferencias. Estas son críticas irre-futables en mi opinión y muestran los severos límites detodo enfoque que, como dice Penz, suponga que los in-dividuos son la única autoridad para juzgar lo correctode sus apetencias (lo que incluye, como veremos, al enfo-que de capabilities de Sen) sin atreverse a formular nin-gún principio universal ni juicio de valor alguno.

Sen vuelve a introducir la diversidad personal para cri-ticar lo que él llama el “enfoque de la opulencia” (EO),que consiste en identificar como elemento constitutivodel eje del nivel de vida el acceso a bienes y servicios o elingreso real de las personas: una persona con tasa meta-bólica más alta, argumenta, puede resultar peor nutridaque otra de ingresos más bajos. Concluye que el nivel devida no es una cuestión de opulencia sino de la vida queuno lleva, de lo que podemos hacer y de lo que podemosser/estar. Sen identifica el “Enfoque sobre las necesida-des básicas para el desarrollo” (ENBD) con el EO, con elargumento de que las necesidades básicas son típicamen-te formuladas en términos de posesión de bienes y lo cri-

tica por no ahondar en el aspecto fundacional del pro-blema, que identifica con la pregunta sobre por qué sonimportantes las necesidades básicas.

Las variaciones en los requerimientos nutricionales hansido reconocidas en la bibliografía sobre mediciones depobreza. Por ello no se entiende cuál es el fantasma con-tra el que Sen pelea. Una vez que ha derrotado al utilita-rismo, ya que su crítica de gustos baratos es demoledo-ra, lo que tendría que refutar para fundar su enfoque decapabilities no es la postura de la opulencia sino la quesostiene que el elemento constitutivo del nivel de vida es lasatisfacción (objetiva) de las necesidades humanas. Peroesta última postura no la ve Sen.

Con similares argumentos Sen (véase sobre todo Sen,1992) critica el enfoque de los bienes primarios de Rawls:según aquél, el índice de bienes primarios que proponeRawls para medir la situación de las personas no tomaen cuenta la diversidad humana y, por tanto, no reconocela desventaja de utilidad del lisiado. Rawls proponía pos-poner este problema y no ignorarlo, reconoce Sen, peroen su opinión una teoría de la justicia no puede pospo-ner esta cuestión, ya que las diferencias de necesidadesson omnipresentes. Sen concibe los bienes primarios co-mo medios de propósito general para la búsqueda de lasdiferentes ideas de lo bueno.

Para valorar la importancia de la diversidad en la queinsiste Sen, en Ampliar la mirada exploro qué tan seriasserían las desigualdades persistentes si todos los hogarestuviesen los mismos recursos por persona. Concluyo queserían desigualdades de tercera importancia.

4. CRÍTICA EXTERNA DE LA TEORÍA NEOCLÁSICA DEL CONSUMIDOR

Para el economista ortodoxo, la ‘objetividad’ de la nece-sidad es sospechosa. Las preferencias y la demanda sonconsideradas suficientes para el propósito de gran partede la teoría económica positiva y normativa, dicen Do-yal y Gough (1991) basándose en Penz7. La economía

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7 Más adelante en esta misma sección muestro que ésta es sólo unaimpresión y que, cuando se analiza a fondo, la teoría neoclásica del

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ortodoxa del bienestar (una rama de la teoría neoclásicadel consumidor, TNC), continúan, enuncia dos princi-pios: 1) la concepción subjetiva de los intereses: losindividuos son las únicas autoridades a propósito delo correcto de sus intereses o apetencias (wants); 2) elde la soberanía del consumidor: la producción debe serdeterminada por las preferencias individuales8. La teoría,una vez que abandonó la medición directa de la utilidady que se basa ahora en la satisfacción de apetencias, estáa un paso de la igualación entre bien-estar y opulencia (in-greso real)9, sosteniendo que la satisfacción subjetiva deapetencias puede ser medida científicamente y usada pa-ra evaluar situaciones o políticas.

La idea que los individuos son la única autoridad parajuzgar lo correcto de sus apetencias, continúan Doyal yGough, queda severamente en duda una vez que se ad-miten límites a los conocimientos y la racionalidad. ‘Ape-tencias basadas en la ignorancia son epistémicamenteirracionales’ dice G. Peter Penz. Pero la crítica más demo-ledora de Penz es la de la ‘evaluación circular’: las ape-tencias son moldeadas por las mismas instituciones yprocesos que han de ser evaluados en función de la satis-facción de dichas apetencias (Penz, 1986: 87). Del catá-logo de problemas e inconsistencias de la TNC, Penz deri-va dos conclusiones adicionales que complementan lodicho antes:

Primero, que la satisfacción de apetencias es un principioque no puede hacerse mensurable sin juicios normativos adi-cionales10. Segundo, de desarrollarse tales juicios norma-tivos externos, su inserción en el principio de satisfacciónde apetencias subvierte el carácter abierto y subjetivo delprincipio. Sin embargo, no insertarlo lo deja abierto a pro-blemas de ignorancia e irracionalidad, de evaluación cir-

cular y de no comparabilidad. Este dilema refleja la quin-taesencia de las limitaciones del principio de satisfacciónde apetencias. (Penz, 1986: 132 y 136; citado por Doyal yGough, 1991: 24)11.

Analizaré, en el texto que sigue, la teoría neoclásica delconsumidor (TNC), basándome en Bryant (1990) y Dea-ton y Muellbauer (1991 [1980]), obras especializadas enel tema. Mostraré que la TNC: 1) se deshace del conceptode necesidad de manera ambigua, ya que éste vuelve a en-trar por la puerta trasera (o delantera); y 2) no resiste laintroducción de necesidades humanas y de umbrales depobreza en sus elaboraciones más básicas.

En la TNC “la demanda de bienes y servicios es el resul-tado de la interacción entre las preferencias del hogar,sintetizadas en una función utilidad” (Bryant, 1990: 17),“sus posibilidades, representadas por la restricción presu-puestal” y “un supuesto o hipótesis de conducta: que loshogares intentan maximizar la satisfacción o el bienestar”(ibid.: 18 y 27, cursivas añadidas). Una vez que estos treselementos se ponen juntos la solución óptima de la quese derivan las ecuaciones de demanda se sigue algebrai-camente.

Deaton y Mullbauer definen un conjunto de axiomasde la elección (de compra de bienes y servicios), la “acep-tación de los cuales es equivalente a la existencia de unafunción de utilidad” (1991 [1980]: 26-30). Los axiomasson: 1) Reflexividad. Toda canasta de bienes es al menostan buena como ella misma. 2) Completitud. “Este axio-ma dice que cualesquiera dos canastas pueden ser compa-radas, que el consumidor puede juzgar entre cualquier parde canastas de bienes”. 3) Transitividad o consistencia. Si lacanasta a se prefiere a la b y la b a la c, la a debe preferir-se a la c. 4) Continuidad, cuyo significado coincide con lacomprensión intuitiva de esta palabra. 5) No saciedad. Lafunción de utilidad es no decreciente en cada uno de susargumentos (bienes), y es creciente en al menos un argu-

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consumidor requiere de las necesidades y las cuela subrepticiamente ensu análisis.8 Esta visión es ingenua y contrasta agudamente con la concepciónmarxista de las relaciones entre producción y necesidades. (Véase elcap. 9 de Ampliar la mirada para la visión al respecto de Marx en laIntroducción a la crítica de la economía política (1857), así como la deJ. P. Terrail que profundiza en dicha visión.)9 Como veremos en la sección 6, sin el “a un paso”, esto es lo que hacenlos economistas ortodoxos cuando estudian la pobreza: en los hechosigualan utilidad con opulencia o ingreso real de las personas.10 Esto lo admite de manera muy explícita Ravallion, como veremos enla sección 6.

11 Este dilema afecta también al enfoque de capabilities de Sen, comose desprende de las críticas que se presentan en la sección 5 infra. Suenfoque perdería su carácter abierto y pluralista si introdujera en suesquema juicios normativos externos. Pero al no hacerlo, su plantea-miento queda como un enfoque no operacional y estéril.

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mento. 6) Convexidad, cuyo sentido se entiende geomé-tricamente de manera intuitiva. Estos axiomas, la res-tricción lineal del presupuesto y la maximización de lautilidad proveen la solución.

En la exposición formal de la TNC las necesidades noaparecen por ninguna parte. Y sin embargo, como vere-mos, están por todos lados. En el capítulo 1, llamado“Límites de la elección”, Deaton y Mullbauer (1991 [1980]:3, cursivas añadidas) señalan:

El énfasis se suele situar en las preferencias, en los axiomas dela elección, en las funciones de utilidad y sus propiedades.La especificación de cuáles elecciones están realmente dis-ponibles recibe un lugar secundario […] A diferencia delas preferencias, las oportunidades para la elección sonobservables directamente […] Es nuestra opinión que mu-cho puede ser explicado […] [por las oportunidades], y queel papel de las preferencias tiende a sobreestimarse.

En el primer diagrama incluyen, además de la restric-ción presupuestaria, por primera y única vez en todo ellibro, la “restricción de sobrevivencia”. En los ejes midencantidades de alimentos y alojamiento, para cada uno delo cuales indican el mínimo de sobrevivencia que con-figuran el punto A. Concluyen que, al introducir esta res-tricción adicional, la elección queda reducida a la partedel espacio situada por arriba y a la derecha de A, y quelos hogares con un presupuesto que sólo permita adqui-rir los mínimos tendrán que hacerlo así o dejar de existir(1991 [1980]: 4-5). Introducir una restricción de sobre-vivencia equivale a introducir las necesidades humanas yla pobreza12. Pero la actitud ambigua de los autores se re-fleja en que en lugar de asumir plenamente la restricciónde sobrevivencia la presentan como una contingencia:“si hay restricción de sobrevivencia”, dicen. La presencia deesta restricción reforzaría mucho las conclusiones del pá-rrafo citado supra. Cuando las restricciones del presupues-

to y de sobrevivencia dejan al consumidor con cero gradosde elección, las preferencias se vuelven inaplicables o irrele-vantes. Es evidente que la teoría del consumidor basada enlas preferencias tiene que revisarse. Pero aún más impor-tante por su generalidad, para los consumidores no po-bres, para los cuales por definición el presupuesto es ma-yor que el mínimo requerido, sólo sobre el excedente hay,en algún sentido, libertad de elección13. A pesar de lo pre-cedente, que apuntaría al reconocimiento de las necesi-dades, los autores mantienen que la cantidad demandadade un bien depende sólo de los precios y de la restricciónpresupuestaria, negando de nuevo las necesidades hu-manas.

Cuando los autores introducen las curvas de Engel(que muestran las proporciones del gasto que los consu-midores destinan a un grupo de bienes) y señalan quesirven para identificar los bienes necesarios o básicos y dis-tinguirlos de los de lujo, introducen lo necesario comoatributo de los bienes cuando los individuos han sido de-finidos como libres de necesidades, configurando un casonotable de fetichismo de las mercancías, ya que éstas asu-men cualidades de las cuales se ha despojado a los sereshumanos. Por su carácter formal vacío y su rechazo a lasnecesidades, la TNC no puede predecir, ni explicar, regula-ridad estadística alguna en la conducta del consumidor14.

Los autores se preguntan (1991 [1980]: 21) si las pre-ferencias son un elemento crucial en la descripción de laconducta del consumidor y responden que “probable-mente no”. Añaden: “la presencia de indivisibilidades,quiebres y otras no linealidades puede limitar la elec-ción al grado que se requieran supuestos adicionales muysuaves para describir la conducta completamente” (cursi-vas añadidas). Desde luego, Deaton y Mullbauer, a pesarde esta conciencia, defienden la TNC.

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12 Es evidente que Deaton y Mullbauer han enunciado, sin darse cuen-ta, una definición del umbral de pobreza extrema como la situación en lacual se puede sobrevivir pero donde no hay elección (en la que se igua-lan las dos restricciones, la de las necesidades y la del presupuesto). Ellector es remitido al cap. 1 de Ampliar la mirada, en el que muestro unconcepto de necesidad que es, justamente, la ausencia de libertad y deelección.

13 Cuando se introduce (lo que es ineludible) la interdependencia delos consumidores y, con ella, los patrones de consumo por clase y es-trato social, incluso esta libertad de elección queda muy reducida, si-no eliminada.14 Algunas leyes de la conducta del consumidor que han sido verifi-cadas en todo el mundo, como la participación decreciente del gastoen alimentos en el gasto de consumo total de los hogares a medidaque éste aumenta, conocida como la Ley de Engel, dejan muda a laTNC. Lo peor de todo es que estas regularidades estadísticas no sirvenpara retroalimentarla, ya que ésta es absolutamente deductiva.

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Otros ejemplos de cómo las necesidades se cuelan porla puerta de atrás en la exposición de los autores se expli-can en el capítulo 10 de Ampliar la mirada. Pero refirá-monos a uno en el que las necesidades entran por la puer-ta delantera. Para comparar niveles de bienestar entrehogares de diferentes tamaños y estructuras demográfi-cas (mediante las llamadas escalas de equivalencia) acu-den abiertamente a las necesidades humanas:

Las escalas de equivalencia se basan en el supuesto de quela única diferencia en gustos entre los hogares se debe a carac-terísticas observables […] En muchos contextos es impor-tante saber qué tan opulentos son los miembros de un ho-gar en comparación con los de otro hogar […] Una manera

es computando y comparando los presupuestos per capita[…] Sin embargo, esto ignora la variación en las necesida-des de acuerdo con la edad: los bebés necesitan menos que losadultos […]. Las escalas de equivalencia son deflactores […]por medio de los cuales los presupuestos de diferentes tiposde hogares pueden ser transformados a una base necesidad-corregida (Deaton y Mullbauer, 1991 [1980]: 192, cursivasañadidas).

Ignorar las variaciones de las necesidades de acuerdo conla edad no puede estar mal si al mismo tiempo está bien ig-norar, en todo el desarrollo de la teoría, las necesidades hu-manas. Pero la introducción subrepticia de conceptos denecesidades en medio del discurso neoclásico no es ex-

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Parque Hundido, ciudad de México, ca. 1958.

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clusiva de Deaton y Mullbauer. Es un ‘fenómeno’ inevi-table. En el capítulo 10 de Ampliar la mirada muestrocómo se manifiesta en Bryant, quien al caracterizar a loshogares hace notar que “sin elección, la unidad no puedeperseguir su propio bienestar y, por tanto, no se puede ca-lificar como una conducta orientada a objetivos”. Bryantsuele ilustrar las curvas de indiferencia ubicando en uneje alimentos y, en el otro, todos los demás bienes. En esecontexto muestra una de las inconsistencias del axiomade la no saciedad y trata sin éxito, lo que no muestro en lacita, de salir del problema en que se ha metido:

[…] se supone que el hogar prefiere más que menos: más ali-mento, más de ‘todos los demás bienes’. Se puede argumen-tar correctamente contra este supuesto, ya que hay muchascosas en montos mayores a cierto límite, incluyendo alimento,que la familia prefiere menos que más (Bryant, 1990: 17-18).

Lo que acaba de aceptar, que la no saciedad es falsa,que muchas necesidades humanas tienen límites absolu-tos, derrumba la TNC. Esta restricción “por arriba” lle-vó a los teóricos originales de la TNC a concluir no sóloque los bienes específicos tienen una utilidad marginaldecreciente, sino también el dinero, de lo cual derivabanconclusiones igualitaristas. Bryant dice que un hogar es-tá en equilibrio “cuando no tiene incentivos para cambiarsus patrones de gasto” (1990: 30). Los pobres no puedenestar nunca en equilibrio. La TNC no puede decir nada so-bre su conducta.

Deaton y Mullbauer, al analizar la evidencia asociadaa cuatro modelos empíricos desarrollados a partir de lateoría, concluyen que: a) “Los modelos producen un con-flicto con la teoría. Las restricciones de homogeneidad ysimetría, básicas para el supuesto de una restricción pre-supuestal lineal y para los axiomas de la elección, son con-sistentemente rechazados por la evidencia”. b) “Hay otrasimportantes variables explicativas distintas que los pre-cios y el gasto total” (1991 [1980]: 79-80)). Es decir, exis-ten variables omitidas. Estas conclusiones desfavorablespara la TNC los obligan a caer en el síndrome de la incon-sistencia15: “No creemos que […] sea necesario abandonar

los axiomas de la elección a la luz de los resultados de estecapítulo. En última instancia, desde luego, dada suficien-te evidencia convincente, debemos estar preparados parahacerlo” (idem: 82).

Cuando se reconoce que el consumidor no es un robotsino un ser biológico y social y se introducen explícita-mente las necesidades humanas, la cantidad demandadapor un individuo/hogar de un bien específico dependeráya no sólo de su presupuesto y del precio, sino tambiénde los requerimientos ineludibles del mismo (que pue-den ser cero o valores positivos). Podemos expresar, portanto, el presupuesto total (xT) como la suma del pre-supuesto necesario (xN) y el presupuesto libre (xL). Alaumentar el precio de uno o varios bienes básicos dis-minuye en términos reales xT y, como el consumidormantendrá el nivel de xN sin cambio mientras sea posi-ble, disminuirá xL. La cantidad demandada de cada bienbásico será una constante en relación con sus propios pre-cios en todos los hogares en los cuales xT sea mayor oigual que xN. En cambio, la cantidad demandada de losbienes no básicos descenderá cuando aumentan los pre-cios de ambos tipos de bienes.

Veamos qué pasa con los axiomas 2, ‘completitud’, 3,‘transitividad’ y 5, ‘no saciedad’, al introducir necesida-des humanas (la restricción de sobrevivencia). Empece-mos identificando las necesidades nutricionales de unvarón adulto con valores promedio de peso, talla y tipode actividad entre 2 660 y 2 940 kilocalorías y entre 57 y63 gramos de proteína ideal. En esos rangos, nuestro va-rón adulto se encuentra en la situación ideal. Por debajode ambos límites mínimos se presentaría la desnutrición;por arriba de los máximos, la obesidad. Por tanto, desdeel punto de vista de las proteínas y calorías, los consumi-dores tienen muy poco margen de elección que les permitaconservarse en un óptimo objetivo (distinto del óptimosubjetivo de la teoría neoclásica). Esto es consistente conel “modelo de la vitamina” (Warr, 1987) que sostiene que,a medida que aumenta la cantidad de una característica ala que tiene acceso una persona, el bienestar aumenta alprincipio hasta llegar a un nivel, después del cual el bie-

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15 Éste es un síndrome usual entre quienes son llevados a algo porimpulsos ajenos a la racionalidad del asunto en cuestión. En este caso,

el impulso puede ser la necesidad de pertenencia al club del main-stream economics.

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nestar permanece constante aunque continúe aumen-tando la cantidad de la característica y, finalmente, sicontinuamos aumentando ésta, el bienestar empezará adescender. Esto conforma una curva de bienestar en for-ma de montaña. Aunque quizás este modelo, que refutael axioma de la no saciedad (a partir de ciertos niveles depresencia de las características, las funciones de bienestarobjetivo son decrecientes en el argumento respectivo),no sea aplicable a todas las necesidades humanas (es po-sible que la educación sea una de las excepciones), intui-tivamente parece aplicable no sólo a alimentación sino amuchas otras necesidades.

Para que el axioma de completitud sea válido en nivelesde ingresos inferiores a los requerimientos mínimos, loshogares tendrían que ser capaces de ordenar, de mejor apeor, diversas canastas que dejan una o más necesidad(es)insatisfecha(s). Un ejemplo de las terribles opciones queel consumidor ‘racional’ tendría que ordenar puede ser:por un lado, una canasta que deja a la mitad la compra dealimentos pero que incluye la insulina del jefe del hogar,vis à vis una que cubre los requerimientos nutricionalesdel hogar, pero que no incluye la insulina. En la primeraopción, los miembros del hogar bajarán de peso y pue-den morir por enfermedades dada su débil resistencia, ytiempo después morirán por inanición. En la segunda, eljefe del hogar estará muerto muy pronto. El axioma notiene sentido. Nadie puede tener la experiencia previa pa-ra poder hacer una evaluación así. Cualquiera que sea la‘decisión’ provisional que tomen, entrarán en un estadode desequilibrio agudo, opuesto al mundo feliz de los óp-timos y los equilibrios de la TNC. El axioma de completi-tud no aplica por debajo de los umbrales de pobreza.

Igualmente inválido resulta el axioma de transitividad.Para apreciarlo, adicionemos una tercera opción al ejem-plo previo. Supongamos que el hogar puede aliviar suescasez de recursos si la hija adolescente entra a trabajara un burdel. Como esta opción no ha sido adoptada has-ta hoy, la TNC indicaría que es la menos preferida (la op-ción c del axioma de transitividad). Sin embargo, en elperiodo siguiente, después de una crisis diabética del je-fe, la adolescente puede decidir trabajar en el burdel. Lamenos preferida puede terminar siendo la opción ele-gida. Las ordenaciones no son transitivas.

Igualmente, mirando a la clase alta podemos preguntar-nos cómo puede saber un millonario que nunca ha tenidoun yate si prefiere el yate a una nueva casa de campo. Estetipo de decisiones, tanto en la cúspide como en el sótanode la sociedad, se toman sin experiencia previa, de talmodo que no hay manera en que los consumidores pue-dan saber lo que significarán. La clase media, situada porarriba de los mínimos, pero con restricciones de recursos,es la única candidata a actuar según un modelo de opti-mización al consumir. Pero la interdependencia entre losconsumidores lleva a plantear la hipótesis de que las elec-ciones, más que individuales/familiares, terminan siendodel estrato/clase en su conjunto, por la presión para vivircomo los demás. Así, la inmensa mayoría de los hogaresde estos estratos terminan adoptando el mismo estilo devida y asignando de manera muy similar su ingreso.

En síntesis, en lo dicho he mostrado que los axiomasde completitud, transitividad y no saciedad no aplican encondiciones de pobreza y que el ejercicio de optimizaciónno tiene sentido para los hogares de clase alta que, por defi-nición, no necesitan optimizar a causa de su holgura de re-cursos. Los axiomas invalidados son determinantes en laTNC. Sin ellos, la teoría se colapsa. Otra manera de expre-sar esta conclusión es que la TNC podría ser válida paraseres sin necesidades, para robots, pero no lo es para se-res biológicos, necesitantes. En Ampliar la mirada avan-zo un poco en la formulación de una teoría alternativabasada en la jerarquía de necesidades.

5. LOS ENFOQUES DE LAS CAPABILITIES DE SEN Y NUSSBAUM

Una vez que las críticas de Sen y Rawls, y la presentadaen la sección anterior, derrotan al utilitarismo y a la TNC,parecería que el enfoque de las capabilities y los func-tionings de Sen (EC) muestra el camino correcto. Dadoque capabilities parece un concepto igual a capacidades,y en mi respuesta tentativa había incorporado capacida-des al lado de las necesidades para conformar el elemen-to constitutivo del eje de florecimiento humano (EFH),parecería redundante mi nuevo enfoque. Para poder sus-tentar su necesidad, resultó indispensable deslindarlo del

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EC de Sen así como explorar el EC de Martha Nussbaumque da una respuesta (en apariencia) similar a la de Sen.Las conclusiones a las que llego en Ampliar la mirada, porlo que se refiere al EC de Sen, son: 1) no considera la uni-dad necesidades-capacidades como elemento consti-tutivo del EFH; 2) aborda directa y exclusivamente el ejedel nivel de vida porque sólo considera los functioningsasociados al uso de bienes y servicios; 3) sólo consideralas capabilities asociadas al poder de compra y no las ca-pacidades humanas como tales.

A continuación sintetizo mis críticas y las de otros au-tores al EC de Sen. Bernard Williams (1987) le señaló aSen, en esencia, que su teoría está vacía, que es nece-sario especificarla (definiendo un conjunto de capabili-ties básicas correalizables, lo que ha hecho Nussbaumpero no Sen) y fundamentarla mediante teorías sobre lanaturaleza humana y las convenciones sociales (lo queno ha hecho Sen y que Nussbaum sostiene haber hechobasada en Aristóteles y en Marx). Además, mostró que

no todas las capabilities tienen que ver con la elección,poniendo en duda la asociación entre capability y liber-tad (de elección), central en el EC.

Gerald A. Cohen (1993) dice que Sen logró una revo-lución conceptual al introducir dos cambios de enfoque:del estado real a la oportunidad, y de los bienes (y la uti-lidad) a los functionings, pero que su exposición padecede una oscuridad discursiva severa, que se explica por eluso de la palabra capability para describir tanto lo que lapersona es capaz de hacer, como lo que los bienes hacenpor ella, y para lo segundo la palabra capability resultainadecuada. Cohen destaca el lado pasivo del ser huma-no que el EC parece olvidar totalmente y critica la insisten-cia de Sen en presentar el elemento constitutivo como loque alguien logra hacer o ser porque el tipo de vida quealguien lleva no puede identificarse sólo con logros, yaque hay muchos beneficios que los individuos no logran(como no padecer paludismo). Hace notar que el resulta-do de comer la comida es la capacidad de realizar activi-dades valiosas, pero que ésta no es la capability que Senasocia con la comida sino la de estar bien nutrido y entre-tener a amigos. Critica a Sen por darle un carácter atlé-tico al término capability, lo que en mi opinión es resul-tado del intento de Sen de convertir las necesidades encapabilities, para lo que se requiere que sea la persona el su-jeto activo. Al final, Cohen parece aceptar functioning co-mo dimensiones del hacer y del ser/estar, pero rechaza lacentralidad de la expresión “habilidad de lograr” que de-ja fuera la parte pasiva del ser humano y sobreestima elpapel de la libertad y la actividad en el bien-estar. Sen hahecho caso omiso de las críticas de Williams y de Cohen,dando la impresión de que mira a los demás como im-plementadores del nuevo e inexpugnable paradigma.

John Rawls también ha hecho una poderosa crítica alEC de Sen. El propio Sen relata que aquél considera que silos individuos tienen objetivos distintos las tasas de con-versión de bienes primarios a capabilities no pueden sercomparadas, lo que implicaría, añade, que tal como estáformulado el EC no tiene base de sustento. Esto es muy gra-ve porque el supuesto de Sen de que cada persona eligesu propio conjunto de capabilities implica que no hay dosconjuntos iguales. Los ejemplos de Sen sobre las diferen-tes tasas de conversión de bienes a functionings se basan

3 Centro de la ciudad de México, ca. 1958.

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siempre en los mismos functionings (como estar bien nu-trido) entre diversas personas. La crítica de Rawls se pue-de traducir en preguntas como: ¿Es posible decir que latasa de conversión de pan en nutrición de Antonio es me-nor que la de ingresos en autoestima de Pedro? En elcapítulo 7 de Ampliar la mirada analizo en detalle el in-tento de Sen, infructuoso en mi opinión, de demostrarque tal comparación sí es posible.

Frances Stewart (1996) identifica dos problemas delEC: 1) El carácter inobservable del capability set, que dejacomo única opción la evaluación de los functionings. 2)Al no incorporar valoración alguna, el EC es incapaz deordenar dos conjuntos de consumo para la misma per-sona, lo que coincide con la crítica de Crocker (1995) deque el EC no es capaz de categorizar ninguna capability co-mo no valiosa ni distinguirlas de las perniciosas. En sen-tido asociado, Des Gasper (2004) ironiza que en el EC laclave sea lo que la ‘gente tiene razón para valorar’, por locual “interpretaríamos que el consumidor inmovilizadofrente a la TV por seis horas diarias representa una reali-zación de la libertad razonada”.

Sabina Alkire (2002) ha defendido a Sen de las críticassobre la no operacionalidad del EC al señalar que su ca-rácter abierto explica que no haya una única manera deoperacionalizarlo, pero que en cada aplicación concretase puede hacer, consagrando así la renuncia de los teóri-cos a teorizar.

En sus esfuerzos de implementación del EC, tanto Al-kire (2002) (“una capability básica es una capability parasatisfacer una necesidad básica”) como Meghnad Desai(1994), quien para derivar requerimientos de bienes yservicios de su lista de cinco capabilities básicas para lamedición de la pobreza, encuentra que necesita introdu-cir como nivel intermedio las necesidades, ponen de re-lieve la dependencia del EC del concepto de necesidad, mos-trando que el EC no puede constituirse en un enfoqueindependiente. Algo similar ocurre con el EC de MarthaNussbaum. Sin embargo, cuando Alkire se percata de ladiferencia entre necesitar, que no es un verbo intencio-nal, y la elección de la capability que sí lo es, descubre laeliminación del reino de la necesidad en el EC: que el cam-bio de necesidad a capability hace desaparecer las dife-rencias entre el alimento y el teñirse el pelo de azul.

Apoyándome en la formalización (que tiene la venta-ja de la precisión) del EC que Sen presenta en Commodi-ties and Capabalities (1985), muestro que se trata de unenfoque mecanicista. De la primera ecuación que en di-cho libro presenta se desprende que los functionings queuna persona alcanza son sólo función de su ingreso (otitularidades) y de las características personales que go-biernan la transformación de bienes en functionings, sien-do este segundo elemento el único que lo distingue de losenfoques que miden el bien-estar a partir de los ingre-sos. Sen además introduce ecuaciones de evaluación sub-jetivas (individuales) de los functionings que reemplazanlas funciones de utilidad. Al hacerlo, cae en tres vicios quecomparte con el utilitarismo (y el segundo él mismo loha criticado): 1) la función introducida es un mero arti-ficio y la evaluación termina llevándose a cabo sólo conel ingreso; 2) así como los pobres resignados son muyeficientes convertidores de acceso a bienes en utilidad, va-loran más alto que un depauperado ex miembro de laclase media el mismo conjunto de functionings; y 3) noelimina ni los gustos caros ni los gustos ofensivos.

Como se ve, el EC de Sen es subjetivista y mecanicistay puede conducir a resultados inaceptables, en los cualesel único satisfactor son los bienes y servicios, rasgo quecomparte con el enfoque más convencional de la EPP. Enél no caben capacidades como la de “sentidos, imagina-ción y pensamiento” de Nussbaum, ni las que Gasper lla-ma S-capabilities (S por skill), sino sólo la que este autorllama O-capabilities (O por oportunidad). Sen concibela capability como algo que se deriva de la posesión debienes, como capability económica. Es una concepciónalienada de las capacidades humanas, en la que la únicacapacidad es la de poseer mercancías. Al no plantear unaley de rendimientos decrecientes del ingreso en términosde functionings y capabilities, queda implícito que a ma-yor ingreso mayores capabilities, valorando el consumosuperfluo y justificando así la desigualdad (a pesar de susimportantes escritos sobre el tema).

Para Sen lo valioso es el bienestar de libertad: la libertadde elección entre conjuntos viables de functionings, ocapability set, cuya amplitud está determinada por lastitularidades (o ingreso). El EC queda intencionalmenteincompleto porque, en su afán por estar dentro de la ‘eco-

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nomía de la corriente principal’, Sen necesita operar conla lógica de las preferencias, de la cual se saldría si formula-se una lista de capabilities básicas. Por ello Sen habla siem-pre de elección entre estados del ser y del hacer que el in-dividuo considera valiosos, no que son valiosos de acuerdocon algún criterio externo, por lo cual le son aplicables al-gunas de las críticas de Penz a la TNC. Como en la TNC,para Sen lo que elige el individuo siempre será óptimo. Asísea ver seis horas diarias TV o torturar a su prójimo.

Algunos autores creen que el EC es muy amplio. Perocomo se muestra siguiendo las ecuaciones en Commodi-ties and Capabilities, Sen va mecánicamente de los bienesa los functionings y a la capability. Su universo se reduce alo que se deriva del consumo de bienes, pero excluye sa-tisfactores como relaciones y actividades. Es una visiónde la persona como consumidor (lo contrario de lo quepiensa Cohen), pero que parece activo porque Sen le en-dilga verbos.

Sen no busca fundamentar su concepción en la esen-cia humana, ni apoyarse en teorías sobre las necesidades,porque no lo necesita. Su EC no ha sido operacionaliza-do y no se pueden llevar a cabo, a partir de él, evaluacio-nes de ningún tipo. A pesar de ello, Sen sugiere que sepuede evaluar en dos espacios: los functionings alcanza-dos y la libertad (medida quizás como grado de libertado amplitud del capability set). En ambos casos, el resulta-do dependería centralmente del conjunto de titularidades(o del ingreso) y marginalmente de los parámetros deconversión de recursos en functionings. En ausencia de in-formación individual de estos parámetros, la ordenaciónsería la derivada de las titularidades (o del ingreso).

Martha Nussbaum identifica las siguientes semejanzasy divergencias entre su versión del EC y la de Sen: 1) De-fine una lista de capabilities humanas centrales y un um-bral en cada capacidad (y él no). 2) Sen nunca ha inten-tado fundamentar el EC en la idea marxista/aristotélicadel funcionamiento verdaderamente humano que de-sempeña un papel central en el enfoque de Nussbaum.3) La distinción de tres tipos de capacidades16 que ella

hace, añade Nussbaum, no tiene paralelo en Sen: a) capa-cidades básicas (habla, amor y gratitud, razón práctica yla capacidad de trabajar), que son innatas; b) capacidadesinternas, que son estados desarrollados de la persona; c)capacidades combinadas, definidas como las capacidadesinternas combinadas con condiciones externas.

Detrás de la identificación de ciertas capacidades cen-trales y de un umbral básico en cada capability están lassiguientes ideas intuitivas, argumenta Nussbaum: 1) queciertas funciones son centrales en la vida humana en elsentido de que sin ellas no hay vida humana; y 2) que hayuna manera verdaderamente humana (no sólo animal) dellevar a cabo estas funciones. La idea central, continúaNussbaum, es la de un ser humano como un ser libre ydignificado que moldea su propia vida por medio de lospoderes de razón práctica y sociabilidad en cooperacióny reciprocidad con otros. El planteamiento se separaradicalmente del de Sen y se asemeja al adoptado en Am-pliar la mirada. Sin embargo, es ingenuo en la medida enla que no está problematizado, por ejemplo, con la nociónde la alienación.

La lista de capabilities combinadas que formula Nuss-baum identifica las capabilities de importancia central encualquier vida humana, dejando espacio para un plura-lismo razonable de especificación17. Es una lista de com-ponentes separados (correalizables). Todas son de centralimportancia y de calidades distintas, lo que limita las com-pensaciones. Cualquier situación debajo del umbral encualquier capability es trágica. Cuando dice que ciertashabilidades humanas ejercen la reivindicación moral quedeben ser desarrolladas, Nussbaum atribuye una fuerzamoral a las capabilities que corresponde sólo a las necesi-dades humanas, como lo han mostrado Wiggins (2002[1987]) y Doyal y Gough (1991). Cuando las capabilitiesbásicas se ven privadas de la nutrición (satisfacción de lasnecesidades, incluyendo educación) que las transformaríaen capabilities combinadas, se vuelven estériles. Nuss-

3

16 Martha Nussbaum se refiere a capacidades en el sentido usual deltérmino, al menos parcialmente, por lo cual en este caso he traducidocapabilities como capacidades.

17 La lista, muy simplificada, de capabilities combinadas es: 1) vida; 2) sa-lud corporal (incluye alojamiento adecuado); 3) integridad corporal(incluye oportunidades reproductivas y de satisfacción sexual); 4) sen-tidos, imaginación y pensamiento (incluye experiencias placenteras); 5)emociones; 6) razón práctica; 7) afiliación; 8) otras especies; 9) juego; 10)control sobre su medio ambiente.

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baum señala que el florecimiento es el desarrollo de laspotencialidades humanas, y la pobreza su negación.

Como se aprecia, hay una enorme cercanía entre lasideas de esta autora y las tesis centrales de Ampliar la mi-rada. Sin embargo, una parte importante de los elemen-tos de la lista son sólo re-fraseos de necesidades humanas(lo cual es muy obvio en: “ser capaz de estar bien nutri-do”, “ser capaz de tener alojamiento adecuado”), lo quelos descalifica como capacidades humanas. Otros se re-fieren a auténticas capacidades humanas. Algunas capaci-dades no son combinadas (“ser capaz de tener propiedadinmobiliaria y mobiliaria”), ya que no constituyen atribu-tos de la persona. Esto muestra que el intento por reducira una categoría única todos los rasgos de la buena vida esinevitablemente fallido y que necesitamos, al menos,hablar de necesidades desarrolladas y satisfechas, capaci-dades desarrolladas y aplicadas, libertades negativas, de-rechos y oportunidades, si queremos entender, medir ypromover el florecimiento humano.

6. CRÍTICA DE LAS DEFINICIONES DEPOBREZA DOMINANTES EN LA EPP

En la sección 7 examino la concepción de necesidades,satisfactores y recursos predominante en la economía po-lítica de la pobreza (EPP) de manera general, sin referir-me a autores específicos, con el propósito de mostrar lasimplicaciones que tiene abordar el eje del nivel de vida(ENV) de manera directa, sin pasar por el de florecimien-to humano (EFH), lo que he llamado la tesis crítica. Lasconclusiones de esta sección, en la que examino las de-finiciones de pobreza de un grupo de autores, sustentalas generalizaciones a las que llego en la siguiente. Sin em-bargo, y en contraste, al entrar al análisis de las definicio-nes específicas perdemos el detalle fino de los recursosprincipales y secundarios, perdemos totalmente la dimen-sión de satisfactores, y nos quedamos sin un esquema ex-plícito de las necesidades humanas. Ambas secciones de-ben verse conjuntamente como elemento central de lacrítica de la EPP.

Pobreza es, dice el Diccionario de la Real Academia Es-pañola (DRAE): “carencia de lo necesario para el sustento

de la vida”. Las diez definiciones de pobreza analizadasen el cuadro 1 (pp. 70-71) las he homologado a la estruc-tura básica del DRAE, identificando en qué términos de-finen “lo necesario” (los medios) y cómo completan lafrase que empieza con “para” (el propósito). Al hacerlo seprecisa cómo definen el objeto de estudio de la pobre-za18. En la primera columna se presentan las definicio-nes textuales de los autores; en la segunda se reformulande manera homologada con la definición del DRAE, y enla última columna se añaden algunas observaciones. Lasdefiniciones de pobreza incluidas se han clasificado, enprimer lugar, en dos grupos: 1) las que incorporan el con-cepto de necesidad, y 2) las que se basan en conceptosdistintos (rechacen o no explícitamente el concepto de ne-cesidades). El primer grupo incluye la definición de Alti-mir, la primera de Sen y Foster, y las tres de Boltvinik (de-finiciones 1 a 5 del cuadro). Las tres primeras podemosclasificarlas como parte del enfoque convencional de ne-cesidades de la pobreza; las dos últimas corresponden aldesarrollado en Ampliar la mirada. El segundo grupo, quecomprende también cinco definiciones (6 a 10 del cua-dro), se puede dividir, a su vez, en dos subgrupos: la deTownsend y la segunda de Sen-Foster (6 y 7), que pode-mos calificar como búsquedas fallidas de un nuevo enfoquey el enfoque economicista dominante (definiciones 8 a 10).Los grupos y subgrupos formados no son homogé-neos: hay grandes diferencias en su interior. El enfoqueconvencional de necesidades, las búsquedas fallidas de unnuevo enfoque y el enfoque economicista dominanteconforman la EPP, objeto de la crítica de este artículo.Una manera ágil de comparar las definiciones es la lec-tura vertical de las definiciones homologadas en la segun-da columna del cuadro.

De su definición textual podemos inferir que para Al-timir (1979) la variable que ha de medirse es el bienestar,cuyo elemento constitutivo identifica como satisfacciónde necesidades básicas. Sin embargo, acota doblementeel concepto de necesidades: son sólo las básicas (no todaslas humanas) y no son todas las básicas, sino sólo algunas.

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18 Es algo similar a lo que ocurre en materia de desigualdad, en la quelas diferentes teorías igualitaristas se distinguen por la manera en laque completan la frase “a cada quien según…”.

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Cuadro 1. Comparación de algunas definiciones convencionales de pobreza con las de pobreza económica del ser y del estar

Autor Definición Reformulación de la definición Observaciones

1. Altimir Juicio de valor sobre cuáles son los niveles de bienestar mínimamente adecuados, cuáles las necesidades Carencia de… ingresos corrientes para… satisfacer algunas Algunas necesidades, pues pregunta cuáles deben satisfacerse.

básicas cuya satisfacción es indispensable y qué grado de privación resulta intolerable (Altimir, 1979). necesidades básicas. En la medición especifica lo necesario como ingresos y reduce

las necesidades a la alimentaria. No precisa umbrales.

2. Sen y Foster “Incapacidad de satisfacer algunas necesidades elementales y esenciales” (Sen y Foster, 1997). Carencia de ingresos ajustados por la diversidad humana para… Las oportunidades reales que especifican lo necesario son

(primera) satisfacer algunas necesidades elementales y esenciales. ingresos ajustados para tomar en cuenta la diversidad

humana. No precisan umbrales.

3. Boltvinik Un hogar es pobre si, dadas sus fuentes de bienestar, no puede satisfacer sus necesidades básicas, a pesar de Carencia de fuentes de bienestar para… satisfacer las necesidades El MMIP es un método combinado (directo e indirecto). En

MMIP una asignación eficiente de las mismas (Boltvinik, 1992). básicas cada dimensión directa se definen umbrales. El umbral de

ingresos se basa en una canasta normativa completa.

4. Boltvinik Ampliar Pobreza económica del ser es no tener suficientes recursos y/o condiciones adecuadas para el desarrollo de las Carencia de fuentes de bienestar y/o oportunidades para… el Condiciones u oportunidades: de educación, de empleo que

(primera) necesidades y de las capacidades (Boltvinik, 2005). desarrollo de las necesidades y de las capacidades movilice y desarrolle capacidades, entorno cultural favorable

al desarrollo de necesidades y capacidades.

5. Boltvinik Ampliar Pobreza económica del estar es no tener suficientes recursos y/o condiciones adecuadas para la satisfacción de Carencia de fuentes de bienestar y/o condiciones para… la Efectivas es igual a realmente desarrolladas por el individuo.

(segunda) las necesidades efectivas y la aplicación de las capacidades efectivas (Boltvinik, 2005). satisfacción de necesidades efectivas y aplicación de capacidades Ésta y la definición previa tienen que aplicarse simultánea-

efectivas. mente. De otra manera, quien necesita menos puede resultar

menos pobre en el estar.

6. Peter Townsend Los individuos, las familias y los grupos de la población están en la pobreza cuando carecen de los recursos Carencia de los recursos para… participar en los patrones Al concebir las necesidades como variables entre sociedades,

para obtener los tipos de dieta, participar en las actividades y tener las condiciones de vida y las instalaciones ordinarios de vida, costumbres y actividades. las sustituye por patrones de vida. El énfasis relativista en la

que se acostumbran, o que por lo menos son ampliamente promovidas o aceptadas, en las sociedades a las diferencia respecto a los ingresos promedio convierte a éstos

que pertenecen. Sus recursos están tan seriamente por debajo de los que dispone el individuo o la familia en la norma de referencia. Lo que es, en promedio, lo

promedio que resultan, en efecto, excluidos de los patrones ordinarios de vida, costumbres y actividades convierte en lo que debe ser para todos. A pesar de una

(Townsend, 1979a). amplia concepción de recursos, termina igualándolos a los

ingresos. Insinúa umbrales (relativistas).

7. Sen y Foster “Privación de capabilities mínimas y habilidades sociales elementales” (Sen y Foster, 1997). Carencia de ingresos ajustados por la diversidad humana para… Ésta es su definición preferida. Capabilities es (casi) lo mismo

(segunda) evitar la privación de capabilities mínimas y habilidades sociales que necesidades. Igual que en su primera definición,

elementales. oportunidades se refiere a ingresos ajustados por la

diversidad humana. No precisan umbrales.

8. Citro, Michael et al. “Pobreza como privación económica […] carencias de recursos económicos (ingreso monetario o cuasi Carencia de… ingreso monetario o cuasi monetario para… “[…] enfocamos nuestro trabajo en la privación económica,

(1995) monetario) para el consumo de bienes y servicios económicos. Recursos necesarios para alcanzar un nivel obtener el consumo de bienes y servicios económicos para alcanzar definida de manera estrecha. Nos ocupamos del concepto,

de vida mínimamente adecuado para los Estados Unidos de hoy”. un nivel de vida mínimamente adecuado. definición y medición de la pobreza económica, o lo que

muchos llaman pobreza material”. Precisan umbrales.

9. Ravallion “Definiré una línea de pobreza (LP) como el costo monetario para una persona dada, en un lugar y tiempo Carencia de gastos de consumo para… alcanzar un nivel Ravallion admite que la teoría no ayuda a la definición de UZ

específicos, de un nivel referencial de bienestar (welfare) [o utilidad]. Las personas que no alcanzan ese nivel referencial de utilidad (UZ). y que la función de gastos requerida no puede identificarse a

de bienestar son pobres”. La LP es el punto de la función de gasto del consumidor que minimiza el costo de partir de la demanda observada de los consumidores.

alcanzar el nivel referencial de utilidad, con precios y características del hogar dados (Ravallion, 1998). Concluye que se necesitan juicios normativos externos (e

información) para fijar la LP.

10. Aldi Hagenaars Es una situación en la que el bienestar (welfare) de un hogar, derivado de su disposición de recursos, cae por Carencia de lo necesario (recursos en sentido amplio) para… Las necesidades son sustituidas por la utilidad que “se puede

debajo de un cierto nivel de bienestar mínimo, denominado el umbral de pobreza (Hagenaars, 1986). alcanzar un nivel de bienestar mínimo (utilidad). medir con encuestas”. Recursos se iguala a estatus

económico. No precisa umbrales.

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pobreza con las de pobreza económica del ser y del estar

Reformulación de la definición Observaciones

Carencia de… ingresos corrientes para… satisfacer algunas Algunas necesidades, pues pregunta cuáles deben satisfacerse.

necesidades básicas. En la medición especifica lo necesario como ingresos y reduce

las necesidades a la alimentaria. No precisa umbrales.

Carencia de ingresos ajustados por la diversidad humana para… Las oportunidades reales que especifican lo necesario son

satisfacer algunas necesidades elementales y esenciales. ingresos ajustados para tomar en cuenta la diversidad

humana. No precisan umbrales.

Carencia de fuentes de bienestar para… satisfacer las necesidades El MMIP es un método combinado (directo e indirecto). En

básicas cada dimensión directa se definen umbrales. El umbral de

ingresos se basa en una canasta normativa completa.

Carencia de fuentes de bienestar y/o oportunidades para… el Condiciones u oportunidades: de educación, de empleo que

desarrollo de las necesidades y de las capacidades movilice y desarrolle capacidades, entorno cultural favorable

al desarrollo de necesidades y capacidades.

Carencia de fuentes de bienestar y/o condiciones para… la Efectivas es igual a realmente desarrolladas por el individuo.

satisfacción de necesidades efectivas y aplicación de capacidades Ésta y la definición previa tienen que aplicarse simultánea-

efectivas. mente. De otra manera, quien necesita menos puede resultar

menos pobre en el estar.

Carencia de los recursos para… participar en los patrones Al concebir las necesidades como variables entre sociedades,

ordinarios de vida, costumbres y actividades. las sustituye por patrones de vida. El énfasis relativista en la

diferencia respecto a los ingresos promedio convierte a éstos

en la norma de referencia. Lo que es, en promedio, lo

convierte en lo que debe ser para todos. A pesar de una

amplia concepción de recursos, termina igualándolos a los

ingresos. Insinúa umbrales (relativistas).

Carencia de ingresos ajustados por la diversidad humana para… Ésta es su definición preferida. Capabilities es (casi) lo mismo

evitar la privación de capabilities mínimas y habilidades sociales que necesidades. Igual que en su primera definición,

elementales. oportunidades se refiere a ingresos ajustados por la

diversidad humana. No precisan umbrales.

Carencia de… ingreso monetario o cuasi monetario para… “[…] enfocamos nuestro trabajo en la privación económica,

obtener el consumo de bienes y servicios económicos para alcanzar definida de manera estrecha. Nos ocupamos del concepto,

un nivel de vida mínimamente adecuado. definición y medición de la pobreza económica, o lo que

muchos llaman pobreza material”. Precisan umbrales.

Carencia de gastos de consumo para… alcanzar un nivel Ravallion admite que la teoría no ayuda a la definición de UZ

referencial de utilidad (UZ). y que la función de gastos requerida no puede identificarse a

partir de la demanda observada de los consumidores.

Concluye que se necesitan juicios normativos externos (e

información) para fijar la LP.

Carencia de lo necesario (recursos en sentido amplio) para… Las necesidades son sustituidas por la utilidad que “se puede

alcanzar un nivel de bienestar mínimo (utilidad). medir con encuestas”. Recursos se iguala a estatus

económico. No precisa umbrales.

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Es necesario ir al procedimiento de medición que adop-ta Altimir para precisar que identifica “un monto de in-gresos corrientes del hogar” como “lo necesario”, lo queimplica un fuerte reduccionismo que comparte con otrosautores incluidos en el cuadro19. Así, su definición homo-logada es: “carencia de ingresos para satisfacer algunas ne-cesidades básicas”. No obstante, en la medición, algunasnecesidades se convierten sólo en la alimentaria20, mos-trando otro reduccionismo. Pero su definición, al incor-porar al menos una necesidad humana, no es tautológicacomo la de otros autores, según veremos.

La primera definición de Sen y Foster (1997) es casiigual a la de Altimir, excepto que en lugar de ‘básicas’ ca-lifican las necesidades como ‘elementales y esenciales’, lasque, por la vía de los ejemplos, ilustran sólo con alimen-tos y alojamiento, dando a entender que, en efecto, estánpensando en lo muy elemental y en lo muy esencial21.En cuanto al contenido de lo necesario, en apariencia setrata de oportunidades, pero al analizar éstas críticamen-te (deconstruirlas) resultan ser “ingresos ajustados paratomar en cuenta la diversidad humana” (véase columnade observaciones del cuadro 1), por lo cual es correctointerpretar esta definición como “carencia de ingresosajustados por la diversidad humana para satisfacer algu-nas necesidades elementales y esenciales”. La diversidadhumana la toma en cuenta Altimir por la vía de requeri-mientos nutricionales variables según edad, sexo, ocu-pación, etc., haciendo más evidente la enorme similitudde ambas definiciones, que por ello he calificado como

enfoque convencional de las necesidades acotadas en el es-tudio de la pobreza.

La utilizada por Boltvinik en el MMIP (Método de Me-dición Integrada de la Pobreza), definición 3 del cuadro 1,“carencia de fuentes de bienestar para satisfacer las nece-sidades básicas”22, aunque muy similar a las anteriorestiene una mayor amplitud en dos dimensiones: todas lasnecesidades básicas contra algunas por el lado del propó-sito, y todas las fuentes de bienestar contra sólo una deellas (el ingreso corriente) por el lado de los medios. Ladiferencia por el lado de los medios no es menor (invo-lucra, entre otros, la incorporación, o no, del tiempo dis-ponible y de los conocimientos y habilidades) y ha sido labase de la crítica interna más general que he desarrolladode los métodos parciales (a los que llamo así precisamen-te porque consideran sólo algunas fuentes de bienestar)que ordenan los hogares según el nivel de vida y, portanto, miden mal la pobreza.

Dejo pendientes para el final las dos definiciones depobreza económica asociadas al nuevo enfoque de la po-breza y el florecimiento humano desarrollado en Am-pliar la mirada. Vayamos, pues, a los autores que susti-tuyen las necesidades por otros conceptos. Empecemospor Townsend y Sen, autores fundamentales en el temay que no se caracterizan por un rechazo abierto al concep-to de necesidades. En vez de ello, adoptan conceptos afi-nes pero claramente distintos, aunque como veremos lasustitución de la palabra necesidades no es nunca inocen-te. Peter Townsend reemplaza ‘satisfacer necesidades’ con‘participar en los patrones ordinarios de vida (tipos dedieta, condiciones de vida e instalaciones), costumbres yactividades’. En la sección 7 argumento, con Wiggins, queel término necesidades no puede ser sustituido por de-seos, apetencias o preferencias. ¿Podrá ser sustituido porla participación a la que se refiere Townsend? Veamos quétanto se aleja su enfoque del concepto de necesidades.De los cinco elementos que constituyen el propósito (elpara qué), los cuatro (excepto costumbres) que he resal-tado con cursivas son satisfactores de las necesidades.Las costumbres dan lugar a actividades, a dietas, y quizás

3

19 Sin embargo, en la conceptualización previa a la medición, Altimirtiene una mirada más amplia. En el capítulo 13 de Ampliar la miradaanalizo con mucho mayor detalle las concepciones de pobreza de Al-timir, Sen, Townsend y Hagernaars con base en diez rubros adiciona-les a la definición.20 Esto no es totalmente evidente. El método utilizado, el de la canas-ta normativa alimentaria (CNA), según he demostrado en diversas pu-blicaciones (véase, por ejemplo, Boltvinik, 1999: 94-97) sólo identificala pobreza alimentaria. Esta crítica se presenta también en la sección15.3 de Ampliar la mirada. Por su parte, en las secciones 19.4 y 19.5 seanalizan críticamente dos aplicaciones de tales variantes en México, elestudio INEGI-Cepal y el Método Oficial de Medición de la Pobreza dela Secretaría de Desarrollo Social del gobierno de Vicente Fox.21 Es notable que Sen, en 1997 (en esta obra con Foster), siga hablan-do de necesidades, ya que parecía haber sustituido este concepto porel de capabilities y functionings desde la primera mitad de la década de1980.

22 Hoy, a la luz de Ampliar la mirada, sustituiría básicas, que limita eluniverso de necesidades consideradas, por humanas.

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también al tipo de instalaciones, de tal manera que re-sultan (al menos en parte) redundantes. De esta manera,podemos refrasear su definición homologada para quequede (cambio no incluido en el cuadro 1):“Carencia derecursos para adquirir los satisfactores acostumbrados”,haciendo evidente (como en la cita siguiente) que Town-send en realidad no ha abandonado el terreno de las ne-cesidades y sus satisfactores:

Cualquier conceptualización rigurosa de la determinación

social de las necesidades desvanece la idea de necesidad abso-

luta.Y un relativismo total se aplica según la época y el lugar.

Los satisfactores básicos (necessities) de la vida no son está-

ticos. Se adaptan continuamente y se incrementan en la me-

dida que hay cambios en la sociedad y en sus productos23

(Townsend, 1979b: 17-88, cit. por Sen, 2003: 413).

Aunque no abandona el mundo de las necesidades, sealeja radicalmente de la noción de necesidades humanasuniversales. Townsend ha sido muy ambiguo en cuantoa amplitud o estrechez de la mirada. Por una parte, hamantenido una visión del universo de satisfactores y ne-cesidades (aunque no use esos términos sino ‘patronesde vida’) mucho más amplia que la predominante. Tam-bién ha sostenido una concepción de los recursos mu-

4

Unidad multifamiliar Tlatelolco, ciudad de México, ca. 1963.

Rod

rigo

Moy

a

23 Aunque me he basado en la traducción de esta fuente, he introdu-cido algunos cambios.

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cho más extensa que la de sólo los ingresos corrientes.En Poverty in the United Kingdom (1979a) usó un con-junto de 60 indicadores de privación que se refieren aaspectos muy variados de la vida, desde alimentación,vestuario, combustible y electricidad, hasta condicionesde trabajo, salud, educación, espacios para el juego delos menores, pasando por condiciones de la vivienda yequipamiento doméstico. Sin embargo, al lado de estaamplitud, ha incurrido en un fuerte reduccionismo almenos en dos ocasiones decisivas. La primera acciónreduccionista la llevó a cabo cuando derivó de su afirma-ción de que los satisfactores básicos de la vida no son es-táticos la conclusión de que, para ir actualizando los um-brales a los que llama estándares de suficiencia,

no bastaría con dar cuenta del cambio en los precios, ya quese omitirían las modificaciones en los bienes y servicios con-sumidos, así como las nuevas obligaciones y expectativasde los miembros de la comunidad. A falta de otro criterio,el mejor supuesto sería vincular la suficiencia con el incre-mento promedio (o caída) en los ingresos reales (Townsend,1979b: 17-18, cit. por Sen, 2003: 413).

Esto lo llevó a usar, en su investigación con Abel-Smith24, como líneas de pobreza 50 y 60% del ingreso me-dio de los hogares, que se ha convertido (con pequeñasvariantes) en el método oficial de medición de la pobre-za de la Organización para la Cooperación y el Desarro-llo Económico (OCDE) y de la Unión Europea. Se tratade un relativismo extremo (que termina confundiendola pobreza con la desigualdad) en el cual, además, se hanreducido los recursos a los ingresos corrientes. Con ello lossatisfactores se reducen también a aquellos que se pue-den adquirir con dinero, en contraste con la amplia gamade indicadores de privación antes mencionada en la quehay algunos rubros (educación, salud, interacción social,alimentos cocinados) que no dependen del ingreso o nosolamente de él.

La segunda acción reduccionista que llevó a cabo Town-send en el capítulo 6 de Poverty in the United Kingdomconsistió en reducir la amplia gama de recursos (ahí mis-

mo concebida) al ingreso. Esto lo hizo cuando, en su bús-queda de la línea de pobreza objetiva25, asoció ingresos delos hogares con los puntajes de privación obtenidos porellos (en un cálculo ilustrativo construido con 12 indica-dores de privación directos de los 60 antes mencionados)respecto del estilo de vida dominante:

Al descender en la escala del ingreso, se plantea la hipótesisque en un punto particular para diferentes tipos de fami-lias, un número significativamente grande de ellas reducesu participación en el estilo de vida de la comunidad másque proporcionalmente. Desertan o son excluidos. Estospuntos de ingreso se pueden identificar como la línea de po-breza (Townsend, 1979a: 249).

Con estas acciones reduccionistas que contradicen suamplia visión de recursos, Townsend comparte la visión re-duccionista de los medios de casi todos los demás autores.

Sen y Foster, en su segunda definición, reemplazan ‘ne-cesidades elementales y esenciales’ por capabilities míni-mas y habilidades sociales elementales. Nótese la simetríade los adjetivos. Lo necesario, al igual que en la primera de-finición, resultan ser ingresos ajustados por la diversidadhumana (en materia de condiciones, requerimientos ycapacidad de transformación de bienes y servicios en ca-pabilities). Así llegamos a la definición homologada:carencia de ingresos ajustados por la diversidad humanapara alcanzar capabilities mínimas y habilidades socialeselementales, quedando igual la primera parte de la frasea la de la primera definición. En los ejemplos de los au-tores se hace referencia, como capabilities mínimas, a evi-tar el hambre y evitar vivir en la calle, que no son más queun refraseo obvio de las necesidades de alimentación y vi-vienda. En cuanto a las habilidades sociales elementales,los autores dan los ejemplos de “aparecer en público sinsentirse avergonzado” y “participar en la vida de la co-munidad”, que pueden verse también como meros re-fraseos de necesidades humanas como la autoestima y lapertenencia. O bien, si las aceptásemos como capacida-des, les serían aplicables las críticas presentadas en la sec-

3

24 Abel-Smith y Townsend, 1965.

25 Véase en el cap. 17 (sección 17.1) de Ampliar la mirada el análisisdel método de medición propuesto por Townsend al que he llamado“línea de pobreza objetiva”.

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ción 5, ya que ambas serían sólo capacidades económi-cas dependientes de los recursos de la persona. Todos losejemplos de Sen y Foster se mantienen dentro del con-cepto de necesidades humanas o, en el mejor de los casos,desarrollan el concepto de capacidades económicas. Sen yFoster no logran deshacerse del concepto de necesidad,pero en el intento lo oscurecen y le quitan la fuerza que lohace insustituible. Sus dos definiciones son sólo una.

Townsend y Sen, los autores más destacados en la ma-teria, intentan infructuosamente desarrollar enfoquesoriginales y alejarse del concepto de necesidades, por locual los he calificado como búsquedas fallidas de un nue-vo enfoque de la pobreza. Ambos quedan atrapados en laEPP dominante y han contribuido a configurar, activa-mente, su rostro actual.

Pasamos ahora al análisis del último subgrupo: el delenfoque economicista dominante. En la definición adop-tada en el estudio colectivo editado por Citro y Michael(1995)26 se identifica lo necesario sólo como ingresomonetario o cuasi monetario (vales para comida y simi-lares), lo que conlleva un fuerte reduccionismo en laconcepción de los recursos. Al definir el para qué, “obte-ner el consumo de bienes y servicios”, hacen explícito elreduccionismo en los satisfactores, al excluir todos lossatisfactores que no sean ‘objetos’ (véase sección 7). Adiferencia de otras definiciones, añaden un segundo paraal referir el nivel de consumo como el necesario “para al-canzar un nivel de vida mínimamente adecuado”, quesustituye a la satisfacción de las necesidades. Puestoque la única respuesta que podrían dar a cuál es el ele-mento constitutivo del eje de nivel de vida sería “el con-sumo de bienes y servicios”, que sólo puede medirse através del gasto incurrido, la definición de pobreza es tau-tológica, ya que si suponemos que el ahorro, que no estáen los propósitos, es igual a cero, ingresos y gasto deconsumo son iguales, por lo que la definición rezaría:“carencia de gastos de consumo para alcanzar un nivelde consumo mínimamente adecuado”.

Como se señala en la columna de observaciones, losautores están conscientes de la estrechez de su mirada,pero la conciben como una virtud y usan explícitamen-te los términos pobreza económica y pobreza material:“enfocamos nuestro trabajo en la privación económica, de-finida de manera estrecha. Nos ocupamos del concepto,definición y medición de la pobreza económica, o lo quemuchos llaman pobreza material”. Orgullosamente reduc-cionistas.

Hagenaars (1986) reemplaza necesidad (concepto queparadójicamente no rechaza) por un nivel mínimo de bie-nestar (utilidad) que, siguiendo a Van Praag, sostiene sepuede medir mediante encuestas. El resultado de éstas,al que la autora llama utilidad, es más bien una opinióndel entrevistado sobre su propia situación. Hagenaarsignora las críticas al utilitarismo de Sen y Rawls (‘gustosbaratos’ y ‘gustos caros’; sección 3, supra). Logra sustituirnecesidades por algo que podría llamarse ‘cumplimientode expectativas’, cuya pertinencia en el estudio de la po-breza es, sin embargo, muy poco defendible.

Un caso más general entre los utilitaristas es el de Rava-llion (1998), quien es el líder intelectual en este tema enel Banco Mundial (BM). Interpretados literalmente, estoseconomistas postularían que la frase correcta del DRAE es“carencia de lo necesario (gastos de consumo o ingresos)para alcanzar un nivel referencial de utilidad”. Sin embar-go, hay una simulación de cambio del espacio de ingresosal de utilidad, por medio de la introducción de ajustes enfunción de las características del hogar (tamaño, estruc-tura de edades, etc.). En vez de referirse descriptivamentea este cambio como lo que es, ingreso ajustado por adultoequivalente o algo similar, pretenden que se trata de pasardel espacio del ingreso al de la utilidad27. Por tanto, inter-pretada críticamente, la frase quedaría: “carencia de lo

4

27 Esto se demuestra con una frase de una cita de Deaton y Muellbauer(1991 [1980]), que dice: “Las escalas de equivalencia se basan en el su-puesto de que la única diferencia en gustos entre los hogares se debe alas características observables”. O dicho de otro modo, las funciones deutilidad son idénticas para todas las personas/hogares por adulto equi-valente. Pero, como se mostró en la sección 4 supra, para sostener elcarácter imperativo de calcular las unidades equivalentes, los autorestienen que recurrir al concepto de necesidad, mostrando que éste, re-chazado por la puerta delantera, vuelve a entrar por la puerta traseraen la teoría neoclásica del consumidor.

26 Se trata de un volumen colectivo, resultado de la labor de un grupode expertos que trabajaron durante dos años y medio, por encargo delJoint Economic Committee del Congreso de Estados Unidos, para ha-cer “una revisión en profundidad del método de medición oficial de lapobreza del gobierno de dicho país”.

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necesario (gastos de consumo o ingresos) para alcanzarun nivel referencial de gastos de consumo o ingresos poradulto equivalente”, o de manera más descarnada, “ca-rencia de los ingresos necesarios para alcanzar un nivel re-ferencial de ingresos”. Como se muestra en el cuadro 1(columna observaciones), Ravaillon admite que la teoríano ayuda a la definición del nivel referencial de utilidadpor lo cual se necesitan juicios normativos externos parafijar la línea de la pobreza. La determinación de ese nivelreferencial de ingresos es totalmente arbitraria en la prác-tica del BM y en la de esta clase de economistas, lo quemuestra el tipo de ciencia que practican.

De lo que llevamos analizado queda claro que los in-tentos de Sen y Townsend por abandonar el concepto de

necesidad como elemento constitutivo del propósito enel enunciado del concepto de pobreza son fallidos. Tam-bién que los ‘utilitaristas’ resultan no serlo, puesto que suconcepto es imposible de medir, y que terminan susti-tuyéndolo o por “satisfacción de expectativas” o por latautología “ingresos insuficientes para alcanzar un nivelde ingresos referencial”, definiciones en las que los ingre-sos son propósito y medio. Tenemos que concluir que elcarácter indispensable del concepto de necesidades se ter-mina imponiendo.

Contrasto ahora las definiciones de los conceptos depobreza económica (del ser: PES; y del estar: PEE) desa-rrolladas en Ampliar la mirada (renglones 4 y 5, cuadro 1)con todas las anteriores. Si bien el concepto de PEE parece

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Tacuba, ciudad de México, ca. 1960.

Rod

rigo

Moy

a

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cercano al que he llamado enfoque convencional de necesi-dades de la pobreza, representado por la definición de Al-timir, la primera de Sen y Foster y la de Boltvinik (MMIP),hay dos diferencias de entrada: 1) la pobreza económicadel estar incluye aplicación de capacidades efectivas; 2) serefiere a la satisfacción de las necesidades efectivamente de-sarrolladas28. Sólo algunas personas han desarrollado ex-tensionalmente sus necesidades de manera que cubran,por ejemplo, toda la gama planteada por Maslow; en mu-chas personas están ausentes las necesidades de autorrea-lización y las cognitivas superiores. Por ello y por otrasrazones, las dos dimensiones de la pobreza económica (PES

y PEE) deben siempre evaluarse de manera simultánea yvinculándolas con las dos categorías de pobreza humana.

Juan, el antropólogo físico que he usado como ejem-plo en Ampliar la mirada, ha de ser situado, ante todo,en las escalas de pobreza/riqueza humana del ser y del es-tar. Supongamos que Juan (quien es rico humanamen-te —necesita mucho y tiene ampliamente desarrolladassus capacidades— y se mantendrá muchos años en esasituación, aunque esa riqueza pueda irse deteriorando sino se continúa desarrollando) no puede trabajar comoantropólogo físico y, en consecuencia, se sitúa en pobrezahumana del estar porque no puede satisfacer su necesi-dad de autorrealización ni aplicar (y, por tanto, ni seguirdesarrollando) sus capacidades centrales. Cabe aquí hacernotar que esta situación sería el resultado de una pobrezaeconómica tanto del ser como del estar: no habría tenidola oportunidad de trabajar como antropólogo físico. Sonestas pobrezas económicas las que generan su ubicaciónen la pobreza humana del estar. Podría no ser una caren-cia económica, sino afectiva, la que lo hace estar hu-manamente pobre: una separación amorosa que dejaraesta necesidad insatisfecha. Si Juan fuese todavía joven y

el evento bajo consideración (no consigue trabajo de an-tropólogo físico) reciente, su necesidad de entendimien-to acerca del origen del hombre y su vocación de auto-rrealización como antropólogo físico seguirían vivas. SiJuan no se hubiese declarado derrotado sentiría la ne-cesidad de explorar otras vías para su autorrealización,tanto en la antropología física (v.g. dar clases) como enla música (la otra vocación de Juan) o en ambas. Al eva-luar la situación de Juan, en cualquier momento de su vidaen las cuatro dimensiones (lo que debe concebirse comosu ubicación en uno de los cuatro cuadrantes de dos ejesde coordenadas: uno para la dimensión humana, otropara la económica), podemos captar los retos del floreci-miento humano y de la superación de la pobreza, y susinterrelaciones, como proceso. A diferencia del enfoquetradicional en el estudio de la pobreza, tenemos aquí, in-cluso limitándonos a la evaluación de la pobreza econó-mica, un espacio bidimensional.

Se pueden identificar las siguientes diferencias entre elnuevo enfoque de la pobreza económica y el convencio-nal de necesidades: 1) No hay en el nuevo enfoque acota-miento o reducción de necesidades. 2) La visión dinámi-ca (desarrollo) de las necesidades se contrapone al conceptoestático de satisfacción de necesidades fijas. 3) La incor-poración del desarrollo y aplicación de capacidades rescatael lado activo del ser humano y refuerza la visión dinámi-ca del florecimiento humano a través de la unidad dia-léctica necesidades-capacidades, con toda la riqueza ana-lítica que conlleva. 4) La sustitución de recursos acotadospor fuentes de bienestar y oportunidades (de trabajo, estu-dio, etc.) amplía la visión de los aspectos económicos re-lacionados con el florecimiento humano, de tal maneraque, por ejemplo, se supera la visión del trabajo comomero medio de obtención de ingresos y se incorpora supapel central en la aplicación (y desarrollo ulterior) decapacidades. 5) El paso de una evaluación unidimen-sional a una bidimensional (pobreza económica del sery del estar) permite captar aspectos dinámicos que el en-foque estático no puede percibir. 6) El vínculo entre po-breza económica y pobreza humana transforma radical-mente los referentes del concepto y las evaluaciones sevuelven mucho más dinámicas como lo muestra el pá-rrafo precedente.

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28 Evaluar la situación de las personas que ni siquiera han desarrolla-do las cuatro necesidades básicas de la motivación deficitaria con baseen sus necesidades efectivas parecería ir contra principios éticos bási-cos y podría conducir a resultados perversos: los más pobres podríanresultar mejor situados que otros menos pobres. Sin embargo, hayque tomar en cuenta que, como se argumenta enseguida, la PEE nodebe evaluarse de manera independiente de la PES, donde no hay re-corte de necesidades (ni de capacidades): todos son evaluados contrael espectro completo de necesidades humanas.

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7. LA ESTRECHA MIRADA DE LA ECONOMÍAPOLÍTICA DE LA POBREZA (EPP)

7.1. Las necesidades y los satisfactores

Es preciso hacer la distinción entre necesitar o necesi-dades, por un lado; y desear o apetecer, o deseos y ape-tencias, por el otro. Para ello conviene retomar a DavidWiggins (2002 [1987]), quien dice que una persona ne-cesita X [absolutamente,] si y sólo si ella resultará daña-da si carece de X. Es el daño resultante lo que distinguelo necesitado de los deseado o apetecido. Nótese queésta es una definición, formal y muy precisa, de lo necesi-tado (del satisfactor) y no de la necesidad. Ésta la define elpropio Wiggins “como estados de dependencia (con respec-to a no ser dañado), que tienen como sus objetos apro-piados las cosas necesitadas (o, más estrictamente, tenero usar cosas)”29.Añade Wiggins que a diferencia de desear,“necesitar no es evidentemente un verbo intencional”: “Loque necesito no depende del pensamiento o de cómo fun-ciona mi mente (o no sólo de ello), sino del mundo co-mo éste es” (Wiggins, 2002 [1978]).

Para emprender la crítica externa de la EPP y la for-mulación de un nuevo enfoque es necesario partir deconceptos precisos, como el de necesidad, y del ser hu-mano tal como éste es: ser natural activo, social y cons-ciente, que se distingue de las demás especies del reinoanimal. El ser humano, como todo ser vivo, requiere ob-jetos externos para reproducir su propia vida, lo que, diceMarx, lo convierte en un “ser dependiente y sufriente”. Elser humano necesita, pues, objetos externos (bienes). Pero elser humano es también un ser activo que (como especie)sólo puede satisfacer sus necesidades a través de su activi-dad vital, el trabajo, que se dirige de manera mediada ala satisfacción de necesidades. Puesto que sin el trabajoel ser humano no es tal, éste se transforma en necesidadcentral. El ser humano necesita su propia actividad. El ser

humano necesita también actividades de otras personas quele benefician (servicios). Pero el ser humano es tambiénun ser social. Para Marx, el ‘hombre’ no puede llevar unavida humana, no puede ser hombre como tal más queen su relación con los demás y a consecuencia de esa re-lación. Por tanto, el ser humano necesita relacionarse conotros seres humanos. Necesita relaciones. Por último, el serhumano es también un ser consciente, lo que entre otrascosas quiere decir que su propia vida le es objeto. La activi-dad vital consciente diferencia al hombre de la actividadvital animal, dice Marx30. Por tanto, el ser humano nece-sita saber y entender, es decir, necesita información, conoci-mientos, ideas, marcos conceptuales, teorías o explicaciones.

De la reflexión anterior podemos derivar una tipolo-gía de satisfactores de las necesidades humanas: 1) objetosexternos (bienes); 2) actividades de otras personas quenos proporcionan beneficios (servicios); 3) actividadesdel sujeto; 4) relaciones (asociadas a las cuales se llevan acabo actividades compartidas con quienes se establecenlas relaciones); 5) información, conocimientos, teorías. Apartir de la amplia gama de satisfactores que manejanMax Neef et al. en su “Matriz de necesidades y satisfac-tores”31 (reproducida en el capítulo 5 de Ampliar la mi-rada) y previo tamiz crítico, podemos concluir que es ne-cesario añadir capacidades e instituciones a la tipologíaanterior, por lo cual la tipología completa de satisfacto-res queda integrada como sigue: 1) objetos o bienes; 2)servicios; 3) relaciones; 4) actividades; 5) conocimientosy teorías; 6) capacidades, y 7) instituciones.

En Ampliar la mirada analizo comparativamente lasteorías de las necesidades humanas de Marx (directa-mente y a través de la visión de György Márkus, AgnesHeller y J. P. Terrail), de Maslow, Fromm, Maccoby, MaxNeef et al., Doyal y Gough y Nussbaum. Una conclusiónde dicho análisis es que se puede sostener con argumen-tos racionales que, si pudiésemos interactuar con estosautores en un proceso que llevase a eliminar sus diferen-

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29 Mientras en la primera parte no parece haber ningún reduccionis-mo, ya que X puede ser un objeto, una relación o la realización deactividades, en la segunda sí hay reduccionismo, ya que si hablamosde tener o usar cosas se excluye la necesidad de relaciones con otras per-sonas o la necesidad de realizar ciertas actividades.

30 Véase el cap. 2 de Ampliar la mirada, en la cual se desarrollan estasideas siguiendo la lectura magistral de la visión antropológica deMarx que ha hecho György Márkus, 1985.31 Página 42 de Desarrollo a escala humana. Una opción para elfuturo, Max Neef et al., 1986.

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cias puramente taxonómicas, si bien no habría consensoen cuanto a la teoría de la jerarquía de necesidades deMaslow (1943 y 1987 [1954]), sí habría consenso sobre sulista de necesidades, salvo las estéticas32. Por tanto, en loque sigue me apoyaré en el esquema de Maslow con laomisión de las necesidades estéticas. Su esquema com-pleto de necesidades consiste (véase el capítulo 3 de Am-pliar la mirada) en: 1) las libertades sociales como pre-rrequisito para la satisfacción de todas las necesidades;2) una jerarquía de necesidades formada por cinco niveles,de más prepotentes a menos: fisiológicas, de seguridad,afectivas (amor, afecto, pertenencia), de estima (que divi-de en dos: los logros que forman la base de la autoestimay la reputación) y de autorrealización; 3) las necesidadescognitivas, con su propia jerarquía (saber y entender), y4) las necesidades estéticas.

Agrupando de manera un poco diferente las necesida-des enumeradas por Maslow y adoptando la tipología desiete tipos de satisfactores derivada antes, he definido loscontenidos de las dos primeras columnas del cuadro 2(p. 81). En las celdas de la primera columna se presen-tan cuatro grupos de necesidades, en el siguiente orden: 1)De sobrevivencia (o materiales), que podemos asociar demanera aproximada con los dos primeros niveles del es-quema de Maslow: necesidades fisiológicas y de seguridad.Los ejemplos presentados en el cuadro son alimentación,refugio y seguridad. 2) Cognitivas (saber y entender). 3)Emocionales, en que quedan ubicadas claramente la ne-cesidad de amor, afecto y pertenencia de Maslow, el tercernivel de su jerarquía, y la parte de reputación de la necesi-dad de estima, cuarto nivel de su jerarquía. 4) Necesidadesde crecimiento, entre las que he incluido la otra parte delas necesidades de estima, a la que Maslow llama las ba-ses de la autoestima (formadas por los logros de la per-sona), así como la necesidad de autorrealización. En lasceldas de la columna 2, y a partir de la tipología de satis-factores desarrollada, se presentan algunos satisfactoresidentificados para cada grupo de necesidades, clasifica-dos en principales y secundarios según el papel que de-

sempeñan en la satisfacción de la necesidad. Para evitarun cuadro muy complejo he evitado ser exhaustivo.

7.2 Fuentes de bienestar o recursos

Para la tercera columna del cuadro 2 podemos utilizartanto la concepción usual de recursos como la de fuen-tes de bienestar. Con base en esta última noción, que hevenido utilizando desde hace muchos años33, he soste-nido que el bienestar de los individuos y de los hogaresdepende de las siguientes fuentes directas: 1) el ingresocorriente; 2) el patrimonio básico, entendido como elconjunto de bienes y activos durables que proporcionanservicios básicos a los hogares; 3) los activos no básicos yla capacidad de endeudamiento del hogar; 4) el acceso alos bienes y servicios gratuitos que ofrece el gobierno;5) el tiempo disponible para el descanso, el trabajo do-méstico, la educación y el tiempo libre; y 6) las habilida-des y conocimientos de las personas, fundamentales enel desempeño de cualquier actividad, una parte de los cua-les incide en el desempeño de las actividades, mientrasotra debe verse como satisfactor directo de las necesidadescognitivas del ser humano. Ni el tiempo ni las habilidades ylos conocimientos son concebidos como medios de cam-bio para la obtención de ingresos, sino como satisfac-tores directos de necesidades34.

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33 Originalmente lo formulé en Julio Boltvinik, 1990.34 Concebir las capacidades (y conocimientos) al mismo tiempo comofuente de bienestar y satisfactor parece una inconsistencia en la taxo-nomía adoptada, pero creo que no lo es. La relación entre fuentes debienestar y satisfactores no es siempre la de la mediación de las prime-ras para el acceso a los segundos, como ocurre con los ingresos corrien-tes que permiten adquirir satisfactores directos de la necesidad. Perolos activos básicos específicos como vivienda, mobiliario y equiposdomésticos son bienes que no han de pasar por la mediación de un in-tercambio para transformarse en satisfactores; por lo que han de pasar,en cambio, es por el uso: una casa deshabitada, un refrigerador vacíoo apagado, un equipo de sonido que no se usa, son fuentes de bienes-tar pero no son satisfactores (aunque podrían serlo si se habitaran, seabastecieran con alimentos, se prendieran). Pero ser satisfactores no lesresta la característica de fuente de bienestar. El acceso a los serviciosgubernamentales (que podría haberse formulado como derecho deacceso o titularidad) es similar al ingreso corriente y al tiempo dispo-nible: sólo si se “canjean” por satisfactores específicos como educaciónpública, bienes adquiridos, tiempo dedicado a un fin específico, se trans-forman en satisfactor. Son satisfactores las capacidades efectivamente

32 El análisis de cada esquema se lleva a cabo en los caps. 2, 3, 4, 5, 6 y8, mientras el comparativo se presenta en el cap. 11.

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Las tres primeras fuentes de bienestar representan re-cursos económicos privados (flujos o acervos); la cuartacategoría representa el flujo de recursos económicos pú-blicos (el así llamado salario social). En conjunto, estascuatro categorías representan los recursos económicosmonetizables (que se pueden expresar en dinero, no trans-formar en él). La quinta y sexta categorías tienen sus pro-pias unidades de medida y no se pueden reducir a valoresmonetarios. En suma, los recursos económicos moneti-zables, el tiempo libre y los conocimientos y habilidadesson las tres dimensiones irreductibles de las fuentes debienestar. Estas fuentes pueden evolucionar de manerasdiversas, incluso contrapuestas, debido a que están suje-tas a distintos factores determinantes35.

Algunos economistas ortodoxos han desarrollado unenfoque cercano al de fuentes de bienestar que reconocela insuficiencia del ingreso corriente como un indicadorde la disposición de recursos y busca superarlo a través de“indicadores compuestos del estatus económico de los ho-gares”. Aldi Hagenaars (1986: 9-10) describe las adicionessucesivas de rubros a estos indicadores compuestos. Po-niéndolos juntos, la disposición sobre recursos sería iguala la suma del ingreso corriente más el valor de la produc-ción doméstica, el valor del ocio, el flujo anual derivadode los acervos netos de capital y el valor de las transferen-cias no monetarias (públicas y privadas). Aunque el pun-to de partida de estos enfoques y el mío son similares (lavisión integral del funcionamiento del hogar), destacancuatro diferencias generales: 1) todos los elementos cons-titutivos son vistos estrictamente como medios en el enfo-que del estatus económico, mientras que yo concibo altiempo, y a los conocimientos y habilidades como, al me-nos en parte, fines en sí mismos; 2) mi postura sobre elcarácter irreductible del tiempo y los conocimientos con-

trasta con la reducción a términos monetarios de todoslos elementos en el enfoque del estatus económico; 3) laausencia en mi enfoque de condiciones de maximizaciónque están presentes en algunos de estos enfoques; 4) mienfoque lo aplico cotidianamente en la medición de la po-breza, mientras que el del estatus económico se ha apli-cado sólo excepcionalmente.

7.3. El mapa conceptual de la EPP

En la columna 3 del cuadro 2 se presentan las fuentes debienestar (o recursos), clasificadas en dominantes (o prin-cipales) y secundarias, que se asocian, en cada renglón,con las necesidades y satisfactores que se han incluido enlas dos primeras columnas. El cuadro queda así comple-to: en las columnas: necesidades, satisfactores y recursos;en los renglones: los cuatro grupos de necesidades iden-tificadas de modo que, en cada celda de las columnas 2y 3, se identifican los satisfactores y los recursos asocia-dos con cada grupo de necesidades, particularmentecon sus ejemplos. Tanto los satisfactores como los re-cursos han sido clasificados en principales y secunda-rios. Cada enfoque de la pobreza puede ser caracteriza-do según la amplitud o estrechez con la cual concibe lasnecesidades humanas, los satisfactores que posibilitan susatisfacción y los recursos (o fuentes de bienestar) quehacen posible el acceso a los satisfactores.

En el cuadro 2 he sombreado los elementos que suelenidentificar quienes, en la sección anterior, clasifiqué co-mo autores de enfoques convencionales de necesidades yde búsquedas fallidas de un nuevo enfoque (Altimir, Seny Foster en sus dos definiciones, y Townsend36: sólo unaparte de los elementos del primer y del segundo renglón. Lasdefiniciones tautológicas de Citro y Michael y de Rava-llion ni siquiera se pueden analizar plenamente en el

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utilizadas para la satisfacción y son fuentes de bienestar las capacidadesefectivas disponibles. En el fondo es la misma distinción de acervos yuso corriente. Las fuentes de bienestar son satisfactores potenciales opueden transformarse en satisfactores efectivos.35 Más allá de la posibilidad lógica, así ha ocurrido en México y enotros países de América Latina en décadas recientes. Para un análisisde la evolución radicalmente distinta de las fuentes de bienestar enMéxico y, por tanto, de la incidencia de la privación humana en dife-rentes componentes, véase Julio Boltvinik, 2003. Un resumen de estetrabajo se incluye en el cap. 19 de Ampliar la mirada.

36 Aunque Boltvinik-MMIP fue incluido, en la sección anterior, comoenfoque convencional de las necesidades, y lo es en la medida que par-te de las necesidades estáticas, iguales para todos y escindidas de lascapacidades, no incurre en el reduccionismo señalado en el texto enbuena medida porque, al reconocer como recursos al tiempo y a lascapacidades, identifica en el eje del nivel de vida las necesidades emo-cionales y de crecimiento, cubriendo así los cuatro renglones delcuadro.

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cuadro. Para hacerlo, hay que eliminar la primera co-lumna o sustituirla por utilidad (cumplimiento deexpectativas en el caso de Hagenaars). Una parte de losenfoques dominantes en la EPP reconoce sólo necesi-dades ‘materiales’ como la alimentación, la vivienda, yotras cuya satisfacción depende principalmente del acce-so a recursos monetizables. Algunos tienen una posturaambigua respecto a las necesidades cognitivas, que reco-nocen a veces como necesidad educativa. En general,perciben la educación más como medio para ‘acumularel capital humano’ (y, por tanto, los ingresos esperadosen el mercado de trabajo) que como forma de satisfac-ción de las necesidades cognitivas del ser humano. Co-mo se aprecia en los capítulos 15 a 19 de Ampliar la mi-rada, salvo excepciones, en la medición de la pobrezano se suelen incluir las necesidades cognitivas. En lasvariantes de presupuestos familiares del método de líneade pobreza, suele haber una identificación de algunos sa-tisfactores requeridos para la educación, mostrando así elreconocimiento implícito de al menos una parte de lanecesidad educativa. Para distinguir la identificaciónplena de las necesidades de sobrevivencia o materiales y elreconocimiento esporádico, y ambiguo, de las necesida-des cognitivas, en esta parte de los enfoques convencio-

nales he sombreado estas últimas necesidades con untono más oscuro.

Estos enfoques convencionales reconocen sólo los ob-jetos (bienes y servicios) como satisfactores, y como úni-co recurso los monetizables (aún peor: la mayor partede las veces, dentro de éstos, sólo reconocen el ingreso co-rriente). Por tanto, incluso dentro de los renglones 1 y 2suelen desconocer que se requieren actividades (cocinar,abastecer, leer, estudiar) y no sólo objetos (bienes y ser-vicios) para satisfacer necesidades como la alimentacióny las cognitivas y, por tanto, que se requiere de los recur-sos tiempo y habilidades. Como no identifican los ren-glones 3 y 4, fuera de una parte de los renglones 1 y 2 loomiten todo37.

Cuadro 2. Satisfactores y recursos (principales y secundarios) asociados con cuatro tipos de necesidades (materiales, cognitivas, emocionales, de desarrollo)

Tipos de necesidades Tipo de satisfactores Recursos (fuentes de bienestar)(ejemplos de) principales/secundarios principales/secundarios

Sobrevivencia o materiales Objetos (alimentos, vivienda), recursos monetizables* /(alimentación, refugio, seguridad) Instituciones (familia, seguros)/ tiempo; conocimientos y habilidades

actividades familiares (cocinar, limpiar)

Necesidades cognitivas Actividades del sujeto Tiempo, conocimientos y habilidades(saber, entender, educarse) (leer, estudiar, investigar) recursos monetizables*

Conocimientos, teoríasobjetos (educación, libros)

Emocionales y de estima Relaciones primarias y secundarias/ Tiempo, conocimientos y habilidades/(afecto, amistad, amor; reputación) actividades con pareja o amistad; recursos monetizables*

capacidades, objetos

De crecimiento Capacidades y actividades del sujeto/ Conocimientos y habilidades, tiempo/(bases de autoestima: logros, (cumplir roles; realizar potencial) recursos monetizables*autorrealización) Trabajo, relaciones secundarias, objetos

* Incluye ingreso corriente; activos básicos; activos no básicos; acceso a bienes y servicios gratuitos.

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37 Un ejemplo es el del conjunto de recomendaciones del panel sobrepobreza y asistencia familiar del National Research Council de Esta-dos Unidos antes mencionado, y cuyas conclusiones han sido publicadasen la obra editada por Citro y Michael arriba citada. Los autores dicen:“Definimos pobreza como privación económica. Una manera de ex-presar este concepto es que se refiere a la carencia de recursos económi-cos (ingreso monetario o cuasi monetario) para consumo de bienes y ser-vicios económicos (como alimentos, vivienda, vestuario, transporte)”(1995:19). Sólo reconocen algunas necesidades que corresponden al estereo-tipo de las necesidades materiales, lo que deja el enfoque reducido alprimer renglón (la educación y, con ella, las necesidades cognitivas com-pletas quedan fuera). Los únicos satisfactores reconocidos son, explíci-

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El enfoque economicista dominante (Citro y Michael,Ravallion y Hagenaars, entre los autores del cuadro 1,pp. 70-71), el más ortodoxo en la EPP, desconoce las ne-cesidades humanas y concibe la pobreza no como insatis-facción de necesidades sino como un nivel de vida por de-bajo del mínimamente adecuado, o un nivel de utilidadpor debajo del ‘referencial’. En este caso tendríamos quecambiar el contenido de la columna 1, de necesidades autilidad o nivel de vida (lo que haría desaparecer los ren-glones, ya que utilidad y nivel de vida son elementos ho-mogéneos, de los cuales, como el valor de cambio, sóloimporta su cantidad), y rebautizar la columna 2 de ‘satis-factores’ a ‘proveedores de nivel de vida o utilidad’.

La economía política de la pobreza es reduccionista enun triple sentido: 1) Los enfoques convencionales de nece-sidades reducen éstas a las ‘materiales’ (aunque a veces in-cluyen la educación) y suelen desconocer las necesidadesde seguridad y sus principales satisfactores (institucio-nes como la familia, los seguros y el Estado. El enfoqueeconomicista dominante desconoce las necesidades y lassustituye por utilidad. En ambos casos, el cuadro 2 se con-vierte (con la excepción de quienes reconocen la necesidadeducativa) en un cuadro de un renglón único. 2) Todoslos enfoques dominantes en la EPP (incluido el grupo debúsquedas fallidas de un nuevo enfoque) reducen los sa-tisfactores (o ‘proveedores de utilidad’) a los objetos (bie-nes y servicios), desconociendo los demás tipos de satis-factores (relaciones, actividades, conocimientos y teorías,capacidades, instituciones). 3) Todos los enfoques domi-nantes en la EPP reducen los recursos a los monetizables y,con mucha frecuencia, sólo al ingreso corriente. Tiempo,y conocimientos y habilidades, son las fuentes de bienestar(recursos) constantemente ignoradas en estos enfoquesconvencionales. Además, quienes sólo tomen en cuenta elingreso corriente también ignoran los otros tres recursosque he llamdo monetizables: el acceso a bienes y serviciosgratuitos, y los activos disponibles, tanto básicos como nobásicos.

En el caso del enfoque convencional de necesidades, lascolumnas son las mismas del cuadro 1. En el enfoque eco-nomicista dominante las columnas se transforman en uti-lidad o nivel de vida, proveedores de utilidad o de nivel devida, e ingresos (el cuadro tendría un renglón único).

Los enfoques sominantes en la EPP tampoco se pue-den percatar de que algunas necesidades “inmateriales”requieren también objetos (bienes y servicios) como sa-tisfactores, y recursos económicos monetizables, como seapunta en el cuadro (palabras en cursivas y subrayadas),por lo que incluso calculan mal sus líneas de pobreza, yaque no identifican una parte de los requerimientos mo-netarios. Algunos ejemplos de objetos omitidos son losbienes y servicios que se asocian a las relaciones (necesi-dades emocionales). En las actividades con la pareja sur-gen necesidades de bienes y servicios (restaurantes, espec-táculos, hoteles, anticonceptivos, etc.). En las actividadesdel sujeto, los bienes y servicios que se ocupan en ellas(pinturas y lienzos, el pintor; libros, computadoras, In-ternet, el escritor y el investigador científico, aunque seha generalizado de manera creciente la necesidad de unacomputadora y del acceso a Internet).

Para algunas necesidades como la alimentación y elrefugio (renglón 1), los satisfactores principales son bie-nes (los alimentos y la vivienda); para otras, como la aten-ción a la salud, son bienes y servicios (la atención médi-ca y los medicamentos); en las necesidades de seguridad,que he agrupado como parte de las materiales, y que sue-len ser ignoradas por la EPP, el satisfactor principal es unainstitución: la comunidad o el Estado, la familia o losseguros; en las necesidades cognitivas (renglón 2) las ac-tividades del sujeto, por una parte, y los conocimientosy teorías, por la otra, representan los satisfactores prin-cipales38, aunque el servicio educativo y bienes como li-bros y computadoras son importantes satisfactoressecundarios; para las necesidades emocionales, en cam-

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tamente, los bienes y servicios, y sólo se reconocen los ingresos (ni si-quiera el conjunto de lo que en el cuadro 2 se llaman los recursos mo-netizables) como recursos. Se pueden añadir muchos otros ejemplos,tanto de académicos como de organismos internacionales que confir-man que éste es el enfoque dominante.

38 La sabiduría convencional establece que son los servicios pedagógi-cos proporcionados en la escuela el principal satisfactor de las necesi-dades de saber y de entender. Creo que esta afirmación puede ser vá-lida para el desarrollo de algunas habilidades como leer y escribir. Sinembargo, lo dicho en el texto me parece la verdad en la mayor partede los casos, sobre todo cuando se trata de entender.

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bio, los satisfactores centrales son las relaciones prima-rias, y para las de estima son las relaciones secundarias(renglón 3); para las necesidades de crecimiento (logrosque forman las bases de la autoestima, y autorrealización,renglón 4), la satisfacción se deriva sobre todo de las ca-pacidades y actividades del sujeto, que constituyen lossatisfactores principales. Sin embargo, en casi todos los ca-sos, aparte del satisfactor principal intervienen satisfac-tores secundarios o complementarios: actividades fami-liares en las necesidades de sobrevivencia, actividades conotras personas en las necesidades emocionales y de es-tima; objetos tanto en éstas como en las necesidades decrecimiento.

En cuanto a los recursos, en el cuadro se muestra que,cuando el satisfactor dominante es un objeto (bien o ser-vicio), los recursos principales son los que he llamadomonetizables (ingreso corriente, activos básicos, activos

no básicos, acceso a bienes y servicios gratuitos). En cam-bio, cuando los satisfactores principales son relaciones oactividades del sujeto, los recursos principales son eltiempo (que se dedica a cultivar la relación o a realizar laactividad) y los conocimientos y habilidades, o capaci-dades (que se ponen en juego en ambos casos). En todoslos casos se requiere que el individuo invierta tiempopersonal. En algunos casos este tiempo es un recurso se-cundario, como el tiempo que dedicamos a comer o a iral médico (aunque no lo es el dedicado al abasto de ali-mentos y a su preparación), pero cobra mucha mayorcentralidad el requerido para cultivar las relaciones y estotalmente determinante el empleado para realizar lasactividades propias del sujeto que sustentan la autoesti-ma, la autorrealización y el desarrollo cognitivo.

De lo dicho se desprende que el triple reduccionismo deaquellos enfoques convencionales que reconocen las ne-

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Mercado de Oaxaca, Oaxaca, 1963.

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cesidades o conceptos que se pueden reformular en es-tos términos está estructuralmente vinculado: 1) omitenlas necesidades emocionales y de crecimiento (y confrecuencia las cognitivas), y en el segundo grupo lassustituyen con la utilidad; 2) omiten los satisfactores ‘re-laciones’ y ‘actividades’, asociados con las necesidadesomitidas; y por último, 3) omiten los recursos ‘tiempo’ y‘conocimientos/habilidades’, asociados con los satisfac-tores omitidos.

El cuadro 2 parece estar situado en el eje del floreci-miento humano (EFH). Esta percepción se deriva de lainclusión en él de necesidades ‘no materiales’ (cognitivas,emocionales y de crecimiento) y, en consecuencia, de lainclusión de satisfactores como las relaciones. Las dosprimeras columnas son perfectamente consistentes conel EFH o con el eje del nivel de vida (ENV). Pero la in-clusión después de estas dos columnas de una tercera (yúltima) referida a recursos (fuentes de bienestar), dejaen claro que la perspectiva que interesa en el cuadro essólo la económica, lo que sitúa al cuadro en el ENV. Uncuadro similar situado en el EFH tendría que tener una omás columnas referidas, por ejemplo, a las visiones decada necesidad desde la perspectiva biológica, psicológi-ca o filosófica. Si a un cuadro así le aplicásemos la ope-ración del recorte (de las perspectivas no económicas)por la cual, según se ha explicado, se pasa del eje de flo-recimiento humano (EFH) al eje del nivel de vida (ENV),sólo eliminaríamos la(s) columna(s) de la(s) perspecti-va(s) biológica, psicológica o filosófica, y todo lo demásquedaría igual: llegaríamos al cuadro 2. El cambio, portanto, sería nada más de perspectiva, ya que ahora las re-laciones de la persona y sus actividades, por ejemplo,interesarían sólo en cuanto generan requerimientos derecursos, pero no en sus contenidos sustantivos, como síocurre cuando nos situamos en el EFH.

El cuadro 2 dibuja el mapa conceptual del ENV según elnuevo enfoque propuesto en Ampliar la mirada. Con-firma, por tanto, lo que habíamos propuesto antes: queen el ENV de este enfoque están presentes todas las nece-sidades humanas, el ser humano completo, pero vistosólo desde la perspectiva económica. Al discutir qué nece-sidades habrían de ser incluidas en el cuadro, la decisiónfue la de incorporar aquellas necesidades del esquema

de Maslow sobre las cuales parece posible postular unconsenso. Al hacerlo así partimos del ser humano com-pleto y, por tanto, de todas sus necesidades (salvo las es-téticas, sobre las cuales no hay consenso). Nos situamosasí en el EFH. Nos mantuvimos en este eje en la colum-na 2, puesto que la identificación de satisfactores es unatarea común a múltiples perspectivas. Fue al añadir la co-lumna 3 y ninguna otra más, cuando de manera implícitahicimos el recorte y nos situamos en la perspectiva eco-nómica (recortando las demás) y, por tanto, nos situa-mos en el ENV.

De aquí se desprende claramente la conclusión de queel contenido del eje de nivel de vida al que por esta víallegamos es esencialmente distinto al que habríamos cons-truido si lo hubiésemos abordado directamente: hubiése-mos implícitamente recortado necesidades y satisfactoresy hubiésemos llegado a una visión similar al del enfoqueconvencional de las necesidades de la EPP. Si esta conclu-sión fuese correcta, y mi opinión es que sí lo es, habríamostrado que el camino que consiste en abordar el proble-ma de la pobreza directamente en el eje del nivel de vida—sin pasar por el del florecimiento humano, único ejeconceptual en el que es dable identificar todas las necesi-dades (y capacidades) humanas—, camino adoptado porcasi todos los estudiosos de la pobreza y que se traduceen un universo recortado de necesidades (y, por tanto,de satisfactores y recursos, como hemos visto), es incorrec-to porque supone una visión reduccionista.

Esta conclusión, esta tesis crítica, se convierte en un ar-ma fundamental de la crítica no sólo de los enfoques con-vencionales de la pobreza, sino también del enfoque deSen sobre las capabilities-functionings, lo que en efecto ocu-rrió en la investigación emprendida en Ampliar la mirada.

Tanto el enfoque convencional de necesidades de la po-breza como el de búsquedas fallidas de un nuevo enfoque(éste una vez deconstruido), que se pueden expresar co-mo “sólo ‘necesidades’ materiales que se satisfacen úni-camente con objetos, para lo que se requieren solamenterecursos económicos monetizables o, peor aún, sólo in-gresos corrientes”, conlleva a una concepción parcialincluso de las llamadas necesidades materiales e ignoralas inmateriales, es claramente un enfoque “mecanicis-ta”, en el cual los seres humanos son vistos como robots

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o como ganado (estabulado). Salvo el caso de alguien querealice todas sus comidas en restaurantes o comedoresinstitucionales, caso muy raro sobre todo en el tercermundo, alimentarse supone no sólo objetos no durade-ros (alimentos) sino las actividades de cocinar y asocia-das (abastecimiento y limpieza) y los objetos duraderosimplicados (estufa, sartenes, mesa, sillas, platos y cubier-tos, por ejemplo) y otros no duraderos (gas, detergentes,por ejemplo). Las actividades y los objetos enumeradosdistintos a los alimentos son ignorados en este grupo dela EPP. El enfoque economicista dominante, que rechaza elconcepto de necesidades, se sitúa en un vacío conceptualque no puede llenar el concepto vacío que es la utilidad.Una síntesis de la crítica de Sen y Rawls a este concepto sepresentó en la sección 3 supra.

La medición de la pobreza toma a veces la forma (in-directa) de medición de los recursos del hogar y otras la deobservación directa de la (in)satisfacción de necesidades.En ambos casos se puede establecer el vínculo explícitocon las necesidades humanas. En el segundo es inevita-ble hacerlo: hay un momento en el procedimiento en elcual, inevitablemente, se definen las necesidades huma-nas que se abordarían. En el primero se puede establecercuando se aborda la definición de la línea (o umbral) depobreza. Si esta definición se aborda a través de la iden-tificación de canastas normativas completas, como en elmétodo de presupuestos familiares, la vinculación es tam-bién inevitable: es necesario definir explícitamente cuálesnecesidades se tomarán en cuenta antes de proceder alcálculo de requerimientos de satisfactores. En amboscasos al evaluar la lista de necesidades usada por algúnautor como parte de su ejercicio de medición de la pobre-za, utilizando como marco de referencia cualquier teoríade las necesidades humanas, será posible apreciar si hahabido o no recorte de necesidades. Por ejemplo, si par-tiendo del esquema de necesidades de Max Neef identi-ficamos que la lista en cuestión corresponde con lasnecesidades de subsistencia, protección y entendimientode Max Neef et al. concluiremos que se han recortadolas otras seis necesidades identificadas por ellos (afecto,participación, ocio, creación, identidad y libertad).

Sin embargo, cuando se define la línea de la pobrezade manera arbitraria, como lo hace el Banco Mundial, no

se establece tal vínculo. Cuando se parte de una únicanecesidad, la alimentaria, para establecer una canasta nor-mativa alimentaria y luego obtener la línea o umbral depobreza multiplicando su costo por un factor, como ocu-rre en el método que he llamado de la canasta normativaalimentaria (CNA) que utilizan la Comisión Económicapara América Latina y el Caribe (CEPAL), el gobierno deEstados Unidos y que utilizó el Comité Técnico para laMedición de la Pobreza de la Secretaría de Desarrollo So-cial del gobierno federal de México, el vínculo quedatruncado ya que se establece con una única necesidad.Como este camino de medición indirecta de la pobrezasin definir canastas normativas completas ha predomi-nado prácticamente en todo el mundo, el recorte no seha convertido en un tema de discusión, ya que casi todoslos que miden la pobreza abordan directamente el eje denivel de vida, sin pasar por el florecimiento humano.

El círculo argumental se ha completado. La crítica delos enfoques convencionales de la pobreza, la EPP, nosha llevado a concluir que los enfoques convencionalesconllevan un enfoque distorsionado, parcial, del ser hu-mano. Al adoptar el enfoque aquí planteado superamosesta visión distorsionada y parcial y nos acercamos al serhumano completo, con todas sus necesidades.

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El presente artículo señala que, dentro del discurso político contemporáneo, la ‘felicidad’ y el ‘bien-estar’ tienen una relación ambigua con la pobreza. Se afirma que el dinero no puede comprar lafelicidad, sin embargo, las investigaciones sobre la pobreza y la exclusión social demuestran que setrata de factores perjudiciales para el florecimiento humano y el bienestar.Tras tocar dichos temas,el artículo aborda cuestiones acerca de la necesidad, la habilidad y la capacidad humanas; analiza laconceptuación de Julio Boltvinik sobre la riqueza, la pobreza y el florecimiento humano. Concluyeargumentando en favor de un pensamiento más explícitamente utópico que permita un diálogo re-flexivo en torno a las capabilities valoradas y las condiciones de su desarrollo.

PALABRAS CLAVE: felicidad, bienestar, utopía, pobreza, indicadores sociales

This paper argues that ‘happiness’ and ‘well-being’ in contemporary political discourse stand inambiguous relation to poverty. It is claimed that money cannot buy happiness, yet research onpoverty and social exclusion demonstrates that these are detrimental to human flourishing andwell-being. It moves from these discussions to questions of human need, capability and capacity;looks at the conceptualization of human wealth, poverty and flourishing in the work of JulioBoltvinik. It concludes with a plea for more explicitly utopian thinking to enable a reflexive dialogueabout valued capabilities and the conditions of their development.

KEY WORDS: happiness, well-being, utopia, poverty, social indicators

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Florecimiento humano:¿una agenda utopista?

Ruth Levitas

RUTH LEVITAS: Universidad de Bristol, Bristol, Reino [email protected]

Traducción del inglés: Ángel Javier Dorantes y SotomayorRevisión: Julio Boltvinik

Desacatos, núm. 23, enero-abril 2007, pp. 87-100.Recepción: 12 de agosto de 2006 / Aceptación: 9 de octubre de 2006

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H a habido una proliferación bibliográfica sobreel florecimiento humano, la felicidad, el bie-nestar y la calidad de vida, que va desde la dis-

cusión conceptual, histórica y filosófica hasta intentos dedefinición operativa y medición. Son ambiguas las rela-ciones entre esas publicaciones y los temas de pobreza yexclusión social. Las primeras pueden servir para ilus-trar el profundo empobrecimiento humano que resultade las carencias materiales. También pueden demostrar elriesgo de confiar en mediciones convencionales del cre-cimiento económico aun en la evaluación del bienestareconómico, ni se diga del humano. O incluso pueden ali-nearse con el discurso de que “el dinero no compra la fe-licidad”, y caer en el riego de soslayar la importancia fun-damental de las cuestiones distributivas. Este riesgo esmayor cuando los temas del florecimiento humano sonplanteados en contextos abrumadoramente neoliberales.

Este artículo argumenta que el florecimiento humanoes intrínsecamente un concepto utópico en tanto que seenfoca, más allá del presente, a un orden social transfor-mado como condición necesaria de dicho florecimien-to. El problema conceptual del florecimiento humano esentonces, en sí mismo, el problema de la utopía. ComoMarx y los marxistas siempre lo entendieron, es imposi-ble imaginarlo, porque no podemos prever ni cerrar an-ticipadamente (foreclose) las necesidades, deseos y capa-cidades de los seres humanos del futuro; no sabemos loque ellos o nosotros podamos ser entonces. Aun así, es-tamos obligados a intentarlo, pues es solamente el imagi-narnos el mundo y a nosotros mismos de otra manera loque nos proporciona un punto de apoyo para el cambiopor la vía de la crítica de las condiciones actuales. Mar-xistas como Herbert Marcuse (1955, 1968, 1970a, 1970b)y Frederic Jameson (1981, 1984, 2004) han insistido enla importancia de la búsqueda utópica, si bien a menudoreconociendo su necesario fracaso. El intento de concep-tualizar la utopía o el florecimiento humano en el pre-sente siempre y necesariamente conduce a estrechar ydistorsionar estos conceptos, incluso cuando apuntan aalgo que está más allá de ellos mismos. Resulta por elloesencial la separación de los registros de la existencia utó-pica y de la real, a fin de que los límites actuales de las ideassobre el bienestar, y la necesidad de un cambio estruc-

tural radical como la condición del bienestar, sean enfo-cados más claramente. Este ensayo comienza con una mi-rada a las discusiones contemporáneas sobre medición defelicidad y bienestar en el dominio de la política. Va des-de las cuestiones de necesidad humana, capability1 y ca-pacidad, hasta explorar la conceptualización de la riquezay la pobreza humanas en términos del florecimiento hu-mano en el trabajo de Julio Boltvinik (2005). Concluyecon un exhorto por un pensamiento más explícitamenteutópico para favorecer un diálogo reflexivo acerca de lascapabilities valoradas y las condiciones de su desarrollo.

¿PUEDE EL DINERO COMPRAR LA FELICIDAD?

Las palabras de Ogden Nash fueron incorporadas por S.J. Perelman en el libreto para la obra musical de KurtWeill, Un toque de Venus:

Una forma de ser muy felizes ser muy, muy, muy rico.Hay formas del placer humanoque no se compran con tesoros,pero no recuerdo exactamente cuáles.He escuchado a mis amigos adinerados quejarse:hay problemas que el dinero no puede remediar;pero un problema es un problema es un problemay es dos veces problema si la persona es pobre2.

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1 Tal como se señala en Boltvinik (2005), cualquier traducción de ‘ca-pability’, tal como la usa Sen, tiende a darle una precisión que no tieneen su obra y que, por tanto, resultaría falsa. En el uso de Sen capabilitiesno se refiere a capacidades humanas en el sentido usual del término,sino más bien a oportunidades económicas derivadas de los recursosque se poseen. La opción menos mala, entonces, es la de dejar el térmi-no en inglés. Aunque la autora no se refiere en esta frase a Sen, es casiinevitable en las ciencias sociales y la filosofía actuales que el término seasocie con él. [Nota de Julio Boltvinik, coordinador del número.] 2 One way to be very happyIs to be very, very, very rich.There are forms of human pleasureThat are not to be purchased with tresure,But I can’t remember exactly whichI’ve heard my wealthy friends complainThere are troubles that money can’t cure;But a trouble is a trouble is a troubleAnd it’s twice the trouble if a person is poor.

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Los medios de comunicación del Reino Unido han es-tado promoviendo un mensaje diferente. Según RichardLayard, en su libro Happiness (2005), la British Broadcas-ting Corporation (BBC) igualmente declara que: “la feli-cidad del Reino Unido está disminuyendo”. “El ReinoUnido es menos feliz que en los años cincuenta, a pesardel hecho de que somos tres veces más ricos”. Ademásnos dice: “una vez que el ingreso promedio alcanza alre-dedor de 10 000 libras esterlinas al año, el dinero adicio-nal no hace más feliz a un país”. Una encuesta realizadabajo encargo especial “proporciona la primera eviden-cia de que la felicidad en el Reino Unido está decayendo—una tendencia ya verificada documentalmente en Esta-dos Unidos”. La evidencia de esto es que la proporción depersonas que han dicho ser muy felices ha decaído de 52%

en 1957 a 36% en 2006. No hay mención alguna al hechode que la gente puede, en realidad, ser más feliz, pero sía que puede tener expectativas de felicidad más elevadaso que admitir la infelicidad puede ser ahora más acep-table socialmente que hace cincuenta años. Este comen-tario también sostiene, puesto que los niveles de felicidadno han aumentado, que la “riqueza adicional no ha traí-do bienestar adicional” —lo que implica que las expre-siones subjetivas de felicidad pueden ser adoptadas comomedidas de bienestar3. Esta misma encuesta mostró que81% de los encuestados está de acuerdo, y sólo 13% dis-

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3 En <http://newsvote.bbc.co.uk/1/hi/programmes/happiness_formula/4771908.stm>, consultado el 3-VII-2006.

Avenida Virreyes, ciudad de México, 1963.

Rod

rigo

Moy

a

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crepa de la afirmación de que: “El principal objetivo delgobierno debiera ser alcanzar el mayor nivel de felicidaddel pueblo, no la mayor riqueza”. La mayoría, 52%, coin-cidió en que: “Las escuelas debieran poner mayor énfasisen enseñar a los estudiantes cómo alcanzar una vida per-sonal feliz y menor énfasis en educarlos para el mundodel trabajo”4.

Más todavía, la BBC estimula a los televidentes a revisarsu felicidad en línea. Esta prueba, diseñada por el profe-sor Ed Diener de la Universidad de Illinois, Estados Uni-dos, establece las siguientes cinco proposiciones con lasque se puede estar de acuerdo o discrepar, en una escalade siete puntos:

• En la mayoría de sus formas, mi vida es ideal.• Las condiciones de mi vida son excelentes.• Estoy satisfecho con mi vida.• Hasta ahora he obtenido las cosas importantes que de-

seo en la vida.• Si pudiera vivir mi vida de nuevo, no cambiaría casi

nada.

Estas proposiciones pueden ser cuestionadas en el sen-tido que confunden la felicidad con la autocomplacen-cia. En cualquier caso, yo califiqué ligeramente por debajodel promedio en cuanto a satisfacción en la vida. El en-vío de este resultado iba acompañado con una homilíaque rezaba: “Las personas que califican en este rangotienen pequeños pero significativos problemas en diver-sas áreas de sus vidas, o tienen muchas áreas en las quese desempeñan bien, pero una de ellas manifiesta un pro-blema sustancial para ellas […] Si continuamente estásmás o menos insatisfecho en muchas áreas de tu vida,algunos cambios podrían ser convenientes”. Concluyediciendo: “Con tiempo y trabajo persistente, la satisfac-ción de las personas normalmente aumenta […] Cuan-do una persona está crónicamente insatisfecha, debieramirarse y preguntar si requiere o no desarrollar actitudesmás positivas ante la vida y el mundo”5.

La preocupación por la felicidad y su medición no sereduce evidentemente a Gran Bretaña, la que aparente-mente se ubica en octavo lugar en los rangos internacio-nales. Una búsqueda sobre felicidad en línea en Googlearroja 111 millones de resultados. Los primeros diez serefieren a sitios de autoayuda de “cómo ser feliz”. El Rei-no Unido está representado por ‘El Proyecto Felicidad’, ylos Países Bajos por la Base Mundial de Datos de Felici-dad de Ruut Veenhoven. En tercer lugar está el sitio de laenciclopedia Wikipedia que esboza el enfoque de Felici-dad Auténtica de la psicología positiva de Martin Se-ligman (véase también Seligman, 2003). La psicologíapositiva se ocupa no solamente de la ‘felicidad’ experi-mentada, como en la prueba de Diener, sino también deactividades y sentimientos —con compromiso, absor-ción, curiosidad y “flujo”. Consecuentemente, el sitio enlínea “Felicidad Auténtica” de Seligman ofrece una seriede pruebas —no sólo de felicidad, también de fortalezasde carácter. De veinticuatro fortalezas personales posi-bles, mis registros más elevados fueron en “coraje yvalor”, así como en “creatividad, ingenuidad y origina-lidad”; mis registros más bajos aparecieron en “espiri-tualidad, sentido de propósito y fe” y en “modestia y hu-mildad”. Más aún, se pueden encontrar encuestas acercade medidas para evaluar la felicidad como, por ejemplo,en Kahneman et al. (2004),“Método de la reconstruccióndel día”.

La agenda de la felicidad no está, sin embargo, total-mente monopolizada por gurús de la autoayuda, sino quese ha convertido en componente integrante de la agen-da política. Durante veinte años el Centro de PronósticoHenley ha estado preguntando al público británico:“¿Us-ted piensa […] que la calidad de vida […] mejora máspor: a) preocuparse por los intereses de la comunidad an-tes que por los propios, o b) velar primero por uno mis-mo, lo que al final aumenta los estándares para todos?”(Aitkenhead, 2006). Este tipo de conjetura y antítesisinfundadas es común en la retórica de la política neo-liberal y en sondeos de opinión (Levitas, 1998; Fair-clough, 2000).

En consecuencia, cuando un político de derecha expre-sa que: “Debemos pensar no sólo en lo que es bueno parallenar de dinero los bolsillos de la gente, sino también en

3

4 Ibid.5 En <http://newsvote.bbc.co.uk/1/hi/ptogrammes/happiness_formula/4785402.stm>, consultado el 3-VII-2006.

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qué es bueno para llenar de alegría sus corazones6”, es-to me infunde miedo: el “no sólo” significa una degra-dación de los conceptos de distribución equitativa y po-breza relativa, favoreciendo en cambio la exhortación arealizar cambios en el estilo de vida. El problema con losvalores posmaterialistas es que distraen la atención delas carencias materiales absolutas y relativas que carac-terizan la vida no sólo de los países más pobres, sino demuchas de las sociedades opulentas también.

Una recapitulación más seria del estado que guarda lainvestigación acerca de la satisfacción en la vida sugiereque lo económico sigue siendo fundamental. México pre-senta aproximadamente los mismos niveles de satisfac-ción que Gran Bretaña y alrededor de un tercio de su Pro-ducto Interno Bruto (PIB) per capita en 1995 (Donovany Halpern, 2002: 10). De hecho, en 1981 los registros desatisfacción en la vida en México fueron superiores a losde Estados Unidos y el Reino Unido, aunque decayeronabruptamente en la década de 1980 y se recuperaron par-cialmente en la década de 1990. El informe sugiere quetales fluctuaciones en los registros de países individua-les son principalmente el resultado de cambios sociales,mientras que muchas de las diferencias al comparar en-tre países pueden ser de origen cultural:“se piensa que losmayores niveles de satisfacción que registran los paíseslatinoamericanos, a pesar de bajos PIB per capita, reflejanparcialmente una disposición cultural hacia la vida” (Do-novan y Halpern, 2002: 18). Pero ésta es la excepción: enconjunto, la satisfacción en la vida es mayor en los paísesricos que en los pobres. Inclusive, cuando se desciendedel nivel agregado al individual, se confirma que dentrode un país, en lo individual, la gente más rica es más felizque la pobre y que los aumentos del ingreso personalconducen a aumentos en la satisfacción declarada en lavida (Donovan y Halpern, 2002: 16). Inversamente,como es bien sabido, la gente más pobre padece elevadosniveles de angustia y depresión. Estas asociaciones trans-versales prevalecen. Pero las series cronológicas muestranun patrón diferente: los incrementos en la riqueza agre-

gada a lo largo del tiempo no son acompañados del co-rrespondiente (o algún) incremento promedio en la feli-cidad, tanto porque la gente se acostumbra a mayoresniveles de consumo como porque el dinero no es el úni-co factor que influye en la felicidad. Donovan y Halpernlistan una serie de factores relacionados con la satisfac-ción en la vida. En lo individual incluyen: predisposicióngenética; optimismo, extroversión y autoestima; género(las mujeres expresan mayor grado de satisfacción quelos hombres); edad; ingreso; satisfacción en el trabajo; de-sempleo; salud; ociosidad, incluyendo ejercicio y laboresde jardinería; participación en la religión; y relaciones. Losautores alertan que, pese a que las investigaciones mues-tran con claridad que los que están casados son muchomás felices que los solteros, divorciados o viudos, no sa-bemos si esto se debe a que los que ya son de algunamanera felices tienen más probabilidades de casarse ypermanecer casados. Resulta interesante que la educa-ción tiene poco efecto sobre la satisfacción en la vida, almargen de su impacto en el mercado de trabajo. A nivelagregado, la satisfacción en la vida parece estar afectadapor niveles de desempleo, desigualdad, gobernanza y de-mocracia.

EL PROBLEMA DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO

Las mediciones de la satisfacción en la vida constituyenun enfoque simplista e inadecuado al tema del floreci-miento humano y su banalidad hace que se presten alabuso político. Pero existen añejas críticas al crecimien-to económico como indicador del bienestar social, al mis-mo tiempo que intentos más nuevos y sofisticados pordescubrir indicadores directos del bienestar. Las objecio-nes a las virtudes del crecimiento económico per se se re-montan al menos al siglo XIX y al rápido ‘desarrollo’ dela primera nación industrial, Gran Bretaña.

Comentaristas como John Ruskin, desde la perspecti-va moral y estética del romanticismo, objetaron que mu-cho de lo que era producido con vista a la ganancia, másque al uso, constituía perjuicio más que riqueza. Marx,por supuesto, simultáneamente exaltó las capacidades pro-

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6 David Cameron, líder del Partido Conservador Británico, 2006, en<http://newsvote.bbc.co.uk/1/hi/ptogrammes/happiness_formula/4809828.stm>, consultado el 3-VII-2006.

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ductivas del sistema industrial y desarrolló un análisis dela explotación económica y el daño humano resultantes.William Morris combinó ambas cosas en una síntesisutópica marxista que se despliega a lo largo de sus escri-tos políticos (véase Morris, 2005) así como en su novelautópica News from Nowhere (Noticias de ninguna parte)(Morris, 1891). Un siglo después, la misma crítica despia-dada a las consecuencias humanas del capitalismo y laposibilidad de una alternativa tiñeron la obra de IvanIllich, fundador del Centro Intercultural de Documen-tación (CIDOC) en Cuernavaca, México. La cuestión deltransporte fue central en las objeciones económicas y eco-lógicas de Illich al capitalismo: la bicicleta es, argüía, nosólo ecológicamente preferible al automóvil sino tambiénmás eficiente energéticamente (Illich, 1973). La produc-ción y el consumo de petróleo se encuentran actualmen-te en el centro de la política global.

Las objeciones detalladas al PIB como medida del cre-cimiento económico han surgido predominantemen-

te de feministas y ecologistas. Waring (1988) argumentaque debido a que típicamente el PIB excluye todo el tra-bajo que se hace fuera del mercado ignora una gran can-tidad de trabajo socialmente necesario que es realizado,en esas circunstancias, generalmente por mujeres. Inclu-so en el Reino Unido, aproximadamente la mitad de todala actividad económica ocurre fuera del mercado (Levi-tas, 1998: 8; Donovan y Halpern, 2002: 46). Algunos in-crementos del PIB pueden resultar del simple hecho deincorporar al mercado actividades que se hacían fuerade él. Además, todas las actividades del mercado, sean ono socialmente útiles, son consideradas en el PIB —in-cluyendo los costos de limpieza de desastres ecológicoscomo los derrames de aceite, así como los de control dela criminalidad. Aun actividades abiertamente nocivas,como las industrias del tabaco y el alcohol, cuentan co-mo logros inequívocos desde la óptica del PIB. Dada ladebilidad del PIB como instrumento de medición, nosorprende que su correlación con los niveles de satisfac-ción en la vida sea imperfecta. Más interesantes son losintentos por encontrar mediciones alternativas como elÍndice de Bienestar Económico Sostenible (IBES) y la Me-dición del Progreso Doméstico (MPD). El IBES deduce loscostos ambientales y sociales y adiciona el valor del tra-bajo doméstico. El MPD, más reciente, incluye los costosde la criminalidad y la ruptura familiar, y utiliza un mé-todo diferente para contabilizar los cambios climáticos yel agotamiento de los recursos naturales. Tanto el IBES

como el MPD hacen deducciones por la desigualdad co-mo mal social o costo, porque reduce la satisfacción enla vida (NEF, 2004). La medida en que la desigualdad re-duce la satisfacción, como apuntan Donovan y Halpern(2002), es variable tanto al interior de una sociedad co-mo entre sociedades. La desigualdad, por supuesto, tie-ne impacto sobre el bienestar objetivo, en tanto reducela esperanza de vida (Wilkinson, 2005). Mientras que elPIB ha crecido constantemente en el Reino Unido desde1950, el IBES creció lentamente hasta la mitad de la déca-da de 1970, y luego declinó hasta su nivel de 1950 hacia lamitad de la de 1990 (Donovan y Halpern, 2002). El MPD

creció lentamente hasta la mitad de los años setenta;luego comenzó a descender ligeramente, regresando al fi-nal de la de 1990 al nivel que alcanzó en 1976, y después

3 Avenida Juárez, ciudad de México, ca. 1963.

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permaneció estático (NEF, 2004). Puede ser significativoque el punto más elevado del MPD en Gran Bretaña coin-cida con los registros más bajos de pobreza y desigual-dad. Hay una relación mucho más estrecha de los cam-bios en el MPD a lo largo del tiempo y el cambio (o laausencia de éste) en la satisfacción subjetiva en la vida,por lo menos en Gran Bretaña, que la que se observaentre el PIB y dicha satisfacción; en cambio, la brecha en-tre el PIB y el MPD es indicativa de un crecimiento queno es sostenible ecológica ni socialmente. Índices seme-jantes han sido desarrollados en otros trabajos: el Indica-dor de Progreso Auténtico (IPA) de Estados Unidos mues-tra una declinación global en la segunda mitad del sigloXX, comparada con un enorme crecimiento en el PIB. ElIPA australiano muestra una divergencia mucho menorcon el PIB, pero permanece por debajo de la curva de és-te (Donovan y Halpern, 2002).

Medidas como el IBES, el MPD y el IPA siguen siendo in-dicadores de bienestar económico: en ellas, los costos so-ciales son incluidos como costos económicos. Junto a loanterior, las mediciones de Calidad de Vida han devenidoen una pequeña industria académica. Existe una SociedadInternacional de Estudios de la Calidad de Vida (ISQOLS

por sus siglas en inglés), con base en Estados Unidos, cu-ya séptima conferencia anual se realizará en 20067. UnÍndice de Salud Social, aplicado en Canadá y EstadosUnidos, muestra de igual manera divergencias con el PIB

—que inician en 1970 para Estados Unidos y en 1980para Canadá. El Índice de Desarrollo Humano de Nacio-nes Unidas, recopilado para 177 países, incorpora PIB, es-peranza de vida y educación. El informe de 2005, comolos anteriores, agrupa las naciones en niveles de desa-rrollo humano alto, medio y bajo. Noruega figura en pri-mer lugar, Estados Unidos en décimo, Reino Unido en eldecimoquinto y México en el cincuenta y tres —todos enel grupo de desarrollo ‘alto’. Al final está Níger (Progra-ma de Naciones Unidas para el Desarrollo, 2005: 220),junto con varias otras naciones africanas. Este informetambién identifica desigualdades al interior de un país yentre países, como una importante barrera para alcanzarlas Metas de Desarrollo del Milenio. El Índice Ponde-

rado de Progreso Social (WISP, por sus siglas en inglés),integrado por 46 indicadores sociales separados, colocaen 1995 a Noruega en segundo lugar, al Reino Unido en ellugar diez y siete, Estados Unidos en el veintisiete y Mé-xico en el sesenta y cinco (Estes, 1995; Donovan y Hal-pern, 2002). La posición ‘objetiva’ de México en los cua-dros de desarrollo/calidad de vida es muy inferior a la quese obtiene en las mediciones de satisfacción en la vida.

Tales mediciones del progreso económico y la calidadde vida generalmente son construidas a nivel agregado—y en la mayoría de los casos el nivel agregado es nacio-nal. Lo atractivo de la ‘felicidad’ es que puede ser aplicadaa individuos reales. La idea aún más amplia de bienestar,que puede contener tanto elementos objetivos como sub-jetivos, puede tener una conexión más cercana con el flo-recimiento humano. La pobreza debería regresar entoncesa la agenda.Virtualmente toda investigación sobre pobre-za y desarrollo refleja que la pobreza tiene efectos adversossobre el bienestar; es esto, ante todo, lo que la convierteen una preocupación moral apremiante. Tanto la pobrezaabsoluta como la total8 afectan la salud física y mental, eldesarrollo educacional y la participación social y cívica.

La New Economics Foundation (NEF), que ha sido pio-nera en mediciones como el IBES y el MPD, ha intentadotambién diseñar indicadores subjetivos del bienestar a ni-vel individual, que van más allá de la felicidad declaradao la satisfacción en la vida, e hicieron una prueba pilotocon niños y jóvenes en una ciudad en particular (Marks,Shah y Westall, 2004). Estos indicadores de nivel indivi-dual incluyen las mediciones de la satisfacción en la vida,pero van más allá de éstas. Utilizan el enfoque de la psico-logía positiva que concibe que el involucramiento activoy el uso de habilidades contribuyen a la felicidad. El mo-delo es multidimensional y está ubicado conceptualmen-te en el triángulo de bienestar económico, ambiental ysocial. A nivel individual, el bienestar se caracteriza pordos dimensiones: satisfacción en la vida, que puede serconsiderada a través de los diversos ámbitos de la familia,la amistad, el vecindario y la escuela; y el desarrollo per-

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7 <www.isquols.org>.

8 La autora se refiere a las definiciones de pobreza adoptadas en la Reu-nión Cumbre sobre Desarrollo Social de la ONU, realizada en 1995.[Nota del coordinador del número, Julio Boltvinik.]

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sonal, la curiosidad y el involucramiento. El estudio con-templa también la conducta pro-social y la cooperación,así como la autoestima. Este estudio, relativamente bre-ve, no es común, pues capta información sobre los niñosdirectamente de ellos mismos. Se confirma con esto queinvolucramiento y satisfacción son dimensiones separa-das. La conducta pro-social, si bien más estrechamenteligada con el involucramiento, no estaba muy relaciona-da con ninguna de las dos dimensiones del bienestar. Lapobreza, medida a través de la variable proxy de ‘ningúnadulto empleado en el hogar’, se asoció con menores pun-tajes en ambas dimensiones del bienestar. Los niños demayor edad mostraron niveles drásticamente menoresde bienestar que los niños más pequeños. Niños meno-res de 12 años con el más elevado desempeño escolartuvieron niveles significativamente inferiores de bienes-tar que los otros —lo que sugiere que éxito en la educa-ción y bienestar son, en algunos casos, antitéticos. Pues-to que la curiosidad se utilizó como variable proxy delinvolucramiento, esto resulta consistente con la bibliogra-fía más radical sobre educación. Deschooling Society deIllich (1972), así como How Children Learn (1991 [1970])y How Children Fail (1990 [1964]) de John Holt, enfati-zan la relación entre éxito escolar, conformidad y deseode aprobación.

IMAGINAR EL FLORECIMIENTO HUMANO

A raíz de este estudio, la New Economics Foundationprodujo A Well-being Manifiesto for a Flourishing Society(Shah y Marks, 2004). Éste declara que: “Uno de los ob-jetivos clave de un gobierno democrático es promover labuena vida: una sociedad floreciente en la que los ciu-dadanos son felices, sanos, competentes e involucrados—en otras palabras, con altos niveles de bienestar” (Shahy Marks, 2004). Y: “Nosotros hemos alcanzado un eleva-do nivel de vida. Pero debemos cuidar que un enfoqueconcentrado en la eficiencia económica no destruya lascausas reales del bienestar en nuestra sociedad” (Shah yMarks, 2004: 2). El manifiesto plantea ocho áreas en lascuales se requieren cambios y en las que el gobierno po-dría, en su opinión, actuar:

• Medir lo importante.• Crear una economía de bienestar (well-being).• Recuperar nuestro tiempo.• Crear un sistema educativo que promueva el floreci-

miento.• Reorientar el sistema de salud para promover la salud

integral.• Invertir en la primera infancia y en la paternidad.• Desalentar el materialismo y promover la publicidad

genuina.• Fortalecer la sociedad civil, el bienestar social y la ciu-

dadanía activa.

En algunos sentidos, la imagen descrita por este mani-fiesto es utópica en el mejor sentido de la expresión, estoes, conjura la imagen de una sociedad muy diferente ymejor. Trabajo de alta calidad, un máximo de 35 horasde trabajo a la semana, protección del ambiente, un sis-tema educativo cuyo propósito es “crear personas jóve-nes capaces y emocionalmente bien desarrolladas, felicesy motivadas”. Revalorar ampliamente la paternidad. Nopermitir publicidad comercial dirigida a los niños. Di-sipar “la ilusión de que los bienes materiales traerán fe-licidad” y “abandonar nuestros pasatiempos nacionalesde ir de compras y ver televisión”mediante la provisión demás parques, centros deportivos y centros de arte a nivellocal (Shah y Marks, 2004: 3). Un ingreso ciudadano pa-gadero a todas las personas, inclusive a los niños, “inde-pendientemente del estatus de sus empleos o circuns-tancias sociales” (Shah y Marks, 2004: 10).

Desde otros ángulos, el proyecto es utópico en el sen-tido despectivo de que no es realista. Primero, la visiónimplícita de la sociedad existente es muy desorientadoraal omitir mención alguna a los niveles actuales de desi-gualdad. La afirmación “hemos alcanzado un elevado ni-vel de vida” mezcla indicadores agregados con circunstan-cias individuales, ignorando los persistentes y altos nivelesde pobreza —no solamente bajos ingresos, sino tambiénprivación material y social directamente medida en todoslos grupos de edad. Segundo, aunque la sociedad previstaen el manifiesto puede no ser intrínsecamente inalcanza-ble, es inconsistente con las fuerzas motrices del capitalis-mo global neoliberal. Se ignoran los temas de la propie-

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dad de los medios de producción, de la tierra y los inmue-bles. También se ignora la presión a la baja de los nivelessalariales, originada por los movimientos del capital y delos puestos de trabajo. Los tipos de empleo generados enuna economía flexible y la tensión entre éstos y el “tra-bajo de alta calidad” no son reconocidos a pesar de la re-comendación de que “los empleos deben rediseñarsepara que se ajusten a las fortalezas e intereses particularesde la gente” y la sugerencia de que debe dotarse a los tra-bajadores de mayor autonomía (Shah y Marks, 2004). Lajusticia social es ignorada en gran medida. Y de hecho, sepresta poca atención a qué actividades se debieran con-tinuar realizando, cuáles cambiar y cuáles suspender enbeneficio de la sustentabilidad ambiental, y cómo los cam-bios necesarios se impondrían en un contexto neolibe-ral. Una genuina visión utópica establecería condicionesestructurales para que tales cambios ocurrieran.

La visión es también algo menos que utópica. Esto sedebe en parte a que pretende conceptualizar una socie-dad floreciente al mismo tiempo que proveer cursos deacción inmediatos hacia ella, lo cual aleja el proyecto de lavisión utópica y lo acerca a las políticas. He argumenta-do en otro lugar que éste es un error grave en el pen-samiento sobre política social (Levitas, 2001)9. Pero hayun problema más fundamental. La conceptualización delbienestar y de sus consecuencias positivas se ve limitadapor lo que se entiende como bienestar en el capitalismo.La atractiva formulación de “gente joven capaz y emo-cionalmente bien desarrollada, que vive feliz y motiva-da”conlleva peticiones de principio. ¿Capaz de qué?, ¿mo-tivada a hacer qué?, ¿feliz en qué sentido? Y ¿qué debeentenderse por “emocionalmente desarrollada”? Una res-puesta parcial y no muy utópica es proporcionada por laafirmación de que “un sistema de educación que pro-mueve el florecimiento conducirá a mayor productivi-dad, a una sociedad más empresarial y a una ciudadaníamás activa” (Shah y Marks, 2004: 3). De la misma mane-ra se puede argumentar lo contrario: el florecimientoconducirá a menor productividad, pues habrá un reco-nocimiento amplio de la observación de Shakespeare de

que “en obtener y gastar desperdiciamos nuestras horas”.Esto será magnífico para el medio ambiente, pero sola-mente será excelente para la justicia social y el aumentodel bienestar si la menor productividad es distribuida másuniformemente. Como lo dijo Marcuse, “muchos ten-drían que renunciar a las comodidades manipuladas pa-ra que todos pudieran vivir una vida humana” (Marcuse,1955: 137). El florecimiento también conduciría, con suer-te, a una sociedad menos empresarial, puesto que los em-presarios son aquellos que buscan ganar dinero a partirde sus capacidades y capabilities.

El problema de la capability y la motivación es aquí,precisamente, el mismo de la capability en el trabajo deAmartya Sen, cuyo Development as Freedom (2001) haatraído a una audiencia muy amplia. Sen señala que eldesarrollo debe ser entendido en términos del desarro-llo de las capabilities humanas (Sen, 2001; véase tambiénSen, 1995). Como los críticos han apuntado, lo que real-mente sucede en la exposición de Sen es que las capabili-ties a desarrollar son siempre aquellas que se valoran enel mercado (Townsend, citado en Boltvinik, 2005, y Levi-tas, 2004). La noción de un ser humano capaz se ve aco-tada en el contexto de la economía neoliberal a un actoreconómico capaz. Las capabilities, como las concibe Sen,son en esencia económicas y muy distantes de como con-cibe Marx las capacidades, cuya Crítica del Programa deGotha (1968[1875]) es una clara advertencia del errorde constreñir las mediciones de las capacidades huma-nas a una escala única.

Shah y Marks sostienen su Manifiesto por medio de re-ferencias a teorías de la necesidad derivadas en parte deAbraham Maslow (1943) y en parte del economista chi-leno Manfred Max Neef (1991). La jerarquía de las nece-sidades de Maslow inicia con las necesidades fisiológicas,continúa con las de seguridad, las necesidades sociales ylas de estatus y estima. Una vez que las necesidades bási-cas son satisfechas, las necesidades de reconocimiento yautorrealización entran en juego. El énfasis en la autorrea-lización corresponde con la dimensión de involucramien-to del bienestar. El enfoque de Max Neef no establecejerarquías; genera una matriz combinando los ejes de lasnecesidades existenciales y axiológicas, que pueden sersatisfechas con satisfactores socialmente disponibles.

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9 Para una discusión más amplia de la idea de utopía y su centralidaden la transformación social, véase Levitas, 1990 y 2006.

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Los satisfactores no corresponden de manera exacta conlas necesidades: los mejores, los sinérgicos, satisfacen va-rias necesidades simultáneamente, en tanto que los satis-factores inhibitorios satisfacen necesidades particularespero impactan negativamente sobre la satisfacción deotras, y los pseudo-satisfactores proporcionan una falsasensación de satisfacción. Si bien Max Neef no acepta ladistinción entre necesidades “básicas” y “superiores” pro-puesta por Maslow, sí reconoce una diferencia entre ne-cesidades y apetencias (wants). Aunque declaran prefe-rir a Max Neef que a Maslow, precisamente porque lasnecesidades se tratan como un sistema integrado, Shahy Marks recurren insistentemente a la idea de “necesida-des básicas”, sosteniendo que la ganancia material tiene

poco impacto sobre el bienestar una vez que dichas ne-cesidades están satisfechas. Se supone entonces que lasociedad buena es aquella en la cual las necesidades noexceden a las satisfacciones disponibles10.

El problema esencial es que las necesidades, las ape-tencias y las satisfacciones, y las incompatibilidades en-

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10 El recuento de la concepción de las necesidades de Maslow por partede Shah y Marks, y que Ruth Levitas relata sin modificar, es inexacto.La distinción de Maslow es entre necesidades bajas (no básicas) y ne-cesidades superiores. Concibe todas las necesidades incluidas en su teo-ría de la jerarquía como básicas, incluyendo la autorrealización. Sólolas necesidades cognitivas y estéticas, que Maslow presenta fuera de lajerarquía de necesidades, no son calificadas como básicas. Por otra par-te, Maslow no habla de necesidades sociales. [Nota del coordinador delnúmero, Julio Boltvinik.]

Mercado de Oaxaca, 1963.

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tre ellas, son generadas socialmente. Como ha señaladoWilliam Leiss (1978), el capitalismo es un sistema en elque existen límites intrínsecos a la satisfacción. Éste operaprecisamente mediante la generación constante de nue-vas necesidades y apetencias, y la introducción de nuevossatisfactores al mercado, generando una creciente cargaal tener que elegir, así como una creciente brecha de es-casez. De manera importante, en una crítica a Marcuse,Leiss pone en duda la posibilidad de distinguir entre ne-cesidades y apetencias, o entre necesidades ‘reales’ y ‘fal-sas’. Esto es porque (como también lo acepta Max Neef)mientras la distinción entre necesidades básicas y supe-riores puede ser defendible a cierto nivel de abstracción,en la práctica las necesidades y los satisfactores funcionancomo una formación histórica concreta, en la cual los me-dios para enfrentar las necesidades tienen en sí mismosun significado social. La distinción entre necesidades bá-sicas y superiores se desvanece entonces en la práctica.Este también es el mensaje central de Fred Hirsch en So-cial Limits to Growth (1995[1979]): lo que hace deseablesa muchos bienes y actividades descansa precisamente enel hecho de que están disponibles sólo para unos cuan-tos y confieren estatus, de manera que los bienes situa-cionales sólo “funcionan sobre bases temporales”. Éstospueden parecer viejos argumentos. Sin embargo, Mar-cuse, Leiss y Hirsch —y otros como Erich Fromm— es-cribían cuando el control hegemónico del capitalismoera más débil, antes de la invención de la frase “no hayalternativa”. Todavía era posible visualizar una sociedadtransformada, en la que el florecimiento humano se po-día imaginar a partir de una articulación social distintade las necesidades. El proyecto utópico, la imaginación deuna sociedad alternativa involucra, como argumentó Mi-guel Abensour, no la eliminación de las necesidades, si-no su transformación:

En una aventura así ocurren dos cosas: nuestros valoreshabituales (el sentido común de la sociedad burguesa) sonarrojados al caos. Y entramos a la utopía propiamente y aun espacio nuevo: la educación del deseo. Esto no es lo mismoque una educación moral dirigida a un propósito determi-nado: es, más bien, abrir un camino a las aspiraciones, “en-señar al deseo a desear, a desear mejor, enseñar a desear másy sobre todo a desear de manera diferente (Thompson, 1976:790-791).

La bibliografía sobre políticas para promover la felici-dad y el bienestar (ni qué decir sobre pobreza, desarro-llo y capabilities), casi no entra a este registro utópico.Cae, en cambio, en la obviedad de que el dinero no pue-de comprar la felicidad. Ciertamente así es, pero el di-nero hace más que permitir al rico ser miserable dentro desu comodidad. Los pobres en una sociedad opulentamueren más jóvenes, son menos sanos, sufren mayorangustia mental, carecen de oportunidades de educaciónformal, tienen menos probabilidades de aprender a tocarun instrumento musical, a nadar, a esquiar, de viajar am-pliamente, y llevan vidas laborales menos satisfactorias.También son sometidos a la falta de reconocimiento y lahumillación, que son el meollo de las relaciones de clase(Sayer, 2005). La mejor respuesta la da el poeta socialistaBruce Glasier (1891: 54), nacido en 1859:

Vivir sencillamente puede conducir a la salud,y virtudes maravillosas puedenabundar debajo de costillas de carnes magrasy bolsillos escasos de paga.Quizá la pobreza sea mejorsi se comprende correctamente:pero volteará las cosas al revés, jóvenes,no deseamos todo el bien11.

El problema, sin embargo, no es simplemente que elcarácter antiutópico del discurso público retraiga las dis-cusiones de felicidad y bienestar a un marco capitalista,pese a que intente trascenderlo, sino que la idea misma deflorecimiento humano es una idea utópica, que estira losgrilletes de la imaginación, pero que está necesariamen-te encadenada a ellos. Hay límites a lo que podemos ima-ginar como posible, y una de las funciones de la imagina-ción utópica consiste en mantenernos atentos. En estesentido, el intento de imaginar la utopía, la sociedad en

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11 Plain living may be wholesome,And wondrous virtues mayAbound beneath ribs scant of flesh And pockets scant of pay.It may be poverty is bestIf rightly understood:But will turn things upside down, my lads!We don’t want all the good.

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la que el florecimiento humano se torna posible, es nece-sariamente un fracaso. El proyecto de movilizar unconcepto utópico dentro de los confines de una socie-dad lejana de la utopía y marcada por la pobreza y la de-sigualdad siempre enfrenta este problema.

Esta dificultad puede encontrarse también en el enfo-que de Julio Boltvinik12. La crítica de Boltvinik a los es-tudios de pobreza existentes consiste en que casi invaria-blemente reducen la pobreza y la riqueza humanas al ejeeconómico. Esto, dice él, es cierto aun en el caso del in-tento de Townsend por definir una línea de pobreza ob-jetiva, a pesar de la visión mucho más amplia de pobrezade la que parte este autor. El argumento de Boltvinik es-tá exagerado aquí. Townsend argumenta que:

Se puede decir que los individuos, las familias y los gruposestán en la pobreza cuando carecen de los recursos paraobtener los tipos de dieta, participar en las actividades ytener las condiciones de vida y las instalaciones que seacostumbran, o por lo menos que son ampliamente pro-movidas o aceptadas, en las sociedades a las que pertene-cen. Sus recursos están tan seriamente por debajo de losque dispone el individuo o la familia promedio que resul-tan, en efecto, excluidos de los patrones ordinarios de vi-da, costumbres y actividades (Townsend 1979: 32).

Él sí argumentó, sin embargo, que era posible definirempíricamente un nivel de ingreso por debajo del cualesta exclusión era inevitable. Empero, la tendencia a re-gresar al eje económico se halla presente indudablemen-te, por ejemplo, en la definición de la Organización de lasNaciones Unidas de pobreza total:

La falta de ingresos y recursos productivos para asegurar unasubsistencia sostenible; hambre y desnutrición; mala sa-lud; acceso limitado o nulo a los servicios; mayores índicesde morbilidad; falta de vivienda o vivienda inadecuada; me-dio ambiente inseguro, y discriminación social y exclusión.También se caracteriza por la falta de participación en latoma de decisiones y en la vida civil, social y cultural (ONU,1995).

No obstante, aunque cuestiones sociales han sido in-corporadas a la agenda de pobreza, en gran medida através del concepto de exclusión social, prevalece el he-cho de que la pobreza se asocia generalmente con la ca-rencia de recursos materiales. Los estudios empíricos deexclusión social han mostrado también que las carenciasmateriales son una de sus causas importantes (Pantazis,Gordon y Levitas 2006).

Coincidiendo con los partidarios del bienestar, Bolt-vinik señala que el objeto de la política social debería serla promoción del florecimiento humano, y que la realiza-ción de las potencialidades humanas no debe confun-dirse con la abundancia material. Para que así ocurra, elflorecimiento humano debe ser incorporado explícita-mente en nuestra comprensión de la pobreza. Aquí elflorecimiento humano es mucho más que satisfacción enla vida o aun que el ejercicio de habilidades: es el desa-rrollo del potencial humano —involucrando el desarro-llo tanto de capacidades como de necesidades. La argu-mentación aquí es radicalmente distinta a la de la mayoríade los debates de las necesidades humanas fuera del con-texto marxista, pues su fundamento radica en que lascapacidades y las necesidades se expanden con el floreci-miento humano. Mientras más desarrolladas tenga suscapacidades una persona, mayores serán sus necesida-des. Decir que sus necesidades son mayores no implica,necesariamente, que sus necesidades de consumo tenganque ser mayores, una vez que las necesidades básicas es-tán resueltas. Esto, considero, requiere un mayor análisis.Boltvinik pone como ejemplo de profundización de nece-sidades que el oído educado necesita buena música. Peroesto requiere de la disponibilidad de buena música, que asu vez requiere músicos, instrumentos y maestros. Se in-currirá en uso de recursos (costo) para otorgar a todos elinstrumento musical de su elección, pese a que será me-nor al uso de recursos y a la contaminación que signi-ficaría proveer a todos de un automóvil.

De aquí resulta evidente que Boltvinik acepta la pro-blemática distinción que hace Maslow entre necesidadesbajas y superiores, así como la distinción entre necesida-des y apetencias. Argumenta que la diferencia es demos-trable por el daño humano que se ocasiona cuando lasnecesidades, en oposición a los deseos, no son satisfechas.

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12 Espero hacer justicia razonable aquí a la amplia obra del profesorBoltvinik. La he oído expuesta y discutida en inglés, y estoy muy agra-decida con el profesor Boltvinik por haberme proporcionado un resu-men en inglés. Pero no he podido leer la obra completa pues mi es-pañol es inadecuado (Boltvinik, 2005).

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Sin embargo, si el daño se entiende como obstáculo alflorecimiento humano, la distinción deviene otra vez pro-blemática. Empero, el hecho de que las necesidades bá-sicas no estén satisfechas para la mayoría de la poblaciónen el mundo necesariamente inhibe el florecimiento hu-mano: superar la pobreza económica es condición nece-saria pero de ninguna manera suficiente para el floreci-miento humano. Los obstáculos al florecimiento estánno solamente en los recursos económicos, sino tambiénen la posibilidad de ejercitar (y desarrollar) capacidadesy habilidades. La naturaleza del trabajo de mucha gentebajo la alienación capitalista no es autorrealizadora, puesinvolucra solamente un rango estrecho de capacidades,obstaculizando así su desarrollo y la expansión de nece-sidades. De manera consecuente, Boltvinik distingue un“eje del florecimiento humano” de un “eje del nivel de vi-da” confinado a riqueza/pobreza económica. Señala, noobstante, que el eje del nivel de vida debe ser entendidocomo una abstracción del eje del florecimiento huma-no, que es lógica y conceptualmente más importante, asícomo mucho más amplio.

Boltvinik hace una clara diferenciación de los ámbitosde lo individual y lo societal. La pobreza y la riqueza hu-manas (como el bienestar) se ubican en el individuo, pe-ro dependen de la presencia o ausencia de las condicionessociales para el florecimiento humano (que incluye perono se limita a las condiciones económicas). Esta diferen-cia está presente implícitamente, aunque con frecuenciacon debilidad, en la bibliografía sobre política de bienes-tar. Boltvinik hace además una distinción entre el ser y elestar (lo estructural y lo circunstancial) de la condiciónhumana tanto a nivel humano como económico. La ri-queza/pobreza humana está estructuralmente caracteri-zada por altos/bajos niveles de necesidades y altos/bajosniveles de desarrollo de capacidades. Circunstancial-mente, está caracterizada por la satisfacción de necesi-dades efectivas y la aplicación de capacidades efectivas.En el nivel económico, la cuestión estructural consiste ensi los recursos y las condiciones están disponibles para eldesarrollo de necesidades y capacidades; el nivel circuns-tancial concierne a los recursos y condiciones para lasatisfacción de necesidades efectivas y la aplicación decapacidades efectivas. Esta separación de niveles es útil

para exponer las limitaciones del discurso público ge-neral acerca del bienestar y la felicidad, que actúa com-pletamente en el nivel circunstancial tanto para el ejehumano como para el económico.

Las cuestiones estructurales son también el espacio deuna implícita crítica utópica: ¿cuáles necesidades y capa-cidades son convocadas en las condiciones reales exis-tentes? ¿Qué gama de necesidades y capacidades pode-mos recomendar como constitutivas del florecimientohumano? ¿Cuáles pudieran ser las condiciones de este de-sarrollo? A este nivel, la distinción problemática entrenecesidades básicas y superiores sería redundante: éstaes conceptualmente necesaria exclusivamente en la po-breza humana y económica del presente. La función de lautopía es actuar como crítica del presente, pero tambiénsentar las bases para el diálogo sobre futuros deseables ylas características humanas que serán producidas porellos. Todas las discusiones de bienestar y florecimientohumano serían reforzadas haciendo más explícita la di-mensión utópica. Esto enfocaría más finamente los lími-tes de una agenda del bienestar que reprime las estructu-ras sociales y económicas que lo enmarcan. En el caso deBoltvinik esto aclararía el intento transformador de defi-nir la pobreza y riqueza en términos de pobreza humana.Seguirá siendo válido que hay límites a lo que podemosimaginar como posible y que las necesidades y deseos enuna sociedad mejor se desarrollarán más allá de los al-cances de nuestra imaginación.

Bibliografía

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Comenzando por dar cuenta del cinismo como identidad histórica de nuestro tiempo, este ensayopresenta una conceptualización global pero sintética del triple fundamento que origina la mundiali-zación de la pobreza —esto es, la configuración neoliberal, la derrota de los monopolios defen-sivos que detentaron los Estados del Segundo y Tercer Mundos y la dinámica con la que la revo-lución tecnológica en curso apuntala el poder planetario— para, frente a este escenario, realizarun balance panorámico desde el cual puedan valorarse los decisivos alcances de Ampliar la mirada—la obra con la que Julio Boltvinik realiza su mayor contribución al debate internacional de fron-tera sobre la pobreza—, que tiene en los principios de la totalidad, la transdisciplinariedad, laeconomía moral y la autodeterminación nacional, la plataforma de toda una concepción iconoclas-ta que permite pensar la pobreza en clave de valor de uso.

PALABRAS CLAVE: mundialización, pobreza, cinismo, florecimiento humano

By presenting cynicism as an historical identity of present times, this paper conceptualizes, in a glo-bal yet synthetic manner, the triple foundation that originates the globalization of poverty —thatis: the neoliberal configuration, the defeat of the defensive monopolies held by the States of theSecond and Third Worlds and the dynamic with which the technological revolution strengthensglobal power— in order to realize a comprehensive assessment from which we can evaluate thedecisive contributions of Julio Boltvinik’s Ampliar la mirada, his biggest contribution to the interna-tional debate about poverty.This work is an iconoclastic view, build upon the principles of totality,transdisciplinarian thought, moral economy and national self-determination, that allows the con-ceptualization of poverty as use-value.

KEY WORDS: globalization, poverty, cynicism, human flourishing

LUIS ARIZMENDI: Centro de Investigaciones Económicas, Administrativas y Sociales,Instituto Politécnico Nacional, México-Distrito Federal

[email protected]

Desacatos, núm. 23, enero-abril 2007, pp. 101-124.Recepción: 22 de septiembre de 2006 / Aceptación: 24 de octubre de 2006

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El florecimiento humano como mirador iconoclasta

ante la mundialización de la pobreza

Luis Arizmendi

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A diferencia de otros campos, donde los fe-nómenos estudiados y medidos son moral-mente neutros […], en el caso de la pobrezainterviene inevitablemente una dimensiónmoral […] Al establecer el umbral de la po-breza, las personas y las instituciones se re-tratan de cuerpo entero […] Cuando el Ban-co Mundial define un dólar por persona aldía como umbral o línea de pobreza estámostrando su concepción del ser humano alreducirlo a la categoría de animal no huma-no, ya que, en efecto, ese ingreso alcanzaría,en el mejor de los casos, para mal alimentara una persona, quedando todas las demás ne-cesidades insatisfechas. Así, al sostener implí-cita, pero brutalmente, que los seres huma-nos sólo tienen derecho a la alimentación, elBanco Mundial niega todos los demás dere-chos sociales. Algo similar, aunque no tan ex-tremo, podemos decir de la CEPAL y del go-bierno de México. Muchos economistas (yno economistas), particularmente los neoli-berales, tienen la misma actitud de desprecioa los derechos de la mayoría.

Julio Boltvinik

I. POBREZA Y CINISMO EN LA MUNDIALIZACIÓN CAPITALISTA CONTEMPORÁNEA

N unca como ahora en la historia de la moder-nidad se había presentado tan polarizado elprofundo contraste y la contradicción radical

que define una época como la nuestra: con la actual re-volución tecnológica —la cuarta en la historia de la mun-dialización capitalista— cruzamos por el progreso his-tóricamente más avanzado de la técnica planetaria y, sinembargo, a la vez, la depredación del proceso de repro-ducción social en el planeta ha llegado a su mayor medi-da geohistórica. La escasez y, como una de las modalidadesradicales de ella, la pobreza social —que esa estructuratécnica perfectamente podría superar y desactivar—, le-jos de estar siendo rebasada se encuentra siendo llevadaartificial y agresivamente a una escala previamente iné-dita. La tercera gran crisis en el desarrollo del capitalismo

moderno —la de mayores dimensiones geoeconómicas,ya que, a diferencia de la primera gran crisis (1870-1890)que fue de alcances exclusivamente continentales, puesafectó tan sólo a Europa Occidental, y de la segunda grancrisis (1929-1944), que fue de alcances más amplios peroapenas intercontinentales, ya que impactó además de Eu-ropa y Estados Unidos a ciertos países asiáticos comoJapón, ha constituido la única crisis de alcances propia-mente mundializados—, y junto a ella, de modo decisivo,los mecanismos de contratendencia que el capitalismoimplementó para contrarrestarla y apuntalar su poderplanetario, es decir, la configuración neoliberal del Estado,la derrota con el “libre comercio” de los monopolios defensi-vos que edificaron tanto el Tercer como el Segundo Mun-dos el siglo pasado y la revolución tecnológica de nuestrotiempo —que está llevando más lejos el desarrollo de lasubordinación capitalista del proceso de trabajo—, con-forman los dispositivos que, a contrapelo de lo que tantoafirma el discurso de la globalización, están marcando lafase actual de la mundialización capitalista como una eraque tiene como una de sus peculiaridades históricas justola mundialización de la pobreza.

De ahí que, a diferencia de las décadas de los sesenta ylos setenta del siglo XX —o, dicho más propiamente, delperiodo de auge de posguerra— en las que la pobreza,aunque se discutió, nunca estuvo incorporada en la agen-da de prioridades estratégicas de los organismos interna-cionales, a partir de los ochenta y ampliamente desde losnoventa, sucede un giro determinado por la asunción dela pobreza mundial como prioridad estratégica en la agen-da de estos organismos. Ante todo en el caso del BancoMundial, esta asunción, lejos de responder a un compro-miso genuino con el “humanismo” o el “progreso social”del sistema de naciones, más bien proyecta una necesidadhistórica de la fase actual de la mundialización capitalistaque, después de haber golpeado y erosionado profunda-mente el proceso de reproducción de la sociedad plane-taria, no ha tenido más opción que reconocer y encararla pobreza como factor potencialmente desestabilizadordel rapport de forces de la “sociedad global”1.

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1 Aunque pueden encontrase bosquejos del debate sobre la pobrezainternacional a principios de la década de los setenta, como en la Con-

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En este escenario histórico, descifrar el sentido estra-tégico de los programas oficiales de “lucha contra la po-breza” exige reconocerlos no como polo opuesto a la con-figuración neoliberal del capitalismo contemporáneo,sino, más bien, como su necesario polo complementario.Se encuentran diseñados para enfrentar la agudización yexpansión de la pobreza extrema en el orbe no buscandoimpulsar toda una visión y acción política que permitansacar eficazmente a los sujetos que la padecen de ese es-tado de escasez radical, sino contenerlos estratégicamen-te. De lo que se trata es de imprimirle a la correlaciónmundializada de fuerzas sociales una configuración queneutralice los potenciales riesgos de inestabilidad que lapobreza extrema acarrea en nuestro tiempo, lo que fre-cuentemente tiende a convertir los programas de “com-bate a la pobreza” en programas de “control” o “combatecontra los pobres”2.

En este sentido, la línea o el umbral de pobreza extre-ma que traza el Banco Mundial no responde simplemen-te al menoscabo de la auténtica magnitud de la pobreza

internacional en nuestra época. Verlo así bloquearía cap-tar su efectividad estratégica3. Sin dejar de cumplir esafunción, va más lejos, puesto que permite explorar y re-conocer aquellos puntos del proceso de reproducción so-cial planetarizado en los que se ha llegado a una situaciónlímite, esto es, en los que la amenaza de muerte adquiereun carácter inminente porque ya ni la sobrevivencia pu-ramente animal o no humana es viable ni sostenible parael ser humano.

4 ferencia de Estocolmo (1972) —plataforma en la creación del Progra-ma de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA)—, quetiene la peculiaridad de que concibe la pobreza como la principalfuente causal de la crisis ecológica contemporánea, y que ulteriormen-te, en el inicio de los ochenta, se abren espacios desde la ONU, de entra-da por UNICEF y luego especialmente por el PNUD, para la gestación derelevantes estudios internacionales tanto en torno a la conceptualiza-ción como a la medición de la pobreza, sin embargo, el intenso reavi-vamiento del debate sobre ésta sucede hasta que, como producto de losefectos desplegados por el neoliberalismo, el Banco Mundial se ve obli-gado a reconocerla como un problema prioritario en su Informe sobredesarrollo mundial 1990. Este constituye, precisamente, el punto histó-rico específico de partida de la asunción, en la fase actual de la mundia-lización capitalista, de la pobreza como objeto de una acción estratégica.2 Resaltando este efecto, John Toye —investigador de la Universidad deOxford— apunta: “hay que reconocer que, en los hechos, pocas veceslas políticas contra la pobreza son expresión de un impulso puramentehumanitario”, ya que existen “ciertas condiciones comunes catalizado-ras de la acción del Estado para reducir [algún aspecto] de la pobreza.Ellas son […] la amenaza potencial que representan los pobres, por logeneral, en términos de desorden social, y la idea de que el Estado pue-de modificar la situación […] La preocupación actual en Francia, y enla Unión Europea, respecto a la exclusión social tiene su punto de par-tida en la selectividad social que aún persiste en los Estados benefac-tores europeos […] El incremento en el número de desempleados delargo plazo, indigentes, desviados y desadaptados sociales, y jóvenes pro-venientes de familias disueltas amenaza el orden social en los subur-bios pobres. Se espera que este riesgo crezca con los cambios estruc-turales en la economía y los recortes del Estado de Bienestar” (Toye,2004: 80-81).

Panamá, Panamá, 1965.

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3 Aunque sugerente porque muestra la incoherencia interna conteni-da en la concepción de la línea de pobreza extrema trazada por elBanco Mundial —que, por un lado, reconoce que no basta “un nivelmínimo de nutrición” para evaluar la pobreza, y por tanto, que deberíaconsiderarse “el costo que implica participar en la vida cotidiana de lasociedad”, pero, por otro, desecha absolutamente este costo descali-ficándolo como “subjetivo”—, no obstante, la crítica de un especialistatan importante como David Gordon —director del Centro Towsendpara la Investigación Internacional sobre Pobreza— revela un hiato pro-fundo cuando señala: “Resulta por demás oscuro qué significa la líneade pobreza del Banco Mundial”.

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Precisamente eso es lo que significa definir el umbralde la pobreza extrema con el criterio del ingreso de un dó-lar diario. Cuando la mirada se niega a quedar entram-pada en el formalismo insensible pero también insensi-bilizador de esta medición e inspecciona el contenidohistórico que la determina, puede descubrir que con ellael Banco Mundial introduce una concepción doblementeunidimensionalizada de la pobreza: primero, porque bo-rra o sencillamente ignora todo el amplio conjunto delsistema social de necesidades, reduciendo la pobreza glo-bal exclusivamente a pobreza alimentaria; y, luego, por-que pasa por alto hasta los medios de subsistencia másbásicos requeridos para realizar la alimentación, reducien-do unilateralmente la pobreza alimentaria a adquisiciónde alimentos no cocinados. Así, el umbral o la línea depobreza extrema trazada por el Banco Mundial sólo re-conoce esta clasificación a un grupo humano si ni si-quiera puede adquirir alimentos crudos.

Debajo del discurso “light” que regularmente esgrimeel Banco Mundial —presentando la globalización actualcomo plataforma del progreso mundializado—, la re-velación que trae consigo esta perspectiva histórico-política tácita o implícita pero innegable es, sin duda,ominosa o —como dice Julio Boltvinik— “brutal”: la“sociedad global” de ningún modo puede ni debe asu-mir ofrecer acceso al bienestar a las mayorías, tiene queadmitir como inevitable un desdoblamiento y una po-larización radical y, en todo caso, pretendiendo hacermanejables los conflictos que esa polarización genera, ga-rantizar a los excluidos exclusivamente el derecho a la so-brevivencia puramente física o animal.

Cuando se va más allá del insensible formalismo de es-ta línea de pobreza extrema —en la que el monto mo-netario que la define no revela directamente el contenidoreal que la caracteriza— y se escudriña en su significa-do de fondo como modo de administración del procesode reproducción social en el planeta, puede reconocerse,entonces, que el mirador del Banco Mundial sintetiza oexpresa la identidad histórica de una nueva fase de lamundialización capitalista: la fase actual que tiene su es-pecificidad precisamente por ser una mundialización ca-pitalista cínica.

Cínica —en contraste con la forma liberal que activaal “Estado de Bienestar” como contrapeso ante la des-tructividad económica inmanente a la acumulación delcapital— es una configuración histórica del capitalismoque, dejando atrás la promesa que había sostenido en lamodernización de la técnica planetaria en su fase previa,es decir, la pretensión de que traería consigo la abundan-cia para la sociedad en su conjunto, admite sin vacilacio-nes sus efectos depredatorios contra el proceso de repro-ducción social y se formula su funcionalización opresiva(Bolívar Echeverría, 1995: 39-40). Dicho de otro modo,cínica es una forma histórica de la modernidad capitalis-ta que parte de la asunción irrenunciable de que el mer-cado define los muertos y que, sobre ella, se plantea có-mo imprimir a su destructividad por principio una formaútil y manejable.

En consecuencia, podría decirse que, como expresiónde la necesaria reconfiguración del Estado que requierela forma cínica del capitalismo, con su abierto elogio al

Secretaría de Educación Pública, ciudad de México, 1958.

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laissez faire laissez passer, con su firme rechazo al ejerci-cio de toda soberanía política, no sólo del sujeto socialsino del Estado —que no desactiva sino reconfigura laintervención del Estado en la economía dotándolo deuna configuración específicamente autoritaria, esto es, quedebilitando sobremanera su función como neutraliza-dor de los antagonismos clasistas se torna funcional altraslado de toda la toma de decisiones al libre juego defuerzas del mercado mundial, lo que no significa otra co-sa más que el traslado autoritario de la máxima autoridadal capital y sus grupos de poder de mayor jerarquía (Hork-heimer, 2006)—, es justo el Estado neoliberal —que, enverdad, va en sentido inverso a los principios originalesdel liberalismo4— el más nítido representante del capi-talismo cínico5.

Después del Banco Mundial, en mayor o menor me-dida pero articulados con él, son el grueso de los Estadoscontemporáneos en Occidente los que mejor proyectanel vuelco histórico que el capitalismo le ha dado a suspolíticas económicas a partir de su configuración cínica.Como afirma Bolívar Echeverría:

Desde hace un buen tiempo “la intervención estatal” aban-donó las veleidades keynesianas que le llevaron a creer que“hacía la historia”, que podía al menos adelantarse a la mar-cha del proceso económico para prepararle el camino […]La política económica de los Estados occidentales ha dadoun giro histórico que ha cambiado diametralmente su sen-tido. De administradora de la abundancia posible, es decir,de la promesa inscrita en el progreso de las fuerzas pro-ductivas, ha pasado a ser —en curiosa similitud con épo-cas premodernas— la administradora de una escasez ine-vitable, el dispositivo que transmite la presencia imperiosade ésta hacia el cuerpo social, la instancia que media suinteriorización en las relaciones sociales de convivencia(1995: 40-41).

Sin embargo, pese a su cinismo histórico o, mejor di-cho, precisamente debido a él, con el objetivo de alcanzarcierto consenso los Estados neoliberales lo recubren es-condiéndolo bajo el ropaje de lo que puede denominar-se el mito de la globalización. Un mito que —como todomito— invierte la dinámica histórica en curso proyec-tando la globalización no como fase de apuntalamientodel poder capitalista planetarizado, sino como procesopuramente benéfico de difusión mundial del progreso6.

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4 Demostrando cómo el “neoliberalismo” constituye la negación delliberalismo, en el marco de un análisis de las metamorfosis del Estadomoderno en la historia global del capitalismo como sistema-mundo,Wallerstein da cuenta de cómo el Estado liberal —que tuvo como sussoportes la política redistributiva, el derecho al sufragio y la afirmaciónunificadora de la identidad nacional— surgió como forma de conten-ción política de lo que denomina “clases peligrosas”, que ante la masifi-cación de la pobreza y la exclusión en Europa Occidental eran impelidashacia la revuelta. Periodizando su desarrollo, su crisis y su funcionali-dad histórica, muestra que, después de haber servido entre 1848-1914para “domesticar a las clases trabajadoras de la zona centro” y luego dehaberse dirigido entre 1917-1989 a “domesticar el Sur”, el colapso con-temporáneo del liberalismo, con su desplazamiento por un Estado equí-vocamente llamado “neoliberal”, proyecta el arribo del capitalismo his-tórico a una compleja situación en la que, precisamente cuando aquellaexclusión de mediados del siglo XIX tiende a reactualizarse, pero aho-ra con una nueva medida geohistórica porque apunta a adquirir unaescala mundial, el capitalismo entra al siglo XXI quedándose sin el Es-tado propiamente liberal que constituyó su “estabilizador esencial”(Wallerstein, 1996).5 Para comprender el cinismo a partir de analizar la historia de la cul-tura política moderna, polémica pero muy sugerente es la obra de PeterSloterdijk, Crítica de la razón cínica (2003). Aunque escudriña una com-pleja relación del cinismo con el fascismo —ya en la figura del nacional-socialismo con Hitler, ya en la figura del socialismo-nacional o “socia-lismo en un solo país” con Stalin—, sin embargo, porque tiende aidentificarlos no alcanza a esclarecer la differentia specifica que existeentre uno y otro. Podría decirse que como configuraciones históricasde la modernidad capitalista, la diferencia entre cinismo y fascismo re-side justo y ante todo en el hecho de que mientras el primero cons-tituye una forma del capitalismo que admite sin reparo ni compensa-ción alguna los efectos destructivos que la acumulación genera sobre elproceso de reproducción social y hasta busca sustraerles un efecto útil,el segundo se caracteriza precisamente por agregarle a la violencia eco-nómica silenciosa pero efectiva propia de la modernización capitalistaotra violencia de orden político destructivo. Admitir que la moderniza-ción capitalista del sistema económico de ningún modo puede traer el

mejoramiento del proceso de reproducción social para las mayorías,que la mutilación y la destrucción de una parte del cuerpo social le esinmanente a su legalidad histórica y asumir activamente en términospolíticos esa destrucción, eso es lo que constituye el núcleo esencialdel fascismo (Bolívar Echeverría, “Violencia y modernidad”, ensayocontenido en su brillante texto Valor de uso y utopía, 1998). En estesentido, ciertamente, el fascismo es sin duda alguna cínico, pero el ci-nismo no es propiamente fascismo, aunque perfectamente puede ope-rar como caldo de cultivo y potencial antesala histórica de aquél.6 Para la presentación de todas las dimensiones del mito de la globali-zación y la respuesta a la plataforma de su formulación —la imagende que apenas cruzamos por la “globalización” del capitalismo puestoque el siglo XX constituyó el siglo de la mundialización imposible, pre-suntamente porque en él el mundo no fue uno sino tres, porque en élel capitalismo desde su Primer y su Tercer Mundos y el socialismo des-de el Segundo Mundo pugnaron por su planetarización sin ninguno delos dos lograrlo—, elaboré “La globalización como mito y simulacro

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El discurso del Banco Mundial ejemplifica nítidamen-te este doble movimiento que oscila entre la mistificacióny el cinismo porque, aunque su proyecto de la adminis-tración de la pobreza mundializada es innegablementecínico, insiste en que su estrategia económica globaliza-dora genera progreso.

Cuando, para construir su interpretación de nuestraetapa, lanza una mirada panorámica sobre la historia eco-nómica del capitalismo —periodizándola con tres pre-suntas “olas globalizadoras” (la primera de 1870-1914, lasegunda de 1945-1980 y la tercera de 1980 en adelante,que habrían tenido un interregno en el periodo de en-treguerras como proceso desglobalizador)—, retropro-yecta sobre toda ella el mito de la globalización, afirman-do que, si bien con sus primeras dos olas la globalizaciónse fue abriendo camino para integrar paulatina pero cre-cientemente la economía mundial, es apenas ahora cuan-do cuenta con las condiciones para impulsar todas suspotencialidades. En este marco, a partir de que reduceformalistamente la globalización a mero libre curso deflujos —del comercio, del capital y migratorios—, intro-duce una doble yuxtaposición demagógica que articula:1) la identificación de globalización con crecimiento eco-nómico; y, sobre ella, 2) la identificación de crecimien-to económico con reducción de la pobreza en el Estadoque logre generarlo. Imprimiéndole una versión singu-lar al mito de la globalización, la función de esta dobleyuxtaposición reside en encubrir las formas actuales deapuntalamiento del poder planetario como si estuvieranregidas por una, variable para cada Estado pero prome-tedora para el mundo, tendencia hacia la globalización dela riqueza7.

Si ya a principios de los noventa esta formulación nocorrespondía con la mundialización de la pobreza, quedesde entonces se convirtió en un problema estratégicopara la configuración neoliberal del capitalismo planeta-rizado, menos corresponde ahora en que es la configura-ción neoliberal misma la que se está volviendo un pro-blema histórico para el capitalismo mundializado.

II. EL TRIPLE FUNDAMENTO HISTÓRICO O EPOCAL DE MUNDIALIZACIÓN DE LAPOBREZA

1. La derrota histórica del doble monopolio defensivo de los Estados-nación del ex Segundo y del ex Tercer Mundos

Replicando la primera yuxtaposición demagógica que in-troduce el Banco Mundial, debería decirse que de ningúnmodo globalización y crecimiento económico son sinóni-mos, ya que, la primera perfectamente puede darse —enel sentido de apertura de los Estados-nación al libre flu-jo tanto del comercio como del capital mundial— y, sinembargo, el segundo no sólo no suceder, sino incluso pa-ralizarse o hasta revertirse. Es que, como fuerza contra-rrestante de su tercera gran crisis —la crisis más ampliaque le ha tocado padecer en términos geoeconómicospero también históricos—, el capitalismo ha tenido queimplementar toda una re-estructuración no sólo del mer-cado mundial sino de la misma gran industria que pla-netarizó el siglo pasado. Justo esa ha sido la tarea de lanueva fase de la mundialización capitalista que para lle-varse a cabo ha recurrido, más que a un deterioro, a loque propiamente constituye una derrota histórica de losmonopolios defensivos que edificaron los Estados-na-ción del ex Segundo y del ex Tercer Mundos.

Levantados como expresión de una resistencia defen-siva ante la supremacía tecnológica del capitalismo me-tropolitano —que, para acumular vorazmente ganancias

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histórico I” (Arizmendi, 2003a) para demostrar que en el siglo XX elcapitalismo, lejos de suspender la mundialización —que lo ha acom-pañando desde su nacimiento—, la llevó hacia un mayor periodo dedesarrollo, asumiendo como su función histórica la expansión de sugran industria por el orbe, pero con base en un peculiar desdoblamien-to de sí mismo que implementó su configuración clásica en Occidentemientras adquiría otra configuración como “capitalismo despótico”en Oriente.7 Hasta en su título el trabajo más importante del Banco Mundial paraanalizar la relación entre globalización y pobreza revela esta perspecti-va: Globalization, Growth and Poverty. Building an Inclusive WorldEconomy, 2002. Existe una traducción al castellano de la que este or-ganismo no se hace responsable, pero que es de buena calidad: Globa-

lización, crecimiento y pobreza. Construyendo una economía mundialincluyente, 2002.

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extraordinarias, impone con ella sistemáticamente con-diciones de un intercambio desigual en el mercado pla-netario—, los Estados de los capitalismos periféricos for-jaron un doble monopolio: al delimitar el territorio quesubordina el capital nacional que los constituye, determi-naron su control sobre la fuerza de trabajo que los habitay, por tanto, sobre la masa del plusvalor nacional que conella producen, a la vez que definieron la propiedad delEstado-nación sobre los recursos naturales estratégicosde sus territorios. Enfrentados, en el marco de una situa-ción ineludiblemente desventajosa, con el capital metro-politano —que ejerce todo el poder que le adjudica de-tentar el monopolio estratégicamente más relevantede la mundialización capitalista, el monopolio de la van-guardia tecnológica—, los capitales periféricos podíancederle valor y plusvalor mediante enormes transferen-cias comerciales y financieras, pero en la fase anterior dela mundialización capitalista mantuvieron en pie, de unou otro modo, su doble monopolio defensivo, esto es, elcontrol de su capital productivo estratégico.

Cuando estalla la tercera gran crisis capitalista, los Es-tados del ex Tercer Mundo ven cómo, a la acumulaciónde la erosión económica que le generan las enormes trans-ferencias desde el intercambio desigual, se le agrega laacumulación de una creciente deuda que propicia ahoraenormes transferencias financieras; casi paralelamente,el subimperio del ex segundo Mundo, la Unión de Repú-blicas Socialistas Soviéticas (URSS), ve cómo su compe-tencia geoestratégica con Estados Unidos se torna cadavez más difícil hasta colapsar, justo porque el manteni-miento de su poder militar —tanto en términos de in-versión en tecnología estratégica como de financiamien-to de sus ejércitos en los Estados-satélite de su cinturóngeohistórico— le exige tal derrame de recursos que de-sestabiliza su sistema económico.

El nacionalismo, entonces, que, además de respondera la resistencia de los capitalismos periféricos, había sidofuncional, bajo figuras distintas pero tanto en el ex Ter-cer como en el ex Segundo Mundos, a la tarea histórica dela anterior fase de la mundialización capitalista —pla-netarizar la gran industria—, se viene abajo. A la vez queno pueden seguir sosteniéndolo los Estados periféricos,se vuelve anti-funcional para la nueva fase de la mundia-

lización capitalista que lo embiste consiguiendo, con ba-se en la erosión acumulada, imponerles a éstos la derro-ta histórica de su doble monopolio defensivo.

En este contexto, la apertura a la “globalización” deentrada desata todo un proceso de desindustrialización es-tratégica de esos Estados derrotados, que será seguido porun opresivo proceso de reindustrialización estratégica, quelos coloca cada vez más en estos años de inicio del sigloXXI dentro de una nueva forma estructural de subordi-nación tecnoeconómica ante los capitales metropolitanos.Incapacitados para competir con los flujos comerciales deéstos y apresados por los condicionamientos financierosque se les imponen, los Estados periféricos experimen-tan, así, un profundo proceso de desestructuración de susredes tecnológicas que, primero, busca destruir el enca-denamiento de ramas y hasta ramas enteras, para, luego,sustituir con nuevos corredores geoindustriales multi-nacionales y mundializados la estructura de su sistemaeconómico.

Cuando se encuentra en curso el proceso de esa desin-dustrialización estratégica y la transición hacia su opre-siva reindustrialización estratégica, la “globalización” deningún modo genera crecimiento. Junto a América Lati-na con su “década pérdida”—que, en verdad, correspon-de no a una década sino a dos—, incluso más que ella, la“transición hacia la economía de mercado” de la URSSy los países del Este europeo conforman los ejemplos másdolorosos de este proceso histórico, en el que se combi-nan la desindustrialización estratégica como fundamentode una enorme ola de desempleo y la privatización de lasempresas estatales como fundamento del arrebato defuentes esenciales de la reproducción social a múltiplesnaciones. El caso de África subsahariana es aún peor por-que, aunque ahí la forma actual de la “globalización” ca-pitalista no se acompaña por ningún proceso de reindus-trialización estratégica, el capital metropolitano no tienereparo alguno en sacar todas las ventajas que le deja el“libre comercio” en un continente condenado a una es-pecie de “apartheid” tecnológico8.

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8 Reconociendo tácitamente el fracaso de las políticas antipobreza delos organismos internacionales, cuando ese proceso desindustrializa-dor se encontraba en pleno curso, uno de los más altos funcionarios

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Desde esta óptica puede valorarse el incisivo balanceque realiza Michel Chossudovsky (2002) en su crítica a laestrategia del Banco Mundial. Estrategia en dos etapas,que primero pretende lograr la “estabilización económi-ca” (con devaluación, liberación de precios y austeridadpresupuestaria) y luego impone “reformas estructura-les” (con liberalización comercial, privatización de em-presas estatales y tierras cultivables, desregulación ban-caria, reformas laboral y fiscal). Demostrando que, lejosde responder al objetivo de estimular el despegue haciael desarrollo de los Estados, esta estrategia reconfiguralas relaciones del poder global en el mundo, la mirada deChossudovsky permite reconocer que el Banco Mun-dial, primero, mediante sus políticas de “estabilizacióneconómica”, desestabiliza las bases del mercado internode los países, para luego, mediante las “reformas estruc-turales”, impulsar el apoderamiento y la recomposiciónde la base industrial de su capital productivo estratégico.Entonces, la liberalización comercial —que genera de-sindustrialización estratégica— es seguida con privatiza-ción de empresas y procesos productivos, tanto en la in-dustria como en el campo, cediendo su control al capitalprivado y extranjero en el marco de una re-estructura-ción de la producción global en el mundo. De ahí que,conforme los Estados se quedan sin capacidad de auto-generación y manejo soberano de recursos propios, elresultado sea una radical desestabilización del procesode reproducción social de sus naciones que, lejos de traerla globalización de la riqueza, avanza emplazando la “glo-balización de la pobreza” como peculiaridad histórica denuestro tiempo9.

En síntesis, fundamento de mundialización de la po-breza no es sólo la represión del salario, también es estecomplejo proceso de reconfiguración del poder planetarioque, al hacer de los Estados periféricos Estados globali-zados, los derrota imponiéndoles ya no, como en la faseanterior de la mundialización capitalista, la mera transfe-rencia de importantes porcentajes de su valor y plusvalornacional al capital metropolitano.Sin dejar de realizarse esatransferencia, la fase actual de la mundialización capita-lista va más lejos, ya que, agresivamente los presiona obli-gándolos a efectuar el traslado de su plataforma econó-mica estratégica a manos del capital privado y extranjero.De este modo, si un Estado va perdiendo gradual peroampliamente el control de su capital productivo estraté-gico, es hundido en un estado estructural de impotencia pa-ra impulsar su propio desarrollo económico. La ausencia deautodeterminación nacional se convierte, así, en fundamen-to histórico de un ominoso oleaje de empobrecimiento.

2. La reconfiguración neoliberal del Estado

Ahora bien, replicando la segunda yuxtaposición dema-gógica que introduce el Banco Mundial debería decirseque, como especificidad histórica de la fase actual de lamundialización capitalista, de ningún modo crecimientoeconómico y reducción de la pobreza corren paralelos.

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del FMI declaró: “Con base en los estudios existentes, ciertamente, nopodemos decir si la adopción de los programas apoyados por el Fondollevaron a una mejoría en el comportamiento de la inflación y delcrecimiento. De hecho, a menudo se encuentra que los programasestán asociados con […] una caída en la tasa de crecimiento” (Khan,1990: 196 y 222).9 Con cierta afinidad con lo que aquí denominamos derrota del doblemonopolio defensivo de los Estados periféricos, Chossudovsky da cuen-ta de cómo —desbordando los efectos desindustrializadores produci-dos en el mero apogeo de la Segunda Guerra Mundial— el “ajuste es-tructural” que se le impuso a la antigua Unión Soviética generó unacaída de la producción de tal magnitud que la sumergió en un proce-so de “tercermundización” —desatando una reducción de los niveles devida sin precedentes—; a la par que sus Estados satélites, como Vietnam

—al que tanto se elogió como un futuro “tigre asiático”gracias a su con-versión en “Estado globalizado”—, padecieron la exclusión de los pro-ductores nacionales de su propio mercado y una merma drástica de subase industrial nacional generada por el oleaje privatizador. Mientrasen América Latina la misma estrategia producía un radical desmembra-miento del tejido económico tanto en la industria como en el campoque, a partir de instalar una crisis profunda en la reproducción social,lograba recanalizar las actividades económicas promoviendo crecien-temente una riesgosa expansión de la economía ilegal y hasta la confi-guración de “narco Estados”. Cuando África mostraba que el hambreperfectamente podía no ser creada por escasez sino por exceso de ali-mentos, justo debido a que el “libre comercio” daba entrada a los gra-nos de las transnacionales de Estados Unidos, devastando a los produc-tores autónomos y haciendo estallar la única cualidad de varios paísesen ese continente olvidado: la seguridad alimentaria. Debido a que sepercata de los efectos que produce la desindustrialización estratégicaen el marco de la fase actual del capitalismo es que Chossudovsky cali-fica al “ajuste estructural” que con ella se impone como “genocidioeconómico” (Chossudovsky, 2002). Para constatar que éstos no son ca-sos aislados, sobre el hambre como arma en la fase actual del capitalis-mo véase el texto colectivo Geopolítica del hambre (1999).

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Diferenciándose de los periodos de apogeo que siguie-ron a las primera y segunda grandes crisis en la historia desu ciclo económico, en los que el Estado liberal y el Estadokeynesiano —para dinamizar la realización del plusvaloren el mercado y edificar formas eficaces de contenciónpolítica de los dominados modernos— intentaron acom-pañar el crecimiento económico con elevación del están-dar nacional de vida, el capitalismo contemporáneo —co-mo lo constata el crecimiento del PIB mundial en estosaños (FMI, 2006)— está saliendo de su tercera gran crisis,pero mediante una reconfiguración histórica de sí mismoque acompaña necesariamente el crecimiento económico conla expansión e intensificación de la pobreza en el mundo.

Son dos los fundamentos que generan este resultadohistórico: la reconfiguración neoliberal del Estado y el po-tenciamiento que la actual revolución tecnológica deter-mina del dominio capitalista del proceso de trabajo pla-netario.

Implementada tempranamente como mecanismo con-trarrestante de la crisis capitalista, la reconfiguración neo-liberal del Estado asumió desde su inicio como uno desus ejes la represión del salario tanto directo como indirec-to. Deteniendo los ajustes de los salarios con el pretextode impedir el alza generalizada de precios, hizo de la “lu-cha contra la inflación” una cobertura funcional a la con-tención estratégica del salario. Después, complementandoeste dispositivo con el que reprime el salario nominal quese percibe de modo directo, se implementó otro: la pri-vatización de los servicios que para apoyar el proceso dereproducción nacional (como los servicios educativos ymédicos) tiene que brindar el Estado. Lo que no signifi-ca otra cosa que activar la represión del salario social in-directo, esto es, del salario que no se percibe como dine-ro sino como servicio estatizado.

Para desplegar esta privatización el capitalismo recu-rre a una táctica que se mueve de dos modos: por unlado, explora imponer la privatización directa, esto es, lafranca conversión de servicios públicos en privados, pe-ro, por otro, cuando la correlación de fuerzas políticasno se lo permite, recurre a una privatización indirecta, esdecir, al desfinanciamiento estratégico programado de losservicios públicos que, al ser asfixiados, empujan la so-ciedad nacional hacia el consumo de servicios privados.

En consecuencia, los dos circuitos que constituyen elsalario son erosionados y, con base en la reconfiguraciónneoliberal del Estado, el capitalismo contrarresta la caídade su tasa de ganancia expropiando valor del fondo sala-rial de consumo para trasladarlo hacia el fondo de acu-mulación.

El estreno mundial de este modo de operar del capita-lismo tuvo lugar, poco después del estallido de la terceragran crisis, en Chile con el golpe de Estado de 1973. Loprimero que hizo el gobierno militar fue disparar (casi enun 300%) el precio del pan y contener los salarios10. De

Santo Domingo, República Dominicana, 1965.

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10 En “Modo de producción estatal y satisfacción de necesidades esen-ciales en México” (1986: 195-244), Julio Boltvinik demostró que lasempresas estatales pueden vender más barato que las privadas porquesólo necesitan recuperar los costos de producción sin necesariamen-te obtener la tasa media de ganancia. Formulación que perfectamentese articula con la que planteo aquí sobre el Estado que, como personi-ficación del capital social nacional, tiene que encargarse del salarioindirecto como dimensión del valor de la fuerza de trabajo.

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allí en adelante los alcances geohistóricos de esta ofensi-va contra el salario internacional han sido de tal magnitudque, además de extenderse por América Latina y persis-tir en el tránsito de dictaduras militares a gobiernos civi-les —que ya no necesitan de violencia política destruc-tiva para implementarla porque ya quedó modificada lacorrelación de fuerzas clasistas—, llega a las demás zo-nas del Tercer Mundo, penetra incluso el Primer Mundomismo11 y hasta cruza las fronteras del Segundo Mun-do cuando se viene abajo.

Lo peculiar, lo característico de este proceso reside enque la reconfiguración neoliberal del Estado como me-canismo estratégico de contención del salario persistemás allá del periodo de crisis, aun cuando el capitalismoentra en un nuevo —pero necesariamente temporal—periodo de auge económico. Así, la reconfiguración neo-liberal del Estado contribuye esencialmente a definir laespecificidad histórica de la nueva fase del capitalismomundializado como un tiempo en el que la reducción de lapobreza no acompaña al crecimiento económico12.

3. La actual revolución tecnológica como fundamento de la correlación entre pobreza y mundialización

Al lado de la reconfiguración neoliberal del Estado —másaún, determinándola—, esta peculiaridad de la fase ac-tual del capitalismo tiene en la revolución tecnológica,con la teleinformática y la biotecnología, su soporte pro-fundo. El fundamento histórico que soporta esta confi-guración que correlaciona mundialización de la pobrezay crecimiento económico es, entonces, tecnopolítico.

Desde la teleinformática —esto es, desde las tecnolo-gías de la información redefinidas por la microelectró-nica y vinculadas a la red de comunicación global fun-dada por la Internet—, el capitalismo ha impulsado lainformatización del proceso productivo planetarizado, im-plementándola como punta de lanza de una agresivaofensiva contra la clase trabajadora. Toda una reestructu-ración que, en el marco de la articulación a distancia pe-ro en tiempo real del proceso productivo, le permite rea-lizar la deslocalización de sus diversas etapas fabricandouna pieza en un país y otra en otro para ensamblarlastodas en un tercero, de modo que, la informatización loha dotado de un mayor poder, con el que logra confrontara los trabajadores modernos al interior de un mercado la-boral mundializado pero fragmentado —o sea, cada vezmás abierto al libre desplazamiento del capital productivohegemónico pero cerrado al libre movimiento interna-cional de la fuerza de trabajo. Como el capital ha adqui-rido una agilidad inédita para trasladarse de un Estado aotro —lo que de ningún modo significa que apenas hayaestrenado su capacidad de desplazamiento, sino que laha llevado a una nueva medida histórica—, al poder ex-

311 Es de tal magnitud el avance sin parangón de la pobreza actual-mente en Estados Unidos —desde Detroit, Filadelfia o Chicago en elnorte, hasta Nueva Orleáns, Denver o Phoenix en el sur, pasando porWashington— que ciertos grupos de la clase política empiezan a reali-zar cuestionamientos en torno a lo que llaman un “asalto a los progra-mas de las clases pobre y media” que hace que, habiendo crecimientoeconómico, aquella crezca (Tritch, 2006).12 Desde un ángulo distinto, Peter Towsend y David Gordon —dos delos especialistas más connotados en el estudio contemporáneo de la po-breza mundial— certeramente denuncian que, pese a que “el nivel derecursos mundiales es enorme y continúa creciendo”, “las tendenciasde los niveles de vida en el mundo nos llevan a una perturbadora con-clusión: la pobreza generalizada está para quedarse y, lo que es peor,para crecer”. Mientras Townsend —partiendo del análisis de Galbraith(The Nature of Mass Poverty, 1979) que identifica al poder corporati-vo como causa principal de la pobreza generalizada— insiste en que“el poder ejercido por las mayores corporaciones transnacionales, laobstinada estrategia económica impulsada” por el Banco Mundial,“lasrestricciones impuestas a las Naciones Unidas” y el “desvergonzadocontrol sobre el comercio mundial” que ejerce Estados Unidos y el Gru-po de los 8,“deben ser investigados […] si es que se desea explicar ade-cuadamente los fracasos de las políticas para combatir la pobreza”. Da-vid Gordon —partiendo de recuperar la periodización trazada porStiglitz (en More Instruments and Broader Goals: Moving Towards apost-Washington Consensus, 1998)— señala que la estrategia neolibe-ral ortodoxa se desdobla en cuatro etapas: 1) privatización —que, de-jando al Estado sin empresas nacionales, eleva los precios de los bienesy servicios consumidos por los pobres—; 2) liberalización del mercadode capitales —que dota a los especuladores de un nuevo poder para de-sestabilizar economías nacionales—; 3) precios basados en el mercado

—que disparan los costos de bienes básicos como los alimentos y losenergéticos, provocando frecuentemente disturbios—; y 4) libre co-mercio —que consolida la integración de una nueva correa de poderdesde la cual la OMC domina el comercio en el mundo con una “situa-ción de peligrosa desventaja para los países más pobres”—. Por eso,con base en el Human Development Report 1999 del PNUD, concluye:“a pesar de las ventajas del libre comercio, la historia ha mostrado quesus resultados han sido a menudo graves hambrunas y pobreza crecien-te”. Véanse sus interesantes ensayos “La medición internacional de lapobreza y las políticas para combatirla” (Townsend, 2004) y “Cons-truyendo una estrategia para combatir la pobreza” (Gordon, 2004).

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portar casi cualquier etapa del proceso productivo parabuscar hacia cualquier latitud la fuerza de trabajo quemayor represión acepta de su salario, activa una dinámi-ca de intensificación de la competencia en el mercadolaboral mundializado con la que consigue imponer el re-crudecimiento de la represión salarial en los capitalismosperiféricos, al mismo tiempo que, penetrando tanto enEstados Unidos como en Europa, introduce esta represiónen el capitalismo metropolitano.

Buscando descifrar la especificidad histórica de esta re-presión salarial mundializada, Chomsky la califica como“el regreso del capitalismo salvaje”, aunque es más que eso.

Al lanzar una mirada panorámica al desarrollo de lasobre-explotación desplegada en el curso de la mundia-lización capitalista, podría decirse que cabe conceptuali-zar su historia desdoblándola en tres periodos.

Primero, el periodo de la sobre-explotación concentradaen la metrópoli (1740-1880). Corresponde a la génesis yla consolidación geohistórica de la gran industria en Eu-ropa Occidental, que le permitió al capitalismo instaurarla modernización tecnológica como plataforma para desa-rrollar la explotación de plusvalor en todas sus formas —nosólo absoluta, sino también relativa y extraordinaria—,a la par que, traicionando tempranamente sus promesas deigualdad, lo dotó de las condiciones históricas para embes-tir la ley del valor —o sea, el intercambio equivalencial—en la relación contractual de la clase trabajadora con el ca-pital. Instalando sobre la explotación del plustrabajo im-pago un proceso de otro orden, articulado con él perodistinto y espurio, el capitalismo refuncionalizó el olea-je de desempleo producido por su modernización tecno-lógica como mecanismo con el cual logró imponer unviolento arrebato o, dicho de otro modo, un robo de im-portantes porcentajes del valor de la fuerza de trabajo alsalario. Sobre-explotación, entonces, no es sinónimo de unagran tasa de explotación. Más bien, significa articulaciónde explotación de plusvalor con expropiación de valor alsalario. Da cuenta de una agresiva recanalización que sus-trae recursos del fondo social de consumo para dirigir-los hacia el fondo capitalista de acumulación13.

Segundo, el periodo de la sobre-explotación concentra-da en la periferia (1880-1970/1980). Cuando, en el mar-co del auge abierto en las últimas décadas del siglo XIX,el desarrollo del capitalismo industrial europeo y esta-dounidense, para dinamizar la realización del plusvalor alinterior de sus propias economías nacionales, requirióelevar los niveles de vida desactivando la sobre-explo-tación impuesta en la fase anterior contra la clase trabaja-dora de sus Estados. Sin embargo, lejos de superarse, lasobre-explotación se neutralizó en la metrópoli peropara efectuar su traslado a la periferia. Acorralada por laconstante violación de la ley del valor que se impone en elmercado mundial, en el que el capital de la metrópoli ha-ce valer su supremacía tecnológica o instrumental arre-batándole el continuo pago de un tributo y, por tanto, lacesión crónica de enormes masas de valor y plusvalor,la periferia responde a esa violación de la ley del valor, queerosiona sus procesos de acumulación, duplicándola. Re-gresa al interior de sus Estados nacionales transgrediendoel intercambio equivalencial con su propia clase trabajado-ra para hacer de la expropiación de valor al salario un me-canismo de cierta efectividad en la compensación de lasconstantes pérdidas que padece en el intercambio desi-gual dentro del mercado mundial. En el curso de este pe-riodo, la sobre-explotación, así, quedó trasladada geohis-tóricamente volviéndose un dispositivo permanente oestructural del capitalismo periférico.

Tercero, el periodo de la mundialización de la sobre-ex-plotación del trabajo (de 1980 en adelante). A partir delcambio de siglo, más que regresar al primero de estos pe-riodos, la teleinformática le ha inscrito al desarrollo de lasobre-explotación un alcance hasta entonces inédito: des-bordando sus anteriores medidas geohistóricas, que siem-pre fueron circunscritas o no planetarizadas, la ha llevadoa combinar su recrudecimiento en el capitalismo periféricocon lo que, más bien, constituye su reedición gradual pe-ro creciente en el capitalismo metropolitano —en el que el

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13 Esta es la fase de la sobreexplotación que Marx analiza directamentedando cuenta del impacto desvalorizador de la modernidad capitalista

sobre la fuerza de trabajo masculina, que conduce a la creciente inte-gración del resto de la familia a la producción de capital para extenderla violación de la ley del valor en la relación del capital con el trabajofemenino y, ante todo, con el trabajo infantil (El capital, 1981: libro I,vol. 2, cap. XIII, §3).

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capital ahora la reactualiza, o sea, la vuelve a poner en acto,violando el intercambio equivalencial ya no sólo contralos migrantes extranjeros, que fue exclusivamente con-tra quienes la aplicó en el periodo anterior, sino inclusocontra sus propios ciudadanos. La especificidad de esteúltimo periodo, entonces, reside en que el capitalismo,por primera vez en la historia económica moderna, dotaa la sobre-explotación de un alcance planetario14.

Ahora bien, la actual revolución tecnológica opera co-mo fundamento de la mundialización de la pobreza nosólo mediante este impacto histórico generado por la te-leinformática. Al lado de ella, la biotecnología contribu-ye a través de una doble vía. Por un lado, porque despuésde siglos de un acorralamiento con el que el capitalismocondujo a las etnias indígenas a implementar la coexis-tencia de la producción colectiva de bienes para autocon-sumo con una relación siempre inestable entablada conel mercado laboral como estrategia mínima de sobrevi-vencia histórica, y con la conversión de los territorios que

habitan en recurso estratégico, debido a la informacióngenética que contienen en su biodiversidad, el capitalis-mo se ha planteado su expropiación desatando una pre-sión sobre estos conjuntos étnicos que apunta a llevar auna situación límite, definitivamente insostenible, la po-breza que históricamente han padecido. Por otro lado, siya, en el marco de su etapa neoliberal, el capitalismo sehabía embarcado en un ataque masivo a la produccióncampesina del ex Tercer Mundo para trasladar a los capi-tales metropolitanos el control del mercado mundial ali-mentario, con la biotecnología apunta a llevar mucho máslejos ese proceso colocando la producción campesina dela periferia en un estado de dependencia radical. A partirde la invención de los cultivos transgénicos Terminator,ha creado semillas “suicidas” —que únicamente duranun solo ciclo productivo, lo que crea dependencia res-pecto de la corporación multinacional que genera losaprovisionamientos—, semillas condicionadas agroquí-micamente —que no crecen a menos que se cultiven uti-lizando fertilizantes producidos por la misma corporaciónque las comercializa— y, por si fuera poco, además eco-cidas —que depredan las variedades tradicionales. A tra-vés de estas mediaciones busca consolidar la instalación delo que constituye una nueva dependencia tecnoalimenta-ria centro-periferia —en gestación en el curso de las úl-timas dos décadas— que abre un amplio canal de acumu-lación al capital metropolitano, a la vez que levanta ungran oleaje de empobrecimiento por la devastación queacarrea sobre la producción rural periférica.

De este modo, entre la ampliación del ejército interna-cional de reserva y la mundialización de la sobre-explo-tación del ejército de trabajadores en activo que ha estadogenerando la teleinformática, y entre la pauperización dela producción campesina y la expropiación capitalistade recursos naturales estratégicos que viene impulsandola biotecnología, a lo que habría que agregar la explosiónde conflictos bélicos por la disputa de yacimientos ener-géticos, el capitalismo contemporáneo está conformandoauténticos “agujeros negros” en los que la pobreza extre-ma impacta el sistema de convivencia social sometién-dolo a la devastación.

Así, lo que Nigel Harris (1987) calificó como la muer-te o el “fin del Tercer Mundo” ha quedado acompañado

3 14 Un alcance irreconocible en la expresión “regreso del capitalismo sal-vaje” que, pese a tener el mérito de resaltar la transgresión de los dere-chos laborales en la relación capital/trabajo, no proyecta la nueva me-dida —ya mundial— de la sobre-explotación. Sin embargo, en el casode Chomsky este es un problema propiamente terminológico, ya que,cuando habla de que el capitalismo en la metrópoli lo que ha hecho es“traer el Tercer Mundo a casa”, reconoce la mundialización de la mise-ria contemporánea como especificidad de nuestra era. Su explicaciónde la miseria en los guetos urbanos se basa en dos procesos de ritmoshistóricos disímiles pero articulados. En primer lugar, en el desarrollointerno del capitalismo estadounidense que, a partir de la Gran Depre-sión y, ante todo, del auge de posguerra, ha desplegado un crecimien-to económico que, por cargarse hacia el sector servicios y la industria dealta tecnología vinculada al sistema militar, ha perdido su capacidadde absorción de nuevas oleadas de inmigrantes —revirtiendo la capa-cidad que tuvo en el siglo XIX y principios del XX por la gran deman-da de trabajo manual que exigió tanto la construcción y consolidación desu sistema fabril como la dinámica de su sector agrícola—. Esto se com-plicó debido al amplio oleaje de inmigración “interior” que tuvo lugarporque una acelerada mecanización de la agricultura en el Sur expulsóla población negra —anteriormente esclava— empujándola hacia lasciudades del norte y, asimismo, porque la inmigración exterior ha per-sistido cuando las opciones laborales se van cerrando en Estados Unidos.En segundo lugar, en la proyección mundializada del capital estado-unidense que usa la deslocalización del trabajo como arma de repre-sión salarial. De ahí que, con estadísticas sobre la expansión del hambrey citando la investigación que para el Fondo de las Naciones Unidas parala Infancia realizó Sylvia Ann Hewlett en torno al trato de los niños en“países ricos” (Child Neglect in Rich Nations, 1993), afirme que el capi-talismo estadounidense está embarcado en “una guerra contra los niñosy las familias” (Chomsky, Obra esencial, 2003: 62-67 y 432-441).

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por el nacimiento del Cuarto Mundo. Un “mundo”, a di-ferencia de los tres “mundos” que caracterizaron al sigloanterior, que no posee fronteras circunscritas e incluyepor igual zonas tanto de las periferias como de los centrosdel capitalismo contemporáneo. En el que, por contrastecon la segregación tradicional —determinada en funciónde la identidad étnica, racial o religiosa—, la exclusión—que, en tanto producto de la actual revolución tecno-lógica, no constituye un fenómeno ajeno sino integradoa la fase actual de la mundialización capitalista— impac-ta a barrios, ciudades, Estados y hasta regiones enteras.Puede reconocerse en las favelas brasileñas y en el sur delBronx, en Burkina Faso y en La Courneuve, en Kamaga-

saki y en Chiapas, en Sachsen-Anhalt y en el sur de Irak(Castells, 1999: cap. 2)15.

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Culhuacán, ciudad de México, 1960.

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15 Aunque sugerente porque asume el reconocimiento de que, una vezsucedido el derrumbe de la Unión Soviética, el desdoblamiento delmundo en tres Mundos ya no responde a nuestra época, la nocióndel “fin del Tercer Mundo” —que Castells retoma de Harris— introdu-ce la ilusión de que su derrumbe desactiva las relaciones de poder cen-tro-periferia y, por tanto, que asistimos a un proceso histórico de “ni-velación de oportunidades económicas”. Por eso, problematizando suconceptualización para demostrar que, lejos de su desactivamiento,más bien sucede el apuntalamiento histórico de las relaciones de podercentro-periferia, Giovanni Arrighi y Beverly Silver prefieren hablar dela “extraña muerte del Tercer Mundo”. Véase mi traducción de “Traba-jadores del norte y del sur”, 2005.

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Justo es lo que reconoce un importante documentoestratégico elaborado por la Agencia Central de Inteligen-cia de Estados Unidos (CIA) al evaluar las tendencias amediano plazo de la revolución tecnológica capitalistaen el siglo XXI, Global Trends 2015:

En contraste con la Revolución Industrial, el proceso deglobalización es más compacto. Su evolución será rígida,marcada por una volatilidad financiera crónica y una bre-cha económica creciente […] Regiones, países, y gruposque se sientan dejados de lado enfrentarán una profundiza-ción del estancamiento económico, la inestabilidad políticay la alienación cultural. Fomentarán extremismos políti-cos, étnicos, ideológicos y religiosos, junto con la violenciaque generalmente los acompaña […] Obligarán a EstadosUnidos y otros países desarrollados a mantenerse enfoca-dos en los desafíos del “viejo mundo”, mientras se concen-tran, al mismo tiempo, en las exigencias tecnológicas deun “nuevo-mundo” […] A Estados Unidos, como poderglobal, no le quedará más alternativa que comprometer alos actores principales y confrontar los problemas en am-bos lados de la brecha económica y digital creciente en elmundo de 2015, cuando los beneficios de la globalizaciónestarán muy lejos de ser globales (CIA, 2000: 7-8 y 14).

En conclusión, la articulación de la configuración neo-liberal del Estado, la derrota de los monopolios defen-sivos tanto del ex Segundo Mundo como del ex TercerMundo y la actual revolución tecnológica constituyen eltriple fundamento de la mundialización contemporáneade la pobreza que, a más de dos décadas de estar en curso,ha llegado tan lejos que ha abierto el choque de dos ten-dencias contrapuestas que pugnan por la definición de laconfiguración histórica del capitalismo para las siguientesdécadas. Una es justo aquella que, ante la intensificación delas contradicciones producidas por la configuración cíni-ca o neoliberal, busca adelantarse preventivamente paraneutralizar la explosión de conflictos mayores y que pre-siona apuntando a reactualizar, de uno u otro modo, el pro-yecto del Estado regulador interventor en la economía, conel objetivo de instalar toda una reconfiguración del procesocapitalista de acumulación que modere sus efectos destruc-tivos sobre el proceso de reproducción social en el planeta16.

Otra es aquella tendencia que, enfrentada a la anterior ypor lo pronto venciéndola, viene avanzando aferrándose ala agresiva persistencia de la mundialización capitalista cí-nica y, justo por eso, estimula los riesgos que abre la diná-mica capitalista que viene empujando por la reedición delfascismo ahora a escala planetaria17.

Siendo ya delicado el choque que entablan estas dostendencias entre sí, sin embargo, el proceso histórico encurso en este inicio de siglo es aún más complejo, ya quelo define la conformación de una doble encrucijada yux-tapuesta. Sobre la primera encrucijada, regida por la ten-sión entre dos modalidades contrapuestas —una neokey-nesiana, otra neofascista— de la misma mundializacióncapitalista, se instala una segunda, en la que no se juegasimplemente la lucha por la definición de una u otra formacapitalista, sino la disyuntiva entre una forma de la mo-dernidad que apuntale el dominio capitalista del planeta yotra que instaure como su principio rector el mejoramien-to cualitativo del mundo humano de la vida. Es que ahoraque la modernidad capitalista ya ha logrado mundializarsu gran industria, apunta a generar una situación simi-lar a la que vivió cuando extendió su gran industria sobreEuropa, es decir, tiende a hacer de la continua moderni-zación capitalista de la estructura económica fundamen-to de una enorme masificación internacional de la pobre-za. Mutatis mutandis, el siglo XXI tiene en 1848 una imagenen la que se refleja (Wallerstein, 2001). En una era así laconstrucción de un horizonte crítico transcapitalista enla conceptualización de la pobreza contemporánea se haconvertido en una imperiosa necesidad histórica18.

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16 Véanse Joseph Stiglitz, 2002; George Soros, 1999; Gérard Kébabdjian,2006.

17 A partir de recuperar y polemizar con el incisivo análisis de Carl Ame-ry, Auschwitz, ¿comienza el siglo XXI? (1998), presenté una conceptua-lización de la revolución tecnológica contemporánea como fundamen-to de la tendencia a la reedición mundializada del nazismo, aunquecon figuras históricas distintas a las que adquirió en el siglo anterior:Arizmendi, 2003b.18 La dimensión complementaria de la depredación capitalista del pro-ceso de reproducción de la sociedad mundializada la constituye la de-predación capitalista de la objetividad natural del planeta. De ésta, elsobrecalentamiento producido por el patrón tecnoenergético fosilistaconforma el proceso que mayores riesgos históricos acarrea. Por eso,en “La crisis ambiental mundializada en el siglo XXI y sus disyuntivas”(Arizmendi, 2006) presenté la formulación de que nuestro tiempo en-frenta una doble encrucijada yuxtapuesta: 1) la encrucijada en la quechocan dos configuraciones diversas de la misma modernidad ca-

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III. EL FLORECIMIENTO HUMANO COMO MIRADOR ICONOCLASTA

A diferencia de otros miradores que cuestionan la mun-dialización de la pobreza, pero por los riesgos de ines-tabilidad histórica que significa para la mundializacióncapitalista, con su más reciente obra Julio Boltvinik hacreado lo que cabe calificar como todo un nuevo mira-dor iconoclasta: Ampliar la mirada, sin duda el magnumopus de su prolífica trayectoria, constituye una obra mo-numental que presenta el proyecto fundacional de críti-ca de la pobreza desde una perspectiva fundamentada enla trascendencia humana. Se trata de una obra que, a con-trapelo del cinismo histórico de nuestra época, redimen-siona la conceptualización de la pobreza criticándola, perodesde la riqueza humana, es decir, que coloca como obje-tivo de su perspectiva no la superación unidimensiona-lizada de la pobreza extrema alimentaria, ni siquiera de lapobreza de múltiples necesidades básicas o de la —másamplia aún— pobreza económica, sino que se planteala superación de toda pobreza humana.

Avanzando a contracorriente de la mirada hegemóni-ca del discurso del poder para concebir la pobreza, Bolt-vinik demuestra que la pobreza es irreductible a la di-mensión del estar, que de ninguna manera se remite a unestado compuesto sólo por pobreza de objeto, y por tanto,que la pobreza en la dimensión del estar siempre tiene suotro lado en la dimensión del ser. Esto significa que una

concepción radical de la pobreza, una concepción que va-ya a su raíz, tiene que cuestionar la pobreza en el sujeto:la limitación represiva de su humanidad, tanto de sus ne-cesidades como de sus capacidades, que asfixia y marchi-ta sus potencialidades históricamente determinadas. Loanterior implica que, colocándose en el debate de fronterasobre la pobreza mundial, en los linderos del conocimien-to histórico desarrollado para conceptualizarla y medir-la, desplegando una impresionante contribución eruditapara llevarlos más lejos, Julio Boltvinik percibe y apuntaque la gran limitación del debate contemporáneo en tornoa la pobreza reside en que siempre la unidimensionaliza re-duciéndola al plano del estar. Como si la humanidad delsujeto fuera irrelevante y no importara. Justo porque espobre la concepción hegemónica de la pobreza, insiste enfundar un mirador iconoclasta que asuma la necesidadhistórica de redefinir los fundamentos de la concepciónde la pobreza, ya que ésta sólo puede ser radicalmenteencarada si se abre camino al libre despliegue multidi-mensional del sujeto social: en síntesis, si el florecimien-to humano pasa a ser la piedra angular de la perspectiva.

A la hora de realizar una evaluación panorámica delproyecto teórico-crítico de Ampliar la mirada, podría de-cirse que son, ante todo, cuatro los principios decisivosdesde los que despliega su contribución al debate mun-dial del siglo XXI sobre la pobreza: 1) el principio de latotalidad; 2) el principio de la transdisciplinariedad; 3) elprincipio de la economía moral; y 4) el principio de la so-beranía. Todos los cuales responden al profundo proyec-to crítico de pensar la pobreza en clave de valor de uso.

1. El principio de la totalidad

Presionados por la época, enfrentados a una historia —ladel capitalismo neoliberal— que acrecienta e intensificala pobreza, por derroteros distintos, Julio Boltvinik ySamir Amin confluyen en una formulación central: los so-portes de la ciencia económica predominante, conven-cional o “principal” (mainstream economics) estallan yponen al descubierto su impotencia histórica para des-cifrar la pobreza en una era como ésta. Mientras SamirAmin cuestiona el mirador de la “teoría económica con-

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pitalista —una altamente depredatoria, cínica y tendencialmente fascis-ta, contra otra que apunta a moderar la depredación capitalista del pla-neta—; a la vez que, entrecruzada con ella, se despliega: 2) una encru-cijada distinta en la que chocan dos configuraciones contrapuestas dela modernidad —una capitalista, otra anticapitalista—. El contenidode un planteamiento así es antideterminista. Se reconoce que la actual de-predación mundializada es en tal escala inédita que acarrea enormesdesequilibrios no sólo para el proceso de reproducción de la sociedadsino también ya para la acumulación planetarizada, pero de allí no seinfiere una salida predefinida. Se insiste en que la historia no es desti-no y, por tanto, que la crisis histórica del capitalismo es posible perotambién su reconfiguración histórica. Y que esa reconfiguración, a suvez, tampoco está pre-decidida, es decir, que oscila entre la posibilidadde una reconfiguración que modere su depredación del planeta y unatendencia tecnofascista. En síntesis, se mira la historia del siglo XXI comouna historia abierta, en la que sus trayectorias de ningún modo se en-cuentran predeterminadas y dependen de la acción o inacción del sujetohistórico.

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vencional” porque regularmente ofrece una explicaciónno económica de la pobreza mundial, adjudicando su fun-damento de manera neomalthusiana al crecimiento po-blacional o simplistamente al diseño de estrategias polí-ticas erradas, revelando así su impotencia histórica paradescifrar la mundialización de la pobreza desde la lega-lidad de la propia acumulación del capital (Amin, 2003);Julio Boltvinik critica el soporte estructural de toda laeconomía “neoclásica”, la teoría de la utilidad subjetiva,demostrando su impotencia para teorizar la pobrezajusto porque rechaza el concepto de necesidad materialsustituyéndolo por el de preferencia, es decir, por el ca-pricho psicológico del consumidor, lo que introduce unsubjetivismo que torna volátil todo el sistema de requeri-mientos humanos dejando la pobreza real sin base obje-tiva y, por tanto, desfigurando su conceptualización para

reducirla a un mero problema de interpretación19. Comopuede verse, por caminos diversos, Amin y Boltvinik con-fluyen en el reconocimiento de que la pobreza en la faseactual de la mundialización capitalista ha puesto en crisislos fundamentos de la economía convencional y, en conse-cuencia, se ha vuelto imperiosa la necesidad histórica deredefinición de los fundamentos del mirador desde elque se le analiza.

Más aún si se toma en cuenta que el relativismo sub-jetivista está en apogeo. Desde la visión de la economíaconvencional, permea la perspectiva de múltiples or-ganismos internacionales —como la Organización parala Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y laUnión Europea— que, introduciendo delimitacionespropiamente arbitrarias del umbral de pobreza —paralas cuales seleccionan sin ninguna base una proporciónde la media o mediana del ingreso—, parten de la pre-sunta imposibilidad para reconocer sólidamente el sis-tema social de necesidades.

En el itinerario crítico-intelectual de Julio Boltvinik,el proyecto de esta redefinición de los fundamentos delmirador para estudiar la pobreza de ningún modo ape-nas comienza. Se encuentra presente desde el inicio his-tórico de sus contribuciones al debate de frontera inter-nacional.

De hecho, si periodizamos la historia de su proyectocrítico de la pobreza, podría decirse que han sido tres lasetapas que rigen su desarrollo.

Primera etapa. La fundación de una nueva mirada: el pro-yecto de estudio de la pobreza en clave de valor de uso.

Negándose por principio al análisis destotalizador, pre-ponderante desde inicios de los ochenta, que aborda lapobreza unidimensionalizándola desde el método deLínea de Pobreza (LP) —que procede como si su únicadeterminante proviniera de los límites del ingreso co-

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Alameda Central, ciudad de México, ca. 1964.

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19 Mundo Siglo XXI, la revista del Centro de Investigaciones Económi-cas, Administrativas y Sociales del Instituto Politécnico Nacional, tuvoel honor de publicar de Julio Boltvinik el ensayo en el que, cuestio-nando la piedra angular de la economía convencional, la teoría delconsumidor, presenta un adelanto de Ampliar la mirada: “El rechazoal concepto de necesidades humanas”, 2006a.

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rriente— o desde el método de Necesidades Básica Insa-tisfechas (NBI) —que procede como si la única determi-nante de las condiciones sociales de vida proviniera de losservicios que brinda el Estado (como educación y salud)y del patrimonio básico de los hogares—, Julio Boltvi-nik, ya en sus primeros trabajos, busca superar estas visio-nes regidas por la parcialidad colocando novedosamen-te como fundamento heurístico de sus investigaciones elprincipio de la totalidad.

Inaugurando su implementación el estudio de las ne-cesidades esenciales para la Coordinación General delPlan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Margina-dos (Coplamar) adopta una doble perspectiva que correparalela complementándose, esto es, utiliza tanto el mé-todo LP como la variante sectorial fragmentada del méto-do NBI (como él mismo la denomina)20.

No bastaría decir que la adopción de esta doble pers-pectiva complementa el estudio de la pobreza en clavede valor (ingreso corriente) con su estudio en clave de va-lor de uso (servicios y patrimonio). Tampoco que com-plementa el estudio de la pobreza desde el circuito del sa-lario directo (ingreso corriente) con su estudio desde elcircuito del salario indirecto (servicios públicos). Es mu-cho más profundo el significado histórico de esta inno-vación, precisamente porque, además de analizar los lí-mites en el patrimonio y los servicios sobre el proceso dereproducción social, no se remite a una magnitud de in-greso sin contenido y siempre especifica su impacto as-fixiante de necesidades sociales, es decir, detrás del límitedel ingreso lo que se explora es el daño al valor de usosocial. Lo importante, lo decisivo de la introducción del prin-cipio de la totalidad como fundamento heurístico reside enque abre un nuevo mirador: funda la conceptualización crí-tica de la pobreza en clave de valor de uso.

Al abrir este mirador Julio Boltvinik entreteje su inter-vención con la más rica veta del marxismo clásico. Justo

la plataforma que le permite edificar a la Crítica de la Eco-nomía Política todo un nuevo horizonte de inteleccióncon el que hace estallar la mirada del discurso del podersobre el mundo moderno está constituida por el con-cepto valor de uso. Desde él es que puede descifrarse elprofundo impacto que, pese a sus innegables efectos pa-ra impulsar el progreso de la técnica, la modernidad capi-talista genera depredando el mundo humano de la vida.Incomprensibles resultan sus alcances si, a partir de des-figurarlo cósicamente, se reduce a una simple recolecciónde objetos. La depredación antiecológica generada porla técnica planetaria, la depredación destructiva produ-cida por la red tecnológica militar y, asimismo, la depre-dación del proceso de reproducción social que genera lamundialización de la pobreza, todas ellas constituyenexpresiones del choque de la modernidad capitalista conel mundo humano de la vida descifrables desde el valorde uso. Pensar en clave de valor de uso, entonces, es pensaren clave de afirmación vital y trascendencia humana.

Ahora bien, al momento de delimitar los alcances de es-ta etapa en la que Boltvinik funda el estudio de la pobrezaen clave de valor de uso, más que ubicarlos en el ámbito delos problemas técnicos para efectuar el análisis simultáneode la satisfacción de necesidades esenciales21, me parecetienen que definirse en función de que hasta aquí la adop-ción de una doble perspectiva (LP y NBI) para estudiar lapobreza revela que se ha inaugurado, pero apenas comoesbozo, la implementación del principio de la totalidad.

Segunda etapa. El proyecto fundacional del método de me-dición integrada de la pobreza: la pobreza económica totaly la libertad como necesidad económica.

A partir de una intensa interacción con un marxistade la India de sólida presencia en el debate económicoeuropeo, Meghnad Desai22 —quien estaba desarrollandofinos cuestionamientos a la escisión metodológica en la

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20 El estudio generó seis volúmenes: en la serie Necesidades esenciales enMéxico, vol 1: Alimentación, vol. 2: Educación, vol. 3: Vivienda, vol. 4:Salud, vol. 5: Geografía de la marginación, Coplamar, Siglo XXI, México,1982. Y, sin número de volumen, Macroeconomía de las necesidadesesenciales en México, 1983. Existió, además, un volumen directamentepublicado por Coplamar, Necesidades esenciales y estructura productivaen México. Lineamientos de programación para el proyecto nacional, 1982.

21 En “Satisfacción desigual de las necesidades esenciales en México”(1984), Julio Boltvinik cuestiona los problemas de medición de la po-breza que desata la adjudicación aleatoria de una carencia a las vivien-das (como deterioro de sus materiales).22 Cuya obra más relevante para el desarrollo del pensamiento críticoes Marxian Economics, 1979.

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medición de la pobreza en América Latina23 y en Europa,que lo llevan, junto con Anup Shah, a diseñar un nuevométodo para superar esa escisión integrando todos los in-dicadores de medición de la pobreza24—, Boltvinik creael mejor método para medir la pobreza que existe hastaahora en América: su original método de medición inte-grada de la pobreza (MMIP).

Un método que, sin duda, redondea la decisiva innova-ción que se introdujo al colocar el principio de la totali-dad como fundamento heurístico porque, superando ladoble perspectiva LP-NBI, unifica en una misma totalidadel conjunto global de dimensiones que determina la basematerial del proceso de reproducción social. Al integrar elingreso corriente, los servicios gubernamentales, el patri-monio básico, las capacidades educativas, la propiedadde activos básicos y no básicos junto con la capacidad deendeudamiento y el tiempo libre como dimensiones de unmismo método, Boltvinik edifica una visión capacitadapara explorar el impacto de la acumulación capitalista enla totalidad de necesidades del proceso de reproducción eco-nómica de la sociedad.

No es casual que, interviniendo en el debate de fron-tera internacional, el arribo a esta etapa lo lleve a pole-mizar tanto con la concepción relativa (Peter Towsend)como con la concepción absoluta (Amartya Sen) de la po-breza. Demostrando que no procede ni la reducción querelativiza las necesidades —porque esto supondría que encaso de un desastre histórico la sociedad redefine a la ba-ja sus requerimientos y no los valores de uso con que loscubre—, ni tampoco la reducción de la pobreza a un nú-cleo de privación absoluta —porque ciertamente el pro-greso civilizatorio amplía y complejiza el sistema socialde necesidades desarrollándolo y esto no puede pasarsepor alto al definir la pobreza históricamente. Al asumir

esta mirada, Boltvinik contribuye indudablemente al de-sarrollo del discurso crítico porque edifica un métodoque permite medir lo que Marx denomina la dimensión his-tórico-cultural o histórico-moral del proceso de reproduc-ción social (El capital, 1981: t. 1, vol. 1, cap. 4, epígrafe 3).Esto es, la dimensión en que se manifiesta el modo con-creto en que el progreso civilizatorio desarrolla el siste-ma medio de necesidades para cada sociedad histórica.

La innovación que se juega en esta segunda etapa vaaún más lejos, ya que es justo en ella cuando de modomuy incisivo descubre la enorme importancia del tiempolibre para la conceptualización de la pobreza. A contra-pelo del grueso de los economistas “estándar”, que redu-cen la pobreza a limitación en el consumo de objetosbásicos, Boltvinik demuestra que la pobreza también espobreza de tiempo. Dicho en otros términos, que el exce-so de la jornada laboral invade y reprime el tiempo libre,mutilando el proceso de reproducción de la vida porquese lesiona el desarrollo educativo, el tiempo de recupera-ción o, incluso, el tiempo del trabajo doméstico vital-mente necesario (trabajo que permite reconocer que loshogares lejos de ser, como cree la economía convencio-nal, puramente unidades de consumo, son asimismo uni-dades de producción).

Desarrollar el principio de la totalidad para abrir el es-tudio de la pobreza económica total —que puede espe-cificarse a partir de contrastar la medida de satisfacciónde necesidades en referencia a la dimensión histórico-cul-tural de una época— y, además, descubrir al tiempo comodimensión de la pobreza —o sea, al tiempo libre como ne-cesidad del proceso de reproducción económica socialque puede ser mutilada por el exceso laboral—, en esoresiden los grandes pasos adelante que se dan con elproyecto fundacional del MMIP en un libro publicado porla ONU, Pobreza y necesidades básicas (1990)25. Y que tie-nen en Pobreza y distribución del ingreso en México (1999)la expresión de su alto grado de sistematización, así co-

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23 En Poverty, Famine and Economic Develoment. The Selected Essaysof Meghnad Desai (1994a: vol. II, 205-214) se encuentra el ensayo queexpone tales cuestionamientos. Ensayo que, además, muestra la pro-fundidad de la recíproca influencia entre Boltvinik y Desai porque éstecita a aquél en importantes notas.24 Método al que, finalmente, Boltvinik ha denominado variante me-jorada del Índice de Privación Vital porque hereda, pero unifica, losmúltiples indicadores utilizados por Peter Townsend en su variante ori-ginal del Índice de Privación. Al respecto, véase Desai y Shah, 1988.

25 Dándole continuidad a su rica interacción, una vez edificado elMMIP, Boltvinik lo compara con el Índice de Privación Vital de Desai(1994b: 57-83). Poco antes elaboran, junto con Amartya Sen, un libroen el que cada uno presenta ensayos para medir no la pobreza sino elprogreso social (Desai, Sen y Boltvinik, 1998 [1992]).

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mo la primera presentación global de resultados de es-tudios de la pobreza de tiempo en nuestro país.

Tercera etapa. Ampliar la mirada: el proyecto de crítica ala pobreza desde la riqueza humana total y la libertad co-mo necesidad histórica.

A través de Antropología y marxismo (1974) de GyörgyMárkus —uno de los alumnos más importantes de Lu-kács26—, Boltvinik lee como nadie lo había hecho an-tes los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 de KarlMarx, convirtiéndolos en la plataforma de una innova-dora concepción que rompe el marco dentro del cual sehabía desenvuelto históricamente el debate internacio-nal sobre la pobreza.

Llevando muy lejos la influencia que desde la segun-da etapa —con la concepción histórico-materialista delas necesidades— había ejercido en él ese texto de Mar-kus, dota al principio de la totalidad de una nueva dimen-sión en su historia. Mientras en la primera etapa lo ins-tauró para pensar la pobreza en clave de valor de uso y enla segunda lo desarrolló para dar cuenta del sistema totalde necesidades económicas, en esta tercera etapa lo con-duce a su máximo nivel al descubrir que el gran límiteen la historia del debate mundial en torno a la pobrezaconsiste en que, además de que el relativismo cultural dela derecha neoliberal o posmoderna siempre desconoce lamedida del sistema social medio de necesidades: al tra-zar los umbrales de pobreza se desliza como principiouna reducción esencial del ser humano a su dimensiónpuramente económica, es decir, se introduce un profun-do error que consiste en colocar como punto de partidauna destotalización o desintegramiento radical de la huma-nidad del ser humano. A contracorriente de esa reduccióneconomicista, Boltvinik insiste ahora en que si y sólo si seamplía la mirada y se parte de una concepción del ser hu-mano como totalidad —esto es, del reconocimiento desu sistema total tanto de necesidades como de capacida-des económicas, políticas, culturales y psicológicas—, sepuede estar en condiciones de entender los hondos im-

pactos históricos de la pobreza tanto en el plano del es-tar como del ser. Ampliar la mirada, entonces, transita delsistema total de necesidades económicas al sistema total denecesidades y capacidades individuales y sociales como fun-damento del florecimiento humano.

En este nuevo horizonte, redimensiona la concepción deltiempo libre. Éste ya no responde solamente a sus funcio-nes para realizar la reproducción económica de la socie-dad. Desbordando esa esfera (del descanso funcional ala renovación de la fuerza de trabajo, de la educación fun-cional a su capacitación laboral o del tiempo de trabajodoméstico vitalmente necesario), el tiempo libre adquieretoda su fuerza como plataforma histórica imprescindiblepara el pleno despliegue multifacético de las potencialida-des humanas. En afinidad con la visión de los Grundris-se, el tiempo libre se reconoce como fundamento del de-sarrollo histórico de la libertad. Ampliar la mirada, así,avanza de la necesidad como libertad a la libertad comonecesidad.

En síntesis, Ampliar la mirada conduce a su máximohistórico el principio de la totalidad justo porque funda elproyecto de crítica a la pobreza total desde una concepcióndel sujeto humano como riqueza total. Para afinar el mi-rador que permita llevar a cabo esa crítica, Boltvinik tra-za, entonces, dos ejes clave: el eje del nivel de vida y el ejedel florecimiento humano. Mientras el eje del floreci-miento humano corresponde al progreso histórico delsistema multidimensional o global de necesidades y ca-pacidades humanas y, frente a él, puede reconocerse lapobreza humana total como un fragmento con el que sele recorta y desfigura; el eje del nivel de vida correspondeal sistema social medio de necesidades económicas y, fren-te a él, puede reconocerse la pobreza económica totalcomo un fragmento que asfixia necesidades producien-do daño. El desarrollo del principio de la totalidad llevaasí a Boltvinik al arribo de una concepción iconoclastaya no sólo de la pobreza sino de la riqueza: partiendo desu irreductibilidad al plano del tener, la mira —justo co-mo Marx (1982: 447)— como despliegue universal tantode necesidades como de capacidades humanas en curso deflorecimiento histórico. En consecuencia, Ampliar la mi-rada coloca el debate mundial sobre la pobreza en la fron-tera heurística más elevada de su historia.

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26 Lukács es el primero en heredar —antes que la Escuela de Frank-furt— la teoría crítica de la enajenación de Marx y desarrollarla paraefectuar la crítica a la modernidad capitalista del siglo XX (Lukács, 1969).

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2. El principio de la transdisciplinariedad

Un proyecto de este orden necesariamente impacta en laestructura de las ciencias sociales. No puede entablar re-lación con ellas desde la destotalización del sujeto. Al co-locar al florecimiento humano como mirador, tiene queasumir la aventura de crear una mirada transdisciplinaria.Para el desarrollo de su conceptualización el mero ten-dido de puentes de intercomunicación entre las discipli-nas más dispares —como economía y psicología, filoso-fía y estadística— es insuficiente. Imprescindiblementetiene que embarcarse en la exploración de la trascenden-cia de los límites de las disciplinas sociales para aportara la unificación del conocimiento sobre el ser humano y,desde ahí, abrir camino en la lucha contra la pobrezahumana total. Porque el ser de la humanidad constituyeuna totalidad también tiene que constituirla su saber.

Podría decirse que el principio de la transdiciplinarie-dad se mueve en dos planos. Por un lado, en la edifica-ción de los soportes del florecimiento humano como mi-rador; por otro, en la crítica a la reducción economicista.

Respecto del primer plano, para desplegar su aventu-ra transdisciplinaria, Boltvinik traza un pormenorizadoproyecto de diálogo con un amplio abanico de autores alos que interroga desde lo que denomina las preguntasfundacionales de este enfoque fundamentado en el flo-recer del género humano. Así, puede heredar sus descu-brimientos, aportar para integrarlos y, asimismo, cuestio-narlos. En este plano, a contrapelo de la destotalizaciónaún preponderante en las ciencias sociales de nuestra era,demuestra creativamente que la economía requiere de lapsicología y que la psicología requiere de la economía, ala vez que ambas requieren de la filosofía y la antropolo-gía y viceversa. Es imposible construir una concepción del

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Tlalquitenango, Morelos, 1964.

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ser humano como totalidad si no es desde el pensamientotransdisciplinario.

Para erigir los soportes del eje del florecimiento hu-mano, esta aventura transdisciplinaria hereda y articulalos descubrimientos que van desde la antropología filo-sófica de Karl Marx y György Márkus hasta la tipologíadel carácter —fundamentada en la economía, o sea, enel trabajo, y no en eros, aunque éste no deja de estar con-siderado— de Erich Fromm, incluyendo los aportes desu alumno más importante, Michael Maccoby, y, ade-más, la teoría de la jerarquía de las necesidades de Abra-ham Maslow.

Respecto del segundo plano, cabe decir que despliegauna puntual polémica erudita con las corrientes más im-portantes del debate mundial en torno a la pobreza —laeconomía “neoclásica”, la corriente de Peter Towsend yla del Premio Nobel Amartya Sen— desde una lecturainterdisciplinaria que articula la fundamentación del ejedel florecimiento con la del eje del nivel de vida, integran-do los aportes de la visión de las necesidades de Doyal yGough, el desarrollo a escala humana de Max Neef et al.y la dialéctica producción/consumo como fundamentodel progreso histórico en Terrail.

Esta fundamentación transdisciplinaria le permite aBoltvinik ver que, ciertamente, las corrientes más rele-vantes del debate mundial sobre la pobreza se encuen-tran en un profundo entrampamiento por su reduccióneconomicista del ser humano. No sólo la economía “neo-clásica” de la nueva derecha neoliberal o posmodernaque introduce una plataforma giratoria simulando colo-car como fundamento la utilidad cuando, más bien, sus-tituyéndola, pone como punto de partida una línea deingreso sin referencia al valor de uso. Lo que lleva a uncírculo tautológico que pretende “explicar” la pobrezade ingreso por la pobreza de ingreso. Además de ella,incluso ni la mirada multidisciplinaria de Towsend nitampoco el enfoque de las “capabilities” y “functionings”de Sen, que parecían abrir brecha hacia una ampliaciónen la concepción del ser humano, superan la reduccióneconomicista. Mientras Towsend cae en una doble re-ducción —unidimensionalizando la visión de la pobrezaal método LP y, luego, al nivel de vida—, Sen, en verdad,no ha ampliado la mirada desde las necesidades hacia las

capacidades y la libertad porque sus “capabilities” sim-plemente son “oportunidades abiertas por el ingreso” ysus “functionings” no responden al tiempo libre sino a laposibilidad de elegir entre diversos estados deseables deconsumo.

El pensamiento transdiciplinario constituye, así, unprincipio decisivo de la crítica a la pobreza humana totaldesde la riqueza humana total.

3. El principio de la economía moral

Negándose desde el inicio de sus intervenciones en el de-bate internacional sobre pobreza a aceptar el inhuma-nismo que se esconde detrás de formulaciones como lade que las ciencias sociales y, ante todo, la ciencia econó-mica, para ser tales tienen que ser “objetivas” o “puras”,en el sentido de apolíticas o amorales, Boltvinik, colo-cándose en una sólida posición epistemológica crítica dela escisión sujeto-objeto, insiste en que no hay modode asumir una postura sobre el objeto en el mundo sinasumir una postura sobre el sujeto27.

Impresionado en la Universidad East Anglia, desde1996, cuando —como profesor visitante— conoce el ho-rizonte de intelección de la economía moral —que lo llevaa titular con ese nombre su columna periodística sema-nal—, comparte con ella el profundo rechazo a la dico-tomía hechos/valores que tanto ha permeado desde elpositivismo lógico al pensamiento económico desde ha-ce un siglo.

Fundado por E. P. Thompson —el gran historiador bri-tánico sobre el cual alguien como Eric Hobsbawn se ex-presó afirmando que había que llamarlo “simplementeun genio”— para cuestionar la inmoralidad de lucrar conlas necesidades de la gente, el horizonte de la economíamoral lleva la discusión económica e histórica a una si-

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27 Como afirmaba Marcuse, incluso en el campo epistemológico laexistencia del objeto al margen del sujeto es sencillamente imposible,justo porque el objeto socialmente producido es la objetivación delobjetivo elegido por el sujeto productor, la relación sujeto-objetoconstituye una unidad indisoluble. En alemán este fundamento sepercibe, apunta de fondo Marcuse, ya que, el significado del conceptode “objeto” es “lo-otro-que-sí-mismo” (Marcuse, 1969: 19).

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tuación límite —la pobreza que pone en peligro la re-producción de multitudes— para revelar que sencilla-mente es imposible producir conceptos sin emitir a lavez juicios de valor.

Convirtiendo el concepto de dimensión histórico-moral o histórico-cultural de Karl Marx en plataformade toda una concepción de la historia económica, con laeconomía moral —que nació para explicar los estallidospolíticos de fines del siglo XVIII de los trabajadores ingle-ses cuando el capitalismo naciente minaba su acceso alcereal histórico de la civilización europea, el trigo (en for-ma de pan)28—, E. P. Thompson pone al descubiertoque el valor de uso que rige el proceso de reproducciónsocial de una época, esto es, el bien económico, consti-tuye un fundamento con el que siempre se correlacionala noción social del Bien moral que se erige en ella. Cuan-do se piensa en clave de valor o de la forma dinero paraacumularlo como capital, las necesidades concretas de lasociedad se tornan irreconocibles; en cambio, cuando sepiensa en clave de valor de uso el sistema histórico-so-cial de necesidades se sitúa en el centro del observatorio.Por eso, pensar en clave de valor de uso exige pensar in-mediatamente en clave normativa.

Llevando esta incisiva formulación del plano de la his-toria económica al plano de la epistemología, en Am-pliar la mirada Boltvinik integra a la edificación del flo-recimiento humano como mirador la recuperación de lacrítica enderezada por un filósofo de la ciencia de la al-tura de Hilary Putnam al positivismo lógico para demo-ler la nociva dicotomía hechos/valores que tanto restrin-ge el desarrollo del pensamiento económico en nuestrotiempo.

Si existe una época en la que, a todas luces, la formu-lación del “objetivismo puro” o “neutro” revela su com-

plicidad con el poder moderno es ésta en la que ante lamundialización de la pobreza el cinismo histórico inten-ta recubrirse con aquél. En este sentido, Ampliar la mira-da asume la economía moral como principio concep-tual/ético buscando impulsar el desarrollo de un miradorhistórico comprometido con el bienestar y el florecimien-to del género humano.

4. El principio de la soberanía

Reivindicar el contenido histórico-moral de una sociedadhistórica, esto es, el derecho de toda la nación a satisfacerel sistema social medio de necesidades que ha desarro-llado en una época determinada —que es justo lo que sehace desde el MMIP al reconocer multidimensionalmen-te las necesidades que requieren ser cubiertas para su-perar la pobreza económica total— y, más aún, plantearel proyecto de trascendencia histórica de la pobreza hu-mana total con el objetivo de estimular el florecimientoindividual y social exige que Boltvinik, avanzando mu-cho más allá del campo político al que regularmente secircunscribe la lucha contra la pobreza, insista en que, le-jos de bastar un mero giro, así fuera drástico, en la políti-ca social, la condición histórica estratégica para asumiresas necesidades reside, precisamente, en recuperar la au-todeterminación nacional.

No podría entenderse el alcance de su propuesta deacción si por ella se comprendiera un simple regreso alpasado, esto es, al Estado nacionalista liberal y keynesiano.

Buscando contrarrestar las relaciones de poder centro-periferia que se juegan en el siglo XXI, en un ensayo deci-sivo para tornar explícitos planteamientos estratégicosderivados de Ampliar la mirada, formula la necesidad his-tórica de articular el proyecto de la autodeterminación na-cional con la generación de masas críticas mínimas tantode capacidades tecnológicas como de capacidades sociales(Boltvinik, 2006b).

Cuando la autogestión —observa atinadamente— demodo anti-imperialista y hasta anti-capitalista se instala,pero en “condiciones de aguda escasez de recursos”, la au-todeterminación encara límites objetivos infranqueablesque le bloquean avanzar.

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28 Proyectando cómo la dimensión histórico-moral siempre se refiereal sistema social medio de necesidades de una sociedad y cómo chocacon el dominio que sobre él ejerce la modernidad capitalista, en suensayo fundacional de la economía moral, Thompson dice: “Es posi-ble detectar en casi toda acción de masas del siglo XVIII alguna nociónlegitimadora […]. Los hombres y las mujeres que constituían la mul-titud [en sus revueltas por el pan] creían estar defendiendo derechos ocostumbres tradicionales y, en general, que estaban apoyados por elamplio consenso de la comunidad” (Thompson, 2002: 365).

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Para modificar la dinámica histórico-económica y po-lítica de un país, que es el reto que exige encarar la luchapor la trascendencia de la pobreza económica y humanatotal, es imprescindible un movimiento antisistémico quehaga valer la autodeterminación nacional, pero, asimis-mo, es indispensable asumir la producción del desarrollode una red tecnológica nacional y de un sistema educa-tivo que capacite grandes masas de jóvenes altamentecalificados para mantener el progreso económico e ins-trumental continuamente en curso. Una estrategia de es-te orden podría dotar a la nación de una plataforma ade-cuada para enfrentar y redefinir su lugar en el rapport deforces de la mundialización actual.

Para responder a la edificación de condiciones para elflorecimiento humano, la autodeterminación nacionalno podría remitirse a los marcos de acción de una estra-tegia capitalista nacionalista, tendría que redimensionartranscapitalistamente el ejercicio de la soberanía del Es-tado nacional para convertirlo en un medio estratégicomuy superior a la mera redistribución del ingreso, estoes, funcional al desarrollo de una desmercantilización so-cial históricamente creciente. Es decir, de una reconfigu-ración del proceso de reproducción social que, con baseen un movimiento nacional soberano, arrebate al Estadoel reconocimiento de múltiples necesidades sociales quetendrían que ser cubiertas mediante servicios públicossin cosificación del sujeto social ni venta de la fuerza detrabajo en el mercado laboral.

En este punto se proyecta una esencial coincidencia es-tratégica entre Boltvinik y Wallerstein, quien, en un en-sayo en el que realiza un balance de las condiciones paraun posible reposicionamiento de los Estados periféricos,afirma:

En la media duración, lo mejor que pueden hacer los mo-vimientos es presionar por la desmercantificación donde-quiera que puedan y en la medida en que puedan […] Ladesmercantificación no sólo hace frente a las tendencias delneoliberalismo, edifica las bases de una cultura política al-ternativa. Por supuesto, los teóricos del capitalismo se hanburlado mucho tiempo de la desmercantificación argumen-tando que es ilusoria […], que lo único que hace es garanti-zar la falta de crecimiento económico y, por consiguiente,la pobreza. Todo esto es falso. Sólo tenemos que mirar lasdos instituciones mayores del mundo moderno —las uni-

versidades y los hospitales— para darnos cuenta de que,por lo menos hasta hace veinte años, nadie cuestionó quedeberían perdurar como instituciones no lucrativas, sin ac-cionistas ni especuladores […] El problema […] reside enla construcción de las bases sobre las que crearemos el sis-tema-mundo sucesor (2006: 14-15).

En consecuencia —y me parece que esta es la formula-ción estratégica tácita pero decisiva que deriva de Ampliarla mirada—, entre la soberanía nacional y la soberaníadel Estado tendría que desarrollarse una rica dialécticatranscapitalista de doble sentido: por un lado, el desarro-llo de un sólido movimiento nacionalista tendría que serel fundamento de la conformación de un Estado sobera-no; por otro, en tanto resultado y, asimismo, presionadopor la soberanía del movimiento nacional, ese Estado ten-dría que asumir las condiciones para el desarrollo de lasoberanía humana: sin duda, la base epocal del florecerdel género humano.

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De acuerdo con el enfoque del florecimiento humano es mediante el trabajo que los individuospueden desplegar todas sus capacidades y necesidades humanas. Este artículo discute la posibilidadde alcanzar el florecimiento humano en una sociedad dividida en clases, como la capitalista, dadoel carácter alienado del trabajo.Cuestiona también la idea de que el tiempo libre pueda ser el espa-cio para alcanzar el florecimiento humano, dada la creciente alienación a la que está sujeto, que semanifiesta en la proliferación de actividades encaminadas a “matar” el tiempo libre, o como diríaGianni Toti, nuestra vida misma.

PALABRAS CLAVE: florecimiento humano, tiempo libre, alienación, trabajo

According to the human flourishing approach, individuals can deploy all their capabilities and humanneeds through work.This paper debates the possibilities of attaining human flourishing within a so-ciety divided in classes, such as capitalism, given the alienated characteristics of work. It also ques-tions the idea that free time can function as the space where human flourishing can be achieved,due to the increasing alienation it's being subjected to, which can be seen in the proliferation ofactivities oriented towards the “annihilation” of free time or, as Gianni Toti would say, of life itself.

KEY WORDS: human flourishing, free time, alienation, work

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El tiempo necesario para el florecimientohumano. La gran utopía

Araceli Damián

ARACELI DAMIÁN: Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales, El Colegio de México, México-Distrito [email protected]

Desacatos, núm. 23, enero-abril 2007, pp. 125-146.Recepción: 27 de septiembre de 2006 / Aceptación: 30 de diciembre de 2006

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Nadie aceptaría ser esclavo por doshoras; para ser aceptada, la esclavi-tud debe durar cada día el tiemposuficiente para quebrantar algo den-tro del hombre.

Simone Weil, La condition ouvrière

E l elemento constitutivo del florecimiento huma-no1 lo define Julio Boltvinik como el “desarro-llo de las capacidades y necesidades humanas,

entendidas como una unidad interactiva del lado pasivoy el activo del ser humano” (véase el artículo de Boltviniken este mismo número)2. A partir del análisis de la esen-cia y de las necesidades humanas Boltvinik identifica lasprecondiciones (sociales e individuales) que deben cum-plirse para abrir la posibilidad del florecimiento humano.Boltvinik reconoce que tanto la alienación como la du-ración de la jornada de trabajo (y la falta de su antítesis,el tiempo libre) representan limitaciones objetivas quelos individuos deben superar como condiciones nece-sarias previas a la posibilidad de florecimiento humano.

De la propuesta de Boltvinik (2005) se deriva que enel capitalismo, a nivel individual y societal, la clase su-bordinada requiere ganar, al tiempo de trabajo, el tiem-po libre necesario para alcanzar el florecimiento huma-no. La discusión en torno a la limitaciones objetivas paraque se dé el florecimiento humano puede ampliarse,introduciendo la pregunta de si efectivamente en el ca-pitalismo pueden darse tales condiciones sin modificarlas relaciones sociales de producción3. Con este cuestio-namiento en mente, desde diversas perspectivas, retomoalgunos trabajos que abordan la cuestión de la jornada

laboral y el tiempo libre. Especial atención merece el tra-bajo del sociólogo marxista italiano Gianni Toti (Tiempolibre y explotación capitalista, 1975), quien establece quela única posibilidad objetiva para alcanzar la unificacióndel tiempo de trabajo y del tiempo libre, unificación equi-parable al florecimiento humano, es la eliminación de lasociedad dividida en clases, ya que en ésta la alienaciónno sólo se da durante el tiempo de trabajo, sino tambiéndurante el tiempo libre.

Boltvinik y Toti coinciden en que el florecimiento hu-mano no será posible en cuanto no se satisfagan las ne-cesidades humanas más básicas (que en términos de Mas-low, 1943, serían las de mayor jerarquía o las de menorpotencia: las que dominan al ser humano cuando todaslas necesidades están insatisfechas). Coinciden tambiénen que la alienación es un obstáculo al florecimiento hu-mano (o a la unificación del tiempo de trabajo y el libre).

Para Boltvinik, el florecimiento humano se dará en lamedida en que se supere la alienación (junto con la po-breza). No obstante, advierte que a pesar de que en la ac-tualidad el tiempo libre se ha convertido en el espacio casiúnico para el florecimiento, éste puede terminar siendodesperdiciado en actividades con un alto grado de alie-nación (como ver la televisión), sin conducir al floreci-miento. Sobre los dos principales obstáculos para lograrel florecimiento humano (la pobreza y la alienación), Bolt-vinik nos dice:

La pobreza económica es sólo el primer obstáculo a vencerpara que ello [el florecimiento humano] sea posible. Peroes un obstáculo que la inmensa mayoría de los habitantesdel planeta no ha superado hoy. Después hay muchos obs-táculos más, el más importante de los cuales es la aliena-ción. Si lo único que posee la inmensa mayoría de las per-sonas del planeta, que es su propio cuerpo y mente, con lascapacidades y conocimientos, pocos o muchos, que hayanpodido desarrollar, lo tienen que vender para sobrevivir. Silo único que posee la persona lo usa alguien más por ochoo más horas diarias, ¿qué es la persona? Si en ese uso que otrohace de sus capacidades humanas, la persona no se sienterealizada, no siente sus fuerzas esenciales transformando almundo y transformándose a sí misma; si sólo siente can-sancio y tedio, si siente el producto del trabajo como algoajeno y es, en efecto, ajeno, ya que pertenece al patrón, quésentido tiene que la paga recibida sea suficiente para so-brevivir, si al día siguiente, y al año siguiente, será igual. Esto

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1 Este concepto proviene de la filosofía analítica y es similar al de au-torrealización propuesto por Maslow (1943) en su famosa jerarquía delas necesidades humanas.2 El lado activo se refiere a la capacidad del ser humano de hacer cosas,mientras que el pasivo alude a sus necesidades. Eentre ambos “lados”se establece una relación dialéctica, al existir en los seres humanos lanecesidad de desarrollar sus capacidades.3 Debe aclararse que el objeto de la tesis de Boltvinik, como él mismolo precisa en la introducción a su voluminosa obra, no es el de los de-terminantes, sino el de los elementos constitutivos del florecimientohumano.

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es lo que Marx llamó la alienación. La pobreza y la aliena-ción son los dos obstáculos fundamentales para el floreci-miento humano.

La esperanza de muchos seres humanos que viven para so-brevivir está fincada en el tiempo libre. Huyendo del traba-jo que se hace para sobrevivir, piensan como Luis Buñuelcuando hacía las películas que llamó alimenticias, o comoKafka, que escribía en el tiempo libre que le dejaba un tra-bajo que odiaba, que en el tiempo libre podrán hacer lo quesiempre han querido hacer o convertirse en lo que siemprehan querido ser. La mayoría, sin embargo, termina desperdi-ciando ese valioso tiempo libre frente al televisor viendo pro-gramas chatarra que pauperizan su intelecto (Boltvinik,2005: 419).

Toti, sin embargo, plantea que la sociedad dividida enclases (incluyendo al capitalismo) es el principal obstácu-lo para que el tiempo libre se transforme en un tiempode libre creación. De acuerdo con el autor:

en la sociedad dividida en clases, la actividad de relación en-tre el hombre y la naturaleza se ha desdoblado trágica-mente. El trabajo ha hecho al hombre dueño de las fuerzasnaturales, se ha convertido en la fuente de su inspiracióny de su dicha futura; al propio tiempo, lo ha hecho esclavode sí, lo ha privado de sus fuerzas y de su tiempo (1975: 281).

Más adelante sostiene que es sólo en el socialismo enel que:

El trabajo se deja prever como algo distinto a sí mismo, untrabajo que ya no es trabajo sino actividad creadora, quese transfiere siempre más en el tiempo de libertad, hastaidentificarse totalmente con él. El trabajo, la ganancia, yano constituyen del todo las medidas para la repartición delos bienes producidos colectivamente. La medida no es eltrabajo sino el hombre. El hombre: final y verdadera me-dida de todas las cosas. El trabajo y el arte, las dos caras deJano, se unifican en una sola fisonomía (1975: 281).

La diferencia fundamental en la discusión sobre los al-cances del tiempo libre en el capitalismo entre ambos au-tores radica en que Boltvinik lo identifica como una pre-condición para el florecimiento humano, mientras queToti lo precisa como un síntoma de la alienación del tra-bajo en el actual sistema de producción, que se manifies-ta en una escisión de éste con el tiempo de trabajo. No

obstante, aunque este último autor considera que la uni-ficación del tiempo de trabajo y el libre sólo será posibleen el socialismo, reconoce que en el capitalismo existen“hombres cuyo trabajo es el fruto de su libre elección enun alto nivel intelectual —artistas, científicos, políticos—[que] nunca se acogen al retiro y se mantienen en un tra-bajo durante toda la vida, diferenciando muy poco eltrabajo del tiempo libre” (1975: 200). Estos individuoshabrían alcanzado lo que Boltvinik llama florecimientohumano. Pero la existencia de éstos para Toti se presen-ta como una rareza, algo fuera de lo común.

La escasez de individuos que alcanzan el florecimien-to humano también es señalada por Abraham Maslow,reconocido psicólogo estadounidense. En su jerarquíade necesidades humanas Maslow (1943: 382-383) afirmaque, una vez satisfechas las de menor jerarquía, los in-dividuos sienten la necesidad de “hacer lo que pueden ydeben hacer, es decir, aparece la necesidad de autorreali-

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Ferrocarril viejo México-Cuautla, ca. 1964.

Rod

rigo

Moy

a

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zación”4. Es entonces cuando “podemos esperar la ma-yor (y más sana) creatividad”5. Maslow también seña-la que en nuestra sociedad este tipo de personas sonuna excepción.

Por su parte, Sebastian De Grazia (1994), filósofo deEstados Unidos que analizó las formas que asume eltiempo libre en la sociedad estadounidense moderna,también habla de la existencia de una clase social mino-ritaria dedicada al ocio, entendido éste en su sentido fi-losófico clásico como la actividad de contemplación (esdecir, el teorizar y el filosofar) y la de la música6.

Al contraponer la concepción occidental del tiempo li-bre frente a la griega de ocio, De Grazia hace notar quequienes disfrutan del ocio no son

aquellos de riqueza, posición o nacimiento, sino los que amanlas ideas y la imaginación. En un siglo pueden ser cientí-ficos, en otro teólogos, cualquiera que sea la categoría, és-ta les garantiza la libertad de jugar con sus mentes […] Es unselecto y pequeño mundo de pensadores, artistas y músicos,que encuentran su felicidad en lo que hacen, que no pue-den hacer otra cosa, su espíritu no los deja” (1994: 377).

De Grazia identifica una clase social que practica demanera rudimentaria el ocio en nuestra sociedad, la cualestá constituida por los pintores, poetas, filósofos, etc., queuno puede encontrar en cada pueblo o ciudad. No obs-tante, si bien estas personas pueden tener la necesidad deocio, “no llevan a cabo el ocio propiamente dicho, dadoque viven bajo la sombra de la necesidad” (1994: 386).Es decir, para De Grazia también las personas deben es-tar libres de la necesidad (de trabajar para subsistir) paraque puedan disfrutar del ocio (o florecimiento humano).

Con base en los diversos autores analizados hasta aho-ra nos podemos preguntar: ¿es acaso la escasez de indivi-duos autorrealizados (o libres o que han logrado el flo-recimiento humano) una muestra de que no existen lascondiciones socialmente generalizadas para que la mayo-ría de la sociedad llegue a este nivel de realización? ¿Has-ta dónde el tiempo libre nos puede conducir al floreci-miento humano? ¿Por qué el florecimiento humano noha sido alcanzado por proporciones mayores de la pobla-ción a pesar de la reducción de la extensión de la jorna-da laboral (y por tanto, de la ampliación de su antítesis,el tiempo libre)? Para contestar estos interrogantes, el pre-sente artículo aborda la determinación de la duración dela jornada laboral en el capitalismo, incluyendo las luchasobreras que han tenido como resultado una mayor dis-ponibilidad de tiempo libre y la resistencia y respuestadel capital a tal reducción. Asimismo, se analiza la formacómo el capitalismo transforma la vida del trabajador,produciendo una escisión entre el tiempo de trabajo y eltiempo libre (diferencia poco presente en formas preca-pitalistas de producción)7. Por otra parte analizaré có-mo, dada la apropiación privada de los medios de pro-ducción y la alienación del trabajo, la fragmentación delproceso productivo conlleva a un desencanto por el tra-bajo en el obrero (o sensación de vacío), que se trasladaal tiempo libre. Finalmente, discuto las barreras que seerigen en el capitalismo para limitar el florecimiento hu-mano, aun en los casos en los que existen condicionesobjetivas para que éste se dé.

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4 En el esquema de Maslow, la autorrealización es la necesidad huma-na de menor jerarquía (y la más alta, la más específicamente humana),la cual aparece sólo cuando se satisfacen las necesidades de mayor je-rarquía (fisiológicas, de seguridad, de amor y de autoestima). El esque-ma de Maslow no aborda directamente la cuestión de la disponibilidadde tiempo para satisfacer las necesidades humanas. Sin embargo, ha-bla de ello de manera marginal al enfatizar el efecto destructor que tieneen los menores de edad el moverse constantemente,el no vivir en un am-biente seguro, libre de miedo, ansiedad y caos, así como la necesidadde vivir estructuradamente con orden, límites, etc. Un menor aban-donado por falta de tiempo tendrá seguramente serias dificultades paraavanzar en la realización de necesidades de menor jerarquía y, por tan-to, una menor posibilidad de alcanzar la autorrealización (o floreci-miento humano).5 Maslow reconoce la existencia de casos en los que la jerarquía de ne-cesidades no sigue el orden identificado por el autor. Por ejemplo, enlas personas con creatividad innata puede que el impulso de la creati-vidad sea más importante que cualquier otro determinante. Su creativi-dad puede aparecer no como autorrealización motivada por la satisfac-ción de necesidades básicas, sino a pesar de la falta de satisfacción deéstas (Maslow, 1943: 387).6 De Grazia retoma la definición de Aristóteles sobre el ocio, el cual esconcebido como la libertad de la necesidad de trabajar. El ocio era con-siderado por los griegos como un estado del ser en el que la actividadrealizada es llevada a cabo por su propio fin (1994: 13-15). Las únicasdos actividades que eran consideradas constitutivas del ocio eran lacontemplación (filosofar o teorizar) y la música. Para De Grazia, el ocioen su sentido clásico nos trae el beneficio de cultivar la mente libremediante la creatividad, la verdad y la libertad (1994: 413).

7 Posiblemente en el esclavismo se da más claramente la división entretrabajo manual y no manual; sin embargo, las personas no vivían la es-cisión propiamente dicha, ya que los esclavos dedicaban su vida al pri-mero, mientras los hombres libres lo hacían al segundo.

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LOS LÍMITES DE LA JORNADA DE TRABAJO

Si “para la inmensa mayoría el tiempo libre aparece comola única oportunidad de realizar actividades libremente ele-gidas y creativas” (Boltvinik, 2005: 433)8, es entonces im-portante analizar el proceso histórico mediante el cual seestablecen los límites de la jornada de trabajo y apareceel tiempo libre como una necesidad del trabajador en elcapitalismo.

En los distintos modos de producción, basados en laobtención de la riqueza mediante la propiedad privada delos medios de producción, la clase dominante busca con-trolar el uso del tiempo de la clase subordinada, ya quees el trabajador el que produce para asegurar la repro-ducción de él mismo y de los dueños de los medios deproducción. Así fue expresado por Marx cuando analizael plustrabajo:

Dondequiera que una parte de la sociedad ejerce el mono-polio de los medios de producción, el trabajador, libre o no,se ve obligado a añadir al tiempo de trabajo necesario parasu propia subsistencia tiempo de trabajo excedentario y pro-ducir así los medios de subsistencia para el propietario delos medios de producción, ya sea propietario un aristócra-ta ateniense, un teocrático etrusco o civis romanus (ciuda-dano romano), el barón normando, el esclavista nortea-mericano, un bayordo valaco, el terrateniente moderno oel capitalista (1999 [1867]: 282).

Pero, ¿cuál es el límite de la jornada de trabajo? Deacuerdo con Marx,

en el capitralismo de la naturaleza del intercambio mercantil(que se da cuando el trabajador vende su fuerza de trabajo alcapitalista) no se desprende límite alguno de la jornada la-boral, y por tanto límite alguno del plustrabajo. El capita-lista, cuando procura prolongar lo más posible la jornadalaboral y convertir, si puede una jornada en dos, reafirma suderecho en cuanto comprador. Por otra parte, la naturalezaespecífica de la mercancía vendida trae aparejado un límite

de consumo que de la misma hace el comprador, y el obreroreafirma su derecho como vendedor cuando procura redu-cir la jornada laboral a determinada magnitud normal(1999 [1867]: 282).

Aunque la jornada laboral nunca ha tenido una medi-da constante en suma, sino una medida variable que semueve dentro de límites físicos, sociales y morales muydistintos según las diferentes condiciones, la obtenciónde plustrabajo se ha presentado muchas veces en formas“horribles” (como diría Marx) a lo largo de la historia.Uno de los ejemplos más extremos lo encontramos enlas narraciones del historiador griego Diodoro Sículo so-bre las condiciones de trabajo en las minas de oro enEgipto, Etiopía y Arabia durante el esclavismo:

[…] no se puede contemplar a esos infelices […] que nisiquiera pueden asear sus cuerpos o cubrir su desnudez,sin dolerse de su trágico destino. Pues allí no tienen nin-guna indulgencia ni miramiento por los enfermos, los en-clenques, los ancianos, por la endeblez femenil. Obligadosa golpes, todos deben continuar trabajando hasta que lamuerte pone término a sus tormentos y su miseria (cit. enMarx, 1999 [1867]: 283).

La generalización de las relaciones capitalistas de pro-ducción conllevó la imposición de jornadas laborales ex-tremas, en las que se llegó literalmente a la apropiación detodo el tiempo de vida de los trabajadores. Al respecto,E. P. Thompson describe la jornada laboral prevalecienteen la Inglaterra del siglo XVIII, que aparece en los Analesde la Agricultura (de 1796):

[…] ellos [los trabajadores] deben trabajar de cinco de lamañana hasta las siete-ocho de la noche, desde mediadosde marzo hasta mediados de septiembre —y de aquí enadelante desde el despertar del día hasta la noche, con dosmedias horas para beber, una hora para cenar y (sólo en elverano) media hora para dormir: en cualquier caso, porcada media hora de ausencia se descontará un penique(1967: 61)9.

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8 Me parece importante volver a insistir en que este autor considera laexistencia del tiempo libre como “una condición necesaria pero no sufi-ciente (para el florecimiento). Una fracción mayoritaria de la población(también difícil de precisar) usa el tiempo libre disponible en activida-des que prolongan la enajenación del trabajo de otra manera (como vertelevisión comercial de baja calidad)” (Boltvinik, 2005: 433).

9 Sin embargo, esta forma de explotación no era exclusiva de este tiem-po. Toti cita el primer Statute of Labourers, de la Inglaterra de EduardoIII (fechado en 1349), en el que se establecía que de marzo a septiembrelos trabajadores agrícolas y artesanos tenía un horario de las cinco de lamañana hasta alrededor de las siete y ocho de la noche, con una hora

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No obstante, a lo largo del capitalismo los dueños delos medios de producción enfrentaron la resistencia de lostrabajadores a dedicarse de manera exclusiva al trabajoasalariado. Desde los albores de este modo de produc-ción, los empleadores tenían dificultades para adueñarsede toda la semana del obrero, así como de toda la fuerzalaboral.Al respecto, Thompson cita el Commercial & Agri-cultural Magazine de 1800 para mostrar cómo los em-pleadores de aquel tiempo se quejaban públicamente de

la escasa mano de obra dispuesta a emplearse de “ma-nera regular”, es decir, dispuesta a dedicar “dos terceraspartes de su tiempo” al trabajo asalariado (1967: 76-77).En cuanto a la resistencia de los pequeños propietarios,los empleadores manifestaban:

cuando un trabajador se convierte en poseedor de un pe-dazo de tierra mayor al que puede cultivar con su familiapor las tardes-noches […] el agricultor no puede ya másdepender de él para trabajar constantemente.

Asimismo, se criticaba ferozmente la “ineficiencia y lapérdida de tiempo” de los granjeros, que también se ne-gaban a emplearse en aquella época:

[…] si les ofreces trabajar, ellos te dirán que deben cuidarde sus ovejas, cortar el grano, llevar a sus vacas a pastar; di-rán que deben llevar a sus caballos a poner herraduras, quelo tienen que llevar a una carrera de caballos o a un par-tido de criket (Arbuthnot) (todas las citas en Thompson,1967: 76-77).

Esta poca disposición a emplearse de tiempo “com-pleto”se extendió hasta el siglo XIX, y en cierta medida pre-valeció entre los trabajadores rurales que se negaban aemplearse de “manera regular” a cambio de un salario.

Durante los siglos XVII y XVIII, el capital enfrentó nosólo la resistencia de los trabajadores a emplearse de ma-nera regular, sino también su apego tenaz a sus tradicio-nes y fiestas religiosas que se extendían durante una bue-na parte del año10.

La posibilidad de no emplearse a tiempo completo pu-do ser posible gracias a que en los albores del capitalismolos trabajadores (tanto agrícolas como industriales) po-dían vivir una semana completa con lo obtenido en cua-tro días de trabajo (Marx, 1999 [1867]: 333). De acuerdocon E. P. Thompson, sólo los trabajadores agrícolas o sir-vientes que no tenían derechos comunes o tierra estabansujetos a una disciplina de trabajo intensa (1967: 77).

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Minas, Oaxaca, 1960.

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de descanso para el desayuno, hora y media para el almuerzo y mediahora para la merienda de las cuatro. Por otra parte, Marx describe có-mo, cuando se aprueba la reducción de la jornada de trabajo a diez ho-ras, los capitales eliminaban de la cuenta neta de tiempo dedicado altrabajo el destinado a la alimentación y el descanso, derechos que eranreconocidos cuando la jornada legal era de doce horas diarias (1999[1867]: 345).

10 Por ejemplo, según Paul Lafargue (yerno de Marx), antes de la Re-volución francesa se garantizaban a los obreros noventa días (sic) dedescanso al año, o sea, cincuenta domingos y treinta días de fiesta enlos que se prohibía trabajar (El derecho a la pereza, citado en Toti,1975: 156).

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Ante la resistencia de los trabajadores a emplearse seisdías a la semana se implementaron diversas medidas pa-ra someterlos. Por ejemplo, Marx (1999 [1867]: 331) citaa Postlethway (muy famoso en su tiempo, autor de undiccionario de comercio), quien manifiesta su desacuer-do con las tácticas de los políticos ingleses que, con talde obligar a los artesanos y obreros manufactureros aemplearse los seis días de la semana, aumentaban losimpuestos, el precio de los medios de subsistencia o bienbajaban los salarios.

Fue a finales del siglo XVIII y principios del XIX “queel capital logró adueñarse de toda la semana del obrero”mediante pagos semanales (excepto el domingo, ya queera considerado día sagrado). De acuerdo con Marx,“tu-vieron que pasar siglos para que el trabajador libre se adap-tara voluntariamente, como consecuencia del modo ca-pitalista de producción —es decir, que fuera obligadosocialmente— a vender, por el precio de sus medios de sub-sistencia, todo el periodo activo de su vida, su capacidadmisma de trabajo: a vender su primogenitura por unplato de lentejas” (El capital, cit. en Toti, 1975: 19).

Además de volverse dependiente de un salario, la fuer-za de trabajo, acostumbrada a guiarse por los tiempos dela naturaleza, tuvo que ser obligada a ajustarse a los tiem-pos de la producción mecanizada, a concentrarse duran-te un número determinado de horas en un local cerradoy someterse al ritmo de la máquina. La nueva sociedad secaracterizaba por

la introducción de sistemas de avasallamiento y de explo-tación que ni siquiera el Medioevo había conocido, por lomenos en aquellas proporciones. Nunca fue tan envilecida ladignidad humana como en aquellas primeras décadas, nun-ca fueron impuestas y practicadas formas de trabajo tan bru-tales como en los “talleres del sudor” (así se denominaronporque los locales carecían de aire, de luz y de espacio) queproliferaron entonces, y en los que las jornadas laboralesoscilaban de ochenta a cien horas a la semana. El tiempolibre era el tiempo para dormir (cuatro, cinco o seis horasmáximo), para comer e ir y venir de la fábrica […]. La reduc-ción de los costos de producción […] se obtenía desfal-cando los salarios y rapiñando tiempo humano, aumentan-do las horas de trabajo hasta el límite físico constituido porla necesidad de dejar a la máquina humana el tiempo dereintegrar su propia fuerza. El capitalismo en expansiónse alimentaba del tiempo, se desarrollaba con el tiempo de

trabajo y su hambre de tiempo aumentaba en lugar de dis-minuir (Toti, 1975: 24-25).

El progreso técnico, por su parte, agudizaba las condi-ciones de explotación. A la par de que el capital se adue-ñaba de la vida misma del obrero, se generalizaba el usode máquinas, plasmándose de manera contundente lacodicia del capital por apropiarse progresivamente deltiempo vivo. Por ejemplo, la iluminación con gas permi-tió aumentar, sobre todo en el invierno, la duración de lajornada de trabajo. El advenimiento de la máquina de va-por eliminó el paro obligado durante la sequía en las fábri-cas dependientes del motor hidráulico. De acuerdo conMarx, a partir del nacimiento de la gran industria, en elúltimo tercio del siglo XVIII, tuvo lugar una violenta ydesmesurada arremetida del capital para extender la jor-nada laboral. Afirmaba: “todas las barreras erigidas por lacostumbre y la naturaleza, por la edad y el sexo, por el díay la noche, saltaron en pedazos” (1999 [1867]: 335).

La mecanización del proceso productivo se presenta enel sistema capitalista como un desarrollo que busca, en par-te, aligerar la carga de trabajo; sin embargo, en verdadestá guiada más por la lógica de extracción de plustraba-jo. Para Marx, en la sociedad basada en la propiedad pri-vada de los medios de producción,

el tiempo de trabajo como medida de la riqueza hace de lariqueza misma algo basado en la miseria y en el tiempodisponible que existe en oposición al tiempo de plustrabajo;y, a través de ello, considera todo el tiempo de un individuocomo tiempo de trabajo, degradándolo, por consiguiente, amero trabajador. Por esta razón, las máquinas más perfec-cionadas obligan ahora al trabajador a laborar por mástiempo que el salvaje, o más que lo que éste trabajaba con losinstrumentos más simples y toscos (Marx cit. en Toti, 1975:270-1, cursivas originales en el texto).

Por otra parte, Marx narra en El capital cómo muje-res, hombres y niños por igual eran sometidos a prolonga-das jornadas laborales, tanto en horarios matutinos comonocturnos, lo que desembocó en luchas obreras que pre-sionaron por la reducción de la jornada laboral.

Pero además, en su avidez por el trabajo vivo, el capita-lismo instrumentó mecanismos para domesticar y utili-zar a la fuerza de trabajo desde la niñez. El capitalismo,

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afirma Toti, estaba hambriento de tiempo de trabajo, nosólo de manera genérica, sino de tiempo joven. Al res-pecto E. P. Thompson (1967: 84) narra cómo la escuelase constituyó en una de las principales instituciones para“acostumbrar” a la fuerza de trabajo a los nuevos ritmosindustriales. Cita la recomendación de un empresario denombre William Temple (considerado un gran benefac-tor en su tiempo) sobre la conveniencia de que los niñospobres fueran enviados a las “casas de trabajo” desde laedad de cuatro años. Ahí debían recibir educación doshoras diarias y ser empleados (durante el resto de unajornada laboral “normal” en la manufactura). Con ellose lograría que a la edad de seis o siete años, los menores sehubiesen “habituado, por no decir naturalizado, al Traba-jo y la Fatiga”11 (mayúsculas en el original).

En poco tiempo los niños se volvieron más valiososque los adultos. La primera ventaja fue que eran más ba-ratos, la segunda, su adaptabilidad a la disciplina de lasfábricas. Los talleres del sudor que proliferaron en la re-volución industrial empleaban a niños12. De esta ma-nera, de su trabajo en los cultivos de algodón pasaron alas minas, de la elaboración de cerámica a las cerilleras.Marx narra cómo la legislación británica del siglo XIX dejópor décadas vacíos que permitían emplear por hasta docehoras diarias a jóvenes y niños (1999 [1867]: 338-346).Por lo general, las jornadas infantiles eran más restrictivasque la de los jóvenes, pero los capitalistas siempre busca-

ban formas de emplear la fuerza laboral desde tempranaedad. Marx afirma de manera irónica: “según la antro-pología capitalista, la edad infantil termina a los diez años,o cuando más, a los once.” Las lagunas legislativas eranaprovechadas por los fabricantes deseosos “de hacer tra-bajar su maquinaria más de diez horas”, empleando aniños desde los ocho años de edad, haciéndolos laborarhasta las 8:30 de la noche (1999 [1867]: 338).

Cuando De Grazia analiza este proceso nos dice: “al fi-nal el Parlamento los rescató. Al final, pero para enton-ces la industria había encontrado su fuerza de trabajo, yla siguiente generación había sido propiamente educadaen los hábitos del trabajo” (1994: 200)13.

La ingente explotación de la fuerza de trabajo en gene-ral provocó luchas obreras que proclamaban no sólo unamejor remuneración, sino una humanización de las con-diciones de trabajo, incluyendo la reducción de la jor-nada laboral. Nace así, en el obrero capitalista, la necesidadde contar con un tiempo libre, un tiempo para él.

LUCHAS OBRERAS POR LA REDUCCIÓN DELA JORNADA LABORAL

Las primeras agitaciones obreras por el tiempo libre semezclaron con reivindicaciones salariales. Por muchotiempo la necesidad de un trabajo de cualquier duracióndominó cualquier otra exigencia. Fue en 1791 que sur-gieron las primeras luchas obreras organizadas en Fila-delfia, Estados Unidos, para exigir el tiempo libre. Losalbañiles de esa ciudad denunciaban que los patronestrataban de reducir el salario, además de obligarlos a tra-bajar por el entero curso de las más largas jornadas deverano, sin recompensa inmediata. Sus exigencias con-

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11 Los capitalistas no se limitaron a la búsqueda de mecanismos salva-jes de “domesticación”de los niños al trabajo en las fábricas. En el traba-jo publicado por Paul Lafargue (El derecho a la pereza) se cita un reporteal Primer Congreso de la Beneficencia que tuvo lugar en Bruselas en1857, en el que un rico manufacturero afirmaba: “Nosotros hemosintroducido algunos medios de distracción para los niños. Les ense-ñamos a cantar durante el trabajo: eso los distrae y les hace soportarválidamente las doce horas de trabajo que deben emplear para conse-guirse los medios de subsistencia” (cit. por Toti, 1975: 154).12 Al respecto, Toti relata las atrocidades cometidas contra los niños enesos talleres. Una encuesta realizada en las fábricas inglesas en 1831 sos-tiene que en algunas de éstas,“pocas veces pasa una hora sin que se oi-gan los gritos de los niños golpeados. Y a menudo sucede que sean lospropios padres los que pegan a sus hijos para evitarles castigos todavíamás brutales. Los muchachos son golpeados con el bill roller, una barrade hierro pesada, y es frecuente el caso de muchachos que se deslizanmuertos de sueño bajo las máquinas, quedando horriblemente muti-lados. Para mantener despiertos a los muchachos durante las largas ho-ras de trabajo se les da con el látigo. El látigo es parte corriente de losinstrumentos esenciales para el desarrollo de la producción” (1975: 26).

13 No fue sino hasta 1834 que se prohibió el trabajo de los menores denueve años (con excepción de los talleres de seda que ‘requerían’ las pe-queñas manos ágiles infantiles) y se limitó la jornada laboral a nuevehoras para los niños que tenían entre nueve y trece años de edad, y adoce horas para los de 14 a 18 años. En 1933 se estableció en Gran Bre-taña la edad de doce años como la mínima para trabajar. En la actuali-dad es de 13 años en ese país y de 14 en el nuestro. Cabe resaltar que enel capítulo VIII del tomo I de El capital, Marx narra el infame uso de lafuerza de trabajo en los siglos XVIII y XIX, así como la resistencia de loscapitalistas a dejar de hacerlo.

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sistían en reducir el horario de trabajo y ser retribuidospor el trabajo extraordinario (Toti, 1975: 21-22). En Eu-ropa, las organizaciones gremiales que exigían como unade sus principales reivindicaciones una reducción de lajornada de trabajo se enfrentaron no sólo con los due-ños de las empresas (como sucedía en Estados Unidos)sino también con Estados nacionales que combatían di-rectamente los derechos de los trabajadores14.

No fue sino hasta el 1º de mayo de 1848 que entra envigor la ley de diez horas en Inglaterra (Marx, 1999 [1867]:344). Todavía a finales del siglo XIX, aún con horarios muyprolongados, la lucha obrera por el tiempo libre teníacomo objetivo general lograr la jornada de diez horas(aparte comidas) por día. No obstante, se iba creando enel obrero colectivo una conciencia de la necesidad delimitarla a ocho horas15, que se generalizó en el mundooccidental en las primeras décadas del siglo XX.

Aun así, a lo largo del siglo pasado continuaron las lu-chas reivindicativas por una mayor reducción de la jorna-da laboral16. A pesar de ello, existen grandes diferenciasen la duración de la jornada de trabajo en el mundo. Pre-

valecen formas salvajes de explotación, sobre todo enpaíses pobres, mientras que en los más desarrollados lospromedios han bajado significativamente. Por ejemplo,en Estados Unidos, Japón e Inglaterra, el promedio dehoras trabajadas por ocupado era, en 2004, de un pocomás de 40 a la semana, y en algunos países europeos, in-cluyendo ex socialistas (entre otros, Bélgica, España, Aus-tria, Suecia, Suiza, Bulgaria, Lituania, Ucrania y Estonia,etc.), y Australia, el promedio era de entre 30 y 35 horas.En cambio, en países menos desarrollados como Brasil,Colombia, Costa Rica, Croacia, y algunos otros asiáticosmás desarrollados (Hong Kong, que no es un país propia-mente dicho, y Singapur) el promedio de la jornada la-boral oscila de 42 a 48 horas a la semana, y es posible en-contrar datos aún más extremos, como el de Egipto, quereporta 56 horas trabajadas en promedio a la semana17.

Algunos otros estudios han mostrado que en ciertasramas de actividad económica siguen prevaleciendo jor-nadas laborales extremas, sobre todo en países pobres.Un estudio de Oxfam (2004), que analiza las condicioneslaborales de las mujeres en grandes cadenas comerciali-zadoras, denuncia que 75% de las mujeres que trabaja enel sector agrícola en Chile tienen contratos temporales yjornadas de más de 60 horas a la semana en los periodosde cosecha. No obstante, una de cada tres de ellas ganamenos del salario mínimo.Asimismo, en la provincia chi-na de Guangdong, una de las áreas industriales de ma-yor crecimiento en el mundo, las mujeres tienen que tra-bajar cerca de 35 horas extras a la semana, además de las48 horas de la jornada laboral legal: 50% de ellas no tie-ne contrato por escrito y 90% no tiene seguridad social.

Por otra parte, a pesar de que importantes sectores la-borales gocen de una jornada laboral corta y, por tanto,de mayor disponibilidad de tiempo libre, se sigue presen-tando en muchos trabajadores una “resistencia a aceptaralegremente la explotación”. Toti argumenta que este te-ma es de interés para el capital, en tanto se ha compro-bado que la eficiencia en el trabajo aumenta si la satis-facción del trabajador en su espacio laboral es mayor18.

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14 Una muestra de cómo los Estados-naciones realizaban acciones afavor del capital se ejemplifica con la acción del Estado prusiano, queabolió mediante una ley, en 1783, la costumbre del “lunes azul” (SanLunes, como se conoce en México), que era considerado por muchosgremios de trabajadores alemanes como día de descanso. En Francia,después de la abolición del régimen feudal, Bonaparte toma lasprimeras medidas del Estado burgués moderno para mantener lasumisión de los trabajadores e impedir la formación de coalicionesobreras, discutir las condiciones de trabajo, etc. Por otra parte, en 1834el parlamento inglés aprobó una enmienda a la ley de pobres en la quese establecía el trabajo forzado para los pobres y, además, privó de losderechos electorales a las personas que eran objeto de la caridad públi-ca (Toti, 1975: 22, 29-30 y 39).15 Por ejemplo, en un opúsculo titulado La nueva ley sobre las fábri-cas, de 1897, Lenin planteaba como reivindicación obrera la jornadade ocho horas: “Es necesario que el obrero trabaje al máximo ochohoras diarias para tener así el tiempo de descansar, instruirse, disfru-tar de sus derechos de hombre, de miembro de la familia y de ciuda-dano” (cit. en Toti, 1975: 83-84).16 De Grazia pone en duda la idea de que los trabajadores contemporá-neos gocen de una mayor disponibilidad de tiempo libre que los tra-bajadores de mediados del siglo XIX, a pesar de que los primeros tenganjornadas laborales más cortas. De acuerdo con este autor, si considera-mos el tiempo que nos toma ahora realizar las actividades fuera deltrabajo (pero relacionadas con éste), como el transporte, o bien el he-cho de que un mayor número de mujeres participe en el mercado la-boral, la cantidad de tiempo dedicado por la sociedad a estas activi-dades es casi la misma que en el pasado (1994: cap. III).

17 Datos provenientes del Yearly Data, 2004, Organización Internacio-nal del Trabajo (página web).18 No es casual entonces que a la par de que se desarrollaba la lucha

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Podemos entonces adelantar que, si bien la reducciónde la jornada laboral a límites normales y moralmenteaceptables constituye un importante avance de la luchade los trabajadores, el sentimiento de aburrimiento y de-sinterés prevalece en la medida en que la naturaleza de laexplotación y la alienación continúa dominando las re-laciones sociales de producción. En la siguiente secciónanalizo cómo ha sido explicado el surgimiento del sen-timiento de “descontento” laboral en el obrero capitalista.

LA ESCISIÓN ENTRE VIDA Y TRABAJO

El sentimiento de insatisfacción respecto al trabajo en elsistema capitalista ha sido asociado a las diversas trans-formaciones en la organización del trabajo y en las rela-ciones sociales que caracterizan a este modo de produc-ción. De acuerdo con E. P. Thompson (1967: 61), con lageneralización de las relaciones sociales capitalistas deproducción el trabajador experimenta (objetiva y subje-tivamente) una escisión entre la “vida” y el “trabajo”. Lanoción (y medición) del tiempo presente en la psiquedel trabajador en contextos en los que las diferentes si-tuaciones de trabajo se relacionan con los ritmos “natu-rales” ha sido descrita como ‘orientación por tarea’ (task-orientation). Trabajar del amanecer al anochecer aparececomo “natural”en una comunidad agrícola, especialmen-te en los meses de cosecha. En las comunidades primiti-vas la medición del tiempo estaba comúnmente relacio-nada con el ciclo de trabajo y de las actividades domésticas(Thompson, 1967: 58). El patrón de trabajo era uno dealternancia entre periodos de intenso trabajo y desocu-pación, pero en cualquier momento el hombre manteníael control de su propia vida laboral (working life).

Una vez generalizadas las relaciones sociales de explo-tación en el capitalismo, es decir, la compra-venta de la

fuerza de trabajo, se produce un cambio en la apreciacióndel tiempo entre el empleador y el empleado:

Tan pronto como se contratan empleados (actual hands),se marca el cambio entre la orientación del tiempo por ta-rea (task-orientation) hacia el trabajo cronometrado […]Aquellos que son contratados experimentan una distinciónentre el tiempo de su empleador y su “propio” tiempo. Y el em-pleador debe usar el tiempo de sus trabajadores, y velarporque no sea desperdiciado: no es ya la tarea en sí mismala dominante, sino el valor del tiempo, traducido en dine-ro. El tiempo se vuelve ahora moneda de cambio: no se ‘pasa’sino que se gasta (Thompson, 1967: 61, cursivas añadidas).

Podemos decir entonces que el trabajador pierde el con-trol de su vida laboral que ahora le pertenece al capital19.

Esta apropiación de la vida laboral del obrero se con-jugó con una férrea disciplina en el trabajo. El cuidadodel tiempo en el trabajo pagado depende, en gran medi-da, de la necesidad de sincronizar el trabajo. Pero en tan-to que la industria manufacturera seguía dominada porla producción doméstica o en pequeños talleres, sin unaintrincada subdivisión del proceso, el grado de sincroni-zación demandado era menor, y prevalecía la orientaciónde las actividades de acuerdo con las tareas. Pero comobien señala Thompson, si consideramos la irregularidaden los ritmos de trabajo en las sociedades precapitalistas,podremos entender tanto la severidad de las doctrinasmercantilistas como la de la necesidad de bajar los sala-rios como una medida preventiva contra la holgazanería(idleness), así como que no haya sido sino hasta la segun-da mitad del siglo XVIII que los incentivos salariales capi-talistas “normales” empezaran a ser ampliamente efecti-vos (1967: 70-71). Otra de las medidas para obligar a lafuerza de trabajo a someterse a los ritmos del reloj fuela puesta en marcha, por parte de algunos propietariospioneros de la industria manufacturera a gran escala, dealgo equivalente a un código penal y civil basado en elcontrol del tiempo (retardos, horas de comida, de descan-so, etc.) (ibid.: 81).

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obrera, desde finales del siglo XIX se iniciaran en Inglaterra las prime-ras investigaciones en torno al efecto en la productividad de la reduc-ción de la jornada de trabajo. Se concluyó que a menudo esta reduccióndisminuía la frecuencia de los infortunios, las enfermedades y las au-sencias, y se demostró que el factor humano es importante, como diríaToti: ¡vaya descubrimiento! (1975: 159).

19 En la jerga marxista, este proceso se conoce como subsunción for-mal y real del trabajo al capital.

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Para mostrar la severidad del cambio en la sensacióndel tiempo a que fueron sometidos los trabajadores, E. P.Thompson hace notar algunas características de la nocióny medición del tiempo por tarea y su contraste con el“tiempo cronometrado”: 1) de acuerdo con algunos es-tudios (citados por el autor) existe una sensación más hu-manamente asimilable en la primera noción de tiempoque la que está dominada por el trabajo cronometrado;2) en una comunidad en la que predomina la orientaciónpor tarea es común tener una menor distinción entre“trabajo” y “vida” y; 3) para el hombre acostumbrado altrabajo cronometrado con reloj, el trabajo orientado portarea aparece como una pérdida de tiempo (1967: 60)20.

Además de la escisión entre vida y trabajo, De Graziaobserva que la generalización de la producción en fábri-cas y del uso del reloj21 redujo el ámbito de elección de laorganización de la vida, así como el de las posibilidadesde los individuos de socializar (1994: 59). Lo anterior loejemplifica describiendo el tipo de vida que llevabanlos artesanos que realizaban la producción de mercancíasen pequeños talleres, a inicios del capitalismo. Un arte-sano que producía zapatos podía salir libremente de sutaller para ver pasar una procesión, tener a su familiaalrededor, tomar una cerveza con el amigo que pasa yregresar más tarde para terminar su trabajo, o bien lodejaba para el día siguiente. Los zapatos podían esperar;la máquina, en cambio, no puede apagarse.

De Grazia argumenta que la producción en serie tras-ladó a hombres, mujeres y niños de la libertad de los ta-lleres y casas y los puso bajo los techos de las fábricas,cronometrando sus movimientos de acuerdo con los rit-mos de las máquinas. La amistad, la charla y el coqueteoquedaron prohibidos en el trabajo, porque interfierencon los ritmos de las máquinas. El resultado fue el debi-litamiento de la socialización22 y la eliminación de la po-sibilidad de que los individuos elijan libremente su ac-tividad en cada instante de su vida.

Como hemos visto, la adaptación del trabajador a lasrelaciones sociales y formas de producción capitalista im-plicó un cambio en la apreciación y organización deltiempo. Su trabajo dejó de estar entrelazado con su vida.Su vida y su trabajo se desarrollan ahora en temporali-dades distintas. Por tanto, el ser humano se escinde.

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Papantla, Veracruz, ca. 1956.

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20 De Grazia sostiene que de la profunda transformación en los ritmosde trabajo impuestos, no sólo por la maquinaria automatizada sinotambién por el uso de reloj, ha provocado que en la actualidad veamosel tiempo de reloj como real. De acuerdo con el autor, a lo que llamamostiempo no es más que el movimiento sincronizado de los relojes. Nosrecuerda que existen diversas imágenes o concepciones del tiempo: 1) lalineal, asociada a la concepción moderna del tiempo, en la que éste nose repite, sino que es marcado por el tic del reloj en una línea recta, queva de t a t1 en un continuo; 2) la concepción circular, con eternos retor-nos, que es biológica más que mecánica; 3) la impresionística, es decir,aquella en la que se considera que las actividades rutinarias no tomantiempo, sólo los instantes vívidos, periodos excitantes, eventos impor-tantes dejan la impresión de tiempo o duración; 4) la que carece de sis-tema de tiempo, en relación con comunidades que ni siquiera tienenuna palabra o verbo que designe al tiempo, por ejemplo, la tribu hopi,que sólo tiene expresiones tales como más temprano o más tarde.21 Es importante resaltar que De Grazia no utiliza la terminología mar-xista ni se refiere al modo de producción capitalista. En su análisis men-ciona el cambio de vida experimentado a partir de la generalización de laproducción mecanizada y del uso del reloj en todos los ámbitos humanos.

22 Éste es uno de los aspectos que, desde mi punto de vista, puedenllevar al sentimiento de soledad experimentado en sociedades mo-dernas.

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Otro de los grandes cambios a los que condujo la im-plantación de la forma capitalista de producción fue lareducción del ámbito de elección de las actividades a serrealizadas por los individuos, al estar sujeta la vida del tra-bajador a la máquina. Pero también se redujo el ámbitode la socialización, base de toda organización social.

Este último punto es de vital importancia si conside-ramos que los aspectos más básicos del comportamien-to humano requieren de la disponibilidad de tiempo delos adultos para enseñar y transmitir normas éticas, mo-rales, sociales y de uso de los objetos producidos por elhombre. La importancia de dicha transmisión la ponede relieve Márkus cuando señala que

las capacidades y las necesidades humanas desarrolladasen el pasado se encuentran ya, como hadas madrinas, en suforma objetivada, a la cabecera de su cuna, en un mundoen el cual los resultados de toda la precedente evoluciónsocial están ya a su disposición en forma material, le es po-sible empezar su desarrollo no en la incoación del primerprincipio, sino en el punto en que las generaciones anterio-res lo han dejado (1985: 22).

Sin embargo, hace referencia a la necesidad de que loshombres desarrollen “en sí mismos —en alguna medi-da— las cualidades humanas específicas que permiten eluso ‘adecuado’ de los objetos del trabajo”. Este desarro-llo requiere de la socialización del conocimiento de ge-neración a generación23. Igualmente importante son lasnormas sociales del empleo de los objetos, ya que mien-tras que las de uso son técnicas, las sociales permiten, de-mandan o prohiben prácticas específicas dependiendodel sujeto o de la circunstancia24.

DIVISIÓN Y ALIENACIÓN DEL TRABAJO

En el capitalismo la división técnica del trabajo aparececomo otra fuente de insatisfacción laboral. Retomandoa Marx y Márkus, Boltvinik presenta esta insatisfaccióncomo resultado de la fragmentación de las diversas ope-raciones requeridas para producir un valor de uso, lo quearranca de las manos del artesano la visión y el controldel proceso de producción en su conjunto. La importan-cia que tiene para el hombre la visión de conjunto de laproducción, en un sentido humano, queda claramenteexplicitada por Marx en el siguiente pasaje:

Concebimos el trabajo bajo una forma en la cual pertene-ce exclusivamente al hombre […] Una araña ejecuta opera-ciones que recuerdan las del tejedor, y una abeja avergon-zaría, por la construcción de las celdillas de un panal, amás de un maestro albañil. Pero lo que distingue ventajo-samente al peor maestro albañil de la mejor abeja es que elprimero ha modelado la celdilla en su cabeza antes deconstruirla en la cera. Al consumarse el proceso de traba-jo surge un resultado que antes del comienzo de aquél yaexistía en la imaginación del obrero, o sea, idealmente […]Además de esforzar los órganos a que trabajen, se requieredel obrero, durante todo el transcurso del trabajo, la volun-tad orientada a un fin, la cual se manifiesta como atención.Y tanto más se requiere esa atención cuanto menos atra-yente sea para el obrero dicho trabajo, por su propio con-tenido y la forma y manera de su ejecución, cuanto me-nos, pues, disfrute el obrero de dicho trabajo como de unjuego de sus propias fuerzas físicas y espirituales (Marx,1999 [1867]: 216).

Sin embargo, en el capitalismo, el obrero individualpierde la posibilidad de orientar su voluntad a un fin. Es-te cambio empieza en el capitalismo con la producciónsimple de manufacturas. De acuerdo con Marx, en estaetapa muchos artesanos (con los mismos oficios o conoficios diversos, pero requeridos para la producción fi-nal de un valor de uso, por ejemplo, una carreta) eranpuestos a trabajar simultáneamente en los talleres (1999[1867]: 409-411). Al requerir una cantidad mayor demercancías, por unidad de tiempo25, los dueños del ca-

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23 En una entrevista que realicé recientemente a una educadora de pre-escolar en la ciudad de México, ella manifestó el atraso con el que seincorporan algunos miembros de las nuevas generaciones. Señaló,por ejemplo, niños mayores de tres años que no saben hacer uso devasos o tazas para beber líquidos, o bien que siguen utilizando pañaldado que no han recibido atención en sus hogares para desarrollarestas capacidades elementales.24 En su lectura sobre la esencia y las necesidades humanas en GyörgyMárkus, Boltvinik (2005) ejemplifica la existencia de normas socialesde la siguiente manera: “mientras que la regla implícita de uso de uncigarrillo es que debe encenderse con fuego y el humo debe ser aspira-do, etc., la norma social de su empleo prohibe fumar a los menores y atodos en ciertos lugares”. 25 Esta necesidad de mayor producción puede responder a la búsqueda

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pital notaron la conveniencia de la división técnica deltrabajo:

En vez de hacer que el mismo artesano ejecute las diversasoperaciones en una secuencia temporal, las mismas se di-socian, se aíslan, se las yuxtapone en el espacio; se asignacada una de ellas a otro artesano y todas juntas son efec-tuadas simultáneamente por los cooperadores […] La mer-cancía, antes producto individual de un artesano indepen-diente que hacía cosas muy diversas, se convierte ahora enel producto social de una asociación de artesanos, cada unode los cuales ejecuta constantemente sólo una operación,siempre la misma (Marx, 1999 [1867]: 411).

En estas circunstancias, el obrero que trabaja bajo lasórdenes del capitalista pierde el control del proceso de pro-ducción. En esta etapa del proceso, el obrero se presentacomo un simple vendedor de su fuerza de trabajo, des-pojado de la esencia misma de su actividad humana: sucapacidad creativa. Al respecto, Márkus afirma: “el traba-jo, de libre autoactuación en la que el hombre desarrollasus propias capacidades pasa a ser, en las circunstanciasde la alienación, una actividad constrictiva, externa, queunilateraliza y deforma al individuo” (1985: 70). La si-guiente cita de este mismo autor resume magistralmen-te el proceso de alienación:

[…] la fuerza social, esto es la multiplicada fuerza de produc-ción que nace de la colaboración de varios individuoscondicionada por la división social del trabajo, no aparece aestos individuos como su propia fuerza unificada —pues-to que la cooperación misma no es voluntaria, mas espon-tánea— sino como un poder ajeno, exterior a ellos, del queno saben de dónde viene ni adónde va, al que, por lo tan-to, no pueden dominar […] La división espontánea del tra-bajo aliena necesariamente al individuo de su propia acti-vidad productiva: por el lado del individuo, el trabajo pierde sucarácter auto-activo, deja de formar multilateralmente alsujeto y de desplegar libremente la capacidad de éste […]Por el nacimiento de la propiedad privada, el producto deltrabajo se separa del trabajo, se convierte en objeto ajeno,en propiedad de otro; el objeto y resultado de la actividadse aliena del sujeto activo (Márkus, 1985: 79-83).

Sin embargo, continúa Márkus, para Marx la alie-nación es una fase no sólo necesaria, sino también posi-tiva, creadora —aunque en forma contradictoria— deldespliegue del ser del hombre. La disolución de las co-munidades “puramente espontáneas”, mezquinamentelocales, no fue posible sino a través del periodo histó-rico y de los mecanismos de la alienación. La riqueza ob-jetual de las necesidades y las capacidades humanas quees presupuesto objetivo de la emancipación humana no sepuede constituir sino en las condiciones de la alienación(1985: 86-87). He aquí pues el carácter contradictoriodel proceso de despojo por el hombre de la actividadcreadora del hombre. Surge aquí la duda de si será posi-ble que el desarrollo de la riqueza objetual conduzca a laemancipación humana y, una vez lograda, el hombre des-pliegue todas sus capacidades y potencialidades huma-nas (que le han sido “despojadas” a nivel individual), pa-ra lograr el florecimiento humano26.

De Grazia sostiene que más que la simplicidad de losmovimientos realizados por los obreros en sus trabajos27

es lo impersonal del tiempo en las fábricas lo que aburreal trabajador (1994: 315). Este autor resalta la imposibi-lidad de los trabajadores para controlar sus actividadesdurante un día de trabajo. Afirma:

[…] probablemente [el trabajador] se sienta con ganas dehacer las cosas más rápidamente esa mañana, pero no pue-de, o puede que tenga ganas de tomar una siesta o platicaro hacer el amor o salir a tomar el aire, un trago o ejercitardiferentes músculos. Un trabajador puede estar usandociertos músculos mientras que excluye casi totalmente aotros, de esta forma, a veces por razones que no se puedeexplicar, está a punto de explotar u odia la idea de levan-tarse por la mañana (1994: 315).

De Grazia cae en lo que Toti (1975: 104) critica en al-gunos otros autores, quienes al analizar el “aburrimien-

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de mayor plusvalor por parte del capitalista, o bien como respuesta deéste a una reducción en la jornada laboral.

26 Cabe aclarar que en estos textos de Márkus no hay una distinción ex-plícita entre los efectos de la división social y de la división técnica deltrabajo.27 Este autor señala que la operación realizada por los trabajadores nosiempre es simple, sino que pueden estar en empleados en puestos enlos que se realizan actividades complejas y delicadas.

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to” en el trabajo han identificado las cuestiones técnicascomo el origen del problema. Toti cita el trabajo de Je-molo, quien sostenía:

La maldición bíblica del sudor de la fatiga ha sido sustituidapor la del trabajo anónimo, sin alegría, sin un porqué vi-sible. En una sociedad burocratizada como la nuestra, enuna industria en la que el producto pasa a través de infini-tos ciclos de elaboración, en un mundo de trabajo dondeel resultado último es obra de infinitos colaboradores quese ignoran recíprocamente, se hace siempre más difícil, in-natural, el amor por el propio trabajo (cit. en Toti, 1975: 104).

Sin embargo, para Toti, más que la despersonaliza-ción, el anonimato del trabajo moderno como la causade que se “eche a perder y se vuelva penoso trabajar”, son

las relaciones sociales de producción las que provocaneste sentimiento28.

Toti también critica a George Friedmann, uno de losestudiosos más interesados en el maquinismo indus-trial, por caer en el mismo error. De acuerdo con Toti, alreferirse Friedmann a la crisis de la civilización industrialcapitalista como una crisis del intelecto humano soste-nía que:

la crisis llega a ser así una crisis general del espíritu huma-no, inherente al desarrollo de las fuerzas productivas y nopropia de una sociedad dominada por relaciones supera-das entre las fuerzas de la producción […] El maquinismoindustrial: he aquí la causa de todos los males. Desde lasmáquinas de producción hasta las máquinas en general, elenemigo se insinúa en todas las dimensiones de la vida so-cial […] En estas sociedades, el hombre se enfrenta duran-te su jornada a las máquinas, el ciudadano deja una má-quina sólo para pasar a otra: de la máquina con la quetrabaja a la que lo transporta, al aparato doméstico, al telé-fono, a la televisión (1975: 104-107)29.

Toti finaliza la crítica a estos autores sosteniendo: “esosestudiosos de sociopsicología, quienes, una vez observa-dos agudamente los efectos del mal (la ausencia de fi-nalidades comunes entre todos los participantes en elproceso productivo, trabajadores y patronos), deducen deello que “la verdadera vida de muchos trabajadores nopuede ser vivida más que en las horas de descanso”, y porconsiguiente, resuelven todos los problemas indicandola solución de una adecuada e inteligente “política de ladiversión en las horas libres” (1975: 109). Sin embargo,para Toti la diversión no puede constituirse en felicidad30

si la medida de la misma es un hombre no educado en laverdad (1975: 11).

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Vallejo, ciudad de México, 1967.

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28 Toti critica además la actitud de los sociólogos estadounidenses y delos teóricos católicos que en el capitalismo intentan devolver al obre-ro la alegría cristiana del trabajo y la satisfacción del trabajo.29 Para su crítica, Toti cita los textos de Friedmann titulados: Proble-mas humanos del maquinismo industrial, ¿A dónde va el trabajo hu-mano? y Trabajo desmenuzado.30 Toti retoma la concepción de Aristóteles de felicidad que consistíaen la actividad contemplativa. Desarrollos sucesivos de su pensamientohan expresado que “la actividad contemplativa es la actividad del inte-lecto, la vida del espíritu, la filosofía, la especulación pura, el arte, todolo que no es necesario ni útil (aunque pueda ser utilizado), y que sirve

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ALIENACIÓN EN EL TIEMPO LIBRE

La prolongación desmesurada de la jornada laboral res-ponde a la hambruna de plustrabajo que experimenta elcapitalismo. Marx aclara que, si bien la necesidad del plus-trabajo no es exclusiva al capitalismo, la diferencia estri-ba en el deseo de obtener cada vez una mayor cantidad deplustrabajo, ya que en nuestra sociedad domina el valorde cambio más que el valor de uso, lo que lleva a los capi-talistas a instrumentar formas que le permitan obteneruna mayor cantidad de plustrabajo. De acuerdo con Marx,

cuando en una formación económica-social no preponderael valor de cambio sino el valor de uso del producto, el plus-trabajo está limitado por un círculo de necesidades másestrecho o más amplio, pero no surge del carácter mismode la producción una necesidad ilimitada de plustrabajo(1999 [1867]: 282).

Es precisamente en el marco de esta hambruna de plus-trabajo que desaparece por completo la sensación de au-tonomía y libertad que experimentaba el trabajador enlos sistemas precapitalistas. Si bien en las primeras eta-pas del capitalismo no era posible formular una claracontraposición entre el tiempo de trabajo y el tiempo delibertad como categorías temporales, sociales y cultu-rales (dado que las ocupaciones eran fundamentalmenteagrícolas o artesanales), la necesidad del tiempo libre31

en la clase obrera capitalista surge, como vimos anterior-mente, en la medida en que se da la apropiación paula-

tina de todo el periodo activo de la vida del trabajadorpor parte del capital, escindiendo los espacios de la “vida”y el “trabajo”. En este proceso se impone una nueva dis-ciplina del tiempo, en la que se obligaba a los trabajado-res (hombres, mujeres y niños) a mantener jornadas de14 o 16 horas diarias, tiempo que fue reducido paulati-namente mediante la lucha obrera por la búsqueda de lareducción de la jornada laboral.

Algunos sectores obreros preveían que la reducciónde la jornada laboral sería una condición necesaria parasatisfacer necesidades en el tiempo libre como las dela educación, la socialización (con otros trabajadores) y laconvivencia familiar. Sin embargo, los capitalistas veíancon muy malos ojos el tiempo libre ganado por la clasetrabajadora, ya que lo consideraban la madre de todos losvicios o bien un tiempo para la concientización obrera.

La ideología puritana impuesta por la nueva disciplinalaboral coadyuvó a “satanizar” el tiempo libre de los tra-bajadores (Thompson, 1967: sección VI). Bajo esta con-cepción, el trabajo es una obligación divina y se recha-zan los hábitos “pecaminosos” en los que la clase obreraconsume su tiempo libre (los cuales eran asociados conla vagancia, el alcoholismo y la delincuencia). Se impusouna concepción moral del bien y del mal, en la que el “sa-crificio” en el trabajo sería recompensado con la gloriaeterna (ibid.)32. La moral mercantilista puritana fue acom-pañada por una propaganda sobre la “escasez” de tiem-po y la idea de que el “tiempo es oro”, por tanto, el tiempolibre es improductivo (Thompson, 1967: 90).

Además del “peligro” que implicaba que los trabajado-res destinaran su tiempo libre a la vagancia y al alcohol,la burguesía se percató de que el tiempo libre se constituíaen un espacio fundamental de la lucha obrera. Toti narracómo una vez ganado el tiempo libre, diversos sectoresobreros fundaron escuelas, salas de lectura, “círculospara elevar el nivel de las masas, considerado como fun-damento de cualquier promoción social” (1975: 44).

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únicamente para vivir del modo más elevado el propio tiempo libre, osea, el propio tiempo personal, el propio bien individual e imposible deenajenar, la propia vida” (1975: 11). De Grazia utiliza la palabra ocio pa-ra denominar lo que Toti llama felicidad, y aclara que la concepción aris-totélica de ocio es muy distinta a nuestra concepción de tiempo libre, yaque en éste no se desarrollan actividades constitutivas de la contempla-ción (teorizar y filosofar) ni tampoco actividades libremente elegidas.31 La concepción moderna del tiempo libre se parece a la que preva-lecía en la Roma antigua. En la revisión que realiza sobre las diferentesconcepciones del ocio, desde los griegos hasta nuestros días, De Graziaexplica que, en latín, la palabra ocio era otium y, como en el griego, suantónimo fue construido con un prefijo negativo: negotium (1994:21). Según este autor, entre los escritores romanos era típico encontrardescripciones del ocio como éstas: “Un hombre está ocupado —en susactividades militares, comercio o estado, lo que sea— y posteriormen-te descansa y se recrea a sí mismo. La vejez en sí misma es un descan-so pacífico bien ganado por el negotium” (ibid.: 22).

32 Al respecto, De Grazia (1994: 27) identifica el inicio de la concepciónpuritana del ocio tras la caída de Roma, cuando los monjes cristianosimpusieron nuevas ideas sobre cuáles deberían ser las actividades delocio.Además de la contemplación (actividad que se vuelve sagrada, nopor sí misma, sino porque en ella se busca encontrar a Dios), el trabajo,pero sobre todo el trabajo manual, se convierte en un instrumento deautopurificación, de arrepentimiento o de ayuda a otros en caridad.

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Ante la importancia que había adquirido la acción de lasorganizaciones populares durante el tiempo libre la bur-guesía tomó sus medidas,“sustrayendo al control del mo-vimiento reformador un cierto número de institutos decultura obrera, transformándolos en órganos destina-dos a difundir en el pueblo solamente los conocimientosy las ciencias que se revelaban útiles a la consolidacióndel orden moral de la burguesía” (ibid.: 45).

El capital desarrolló también actividades lucrativas que“llenaran” el tiempo libre de los trabajadores. Se crea en-tonces una industria del tiempo libre con sus propias re-glas de consumo. Como nos dice De Grazia al respecto:“un nuevo grupo aparece en escena, aquellos cuyos bol-sillos se llenan más rápido si los trabajadores, una vez quehan terminado su día de trabajo, se convierten en gasta-dores, gastadores y frívolos” (1994: 203).

La moral cristiano-protestante impuesta por el mundodel trabajo capitalista también asignó normas al uso deltiempo libre. E. P. Thompson plantea que bajo esta ideo-logía “es ofensivo que la fuerza de trabajo solamente pa-se el tiempo” (1967: 91). Por tanto, el tiempo debía serconsumido, comercializado, usado. La sociedad con tiem-po libre disponible no puede desperdiciarlo, la industriadel entretenimiento “trata por todos los medios de trans-formar al ciudadano en una termita consumidora perma-nente, que destruye ininterrumpidamente los productos.Incluso la sobriedad tradicional puritana se ha vuelto an-tieconómica y ha perdido su esmalte espiritual; el ciu-dadano virtuoso es el que se configura como un ‘hedo-nista’ plácido, sometido, alistado” (Toti, 1975: 219).

De Grazia enumera (de manera irónica) las reglas quebajo esta nueva ideología consumista deben seguirse du-rante el tiempo libre. La primera es que la persona tieneque hacer cosas que den evidencia visible de que estáhaciendo algo (el autor agrega: “en Estados Unidos pen-sar no es considerado una actividad”). En segundo lugar,debe hacer cosas que lo ayuden a mejorar su propiedad(hágalo usted mismo), su apariencia (ejercitarse), o reali-zar cualquier actividad que permita hacer más dinero(1994: 307)33.

Al momento en que los trabajadores habían ganadotiempo libre, éste había perdido ya todo significado y eraidentificado con el aburrimiento. De Grazia cuenta có-mo, bajo la ideología puritana a mediados del siglo XIX,el domingo se convierte en el día más muerto de la se-mana. El primer paso lo dio Lutero al determinar que elúnico día sagrado que tenía que ser observado era el do-mingo. Otro paso fue la reducción de los santos a la mor-talidad y, por tanto, la eliminación de al menos 100 díasfestivos del calendario. En Londres, cuna de la industria-lización, las bandas de música que llenaban los parqueslos domingos fueron prohibidas y se rechazó la propuestade abrir el Museo Británico y la Galería Nacional despuésdel servicio dominical matutino. El domingo “era un díapara pasarlo en silencio y meditando, no para ir a misa yluego disfrutarla cantando, bailando, hablando, bebien-do o haciendo lo que el día ofreciera” (1994: 202-203).

La respuesta más fácil sobre qué hacer con el tiempolibre, visto como espacio de aburrimiento, es “matar eltiempo”. Aparecen así los cursos para mejorar, los ho-bbies, la televisión, se cuenta el número de veces que seva al cine, a los museos, se sale de viaje, etc. Como lo ex-presa Toti: “¡Relaxing hobbies!” (1975: 125). Y se orga-niza la gran matanza del tiempo que es, al fin de cuentas,el gran suicidio: el tiempo es el enemigo al que hay quematar. El tiempo, es decir, nuestra vida34. La industriadel entretenimiento y el consumo crece y se fortalecemediante actividades que llenan y controlan el tiempovacío de trabajo; sólo produce distracciones, valoresmuertos que se queman y únicamente dejan las cenizasdel tiempo (ibid.: 150).

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tivamente libre si consideramos que el trabajador tiene que demostrarque está haciendo algo, que existen reglas para el uso del tiempo y quetiene que decidir cada media hora o cada hora de su tiempo “libre”qué hacer.34 Toti afirma que “está confirmado por las estadísticas —y los sociólo-gos del tiempo libre siempre razonan estadísticamente— que duranteel tiempo libre se mata no solamente al tiempo, sino también a la gen-te. Los psiquiatras han descubierto que el fin de semana es un periodocrítico para las perturbaciones psíquicas provocadas por la organiza-ción social moderna” (1975: 127). Por su parte, De Grazia nos dice queal quitar el gozo al día del señor (es decir, el domingo), muchos tra-bajadores se dedicaron a emborracharse (1994: 203). El lento suicidioparece haber sido la respuesta.33 En este punto, De Grazia pone en duda que el tiempo libre sea efec-

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En su análisis sobre el uso del tiempo libre en la socie-dad estadounidense, De Grazia resalta el papel que hadesempeñado la publicidad para promover los hábitosconsumistas de esa sociedad y afirma: “deslumbrado porestafadores, el individuo vendió su tiempo por objetosbrillantes”(1994: 223). Este mismo autor se pregunta tam-bién:“¿En qué momento las personas compran y consu-men?”, y responde: “En su tiempo libre” (ibid.: 275).

De Grazia pone en duda que los trabajadores estado-unidenses dispongan de mayor tiempo libre en compa-ración con los trabajadores de mediados del siglo XIX, yaque el crecimiento de las ciudades trajo como consecuen-cia que el tiempo “libre”, ganado mediante luchas obre-ras, se destinara cada día más al transporte. Pero si quedaalgo de tiempo libre, nuestra moderna sociedad nos ofre-ce entretenimiento, el cual está dominado por la televi-sión35. Este autor denomina a dichas actividades (juntocon otras en las que el individuo es un simple espectador)“sin pensamiento” (unthinking), más que pasivas. Toti,por otro lado, resalta el papel de control que ejercen losgrandes monopolios de la cultura proporcionando “pro-ductos culturales de la clase dominante, despersonaliza-dos, anestésicos, hipnotizantes como la televisión actual[que] penetran diariamente en el corazón mismo de lasinstituciones, de las casas obreras y en las capas avanza-das de la población” (1975: 46).

De Grazia agrega a las actividades enajenantes todasaquellas que proporcionan diversión y “fuga”. El traba-jador ideal, afirma, necesita descansar y una distracciónpoco demandante o somnífera para traerlo cada día al ci-clo de trabajo disciplinado y cronometrado, pero necesitatambién periodos en los que debe dejarse ir en el ruido yla violencia (especialmente en viernes por la noche y sá-bados). Además, el trabajador necesita carnavales, fiestasespirituales (año nuevo, navidades, etc.), participar o pre-

senciar competencias de equipos, etc. “El placer de hacerlo que uno no pudo durante la semana de trabajo —afir-ma este autor— es lo que se llama diversión” (1994: 336).

El florecimiento humano no puede realizarse duranteel tiempo dedicado a las actividades “sin pensamiento”,de diversión o de fuga, ya que requiere del desarrollo delintelecto. Pero además, este tipo de actividades desarro-llan una audiencia acrítica, la cual tampoco es afín al flo-recimiento humano. Al respecto, De Grazia explica queel desarrollo de una audiencia acrítica se debe a que “losmedios transmiten no comunican. No ofrecen la opor-tunidad de respuesta verdadera” (1994: 335)36.

La sociedad enajenada nada puede hacer, se enfrenta auna “libertad” controlada por la industria del consumoy la diversión de masas. Ante este panorama, surge unavez más la pregunta de si es posible el florecimiento hu-mano en el capitalismo durante el tiempo libre.

¿ES POSIBLE EL FLORECIMIENTO HUMANOEN EL CAPITALISMO?

Para lograr el florecimiento humano se requiere contarcon una serie de precondiciones para que los individuospuedan desplegar sus capacidades humanas. Sin embar-go, en el sistema capitalista el desarrollo de la inteligen-cia del trabajador ha sido obstruido de diversas maneras.Hemos señalado la forma en que la fragmentación y alie-nación del trabajo provoca un desinterés en el obrero porel trabajo debido a que ha sido despojado de la visión y elcontrol del proceso productivo. Lo anterior implica redu-cir la actividad creadora del hombre a operaciones sim-

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35 De Grazia presenta un cuadro con datos de mediados del siglo XX

sobre el porcentaje de la población de 15 años y más que declaró ha-ber realizado una actividad de ocio la noche anterior. Se observa que elmayor porcentaje (57%) declaró haber visto la televisión (1994: 460-462). Otros estudios a los que se refiere el autor mostraron, por suparte, que nueve de cada diez hogares tenían un televisor o más, y que90% de los televisores estaba prendido todas las noches de la semanadurante cuatro horas y media en promedio por noche (1994: 113).

36 Para este autor, la causa por la que las actividades de tiempo libre sonpasivas y acríticas debe encontrarse en el cambio de tipo de espectado-res. En el pasado, cualquier persona de la audiencia podía hacerse es-cuchar al momento, podía comunicar su acuerdo o desacuerdo con lapieza de música tocada, la obra de teatro, el discurso. Sin embargo, lasactividades “pasivas” como la televisión no ofrecen esta oportunidad.Aun cuando uno pueda escribir o llamar al programa de radio o televi-sión para expresar su opinión, ésta no se comparte (salvo raras excep-ciones) con el resto de la audiencia (De Grazia, 1994: 336). El ser huma-no requiere de la interacción directa con otras personas. ¿Qué bien lepuede hacer a un hombre gritar “muerte al imperio” a un aparato de te-levisión? Podrá de igual manera dormitar frente a él, asegura De Grazia.

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ples, constantes y repetitivas que limitan la reflexión yel desarrollo mental del trabajador. Si suponemos quetal desarrollo mental en la mayoría de los hombres estánecesariamente ligado a su trabajo habitual, mientrasmás simple sea éste, menor será el desarrollo mental deltrabajador y, por tanto, menor será su posibilidad de te-ner acceso al florecimiento humano.

Esta característica del proceso productivo en el capita-lismo fue señalada, de acuerdo con Toti, tanto por AdamSmith como por Engels. El primero observaba que “elhombre que emplea su vida en ejecutar simples opera-ciones cuyos efectos siempre son los mismos o casi losmismos, no tiene oportunidad de ejercer su raciocinio, nide poner en función sus propias capacidades inventivaspara buscar medios que eliminen dificultades que nuncase presentan” (cit. en Toti, 1975: 181). Por su parte, En-gels, en sus escritos, mostraba preocupación por el fenó-meno de atrofia intelectual que aquejaba al obrero in-dustrial:

[…] en la fábrica moderna el obrero no desarrolla una ac-tividad que exija de él un esfuerzo de pensamiento; pero, alpropio tiempo, ese tipo de trabajo le impide ocupar su men-te en otras cosas. Por otra parte, ese trabajo no ofrece nin-gún desahogo a los músculos, a la actividad física. De modoque no es un verdadero trabajo, sino un mero aburrimien-to, o sea, la cosa más mortificante y enervante que exista; elobrero de la fábrica está condenado a ver sus energías físi-cas e intelectuales consumirse completamente en este tedio:desde los ochos años en adelante tiene la tarea de aburrirsetodo el día […]. En realidad, para embrutecer a un hombreno es fácil encontrar un método mejor que el trabajo en lafábrica. El obrero que trabajaba en esas condiciones no vi-vía, era reducido a objeto (cit. en Toti, 1975: 142).

Pero no sólo es la actividad rutinaria la que atrofia lainteligencia humana; los trabajadores se enfrentan conel cansancio producido por la intensificación del traba-jo mismo. Al respecto, Toti cita a Pierrette Sartin, quienafirmaba que el cansancio humano no ha disminuidoen absoluto con la mecanización, por lo menos no en lamedida que se podía esperar:

Muchas son las máquinas que imponen posturas incómo-das y que están mal adaptadas para los que las utilizan. A

menudo son demasiado calientes, desarrollan un calor di-fícil de soportar, someten el cuerpo a temblores que pertur-ban gravemente el equilibrio físico. Aun en las máquinastotalmente automatizadas, la lectura de los relojes a me-nudo es difícil, exige una gimnasia mental, un esfuerzo deatención que a la larga extenúa. Más de un obrero agríco-la que trabaja con material muy moderno añora el tiem-po en el cual su labor se realizaba con los caballos a un ritmomás lento; se queja del ruido, las sacudidas y el cansancioque resultan de las posturas que debe tomar para manejarlas nuevas máquinas […]. En cuanto al cansancio nervio-so (que puede llegar hasta producir lesiones orgánicas y ver-daderas neurosis) está en aumento continuo” (cit. en Toti,1975: 261)37.

Si bien la mayoría de los textos aquí citados se refierenal trabajo manual, la sensación de insatisfacción (o abu-rrimiento) también se presenta entre los trabajadores decuello blanco (o burócratas), quienes al igual que los obre-ros realizan actividades que no les satisfacen ni les per-miten desarrollar sus capacidades humanas. Para ilustrarlo anterior, retomo el ejemplo hipotético que Boltvinikutiliza para explicar su tipología de riquezas/ pobrezas,humanas y económicas, construidas de acuerdo con lacondición del ser/estar. Este autor nos dice que considere-mos a Juan, cuya profesión, la antropología física, es supasión38. Desde el punto de vista del ser, Juan es un hom-bre humanamente rico, porque ha desarrollado sus ca-pacidades (y se siente satisfecho con ellas). Sin embargo,si trabaja como burócrata realizando una actividad aje-

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37 De Grazia, por su parte, pone en duda la eficacia de los aparatos elec-trodomésticos como ahorradores del trabajo en el hogar. Se preguntasobre los beneficio que puede tener el que una batidora bata huevosen lugar de nosotros mismos. Para comprarla y mantenerla funcionan-do alguien tiene que trabajar. También se pregunta: ¿cuánto se ha redu-cido de manera efectiva el esfuerzo de las mujeres que realizan trabajodoméstico con dichos aparatos? Según De Grazia, si bien un ama decasa estadounidense de mediados del siglo XX tenía la fuerza de hasta90 sirvientes convertidos en aparatos, ello no parece haber reducido enigual magnitud el trabajo doméstico. Estos cuestionamientos son im-portantes, aunque no podemos despreciar que gracias a dichos apara-tos más mujeres tienen la opción de dedicarse a actividades distintas altrabajo doméstico. La cuestión es que no necesariamente se dedican aellas por libre elección, la mayoría comparte con los hombres el tedio yaburrimiento que no les permite tener acceso al florecimiento humano.38 Aunque esta actividad no necesariamente sea la única pasión de Juan.Boltvinik plantea la posibilidad de que dicho sujeto pueda florecer me-diante otras actividades que le sean satisfactorias, como la música.

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na a la antropología física, Juan estaría pobre desde elpunto de vista del florecimiento humano, ya que no tieneposibilidad de aplicar sus capacidades desarrolladas. Encambio, si logra obtener un empleo de antropólogo físi-co, Juan estaría humanamente rico (aunque su riqueza/pobreza económica dependería del nivel de ingreso) (Bolt-vinik, 2005: 68-70)39. Más adelante, Boltvinik afirma:

La persona bien alimentada, sana y educada puede tenerciertas capacidades de trabajo. Aquí queda claro cómo la sa-tisfacción de necesidades hace posible el desarrollo de capa-cidades de las personas. Pero en las sociedades capitalistaslas capacidades individuales tienen que venderse en el mer-cado de trabajo para poderse aplicar. Esta venta puede serpara hacer el trabajo de sobrevivencia (Juan trabajando deburócrata) o para hacer el trabajo de autorrealización (Juantrabajando de antropólogo físico). En el primer caso, sóloaplica algunas de sus capacidades menores, mientras queen el segundo aplica sus capacidades fundamentales. Perolas capacidades tienen que venderse no sólo para aplicarsesino para hacer posible la satisfacción de las necesidades,que, a su vez, hacen posible la reproducción de la capaci-dad. Esta circularidad, esta integralidad entre capacidades ynecesidades, se pierde en los enfoques que sólo miran unlado del asunto, como en algunos enfoques de necesidades(2005: 70).

Pero, ¿qué pasa cuando los trabajadores no pueden ex-presar o realizar su propia humanidad en las actividadesimpersonales de la producción que le son ajenas? El pro-pio Boltvinik plantea que si Juan trabaja como burócra-ta para poder sobrevivir, al ser “un trabajo en el que nose autorrealiza, puede tratar de mantener como interésdel tiempo libre tanto la antropología física como la mú-sica” (2005: 69.) Sin embargo, por limitaciones econó-micas o sociales, sus más profundas necesidades puedendesaparecer.

A pesar de que algunos individuos puedan sobrepo-nerse a las limitaciones que el modo de producción im-pone para lograr su florecimiento humano, la inmensamayoría “busca su libertad en lo que considera como locontrario absoluto del reino de la imposición; es decir,las actividades de entretenimiento de masa” (Toti, 1975:181). De esta manera, la idea de tiempo libre se imponesobre la de la libertad para el propio desarrollo.

Para Toti, el problema de la libertad y del tiempo de li-bertad se confunde con el problema del aburrimiento queno logra ser superado mediante el entretenimiento. Sur-ge así la preocupación por la ampliación del tiempo adisposición del hombre —un tiempo que es siempre másdifícil controlar y llenar de contenidos. El hombre deltiempo libre se vuelve entonces objeto de preocupacio-nes, ya que aparece precisamente como un objeto, comoun vacuum por llenar, una pasividad, una inercia quehay que activar. Al respecto, este autor plantea que en elcapitalismo, la cultura y la recreación popular aparecencomo actividades en las que se requiere hacer un con-sumo “más inteligente” del producto tiempo. La cuestióncultural se presenta como un problema de programaseducativos para los adultos y jóvenes, en vez de un pro-

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39 La tipología de riquezas/pobrezas en las dimensiones del ser/estardesde el punto de vista humano y económico es una tabla de contingen-cia de cuatro entradas, por lo que las posibilidades de satisfacción denecesidades y desarrollo de capacidades son diversas y dependen de lacelda en la que se ubique el individuo. Por ejemplo, desde el punto devista económico, Juan podría ser rico (o tener satisfechas sus necesida-des) en un empleo en el que humanamente sea pobre, ya que aun cuan-do ganara lo suficiente realizaría actividades ajenas a lo que considerasu pasión, la antropología física.

Opopeo, Michoacán, ca. 1972.

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blema de lucha global por una sociedad distinta (Toti,1975: 173-175).

Pero, ¿cómo imaginar una sociedad distinta basada enla búsqueda universal del florecimiento humano (o uni-ficación del tiempo de trabajo y el tiempo libre) cuandoel desarrollo del intelecto ni siquiera es considerado unvalor en la actual sociedad moderna? Toti propone quepara solucionar el problema del aburrimiento del traba-jador, es decir, para lograr el florecimiento humano, nose debe buscar tanto mejorar las armas para asesinar altiempo: los medios de diversión, los sistemas de utiliza-ción del tiempo libre, sino más bien devolver al tiempolibre un significado (1975: 181). Para este autor, el tiem-po libre debe transformarse

en un tiempo de conciencia, un tiempo de lucha por librarsedel trabajo, una relación consciente —también en la diver-sión y en el entretenimiento— de la contradicción entre eltrabajo y el tiempo libre, de la necesidad de volver a reunificarel tiempo del hombre, de reconstruir al hombre en toda ladimensión temporal de su existencia, como agente primerode la sociedad, como creador de la sociedad. Pero, para lle-gar a este resultado, hay que partir de la búsqueda de unaconciencia de las contradicciones sociales, o sea, hay quepartir del trabajo, de las estructuras de la sociedad y no de sussuperestructuras, es decir, del tiempo libre (1975: 181).

Sin embargo, Toti contesta sólo de manera indirecta lapregunta sobre la situación que resultaría, en términosde creatividad del trabajo humano, si se abolieran las rela-ciones capitalistas de producción sin transformar el pro-ceso productivo. Al finalizar la crítica a diversos autoresque ponen el acento en la división técnica del trabajocomo causa de la alienación del trabajo (Fromm, Ries-man, Friedmann), alude (sin precisarlas) a las “dificulta-des que sin duda se deberán superar en la sociedad so-cialista para realizar ‘individuos de desarrollo integral’”.Más adelante, Toti se pregunta, pero no responde: “¿Có-mo reaccionan física y mentalmente los millones detrabajadores soviéticos ante sus respectivos trabajosfraccionados, los trabajos en cadena?” (1975: 172)40. No

obstante, afirma que se requieren “modificar las relacio-nes de producción existentes, que transforman en mer-cancía también el tiempo libre del hombre”. Hasta queno se consiga cambiar esta sociedad, sólo se podrá cons-tatar amargamente que “la espontaneidad del hombrecesa de existir, también en el uso de su tiempo libre, enel momento en que se hace un esfuerzo excesivo para ‘al-canzarla’, o sea, para comprarla” (1975: 111).

Podemos decir que si bien la unificación plena deltiempo de trabajo y el libre en una síntesis humana su-perior pasa por la transformación de las relaciones socia-les, en tanto no hayamos alcanzado tal transformación,tenemos que hacer “uso” de la superestructura, es decir,del tiempo libre, para crear la conciencia de la existencia delas contradicciones sociales que permita esta síntesis.De lo contrario, el florecimiento humano aparece leja-no, si no imposible41.

REFLEXIONES FINALES

En el capítulo final de su libro, Toti concluye:“actualmen-te, las clases subalternas son mantenidas en un nivel cul-tural bajo, o sea, en el nivel de una recreación al estadopuro, sin preocupaciones informativas ni culturales, enel nivel de la diversión, o sea, de la divagación, de la dis-tracción, y no de la atención ni la contemplación” (1975:258). A más de cuatro décadas de que Toti llegara a estaconclusión (la versión original del texto en italiano fue

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número). No obstante, no puede negarse que, en términos de derechoslaborales, durante su existencia servía de freno y contrapeso al desa-rrollo del capitalismo voraz que prevalece actualmente y que niega losderechos fundamentales a los trabajadores, sobre todo en los paísesmás pobres.41 De Grazia plantea dos condiciones necesarias para lograr el accesogeneralizado a la posibilidad de disfrutar el ocio. La primera es que elEstado debe transformarse para lograr proveer las condiciones mate-riales que permitan a todos la posibilidad de disfrutar el ocio (aunqueplantea que no necesariamente todos llegaremos a él dadas nuestras di-ferentes capacidades) (1994: 435). Sugiere también que es necesarioromper el ansia consumista, ya que aniquila toda posibilidad de dis-frutar el ocio debido a que la espiral de producción-trabajo-necesidadde tiempo de consumo no se detiene. Lo anterior implicaría modificarla idea estadounidense de que la posesión de bienes los coloca en la ci-ma del nivel de vida (1994: 345).

40 Luis Arizmendi es muy crítico de los sistemas sociales denominadossocialistas, bajo el argumento de que el socialismo realmente existentees un “Estado capitalista despótico” (véase su artículo en este mismo

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escrita en 1961) la situación de la clase obrera en el mun-do se ha agravado con la globalización y la derrota del so-cialismo realmente existente. Cada día aparece más remo-ta la posibilidad de que el trabajador logre trascender elgrado de alienación en el que se halla y encuentre el ca-mino al florecimiento humano.

Además del tedio en el trabajo y la vacuidad de la cultu-ra de masas, un aspecto ignorado en el planteamientotanto de Toti como de Boltvinik es el desgaste de la fuer-za de trabajo en el transporte. Si bien el uso de la Inter-net ha logrado que una pequeña proporción de la fuerzade trabajo, sobre todo la que realiza trabajo intelectual,no tenga necesariamente que enfrentarse al agotamientoque implica el traslado en las grandes ciudades y subur-bios de nuestra “moderna” sociedad, para la gran mayoríade los trabajadores llegar a sus lugares de trabajo repre-senta casi media jornada laboral “normal” (o sea cuatrohoras diarias)42. Como lo expresa Toti casi al final de suobra, “la música culta requiere una atención que ya hasido totalmente gastada en el trabajo” (y en el transporte,habría que añadir).

Se podría argumentar que el tiempo destinado al trans-porte puede convertirse en un espacio para la concienti-zación. Al recordar, por ejemplo, que una de las grandesrevoluciones de la cultura obrera en Inglaterra fue la pro-ducción de los llamados libros de bolsillo, podríamosdecir que en las actuales circunstancias los aparatos elec-trónicos de “bolsillo” que permiten la reproducción delibros grabados, de música y radio aparecen como unanueva opción de concientización43. Sin embargo, surgela pregunta: ¿en qué grado estos nuevos instrumentos(tanto electrónicos como de Internet) lograrán transfor-mar la conciencia de clase para buscar como fin últimoel florecimiento humano, si es la industria capitalista demasas la que decide los productos que pueden estar dis-ponibles en el mercado para las mayorías?

Y aquí conviene retomar la cita que hace Toti de Marxen la que éste duda sobre el fin último de la creaciónde nuevos productos (valores de uso/valores de cambio)en el capitalismo:

Junto con la masa de los objetos crece, pues, el reino de lasinstituciones exteriores a las cuales el hombre está someti-do; y cada nuevo producto es una nueva potencia de enga-ño recíproco y recíproca explotación […] La expansión delos productos y de las necesidades se vuelve esclava inge-niosa y siempre calculadora de apetitos inhumanos, refi-nados, poco naturales e imaginarios. Por un lado, hay unrefinamiento constante de necesidades y medios; por el otro,un regreso a la barbarie animalesca, una simplificación delas necesidades, completa, tosca, abstracta […] De allí lanecesidad de llevar a las masas trabajadoras a la lucha porreivindicaciones siempre más elevadas, de cultura, de be-lleza también, relativas a las condiciones de existencia (cit.en Toti, 1975: 263).

Aunque el enfoque del florecimiento humano planteaque en el capitalismo la disponibilidad de tiempo libreocupa un lugar central dado que la mayoría de los indi-viduos tiene empleos poco satisfactorios, la posibilidadde lograr a nivel societal el florecimiento sólo se dará enuna etapa histórica superior al capitalismo en la que nose presente la escisión humana. Lo anterior se deduce dela cita a Márkus que realiza Boltvinik (2005: 62) casi alinicio de su obra:

[…] la producción capitalista, en cuanto forma supremade la alienación, no es sino el estadio específico de la evo-lución de las fuerzas productivas sociales en el que éstas sedesarrollan como fuerzas del capital independizadas fren-te al trabajador y, por lo tanto, en contraposición directa a supropio desarrollo, al desarrollo del trabajador. Dicho másprecisamente, la misma alienación no es sino esa discrepan-cia en la cual la evolución histórica de la humanidad discre-pa de la evolución de los individuos, y el efecto autoconfi-gurador, autodesarrollador de la actividad humana aparecesólo en el plano social global, y no como factor configura-dor del individuo, desarrollador de la personalidad en la ac-tividad del individuo mismo. La alienación no es, pues, se-gún el uso conceptual de Marx, más que la contraposición, laescisión entre el ser humano y la existencia humana. Y la abo-lición-superación de la alienación es la abolición de la con-traposición entre el ser humano y la existencia humana, osea, la creación de las posibilidades de una evolución his-

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42 Como hemos apuntado, De Grazia cuestiona constantemente la ideade que en la actualidad gozamos de mayor disponibilidad de tiempo.Además de alertarnos sobre el aumento en el tiempo destinado al trans-porte, asegura que el crecimiento de las ciudades provocó la destruc-ción de los espacios comúnmente utilizados por la fuerza de trabajo ensus tiempos libres, como por ejemplo, áreas verdes, ríos, etcétera.43 Sobre todo en una sociedad como la mexicana en la que la lectura espoco común entre la clase trabajadora, no se diga entre la “culta”.

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tórica en la cual se termine la contraposición entre la ri-queza, la multilateralidad de la sociedad y la impotencia,la mezquindad, la unilateralidad de los individuos, una evo-lución en la cual el desarrollo general de la sociedad, el es-tadio evolutivo de la humanidad, se pueda medir adecua-damente por el estadio de desarrollo de los individuos, y launiversalidad y libertad del género humano se exprese di-rectamente en la vida multilateral y libre del individuo (Már-kus, cit. en Boltvinik, 2005: 62).

Pero mientras llega el tiempo (aunque en sentido es-tricto sería el momento histórico) en el que se dé la aboli-ción de la alienación, tanto Toti como Boltvinik establecenque para que se de la reunificación entre el ser humanoy la existencia humana, primero la humanidad debe sa-tisfacer las necesidades deficitarias (en el sentido de Mas-low). Al respecto, Toti cita a Marx en un texto en el cual,al referirse al socialismo (como ideal de sociedad), éstesostiene que:

El hombre podrá producir de modo universal, libre de la ne-cesidad física precisamente porque produce de verdad sólocuando está libre de ella […] El disfrute del tiempo librehumano perderá su naturaleza egoísta, puesto que el hom-bre será “rico y profundamente sensible a todo”. La historiahabrá cumplido su tarea, que es la de predisponer las con-diciones para que los hombres se conviertan en objeto dela conciencia sensible y para que la necesidad del hombrese transforme en necesidad humana. Ser ya no será tener; enlugar de la riqueza y la miseria existirán el hombre rico yla riqueza de necesidades humanas. El hombre será “rico”, osea, necesitado de una totalidad de manifestaciones de vidahumana, y su realización será una necesidad interior […] Elhombre será deudor de su propia existencia sólo consigomismo, y finalmente será libre y verdaderamente indepen-diente. La generación del hombre mediante el trabajo hu-mano se habrá cumplido (cit. en Toti, 1975: 275-276).

El florecimiento humano aparece en la actualidad co-mo una característica de un escaso número de hombresy mujeres cuyo trabajo elegido libremente (remuneradoo no) les ha permitido desplegar todas sus potencialida-des humanas44. La generalización del florecimiento hu-

mano, como forma de vida (al menos para la mayoría dela sociedad) pasa necesariamente, como plantea Marx,por la desaparición de la antítesis entre tiempo de traba-jo y tiempo libre. No obstante, esta conclusión social su-pone “una libertad casi absoluta del hombre con respectoa la producción de los medios materiales de subsistenciay, por consiguiente, su indiferencia hacia los problemasde la propiedad de los medios de producción” (Marx,Grundrisse, cit. en Toti, 1975: 269-270). Esta condiciónseguramente se cumplirá en Utopía.

Bibliografía

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De Grazia, Sebastian, 1994 [1962], Of Time, Work and Lei-sure, Vintage Books, Nueva York.

Maslow, Abraham, 1943, “A Theory of Human Motiva-tion”, Psychological Review, vol. 50, pp. 370-396.

Márkus, György, 1985 [1971], Marxismo y ‘antropología’,Grijalbo, México.

Marx, Karl, 1999 [1867], El capital, Siglo XXI, México, Ma-drid (Biblioteca del Pensamiento Socialista) (1a ed. enespañol, 1975).

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Toti, Gianni, 1975 [1961], Tiempo libre y explotación capita-lista, Ediciones de Cultura Popular, México.

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44 No obstante, el desarrollo de capacidades y necesidades humanas

también se da en individuos cuya actividad no es elegida libremente yque están sometidos a trabajos agobiantes y extremos. Un ejemplo deestos casos puede ser el de Espartaco, quien, a pesar de su condiciónde esclavo, logra mantener una rebelión de esclavos en contra del im-perio romano por más de cinco años. Engels también aseguraba quelos obreros, a pesar de estar sujetos a condiciones laborales extremas,habían conseguido no solamente salvar su intelecto, sino desarrollar-lo y afinarlo más que la otra gente gracias a su rebelión contra el desti-no y la burguesía, o sea, gracias al único pensamiento o sentimiento quepodían cultivar durante el trabajo” (cit. por Toti,1975: 42). Tal rebeldíallevó al obrero a impulsar métodos y medios de lucha para autoedu-carse en su escaso “tiempo libre” (después del trabajo, en los traslados,en la comida, etc.).

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C uando leí los artículos que serían incluidos enel número 23 de la revista Desacatos, me dicuenta de lo atractivo y de lo necesario que es

un volumen así1. Es indispensable discutir la idea del flo-recimiento humano como una forma amplia de mirar lapobreza. Algunos de los textos me resultaron familiares;otros, como por ejemplo el de György Márkus, se me di-ficultaron. Esto se debe a que tal como lo menciona Bolt-vinik, la obra de Márkus no es conocida en México y,principalmente, la tradición filosófica en la que yo me heformado proviene de la vigorosa propuesta del filósofoestadounidense John Rawls.

Para ordenar la discusión decidí exponer diversas tra-diciones que hablan de la pobreza, la desigualdad y elflorecimiento humano. Así, dividí el texto en cuatro apar-

tados. El primero se refiere a lo que usualmente se deno-mina el liberalismo igualitario. Dicho pensamiento hasido comentado con profundidad por Julio Boltvinik,tanto en su libro Ampliar la mirada. Un nuevo enfoque dela pobreza y el florecimiento humano como en el artículo“Elementos para la crítica de la economía política de lapobreza” que aparece en este número de Desacatos. Ensegundo lugar hablaré de las teorías comunitaristas queson interesantes, tanto por las propuestas que han hechocomo por las críticas dirigidas contra el liberalismo igua-litario y las teorías de la justicia distributiva. Me pareceque los comunitaristas han hecho críticas al liberalismonecesarias para entender ciertas concepciones del floreci-miento humano tal como lo concibe Boltvinik. En tercerlugar me referiré al enfoque del florecimiento humanopropiamente dicho. A partir de este enfoque se ejerce unacrítica a lo que se considera la forma más despiadada delas relaciones de producción capitalistas: el neoliberalis-mo. Por último volveré, con Martha Nussbaum, a la tra-dición de pensamiento liberal, ya que con ella se planteael tema del florecimiento humano a partir de la obra de

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COMENTARIO

Cuatro enfoques sobre la idea del florecimiento humano

Paulette Dieterlen

PAULETTE DIETERLEN: Instituto de Investigaciones Filosóficas, Universidad Nacional Autónoma de México, México-Distrito [email protected]

Desacatos, núm. 23, enero-abril 2007, pp. 147-158.

1 Agradezco a Julio Boltvinik la invitación a escribir el “Comentario”de este número de la revista, así como a los editores de la misma.Asimismo, le agradezco sus valiosísimas observaciones sobre una ver-sión previa del texto. Sus sugerencias ayudaron a que éste mejoraranotablemente.

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Rawls y de Sen. También Nussbaum, tal como lo men-ciona Des Gasper, “incorpora percepciones del comu-nitarismo, pero logra evadir el relativismo; y demuestracon mayor detalle, tanto en teoría como por casos, cómohay posibilidades para la variación cultural, flexibilidad ysensibilidad contextual, al hacer operativas las capabili-ties2 centrales estipuladas y en la vida más allá de ellas”3.La razón de dividir el trabajo de esta manera es que me

permite resaltar cuatro de los principales enfoques a par-tir de los cuales se puede plantear la noción de floreci-miento humano.

EL ENFOQUE LIBERAL IGUALITARIO

En el pensamiento liberal igualitario las discusiones sobrela pobreza, el bienestar humano y el florecimiento de laspersonas se han desarrollado, principalmente, en el senode las teorías de la justicia distributiva. La característica dedichas teorías es que otorgan un lugar prioritario a la liber-tad pero conceden una importancia similar a la igualdad.

2 Sobre el significado de capabilities y functionings y la razón de su notraducción, véase la nota 5 en el artículo de Julio Boltvinik publicado eneste número, p. XX.3 Des Gasper,“La ética del desarrollo humano y las ‘fronteras de la justi-cia’ de Martha Nussbaum”, en este número de Desacatos, pp. 291-318.

Auditorio Nacional, ciudad de México, ca. 1963.

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Quizá el artículo que más contribuyó a esta discusión fue“¿Igualdad de qué?” escrito por Amartya Sen en 1979. Es-te artículo es una respuesta a ciertos temas planteadospor John Rawls en el libro Teoría de la justicia publicadoen 1971. En dicha obra, Rawls propone los bienes prima-rios como índices de distribución que nos permiten iden-tificar a las personas menos favorecidas en una sociedad(cfr. Rawls, 1986: 191). Esto significa que el sector másvulnerable de la sociedad es aquel que tiene menos bie-nes primarios. Esta idea ha sido criticada por Sen.

Según Rawls, los bienes primarios representan aque-llo que todas las personas valoran, puesto que son “las co-sas que se supone que un hombre racional quiere tener,además de todas las demás que pudiera querer” (1995:95). Dichos bienes son: a) las libertades básicas, estable-cidas en una lista, por ejemplo: la libertad de pensamien-to y de conciencia, la libertad de asociación, la integridadde la persona, las libertades legales y las políticas; b) la li-bertad de movimiento y de elección de ocupación sobreun trasfondo de oportunidades diversas; c) los poderes yprerrogativas de cargos o posiciones de responsabilidad,particularmente de los de las principales instituciones po-líticas y económicas; d) la renta y la riqueza; y e) las basessociales del respeto a uno mismo (Rawls, 1986: 190).

Los bienes primarios de Rawls pueden cumplir dosfunciones. Por una parte, son indicadores de aquello quees necesario distribuir; por otra, su carencia nos mues-tra cuál es el sector menos aventajado de la sociedad.

Es posible interpretar la noción de bienes primarios co-mo aquello que permite que las personas se respeten a símismas y sean respetadas por los demás. Dicho respetoes una condición para lograr el florecimiento humano.Así, dichos bienes dan a las personas el sentimiento desu propio valor, la convicción firme de que su concep-ción del bien y su proyecto de vida valen la pena de serllevados a cabo. También el respeto implica una confian-za en la propia capacidad, en la medida en que de ella de-pende el poder para realizar los planes de vida. Cuandocreemos que nuestros proyectos son de poco valor co-rremos el riesgo de sentirnos fracasados y sin confianza(cfr. Rawls, 1995: 398).

Es conveniente señalar que el sentimiento de fracaso yde falta de confianza puede surgir de diversas causas:

enajenación en el trabajo, discriminación, enfermedad,capacidades diferentes, raza, color, situación económica,etc. Así, uno de los bienes primarios consiste en las basessociales del respeto propio. Y la noción de respeto es unacondición para lograr el florecimiento humano, ya queel fracaso y la falta de confianza no permitirían que unapersona se desarrollara de la manera en que lo exige laidea de florecimiento humano.

Dos problemas de la propuesta rawlseana preocupana Sen. El primero consiste en homogeneizar a las perso-nas receptoras de los bienes primarios, puesto que éstastienen necesidades distintas por su edad, su estado desalud, las condiciones climáticas, el lugar geográfico, sutemperamento. Las diferencias deben ser tomadas encuenta para estudiar los esquemas de una distribución,sobre todo en los países pobres. Por ejemplo, el aprove-chamiento de los bienes primarios disminuye notable-mente en las personas que sufren desnutrición.Así, juzgarlos niveles de ventaja exclusivamente en función de losbienes primarios conduce a una moralidad parcialmen-te ciega, puesto que deja de lado diferencias que puedenser moralmente relevantes. El segundo problema que Senobserva es que los bienes primarios sólo poseen un valorinstrumental contingente; considerarlos como fines se-ría tratarlos como fetiches, como si tuvieran un valor in-trínseco (cfr. Sen, 1994: 150). Por ejemplo, si alguien tieneuna desventaja física requeriría un ingreso más alto paraadquirir el bien primario de la libertad de movimiento.Por esta razón, Sen distingue entre la noción del bien, suscaracterísticas, el funcionamiento que permite y su utili-dad, y pone el énfasis en el tercer aspecto, en el funcio-namiento. El funcionamiento de una persona apunta aun aspecto único e importante: lo que una persona pue-de hacer y ser. Por tanto, cualquier bien debe ser valo-rado no en sí mismo sino en cuanto que permite que losindividuos desarrollen sus capabilities y sus functionings.Dada la diversidad de sujetos que existen en el mundo,las capabilities y los functionings son diferentes; así, laspersonas que se encuentren en estado de pobreza extre-ma deberán contar con los medios adecuados para satis-facer sus necesidades básicas. Al hablar de la pobreza, Sense refiere a las capabilities básicas, es decir, aquellas quenos permiten cumplir mínimamente con los functionings

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más cruciales e importantes. La identificación de los nive-les mínimos aceptables de ciertas capabilities básicas (pordebajo de los cuales se considera que las personas pade-cen privaciones escandalosas) puede proporcionar unenfoque de la pobreza. De hecho, uno de los elementosmás significativos de la obra de Sen es su enfoque de lascapabilities para detectar los casos de pobreza extrema, almismo tiempo que critica las definiciones que se basanexclusivamente en el ingreso (Sen, 1993: 67).

Ahora bien, existen, principalmente, dos críticas tantoal planteamiento de Rawls como al de Sen. La primera serefiere al carácter individualista de su posición; ésta la ve-remos a continuación. La segunda ha sido planteada porJulio Boltvinik cuando afirma que la noción de capabilitiesde Sen sólo se refiere a un aspecto económico del floreci-miento humano, que si bien es necesario, de ninguna ma-nera es suficiente. Lo mismo sucede con el planteamientode Rawls: cuando nos referimos a los bienes primarioscomo índices con los que focalizamos a los miembros me-nos favorecidos de la sociedad nos quedamos, en últimainstancia, con un criterio económico. En la obra de Bolt-vinik también encontramos una crítica poderosa al ca-rácter individualista de las teorías liberales.

En el siguiente apartado del texto examinaremos al-gunas de las críticas y las propuestas del pensamiento co-munitarista.

EL ENFOQUE COMUNITARISTA

El pensamiento liberal ha sido criticado por pensadoresque pertenecen a distintas corrientes de pensamiento.Entre ellas se encuentra la de aquellos que han sido de-nominados “comunitaristas”, justamente por poner elacento en el análisis antropológico, económico y socialde las comunidades y no en los individuos.

La crítica de los pensadores comunitaristas, por ejem-plo, al concepto de persona que se encuentra en el pen-samiento liberal es que no toma en cuenta la historia yque el sujeto que manejan como unidad de análisis noestá enraizado en una situación empírica, por lo quese convierte en un concepto trascendental. Asimismo, lasconcepciones liberales ignoran las experiencias particu-

lares de las personas y estudian las creencias y las prefe-rencias de los hombres y mujeres ignorando el contextosocial que las predeterminan (cfr. Rorty, 1986-1987).

En el liberalismo hay una confusión entre la capacidadde los agentes de elegir y de reflexionar. Estas actividadestienen que distinguirse: cuando se elige, el agente sóloconsidera planes alternativos en función de sus creencias ysus deseos; cuando reflexiona, el agente es capaz de exa-minar sus propias capabilities. Gracias a la reflexión, unapersona conoce no sólo sus preferencias sino, sobre to-do, sus compromisos con los otros (Sandel, 1983: 154).El concepto de persona en el que se basa el liberalis-mo supone un sujeto “desarraigado”de su contexto socialo cultural, por lo que dicha teoría no da una explicaciónconvincente de los fenómenos sociales y culturales. Esinteresante destacar que la crítica que hace Michael San-del al liberalismo de Rawls es semejante a la que haceMárkus a la teoría de la acción comunicativa de Haber-mas, tal como puede verse en el texto que aparece en estenúmero de la revista. Dicha crítica se enfoca, en el casode Sandel, al carácter trascendental del liberalismo rawl-seano y, en el caso de Márkus, a la trascendentalidad dela teoría de la acción comunicativa que parte de una si-tuación de habla ideal.

Por su parte, Michael Walzer piensa que la justicia esuna construcción humana y duda de que pueda aplicarsede una sola manera. Las preguntas que plantea la teoría dela justicia distributiva necesitan una gama de respuestasy, dentro de esa gama, hay espacio para la diversidad cul-tural y la opción política. No cree que sea posible aplicarun principio singular determinado, sino más bien un con-junto de principios en momentos históricos diferentes.Así, Walzer sostiene que “los principios de la justicia sonen sí mismos plurales en su forma; que bienes socialesdistintos deberían ser distribuidos por razones distintas,en arreglo a diferentes procedimientos y por distintosagentes; y que todas estas diferencias derivan de la com-prensión de los bienes sociales mismos, lo cual es pro-ducto inevitable del particularismo histórico y cultural”(Walzer, 1996: 19).

Charles Taylor (1985: 289) sostiene que el liberalismoparte de una situación hipotética —por ejemplo, el velode la ignorancia o el estado de naturaleza—, en lugar de

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tomar en cuenta la existencia de una estructura social enla que el ser humano desarrolla sus potencialidades. Portal estructura, Taylor entiende una diversidad de formasde vida comunitaria en las que se encuentran los indivi-duos: la familia, el vecindario, la comunidad, el munici-pio, el Estado, hasta el país. El conocimiento de dichasestructuras nos da la pauta para saber qué es el bien co-mún. La mayoría de los países occidentales creen haberlogrado una estructura igualitaria, razón por la cual ladiscusión se ha centrado en las pautas de distribuciónque nos permiten acercarnos al ideal de la igualdad. Unproblema que percibe Taylor es que quizá sea más difícilcambiar una estructura social que aplicar políticas dis-tributivas equitativas. El costo que se paga por los cam-bios puede ser muy alto.

Ahora bien, el conocimiento de la estructura social tam-bién nos permite identificar a los individuos que con-tribuyen al bien común y que, por lo tanto, merecen más.Taylor llama a este principio distributivo el principio “decontribución mitigada”, el cual abarca dos ideas básicas.La primera consiste en la creencia de que la vida comuni-taria permite el desarrollo de las capabilities del ser huma-no; por lo tanto, merecen más los que más cooperan conella. La segunda se refiere al bien intrínseco que conlle-va la vida comunitaria y del cual surge un beneficio quedebe ser tomado en cuenta a la hora de la distribución.

Otro elemento importante en sociedades como la nues-tra es el principio republicano que nos permite valorarla libertad individual y la capacidad que tienen las perso-nas de deliberar en comunidad.

Taylor distingue su concepto de distribución del queha sido sostenido por el pensamiento liberal. La contribu-ción comunitaria debe tender hacia la obtención de bie-nes públicos, a la satisfacción que proporciona el trabajo,el valor y el gusto por la cooperación. Su ideal es llegar auna sociedad en la que la producción de los medios devida tenga el valor que le corresponde para que, de estamanera, la energía humana pueda emplearse en la reali-zación de actividades más creativas. Esta idea se asemejaa las tesis planteadas por los autores que, con Boltvinik,defienden la idea de florecimiento humano.

Taylor piensa que tenemos que abandonar la búsque-da de un conjunto de principios de justicia distributiva;

que las sociedades modernas deben ser vistas a la luz deprincipios diferentes e irreducibles; que no existe una res-puesta acerca de criterios únicos que obliguen a los sereshumanos a llevar a cabo políticas de distribución, y quesólo existen compromisos mutuos que crean distintasobligaciones. Cuando pensamos en distribuciones tene-mos que atender a las necesidades, a los derechos y a losdeberes que los individuos tienen unos con otros y con sucomunidad, y los que la comunidad tiene con sus miem-bros (1985: 312). Según él, las sociedades occidentaleshan valorado de manera independiente los principios dela contribución y el principio republicano. Esto ha origi-nado que los defensores del primero sucumban ante elchantaje de aquellos que tienen más habilidades y capa-cidades; por su parte, los apologistas del segundo hanaceptado el poder del voto como una medida de coer-ción. La unión de los dos principios sólo se daría en lamedida en que nos acercáramos a una vida comunitariaen la que fueran posibles tanto un autogobierno como

4 Ecatepec, Estado de México, 1962.

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una autogestión. Así, las discusiones filosóficas sobre lajusticia distributiva han decepcionado por igual a los pen-sadores de izquierda y a los de derecha, ya que ha per-manecido en un nivel de discurso racional. Examinar lacuestión desde el punto de vista intelectual no solucionala tensión política. Según Taylor, lo que está en juego esel proyecto de una sociedad diferente en la que se desarro-lle una solidaridad mayor y una autogestión colectiva.“Si distinguimos los asuntos propios de la justicia distri-butiva de aquellos que nos comprometen con una trans-formación social, la discusión filosófica se acercará mása un debate real” (1985: 316). La propuesta de Taylor serelaciona con el republicanismo y la autogestión.

Además de defender el republicanismo y la autoges-tión, Taylor incorpora un elemento que los defensoresdel paradigma del florecimiento humano aprecian mu-cho: el reconocimiento del otro. Ellos defienden, al igualque Taylor, que las teorías que parten de los individuosaislados, considerados sólo como portadores de prefe-rencias reveladas, no pueden explicar la idea del floreci-miento humano; para alcanzarlo necesitamos pensar a laspersonas como miembros cooperativos de la sociedad.La cooperación no consiste en una negociación sino enel reconocimiento del otro. Taylor recurre a la dialécticadel amo y el esclavo de Hegel para resaltar la necesidad delreconocimiento humano, para proponer la necesidad de

Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México, 1965.

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pasar del “yo” al “nosotros” (1994: 51). Boltvinik presen-ta la idea del florecimiento humano desde la perspectivade las necesidades y las capabilities individuales de las per-sonas, pero siempre dentro de y a partir de su situaciónen la sociedad.

EL ENFOQUE DEL FLORECIMIENTOHUMANO

Los autores cuyos textos aparecen en este número de De-sacatos, aunque comparten algunas ideas con los pensado-res que defienden los enfoques analizados anteriormen-te, defienden una visión distinta de la sociedad. La mayoríade ellos comparten la noción de que es necesario plan-tear un cambio radical en las instituciones políticas yeconómicas. También critican la idea del Estado-nación,ya que cuando se pone en práctica contribuye a reproducirla desigualdad. Esto sucede tanto dentro de los Estadoscomo entre los Estados ricos y los pobres. La globaliza-ción, basada en la idea de Estado-nación, ha incremen-tado la pobreza y ha marcado una diferencia catastróficaentre los hombres, las culturas y los países. Por ejemplo,Thomas Pogge nos dice que en la actualidad:

Alrededor de 2 800 millones de personas, esto es, 46% dela humanidad, vive por debajo de la línea de pobreza queel Banco Mundial ha fijado en menos de dos dólares diarios[…] La renta media de las personas que viven por debajode esta línea es 44.4% inferior. Cerca de 1 200 millones vi-ven con menos de un dólar/ día, la línea de pobreza más co-nocida del Banco Mundial […] Cada año, unos 18 millonesmueren prematuramente por causas relacionadas con la po-breza. Esto constituye un tercio de todas las muertes huma-nas —50 000 diarias, que incluyen las de 34 000 niños me-nores de cinco años (2005: 16).

La situación que nos describe Pogge es alarmante, mássi nos damos cuenta de que los cálculos se basan en la lí-nea de pobreza más baja: menos de un dólar al día.

Boltvinik nos ha mostrado la insuficiencia de estos mí-nimos en Ampliar la mirada. Un nuevo enfoque de la po-breza y el florecimiento humano. En el libro está presentela idea de que para que los seres humanos logren el flore-cimiento humano es necesario hacer cambios políticos y

económicos estructurales. Luis Arizmendi coincide conesta idea cuando nos dice que el capitalismo neoliberal,al que él llama cínico,“dejando atrás la promesa que ha-bía sostenido en la modernización de la técnica planetariaen su fase previa, es decir, la pretensión de que traeríaconsigo la abundancia para la sociedad en su conjunto,admite sin vacilaciones sus efectos depredadores contra elproceso de reproducción social y se formula su funciona-lización opresiva”3. Arizmendi pone el acento en el hechode que “las instituciones internacionales tienen una con-cepción muy limitada de las necesidades humanas y de lapobreza”. Y nos señala que:

el Banco Mundial introduce una concepción doblementeunidimensionalizada de la pobreza: primero, porque borrao sencillamente ignora todo el amplio conjunto del sistemasocial de necesidades, reduciendo la pobreza global exclu-sivamente a pobreza alimentaria; y luego porque pasa poralto hasta los medios de subsistencia más básicos requeri-dos para realizar la alimentación, reduciendo unilateral-mente la pobreza alimentaria a adquisición de alimentos nococinados4.

Ahora bien, respecto a los artículos que aparecen eneste número de la revista relacionados con la teoría delflorecimiento humano, voy a referirme a tres temas: elparadigma de la producción, la utopía y el tiempo libre.

El llamado paradigma de la producción es indispen-sable para entender el concepto de florecimiento huma-no y ha sido desarrollado por György Márkus. Para Már-kus las teorías de las ciencias humanas y sociales puedendividirse en dos paradigmas, el de la producción y el dellenguaje. El de la producción pone el acento en la for-mación y uso de los objetos sociales, principalmente enel proceso del trabajo. En sociología este paradigma se re-fiere al conjunto de condiciones de la producción y lareproducción de las relaciones sociales. Por otro lado, elparadigma del lenguaje se basa en los fenómenos de laintersubjetividad que son mediados por el lenguaje. Sibien Márkus aplaude el esfuerzo de los paradigmas del

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3 Luis Arizmendi,“El florecimiento humanos como mirador iconoclas-ta ante la mundialización de la pobreza”, en este número de Desacatos,pp. 101-124.4 Ibid., p. 104.

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lenguaje por poner el acento en la intercomunicación,piensa que dichos paradigmas fracasan al soslayar el he-cho de que sólo nos podemos comunicar en la medidaen que participamos en un proceso de producción socialque se da en el trabajo. Márkus, basándose en Marx, sos-tiene que existe una unidad indisoluble de hechos y reglasen la constitución del mundo vital como realidad mate-rial humana y que cada elemento humanamente signi-ficativo del medio ambiente del hombre es, simultánea-mente, una objetivación de relaciones pasivas y activasespecíficas del hombre con la naturaleza y una materia-lización, un “portador” de formas sociales definidas.

Como Julio Boltvinik señala, Márkus ofrece una vi-sión integral del enfoque y su problema. Así, éste dice:

El paradigma de la producción ofrece una conceptualiza-ción de la realidad socio-histórica que conecta internamen-te la idea de la auto-creación del hombre con la finitud hu-mana. Concibe a los seres humanos, los únicos sujetos dela historia, como seres dependientes de necesidades cuya‘esencia’ existe por tanto fuera de ellos como objetividaddeterminante. Pero al mismo tiempo concibe el carácter deesta dependencia y determinación como sujeta tanto al cam-bio histórico como al control social (potencial). La objeti-vidad social externa es no sólo el resultado de actividadeshumanas previas, es también su objetivización y su mate-rialización. Por tanto, su cambio significa, al mismo tiem-po, una transformación de la ‘naturaleza humana’, unacreación de nuevas necesidades y capacidades.

Como comentamos anteriormente, el eje central de lateoría del florecimiento humano se encuentra en el librode Julio Boltvinik Ampliar la mirada. Un nuevo enfoquede la pobreza y el florecimiento humano y en el artículoque aparece en este número de la revista,“Elementos parala crítica de la economía política de la pobreza”. Tal co-mo lo dice Boltvinik,“el nuevo enfoque construido tienedos pilares: 1) la definición metodológica (o nuevo para-digma metodológico), consistente en derivar el eje del ni-vel de vida del eje de florecimiento humano; y 2) la defini-ción del contenido conceptual de ambos ejes, consistenteen identificar el desarrollo de las fuerzas esenciales hu-manas como su elemento constitutivo”5. Para ello, Bolt-

vinik critica posiciones como las de Sen y de Rawls y afir-ma sus fidelidades con autores como Maslow, Fromm,Maccoby, Max Neef, Doyal y Gough, Nussbaum, Desaiy Alkire, a quienes les atribuye la relación que existe en-tre las necesidades humanas y las capacidades. Así, nosdice: “La postulación del desarrollo de la unidad necesi-dades-capacidades, de las fuerzas esenciales humanas, comoelemento constitutivo del EFH [eje del florecimientohumano] es consecuencia de un hallazgo reiterado: estaunidad está en el fondo de los conceptos y argumentos dedichos autores”6.

Otra idea básica de la teoría del florecimiento humanoes la de la utopía. Tal como afirma Ruth Levitas, el concep-to de florecimiento humano es un concepto intrínseca-mente utópico, ya que plantea la transformación del or-den social como una condición para el florecimiento7. Laobra de Levitas sobre la utopía se inscribe dentro del pen-samiento marxista que, por su riqueza, evita que se reduz-ca la medida de la capacidad humana a una escala simple;la utopía hace referencia a una escala multidimensional.

La utopía se vuelve un instrumento indispensable pa-ra criticar al sistema político y económico y para buscaralternativas que permitan el desarrollo del florecimien-to humano. Levitas coincide con Boltvinik, primero enque el objeto de una política social debe ser la promocióndel florecimiento humano y, segundo, en que la realiza-ción de las potencialidades humanas no debe confun-dirse con la abundancia material8.

Para defender el concepto de utopía Levitas nos remi-te a la obra de un personaje fascinante, William Morris.Morris (1834-1896) nació en Walthamsow, Inglaterra, yescribió, entre otros, un libro donde expone su concep-to de utopía: News from Nowhere. Estudió arquitectura,arte y religión en el Exeter College de la Universidad deOxford. En esa época conoció al crítico John Ruskin y aartistas como Dante Gabriel Rossetti y Edgard Burne-Jones, quienes fueron los principales exponentes de laescuela de pintura llamada “Prerrafaelita”. Fundó en 1891

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6 Ibid., p. 56.7 Cfr. Ruth Levitas,“El florecimiento humano: ¿una agenda utopista?”,en este número de Descatos, pp. 87-100.8 Cfr. ibid., p. 98.

5 Julio Boltvinik, “Elementos para la crítica de la economía política dela pobreza”, en este número de Desacatos, p. 55.

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la Kelmott Press, donde realizó trabajos originales y re-imprimió a los clásicos, siendo su obra más conocida, enestos temas, la edición de los Cuentos de Canterbury, deChaucer, ilustrada por Burne-Jones. Durante gran partede su vida se preocupó intensamente por preservar las ar-tes y oficios medievales abominando las formas de pro-ducción en masa. En 1883 fundó la Federación Socialde-mócrata y más tarde la Liga Socialista9. Para Levitas, elargumento central de la utopía de Morris, tal como laexpresa en News from Nowhere, radica en la exploraciónde los valores que subyacen en la utopía y que son dig-nos de defenderse, así como en su carácter de transfor-mación y de emancipación. Él sueña con

la desaparición de las ciudades, en su remplazo por jardi-nes y campos; la distinción entre lo rural y lo urbano desa-parece. Los pequeños pueblos permanecen, con lugares dereunión comunitaria, y los mercados son lugares donde seofrecen los bienes para la distribución, pero no se usa dine-ro. Desaparecen las escuelas y los niños aprenden habili-dades prácticas a través del juego y de la participación enla sociedad […] La fealdad del industrialismo desaparecey en su lugar surge un sistema ecológico sustentable basa-do principalmente en la producción artesanal10.

Seguramente su relación con los pintores prerrafaeli-tas le proporcionó cierto amor por el simbolismo natural.

Levitas parte del mismo presupuesto que el paradig-ma de la producción. Piensa, igual que Márkus y Boltvi-nik, que la sociedad capitalista impide que los seres hu-manos expandan sus potencialidades. El capitalismo esdeshumanizante y reduce el deseo y el desarrollo de lascapacidades a la satisfacción de las necesidades básicas.

Ahora bien, la idea de Morris de que los niños apren-derían jugando y participando en la comunidad, nos lle-va al tercer tema de la teoría del florecimiento humano:el del tiempo libre.

Araceli Damián también piensa que de la propuestade Boltvinik “se deriva de que en el capitalismo, a nivelindividual y societal, la clase subordinada quiere ganar,al tiempo de trabajo, el tiempo libre necesario para al-canzar en éste el florecimiento humano”11. También co-menta que la clase dominante busca controlar el uso deltiempo de la clase subordinada. Es fácil probar esta afir-mación si tomamos en cuenta que existe la carrera, enalgunas universidades, de “administración del tiempo li-bre”12. Lo anterior es un ejemplo de cómo a la clase enel poder le interesa no sólo planear el tiempo de trabajode la clase subordinada sino, también, su tiempo libre.

Relata Damián que para el sociólogo marxista GianniToti la única posibilidad objetiva para alcanzar la unifi-cación del tiempo de trabajo y el libre es la eliminaciónde la sociedad dividida en clases, es decir, la eliminacióndel modo de producción capitalista.

La utopía del tiempo libre consiste en afirmar que úni-camente en una sociedad en la que desaparezcan las di-cotomías criticadas por Marx en la Crítica al Programade Gotha, el tiempo de trabajo y el libre contribuirán aque los seres humanos se desarrollen y alcancen su máscompleto florecimiento.

Ahora bien, uno de los méritos de la obra de Boltvinikconsiste en buscar “ejes de encuentro” entre diversas tra-diciones de pensamiento. Esto lo comprobamos cuandoincluye en el número de Desacatos la reseña que hace DesGasper al último libro de Martha Nussbaum. Sin duda,ella se ha formado en el seno de las filosofías liberalesigualitarias y comunitaristas y ha incorporado la nociónde “aristotelismo democrático”.

EL ENFOQUE DEL FLORECIMIENTOHUMANO DENTRO DEL LIBERALISMO IGUALITARIO

Los autores que mencioné en el paradigma del floreci-miento humano (Boltvinik, Márkus, Arizmendi, Levitas

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9 Cfr. <http://es.wikipedia.or/wiki/William_Morris>.10 Ruth Levitas,“La educación del deseo: el redescubrimiento de WilliamMorris”, en este número de Desacatos, pp. 203-222. Es importante men-cionar que este texto es de una gran erudición. La autora hace referenciaa las críticas hechas al pensamiento de Morris por diversos autores y de-fiende la posibilidad de construir un socialismo “utópico” no en el senti-do en que fue criticado por Engels sino tal y como lo concibe Morris.

11 Araceli Damián, “El tiempo necesario para el florecimiento huma-no. La gran utopía”, en este número de Desacatos, pp. 125-146.12 Cfr. Universidad YMCA, Licenciatura en Administración del TiempoLibre.Véase <http://www.uniymca.edu.mx/paginas/tiempolibre.html>.

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y Damián) coinciden en la necesidad de cambiar las es-tructuras políticas y económicas para lograr las condicio-nes de posibilidad del florecimiento humano y, por eso,se insertan dentro de una tradición fiel al pensamiento deMarx. Por su parte, Martha Nussbaum, como lo men-cioné anteriormente, discute la noción de florecimientohumano desde la postura de los autores que coloqué den-tro de los paradigmas liberales y comunitarista. Esta ideala encontramos en la reseña que Des Gasper hace de suúltimo libro, Frontiers of Justice (2006)13, cuando señalaque la autora ha adoptado el liberalismo político de Rawlsy que ha incorporado ciertas ideas del comunitarismo14.Sin embargo, Boltvinik ha encontrado vasos comunican-tes con Nussbaum. Ambos coinciden en el rechazo a re-ducir el concepto de pobreza a los aspectos meramenteeconómicos y en la crítica que han hecho al concepto decapabilities de Sen. Si bien los dos recurren a la nociónde florecimiento humano, Boltvinik reconoce como pun-to de partida la filosofía de Marx mientras que Nussbaumse basa en Aristóteles. Nussbaum propone una lista nor-mativa de lo que considera esencial para alcanzar lo quees una vida realmente humana.

La lista incluye dos elementos: los umbrales y las capabi-lities. Una vida sin las capabilities señaladas sería dema-siado pobre para ser vivida. El problema de los umbraleses más complicado, ya que la vida humana, en general, pue-de definirse como la lucha por superar los umbrales. Nin-gún ser humano desea pasar hambre, sentir dolor o morir.

Según Nussbaum, existen dos umbrales que nos per-miten caracterizar una vida como humana: el primeroes el de las capabilities para funcionar; si existen perso-nas que se encuentran bajo ese umbral su vida no podríallamarse humana. El segundo se refiere al caso en que lasfunciones sean tan reducidas que aunque podríamos con-siderar que es una vida humana no podríamos afirmarque es una “buena” vida. Este último umbral es el que co-bra importancia para el desarrollo de las políticas públi-cas puesto que éstas no pueden pretender que una socie-dad sólo alcance el umbral mínimo.

Lo que Nussbaum piensa es que cualquier legislación yplanificación pública debería propiciar el desarrollo de lassiguientes capabilities humanas centrales (2006: 392-401):

1) vida;2) salud corporal;3) integridad corporal;4) sentidos, imaginación y pensamiento;5) emociones;6) razón práctica;7) afiliación;8) otras especies;9) jugar;10) control sobre el propio medio ambiente, desde el

punto de vista político y material.

Según Nussbaum cualquier política pública que pre-tenda fomentar el bien de los seres humanos debe tenercomo meta actualizar estas posibilidades. Esta mismaidea es compartida por Boltvinik, quien ha criticado,prácticamente toda su vida, las políticas de combate a lapobreza por tener una visión unidimensional que igno-ra que para que las personas lleven una vida buena es ne-cesario que desarrollen las posibilidades que acabamosde mencionar.

Des Gasper, al reseñar el último libro de Nussbaum, serefiere a la importancia de la lista15 para plantear la ideadel desarrollo humano; sin embargo, su foco de análisis essu posición sobre el cosmopolitismo. Así, señala cuatroideas fundamentales del libro de Nussbaum. La primerase refiere a la importancia que concede a la teoría filosó-fica. La segunda relaciona su noción de capabilities con elacercamiento a los derechos humanos que se basan en latradición de la “ley natural”. La tercera idea se refiere a la ex-tensión del liberalismo político, tal como lo pensó Rawls,a un nivel internacional con el fin de plantear una nocióncomprensiva de florecimiento humano. La última idease refiere a un tema ampliamente discutido en la actuali-dad por los filósofos que escribieron sobre justicia a par-tir de la influyente obra de Rawls: la justicia global16.

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13 Es importante destacar que el libro está dedicado a la memoria deJohn Rawls.14 Des Gasper, en este número de Desacatos, pp. 291-318.

15 Cfr. Gasper, ibid., p. 296.16 Ibid., pp. 301-302.

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Antes de terminar quiero resaltar algo que me llamó laatención. Des Gasper menciona que en la propuesta deNussbaum existe la idea de que la preocupación por losdemás es relevante tanto en la ética personal como en lapolítica. Por ello es necesario enfocar nuestra atención alanálisis de la educación de las emociones, esencialmentede la compasión. Por su parte, Ruth Levitas redescubre enWilliam Morris la idea de la educación de los deseos. Laidea del florecimiento humano incorpora un aspecto emo-cional muchas veces ignorado por los teóricos de la justi-cia y los estudiosos de la pobreza, que conciben a los se-res humanos como maximizadores racionales de utilidad.

ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES

Retomando lo que afirma Des Gasper de la obra de Nuss-baum, me parece que la idea del florecimiento humano

abre una fuente de reflexión que nos compromete a verproblemas como el de la pobreza y la desigualdad desdeuna perspectiva mucha más extensa y, también, bajo lalupa de varias disciplinas. La pobreza y la desigualdad nosólo perjudican el poder adquisitivo de las personas sinotambién, lo que es peor, su capacidad de alcanzar las me-tas que se han propuesto. La riqueza del análisis de lostextos que aparecen en este número de Desacatos es quenos ofrecen una mirada amplia sobre las distintas trabasque los sistemas políticos y económicos deben superar sirealmente tienen como meta abatir la pobreza y comba-tir la desigualdad.

Quizá todavía sea necesario discutir algunas cuestionescuando hablamos de florecimiento humano. Podemosplantear el florecimiento humano como una serie decondiciones objetivas que aparecen en una lista, tal co-mo lo hace Nussbaum, y pretender que la satisfacción delo que aparece en ella es lo que realmente permite desa-

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Columna de la Independencia, ciudad de México, ca. 1958.

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rrollar la esencia humana. Su posición ha sido criticadapor no tomar en cuenta ciertas diferencias culturales ysociales. Otro punto de vista consiste en plantear el flore-cimiento humano como una cuestión subjetiva, es decir,como aquello que los seres humanos piensan que nece-sitan para alcanzar el florecimiento humano. La dificultadde este enfoque radica en que el florecimiento humanopuede volverse un caso de preferencia adaptativa. Porejemplo, podemos preguntarnos: ¿qué necesito para con-siderar que mi vida ha florecido?, ¿soy yo quien decide?,¿son los otros?, etcétera.

También surge en mí una duda: ¿realmente AmartyaSen se queda atrapado en una visión economicista de lapobreza? No olvidemos su compromiso reiterado conla idea de libertad positiva acuñada por Isaiah Berlin. Ber-lin define la libertad positiva de la siguiente manera:

El sentido positivo de la palabra libertad se deriva del de-seo que tienen los individuos de ser sus propios amos. Yodeseo que mi vida y mis decisiones dependan exclusiva-mente de mí y no de fuerzas externas. Quiero ser mi propioinstrumento y no depender de la voluntad de otros. Quieroser sujeto y no objeto; moverme por razones, por propósi-tos conscientes que son míos, no por causas que me afec-ten, como si vinieran del exterior. Quiero ser alguien y nonadie; alguien que hace, que decide y que no espera quelos demás tomen la decisión por él, quiero tener la posibi-lidad de dirigir mis acciones y de ninguna manera actuarpor la sumisión a las leyes de la naturaleza y de otros hom-bres como si fuese un animal, o un esclavo incapaz de ac-tuar como humano, esto es, de concebir metas políticas pro-pias y de poder realizarlas” (1978: 140).

¿No es esta una idea similar a la de florecimiento hu-mano propuesta por Boltvinik? Si Amartya Sen ha basa-do parte de su obra en la idea de Berlin, ¿sigue atrapadoen la visión económica de la pobreza?

El último comentario se refiere a la insistencia de losautores de los textos aquí reunidos en que el sistema ca-pitalista ha sido incapaz de generar las condiciones paraque los seres humanos alcancen su desarrollo pleno. Nisiquiera han generado aquellas que son necesarias parasatisfacer las necesidades básicas. Este tema es uno de losejes centrales de este número de la revista Desacatos. ¿En-contraremos un sistema político y económico en el que

todos podamos “ampliar la mirada” para ver la pobrezadesde un ángulo diferente? ¿Lograremos vivir en una so-ciedad en la que todos tengamos los medios suficientespara lograr el florecimiento humano? Creo que la inten-ción de los defensores del enfoque del florecimiento hu-mano es que la respuesta debe ser afirmativa y que aun-que se perciba como una utopía, ésta nos debe servir paracriticar la realidad existente y para buscar sistemas polí-ticos y económicos alternativos. Lo que este número deDesacatos nos muestra es que no podemos abandonar lautopía si queremos vivir en un mundo mejor.

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